JUNIO Vestido de André Courrèges, ca. 1970 Por: Juan Gutiérrez Sala: Alta Costura Domingos: 12:30 h. Duración: 30 min. Asistencia libre y gratuita Texto Juan Gutiérrez es licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Santiago de Compostela. Forma parte del cuerpo técnico del Museo del Traje. CIPE desde 2007, dentro del Departamento de Colecciones, donde está a cargo de los fondos de Moda Contemporánea. Coordinación Mª José Pacheco Maquetación Amparo García ** Todas las imágnes de este folleto corresponden a piezas de la colección del Museo del Traje CIPE, son imágenes de dominio público o están liberadas bajo licencias libres. NIPO: 030-15-008- 9 VESTIDO DE ANDRÉ COURRÈGES, ca. 1970 “Perdóneme, pero la minifalda es una mala forma de ver la cuestión”1, A. Courrèges. los años 60. Sus formas puras de colores límpidos y su visión funcional del vestir le han valido la comparación con Le Corbusier. Y, al igual que el arquitecto definió en gran parte la evolución de las ciudades contemporáneas, Courrèges amplió las nociones de elegancia y sofisticación al llevar al mundo de la moda el “menos es más” de la escuela moderna. Cuando se habla de la moda de los años 60, suelen venir a colación la minifalda y el debate sobre quién fue su introductor, si la inglesa Mary Quant o el francés André Courrèges. Ambos participaron en su popularización desde distintos frentes, haciéndose eco de una tendencia que ya circulaba entre muchas mujeres jóvenes. En líneas generales, a Quant corresponde el mérito de haberla convertido en la prenda más representativa de la revolución juvenil londinense desde su boutique Bazaar, punto de encuentro ineludible para los pioneros del nuevo modo de vida (y de consumo). Ella comercializó las primeras minifaldas de diseño y concibió la combinación con panties de colores y zapato plano que haría furor durante los años siguientes. Courrèges, por su parte, consagró la prenda ante un público diferente a través de la alta costura parisina, pero sobre todo la incorporó a una propuesta de enorme calado, tanto en lo funcional como en lo estético, cuya trascendencia llega a nuestros días. Pucci, Gernreich, Courrèges: la vitrina Novedades del Museo del Traje En la década de 1970, momento en el que Courrèges diseñó el vestido que protagoniza este Modelo del Mes, la fiebre por la estética de la modernidad y la fe ciega en el progreso tecnológico comenzaban a diluirse. La llegada a la luna en 1969 marcó el apogeo de la carrera espacial, que a partir de entonces fue perdiendo su halo épico. Tras la retransmisión televisada del alunizaje, la conquista del espacio pasó a un segundo plano frente a cuestiones más terrenas, como la llamada crisis del petróleo o la amenaza creciente de un conflicto nuclear que ponía en riesgo a la humanidad y al propio planeta. La obra de André Courrèges (Pau, 1923) marcó en gran medida las líneas que definieron el estilo de la modernidad. Precisamente la creación de un estilo, “la síntesis técnica, funcional y estética de una época”, y no de una moda, fue su gran conquista, según él mismo ha declarado en repetidas ocasiones. Courrèges diseñó todo un modo de vida para la clase burguesa que crecía y quería mantener el pulso del desarrollismo imparable de No es casualidad, por tanto, que algunos de los diseñadores que mejor habían interpretado los cambios sociales tras la II Guerra Mundial tuvieran problemas para incorporar sus programas creativos al nuevo contexto, dominado en materia de gusto por un cierto rechazo hacia lo ostentoso y por la expansión del sentimiento nostálgico que dio al traste con las propuestas utopistas. Junto al vestido de Courrèges, se exponen en la vitrina Novedades dos modelos firmados por Emilio Pucci y Rudi Gernreich, a quienes ya hemos dedicado sendos números de esta serie. Los tres forman una interesante terna 1 LEMOINE-LUCCIONI, Eugènie: El vestido. Ensayo psicoanalítico. Entrevista a André Courrèges, Engloba ed., Valencia, 2003. Salvo que se indique lo contrario, las citas sucesivas de Courrèges proceden de la misma fuente. 3 MODELO DEL MES DE JUNIO Vitrina Novedades. De izquierda a derecha, modelos de Gernreich, Courrèges y Pucci. Museo del Traje, Madrid. de creadores con marcado espíritu visionario. Ellos fueron los mejores representantes de una moda funcional que persiguió a mediados del siglo pasado romper definitivamente con el encorsetamiento femenino y con la idea del modista como simple artesano que produce una belleza efímera. Desde distintas perspectivas, desde Francia, Italia y Estados Unidos, aunque inmersos ya en el proceso de globalización, los tres desarrollaron una obra tan coherente como revolucionaria, firmemente asentada en la reflexión sobre el cuerpo femenino y su proceso de emancipación. Siguiendo en esencia la senda abierta por Chanel, Courrèges, Pucci y Gernreich ahondaron en la brecha para proponer una nueva feminidad que se manifestaba en sus atrevidos estilos y, sobre todo, en la movilidad, en la concepción dinámica del cuerpo como signo inequívoco de la modernidad. El hijo del mayordomo en la corte de Balenciaga El padre de Courrèges era mayordomo en casa de una familia pudiente de Pau, al pie de los Pirineos. Su empleo le obligaba a mantener una apariencia cuidada y los descartes del guardarropa de esta familia iban a parar a casa de los Courrèges, donde transmitió a su hijo el gusto por la confección impecable que caracterizaría el trabajo del diseñador. Con los años, el joven Courrèges mostraría predilección por los estudios artísticos, pero terminaría por graduarse en ingeniería civil. Son los años de la II Guerra Mundial y Courrèges participa como piloto aéreo, cometido que también cumplía Emilio Pucci, aunque en el bando contrario. Finalizado el conflicto, coquetea con la práctica de la ingeniería y hace 4 VESTIDO DE ANDRÉ COURRÈGES, ca. 1970 Así pues, con un préstamo del mismo Balenciaga, que años después rechazaría cobrar, establece su propia casa en el 48 de la avenida Kléber, en París, por supuesto, con solo dos costureras y su esposa como equipo. Se dieron cinco años para alcanzar el éxito, pero su propuesta fue aceptada rápidamente. El matrimonio gozaba de buenas relaciones y los diseños de Courrèges fueron apreciados de inmediato por personajes célebres como Gianni y Marella Agnelli. En Italia, de hecho, las líneas que trabajaba el diseñador eran entendidas a la perfección por su sintonía con los planteamientos que estaban desarrollando, entre otras, la industria automovilística, con la FIAT de los Agnelli al frente. deporte asiduamente: juega al rugby y practica atletismo y escalada de montaña2. Entonces decide marcharse a París y tomar clases en la prestigiosa Escuela de la Chambre Syndicale de la Couture, donde toma contacto con el mundo de la moda. Su primer trabajo será en la empresa de diseño textil Jeanne Lafaurie, con la que pasaría solo unos meses de 1950, porque al poco tiempo es admitido en la casa Balenciaga. Más de diez años con Balenciaga serían la mejor escuela para Courrèges, aunque es famosa la boutade del francés en una entrevista en 1965, según la cual los cinco primeros años aprendió una cosa cada día, pero los cinco siguientes se aburrió. En cualquier caso, tuvo la oportunidad de aprender y desarrollar las técnicas del mejor de su época, lo que explica en buena medida la absoluta depuración de su estética. En la casa Balenciaga llega a ser primer asistente (puesto en el que le sucedería otro que se sumaría a la corriente futurista con su propia firma, Emmanuel Ungaro) y ahí conoce a la que sería su esposa, Coqueline Barrière. Así describía Barrière, figura fundamental en la vida personal y profesional de Courrèges, los motivos de la salida de ambos en 1961 para crear su propia empresa: “André y yo teníamos la necesidad de distanciarnos de la influencia de nuestro mentor, Balenciaga. El objetivo fue continuar su filosofía y su razonamiento, pero adaptarlo a algo que pudiera ser accesible para la nueva y joven generación”3. 2 Al igual que Pucci, que era, entre otras cosas, un esquiador consumado: ambos reflexionaron de primera mano sobre las carencias de la ropa tradicional para el desarrollo de la actividad física moderna. 3 Entrevista en The New York Times Magazine, 19 de octubre de 2001. Cazadora de vinilo de estilo automovilístico, de André Courrèges, años 70. Colección Museo del Traje, Madrid. 5 MODELO DEL MES DE JUNIO no tenían ligaduras con el pasado”, ha dicho Courrèges. Ideó el vestuario de esa mujer en construcción y la enmarcó en sus fábulas futuristas. Sintetizó las técnicas de corte y confección de Balenciaga y reformuló sus volúmenes (el trapecio del baby doll, los cilindros de sus sastres) para componer un estilo nuevo en el que, como sucede con las obras de Balenciaga, las prendas parecen levitar sobre el cuerpo en una arquitectura que se “habita” más que vestirse. Así, el movimiento bajo el tejido es libre y la piel transpira con facilidad con independencia del material utilizado. Y así, el diseño gana cierta autonomía como creación artística por derecho propio, camino este que culminaría por esos años otro seguidor de Balenciaga, el también vasco Paco Rabanne. The Lord of the Space Ladies En 1961, Kennedy es proclamado presidente de los Estados Unidos a sus 43 años, el ruso Yuri Gagarin se convierte en el primer ser humano que viaja al espacio y en Francia se inaugura el aeropuerto París-Orly, anunciado a bombo y platillo como uno de los más modernos del mundo. Ese año tuvo lugar también la primera actuación de los Beatles en su Liverpool natal y Audrey Hepburn alcanzó su máxima popularidad con su papel en Desayuno con Diamantes, película que la convertiría en el icono de moda que sigue siendo en la actualidad. Pasar de Marilyn Monroe a Audrey Hepburn fue pasar de la curva a la recta, de la belleza al estilo, de la sensualidad a la inocencia, de una mujer objetualizada a una que está construyendo su identidad. Al tiempo, para subrayar la alianza con la modernidad, el trabajo de Courrèges se fue llenando de guiños a la tecnología aeroespacial: “Esas mujeres tenían el coraje de ponerse esos vestidos que les iban muy bien, porque Gafas de André Courrèges, 1965. Colección Museo del Traje, Madrid. 6 VESTIDO DE ANDRÉ COURRÈGES, ca. 1970 el blanco nuclear y los plateados hicieron que los cronistas hablaran de la llegada de la Space Age, la Era Espacial, y que el diseñador recibiera sobrenombres como el que titula este epígrafe. nuevos materiales como el vinilo o el PVC, monocromías impactantes (con preferencia por el blanco puro), soluciones tomadas de los trajes de astronauta como gruesas cremalleras de plástico, las famosas botas planas, tejidos experimentales… Sus colecciones abrazaban los descubrimientos del presente para generar esa impresión de futuro utópico que aún hoy mantiene su vigencia. Al año siguiente, presentó su primera colección oficial de alta costura e introdujo la minifalda en el escaparate más selecto de la moda mundial. El diseñador no se salvó de las críticas, muchas llegadas desde el propio mundo de la moda. Uno de los ataques más virulentos procedió de la mismísima Chanel, que había regresado de su retiro a finales de los 50 para contraponer sus funcionales sastres de tweed al glamour hiperestético del New look. Chanel acusaba a Courrèges de diseñar vestidos que restaban sensualidad y que serían más apropiados para niñas de tres años que para resaltar la elegancia de una mujer adulta. El diseñador, consciente de que estaba respondiendo a una demanda de la sociedad, El apogeo llegó con la colección para la primavera de 1964, Fille de lune: minivestidos y trajes pantalón con tejidos gruesos con los que estructuraba la silueta sin oprimirla, con total dominancia de la línea recta; muchos vestidos presentaban corte bajo el pecho y estaban pensados para ser llevados sin sujetador, lo que demuestra el afán de Courrèges por liberar el cuerpo femenino de ataduras. Combinados con botas planas, gafas de protección y cascos tomados del equipamiento usado por los astronautas, las formas rígidas, Botas de André Courrèges, 1965. Colección Museo del Traje, Madrid. 7 MODELO DEL MES DE JUNIO respondía que sus prendas rejuvenecían a las señoras sin necesidad de bisturí. “He querido dar una silueta joven, moderna, para empezar a liberar a la mujer de corsés en el pecho, en la cintura, en las caderas, etc. He querido que la mujer de una cierta edad pueda también sentirse joven porque se trataba de un vestido con una arquitectura que podía convenir tanto a una joven de dieciocho años, morfológicamente hecha de una cierta manera, como a una mujer de cuarenta años”. La democratización del estilo “Las cosas no han vuelto a ser lo mismo desde que Courrèges tuvo su explosión”, afirmaba Yves Saint Laurent en 1966. En los años 60 la moda estaba redefiniendo sus líneas de actuación. De repente la juventud se convirtió en un valor capital, literalmente un valor de mercado. Diseñadores como Courrèges trasladaron el nuevo ideal al mundo adulto con su interpretación de las necesidades indumentarias. Y con lo joven vino la aceptación de lo novedoso, de lo cambiante, la ruptura con el pasado que parece definir a la modernidad. Y por encima de todo resultó victorioso el confort, una aspiración propia de la sociedad del bienestar en la que la moda ofrece su versión más democrática. “Discúlpeme, le había tomado por un encargado de gasolinera”, le espetó Pier Balmain a Courrèges en una fiesta en el mismo 1966. El diseñador vestía un look casual que en el siglo XXI ya ha invadido casi todos los ámbitos. Aunque a Chanel no le gustara, la propuesta de Courrèges representaba el espíritu que iba a prevalecer en la moda futura: el estilo se imponía a los dictados de la forma tradicional. Esto llegó a ser así porque la firma no solo ofrecía prendas de vestir, sino todo el modo de vida que representaba el vestirlas. Bajo el logo con la A y la C de las iniciales del diseñador (que, bien miradas, pueden hacer pensar en la doble C de Chanel), se escondía un modo de vida completo que los Courréges trataban de transmitir en sus desfiles y en las cada vez más frecuentes apariciones mediáticas. Barrière organizaba los pases de modelos, que a veces se aproximaban en su planteamiento a performances artísticas o escenografías teatrales. Las chicas, de físico atlético, se movían en cuidados escenarios, Vestido nude look de André Courrèges, 1967. Colección Museo del Traje, Madrid. 8 VESTIDO DE ANDRÉ COURRÈGES, ca. 1970 Hyperbole Así, el proyecto de difundir el estilo de la firma se vio aplazado hasta el inicio de los años 70, en que aparece la línea deportiva Hyperbole, bajo cuyo nombre se comercializó el diseño que protagoniza este Modelo del Mes. Por entonces, 1971, ya casi todas las marcas importantes habían lanzado sus líneas de prêt-à-porter, pero Courrèges trató de llevar sus producciones a un nuevo público, conectando especialmente con el target más joven gracias a un progresivo abaratamiento del producto. Logotipo de la firma André Courrèges en cazadora de vinilo, Colección Museo del Traje, Madrid. al compás de coreografías bien estudiadas para las que tuvieron que aprender a desfilar de nuevo, ya que ninguna estaba habituada al calzado plano que imponía Courrèges. Por entonces comienzan a llover las críticas al diseñador, al que se acusaba de reproducir sus líneas más exitosas y ser incapaz de superar el estilo que había definido con la colección Fille de lune. Efectivamente, algo de eso se aprecia en el vestido que nos ocupa, una pieza que reproduce aquellas líneas de corte bajo el pecho que fueron uno de los leit motif de la colección de 1964. Sin embargo, la aportación que supone un patronaje tan preciso y funcional, que permite no vestir sujetador, no puede desdeñarse como una creación pasajera de la moda, sino que, como sostiene Courréges, en ella se desvela todo un estilo que se ha vuelto perdurable en el tiempo y marca una evolución tipológica llamada a permanecer en la historia del vestir. En esta pieza nos encontramos la revisión definitiva del traje camisa de estilo Imperio, que había sido uno de los faros guía en la emancipación indumentaria del cuerpo femenino. Primero en el período revolucionario, con los ligeros trajes que Josefina Bonaparte puso de moda hasta que el regreso del Antiguo Régimen volvió a cubrir a las mujeres de armazones e infinitas superposiciones de tejidos; luego a principios del siglo XX, cuando los Poiret, Paquin y de- Ante la extraordinaria acogida de sus colecciones de costura (muchos de los accesorios “espaciales” se habían convertido en un fenómeno de masas), los Courrèges se concentraron en tratar de abaratar costes de producción para sacar al mercado líneas asequibles. La profusión de réplicas e imitaciones dirigió la atención de la firma hacia cuestiones más logísticas que creativas y enfrentó a Courrèges con los medios de comunicación. A finales del mismo año 1965 se produce la venta de parte de la empresa a L’Oreal, uno de los gigantes de la moda francesa. Los Courrèges se pasan los siguientes dos años recaudando fondos para llevar su producto a la calle, que ya se estaba convirtiendo en el epicentro de la moda. Finalmente, en 1967, se produce el sonado regreso del diseñador con una nueva enseña, Prototype, bajo la que sin embargo produjo solo encargos a medida, y poco después la línea Couture Future, un prêt-à-porter de lujo con el que cosecha un gran éxito en el mercado. 9 MODELO DEL MES DE JUNIO en la forma como en el fondo, en el detalle decorativo (y, especialmente, en su ausencia) como en la construcción y la atención a la funcionalidad. más couturiers parisinos rescataron esa silueta para eliminar el corsé; y algo más tarde, en los años 30, cuando aparecen ya atrevidos vestidos que se emparentan con el traje camisa y que, como aquel, hacían pensar en la ropa de cama. Es cierto que una observación en detalle nos ubica cronológicamente en la época en que fue confeccionado: la utilización de tejidos “vinilados” fue muy característica de los años 70, siguiendo la tendencia marcada por el propio Courrèges; el color, un marrón bien poco alegre, también responde a un determinado momento histórico, al igual que el largo de la falda concuerda con la corriente dominante en ese mismo momento. En efecto, la década de los 1970 marcó el fin del cromatismo agresivo del período inmediatamente anterior y dio paso a los tonos nude, pasteles, colores oscuros, todos lejos de la vis optimista que se reflejaba en los colores shocking de la moda de los 60. Y, paralelamente, el largo de las faldas hubo de ser maxi, bien por las exigencias de los fabricantes de tejido, como Courrèges retoma aquella línea armando el busto con un corte muy ajustado para a continuación desplegar el volumen de la falda, que se despega del cuerpo con una solidez arquitectónica. Con ello aumenta la libertad de movimiento, que se ve favorecida con la disposición de sendas aberturas en los costados. Y lo hace incorporando además elementos de su propio lenguaje futurista que redundan en el buscado efecto de modernidad: el acabado del tejido en vinilo, la disposición de la cremallera como elemento decorativo, la aparición del logotipo de la marca sobre el pecho… de esta manera, la actualidad de este vestido, que permanece casi intacta más de cuatro décadas después, se encuentra tanto Etiqueta del vestido vestido de André Courrèges, ca. 1970. Colección Museo del Traje, Madrid 10 VESTIDO DE ANDRÉ COURRÈGES, ca. 1970 se ha apuntado alguna vez, bien por el surgimiento de una corriente que rechazaba la exhibición, solo en apariencia inocente, de las piernas femeninas. zó a través de la línea Hyperbole, en distintos colores y siempre con la idea de combinarse con otras prendas de más “categoría”. En cualquier caso, en esa foto se puede apreciar, en el gesto, en el estilo, la indudable modernidad de la señora Ferrero, que no hace sino verse reforzada por los diseños del modista francés. Pero, con todo, el estilo Courrèges se encontraba ya firmemente establecido e iba evolucionando hacia una moda completamente deportiva con la que se construía un nuevo canon de elegancia, lo que hoy se llama a veces sportwear chic. Así, aunque encontremos rasgos que nos orienten hacia un período determinado, lo cierto es que la imagen del vestido, su esencia estética, por decirlo de alguna manera, se ajusta a la perfección al gusto contemporáneo. Pese a sus cuarenta años, este vestido no desentonaría en absoluto en un catálogo de Marc Jacobs o Tommy Hilfiger. Hoy, en el momento álgido de la moda de corte deportivo, con leggins y zapatillas deportivas convertidos en iconos de estilo, diseños como este de Courrèges se descubren en su absoluta vigencia. Véase, por ejemplo, el uso de la cremallera de plástico como componente decorativo, en color contrastado con el tejido, tan común en el diseño actual. En el Museo se conserva un buen número de piezas de la línea Hyperbole que se comercializaban para España en la tienda que la firma tuvo en la calle Orense de Madrid hasta inicios de los años 80. El éxito de su propuesta ha permitido que en este momento el número de courrèges que custodiamos supere el centenar y, a la vista de los muy variados modelos que conservamos, puede entenderse la importante labor que el diseñador desarrolló en relación al vestir cotidiano: jerseys, rebecas o camisetas de distintos materiales; trencas, parcas y bombers que tendrían vigencia hoy día; faldas y shorts cómodos y sencillos, en Detalle del vestido vestido de André Courrèges, ca. 1970. Colección Museo del Traje, Madrid. Conservamos en el Museo una fotografía, realizada por el fotógrafo Garrote, del Diario Pueblo, de la donante, doña Rosana Ferrero González, en la que se la puede ver con el traje en cuestión en una ocasión de cierto postín. Como era casi imperativo al vestir de Courrèges, el traje se combinaba con otras prendas de la firma que completaban el “estilo”: en su caso eligió un suéter en tejido de punto transparente, con cuello de cisne y puños en canalé, blanco y de manga larga y ceñida, que se vestía por debajo del traje. Este tipo de “jersey” (en realidad un híbrido de camiseta y suéter con un tejido propio de medias) es uno de los básicos que se comerciali11 MODELO DEL MES DE JUNIO distintos tonos; pantalones y chaquetas que hacen pensar en aquello que le dijo Balmain y que citábamos más arriba…, todos ellos confeccionados en materiales ligeros, muchos nacidos de la investigación tecnológica, con múltiples elementos de marcada funcionalidad como son la profusión de bolsillos, la incorporación de cierres practicables, capuchas… deriva del gusto no acompañó a la firma, que veía como muchas de sus aportaciones se incorporaban al vestir cotidiano pero en cambio la importancia de la marca se iba diluyendo entre los muchos nuevos nombres que iban a protagonizar el panorama de las tendencias en la posmodernidad. Lógicamente, dentro de esta línea de actuación los Courrèges introdujeron también colecciones para hombre, desde 1973, y diversificaron la producción de la marca: perfumería, accesorios de piel, relojes, mobiliario, maletas, equipamiento deportivo… Pero la “Mi silueta más moderna ha sido esta: leotardos que partían del cuello y que llegaban hasta las botas, de una sola pieza. Y bien, eso era mucho más moderno porque seguía el cuerpo. Después he intentado venderlas años tras año… pero no funcionaba porque el mundo Nunca fuimos modernos Rosana Ferrero González donante del vestido de André Courrèges a la colección del Museo. Foto: Garrote en Diario Pueblo, ca. 1971. Colección Museo del Traje, Madrid. 12 VESTIDO DE ANDRÉ COURRÈGES, ca. 1970 no está preparado”. Así hablaba Courrèges en 1983 en referencia a la Segunda piel que diseñó hacia 1967. Para él, como para Pucci y Gernreich, la modernidad del vestir se encontraba en el perfecto acoplamiento con el cuerpo, en la lectura no mediatizada de su forma natural. Sin embargo, aún hoy resulta complicado establecer ese diálogo entre el cuerpo y el vestido sin que se produzcan todo tipo de interferencias. Cuando se liberó a las prendas de volúmenes impracticables y armazones internos, se sometió al cuerpo a dietas estrictas y ejercicios altamente especializados en busca de la forma perfecta. No parece en absoluto casual que Coqueline Barrière se dedique en la actualidad y desde hace muchos años al diseño de vehículos ecológicos, de los que ya ha registrado varias patentes, alguna muy conocida en Francia. “En mi caso me he sentido unido al mundo en los años sesenta. Pero ahora…”, ha dicho el propio Courrèges. La modernidad fue una ilusión, la realidad es mucho más pacata y nunca deja espacio para la utopía. En 1983, el grupo japonés Itokin compraba el 65% de las acciones de Courrèges a L’Òreal y el diseñador se iba apartando del mundo de la confección para explorar nuevos ámbitos. La firma continuó en buenas manos y el matrimonio aún mantendría el control de una parte de la marca. Entre medias, diseñadores como Jean-Charles de Castelbajac, en colaboración con el propio Courrèges, se han hecho cargo de dar continuidad a la firma y las ganancias nunca han dejado de afluir, sobre todo gracias a la fidelidad del mercado japonés. Quizás porque el Japón de las últimas décadas ha sido, en muchos aspectos, el espejo en el que la sociedad occidental puede contemplar su futuro y como dijo Courrèges: “Yo no choco más que a las personas que están con treinta años de retraso”. El mundo no estaba preparado porque ciertas concepciones, casi siempre relacionadas de algún modo con la sexualidad, con el fetiche que siempre tiene parte en cuestiones de moda, han quedado en un segundo plano frente a la entusiasta acogida de las revoluciones formales. Y lo cierto es que, como expresaba Bruno Latour en el título de su famoso ensayo, nunca fuimos modernos, nunca se dio la disposición real y profunda de la sociedad a la ruptura con las convenciones más arraigadas. La sociedad todavía requiere de muchas reflexiones sobre sus modos de actuación y, más que nunca, sobre el destino a que nos conduce la estructura actual del mundo. 13 MODELO DEL MES DE JUNIO Bibliografía: • BLACKAERT, P.: 1960’s. The swinging sixties, en Icons of vintage fashion, New York, Abrams, 2013. • GUILLAUME, Valérie: Courréges, Paris & London, 1998. • LEMOINE-LUCCIONI, Eugénie: El vestido; ensayo psicoanalítico del vestir, [entrevista con André Courrèges], París, 1983. • ORSENNA, E: Courreges. Xavier Barral, 2011. • SEELING, C.: Moda. 150 años. Modistas, diseñadores, marcas, Postdam, H. F. Ullman, 2011. • STEELE, V. (ed.): The Berg Companion to Fashion, Oxford, New York, Berg, 2010. Artículos • SUÁREZ, Gonzalo: “Courrèges, blanco sobre negro”. En El País Semanal, nº. 1358, octubre 2002. • RIEZU, Marta: “La vuelta al futuro: hace 40 años André Courrèges presentaba su máxima aportación al mundo de la moda: la colección Future Couture”. En Yo Dona, nº. 114, julio 2007. Página Web: www.courreges.com 14 VESTIDO AÑOS 20 MODELO DEL MES. CICLO 2015 En estas breves conferencias, que tendrán lugar en las salas de exposición, se analizará e interpretará un modelo de especial importancia entre los expuestos. A los asistentes se les entregará gratuitamente un cuadernillo con el contenido de la conferencia. Domingos:12:30 h. Duración: 30 min. Asistencia libre ENERO Bolso châtelaine, ca. 1880 Carmen Cabrejas FEBRERO Vestido de Pedro Rodríguez, ca. 1950 Clara Nchama MARZO Seda de Lyon, s. XVIII Lucina Llorente ABRIL Vestido años 20 Rodrigo de la Fuente MAYO Vestido s. XIX Elvira Gonzalez JUNIO Vestido de André Courrèges, ca. 1970 Juan Gutiérrez SEPTIEMBRE Vestido de Coco Chanel, ca. 1939 Beatriz Bermejo OCTUBRE Traje popular Ana Guerrero y Américo López NOVIEMBRE Vestido de Isaura y Rosario, ca. 1950 Concha Herranz DICIEMBRE Pieza por determinar Descubre más sobre la programación del Modelo del mes. Si tienes un teléfono compatible, descárgate un lector de códigos QR. MUSEO DEL TRAJE. CIPE Avda. Juan de Herrera, 2. Madrid, 28040 Tel. 915504700 Fax. 915504704 Dpto. de Difusión: difusion.mt.@mecd.es http://museodeltraje.mcu.es /MT93531/