Repartido 1, 6to año. De la Ilustración al Sturm und Drang La Ilustración La Modernidad tuvo su fundamento en la razón. Y en ella depositó sus esperanzas. Por eso la Ilustración, en cuanto “empeño por extender la crítica y la guía de la razón a todos los campos de la experiencia humana” (Abbagnano 1993), fue un fenómeno típicamente moderno. El período conocido como la Ilustración es, en la historia del pensamiento, el momento de cruce principal entre la literatura y la filosofía. Desde la filosofía, lo define así el diccionario Herder: El término Ilustración se aplica a un conjunto sistemático de ideas filosóficas y políticas que se extiende por países de Europa -Inglaterra, Francia y Alemania, principalmente- desde mediados del s. XVII al XVIII, y que se considera como uno de los períodos más intelectualmente revolucionarios de la historia. Se caracteriza, a grandes rasgos, por una confianza plena en la razón, la ciencia y la educación para mejorar la vida humana, y una visión optimista de la vida, la naturaleza y la historia, contempladas dentro de una perspectiva de progreso de la humanidad, junto con la difusión de posturas de tolerancia ética y religiosa y de defensa de la libertad del hombre y de sus derechos como ciudadano. La importancia de la razón crítica, que es pensar con libertad, y que ha de ser como la luz de la humanidad, se deja ver en la misma raíz de las palabras con que, en los distintos idiomas, se significa este período: «Siglo de las luces», o «siglo de la razón», «Illuminismo» (en Italia), «Enlightenment» (en Inglaterra), o «Aufklärung» (en Alemania). Todo cuanto se oponga, como rincón oscuro y escondido, a la iluminación de la luz de la razón -las supersticiones, las religiones reveladas y la intolerancia- es rechazado como irracional e indigno del hombre ilustrado, como «oscurantismo». Kant, con la frase ¡sapere aude! -¡atrévete a saber!-. expresa acertadamente la labor que cada ser humano ha de ser capaz de emprender y llevar a cabo por propia iniciativa, una vez alcanzada ya, por historia y por cultura, la mayoría de edad del hombre. Las ideas ilustradas constituyen el depósito conceptual sobre el que se funda la manera moderna de pensar. Son dos las figuras que pueden señalarse como grandes precursores de la Ilustración: Descartes y Locke. René Descartes (1596-1650): Entre sus obras principales se encuentran el Discurso del método (1637) y las Meditaciones metafísicas (1647). Se destacan los aportes de Descartes en la importancia que le da al fundamento del conocimiento humano. La pregunta que origina su reflexión es: ¿cuáles son las verdades que podemos conocer con certeza? Y responde: He advertido hace ya algún tiempo que, desde mi más temprana edad, había admitido como verdaderas muchas opiniones falsas, y que lo edificado después sobre cimientos tan poco sólidos tenía que ser por fuerza muy dudoso e incierto; de suerte que me era preciso emprender seriamente, una vez en la vida, la tarea de deshacerme de todas las opiniones a las que hasta entonces había dado crédito, y empezar todo de nuevo desde los fundamentos, si quería establecer algo firme y constante en las ciencias. [...] por cuanto la ruina de los cimientos lleva necesariamente consigo la de todo el edificio, me dirigiré en principio contra los fundamentos mismos en que se apoyaban todas mis opiniones antiguas (Meditaciones metafísicas). Descartes es el iniciador del racionalismo: lo único admisible es lo que se presenta ante la razón como una verdad clara y distinta. Voltaire, en sus Cartas inglesas, lo critica por haber reflexionado sobre temas que trascienden el entendimiento humano; pero la idea cartesiana de dudar de todo lo establecido es un aporte indispensable para la existencia posterior de la Ilustración. Introduciendo la duda 1 sistemática, Descartes logró apartarse de la escolástica1; pero, a su vez, es un espiritualista metafísico, ya que llega a afirmar que venimos al mundo con un conocimiento absoluto, que somos absolutamente sabios al nacer, pero que luego vamos a olvidar. Esta persistencia del espíritu es lo que él llama las ideas innatas. Para Descartes, la razón es la fuerza única, central, incluso para dominar las pasiones; “yo no comparto -decía Descartes- la opinión de que debemos estar exentos de pasiones; basta con que las sometamos a la razón”. El otro precursor fundamental del movimiento ilustrado es el inglés John Locke (1632-1704). Como Descartes, estudió bajo la escolástica y reaccionó contra ella. En 1690 publica el Ensayo sobre el conocimiento humano y los Dos tratados sobre el gobierno civil, títulos que señalan sus dos grandes aportes: el empirismo y el liberalismo político. Igual que Descartes, Locke sostiene que conocemos ideas, no objetos, pero a diferencia del primero afirma que aquéllas proceden solo de la experiencia, interna o externa. No hay ni ideas ni principios innatos y el entendimiento es, antes de producir ideas a partir de la experiencia, no más que una tabula rasa, un cuarto oscuro en el que no hay nada, o un papel en blanco en el que nada hay escrito. Éstas son las afirmaciones fundamentales del empirismo inglés clásico. Si tuviéramos ideas innatas, las tendría todo el mundo (niños e incultos incluidos) y seríamos conscientes de ellas. Sin embargo, ni todo el mundo acepta las mismas ideas o idénticos principios, teóricos o morales, ni nadie es consciente de los mismos, antes de aprenderlos por experiencia. Su filosofía política la expone Locke en Dos tratados del gobierno civil y la moral en Carta sobre la tolerancia (ambas de 1690). El primero de los tratados es una crítica al absolutismo político y a la idea de una monarquía de derecho divino; el segundo, mucho más importante, trata del origen y de los objetivos del gobierno civil, iniciando así la teoría del liberalismo político. Como modelo, Locke se opone a Descartes, en cuanto se presenta como paradigma del filósofo ilustrado, por su capacidad de participación como actor en la vida social y política de su país. Por otra parte, la filosofía de Locke, junto con las leyes de la física de Newton, cambian el paradigma de la investigación filosófica y científica. Cuestiona a Descartes por extrapolar ideas científicas a la metafísica. Enfatiza el papel de la sensorialidad y la experiencia como mejor forma de conocimiento frente a la razón. Algunos rasgos de la Ilustración Además de los dos predecesores más importantes, podemos señalar otros, algo menores; así, por ejemplo, Roger Bacon es reivindicado por Voltaire como el padre de la filosofía experimental; Bacon sostenía que las ciencias experimentales eran “las felices bodas del intelecto humano con la naturaleza de las cosas, bodas detenidas por la incredulidad, el miedo a la duda, a la contradicción”. Otra figura marca una salida de esta “tutela del pensamiento”: Martín Lutero, que sostiene la libertad interpretativa de los textos bíblicos respecto de la Iglesia 1 Escolástica: Se llama así a un modo general a la filosofía de la Edad Media, inspirada por cuestiones fundamentalmente religiosas. A partir del siglo VI la actividad cultural en Europa queda reducida a la actividad desarrollada en las escuelas monacales y catedralicias. Una parte sustancial de los estudios se centraba en cuestiones teológicas y filosóficas, dominadas por planteamientos al servicio de la religiosidad, y con una metodología propia, basada en la discusión de cuestiones con el maestro, por lo que el término escolástica se aplicó a la filosofía desarrollada en ese contexto. La denominación persistió para referirse a dichas corrientes filosóficas incluso tras haberse creado las universidades, (en las que muchos escolásticos impartieron docencia), que fueron asumiendo un papel cultural creciente en toda Europa. 2 Católica. Por otra parte, el protestantismo será el que, a través de su lógica religiosa, haga especial énfasis en el valor productivo del trabajo; además, el bienestar económico se asociaba al tópico de la felicidad. La mayoría de los filósofos ilustrados eran de origen noble o burgués; a diferencia de la nobleza francesa, esencialmente dedicada al ocio, la nobleza inglesa se dedica, tal vez a causa del protestantismo, a la producción de las tierras -lo que suscitará la admiración de Voltaire-. La burguesía detentaba el poder económico, y también buena parte del poder intelectual, por su formación en las Universidades. Por otra parte, se da en este momento un proceso de ampliación del lectorado a través de los folletines y los panfletos; de este modo, la figura del intelectual toma un nuevo significado, generándose un espacio de contacto entre la producción de conocimiento y la masa lectora. En cuanto a la organización política, el Estado vuelve a concentrar en sus monarcas, ya informados filosóficamente, el más absoluto poder; es el fenómeno que se conoció como el despotismo ilustrado (encarnado en figuras como Federico II de Prusia, Catalina la Grande de Rusia, etc.). Para Paul Hazard, la crisis que enfrentan en este momento los Estados monárquicos (que culminaría en la Revolución Francesa) está sostenida por el protagonismo de los filósofos, que “preceden la demolición de las creencias”: Spinoza, Donne, Leibniz, Descartes, etc., elaboran una filosofía al margen de la metafísica teológica, cada vez más vinculada a lo científico; conciben, de esta manera, un sistema de organización política que se alza contra la concepción del origen divino del poder real. En este contexto, el deísmo se enfrenta, como religión natural, sin misterios, a la religión revelada; de este modo, los deístas ilustrados se presentan como filósofos de una ética con una confianza ingenua en la conciencia. Hazard señala algunas características importantes del deísmo: - se conserva a Dios, pero tan lejano que no se inmiscuiría en los asuntos humanos; - no implica un acto de fe, porque es el resultado de una operación intelectual que conduce a una afirmación elemental y suficiente: la existencia de Dios; - el deísmo procede como depuración, en el sentido de que quita todo lo que considera supersticioso en todas las sectas y religiones; - también resulta una depuración en el sentido de despojar a la religión de todo el aparato del culto: Dios solo puede ser honrado por el culto interior que reside en el alma. El deísmo parte de la base de que es imposible explicar la naturaleza de Dios; es imposible, siquiera, conocer los modos en que actúa; por vía de la razón (la única herramienta “natural”), la idea de Dios puede ser accesible, pero nada más que eso. Para el deísmo, Dios es más una idea que una figura con determinados atributos. En general, todos coinciden en que participó, de alguna forma, en la creación de la Naturaleza. Esta tendencia a desechar la tradición religiosa se acentuó en Francia, a través de Voltaire, plegado en ese entonces a la filosofía empirista de Locke; Voltaire se niega a hablar de algo que no pueda conocerse. En el deísmo voltaireano no hay culto ni intermediarios en relación a Dios, resultando de este modo una filosofía religiosa anticlerical. En Voltaire, el concepto de deísmo evoluciona. En un primer momento, Voltaire tiene una idea de Dios creador de un mundo de bondad; es un concepto providencialista. Ese será uno de los puntos que entrará en crisis en el pensamiento de Voltaire a partir 3 del terremoto de Lisboa (1753), tras el cual escribe el Poema de Lisboa, en que cuestiona la existencia de un Dios benigno. Entonces, Rousseau le responderá, con una carta sobre la Providencia. Se da, pues, en Voltaire, una crisis de su optimismo ilustrado y teísta en relación a sí mismo. Es en este momento que publica el Cándido (1759), obra que muestra la capacidad de satirizar lo que ha sido su propia idea de Dios: en el país de El dorado se muestra una exposición más lírica y mística del deísmo, y no racional o filosófica. Uno de los puntos más fuertes de su deísmo es la creencia de que Dios está por encima del culto particular de cualquier “secta” (religiones reveladas incluidas). En el Diccionario filosófico, por otra parte, no se jacta de conocer cómo obra Dios, siendo humilde frente a la voluntad divina. Históricamente, el deísmo representa un quiebre en la historia del pensamiento religioso, que luego dará lugar: por una parte, al agnosticismo y al ateísmo; por otra, a la teosofía y la antroposofía. Por otra parte, asistimos en la Ilustración a la aparición de un nuevo intelectual, el librepensador. Según Collins, el “librepensador es aquel que piensa que no debe respetar ninguna autoridad fuera de lo que parece evidente a su vista. Por libre pensamiento entiendo el uso de la mente en el intento de buscarle significado a cualquier proposición, en considerar la naturaleza de la evidencia a favor o en contra de ella, y en juzgarla de acuerdo con la fuerza que muestra”. Estos inconformistas no son académicos -aunque Voltaire hubiera deseado que lo aceptasen en la Academia Francesa- sino escritores activos, inconformistas, polemistas, etc.. A través de su difusión, vitalizaron la actitud del primer humanismo, y dieron a la burguesía nuevas herramientas en su revolución contra la nobleza y el clero, que terminaría en la Revolución Francesa. Este esfuerzo se difundió en los salones, regidos o convocados por mujeres de la alta burguesía o de la nobleza, tertulias llevadas a cabo para la “ilustración” de la gente. Mme. de Chatelier, amante de Voltaire, fue una promotora de esas reuniones. El ilustrado es un tipo de individuo que aborrece la comodidad. Para ellos la inquietud es el único estímulo que anima la industria y actividad humana. El ilustrado, por lo tanto, es un inconformista permanente, y la inquietud es su aguijón. “El deseo aumenta la inquietud, y llega un punto en que tiene tanta violencia que no tiene más remedio que satisfacerse y se transforma en acción y presión” (Locke, 1754). Para los ilustrados, la acción; para los románticos, la pasión; pero siempre la inquietud. La Ilustración según Kant En un famoso texto (Qué es la Ilustración), Kant afirma que: La Ilustración es la salida de los hombres de la minoría de edad, debida a ellos mismos. Minoría de edad en tanto incapacidad para servirse, sin ser guiados por otros, de su propia mente. Minoría de edad imputable a ellos mismos no por falta de entendimiento, sino por falta de decisión y de valor, del valor de utilizarlo sin guía ajena: ¡sapere aude! ¡ten el valor de servirte de tu propia mente! Este es el fundamento de la Ilustración” (Tomado de Kant, I., Was it Aufklarüng, 1784). La fecha del texto, 1784, indica que aún no había ocurrido la Revolución Francesa, culminación histórica de algunas de las ideas políticas de la Ilustración; no sabemos si Kant hubiera seguido sosteniendo las mismas ideas después de 1791, pero sí sabemos que, aunque repudió la violencia, vio con buenos ojos la participación popular en la Revolución. 4 La metáfora de la minoría de edad prefigura algunos elementos de la teoría de Comte, por comparar las épocas históricas al desarrollo de un individuo. La ilustración dice Kant- es la salida de los hombres de la minoría de edad. Este sujeto colectivo “los hombres” deja de ser menor de edad para ser adulto. Curiosamente, Comte dirá que la Ilustración es el pasaje de la niñez a la adolescencia, y que el Siglo XIX es la madurez, la Era Positiva. La clave de la metáfora, no es solo el pasaje, como diría Comte, de la infancia a la adultez -hecho que podría atribuirse al mero paso del tiempo-, sino el pasaje de la tutela a la autonomía: lo que distingue a un menor de edad de un mayor, al menos para Kant, es la capacidad de usar la razón sin guía ajena. El sujeto ha evolucionado, se ha vuelto autónomo por sus propias decisiones, se ha emancipado de la guía ajena -que podría ser la Iglesia, la aristocracia, etc.- y es ahora capaz de atreverse a conocer. Para Kant, la libertad está en la emancipación del otro, en la autonomía de la voluntad, que lleva al atrevimiento por conocer. Y este es el lema de la Ilustración, sapere aude; y entonces comprendemos el sentido de los términos Iluminismo, Enlightment, etc.: el hombre se atreve ahora a iluminar los problemas que antes permanecían oscuros. Esta duda sistemática que reivindica Kant es posible por el proceso de secularización renacentista: a pesar de que cada individuo tiene su mente, que es la herramienta del conocimiento, si todos los contenidos fueran privilegio de bibliotecas inaccesibles, entonces el hombre no podría atreverse a saber. Bajo esta consigna, los grandes protagonistas de los siglos XVII y XVIII serán los filósofos y los científicos, los que se atreven a saber. Una de las características del proceso de la Ilustración es que no funciona de manera masiva, sino como un conjunto de individualidades organizadas por los discursos filosóficos, que irán constituyendo un nuevo paradigma, abriéndose de la teología para atender a la naturaleza, con un enfoque esencialmente humanista. No obstante, hubo algunos nucleamientos de filósofos ilustrados -como el proyecto enciclopedista-, pero no un colectivo ilustrado. La Enciclopedia Enciclopedia es una palabra que viene del griego, formada por el prefijo en (dentro), ciclos o kiklos (círculo) y paideia (conocimiento o enseñanza). Así la enciclopedia es lo que está dentro del círculo de conocimiento del hombre. Es una colección de artículos que trata acerca de todos los temas del conocimiento del ser humano, y están ordenados alfabéticamente a semejanza de un diccionario. Se llamó Diccionario razonado de las artes, ciencias y oficios. Diderot fue el encargado de dirigirla y coordinarla. La obra debía reflejar todos los conocimientos adquiridos por la humanidad, en cualquier tema de las artes, ciencias o técnicas. Para esta obra monumental Diderot se asoció al matemático D’Alambert y logró la colaboración de Voltaire, Rousseau, Montesquieu, Condillac, Turgot, entre otros. Iban a los talleres a estudiar la forma cómo los obreros hacían sus trabajos para luego formular las reglas de estos oficios en los artículos que escribían. La Enciclopedia tuvo partidarios y adversarios temibles. Los jesuitas fueron grandes opositores, así como la alta nobleza y la monarquía que veían en los artículos de los enciclopedistas ataques contra los privilegios hereditarios. La obra en su conjunto constó de treinta y cinco tomos, más un suplemento de otros cinco y un índice analítico de dos volúmenes. El primer tomo apareció en 1751 y el último en 1780. 5 Pre-romanticismo alemán: Sturm und Drang En Alemania, la Ilustración entra en crisis hacia 1770, cuando la ciencia vuelve a ceder puestos ante la religión; la reflexión, ante el instinto y el impulso; la razón, ante la intuición y la imaginación. Renace el ideal clásico de Humanitas como equilibrio armónico entre intelecto y sentimientos. El pre-romanticismo constituye la línea más importante del proceso de la Ilustración, ya que hay un despliegue del sujeto, no solo una visión crítica del mismo. Johann Gottfried Herder (1744-1803) fue uno de los teóricos más importantes de ese momento e ideólogo del movimiento pre-romántico que se denominó Sturm und Drang2(“Tormenta y pasión”). Fue además filósofo y crítico literario y compañero de Universidad de Kant. En 1773 escribe y publica junto con Goethe: “Sobre el estilo y el arte alemán”, en esta obra gestan la idea de la volkgeist, que trata del carácter de “lo alemán”, lo propio, lo nacional. Surge así la necesidad de expresar una literatura en una lengua propia para poder crear una identidad. Buscan las mitologías locales y las reincorporan a la mitología judeo-cristiana y greco-latina, poniéndolas todas en un mismo plano. Herder considera que Homero y Shakespeare serán, más adelante, los dos grandes referentes del genio romántico, son fuerzas creativas que exceden las capacidades de un individuo, los considera genios no por lo que hicieron sino por lo que buscaron. El concepto de genio, que fue introducido por Herder, se basa en aquel que crea a partir de la experiencia interior y rompe las reglas miméticas de la naturaleza. Lo que lo define es su capacidad de riesgo y transgresión. La idea de genio para los sturmers tiene como modelo a Shakespeare. Se debe tener en cuenta la naturaleza anímica, volver a la naturaleza en su dimensión vital, dinámica, no como objeto perfecto y deseado. Comparan a Shakespeare con Prometeo, de ahí la concepción titánica que le otorgan; también lo comparan con el “Dios alfarero” del Génesis, con la diferencia que sus personajes no están hechos de barro sino de lenguaje. El Sturm und Drang tiene la necesidad de que su lengua logre su máximo estatuto expresivo, la literatura no se compone exclusivamente de una construcción individual, sino que en su fondo hay una tradición popular, folklórica, etc.; vuelven a emerger los mitos medievales como los cantos de Ossian3. Otra influencia en los jóvenes sturmers fue Rousseau (1712-1778). Él planteaba que la ciencia, el arte e instituciones sociales han corrompido a la humanidad y la han alejado de un plano superior (natural o primitivo). La nueva Eloísa es la novela de mayor influencia: hay una preeminencia de la expresión sobre la represión en materia educativa, porque el objetivo es que el niño sea libre pensador (pensar por sí mismo) y tenga un equilibrio en su capacidad de desarrollo. La nueva Eloísa y Las confesiones de Rousseau tienen muchas coincidencias con el Werther de Goethe. En estas obras, Rousseau plantea un nuevo estilo de expresión emocional extrema, relacionado con la experiencia de lo personal, del sujeto en tanto exploración introspectiva de conflictos que se le presentan en la vida cotidiana (es lo que le pasa a Rousseau en sus Confesiones 2 El nombre es tomado de una pieza teatral de Klinger. Tormenta, porque es entrometerse en territorio de los dioses; y pasión o impulso es lo que hace que el individuo entre en ese territorio (rompe barreras) y se debe regresar para transmitir lingüísticamente esa intensidad. Con lo que, la poiesis del Sturm… es el afán de ser análogo a la figura del creador. 3 Ossian es recordado en las leyendas como el más grande poeta de Irlanda, y un guerrero de la Fianna en el Ciclo feniano o Ciclo ossiánico de la mitología irlandesa. Es el narrador de gran parte del ciclo. En 1760 Macpherson, un poeta que escribía en escocés, publicó Fragmentos de antigua poesía recogida en las Tierras Altas de Escocia que había traducido del gaélico. En 1761 afirmó haber encontrado un poema épico sobre Fingal escrito por Ossian. Publicó traducciones durante los siguientes años, culminándolo con la edición de la colección completa; The Works of Ossian (Las obras de Ossian), en 1765. El poema más famoso de entre ellos fue Fingal escrito en 1762. Los poemas alcanzaron un gran éxito internacional. 6 y a Werther en sus cartas). Estos dos autores convierten la experiencia introspectiva en un nuevo estilo literario. El Werther es la continuación alemana de Rousseau, pero con nuevas contradicciones: el dramatismo del suicidio es el más logrado de su época, y la obra impacta no por contar las cuitas de amor, sino por la sociedad en que se inserta la obra: atrasada, estamentaria, dividida, con atraso económico. Lessing fue otro de los propulsores del pre-romanticismo y los sturmers lo consideran un adelantado. Fue el primer traductor al alemán de Shakespeare. Plantea en su obra Laocoonte, un nuevo concepto teórico: capacidad teórica de reflexión estética. Casualmente, el libro que está leyendo Werther antes de suicidarse es Emilia Galotti de Lessing, libro con una sensibilidad nueva. En cuanto al yo, una de las consignas de los sturmers era que “muera el yo”, nos encontramos frente a la “disolución” del “yo”, contrariamente a la concepción del Romanticismo donde se pasa a un “yo” confesional, sentimental. Pero para los sturmers el Yo es un creador, entra en un trance místico que lo hace olvidar de su propio yo limitado. Esta experiencia mística lo pone en consonancia con las fuerzas de la naturaleza, su tarea es volver de esa experiencia y lograr expresar esa intensidad sin traicionar la dinámica espiritual que esa intensidad produjo. Dentro de esta concepción, la creación implica sumergirse por completo en las complejidades psíquicas, textuales, etc. El esfuerzo debe ser titánico para acometer el arte como una tarea en la que está implicado el sujeto tanto emocional como espiritualmente; todo esto acompañado de un cambio del lenguaje. Pueden sintetizarse los principales lineamientos del Sturm und Drang en los siguientes conceptos: El rechazo del racionalismo — Especialmente como pauta del comportamiento individual. No se trata de desvalorizar la razón como instrumento del conocimiento humano; sino de exaltar la actitud de la personalidad impulsiva, que actúa guiada por los embates de la pasión antes que por los consejos de la reflexión racional. La valoración de lo misterioso — Como un componente de los hechos que ocurren con prescindencia de la lógica racional, los autores frecuentemente acuden a la fuente de las leyendas y supersticiones populares que, además, representan un recurso de extracción nacionalista alemana. El panteísmo naturalista — Los procesos intensamente místicos estuvieron presentes en alguna etapa de la vida de casi todos los grandes exponentes de esta corriente. Pero, fuertemente influidos por el reformismo religioso alemán, tratan de armonizar los fundamentos de la religión con una permanente invocación de la naturaleza, a la que presentan como un gran organismo viviente, libre y salvaje; incluyendo en ese concepto los componentes espontáneos y hasta instintivos del ser humano, que en última instancia son vistos como otras tantas manifestaciones de la voluntad divina. La exaltación del sentimiento — Junto al rechazo del predominio de los dictados de la razón como determinante de la conducta humana, es valorado el impulso emanado de los sentimientos y de las emociones (especialmente del amor y su pasión), como factor predominante al que es preciso liberar en sus manifestaciones vitales. Goethe dijo “El mejor hombre, es el que se estremece”. La exaltación de lo individual — Como una manifestación trasladada desde la concepción de la autonomía individual en lo religioso preconizada por la Reforma Luterana, el impulso creador del artista es visto como una manifestación de la individualidad a través de sus sensaciones, su inspiración, las visiones de la intuición y la influencia del amor. Lo esencial de la poesía consiste en una emancipación del 7 espíritu, una especie de confesión íntima, que bucea en lo más singular del individuo, como ocurre en el Werther de Goethe. Bibliografía: Bianchi Diana (coord.); Historia y literatura: una indagatoria sobre el absolutismo francés, Montevideo, Departamento de Historia Universal, FHCE, UdelaR, 1989. Barnouw, Jeffrey; “Por la instrucción del género humano: la formación de la conciencia burguesa (Voltaire, Johnson, Lessing)”, en Enciclopedia Akal de literatura, Vol. IV. Hazard, P., El pensamiento europeo en el siglo XVIII, trad. Julián Marías, Madrid, Alianza, 1991. Lanson, G., Historia de la literatura francesa. Voltaire, Cartas filosóficas, trad. F. Savater Voltaire, Diccionario filosófico, ed. Bergua. Diccionario de filosofía Herder Curso de Literatura Universal III, Prof. Luis Bravo, IPA. (Apuntes de clase, 2013). 8