CAFITULO 1X NIVELACION DE TERRENOS Para que un terreno

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CAFITULO 1X
NIVELACION DE TERRENOS
Para que un terreno esté en condiciones
satisfactorias de recibir las aguas de riego
es indispensable que la superficie regable sea
sensibiemente lisa y ligerísimamente inclinada, de tal modo que la pendiente esté con la
vertiente en sentido contrario al punto donde tengan su entrada al campo las aguas destinadas al riego, a fin de que éstas dominen
a todo aquél. Como consecuencia de ello, deben evítarse las hondonadas, donde pueda esiancarse el agua, o bien puntos altos, donde
no llega o lo hace con dificultad.
Depende en gran parte el éxito de una nivelación perfecta en que el trazado de ]as regueras haya sido logrado de tal modo que se
reduzca al mínimo el movimiento de tierras,
por lo que es indispensable que, tanto el trazado de aquéllas como la nivelación del terrano, obedezcan a un plan perfectamente coordinado de antemano,
A1 pretender establecer regadíos, es im-
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prescindible que al proyecto vaya unido un
estudio agronómico del terreno en relación
con el cultivo que se va a i^mplantar, del que
forma parte el conocimiento del suelo y del
subsuelo, pues no debe olvidarse que es frecuente que la naturaleza de este último aconseje no mezclarle con las capas superficiales,
oosa poco menos que imposible en obras de
esta naturaleza, cuando hay que rellenar y
desmontar, operaciones éstas que lleva anejas la nivelación de tierras.
Las más de las veces no se llega de una
vez a la nivelación perfecta del suelo, sino
con el tiempo, pues los rellenos experimentan
compresiones más ó menos profundas cqp el
mismo riego, que desvirtúan la planicie superficial primeramente l^ograda, Por otro
lado, también sería antieconómico pretender
conseguirlo de una vez por eI mucho gasto
que siempre supone el movimiento de tierras.
Cuando el terreno que se pretende regar
ofrece la forma de un plano inclinado de bastante extensión, cosa frecuente cuando l^os
campos están situados en las laderas o estribaciones de colinas, y cuy a pendiente seá mayor del 3 por 100, debe recurrirse al abancalado, a fin de evitar tener que mover una
gran masa de tierra poniendo al descubierto
capas no meteorizadas.
Si existe piedra cerca, puede intentarse un
estudio para que los bancales a albitanas estén f^ormados por muros de ellas en talud,
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para que resistan la presión de la tierra, ejercida por el Iado opuesto. De resultar caro
este procedimiento, se recurre a taludes de
tierra simplemente, . de pendiente 1,5/1, que
el césped se encarga de fijar. Naturalmente
que el abancalado en piedra aprovecha mejor
el terreno, y el estudio de uno u otro sistema
debe basarse, tanto en el coste de la obra
como ^en el mejor aprovechamiento del terreno. E1 inconveniente que presentan los regadíos en bancales es el mayor consumo de
agua, especialmente los situados en los planos superiores, debido a]a aireación lateral
que experi^mentan, factor éste condicionado
también a la exposición de los campos en
cuestión. Cuando en el terreno hay piedras,
puede seguirse un procedimiento mixto, que
consiste en hacer el abancalado por medio de
taludes de tierra del modo descrito, pero iniciando en ia base de estos taludes los muros
de piedra, con sólo ir colocando la que se saque en cada labor que se da al terreno. Al
cabo de ^unos cuantos años de labor paciente
se ha conseguido la desaparición de los taludes de tierra por creación de los de piedra,
y la utilización en cultivo de la máxima extensión.
Si e] terreno presenta muchos accidentes,
es conveniente efectuar un levantamiento a1=
timétrioo para marcar sobre el plano curvas
de nivel que sirvan de base p^ara los cálculos
de cubicación y movimiento de tierras, así
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como para la determinación del plano rasante medio que ha de constituir la superficíe
regable.
Si se trata de allanar un terreno cuya superficie presenta sinuosidades, se puede calcular el movimiento de tierras, tanto de desmonte como de terraplén, que hay que efectuar. Para ello se comienza por colocar piquetes en los puntos del terreno que presentan cambios de dirección en los declives, hasta formar una red de triángulos, en los cuales se miden las dimensiones necesarias para
calcular la superficie en cada uno de dichos
triángulos. Partiendo de uno de ellos, á cuyo
efecto se coloca el nivel en el centro, se mar.
ca una cota con un piquete, cuya cabeza señale el paso del plano horizontal que ha de
tener el terreno una vez nivelado, llevando
luego la mira de tablilla sobre cada vértice
de este primer triángulo, para anotar su altitud en relacíón con dicho plano, Después
de tamada nota de cada punto, se elevan o
ahondan los piquetes de los vértices hasta
conaeguir que sus cabezas estén situadas a
la altur^ a que se desea llevar el terreno.
Hecha esta operación en el primer triángulo,
se pasa a otro contiguo, sirviéndose para el
enlace de los vértices comunes que tienen los
triángulos, a fin de abreviar el trabajo.
Las notas se toman en un registro como el
siguiente, cuyo estudío aclara suficientemente el procedimiento a seguir :
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Otro procedimiento sería el siguiente: Se
ccloca el nivel en un punto y se enfila ]a mira
en una alíneación, para conocer por la diferencia de ]as lecturas el desnivel que existe
entre dos puntos, conforme dijimos en la parte dedicada al trazado de regueras; situados :
uno, en la parte alta, y el otro, en el fondo de
la hondonada que se va a rellenar. El desnivel obtenido se divicle p^ar dos, para terraplenar en B(fig. 3) una cantidad igual a 1<^.
Fig. 3.-Perfil para el cálculo de movimiento de tierras.
mitad de dicha diferencia, cuya tierra se ob:tiene des^montando de A. Se efectúa análoga
operación con el punto C con respecto a B,
acabando de terraplenar en B con la t.ierra
extraída de C.
El movimiento de tierras exige el empleo
de mano de obra y el auxilio de algunos instrumentos. Cuando el desplazamiento de tierras presenta poco volumen, basta auxiliarse
con unos azadones, picos, azadas y espuertas
que faciliten la operación; pero si el transporte de tierras ea de importancia y a distancia, es necesario calcular la distancia má-
xima de transporte eoonómico con arrobaderas en sus diversas clases, para lo cual reseñamos los típos, según Ia tracción empleada;
M etros.
Arrobaderas impulsadas por tracción animal.
Iclem íd, con tractor cuya fuerza en ]a barra
wea de 20 HP . .............................................
Idem grandes impulsadas por tractores po-
50
tentea ...........................................................
100
78
Según lo expuesto, se procurará que el
transporte de tierras sea siempre a distancias
menores de la cifras dadas, según el medio
motriz empleado.
El mejor procedimiento para hacer más
económicamente el transporte, consiste en
disminuir las v^ueltas en l^o posible, lo que se
consigue cuando la ondulación del terreno
exige desmontar en varios lugares y rellenar
en otros de forma alternada, hacer viajes de
ida y vuelta en trayectos comprendidos dentro de la distancia máxima de transporte económico, tlenando ia arrobadera en los puntos altos, que se vacía en el bajo inmediato,
para volver a llenar en el alto siguiente y
volcar en el otro punto bajo que Ie sigue,
para, cuando se llega al último, dar vuelta,
haciendo igual operación, pero en sentido
contrario, hasta llegar al punto de partida,
para empezar de nuevo.
Si lo que se ^pretende rellenar es una hondonada a costa de la tierra de las vertientes
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contig^uas, es conveniente, siguiendo este procedimiento, llenar en uno de los altos, vaciar
la arrobadera en el bajo que se pretende rellenar y continuar en línea recta hasta la
vertiente opuesta, donde vuelve, llena, para
vaciar en el mismo hoyo de ida, hasta regresar a llenar en el punto de partida.
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