Técnicas del cuerpo y normas sociales: de Mauss a Leroi Gourhan* Bruno Karsenti** (Traducción de Rodrigo Zapata Cano) Leroi Gourhan fue discípulo de Mauss. Si esta enseñanza no lo hizo un sociólogo en sentido estricto –¿pero fue Mauss un sociólogo en sentido estricto?- nos puede incitar a releer su obra según una perspectiva transversal, capaz de restituir toda su agudeza al problema de la consistencia social del fenómeno técnico. En Leroi Gourhan como en Mauss, el problema no tiene nada de abstracto. Toma sentido en el desarrollo de las consideraciones empíricas, eminentemente concretas, sobre las técnicas del cuerpo. En gran parte, la obra de Leroi Gourhan aparece en la actualidad como una vasta empresa de descripción, diseño, inventario y clasificación de las técnicas humanas diseminadas en el tiempo y el espacio. Sobre todo en este sentido, suficientemente fundado en el orden de la práctica, esta obra envuelve de manera muy directa a las ciencias positivas, como la arqueología y la etnografía prehistórica. Lo que quisiera mostrar aquí es que esta taxonomía contiene y expresa una forma particular de conceptualización, justiciable a través de un análisis propiamente filosófico. Conceptualización que se debe reconducir, para apreciarse en todo su alcance, a un momento crucial de la historia de la sociología en Francia: la inversión metodológica llevada a cabo en el marco inaugural de la sociología de Mauss. El efecto más visible de la inversión reside en el estudio sobre el cuerpo. Se trata de remitir la objetivación primera de la técnica al espacio corporal y, de este modo, hacer pasar la realidad del instrumento propiamente dicho al plano de la entidad derivada y segunda. Según esta inspiración, * ** Intellectica, (1998). 1/2, N° 26-27, pp. 227-239. http://intellectica.org/ SiteArchives/archives/n26_27/n26_27_table.htm. Agradecemos la amabilidad del autor y del jefe de redacción Christian Brassac por permitirnos traducir y publicar este artículo. Bruno Karsenti es sociólogo y filosofo francés. Sus investigaciones se han centrado en Émile Durkheim, Marcel Mauss, Lucien Lévy-Bruhl, Gabriel Tarde, Auguste Comte y en las ciencias sociales contemporáneas en su relación con el paradigma estructuralista, la fenomenología y el pragmatismo. Entre sus obras se destacan: Marcel Mauss. Le fait social total, Paris, PUF, 1994. 2008 [Marcel Mauss. El hecho social como totalidad, Buenos Aires, Antrofagia, 2008]; L’homme total. Sociologie, anthropologie et philosophie chez Marcel Mauss, Paris, PUF, 1997. Politique de l’esprit : Auguste Comte et la naissance de la science sociale, Hermann, 2006. La Société en personnes. Études durkheimiennes, Economica, 2006. Contacto: bruno.karsenti@ehess.fr Universidad de los Llanos Leroi Gourhan puede con razón y, en el encuentro de las tecnologías clásicamente constituidas, revindicar la realización de una “verdadera biología de la técnica” (Leroi Gourhan 1964:209). ¿En qué marco teórico una biología de la técnica se visibiliza como pensable y cómo se deja determinar desde un punto de vista epistemológico? Estas son las preguntas que se plantearán y servirán de hilo conductor para mi propósito. Para comenzar, volvamos a Mauss y a la evidencia que se convierte para él en la figura de un nuevo punto de partida. Esta evidencia se puede enunciar de la siguiente manera: en el punto en que proviene de su propio desarrollo, la sociología está obligada a correr el riesgo de extenderse más allá de los límites hasta entonces asignados a su campo objetivo. Así pues, toma consciencia de la complejidad de su objeto, en tanto que éste se determina esencialmente bajo la forma concreta del dato humano. Éste se presenta como un montaje en tres dimensiones (social, psíquico y fisiológico) fuera del alcance de la antigua filosofía social, y en adelante limitado, con el apoyo de una convergencia de enfoques. Desde su aspecto de conciliación disciplinaria, el propósito encierra una opción teórica original: se trata de concebir la norma social como un proceso positivo de socialización. Según Mauss, si lo social se puede insertar en lo más profundo del individuo, en su psiquismo y en su cuerpo, no es para determinarlo en su contra, sino para producirlo positivamente. El error consiste en creer que lo no-social se resuelve en lo antisocial como último recurso. Entonces no es nada. La psicología individual y la biología humana no tienen que ser combatidas: deben ser escuchadas, investidas por una sociología que no cosifica su objeto, sino que intenta respetar su cualidad de proceso vital, siguiendo su huella en el conjunto del reino natural. En este sentido, los procesos de conocimiento que se implementan siempre apuntan al fenómeno social: simplemente nos limitamos a sus determinaciones internas; pero si lo estudiamos en su elaboración externa, damos cuenta de su constitución, en su confrontación con necesidades fisiológicas o psicológicas, del proceso por el cual fracasa y, sobre todo, actualiza estas necesidaRevista Ímpetus 79 des en un sentido determinado para realizarse. Entonces sólo la sociología puede pretender llegar al objetivo supremo que deviene el suyo en la concepción maussiana. Puede pretender captar al hombre total, llegar casi a juntar al individuo completo y considerarlo como una totalidad biológica indivisible. El proyecto es particularmente aventurero. Se vuelve a comprometer en un terreno “desconocido”, es decir, mantenido en lo desconocido por la impronta todavía profunda de las fronteras admitidas. Pero este desconocido resurge ahora como un enigma en el mismo seno de la sociología, sobre todo cuando ésta, alimentada por la etnología, llega a reconocer su incapacidad para determinar un gran número de hechos, arrojándolos confusamente en una “despreciable rúbrica”, cuyo sólo nombre es el indicio de una renuncia: “Diverso”: Siempre hay un momento en el que la ciencia de ciertos hechos todavía no se ha reducido a conceptos, estos hechos no han sido agrupados orgánicamente, se planta sobre estos hechos el límite de la ignorancia: “Diverso”. Es aquí donde es necesario penetrar. Estamos seguros que es aquí donde existen verdades para encontrar: primero porque se sabe que no se sabe y porque tenemos el sentido vivo de la cantidad de hechos (Mauss 1966: 365). Para el sociólogo el cuerpo es del orden de lo diverso. Lo diverso donde se deja percibir confusamente un cierto orden; no obstante, sin que sean operativos aquí los principios de legibilidad implementados con éxito en otros campos objetivos, como el de los hechos jurídicos, económicos o más ampliamente morales. Georges Perec, refiriéndose a Mauss, se apoyará precisamente en esta ambigüedad para presentar lo diverso de las técnicas del cuerpo como una materia literaria destacable: “zonas de emergencia de las que sólo sabemos que no se sabe mayor cosa, pero de las cuales presentimos que podríamos encontrar mucho si nos propusiéramos prestar alguna atención allí: hechos triviales, pasados en silencio, no tenidos en cuenta y autónomos, que sin embargo nos describen, aunque creemos que podemos dispensarnos de describirlos; remiten a la historia de nuestro cuerpo, a la cultura que ha modelado nuestros gestos y nuestras posturas, a la educación que ha formado nuestros actos motores por lo menos tanto como nuestros actos mentales” y con mucha más agudeza y presencia que la mayoría de las instituciones e ideologías de las que se alimentan de manera habitual los sociólogos11. Mauss se compromete en su estudio sobre “las técnicas del cuerpo” en esta vía positiva de reducción de lo “Diverso” y del agrupamiento orgánico de una cantidad considerable de hechos. A su vez, el proyecto taxonómico de Leroi Gourhan no hará 1 Perec presta atención entonces a las técnicas del cuerpo relativas al acto de la lectura (Perec, 1985: 109 y ss.) 80 Revista Ímpetus otra cosa que prolongar incansablemente esta misma tentativa de reducción y ordenamiento. La dificultad epistemológica estriba en el hecho de que el proyecto pertenece manifiestamente a una especie de ciencia fronteriza, situada en el punto de afloramiento de lo biológico y lo social. Se trata de fijar los límites de una auténtica sociología de los cuerpos: sociología de las maneras de ser y de los determinados usos de que es susceptible el cuerpo en las diferentes culturas. Técnicas del cuerpo en plural, las variaciones son tan grandes, a la vez de una sociedad a otra y en el seno de una misma sociedad, que la diversidad se le impone al etnólogo, que hace tiempo parece renunciar a cualquier clasificación estable y definida. Pero reducir lo diverso es esencialmente hacerlo pensable, es trazar por principio las líneas conceptuales en el cruce de las cuales se ordenará su facticidad. La dificultad, en la especie, consiste en la expresión técnica del cuerpo: ¿Qué conceptualización exacta está comprometida en el hecho de atribuirle al cuerpo una capacidad propiamente técnica, incluso como técnico, es decir, susceptible de invenciones de técnicas nuevas, de perfeccionamiento y modificación?22 En resumen, ¿se trata de una constitución social del cuerpo, en la forma de un habitus progresivamente integrado, transmitido por la educación y que se ha vuelto eksis, “virtud”, concebida literalmente como disposición permanente? Mauss indica esta acepción con una explícita referencia a Aristóteles. Pero el empleo subrayado del término habitus tiene aquí, sobre todo, una función discriminante destacable que se volverá plenamente operatoria en Leroi Gourhan: el término supone que intentemos tratar la memoria del cuerpo como una memoria especifica, con sus propios mecanismos de conservación, estabilización e integración33. Para situarse en esta orientación, es necesario romper entonces con una tendencia espiritualista que es la enfermedad infantil de cualquier pensamiento de la técnica, sobre todo cuando se dedi2 3 Mauss destaca particularmente esta capacidad de invención a propósito de la natación: “El conjunto de los hábitos del cuerpo es una técnica que se enseña y cuya evolución no ha terminado. La técnica de la natación se perfecciona cada día” (Mauss, 1989: 30). La evolución de la técnica de la natación fue descrita con más detalle en (Mauss 1966: 366-367): hemos perdido el uso de tragar el agua y escupirla. Pues en mi tiempo los nadadores se consideraban como especies de barcos a vapor. Era estúpido, pero, en fin, todavía hago este gesto: no me puedo deshacer de mi técnica. Véase (Mauss, 1966:368-369). Se reconocen sin dificultad las filosofías orientadas por este retorno terminológico a Aristóteles: en primer lugar tenemos a Bergson y su concepción de una “memoria pura”, formulada en Matière et mémoire (1932) [Materia y memoria, Buenos Aires, Cactus, 2010]. Del otro lado de Bergson tenemos a Ravaisson, autor de la corta y famosa tesis De l’habitude (1848) [El hábito, Madrid, Aguilar, 1964] y, finalmente, tenemos a Tarde quien, en Les lois de l’imitation (1890) [Las leyes de la imitación, Madrid, Daniel Jorro 1907], hace de la disposición puramente psicológica de la imitación el principio de sus concepciones sociológicas y vuelve a reunir por esta vía las teorías bergsonianas, como lo testifica el mismo Bergson, véase (Bergson, 1909). Licenciatura en Educación Físca y Deportes ca a tematizar estos procesos de memorización. Mauss opone la descripción y la clasificación de estas funciones en sí mismas, y pensadas en su propio orden, a las consideraciones que tienen en común deducir las funciones prácticas de una cualificación psicológica o espiritual del sujeto humano individual. Este proyecto de clasificación hace de la tecnología, y más generalmente, de la “praxeología”44 un campo relativamente autónomo de investigación. Sin embargo, la autonomización es posible con la condición de adoptar como centro el elemento de lo fisiológico, en el plano en el cual la noción de habitus permite mantener el análisis. El habitus se deja difícilmente enfocar por la filosofía. Se trata de un umbral práctico y antropológico que constituye para ella una detención antes que un concepto. En efecto, en esta noción imitación y memoria están efectivamente implicadas: pero no lo están con relación al sustrato metafísico de una facultad del alma que, más o menos conscientemente, actuaría sobre el cuerpo para determinar algunas de sus maneras de ser. Como lo ha mostrado Jean-Pierre Séris en su comentario del texto de Mauss sobre “Las técnicas del cuerpo”, la noción de habitus implica pensar una unidad paradójica realizada en el plano corporal: “la conjunción de un “adquirido” y de una “facultad” concreta, una aptitud adquirida”55. El sociólogo está mejor armado que el filósofo para resolver esta paradoja. Muestra que la conjunción reposa en una solidaridad de lo individual y de lo colectivo, tan profunda que no deja aparecer ningún aprendizaje de parte del individuo y que no deja ningún lugar para el intersticio o la palanca de la consciencia. En este punto, parece que lo social y lo fisiológico entran directamente en contacto y se combinan de tal modo que se vuelve imposible abstraer cualquier instancia colectiva de su encarnación en una conducta 4 5 Espinas realiza la distinción entre tecnología y praxeología (Espinas, 1897: 1 y ss.). Mientras que la tecnología abarca exclusivamente las prácticas conscientes y reflexivas, la praxeología cubre un campo más vasto y comprende las prácticas simples, espontáneas, del orden de la costumbre perfectamente integrada y actos reglamentados por una ley interna socialmente inconsciente. Además, el término praxeología se ha planteado como sinónimo de la tecnología general. Les origines de la technologie es una contribución a la historia de la tecnología general, que pone el acento exclusivamente en la antigüedad griega. El repertorio de las técnicas pasadas y presentes, su clasificación y su genealogía son objeto de la enseñanza de la psicología impartida por Espinas en la universidad de Bordeaux; enseñanza de la que Mauss guarda un vivo recuerdo y que desde luego constituye una fuente importante del ensayo sobre “Las técnicas del cuerpo”, en Mauss (1969:566). El sumario del curso de 1832-1893 fue reproducido en el apéndice de Les origines de la technologie. (Espinas, 1897: 281-283). Véase (Séris 1994: 125). Esta observación se debe relacionar con la manera por la cual Canguilhem define el hábito, precisamente en relación con las normas fisiológicas: “Lo que el hábito ha hecho, el hábito lo deshace y el hábito lo rehace. Si es posible definir las enfermedades como vicios sin utilizar una metáfora, también podríamos definir no metafóricamente las constantes fisiológicas como virtudes, en el sentido antiguo de la palabra que confunde virtud, potencia y función” (Canguilhem 1988: 109). Universidad de los Llanos singular, concreta y viva. En este dispositivo unificado, la “rueda del engranaje psicológico” –como la nombra Mauss con un vocabulario deliberadamente maquínico, que apunta a señalar la ausencia de intervención subjetiva voluntaria- está desde luego presente, pero es arrastrada en un movimiento donde casi nunca es causa66. En un sentido, se trata entonces de comprender una forma de sugestión: una sugestión permanente, que remite al estado normal del hombre77, al género de vida en el cual está por completo inmerso; sugestión específicamente fisiológica, que determina al cuerpo humano a formarse a sí mismo, a adquirir posturas, capacidades y eficacias particulares. La sugestión, concepto tomado de la psicología de masas, se piensa aquí en la forma completamente original de una sugestión del cuerpo, donde la instancia psíquica no es simplemente revaluada, sino evacuada. En estas condiciones, el análisis no debe fijar su objetivo en aclarar, o hacer consciente, una realidad del orden del aprendizaje. Pues esto implicaría darle a la conciencia, ya sea colectiva o individual, lo que no le pertenece. Puesto que la técnica se elabora completamente a nivel fisiológico, el cuerpo nunca se puede disociar de sus adquisiciones y no se puede considerar como una materia que existe previamente a su información por la sociedad. Si admitimos que lo “adquirido” y la “facultad” son dos puntos de vista indisociables y complementarios sobre la aptitud técnica del cuerpo, es porque la vida humana se debe concebir como un montaje complejo de disposiciones singulares investidas de un sentido social. Además, la realidad que busca captar el sociólogo es extremadamente fina: no reside en un conjunto de reglas y usos, claramente instituidos y en espera de ser aplicados, sino más bien en un dispositivo normativo que se inventa, a nivel biológico, en el movimiento mismo de su operación socialmente situada. La normatividad de lo social, en el plano técnico, se afirma como un proceso positivo, al punto en que es en realidad indisociable de un cierto desarrollo de la vida biológica. Podemos seguir muy lejos el eco de esta concepción: pues este tipo de determinación será el que Canguilhem, 6 7 Véase (Mauss, 1966: 384-385): “¿Cuál es el espesor de la rueda del engranaje psicológico? Digo expresamente de engranaje. Un comtiano diría que no hay intervalo entre lo social y lo biológico. Lo que les puedo decir es que aquí veo los hechos psicológicos como engranajes y que no los veo como causas, excepto en los momentos de creación o de forma. Son raros los casos de invención y de posiciones de principios. Recordemos que en su conferencia sobre las “Rapports réels et pratiques de la psychologie et de la sociologie” [“Relaciones reales y prácticas de la psicología y la sociología”] (Mauss, 1966: 298) Mauss afirma que la sociología tenía el privilegio sobre la psicología de considerar los hechos normales y disponer, en consecuencia, de un campo empírico más vasto, inclusive en lo que tiene que ver con los hechos psíquicos. Este privilegio aparece todavía aquí. La incorporación de las técnicas del cuerpo al rango de objeto de ciencia participa pues del mismo movimiento de reducción de lo patológico en el campo general de las ciencias del hombre que hemos señalado antes. Revista Ímpetus 81 en Lo normal y lo patológico, intentará definir mejor para el concepto positivo de norma, concebida como la capacidad de invención inmanente a cualquier ser vivo y relativa al genero de vida que es el suyo. Para el viviente humano la norma se ejerce en la articulación de lo social y lo vital: “En resumen, mantener los valores medios de las constantes fisiológicas humanas como la expresión de normas colectivas de vida, sería sólo decir que la especie humana, al inventar géneros de vida, al mismo tiempo inventa comportamientos fisiológicos” (Canguilhem, 1988: 114). Por esta razón, Mauss parece tener la intuición, cuando busca limitar la compensación fisiológica que se crea en una relación socialmente determinada con el medio y en la búsqueda propiamente corporal de una eficacia técnica. En este caso, las técnicas del cuerpo se pueden definir efectivamente como “normas humanas del adiestramiento humano” (Mauss, 1966:374). ¿Cómo se plantea este problema en la obra de Leroi Gourhan? En lo sucesivo, en la articulación reformulada de lo social y lo vital se encuentran enunciadas las premisas de lo que Leroi Gourhan nombra precisamente “biología de la técnica” y que identifica como el lugar epistemológico de su proyecto. Antes de marcar sus líneas directrices, es necesario subrayar que, en la perspectiva que nos situamos, le corresponde al sociólogo el privilegio de la determinación última del dato fenomenal. Por esto, la razón es clara: para una “biología de la técnica”, la condición primera es la completa revaluación de la definición sociológica de la técnica. En efecto, ya no se tratará más de hacer intervenir el uso del instrumento, a título de criterio primordial de clasificación, concebido como objeto material distinto del elemento corporal. Por el contrario, será necesario admitir que “el cuerpo es el primero y más natural instrumento del hombre. O más exactamente, sin hablar de instrumento, el primero y más natural objeto técnico y, al mismo tiempo, medio técnico” (Mauss, 1966: 372). Desde entonces, se impone una definición suficientemente comprehensiva de la técnica en la siguiente forma: “llamamos técnica a un grupo de movimientos, actos en su gran mayoría manuales, organizados y tradicionales, que compiten para alcanzar un objetivo conocido como físico, químico u orgánico”88. En el mismo momento, se distingue más precisamente el punto de vista taxonómico buscado y susceptible de dar coherencia a los “diversos” fenómenos: la noción de técnica del cuerpo está llamada a ocupar un lugar dominante en la escala de las técnicas y es frente a esta formación corporal originaria, discernida según procedimientos de clasificación99, que cualquier técnica es susceptible de interpretarse. 8 9 “Les techniques et la technologie”, Comunicación en las jornadas de psicología e historia del trabajo y de las técnicas en Toulouse en 1941, Journal de psychologie, 41, 1948, en (Mauss 1969: 252). En lo que tiene que ver con la clasificación de las técnicas del cuerpo, Mauss propone muchas posibilidades a los etnógrafos. En primer lugar, le parece esencial hacer la división por sexos, frontera bastante 82 Revista Ímpetus La “tecnología” de Leroi Gourhan revela toda su significación crítica cuando se resitúa a nivel de este desplazamiento. Según Leroi Gourhan “si buscamos un parentesco real de la Tecnología, nos debemos orientar hacia la Paleontología y la Biología, en un sentido amplio”1010. En otras palabras, la tecnología tiene por objetivo no tanto describir un dispositivo de medios fijados e instituidos, sino una disposición del viviente en general (no sólo del viviente humano sino también del animal). ¿No se le confiere entonces un campo muy amplio y se le condena a la indeterminación? No, esta perspectiva es por el contrario la única garantía teórica que la tecnología puede tener. Pues sólo ubicándose en el plano dinámico del “comportamiento técnico” el animal puede revelarse y el análisis se afirma, para una parte claramente circunscrita, indisociablemente biológica y sociológica (coll., 1957). La diferencia se señala en el desarrollo del “ciclo operatorio” donde la herramienta permanece inseparable del gesto que la hace técnicamente eficaz. Al defender la tesis de la inseparabilidad de la herramienta y 10 clara en las practicas corporales que se han podido apreciar a nivel de los gestos más espontáneos y simples: “Tomemos la manera de cerrar el puño. El hombre cierra normalmente el puño con el pulgar por fuera, la mujer lo cierra con el pulgar por dentro; tal vez porque no ha sido educada para esto, pero estoy seguro que si se la educara sería difícil […]. Tal vez exista el caso de las dos instrucciones, pues hay una sociedad de hombres y una de mujeres. Sin embargo, creo que también existen aspectos biológicos y otros psicológicos para investigar. Pero aquí, una vez más, el psicólogo no podrá dar sino explicaciones dudosas y necesitará la colaboración de dos ciencias cercanas: la fisiología y la psicología” (Mauss, 1966: 373). También se pueden clasificar las técnicas del cuerpo con respecto al rendimiento: clasificación que tendrá el merito de renunciar a la noción de hábito, del cual hemos visto su carácter central, en el sentido de la destreza, habilis, adaptación de los movimientos bien coordinados con los objetivos. (ibid: 375). También se puede elegir el criterio de la transmisión de la forma de las técnicas y clasificar los hechos como un conjunto coherente de múltiples amaestramientos, de maneras o de maneras de hacer (ibid: 375). Pero Mauss privilegia la clasificación por edades y, más precisamente, la clasificación biográfica que tiene en cuenta la vida normal del individuo que pertenece a un grupo social determinado. Esta preferencia se comprende en la perspectiva que ya hemos indicado de individualización del objeto sociológico, el cual es susceptible de captarse en el plano concreto de las vidas singulares. La taxonomía propuesta por Mauss se presenta como una “serie de pequeños cuadros” (ibid: 376), las técnicas del nacimiento y la obstetricia, la infancia, la adolescencia y las de la adultez. Estas últimas admiten muchas subdivisiones: técnicas del sueño, técnicas del reposo en el estado de vigilia, técnicas de la actividad y del movimiento, técnicas del cuidado del cuerpo, técnicas del consumo y técnicas de la reproducción. Sin pretender ser exhaustivo, el trabajo clasificatorio llega así a cumplir su proyecto inicial: la reducción de la despreciable rubrica de lo Diverso. Tendencialmente, apunta a la realización de un gran proyecto de descripción, cotejo y clasificación de los usos del cuerpo que, a su vez, Lévy Strauss denominará de sus deseos. Véase “Introduction à l’oeuvre de Mauss”, en (Mauss, 1966: XIII-XIV). (Leroi Gourhan, 1973: 439). Esta tematización biológica de la técnica también es característica del pensamiento de A. G. Haudricourt, también alumno de Mauss, quien sitúa su propósito, así como el de Leroi Gourhan, en la prolongación de las tesis de su maestro sobre las técnicas del cuerpo (Haudricourt, 1987: 39). Este texto fue citado y comentado por J. P. Séris (Séris, 1994: 129 y ss.) en la perspectiva de un análisis de la herencia maussiana. Licenciatura en Educación Físca y Deportes del ciclo operatorio, Leroi Gourhan logra seguir las articulaciones reales que estructuran el mundo viviente, sin hacer intervenir el criterio de la herramienta considerada como entidad abstracta e hipostasiada. Quisiera detenerme ahora en esta tesis, con el fin de ver hacia donde nos puede llevar. Resituada en esta dinámica vital, la herramienta aparece, en el caso del animal, como inamovible y propia de la especie. La herramienta y el gesto se confunden en el órgano, al punto en que la conexión entre parte motriz y parte activa no presenta ninguna solución de continuidad. Por el contrario, la amovilidad de la herramienta es el carácter distintivo del comportamiento técnico humano. Aquí, los programas operatorios están proyectados al exterior del cuerpo humano y se encarnan en el dispositivo social. En otros términos, la amovilidad es inseparable de una contextualización social del gesto. Esta tesis es fundamental en muchas formas: en primer lugar, se ve que la actualización de algunas virtualidades neurofisiológicas del individuo no está predeterminada por las estructuras biológicas hereditarias, sino que obedece a las exigencias de una forma singular de existencia colectiva1111. Pero sobre todo, vemos que el cuerpo es el ángulo de enfoque privilegiado para la comprensión socio-histórica de la técnica. Precisemos: el cuerpo, en tanto que cuerpo técnico, es decir, en tanto que cuerpo expulsado de sí mismo por sus propias fuerzas y expuesto sobre el espacio común de los social. Este es el sentido paradójico de lo que Leroi Gourhan denomina la “liberación de los programas operatorios”, que están destinados no tanto a la supervivencia del individuo sino más bien a la del grupo. El cuerpo está algo rebasado, en tanto que envoltura individual, cuyas disposiciones permanecen determinadas por una gestualidad replegada sobre sí misma. Poco a poco, y mucho más rápidamente desde la realización de los programas automáticos, este cuerpo envoltura cae como una vieja piel y se retira “en la penumbra paleontológica” (Leroi Gourhan, 1965: 52). Sin embargo, nos abstendremos de pensar en su desaparición como una mecanización negadora de los procesos humanos en su dimensión vital: puesto que lo vital es lo que continúa afirmándose a través de este nuevo des11 Así pues, en el caso del hombre, la actualización de las virtualidades está ligada a las formas sociales de la educación y a los medios esenciales de transmisión, entre los cuales el lenguaje figura en primer lugar: “El comportamiento técnico del hombre es pues fundamentalmente colectivo, la suma de los conocimientos operatorios está incluido en el organismo social y su utilización está en función de los medios de conservación y transmisión del que dispone este organismo. Así, el desarrollo de las actividades técnicas humanas y el desarrollo del lenguaje aparecen como estrechamente unidos desde el origen. La estrecha relación entre técnica y lenguaje se expresa a lo largo de la evolución de las sociedades humanas por el paralelismo entre la creciente eficacia de las técnicas y el desarrollo de los medios de fijación y de enseñanza primero por medio de la palabra y, después, por la escritura y los símbolos matemáticos” (“Le comportement technique chez l’animal et chez l’homme” en (coll., 1957: 58-59). Universidad de los Llanos tino del cuerpo. En lo sucesivo, la vida del cuerpo está del lado de su encarnación social relacionada, no a tal o cual sujeto individual, sino a las formas colectivas del grupo. Naturalmente, queda por saber si el grupo está en condiciones de concebirse como cuerpo técnico, y lo que la implementación de esta orientación técnica implica en cuanto a su historia y a los actos de emancipación que pueden atravesarla. Si “no existe ningún juicio de valor para emitir sobre un proceso evolutivo” (Leroi Gourhan, 1965:59), como lo dijo pérfidamente Leroi Gourhan, está permitido preguntarse de qué manera la comunidad está llamada a actuar en este proceso evolutivo y hacer de la liberación de los programas operatorios una liberación del hombre fuera de su propio cuerpo. Para terminar, quisiera volver sobre el tema de la herencia que ha dirigido mi propósito. Así pues, de Leroi Gourhan a Mauss subsiste una toma de posición fundamental. Desde un punto de vista epistemológico, el reconocimiento del anclaje biológico del comportamiento técnico es más exactamente lo que permite la objetivación sociológica y no lo que la obstaculiza. Entrega al sociólogo la realidad compleja de un modo social de actualización de las virtualidades biológicas. En esta perspectiva, el elemento de las técnicas del cuerpo es muy decisivo: es el primer término del análisis, concebido en la forma de un cierto comportamiento gestual, agenciamiento estructural de una serie de actos y adiestramiento del cuerpo en un uso particular. Si no nos esforzamos por reinsertar el objeto técnico comúnmente designado, el instrumento, en el conjunto de esta estructura concreta, su significación estará perdida para siempre: “La técnica es la cadena gestual en la que la herramienta es instrumento en sentido estricto, es decir, que participa en el agenciamiento de una estructura. De allí que pierda su significación técnica desde que se ve separado del contexto gestual: la prehistoria y la arqueología acumulan objetos técnicos cuya significación se ha perdido en el instante en que la memoria de su uso se borraba” (coll., 1957: 65). En este punto se impone una aproximación, sin duda con algunas concepciones bergsonianas1212. Mas aun cuando la tematización de la técnica como opción biológica inscrita en el elemento corporal lleva, de manera ineluctable, a una concepción fundamentalmente vitalista de la materia, que la presenta bajo el aspecto desconcertante de una especie de organología general. Con el propósito de medir lo que se entiende por dominio técnico, es necesario volver a trazar la singular evolución en la 12 Para nuestro propósito, indicamos que, por su parte, Mauss sólo admitía las tesis de Bergson con la condición de relacionar la figura del homo faber con la vida social y no con la “vida individual y profunda del espíritu. Véase “Divisions et proportions des divisions de la sociologie”, Année sociologique, 1927, reeditado en (Mauss, 1969: 194). Revista Ímpetus 83 cual se ubica: la de una organización vital cuyo trazado depende en su fundamento de las disposiciones corporales, antes de concebirse en la prolongación de lo que Leroi Gourhan denomina, en El hombre y la materia, el esqueleto técnico. En realidad, lo que el fenómeno técnico en su diversidad hace materialmente visible, en el fondo no es otra cosa que la dinámica propiamente humana del desplazamiento de un cierto comportamiento técnico y de su inscripción en el mundo en diferentes formas instrumentales. Lo que es humano y sólo humano es ante todo la proyección hacia afuera, en una escena inevitablemente colectiva, de los órganos de la tecnicidad -de una tecnicidad que no cesa de ser orgánica en tanto se afirma sobre el modo instrumental (Leroi-Gourhan, 1965:63)-. La manera por la cual se realiza la conexión de lo social con lo vital procede directamente de estas consideraciones de corte bergsoniano. El hecho de que la exteriorización de los procesos de organización vital se corresponda con las normas específicas producidas en el marco de una existencia social determinada, lleva muy naturalmente a Leroi Gourhan a revelar su punto de vista metodológico como una reflexión particular sobre la figura maussiana del hombre total. De esta figura, indica con mucha precisión la función epistemológica del punto de convergencia por medio de enfoques de diferentes orígenes: Las dos caras de la investigación del hombre no se anulan mutuamente, se complementan. Que el hecho humano sea total es claro de un lado como del otro, pero es diferentemente sensible. Para el sociólogo o el antropólogo social, el hecho social es totalmente humano puesto que vierte al hombre de la cima de la pendiente hacia abajo. Para quien practicara una “etnología de las profundidades”, el hecho humano aparecería como un hecho biológico general, pero totalmente humanizado. Muchos han esbozado las etapas teóricas de esta humanización, pero pocos han intentado darle una imagen analítica. Constatar con el Zinjantropo que la humanización comienza por los pies, quizás es menos exaltador que imaginar el pensamiento que rompe los tabiques anatómicos para construirse un cerebro, pero es una vía muy segura. Se puede recorrer el mismo camino para el edificio social. (Leroi-Gourhan, 1964: 211)1313 13 Sin embargo, en estas páginas, Leroi Gourhan le reprocha a la antropología social –en la cual incluye no sólo a Lévy Strauss y a Mauss, sino además a Durkheim y Lévy Bruhl- no haber realizado el estudio de lo humano en su dimensión material, biológica y técnica, y no haber considerado los procesos de socialización “más bien como un vertimiento de lo social en lo material que como una corriente en doble sentido cuyo impulso profundo es la de lo material” (p. 210). En cuanto a Mauss, el reproche se hace a medias, si por lo menos se considera que el ensayo sobre “Las técnicas del cuerpo” representa una tendencia profunda de su pensamiento: es cierto que se reúsa a conferir el primer impulso del proceso al orden material del cuerpo, pero busca concebir efectivamente, no un “vertimiento unívoco de lo social” en lo material, sino una corriente en doble sentido”. La formalización de esta dinámica compleja da precisamente su contenido a los conceptos de hombre total y de hecho social total. 84 Revista Ímpetus Es muy raro que Leroi Gourhan vuelva a ubicar su proyecto en un marco de historia de las ciencias. Además, es necesario descifrar con cuidado el propósito y poner especialmente algunos nombres en las funciones designadas. El “antropólogo social” está representado por Lévi Strauss, según una categoría científica que se comienza a imponer en Francia1414 y, antes de él, por Mauss, quien fue el primero que supo imponer a la sociología una atención al viviente humano como tal. Inversamente, Leroi Gourhan es el “etnólogo de las profundidades” y es quien recorre la pendiente en el sentido contrario de la inserción de lo social en lo vital; sentido por medio del cual vemos emerger lo vital como específicamente humano y, por ende, social. Ahora bien, esta doble orientación, en las diferencias de sensibilidad que augura sin oponerlas, se daba de antemano en el ensayo sobre “Las técnicas del cuerpo”, como lo hemos podido observar. En este sentido, la obra de Leroi Gourhan se sitúa de manera incontrovertible en su prolongación. Desde luego, tanto para el biólogo de la técnica como para el sociólogo, de lo que es necesario dar cuenta es en definitiva de un poder propio de lo social sobre el cuerpo. Pero recurren a la solidaridad de una triple consideración por la existencia concreta, a nivel del cuerpo, de algunos “montajes fisiopsicológicos” (Mauss, 1966: 384). REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS BERGSON, H. (1909). Préface à Gabriel Tarde, Introduction et pages choisies par ses fils, L. Michaud CANGUILHEM, G. (1988). Le normal et le pathologique, Paris, PUF, coll. Quadrige. [Lo normal y lo patológico, México, Siglo XXI, 2005]. COLL (1957). “Le comportement technique chez l’animal et chez l’homme”, en L’évolution humaine, Paris, Flammarion. ESPINAS, V.-A. (1897). Les origines de la technologie, Alcan. HAUDRICOURT, A.-G. (1987). La technologie science humaine, París, éd. de la Maison des Sciences de l’Homme LEROI-GOURHAN, A. (1973). Milieu et technique, París, Albin Michel (1ra edición 1945). [El medio y la técnica, Madrid, Taurus, 1989]. LEROI-GOURHAN, A. (1965). Le geste et la parole II, La mémoire et les rythmes, Paris, Albin Michel. 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Lévi Strauss la ocupó en 1960 y consideró, en su lección inaugural, el hecho de que esta disciplina se inscribe en la orientación fundamental de la enseñanza de Marcel Mauss (Lévi Strauss, 1973:13). Licenciatura en Educación Físca y Deportes