1 IMPLICACIONES OPERATIVAS DE LA ANIMACIÓN Y COOPERACIÓN MISIONERA (Contexto y contenidos de la Instrucción "Cooperatio Missionalis") J. Esquerda Bifet Introducción Se puede constatar una preocupación constante, "in crescendo", por parte de los Delegados Diocesanos de Misiones. Se trata de una realidad o de un hecho actual lleno de contenidos y esperanzas misioneras: existen múltiples servicios misioneros (de animación y de cooperación) y se siente cada vez más la necesidad de coordinación según los diversos niveles (diocesano, interdiocesano, nacional, internacional). Esta preocupación de los Delegados Diocesanos de Misiones aflora también a nivel nacional en la relación entre diversos servicios: Comisión Episcopal de Misiones (con su Secretariado), en relación con la Dirección Nacional de las OMP y con otras instituciones misioneras.1 Por parte del Consejo Nacional de Misiones (como servicio a la Conferencia Episcopal), del que forman parte los representantes de las instuticiones y servicios misioneros, se siente la necesidad de clarificación de principios de actuación respecto a la misión "ad gentes", así como de orientaciones básicas para una mejor formación y coordinación de la cooperación y de la acción misionera.2 A nivel internacional, la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (CEP), en la que radican las OMP, ha estudiado la relación con las Conferencias Episcopales y con las diversas iniciativas y servicios misioneros, publicando la Instrucción "Cooperatio Missionalis" (1998). Vamos a reflexionar sobre su contexto histórico-documental, trasfondo y Entre las preocupaciones apuntadas por los Delegados Diocesanos (en diversos encuentros), destacan las siguientes: evitar una dicotomía práctica que perjudicaría a la CEM, a las OMP y a otras instituciones; definir las tareas propias y armonizar las convocaciones de cada institución; en la misma delegación diocesana, además de respetar y armonizar todos los cometidos misioneros, saber deslindar lo que, a nivel nacional, depende de una o de otra institución. Lo más importate es que no falte la animación y formación misionera de toda la comunidad (en todos los sectores y vocaciones), así como la asunción de su responsabilidad misionera en la cooperación misionera "ad gentes". Cabe no olvidar que se dan situaciones parecidas en otros campos del quehacer eclesial, especialmente cuando hay más vitalidad en las ofertas y aportaciones (piénsese en los nuevos movimientos o nuevas instituciones apostólicas, en relación con la Iglesia particular y universal). 1 El Motu Proprio "Ecclesiae Sanctae" (Pablo VI, 1966), en el n. 11 del apartado III (para aplicar el decreto conciliar "Ad Gentes"), indica la finalidad de este Consejo ("para lograr mayor utilidad y eficacia"), señalando como miembros a los directores de las OMP y de los Institutos Misioneros. A partir de 1992 en España son miembros del Consejo: El Presidente de la CEM, el Director de las OMP, un representante de la OCSHA, dos responsables de los Departamentos de Misiones de la CONFER, un representante de los Delegados Diocesanos de Misiones, el Director General del IEME, el responsable del SCAM, el presidente de la Coordinadora de Laicos Misioneros. Desde 1998, son también miembros un representante de Cáritas Nacional y uno de Manos Unidas. El secretario es el Director del Secretariado de la CEM. La última reunión del Consejo (antes de la presente) fue en abril de 1998. 2 2 contenidos.3 Mi exposición tiene en cuenta los datos de experiencia, los contenidos de los documentos, la reflexión teológico-pastoral expuesta en la docencia y publicaciones, así como la escucha de estas preocupaciones en encuentros a diversos niveles. 1. Los precedentes históricos de la situación actual La complejidad de la situación actual, con toda su riqueza de nuevas aportaciones, puede valorarse con más equilibrio si se tienen en cuenta los precedentes de una evolución, especialmente en el campo del protagonismo respecto a la cooperación misionera: OMP, Institutos e Instituciones misioneras, Iglesia particular misionera, otras iniciativas. Cada tonalidad tiene el riesgo de querer hacerlo todo y de perder, consecuentemente, su propio objetivo, dañando, al mismo tiempo, el objetivo peculiar de los demás. De ahí la necesidad de una coordinación que respete la peculiaridad de todos y cada uno. Las Obras Misionales Pontificas El siglo XIX dio inicio a un despertar misionero que encontraría su punto culminante en el siglo XX. A comienzos del siglo XIX (1800ss), la acción misionera directa era muy escasa. Las Obras Misionales Pontificias fueron el acicate que suscitó un gran fervor misionero, tanto para la cooperación misionera como para la acción misionera directa. Algunos Institutos e Instituciones misioneras son fruto de este fervor suscitado por las OMP. Las encíclicas misioneras del siglo XX y el concilio Vaticano II hacen hincapié en el servicio prioritario de las OMP para la animación y cooperación misionera. Las OMP nacieron en las Iglesias particulares y como iniciativa privada que fue extendiéndose rápidamente por toda la Iglesia. Posteriormente fueron aprobadas y también consideradas como "Pontificias". Dependen del Dicasterio misionero y se presentan como colaboración con la responsabilidad misionera del sucesor de Pedro en Roma, que "preside la caridad" universal (cfr. San Ignacio de Antioquía, Ad Romanos: PG 5, 685). La cooperación misionera es, pues, hacia todas las Iglesias y sectores de primera evangelización, en nombre de la misma Iglesia. Precedentes del documento: Vaticano II (especialmente de AG: 1965) y encíclicas anteriores; Instrucción "Quo Aptius" (1969) sobre el mismo tema de la presente Instrucción; exhortación "Evangelii Nuntiandi" (1975) sobre las nuevas situaciones de la evangelización; encíclica "Redemptoris Missio" (1990) que aclara nuevos horizontes, vías, responsables y medios de cooperación; Plenaria de 1995 y reunión especial de 1996. En estas dos últimas reuniones (1995 y 1996) se escuchó el parecer de los Presidentes de las Comisiones Episcopales de Misiones, así como de los Directores Nacionales de las OMP y de los responsables y representantes de diversas instituciones misioneras. Recuérdese que la CEP tiene como objetivo "coordinar por todas partes la obra misional en sí y la cooperación misionera"(AG 29). Por esto se pide que "promueva las vocaciones y la espiritualidad misionera, el celo y la oración por las misiones, y difunda noticias auténticas y convenientes sobre las misiones. Forme y destribuya a los misioneros según las necesidades más urgentes de las regiones. Haga la planificación, dicte normas directivas y principios para la evangelización adaptada y dé impulsos. Estimule y coordine la colecta eficaz de ayudas" (ibídem). 3 3 Los Estatutos de 1980 las describen como una "institución de la Iglesia universal y de cada Iglesia particular", puesto que "tienen como finalidad despertar y profundizar la conciencia misionera del Pueblo de Dios, informar a éste de la vida y necesidades de la misión universal, animar a las Iglesias a orar unas por otras, a sostenerse mutuamente mediante el envío de personal y de ayuda material, suscitando así un espíritu de solidaridad vivido en vista de la evangelización".4 Entre las características más importantes de las OMP, cabe señalar las siguientes: universalismo (al servicio de todas las misiones), formación de la conciencia misionera de toda la comunidad eclesial, cooperación y animación en vistas a la primera evangelización (que incluye la promoción integral), carácter episcopal como servicio para despertar la conciencia misionera de toda la Iglesia particular, proporcionar ayuda con espíritu de comunión eclesial.5 La "prioridad", de que hablan los documentos pontificios, se concreta en fomentar la formación misionera de toda la comunidad eclesial, suscitando la ayuda espiritual, vocacional y material hacia todas las misiones en general. "Estas obras debe ocupar, con todo el derecho, el primer lugar, pues son medios para infundir a los católicos, desde la infancia, el sentido verdaderamente universal y misionero, y para estimular la recogida eficaz de subsidios en favor de todas las misiones, según las necesidades de cada una" (AG 38; cf. AG 29; can. 79).6 Suscitar todas las vocaciones misioneras es también el objetivo de las OMP, según indicación de la encíclica Redemptoris Missio: "Otro objetivo de las Obras Misionales es suscitar vocaciones ad gentes y de por vida, tanto en las Iglesias antiguas como en las más jóvenes" (RMi 84). Cada una de las cuatro Obras se concreta en un objetivo más específico. La Obra Pontificia de la Propagación de la Fe apunta a la animación misionera de toda la comunidad eclesial, en vistas a "suscitar interés por la evangelización universal en todos los sectores del Pueblo de Dios", promoviendo "la educación, información y sensibilización misioneras"7. Estatutos de las Obras Misionales Pontificias, cap. I, n. 5 (edición de 1980). Ver el texto francés y latino en: Enchiridion Vaticanum (Bologna, EDB 1991) Sup.1, 745-797. Cf. O. DEGRIJSE, Les nouveaux statuts des Oeuvres Pontificales Missionnaires: Eglise et Mission 61 (1981) 28-32. 4 La organización, según los Estatutos, puede ser según tres niveles: universal (un secretario general para cada Obra, dependiendo de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; el Presidente de todas las Obras a nivel mundial es el Secretario de la CEP); nacional (un Director nombrado por el Dicasterio misionero, ayudado de un Consejo nacional); diocesano (un Director nombrado por el Obispo: cf. can. 791, pár. 2). 5 Ver orientaciones actuales en: Aspetti pastorali delle Pont. Opere Missionarie. Atti del VIII Congresso Internazionale dei Direttori Nazionali delle PP.OO.MM. (Roma, 1985); Progetto missione, Progetto educativo per l'animazione e la cooperazione missionaria delle Pontificie Opere Missionarie (Roma, 1990); O. DEGRIJSE, Les Oeuvres Pontificales Missionnaires et l'évangelisation: Eglise et Mission 4 (1983) 2-14; J.M. GOIBURU, Animación Misionera (Estella, Verbo Divino 1985), cap.25-31. Ver algunos estudios de J. CAPMANY (entre 1979 y 1995) en: Las misiones de cara al siglo XXI (Estella, Verbo Divino, 1996). 6 Estatutos, cap. II, art. II, n.10-11. La Obra de la Propagación de la Fe se inició en Lyon, en 1822, por un grupo de laicos entre los que destacaba Paulina Jaricot. La Obra fue recomendada continuamente por los 7 4 Un día señalado de modo especial para esta Obra es el "Domingo Mundial para las Misiones" (Domund).8 La Obra de San Pedro Apóstol tiene como objetivo "sensibilizar al pueblo cristiano sobre el problema de la formación del clero local en las Iglesias misioneras", invitando a "colaborar en la formación de los candidatos al sacerdocio mediante una ayuda espiritual y material"9. La Obra Pontificia de la Infancia Misionera (Santa Infancia) "es un servicio de las Iglesias particulares, que trata de ayudar a los educadores y despertar progresivamente en los niños una conciencia misionera universal, y a moverles a compartir la fe y los medios materiales con los niños de las regiones y de las Iglesias más desprovistas al respecto"10. Se intenta que los mismos niños sean misioneros de otros niños, compartiendo la fe11. La Pontificia Unión Misional tiene como objetivo "la formación y la información misioneras de los sacerdotes, de los religiosos y religiosas, de los aspirantes al sacerdocio y a la vida religiosa (vida consagrada), así como de otras personas empeñadas en el ministerio pastoral de la Iglesia"12. Queda mucho campo abierto a otras peculiaridades de la animación y cooperación misionera, que no siempre se explicita en las OMP. En diversas direcciones nacionales se responsabilizan de algunos sectores sin que sean fines específicos de una obra concreta: jóvenes ("jóvenes sin fronteras"), enfermos misioneros, intelectuales... (no queda suficientemente claro a cuál de las OMP pertenece cada uno de esos sectores). Algunas direcciones nacionales han sugerido ampliar el número de Obras Misionales, especialmente cuando se trata de los enfermos misioneros. El espíritu de las OMP, ya desde el siglo XIX, lleva a fomentar la peculiaridad de los Institutos Misioneros "ad gentes", la apertura "ad gentes" de todas las Instituciones (laicales y de vida consagrada), la puesta en marcha de la Iglesia particular o diócesis misionera. Inspirándose Papas y por sus encíclicas misioneras. Pío XI, en 1922, centenario de la fundación, la declaró "Pontificia" como "órgano oficial de la Santa Sede para recoger las limosnas de los fieles en todo el mundo y repartirlas entre todas las misiones" (Motu Propio Romanorum Pontificum, 1922). Esta jornada dio inicio con el rescripto de la Congregacion de Ritos del 14 de abril de 1926 (con aprobación de Pío XI). 8 Estatutos, cap. II, art. II, n.16. La Obra fue fundada en Caen, en 1889, por Estefanía y Juana Bigard. La Obra fue declarada Pontificia también por Pío XI en 1922 (Motu Propio Romanorum Pontificum, 1922). 9 Estatutos, cap. II, art. II, n.18. La Obra fue fundada en 1843 por Forbin Janson, Obispo de Nancy. 10 Pío XI Misionales. 11 (1922) la declaró Pontificia junto con las demás Obras Estatutos, cap. II, art. II, n.24. Fue fundada en 1916 por el P. Pablo Manna, misionero del Pontificio Instituto de Misiones Extramjeras (Italia). Ver también la aprobación global por el Papa Pío XI en el Motu Proprio Romanorum Pontificum (1922). Inicialmente era sólo par el Clero (Unión Misional del Clero). Pío XII (14 de julio de 1949) la extendió a los religiosos y religiosas. Pablo VI le dedicó la Carta Apostólica Graves et increscentes (del 5 de septiembre de 1966), en la que precisa la naturaleza, los ojetivos y los medios, llamándola explícitamente "Obra Misional Pontificia": AAS 58 (1966) 750-756). Pablo VI la llama "el alma de las otras Pontificias Obras Misionales" (Graves et increscentes n.21). 12 5 en este espíritu universalista y de comunión eclesial, no es extraño que algunas obras de cooperación hayan querido emprender un camino específico, dirigido a llenar unos vacíos (con las diversas iniciativas misioneras que siguen naciendo en la Iglesia). Los Institutos Misioneros y la animación-cooperación misionera Desde el siglo XVII existen Institutos Misioneros "ad gentes", como son el de Propaganda Fide (Colegio Urbano) y las Misiones Extrajeras de París. Pero no hay que olvidar que los monjes, las Ordenes Mendicantes y otras Instituciones como los Jesuitas y agrupaciones clericales, fueron misioneras desde su nacimiento. Los Institutos Misioneros nacidos en los siglos XIX y XX, han ido adquiriendo una característica peculiar: la de intervenir directamente en la animación y cooperación misionera. Es la lógica que deriva de suscitar las propias vocaciones y las ayudas correspondientes, tendiendo a formar la conciencia misionera de las comunidades cristianas en vistas a esta cooperación. De hecho, también han colaborado en dirección de las OMP. Habrá que distinguir entre gentes", y los Institutos o actividad "ad gentes" (aunque no tener en cuenta que pueden consagrada, laicales, etc. los Institutos Misioneros estrictamente "ad Instituciones que también desarrollan su exclusivamente). Al mismo tiempo, habrá que ser sacerdotales, religiosos o de vida Si fueron las OMP las que, desde el siglo XIX e inicios del siglo XX tuvieron casi la exclusiva (no solo la prioridad) en el campo de la animación y de la cooperación, se puede constatar la inserción cada vez más intensa en este campo por parte de los Institutos e Instituciones misioneras. Lo importante es que no se pierda la característica "ad gentes" de estos Institutos, con una vocación misionera que puede llamarse específica (cfr. AG 23) y que, al mismo tiempo, no se soslaye la prioridad de las OMP en el campo de la animación y cooperación misionera general. La preocupación de la encíclica Redemptoris Missio es muy comprensible: "Que los misioneros y misioneras, que han consagrado toda la vida para dar testimonio del Resucitado entre las gentes, no se dejen atemorizar por dudas, incomprensiones, rechazos, persecuciones. Aviven la gracia de su carisma específico y emprendan de nuevo con valentía su camino, prefiriendo -con espíritu de fe, obediencia y comunión con los propios Pastores- los lugares más humildes y difíciles" (RMi 66). Por esto se reafirma la importancia de los "Institutos" misioneros, como medio privilegiado para la perseverancia de los misioneros "ad vitam", "no sólo para la actividad misionera ad gentes, como es su tradición, sino también para la animación misionera tanto en las Iglesias de antigua cristiandad, como en las más jóvenes" (RMi 66; cfr. AG 27). La encíclica invita a los Institutos a suscitar las vocaciones misioneras también en las Iglesias jóvenes.13 El decreto conciliar Ad Gentes recuerda la necesidad de los Institutos misioneros (AG 27), mientras, al mismo tiempo, explica el significado de "Instituciones" misioneras: "Bajo el nombre de 'Institutos' se comprenden las Ordenes, las Congregaciones, los Institutos y Asociaciones que trabajan en las misiones" (AG 23, nota 2). "Estos Institutos han soportado, desde hace muchos siglos, el peso del día y del calor, entregados enteramente o sólo en parte a la obra misionera... Los Institutos continúan siendo necesarios" (AG 27). La invitación del decreto Ad Gentes a todos los Institutos de vida consagrada, para abrirse más a la primera evangelización, ha sido deteminante (AG 40). 13 6 El despertar misionero de las Iglesias particulares La toma de conciencia misionera por parte de la Iglesia particular ("diócesis misionera") ha sido un gran bien para el despertar misionero de todos los estamentos del Pueblo de Dios. En este sentido, la cooperación para la misión "ad gentes" ya no se considera exclusiva de una asociación o de un Instituto, sino que debe ser algo que emane de la entraña de toda vocación y de toda institución cristiana. Es, pues, lógico, que la Iglesia particular haya ido asumiendo un protagonismo tanto en la animación y cooperación misionera, como en la aportación a la acción misionera "ad gentes". Así se puede entender la necesidad de una Comisión Episcopal de Misiones (en plan interdiocesano o nacional) y la creación de los secretariados o delegaciones diocesanas de misiones. El protagonismo de la Iglesia particular significará, no obstante, el respeto a la peculiaridad de todas las vocaciones (laicales, religiosas, sacerdotales), así como la salvaguarda de la prioridad de las OMP en la animación y cooperación misionera, y también de la prioridad de los Institutos en la acción misionera "ad gentes".14 Al describir la lista de los responsables de misión universal "ad gentes", la encíclica Redemptoris Missio empieza por los doce Apóstoles y sucesores, como cabezas de la comunidad eclesial. Todo la comunidad eclesial en cada una de sus vocaciones, asume esta responsabilidad bajo la guía de sus pastores. La prioridad recae sobre el Papa y los Obispos: "Así como el Señor resucitado confirió al Colegio apostólico encabezado por Pedro el mandato de la misión universal, así esta responsabilidad incumbe al Colegio episcopal encabezado por el Sucesor de Pedro" (RMi 63; cfr. AG 38; EN 6768). Esta responsabilidad del episcopado y de cada obispo recae de modo especial en la Iglesia particular. No basta con "dejar" partir algunas vocaciones, sino es necesario orientar todo el modo de concebir y de actuar de la Colegialidad y de cada obispo. En efecto, "todos los Obispos, como miembros del cuerpo episcopal, sucesor del Colegio de los Apóstoles, están consagrados no sólo para una diócesis, sino para la salvación de todo el mundo" (AG 38). "El cuidado de anunciar el Evangelio en todo el mundo pertenece al cuerpo de los pastores, ya que a todos ellos en común dio Cristo el mandato imponiéndoles un oficio común" (LG 23; cf. LG 18).15 En España y en otras naciones, se ha organizado el servicio de ayuda al exterior por parte de los sacerdotes diocesanos, llamados también "fidei donum". Además del Instituto que procura relacionarse directamente con el despertar misionero de las diócesies (IEME), se dispone de la OCSHA, especialmente para el servicio a América Latina. AA.VV, OCSHA 50 aniversario (Madrid, Secretariado Comisión Episcopal Misiones, 1999); La OCSHA, un servicio del clero secular español a la comunión evangelizadora entre España y América, Madrid (Conf.Epis. Esp. 1987); A. GARRIGOS, Evangelización de América, historia de la OCSHA (Madrid, BAC 1992). Sobre el IEME, la OCSHA y la diócesis misionera en España: AA.VV., Misión ad gentes y clero diocesano español: Misiones Extranjeras, n.150 (1985). En otras naciones, además de Institutos Misioneros (religiosos y de vida apostólica), existen obras parecidas, instituidas por el Episcopado: COPAL (Bélgica), CEPAL (Francia), CEIAL (Italia), CECAL (Canadá), NCCB-LAB (Estados Unidos), etc. 14 Cf. CD 6; EN 68; can 782. Redemptoris Missio llama a tomar conciencia de esta responsabilidad: "Mis hermanos son directamente responsables conmigo de la evangelización del mundo, ya sea como miembros del Colegio Episcopal, ya sea como pastores de las Iglesias particulares" (RMi 63). 15 7 Es, pues, obvio el paso de esta responsabilidad misionera al caso de las Conferencias Episcopales, como concretización de la Colegialidad en un conjunto de Iglesias particulares (de una nación o Estado). "La misma responsabilidad se refleja, en diversa medida, en las Conferencias Episcopales y en sus organismos a nivel continental, que por ello tiene que ofrecer su propia contribución a la causa misionera" (RMi 63). La Comisión Episcopal de Misiones recibe el encargo de concretar esta responsabilidad.16 Los documentos magisteriales, conciliares y postconciliares, subrayan la responsabilidad misionera de la Iglesia particular17. La encíclica Redemptoris Missio subraya la prioridad de la responsabilidad misionera por parte de las Iglesias particulares, con su Obispo y su Presbiterio (RMi 6164, 67-68), siempre en colaboración y bajo la dirección del sucesor de Pedro. Si es verdad que "los Doce son los primeros agentes de la misión universal" (RMi 61), la consecuencia a que se llega es obvia: "Lo que se hizo al principio del cristianismo para la misión universal, también sigue siendo válido y urgente hoy. La Iglesia es misionera por su propia naturaleza, ya que el mandato de Cristo no es algo contingente y externo, sino que alcanza al corazón mismo de la Iglesia. Por esto, toda la Iglesia y cada Iglesia es enviada a las gentes" (RMi 62). Por eso, "en ese vínculo esencial de comunión entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares se desarrolla la auténtica y plena condición misionera" (ibídem). Cada obispo, como cabeza de su Iglesia particular y como miembro del Colegio Episcopal, asume, ayudado por toda la comunidad eclesial, esta responsabilidad respecto a la misión universal: "Mis hermanos son directamente responsables conmigo de la evangelización del mundo, ya sea como miembros del Colegio Episcopal, ya sea como pastores de las Iglesias particulares" (RMi 63; citando LG 23 y AG 38). La calidad de la evangelización en la Iglesia particular, dependerá de la asunción efectiva de la responsabilidad misionera universal. La responsabilidad misionera queda, pues, asumida también por toda la comunidad eclesial local, presidida por su Presbiterio, cuya cabeza es el obispo (RMi 63; AG 30). Las diversas instituciones diocesanas tiene su parte en esta responsabilidad misionera de toda la diócesis.18 La Comisión Episcopal para las Misiones fue pedida por el Vaticano II (AG 38) y por Pablo VI en "Ecclesiae Sanctae", III, art. 9. Al describir la realidad de gracia de las Conferencias Episcopales, hay que recordar tanto la comunión-misión eclesial como de la consagración episcopal. Las normas del Derecho indican el modo práctico de obrar, sin olvidar las exigencias que derivan de la misión y de la consagración. Cf can. 782, 2; 447ss; LG 2627; AG 38. A nivel práctico, le atañe el campo de la formación y atención de los sacerdotes "fidei donum" (también los de la OCSHA), así ocmo las experiencias de ayuda entre Iglesias hermanas. Su animación misionera tiende a hacer misionera a la Iglesia particular. 16 17 Cf. AG 19-22, 29, 38; EN 62; RMi 61-64, 85. "La Iglesia universal se encarna de hecho en las Iglesias particulares" (EN 62). La realidad de la Iglesia universal, esencialmente misionera, debe darse analógicamente en la Iglesia particular. "La diócesis es una porción del Pueblo de Dios que se confía a un Obispo para que la apaciente con la cooperación del presbiterio, de forma que unida a su pastor y reunida por él en el Espíritu Santo por el Evangelio y la Eucaristía, constituye una Iglesia particular, en la que verdaderamente está y obra la Iglesia de Cristo, que es Una, Santa, Católica y Apostólica" (CD 11; can. 369). La Iglesia particular es, dentro de la comunión con su Sucesor de 18 8 La terminología "diócesis misionera" está aceptada y fundamentada: "Toda la diócesis se haga misionera" (AG 38), puesto que "toda Iglesia particular debe abrirse generosamente a las necesidades de los demás" (RMi 64). Las mismas Iglesia jóvenes y las que se encuentran si situación precaria, no pueden olvidar esta responsabilidad universal; es más, la aportación en este campo misionero será una pista segura de crecimiento y de implantación de la Iglesia (cfr. RMi 62 y 91; cfr. AG 6 y 20).19 La responsabilidad del Obispo, en el marco de la Conferencia Episcopal (y de la Comisión Episcopal de Misiones), se concreta también en la animación y cooperación misionera: "Suscitando, promoviendo y dirigiendo el Obispo la obra misional en su diócesis, con la que forma una sola cosa, hace presente y como visible el espíritu y el celo misional del Pueblo de Dios, de suerte que toda la diócesis se hace misionera" (AG 38). Otras iniciativas y servicios. Significado de la animación y cooperación misionera Como puede observarse, existe una "prioridad" peculiar para cada uno de los servicios de animación y de cooperación: OMP, Institutos Misioneros, Conferencia Episcopal (Comisión Episcopal de Misiones). Todo ello se refleja en el servicio del Delegado Diocesano de Misiones. Pero el itinerario evolutivo que hemos descrito, no ha terminado, sino que se desarrolla con nuevas iniciativas e instituciones, que no se pueden soslayar ni tampoco absorber. Durante todo el decurso del siglo XX, llamado siglo de las misiones, han ido surgiendo (y siguen surgiendo en el siglo XXI) aportaciones que quieren responder a necesidades nuevas o también olvidadas. El campo de la misión "ad gentes" (además de la pastoral ordinaria y de la nueva evangelización) se ha ido abriendo a sectores geográficos, sociológicos y culturales. Es ahí donde las nuevas iniciativas y servicios encuentran su campo específico. Ya no se trata sólo de instituciones (laicales, religiosas y sacerdotales) que se abren a la misión universal, sino que se trata también de servicios específicos que derivan hacia la juventud, la familia, los campos ilimitados de la caridad, las necesidades inmediatas y urgentes debidas a la pobreza y a las injusticias, la migración en todos sus aspectos, los medios de comunicación social, las culturas antiguas y la cultura emergente, la globalización de todos los aspectos de la vida... No resulta fácil coordinar todas estas iniciativas, sin herir su peculiaridad e incluso su autonomía. Todos intentan llegar a situaciones y sectores especiales. Los nuevos movimientos y los nuevos grupos apostólicos están abiertos a la misión universal y necesitan conseguir ayudas de Pedro y con todos los demás obispos, la concretización, presencialización, la "encarnación" y la imagen de la Iglesia universal. la La encíclica Redemptoris Missio (n.64) alude al ejemplo de América Latina, y cita el texto de la IIIª Conferencia Episcopal Latinoamericana reunida en Puebla (1979) (cfr. Puebla 368). También el documento de Santo Domingo insiste en esta responsabilidad por parte de cada Iglesia particular: cap. I (la nueva evangelización), n. 125. "Como la Iglesia particular debe representar lo mejor que pueda a la Iglesia universal, conozca muy bien que ha sido enviada también a aquellos que no creen en Cristo y que viven en el mismo territorio, para servirles de orientación hacia Cristo con el testimonio de la vida de cada uno de los fieles y de toda la comunidad" (AG 20; can. 781; RMi 64). 19 9 cooperación. El "voluntariado", con todas sus posibilidades, es un campo siempre abierto. Surgen, pues, continuamente iniciativas nuevas en el campo de la animación y de la cooperación, a modo de movimiento en espiral siempre abierto a nuevas posibilidades. El Consejo Nacional de Misiones intenta que todos sean representados. La Comisión Episcopal de Misiones y los Delegados Diocesanos (incluyendo la dirección de las OMP) tienen un campo enorme de coordinación. Será importante, por parte de esta coordinación, asegurar el significado de la "animación" y de la "cooperación" misionera "ad gentes". No se puede olvidar que cualquier servicio de "animación" y "cooperación" misionera requiere una actitud de renovación personal y comunitaria: "Es necesaria una radical conversión de la mentalidad para hacerse misioneros, y esto vale tanto para las personas, como para las comunidades" (RMi 49). "Animación" significa capacitar a la comunidad para realizar los servicios de "cooperación" misionera. "Tal cooperación se fundamenta y se vive, ante todo, mediante la unión personal con Cristo; sólo si se está unido a él, como el sarmiento a la vid (cfr. Jn 15,5), se pueden producir buenos frutos. La santidad de vida permite a cada cristiano ser fecundo en la misión de la Iglesia" (RMi 77). En las encíclicas misioneras anteriores al concilio Vaticano II, "cooperación" significa la ayuda que presta la comunidad eclesial a la misión "ad gentes": oraciones, sacrificios, vocaciones, limosnas... La palabra "animación" es propiamente postconciliar y significa motivar la comunidad para conseguir esas ayudas. La "animación" (comunicar vida y espíritu) equivale a la acción pastoral dirigida a hacer misionera a la comunidad eclesial. Las dos palabras son, pues, complementarias y, en cierto sentido, equivalentes en lo esencial.20 La "cooperación" presupone la "animación" y la formación misionera de la comunidad. No basta con prestar ayudas, sino que es necesario el compromiso personal y comunitario para la misión: "Hay que reconocer la validez de las diversas formas de actividad misionera; pero, al mismo tiempo, es necesario reafirmar la prioridad de la donación total y perpetua a la obra de las misiones, especialmente en los Institutos y congregaciones misioneras, masculinas y femeninas. La promoción de estas vocaciones es el corazón de la cooperación" (RMi 79). Los medios de cooperación suelen concretarse en los siguientes: oración, sacrificio, ofrecimiento del dolor ("los enfermos se hacen también misioneros": RMi 78), vocaciones, ayuda económica, formación misionera, atención a la movilidad humana para conocer los campos misioneros, prestación de servicios de caridad en todos los niveles, etc. Para realizar la "animación", hay que llegar a la infancia y juventud, los enfermos, la familia, los centros de formación, las instituciones apostólicas laicales, religiosas y sacerdotales. Se intenta que toda vocación cristiana y todo sector eclesial se oriente hacia la misión. La terminología del decreto "Ad Gentes" del concilio Vaticano II es algo diversa. El capítulo VI del decreto conciliar ("la cooperación") recuerda el deber misionero de todo el Pueblo de Dios y, de modo especial, de los obispos, sacerdotes, Institutos de perfección y laicado. Este tema equivale propiamente a los "responsables" de la misión "ad gentes" que, en la encíclica "Redemptoris Missio", queda expuesto en el capítuoo VI ("los responsables y agentes de la pastoral misionera"). 20 10 2. Los contenidos de la Instrucción "Cooperatio Missionalis" Los contenidos de la Instrucción "Cooperatio Missionalis" corresponden a la realidad que acabamos de resumir. Será fácil hacer referencia a los datos anteriores para comprender las afirmaciones de la Instrucción. Preámbulo: Corresponsabilidad prioritaria del Romano Pontífice, de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, del Colegio Episcopal y de cada obispo con su Iglesia particular en el campo misionero. Se describe el camino seguido para lograr el texto de la presente Instrucción de 1996 (AG, de 1965; "Quo Aptius"; de 1969; nuevo Código de Derecho Canónico; "Redemptoris Missio, de 1990; Congregación Plenario, de 1995)21. El esquema que se va a seguir en la Instrucción: principios doctrinales, coordinar la cooperación (CEP, Conferencias Episcopales, OMP), nuevas iniciativas de cooperación. Principios doctrinales: 1.- La misión "ad gentes", tiene dimensión trinitaria, cristológica, pneumatológica y eclesiológica. La "missio Dei" es la "missio Ecclesiae"; es misión que está todavía en sus comienzos y que es exigida por la humanidad redimida.22 2.- Cooperación: deber de todos. Se indica el significado de la "cooperación" como fruto de la "animación" (como hemos visto anteriormente). también se enumeran los medios concretos (oración, sacrificio, vocaciones, trabajo, ayuda...). Hay que tender a la animación y cooperación de toda la comunidad eclesial, "formando una conciencia y una mentalidad misionera orientada ad gentes", para un intercambio de bienes entre las Iglesias. "Tal cooperación se fundamenta y se vive, ante todo, mediante la unión personal con Cristo". Y aunque hay que tender a coordinar todas las iniciativas, "no se impida a nadie realizar este intercambio de caridad eclesial y de dinamismo misionero".23 3.- Organismos de cooperación: CEP en nombre del Santo Padre; Comisiones de Misiones de las Conferencias Episcopales (y cada obispo en el ámbito local); otros organismos relacionados con ambos estamentos: "Institutos de vida consagrada, sociedades de vida apostólica, asociaciones laicales, movimientos cristianos, grupos de voluntariado, etc.". Hay que tener en cuenta los "estatutos propios" de cada institución, así como el modo de utilizar "medios y métodos particulares con estructuras y organización autónoma".24 Disposiciones prácticas: Función de las OMP Ver la nota 3 del presente estudio. Un estudio autorizado sobre su trasfondo: S.E.R. CH. SCHLECH (Presidente de las OMP), Alcuni "background remarks" concernenti l'Istruzione Cooperatio Missionali (Roma 1999). 21 Hay que relacionar los contenidos doctrinales de AG I, EN I-III, RMi I-IV). "Redemptoris Missio" señala nuevos "horizontes" y nuevos "areópagos" de la misión. 22 Se podría hacer un estudio comparativo con los contenidos de cooperación según AG II-VI, EN IV-VI, RMi V-VI. 23 24 AG VI y RMi VII ofrecen algunas pistas de coordinación. la 11 4.- Cuatro OMP, "con su papel primario y propio". Medios específicos de animación y cooperación, que implican a sacerdotes, personas consagradas y laicos (ver las cuatro OMP citadas anteriormente). 5.- Carácter prioritario (cfr. AG iniciativas que surgen por impulso los cristianos". Las OMP "tienen espíritu misionero universal en el las OMP, 1980. 38). Pero la CEP "estimula todas las del Espíritu Santo y la generosidad de en común el objetivo de promover el Pueblo de Dios". Estatutos renovados de 6.- Dependencia de la CEP y de las Conferencias Episcopales, según los Estatutos. "Ordenada programación... para alcanzar el único objetivo común". Las OMP tienen "una justa autonomía". 7.- Director nacional. Nombrado por la CEP, previa presentación por parte de Conferencia Episcopal y a través de Representación Pontificia (Nunciatura). 8-9.- Cometidos del Director nacional y diocesano (distribución de ayuda para todas las misiones, en nombre de quien preside la caridad universal). "Es oportuno que en cada diócesis, ordinariamente, el Obispo confíe a la misma persona las tareas de Delegado Episcopal para la misión y de Director Diocesano de las OMP". "Las OMP sean verdaderamente, también en las diócesis, el instrumento privilegiado de animación y cooperación misionera". Estructuras de las Conferencias Episcopales 10-11.- Se señala el cometido de la Comisión Episcopal (AG 38): "Incrementar la evangelización ad gentes, la animación y la cooperación misionera en sus varias formas, y mantener relaciones con la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y con la Conferencia Episcopal" (AG 38). En el n.11 se detallan algunas iniciativas para la educación misionera del clero, ayuda a los Institutos Misioneros, promoción de las OMP, orientación de las ofertas, concretar la aportación económica de cada diócesis, coordinación las iniciativas de cooperación, suscitar la colaboración entre Instituciones, suscitar la vocación misionera "ad vitam", etc. (ver la nota 16). 12.- Consejo Nacional de Misiones: se concreta su naturaleza, estructura, miembros, funcionamiento... (ver lo dicho más arriba en la nota 2). Coordinación de los organismos de cooperación Conferencia Episcopal y OMP 13.- Directivas: acentuar la misión "ad gentes"; integrar los programas de las OMP en la pastoral general; función de las OMP como "instrumento oficial de la Iglesia universal"; encauzar bien los donativos; proporcionar "apoyo efectivo" al Director Nacional de las OMP por parte de la Comisión Episcopal ("servicio integrado", no en oposición con el de otros responsables), asistencia a encuentros por parte de todos, información mutua. 14.Relación entre las OMP y la Comisión Episcopal de Misiones. "Una estructura precisa que regule las relaciones... no se puede determinar a priori y de modo único para todas las naciones". Eventual asociación del Director de las OMP como Secretario de la Comisión Episcopal de Misiones. Otras posibilidades con tal que "no se creen confusiones entre las varias responsabilidades". Relaciones entre la CEP y las Conferencias Episcopales 15. Sugerencias para potenciar las relaciones: visitas "ad limina", 12 encuentros, información, intercambio de experiencias... Formas especiales y nuevas de cooperación 16-17.- Envío de personal: criterios. 18.- Hermanamiento, no limitando la acción a un solo objetivo. 19.- Situaciones actuales: turismo, visitas a países, exigencias de estudio y trabajo, migraciones... 20.- Intercambio de dones (sentido de la cooperación) 21.- Conclusión: La misión "ad gentes" continúa sin interrupción. Experiencia positiva en los últimos años sobre aspectos prácticos para coordinar la cooperación. 3. Pistas de solución para los Delegados Diocesanos de Misiones: Por medio de una densa actividad de cooperación y animación misionera, los Delegados Diocesanos (que ordinariamente asumen la dirección de las OMP) tienden a hacer misionera a toda la comunidad eclesial, según las diversas vocaciones (laicales, de vida consagrada y sacerdotales) y los diversos servicios (proféticos, litúrgicos, diaconales). Hay que señalar principios, ofrecer motivaciones y, especialmente indicar los caminos para hacer efectivamente misionera a toda comunidad eclesial. Tomar conciencia de esta realidad misionera y llevarla a la práctica, supone un proceso de crecimiento apostólico armónico, "ad intra" y "ad extra", por parte de toda la comunidad, con todos sus componentes, ministerios y carismas. Es un proceso misionero que debe ser normal en toda acción pastoral. Toda comunidad eclesial se ha de sentir "enviada a quienes no creen en Cristo", realizando esta misión especialmente "con el testimonio de la vida de cada fiel y de toda la comunidad" (AG 20; can. 781). Las estructuras y servicios diocesanos (o de la comunidad particular) serán viables y eficaces en la medida en que se abran a la única misión que Cristo confió a su Iglesia: la de evangelizar a todos los pueblos. Por esto, la pastoral misionera "ad gentes" debe impregnar todos los servicios de organización, administración y dirección: la curia pastoral y administrativa, las parroquias y arciprestazgos, el consejo pastoral (diocesano y parroquial), el consejo presbiteral. La apertura "ad gentes" de estos servicios pastorales, respetando el principio de subsidiariedad de personas y pequeñas comunidades o grupos, tiene las siguientes características: universalismo geográfico, sociológico, cultural; colaboración en la primera evangelización o implantación de la Iglesia; ayuda a Iglesias hermanas más necesitadas. La apertura misionera es una dinámica de comunión eclesial, de seguimiento de Cristo (perfección) y de misión o disponibilidad para la evangelización de los más pobres, especialmente de quienes no han recibido todavía la fe cristiana. Toda animación misionera tiende a despertar la conciencia y mentalidad misionera por medio de una adecuada formación doctrinal (AG 29, 36-39; RMi 83); suscitar la cooperación espiritual concretada responsablemente en la oración, el sacrificio, el ofrecimiento sacrificial el propio trabajo (AG 36; RMi 78); promover las vocaciones misioneras, especialmente las de una dedicación de por vida ala misión "ad gentes" (AG 23, 27; RMi 32, 65-66, 79); preparar e incentivar una justa distribución de los efectivos apostólicos (LG 23; CD 6; RMi 68); contribuir económicamente a las necesidad de las comunidades más necesitadas, especialmente por medio de las Obras Misionales Pontificias (LG 38).25 25 La legislación indica especialmente cuatro puntos de actuación: "En 13 Uno de los "fines específicos" de la animación consiste en "informar y formar al Pueblo de Dios" (RMi 83). De modo especial, esta formación misionera deberá impartirse a los responsables y animadores de la comunidad. "A esta formación están llamados los sacerdotes y sus colaboradores, los educadores y profesores, los teólogos, particularmente los que enseñan en los Seminarios y en los centros para laicos" (ibídem). La formación teológica general tiene que orientarse hacia la misión universalista: "La enseñanza teológica no puede ni debe prescindir de la misión universal de la Iglesia, del ecumenismo, del estudio de las grandes religiones y de la misionología" (RMi 83). Las comunidades apostólicas y el mismo personal apostólico tienen necesidad de una formación misionera especializada para poder responder a los desafíos del mundo de hoy (cfr. RMi 2). Siguiendo las pautas de AG, EN y RMi, los niveles o áreas de formación podrían resumirse en lo siguientes: doctrinal (naturaleza de la misión), pastoral (acción misionera), espiritual (disponibilidad misionera y el estilo misionero que deriva de cada vocación). Es también necesario formar para aprender a cooperar, dando y recibiendo. No se trata de proteccionismo, paternalismo o neocolonialismo, sino de compartir con las hermanos los bienes recibidos de Dios y, de modo especial, la fe en Jesucristo. En realidad, "hay mayor felicidad en dar que en recibir" (Hech 20,35). De ahí deriva la tendencia a dar hasta "desde nuestra pobreza" (Puebla n. 368; cfr. Lc 21,4). "La Iglesia misionera da lo que recibe... La generosidad en el dar debe estar siempre iluminada e inspirada por la fe: entonces sí que hay más alegría en dar que en recibir" (RMi 81). Hay que "comprobar el espíritu con que se da; las misiones no piden solamente ayuda, sino compartir el anuncio y la caridad para con los pobres" (RMi 81). Cuando se da con este espíritu, se recibe mucho más. Todos pueden y deben dar y recibir. "En virtud de la catolicidad, cada una de las partes colabora con sus dones propios con las restantes partes y con toda la Iglesia" (LG 13). "Cooperar con las misiones quiere decir no sólo dar, sino también saber recibir: todas las Iglesias particulares, jóvenes o antiguas, están llamadas a dar y a recibir en favor de la misión universal, y ninguna deberá encerrarse en sí misma" (RMi 85; cfr. EN 64). Dar con este espíritu de compartir, no es humillar, sino vivir el misterio de la comunión eclesial. Y el recibir no se hace atrofiante, puesto que se potencia para ser Iglesia comunión.26 todas las diócesis, para promover la cooperación misional: 1º) foméntense vocaciones misioneras; 2º) destínese un sacerdote a promover eficazmente iniciativas en favor de las misiones, especialmente las Obras Misionales Pontificias; 3º) celébrese el día anual en favor de las misiones; 4º) páguese cada año una cuota proporcionada para las misiones, que se remitirá a la Santa Sede" (can. 791). Hay que ir motivando: por qué hay que dar, a quiénes hay que dar (a todos sin discriminación y especialmente a los que no pueden pedir), cómo hay que dar (compartiendo lo que es de todos), qué hay que dar, para qué hay que dar. "No se puede dar una imagen reductiva de la actividad misionera, como si fuera principalmente ayuda a los pobres, contribución a la liberación de los oprimidos, promoción del desarrollo, defensa de los derechos humanos. La Iglesia misionera está comprometida también en estos frentes, pero su cometido primario es otro... Los pobres tienen hambre de Dios, y no sólo de pan y libertad; la actividad misionera ante todo ha de testimoniar y anunciar la salvación en Cristo, fundando las Iglesia locales que son luego instrumento de liberación en todos los sentidos" (RMi 83). 26 14 Respecto a la multiplicidad de servicios de cooperación y animación misionera, hay que recordar que casi siempre han surgido por iniciativa privada, bajo la acción de algún carisma peculiar, reconocido por la Iglesia. Esta diversidad es debida a los campos diversificados de la ayuda misionera: escuelas, hospitales, pobreza material, catequesis, centros de formación, publicaciones, evangelización directa, renovación del personal apostólico, voluntariado... Muchos de estos servicios son cubiertos hoy también por instituciones no directamente misioneras e incluso no explícitamente religiosas. Ello es señal de vitalidad y, al mismo tiempo, indica una necesidad de coordinación. La coordinación por parte de la Jerarquía eclesiástica o de las instituciones creadas por ella (como es la Delegación Diocesana de Misiones), respeta el principio de subsidiariedad y, por tanto, fomenta la iniciativa privada. En realidad, son animadores natos del espíritu misionero los padres, educadores, sacerdotes, religiosos, formadores en Seminarios, responsables de las instituciones apostólicas. Pero habrá que recordar que se necesitan personas vocacionadas (y no simples empleados) para seguir moviendo con eficacia estos servicios misioneros.27 Quienes trabajan en campo de la animación y cooperación misionera deben saber presentar las situaciones "ad gentes" (información, estadísticas, experiencias, publicaciones) y, al mismo tiempo, exponer los fundamentos teológicos de la misión, en vistas a suscitar mentalidad y disponibilidad misionera sin fronteras. Tantos los individuos como las instituciones (asociaciones, movimientos, etc.), salvando la identidad de su propio carisma, deben insertarse en la pastoral de conjunto de la Iglesia particular. Ahí entra la acción de garantía y de coordinación por parte de las Instituciones creadas por la Jerarquía, asumiendo la alta dirección y la primera responsabilidad, y respetando la peculiaridad y la autonomía de todos los servicios. "Para la orientación y coordinación de la actividad misionera a nivel nacional y regional, son de gran importancia las Conferencias Episcopales y sus diversas agrupaciones" (RMi 76). Ante esta diversidad y multiplicidad de servicios de animación y cooperación. habrá que salvar la peculiaridad de objetivos según lo que podríamos llamar "carisma fundacional". Al mismo tiempo, se necesita coordinar esfuerzos para no marginar la labor de los demás. Ordinariamente, cuando los objetivos y medios están bien definidos, la coordinación es factible.28 A nivel práctico, habrá que tener en cuenta tres servicios principales de cooperación y animación: las Obras Misionales Pontificias, los Institutos o Instituciones misioneras y la Diócesis misionera. Hay que distinguir entre En el decreto conciliar Ad Gentes se armoniza la iniciativa privada con la acción de la Jerarquía: "Aunque el Espíritu Santo suscita de muchas maneras el espíritu misionero en la Iglesia de Dios, y no pocas veces se anticipa a la acción de quienes gobiernan la vida de la Iglesia, con todo, también este Dicasterio, en cuanto le corresponde, promueva la vocación y la espiritualidad misionera, el celo y la oración por las msiones, y difunda noticias auténticas y convenientes sobre las misiones" (AG 29). 27 Muchas dificultades se originan no tanto por las instituciones, cuanto por el "personalismo" de algunos responsables y cooperadores. Ningún servicio o institución puede arrogarse la exclusividad apostólica de la animación. 28 15 la acción pastoral animadora coordinación entre ellos.29 de cada uno de estos servicios y la Para evitar confusión de cometidos y marginación de carismas, cada servicio de animación y de cooperación se realizará según la identidad del propio carisma misionero, respetando el campo específico de los demás, insertándose en la programación de la pastoral de conjunto de la Iglesia particular, siguiendo las indicaciones del propio obispo, de la Conferencia Episcopal y del Dicasterio misionero. Para evitar malentendidos, todo servicio de animación misionera debe buscar principalmente que la Iglesia particular y cada una de sus vocaciones y ministerios, recupere su dimensión misionera. Cualquier experiencia de coordinación habrá de basarse en la comunión. "Los responsables y los agentes de la pastoral misionera deben sentirse unidos en la comunión que caracteriza al Cuerpo Místico... En esta comunión está el fundamento de la fecundidad de la misión" (RMi 75). El Dicasterio Misionero tiene el cometido de "dirigir y coordinar en todo el mundo la misma obra de la evangelización de los pueblos y la cooperación misionera" (Pastor Bonus 85; AG 29). "Es de su competencia el que forme y distribuya a los misioneros según las necesidades más urgentes de las regiones..., haga la planificación, dicte normas, directrices y principios para la adecuada evangelización y dé impulsos... tiene la autoridad necesaria para programar y dirigir la actividad y la cooperación misionera a nivel universal. La misma Congregación, que cuenta con una larga y gloriosa experiencia está llamada a desempeñar un papel de primera importancia a nivel de reflexión, de programas operativos, de los cuales tiene necesidad la Iglesia para orientarse más decididamente hacia la misión en sus diversas formas" (RMi 75; cf. AG 29; Pastor Bonus 86).30 Las Conferencias Episcopales (y la Comisión Episcopal de Misiones) tienen su propio campo de acción, siempre en colaboración con el Dicasterio Misionero. Se coordina la actividad misionera a nivel nacional o regional, especialmente respecto a "los asuntos más graves y los problemas más urgentes, pero sin descuidar las diferencias locales, así como el problema de la inculturación" (RMi 76; cfr. AG 31 e 38). Los responsables de los organismos misioneros, y de modo especial las Conferencias de Superiores mayores, coordinan "esfuerzos e iniciativas... en contacto con las Conferencias Episcopales, según las indicaciones y normas establecidas" (RMi 76; cfr. AG 32-33).31 Las Obras Misionales Pontificias se centran en su objetivo específico de animación misionera (formación e información) de toda la comunidad eclesial, para que ayude (oración, sacrificio, limosna, vocaciones) a todas las misiones. Los Institutos o Instituciones misioneras realizan la animación que corresponde a sus propias misiones, buscando las ayudas necesarias y, de modo especial, las vocaciones específicas. Los servicios misioneros de la diócesis (o de las Conferencias Episcopales) tienden a cubrir un campo específico, como es el envío del personal propio (sacerdotes "fidei donum", OCSHA, laicos voluntarios, etc.) y la ayuda entre Iglesias hermanas. El Delegado Diocesano de Misiones asume la tarea de coordinar todos estos servicios, en dependencia, según los casos, de la Comisión Episcopal o de la Dirección Nacional de las OMP. 29 La Const. Apost. Pastor Bonus, art. 86-88, puntualiza también "los estudios de investigación teológica, la espiritualidad y la pastoral misionera" (art. 86), "la espiritualidad misionera" (art. 87), las "vocaciones misioneras" (art. 88). Ver supra, nota 3. 30 31 Ver Ecclesiae sanctae, II, 43: AAS 58 (1966) 782. La encíclica 16 Puntos de estudio y cuestionario para los Delegados - Para suscitar, discernir y respetar todas las iniciativas, habrá que obrar con estilo o espiritualidad misionera de comunión y disponibilidad universal (¿Cómo detectar y suscitar la misión "ad gentes" en toda iniciativa de cooperación misionera?) - Se necesita delimitar objetivos: animación y cooperación general (OMP), iniciativas de la Iglesia particular misionera, animación y cooperación según carismas particulares (Institutos), acción misionera directa, apertura de todas las instituciones eclesiales a la misión "ad gentes", servicios nuevos... (¿Cómo coordinar todas las iniciativas sin que se pierda ningún objetivo peculiar: OMP, Diócesis misionera, Institutos, etc.?) - A nivel diocesano, el Delegado diocesano dirige algunos sectores (distinguiendo el objetivo de cada uno), coordina y anima todos los demás (¿Cómo planificar la acción del Delegado diocesano respecto a las diversas formas de cooperación y animación misionera?) - A nivel nacional, en el marco de la Conferencia, existe la Comisión Episcopal y su Secretariado, el Director de las OMP, otras direcciones y secretariados o servicios (¿En qué grado podría caber la simultaneidad de varios cargos nacionales en una misma persona, con colaboradores específicos para cada sector?) - A nivel de criterios fundamentales y líneas básicas de actuación, se necesita la opinión del Consejo Nacional de Misiones en relación con la Conferencia Episcopal (para aclarar la naturaleza de la misión "ad gentes", detectar los nuevos horizontes, armonizar diversas posibilidades de cooperación...). "Las OMP tengan su propio Consejo Nacional, conforme a los propios Estatutos" (¿Cómo hacer llegar la formación misionera a todos los sectores y hacerles participar en la misión "ad gentes"? ¿Qué sectores de representatividad faltan actualmente en el Consejo Nacional de Misiones?). 4. Líneas de reflexión sobre el Consejo Misionero Nacional de Misiones El Consejo Misionero Nacional puede y debe aportar indicaciones básicas para lograr la animación y cooperación misionera en plena coordinación de cometidos peculiares y en la perspectiva de la misión "ad gentes". Pueden verse sus contenidos en "Ecclesiae Sanctae" III, 11 y en "Cooperatio Missionalis" 12.32 Constitución: "La Conferencia Episcopal constituya un «Consejo Misionero Nacional», del que se sirva para programar, dirigir y revisar las Redemptoris Missio indica "encuentros y formas de colaboración entre las diferentes instituciones misioneras, ya sea para la formación y estudio, ya sea para la acción apostólica que hay que desarrollar" (RMi 76). Ver: Ecclesiae sanctae, III, 22: AAS 58 (1986) 787. Las normas fundamentales de acción misionera corresponden a los Pastores; pero hay que dejar margen a la responsabilidad, iniciativa y generosidad de las instituciones y personas, siguiendo el principio de subsidiariedad. La Comisión Episcopal de Misiones tiende, en sus iniciativas de animación y cooperación misionera, a que la Iglesia particular como tal asuma su responsabilidad misionera (envío, formación, asistencia de misioneros; ayuda entre Iglesias hermanas, etc.). 32 Ver supra, la nota 2. 17 principales actividades de cooperación a nivel nacional" (CM 11). Objetivo: "Conseguir mayor unidad y eficacia operativa en la animación y cooperación y evitar competencias y repeticiones" (CM 12). "Corresponderá al Consejo Macional de Misiones decidir sobre qué temas sea conveniente una deliberación amplia a nivel nacional" (Normativa aprobada "ad experimentum" para España, el 21/5/1992). Miembros: Presidente de la Comisión Episcopal de Misiones (dirige el Consejo), Director Nacional de las OMP, Secretarios Nacionales de las Obras, algunos sacerdotes diocesanos escogidos por la Comisión Episcopal, delegados de los Institutos Misioneros y de vida consagrada (y sociedades de vida apostólica), representantes de Superiores Mayores, delegados de asociaciones laicales, etc. (Parece que entre estos representantes deberían estar quienes actúan en sectores formativos como son los Seminarios y Universidades). Cuestiones de estudio para ser propuestas luego a la Conferencia Episcopal: Se pueden clasificar por estas líneas básicos: cuestiones doctrinales fundamentales, acción pastoral "ad gentes", coordinación de los servicios de animación y cooperación, formación misionera: - Aclaración de criterios fundamentales sobre la misión "ad gentes": temas de RMi I-III ("salvación", Cristo único Salvador, "Reino", las "semillas del Verbo" y los "valores del Reino"...) - Los nuevos horizontes de la misión: criterios a seguir en la relación entre acción pastoral ordinaria, nueva evangelización, misión "ad gentes". Nuevos horizontes de la misión "ad gentes": geográficos, sociológicos (pobreza, justicia, migración, juventud...), culturales (RMi IV). - Criterios para armonizar las diversas iniciativas de cooperación animación (RMi V-VII): vías y agentes y expresiones de cooperación. y - Líneas de actuación para hacer llegar la formación misionera a todos los sectores y conseguir la corresponsabilidad misionera efectiva de todos ellos. El Consejo podría reflexionar sobre estas preguntas: ¿Qué cuestiones misionero? doctrinales y prácticas necesitan un discernimiento ¿Cómo hacer llegar la formación misionera a todos los sectores y hacerles participar en la misión universal "ad gentes"? ¿Cómo hacer que toda cooperación sea verdaderamente misionera? ¿Qué sectores de representatividad faltan en el Consejo Nacional?. Para una orientación más aquilatada sobre eventuales temas que podría tratar el Consejo, cabría un estudio comparativo sobre los contenidos de los tres documentos misioneros, "Ad Gentes", "Evangelii Nuntiandi", "Redemptoris Missio": AD GENTES: I Principios doctrinales (1-9) II La obra misionera comunidad. (10-18): Testimonio, predicación, formación, 18 III IV Iglesias particulares (19-22) Los misioneros (23-27) V VI La organización de la actividad misionera (28-34) La cooperación (35-41) EVANGELII NUNTIANDI: I II III De Cristo evangelizador, a la Iglesia evangelizadora (1-17) Qué significa evangelizar (17-24) El contenido de la evangelización (25-39) IV Los caminos de la evangelización (40-48): Testimonio, predicación, catequesis, mass media, liturgia, piedad popular. Los destinatarios de la evangelización (49-58) Los agentes de la evangelización (59-73): Papa, Obispos, sacerdotes, religiosos, laicos, familia, jóvenes. El Espíritu de la evangelización (74-82): Fidelidad al Espíritu, autenticidad, unidad, verdad, celo apostólico, María. V VI VII REDEMPTORIS MISSIO: I II III Jesucristo único Salvador (1-11) El Reino de Dios (12-20) El Espíritu Santo protagonista de la misión (21-30) IV Los inmensos horizontes de la misión Ad Gentes (31-40): situaciones, ámbitos, libertad humana, pobres. V Los caminos de la misión (41-60): testimonio, primer anuncio, conversión y bautismo, formación de las Iglesias locales y comunidades, inculturación, diálogo, promoción,desarrollo, caridad. Responsables y agentes de la pastoral misionera(61-76): Jerarquía, misioneros, sacerdotes diocesanos, vida consagrada, laicos, catequistas, Congregación. VI VII VIII La cooperación a la actividad misionera (77-86): oración, sacrificio, vocaciones, limosnas, nuevas formas, animación y formación misionera del Pueblo de Dios, OMP. La espiritualidad misionera (87-92): Fidelidad al Espíritu, comunión íntima con Cristo, amar a la Iglesia y celo apostólico como Jesús, santidad. Cenáculo con María.