La necesidad de avanzar como movimiento

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Marzo 2005 En lucha
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Debates del movimiento
por Alex Callinicos, participante en el FSM y
autor de Un manifiesto anticapitalista.
El reto para la izquierda es
unir un movimiento diverso
El movimiento anticapitalista ya no es un movimiento completamente nuevo cuyo ímpetu venga parcialmente de lo
estimulante que supone su propia existencia. Mientras tanto la victoria de George Bush el pasado noviembre ha eliminado cualquier duda sobre la continuidad de la ofensiva
imperialista y corporativa a nivel mundial.
No es cierto que el movimiento anticapitalista no haya
conseguido nada. Para empezar, ha demostrado ser el motor
de las movilizaciones más exitosas de la historia. La primera
protesta anticapitalista en Europa vio como 20.000 personas
bloqueaban la cumbre del Fondo Monetario Internacional en
Praga en septiembre del 2000. Dos años más tarde un millón
de personas se manifestó contra la inminente guerra de Irak
durante el primer Foro Social Europeo (FSE) en Florencia. Y fue
la plataforma de lanzamiento de un día global de protestas
antiguerra para el 15 de Febrero de 2003 sin precedentes.
Segundo, el movimiento contra la globalización ha cambiado el lenguaje político. La enorme oleada de solidaridad global
recibida tras el tsunami del Océano Índico es en cierto grado
un tributo al impacto de un movimiento en expansión que trata de entender la pobreza global y la destrucción ambiental.
Tercero, la marea de resistencias contra el neoliberalismo en América Latina ha derrocado gobiernos por todo el
continente y ha llevado a los despachos a nuevos presidentes de izquierdas como Lula, Chávez o Tabaré Vázquez.
A pesar de eso, la victoria de Bush no hace más que recalcar que nos queda un largo camino por recorrer. Su victoria
ha creado un sentimiento de crisis entre algunos activistas
europeos. En parte, esto refleja los desacuerdos políticos que
empezaron a emerger tras la euforia inicial de Seattle, con la
aparición de tres corrientes diferenciadas: el ala derecha, el
reformismo de ATTAC, el ala izquierda del autonomismo influenciado por Toni Negri y John Holloway, y la izquierda radical
muy comprometida en la construcción del movimiento.
Probablemente donde las divergencias se han hecho
más visibles e importantes es durante el periodo de mayor
expansión del movimiento entre el 2002-3 cuando se empezó a movilizar contra la guerra.
Esto implicó un crecimiento numérico, pero también un
profundo ahondamiento político e intelectual. La gente empezó a entender que el capitalismo no es sólo mercados financieros y empresas transnacionales, también abarca un
sistema de Estados y poder militar. Pero muchos activistas
estuvieron descontentos con la prominencia que la guerra
tomó en el FSE de Florencia, y nuevamente en Londres el
pasado octubre.
Los líderes reformistas de ATTAC negaron cualquier conexión entre neoliberalismo y guerra. Veían la campaña contra la guerra como una desviación de lo que llamaban “la
cuestión social”. Los autonomistas tendían a ser hostiles ante
las masivas manifestaciones porque preferían “acciones” organizadas por unos pocos, minorías ilustradas.
Ambas alas del movimiento, autonomistas y reformistas comparten la idea de un movimiento social autónomo y
sospechan de la involucración de los partidos de la izquierda
radical en los foros sociales. Ahora quieren reorganizar el “proceso” a través del cual será preparado el próximo FSE que se
celebrará en Atenas durante la primavera de 2006.
Largas discusiones sobre cambios organizativos subyacen
en el interior del movimiento. Esto es potencialmente una peligrosa distracción. El principal éxito de los foros sociales es que
son capaces de unir a un gran número de gente que se opone
al neoliberalismo y la guerra, dándoles un sentido de su poder
y una oportunidad para debatir y movilizarse juntos.
Comparado con esto, el “proceso” es una atracción secundaria que está afectando a unos pocos cientos de activistas, muchos de ellos liberados de varios movimientos
sociales y organizaciones políticas. Sin embargo, no hay
forma de que el movimiento pueda mantener el escenario político a su alcance. Lo ilustran los nuevos gobiernos
en América Latina, que no están persiguiendo una política
dramáticamente distinta a los partidos corrientes.
Estas experiencias ponen sobre la mesa la cuestión que ha
afrontado la izquierda repetidamente durante los últimos 200
años ¿Estamos tratando meramente de hacer más humano
al capitalismo o deshacernos de él en su totalidad?
Enfrentados con un sistema que cada día revela su brutalidad, muchos se preguntarán si una transformación revolucionaria de la sociedad puede ser la única salida. Pero convencerles requerirá construir una izquierda radical mucho
más fuerte que no esté sólo interesada en ganar unos votos
y adjudicarse despachos oficiales, sino que quiera realmente
luchar contra el neoliberalismo y la guerra imperialista.
El reto para la izquierda radical es continuar uniendo a un
movimiento muy amplio y diverso a través de convocatorias
de movilización como las protestas antiguerra del 19 y 20 de
Marzo, a la vez que construyendo las alternativas políticas
que puedan abrir el camino hacia otro mundo. z
Foro Social Mundial 2005
La necesidad de avanzar
como movimiento
El multitudinario mitin que abrió el Foro Social Mundial.
La quinta edición del Foro Social
Mundial (FSM), celebrada en la
ciudad brasileña de Porto Alegre
entre los días 26 y 31 del pasado
mes de enero, ha demostrado una
vez más la enorme fuerza y vitalidad del movimiento contra la
globalización neoliberal.
155.000 personas inscritas, llegadas de 135 países, participaron
en las 2.500 actividades organizadas por el FSM. En la primera de
ellas, 200.000 personas se echaban
a las calles en la manifestación que
daba comienzo al Foro.
De entre los muchos debates interesantes que se dieron destacamos
el mantenido por los escritores anticapitalistas John Holloway (coautor
con Toni Negri de Imperio) y Alex
Callinicos (autor de Un manifiesto
anticapitalista), que llevaba por
título: “¿Podemos cambiar el mundo sin tomar el poder?”.
En la Asamblea de los Movimientos Sociales se plantearon las
convocatorias internacionales de
movilizaciones.
Repasemos tres de los temas
que han causado controversia en
este FSM: de nuevo la relación
partidos políticos-movimiento, la
irrupción de representantes de la
“Tercera Vía” o social-liberalismo
y la interesada fragmentación de las
temáticas.
Desde la primera edición del
FSM, el movimiento se rige según
lo planteado en la Carta de Principios del FSM. En ella se excluye
a los partidos de intervenir en los
Foros. Este erróneo planteamiento
ha sido “salvado” una y otra vez por
los partidos, que se ven obligados
a participar de manera un tanto “a
escondidas”. Es obvio que las organizaciones políticas se mezclan
constantemente con los movimientos sociales. Además, articulan
diferentes estrategias y visiones que
son una legítima contribución a los
debates que tienen lugar en los foros
sociales. En esta edición, la hipocresía que envuelve la cuestión de los
partidos aparecía bien nítida con la
intervención del presidente de Brasil. Lula se presentaba como ponente
de un seminario, cuando en realidad
su mitin ante 17.000 personas vino a
ser un acto de masas del Partido de
los Trabajadores (PT).
Por otra parte, Lula es uno de los
líderes mundiales del social-liberalismo. Forma parte del eje político
que une a Gerhard Schröeder, Tony
Blair, el presidente sudafricano
Thabo Mbeki o el expresidente
estadounidense Bill Clinton. El
presidente de Brasil obedece la
normativa antisocial que le ordena
el Fondo Monetario Internacional
pero a la vez participa en campañas
mundiales contra la pobreza. Accede
a las reducciones del gasto público a
la vez que se suma a la Global Call
for Action against Poverty (Llama-
miento Global a la Acción contra la
Pobreza) diseñada por Blair y su ministro de Economía, Gordon Brown.
El hecho de que Lula o Blair se vean
obligados a ofrecer alternativas a los
activistas es un tributo al impacto
que tiene el movimiento.
La tercera cuestión a reseñar es la
enorme fragmentación que se vivió.
El espacio físico del FSM se dividió
en 11 lugares distintos, cada uno
dedicado a un tema concreto. Esto
impidió que gente con distintas preocupaciones y de distintas procedencias pudieran mezclarse y “contaminarse” mutuamente. Tal disposición
geográfica no surge de la nada, sino
de una visión política concreta que
pretende contrarrestar la tendencia a
hacer conexiones entre los desafíos
a los que nos enfrentamos, entre
neoliberalismo y catástrofe medioambiental o, sobre todo, entre globalización económica y guerra.
Finalmente, en el amplio calendario de movilizaciones que se acordó, destacamos la jornada de lucha
contra la ocupación de Irak el 19 de
Marzo, la llamada a la inmediata
cancelación de la deuda externa de
los países del Sur y la convocatoria
de manifestaciones contra la cumbre
del G-8 en Escocia del 2 al 8 de Julio.
La quinta edición del FSM acabó
llamando a la acción con estas palabras: “¡Globalicemos las luchas,
globalicemos la esperanza!”.
Pablo Fernández
DIAGONAL toma la calle
Después de varios meses de intensa campaña de promoción
y de recogida de suscripciones anticipadas, el periódico
Diagonal va a salir a la venta
de forma regular este mes de
marzo.
Por el momento habían aparecido dos números gratuitos
para dar a conocer el proyecto y
así animar a la gente interesada
a suscribirse: para financiar el
periódico, dicen necesitar 5.000
suscripciones, de las cuales aún
faltan más de 3.000. Sin embargo, los editores han decidido
que ya ha llegado el momento
de salir a la calle.
Diagonal se publicará quincenalmente y podrá encontrarse en la mayoría de quioscos
de la comunidad de Madrid, y
en otras ciudades del estado
se podrá conseguir a través de
puntos de distribución alternativos. Si consigue más suscripciones y base económica la
idea es ir extendiendo la distribución en quioscos.
Hasta el momento diversos
intelectuales y periodistas han
dado su apoyo a Diagonal, entre ellos Carlos Taibo, Jaime
Pastor o el director de la revista
El viejo topo, Miquel Riera. Estos respaldos dan una garantía
de calidad a un proyecto periodístico que nace de una parte
importante de los movimientos
sociales de Madrid.
Como afirman en su texto
de presentación, les mueve “la
inquietud colectiva y comunicativa y el absoluto convencimiento de la necesidad de construir
un medio diferente a los dominantes”.
Carlus Jové
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