LA PRUEBA PERICIAL EN EL PROCESO LABORAL. Por Noemí Stefanile de Giovinazzo y Miguel Ángel Maza Publicado en Revista Derecho Laboral, 1987, Nº 10, págs. 441 y stes INTRODUCCION a) Más allá de la discusión sobre la autonomía del derecho procesal laboral, y aunque pensamos en una autonomía moderada junto con Staforini y Allocati, lo cierto es que la producción de la prueba pericial tiene particularidades en su desenvolvimiento cuando se enmarca en el proceso laboral y a éste nos referiremos. b) Si bien específicamente nos ocuparemos del proceso que regla la ley 18345, haremos, al mismo tiempo, alguna referencia comparativa con las prescripciones que respecto al tema dicta el decreto ley 7718/77, aplicable al procedimiento laboral en la provincia de Buenos Aires. A) LA PERITACION 1. Marco de la prueba pericial Al juez se le encarga discernir distintos hechos involucrados en una disputa a fin de que, una vez corroborados, los meritúe a la luz de las normas y así decida la controversia. Y bien, cuando la apreciación de ciertos hechos discutidos –en cuanto a su existencia o efectos- requiera, por su naturaleza, de conocimientos especiales en alguna ciencia, arte, industria o actividad técnica especializada (conocimientos que no cabe suponer ni esperar del juez), hay que recurrir al auxilio de personas que, a diferencia del juez, posean tales conocimientos (1). Por perito entendemos (del latín “peritus”) al docto, experimentado o práctico en una materia científica o en un arte. Bonnet dice que se los designa para dictaminar sobre hechos cuya apreciación no puede hacerse por cualquiera que no posea esas nociones especializadas (2). Como dijera Loudet (3), son “los ojos del juez”. La peritación, acto emanado del perito y fruto de su pericia o capacitación, es el acto de persona perita, cuyo fin es analizar un hecho determinado, estableciendo sus características y extrayendo sus conclusiones, como dijeran Briand et Chaudé (4). El perito, ojo del juez, debe ilustrarlo, asesorarlo, en forma sencilla y mostrándole su opinión (5), ya que es un auxiliar de éste para suplir su falta de conocimientos específicos y concretos. Debe analizar los hechos objeto de su saber y dar opiniones periciales (6). Allocati aclara que el juez puede poseer esos conocimientos, pero sólo los hará valer para apreciar la peritación. De lo dicho se desprende que esta prueba procederá cuando la apreciación de los hechos controvertidos requiera de conocimientos especializados en alguna ciencia, arte o industria (doctrina art. 91 L.O.), pudiéndose designar de 1 a 3 por especialidad, a criterio del juez y según la índole y monto del asunto. En el dect. Ley 7718, si bien el art. 37 en su primer párrafo dispone en los mismos términos, en el apartado siguiente menciona que las pericias médicas se practicarán mediante perito único desinsaculado entre los médicos laboralistas, remitiendo a la primera parte para el caso de inexistencia de médicos laboralistas en el departamento judicial. Las peritaciones tienen un doble objeto: en efecto, exponen al juez –como señala Chiovenda- no sólo sus observaciones materiales y sus impresiones materiales sobre los hechos observados, sino también las inducciones que deben derivarse objetivamente de esos hechos (7). (CNAT., Sala VII, sent. Nº 7719, 7.3.85 “Moñischuk, Pedro c/Microómnibus 246 SACI”; C. Nac. Civ. Sala C., 19.9.78, “Creserri, Artidorio, suc. vs. SADAIC, fallo 27.923). Manuel Osorio y Florit, “Prueba pericial”, Enciclopedia Jurídica Omeba, T. 23, p. 810. E. F. P. Bonnet, “Medicina legal”, T. 1, Cap. IX, p. 263, 2da. edic. 3 Loudet, “Revista de Criminología y Psiquiatría”. 4 Briand et Chaudé, “Manuel Complet de Médicine Légale“, p. 869. 5 E. F. P. Bonnet (op. cit., p. 268). 6 E. F. P. Bonnet (op. cit., p. 775). 7 Giussepe Chiovenda, “Principios de Derecho Procesal Civil”, p. 322 y 64. 1 2 En igual sentido Perugini ha dicho que la función del perito consiste en mostrar los fenómenos, las percepciones, y valorar sus alcances dando opinión. Por esa doble función se puede afirmar que es un medio de prueba y, a la par, un asesoramiento y, así Perugini ha opinado que en el proceso de comprobación, descripción y análisis de los hechos es una prueba (testimonial calificada, llamémosla) mientras en lo demás no es prueba. Como expuso Devis Echandía el perito da al juez, argumentos o razones para la formación de su convencimiento. Falcón indica que el perito informa sobre hechos pasados, presentes y aún futuros. El aspecto más difícil de analizar es el referido al específicamente asesoraticio y del mismo nos ocuparemos en párrafos siguientes. A esta altura cabe discernir la diferencia entre perito y experto receptado en el CPCC. Ya definimos al perito, cabe entonces definir ahora al experto. Ramiro Podetti apunta que es una persona práctica en determinada actividad (8). Chiovenda nos recuerda que para el Código Civil español perito es el que posee título en una ciencia o arte y experto es el que, sin título, resulta un entendido o práctico. Para Allocati el juez puede requerir el asesoramiento de quienes resulten entendidos en determinada actividad laboral, si es conveniente escucharlo, dada su experiencia (doct. Art. 80 L.O.). Nuestro Código de Procedimientos y la L.O. admiten la labor del experto a falta de personas con título en el lugar o cuando la actividad no esté reglamentada (art. 464 CPCC), dando igual régimen jurídico a la prueba. Así, por ejemplo, en el caso de ciencias modernas y en vías de desarrollo, como sería el caso de la computación, a falta de personas con título habilitante, podría requerirse el auxilio de expertos, quienes, aún careciendo de aquél, posean los conocimientos necesarios acerca de la materia 2. Caracteres. La opinión del perito nunca sustituye al juez, enseña Chiovenda; de modo que no debe traspasar, decimos nosotros, su función para juzgar el caso. Dicho maestro resalta el carácter personal e indelegable, mientras Falcón apunta que sólo puede derivar operaciones técnicas que no hagan a su objeto pericial, pero, aclara, que no deben delegar en otros profesionales, aspectos técnicos. Si así ocurriera, deberían informar al juez, a nuestro juicio, su falta de especialización para que éste la mande suplir. Falcón remarca el peligro que deviene para las partes, en lo que hace al control del acto pericial delegado, toda vez que éstas se verían impedidas de controlar la idoneidad, imparcialidad, etc., del consultado. Stafforini advierte que el perito debe abstenerse de realizar toda afirmación que pueda suponer una apreciación del derecho o de las razones invocadas por las partes, limitándose a los hechos periciales y a dar su dictamen con toda objetividad (9). (SCBA, L. 33767, 6.11.84, “Villanueva, Antonio c/ASTARSA”). Como se dijo, el perito no suple al juez, sino que lo asesora sobre aquello que él no conoce versadamente y Allocati puntualiza que si éste tiene los conocimientos del caso, y aún título, los hará valer al apreciar la prueba, pero no puede prescindir de ella, ya que la intervención pericial es imprescindible cuando haya esa clase de hecho. La cuestión divide hasta a los autores de este trabajo. La postura que apoya la tesis expuesta (A. Allocati) se funda en que, si se prescindiera del perito y consecuentemente de su experticia, se vería atacado el derecho de las partes a un debido proceso, pues una de las pruebas o medio de prueba, quedaría en manos de la misma persona que debe decidir acerca de su valor probatorio. Evidentemente, existiría un cierto prejuzgamiento y una vulneración tácita al derecho de defensa, ya que carecerían de objeto las impugnaciones de los litigantes, por cuanto, quien tiene a su cargo su valoración, seguramente no actuará con la imparcialidad debida (10). En la posición contraría se argumenta que el perito aparece sólo ante la carencia de conocimientos determinados por el juez y únicamente para cubrir esa deficiencia. Más, al no existir esa carencia, desaparece la necesidad de recurrir a los ojos de un tercero, siendo a todas luces preferible que sea el propio judicante quien analice los Ramiro Podetti, “Tratado de Derecho Procesal Laboral”, T. 1, p. 295. Ed. 1949. “Derecho Procesal Social”, p. 582. 10 Así opina Noemí Stefanile de Giovinazzo. 8 9 hechos científicos, con la condición de que, efectivamente, posea los conocimientos necesarios y los títulos que así lo habiliten (11). En otro orden de cosas, digamos que resulta necesario distinguir con precisión el objeto de la peritación. En este plano apuntemos que los elementos técnicos especializados extraprocesales o preconstituídos (certificados, documentos y análisis médicos o historias clínicas, exámenes preocupacionales, inspecciones contables, etc.) deben ingresar al proceso como prueba propia y autónoma (documental) y ser objeto, en la peritación, de análisis, como hecho peritable (12). Diferente es la prueba de la compulsa que, en todo caso, constituye una especie de peritación particular (13). 3. Otros sujetos. Ya dijimos que el perito debe poseer título en la materia. A su vez, el art. 18 L.O. prevee que los peritos médicos posean el título de legistas o especialistas en la rama de la medicina relacionada con la cuestión sometida a su dictamen. A nuestro modo de ver, esta norma no alcanza como garantía de idoneidad y creemos que la Cámara de Apelaciones del Trabajo debería organizar cursos de capacitación concreta y específica para los peritos, en general, que actúan en el ámbito del proceso laboral. Profesionales o técnicos de la administración pública: el art. 92 de la L.O. (y el art. 52 Dec. 1285/58 RJN) autorizan al juez -cuando lo crea necesario- a disponer que la peritación se practique por profesionales o técnicos de la Administración Pública o por cuerpos periciales. A nuestro modo de ver, se trata de un medio excepcional de prueba utilizable -en substitución del perito- restrictivamente (en alguna época ELMA solicitaba que dictaminara el Cuerpo Médico Forense con la intención de evitar gastos, desvirtuándose de tal modo la real función de dicho organismo). Distinto es utilizar tales servicios como segunda peritación, aunque no nos parece correcto que se haya convertido al CMF en órgano de revisión de toda peritación, como es utilizado por la mayoría de los Juzgados. El cuerpo pericial no acepta esa función. El art. 476 CPCC, con buen criterio prevee -de oficio o a pedido de parte- el pedido de opinión técnica o científica (coincidimos con Falcón en que es prueba de informes) a Universidades, academias, corporaciones, institutos y entidades públicas o privadas de carácter científico o técnico, cuando el dictamen requiera operaciones o conocimientos de alta especialización (14). Los consultores: el art. 458 CPCC, reformado por la ley 22434, receptó la figura de los "consultores" previstos por las legislaciones de Italia, Brasil, Colombia, Vaticano, etc. Son asesores de las partes y no del juez (a diferencia del perito) en materias ajenas al campo jurídico (15). Como bien dijo Fenochietto, vienen a ser patrocinantes técnicos, carecen del deber de imparcialidad, son facultativos de las partes y pueden o no presentar su informe. Como indica Devis Echandía, asesoran a la parte en el estudio de las pericias. Además moderan el acto de la pericia al controlar la peritación. Pueden tener título o no, según Fenochietto, aunque para Falcón, Abati, Grifi y Rocca es necesario si el perito lo tiene (16). Deben ser individualizados al ofrecer prueba (aunque se los puede reemplazar) y el designado luego de esa ocasión carecerá de facultades y no integrará las costas (17 ). Al respecto el art. 271 deI CPCC dispone que las partes y el consultor pueden intervenir en el acto pericial (no en la deliberación) y pedir explicaciones. 4. El dictamen o peritación o la experticia. Aspectos materiales. Valor probatorio. 11 Así opina Miguel Angel Maza. Falcón, “Código Proc. Civil y Comercial de la Nación, Comentado”. T. 3, p. 370 y sig. 13 Idem anterior. 14 Idem anterior. 15 Fenochietto, Carlos, LL 1981 C 1123; y Calamandrei alude a ellos como patrocinantes técnicos no imparciales (“Derecho Procesal Civil”, T. 2, p. 395). 16 Ver “El Consultor técnico en el Código Procesal”. ED. 96.814. 17 Conf. Falcón (op. cit.), p. 383. 12 Ya dijimos en el inicio que el perito analiza los hechos y da su opinión acerca de su proyección técnico-legal. Así el perito describirá los fenómenos y hechos corroborados, mencionará las pruebas realizadas para comprobarlos, los evaluará y dará su opinión fundada, para que el juez también pueda opinar, asesorado por él, y llegar a una conclusión precisa y concreta. Bonnet dice que el dictamen debe describir los hechos observados, analizar su discusión y concluir con sus opiniones periciales. AI respecto la SCBA declaró que el perito sólo asesora al juez en cuanto a la apreciación de los hechos para los cuales se requieren conocimientos especializados, pero en todo lo que exceda esa función auxiliar; resulta carente de valor probatorio ("Villanueva c/ASTARSA" 6.1 1.84). En este último aspecto, sería un mero asesor que no obliga al justiciante. Vittorio Denti aclara que la "consulta técnica no es un medio de prueba, sino una actividad del perito encaminada a indicar al juez las reglas de experiencia a aplicar a los hechos de la causa y a proporcionarle los especiales conocimientos técnicos necesarios para reconstruir los hechos" (18 ). Así, ejemplificando, el perito dirá si hay patología (observando los hechos noxológicos) -probando en ésto- y luego le explicará al juez la etiología de esa enfermedad para que éste último pueda formar su conocimiento sobre ello y sea él quien finalmente decida si hay o no relación causal, de conformidad con las restantes pruebas valoradas. Perugini (19) enseña que la relación causal no es objeto de prueba sino que se trata de una inferencia objetiva de análisis y aprehensión por el juez, asesorado debidamente. El perito, resolvió la jurisprudencia, informa sobre hechos de la causa, indicando al juzgador acerca de las consecuencias que objetivamente, según su saber y su experiencia técnica; deben extraerse de la observación de tales hechos, realizando el proceso deductivo correspondiente. No basta que el perito esté convencido de lo que opina, sino que debe dar los antecedentes y explicaciones que justifiquen su opinión, pues su misión consiste en asesorar al juez, quien debe valorar el acierto de esas conclusiones para que sea él quien decida sin ser sustituido por los peritos. Por ende, deben dar una explicación pormenorizada de las operaciones realizadas y de los principios científicos en que se funde la opinión pericial (CNC. Sala C. 19.9.78). Para permitir un adecuado control y el ejercicio del derecho de defensa es que el dictamen escrito debe acompañarse de copia para las partes y brindar explicaciones detalladas. Pensamos que la peritación es un medio de prueba directo respecto a los hechos sobre los que recae (como testimonial calificada) y, por lo tanto, lo expuesto por el perito al respecto, sólo puede atacarse por falso o erróneo, aunque la prueba en contrario debe analizarse muy restrictivamente a. partir de la base de que esos hechos requieren conocimientos especiales para su observación. Así ocurriría en el caso que el médico dictaminara que no hubo fractura y otros elementos médicos demostraran lo contrario, o si el perito informa que las registraciones contables están en orden y de un acta de inspección surgiera que no es así, etc. En cambio, en lo demás, en la faz asesorativa, el perito sólo aporta elementos de prueba indirectos, que no prueban sino que están destinados a formar la convicción del juez; y en ese plano su opinión puede ser objeto de ataques procesales de distinto tipo. Puede imputársele falsedad si parte de presupuestos falsos o equivocados, error científico, falta de fundamentación (que despoja a la opinión pericial del sustento científico que debe caracterizarla) y hasta puede discreparse científicamente con él (sobre todo, esto se aprecia con más frecuencia en materia médica). En este último aspecto debemos recordar que la parte está legitimada para traer a la causa la opinión de su consultor técnico. No obstante, y fuera de ese caso, se pueden discutir las opiniones del perito con la salvedad de que los jueces no aceptarán desinteligencias meramente subjetivas o simples disconformidades con el criterio pericial, y, así, la discrepancia debe estar, también, apoyada .en criterios objetivos o evidencias idóneas para conmover el criterio pericial o demostrar que las conclusiones son erradas o incorrectas (caso distinto a la diferencia de criterio), o que los datos premisa son falsos o equivocados. Y será el juez quien, asesorado por el perito, dará valor o no a la opinión de aquél para juzgar el caso, no teniendo obligación alguna de seguir su dictamen; aunque, claro está, deberá el magistrado fundar su criterio y el apartamiento de la postura pericial. Vittorio Denti. “Estudios de Derecho Probatorio”. Edic. Jurídicas Europa-América, Bs. As., 1974. 19 Perugini, Eduardo E., en “Medicina Legal del Trabajo”. Conferencia del 23/X/81. 18 Pensamos que el sentenciante debe contar con la mayor libertad dentro de los límites de la sana crítica y fuera del área de arbitrariedad, por lo que no compartimos la jurisprudencia que mayoritariamente aconseja seguir atadamente el dictamen pericial, ya que ello ha llevado a que los peritos definan los pleitos, convirtiéndose en los jueces de la causa (SCJBA, L. 33968. 7.5.85. "Seoane Cecilia c/ Italar S.A."). Claro que, en ejercicio razonable de la sana crítica, el juez no ha de apartarse de una opinión pericial fundada si no hay otros elementos de juicio y opiniones que, también fundamentadas, apoyen otro criterio. Pero, insistimos, este aspecto de la pericia, no es prueba directa. Las partes, dada la particular característica de esta actividad probatoria, tienen el derecho (junto al deber de los jueces -que en la Capital está casi imposibilitado por el cúmulo de tareas y en la Provincia de Buenos Aires, en cambio, se ve facilitado en la audiencia de vista de causa-) de exigir que los peritos den todas las aclaraciones que sean necesarias para que el asesoramiento judicial sea inteligible y cumpla su función, como para que el perito funde sus hallazgos, opiniones y conclusiones. Esta actividad de las partes podemos clasificarla como "pedidos de aclaraciones o fundamentaciones" y corresponde que los jueces exijan al especialista su evacuación pues lo contrario pone en peligro el derecho de defensa. Aunque la jurisprudencia ha dicho que es una facultad privativa del juez, creemos que debe ser ejercida con la mayor amplitud para asegurar el conocimiento preciso de la cuestión en su faz técnico-científica. En cambio, las actividades procesales tendientes a desvirtuar lo dicho por el perito o a exhibir otras posturas, constituyen genéricamente: "impugnaciones" (aunque pueden implicar su pedido de falsedad o de nulidad) y es privativo del juez dar traslado al especialista; según cada caso, siendo de remarcar que muchas veces, cuando se trata sólo de discrepancias fundamentales de criterio, sin cuestionarse la validez de los hechos valorados- es inconveniente generar una discusión entre la parte y el perito. Las observaciones pueden remarcar (alegando) o impugnar. La apreciación: Más allá de las discrepancias de las partes, de las impugnaciones, el juez -destinatario principal (aunque no único) del asesoramiento pericial- debe en su estadio valorar el informe para formar su propia opinión ponderando conjuntamente todos los elementos de juicio traídos al litigio y debe analizar su fuerza convictiva con total independencia de que haya o no impugnaciones, ya que el juez no puede resignar su papel justiciante y, si decide adherir a la opinión pericial debe decir por qué razones (CNAT, Sala 2da. 30.4.79. "Ciampitti, José c/ Tibat S.A.", Fallo Nº 29145). Alguna jurisprudencia dijo que si la parte no impugnó la peritación no puede luego agraviarse contra la sentencia que tomó el criterio pericial, mientras Perugini y otras decisiones señalaron lo contrario, apuntando que la falta de impugnación no permite aceptar el dictamen y que es función del juez analizarlo. Coincidimos con Perugini en que es el magistrado quien debe valorar -corno deberla peritación y así no puede darle valor, pese a la falta de observación, si exhibe insuficiencias, errores o contradicciones, pues esas falencias incidirán en una errónea o dificultosa decisión (CNC, Sala C. 19.9. 78; LL 1979. B. p. 112). Muchas veces la jurisprudencia expresó que entre varios, informes (nosotros diríamos mejor: entre varios elementos de juicio) divergentes, el Tribunal debe aceptar el que está basado en mayores explicaciones sobre sus conclusiones y que suministre mayores antecedentes técnicos para justificar su convicción. Nos parece sumamente criticable esta formulación que parece limitar el valor probatorio a una cuestión cuantitativa (la opinión con más apoyo es la válida) cuando pensamos que en materia científica la cuestión es cualitativa. Por citar una vez más a Perugini, diremos que ese criterio llevaría a que en materia de cardiología la opinión de diez enfermeros valiera -por poseer diez fundamentos- más que la del Dr. Favaloro. Nos parece esencial remarcar que el único juzgador es el juez o Tribunal con los límites legales de la sana crítica (art. 377 CPCCN) o la conciencia (art. 44 dect. Ley 7718/77) de modo que, entre dictámenes fundados, el juez tomará aquél que lo persuada por su calidad técnica. Concretamente, es como que, en esa corruptela de requerir opinión del CMF., ante la controversia, se termine designando un tercer perito. Creemos, sin dudar, que el juez podrá aceptar las conclusiones del dictamen minoritario si éste lo convence, pues en nuestro régimen probatorio, no hay pruebas de valor o peso legal: lo único que se requiere (que ya es bastante pesado para los jueces concientes), es que la aportación probatoria convenza íntimamente al magistrado. Allocati dice al respecto que el juez debe disponer de oficio (amén del pedido de las partes) todas las explicaciones que crea necesarias y aún ordenar otra .peritación o el perfeccionamiento de la realizada, por el mismo perito o por otro. En cuanto al análisis, evidentemente debe evaluarse -para formar su íntima convicción- la competencia de los peritos, la uniformidad o contradicción de las opiniones, la fundamentación científica exhibida y los demás elementos de la causa, apreciados según la sana crítica, o en conciencia (según el régimen legal). El juez recibe el informe, lo examina, y compara todos los elementos de la causa para dar su juicio. Pensamos que, incluso, es válido admitir la utilización de la experiencia del juez tomada en la materia por casos y dictámenes anteriores. Como dijera Sentís Melendo, el juez no puede borrar lo que sabe con un papel de lija. Concluyamos aclarando que el juez no puede ser arbitrario (es decir, infundado), sino que está enmarcado por los elementos de juicio producidos en la causa, pero debemos reconocer su amplio margen para decidir, sin atarse al criterio pericial. B) EL RECONOCIMIENTO JUDICIAL Es el reconocimiento o inspección de lugares o cosas, que incluso puede efectivizarse en presencia de peritos y testigos. Antes se lo llamaba inspección ocular y es una comprobación personal hecha por el juez, dándole una vivencia propia. Es una prueba de cognición directa, la más simple y segura (20). Puede ser prueba directa o indirecta (21). Sin lugar a duda es medio de prueba como percepción sensorial directa, que forma la convicción del juez. Existe, no obstante alguna jurisprudencia en contrario. Como prueba de percepción o cognición directa, tiene como único protagonista al juez, y por ende es indelegable. En el acta el juez no debe volcar lo que sintió pues no es un testigo y podría prejuzgar (22). Según Falcón en el acta sólo pueden hacerse constar comprobaciones objetivas, sin apreciaciones. Debido a ello en el marco del dec. 7718 debe realizarse nuevamente en caso de que, luego de la inspección y antes que los jueces exterioricen su valoración, uno o todos los integrantes del Tribunal se hubiesen renovado. Capograssi (23) enseña que en el proceso judicial se opera una doble magia consistente en hacer revivir lo que ya no vive, y hacerlo revivir en la conciencia y en el juicio de alguien que estuvo totalmente ausente y que fue extraño a la experiencia que se quiere hacer resurgir para su juzgamiento. Por eso, en ese proceso de reconstrucción de sucesos pretéritos nada es más deseable que la verificación por el propio sujeto juzgador; cuando las circunstancias del caso lo permiten, de los hechos y circunstancias constitutivas del litigio, con sus propios sentidos naturales, evitando tener que recurrir "a los ojos" de peritos y testigos. CONCLUSIONES Las consideraciones que venimos a exponer evidencian, a nuestro juicio, la gran importancia de este medio tan particular de prueba. Y esa trascendencia nos lleva a poner el acento en la especialidad .y capacitación que son dables de exigir a los auxiliares designados como peritos, por lo que sería conveniente la promoción de cursos de formación y capacitación, tendientes a adecuar los conocimientos técnicos y científicos a las exigencias procesales del pleito, y concientizar a éstos sobre el relevante papel que les toca cumplir en el proceso judicial. Consecuentemente, la utilización de la prueba pericial debe realizarse con precisión y eficiencia para garantizar un mejor asesoramiento a los judicantes y el respeto al derecho de defensa de los justiciables 20 Conf. Falcón (op. cit.). Conf. Devis Etchandía. “Teoría General de la Prueba”. P. 287 y conc. 22 Como lo dicen Alsina y Caravantes. 23 “Giustizia, Proceso, Sciencia, Verita”. Rev. de Diritto Processuale, 1950, p. 1 y sigts. 21