El Rol del Consejo Federal de Educación y Cultura: análisis

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IV CONGRESO NACIONAL DE POLÍTICAS PÚBLICAS
CONSTRUYENDO EL ESTADO NACIÓN PARA EL CRECIMIENTO Y LA EQUIDAD
CIUDAD AUTÓNOMA DE BUENOS AIRES- AGOSTO 2007
El funcionamiento del Consejo Federal de Educación y Cultura:
análisis comparativo de dos etapas políticas diferentes.
Investigación en progreso, se ruega no citar
Mg. Maximiliano Rey*
INTRODUCCION
La política educativa llevada a cabo en la décadas de los 90 y en la actual
pueden ser consideradas desde diferentes perspectivas, adjudicándoseles diversos
adjetivos según el criterio y el lente ideológico con el cual se las observe, pero en lo
que no hay gran disputa es en la afirmación de que son ampliamente diferentes en
sus esencias y contenidos. Más allá de que toda política estatal conlleva cierto grado
de continuidad, en este caso los quiebres son mayores, y son producto de una
orientación política general diferente a la que primó en la década pasada.
Una de las similitudes, que aunque pueda parecer paradójico no abreva en
coincidencias valorativas, puede ser observada en el modo de gobierno
descentralizado del sistema educativo. La descentralización de la educación se
realizó en más de una etapa, pero desde el comienzo mismo se puso en
funcionamiento un ámbito de reunión de las diversas jurisdicciones, llamado Consejo
Federal de Cultura y Educación1.
Precisamente en el funcionamiento de este último radica el interés de este
trabajo.
Dado el cambio del contexto político y la transformación de la política
educativa aludida por un lado, y la antigüedad y permanencia del modelo
descentralizado (y las relaciones políticas que supone) por otro, la pregunta que nos
planteamos hace referencia a la forma en que armonizaron estas dos fuerzas en el
funcionamiento del CFCE en estos últimos años.
El modesto objetivo que nos guía es analizar el impacto de los cambios de
orientación de política en un ámbito con algún grado de institucionalización, como lo
*
Doctorando en Ciencia Política EPG-UNSAM, Docente UBA. Con la inestimable colaboración de Sabrina
Guevara, Analía Salvatierra y Javier Zapata.
1 En su origen se lo designó Consejo Federal de Educación (Decreto-Ley Nº 19.682, de 1972).
1
es el CF2. Para llevar a cabo esta inquietud, realizaremos un análisis comparativo
del funcionamiento del CF en la década pasada y en la presente.
Además de esta introducción, la ponencia se completa con un breve capítulo
sobre las políticas educativas en ambos momentos identificados, un acápite con la
descripción del funcionamiento del CF en los 90´s, otro con el actual, y cierra con las
conclusiones. Vale aclarar que este trabajo es un resumen de una investigación
todavía no concluida, y que por ende algunas de sus afirmaciones tienen carácter
provisorio.
POLITICAS EDUCATIVAS EN DOS GOBIERNOS DIFERENTES3
En los tiempos conocidos como la “etapa de oro del capitalismo”, en los
cuales en Europa primaba un consenso socialdemócrata que erigía Estados de
Bienestar, países como el nuestro imitaban imperfectamente construyendo Estados
Providencia, caracterizados por una distribución corporativa de la renta, que se
articulaba con una economía cerrada, en el marco de la industrialización sustitutiva
de importaciones (ver Esping Andersen, 1996).
Con el correr de los años fueron condensando procesos de distinta índole y
magnitud, los cuales hacia fines de los ´60s hacen evidente “el agotamiento del
modelo de crecimiento de la postguerra”, y en consecuencia tiene inicio “el declive
del compromiso social keynesiano” (Kritz, 1995:212, subrayado en el original).
En resumidas cuentas, podemos afirmar que la crisis tenía entre sus causas
las alteraciones culturales, económicas y sociales que se iban desarrollando al
interior de las sociedades industriales. Fenómenos de distinta índole, tales como la
complejización de la estructura social, los cortocircuitos de los esquemas fordistas
de producción, el desarrollo de los mass-media, los problemas de representación y
de integración de las instituciones políticas, etc., provocaron mutaciones de tal
magnitud que terminaron derivando en un cuello de botella para el paradigma
societal vigente (ver Garretón, 2000; Lechner, 1996; Paramio, 1991).
A partir de entonces, apertura de la economía, liberalización, productividad,
privatizaciones, comenzaron a ser conceptos dominantes, y el `Consenso de
Washington` fue adoptado como manual de transformación por muchos países (ver
Bresser Pereira,1991). El golpe cívico-militar de 1976 constituye en Argentina la
cristalización de aquella ruptura. De tal forma se daba fin a la etapa ‘desarrollista’ de
la sustitución de importaciones, para comenzar
un modelo de desarrollo
‘aperturista’.
Si bien lo que en general se cuestionaba a esta constelación político-social que Cavarozzi (1991) denominó la “matriz estado-céntrica”- era la entronización del
Estado como ámbito articulador de la totalidad de las relaciones sociales, esta
impugnación retumbaba en dimensiones diferentes según los enfoques. Desde
algún lugar se interrogaba la capacidad del estado de asegurar el orden social y de
evitar la politización de las relaciones económico-sociales. Por el contrario, desde
2
Dado que nuestro interés sólo abarca al Consejo Federal de Cultura y Educación, y por ende no es necesario
diferenciarlo de ningún otro consejo federal, de aquí en más lo mencionaremos como CF.
3
Además de que se ha escrito bastante sobre ello, no es este nuestro tema específico, por lo cual este apartado
sólo tiene objeto como contextualización de nuestro objetivo.
2
lugares opuestos se desconfiaba de la calidad democrática promovida por este tipo
de Estado.
Entre las múltiples causas que se diagnosticaban, tanto unos como otros le
conferían importante lugar a la acentuada pesadez del centralismo burocrático. Por
ende, al compás de las transformaciones promovidas desde estos pensamientos, el
tópico ‘descentralización’ ha recibido una gran atención en las últimas décadas.
A su vez, casi contemporáneamente a esta tendencia mundial, han tenido
lugar en América Latina procesos de reconstrucción de la democracia, elemento
fundamental a la hora del reconocimiento de la multiplicidad de sujetos en la vida
política de una sociedad, con la consiguiente necesidad de reconocerlos en los
mecanismos por los cuales toman forma las decisiones públicas.
En este contexto, entre las ideas-fuerza que tomaron vigor por aquellos años
tanto en el debate intelectual como en la práctica de gobierno, como políticas
destinada a modificar la estructura de las relaciones estado-sociedad, tuvo lugar
privilegiado la descentralización, herramienta a la que ha apelado una gran
diversidad de países (ver Cunill Grau, 1997).
Este debate político, que tuvo una traducción en términos de gestión pública
en general, también lo tuvo en la gestión educativa en particular. De tal modo, no fue
ajeno al Congreso Pedagógico de los 80´s, en el cual se fomentaba la posibilidad
descentralizadora como herramienta democratizadora y de participación en la
educación de las singularidades regionales y locales.
Sin embargo, como quedó planteado, desde corrientes ajenas a una visión
democratizante de la sociedad también se apelaba a la herramienta
`descentralización`, aunque con un espíritu claramente opuesto.
Así fue que en el marco del proceso de transformación del Estado, la
administración Menem completó la tarea descentralizadora (Ley 24.049)4 iniciada
por la dictadura militar, con lo que muchos analistas han considerado un objetivo
claramente fiscalista, aunque bien arropado por discursos sobre las bondades
pedagógicas de la misma. En un detallado análisis del mismo, Repetto et. al.
(2001:5) afirman que “el proceso de transferencia constituyó meramente un
desplazamiento de responsabilidades financieras y administrativas desde el nivel
nacional a las provincias […] Solamente implicó una mayor carga presupuestaria
para las administraciones provinciales (y una descarga fiscal para el nivel
nacional)…”
Este traslado hacia las provincias -inscripto en la redefinición de las
sempiternas tensiones fiscales entre Nación y provincias- de índole general, produjo
consecuencias particulares en cada provincia (según sus capacidades de gestión, el
volumen de servicios y personal transferido, sus presupuestos, etc.) profundizando
de tal forma la heterogeneidad, y por ende la desigualdad, del sistema educativo
argentino.
Otros dos hitos en educación de la década menemista son la sanción de la
Ley Federal de Educación (Ley 24. 195) y de la Ley de Educación Superior (Ley Nº
24.521)5. Si bien estas leyes apuntan a cuestiones pedagógicas más que fiscales,
4
Ley de Transferencias de escuelas a las provincias y a la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
Promulgada por decreto en enero de 1992.
5 Trata sobra la educación superior, educación superior no universitaria, educación superior universitaria.
Promulgada parcialmente en agosto del 1995.
3
más allá de ciertas bondades organizativas y pedagógicas (por caso la clara división
de funciones entre las jurisdicciones, y la consiguiente ruptura del verticalismo
organizativo), en términos generales estas reformas generaron alto grado de
desacuerdo, centralmente debido a que ya sea en su diseño o en su forma de
implementación no eran ajenas al modelo de país imperante, despreocupado por la
ciudadanización de los sectores más postergados, y con cierta preeminencia de los
actores de la sociedad y del estado más economicistas. Asimismo, no debe ser
pasado por alto que aunque se aumentó el presupuesto educativo, nunca llegó a lo
prometido.
Ahora bien, sin atascarnos en la discusión profunda sobre cuánto ha
cambiado el modelo de país, pareciera claro que ciertas modificaciones han ocurrido
en la Argentina desde 2001 en adelante, y en particular en el último turno de
gobierno.
En el área educativa, el proceso aún está abierto, por lo cual todavía es
prematuro expresar conclusiones definitivas, pero ciertamente existen medidas que
expresan lineamientos de fondo, diferentes de lo visto hasta aquí, ya que entienden
y colocan efectivamente a la educación como elemento central, por un lado a la hora
de pensar la inclusión social, como motor de la movilidad social ascendente, y por
otro como al momento de generar un modelo de desarrollo nacional.
Entre lo más significativo a enunciar, se encuentra la sanción de las
siguientes leyes: de los 180 días de clase (25864), de Financiamiento Educativo
(26075), de Educación Técnica (26058), de Educación Sexual (26150), de
Educación Nacional (26.206).
No hace falta desagregar el contenido de cada una de estas leyes para
orientarse en el sentido político que transitan. En términos generales, se apunta a
aumentar los años obligatorios de escolaridad para todos los alumnos, avanzando
en la universalización del Nivel Medio, y tendiendo a garantizar la igualdad de
posibilidades de acceso a similares niveles de calidad. Se le asigna vital importancia
a la vinculación del sistema educativo con el mundo del trabajo, afianzando la
formación técnico profesional, y a la investigación científico-tecnológica a partir del
mejoramiento de los recursos públicos.
Asimismo, la sanción de la LEN es paradigmática en cuanto al ánimo de
incluir a los actores sociales que posee la presente gestión. En el mismo sentido, se
privilegiaron las iniciativas tendientes a dar unidad al Sistema Educativo Nacional,
respetando sus características federales y las condiciones particulares de cada
jurisdicción. La jerarquización del rol del Consejo Federal de Educación como
organismo de concertación, orientación y regulación de las políticas educativas
nacionales fue una de las formas de concreción de tal objetivo.
EL CONSEJO FEDERAL EN LOS 90`s
El Estudio del consejo encarado desde ámbitos académicos se ha realizado
mayormente enfocando en sus características institucionales y organizacionales, a lo
cual se le ha sumado el tipo de actores (y sus actitudes asumidas) que participan,
cruzando todo esto con los “productos” que el consejo elabora, centralmente las
Resoluciones y Recomendaciones del CF.
4
En estos mismos términos procederemos nosotros, reseñando lo investigado
sobre la década pasada, y presentado nuestra pesquisa para la presente, en el
próximo capítulo.
Si bien el Consejo Federal de Educación nace en el año 1972 mediante el
Decreto Ley Nº 19.682, y sufre cierta modificación en la dictadura militar (Decreto
Ley Nº 22.047), el formato que presenta en la decada pasada surge de las
modificaciones introducidas por la normativa que, como hemos visto, transformó el
área a comienzos de la misma.
Si ya desde su origen fue pensado como ámbito de coordinación, en orden a
favorecer la acción conjunta de la Nación y las provincias, la Ley Federal de
Educación posee un capítulo propio para el consejo, en el cual recoge estas
intenciones de la normativa previa, pero además “buscó ampliar los márgenes de
acción del CFCE, no sólo por las nuevas funciones que le atribuyeron, sino también
por la ampliación de las temáticas que deben ser tratadas en ese ámbito” (Palanza,
2002:13). La autora se refiere al Artículo 56 de dicha ley, en el cual se definen las
funciones del mismo, fortaleciéndolo como ámbito interjurisdiccional6.
En cuanto a su estructura, el Artículo 57 establece que se compone de los
siguientes órganos:
a) La Asamblea Federal, órgano superior del Consejo, (lo cual significa que es la
encargada de de establecer las políticas, el plan de trabajo y la normativa interna del
CF). Esta integrada por el ministro del área del Poder Ejecutivo Nacional como
presidente nato, y por los ministros o responsables del Area Educativa de las
jurisdicciones y el representante del Consejo Interuniversitario Nacional (luego la Ley
de Educación Superior, amplía a tres los miembros del CIN).
b) El Comité Ejecutivo, desenvolverá sus actividades en el marco de las
resoluciones adoptadas por la Asamblea Federal. Estará presidido por el ministro del
Poder Ejecutivo Nacional e integrado por los miembros representantes de las
regiones que lo componen, designados por la Asamblea Federal cada dos años.
c) La Secretaría General, (novedad establecida por esta ley) tendrá la misión de
conducir y realizar las actividades, trabajos y estudios según lo establezcan la
6
El Consejo Federal de Cultura y Educación tiene las funciones establecidas por las normas de su constitución y
cumplirá además las siguientes:
a) Concertar dentro de los lineamientos de la política educativa nacional los contenidos básicos comunes, los
diseños curriculares, las modalidades y las formas de evaluación de los ciclos, niveles y regímenes especiales
que componen el sistema.
b) Acordar los mecanismos que viabilicen el reconocimiento y equivalencia de estudios, certificados y títulos de la
educación formal y no formal en las distintas jurisdicciones.
c) Acordar los contenidos básicos comunes de la formación profesional docente y las acreditaciones necesarias
para desempeñarse como tal en cada ciclo, nivel y régimen especial.
d) Acordar las exigencias pedagógicas que se requerirán para el ejercicio de la función docente en cada rama
artística en los distintos niveles y regímenes especiales del sistema.
e) Promover y difundir proyectos y experiencias innovadoras y organizar el intercambio de funcionarios,
especialistas y docentes mediante convenios, la constitución de equipos técnicos interjurisdiccionales y acciones
en común, tendientes a lograr un efectivo aprovechamiento del potencial humano y de los recursos tecnológicos
disponibles en el sistema educativo nacional.
f) Considerar y proponer orientaciones que tiendan a la preservación y desarrollo de la cultura nacional en sus
diversas manifestaciones, mediante la articulación de las políticas culturales con el sistema educativo en todos
sus niveles y regímenes especiales.
g) Garantizar la participación en el planeamiento educativo de los padres, las organizaciones representativas de
los trabajadores de la educación y de las instituciones educativas privadas reconocidas oficialmente.
h) Cooperar en materia de normativa educacional y mantener vínculos con el Congreso de la Nación y con las
legislaturas de las provincias y de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
5
Asamblea Federal y el Comité Ejecutivo. Su titular será designado cada dos años
por la Asamblea Federal.
Y el Artículo 58 le agrega dos Consejos Consultivos:
a) El Consejo Económico-Social, integrado por representantes de las organizaciones
gremiales empresarias de la producción y los servicios, la Confederación General
del Trabajo y el Consejo Interuniversitario Nacional.
b) El Consejo Técnico-Pedagógico, estará integrado por especialistas designados
por miembros del Consejo Federal de Cultura y Educación (artículo 54) y dos
especialistas designados por la organización gremial de trabajadores de la
educación de representación nacional mayoritaria.
En cuanto al funcionamiento de la Asamblea, las reglas que la Ley Federal de
Educación convalidó establecían la obligatoriedad de al menos dos Ordinarias por
año, y la posibilidad de Extraordinarias, citadas por el Presidente, el Comité
Ejecutivo o bien por un tercio de los miembros de la Asamblea (art. 5 del Decreto
Ley Nº 22.047 y arts. 1 y 6 del Reglamento del CFCE). Vale explicitar que durante
estos años se cumplió con el número fijado, habiendo participado de ellas las
máximas autoridades.
El quórum quedó establecido en la mitad más uno de sus miembros (art 7 del
Decreto Ley Nº 22.047 y art. 2º del Reglamento del CFCE). Si bien está
reglamentado que las decisiones se realizan por mayoría simple de votos de los
presentes, en la práctica se ha venido consolidando la búsqueda del consenso.
La ruta a transitar para elaborar acuerdos fue diseñada en el propio CF, a
través de su Resolución Nº 26/93: trabajo técnico: borrador de la propuesta
desarrollado por los equipos técnico - profesionales del ministerio nacional;
consultas federales: la presentación del borrador a las jurisdicciones, en orden a
contar con sus opiniones; consultas nacionales: a las universidades, sindicatos
docentes y no docentes, iglesias y demás actores de la sociedad civil interesados en
la educación, con un plazo de dos o tres semanas para recepcionar sus propuestas
de modificaciones y comentarios; así se llegan a los acuerdos federales: la versión
corregida de la propuesta sería puesta a consideración de la Asamblea del CFCE
para su aprobación; y por último la promulgación de los marcos normativos
pertinentes en cada tema.
El trabajo realizado se plasma normativamente en Resoluciones y
Recomendaciones, por lo cual su análisis da cuenta del resultado a que
efectivamente arriba el Consejo.
Los estudios efectuados sobre esta década de funcionamiento hablan de alto
“dinamismo”, entendiéndo por tal la gran cantidad de reuniones y resoluciones
efectuadas (151 y 21 respectivamente). La desagregación por tipo de resoluciones
muestra un relativamente alto grado de generación de acuerdos.
Ahora bien, el funcionamiento -surgido de las características descriptas, y
plasmado en las resoluciones- que observan tanto Palanza (2002) como Potenza
(2005), es de los más rico para nuestro análisis.
Si bien el CF se expresó a favor de la transferencia de escuelas en el año
1989, su incidencia en el proceso fue escasa, característica que luego se
reproduciría en el resto de las trascendentales leyes sancionadas esos años,
quedando confinado a organismo reglamentador de estas. Vale decir, el ámbito en el
6
cual se reunen los representantes en el área educación de los poderes ejecutivos
del sistema federal argentino quedó excluido de la discusión sobre la transformación
del sistema educativo argentino. Potenza (2005:21) es bien clara al respecto:
“…cuando estaban en discusión cuestiones centrales […] el CFCE tuvo una
participación muy restringida en la elaboración de la política sectorial”. De igual
manera, según los análisis citados, el Consejo tampoco tomó parte de la instalación
de la agenda sectorial.
Lejos de estas cuestiones, y de la amplitud que le otrogaba su norma original,
el CFCE se abocó de lleno a la tarea de reglamentación que le asignaba la LFE,
limitando de tal forma su margen de acción.
Ciertamente esta misión no fue menor, sin embargo, en reiteradas
oportunidades los acuerdos alcanzados no fueron oportunamente cumplidos por
algunas provincias, mientras que si lo fueron en lo que tocaba a la Nación. Sin
perjuicio de hipótesis relacionadas a la relación técnicos-políticos en cada nivel
provincial e incluso a cuestiones presupuestarias que tendieran a lubricar los
acuerdos, el posterior incumplimiento pone una nota de suspicacia respecto a la
factura de los acuerdos, sobre todo teniendo presente que –como vimos según el
mecanismo para arribar a los mismos- la iniciativa de cada uno de ellos proviene del
gobierno nacional. En otras palabras, aunque estos sean espacios de negociación,
no queda en claro que no haya habido ningún grado de imposición disfrazada de
consenso.
En este sentido se expresa Bereau (2003:5) al sostener que el Ministerio
Nacional generaba propuestas que “lanzaba, a través del Consejo Federal, a los
sistemas educativos provinciales con prescindencia de la capacidad de los agentes
de estas jurisdicciones para procesarlas”. Si este autor deja la impresión que se trató
de una estrategia que pretendía dotar de cierta coherencia a un sistema que se
fragmentaba, centralizando la descentralización, otra voces tenían una mirada más
impiadosa, según la cual el CF fue un “espacio de extorsión, donde el Ministerio
decía esto es lo que hay que hacer y la provincia que hace esto recibe plata. Ahí no
se discutía sobre lo que las provincias realmente podían hacer y avanzar”
(Maffei,1999: 29).
Apelando a la lectura financiera, Bereau (2003:4) apoyándose en Tiramonti
(1996) afirma que “hay un evidente reposicionamiento del centro como espacio
desde el cual se define la política para el conjunto de la Nación. Este efecto se logra
a partir de una determinada combinación de los recursos técnicos y económicos del
Ministerio central utilizados para la sustentación de políticas nacionales”. De allí que
la agenda publica sectorial la construya la Nación.
Para finalizar, es intresante observar que a pesar de que la Ley no olvidaba
una amplia participación de actores sociales. En la práctica la constitución de los
Consejos fue irregular, y los sindicatos raramente participaron activamente del CF
sino para cuestiones puntuales (Potenza, 2005:16). La relación con el Congreso
Nacional tampoco fue estrecha, tal vez como consecuencia lógica de la ausencia de
iniciativas leguislativas del CF.
CONSEJO FEDERAL ACTUAL
El diseño institucional que pauta el funcionamiento del CF en la actualidad
quedó sancionado en la Ley de Educación Nacional. Aunque retomando las
7
especificaciones que posibilitaron la institucionalización de la relación naciónprovincias, esta normativa pretende mejorarlas y apunta a una rejerarquización del
CF.
Veamos primero el diseño institucional de las relaciones nación-provincias.
Como es sabido, el Sistema Educativo Nacional no cambia su carácter
descentralizado. También al igual que en su predecesora, la LEN atribuye al Estado
nacional la potestad de fijar la política educativa, aunque lo hace “conforme a los
procedimientos de participación y consulta de la presente ley” (Art.115, inc. A). Y
estos son de una dimensión totalmente diferente a lo existente. Ya en el Artículo 12
deja establecido que las provincias forman parte de la planificación (junto con la
organización, supervisión y financiación), de manera concertada y concurrente con
el Estado nacional, del Sistema Educativo Nacional. A su vez, en el Artículo 113,
referido al Gobierno del mismo, la novedad es que deja explícitamente sentado que
“el organismo de concertación de la política educativa nacional es el Consejo
Federal de Educación” (énfasis nuestro).
En el mismo sentido, lo que en la anterior ley (Art. 53, inc. E) sólo era un
enunciado acerca de la potestad de la Nación de “implementar programas
especiales para garantizar el ingreso, permanencia y egreso de los alumnos/as […]
en coordinación con el Consejo Federal de Cultura y Educación”, en la LEN (Art. 79)
adquiere otra envergadura: “El Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología, en
acuerdo con el Consejo Federal de Educación, fijará y desarrollará políticas de
promoción de la igualdad educativa”. Asimismo, el artículo siguiente establece una
amplia gama de recursos que, con el mismo objetivo, la Nación podrá disponer “en
acuerdo” con el CF.
Por lo demás, en el conjunto de la ley, el CF es tenido en cuenta como actor
relevante para tomar parte de múltiples tareas, desde las necesarias para la
adecuación normativa, hasta la evaluación y la promoción de la calidad. Como
dijimos al principio de este acápite, estas características son similares a las de la ley
pasada en el sentido que permiten una clara división y complementación en la
realización de las tareas educativas, pero con mayor grado de alcance.
La Ley de Financiamiento Docente también asigna un rol central al CF. En el
Art. 9 crea el Programa Nacional de Compensación Salarial Docente, para
compensar desigualdades salariales, y establece que el CF participará junto a la
Nación en la fijación de las pautas de asignación y operatoria del mismo. El artículo
siguiente no es menos trascendente: “El ministerio de Educación, Ciencia y
Tecnología juntamente con el Consejo Federal de Cultura y Educación y las
entidades gremiales docentes con representación nacional, acordarán un convenio
marco que incluirá pautas generales referidas a: a) condiciones laborales, b)
calendario educativo, c) salario mínimo docente y d) carrera docente”. También de
suma relevancia es el Art. 17, en el cual ante el incumplimiento provincial, se
establece que las sanciones son aplicada por el Ministerio Nacional “en consulta”
con el CF. En el resto del articulado también se le confieren al CF atribuciones
relacionadas con la evaluación, ponderación de indicadores, etc.
Además de estas modificaciones en la legislación, que amplían el rol del CF,
también en su estructura (sancionada en la LNE) se verifican algunos cambios. Si
bien no se trata de una gran transformación, pareciera que al igual que con la
normativa general, se trata de respetar las configuraciones que han favorecido el
funcionamiento federal, y se imprimen algunos cambios para mejorarlo.
8
Amen de explicitar su carácter de permanente, se lo considera ámbito en
dónde se trata la política educativa7, lo cual lo diferencia de servir para la
“coordinación y concertación del Sistema Nacional de Educación”, (Art. 54 de la
LFE). Ciertamente su rol operativo y reglamentador también está asentado en la ley,
en el Art. 32, y en los acápites de cada tipo de educación y de cada materia a
garantizar por el Sistema Nacional de Educación.
El órgano superior sigue siendo la Asamblea Federal tal cual existía, aunque
frente al déficit en la relación con el Congreso Nacional, se le agrega la participación
de dos legisladores representantes por cada una de las Comisiones de Educación
de ambas cámaras legislativas.
En cuanto al Comité Ejecutivo, tampoco varía demasiado, sino que se prevé
la posibilidad de que “a efectos de garantizar mayor participación según el tipo de
decisiones que se consideren, podrá convocarse al Comité Ejecutivo ampliado,
integrado por las autoridades educativas jurisdiccionales que se requieran” (Art. 117,
inc. B).
A la Secretaría General se la complementa con nuevas responsabilidades de
coordinación e implementación de programas específicos. Lo que es relevante
mencionar es su jerarquización dentro de la estructura del ministerio, ya que desde
2002 posee rango de Subsecretaría, lo cual es indudablemente una apuesta al
fortalecimiento de sus capacidades institucionales.
Un elemento que refuerza su significancia en tanto articulador de las
relaciones federales está constituido por la obligatoriedad de sus resoluciones,
cuando así lo disponga la Asamblea de acuerdo con la Reglamentación que la
misma establezca para estos casos, que quedó plasmado en el Art. 118.
Por último, una innovación que apunta a remediar las carencias en la
participación, se encuentra en lo referente a los consejos consultivos. Se crea el
Consejo de Políticas Educativas, “cuya misión principal es analizar y proponer
cuestiones prioritarias a ser consideradas en la elaboración de las políticas” (Art.
119, inc. A). Este se conforma con una gran amplitud de actores sociales. Al
Consejo Económico y Social se le asigna la función específica (“participará en
aquellas discusiones relativas a las relaciones entre la educación y el mundo del
trabajo y la producción”, Art 119, inc. B), y también se amplía su convocatoria. Por
último, el Consejo de Actualización Curricular, “a cargo de proponer innovaciones en
los contenidos curriculares comunes”, se nutre de “personalidades calificadas de la
cultura, la ciencia, la técnica y el mundo del trabajo y la producción” (Art 119, inc C).
Reforzando el sentido participatorio del CF, el capítulo referido al mismo termina con
la convocatoria dos veces al año a representantes de organizaciones gremiales
docentes con personería nacional para considerar agendas definidas de común
acuerdo.
Ahora bien, el diseño institucional marca el sentido en que se quiere
direccionar el área educación, pero además es necesario observar el CF en la
práctica.
Existen tres resoluciones que muestran un CF activo en la etapa de
elaboración de políticas, a través de la discusión de proyectos legislativos.
Art. 116 de la LEN: “Crease el Consejo Federal de Educación, organismo interjurisdiccional, de carácter
permanente, como ámbito de concertación, acuerdo y coordinación de la política educativa nacional, asegurando
la unidad y articulación del Sistema Educativo Nacional”
7
9
En primer lugar, la Resolución 215/04 incorpora como tema de agenda del
Comité ejecutivo del Consejo Federal de Educación el “Anteproyecto de Ley de
educación Técnico Profesional” elaborado por el Consejo Nacional de EducaciónTrabajo (CONE-T), y establece la realización de los debates correspondientes para
llegar a un proyecto consensuado entre las jurisdicciones (amén de acordar ampliar
la convocatoria a otros actores). Posteriormente, la Resolución 230/04, reconociendo
los circuitos de consulta descriptos, aprueba el proyecto de Ley de Educación
Técnico Profesional y encomienda al Ministerio de Educación realizar las gestiones
necesarias para q el proyecto tome estado parlamentario en ese periodo legislativo.
En segundo lugar, El Ministerio de Educación de la Nación, y los ministros
provinciales acordaron elaborar un anteproyecto de ley de financiamiento educativo
integral en junio del 2004. A través de la Resolución 220/04 se acordó la creación de
una comisión “ad hoc”, para estudiar la elaboración de un anteproyecto de ley de
Financiamiento Educativo. En el Art. 3 de la misma, se convoca a la tarea al Consejo
Económico Social y demás actores del área educativa.
En tercer lugar, la Resolución 256/06, crea una comisión especial prevista
para establecer un ámbito de discusión en el cual se determine los principales ejes
necesarios para le análisis y discusión de una nueva Ley de Educación.
Se encuentran además otras resoluciones que marcan cosas similares. La
Resolución 255/06 crea la Comisión encargada de llevar adelante las tareas vistas
en el Art. 10 de la Ley de Financiamiento. La Resolución 241/05 crea una Comisión
Federal para la Formación Docente Inicial, “con misiones, funciones y estrategias
tendientes a consolidar una política federal para la formación…”. Luego, el
funcionamiento de esta comisión generó un Documento Final el cual se eleva como
propuesta aprobada en la Resolución 251/05 de creación de un “organismo nacional
desconcentrado (de trazado federal) cuya función primaria será la de planificar,
desarrollar e impulsar las políticas para el sistema de Educación Superior de
Formación Docente Inicial y Continua”8.
La primera resolución luego de sancionada la LEN (también la primera de
2007), sanciona el reglamento de funcionamiento interno, que claramente plasma
formalmente la experiencia del funcionamiento de estos años. Este conserva la
lógica de instancia de consultas para llegar a acuerdos que se institucionalizó
durante la década pasada.
En la misma direccionalidad de construir consensos, surgida del
entendimiento que la imposición muchas veces genera luego la no implementación
en las provincias, la Resolución 224/04 considera que frente a la heterogeneidad
verificada en la política de acreditaciones de instituciones de formación docente que
se implementó como resultado de acuerdos en le propio CF en la década pasada,
debe darse “inicio a un proceso de consulta y elaboración destinado a enriquecer y
mejorar los parámetros, criterios y mecanismos actuales de acreditación de las
instituciones docente, durante los años 2004, 2005, cuyo objetivo final sea un nuevo
acuerdo federal sobre la materia”.
Obviamente el CF ha llegado a un sinfín de otros acuerdos, que básicamente
comportan cuestiones de reglamentación de cuestiones sancionadas en la LEN,
replicando la lógica de la década previa, con la salvedad que la sustancia de lo
8
El Instituto Nacional de Formación Docente, creado en le Art. 76 de la Ley de Educación Nacional, reconoce a
la Comisión como antecedente.
10
decidido es diferente. Sin embargo, varias de ellas también comportan una
estrategia para dar cuenta de la diversidad de avances en la implementación de
decisiones acordadas antiguamente en el mismo CF. De tal forma, se han buscado
generar consensos sobre “núcleos de aprendizaje prioritario”9.
CONCLUSIONES (PROVISORIAS)
El análisis hecho hasta aquí se funda en la normativa y en los productos del
CF. Ciertamente para una comprensión en profundidad se necesita un análisis del
proceso, que necesita otro tipo de datos. Sin embargo, con lo hasta aquí descrito, se
puede avanzar en ciertas ideas.
En primer lugar, está claro que existe continuidad en un conjunto de
características del diseño institucional, algunas de las cuales impiden las
confusiones que perturban las relaciones entre actores autónomos (como ser la
claridad en división y complementación de funciones), y otras que favorecen la
consolidación de esta arena de diálogo interjurisdiccional (como ser las que norman
al CF). Cuando no hay cambio institucional se suele pensar en dos posibilidades: o
bien todos los actores están satisfechos con el diseño institucional vigente (o creen
más costoso que beneficioso cambiarlo), o los que pretenden cambiarlo no poseen
los recursos necesarios para hacerlo.
Que la estructura del mismo, y el mecanismo por el cual se busca arribar al
consenso posean formas parecidas a las existentes en la década pasada, daría la
impresión de que posibilita cierta preeminencia del Ministerio Nacional (tal como
sucedió entonces), pero también a la dinámica que se ha venido sosteniendo desde
hace años, por la cual se generan espacios de interlocución conocidos y aceptados
por todos, el cual favorece el planteamiento de las problemáticas comunes.
En segundo lugar, y en algún grado atenuando lo anterior, pareciera que las
modificaciones operadas en la conceptualización del rol del CF, potencialmente (y
en la práctica hemos visto algo de ello) le dejan mayor margen para la discusión sin
ataduras a lineamientos previos, y por ende tienden a acrecentar su rol político. En
el mismo sentido, parecerían favorecer la participación y tal vez la incidencia de las
provincias y de actores sociales. Y estas novedades son en parte atribuibles a una
concepción política más amplia, que aunque sin entregar poder político
gratuitamente, considera ineludible la necesidad de convocar a los actores que dan
vida a la educación, si es que se quiere un Sistema Educativo Nacional
comprometido con le desarrollo del país.
Ciertamente no hemos dado cuenta de los fondos nacionales y su distribución
territorial, elemento que podría continuidades o rupturas con la década pasada, y
habría que bucear en el proceso de negociación para la sanción de los acuerdos,
pero de todas formas, algunas de las resoluciones descriptas en el acápite anterior
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Resoluciones: 225/04 (aprueba el documento sobre aprendizajes prioritarios para el nivel inicial y el 1° ciclo de
la EGB/Primaria), 228/04 (aprueba los núcleos de aprendizajes prioritarios para el nivel inicial y el primer ciclo de
la educación general básica /nivel primario), 235/05 (aprueba los núcleos de aprendizaje prioritarios para el
segundo ciclo de la EGB/Primaria, 4°,5°,6° grado, y encomendar al ministerio de educación coordinar núcleos
prioritarios para 7° año), 246/05 (aprueba los núcleos de aprendizaje prioritarios de 7° año de Lengua y
Matemática), 247/05 (aprueba los núcleos de aprendizajes prioritarios para las áreas de Lengua y Matemática
para el tercer ciclo de la EGB, 7°, 8°, 9° año), 248/05(aprueba los núcleos de aprendizajes prioritarios de 7° año
de Cs. Sociales y Cs. Naturales), 249/05 (aprueba los núcleos de aprendizajes prioritarios de Cs. Sociales y Cs.
Naturales del 3° ciclo de EGB (7°, 8°, 9°)
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marcarían que frente a acuerdos previos no respetados, hoy en día se avanza hacia
la consecución de acuerdos con una base social y provincial más amplia. Y si bien el
poder de agenda pareciera seguir en manos de la Nación, sus iniciativas les llegan a
actores provinciales insertos en un marco institucional que los dota de mayor
capacidad de procesarlas.
En definitiva, pareciera que en este área de política se ha realizado cierto
aprendizaje institucional que permite no tirar por la borda las configuraciones que
han permitido la consolidación del ámbito de encuentro, pero que por otro lado la
cosmovisión que informa la acción del Ministerio nacional intenta mejorar los déficits
experimentados, mediante una apertura y reforzamiento de la faz política del CF.
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