la secularización de la paternidad y la anulación de la patria

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LA SECULARIZACIÓN DE LA PATERNIDAD Y LA ANULACIÓN DE LA PATRIA
Juan Assirio
Instituto de ciencias para la familia. Universidad Austral
Facultad de Humanidades. Universidad Católica de La Plata
Resumen:
En la presente ponencia se desarrollan tres cuestiones relacionadas:
Primero, se analiza la idea, surgida en la modernidad, por la que se afirma la autonomía
absoluta del sujeto o también llamada emancipación o crisis de filiación antropológica. En
segundo lugar, se establece una relación causal entre la crisis de filiación antropológica
antes mencionada y la crisis de la paternidad y maternidad en la contemporaneidad. Es a
lo que se le llama secularización de la paternidad. En tercer lugar se llama la atención
sobre las consecuencias para la institución familiar y la patria, que al verse la familia
incapacitada de cumplir con las funciones estratégicas que le corresponden, quedan
anuladas.
Palabras clave:
Secularización, paternidad y maternidad, filiación, familia.
Planteamiento
En 1889 Nietzsche publicaba una obra exasperada, El ocaso de los dioses1. Con ese
libro no sólo pretendía acelerar la actividad secularizante que con múltiples esfuerzos
precedentes se había llevado a cabo, sino abolir definitivamente la religión e inaugurar
una nueva época, la de la muerte de Dios. Transcurrido más de un siglo desde esa
publicación, se constata que ese hermeneuta de la sospecha ha sido prolongado con
multitud de esfuerzos secularizantes a lo largo del siglo XX, que han adquirido,
1
Cfr. NIETZSCHE, F., Crepúsculo de los ídolos o cómo se filosofa con el martillo; introducción, traducción y notas de
Andrés Sánchez Pascual, Alianza, Madrid 1993. El tema se repite en otras obras. Así, en otro lugar escribe: “Yo
considero al cristianismo como la peor mentira de seducción que ha habido en la historia”, La voluntad de poder, p.
200.
además, no sólo formas literarias sino tintes supuestamente científicos, médicos,
políticos, bélicos, éticos, filosóficos, etc.
En este sentido, se advierte que la secularización de lo cristiano no es más que un
medio para alcanzar ese fin, a saber, la idolatría de lo profano. Y eso es así porque el
hombre, tanto natural como personalmente, es un ser religioso y no puede dejar de
serlo. Lo que en la actitud secularizante está en juego, por tanto, es la sustitución de
una religión por otra; de una superior por otra inferior.
Como es sabido, secularización, de seculum-i, siglo, designa el transcurso del
tiempo histórico y, por extensión, a las realidades temporales cambiantes. No
obstante, en general, el término se puede tomar como equivalente a temporalización,
pero en concreto indica la acción de convertir en meramente secular lo que antes era
tenido por sagrado o divino.
Diversos estudios teológicos, tanto católicos2 como protestantes, se han centrado
en el siglo XX en el problema de la secularización. Pero a nadie se le oculta que ese
fenómeno no ha dejado de ser progresivo hasta nuestros días. En efecto, esa situación
la confirmaba Juan Pablo II en la encíclica Redemptoris Missio3, en especial en algunos
países, sobre todo en los de la vieja Europa, de hondas raíces cristianas, y la recordaba
en una exhortación apostólica4. Aunque el fenómeno no se haya difundido a todos los
países, sin embargo, todos ellos permanecen bajo este proceso5.
El Magisterio de la Iglesia también nos sigue recordando que el mundo actual está
fuertemente afectado por el secularismo, “el cual consiste en una visión autonomista
del hombre y del mundo, que prescinde de la dimensión del misterio, la descuida e
incluso la niega. Este inmanentismo es una reducción de la visión integral del
hombre”6. La secularización es afín al indiferentismo religioso7. Por ello, la
secularización conduce a una antropología anémica, pues quien prescinde de Dios
desconoce su verdad más íntima, es decir, es miope antropológicamente.
Particularmente, me interesa en esta ponencia centrarme en el hecho humano de
la paternidad y mostrar que el proceso de secularización la desacraliza, y que al
hacerlo, diviniza otras realidades.
2
Cfr. DEL NOCE, A., L’epoca della secolarizzazione, Milano, 1970; ILLANES, J. L., “Secularización”, G.E.R., vol. 21, pp.
89-96; ARANDA, A., “La sociedad contemporánea: un reto a la conciencia cristiana”, Scripta Theologica 23 (1991),
pp. 229-246.
3
“Se ha dado una gradual secularización de la salvación”, JUAN PABLO II, Redemptoris Missio, n. 11.
4
Cfr. JUAN PABLO II, La Iglesia en Europa, Madrid, Palabra, 2003, nn. 7 y 47.
5
“En otras regiones o naciones todavía se conservan muy vivas las tradiciones de piedad y de religiosidad popular
cristiana; pero este patrimonio moral y espiritual corre hoy el riesgo de ser desperdigado bajo el impacto de
múltiples procesos, entre los que destacan la secularización y la difusión de las sectas. Sólo una nueva
evangelización puede asegurar el crecimiento de una fe límpida y profunda, capaz de hacer de estas tradiciones una
fuerza de auténtica libertad”, JUAN PABLO II, Exhortación Apostólica Christifideles laici, n. 34.
6
Sínodo extraordinario 1985, Relación final II, A, 1, en L’Osservatore Romano, 1º-dic-1985, 6. Tomado del libro de la
Comisión Teológica Internacional sobre algunas cuestiones actuales de Escatología: Temas actuales de Escatología.
Documentos, comentarios y estudios, Madrid, Palabra, 2001, pp. 29-31.
7
Cfr. POUPARD, P., “Para la superación de la indiferencia religiosa”, Scripta Theologica 24 (1992), pp. 45-56.
1. Crisis de filiación
La modernidad ha calificado de “culpable minoría de edad”8 a la situación del
hombre que todavía no se ha atrevido a pensar por sí mismo, que aún no se ha
emancipado. Por emancipación se entiende la liberación no sólo de los prejuicios, sino
de las formas tradicionales de mando, de las ideas oxidadas no sometidas a crítica, y
sobre todo -en lo político, lo social, lo moral- liberación de toda sujeción, de toda
autoridad ajena a la iniciativa propia del propio individuo.
Desde un punto de vista negativo, claro está, significa que nadie puede pensar por
mí. Positivamente, quiere decir algo más que pensar una realidad objetiva y previa a
mi acto de ser pensada; indica más bien que el conjunto de la realidad ha de ser
repensado por mí desde el principio. Lo real sólo tendrá sentido en la medida en que
yo lo piense: la crítica es primariamente ataque y destrucción de lo dado.
Esta afirmación tiene calado metafísico, ya que es por mi acto de pensar por el
que queda fundada, puesta la realidad, investida de un nuevo mensaje. Emancipación
significa, entonces, negación de una realidad dada, previa a mi acto de conocimiento.
Significa negación de un origen distinto del yo.
Como podemos ver, al concepto de emancipación se opone uno de los datos
antropológicos más radicales: la filiación humana. En efecto, el hombre es un ser que
nace débil. Sin embargo, esa debilidad es salvable: el hombre es capaz de crecer. Este
dato antropológico fundamental es lo que hace posible la educación y la cultura.
Sabiamente, nuestros obispos han sabido expresar esta realidad en el Educación y
proyecto de vida al afirmar que educar es ayudar a crecer en humanidad.
El hombre es un ser que nace y su condición al nacer es muy frágil. De esa
fragilidad se vislumbra el concepto de filiación9. Esta noción supone, en primer lugar,
que la filiación pertenece a los seres vivos, se excluyen los seres inertes. En segundo
lugar, todos tenemos conciencia de que nacemos; y no de “la nada”, sino de “alguien”.
Por eso, la conciencia de la filiación es exclusiva del ser humano, ya que los animales
carecen de ella. En tercer lugar, hay que hacer notar que la filiación del hijo es
respectiva a su madre y a su padre, no a la biología de su padre y de su madre por la
cual fue engendrado. En cuarto lugar, es menester decir que el hijo lo es tanto del
padre como de la madre, ambos principian la naturaleza corpórea del hijo.
Pero, la noción de hijo nos lleva a considerar la noción de padre y madre. No es
posible hablar de la filiación sin hablar de la paternidad y maternidad. ¿Qué es lo más
primario en el ser humano: ser hijo o ser padre, hija o madre? El ser humano se define
estrictamente como hijo, ya que nace débil. Es radicalmente hijo, pero no padre.
Radicalmente hija, pero no madre. Ciertamente, para que haya hijo se necesitan
padres ya que el hijo es posterior a su padre y a su madre. Sin embargo, esta es una
cuestión meramente temporal, no filosófica (ontológica). Una razón más: tan radical es
8
“La Ilustración es la salida del hombre de su autoculpable minoría de edad. Minoría de edad significa la
incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía del otro. Uno mismo es culpable de esta minoría de
edad cuando la causa de ella no reside en la carencia de entendimiento, sino en la falta de decisión y valor para
servirse por sí mismo de él sin la guía de otro. ¡Sapere aude!”. KANT, I., Respuesta a la pregunta ¿Qué es
ilustración?, Ak VIII, 35.
9
Seguimos aquí el desarrollo de SELLES; J. F., La filiación personal humana. Estudio acerca de si lo más radical de la
antropología es ser hijo, Cauriencia, Vol. 1, 2006, pág. 210-217.
la condición de hijo en el ser humano que nunca se deja de ser hijo10, no es posible ser
ex-hijo. Se puede ser padre o madre si se es hijo o hija, pero no a la inversa.
Quizás, uno de los fenómenos más notorios de las ideologías modernas es el no
querer ser más hijo, el considerar la filiación como una deuda intolerable. Entre esas
ideologías, una que ocupa un lugar prominente es el individualismo. El individualismo
le propone al ser humano la autorrealización, querer ser autor completo de sí mismo.
La conciencia de ser hijo es algo que se ha debilitado porque el ser humano quiere
debérselo todo a sí mismo.
La condición filial del varón y la mujer, hace que todo se lo deba a aquel del cual
procede. Una parte se la debe a sus padres humanos. Nosotros sabemos que lo más
radical se le debe a Dios. En efecto, desde un acercamiento ontológico, cabría decir
que una persona humana es verdaderamente hija de quien recibe el acto de ser11. De
ese modo se podría hablar de hijo por creación. Pero, ¿es el hombre hijo de Dios, por
el solo hecho de haber sido creado? La respuesta es claramente, negativa. Por creación
el hombre es criatura. En cambio la filiación divina es libre.
Para Tomás de Aquino la generación puede verse desde dos puntos de vista,
desde la paternidad o desde la filiación. No obstante, es claro que la filiación personal
humana depende exclusivamente de la paternidad divina, no de los hombres12. En
efecto, “esta no la constituyo, porque un hijo no puede constituirse a sí mismo como
hijo, ya que si es hijo, es constituido por su padre” 13. La filiación divina es una llamada
sobre natural. Tal llamada se puede llamar vocación. Y la vocación es un don. No todos
los hombres aceptan su vocación. La vocación es una oferta condicionada a libre
aceptación personal humana.
¿Qué consecuencias tiene renunciar o no aceptar el carácter filial? Pues, muchas,
pero una muy importante es la imposibilidad de ser padre o madre. Si la vocación es
un don que se acepta libremente. Dar es correlativo de aceptar, como la paternidad de
la filiación. Solo se es padre o madre en la medida que se acepte libremente la
condición de hijo.
Además, si no somos hijos no somos herederos de todo lo que los mayores han
hecho por nosotros. Hay en esta tesitura un rechazo manifiesto por los valores
positivos de quienes nos antecedieron. Así, el hombre se hace hijo de sus propias
obras, recibe el ser de sí mismo, y en ello reside su poder y su autonomía.
2. Secularización de la paternidad
Esta idea de autofiliación trascendental fue difundida como todos sabemos por
Nietzsche14. El inicio emancipador de la modernidad es, propiamente, secularización
10
Cfr. POLAINO, A., El hombre como padre, CRUZ CRUZ, J., Metafísica de la familia, Pamplona, EUNSA, 1995, pág.
295-316. Citado por POLO, L., Ayudar a crecer. Cuestiones de filosofía de la educación, EUNSA, Pamplona, 2006,
Cap. I.
11
Cfr. TOMAS DE AQUINO, Super Sent., lib. 3, d 4, q. 1, a. 2, qc 1, co.
Cfr. TOMAS DE AQUINO, Super Sent., lib. 1, d. 4, q. 1, a. 1, ad 4.
13
POLO, L., El yo, p. 150.
12
14
Las primeras palabras que Nietzsche pone en boca de Zaratustra dibujan el sentido de toda su filosofía: “Os voy a
hablar de las tres transformaciones del espíritu; de cómo el espíritu se transforma en camello, y el camello en león,
y el león, finalmente, en niño”, NIEZSCHE, F., Así hablaba Zaratustra, EDAF, 1982.
de la paternidad o, más hondamente, negación del mundo como ser creado por una
autoridad o por un origen sobrehumano. Si hay un padre que da la vida puede
considerarse que él es el símbolo de la trascendencia y del creacionismo objetivo15.
Pero el mundo moderno ha establecido en el creacionismo subjetivo el sentido
metafísico de la emancipación de toda autoridad, convirtiendo la secularización del
padre en el símbolo de la inmanencia y la autonomía absoluta del hombre.
Pedagogos, psicólogos y sociólogos aseguran que el papel del padre/madre está
actualmente muy erosionado en la familia. Podría añadirse, desde una perspectiva
política, y a la vista de la composición mayoritariamente masculina de nuestros
Parlamentos, que son los varones quienes están votando las leyes que consagran la
marginalización del varón y del padre, de la mujer y de la madre.
En este contexto, aquella frase tan hecha, tan escolar, de que la familia es la célula
de la sociedad parecería ya no tener vigencia. ¿Es la familia o los individuos los que
constituyen a la sociedad? Hoy sin duda, la respuesta es: los individuos. Y las leyes ¿a
quién deberían defender, a las familias o a los individuos? La respuesta es otra vez la
misma: los individuos. Volveremos sobre este tema enseguida.
El ateísmo militante milita paralelamente contra Dios y contra la figura del padre
y, por consiguiente, niega que exista jerarquía en las relaciones interpersonales, que es
uno de los valores que vincula verticalmente a los hombres. Las relaciones
interpersonales se reducen a la pura horizontalidad entre iguales. Se da, entonces, la
paradoja de la hermandad sin paternidad. Por ello, ya no tendría sentido hablar de
fraternidad –y digámoslo de una vez- ni de familia.
3. Anulación de la patria
Hemos visto que, la crisis de filiación lleva necesariamente a una crisis de
paternidad. No es posible ser padre, dar vida, sin reconocerse hijo, aceptar. De lo que
se trata ahora es de ver como esta crisis antropológica de paternidad repercute
negativamente en las familias y en la sociedad toda. La idea central es que si la
paternidad está en crisis, lo que está en crisis es la familia, ya que la paternidad es
consecuencia inmediata del matrimonio que funda la familia. Y si la familia está en
crisis, lo que se anula es la patria.
Existen funciones sociales estratégicas que solo las familias de un país pueden
desarrollar en grado óptimo. Si el matrimonio es una clave fundamental de salud
personal y social, surge con claridad que no estamos ante una realidad meramente
privada sino ante una realidad personal pero también de interés público. En otras
palabras, la razón del interés del estado y de la autoridad pública en el matrimonio, la
paternidad y la maternidad no se reduce a una función registral de las uniones
sexuadas de este tipo que los ciudadanos decidan constituir desde su libertad. La razón
de que la familia matrimonial sea una realidad de interés público radica en el
cumplimiento óptimo por el matrimonio de funciones sociales estratégicas sin las
cuales ninguna sociedad, y la nuestra tampoco, resulta viable.
15
LACROIX, J., Fuerza y debilidades de la familia, Barcelona, Fontanella, 1962, p.7.
¿Cuáles son estas funciones sociales estratégicas que cumple en grado óptimo el
padre y la madre en el seno de una familia?16
En primer lugar, la procreación de las próximas generaciones de un país. No hay
nación sin nacionales. La principal riqueza de un país es su población. La preocupante
realidad demográfica del descenso de la natalidad y el envejecimiento de la población
de muchos países tiene directa relación con el debilitamiento del matrimonio y la
paternidad ante el incremento del número de divorcios y la disminución de la tasa de
nupcialidad en relación con la constitución de relaciones informales o de hecho.
Psicológicamente, la conciencia de la fragilidad de un vínculo incide en que no se
quiera tener hijos.
La segunda función social estratégica de la paternidad es la crianza, educación o
personalización ética y la socialización de las próximas generaciones. La crianza es el
proceso de alimentación, higiene y cuidado de la salud de un ser humano infante y
adolescente. La educación es el proceso de transmisión de valores humanos para que
la salud mental, el desarrollo y la maduración moral de un infante, adolescente y joven
sea óptimo. La socialización es el trabajo de inserción de las nuevas generaciones en la
sociedad de la que son parte de una manera adecuada a su bien personal y al del
conjunto social. La crianza, educación y socialización de las nuevas generaciones es un
trabajo “artesanal”, no industrial o en serie. Es decir, es un trabajo uno a uno, hijo a
hijo, que exige adaptar la autoridad y ternura complementaria paterna-materna al
sexo, edad, temperamento, y personalidad de cada hijo. Por eso nadie mejor que un
padre y una madre de familia unidos con un vínculo de amor sólido y una vida
matrimonial armónica o medianamente armónica para realizarlo, ya que la educación
es un proceso a largo plazo que presupone en sus principales protagonistas, los
padres, vínculos a largo plazo.
La tercera función social estratégica del matrimonio es la de ser un ámbito
personal ecológico para la vida humana de sus hijos, debido a la medida incondicional
del amor sólido materno y paterno. En el ámbito laboral, la valoración de la persona
está condicionada a su rentabilidad o a su idoneidad profesional; en el ámbito
deportivo a la destreza en el correspondiente deporte; en el ámbito de las relaciones
sociales a la mayor o menor simpatía. Sólo hay un ámbito donde se valora a la persona
desnudamente por lo que es con independencia de la mayor o menor inteligencia,
idoneidad profesional, destreza deportiva o simpatía. Ese ámbito es la familia
especialmente la familia matrimonial. El amor incondicional genera salud personal,
mental y la falta de amor incondicional genera falta de salud personal en la misma
proporción a su carencia.
Finalmente, la cuarta función social estratégica del matrimonio es la equidad
generacional, en otras palabras, ser contención en una primera instancia de las
generaciones más necesitadas: la primera (infancia) y la tercera (ancianidad). La
incondicionalidad de los vínculos paternos-filiales es la que precisamente es
fundamento de una atención desinteresada de familiares que por la edad o situación
sólo pueden ser sujeto pasivo de ayuda sobre la base de esos vínculos humanos a largo
plazo.
16
Cfr. La familia: documento 40 ONG. Instituto de Ciencias para la Familia. Universidad de Navarra.
Por eso, la familia matrimonial, y con ella la paternidad y maternidad es –o
debería ser- una realidad de interés personal y de interés público.
Es de interés personal porque constituye una de las vocaciones que actualizan el
sentido más profundo de la persona humana varón y mujer a ser comunión amorosa,
como clave del proceso de su maduración personal y felicidad.
Es de interés público porque representa la estructura de unión y de relación
óptima para el pleno cumplimiento de las funciones sociales estratégicas: procrear las
próximas generaciones de argentinos; criar, educar e integrar socialmente a las nuevas
generaciones de argentinos; generar equidad entre las distintas generaciones de
argentinos y constituir el ámbito ecológico espiritual humano para la vida digna de los
argentinos.
Muchas gracias.
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