Lic. Adriana Silva Moyano Psicóloga Violencia y sociedad. Engranajes. Causas y efectos Violencia y sociedad. Engranajes. Causas y efectos. Sólo la punta del iceberg, que es, justamente, lo que cada uno de nosotros presiente. Frente a la violencia nos invade la angustia. Y quienes trabaj am os con violencia solemos cargar con esta angustia porque, f rente a la violencia no hay re spuesta, al menos inmediata. La violencia es un proceso circular. ¿Por qué no hay respuesta? Porque la violencia, obedece a causas múltiples en distintos niveles de conceptualización. Por un lado, las creencias histór icas, m íticas r elacionadas con los valores, entre ellos, las ideas acerca del poder, la obediencia, lo que debe ser una mujer, lo que debe ser un hombre y lo que debe ser un niño, incluyendo entre est os valores, lo que son derechos y obligaciones de cada uno. Para poder pensarlo, veamos este ejemplo: María tiene tres hijos, de 10, 8 y 6 años. Se separó hace un mes. Se fue de su casa. Dejó a sus hijos con el padre. ¿Qué es lo primero que me viene a la mente cuando me entero que esta mujer, es capaz de dejar a sus hijos e irse de la casa? ¿Qué pasa cuando esta misma frase se lee así?: Jorge tiene tres hij os, de 10, 8 y 6 años. Se separó hace un mes. Se f ue de su casa. Dej ó a sus hijos con la madre. ¿Qué siento? Algo parecido sucede cuando nos pregunt amos: ¿Qué es ser un buen hombre? ¿Qué es ser una buena mujer? En este sistema de creencias, hombr es y mujeres padecemos por igual. Estas creencias están internalizadas de t al manera en nosotr os que re sulta muy dif ícil poner las en palabra, tomar distancia y a partir de ahí comenzar a modif icar las. Este es el pr imer trabajo que tenemos quienes entramos en conta cto con la violencia f amiliar: pensar cómo oper an estas creencias en nosotros, cómo las vivim os y cómo las sent imos. I mplica el trabajo de poner entre par ént esis la realidad que conocemos para ver cómo la conocemos. No es un trabaj o f ácil. Implica una pr egunta const ante en nuestra cot idianeidad. Tomarse esta tarea ser iamente trae apar ejada una cier ta tensión, pr oduct o de la inseguridad que genera el no tener un marco de ref erencia respecto de lo que somos como mujeres o varones. Inevitablemente trasmitimos est as creencias “como algo natural” a nuestros hijos, nuestros alumnos, nuestros pacientes. Y entramos así en un nivel d iferente: lo social institucional. En este nivel encontramos que estas creencias producen instituciones violentas, que la violencia es legitimada desde las instituciones que podrían hacer algo para prevenirla (y no me estoy refiriendo sólo a lo político o a la policía). Me refiero a los medios de comunicación, a las Blanes 1025 – C.P. 1669 -Del Viso – Buenos Aires - 0320 74 999 - Cel.: 412-4347 Lic. Adriana Silva Moyano Psicóloga escuelas, a las instituciones de salud, a las empresas, etc. Me refiero a la carencia de legislación adecuada, a la falta de apoyo institucional, a la impunidad...En esto, todos tenemos nuestra cuota de responsabilidad. La violencia produce angustia y ant e la angustia, es pref erible no enter arse. La violencia es circular Una buena pregunta para hacerse es si la f amilia es violenta porque la sociedad es violenta o la sociedad es violenta porque la f amilia es violenta. ¿qué es primero, el huevo o la gallina? La violencia es circular. Y asi como yo pregunto tanto, ustedes preguntarán,... ¿la desocupación, las adicciones, los problemas económicos no producen más viol encia? En realidad, son f actores de riesgo, est o es innegable, per o también f orman parte de la mit olog ía con que nos protegemos de la angustia y nat uralizamos la violencia. Hay desocupados que se deprimen, hay alcohólicos que due rmen la mona, hay quien cu ando la plata no le alcanza, busca salidas creat ivas. Es mas f ácil echar le la culpa a esto. Total, no es de mi incumbencia. Con esto se las tienen que arreglar otros. La violencia es circular. Con todo esto ( y ent ramos en un tercer nivel de concept ualiza ción) es lógico que: Las conductas individuales tiendan hacia un modelo violento de resolución de conf lictos, Que primen modelos autoritar ios de f amilia, Que baje la autoestima Que se tienda al aislamiento. Es como el modelo psicogenético de apr endiz aje. Entra como por ósmosis. Está por todas partes. La violencia es cir cular. Padecemos de violencia cada vez que debemos realizar un trámite en la obra social, padecemos de violencia en la cola, en el colectivo y en el tren o cuando manejamos nuestro auto. ¿Y si todos nos quejamos de la violencia, quién es el que la ejerce? Esto no pretende culpabilizarnos. Lo que pretendo es instalar una pregunta. Una posibilidad de mirar hacia adentro, como actores en esta sociedad violenta, Porque somos parte de los engranajes de la violencia. Somos sostenedores de mitos. ¿Por qué somos sost enedores de m itos? Entre otras cosas, creo que no sostenerlos implica un encuentro crudo con lo siniestro. Lo siniestro con todo lo que la palabr a evoca en cada uno de nosotros y aún más. Desde mujeres def ormadas por la paliza que le dio el padre de sus hijos, y que inmediatamente después de go lpear la la violó, hasta padres que se masturban en la mesa familiar, obligando a sus hijos a comer su semen, por coment ar solo algo de lo q ue uno escucha y sin Blanes 1025 – C.P. 1669 -Del Viso – Buenos Aires - 0320 74 999 - Cel.: 412-4347 Lic. Adriana Silva Moyano Psicóloga hablar de las noticias policiales o de las necrológicas. Es sólo la punta del iceberg de este nuevo milenio que se acerca. Las proyecciones indican que las estadíst icas aumentan geométricamente. Es parte de lo que nos sumerge en la an gust ia y está relacionado con la impotencia que g enera el trabajar con violencia f amiliar, con esquemas de trabajo que aún están por construirse, con normas institucionales inad ecuadas. Por debajo de esta punta se encuentra sumergida la violencia emociona l. El abandono, la negligencia, el control, los insultos, las hum illaciones, el lavado de cerebro. El aislamiento del 25% de las mujeres, de casi un 50% de los niños, víct imas pr imar ias o testigos de la violencia entre sus padr es, de m iles de ancianos y discapacitados. Y menciono estas estadísticas ”suaves”, porque están avaladas por est udios serios. Nuestras estadísticas locales indican que cerca de un 40% de la población f emenina y el 80% de los niños son víctimas de violencia intraf amiliar. Depresión, estados conf usionales sever os, pánico ( ya no como ataque de pánico, sino como un estado crónico), disociación, aislam iento, problemas de memoria, trastornos de la aliment ación, autoest ima inexistente, restricción emocional, f ugas del hogar, trastornos de co nduct a, dif icultades en el aprendizaje; son síntomas de la violencia f amiliar. La parte sumergida de este iceberg incluye la re-victimización que se produce cuando una víctima consulta al sistema de salud y se la acusa de masoquista. O consulta al sistema legal sin encontrar legislación adecuada. Cuando se le dice que un episodio violento que se produce reiteradamente, pero sólo una vez al año, no es violencia familiar. Violencia que se reproduce cuando la escuela decide si hace o no hace la denuncia, por que si no la hace la violencia continúa, pero al menos el niño sigue concurr iendo y puede tener una cierta contención y si la hace tal vez la f amilia ret ire al chico de la escuela, nuevamente vict imizá ndolo, aislándolo. Violencia que padecemos, en def i nit iva quienes trabajamos seriamente con esta problemát ica, cuando se nos acusa de sexistas, o se sostiene que todo se atribuye a la violencia “porque, está de moda”. Violencia que padecemos cuando no se reconocen las necesidades de t rabajo interdisciplin ario, la urgencia de una “pausa” en el tr abajo que no permit a recuper ar el aliento que no ha quitado el golpe que recibió nuestro paciente. Y cuando antes decía que somos sostenedores de mitos, creo también que somos sostenedores de mitos, porque r emar r í o arr iba cuesta más trabajo que remar con la corriente, cansa más. Y est e cansancio se hace sentir sobre nuestra salud cuando no sabemos como descansarnos. Los que estamos en contact o constant e con el trauma, tenemos personalidades especiales y nos exponem os a situaciones que otras personas ni se les ocurre considerar, muchas veces sin siquiera darnos cuenta del i mpacto negativo que esto produce. Blanes 1025 – C.P. 1669 -Del Viso – Buenos Aires - 0320 74 999 - Cel.: 412-4347 Lic. Adriana Silva Moyano Psicóloga Trastornos crónicos del sueño, sent imientos de depresión, estar hiper alerta, ansiedad, irritabilidad, disminuc ión o sobreactividad sexual, problemas de memoria, digestivos, disminución en la capacidad visual, cambios en la act ividad social y en la personalidad, además de los tradicionales riesgos de problemas cardíacos y/ o accidentes cerebrovascular es, son algunos de los síntomas que se suelen presentar en los trabajadores. La violencia es circular. Nos violenta a nosotros. A veces de manera irreversible. Lo llamamos traumatización vic aria. Aprender modelos dif erentes de conduct a, descubr ir pautas internalizadas , modif icar las, requier e de tiempo, paciencia y trabajo. Dism inuir la violencia implica: Def ender nuestros derechos Conocer nuestras obligaciones Re-apr ender la ternura, Fortalecer los vínculos, Permit ir que el padr e sea padre, Que la madre sea m adre Aprender a escucharnos Dejar de lado la impotencia y dejar de lado la omnipotencia Hacer a un costado los extremos Descubrir el valor del respet o Respetar la dif erencia Y en def init iva conectarnos con nuestras sensaciones y sentimientos sin traicionarnos. No es necesario est ar siempr e de acuer do, es en la dif erencia que se madura. Y esa dif erencia nos permite romper el circuito que f orman los engranajes de la violencia. Blanes 1025 – C.P. 1669 -Del Viso – Buenos Aires - 0320 74 999 - Cel.: 412-4347