AÑO I. HAÜRID SS2 DB AOOSTO DB -1867. NüM. 2. DIBICIDO pot Bon Cesar lie C^utio^ p Bettj^oedjra, SECRtTARIO DE U ESCÜCU NORMAL CENTRAL DEL REINO. desobedecieron á Dios, que era tan bueno para ellos. Dios era su padre, y ya sabéis lo horrible que es el desobedecer á un padre y las grandes e(DiBiBiii osiii niuxxrcD vxsvüiSJXsrirtD. ^desgracias que siempre suceden á los que son desobedientes. CABTA SEGUNDA. Había en medio del Paraíso Terrenal un árbol llamado el árbol de la ciencia dd bien y del EL PECADO. nuUjéí Señor había dicho á Adán: Comed del QB'acordareis, queridos niños,, que Dios co- fruto de todos los árboles de este Jardín, pero locó á Adán jEva, en el Paraíso Terrenal. ¡Si no comáis del fruto del árbol de la ciencia del supieseis cuan dichosos eran allí! Amaban mu- bien y del mal, porque si de él coméis, moricho á Dios, le dirigían bellos cánticos y le ro- réis ciertamente. gaban con todo su corazón. Era fácil, mis queridos niños, el no comer Encontraron en aquel primoroso Jardín to- de este fruto ¿no es verdad? Pues escuchad, codo loque podía serles agradable. Si sentían mo se dejaron engañar. hamlffe no teníanmás que escoger entre toda El demom'o, que es muy malo y que procuclase de hermosas frutas; porque las cerezas ra siempre el hacemos ofender á Dios para que estaban tan rojas, las manzanas tan gordas, seamos tan de^raciados como él, estaba celO' las uvas tan doradas en el Paraíso Terrenal, so de ver á Adán y Eva tan buenos y contenque vosotros no habéis comido jamás otras se- tos. Besolvíó tentarlos, y tomando la figura de mejantes. Guando querían descansar, se echa- una serpiente, se diríjió á la mujer (porque en ban sobre los verdes céspedes, á la sombra de este tiempo Dios permitía que los anímales hagrandes árboles, cerca de una cristalina fuen- blasen algunas veces) y la dijo: ¿Por qué Dios te, aspirando el buen olor de los rosales jr madre- no os ha p3rmítido comer del fruto de todos selvas, ylos pajaritos venían á colocarse sobre los árboles de este Jardín?—Notad lo insolente las ramas más próximas á alegrarles con sus déla pregunta; como si Dios que había creado á cantos; porque en este tiempo en que Adán Adán y Eva, á quienes se lo había dado todo amaba á Dios, todos los animales se apresu- no fuese dueño de prohibir cualqm'er cosa. Ño raban á servirle. Adán jEva, no estaban nun- se debe, pues, pireguntar siempre «por qué,» ca enfermos, eran bellos y fuertes y no debían como lo háceísfrecuentemente, cuando se os'dímorir. ' ce, no bagáis esto, porque parecerá que no que¿No es verdad que eran m¡ay. dichosos?, Pues réis obedecer y no hay nada más feo, que un iraisii ver, mis pequeños amigos„cómoperdíer niño desobediente.—Tan pronto como Eva oyó ron todas éstas cosastan bellasy llegaron áser al demonio hablarla de aquella manera, debió bien desgraciados, porque fueron orgullosos y haberse marchado sin responderle, pero tuvo CARTAÍS A LOS NiAOS