Fervor y compromiso por una nueva evangelización de las familias Cartilla N 339 Abril de 2014 El amor en la cotidianeidad “Que estén enraizados y cimentados en el amor… sopórtense mutuamente unos a otros con amor” (Ef 3,17b.4,2b). P. Ricardo Facci El amor es una palabra que en estos tiempos puede significar tantas cosas diferentes y contradictorias. Pero el verdadero amor, aquel que exige la plenitud de la entrega, no se logra de un momento para otro, ni se realiza en un instante. El amor, el único, el verdadero, exige la entrega de la vida gota a gota, en cada instante. El amor sueña y promete la entrega para siempre, pero la concreción implica la cotidianeidad, el minuto a minuto. La capacidad de amar en la cotidianeidad supone salud en todos los sentidos, sobre todo en la valoración que realizamos a diario. Por esto, es necesario desarrollar esta capacidad para disfrutar de todo lo que cada día se debe vivir, lo más sencillo y cotidiano, en cualquier momento y lugar. El disfrute auténtico, el que nada ni nadie puede malograr, es el que se sabe proporcionarse a sí mismo, buscando los tesoros que existen alrededor de uno, allí donde uno se encuentra. Todos tienen la posibilidad de disfrutar y regocijarse con lo que se hace y se es; el problema está en que no siempre se acierta a ver que el “tesoro” se lo tiene cerquita. La actitud gozosa de disfrute ha de ser una constante. Vivir el día a día, el minuto que se escapa sin notarlo de la propia existencia, como el agua por entre los dedos de la mano. Centrar en la vida presente y consciente todas las energías, pensamientos, sensaciones y gozos, conduce a la realización de la felicidad. Las personas, cosas y circunstancias, los éxitos y los fracasos, jamás son del todo perfectos o imperfectos, y la sabiduría está no solo en aceptar con gusto esta realidad, sino en saber disfrutar de las cosas que aún no son perfectas. Las personas que esperan días especiales y momentos increíbles, inolvidables, para sentirse felices pretenden un imposible. Lo que es muy difícil, aunque la palabra exacta sería imposible, es que el amor a alguien lo haga feliz si éste no quiere serlo. Hay personas que por su falta de madurez están incapacitadas para disfrutar de lo cotidiano y nada les satisface. Es inútil querer alegrar a alguien que jamás se alegra con su entorno, con su realidad. Recuerdo una esposa, que a mi entender tenía un muy buen porcentaje de lo necesario para ser feliz. Pero, en lo concreto era una queja constante. Ni siquiera le ayudaba un poster que tenía en el ingreso de la casa que decía algo así: “Debo saber disfrutar de todo lo que tengo”. Todo terminó cuando quedó en la más absoluta soledad, hasta el esposo cansado de tanto reproche, porque nada alcanzaba, se fue de la casa. Hecho que no justifico para nada, pero cada opción es consecuencia de realidades concretas. El amor todo lo puede, siempre cuando el amado lo permita. La verdadera alegría, fruto de un amor matrimonial, no expresado solamente en grandes momentos de la vida, sino en lo cotidiano de la convivencia, se inicia desde la propia realidad aceptada y vivida con gozo, en el orden personal y matrimonial, sino inútil intentarlo. La persona que sabe vivir el amor en lo cotidiano del hoy, del aquí y ahora, se maneja en la vida con la sabiduría que dice que el pasado se deja en el pasado y, además, no se preocupa de lo incierto del futuro. Disfruta y vive el hoy pacientemente. Se puede proyectar el mañana desde el presente, pero teniendo bien claro, que aún no llegó, ni sabemos si llegará. Ocurre con frecuencia que algunas personas dejan pasar ocasiones buenas y estupendas que no se aprovechan, y así transcurre su vida a la espera de la oportunidad ideal que nunca llega. ¡Hay que ser feliz ahora! De este modo, se disfruta del amor pleno que hoy brinda el esposo o la esposa en la vida matrimonial. Quejándose del pasado o soñando un futuro que no llegó, no se vive en la realidad concreta. La felicidad es una meta que se logra disfrutando y gozando cada paso que se va dando en la realidad de lo cotidiano. Es imprescindible en la vida matrimonial sentir gozo, alegría, por amar y sentirse amado, y disfrutar al otro de modo íntimo y profundo, esto generará una indescriptible vivencia de ser alguien que ocupa el primer plano en el pensamiento y el corazón del amado. Se sabe perfectamente que la vida se construye de las pequeñas cosas, de lo cotidiano, allí está la exigencia de amar. Será un amor que es capaz de construir la felicidad personal y matrimonial, paso a paso, minuto a minuto. Quien crea que la felicidad se construye con acciones extraordinarias nunca será feliz. El amor hace que la rutina del día a día contenga en sí misma, de modo permanente, una pizca de novedad, jamás aburrirá ni cansará. Más aún, se la busca, se la extraña cuando no se la tiene. El amor en la cotidianeidad tiene una gran exigencia: la convivencia. Un reto para muchos matrimonios que no tienen tiempo de compartir, dado que los compromisos laborales hacen que lo cotidiano se comparta más con terceros que con el amor de la vida. El amor debe estar desde el beso del “buen día” hasta el beso del “hasta mañana”, pasando por los momentos compartidos o por las sorpresas de cada día. El amor hace grande e importante lo pequeño de cada día. Oración Señor Jesús, que hiciste de lo cotidiano en Nazaret, lo importante de tu familia y de la búsqueda de la Voluntad del Padre, para descubrir la misión en toda su dimensión. Ayúdanos, a valorar las pequeñas cosas de cada día, como oportunidad para la vivencia y el crecimiento en el amor. Te pedimos, Señor, la gracia de amarnos en cada una de las pequeñas circunstancias de la vida, para que nuestras vidas se hagan grandes en el amor de los dos, sabiendo que en el compartir lo diario, tejemos entre los dos, un manto de felicidad. Contamos contigo para que la convivencia cotidiana sea el tesoro de nuestro amor. Amén. Trabajo Alianza 1.- En nuestro matrimonio, ¿valoramos la cotidianeidad en nuestras vidas? 2.- ¿Disfrutamos de las pequeñas cosas de cada día? ¿Son un peso o una oportunidad para crecer en el amor? 3.- ¿Cuidamos los tiempos diarios para dejar espacio a la convivencia? 4.- ¿En qué debemos crecer para que lo cotidiano sea emblema de nuestro amor? Trabajo Bastón 1.- Hay matrimonios, ya grandes de edad, que viven maravillosamente lo cotidiano como encuentro en el más profundo amor. ¿Se da también en matrimonios jóvenes o de edad mediana? Si no se da, ¿cuál es la causa? 2.- Los invito a contar experiencias del compartir cotidiano de los dos. Por ejemplo, desde que conozco a Marta y a Francisco, ellos siempre compartieron el mate de la tarde (merienda). ¿Qué es lo más reconfortante? ¿Qué es lo que más cuesta? 3.- ¿Cuánto ayuda lo cotidiano para la felicidad? Oremos y apoyemos a los Responsables Nacionales en la participación en la Junta Internacional a realizarse en Itá (Paraguay) en Mayo próximo. 2