Fr. Carlos Bazarra Misionero Capuchino cbazarra@venezuelamisionera.com.ve El tronco se diversifica en varias ramas Cuando un árbol carece de vitalidad, no crece ni se multiplica. Pero si tiene vida, se desarrolla. Pronto encontraremos nuevos brotes. Y eso es lo que ocurrió con la Orden Franciscana. Francisco de Asís quería que el General de la Orden fuera el Espíritu Santo, que es Espíritu y Vida. Jesús le respondió a la samaritana que no hay que encerrar a Dios ni en el templo de Jerusalén ni en el templo de Garizim. “Ya es hora de adorar al Padre en Espíritu y en verdad”. (Jn 4, 23). Los signos de los tiempos fueron abriendo caminos a un desarrollo de la Orden de acuerdo a las necesidades y urgencias de la gente. Hubo Hermanos Menores que prefirieron mantener la vida sencilla, itinerante, predicando a los hombres, a los pájaros, a los peces, viviendo con el hermano Sol, con la hermana agua, con el hermano fuego, el hermano lobo… Se llamaron hermanos y fueron felices en su fidelidad al Evangelio. Hubo Hermanos Menores que vieron la necesidad de estructurar su formación a la sombra de un convento, en retiro, con el estudio y la reflexión. Y se llamaron Hermanos Menores Conventuales. Ciertamente hubo algunas tensiones entre estas dos ramas, pero todos se convencieron que la separación no debía ser ruptura, y que tenían que continuar siendo hermanos, para no caer en contradicción con la realidad de su nombre. El Papa León X aprobó la validez de las dos formas de ser franciscanos con la bula “Ite vos in vineam meam” en el año 1517. Siempre la libertad de los hijos de Dios, como reconoció Jesucristo: “Los hijos son libres” (Mt 17, 26) y siguen siendo hermanos. Nuevos Hermanos Menores La historia sigue adelante. Cristo fundó la Iglesia, pero la Iglesia reviste una condición humana y necesita una continua conversión. Con motivo de las indulgencias, Lutero atacó el comercio que se hacía con los bienes espirituales y terminó negando la autoridad del Papa, algunos sacramentos y la vida religiosa. Lutero fue excomulgado el año 1520, pero la herejía se propagó entre la gente. Entonces hubo Hermanos Menores que vieron la necesidad de insertarse en el pueblo y lograr recuperar la fe católica. A estos Hermanos Menores la gente los comenzó a llamar “Capuchinos” por la forma del hábito, el cual consistía en una túnica con “capucho”. Y el Papa Clemente VII reconoció la oportunidad de esta nueva rama, que aprobó con la bula “Religiones zelus” (1528). Nueva combinación entre la necesidad de los tiempos y la libertad cristiana La pastoral vocacional tanto de los Franciscanos, como de los Conventuales y de los Capuchinos puede utilizar diversos medios para darnos a conocer, pero a lo que no podemos renunciar es al testimonio del seguimiento de Cristo en fidelidad y libertad. El proselitismo debe ser relegado en beneficio de la libertad de hijos y hermanos menores. Orden Franciscana femenina: Las Clarisas Clara de Offreduccio (1193-1253) fue una joven perteneciente a la Nobleza de la ciudad de Asís, contemporánea con san Francisco, que sintonizó perfectamente con él y supo hacer florecer el carisma en su dimensión femenina. La misoginia no es cristiana. Dios hizo a los humanos a su imagen y semejanza (Gn 1, 26) y el resultado fue que “varón y hembra los creó” (Gn 1, 27). El carisma franciscano no puede ser comprendido ignorando a Santa Clara. Clara clarificó (perdón por la tautología) toda la riqueza de la pobreza de Francisco de Asís, que no es otra que la pobreza evangélica. Y con Clara tenemos que agradecer la multitud de congregaciones femeninas franciscanas y clarisas. Mutuamente se necesitan y complementan. A Clara, por circunstancias históricas, quisieron hacerla benedictina. Pero ella defendió contra viento y marea su vocación franciscana, y logró morir después de obtener la aprobación de su regla franciscana redactada por ella misma (agosto 1253). Clara, también con su testimonio y sin proselitismo, contagió a muchas jóvenes que siguieron su ejemplo. Orden Franciscana Seglar Lo llamativo del ejemplo y testimonio de Francisco y Clara fue que muchos matrimonios intentaran seguir las huellas franciscanas. Pero Francisco es consciente de que el matrimonio es un sacramento santificador y que Dios no lo ha llamado para arruinar hogares. “Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” (Mc 10, 9). Francisco les dice: “Manténganse fieles al sacramento y al propio hogar. En su vida cotidiana, en su profesión y en su trabajo, en la educación de sus hijos, podrán ser fieles al evangelio y al carisma que Dios me ha inspirado”. Surgen los franciscanos seglares en medio del mundo. Ya no se trata de “huir del mundo” como pensaban los primeros monjes eremitas, sino “salvar al mundo” en medio del mundo, en una entrega de amor y servicio. Tampoco podremos entender el carisma franciscano ignorando la Orden Franciscana Seglar. Los hogares franciscanos seglares serán fuente de semillas evangélicas, religiosos, religiosas y cristianos comprometidos con el Reino de Dios, y el mundo podrá cantar en todos los niveles el “Himno de las criaturas”: “Loado seas, mi Señor, con todas tus criaturas…” y en medio de toda la creación, en lugar destacado: “Loado seas por aquellos que perdonan por tu amor… y sufren en paz, porque por Ti, Altísimo, coronados serán”. 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