REVISIONES Desde comienzos de los años noventa, un número cada vez mayor de artistas interpretan, reproducen, representan, transforman, exponen o utilizan obras realizadas por otros creadores. La materia que manipulan deja de ser materia prima, pues no se trata ya de elaborar una obra a partir de un material en bruto, sino de trabajar con obras y productos que ya están creados. Esta repetición o incorporación directa de una obra por parte de otro artista, que la representa en un contexto diferente, amplifica y extiende el anticipatorio concepto de ready made elaborado por Marcel Duchamp, contribuyendo a abolir la distinción tradicional entre original y copia. Los conceptos de autenticidad y autoría se difuminan así lentamente en este nuevo paisaje artístico, en donde se reflexiona y cuestiona la fusión entre productor y consumidor. Apropiándonos de las palabras de Ludwig Wittgenstein, no busques el significado, busca el uso, los productores de estas obras tienen la tarea de seleccionar objetos culturales e insertarlos dentro de contextos definidos, siempre a partir de materiales preexistentes, es decir, generan significado a partir de una selección y combinación de elementos heterogéneos ya dados. Este tipo de práctica se sitúa entre, o al margen, de las artes individuales y, en consecuencia, la integridad de los distintos medios y géneros –que eran la esencia misma del proyecto moderno- se disuelve. La apropiación, la copia, la revisión… responden en parte a la saturación de la producción cultural, aunque también, más indirectamente, a la inclusión dentro del mundo del arte de formas hasta entonces ignoradas o despreciadas. Así, como constructor de nuevas realidades, o al menos como catalizador de otras maneras de verlas y entenderlas, de producirlas, el arte no solo se cuestiona su entorno, sino también a sí mismo.