LIMITES INTERNOS Y EXTERNOS AL DERECHO DE HUELGA Elmer Arce Ortiz Catedrático de la PUCP Cuando Javier Neves se refiere a los límites al derecho de huelga señala que pueden ser límites externos y límites internos. Por los primeros, entiende que son aquellos surgidos de la confrontación con otros derechos de carácter también fundamental o constitucional. Por los segundos, admite a los límites derivados del propio concepto, es decir, aquello que no coincida con la definición no será considerado como huelga. Siguiendo su clasificación, vamos a empezar por los límites internos que además nos permiten introducirnos al derecho de huelga. 1. LOS LÍMITES INTERNOS Dado que se trata de los límites que contiene la propia definición de huelga como derecho, deberíamos preguntarnos por su ámbito subjetivo (si son todos los trabajadores, o solo algunos, los que tienen reconocido el derecho) y por su ámbito objetivo (los requisitos constitucionales o legales a que está condicionado). Por eso, cuando se hable de límites internos al derecho de huelga habrá que referirse a una doble exclusión: la subjetiva y la objetiva. 1.1. Límites subjetivos El artículo 42º de la Constitución Peruana excluye del derecho de huelga a los miembros de las Fuerzas Armadas y Policía Nacional del Perú. Esta exclusión encuentra amparo jurídico en la necesidad de seguridad pública y en el artículo 9º.1 del Convenio Nº 87 de la OIT, aunque la misma norma prefiere la restricción que la prohibición del derecho. Eso sí, el Comité de Libertad Sindical, para los casos en los que procede prohibir el derecho de huelga, exige que el concepto de Fuerzas Armadas y Policía Nacional se defina de manera estricta y se interprete de modo restrictivo (Informe Nº 238, caso Nº 1279, párrafo 137). Por ejemplo, el personal civil que trabaja en empresas manufactureras o bancos del ejército no debería ser incluido en esta exclusión. Asimismo, otra de las exclusiones al derecho de huelga que contiene el artículo 42º de la Constitución Peruana es el de los funcionarios del Estado con poder de decisión y a los que desempeñan cargos de confianza o de dirección. Por el contrario, todos los demás servidores públicos han de tener reconocido el derecho de huelga. Esta exclusión parcial del derecho de huelga de quienes tienen altos cargos con poder de decisión en la administración pública es admitida por el propio Comité de Libertad Sindical (Informe 291, caso 1706, párrafo 485). Sin embargo, considero que la exclusión de los servidores públicos que detentan un cargo de confianza es excesiva, pues éstos no tienen en la mayoría de los casos ni autoridad ni poder de decisión. Por ejemplo, la secretaria de un viceministro puede encajar dentro del supuesto de cargo de confianza, por tener acceso a información privilegiada sobre las decisiones, pero no existe un fundamento lógico para incluirla en la prohibición que se aplicaría a su jefe. Adicionalmente, el artículo 153º de la Constitución ordena que los jueces y fiscales están prohibidos de declararse en huelga. Creo que la prohibición nuevamente ha de interpretarse restrictivamente, por cuanto restringe la aplicación de un derecho constitucional. Por ello, esta prohibición no ha de aplicarse a todos los trabajadores de la administración de justicia, sino solamente a quienes ejercen funciones de autoridad en nombre del Estado. Es decir, el personal administrativo del Poder Judicial tiene el derecho de declararse en huelga. Finalmente, en los casos que se prohíbe el derecho de huelga, la legislación debe brindar garantías compensatorias que permitan la rápida, efectiva e imparcial solución de los conflictos. Por ejemplo, deben proponerse a las partes procedimientos especiales de conciliación o arbitraje. 1.2. Límites objetivos Luego que la Constitución en su artículo 28º.3 reconoce el derecho de huelga y ordena al legislador establecer sus límites y excepciones, el artículo 72º de la Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo (LRCT) define a la huelga como “la suspensión colectiva de trabajo acordada mayoritariamente y realizada en forma voluntaria y pacífica por los trabajadores, con abandono del centro de trabajo”. Como se ve, el artículo 72º de la Ley de Relaciones Colectivas de Trabajo define a la huelga como una suspensión de labores de carácter perfecto. Es de carácter perfecto, porque suspende la obligación del trabajador de prestar el servicio así como la del empleador de remunerar la labor. Eso sí, los días no trabajados por huelgas legales serán tomados en cuenta como de trabajo efectivo para el cómputo de la CTS y de vacaciones. La suspensión de actividades ha de ser colectiva, por lo que, obviamente, no existen huelgas de una persona1. La huelga, según la definición del artículo 72º LRCT, ha de ser acordada mayoritariamente por los trabajadores. Aunque este artículo parece reconocer a los mismos trabajadores el derecho de recurrir a la huelga, sin necesidad de hacerlo a través de una organización sindical, nace la duda de asumir esta conclusión cuando el inciso b del artículo 73º LRCT parece encargar la declaratoria de huelga a la organización sindical. Este último precepto, señala que la mayoría habrá de calcularse en la forma que determinen los estatutos y que en todo caso representen la voluntad mayoritaria de los trabajadores comprendidos en su ámbito. ¿En el ámbito de quién? ¿Y quién puede tener estatutos si no un sindicato? Creo que el inciso b del artículo 73º LRCT reconoce el derecho de declarar una huelga sólo a la organización sindical, dejando a su discreción la mayoría sin que ella pueda ser menor a la mitad más uno de los trabajadores comprendidos en el ámbito del sindicato2. A lo mejor, haciendo una interpretación sistemática de los artículos 72º y 73º se deba admitir que la declaratoria de huelga puede ser formulada o bien por la organización sindical o bien por los propios trabajadores sean sindicalizados o no. Tendríamos un sistema mixto de titularidad del derecho de huelga3. Ahora bien, sabiendo que como mínimo la mayoría absoluta de los trabajadores han de aprobar la huelga, sea dentro de una organización sindical o no, el requisito que ha creado mayor debate es el del “abandono del centro de trabajo”4. 1 ERMIDA URIARTE, Oscar. “Apuntes sobre la huelga” Montevideo: Fundación de Cultura Universitaria, 1996, p. 32. 2 En esta línea, consideramos que el artículo 62 del Reglamento de la LRCT es ilegal, en cuanto pretende interpretar que el artículo 73.b de la LRCT no se refiere únicamente a la organización sindical. En mi concepto, cuando el artículo 62 del Reglamento señala que el acuerdo de huelga será adoptado por más de la mitad de trabajadores que laboran en la empresa, o en la categoría, sección o establecimiento determinado de aquélla, se encuentren o coafiliados a la organización sindical, está trasgrediendo lo dispuesto por la ley. En todo caso, el artículo 62 del Reglamento debió ser más sincero y debió interpretar el artículo 72 de la LRCT. 3 Una conclusión similar donde además se explica con detalle este carácter mixto y complejo del derecho de huelga, puede verse en BOZA PRO, Guillermo. “La protección constitucional de la libertad sindical” en AAVV, ‘Estudios Jurídicos en homenaje a Luís Aparicio Valdez’, Lima: Grijley, 2008, pp. 348 y 349. 4 Para captar este debate en el ámbito internacional se puede revisar GONZALEZ NIEVES, Orlando. “Aspectos jurídicos de la huelga”. Trujillo: Editorial Libertad, 1991, pp. 429 y ss., donde el autor Señala el artículo 72º, que la huelga debe realizarse con abandono del centro de trabajo. En consecuencia, quedan prohibidas todas las huelgas llamadas irregulares o, dicho de otro modo, todas las huelgas que se realizan dentro de las instalaciones de la empresa o del centro de trabajo. De este modo, están prohibidas las paralizaciones intempestivas, el trabajo a desgano, a ritmo lento, la reducción deliberada del rendimiento o cualquier paralización en que los trabajadores permanezcan en el centro de trabajo (artículo 81 LRCT). Mientras los otros requisitos del artículo 72º LRCT son razonables, el del abandono del centro de trabajo puede llegar a ser inconstitucional. Y ello, porque el Convenio Nº 87 reconoce amplia libertad a los trabajadores para diseñar y ejecutar su programa de acción, siempre que no existan acciones abusivas o violentas en el ejercicio del derecho de huelga. En consecuencia, la prohibición de las huelgas realizadas dentro del centro de trabajo es contraria al Convenio Nº 87 OIT que en nuestro ordenamiento jurídico integra el bloque de constitucionalidad al interpretar el artículo 28º de la Constitución. Según el Comité de Libertad Sindical: “En cuanto a modalidades del derecho de huelga denegado a los trabajadores (huelga de brazos caídos, huelgas de celo, trabajo a ritmo lento, ocupación de la empresa o del centro), se consideró que tales limitaciones sólo se justifican en los casos en que la huelga dejase de ser pacífica” (Informe 260, caso 997, 999 y 1029, párrafo 39). De otro lado, si la huelga no persigue la defensa de intereses profesionales o socioeconómicos estará prohibida (artículo 73º.a). En esta línea, estarían prohibidas las huelgas que persigan fines políticos, por ejemplo5. En la defensa de los intereses profesionales caben dos supuestos de huelga: de un lado, aquellas que derivan del fracaso de la negociación colectiva y, de otro, aquellas que son consecuencia de incumplimientos legales o convencionales previamente declarados por el poder judicial. Es decir, en el segundo supuesto, no se permite el recurso a la huelga hasta que los trabajadores hayan demandado judicialmente y, además, la resolución definitiva los favorezca. Estimo que este requisito es exagerado desde todo punto de vista. Con respecto a la defensa de los intereses socioeconómicos, la Ley Nº 27912, que levantó las observaciones del Comité de Libertad Sindical de OIT a la LRCT, fue la que vino a incorporarlos. En consecuencia, a partir de la entrada en vigencia de la claramente critica el supuesto de abandono del lugar de trabajo como un elemento básico de la definición de huelga. 5 TERRADILLOS ORMAETXEA, Edurne. “Límites externos al ejercicio del derecho de huelga y las huelgas ilícitas”. En AAVV, ‘Estudios sobre la Huelga’, Albacete: Bomarzo, 2005, p. 61. Ley Nº 27912, los trabajadores peruanos pueden realizar huelgas con objetivos que van más allá de los estrictamente profesionales. Así, los intereses profesionales y económicos que los trabajadores defienden mediante el derecho de huelga abarcan no sólo la obtención de mejores condiciones de trabajo o las reivindicaciones colectivas de orden profesional, sino que engloban también la búsqueda de soluciones a las cuestiones de política económica y social y a los problemas que se plantean en la empresa y que interesan directamente a los trabajadores (Recopilación de pronunciamientos del Comité de Libertad Sindical de 1985, párrafo 368). Entre los principales temas socioeconómicos destacan las protestas contra el gobierno por decisiones económicas que afectan a los presupuestos de los trabajadores o también las protestas por el respeto al medio ambiente. Por último, la comunicación de huelga al empleador y a la Autoridad de Trabajo debe cumplir con algunos requisitos formales (artículo 65º Reglamento de LRCT). Entre ellos destacan los siguientes: debe notificarse a la Autoridad de Trabajo y al empleador con 5 días de anticipación como mínimo o 10 en el caso de huelgas en servicios esenciales; debe especificarse la nómina de trabajadores que cumplirán el servicios mínimo en caso de huelgas en servicios esenciales; debe acompañar una copia del acta de votación, así como una declaración jurada de los organizadores de la huelga de que la decisión de la medida de fuerza fue acordada por la mitad más uno de los trabajadores; y también deberá especificarse el ámbito de la huelga, el motivo, su duración y el día y hora de inicio. Es evidente que ni el empleador ni la Autoridad de Trabajo pueden exigir otros requisitos de los aquí mencionados ni pueden tampoco interpretar el cumplimiento de aquellos, pues cualquier requerimiento adicional será considerado como un acto de injerencia (artículo 4º LRCT). Dicho en otras palabras, la evaluación de los requisitos de huelga es enteramente formal, sin que se puedan hacer análisis de fondo. Por ejemplo, no se podrá cuestionar la viabilidad del objeto de la medida de fuerza si es que ésta se fundamenta en intereses profesionales o socioeconómicos. Tampoco se podrá cuestionar los métodos pacíficos de convocatoria a una asamblea para declarar la huelga, ya que estos métodos entran dentro de la autonomía administrativa y de gestión de las representaciones de trabajadores. 2. LOS LÍMITES EXTERNOS 2.1. La naturaleza constitucional de los límites externos Cuando nos referimos a los límites externos, nos referimos a la existencia de otros derechos o intereses con fundamento constitucional que restringen, o incluso prohíben, el derecho de huelga. Es obvio que si un derecho o interés entra en conflicto con el derecho de huelga, sólo podrá existir una ponderación de ambas partes si es que coinciden en jerarquía. Imaginemos: ¿qué pasaría si una ley crea un derecho con el fin de restringir el derecho de huelga? Estaríamos ante una devaluación del carácter constitucional de tal derecho. Es por eso, que sólo nos vamos a detener en tres límites externos: el abuso de derecho (artículo 103º de la Constitución), la declaratoria de estado de emergencia y la confrontación con otro derecho constitucional. Pero, antes de entrar a hacer el análisis propuesto, resta evaluar qué quiere decir el artículo 28º.3 de la Constitución cuando señala que el derecho de huelga debe ejercerse en armonía con el interés social. Llama la atención que la Constitución de 1993 utilice este término que no figura en ningún otro artículo de la misma, ya que fue abandonado en el caso de los límites impuestos a la propiedad. Como se sabe, el derecho de propiedad ya no se ejerce en armonía con el interés social, sino con el bien común (artículo 70º). Sin embargo, a pesar de que el interés social es un concepto jurídico indeterminado, éste debe entenderse a juicio del TC como interés público6. Es más, el interés público debe interpretarse restrictivamente a efectos de no devaluar el carácter constitucional del derecho de huelga. Creo que en esta línea, y tal como lo señala el Comité de Libertad Sindical, el derecho de huelga sólo podrá limitarse en casos de abuso del derecho de huelga, “crisis nacional aguda” o “cuando se ponga en riesgo otros derechos constitucionales”. Así, el interés social ha de interpretarse sólo dentro de estos supuestos. 2.2. El abuso de derecho en el ejercicio de la huelga El artículo 103º de la Constitución señala que “la Constitución no ampara el abuso del derecho”. En consecuencia, tampoco va a amparar el ejercicio abusivo del derecho de huelga. 6 VILLAVICENCIO RÍOS, Alfredo. “Huelga y Servicios Esenciales: Alcances, estándares internacionales y nueva afectación”. En AAVV., ‘Estudios Jurídicos en homenaje a Luís Aparicio Valdez’. Grijley, 2008, p. 461. El problema al que nos enfrentamos aquí es definir ¿qué es abuso de derecho? Y ¿en qué momento se ejerce lícitamente el derecho de huelga y cuándo se torna en abusivo? Claro, como dice Marcial Rubio “el acto que se califica como abuso del derecho es un acto en principio lícito, es decir, que formalmente constituye ejercicio de un derecho subjetivo dentro del sistema jurídico que se trate. Sin embargo, ese acto lícito contraría el espíritu o los principios del Derecho en el transcurso de su ejecución”7. Quizá, por esa razón, el abuso del derecho habrá de analizarse en cada caso concreto. El artículo 68º de la LRCT especifica, a mi juicio, varios supuestos de abuso del derecho. Primero, se refiere a las huelgas que se prolongan excesivamente en el tiempo y que comprometen gravemente a una empresa o sector productivo. Segundo, las huelgas que deriven en actos de violencia. Tercero, las que asuman características graves por su magnitud o consecuencias. Analicemos uno por uno los supuestos que menciona el artículo 68º LRCT. En cuanto a las huelgas que se prolongan excesivamente en el tiempo, parece que el legislador opta por un criterio abierto de interpretación. Cada intérprete podrá determinar para cada caso concreto qué se entiende por “excesivo”. Sin embargo, no parece ser la duración de la huelga el único referente para determinar su gravedad, ya que seguidamente el mismo artículo señala que la huelga que se prolonga excesivamente debe comprometer gravemente la viabilidad de la empresa o del sector productivo. Como se sabe, el derecho de huelga siempre va a generar daños económicos al empresario, pero el uso lícito se diferencia del uso abusivo por la intensidad, duración y gravedad de los daños. Es decir, cualquier afectación económica del empresario no supone automáticamente el uso abusivo del derecho8. Ahora bien, lo de la puesta en peligro de la empresa, desde el punto de vista de su viabilidad económica, sí parece ser un hecho que desnaturaliza el propio derecho de huelga. Como también serían abusivas las huelgas que ocasionen un perjuicio económico desproporcionado, sin llegar a poner en peligro la empresa9. En todo caso, 7 RUBIO CORREA, Marcial. “Título Preliminar. Colección ‘Para leer el Código Civil’”. Lima: Fondo Editorial de la PUCP, 1986, p. 40. 8 9 GONZALEZ NIEVES, Orlando. Op.cit., pp. 358 y ss. Así lo anota, CASSAGNE, Juan Carlos “La huelga en los servicios esenciales”. Madrid: Civitas, 1993, p. 82. el ejercicio disfuncional del derecho de huelga estaría amenazando la propia fuente de trabajo de los trabajadores: la empresa. En cuanto a las huelgas violentas o que devienen en violentas, me parece que son excluidas de plano por los límites internos. Por la propia definición del derecho de huelga que aparece en el artículo 72º de la LRCT, en tanto esta definición exige que la huelga sea pacífica. Por último, resta analizar las huelgas que asumen características graves por su magnitud o consecuencias. Aquí, no hace falta una prolongación excesiva de la huelga, pues el punto de inflexión se pone directamente en la situación de crisis que está generando. Además, queda claro que en este caso no se habla de una crisis en una empresa o en un sector productivo, situación a la que se refiere el primer supuesto del artículo 68º LRCT, sino se hace mención a una crisis de orden político o económico, ya nacional o regional. Precisamente, a este supuesto de abuso del derecho se refiere el punto siguiente. Pero, antes de entrar al supuesto de crisis nacional o regional, quisiera aclarar que una huelga puede ser “pluriabusiva”. Esto es, puede encajar en varios supuestos de abuso del derecho. Por ejemplo, puede empezar por prolongarse excesivamente en el tiempo hasta comprometer la viabilidad económica de la empresa puntual, por lo que hasta allí el supuesto de abuso se restringiría respecto a la empresa. No obstante, dado que esa empresa puede ser una empresa líder en la economía nacional, podría configurarse un supuesto de abuso por el lado de desatar una crisis nacional. 2.3. Declaratoria de Estado de Emergencia Cuando una huelga asuma características sociales, económicas o políticas graves por su magnitud y consecuencias, se supone que el ejercicio del derecho de huelga está golpeando las propias bases de la convivencia social. Aquí el supuesto ya no tiene que ver con una empresa puntual o una rama de actividad empresarial, sino con peligros o riesgos de subsistencia de la propia organización social. En este sentido, bien podría hablarse de un abuso en el ejercicio del derecho de huelga. Sin embargo, desde mi punto de vista resulta inconstitucional que el artículo 68 LRCT equipare estas circunstancias de gravedad en la vida de la Nación con las de afectación a una empresa o sector productivo o con las mismas huelgas violentas. Y creo que es inconstitucional, porque según el artículo 137º.1 de la Constitución la situación de “crisis nacional aguda” sólo puede declararse mediante un Estado de Emergencia. En otras palabras, si la Constitución señala que “en caso de perturbación de la paz o del orden interno, de catástrofe o de graves circunstancias que afecten la vida de la Nación” procede la declaratoria de Estado de Emergencia, ¿a qué se refiere el artículo 68º LRCT cuando atribuye al Ministerio de Trabajo la facultad de definir cuando una huelga asume características graves por su magnitud y consecuencias? No debe quedar ninguna duda que si una huelga crea un peligro de subsistencia de la organización social, su límite externo debe venir impuesto desde la declaratoria de un Estado de Emergencia y no desde un pronunciamiento unilateral del Ministerio de Trabajo. Entonces, el gobierno deberá seguir el procedimiento impuesto en el artículo 137º. 1 de la Constitución sin ningún tipo de arbitrariedad10. Ahora bien, queda un segundo supuesto. Imaginemos que no es una huelga la que genera un caso de crisis nacional aguda, sino que la razón de la crisis es una circunstancia de tipo político o social. Por ejemplo, existe un riesgo de golpe de estado a un gobierno constitucional o existe un conflicto armado entre el Estado y un grupo terrorista. En ambos casos, estaríamos ante situaciones que ameritan la declaratoria de un Estado de Emergencia, por lo que lícitamente podrían restringirse o suspenderse, o incluso prohibirse, de manera general las huelgas por un tiempo determinado. Como lo señala el propio artículo 137º.1 de la Constitución, en un Estado de Emergencia se limita la libertad de reunión y de tránsito. De este modo, no es difícil pensar que en una circunstancia de crisis nacional aguda se suspenda o prohíba el derecho de huelga de todos los trabajadores. Eso sí, dichas restricciones deben ser limitadas en el tiempo, pues sería ilógico que tengan vocación de permanencia. En el mismo sentido, el Comité de Libertad Sindical de la OIT ha señalado: “La prohibición general de huelgas no podría estar justificada más que en una situación de crisis nacional aguda y por una duración determinada” (Véase Recopilación de Jurisprudencia del CLS de 1996, párrafo 527). También ha señalado claramente: “Las limitaciones a los derechos de huelga y de expresión en un contexto de golpe de estado contra el gobierno constitucional, que ha dado lugar a un estado de emergencia de conformidad con la Constitución, no violan la libertad sindical ya que tales 10 El profesor González Nieves (GONZALEZ NIEVES, Orlando. Op. Cit., pp. 429 y ss.) esboza con detalle el uso abusivo por parte de los gobiernos peruanos de los Estados de Emergencia como instrumentos de proscripción del derecho de huelga. Por esta razón, es importante que el gobierno no utilice los Estados de Emergencia por razones políticas. limitaciones están justificadas en situaciones de crisis nacional aguda” (Informe 284, caso 1626, párrafo 91). 2.4. La protección de otros derechos constitucionales: la huelga en servicios esenciales El supuesto paradigmático de los límites externos es el de la huelga en servicios esenciales11. Como se sabe, hay ciertas prestaciones vitales de las que no se puede privar a la sociedad, ni aún cuando converja el ejercicio legítimo del derecho de huelga. Y no se puede privar a la sociedad de aquellas, porque se pondrían en peligro derechos de toda o parte de la población tan esenciales como el derecho a la vida, a la seguridad o a la salud. Así, lo ha mencionado el Comité de Libertad Sindical cuando dice: “Sólo pueden considerarse servicios esenciales aquellos cuya interrupción podría poner en peligro la vida, la seguridad o la salud de la persona en todo o parte de la población” (Informe 279, caso 1576, párrafo 114). Ahora bien, según la definición que propone el Comité de Libertad Sindical se debe destacar dos cosas básicas. La primera, que el concepto de la OIT sobre servicios esenciales es un concepto definido por la finalidad. Es decir, serán servicios esenciales todos aquellos cuya interrupción ponga en peligro la vida, la salud y la seguridad de la población. No se señalan taxativamente cuáles pueden ser esos servicios, ya que su configuración puede depender de las condiciones de cada país y de la forma cómo se implante la prestación de un determinado servicio. Incluso, podríamos hablar de servicios que no son inherentemente esenciales, cuanto sí lo son por el transcurso del tiempo. Dicho de otra forma, pueden ser servicios no esenciales cuya interrupción prolongada termine afectando la vida, la seguridad o la salud de la población. Alfredo Villavicencio se refiere al caso de “el servicio de recojo de basura, que si se paraliza por 24 ó 48 horas no significa peligro para la vida o la salud que justifique limitar el derecho de huelga, pero si se prolonga 15 días va a comenzar a afectar los valores protegidos por este instituto y puede someterse entonces a las limitaciones que entraña”12. En conclusión, el concepto de servicio esencial es un concepto flexible que sólo se somete al cumplimiento de la finalidad: impedir la afectación de la vida, la salud o la seguridad de toda o parte de la población. 11 CASSAGNE, Juan Carlos. Op. cit., p. 60. 12 VILLAVICENCIO RIOS, Alfredo. Op. Cit., p. 456. La segunda, tiene que ver con el hecho de que no todos los derechos reconocidos en la Constitución serán considerados esenciales, ya que sólo debe ponerse el énfasis en aquellos que tengan expresión en prestaciones vitales para la sociedad. Vuelvo a repetir, los derechos constitucionales relevantes a este efecto son el derecho a la vida, a la seguridad y a la salud. Ahora bien, estas consideraciones del Comité de Libertad Sindical aun cuando no sean normas jurídicas, esto es, Tratados Internacionales, implican un desarrollo del derecho de huelga que el legislador peruano ha de cumplir. Por esta razón, no aplicaremos a este caso la Cuarta Disposición Final y Transitoria de la Constitución, cuanto sí el artículo VI del Título Preliminar del Código Procesal Constitucional13. Para la LRCT, los servicios esenciales se definen como servicios públicos esenciales. No es que deban ser estos servicios de propiedad estatal, sino que son públicos por su misma trascendencia social. Dicho de otra manera, no importa la naturaleza privada o pública del capital que respalda la institución que cumple el servicio esencial para la comunidad, pues lo relevante está en el tipo de servicio. La LRCT en su artículo 83º entre los servicios esenciales relevantes para el país, enumera los siguientes: a) Los sanitarios y de salubridad b) Los de limpieza y saneamiento c) Los de electricidad, agua y desagüe, gas y combustible d) Los de sepelio, y los de inhumaciones y necropsias e) Los de establecimientos penales f) Los de comunicaciones y telecomunicaciones g) Los de transporte h) Los de naturaleza estratégica o que se vinculen con la defensa o seguridad nacional i) Los de administración de justicia por declaración de la Corte Suprema de Justicia de la República. j) 13 Otros que sean determinados por ley. Artículo VI del TP del Código Procesal Constitucional.- “El contenido y alcances de los derechos constitucionales protegidos en los procesos regulados en el presente Código deben interpretarse de conformidad con la Declaración Universal de los Derechos Humanos, los tratados de derechos humanos, así como de las decisiones adoptadas por los tribunales internacionales del Derechos Humanos constituidos según tratados de los que el Perú es parte”. A este listado, cabe hacer dos críticas fundamentales. Una que tiene que ver algunos supuestos que no deberían considerarse servicios esenciales. Y la otra que permite abrir por normas con rango de ley el listado de servicios esenciales. Sobre la primera crítica, hay que señalar que los servicios destinados a la comercialización o extracción de hidrocarburos (petróleo, gas, etc.), los de transporte en general y los de correos han sido excluidos expresamente de la lista de servicios esenciales por el propio Comité de Libertad Sindical. En estos casos, la interrupción del servicio no afecta intensamente ni el derecho a la vida, ni a la seguridad ni a la salud de terceros. Además, el legislador debería evitar la mención de cláusulas excesivamente abiertas que dejan un amplio margen de decisión a las autoridades correspondientes o a normas de inferior jerarquía, tal como sucede en el caso de “los de naturaleza estratégica o que se vinculan con la defensa o la seguridad nacional”. Mientras sobre la segunda crítica, me parece peligroso que el legislador pueda aumentar los límites de un derecho constitucional. Esta última situación devaluaría, a mi juicio, el rango constitucional que tiene el derecho de huelga (artículo 28º.3 Constitución). La LRCT no prohíbe la huelga en servicios esenciales, sino que la regula imponiendo un servicio mínimo y exigiendo la notificación al empleador y a la AAT con un plazo mayor que el común (10 días). El artículo 82º LRCT señala que “los trabajadores en conflicto deben garantizar la permanencia del personal necesario para impedir su interrupción total y asegurar la continuidad de los servicios que así lo exijan”. Si hay divergencia entre el número y ocupaciones que propone la empresa y que proponen los trabajadores, entonces una autoridad independiente resuelve. Además, si un trabajador desobedece la orden de trabajar en un servicio mínimo estaría cometiendo una falta grave que puede acabar en el despido. Finalmente, dado que la LRCT no permite que simultáneamente se recurra a la huelga y al arbitraje como medios de superar el conflicto laboral (artículo 62º LRCT), pues exige que los trabajadores opten alternativamente por un medio o por el otro, creemos que el supuesto del artículo 84º.e LRCT se aplica a la huelga en los servicios esenciales. Como se sabe, el artículo 84º.e señala que la huelga se declara ilegal si no ha sido levantada después de notificado el laudo o resolución definitiva que ponga fin a la controversia. De este modo, si la huelga, según el artículo 62º LRCT, debe ser alternativa al arbitraje, ¿en qué casos puede haber una huelga simultánea con el arbitraje? Seguramente en el caso de la huelga en servicios esenciales, en la medida que esta posible excepción a la regla general actuaría como medida compensatoria por las restricciones a la que este tipo de huelga es sometida por nuestro ordenamiento.