Declarando la Intervención Federal en la Provincia de Tucumán

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Senado de la Nación
Secretaria Parlamentaria
Dirección General de Publicaciones
(S-1834/09)
PROYECTO DE LEY
El Senado y Cámara de Diputados,...
Artículo 1°.- Declárase la Intervención Federal a la Provincia de
Tucumán en su Poder Ejecutivo, conforme los artículos 6 y 75 inciso
31 de la Constitución Nacional, con el objeto de proceder garantizar la
forma republicana de gobierno y la administración de justicia,
consagradas en el Art. 5 de la Constitución Nacional.
Artículo 2°.- El Poder Ejecutivo nacional designará al Interventor
Federal de la citada provincia con acuerdo del Senado.
Artículo 3°.- Dispónese en la provincia intervenida la inmediata
caducidad de los mandatos del Gobernador y Vicegobernador.
Artículo 4°.- Las designaciones que disponga el Interventor Federal en
el Poder Judicial, que serán exclusivamente para la cobertura de
vacantes ya existentes, serán consideradas en comisión hasta la
normalización institucional de la provincia.
Artículo 5°.- El Poder Ejecutivo nacional impartirá las instrucciones a
las que deberá ajustar su cometido el Interventor Federal, para
asegurar la pronta normalización y el pleno funcionamiento de los
poderes provinciales.
Artículo 6°.- La intervención tendrá un plazo máximo de noventa días,
y deberá convocar a elecciones de Gobernador y Vicegobernador
dentro de los sesenta días de asumidas las funciones del Interventor
Federal.
Artículo 7°.- La intervención Federal finalizará su cometido a los treinta
días de haberse realizado las elecciones provinciales, fecha en que
deberá entregar el Gobierno de la Provincia, a las autoridades
surgidas de los comicios a que se refiere el artículo anterior.
Artículo 8º.- La Policía Federal Argentina y la Gendarmería Nacional
prestarán todo el apoyo que requiera el interventor federal para el
cumplimiento de la misión encomendada.
Artículo 9°.- Los gastos que demande el cumplimiento de la presente
ley serán imputados a rentas generales.
Artículo 10°.- Comuníquese al Poder Ejecutivo
Delia N. Pinchetti de Sierra Morales. FUNDAMENTOS
Señor Presidente:
Es muy triste para mí tener que recurrir a este extremo recurso para
garantizar el sistema republicano y el servicio de justicia en mi
Provincia. No se han cumplido todavía veinte años de la última
intervención y pareciera que nuestro pueblo está condenado a sufrir el
autoritarismo y el subyugamiento de su dignidad. Es lamentable que
nuevamente deba disponer la intervención federal el Congreso de la
Nación para reestablecer la forma republicana de gobierno y los
principios fundantes de la democracia.
La situación es grave ya que el Gobernador de mi provincia parece
entender que el sistema constitucional debe girar en su persona. La
prueba de ello es que ha apelado a los más bajos recursos para
perpetuarse en el poder y transformar una Constitución republicana en
una feudal, violando palmariamente el consolidado sistema
constitucional argentino.
La situación que vivimos en la actualidad tienen origen en la reforma
de la Constitución Provincial del año 2006, y se refleja por la ilegítima
conformación por parte del Poder Ejecutivo, del Jurado de
Enjuiciamiento de Magistrados, en abierta oposición a las decisiones
judiciales, confirmadas por la Corte Suprema de Tucumán, que han
declarado la INCONSTITUCIONALIDAD de tal instituto en la manera
que se pretende ejecutar. Asimismo debemos mencionar que lo propio
ha ocurrido con la figura del Consejo Asesor de la Magistratura (CAM).
En ambos casos existe un desequilibro en la forma que deben ser
nombrados y removidos los jueces, donde el estamento político tiene
una preeminencia inusitada, nunca antes vista en el sistema
constitucional provincial comparado.
En general, la doctrina de la intervención se considera legítima cuando
media una o más circunstancias de origen interno o externo que
pongan en peligro la estabilidad institucional de una provincia; o bien
cuando el funcionamiento irregular de alguno de los poderes del
estado enerva la naturaleza y el espíritu de la forma republicana de
gobierno, y torna ilusorios, en los hechos, los derechos y garantías
que tal forma de convivencia tutela y consagra a favor de todos los
ciudadanos.
En efecto, como comenté, en la reforma de la Constitución Provincial
(CP) del año 2006, se incluyó en su articulado las figuras del Consejo
Asesor de la Magistratura (artículo 101, inc. 5° CP) y el Jurado de
Enjuiciamiento de Magistrados (Arts.125 a 131 CP). A raíz de ello el
Colegio Público de Abogados de Tucumán y el Colegio de Abogados
de
Sur,
iniciaron
diversas
acciones
declarativas
de
inconstitucionalidad, alguna de las cuales ya fueron resueltas y otras
que aún se encuentran en trámite. A los efectos de tomar
conocimiento detallado y tener mejores elementos para decidir, las
comisiones a las que se gire este proyecto en tratamiento, deberán
como medida previa y urgente realizar un formal pedido a al Poder
Judicial de la Provincia de Tucumán y la Corte Suprema de Justicia de
la Nación, para la remisión de copia certificada de todas las
actuaciones judiciales relativas a este tema que hayan sido entabladas
contra el Poder Ejecutivo de la Provincia. De la misma forma exhortar
al Poder Ejecutivo Provincial y la Legislatura para que envíe copia
certificada de toda la documentación referida a la conformación del
Jurado de Enjuiciamiento, así como también una listado de todos los
asuntos sujetos a la decisión de la jurisdicción Poder Judicial provincial
en los que el Gobierno o la Legislatura sean parte. Por último también
se pida a la Legislatura que envíe copia certificada de las denuncias
contra Jueces Provinciales, el estado de las mismas y la cantidad de
juzgados vacantes.
El hecho que se ha suscitado la última semana, y que reviste
gravedad institucional, es la conformación del Jurado de
Enjuiciamiento, por parte del Poder Ejecutivo, el que en contradicción
con las sentencias judiciales que le prohíben hacerlo de la forma que
se realizó, ha desafiado abiertamente al Poder Judicial de la Provincia.
Esta circunstancia no es casual, ya que se aprovecha el contexto
electoral para tomar una medida que afectan a las instituciones
republicanas, con el objeto de descalificar las críticas como formuladas
dentro del clima electoral, siendo que la gravedad de lo ocurrido
excede la coyuntura. La gravedad del hecho se configura desde en el
momento en que el Jurado de Enjuiciamiento asuma funciones, los
poderes políticos de la Provincia tienen la potestad de remover los
jueces inferiores a su arbitrio, en clara violación de las normas
establecidas en la Constitución de la Nación en los artículos 1, 5, 6,
29, 31, 33, 114 y 115 y los tratados internacionales a ella
incorporados.
El sistema de remoción de los jueces ha quedado configurado
mediante un sistema mixto que es inédito en el derecho constitucional
provincial y comparado, que no satisface las garantías mínimas de
constitucionalidad y aseguramiento de la administración de justicia y
forma republicana de gobierno. El Poder Legislativo es juez y
acusador, ya que mediante la Comisión de Juicio Político (art.48 CP)
conformada por doce legisladores, los que realizan un ante-juicio y
deciden la acusación (art 129 CP), y el Jurado de Enjuiciamiento,
conformado por ocho integrantes, de los cuales cinco son
Legisladores, uno por el Poder Ejecutivo, uno por el Poder Judicial y
uno por los Abogados, proceden a juzgar y remover a los magistrados.
Queda claro que de esta ecuación, la decisión de remover a los jueces
queda en manos de los representantes políticos, que son cinco
legisladores oficialistas y el Ministro de Justicia y Gobierno de la
Provincia, un total de seis sobre ocho voluntades que se erige como
un desequilibrio desproporcionado para un órgano de las
características que se trata. Esto, en una palabra, pone el destino de
la justicia a en manos del Gobernador José Alperovich, quien según su
humor o conveniencia tiene el poder de destituir a los jueces que no
sigan su voluntad.
En tal sentido se ha dicho que “El cumplimiento de la directriz de
imparcialidad puede resultar francamente imposible, cuando el juicio
político está a cargo de diputados o senadores que piensan que deben
actuar como devotos ejecutores de la voluntad presidencial o están
vinculados a partidos políticos que exigen a menudo a sus miembros
una férrea disciplina partidaria. Si los legisladores se auto consideran
soldados del jefe de estado –o si son obligados a asumir esos roles
por las buenas o por las malas-, no podrían, en verdad, ser entonces
jueces “imparciales” del juicio político. En definitiva: ¿Es
medianamente posible encontrar en esos congresistas suficientes
vestigios de imparcialidad como para asumir genuinamente roles
jurisdiccionales en el juicio político? La respuesta parece ser
decididamente, negativa (Sagües, Néstor Pedro, “Derecho procesal
constitucional. Logros y obstáculos”, Ad-Hoc, Buenos Aires, 2006, pág.
173).
Esto no es una mera especulación, sino que es el resultado de una
realidad que el gobernador hace saber a diario a sus seguidores y
adeptos como modo de ejercer el poder. Al efecto pueden verse las
declaraciones que ha realizado en los medios periodísticos de la
provincia donde hizo saber que en caso que la justicia no lo habilite
para la re-re elección (tercer período que le está vedado), impulsará
una nueva reforma constitucional. También se ha hecho saber que la
Fiscalía de Estado intentará recusar a los jueces de la Corte Suprema
de Justicia de Tucumán que eventualmente podían fallar en contra de
los intereses del Gobernador. Todo esto,
sumado al
desobedecimiento de los fallos judiciales respecto de la forma en que
debe conformar el Jurado de Enjuiciamiento, pone en evidencia que el
avasallamiento de un poder sobre los otros no tiene límites. De modo
ilustrativo adjunto algunos artículos publicados en la prensa provincial
que dan cuenta de la situación.
El hecho de que el Poder Ejecutivo, con acompañamiento del
Legislativo, tenga preeminencia en lo relativo a la designación y
remoción de los jueces cercena el principio de la división de los
poderes, viola el sistema republicano de gobierno y desconocen la
independencia del Poder Judicial, tanto en la integración como en la
remoción de sus miembros, con lo cual lesionan también los legítimos
derechos de los ciudadanos a contar con jueces libres e
independientes que inspiren seguridad y confianza en su
autodeterminación.
No existe base constitucional que fundamente la superioridad de un
poder sobre otro, sino un armonioso y equilibrado juego de funciones.
La situación normativa y de hecho aquí planteada no resguardan el
equilibrio de poderes del sistema republicano consagrado
constitucionalmente y también vulneran el principio de supremacía
constitucional, en virtud del cual todos los actos y normas de la vida
provincial deben adecuarse en última instancia a la Constitución de la
Nación, de forma tal que se encuentra alterada la forma republicana
de gobierno y vulnerados los principios constitucionales del estado de
derecho.
Como lo definió Quiroga Lavié, la intervención federal “... es un acto
ejecutivo del gobierno federal, de carácter no sancionatorio, por el cual
se remueven o sostienen a las autoridades provinciales en sus cargos
en caso de encontrarse subvertida en una provincia la forma
republicana de gobierno...” (Q. Lavié, Humberto; Derecho
Constitucional; Buenos Aires, De Palma, 1984, pág. 601).
En la actualidad la situación de la administración de justicia se
encuentra en grave riesgo ya que trabado el mecanismo para
nombrar jueces por un mero capricho del Gobernador, al no querer
respetar las decisiones judiciales, y no hacer funcionar las
instituciones bajo las normas del Estado de Derecho ordenado bajo los
principios rectores de la Constitución Nacional, deja en estado de
abandono la administración de justicia en la Provincia, obstando de tal
forma al mantenimiento de la paz social.
Por tal motivo, para reestablecer la armonía de los poderes en la
Provincia, solicito a mis pares acompañen con su voto el presente
proyecto de ley.
Delia N. Pinchetti de Sierra Morales. -
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