I. MINISTERIOS EN LAS PRIMERAS COMUNIDADES

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I. MINISTERIOS EN LAS PRIMERAS COMUNIDADES
La primera forma del ministerio es el “ministerio de la Palabra” 1. Este comprende el anuncio
del evangelio y la presidencia de la oración. Está reservado al grupo de los “doce”. Sólo a ellos
se les puede aplicar el título de “apóstoles”, es decir, enviados como testigos autorizados de
Cristo. Junto a ellos se encuentra también el grupo de los “siete” con la tarea específica de
servir en la mesa. Son los “diáconos”.
El término “ministerio”, del latín minister, traduce a su vez el término griego diákonos,
utilizado en los escritos del NT para designar la tarea de servicio y de guía en la Iglesia. En
sentido específico diákonos es aquel que sirve en la mesa, pero en el ambiente griego con esta
palabra se quiere indicar, en sentido general, también a cualquier persona que tiene un encargo
en el ámbito religioso o profano. Los primeros cristianos de lengua griega tomaron de su
ambiente cultural esta terminología para indicar a aquellas personas que en la vida comunitaria
tienen una tarea de responsabilidad y la tarea del servicio. En este sentido se puede interpretar
la expresión de Pablo al iniciar la Carta a los Filipenses, cuando se presenta a sí mismo y
presenta a Timoteo con el título de “siervos de Cristo Jesús” y se dirige a todos los santos que
están en Filipos “con los obispos y los diáconos”2. Este doble título, que subraya al mismo
tiempo la responsabilidad y el servicio, deja entrever las notas de los ministerios y las
estructuras en la vida de las comunidades paulinas surgidas en los grandes centros urbanos del
imperio. Pero existen también otras cualificaciones o formas de organización en las
comunidades cristianas de las que tenemos documentación en los escritos del NT.
1. La primera Iglesia en los Hechos de los Apóstoles
En la Iglesia de Jerusalén, nacida en Pentecostés con el don del Espíritu Santo y la palabra de
Pedro, el ritmo de la vida comunitaria está desarrollada por cuatro momentos: los creyentes
“eran constantes en escuchar las enseñanzas de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del
pan y en las oraciones”3. La primera forma de ministerio, esencial para vida y el crecimiento de
la comunidad, es aquella que viene llamada con la expresión griega diakonía toú lógou,
“ministerio de la palabra”4 que comprende el anuncio autorizado del evangelio y la presidencia
de la oración, reservada al grupo de los “doce”, representantes del Israel fundado sobre los
patriarcas. Sólo a ellos, el autor de los Hechos, atribuye el título de “apóstoles”, es decir,
delegados o enviados como testigos autorizados del Resucitado. En efecto, forman parte de este
grupo sólo aquellos que han estado con Jesús desde el inicio hasta su Ascensión a los cielos y
se han convertido en testigos de su resurrección5
Junto a los doce, en la Iglesia-Madre de Jerusalén, está mencionado el grupo de los “siete”, que
tienen a Esteban como cabeza. Ellos son responsables de la asistencia diaconal “del servicio de
1
Hech 6,4.
Flp 1,1. Pero también es conveniente ver la presentación de las otras cartas que forman parte de la literatura paulina.
3
Hech 2,42.
4
Hech 6,4.
5
Hech 1,21-22.
2
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la mesa” a los cristianos de lengua griega o de cultura helenística6. Sólo a partir de Ireneo de
Lyón, en el siglo II, estos “siete” son llamados “diáconos” en el sentido que esta palabra asume
a partir de las cartas pastorales, sobretodo, con las cartas escritas por Ignacio de Antioquía.
Realmente Esteban y Felipe ejercen la diaconía de la palabra y dan testimonio, como los doce,
del Señor resucitado. Felipe que anuncia el evangelio en Samaria y después continúa a lo largo
de la costa mediterránea hasta Cesarea, es llamado y cualificado por el autor de Hechos como
“evangelista”7. Sucesivamente en la Iglesia de Jerusalén se organiza el grupo de los
“presbíteros” que colaboran con Santiago en la guía y conducción de la Iglesia local8.
Aparece un tercer grupo en la Iglesia de Antioquía de Siria; la comunidad surgida por iniciativa
de los cristianos helenistas expulsada de Jerusalén al tiempo de la persecución y muerte de
Esteban. Se trata de cinco cristianos, presentados como “profetas y doctores o maestros”, entre
los cuales son mencionados Bernabé y Saulo-Pablo9. Estos últimos, bajo la inspiración del
Espíritu Santo, son los encargados por la comunidad para la primera misión fuera del área siropalestinense en las tierras de Chipre y Anatolia. En las nuevas comunidades que nacen en estas
regiones -en las ciudades de Listra, Iconio, Derbe, Antioquía de Pisidia- viene instituido el
grupo de los “presbíteros”, que son designados por la base, pero que reciben el encargo de
Pablo y Bernabé10
Además de estas estructuras ministeriales estables existen otras formas constituidas por los
colabores de los misioneros como el joven Juan Marcos y Silas, originarios de Jerusalén,
Timoteo de Listra y los varios delegados de las Iglesias que acompañan a Pablo a Jerusalén en
su último viaje11. También algunas mujeres se convierten en colaboradoras de Pablo y son
responsables de Iglesias domésticas, como María en Jerusalén, Lidia en Filipos, Priscila -junto
a su marido Aquila- en Corinto y Éfeso.
Según el testimonio de los Hechos existen varias y múltiples formas de ministerio que
responden a las exigencias de la vida comunitaria según los diversos contextos históricos y
culturales.
2. Las Iglesias paulinas
En las cartas que Pablo envía a las jóvenes Iglesias, surgidas gracias a su actividad de
evangelización, están documentadas una gran multiplicidad y variedad de estructuras
organizativas y de formas ministeriales. A partir de la única tarea de Pablo, que se presenta
como “apóstol” encargado de proclamar el evangelio por iniciativa de Dios, hay algunos
cristianos que en cada una de las comunidades se dedican a la guía y al servicio. Todos los
cristianos, dice Pablo, han recibido, en virtud de su bautismo en el Espíritu, el don y la
competencia para expresar y realizar la vitalidad del “Cuerpo de Cristo” que es la Iglesia. Pero
6
Hech 6,2.
Hech 21,8.
8
Cfr. Hech 11,30; 15,4.22; 21,18.
9
Hech 13,1-3.
10
Hech 14,22-23.
11
Hech 20,4.
7
2
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Dios ha dispuesto que existan algunos ministerios fundamentales para el nacimiento y el
crecimiento de la comunidad: “Apóstoles–profetas–maestros”12.
Estos tres ministerios están relacionados con el anuncio autorizado de la Palabra. El servicio
pastoral en la comunidad local está confiado a los colaboradores de Pablo residentes, sean
individuos o sean familia. Ellos animan y guían la comunidad cristiana en ausencia del apóstol.
En Tesalónica hay algunos cristianos que presiden la comunidad en el nombre del Señor 13. En
Corinto se encuentra la familia de Estefanía14. En la Iglesia local de Cencre, el puerto oriental
de Corinto, el responsable es Febe, al que Pablo llama diákonos15. Ella tiene la tarea de acoger
y garantizar delante de la administración romana de la ciudad para los cristianos de paso y para
los misioneros16. En las Iglesias de la tradición paulina se define y desarrolla el estatuto de los
ministerios, sean itinerantes o sean residentes. En las Iglesias de Asía, que tienen por cabeza la
de Éfeso, los diversos ministerios derivan de los dones del Señor resucitado que ha “establecido
a algunos como apóstoles, otros como profetas, otros como evangelistas, otros como pastores y
maestros”17. La finalidad de esta diversidad de roles y tareas es aquella de hacer idóneos a
todos los cristianos para ejercitar la diaconía al servicio del crecimiento de la Iglesia como
“Cuerpo de Cristo”, de tal manera que todos lleguen a la madurez espiritual de Cristo 18. Un
tema aparte merecen las estructuras de la Iglesia y las formas de ministerios que se reflejan en
las tres Cartas pastorales.
En estas comunidades cristianas, que se sienten surgidas a la tradición de Pablo, se advierte la
necesidad de hacer frente a una situación de “crisis” por la presencia de los falsos maestros que
socavan el patrimonio de la fe y amenazan la cohesión de las comunidades. Por esto, la tarea
fundamental del responsable de la comunidad es aquella de garantizar la transmisión de la fe
remontándose a la figura autorizada del apóstol. Pablo es el apóstol de Jesucristo, maestro de la
verdad y heraldo del evangelio. Él encarga a los discípulos Timoteo y Tito, de representarlo. El
paso de la figura del apóstol a aquella de sus representantes en cada una de las comunidades
viene expresada mediante el rito de la imposición de las manos. Con este rito, tomado de la
tradición bíblica y judía, se transmite el “don” espiritual o chárisma correspondiente a la tarea
y rol autorizado de los varios ministerios en la Iglesia19.
Timoteo y Tito, discípulos de Pablo, establecieron en su nombre los responsables en las
diversas Iglesias: obispo, presbíteros y diáconos. El epískopos es el “administrador” en la casa
de Dios que debe garantizar el buen orden y la ortodoxia en la Iglesia local. Su autoridad se
remonta a los apóstoles que por medio de la carta, traza el modelo ideal de su tarea y de su
estilo de pastor. Las cualidades elencadas para el candidato al episkopê son aquellas que en el
ambiente griego helenístico se piden a cuantos desarrollan una función pública20. Dado que en
las tres cartas se habla de epískopos al singular, se debe de considerar que él es el representante
o presidente del colegio de los prebyteroi. En efecto se hace referencia al presbyterion y se
12
Cfr. 1 Cor 12,28.
1Tes 5,12.
14
1Cor 16,15-17.
15
Rom 16,1.
16
Rom 16,2.
17
Ef 4,11.
18
Ef 4,12-13.
19
1 Tm 4,14; 2 Tm 1,6.
20
Cfr. 1 Tm 3,2-7; Tt 1,7-9.
13
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MINISTERIOS EN LAS PRIMERAS COMUNIDADES
menciona también la tarea de presidencia de los presbíteros21. El modelo para esta estructura
del orden eclesial es la del “consejo de los ancianos” del ambiente judío. El presbyteros como
jefe de la comunidad cristiana no sólo da el tono al estilo de vida de sus miembros, sino que
también lo representa al externo.
El tercer grupo de la estructura eclesial en las pastorales, está representado por los diakonoi.
Ellos, en el ámbito de la comunidad cristiana tienen un rol autorizado puesto que para los
candidatos a la diakonía se piden cualidades semejantes a aquellas pedidas para los candidatos
al episkopê y a la tarea de los presbíteros22. El título de “diácono de Jesucristo” es dado a
Timoteo, quien es propuesto como modelo para todos los pastores de la Iglesia 23, ya que su
actividad, como la del apóstol, es presentada como una verdadera diakonía24. Puesto que se
habla de “diáconos” y “diaconía” solo en la primera y segunda carta a Timoteo, se puede
pensar que esta forma de ministerio sea propia de algunos centros eclesiales más importantes
con estructuras más articuladas.
3. El ministerio femenino en las Cartas Pastorales.
El modelo de Iglesia presente en las cartas pastorales es indicado con el modelo de la familia y
su estructura patriarcal, donde era indiscutible la autoridad del hombre, padre y esposo. En este
modelo no hay mucho espacio para el rol eclesial de las mujeres. Todavía cuando se habla de
los “diáconos”, se mencionan también algunas mujeres como candidatas a la “diaconía” 25. Este
hecho parece contrastar con cuanto se prescribe en la misma carta en el contexto de la
ordenación litúrgica: “La mujer aprenda en silencio, con toda sumisión. No concedo a ninguna
mujer la autoridad para enseñar ni dictar leyes al hombre, es mejor que esté en actitud
tranquila”26. Leyendo la historia del Génesis del pecado de Adán y Eva, se encuentra el motivo
de esta disposición en dónde se subraya la particular responsabilidad de la mujer y se concluye
diciendo que la mujer “podrá alcanzar la salvación dando a luz a los hijos, con la condición de
perseverar en la fe, en la caridad, en la santificación, con modestia”27.
Esta tensión entre los dos modelos femeninos se puede explicar teniendo presente el contexto
cultural y la situación crítica de la Iglesia, reflejada en los tres escritos pastorales. Al trazar el
orden de la Iglesia se tiende a proyectarlo como el modelo de la estructura familiar, donde las
mujeres, como los esclavos y los niños, están subordinadas al rol del responsable masculino.
Un motivo posterior, para subrayar este rol subalterno y “subordinado” de la mujer, esposa y
madre, es la propagación de los “falsos maestros” que condenan el matrimonio y ponen en
crisis a enteras familias28. Las mujeres corren el riesgo de convertirse en “discípulas” de estos
maestros que se introducen en las casas con sus propagandas disgregadoras29.
21
Cfr. 1 Tm 4,14; 5,17.
Cfr. 1 Tm 3,8-13.
23
1 Tm 4,6.
24
1 Tm 1,12; 2 Tm 4,5.11.
25
1 Tm 3,11.
26
1 Tm 2,11-12.
27
1 Tm 2,13-15.
28
Cfr. 1 Tm 4,3; Tt 1,11.
29
Cfr. 2 Tm 3,6
22
4
MINISTERIOS EN LAS PRIMERAS COMUNIDADES
En este contexto se comprende la disposición del “reglamento” para las viudas: “Las más
jóvenes se vuelvan a casar y tengan hijos, y gobiernen su casa”, para no incrementar el grupo
de las mujeres que “van de allá para acá por las casas y están, no solamente ociosas, sino que
son chismosas y curiosas, hablando de aquello que no conviene” 30 . Sólo en el ámbito familiar
la mujer puede desarrollar también un rol de enseñanza según el modelo típico de la sociedad
greco-romana. Esto vale para las mujeres ancianas que deben “enseñar el bien para formar a las
más jóvenes al amor del marido y de los hijos”, a ser “prudentes, castas, dedicadas a la familia,
buenas, sumisas a los propios maridos para que la Palabra de Dios no se convierta en objeto de
burla”31.
Esta última motivación de carácter “apologético” se encuentra más veces como conclusión de
los catálogos de deberes32. En el fondo se tiene la preocupación de eliminar desde la raíz todo
motivo de prevención y sospecha por parte del ambiente externo en confrontación con la
Iglesia y de ofrecer, en cambio, una imagen positiva. Por esto, en las Iglesias de las Cartas
pastorales, las mujeres pueden ejercitar un ministerio familiar catequético, mientras que sólo
las viudas podrán formar una especie de “orden” eclesial33.
4. Los ministerios en otras Iglesias
El cuadro sobre los ministerios en la primitiva Iglesia no sería completo si no se hiciera
referencia a aquellas estructuras de guía y de servicio documentadas en los otros escritos
neotestamentarios. En la Carta a los Hebreos, donde se afirma la única y suprema mediación
sacerdotal de Jesucristo, se recomienda reconocer el rol de los hegoúmenoi, es decir, de los
responsables o guías de la comunidad. Ellos son aquellos que han anunciado la Palabra de Dios
a la comunidad cristiana y deben de responder de su tarea al supremo Pastor 34. La unicidad de
Jesucristo, sumo sacerdote, no excluye la presencia autorizada y la guía de los responsables en
la Iglesia.
En la Carta de Santiago, enviada como una homilía a los cristianos dispersos en las varias
regiones, se habla de la tarea del “maestro” y de los presbíteros de la Iglesia35.
Igualmente en la primera Carta de Pedro se dirige a todos los cristianos, regenerados por medio
de la Palabra de Dios y que forman una comunidad de hermanos. Ellos en cuanto se adhieren a
Jesús, “piedra viva, rechazada por los hombres, pero escogida y preciosa delante de Dios”, son
empleados “como piedras vivas para la construcción de un edificio espiritual agradable a Dios
por medio de Jesucristo”36. Pedro que se presenta como “apóstol de Jesucristo” es el
presbyteros, modelo de los “presbíteros” que deben apacentar el rebaño de Dios por encargo
del Pastor supremo37. En otras palabras, el sacerdocio común, del cual se habla en 1Pe 2,9, no
excluye la tarea de los presbíteros que prolongan la autoridad del mismo apóstol.
30
1Tm 5,13-14.
Tt 2,3b-5.
32
Cfr. Tt 2,8.10; 1 Tm 3,7b; 5,14b; 6,1b.
33
Cfr. 1 Tm 5,3-16.
34
Heb 13,7.17.
35
Cfr. St 3,1-2.13; 5,14.
36
1 Pe 2,4-5.
37
1 Pe 5,1.5.
31
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MINISTERIOS EN LAS PRIMERAS COMUNIDADES
En la primera Iglesia, como aparece a través de los escritos del NT, existe una variedad y
multiplicidad de ministerios según los diversos modelos culturales, desde el judío-palestinense
al griego extrapalestinense. Este pluralismo y esta diversidad responden a las exigencias de la
Iglesia a todos los niveles, desde la Iglesia doméstica y local hasta a aquella regional y
universal. Lo que más atrae la atención es la forma comunitaria o colegial de ejercitar el
ministerio. En efecto, se pasa de los “doce” y los “siete” de la Iglesia-Madre de Jerusalén, al
grupo de los profetas y maestros de Antioquía, a los colaboradores de Pablo: Timoteo y Tito,
Sóstenes y Silvano. En fin, se puede ver que existe desde el inicio una cierta “jerarquía” de los
ministerios en base a las exigencias del nacimiento, crecimiento y vitalidad de la Iglesia. Los
ministerios y las estructuras de la Iglesia responden a las exigencias fundamentales de anunciar
y partir la Palabra en todas sus formas, de presidir e guiar a la comunidad, de asegurar la
acogida y la asistencia de los más pobres y de tener vivo el lazo de comunión entre las diversas
comunidades cristianas.
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