A PROPÓSITO DEL DEBATE MATTESSICH – MACINTOSH: Un desafió a la realidad Edgar Gracia López 1. Introducción. El artículo plantea asuntos críticos sobre las consideraciones de observación y argumentación de la realidad, desde las posturas de los profesores Mattessich y Macintosh. Para efecto de guiar el sentido de la argumentación, se asumen consideraciones iniciales referidas a las ciencias sociales, las posiciones políticas y los intereses concretos en el entendido que siempre se encuentran presentes a la hora de tomar posición frente a la realidad. Inicialmente se hace una breve mención a lo positivo y normativo en la contabilidad, asunto que como se prevé constituye el principal centro de las polémicas y que se sostendrá a lo largo del presente siglo. Se observa igualmente cómo la polémica entre Mattessich y Macintosh tiene historia, es decir no se trata del azar manifiesto en puntos de vista, sino que sintetiza un trasegar de la contabilidad, incluso desde los tiempos de F. Besta y Zappa, quienes también debatieron sobre la naturaleza de la contabilidad. Sin que se decante profundamente, se hacen referencias a las respuestas dadas a la pregunta sobre la realidad, para desde allí comentar las posiciones en el debate, enmarcadas en la emergencia de nuevos pensamientos. Tal vez el mejor significado de la polémica Mattessich- Macintosh esté dado por el reconocimiento de los cambios históricos de las sociedades que explican las situaciones y fenómenos en relación con las realidades concretas que se viven. Es indudable que las sociedades están cambiando y en este proceso no exento de contradicciones, en últimas se juega la vida misma. Las afirmaciones o negaciones sobre lo significado como realidad pueden estar dando lugar a la presencia y descubrimiento de nuevos atributos antes no vistos, incluso, dando lugar a la desmitificación de la ciencia y a su pretensión de constituirse en el único referente de explicación del mundo. En estos aspectos es claro que el desafío es inmenso como inmensos son los secretos del universo. 2. Delimitaciones Argumentales Este trabajo se orienta por las siguientes argumentos: el debate Mattessich y Macintosh es sólo una manifestación de las contradicciones que arrastra la contabilidad en cuanto a la forma como aborda la construcción de información financiera y el impacto que ésta está teniendo en la sociedad. Desde luego, el asunto de la contabilidad es más profundo en cuanto está indisolublemente unida al conjunto de interés de la sociedad y más específicamente a los económicos. De hecho, históricamente la contabilidad se ha visto observada en relación más con los poderes económicos y menos con la cultura. Por supuesto ello ha impactado las maneras como esta disciplina del conocimiento entrega sus respuestas a la sociedad. El segundo argumento que orienta este trabajo, tiene que ver con las denominadas ciencias sociales a las cuales pertenece la contabilidad. En la actualidad el conjunto de saberes que componen las ciencias sociales está viviendo un periodo de implosión en tanto cada vez más se reconoce que no se han constituido en reales motores de cambio y transformación. En definitiva las ciencias sociales están cuestionadas connotando una especie de crisis, por algunas llamadas crisis de pensamiento, de realidad, de incoherencia entre lo que se plantea, lo que realmente se dice y lo que efectivamente se hace. En estos aspectos, las estructuras metodológicas y teóricas de las ciencias se encuentran cuestionadas profundamente. Una manifestación de esta crisis se puede reconocer en las caracterizaciones que se asumen y las particularidades que se presentan entre la investigación cuantitativa y la cualitativa. Desde luego, las ciencias sociales se están reconociendo en un tránsito donde se está replanteando la forma de observar y trabajar la realidad; es ¿real la realidad?, ¿qué realidad postulan las teorías sociales?, ¿cómo la contabilidad concibe la realidad? , son apenas algunas de las preguntas que se enmarcan en los sitiales de la crisis de pensamiento de las ciencias sociales. La polémica Mattessich y Macintosh, precisamente tiene que ver con estos asuntos en cuestión. En el marco de las argumentaciones y respuestas que orientan las explicativas y comprensiones sobre la realidad, se reconocen posiciones políticas e intereses concretos de las ciencias. En el caso de la contabilidad no puede ser de otra manera, e igual a su interior se reconocen asuntos que dan lugar a importantes demarcaciones sobre la manera y el impacto social de esta especial forma de conocimiento. Las controversias entre los diferentes enfoques y matices de la contabilidad como ciencia positiva o ciencia normativa, re-significan los campos de actuación profesional y académico con implicaciones políticas y sociales. De esto da cuenta precisamente una apreciación del profesor Mattessich en su artículo Contabilidad: ¿Sisma o Síntesis? Mientras los contables de orientación empírica tienden, en general (algunos más que otros), a una ideología derechista, los seguidores de la CIV (tendencia crítico- interpretativa) se encuentran repartidos por todo el espectro político de la izquierda, desde la más moderada a la más radical. Detalles políticos aparte, se pueden afirmar que mientras en una de las facciones es el razonamiento el que domina a la moral (buscando optimizar el beneficio a corto plazo, por ejemplo), en la otra, la moral y la preferencia por lo extravagante prevalecen sobre el razonamiento (Mattessich: 2003: 117). El reconocer posiciones políticas en las argumentaciones académicas de la contabilidad se constituye en este trabajo como un criterio orientador. Ello es así, en tanto el debate Mattessich y Macintosh puede entenderse, en últimas, como el primer cierre de una polémica incesante que deviene del siglo pasado, en especial cuando en forma decidida y como resultado de la promoción de las arquitecturas científicas, la contabilidad en preferencia parece abocarse por el uso, confección y aplicación de este tipo de explicaciones. El reconocimiento o no, de la neutralidad de la ciencia frente a la interpretación y transformación de la realidad, de hecho ha derivado en planteamientos de naturaleza política. En el caso del saber contable dependiendo de la interpretación acerca de lo que es o no-es contabilidad. Derivado de lo dicho anteriormente se reconoce otro argumento central para la comprensión del debate Mattessich-Macintosh, en referencia a lo entendido como positivo y lo comprendido como normativo. Es de importancia el asunto, pues en la práctica las tensiones entre lo positivo y lo normativo se siguen constituyendo en la arena de conflicto que acompañará a la contabilidad al menos en este presente siglo. Desde luego la polémica positivo-normativa de la contabilidad o positivo-condicional normativa, no ha estado exenta de contradicciones y malos entendido; baste mencionar una apreciación de R. J. Chambers, al respecto: Se dice o se sobreentiende por algunos que una teoría positiva se refiere a un código observable de prácticas, mientras que una teoría normativa se refiere a un código propuesto o sugerido de prácticas. Tal clasificación confunde la teoría con la práctica, el conocimiento positivo con las prácticas que pueden surgir en parte de proposiciones éticas o cargadas de valor (Chambers: 1990: 35). Tal vez en el debate sobre lo que es la contabilidad y sobre lo que debe ser, se encuentren los sutiles hilos de la diferencia entre una contabilidad comprometida con los intereses de defensa de las riquezas de la sociedad-nación y otra cuyo derrotero lo sea en términos de los intereses exclusivamente privados y de funcionamiento de las arquitecturas del mercado. Por supuesto, lo positivo y normativo de la contabilidad, va más allá de la complicada relación entre los intereses generales y los particulares, pues en el fondo el asunto es epistémico, metodológico y de estructuras lingüísticas, que se traducen en vehículos para interpretar la realidad. La postura asumida sobre la concepción de la realidad demarca en buena parte el sentido y/o naturaleza de la contabilidad; dependiendo de ello, se comprenderán las posibilidades de una teoría general de la contabilidad o de teorías parciales para resolver problemas concretos. 3. Algo de historia. La teoría y la práctica de la contabilidad, con sus diferentes versiones de ser observadas, se han constituido en el telón de fondo de las incesantes polémicas que se presentan. Es posible afirmar, que si no se alcanzan los adecuados desarrollos teóricos muy difícil se encontraran consistencias con las prácticas contables, las que dan pie para cantidad de justificaciones dependiendo de las necesidades explicativas. Mientras la teoría de la contabilidad demuestre falencias, debilidades e inconclusiones, las prácticas serán diversas como diversos los contextos y resultados. En relación con esto, j. Chambers afirmó, “vi las grandes discrepancias entre los resultados que surgen de diversas prácticas permisibles” (1990: 19). En estos asuntos, teórico- prácticos de la contabilidad, subsisten anomalías que en profundidad pueden estar señalando simplemente el tránsito de madurez de esta disciplina del conocimiento. Si esto es así, el debate Mattessich- Macintosh, forma parte de los elementos aclaratorios necesarios para avanzar en la cimentación del cuerpo de conocimientos adscritos a la contabilidad. En este proceso de constitución y deslinde del saber contable, respecto de su autonomía y especificidad en relación con otras disciplinas del conocimiento, históricamente, igual se han presentado debates que se inscriben en la correspondiente concepción de sociedad del momento. El debate Zappa- Besta, por ejemplo, es una muestra de cómo las perspectivas demarcan razones para el avance. Fabio Besta con su propuesta de contenido de representación patrimonial a la luz del control económico, y Zappa con su demarcación de la contabilidad como estudio de la economía hacendal, darían pie para versiones que aún en día se muestran influyentes respecto de los contenidos y esencias de este saber milenario. Podría afirmarse que buena parte de las actuales discusiones sobre el objeto de estudio de la contabilidad se muestran adheridas a este tipo de planteamientos, con aciertos y equivocaciones que desde luego impactaron el curso de las discusiones. Si se trata de circunscribir el debate Besta- Zappa a una época, se puede decir que como tal está inserto en lo que se conoce como constitución de la modernidad. Si se trata de una meridiana ubicación histórica del debate, Mattessich-Macintosh puede decirse que éste emerge desde 1980, en relación a cuatro asuntos que se muestran como puntales en la demarcación de las situaciones por las que atraviesa la contabilidad como campo de conocimiento y práctica. Uno, la extinción del modelo de la revolución industrial, inaugurada a partir de 1980, provocada por las transformaciones del modus operandi de la producción a escala, que altera profundamente la lógica del capital- trabajo con consecuencias visibles para la contabilidad. (Nepomuceno: 2003: 109). Dos, El auge de la investigación empírica propiciado a partir de 1960 que se debió al sustituirse el objetivo de “medición del beneficio” por el de suministro de “información útil al usuario” (Tua: 1990: 42), causa fundamental para entrever que precisamente los resultados de la investigación empírica por la década del ochenta, genera el reconocimiento, captación y presencia de factores externos a la contabilidad que resultan altamente incidentes en su estructura y comportamiento. Es la presencia de factores sociopolíticos que como modelos también influyen y determinan las perspectivas o limitaciones de la contabilidad. En la implementación de la investigación empírica en contabilidad es posible reconocer una posible sustitución de los contenidos contables por un esquema de formalidades (alta matematización, procedimientos estocásticos) que se muestran como causantes de la implosión de este saber. Es decir, así como la investigación empírica abrió el conocimiento de la realidad bajo la cual se desempeña la contabilidad, por demás compleja, también, al parecer, con la fuerte positivización está incidiendo en el abandono total de las consideraciones normativas que llenaban de contenido las expresiones y conceptos empleados. Tres, la parte crucial que ubica el debate es lo referido a la modernidad y la posmodernidad. Es incuestionable que la modernidad frente a sus compromisos adquiridos por la libertad, la autonomía, vitalidad, un mundo mejor, reconocimiento de las igualdades sociales, quedó o está quedando en deuda. En contrario a la modernidad, la posmodernidad se ha constituido en las nuevas maneras de observar el mundo, por supuesto cuestionando las bases mismas de la modernidad y los fosilizados conceptos bajo los cuales se erigió; entre estos conceptos, el de realidad, puesto que como tal, asume una consideración diferente a la tradicional manera de ubicar la verdad, la verificación y la prueba. Preguntas como ¿es real la realidad?, ¿existe la realidad? , se levantan como banderas que al responderse cuestionan los fundamentos mismos de la sociedad moderna, la que se erigió sobre la base una diferenciación tajante entre el sujeto y el objeto siendo este (el objeto) el determinante de las relaciones. Cuatro, la globalización. Al respecto varias son las interpretaciones, aunque en la práctica como lo afirma Scholte mencionado por Fazio, son cinco las aproximaciones. Uno, identificar la globalización con la internacionalización. Dos, equipar la globalización con la liberalización. Tres, recurrir a la globalización como un sinónimo de universalización. Cuatro, asemejar la globalización con la occidentalización. La última, asociar la globalización con la desterritorialización (Fazio: 2011: 31-32). Mención especial para el debate Mattessich- Macintosh adquiere la globalización asociada con la internacionalización, pues se trata del incremento de los intercambios internacionales de mercancías, capitales, personas, mensajes e ideas. Es claro que hoy en día, los capitales mutan de diversas maneras y desde diferentes fuentes alrededor del mundo, en procura de las mejores condiciones para las máximas ganancias. Incluso la propiedad de los mismos ha resultado descentrada, tanto que incluso en su relación con el trabajo se habla de su fenecimiento. Ahora, con la internacionalización de las transacciones es evidente que los conceptos que acompañaban viejas maneras de observarlas, se están quedando desusados. Se trata de un mundo globalizado que, sin duda, torna exigente la emergencia de nuevas categorías para su interpretación. La contabilidad por supuesto no es ajena a esta realidad y debe operar con nuevas interpretaciones sobre lo connotado como capital, ingreso, resultado e información. Respecto de la globalización con la occidentalización son varios las versiones que se trabajan. En una de estas, la pretendida occidentalización que se expresa como norteamericanización para denotar la penetración en todos los confines de la tierra de las instituciones, prácticas y referentes culturales provenientes de este entorno históricogeográfico específico (Fazio: 2003: 32). En otra versión, el cuestionamiento se orienta a la crítica sobre la pretendida razón occidental como única manera de ver el mundo. Fácilmente por la vía de la universalización de la razón occidental como único punto de vista, se cae en las incomprensiones entre ciencia, ley y práctica; de tal manera, en el pensamiento social moderno tiene bastante tradición la idea de que la ley en cuanto norma debe ser ley en cuanto ciencia. En este sentido, la presentación de afirmaciones normativas como afirmaciones científicas y de afirmaciones científicas como normativas es un hecho endémico en el paradigma de la modernidad (Boaventura: 2003: 57). 4. La realidad. Es evidente que la discusión Mattessich- Macintosh gira alrededor de, por una parte de las concepciones modernas y postmodernas y por otra, asociada a lo anterior las concepciones sobre la realidad. Por supuesto en el tinglado las posiciones se amplían haciendo uso por una parte de las concepciones de realidad a través de Mario Bunge en el caso de Mattessich R, y las Baudrillard J. en el de caso de Macintosh. Un asunto inicial que vale la pena reconocer, es precisamente que las concepciones y condiciones bajo las cuales se daba respuesta a la pregunta sobre la realidad, han cambiado drásticamente en especial desde que la sociedad industrial decae para dar paso una sociedad basada en la información y la intangibilidad. En este proceso de transformación, lo inmaterial y simbólico, lo signo-significativo, ha entrado a definir mucho de las situaciones. En la práctica, el núcleo de realizaciones que se soportaban sobre lo tangible y demarcación de los objetos materiales y del conocimiento, han resultado desplazados por la presencia de nuevas fuerzas de reproducción de las condiciones. El trabajo inmaterial por ejemplo, se ha colocado como base fundamental de la producción, que atraviesa no solamente la reproducción sino también el consumo, no se reproduce en una forma de explotación, pero si en forma de reproducción de la subjetividad (Lazzarato: 2001: 45) En el nacimiento y posterior desarrollo de lo que conocemos como Modernidad, los objetos materiales y la sustancia material de los mismos, precisaban el esfuerzo para caracterizarlos y determinar las propiedades inherentes a su generación, uso, administración. Por decirlo de una manera distinta, es la sociedad del esquema Newtoniano que determina la objetividad a través de las verificaciones físicas directas o a través de instrumentos validos y reconocidos como base de las mediciones. Podría afirmarse que es la sociedad de los objetos. De hecho es la presencia de lo displinario determinado para la búsqueda y precisión de los objetos del conocimiento. Cada disciplina con su correspondiente objeto. En la práctica era la objetividad de la realidad en función especialmente de la materialidad. Incluso el mismo hombre es reducido al objeto del conocimiento, igual que la naturaleza tomada en el sentido de la explotación para la acumulación. Desde este ángulo, la percepción de la medida de la objetividad contable siempre estuvo vinculada a la idea de medición empírica de los valores contables, cuyo punto crítico siempre fue la tentativa de una fidelidad representacional del registro contable, cuando ello debería ser la consecuencia de la reflexión teórica de los condicionantes de esa medida (Nepomuceno: 2003: 112). Un asunto de importancia en el enfoque modernidad-posmodernidad, que vale la pena considerar, tiene que ver con las sutiles modificaciones que se dan en la relación mensajeobjetos. En un pasado cercano el mensaje expresaba las propiedades de los objetos y características de los mismos. Hoy en día, el asunto se ha invertido y son los objetos los que expresan y envían las señales del contenido de los mensajes. En la práctica, los diferentes objetos construyen apreciaciones sobre la realidad. Lo más importante es el mensaje asociado a los mismos y al sistema de relaciones que se adscriben a su manipulación o presencia en relación con otros objetos o con el sistema mismo. Como afirma Alonso: Los productos del mercado evolucionan hasta convertirse en meros simulacros de sí mismos, adquiriendo una estructura señuelo de si mismos, en la que su forma exterior (superficial) rompe la dependencia con respecto a su contenido (profundo), aparece por tanto, una dimensión signo, objeto de estudio corriente de la semiología y de la semiótica contemporánea, [….] La marca de un producto, por ello, no marca el producto, marca al consumidor como miembro codificado del grupo de consumidores de esa marca (Alonso: 1999: 28). En la posmodernidad, parece, el problema es menos de contenidos materiales y más problema de signos. De tal manera, en esta multiplicidad de señales, poco a poco se ha perdido la vinculación de los modelos con lo supuesto como real de la realidad. Por esta vía el mundo, según Baudrillard, accedió a la simulación, que es la generación por los modelos de algo real sin origen ni realidad: lo Hiperreal. El territorio ya no precede al mapa ni le sobrevive. En adelante será el mapa el que preceda al territorio, precesión de los simulacros (Baudrillard: 1978: 6). Desde lo anterior se hace posible, precisamente, la apreciación de Macintosh cuando afirma que: [….] gran parte de la contabilidad de hoy parece ser un síntoma de la era posmoderna general. Tanto los ingresos como el capital han ganado su autonomía respecto de cualquier referente real. Como dice Baudrillard (1988) se trata de la simulación en el sentido de que a partir de ahora las señales se intercambiarán entre sí exclusivamente sin interactuar con la realidad, por fin libre de equivalencia determinada. Es la emancipación definitiva de la señal de cualquier referente. (Macintosh: 40). Como puede seguirse en la argumentación, en últimas, la realidad ha sido puesta en cuestión. Macintosh cuestiona todo aquello de existencia de la realidad, no por ello dejando de asegurar que los signos de la contabilidad son capaces de influir en el día a día de de los acontecimientos que ocurren en el mundo material. En este sentido para Macintosh lo que se da es un consumo masivo de los informes contables por su valor de signo. Desde luego el asunto de hablar sobre la realidad no resulta sencillo. Según Mario Bunge, <<realidad>> puede definirse como el conjunto de todas las cosas reales, en cuyo caso la realidad es irreal o, como en el caso de la cosa real suprema, es la que está constituida por todas las cosas (2008: 55). Por supuesto, esta posición resulta contraria a la versión de la realidad como un “todo estructurado”. La realidad como sumatoria de todas las cosas, desde luego se contrapone con la versión de realidad propuesta como “todo estructurado”. En este sentido, la realidad es, pues, percibida, como un todo indivisible de entidad y significados, y está implícitamente comprendida en la unidad de los juicios de existencia y valor (Kosik: 1965: 42). Desde otro ángulo, en el constructivismo social, varias versiones se presentan, interesantes en la medida que igual sirven para la apalancar la comprensión sobre los niveles de discusión Mattessich- Macintosh. Uno, la objetividad es la ilusión de que las observaciones pueden hacerse sin observador, aseveración que da pie para afirmar que la realidad es cuestión del acuerdo fundamental entre los observadores. Dos, en este sentido, real también se puede comprender como las explicativas insertas en un conjunto de conceptos aceptables por personas que comparten un criterio de validación. 5. El debate Mattessich- Macintosh El examen del artículo de Mattessich, “representación contable y el modelo capascebolla de la realidad” perfila varios asuntos interesantes para la discusión. Por una parte y en relación con la respuesta a la realidad, este autor se acoge de la “noción de realidad” y de la naturaleza de la “representación contable”. Para su efecto distingue entre realidad absoluta versus las realidades superiores. En este marco de reflexión, acerca de la realidad contable, Mattessich (2006: 18) prevé la existencia de un núcleo (posiblemente de energía pura, cualquiera que sea la forma definitiva que pueda asumir) denominándolo como realidad absoluta. Como puede deducirse, en este aspecto, Mattessich parece estar influenciado por la dinámica de modelos metodológicos de investigación que especifican la existencia de un “centro firme” incuestionable y altamente abstracto. De tal forma, las realidades superiores (físico-química, biológica, mental) a ese centro firme, estarían conformadas en forma de capas significando la presencia de diferentes niveles a manera de jerarquía de realidades. En este sentido, como lo asegura, “la realidad como un todo puede concebirse como una cebolla, como una jerarquía de diferentes niveles dentro del contexto de un realismo”. Desde luego el centro firme, sería incuestionado y prefijado como axiomático, en el sentido de aceptar que “simplemente tiene una existencia independiente de la forma definitiva que pueda asumir”. De tal manera, los conceptos de las realidades superiores serían apéndices hipotético conceptuales cualesquiera sea la dimensionalidad que se les pretenda otorgar. Desde este ángulo entonces, por ejemplo, los derechos de propiedad y las deudas concretas como realidades sociales que son, terminarían explicadas en función de las realidades superiores, más no derivadas de la realidad absoluta. Desde este plano, parece, Mattessich se reserva el poder último de las explicaciones contundentes para vencer a sus adversarios, pues la realidad absoluta puede convertirse en cualquier cosa o sentido dependiendo de las circunstancias de la explicación. Es evidente que Mattessich opone la representación a la simulación planteada por Macintonsh. En palabras de Baudrillard se oponen las representaciones como poder dialéctico, mediación visible e inteligible de lo real. Toda la fe y la buena fe occidentales se han comprometido en esta apuesta de representación: que un signo pueda remitir a la profundidad del sentido, que un signo pueda cambiarse con sentido y que cualquier cosa sirva como garantía de ese cambio, Dios claro está (Baudrillard: 1978: 13). Tal vez en la postura de Mattessich, Dios como la realidad absoluta. La distancia entre los planteamientos de Mattessich versus los de Macintosh, lo es respecto de la consideración de las fases sucesivas de la imagen. Se puede ubicar en el dialogo, a un Mattessich incrustado en las primeras etapas de una comprensión de la imagen: reflejo de una realidad profunda (buena apariencia) y enmascarar y desnaturalizar una realidad profunda (mala apariencia). A un Macintosh ubicado respecto de la imagen en cuanto enmascara la ausencia de realidad profunda (juega a ser apariencia) y en cuanto a no tiene nada que ver con ningún tipo de realidad, siendo ya su propio y puro simulacro (corresponde a ordenes de simulación). Lo anterior da pie para mencionar de la realidad lo siguiente: a) la representación contable tiene que ver con la realidad (Mattessich), lo que remite a una presencia y b) la representación contable hoy en día nada tiene que ver con la realidad, lo que remite a una ausencia, es decir simular lo que no se tiene (Macintonsh). En estos sentidos se supone, resultan enfrentadas las consideraciones entre lo que es una realidad objetiva y lo que se refiere a una contabilidad que circula en una hiperrealidad de modelos auto-referenciales. Desde luego los planteamientos de Macintosh, en la práctica resultan cuestionadores de lo significado como sistema contable. En la versión de los modelos auto-referenciales estos tienen la capacidad de construir la producción de sentidos a través de elementos disimiles que deben tener la característica de poca durabilidad. Tal vez en Macintosh esta hiperrealidad es el resultado de comprender la existencia de un entorno problemático que se basa en lo inestable, caótico y etéreo. En este sentido, los sistemas contables como modelos auto-referenciales determinarían sus propias condiciones de estabilidad o movimiento, independiente incluso de sus bases generadoras. Al respecto Luhmann N, menciona: hay sistemas que tienen la capacidad de entablar relaciones consigo mismos y de diferenciar esas relaciones frente a las de su entorno (1998: 38). Si las aseveraciones anteriores son correctas, se estaría viviendo realmente una verdadera eclosión de los conceptos contables. Los conceptos como elementos del sistema contable tendría la potencia de la variabilidad en el tiempo sin correlato con ninguna realidad. En este sentido, por ejemplo, los conceptos de ingreso y capital como lo dice Macintosh, al formar parte de sistemas auto-referentes podrían bien dejar de referirse a objetos o hechos reales. De hecho para este autor ya no tienen referencia con la realidad. Por supuesto en la versión de Mattessich y apoyado en los criterios de la explicación científica, la construcción del edificio contable y su desempeño, necesita de la ubicación y formalización de una base empírica identificable y necesaria para explicar, de tal manera que como soporte derive los conceptos estables de la contabilidad. Así, la objetividad contable al menos relativa sería garantía en el marco de la validez de las condiciones en la persecución de objetivos predefinidos. Desde este enfoque, los conceptos de ingreso y capital tienen referencia respecto de una base empírica que los determina en cuanto al contenido conceptual. Como se afirmó en los argumentos iniciales de este artículo, la década del ochenta marcó la inicial referencia a la presencia de los factores externos en la contabilidad, identificados como resultado de la investigación empírica. La presencia de la información como factor de importancia, adquiere en el sistema social un valor que se relaciona íntimamente con los desarrollos de la economía institucional. Economía de la información y economía institucional se han unido en un todo-dialéctico, para dar lugar a una economía hiperreal, donde cada vez más la información institucional consiste en datos estandarizados y reglas generales […] que la gente acepta en forma voluntaria. Contadores entre otros, producen información institucional que agiliza la interacción social y comercial (Macintosh: 42). En este sentido, los conceptos de ingresos y capital cumplen más la función de respuesta a los acuerdos empresariales y comerciales que función de realidad; “las cifras contables no son más que instrumentos para la evaluación de la contratación y su ejecución no importa mientras este referente sea estable”. La existencia de los datos estandarizados y la demarcación de las reglas generales de actuación en la economía, es significativo de la presencia de la función-signo y del factor símbolo como medio reconocido para los intercambios. Se trata del valor-signo. En estos aspectos existen distancias considerables entre lo reconocido por Mattessich y lo planteado por Macintosh. Para el profesor Mattessich los derechos de propiedad, por ejemplo, son consecuencia de existencia de una realidad social, mientras para Macintosh son resultado de las relaciones sociales que determina el valor-signo independiente de las consideraciones de realidad. En este sentido de Hiperrealismo, los simulacros no continúan asociados con ningún referente real y donde los símbolos, las imágenes y los modelos circulan ajenos a cualquier objeto material real o ideal romántico (Mattessich, p. 43). Siguiendo la argumentación de Macintosh en la relación de señales de la renta, se siguió el siguiente proceso: a) inicialmente la renta como imagen fiel de la ganancia material real, b) luego, como cambio a una producción estandarizada de mercancías que facilitó el intercambio de capital despersonalizado, c) finalmente en la era de simulación se desprendió de cualquier referente legal. En el caso del capital contable: a) en los tiempos feudales, el capital no se distinguía como realización de la ganancia. El capital llegó a ser una falsificación de los ingresos, b) luego en la era de la producción se da la separación entre propiedad y control, es decir como una imagen de la capacidad de la empresa de ganancias futuras, c) finalmente en la era de la simulación, el signo de acumulación contable se refiere a la capacidad de obtener en el mercado una tasa de retorno, por lo que ya no está asociada a la señal de ingresos tradicionales, ya sea en tiempo o espacio. Más bien, es un signo de circulación en la economía financiera hiperreal (Macintosh, p. 40). En tiempos recientes se consideraba desde la economía que las circulaciones económicas reales (base de producción operativa y real de las empresas o de la nación) tenían un correlato de base real en relación con las circulaciones financieras. De tal manera, se entendía que a una cantidad de bienes producidos en un momento o periodo determinado de tiempo, le correspondía una masa monetaria distribuida. Hoy en día y partir de las señales se comprende la existencia auto-referencial de las distribuciones financieras que no se vinculan para nada con el referente de la producción. Desde este ángulo, la producción real y la distribución financiera, en la práctica, nada tienen de conexión con el principio de realidad asociado a lo real de la producción. En este sentido, desde la perspectiva Baudrillardiana, la referencialidad del signo a un dominio objetivo es irrelevante de las relaciones sociales en el orden de los simulacros ya que los signos no son preciosos por su valor de verdad ni por su valor de cambio o de uso, sino por su valor de signo (Macintosh, p. 43) De lo anterior es posible deducir, que los sistemas y modelos contables se pueden estar moviendo en forma auto-referencial. Si es así, el balance general como información de la riqueza y la acumulación, por ejemplo, tendría autonomía y objetivos proclives a un movimiento auto-referenciado para nada vinculado con los resultados. En el caso del estado de resultados, éste se estaría moviendo más en función de las especificidades financieras relacionadas con el crédito, el comportamiento de la propiedad y la moneda, que en función de lo real y económico de la empresa. Es decir, el Balance General y el Estado de Resultados como dos existencias, auto-referentes y sin contenido de realidad. Conclusiones. a) Es evidente que las respuestas sobre lo que se entiende y comprende por realidad están cambiando. Es la realidad al banquillo, entendiendo que las respuestas tienen implicaciones para el mundo de lo científico. En la práctica se trata de los descentramientos vitales para observar las cosas y las relaciones desde miradas diferentes a las tradicionales. La realidad es un mundo de complejidad, que exige observaciones y demarcaciones diferentes a las constituidas incluso por la ciencia y lo científico b) En lo actual, la contabilidad debe vérselas con lo intangible y la inmaterialidad. Este asunto le exige la presencia de nuevas y diferenciadas metodologías para el abordaje de la realidad. Desde luego, en la perspectiva de Macintosh, preguntándose por la simulación y las ordenes de simulacro. c) En el debate Mattessich-Macintosh, las consideraciones epistémicas sobre los asuntos de la realidad contable, se muestran diametralmente distintas. En este aspecto es posible suponer la presencia de contextos diferentes de discusión, pues parece que Mattessich lo hace más en relación con las estructuras de la explicación científica y Macintosh desde las ópticas de la deconstrucción de conocimientos. d) Sin realidad y en el esquema de la simulación, la contabilidad, parece, se movería más en el campo de una especial semiótica que tendría como función principal la comunicación de información para decisiones de los sujetos, los cuales tendrían diferentes naturalezas y formas de comportamientos diversos. La contabilidad actuando como simple referente para los acuerdos. e) En el sentido de la simulación, el Balance General como información de una unidad económica o empresarial, nada tendría que ver con el Estado de Resultados. Ambas casos se moverían sobre la base de la auto-referencia, denotando que en el caso de los resultados, en su proceso de limpieza, tratarían de eludir factores externos que contaminen lo que se supone es dinámica pura de referencia propia de estructuras financieras altamente auto-referenciadas. BIBLIOGRAFIA Alonso Luis Enrique (1999). Trabajo y Ciudadanía. Editorial Trotta. Baudrillard J. (1978). Cultura y Simulacro. Edición Galiláe. Bunge Mario (2008). A la caza de la Realidad: la controversia sobre el Realismo. Editorial Gedisa. España. Luhmann Niklas (1998). Sistemas Sociales. Lineamientos para una Teoría General. Anthropos. España. Masi Vincenzo (1984). Teoría y Metodología de la Contabilidad. Editorial E.J.E.S. Madrid. Macintosh N, y Otros. 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