ya de empezar a formarse los esporangios, unas prolongaciones

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EUFIUCÍNEAS
Y EUEQUISETÍNEAS
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ESPAÑOLAS
y a de empezar a formarse los esporangios, unas prolongaciones
bantante anchas que aparecen primero en forma de mameloncitos,
que después se alargan (fig. 29) y que están constituidas
por una capa de células, prolongación de la epidermis del fronde, y por otras varias de b o r d e s m u y irregulares que son prolongación del parénquima
del mismo. Estas prolongaciones, que
tienen su b o r d e inferior bastante irregular y que nacen en cada
lado del soro, continúan alargándose, y no sólo se alcanzan, sino
que llegan a recubrirse en parte (ñg. 30). A l mismo tiempo se
produce un abultamiento anguloso en la parte media de lo que
ha de ser el soro que se eleva y acaba por separar las dos láminas del indusio;
por otra parte, las células parenquimatosas de
éste se van desorganizando a medida que se desarrollan los esporangios (fig. 31), y cuando el soro llega a la madurez, queda
constituido el indusio
únicamente por dos láminas (fig. 32) que
apenas llegan a tocarse en la línea media y que están
formadas
por una sola capa de células epidérmicas.
Se ve, pues, claramente que, al principio, o sea cuando más
protección necesitan los esporangios, entra también a formar
parte del indusio el parénquima del fronde, reforzando la capa
externa de células epidérmicas y c o n t r i b u y e n d o a la protección
del soro.
En el Cheilantes hispánica
Mett. (fig. 33) el falso indusio
está
formado por el borde grueso y e n c o r v a d o de los foliólos que se
suma a los pelos pluricelulares alojados entre los esporangios
para proteger a éstos.
E S P O R A N G I O S . — L o s esporangios, c o m o y a se ha dicho, se
hallan en la m a y o r parte de los casos en la cara inferior de los
frondes, agrupados en gran número, formando los soros. S o n
de pequeño tamaño, apenas apreciables a simple vista en los
Heléchos de nuestro país, salvo en el género Osmunda,
en el
cual los esporangios son de bastante m a y o r tamaño.
Un esporangio en el estado adulto está constituido por un
pedicelo o pie (fig. 34) formado por cuatro filas longitudinales
Trabajos del Mus. N a c . de Cieñe. Nat. de Madrid.—Ser. Bot., núm. 24.—1928.
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