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Artículo de Prensa
04.11.2014
OPINIÓN
Llegó la Supervisión Única
Matías Viola
Expansión (España)
El MUS será uno de los supervisores bancarios más grandes del mundo con más de 20 billones de
euros de activos bajo su supervisión directa, en torno al 80% del total de activos de la zona euro.
Además, también participará en la supervisión indirecta de más de 3.500 grupos bancarios.
Previo a su efectiva implantación, se han tomado diversas medidas. En primer lugar, se ha desarrollado
su normativa de funcionamiento que traspasa las funciones supervisoras al Banco Central Europeo
(BCE) y regula la relación entre éste y las autoridades nacionales. En segundo lugar, se ha dotado de
los recursos suficientes para desempeñar esta función con la contratación de una cifra cercana a los
1.000 empleados, con una elevada representación española. Y, finalmente, se ha realizado un ejercicio
de revisión de la calidad de activos y de resistencia de los balances del sistema financiero europeo. Así,
se ha demostrado su fortaleza, con unas necesidades de capital de apenas 25.000 millones de euros y
en particular del sistema financiero español, sin ningún suspenso, eliminándose así el problema de los
legacy assets.
Desde el punto de vista organizacional, el MUS estará formado por 4 direcciones generales. DG-I y DGII serán encargadas de la supervisión directa de las entidades más significativas, aquellas que
sobrepasen determinados límites cuantitativos o sean importantes dentro de su sistema financiero. En
total, unas 30 entidades dentro de la DG-I y unas 90 dentro de la DG-II. Por otra parte, la DG-III se
encargará de la supervisión indirecta de las entidades menos significativas. Y, finalmente la DG-IV
desarrollará las políticas horizontales, aquellas que aseguren una homogeneidad en las prácticas
supervisoras. La supervisión efectiva pivotará sobre los Joint Supervisory Teams que estarán formados
por miembros del BCE y de las autoridades nacionales, las cuales seguirán jugando un papel relevante.
En cuanto a los retos futuros destaca en primer lugar, la creación de una cultura supervisora única que
asegure los mismos estándares supervisores en todos los países participantes. Esto supone “importar”
las mejores prácticas de cada uno de los países, ahora 18 y dentro de poco 19, y no asumir las
prácticas supervisoras de una autoridad particular. Esto aseguraría un tratamiento ecuánime a las
entidades independientemente de su localización geográfica. La reciente publicación de las Guías de
Supervisión ha sido un paso importante en este sentido.
En segundo lugar, establecer una coordinación adecuada con otros supervisores de estados
participantes. Si bien la responsabilidad última del diseño y la ejecución de la supervisión recaerán
sobre el BCE, las autoridades nacionales mantendrán un papel relevante, no solamente en la
supervisión indirecta sino también en la directa. De este modo, se deberá establecer el marco
adecuado de relación entre las autoridades supervisoras nacionales y el BCE. Esta relación está fijada
en la normativa reguladora del MUS, pero su efectiva implantación puede no ser tan sencilla, al menos
en el corto plazo.
En tercer lugar, debería haber una separación clara de funciones en el seno del BCE. Si bien el MUS es
independiente de la función de política monetaria, el decisor último en materia supervisora será el
Consejo de Gobierno del BCE. Por ello, contar con mecanismos adecuados que eviten la injerencia e
influencia de ambas responsabilidades del BCE es imprescindible.
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En cuarto lugar, la combinación de políticas micro- y macro-prudenciales. Estas últimas descansan
sobre las autoridades nacionales y pueden ser útiles en la prevención de burbujas financieras. Por ello
deberían estar coordinadas a nivel europeo. Ahora bien, evitando su uso para imponer requisitos más
exigentes por la “puerta de atrás”.
En definitiva, el lanzamiento del MUS es un hito en la creación del proyecto europeo con grandes
ventajas en general pero que requerirá la adaptación a una nueva realidad de todas las partes
afectadas. Por ello, un período de transición se vislumbra necesario y no se puede ni debe esperar una
ruptura total con la realidad anterior.
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