OGM, organismos genéticamente modificados En 1983, en Holanda

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OGM, organismos genéticamente modificados
En 1983, en Holanda, se producen las primeros vegetales transgénicos,
que son aquellos que se modifican genéticamente con propósitos específicos:
mayor rendimiento de las cosechas, mejor resistencia a la pudrición y a las
condiciones ambientales negativas; enriquecimiento vitamínico, tolerancia a los
pesticidas, etc.
La era de los alimentos transgénicos para consumo humano comienza
en 1984, cuando en Estados Unidos se autoriza la comercialización del tomate
Flavr – Savr, al que se ha insertado una enzima que mantiene el fruto fresco
por más tiempo, evitando su ablandamiento y descomposición. Los tomates
comunes se cosechan verdes y antes de la venta se maduran artificialmente
con un gas, el etileno, por lo que su aroma y sabor son inferiores a los que
maduran en forma natural.
Los llamados tomates larga vida no son transgénicos; se han obtenido
de cruzamiento experimentales, logrando una variedad de mayor resistencia a
las heladas y a la pudrición.
Argentina es uno de los principales productores de soya alterada
genéticamente; en Chile, el Ministerio de Agricultura ha autorizado plantaciones
experimentales, transgénicas, de maíz, soya, canelo, papa, eucalipto, melón,
tomate, tabaco, remolacha, trigo, maravilla, zapallo...
Actualmente, los vegetales transgénicos más importantes para la
industria alimentaria son la soya, resistente a herbicidas poderosos, y el maíz
resistente a un insecto taladrador. Los productos elaborados con derivados de
estos vegetales – como la harina de maíz y la proteína de soya –, contienen
ADN y proteínas diferentes a las otras variedades de maíz. Aunque no se ha
declarado ningún caso, es posible que haya personas alérgicas a las nuevas
proteínas. En la Unión Europea hay exigencias de etiquetado para que el
consumidor, informado, tome decisiones.
En el tomate transgénico se ha introducido un gen artificial, que inhibe el
envejecimiento del fruto; en la soya modificada para resistir a herbicidas el gen
insertado proviene de una bacteria común del suelo.
En 2001, se logró alterar genéticamente la semilla del arroz de manera
tal que concentra hierro y betacaroteno, un precursor de la vitamina A. Con ello
se benefician millares de niños – principalmente asiáticos –, cuya dieta básica
es el arroz, que sufren de anemia, insuficiente desarrollo intelectual y
disminución de las defensas. El consumo de esta variedad de arroz
transgénico, adicionalmente, evita miles y miles de casos de ceguera por
insuficiencia vitamínica, y ayuda a alejar los fantasmas del hambre y la
desnutrición.
Pero el tema de los transgénicos no está exento de polémica. Hay
quienes se oponen porque – entre otras razones –, nadie puede predecir los
efectos futuros de introducir nuevos genes en cualquier organismo animal o
vegetal, ni el alcance de los efectos nocivos para la salud humana. Se vulneran
leyes naturales, etc. Hasta hoy, estos efectos perjudiciales no se han
producido, pero la discusión continúa.
¿Son peligrosos los transgénicos?
Los avances científicos y tecnológicos suelen generar grandes
discusiones. En los supermercados de los países en desarrollo, se
comercializan productos y alimentos que contienen organismos genéticamente
modificados. ¿Cómo saber si estamos comprando un alimento transgénico o un
alimento natural, no modificado genéticamente? No hay acceso a la
información porque estos productos – galletas, helados, chocolates, trigo,
arroz, fideos, cecinas, salsas, hamburguesas, margarinas, harinas… -, no están
rotulados.
En los países de la Comunidad Económica Europea, en cambio, la
rotulación es obligatoria de forma tal que el consumidor decide si compra o no.
La tendencia es a etiquetar, pero países como Estados Unidos y Argentina,
grandes productores de transgénicos, consideran que es discriminatoria.
Una salida intermedia propone que los alimentos convencionales
puedan llevar en la etiqueta esta leyenda: libre de OGM. Y agregan: si un
producto es generado a través de la transgenia y como resultado de ella
cambia sus propiedades nutricionales, por ejemplo, el caso de arroz con mayor
contenido de vitamina A, la etiqueta podría decir alto contenido de vitamina A,
sin especificar el proceso que hizo posible tal propiedad. Por cierto, no todo el
mundo está de acuerdo con esta idea.
A manera de ejemplo, incluimos un
argumentos, de las dos posiciones.
contrapunto con algunos
En contra…
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Las plantaciones masivas en el medio rural, excluyen al
agricultor tradicional y el suelo se entrega a las
transnacionales, quienes hacen el negocio.
Con los transgénicos solo se han enriquecido los grandes
consorcios, pero el hambre en el mundo no ha variado.
La expansión los sembradíos transgénicos amenaza la
diversidad genética; se traduce en erosión y pérdida de la
calidad del suelo.
La potencial transferencia de genes resistentes a herbicidas a
variedades silvestres, puede crear súper malezas. Además,
el uso intensivo de agroquímicos de alta toxicidad en los
cultivos transgénicos, es un factor contaminante del suelo.
No se han considerado debidamente los posibles impactos
de los alimentos que contienen transgénicos en la salud de la
población.
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Hay que estudiar en profundidad los efectos ecológicos de
las plantaciones transgénicas: podrían producir toxinas que al
introducirse en la cadena alimentaria ingresen al suelo o al
agua, impactando los ciclos ecológicos.
Para conocer los efectos de los transgénicos en la salud
humana se requiere de más tiempo y de investigación
independiente, que no esté contaminada con los intereses de
las grandes empresas agroalimentarias y agroquímicas.
Los transgénicos podrían producir cuadros alérgicos.
En los productos transgénicos se altera la naturaleza en
forma artificial; los riegos que supone introducir genes de un
pez en un vegetal, por ejemplo, no han sido estudiados en
profundidad.
Los consumidores tienen una imagen negativa de los
transgénicos; la industria alimentaria inocua y segura de un
país, corre el riesgo de desaparecer, porque los cultivos
transgénicos ocupan grandes extensiones de terreno.
Las especies nativas corren el riesgo de contaminación
génica; las modificaciones incontroladas y no voluntarias de
su ADN suponen un serio riesgo para su preservación en el
tiempo.
Los consumidores tienen derecho a estar informados para
tomar decisiones: el etiquetado debe ser ley.
Etc.
A favor…
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La biotecnología procura producir cultivos más nutritivos, que
requieran menos agua, crezcan en diversas condiciones
climáticas y sean resistentes a las plagas, sin dependencia
de los agroquímicos.
Las semillas mejoradas genéticamente se incorporan en los
genes de la futura planta. Los cultivos demandan menor
necesidad de mano de obra, agroquímicos y trabajo
mecánico.
Aumenta la calidad, confiabilidad y productividad de los
cultivos,
con
claros
beneficios
para
productores,
consumidores y medio ambiente.
La mayor productividad de los cultivos, aún en circunstancias
adversas, implica mejor disponibilidad de alimentos; el
hambre en el mundo podría reducirse a partir de la
masificación de los cultivos transgénicos. Pero, solucionar el
problema del hambre en el mundo requiere, además, de
decisiones políticas.
Las proteínas naturales pueden, en algunos casos, producir
alergias y también tienen ese carácter si se transfieren a otro
vegetal que no las tenía: no es el proceso biotecnológico el
que produce cuadros alérgicos; es la proteína.
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No se han reportado casos significativos de daño a la salud
humana producida por transgénicos; la investigación
científica independiente tiende a demostrar que los
transgénicos son inocuos. Por el contrario, se han reportado
grandes beneficios.
Los países que no se suban al carro biotecnológico perderán
oportunidades de desarrollo agroindustrial y comercial: los
productos biotecnológicos tienen indudables ventajas y los
potenciales compradores los adquirirán directamente a los
productores.
Etc.
Opinión de un especialista: Miguel Ángel Sánchez, PhD
Para analizar, discutir, tomar decisiones… es necesario estar bien
informado, sin dejarse llevar por argumentos - más bien comentarios escuchados de paso, a menudo sin fundamento.
Miguel Ángel Sánchez publica en la Revista del Campo (pág. 15), de El
Mercurio (9 de agosto de 2010), un artículo titulado “Transgénicos o la
estrategia de la desinformación”. Algunas afirmaciones del autor:
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Los grupos anti transgénicos han aumentado su campaña de
desinformación en la prensa (…) plantean argumentos
basados en ignorancia básica, medias verdades o
falsedades, que tienen el riesgo de ser asumidos como
verdades;
En general no se reconoce que los cultivos genéticamente
modificados están en 134 millones de hectáreas en el mundo
y que se consumen de forma habitual, sin haberse detectado
absolutamente ningún caso de efectos en la salud.
Para leer el artículo completo, ingrese a www.emol.cl
y coloque el título del mismo en el buscador: Transgénicos o la estrategia de la
desinformación.
El ministro de Agricultura de Chile, José Galilea, el 12 de julio de 2010
dijo: “El Ministerio de Agricultura está trabajando para generar la legislación
que permita el uso de vegetales genéticamente modificados en forma segura
en el país. Buscamos establecer un marco regulatorio que otorgue las certezas
jurídicas tanto a los que los usan como a quienes se sienten atemorizados por
sus eventuales impactos”.
Miguel A. Sánchez por su parte, concluye que los grupos anti
transgénicos difunden “estudios que han sido desacreditados por la comunidad
científica y por las agencias reguladoras de distintos países, por su pobre
calidad y conclusiones sin fundamento”.
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