JUAN VAN DER HAMEN Y LEÓN

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JUAN VAN DER HAMEN Y LEÓN
(Madrid, 1596 – 1631)
“San Francisco recibiendo los estigmas”
Óleo sobre lienzo
190 x 109.5 cm.
Pintado hacia 1630.
Pintor español, excelente retratista que también tuvo ocasión de llevar a cabo encargos
de carácter religioso, como lo prueban sus telas para el monasterio de la Encarnación de
Madrid, inmersas en el llamado naturalismo tenebrista. Pero fueron los bodegones y las
pinturas de flores las obras que le reportaron fama y un amplio mercado. Pintó para
Felipe IV y para el cardenal-infante don Fernando y Diego Mesía y Guzmán, marqués
de Leganés; también poseyó bodegones de su mano; pero la obra de Van der Hamen
llegó sobre todo a pequeños funcionarios de la corte, quienes pudieron encontrar en ella
un buen remedo de los excelentes bodegones flamencos que atesoraban los grandes
coleccionistas de la nobleza española. Se ha supuesto incluso que los orígenes
flamencos del artista -su mismo apellido- pudieron ayudar al éxito comercial del pintor.
Pero es posible también que esa fuerte trabazón con un género considerado menor
dentro de la jerarquía artística del momento, le impidiera desarrollar plenamente sus
ambiciones profesionales; de hecho no pudo acceder, por ejemplo, al cargo de pintor
real. Juan van der Hamen nació en Madrid en el seno de una familia procedente de los
Países Bajos. Su abuelo y su padre, y también el propio pintor desde 1622, formaron
parte de la «guardia flamenca de arqueros», cuerpo de carácter honorario y
representativo, que otorgaba a sus miembros un estatus de nobleza y prestigio social.
Creció en un ambiente refinado e intelectual, pero no contamos con datos concretos
sobre su formación pictórica, que debió de quedar concluida en 1615.
Desde sus primeras producciones conocidas, se mostró como un artífice capaz de
recoger elementos provenientes de distintas fuentes, adaptándolos y dirigiéndolos al
público español y a las circunstancias de cada encargo, lo que explicaría además la
calidad diversa de sus obras, realizadas muchas de ellas por su taller. El gran periodo
creativo de Van der Hamen se corresponde con la segunda década del siglo XVII, diez
años en los que, partiendo de algunos modelos flamencos y sobre todo del austero e
inquietante modelo de bodegón creado por Juan Sánchez Cotán -desarrollado en el
estrecho margen del poyo de una ventana o fresquera-, el pintor madrileño supo crear
sutiles y elaboradas composiciones espaciales en las que introdujo sencillos y refinados
elementos: vidrios, cerámicas, bronces, frutas, dulces y confituras.
La figura de San Francisco de este lienzo, cuyas manos, rostro y pies se representan con
destreza escultórica, es de enorme expresividad y superan otras producciones del mismo
pintor mas rutinarias. Esta figura es comparable a la imagen del mismo santo en la
Aparición de la Inmaculada a San Francisco del convento de Santa Isabel de los Reyes
de Toledo (fig. 1), y La Aparición de la Virgen y el niño a San Francisco, procedente
del Convento franciscano de San Gil de Madrid y actualmente en Patrimonio Nacional.
Ambos muestran la misma comunicación gestual e idéntico modelado de las
carnaciones y pliegues del habito, y están fechados el primero probablemente en 1630 y
el segundo en 1628.
El misticismo, brío e incipiente naturalismo de San Francisco es equiparable a la obra
de Carducho de su mejor etapa.
Fig. 1
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