Bruselas declara la guerra a la ingeniería fiscal de las multinacionales Enero 2016 Pretende recuperar hasta 70.000 millones de ingresos que ahora dejan de recaudar los Estados de la UE Ingeniería financiera La OCDE ha puesto el punto de mira en las tecnológicas como grandes sospechosas de elusión fiscal, ingeniería legal para adelgazar la factura tributaria Tributación mínima Amazon declaró en España 1.245 euros de beneficios durante el año 2011 por los que pagó 551 euros en concepto de Impuesto de Sociedades Gran parte del letargo que la Unión Europea ha mostrado los últimos años para luchar contra la ingeniería fiscal de las multinacionales se explica por su propia génesis. Por un lado, tratar de legislar sobre la política fiscal era arrebatar una de las últimas competencias a los estados, lo que tradicionalmente ha generado disputas considerables con las instituciones europeas. A ello se le sumaba que algunos de los mayores «paraísos fiscales» eran estados miembros. Era el caso de Luxemburgo, uno de los países fundadores de la UE que bloqueó durante años el intercambio de información bancaria entre países para reforzar la lucha «antifraude». Este cóctel de obstáculos permitió que durante años las multinacionales tejieran una telaraña de acuerdos fiscales y desviación de beneficios que provocaron que la factura fiscal de las grandes empresas adelgazara con la complicidad de aquellos países que firmaban, en secreto, acuerdos fiscales con estos grupos para asegurar atraer a las compañías. Una guerra oculta para conseguir el pago de los impuestos de las grandes multinacionales se libraba entre varios países de la UE. Una situación que ahora la Comisión Europea pretende revertir y que podría suponer unos ingresos extra de hasta 70.000 millones de euros al año, según cálculos del Parlamento Europeo. Bruselas ya ha declarado «ilegales » los pactos secretos entre países y grandes empresas e investiga los casos de Amazon, Starbucks, McDonald’s, Fiat y Apple con Luxemburgo, Irlanda o Países Bajos, que pactaron impuestos más suaves a cambio de que estas empresas se establecieran en estos países. El caso más paradigmático es el de Luxemburgo, que firmó decenas de acuerdos fiscales con empresas como Disney, Ikea o Deustche Bank, mientras el actual presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker era primer ministro del Gran Ducado. La Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE) ha puesto en el punto de mira a las tecnológicas como grandes sospechosas de elusión fiscal, ingeniería perfectamente legal para adelgazar la factura tributaria. Una de las prácticas que suelen realizar estas compañías es la transferencia de los beneficios entre filiales a la matriz, que suele estar radicada en un país con una fiscalidad más amable. Por ejemplo, en 2011 Amazon declaró en España 1.245 euros de beneficios por los que pagó 551 euros en Impuesto de Sociedades. Parte de esto se explica porque transfirió el grueso de su facturación a su matriz en Luxemburgo. Por ello, ahora la OCDE y Bruselas tratan de que las empresas declaren sus beneficios en los países en los que generan su actividad. Otra triquiñuela es la desviación del pago de dividendos a la matriz con menores impuestos. Haciendas perjudicadas Ahora las haciendas perjudicadas comienzan a contraatacar. En las últimas semanas, Italia ha multado a Apple y Google por fraude fiscal con 316 y 172 millones de euros respectivamente. Asimismo, esta semana la Comisión Europea ha anunciado un plan antielusión fiscal y hace unos días pidió a Bélgica recuperar 700 millones de ayudas públicas ilegales a 35 multinacionales. «Bruselas y la OCDE están intentando regular los precios de transferencia, que son los que marcan cuánto cuestan las operaciones que realiza una compañía entre empresas del mismo grupo. Además en este tipo de casos, la filial suele pagar una comisión por marca a la matriz situada en un país con menores impuestos. La filial transfiere activos intangibles, como patentes lo que logra aliviar la factura fiscal de la multinacional», explica Jorge Sánchez, director del Departamento de Fiscalidad Internacional del despacho de abogados Montero Aramburu. Otro de los objetivos de la Comisión Europea es armonizar el Impuesto de Sociedades que se paga en los países hasta el punto de que haya una base común en toda Europa, un viejo proyecto del Ejecutivo comunitario que data de 2011. En la actualidad, hay países que cuentan con tipos nominales del Impuesto de Sociedades hasta tres veces más bajos que en otros estados. Es el caso de Irlanda o Chipre, que cuentan con uno del 12,5% y han sido acusados por la suavidad de su tributación a las empresas. En el otro extremo, Francia tiene un tipo del 38,5% mientras que España cuenta con uno del 25% desde 2016. Sin embargo, los impuestos «oficiales» tampoco son del todo indicativos. Con un 29,2%, Luxemburgo cuenta con un tipo de Sociedades mayor que el de España, pero sus acuerdos con empresas lo rebajaban a menos de un 5%. Algo parecido ocurre con el llamado «doble irlandés», una táctica fiscal de las grandes empresas con Dublín. Si bien el Tigre Celta tiene un tipo del 12,5% en Sociedades (el más bajo de la UE), algunas multinacionales desvían desde su sede en el país su facturación a filiales en paraísos fiscales con convenios con Dublín. Ello provoca que el tipo real sea mucho más bajo. Es el caso de la matriz europea de Apple en Irlanda, que pagó en 2011 un tipo del 0,05%. Si bien estos tipos son mínimos, el trato fiscal sale más que rentable. Chipre ( 6,4% de su PIB), Malta ( 6,3%) y Luxemburgo (4,4%) son los tres estados que más recaudan por Impuesto de Sociedades en toda la Eurozona. Los tres eran, hasta el año pasado, paraísos fiscales para España, que en época de bonanza llegó a ingresar un 4% del Producto Interior Bruto (PIB) por este concepto y que en la actualidad recauda un 2%, menos que la media europea, un 2,4%. Las artimañanas que la Comisión Europea quiere eliminar Apremiada por el escándalo de los acuerdos fiscales en Luxemburgo de los tiempos de Jean-Claude Juncker, la Comisión quiere acabar a corto plazo con los agujeros fiscales en la UE Una legislación heterogénea Ejércitos de abogados fiscalistas examinan todos los resquicios en la diferencia de las legislaciones fiscales en los distintos países para beneficiarse. Además, algunos gobiernos concretos han favorecido esta situación adoptando la figura de los «pactos fiscales» para aceptar una suma fija de impuestos a cambio de que la empresa domicilie su sede en su país. Traspaso de beneficios La mayoría de las empresas que ha denunciado la Comisión estaban domiciliadas en determinados países (sobre todo Luxemburgo, Holanda y Bélgica) donde pagan una cantidad pactada con el Gobierno local para mantener allí su domicilio fiscal, a pesar de que no tuviesen ninguna o muy poca actividad comercial allí. La sueca Ikea, por ejemplo, carece de tiendas en el Gran Ducado, pero todos los demás establecimientos en el resto de la UE transfieren sus beneficios a la filial luxemburguesa en forma de gastos por el uso de la marca comercial. En los países donde se generan los beneficios, las tiendas pagan solo una parte de los impuestos correspondientes a su actividad, mientras que en Luxemburgo el pacto con el Gobierno limita la base imponible. «Beneficios excedentarios» El Gobierno belga ha sido atacado por la Comisión por utilizar una fórmula diferente para atraer empresas multinacionales. Este consiste en admitir que una parte de sus beneficios se deben a las sinergias que obtiene la empresa en su estructura multinacional y que por ello no son imponibles. A cambio de que mantengan su sede en el país, el fisco belga les descuenta de su base imponible lo que llama «beneficios excedentarios» y que está directamente relacionado con los impuestos que dejan de pagar en los demás países. La Comisión considera que se trata de una ayuda de Estado porque supone una ventaja frente a las empresas más pequeñas. Transferencia de deuda Aprovechando que el pago de intereses es casi siempre deducible, algunas empresas crean deudas ficticias entre distintas filiales para obtener ventajas del hecho de que hay países donde el cobro de intereses está libre de impuestos o tiene una baja tributación. De este modo exprimen al máximo las deducciones en los países donde más les beneficia para su contabilidad. Falsa doble imposición Repatriar beneficios desde fuera del mercado único tiene muy baja tributación en la UE, que por ahora no puede comprobar si la empresa ha pagado o no los impuestos correspondientes en el país de origen. Muchas veces las multinacionales hacen circular sus beneficios a través de una filial localizada en un país de baja tributación, antes de repatriarlos a Europa. La CE pretende que las autoridades del país europeo concernido puedan comprobar si hay una diferencia de más del 40% en la tributación.