Distintos perfiles de laicos ignacianos, Tony Mifsud s.j.

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Distintos perfiles de laicos ignacianos
Para elaborar los distintos perfiles de los laicos ignacianos se ha recurrido a los Movimientos, Asociaciones y
sugerencias del Decreto 13 de la Congregación General XXXIV, añadiendo los Centros Fe y Cultura que se
han multiplicado en varios países durante estos últimos años.
1.- Apostolado de la Oración y Movimiento Eucarístico Juvenil
Juan Antonio Medina s.j. (Uruguay, Julio 2006)
Los miembros tienen las más variadas prácticas espirituales y formas de religiosidad: misa diaria, rezo del
rosario, retiros, convivencias, grupos de oración, ejercicios ignacianos, peregrinaciones. La gran mayoría,
laicos. Muchos, obispos. Y sacerdotes. Hay congregaciones religiosas enteras.
Cada día todos oran a Dios, ofreciéndose con Jesucristo, con éstas o semejantes palabras: Dios, Padre
nuestro: De corazón, te ofrezco mi día: lo que sienta, piense, haga, diga: con sufrimiento, o alegría. Lo hago
con Jesucristo, Dios Hijo encarnado, hombre de corazón sagrado, que, por salvar al mundo, entrega la vida
en cada Eucaristía. Que Dios Espíritu Santo, que lo condujo, sea mi fuerza y mi guía. Y yo, testigo de tu
amor, este día. A orar con las intenciones que el Papa, este mes, nos confía, te dedico este tiempo, como hizo
la madre del Señor y de la Iglesia, la virgen María. Amén.
Todos los miembros del AO, todos los días convierten en oración eclesial dos «motivos», o «intenciones»
que, entre las preocupaciones u ocupaciones de la Iglesia, el Papa elige mensualmente: una general y otra
misionera.
Los miembros del AO pertenecen a este o aquel movimiento, participan de una u otra comunidad de base,
sirven en uno u otro equipo eclesial. Como apóstoles de la oración no necesariamente se reúnen. Lo hacen
sólo según las necesidades que atienden. Lo importante está en el cuidado personal que cada uno hace de los 5
puntos medulares de la espiritualidad eclesial: 1. vivir en espíritu de ofrecimiento y entrega a partir de la
Eucaristía de Jesús, 2. vivir la relación de amor con Dios en el encuentro de corazones con Jesucristo, 3. vivir
la amistad filial con María, 4. sentir con la Iglesia y su misión, 5. orar asidua y responsablemente (ver
Estatutos).
Según las responsabilidades que asumen en el Servicio apostólico, participan de una doble organización. Una
mediata, que la Santa Sede ha confiado a la Compañía de Jesús. Y, otra inmediata, diocesana, que depende de
los obispos.
La mediata, se conforma por una red de Secretarios nacionales dirigidos desde la Curia generalicia de la
Compañía de Jesús. Ella promueve, orienta, anima, edita materiales, relaciona en las Conferencias
Episcopales y en el mundo.
Complementariamente, en íntima relación con la anterior, junto al obispo de cada Iglesia particular, una
organización diocesana suele tener al frente un Director local que anima, distribuye materiales y asegura la
buena dirección de los Centros que suelen funcionar en parroquias u otros centros pastorales.
Según lo anterior, se dice que existen 5 niveles de «pertenencia» al AO.
Uno es el general, de cristianos que hacen su ofrecimiento y oran por las intenciones de la Iglesia. El AO
trabaja para ellos en una difusión amplia que incluye sobre todo las intenciones de oración en ordos, boletines
diocesanos, agendas, carteleras parroquiales, estampas etc. y en ofrecer actividades que incluyen la dimensión
espiritual: Talleres de Oración, de Discernimiento, Cursos de Formación Espiritual, Horas Santas, Lecturas
orantes de la Biblia, etc. El número y las características de quienes reciben estos servicios generalmente es
incontabilizable.
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Luego está el asociado: Ha dado su nombre a un Centro, a la Dirección diocesana, o al Secretariado Nacional,
pidiendo ayudas más específicas, fundamentalmente las hojita mensual y la revista El Mensajero del Corazón
de Jesús. Estos pueden contabilizarse, son los que, se dice, suman 50 millones.
A todos los asociados se les ha propuesto actualizar su bautismo preparándose para consagrarse con el
Corazón de Jesucristo: Se les ayuda a conocer el Plan redentor de Dios, a ser conscientes del valor
santificador y apostólico de su trabajo cotidiano -entendido como colaboración con la obra de Dios, Creador y
Redentor- y de sus sufrimientos, a través de los cuales están llamados a completar en su carne lo que falta a la
pasión de Cristo (Col 1, 24). La mayoría acepta, algunos no.
De los consagrados, los que se distinguen por sus cualidades, formación, entrega y posibilidades reales, son
llamados a actuar como «celadores». Teniendo en cuenta que en el lenguaje común este nombre quedó
diciendo una función controladora y represiva, se ha propuesto cambiarlo por los de animador, promotor,
facilitador, encendedor, etc. Pero ninguno dice lo que los apóstoles vieron en Jesús, lo que les hizo recordar la
expresión de David: el celo de la casa de mi Padre me consume (Jn 2, 17; Ps 69, 10). Así, en general, se sigue
llamando celadores a los apóstoles de la oración que se consagran y organizan como servidores en los Centros
parroquiales, etc., distribuyen las Hojitas y revistas, visitando y acompañando la oración de los incapacitados,
preparando y realizando horas santas, cursos, consagraciones familiares, campañas, etc. etc. y relacionando a
cada uno con el conjunto. El Equipo de Celadores de cada Centro se reúne, al menos mensualmente, con su
Director y una junta directiva rotativa, integrada por Presidente, Secretario y Tesorero.
Característica común y fundamental de los diferentes grados de pertenencia al AO es, entonces, la vida
conciente y activa del bautismo y la centralidad del espíritu eucarístico, a partir de la relación íntima y
personal –de corazones- con Jesucristo.
Otros rasgos de los apóstoles de la oración, son la búsqueda de encarnar la santidad en la vida ordinaria, la
búsqueda de unir la propia oración y vida a la oración y la misión de la Iglesia y las descritas en el Mensaje
del P. Kolvenbach para la celebración de los 150 años de fundación y su Carta de Pentecostés del 2003, que
contiene las Orientaciones Fundamentales del AO.
El AO nació entre jóvenes y para jóvenes, pero con intención universal. Luego integró niños y adolescentes
apreciando el valor apostólico de su oración y los acompañándoles pastoralmente en su relación con Dios,
tratando los problemas de la humanidad, sobre todo las reconstrucciones de las guerras. En muchos países,
hoy prioriza el Movimiento Eucarístico Juvenil, buscando niños, adolescentes y jóvenes, abierto y valientes
que se atrevan a hacer un proceso de integración eclesial donde perseveren por los hábitos y servicios del AO.
2. ASIA
Alonso Fernández del Valle (México, octubre 2006)
Hay mucho que hablar o escribir sobre el perfil de los Antiguos Alumnos Jesuitas, o ex alumnos de colegios
jesuitas, como quiera que sea suponen un mismo origen genético educativo-pedagógico.
Sin embargo hay que tener cuidado al definir cuál es el perfil de aquellos que formamos A.S.I.A. (Antiqui
Societatis Iesu Alumni).
Para ello me permito diferenciar en primera instancia quiénes somos y qué hacemos o por qué nos asociamos
los ex alumnos de instituciones educativas jesuitas.
Por lo general los ex alumnos se reúnen, o nos reunimos, para rememorar viejos tiempos, recordar las mismas
anécdotas una y otra vez con la intención de seguir perteneciendo a ese grupo simple y primigenio, en algunos
casos, sobre todo en aquellos asociados vinculados a universidades, la idea de acceder a ciertos privilegios
que nos ofrece la vinculación con nuestra Alma Mater: La utilización de un correo electrónico personalizado,
acceso a las instalaciones deportivas, a las bibliotecas, o bien descuentos en estudios de diplomados, maestrías
y/o programas de actualización profesional.
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Si bien es la base de lo que conocemos como A.S.I.A. no es en sí y per se un símil. La diferencia radica en la
capacidad de decidir y optar por un compromiso personal de ser realmente un hombre o una mujer para y con
los demás.
Si bien, y es una realidad, hay ex alumnos que por su propia iniciativa, en forma personal, o en grupo de
amigos, compañeros e incluso en algunos casos en grupos generacionales, se hacen cargo de una obra social,
escuela popular, asilo o casa de descanso para ancianos, orfanatos, pequeñas clínicas de barrio u hospitales
rurales, etc. No necesariamente podemos inferir que ellos forman parte de A.S.I.A.
A.S.I.A. yo la definiría como una “institución” de personas con diversos perfiles y habilidades pero sobre
todo con una capacidad de analizar, diagnosticar, reflexionar y discernir, que buscan unir esfuerzos y recursos
para asociarse en la realización de proyectos sociales comunes, de investigar causas y explorar modos de
resolver problemas en la tarea de la superación de la pobreza.
De esta forma quienes pertenecemos a A.S.I.A. somos antiguos alumnos comprometidos no sólo con la
detección y difusión de oportunidades de acción a favor de los más necesitados, sino además con la
implementación de acciones concretas y eficientes que nos permitan ser y hacer la diferencia en las tareas al
servicio de la fe y la promoción de la justicia en el ámbito económico, político, cultural, familiar y de los
medios de comunicación social, más halla de limitarnos sólo como colaboradores en las obras de la Compañía
de Jesús.
Por ello decimos, al menos algunos de nosotros, que necesitamos a los jesuitas no como líderes que quieran
dirigirnos, sino como animadores, inspiradores, compañeros que deseen trabajar con nosotros bajo nuestro
liderazgo… hay mucho por trabajar en A.S.I.A., desde la construcción de identidades comunes para que cada
antiguo alumno pueda representar una luz de esperanza en la construcción del Reino.
3.- CVX
Maricarmen Mora (Ecuador, junio 2006)
Somos una Comunidad Mundial, formada por laicos que nos hemos sentido llamados a profundizar nuestra fe
y poner nuestras vidas al servicio del Señor. La espiritualidad de la CVX se especifica a través de la vocación
ignaciana, comunitaria y apostólica.
La fuente específica de nuestra espiritualidad son los Ejercicios Espirituales de San Ignacio, instrumento que
nos abre y dispone a hacer la voluntad de Dios en las situaciones concretas de nuestra vida cotidiana y a
trabajar por la justicia, especialmente por los pobres.
Para el miembro CVX, Jesucristo ocupa un lugar central en su vida y en su modo de proceder. A través del
conocimiento interno de Jesucristo, de su relación personal con El, el miembro de CVX procura asumir sus
criterios, su modo de sentir y de actuar, con el fin de más amarle y servirle.
La espiritualidad ignaciana explica también el carácter mariano del carisma CVX. El papel de María en la
CVX es el mismo que tiene en los EE. Por lo tanto, María es para el miembro CVX inspiración y modelo de
respuesta a la llamada de Jesucristo y de colaboración en su misión.
Con el fin de “buscar y hallar a Dios en todas las cosas”, de vivir un proceso de crecimiento y de que nuestra
vida sea realmente apostólica, procuramos practicar, tanto de forma personal como comunitaria,
habitualmente la oración, el discernimiento, el examen y participamos frecuentemente en los sacramentos.
Nuestro objetivo es dejarnos guiar por el Espíritu, que se expresa de un modo siempre nuevo en las
circunstancias de la vida y estar abiertos a todos los campos de misión a los que El nos conduzca con un
profundo sentido de Iglesia, sintiéndonos parte y responsables de ella. Este sentido de Iglesia nos impulsa a
una colaboración creativa y concreta en la construcción del Reino y nos hace disponibles para servir allí
donde las necesidades de la Iglesia pidan nuestra presencia y nos impulsa, a su vez, a colaborar con todas
aquellas personas de buena voluntad, tal como rezan nuestros Principios Generales.
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Los miembros de la CVX vivimos la espiritualidad ignaciana en comunidad. El apoyo de quienes comparten
la misma vocación es un factor esencial para la creciente fidelidad de cada uno a su propia vocación y misión.
Nuestra responsabilidad por desarrollar lazos comunitarios no termina en nuestra comunidad particular o
pequeña, sino que se extiende a la Comunidad Nacional y Mundial, a toda la Iglesia y a las personas de buena
voluntad. La CVX se concibe a sí misma como una comunidad apostólica, en la que se comparte la
responsabilidad por la misión, lo que implica discernir juntos, enviar y ser enviados, apoyarse mutuamente en
la misión, y finalmente, evaluar el servicio prestado.
Nuestra vida es esencialmente apostólica y no tiene límites. Si bien la CVX es esencialmente apostólica, no
tiene un apostolado específico propio, sino que intenta atender en cada circunstancia a las necesidades más
urgentes y más universales. En virtud del criterio de urgencia, promueve la acción por la justicia con una clara
opción por los más pobres.
Cada uno de nosotros está llamado por Dios a hacer presente a Cristo en su ambiente. Además del apostolado
personal, ejercemos un apostolado grupal u organizado, discernido, acompañado y evaluado por las diversas
estructuras de la comunidad. (Existen proyectos y actividades apostólicas que lleva adelante la CVX en
distintos países del mundo). Tratamos de dar un sentido apostólico aún a las más humildes ocupaciones de la
vida diaria. Nos sentimos urgidos a trabajar en la reforma de estructuras de la sociedad tomando parte en los
esfuerzos por construir un mundo más justo y más humano. Nuestra misión nos exige participar
responsablemente en la vida familiar, eclesial, social, laboral y política y en todos aquellos ámbitos donde
podamos servir y ser testigos convincentes. Es por ello que promovemos la participación de nuestros
miembros en proyectos que respondan a las necesidades de la sociedad y el mundo actual.
La CVX desea mantener y profundizar la relación y colaboración con la Compañía de Jesús, pues reconoce
agradecidamente el apoyo que ha recibido de la misma y su crucial presencia en el descubrimiento de la
expresión laical de la espiritualidad ignaciana, en el establecimiento y fortalecimiento de la CVX en muchos
países del mundo. Los miembros de CVX deseamos colaborar más estrechamente con la Compañía de Jesús y
desarrollar una relación que permita un discernimiento apostólico compartido.
Ser miembro de la CVX presupone una vocación personal y un proceso formativo. El candidato es iniciado en
el estilo de vida CVX. Durante este período de iniciación (2 a 4 años) el candidato estará en condiciones de
discernir su vocación. Una vez tomada la decisión y aprobada por la comunidad, el miembro asume el
Compromiso Temporal. Pasado un período de tiempo más largo, la persona asumirá el Compromiso
Permanente.
Los miembros nos reunimos regularmente en comunidades pequeñas estables, que nos permiten compartir
profundamente nuestra fe y nuestra vida. Las comunidades constituyen un medio privilegiado de formación y
crecimiento continuo y promueven un decidido compromiso con la misión y el servicio. Cada miembro CVX
toma sobre sí la responsabilidad de participar en las reuniones y actividades de la comunidad, de ayudar y
animar a los demás a realizar su vocación personal.
Los Ejercicios Espirituales son el medio fundamental de la formación CVX. Por esta razón, el proceso de
crecimiento y las etapas formativas de desarrollan según la dinámica de la experiencia espiritual propuesta en
los EE. Las actuales etapas formativas están especificadas en Nuestro Carisma CVX 1996 (la segunda parte
de Nuestro Carisma está siendo actualmente revisado y actualizado). El proceso de formación CVX incluye el
dinamismo afectivo así como la reflexión intelectual, elementos que hacen posible una comprensión más
profunda de nuestra vida y de nuestra fe dentro del contexto social y eclesial en que vivimos.
Dentro del proceso formativo cada comunidad pequeña cuenta con el acompañamiento de un guía, que puede
ser jesuita, laico u otro religioso(a) de espiritualidad ignaciana.
La Comunidad Mundial es gobernada por la Asamblea Mundial, que determina las políticas y normas, y por
el Consejo Ejecutivo, que asegura la ejecución de las mismas. Lo mismo ocurre a nivel nacional. El objetivo
de dichas estructuras es asegurar el proceso de crecimiento profundo y los programas de formación,
necesarios para responder eficazmente al desarrollo armónico de la comunidad y principalmente para llegar a
ser un cuerpo apostólico laico vuelto hacia el mundo.
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Además de los programas de formación ordinarios, la CVX a nivel mundial, regional o nacional organiza
programas y encuentros formación teológica (ej. Magis), de iniciación o profundización en la espiritualidad
CVX (ej: Minimanila), de profundización en la dinámica de los EE y en el acompañamiento espiritual, de
liderazgo (próximo programa Roma 2006), etc.
4.- Asociados
Luiz Alberto Boing (Brasil, junio 2006)
Fico contente em saber que existe a intenção de se discutir mais concretamente as condições da associação de
leigos à Companhia na próxima Congregação Geral. O que existe até agora são considerações gerais que nem
sempre funcionam na prática. Digo isso pela experiência de associado na Província do Brasil Centro Leste,
onde firmamos uma espécie de contrato com deveres e direitos para o associado e para a Companhia de Jesus.
Por mais que nos esforcemos, nunca conseguimos estabelecer pontos concretos que ajudem a firmar mais e
melhor e vinculação.
Algumas condições da parte do leigo que me ocorrem:
1ª condição: ter feito a experiência dos Exercícios Espirituais completos, renovando-os periodicamente, e
continuar sob a orientação de um diretor espiritual.
2ª condição: vincular-se a uma comunidade jesuíta concreta que o auxilie no discernimento apostólico laical.
3ª condição: manter-se apostolicamente disponível, isto é, aberto às concreções da missão que Deus lhe
manifestar, seja diretamente, seja a través dos Superiores da Companhia ou de seus delegados.
4ª condição: viver com simplicidade e sobriedade, dentro da sua condição social e estado laical, como
expressão de seu desejo de seguir mais de perto a Jesus Cristo e como testemunho do seu compromisso social
e amor preferencial pelos pobres.
Essas seriam as condições que considero fundamentais da parte dos leigos. A Companhia deveria discutir na
Congregação Geral alguns problemas que surgem com a vinculação:
1. Sobre a missão: não existe missão sem envio. Quem envia o leigo em missão, uma vez que ele não faz
parte do corpo apostólico da Companhia?
2. Sobre a formação: definição, viabilização econômica e acompanhamento de um itinerário de formação para
o leigo associado com vistas à missão. Como concretizar isso?
3. Sobre a família: o vínculo do leigo associado ultrapassa as relações pessoais. Como resposta a uma vocação
genuína, a própria missão comporta, em si, o estado de vida da pessoa. Assim, se a missão do jesuíta não pode
ser compreendida sem a sua pertença à Companhia de Jesus, a missão do leigo não vem separada de sua
família, se houver. O vínculo do leigo não é estabelecido com jesuítas em particular, mas com a Companhia
de Jesus, de um lado, e vai além da pessoa do leigo, de outro, acolhendo na relação os familiares que são
constitutivos da vivência da vocação leiga na Igreja. Como a Companhia de Jesus encara a situação familiar
do leigo associado?
5.- Centro Fe y Cultura
Xavier Urios (Perú, junio 2006)
El Instituto de Fe y Cultura es una instancia de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya. Los miembros del Instituto
somos personal contratado por la universidad. No contamos de momento con otro tipo de miembros adscritos al Instituto.
Por lo tanto, lo único que tengo son perfiles de puesto laborales (Director, coordinador, secretaría...). Por otro lado, el
instituto cuenta con un Consejo de laicos que asesora y acompaña nuestras labores. La composición del mismo se define
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por representantes de las diferentes obras e instituciones amigas de la Compañía en temas de formación. Te adjunto un
breve documento sobre el consejo que incluye un breve perfil de miembro.
Consejos de Laicos: Desde el año 2003 existe un Consejo de Laicos (CL) que funciona como equipo asesor
del IFC y que se reúne mensualmente para compartir documentos formativos, reflexionar y proponer ideas
que contribuyan a los objetivos generales del Instituto. Poco a poco se han ido creando otros CL en provincias
a partir de los Centros Loyola.
Iniciados en el año 2003, los Consejo de Laicos nacen de la voluntad compartida entre jesuitas y laicos
cercanos a la Compañía de Jesús, de contribuir a lograr una Iglesia al servicio de la humanidad y en la que los
laicos sean los protagonistas. Son una instancia reflexiva, no ejecutiva, centrada en la realidad para generar
una reflexión que termine por encarnarse en ella. Son espacios de reflexión práctica.
Los Consejos de Laicos asesoran, en Lima, al IFC y en provincias, a los Centros Loyola. Actualmente hay
consejos de laicos en Piura, Chiclayo, Lima, Ayacucho, Arequipa y Tacna-Ilo.
Se han tenido dos Encuentros Nacionales de Consejos de Laicos. Ambos en los meses de enero 2004 y 2005
con la participación de representantes de los Consejos de Laicos de provincias.
¿Quienes somos? Somos un grupo de laicos y jesuitas –jóvenes y adultos, mujeres y varones, solteros y
casados, de distintas procedencias, culturas, realidades, familias, identidades– con una experiencia de Dios
desde la espiritualidad ignaciana y los Ejercicios Espirituales, que nos compromete activamente con la Iglesia
y con el país. Por eso nos encontramos en una permanente búsqueda de coherencia entre la fe que profesamos
y nuestra vida en el mundo de hoy. Al mismo tiempo, somos conscientes que necesitamos aprender a vivir la
tensión que se da con otras visiones de la Iglesia Católica para así poder ir construyendo una Iglesia diferente.
Deseamos construir una Iglesia más austera y sencilla, renovada por una mayor participación y presencia
laical.
Estamos unidos en el deseo profundo de ser cristianos en un país lleno de conflictos y marcado por
situaciones de injusticia, corrupción, falta de equidad, pobreza, años de violencia, rencores, etc. En particular,
nos sentimos tocados e interpelados por el Informe Final de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, y
por lo que esto supone en nuestra acción personal y profesional. Aspiramos a un país justo y democrático, con
relaciones de equidad entre sus habitantes, lo que supone la capacidad de sanar heridas y encontrarse
mediante el diálogo, abierto con esperanza hacia el futuro.
Somos conscientes que vamos contracorriente en el reto que se nos presenta de transmitir esperanza real y
desde ahí contribuir a transformar el país, para conseguir, al menos, que todos los ciudadanos sean iguales.
Objetivos: Generar espacios de diálogo compartido entre laicos y jesuitas sobre nuestra realidad social y de la
Iglesia; promover una reflexión en torno al papel del laico en la Iglesia actual; acompañar el trabajo de
formación de laicos del IFC y los centros Loyola; asesorar al responsable de formación de laicos de la
Compañía.
Funciones: Se entiende esta instancia como un centro neurálgico que permita concentrar información y
reflexión sobre los procesos que se suscitan en diversas redes y espacios. Los consejos no son ni un grupo de
“intelectuales de la formación” ni tampoco los responsables operativos de la implementación de las
estrategias y actividades de formación que se definan.
A los Consejos de Laicos les compete:
(a) Reflexionar permanentemente sobre la realidad social y de Iglesia: visualizando los problemas, tanto
de la realidad (contexto social y de la Iglesia); garantizando un espacio para la reflexión crítica entre
laicos y jesuitas a partir de documentos relevantes que propone el IFC; proponiendo respuestas
alternativas a los problemas sociales y eclesiales que ayuden a integrar nuestra doble faceta de cristianos
y ciudadanos comprometidos (Ej. profundizar en el compromiso con el seguimiento de las
recomendaciones de la CVR).
(b) Promover el papel protagónico del laicado al interior de la Iglesia: favoreciendo espacios de debate al
interior de la Iglesia sobre la situación del laico; proponiendo una nueva presencia apostólica de los laicos
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en la Iglesia y en la sociedad; proponiendo a la Compañía de Jesús, al IFC y a otras instancias estrategias
y propuestas que refuercen el rol del laico (Ej. formación de personas para que puedan ocupar
adecuadamente los roles que correspondan al interior de la Iglesia).
(c) Participar de la estrategia de formación de laicos del IFC y los Centros Loyola: participando en la
identificación, planificación, coordinación y evaluación del plan de formación de laicos (nacional / local);
conectando intereses y demandas formativas con recursos y oportunidades de formación; sugiriendo
criterios y medios para la implementación y gestión de procesos formativos; proponiendo alternativas
para atender y acompañar los procesos personales de las personas comprometidas con nuestras
actividades
Perfil de Miembro: Esencial: comprometido con la construcción del país desde la Iglesia; miembro activo de
la Iglesia local y/o nacional; ubicado profesionalmente; comprometido con el desarrollo y formación
permanente; que comparta la necesidad de promover formación de laicos en el ámbito del diálogo entre la fe y
la cultura, la interculturalidad y el diálogo interreligioso; identificado con la finalidad del Instituto de Fe y
Cultura y de los Centros Loyola.
Deseable: vinculación e identificación con la misión de la Compañía de Jesús; formación ignaciana y
experiencia en Ejercicios Espirituales de San Ignacio; compromiso profesional o personal con sectores
excluídos del país.
6.- Red Apostólica Ignaciana
Luis Valdez s.j. (México, octubre 2006)
¿Qué es la Red Apostólica Ignaciana?
Red: Red Apostólica Ignaciana es el espacio articulación de personas, laicas y laicos, jesuitas y otros
religiosos y religiosas; unidos por el carisma ignaciano y comprometidos en una misión común.
Apostólica: Los miembros de la RAI trabajamos en Iglesia, inspirados y movidos por la espiritualidad
ignaciana, para dar testimonio de nuestra fe en Jesucristo y colaborar en la construcción del Reino de Dios.
Ignaciana: La experiencia de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio es la fuente compartida de
espiritualidad y modo de proceder; desde el análisis de la realidad social para contribuir a mejorar las
condiciones de vida de la ciudadanía, principalmente de los más desfavorecidos.
¿Quiénes forman la RAI?
La RAI está formada por personas que habiendo adquirido un perfil y espiritualidad ignacianos básicos a
través de los Ejercicios Espirituales y un proyecto social, pastoral o educativo, nos hemos comprometido a
entrar en el proceso de tejer la Red Apostólica Ignaciana para colaborar con mayor fortaleza comunitaria en la
misión de proclamar la fe y promover la justicia, la paz, la verdad y el amor.
7.- Voluntariado Ignaciano
Raisa Ruiz de Figueroa/Elisa Veras (Santo Domingo, octubre 2006)
Proceso que se trabaja interiormente en SERVIR-D: El voluntario pasa por un primer proceso, que consiste en
las siguientes etapas: (a) Compadecerse o Cuestionarse: nos comienza a molestar la pobreza, la injusticia; (b)
Tener el deseo de hacer algo; (c) Ponerse en camino; (d) Aterrizaje en una realidad; (e) Integrarse; (f) Volver
a cuestionarse – cambio y crecimiento; y (g) Voluntariado con madurez: son tantas las necesidades que siguen
podemos quedar muertos de querer dar hasta mas no poder. Así surge el desafío de llegar a la dar lo más que
podamos sin que el voluntariado nos destruya, porque entonces no podremos darnos más. El voluntariado
realizado con responsabilidad y atención de lo que pasa en nuestro interior, nos debe hacer cambiar.
Hacer del servicio ya no una actividad de fin de semana, sino un camino de conversión. Nos puede llevar a
cuestionar el porqué de las cosas (pobreza, sufrimiento) y querer hacer algo por solucionar las causas.
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Entonces, a partir de lo dicho, el voluntario es una persona:
- Desinteresada.
beneficios.
No cobra ninguna remuneración económica, y no le mueve el obtener otro tipo de
- Comprometida. Aunque no queremos, funcionamos con esquema de asalariado. Solo faltamos a nuestros
trabajos asalariados por causas mayores. El voluntariado no es asalariado, por eso el compromiso tiene que
ser mayor para no faltar, pues nada nos obliga a ello.
- Responsable y coherente. La persona que realiza un voluntariado lo hace después de haber respondido a sus
obligaciones familiares, laborales, sociales, etc. Esa responsabilidad y coherencia nos obliga a tomar
prioridades, no a ser irresponsables con nuestro entorno, es decir, probablemente al decidir cuidar al anciano
solitario, y al anciano de la propia familia, podremos reducir las horas de sueño o de descanso. No se trata de
escoger a qué anciano cuidar; se trata de dormir menos.
- Crítica. Esta consciente de que trabaja por un mundo más justo y solidario. La persona voluntaria se
informa y tiene interés por conocer los problemas sociales, sus causas, y tiene presente un modelo de sociedad
diferente. Esta visión global es la que le permite una tarea asistencial, por ejemplo, es consciente de que lo
hace como parte de un proyecto de transformación mucho más amplio, al cual tendrá siempre que le sea
posible.
- Optimista. Saber que no va a solucionar todo. No querer hacer más de lo que puede. Poner su granito de
arena. Sentir que si somos muchos en este camino podemos hacer una diferencia. Comenzar haciendo poco e
ir asumiendo más. No pretender que vamos a cambiar el mundo. Nuestro impacto no se mide con lo que se
ve, se ve mas en cómo nos va transformando a nosotros, dentro de este mundo. Porque es optimista, es
también alegre.
- Humilde. Rehuye toda actitud paternalista, porque sabe que no esta “dando”, sino “compartiendo”. El
voluntariado no es unidireccional, sino bi-direccional. Todas las personas implicadas han de estar dispuestas a
dar y a recibir, a compartir y a crecer.
- Valiente. Dispuesta a asumir las consecuencias que provoca el acercamiento a los demás (aislamiento,
redefinirse, etc.).
En el proyecto no se requiere formar parte de una espiritualidad concreta (algunos de los voluntarios no son
católicos ni cristianos). El ciclo de formación incluye aproximaciones a la espiritualidad ignaciana; y con
posterioridad, noches de reflexión, tardes de oración y la invitación a compartir actividades concretas de los
laicos cercanos a la Compañía de Jesús.
8.- Comentario final
8.1. Una aclaración previa
Al esbozar un perfil del laico ignaciano conviene tener en cuenta que sería un error identificar el laico
ignaciano con el jesuita, reduciéndolo a un mini-jesuita. Esta confusión puede generar una expectativa
injustificada e injusta sobre el laico ignaciano.
Ciertamente la espiritualidad ignaciana crea una comunión honda entre el laico y el jesuita, pero mientras el
laico ignaciano tiene la espiritualidad de los Ejercicios Espirituales, el jesuita asume la espiritualidad de los
Ejercicios mediados por las constituciones de la Compañía de Jesús. Es decir, son dos expresiones distintas,
una laical y la otra de vida consagrada, de la misma espiritualidad al servicio de la Iglesia y de la sociedad.
Por ello, a título de ejemplo, sería totalmente indebido exigirle al laico la disponibilidad del jesuita porque el
laico tiene una responsabilidad primera con su familia en el caso de estar casado.
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8.2. Hacia el ideal
Los requisitos que San Ignacio expone en las Anotaciones al comienzo de los Ejercicios Espirituales son
constitutivos de la espiritualidad ignaciana. Por consiguiente, estas características forman parte del perfil del
laico ignaciano, aunque su expresión requiere de una expresión laical.
Brevemente, entre estas características habría que incluir:
1.- El discernimiento como estilo de vida - Buscar y hallar la voluntad divina en la disposición de su
vida (EE 1);
2.- La indiferencia como actitud básica- Grande ánimo y liberalidad con su Creador y Señor,
ofreciéndole todo su querer y libertad, para que su divina majestad, así de su persona como de todo
lo que tiene, se sirva conforme a su santísima voluntad (EE 5);
3.- La comprensión de la vida en términos de misión – La causa de desear o tener una cosa u otra
sea sólo servicio (EE 16).
Es decir, es la espiritualidad de la contemplación en la acción o de la mística de la acción, porque el amor se
debe poner más en las obras que en las palabras (EE 230). Además, tal como se plantea al final de los
Ejercicios Espirituales, la espiritualidad ignaciana supone que estas características se den en una persona de
Iglesia (EE 352 – 370).
8.3. Círculos de pertenencia
A partir de lo expuesto anteriormente, se puede resumir las características principales en el siguiente cuadro:
Movimiento/
Asociación/
Asociados
AO/MEJ
ASIA
CVX
Características
Confiado por la Santa Sede a la Compañía de Jesús
Apóstoles de la Oración: (a) centralidad del espíritu eucarístico, (b) encarnar la santidad en
la vida ordinaria
Espiritualidad eclesial: (a) vivir en espíritu de ofrecimiento y entrega a partir de la Eucaristía
de Jesús, (b) vivir la relación de amor con Dios en el encuentro de corazones con Jesucristo,
(c) vivir la amistad filial con María, (d) sentir con la Iglesia y su misión, (e) orar asidua y
responsablemente.
Niveles de pertenencia: (a) general, (b) asociados, (c) consagrados, (d) celadores.
Pertenencia: Ex alumnos de colegios jesuitas
Reunirse para recordar y acceso a ciertos privilegios (instalaciones deportivas, bibliotecas,
descuentos en estudios…)
Institución con diversos perfiles de sus miembros que busca unir esfuerzos y recursos para
asociarse en la realización de proyectos sociales comunes
Presencia del jesuita como animador, inspirador y compañero bajo liderazgo laical
Comunidad Mundial de laicos con vocación (a) ignaciana (Ejercicios Espirituales,
discernimiento, examen, sacramentos, profundo sentido de Iglesia); (b) comunitaria
(espiritualidad vivida en comunidad pequeña, nacional y mundial); (c) apostólica (discernir
juntos, enviar y ser enviados, apoyarse mutuamente en la misión, evaluar el servicio
prestado).
Apostolado según necesidades más urgentes y universales, promoviendo la acción por la
justicia con una clara opción por los pobres.
Apostolado personal y grupal organizado; participar responsablemente en vida familiar,
eclesial, social, laboral y política.
CVX desea mantener y profundizar la relación y la colaboración con la Compañía de Jesús,
desarrollando una relación que permita un discernimiento apostólico compartido.
Proceso de formación: período de iniciación (2-4 años), Compromiso Temporal, y
Compromiso Permanente.
Cada comunidad pequeña cuenta con el acompañamiento de un guía (laico, jesuita u otro
religioso/a de espiritualidad ignaciana.
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Asociados
Centro
Fe y Cultura
RAI
Voluntariado
Vinculación jurídica con la Compañía de Jesús
Condiciones de pertenencia: (a) Ejercicios Espirituales completos, renovados
periódicamente, y seguir bajo la orientación de un director espiritual; (b) vincularse con una
comunidad jesuita que ayude en el discernimiento apostólico laical; (c) mantenerse
apostólicamente disponible, sea en discernimiento personal sea a través de los Superiores de
la Compañía o sus delegados; (d) vivir con simplicidad y sobriedad, como expresión del
deseo de seguir más de cerca a Jesús y como testimonio del compromiso social y amor
preferencial por los pobres.
Interrogantes. 1.- No existe misión sin envío. ¿Quién envía al laico en misión, una vez que
no forma parte del cuerpo apostólico de la Compañía? 2.- Definición, viabilidad económica y
acompañamiento en un proceso de formación del laico asociado con vistas a la misión. 3.Misión de laico asociado no puede prescindir de su familia, que forma parte de su vocación
laical en la Iglesia. ¿Cómo enfrente la Compañía la situación familiar del laico asociado?
Un grupo de laicos y jesuitas con una experiencia de Dios desde la espiritualidad ignaciana
y los Ejercicios Espirituales, que compromete activamente con la Iglesia y el país. Por ello,
implica una permanente búsqueda de coherencia entre fe profesada y la vida concreta.
Finalidades: (a) generar espacios de diálogo compartido entre laicos y jesuitas sobre realidad
social y eclesial; (b) promover una reflexión sobre el papel del laico en la Iglesia; (c)
acompañar el trabajo de formación de laicos; (d) asesor al responsable de formación de laicos
de la Compañía.
Pertenencia: 1.- Condiciones esenciales para ser miembro (comprometido con construcción
del país desde la Iglesia; miembro activo de Iglesia local y/o nacional; ubicado
profesionalmente; comprometido con desarrollo y formación permanente; comparte necesidad
de promover formación de laicos en ámbitos de diálogo entre fe y cultura, interculturalidad y
diálogo religioso). 2.- Condiciones deseables en el miembro (vinculación e identificación con
la misión de la Compañía; formación ignaciana y experiencia de Ejercicios Espirituales;
compromiso profesional o personal con sectores excluídos del país).
Red: un espacio de articulación entre laicos, jesuitas y religiosos/as unidos por el carisma
ignaciano, comprometidos en una misión común.
Apostólica: los miembros trabajan en Iglesia, inspirados por espiritualidad ignaciana, para
dar testimonio de fe y colaborar en construcción del Reinado.
Ignaciana: la experiencia de los Ejercicios Espirituales es fuente compartida de
espiritualidad y modo de proceder; por ello, desde análisis de realidad se contribuye para
mejorar condiciones de vida de ciudadanía, principalmente de los más desfavorecidos.
Pertenencia: personas de espiritualidad ignaciana (Ejercicios Espirituales y proyecto social,
pastoral o educativo) que se comprometen en proceso de tejer una red para colaborar con
mayor fortaleza comunitaria en la misión de proclamar la fe y promover la justicia.
Hacer del servicio un estilo de vida, queriendo hacer algo por solucionar las causas de la
pobreza y el sufrimiento.
El voluntario es una persona desinteresada, comprometida, responsable y coherente, crítica,
optimista, humilde, y valiente.
Pertenencia: una persona capaz de cuestionarse y cuestionar la realidad, asumiendo el
servicio como un compromiso concreto.
Las diferentes organizaciones tienen distintas finalidades: unas subrayan la oración (Apostolado de la
Oración), otras la acción (Voluntariado), como también el hecho de juntarse (ASIA).
La relación entre una organización y la Compañía de Jesús es muy variada: El Apostolado de la Oración
está confiado por la Santa Sede a la Compañía de Jesús; los Asociados tienen una vinculación jurídica con
la Compañía sin formar parte de ella; la CVX no depende de la Compañía de Jesús pero tiene una estrecha
vinculación histórica y espiritual; ASIA busca en el jesuita a un animador; en la RAI y en el Centro Fe y
Cultura se trabaja en equipo entre laicos y jesuitas; y, por último, el Voluntariado está liderado por laicos
ignacianos.
En los Asociados, la CVX y la RAI hay una referencia explícita y fundante a la espiritualidad ignaciana,
los Ejercicios Espirituales y la misión.
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