220-36551 Asunto: Pago del pasivo externo de una sociedad en liquidación ante la ausencia de los acreedores. Me refiero a su escrito radicado en esta entidad el día 24 de julio del presente año con el No. 2001-01-064152, en el cual consulta cómo debe proceder el liquidador de una sociedad disuelta y en estado de liquidación cuando los acreedores externos debidamente enterados y notificados del interés que le asiste a la sociedad por pagar sus obligaciones, éstos no concurren al pago. Para darle respuesta al asunto consultado, esta Oficina se permitirá hacer las siguientes precisiones y consideraciones de orden legal. 1. La disolución de la sociedad y sus efectos. Sea lo primero poner de presente que la disolución de una sociedad produce efectos jurídicos en relación con la capacidad de la misma, en relación con el contrato social, en relación con los órganos sociales y en relación con el patrimonio. Así, por efecto de la disolución de la sociedad, su capacidad jurídica se restringe únicamente para los actos necesarios a su inmediata liquidación; respecto del contrato, algunas de sus cláusulas pierden vigencia, como por ejemplo las relativas a la forma de ejercer el objeto social, atendiendo a la prohibición expresa de continuar con los negocios sociales; en relación con los órganos sociales, dispone el artículo 223 del Código de Comercio que "disuelta la sociedad las determinaciones de la junta de socios o de la asamblea deberán tener relación directa con la liquidación", luego sus funciones cambian sustancialmente. Por su parte, la junta directiva se transforma en simple organismo consultor del liquidador y la revisoría fiscal cumple una labor fundamental durante el proceso de liquidación, como por ejemplo, oponerse a la realización de nuevos negocios que impliquen continuación del objeto social. Así mismo, le compete realizar una cuidadosa vigilancia de las operaciones propias del proceso liquidatorio. Finalmente, respecto del patrimonio, como universalidad jurídica compuesta por activos y pasivos, una vez disuelta la sociedad "ya no está al servicio de la empresa social sino que asume la misión exclusiva de servir de prenda común de los acreedores. Esto significa que los bienes de la compañía deberán destinarse en primer término al pago de las obligaciones que la sociedad haya contraído con terceros, esto es, la cancelación del pasivo externo. Evidentemente, los fines de la liquidación no son otros que los de distribuir el patrimonio entre acreedores y socios para, posteriormente, extinguir el ente societario". En ese orden de ideas, se impone concluir que la disolución de la sociedad no significa la inmediata separación entre el patrimonio de los socios y el de la compañía. De allí que, conforme a lo previsto en el artículo 144 del Código de Comercio, los asociados no puedan exigir el pago o distribución de remanentes de los activos sociales mientras no se haya cancelado en su totalidad el pasivo externo de la sociedad, en concordancia con lo establecido en el artículo 247 ídem. 2. Del pago del pasivo externo de una sociedad disuelta a la luz de la teoría general de las obligaciones. Ahora bien, la citada previsión normativa, de evidente carácter imperativo, tiene toda justificación si se tiene en cuenta que el interés público que pretende proteger no es otro que el crédito, como soporte fundamental del engranaje económico en el contexto de un sistema capitalista, y cuyo reconocimiento jurídico tiene desarrollo y plena vigencia a la luz de la teoría general de las obligaciones. En efecto, toda relación jurídica de la cual surjan obligaciones correlativas, supone, necesariamente, que éstas deban y puedan cumplirse. De allí que el ordenamiento jurídico se ocupe de resolver el conflicto cierto o potencial entre los dos sujetos involucrados en la relación, dotando a uno de poder jurídico, entendido como potestad, facultad, o aptitud de obrar frente al otro; y al otro, como contrapartida de aquel poder, le impone el deber jurídico, la carga, o la necesidad de cumplir. Si obligación significa deber, ligamen, atadura, vínculo, jurídicamente implica una relación "establecida entre dos personas determinadas, en virtud de la cual, una, sujeto activo, que se denomina acreedor, espera fundadamente un determinado comportamiento, útil para él, de parte de otra, sujeto pasivo, deudor, quien se encuentra en la necesidad de ajustar su conducta al contenido del nexo, so pena de padecer ejecución forzada por las vías judiciales, a instancia de su contraparte: verse constreñido a realizar la prestación original, o a satisfacer el equivalente pecuniario de aquella, y en ambos casos, en la necesidad de indemnizar los daños y perjuicios que su incumplimiento le haya irrogado". Es por lo anterior que el crédito, como derecho subjetivo, concede a su titular la prerrogativa o legitimación legal de exigirlo coercitivamente si fuere necesario, con pretensiones preventivas, restitutorias e indemnizatorias, según las circunstancias de cada caso. Y si la finalidad de la protección adecuada del crédito se traduce, en últimas, en que éste sea pagado, es decir, que se cumpla la prestación debida, y la consecuente extinción de la obligación, igualmente importante resulta para el efecto, tanto que el acreedor cuente con prerrogativas legales para exigir el cumplimiento de la obligación de su deudor, como que el deudor pueda cumplirla ante la repugnancia o no comparecencia del acreedor a recibirla. De presentarse esta última situación, el legislador ha previsto la solución en el llamado pago por consignación de que tratan los artículos 1556 a 1665 del Código Civil, en concordancia con el artículo 420 del Código de Procedimiento Civil, cuyo objeto es hacer efectivo el derecho del deudor a que se le admita el pago de la obligación en los términos y condiciones originalmente estipulados, no sólo con la finalidad anotada, sino como mecanismo para evitar las gravosas consecuencias que implican la mora. En efecto, como en el caso que se consulta, bien puede suceder que un deudor deseoso de cumplir sus obligaciones se encuentre con acreedores renuentes o ausentes que dificulten el pago, la entrega o el cumplimiento oportuno de la obligación, en cuyo caso el deudor deberá proceder a realizar el pago conforme se ha expuesto, para obtener los efectos liberatorios que suponen la extinción de la obligación. Sin embargo, existen casos excepcionales en los cuales el pago de la obligación puede hacerse válidamente sin necesidad de recurrir al proceso jurisdiccional del pago por consignación, tal como ocurre en el caso de la consignación de los cánones de arrendamiento, conforme con lo dispuesto en el artículo 8° del Decreto 1816 de 1990, según el cual, "en desarrollo del numeral 1° del artículo12 de la Ley 56 de 1985, si el arrendador, dentro del período pactado para la cancelación por parte del arrendatario del canon de arrendamiento, se niega a recibir el pago del precio que legalmente se debe efectuar, podrá el arrendatario cumplir su obligación consignando las respectivas sumas en el Banco Popular del lugar de ubicación del inmueble, dentro del día hábil siguiente al vencimiento del tal período y dando aviso al arrendador dentro de los cinco días siguientes a la consignación; las consignaciones subsiguientes se efectuarán dentro del período pactado". Otra excepción es la prevista en el artículo 696 del Código de Comercio cuando dispone: "Si vencida la letra de cambio esta no se presenta para su cobro dentro de los términos previstos en el artículo 691, cualquier obligado podrá depositar el importe de la misma en un banco autorizado legalmente para recibir depósitos judiciales, que funciones en el lugar donde debe hacerse el pago, a expensas y riesgo del tenedor y sin obligación de dar aviso a este. Este depósito producirá efectos de pago". Finalmente y para puntualizar la respuesta, cuando el deudor es una sociedad disuelta y en estado de liquidación, tal y como se ha expuesto, no podrá distribuir el remanente de los activos sociales sin que previamente se haya cancelado en su integridad el pasivo externo, ya sea que lo haga por medios judiciales o recurriendo al pago liberatorio y excepcional a que nos hemos referido. En los anteriores términos damos respuesta a su consulta, no sin antes advertirle que el alcance del presente pronunciamiento es el contemplado en el artículo 25 del Código Contencioso Administrativo.