situaciones queden enmascaradas las que podríamos llamar características generales del movimiento. Pero prescindiendo de estos casos especiales, podemos, en cuanto a dirección, considerar como más frecuentes en la provincia dos clases de vientos: unos, correspondientes a las influencias atlánticas, es decir, al régimen atmosférico general de Europa occidental, cuya procedencia es del W., con mayor o menor inclinación en uno u otro sentido, pero soplando con más frecuencia del SW.; estos vientos se producen correspondiendo con los pasos por su trayectoria atlántica de los centros de depresión; son más frecuentes en invierno, y por regla general, dan lugar a lluvias, los temporales violentos y precipitaciones abundantes que originan los máximos de lluvia, a que en otro lugar hemos aludido, se producen, generalmente, durante días en que las corrientes atmosféricas tienen esa procedencia. A la otra clase de vientos dominantes pertenecen los procedentes del Mediterráneo, modificados aquí por la influencia de las corrientes del Estrecho; son más cálidos y secos, se producen con mayor frecuencia en él verano y soplan del SE., del E. y hasta del NE., pero con preferencia de la primera dirección indicada; en estos vientos se incluyen los clásicos Levantes gaditanos, que unen a su sequedad y temperatura las circunstancias de una violencia formidable y prolongada duración, lo que supone una verdadera calamidad para la comarca, por los muchos daños que ocasiona en campos y ciudades. Aunque toda la provincia se halla sometida a la perniciosa influencia de estos vientos, son mucho más sensibles e impetuosos en la parte meridional, disminuyendo sus efectos hacia el N . , es decir, a medida que nos alejamos del Estrecho de G i braltar. Entre los razonamientos hechos para explicar la producción de estos Levantes, nos parece sumamente lógico el que leemos en la introducción de la obra de Mac-Pherson, Bosquejo geológico de la provincia de Cádiz; en opinión de este sabio geólogo, el Levante de la costa meridional es el mismo aiisio del NE., inflexionado por la doble llamada que la meseta central española y los desiertos africanos ejercen sobre él, llamadas de distinta intensidad, pero de comparable eficacia, dada la diferencia de distancias a que actúan; bajo la influencia de las altas temperaturas que reinan en las dos regiones citadas, el aire, disminuida su densidad, se eleva y origina un desequilibrio atmosférico, que tiene que restablecerse con la corriente que sopla del Mediterráneo, la cual, solicitada por esa doble aspiración, tomará la dirección resultante; la violencia de estos vientos se explica por la mayor cantidad de aire que tiene que pasar por el paso angosto que forman las costas españolas y africanas, para poder alimentar esa doble llamada, lo que sólo podrá conseguirse con aumento de la velocidad. Y terminaremos nuestras consideraciones relativas a los movimientos del aire, haciendo transcripción de algunos datos interesantes referentes a observaciones realizadas en diversas localidades de la provincia de Cádiz. Son pocas las estaciones que nos proporcionan datos de dirección y velocidad, y aun en