REGLAS FUNDAMENTALES DE LA INTERESCUCHA. 1.- TOTAL ATENCIÓN Lo expreso corporalmente. Mi mirada, mi cuerpo “habla” y le expreso mi mayor empatía al otro y mi valoración. En la ATENCIÓN expreso toda mi empatía a través de los gestos, mi asentimiento de que estoy atento a cuanto dice y cómo lo dice. Que estoy lo más disponible que soy capaz para recibir a mi escucha tal cual es y tal cual está. Los que practicamos la escucha sabemos que las posibilidades de nuestra atención van de 1 a 1 millón. Siempre podremos estar más atentos y brindarla mejor. Para saber quién soy y quiénes son los otros necesito prestar atención. Si no presto atención seguramente me quedaré en niveles superficiales de conocimiento. Muchas personas se definen o definen quién es una persona por lo que hacen o por lo que opinan, etc. Todo es verdad….pero la cuestión es siempre ir más al fondo. La mayoría de los prejuicios es por no ir más al fondo de la persona, a lo que realmente es. La atención nos permite distintos niveles de registro y, por lo mismo, acceder a distintos niveles de conciencia. Sin atención no hay registro y sin registro no hay reflexión. Gracias a la atención podemos valorar más a las personas y a uno mismo. Todos necesitamos que se nos atienda. Es una necesidad humana básica, profundamente insatisfecha. Este es uno de los motivos por las cuales interrumpimos todo el tiempo. Sin una atención elemental no hay posibilidad alguna de comunicación. No hay registro en el “radar”. 2.- NO INTERRUMPIR, SÍ PREGUNTAR Nuestro modo de comunicación habitual es una sucesión ininterrumpida de interrupciones. Existen muy diversos modos de interrupción silenciosa: el otro habla, pero no lo escucha…estoy pensando en lo que voy a decir. Interrumpimos porque todos tenemos necesidad de ser escuchado. Lo que dice el otro dispara inmediatamente expresiones como “a mi me pasa lo mismo”….“me pasa peor que vos””. Existen otros modos de interrupción más sutiles que nos impiden llegar a niveles profundos de comunicación y nos pueden estancar por largo tiempo. Esto sucede si adivinamos, juzgamos, interpretamos y aconsejamos. Adivinar las palabras del otro es darle lugar a nuestra ansiedad. Juzgar implica definir, medir, determinar. Esto inhibe el desahogo y el proceso de re-emergencia. Nos estanca en el 4° o 5° nivel. Aconsejar sugiere rápidamente lo que hay que hacer (que tiene que ver con el nivel 1) Aconsejar inhibe muchas veces registrar más a fondo, hace que el escuchado ponga la atención en el otro y no en sí mismo, evita tomar decisiones propias y hacerse cargo de ellas. Muchas veces se origina una fuerte desconfianza en uno mismo acerca de la capacidad para resolver los propios problemas. Interpretar inhibe la reflexión propia. Quien interpreta tiene su propio marco de interpretación….y los marcos de interpretación siempre pueden ser superados por nuevos marcos. Sí, SIEMPRE, SE PUEDE PREGUNTAR: a) Para ayudar a quien escucho, a ir más a fondo de sí mismo, acompañándolo en sus niveles de registro, de conciencia y de comunicación. b) Para favorecer una mayor reflexión. c) Para no sacarlo al otro de sí mismo sino meterlo adentro, para que el otro no deje de ser protagonista. d) Para que el otro experimente de verdad que si tenemos confianza en él y él puede tenerla para sí. e) Que el escuchado tenga una verdadera experiencia de libertad y que tiene creatividad y la inteligencia para reevaluar y emerger. Para ir al fondo de nosotros mismos, poder re-evaluar y re-emerger, es necesario no interrumpir el proceso que va del desahogo hasta la re-emergencia. Alguien nos tiene que escuchar para poder atravesar todos los niveles y llegar al sexto nivel, donde podré encontrarme con mi creatividad. 3.- TIEMPOS IGUALES Somos todos iguales. Todos tenemos riquezas, deseos, necesidades, tesoros por ser descubiertos y compartidos. En la co-escucha hay tiempos iguales porque todos tenemos la doble necesidad de ser escuchados y de escuchar. Es verdad que hay que aprender a escuchar sin interrumpir del mismo modo que hay que aprender a hablar expresando lo que registramos en nuestros niveles más hondos. Esta regla de dividir bien el tiempo también ayuda a que el grupo no caiga en patrones que nuestra sociedad ha establecido, como el permitir más tiempo a personas que hablan mucho y menos a personas que hablan poco o que piensan antes de hablar. Es importante que los turnos sean iguales aun cuando los asuntos de un miembro parezcan ser graves. Un padre que se siente derrotado, ha sido atrapado por sus propias dificultades. Cuando se le invita a escuchar a otros, su atención se aleja de sus problemas inmediatos, hacia otras personas y otras situaciones. Esto le puede servir a un padre a restaurar su perspectiva, y a volver a activar su maquinaria de resolver problemas. Solamente en una situación realmente extraordinaria será oportuno pedirle al coordinador permiso para alargarle su turno a alguien. Un grupo no funciona bien si casi toda su atención se dedica a quienes se sienten peor. Los tiempos iguales permiten la práctica de poner la adecuada atención en mi, y la adecuada atención en el otro. Todos somos propensos a escuchar o a hablar más o menos. La simetría en la escucha nos permite equilibrar. El grave peligro es la falta de equilibrio: ejemplo de los que siempre escuchan. Es importante que a todos se les dé oportunidad de tener atención, que se elijan libremente para hacer la interescucha y que el tiempo se divida en partes iguales (15 minutos cada uno como mínimo). 4.- CONFIDENCIALIDAD La intimidad reclama confidencialidad. Aquel que revela y desnuda sus sentimientos, necesidades y deseos, comparte sus secretos y con ellos los tesoros y abismos de su corazón. El corazón es un espacio sagrado que reclama protección. Se lo protege con la certeza de la confidencialidad. De esta manera sentimos un gran alivio. Además de desahogar, ahora somos protegidos por el otro. Nuestra corazón desnudo no fue herido, por el contrario está ahora expandido en el corazón del escucha y está protegido por él. Hemos confirmado que el equipo funcionará bien si las reglas de confidencialidad son estrictamente observadas por todos. Lo que un padre habla en el equipo no se debe volver a mencionar por otra persona; ni en el equipo, ni después de la reunión, con nadie. Esta regla es vital. Sin ella, un padre nunca podrá estar seguro quién oirá sus problemas y su libre pensamiento. Todos los padres necesitan un lugar seguro en donde esté bien no tener todas las respuestas, esté bien mostrar su molestia, y mostrar que a veces necesitan ayuda. También necesitan saber que nadie les recriminará por bajar la guardia mientras tratan de recuperar su habilidad de pensar bien. La confidencialidad hace este lugar seguro. Usted, como coordinador, debe vigilar esta regla. Cuando escuche que alguien empieza a hablar sobre lo que otro habló en su turno, amablemente, pero al instante, interrúmpale con un firme recordatorio: "Discúlpame, pero ya no se puede hablar de lo que otra persona dijo en su co-escucha" Después de algunos deslices los compañeros del equipo aprenderán a no usar como conversación casual lo que oyen en la co-escucha. Por último, no olvide recordar a los miembros del EPPA, que los encuentros de interescucha fuera de a reunión son fundamentales. En el texto “Para ser padres escuchas”, damos orientación acerca de cómo se realizan dichos encuentros. Las prácticas de interescucha pueden realizarse con personas distintas y las interescuchas más profundas pueden hacerse con la misma persona. No hay un criterio definido al respecto. Muchos matrimonios que participan del EPPA aprovechan este espacio del EPPA para comunicarse hondamente y eso está muy bien. En las primeras prácticas es mejor elegir con quién se quiere hacer interescucha para adquirir experiencia. Pero a la vez es bueno ir teniendo experiencias con otros miembros del equipo. De esta manera comprobamos y somos testigos que es posible comunicarse a fondo con otra persona, aún sin que sea mi amiga o que deba conocerla con anterioridad. Sólo basta conocer y aceptar las mismas reglas para lograrlo. Es maravilloso constatar que no se necesita ser amigo de alguien para hacer interescucha, aún cuando esta práctica ciertamente genera una calidad del vínculo que no solemos alcanzar fácilmente.