DISCIPULADOS MIEZ LA MAYOR GANANCIA Mateo 16:26 | “Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?” INTRODUCCIÓN Nadie en la vida quiere perder, todos anhelan obtener ganancias de lo que hacemos diariamente. Enviamos a nuestros hijos a estudiar para que ganen conocimientos y habilidades. Buscamos un empleo para poder obtener utilidades financieras, invertimos dinero en un negocio esperando obtener ganancia. Todo lo que hacemos en la vida lo realizamos esperando una ganancia. Ahora bien, es una lástima que muy pocas personas se detienen a pensar en una clase de ganancia que es más permanente y es la espiritual, la eterna, la celestial. Frente a esta actitud del ser humano Jesús dijo “¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo y perdiere su alma?” Hoy estudiaremos tres verdades que vemos implícitas en este versículo. QUERER GANAR EL MUNDO (Lucas 12:16-21) Mucha gente hoy vive afanada, ansiosa y turbada tratando de ganar lo material y lo financiero, algunos lo hacen queriendo asegurar un mejor futuro para ellos y sus familias; otros lo hacen para poder disfrutar de todos los placeres que las riquezas producen, pero ¿será malo anhelar ganancias financieras? De ninguna manera, siempre y cuando ésta búsqueda no nos desvíe de la verdadera ganancia de la vida. El señor Jesús nos da una gran enseñanza al respecto en la parábola de un hombre rico, si juzgamos la actitud del hombre de esta parábola en términos puramente humanos podemos encontrar aspectos positivos, pero Dios busca en nosotros más que actitudes humanas, para Dios somos seres espirituales con vida eterna, habitando en un cuerpo físico con existencia temporal. Eso es lo que Dios quiere enseñarnos en esta parábola. 1. Este era un hombre muy productivo (V.16). Sus graneros habían producido mucho porque era muy diligente en su trabajo. ¿Cómo sería nuestra vida espiritual si pusiéramos el mismo esfuerzo de nuestro empleo en nuestro servicio a Dios? 2. Este era un hombre de proyección (v17). Entendía como comenzar, continuar y completar un proyecto. No dejaba nada a la suerte. 3. Este era un hombre visionario (v18). Tuvo una visón de lo que quería alcanzar, luego siguió edificando sobre esa visión, lamentablemente su visión fue solamente terrenal y no entendió su llamado eterno. 4. Este era un hombre materialista (v19). Tristemente todo su empeño estaba destinado a suplir solamente su propio placer, su comodidad y su ego fueron ante Dios un acto de necedad. 5. Este era un hombre necio (v.20). El diccionario dice que un necio es: Un Ignorante alguien que no sabe lo que podía o debía saber. Imprudente o falto de razón. Terco y porfiado en lo que hace o dice. Y el Señor Jesús llama necios a quienes se afanan en hacer tesoros en este mundo, sin embargo son negligentes en su compromiso espiritual eterno (Lucas 12:21). Esta historia revela de manera sencilla la insensatez de hacer a un lado las cosas prioritarias de carácter espiritual por la de carácter material. ¿De qué le sirvió el dinero a este hombre cuando murió? ¿Para qué le serviría en el más allá? LA PÉRDIDA DEL ALMA (1 Tesalonicenses 5:23) Mateo 16:26 es un texto bíblico muy revelador. Las palabras de nuestro Señor nos hacen reflexionar con respecto a nuestra vida terrenal y la celestial, pero también nos confrontan con respecto a solo poner atención a las necesidades materiales del cuerpo, desatendiendo las necesidades del alma. Debemos recordar que somos seres tripartitos, o sea, que tenemos tres partes fundamentales: El cuerpo: que es el depósito físico que Dios nos ha dado para relacionarnos en el mundo físico. El espíritu: que es el aliento de vida, es la parte más interna de nuestro ser y una vez que nuestra vida es restaurada nos permite tener comunión con Dios. El alma: que es donde se desarrolla lo que pienso (mente) lo que siento (emociones) y lo que hago (voluntad). El alma es la parte que necesita la transformación y el cambio. Lo que pensamos, sentimos y decidimos necesita cada día la renovación de Dios. Al igual que el cuerpo físico necesita alimento para tener vida, el alma necesita ser alimentada. La clase de alimento que le dé determinará su estado. El alma se alimenta por la vista y el oído. Lo que yo veo y oigo determina lo que gobernará en mi alma. Cuando una persona se dedica solo a la búsqueda de lo material y descuida su alma tendrá la mayor de las pérdidas en la vida, la del alma. El alimento dañino para el alma es todo lo que entra por nuestros sentidos y que glorifican la violencia, la inmoralidad, la traición, la venganza, las adicciones y la sensualidad. Todo esto debilita el alma. Entonces ¿Cuál es el alimento positivo del alma? Pablo responde a esta pregunta en Filipenses 4:8 “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” a esto podemos añadir las disciplinas espirituales que edifican el alma que son el estudio de la Palabra de Dios, la oración , la alabanza y el congregarse. LA VERDADERA GANANCIA Hasta ahora hemos reflexionado en las siguientes verdades: primero, las consecuencias de querer ganar al mundo sin importar los costos espirituales y segundo la importancia de cuidar y alimentar correctamente el alma. Ahora entraremos al tercer punto ¿Cuál es la verdadera ganancia? Refiriéndose a la historia del rico insensato, Jesús dijo: “Mirad guardaos de toda avaricia, porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes que posee” (Lucas 12:15) en otras palabras el verdadero valor humano no lo da la riqueza terrenal. El dinero y las posesiones pueden proporcionar un estatus entre las personas que son espiritualmente ciegas, pero solo un corazón espiritual, generoso y desprendido sabrá cómo manejarlas, disfrutarlas y sembrar para vida eterna. La verdadera ganancia no es la financiera. Dios dice que “El mundo y sus deseos pasa pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre” (1 Juan 2:17). El dinero tiene su límite. Las cosas materiales son pasajeras. Solamente lo que hacemos en lo espiritual permanece para siempre, Dios dice “Porque todo lo que hay en el mundo los deseos de la carne, la vanagloria de la vida, los deseos de los ojos, no provienen del Padre sino del mundo” (1 Juan 2:17). Imagínese usted la historia del rico insensato de Lucas 12:16, ¿Qué provecho sacó de todas sus ganancias? La Biblia advierte de manera clara y directa que el amor por las riquezas de este mundo expone al hombre a la tentación (1 Timoteo 6:9). Resultan en una vida espiritual estéril (Marcos 4:19) y hasta pueden impedir la entrada al cielo (Mateo 19:23). CONCLUSIÓN: ¿Cuál es la mayor ganancia que debemos buscar? ¿Qué debemos hacer? 1. Aprender a deleitarnos en Jehová (Salmo 37a). 2. Buscar primero el reino de Dios (Mateo 6:33). 3. Establecer prioridades. 4. Amar a Dios con toda el alma (Marcos 12:30).