COLUMNAS DE OPINION Domingo 18 de Septiembre de 2016 - 12:00am Alzas en el transporte y bajas en el sistema POR: DAVID DÍAZ FLORIÁN Se anuncia una nueva alza de 200 pesos en la tarifa de transporte público colectivo y la oportunidad es propicia para examinar algunos aspectos de la incidencia social de la política nacional de movilidad que derivó en la creación del Sistema Integrado de Transporte Público (SITP) en las ciudades capitales de Colombia. La motivación del SITP, según el documento Conpes aprobado en 2003, era crear un sistema orientado a ampliar las oportunidades de movilidad por medio de una moderna infraestructura, reducir el número y los tiempos de viaje durante los días hábiles laborales, y mejorar la infraestructura, el equipo y la calidad del servicio, al punto de desestimular el uso del vehículo privado. El sistema se crea y se implementa en la década en que el fuerte incremento en la demanda del carro privado fue estimulado por la baja en sus precios y en el costo de la financiación. La política que creó el sistema integrado no incluyó estímulos para la no adquisición de vehículos particulares; no puede olvidarse que el estado se beneficia fiscalmente de la expansión del parque de vehículos particulares y que ello crea una ambivalencia en contra del sistema integrado de transporte público. Durante la implementación, la ciudadanía tampoco dio señales de credibilidad y confianza hacia todas las bondades que prometía el sistema, como para sustituir en buena medida el trasporte privado por el público. El retraso en sacar de circulación los buses para sustituirlos por los “articulados” del sistema es una constante en las siete ciudades. La percepción de mejoría en algunos aspectos contrasta con el padecimiento cotidiano de los mismos problemas que supuestamente iban a superarse con la estrategia integradora de la movilidad. Esto ha ocasionado que en varias ciudades se observe capacidad instalada sobrante por falta de pasajeros que prefieren continuar utilizando los buses del obsoleto esquema de afiliación, los cuales ofrecen las rutas que la gente demanda, y porque es evidente que no funcionan los incentivos que pueden motivar a los transportadores “disidentes” a integrarse al sistema. Además, hay que sumar el efecto del mototaxismo creciente, que compite indirectamente con el nuevo sistema, afectando su rentabilidad y su posibilidad de corregir con mayor prontitud las fallas de implementación que ha tenido. En este panorama que exhibe un sistema metropolitano que en las ciudades donde opera todavía no logra integrarse por completo, las alzas en las tarifas tienden a ser impopulares porque no se perciben aún asociadas con visibles progresos en la cantidad y calidad del servicio, según los objetivos y estándares de integración que el estado nos había prometido a los ciudadanos. *Profesor del IEEC, Uninorte. Las opiniones expresadas aquí son responsabilidad exclusiva de los autores y no comprometen la posición de la Universidad ni de EL HERALDO.