El cuerpo en la filosofía de Max Scheler Juan María Parent Jacquemin ¿ Qué entiende Max Scheler por cuerpo? Max Scheler creador de la antropología filosófica moderna orientó su reflexión hacia el concepto de cuerpo. Crea o vuelve a dar vida a las distinciones que nos ilustran sobre el hombre y los valores por perseguirse. La tradición cartesiana distinguía cuerpo y alma, pero Max Scheler desecha esta posición. En efecto, para Descartes todo era o psíquico o físico, manera de ver insostenible a la hora actual. La filosofía anterior desconocía la existencia de los llamados objetos ideales como es precisamente el Leib o cuerpo propio o cuerpo viviente. El cuerpo del que hablamos usualmente es el objeto de la biología, nos es común con los animales y también puede asimilarse, en el ámbito filosófico, a los cuerpos brutos que forman el universo que nos rodea. El concepto de cuerpo propio (Leib) hace énfasis sobre la animación del cuerpo físico. Su percepción es la de algo vivo frente al otro que es sólo una cosa. El Leib no es parte de la persona, ni de sus actos, sino que se encuentra en la esfera de los objetos. El modo de darse del cuerpo propio y su naturaleza son diferentes de como se percibe el yo.1 El cuerpo propio es el punto de referencia para el espacio. Edith Stein2 dice que el espacio exterior es referido a un "punto cero" que ella llama el cuerpo viviente. No dejando de lado su carácter globalmente extensivo, "El cuerpo viviente es el centro de orientación y la piedra (que tengo en la mano) se 1 / Ferreti, Giovanni. Max Scheler, fenomenología ed antropología personalística, Milano. Universitá cattolica del Sacro Cuore, 1972. p. 201. 2 / Stein, Edith. On the problem of empathy. The Hague, Martinius Nijhoff. 1964, p. XV. 2 encuentra a cierta distancia de él", de manera distinta que la misma mano que la sostiene para la que se deberá buscar otro punto de referencia. Relaciono mi cuerpo y los objetos del mundo circundante en un mismo acto de conciencia. Mi cuerpo viviente es el punto central de la orientación espacial. Este punto no es un vacío en el espacio, sino algo que se sitúa en la unidad del cuerpo propio. Por la variedad de los órganos, captamos el espacio próximo (tacto) o lejano (audición) y por su disposición captamos la dirección. Pero, a pesar de esta aparente dispersión de posibilidades, este cuerpo es conocido conjuntamente antes de que la percepción exterior o interior me lo "muestre" en una u otra forma. "El cuerpo propio (...) nos es dado, antes que todas las pretendidas 'sensaciones orgánicas' separadas, antes que todas las percepciones exteriores particulares que lo conciernen",3 y precisa más adelante: "La unidad de un cuerpo propio sigue siendo para nosotros un dato intuitivo inmediato, totalidad hecha de constituyentes materialmente idénticos, dada como tal fuera de toda percepción, externa o interna".4 Apuntamos así los dos modos de percepción. Por una parte, desde dentro, el hombre conoce de sí la vida y la animación de su masa física (que también llamamos cuerpo en español). Por otra parte, las percepciones exteriores que nos permiten conocer las cosas y el mismo cuerpo bruto entre ellas, que se sabe es mío. Tenemos pues la aptitud de conocer nuestro cuerpo viviente antes de las percepciones. Este conocimiento (ser dado en el lenguaje fenomenológico) no puede ser reducido al ser dado de la percepción exterior, ni al ser dado de la percepción interior, ni tampoco a una relación de ambas. 3 4 / Scheler, Max. Le formalisme en éthique et l’étique matériale des valeurs, Paris, Gallimard, 1955, 6ª. p. 416. / Ibídem, p. 413. 3 "Eso, quiere decir que ese ser dado no podría ser reducido ni a un ser dado de la percepción externa, ni a un ser dado de la percepción interna, ni a una relación de contenidos de estas dos clases de percepciones, ni, con mayor razón, a una realidad de hecho justificable de la experiencia inductiva, es decir de la percepción de una cosa singular particular".5 El cuerpo propio se conoce así en forma global, como es y no de otro modo. Esta percepción total inmediata es el fundamento del "ser dado" (Gegebensein, en Husserl) diverso, encontrado en forma diversa en los dos modos de percepción. Más aún, ésta es la característica original que define el cuerpo propio: el ser fundamento doble. Esto es importante porque permite la constancia de quien soy y me libera de una esquizofrenia enfermiza permanente. El ser del cuerpo propio no es ni psíquico ni físico, sino que es de modo distinto objeto psíquico en la percepción interna llamado alma-propio-corporal y objeto físico en la percepción externa llamado cuerpo-propio-corporal. En alemán Leibseele y Leibkörper respectivamente. La propia corporalidad juega el papel de forma de percepción que es indiferente, en un principio. Este cuerpo es el que condiciona nuestra experiencia del espacio. El espacio no puede experimentarse como las otras condiciones del mundo material. El espacio es conocido por la intuición. El cuerpo viviente nos ubica en el espacio. En el espacio captamos la proximidad o la lejanía y la dirección. Es la exterioridad mutua para la que no hay “dentro” o “fuera” sino sólo orientación de los actos. Aclaremos aquí que esta conciencia de la espacialidad no se da en todas las percepciones del cuerpo propio. En efecto, las sensaciones del "alma" no son extensivas (la tristeza, por ejemplo), cuando, por lo contrario, las sensaciones esencialmente propio corporales (el dolor, el hambre) sí se ubican y 5 / Ey, Henry, La conciencia, Madrid, Gredos, 1976, p. 118. 4 cambian de lugar. Por eso no puede hablarse en el caso de estas últimas, de una exterioridad mutua y tampoco consecuentemente de una sucesión. También este cuerpo nos hace conscientes del tiempo. Mi presente me es conocido por él. El conocer mi cuerpo propio me da a conocer a la vez la dimensión temporal de mi ser total.6 Mi temporalidad está liberada de la atadura del presente físico. Es el cuerpo propio el que da las dimensiones de pasado, presente y futuro.7 La relación de temporalidad y de espacialidad del cuerpo propio es peculiar, no es dimensión constitutiva como en los otros cuerpos. El cuerpo propio es punto de referencia para el tiempo y el espacio, pero también para todas las relaciones de causalidad que se dan en el tiempo y en el espacio. Por ejemplo, la percepción sensorial está condicionada por el cuerpo propio y es limitada al presente.8 No tenemos necesidad de la experiencia para conocer el cuerpo propio. En efecto si nos liberáramos de todas las funciones sensoriales que nos dan a conocer el cuerpo físico, conoceríamos la existencia del cuerpo propio. Existe una conciencia que Max Scheler llama interna, orientada hacia dentro, que es la que nos comunica la existencia de este cuerpo propio. "Suprimamos por el pensamiento la función de todos los sentidos externos por los que percibimos el mundo exterior; con la percepción de diversos cuerpos desaparecería inmediatamente la percepción del 'cuerpo' que es nuestro. No podríamos ni tocarnos y percibir las formas de nuestro pecho, de nuestras manos, de nuestras piernas, etc. (...). Pero no por eso el fenómeno de nuestro 'cuerpo propio' se ve aniquilado. En efecto por poco que consideremos la cosa, se nota 6 7 8 / Scheler, Max, Op. cit., p. 454. / Ibídem, p. 435. / Ibídem, p. 414. 5 que a la conciencia exterior posible se añade siempre una conciencia interna de nuestro 'cuerpo propio' que falta cuando percibimos los cuerpos brutos".9 Es pues independiente de nosotros mismos, nos es dado. Es una realidad de hecho y es de la especie fenómeno. Nos es dado a la conciencia. Es una realidad que conocemos por un movimiento intuitivo inmediato. No hay percepción externa ni interna, necesaria en el primer momento. Lo conocemos como unidad. No le reconocemos partes. Lo conocemos como el que nos hace reconocernos a nosotros mismos. En su intuición nos vemos como somos. Somos así y no de otro modo y lo sabemos antes de describir los miembros, órganos o formas del cuerpo físico. La unidad así conocida se enfrenta al mundo ambiente, que es la otra unidad o el otro polo de mi ubicación. La unidad del cuerpo propio --se trata del cuerpo propio de un hombre individual-- no es constitutiva de este cuerpo. La unidad es sólo la característica que lo separa de los otros datos. No está sacado de la abstracción empírica de lo que nos rodea sino que es una esencialidad independiente del mundo.10 Es una forma original de presencia. Pertenece así a un mundo particular que es él de la conciencia intencional. No es la persona porque ella pertenece al mundo del espíritu en radical oposición al mundo de la vida que nos ocupa aquí; no son los actos, sino el objeto alcanzado por la conciencia tal como es concebida por los fenomenólogos, esta conciencia que es un punto de partida, siempre dirigido hacia algo. En relación con la persona, el cuerpo propio también juega un papel importante. Sólo aquél que vive en su propia corporalidad y tiene dominio de ella puede pretender al título de persona. Aquí notamos cómo existe en el hombre esta relación eficaz entre el espíritu y la vida. El espíritu debe dominar y sólo puede hacerlo dando orientación porque no tiene fuerza: el espíritu guía la 9 / Ibídem, p. 328. / Stein, Edith. Op. cit., p. 27 10 6 conciencia de la propia corporalidad y el hombre llega a ser persona cuando se integra esta unidad entre los dos polos de la dualidad scheleriana. El Leib tiene una función de discernir no de unir las experiencias vividas empíricas. Es un analizador de la percepción. Existe, pues, una conciencia primordial del cuerpo propio pero también dos modos de percibirlo. Pero no debemos aprehender la identidad de nuestro cuerpo propio, ella nos es dada, aunque por el medio de dos operaciones distintas. Finalmente, será la persona la que hará la unión entre ambas y además hará comprensible esta unión. Es un aporte sobresaliente de Scheler, el haber desarrollado este análisis psicológico en el que muestra el lugar de la persona como verdadero fundamento de la conciencia de sí. Las dos percepciones del cuerpo propio Dos orientaciones de los actos permiten percibir el cuerpo propio. Una es exterior y nos da a conocer el cuerpo-propio-corporal (Leibkörper), otra es la interior que nos da a conocer el alma-propio-corporal (Leibseele). La percepción interior no es la única percepción de sí, porque podemos percibirnos también en forma exterior. Lo más característico de la percepción interior es su orientación hacia hechos; hechos que nos comunican lo psíquico. La diferencia entre ambas percepciones no se debe a la distinción de objetos por tener modos diferentes de ser, sino que Max Scheler hace reposar las dos percepciones sobre la diferencia esencial de la datitud.11 También el mismo Scheler dice que la diferencia entre las dos percepciones se encuentra en la dirección y en la forma de los actos.12 11 12 / Llambías de Azevedo, Juan. Max Scheler, Buenos Aires, Nova, 1966, p. 53-54 / Scheler, Max. Op. cit., p. 424. 7 "... la diferencia de orientación entre la percepción 'interna' y la percepción 'externa' no es relativa, de ningún modo, a lo que está 'dentro' o 'fuera' (hablando espacialmente) para un cuerpo propio corporal. Se trata aquí, en primer lugar, de una diferencia de orientación de actos (...) que hace nacer de ella dos 'perspectivas' totalmente distintas, acerca de las cuales es evidente que se refieren a la 'misma' realidad de hecho 'cuerpo propio' ".13 Por eso la dificultad real para atribuir correctamente las sensaciones de uno (cuerpo-propio-corporal --Leibkörper--), o de la otra (alma-propio-corporal --Leibseele--). El cuerpo propio-corporal (Leibkörper) El cuerpo-propio-corporal percibido exteriormente, se conoce unitariamente porque todas las sensaciones orgánicas aparecen como de este cuerpo y no de algún otro. Dichas sensaciones son extensivas, lo que permite conocer la coexistencia, la sucesividad o la alternatividad que Max Scheler llama exterioridad mutua. Un ejemplo de extensión es la experiencia de lo dulce. Está extendido sobre el objeto dulce y extendido sobre la lengua. El cuerpo-propiocorporal, por consiguiente está contenido en la misma exterioridad de los fenómenos físicos que le son exteriores. La espacialidad de la percepción exterior no comporta ni dentro ni fuera, sino precisamente esta exterioridad mutua. En cuanto ala temporalidad no depende de la situación ocupada por el cuerpo-propio-corporal en el tiempo. Las dimensiones de pasado, presente y futuro son independientes de ella.14 Sin embargo, la existencia continua del 13 / Ibídem, p. 440. / Scheler utiliza tres términos distintos para expresar los tres resultados de la acción de alguna de las facetas del hombre: estado para los sentimientos sensoriales o sea del cuerpo-propio-corporal; función para los sentimientos vitales o sea del alma-propio-corporal; actos para sentimientos espirituales o sea del espíritu o de la persona. Ver supra para mayor detalle. 14 8 cuerpo-propio-corporal en el tiempo objetivo constituye un todo coherente de los fenómenos momentáneos.15 El cuerpo-propio-corporal así conocido se distingue de los cuerpos brutos que le son exteriores, gracias a la intuición de este conocerme como unidad. Desde los albores de la conciencia, el bebé distingue este pie que es suyo de los barrotes de la cuna que es "otro", aunque no neguemos la necesidad de cierto aprendizaje para que esta distinción sea nítida. Es notable también el que exista una unidad de identidad entre el cuerpo así conocido y el cuerpo que conozco por los sentidos exteriores, vista o tacto. En todo momento me es claro que se trata del mismo cuerpo. Scheler considera que no hay explicación posible a este hecho, sino que es sólo una intuición inmediata. El conocimiento del cuerpo-propio-corporal, se da en forma característica cuando la atención es desviada de los órganos. Por ejemplo, el artesano que en su cansancio conoce su mano cuando deja de pensar en ella y está absorto en el trabajo que ella hace. El cuerpo es así conocido en forma intuitiva, no deductiva por la percepción exterior (vista, tacto, etc.) y es el estado propio corporal el que vincula los estados afectivos --contacto vivencial con el mundo-- a las situaciones concretas. Es preciso insistir en que, a pesar del conocimiento dado por los sentidos, que siempre es parcial, existe una conciencia unitaria de nuestro cuerpo propio. Las sensaciones orgánicas aparecen como en otro plano, como secundariamente. Debe distinguirse la captación de los sentimientos sensoriales que son localizados y divididos a causa de las unidades orgánicas del cuerpo propio, de la Gurvitch, en Les tendances actuelles de la philosophie allemande, (p. 140), aclara aún más cuando afirma que “el acto para los fenomenólogos no tiene nada que ver con la acción, es sólo la actualización de un contenido intencional presente en la conciencia”. 15 / Scheler, Max. Op. cit., p. 422. 9 percepción exterior que no es la causa del conocimiento de la extensión. No porque veo y palpo el pie que me duele delimito la amplitud del área doliente. Los sentimientos sensibles que son del cuerpo propio y más del cuerpopropio-corporal no tienen un objeto intencional sino que sólo son estados. No tienen relación con la persona, sino con el yo y sólo en forma indirecta, como la veremos al hablar del alma-propio-corporal. Las "ganas de algo", intencionalidad de las más primitivas, faltan por completo en estos sentimientos. Están fundados sobre el dato de una parte delimitada del cuerpo propio, precisamente como un estado de este cuerpo. Los siento allí donde se manifiestan y vivo por experiencia vivida la unidad orgánica de la que son un estado. Y en relación con la temporalidad y espacialidad, su forma de existencia es la del cuerpo propio. Son exclusivamente actuales y no puede haber en ellos ni recuerdo, ni espera. Los sentimientos sensoriales son los nombres propios que se dan a los estados variables del cuerpo propio. Son cortados los unos de los otros porque reposan sobre la estructura orgánica del cuerpo. Pero no se refieren inmediatamente al cuerpo sino a una parte del cuerpo. El alma-propio-corporal (Leibseele) Después de analizar la percepción exterior, perseguimos la otra percepción del cuerpo propio cuyo resultado será lo que Scheler llama el alma-propiocorporal. Sólo apuntamos aquí datos que permiten hacer la relación con el cuerpo-propio-corporal reservando para otro trabajo el estudio más detallado de esta percepción. Aquí conviene apuntar una sutil distinción que hace el autor entre la autopercepción y la percepción interna. La primera es el proceso anímico 10 perceptible sin referencia a un yo determinado. Por ejemplo: ¿este pensamiento mío me es propio o proviene de una lectura? La segunda es la que tratamos aquí.16 Antes de cualquier otra reflexión, debemos notar que el "alma"17 es un aspecto del cuerpo propio. La percepción interna no se da sino gracias a la percepción del cuerpo que a su vez es conocido por el yo-propio-corporal (Leibich), elemento central y unitario del alma-propio-corporal. Sin embargo, lo propio de los sentimientos del "alma" no se opaca a causa de su dependencia del cuerpo. La característica esencial que hace la diferencia entre los fenómenos propiamente corporales y los del "alma" es que los primeros son extensivos y los segundos son inextensivos. Por este motivo su relación al yo es distinta. Este yo es el que confiere la individualidad del alma-propio-corporal como el sentir orgánico conjunto la da al cuerpo- propio-corporal. Los sentimientos del alma, contrariamente a los propiamente corporocorporales, son intencionales. Quiere decir que provienen de la conciencia en cuanto es irradiante. Conciencia que no es continente sino sólo movimiento hacia algo. Son sentimientos del cuerpo también, pero como no son extensivos no pueden ubicarse en ninguna parte. La angustia, el bienestar o el pudor son de este género. Se combinan los unos con los otros, no son captados como separados. Como habíamos opuesto el cuerpo propio al mundo ambiente (Umwelt) y el cuerpo-propio-corporal a los cuerpos brutos (Körper), podemos oponer para distinguirlos el "alma" y el yo-propio-corporal. Ambos polos, yo y alma-propiocorporal, son la infraestructura y el instrumento de realización de la persona. 16 / Llambías, Juan. Op. cit., p. 51. / Pongo la palabra alma entre comillas porque tiene aquí un sentido diferente del que le daba Tomás de Aquino y empleado en el cristianismo. 17 11 Ni el "alma ", ni el yo, sin embargo, son causa de alguna actividad. Es el conjunto individuo humano que actúa, el que es sujeto de actos. El "alma" cumple además una función de entrelazar las unidades de significación de los actos. El flujo de intencionalidades que parte de la conciencia, dando la significación al objeto apuntado, adquiere unidad gracias al alma-propio-corporal. La unión de este flujo de las intencionalidades se da en los actos que efectúa y sólo al efectuarlos. Es dinámico y aquí se observa lo que decíamos del modo dialéctico seguido por Scheler en su antropología. El hombre no es estudiado en forma estática como pura esencia sino en el movimiento de su existencia. Otra unidad se da en el "alma" mediante la que Scheler llama la conciencia vital, es la unidad afectiva. El “alma” es "la región psíquica del impulso de vida y de muerte, de las pasiones, emociones, tendencias e impulso".18 Tocamos así un punto de apoyo para la otra dualidad espíritu-impulso. El impulso vital tiene su sede en el cuerpo propio y es reconocido por la intuición interna, mirada hacia dentro que es el alma-propio-corporal. Contrariamente a lo que vimos cuando hablamos del cuerpo-propiocorporal, en el alma-propio-corporal se da la inclusión mutua en el yo. Quiere decir que no hay sucesión, sino modos de darse diferentes. Si aparentemente captamos una sucesión es por la relación con el cuerpo-propio-corporal sin el cual no podrían ser percibidas. "Supongamos que delante de un muro se desplaza en la sombra una luz, sin que conozcamos esta luz; en este caso vemos iluminarse sucesivamente las diversas partes del muro; sin embargo, no existe ninguna sucesión entre las partes del muro, sino simplemente una sucesión en su iluminación. 18 / Ibídem, p. 371. 12 Pero el que ignora el mecanismo de la operación puede creer que hay una sucesión de las partes del muro. En el caso que nos interesa, son los estados del cuerpo propio los que se suceden efectivamente. ..".19 El "alma " no es una cosa o sustancia como lo querían los racionalistas, es parte de la naturaleza y como tal es sujeta de la causalidad natural; es un peldaño en el mundo de la vida por ser exclusivamente una perspectiva del cuerpo propio. Varias otras funciones cumple el "alma". La apreciación que hacemos de los objetos, el ser excitante para el cuerpo propio y para sus sensaciones orgánicas, son ejemplos ilustrativos. Todas las sensaciones del "alma" están integradas en un yo y así forman una unidad específica, paralelamente a la unidad de las sensaciones del cuerpo que se dan juntas en un cuerpo propio. Pero aun si el cuerpo es necesario para que se hagan efectivas las sensaciones del "alma", la egoidad es captada en estos mismos sentimientos y no necesita ya el ser dado propio corporal. Es de notar que la relación con el yo no se da siempre a la misma 'distancia'. Existen sentimientos del "alma" más hondos y otros más superficiales; la euforia en un caso, la frescura en el otro. Por sus características de inextensión y de pertenencia al yo, los sentimientos del "alma" pueden ser compartidos. Puedo co-sentir la pena, puedo simpatizar con otro. Cosa imposible para los sentimientos del cuerpo-propio-corporal que están ubicados en el cuerpo propio. Sin embargo, la simpatía no se da por intropatía sino porque percibimos el estado del "alma " del otro a través de los fenómenos de expresión. En los sentimientos del "alma" se intuye la temporalidad, ya que la experiencia vivida comporta cierta durabilidad. De ahí sale que las experiencias vividas del "alma" se dividen en presentes, pasadas y futuras. La inclusión mutua 19 / Scheler, Max. Op. cit., pp. 430-431. 13 en el yo permite que así se de; en efecto las experiencias vividas en el pasado existen aún en el yo porque fueron vividas en el yo. La inclusión mutua implica también que los sentimientos del "alma " se combinan entre sí. “No es posible al mismo tiempo, estar desanimado y triste; los dos sentimientos se combinan inmediatamente en un solo estado".20 Sólo los sentimientos del cuerpo propio están separados permanentemente porque son ubicados en las partes del cuerpo. Los sentimientos del "alma" tienen una continuidad de desarrollo o existencial, de los unos a partir de los otros, no así los del cuerpo que son puntuales y se suceden sin relación. Los sentimientos del "alma" gozan de autonomía y de unidad, por eso debe rechazarse la opinión según la cual los sentimientos del "alma" pudieran ser la resultante de un cúmulo de sentimientos sensoriales. Podemos sentirnos miserables y sin embargo experimentar un fuerte placer sensorial. El sentimiento sensorial es dado en forma elemental, el sentimiento del "alma" tiene un carácter funcional e intencional, lo que lo define como de otra especie. Pueden ser orientados, como lo vimos anteriormente. Conclusión El aporte de Max Scheler en esta parte central de su antropología abre un horizonte para el entendimiento de nuestro ser hombre. No es una novedad en el sentido estricto de la palabra ya que las visiones del Oriente y el mundo griego en la persona d San Pablo, por ejemplo, distinguen estos dos “cuerpos”. El castellano desgraciadamente sólo tiene una palabra para expresar ambos y el recurso al alemán (como en este trabajo) o al griego (sarx, soma, psije y neuma) 14 se hacen necesarios para evitar la confusión. Scheler no se contenta con una nueva manera de nombrar a estos dos cuerpos sino que nos muestra con detalle cómo podemos reconocerlos y cómo podemos actuar con ellos. Considero que el “misterio” de la resurrección de los cuerpos (artículo de fe para los cristianos) es su caracterización cristiana encuentra en Max Scheler una pista de esclarecimiento. El cuerpo propio es el que no se destruye con la muerte física, por lo que nos mantiene unidos espíritu, alma y cuerpo propio. Sólo desparece el Körper, cuerpo masa biológica, cuando ha cumplido su función. Este cuerpo por cierto no interesa a Max Scheler. 20 / Ibídem, p. 344.