INDICE CAPÍTULO PRIMERO UNA CUESTIÓN EXPERIMENTAL CAPÍTULO SEGUNDO REMEDIOS VEGETALES CAPÍTULO TERCERO LOS PRODUCTOS ANIMALES Y EL REJUVENECIMIENTO CAPÍTULO CUARTO HIDROTERAPIA CAPÍTULO QUINTO MÉTODOS REJUVENECEDORES INUSITADOS CAPÍTULO SEXTO METCHNIKOW Y LA INTOXICACIÓN INTESTINAL CAPÍTULO SÉPTIMO TERAPÉUTICA CELULAR CAPÍTULO OCTAVO REJUVENECIMIENTO POR MEDIO DE LA NOVOCAlNA CAPÍTULO NOVENO LAS GLÁNDULAS SEXUALES Y EL REJUVENECIMIENTO CAPÍTULO DÉCIMO TONTERÍAS DE ABEJAS Y OTRAS CURIOSIDADES CAPÍTULO UNDÉCIMO REJUVENECIMIENTO PREVENTIVO Rejuvenecimiento: La historia de una idea 1 UNA CUESTION EXPERIMENTAL El hombre es esencialmente un animal, y un indicio razonable del grado de sofisticación a que ha llegado es la medida en que esta dispuesto a experimentar con el propósito de controlar el ambiente en que vive y las fuerzas que, a su modo de ver, actúan constantemente en torno a el, en unos casos en beneficio suyo, y en otros en su perjuicio. Una característica bastante natural de la Humanidad es también la de considerar el proceso vital como algo esencialmente bueno y natural, mientras que la muerte se da por supuesto que es algo esencialmente malo y antinatural. Un suceso que lamentar o, por lo menos, aplazar. Hay razones bastante elementales para justificar esta actitud tan básica. En las sociedades primitivas, el macho activo simbolizaba el poder, comprendido, de ordinario, en términos de protección y producción, mientras que la hembra reproductora tenía en su mano la solución del problema de la existencia de la tribu, ya que poseía los medios de remplazar a los que iban envejeciendo visiblemente, dejando de producir y muriendo. En muchas comunidades pequeñas, la muerte de un individuo aparece como una gran calamidad y es, por tanto, algo básicamente malo. Cuando morían muchos al mismo tiempo, como en el caso de una epidemia, la comunidad entera podría desintegrarse. Por ello, el hombre experimentador pensaba mucho en la muerte y trataba de evitar su maldad, de diversas maneras. Una respuesta que saltaba a la vista consistía en experimentar diversas maneras de prolongar la vida activa, tanto la suya como la de sus mujeres. Así fueron emergiendo las primeras ideas en la historia del rejuvenecimiento humano. En cierta medida, los métodos que la humanidad civilizada ha usado para resolver problemas básicos han sido bastante parecidos a los empleados antes por las sociedades más primitivas. La muerte y el arte de engañarla son considerados con frecuencia por los salvajes como tretas o trucos. Aun hoy día, en el arte del rejuvenecimiento siguen siendo populares las creencias mágicas y propias de charlatanes. Un ejemplo de este tipo de rejuvenecimiento místico y mágico lo vemos, por ejemplo, en la búsqueda de elixires mágicos e incluso de fuentes de la juventud. Quizás sea más sofisticado considerar la vejez, la senilidad, la falta de capacidad de producción y la muerte como resultado de la actividad de espíritus malignos, que quieren apoderarse de la Humanidad. O también aceptar tales calamidades como castigo de pecados cometidos por ésta. Una simple prolongación de esta idea, cuando una determinada sociedad está menos preocupada por pecados morales, consiste en echar la culpa de los achaques de la vejez, que el rejuvenecimiento probablemente nos ayudará a combatir, a otros males más tangibles. Por ejemplo, la senilidad podría ser considerada como consecuencia de errores de nutrición o de transgresiones dietéticas. Esta actitud racional tiene también sus equivalencias en la sociedad moderna. En bastante medida, el control experimental del problema básico de frenar el envejecimiento y restaurar la juventud estriba en el uso de sustancias a las que, por falta de mejor palabra, llamaremos drogas. La palabra 1 Rejuvenecimiento: La historia de una idea «droga» no tiene, como es sabido, un significado preciso. Puede querer decir cualquier cosa, desde aspirina hasta arrurruz (1), o desde el zumo del azafrán otoñal hasta la cortisona. Las drogas se producen de modo natural partiendo simplemente de la magia pura, y aunque todavía la magia se asocia a menudo a las drogas, la Humanidad, a fuerza de experimentaciones, ha llegado, finalmente, a darse cuenta, de que a veces son también productos perfectamente previsibles por lo que se refiere a sus efectos terapéuticos, que se repiten una vez tras otra y no tienen nada que ver con el arte mágico. Parte de la literatura más antigua en torno al rejuvenecimiento se refiere a las drogas. El papiro de Edwin Smith nos habla de un método sencillo, basado en el uso de drogas, capaz de transformar a un viejo en un muchacho de veinte años. La receta consiste en fruta de hemoyet y jar, secadas al sol y hervidas luego con agua para elaborar así un ungüento o cataplasma (1), que se untaba al cuerpo y resultaba eficaz en multitud de casos. No solo acababa con todos los defectos y alteraciones cutáneas, sino que, además, eliminaba todos los signos de vejez y todas las debilidades a que esta sometida la carnes. Este remedio no parece, en realidad, muy distinto de algunos de los usados hoy en los salones de belleza. Quizá sea más corriente, en toda; las técnicas rejuvenecedoras de los tiempos antiguos, el uso de complicados rituales en los que la magia y la medicina se entretejen intrincadamente. El ejemplo clásico de esto en la Antigüe dad llega hasta nosotros en la historia del rejuvenecimiento de Esón. Recordará el lector que cuando el Argos regreso de su triunfal viaje, traía consigo un premio inesperado: Jasón no solo había conseguido el vellocino de oro, sino también una esposa, Medea, que le había ayuda do mucho en su viaje de aventuras. Pero, como es natural, los Argonautas habían pasado mucho tiempo lejos de Ioicos, y Jasón encontró a su padre, Esón, senil e incapaz de salir de casa ni de participar en las fiestas que se habían organizado para celebrar el glorioso regreso. Se cuenta que Jasón, afectado profundamente por el estado en que se hallaba su padre, apeló a Medea, lleno de angustia, para que usase sus artes mágicas y, quitándole a él algunos de los años que le quedaban de vida, se los añadiese a la de su padre. Es comprensible que la joven esposa no quisiera acceder a tal petición y se la reprochase a su marido: -Tus palabras son impías; ni siquiera Hécate podría hacer una cosa así. Sin embargo, pensándolo mejor, accedió a tratar de rejuvenecer al viejo con ayuda de la diosa de los Tres Rostros y sus dones. Medea invocó, ante todo, la ayuda de la Madre Tierra, HCcate y la Noche Negra para que la ayudasen a encontrar jugos con cuyas virtudes el viejo pudiera ser renovado, y recobrar el vigor de los años mozos. Llamando, con ayuda de conjuros, a sus dragones halados, Medea voló sobre Tempe, Ossa, Pelión, Othrys, Pindo, Olimpo, Apidano, Enipeo, Spercheios, Peneo y Boebe en busca de raíces y hierbas con propiedades rejuvenecedoras. -----1. 2. Del inglés arrowroot, punta de flecha, porque los indios atribuyen al jugo de la raíz de que se extrae la propiedad de curar las heridas de flechas emponzoñadas. Arrurruz es la fécula que se extrae de la raíz de una planta originaria de la India. - (N. del T.). En castellano en el original. - (N. del T.). 2 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Aunque tardó cinco días y cinco noches, acabó encontrándolas. Tenían tal poder las hierbas que había recogido, que sólo con el olor que despedían hicieron que los dragones de Medea se desprendieran de sus viejas pieles y se vieran jóvenes de nuevo. Sin embargo, cuando Medea volvió, por fin, con sus drogas, no confió exclusivamente en ellas para realizar el tan deseado rejuvenecimiento. Ante todo, levantó dos altares de césped, uno a Hécate y el otro a la Juventud. En los fosos cercanos se celebró una complicada ceremonia mágico-religiosa. Primero, los céspedes se empaparon en la sangre de un carnero negro, luego en vino y, finalmente, en leche. Después de decir las oraciones apropiadas, d viejo Esón fue sacado de casa y tumbado sobre un lecho de hierbas. Como la ceremonia era secreta, Jasón y su sequito tuvieron que observarla desde lejos. Los altares fueron iluminados con antorchas, y Medea purificó al viejo con fuego, agua y azufre. Mientras se desarrollaba esta ceremonia, se habla puesto a hervir una selección de las hierbas que Medea había recogido, junto con «guijarros del más lejano Oriente, escarcha recogida en noche de luna, alas y carne del mal vado búho cornudo, entrañas de licántropo, la piel de la cinifia, culebra de agua, hígado de ciervo longevo, la cabeza de un cuervo de novecientos años de edad y otras mil cosas más». Medea revolvió el mejunje con una vieja y seca rama de olivo y esperó, observando, indudablemente con satisfacción, cómo de ella empezaban a germinar hojas, flores y hasta fruto. Mientras el caldero hervía y se derramaba, la tierra donde cala el líquido se volvía mas verde y de ella brotaban flores. Diciéndose que habla llegado el momento critico, Medea hizo un corte en el cuello a Esón y le dejó sangrar copiosamente. Luego obligó al viejo a beber el potente caldo y se lo derramó también herida adentro. Los efectos no se hicieron esperar. Su barba y su cabello cambiaron de gris a negro. Perdió su aspecto escuálido y mustio, y sus miembros se rellenaron, adquiriendo formas. juveniles. En fin, Esón volvió al estado físico que tenía cuarenta años antes. Las diversas fases de este rejuvenecimiento clásico y la Materia medica que interviene en la historia narrada por Ovidio guardan mucha relación con el conjunto de historias de rejuvenecimiento de diversas épocas y lugares. Jasón quería sólo volver a su padre a la juventud, para salvarle de los achaques de la vejez. No pidió a Medea el rejuvenecimiento sexual de Esón, por lo cual no había satirión (1) en la receta. No cabe duda de que Medea era una mujer sumamente enérgica y de grandes recursos. Estos rasgos de su personalidad se encuentran también en la de los profesionales actuales del Arte (2). Las ideas más recientes sobre el rejuvenecimiento han tenido que esperar el desarrollo de ensayos experimentales humanos de cierta altura, reforzados con nombres nuevos, como Bioquímica, Patología, Farmacología y Endocrinología. Lo más probable es que al experimentador aun le quede mucho que hacer en este terreno, y mucho que conquistar, en los próximos años. Y también que salgan de estos experimentos muchas más personalidades llenas de energía y recursos. ----(1) El satirión es una planta herbácea vivaz de la familia de las orquídeas, con tallo de 3 a 4 dm de altura. Es medicinal, y de sus tubérculos se extrae salep. Es común en España, y recibe tal nombre por sus supuestas virtudes afrodisíacas. - (N. del 7.) (2) El autor usa la expresión «Arte», en mayúscula, para referirse al arte de rejuvenecer. - (N. del T.) 3 Rejuvenecimiento: La historia de una idea 2 REMEDIOS VEGETALES El desarrollo de la idea de que el rejuvenecimiento y otros procedimientos médicos pueden ser realizados con ayuda de plantas, tal vez sea prueba de cierto grado de civilización en la evolución de las sociedades primitivas. La creencia popular más extendida y primitiva es, como indica Fielding H. Garrison, esencialmente animista. En términos generales, esto presupone la existencia en el mundo de muchas fuerzas invisibles, responsables de todas las enfermedades e incluso de la muerte. Gradualmente, el hombre primitivo fue elaborando métodos, bastante lógicos dentro del marco de su concepto de las cosas, con los que esperaba poder influir en esas fuerzas. La creencia de que existe un mundo espiritual pari passu con la existencia material, es probable que fuera corriente en el hombre primitivo, como lo es hoy día en las sociedades tribales contemporáneas. Quizás sea la experiencia de un mundo onírico, paralelo a la existencia diaria, lo que estimuló esta hipótesis. El mundo de los espíritus, una vez aceptados como experiencia compartida por todos, no tardó en poblarse, en la imaginación humana, de espíritus buenos y malos. Al principio, éstos quizás fueran muy parecidos al hombre, que, instintivamente, trataba de halagarlos o apaciguarlos por medio de sacrificios u ofrendas. Cuando este concepto del destino medico del individuo hubo cristalizado en la mente humana, el hombre comenzó a preguntarse si quizás otros hombres no tendrían más influencia que Cl cerca de los espíritus responsables de su salud y sus enfermedades. Experiencias imaginarias cada vez más numerosas dieron origen, gradualmente sin duda, en las sociedades primitivas, a la idea de que los espíritus de los muertos ejercían influencia en las vidas de los vivos, y de que esos espíritus podrían emanar de fuentes vivas y no vivas. Al llegar a esta fase probable en la evolución de lo que ahora se denomina, a falta de otro nombre mejor, a Medicina popular, el conjunto de la comprensión humana de las causas de la enfermedad adquirió suficiente complejidad para requerir, en el seno de la comunidad, la presencia de un experto cualificado para enfrentarse al problema: que el tal experto fuese un brujo, una agorera o un herborista, es lo de menos. Lo importante es que ahora aparece en escena, al servicio de la comunidad, una persona experta en las tradiciones médicas. Los elegidos para tan importante tarea, además de poseer el temperamento adecuado para desempeñar con eficacia su papel psicológico y espiritual, tenían que ser también duchos en las tradiciones populares sobre las virtudes de las hierbas y los alimentos. Sabían lo que el ganado y la gente podían comer sin peligro, y también lo que era tóxico o venenoso. La medida en que estas ramas de la Medicina primitiva eran interdependientes se demuestra recordando la persistencia en nuestro idioma de la palabra griega pharmakos, que designa a los que tienen conocimiento de las drogas y sus propiedades. Las antiguas Fiestas Targelias, que se celebraban en Grecia durante la primavera, son indicio de un temor primitivo al brujo. Cada año, dos exiliados de la comunidad eran reservados como victimas propiciatorias y llamados con el nombre de Pharm Kos, éstos eran vapuleados ritualmente, y lapidados o ahogados. Un reciente estudio de la Medicina popular en la Grecia rural nos muestra que, en esas regiones, tanto el brujo como el que ejercía la Medicina eran tenidos en poca estima y 4 Rejuvenecimiento: La historia de una idea mirados con recelo. Pero en otras partes del mundo, el ejercicio de las artes médicas fue gradualmente adquiriendo ímpetu. En las épocas primitivas, por lo que se refiere a la historia del arte de rejuvenecer, un trasfondo de magia bastante notable fue desfasando a los profesionales de la Medicina. Y es posible que la superstición más honda y persistentemente falaz de todas sea la que se ha tejido siempre en torno a la planta llamada mandrágora (Mandragora officinarum), de la misma familia que las patatas (Solanáceas), que crece en España, Sicilia, Creta, Siria y norte de Africa. Es una planta inofensiva, de tallo cato y hojas ovaladas, que, al florecer, da una sola corola purpúrea. Su fruto es una baya carnosa, de color naranja. La raíz de la mandrágora suele estar bifurcada y es carnosa, como la de una zanahoria que hubiese crecido defectuosamente, y si se examina esta planta en su conjunto con ojos crédulos, su forma pudiera semejarse a la del hombre o la mujer. Desde remotísimos tiempos, la mandrágora fue usada a modo de emético, o a dosis menores, como narcótico. En el siglo I se recomendaba dar de beber vino de mandrágora a los que estaban a punto de ser cortados o cauterizados. Douglas Guthrie indica que probablemente éste fue el primer intento de anestesia con fines quirúrgicos. Shakespeare tendría noticias de esta creencia, ya que hace pedir a Cleopatra un sorbo de mandrágora para poder dormir mientras Marco Antonio está ausente. También en OteIo se menciona el jarabe adormecedor de la mandrágora, unido, terapéuticamente, al jarabe del opio o la adormidera. Como es sabido, dosis inferiores a las empleadas para dormir o causar efectos anestésicos pueden provocar un estado de ligera embriaguez o confusión mental. Quizás este efecto sea el responsable del papel que se ha atribuido siempre a esta planta en la historia del arte de rejuvenecer. En muchos casos, el rejuvenecimiento de tipo sexual es más aparente que real. Con bastante frecuencia, lo que a primera vista parece rejuvenecimiento no es en realidad sino una efímera liberación de restricciones opresivas. Havelock Ellis indica esto en sus primeras obras sobre la sexualidad y lo relaciona con el alcohol, aunque tienda a opinar que las mujeres que tomaban esta droga experimentaban un efecto afrodisíaco directo. Esto lo sugiere también Chaucer: La boca ebria tiene también su cuento ebrio, díjele esto al rijoso su rijosa experiencia. (Prologo al Cuento de la mujer de Bath.). El ejemplo clásico de la mandrágora como agente rejuvenecedor lo encontramos ya en el Antiguo Testamento. Es interesante meditar acerca de la psicología de Jacob, Raquel y Lía. Se recordara que estas dos hermanas eran hijas de Labán, tío de Jacob. Lía era mujer de aojos tiernos, pero Raquel era bella y muy favorecida, y fue de esta de quien se enamoró su primo. Labán nos dice la Biblia, era algo pícaro. Jacob vivía en su casa y resuelto a casarse con Raquel, accedió a servir a Labán durante siete años a cambio de la mano de su hija. Concertado este negocio y cumplido lo pactado, Labán, a pesar de todo -según parece-, trata de engañar a Jacob, haciéndole dormir con Lía la noche de la boda y excusando su treta con el pretexto de que, en su país, la hija menor no podía casarse la primera; no obstante, le prometió darle a Raquel también después de una semana de matrimonio con Lía. Casado a la vez con las dos hermanas, era inevitable que se produjesen equívocos. Lía dio a Jacob cuatro hijos, pero Raquel era estéril, por lo cual decidió recurrir a un método que en aquella época no era inusitado. Raquel persuadió a su marido de que 5 Rejuvenecimiento: La historia de una idea cohabitara con su esclava Bala, y los hijos producto de esta unión fueron educados por Raquel como propios. Como es natural, esto fue causa de que la atención de Jacob se distrajera de su hermana Lía, hasta que ésta puso también a disposición de su marido a su esclava Zelfa, de la misma manera. Las dos esclavas le dieron a Jacob más hijos y así es como el efecto rejuvenecedor de la mandrágora entra en la Historia: Uno de los hijos de Lía estaba ayudando en la cosecha y vio en el campo varias mandrágoras en pleno crecimiento. Es de suponer que ya entonces fueran conocidas, de manera general, las valiosas virtudes de esta planta, porque el muchacho, entusiasmado, llevo a casa las que había encontrado. Raquel rogó a Lía que le diese algunas, lo que ésta hilo. Lía, entonces, saludó a Jacob, diciéndole: -Tienes que venir a mí, porque te he comprometido a ello con las mandrágoras de tu hijo. Que ella probara o no las raíces, o que se las diera todas a Jacob, es cosa que no aclara el Génesis, pero, al parecer, el rejuvenecimiento se produjo, porque Lía concibió otro hijo y después varios más. Más adelante, como es natural, con ayuda de las mandrágoras de Lía, también Raquel logró concebir. Según parece, la mandrágora se usa todavía por sus propiedades rejuvenecedoras y narcóticas en África y en Oriente. Pero en Occidente se fueron hilvanando muchas y muy curiosas leyendas sobre la mandrágora. Según una, se ha de tener gran cuidado al arrancar la raíz, porque se afirmaba que la planta daba un terrible grito, capaz de hacer enloquecer, o, peor aún, de matar a los que tiraban de ella. Los escritores antiguos decían que para arrancar la planta de la tierra lo mejor era atarla al rabo de un perro, taparse bien los oídos y luego dar una patada al desgraciado animal, el cual, de esta forma, sin darse cuenta, cosechaba la planta. Así se evitaban los peligrosos chillidos. Una antigua creencia popular inglesa asegura que las mandrágoras crecen particularmente bien a la sombra de una horca, «alimentadas por las exhalaciones de los delincuentes ejecutados», lo cual haría su cultivo extremadamente difícil y, de hecho, puede haber sido causa de que, en inglés, la mandrágora recibiera popularmente el nombre de «rareza». Como la mandrágora era una planta rara, hubo que recurrir a diversas imitaciones, hechas generalmente con brionia (1). Esto era bien sabido por Dioscórides, el cirujano militar griego del ejército romano durante el reinado de Nerón (años 54-68 de nuestra Era); Dioscórides, aprovechando las oportunidades de viajar que le daba su profesión, se dedicó a estudiar las plantas y sus propiedades. Así fue como llegó a ser el primer botánico médico, y sus conocimientos fueron usados sin apenas cambio durante dieciséis siglos. Aunque Dioscórides recomienda beber vino de mandrágora contra el insomnio o los dolores, se opone a muchas de las «ridículas», y «estúpidas historias» que se contaban sobre esta planta y sus supuestos efectos letales o psicológicos al arrancarla de la tierra. No es del todo válida la opinión de un historiador médico respecto a que las mandrágoras eran terapéuticamente innocuas, debido al hecho de que André Paré, cirujano humanista del siglo XVI, rechazara esa planta como droga pre-operatoria. La mandrágora que crece en el sur de Europa y en el Levante puede muy bien ser, desde el punto de vista farmacológico, una planta distinta de la que se da en climas más fríos. Es bien sabido que, en lo tocante a su contenido alcaloide, las diversas variedades de la misma especie de planta pueden diferir notablemente. Detalles de cultivo, horas diarias de sol durante las cuales crecen y muchos otros factores pueden también introducir importantes diferencias en el contenido de principio activo, incluso dentro de la misma especie de planta. (1) También, nueza. Planta cucurbitácea, de raíz muy gruesa y carnosa, que se emplea en terapéutica. - (N. del T.) 6 Rejuvenecimiento: La historia de una idea El trato que reciben después de cosechadas, el lugar donde se guardan y el método de preparación para su uso alteran también el efecto terapéutico de las sustancias vegetales. Un destacado botánico nos recuerda que la raíz de mandrágora es muy semejante a la de la belladona y contiene un alcaloide llamado mandragorina. Es muy probable -piensa este botánico-, que se trate de una sustancia idéntica a la atropina o hiosciamina. Si es así, es posible que algunos de los efectos de la mandrágora, que pasan por absurdos, resulten después de todo verdaderos. Es sabido que grandes dosis de atropina perturban seriamente la función psíquica. A elevadas dosis dan síntomas que recuerdan la embriaguez alcohólica y que se resuelven, aumentando la dosis, en un profundo sueño. El que se halla en el estado levemente ebrio provocado por la atropina, se siente invadido por una sensación de optimismo cuyo efecto tiende a ser muy prolongado. Una de las formas en que los charlatanes de feria producían «mandrágoras» para vender a sus clientes consistía en «grabar en las plantas, cuando aun estaban verdes, formas masculinas y femeninas, injertando para ello cebada o mijo en las partes donde se quisiera dar la impresión de cabello humano. Luego, excavando un hoyo en el suelo, metían en él las plantas y las cubrían con arena hasta que las semillitas echaban raíz, lo cual, según se dice, se produciría al cabo de veinte días como máximo. Luego, estos impostores desenterraban las plantas sirviéndose de un cuchillo muy afilado, cortaban, recortaban y pulían tan diestramente los pequeños filamentos de las semillas, que les daban el aspecto del cabello que crece en las diversas partes del cuerpo humano». Si pasamos de la mandrágora a otras plantas de las que también se decía, desde los tiempos más remotos, que tenían virtudes rejuvenecedoras, veremos que las más antiguas son las orquídeas. Es difícil comprender el motivo de que a esta numerosa familia vegetal le atribuyeran propiedades terapéuticas los primitivos profesionales de la Medicina. Por lo que se refiere a las orquídeas terrestres, puede invocarse aquí la doctrina de la similitud. Como quiera que las orquídeas se entrelazan tenazmente con árboles fuertes -los cuales, a su vez, son también venerados con frecuencia por sus virtudes rejuvenecedoras, como veremos más adelante-, se puede suponer que tendrían también, en este aspecto, gran poder y fuerza. En lo que concierne al rejuvenecimiento sexual, esta misma tendencia a unirse a otras plantas sugiere la idea del acto sexual, pero es difícil aplicar tal teoría a las raíces tuberosas de las orquídeas terrestres. Lo máximo a que puede llegarse es a admitir cierta semejanza entre la forma de estos tubérculos y la de los testículos. La palabra orquídea, como es bien sabido, significa, en latín, con forma de testículo (1), y este argumento podría extenderse a los seudo bulbos de las orquídeas terrestres, cuya forma es muy semejante. Es sumamente probable que estas teorías tengan más de imaginación que de realidad, y tal vez lo que ocurrió fue que, al hallarse las orquídeas distribuidas por todo el mundo (la Orquidacae es la familia más numerosa de las Monocotiledóneas, incluidas las hierbas), su forma, en apariencia tentadora, invitase a usarlas experimentalmente como alimento o medicamento. Y tal vez al hecho de haberse dado cuenta la gente de sus efectos fisiológicos, se debió el que la orquídea pasara a engrosar el arsenal de las plantas rejuvenecedoras. La orquídea purpúrea temprana (Orchis mascula) recibe muchos nombres locales que sugieren relación con el rejuvenecimiento sexual, y en Europa, a partir de la Edad Media, los herbarios contentan instrucciones para hacer agua de satirión. (1) En efecto , la voz latina orchis significa testículo y el sufijo dea, «en forma de». - (N. del T.). 7 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Hyeronimus Braunschweig, en su Liber de arte distillandi, dice que si esta agua se toma a la dosis de onza y media por la noche y por la mañana, «causa gran calor, por lo cual induce a la lujuria del acto de la generación y estimula la secreción de esperma». En el siglo XVII, en Nueva Inglaterra, se hacia con orquídeas una infusión de vino, y John Josselyn, en 1672, vio «una mujer lujuriosa... preparando una poción amorosa» con raíz de orquídea, «que causó el efecto deseado». Volviendo a la Inglaterra europea, vemos que, según se dice, «en Cobham Park, en el condado de Kent, crecen suficientes orquídeas para dar placer a las mujeres de todos los marineros de Rochestern». A pesar de todo, no era un producto natural, sino la raíz molida y seca de la orquídea, lo que se consideraba como agente rejuvenecedor. Las propiedades del salep polvo obtenido de las tuberosidades - impusieron grandemente en el mundo su fama de agente rejuvenecedor y estimulante. Al principio se usaba mucho en Oriente, por lo general importado de Levante, pero, en 1760, el químico francés Geoffroy descubrió la composición de este polvo y demostró que podía obtenerse también de la orquídea francesa. Los alemanes lo imitaron en seguida, y los ingleses, a su vez, no tardaron en preparar su propio salep con orquídeas terrestres corrientes. Un tal Mault de Rochdale explica así la técnica: «Lávense en agua las raíces frescas y sepárese la piel oscura, externa, o métase en agua caliente y sepárese la piel frotándola con un trapo. Pónganse las raíces blanqueadas en una bandeja metálica y cuézanse al horno por espacio de seis a diez minutos, durante los cuales perderán su color lechoso y adquirirán la transparencia de huesos. Sáquense del horno y déjense al aire durante varios días, para que se endurezcan. También pueden endurecerse dejándolas en el horno mismo durante unas horas. Luego se muele hasta obtener la cantidad de polvo deseada». Sin embargo, el salep era difícil de moler, y a menudo había que hacerlo con rueda de molino. Casi todos los países del Oriente Medio y Cercano producían grandes cantidades de salep, y hacia mediados del siglo XIX, solo de Esmirna se exportaron bastante más de trescientas toneladas. De ordinario, el salep se tomaba disuelto en agua o mezclado con una bebida alcohólica. Este segundo método era mas ventajoso porque el polvo se disolvía mejor, y es de suponer, además, que la solución mucilaginosa resultaba más agradable al paladar. En el siglo XIX se solía servir, en muchos establecimientos elegantes, en vez de café, y en Fleet Street (Londres), había incluso una a «Salep House» (o establecimiento en que se servia salep). Es difícil saber si el salep era algo más que una moda o si, en efecto, tenía virtudes rejuvenecedoras. La creencia es antiquísima y se encuentra incluso en términos mitológicos. Ciertas especies de Orchidacae reciben el nombre de satirión, lo que parece indicar que eran consideradas capaces de provocar la conducta propia de los Sirios en quienes las tomaban. La abundante producción mundial de salep seria también significativa si no fuera por las pruebas que tenemos de la existencia de otras sustancias que durante mucho tiempo gozaron de una reputación totalmente infundada. Desde el punto de vista científico, el salep constituye más bien una decepción. En farmacopea figura sólo como un emoliente mucilaginoso y, como tal, se digiere sólo en parte y se expulsa, inmodificado, con las heces. Sin embargo, en su estado primitivo, las raíces de orquídea contienen un aceite volátil de incierta composición, junto con 8 Rejuvenecimiento: La historia de una idea una sustancia nitrogenada que no se ha identificado aún. En general puede decirse que la información farmacéutica de que disponemos no basta para negar que las orquídeas tengan propiedades estimulantes o rejuvenecedoras, y quizá convenga esperar a que se realicen mas estudios farmacológicos en este sentido. Otro tubérculo que también gozó de fama universal como afrodisíaco es el Convolvulus batatas, o batata. Es posible que la doctrina de la semejanza pueda aplicarse también en este caso, porque la tendencia natural de esta planta a enroscarse da la impresión de un parásito que se aferra a un tibol con sus zarcillos. Y esto, en las tradiciones y la observación popular, se interpreta siempre en el sentido de un hombre abrazando a una mujer. El origen de este tubérculo es oscuro, y no falta quien afirma que los Incas del Perú y los primitivos habitantes de las Indias Occidentales fueron sus primeros cultivadores. En la tierra, la parte acrea o emergida de este tubérculo se nos muestra como una planta trepadora de hoja perenne muy semejante a la corregüela de los setos vivos. La batata no tolera la helada, pero se cultiva mucho en Japón, China, islas de los mares del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Fue llevada a aquellas islas ya muy pronto, y la patata que menciona Shakespeare no es tal, sino la Convulvulus batatas. John Gerard, el barbero-cirujano nombrado herbolario real por Jacobo 1 de Inglaterra, que cultivó más de mil variedades distintas de hierbas en su jardín de Holborn (Londres), describe los esfuerzos que hizo por cultivar la batata, pero se encontró con que no podía florecer y que se pudría durante los fríos meses invernales. También da muchos otros interesantes detalles del Londres del siglo XVI y se refiere, por ejemplo, a las flores silvestres que crecían en los fosos de Piccadilly y a las calen dulas que había en el terreno fangoso que rodeaba a Paddington. Las batatas se cultivaban en otros países, principalmente como alimento, y hubo una época en que constituyeron el régimen dietético básico de los maoríes. Sin embargo, como agentes rejuvenecedores habían de ser preparadas como dulce o confitura. Aunque las batatas fueron siempre, en cierto modo, una rareza en Inglaterra, como alimento o como agente rejuvenecedor, hay una planta común, el acebo o agrifolio marino, o Eryngium maritimum, que, por muy sorprendente que parezca, conquistó una sólida reputación como afrodisíaco o rejuvenecedor. En la Inglaterra isabelina, las raíces de esta planta eran confitadas y, con toda probabilidad, Falstaff se refiere a ellas al decir «dulce oscular». Según se decía, fue popularizado por un boticario de Colchester, llamado Robert Burton, y los adulces de Colchesters solían ser regalados periódicamente a la familia real. Según Gerard, los agrifolios confitados o conservados en azúcar eran beneficiosos para «la gente vieja y cargada de años, que está consumida por la edad». Su receta para hacerlos es la siguiente: «Se toma una libra de azúcar refinado, una yema de huevo y una pinta de agua pura; se hierve todo y se le quita la espuma; se deja luego que hierva hasta que se convierta en un jarabe espeso, y cuando está así, mientras se enfría, se le añade una platillo lleno de agua de rosas, una cucharada de agua de canela y un grano de almizcle que haya sido macerado y colado la noche anterior. En el jarabe, cuando este ya a medio enfriar, se ponen las raíces en remojo y se dejan hasta el día siguiente» . Las raíces habrán sido tratadas de la siguiente manera: «Después de lavadas y seleccionadas, se hervirán en agua limpia durante cuatro horas, hasta que se ablanden. Entonces se pelarán de la misma forma que si fueran chirivias y se extraerá la medula del extremo de la raíz. Pero si hubiere alguna cuya médula no se pudiera extraer en el extremo, entonces lo que hay que hacer es henderla y sacarla de esa manera. Conviene no manosearlas mucho, para que no se ensucien, y se dejarán en el jarabe hasta el día siguiente. Entonces se pondrán en una sartén grande hasta que se 9 Rejuvenecimiento: La historia de una idea calienten mucho, pero sin llegar en modo alguno a hervir. Se dejan al fuego una hora o más, cambiándolas de sitio en la sartén con una espátula de madera. Una vez hecho esto, téngase listo un papel grueso, sobre el que se habrá espolvoreado azúcar, y échense encima las raíces, tras haberlas sacado de la sartén. El papel se pondrá luego en un invernadero, para que allí se endurezcan las raíces. Pero si no se dispone de tal lugar, lo mejor es ponerlo ante un buen fuego, porque de esa manera la confitura queda tan bien, que nadie podrá ofrecer otra mejor. Y así se podrá confitar cualquier raíz, la cual resultará no sólo delicada en extremo, sino también muy sana y muy eficaz contra las diversas enfermedades a que hemos hecho alusión anteriormente» . Los confites eran recomendados también como agentes rejuvenecedores sexuales por el autor del Jardín perfumado: «Por tanto, si un hombre quiere entregarse apasionadamente al placer del coito sin sufrir por demasiada fatiga, será preciso que adquiera fuerzas con alimentos y confites excitantes... » Los agrifolios marítimos, como se deduce de su nombre, crecen a lo largo de la orilla del mar, llegan a alcanzar unos 45 cm de altura y dan flores azules. El nombre científico de esta planta deriva de una palabra griega que significa eructar, y durante muchos siglos sus raíces fueron consideradas como agente diurético y diaforético, además de ser apreciadas por sus virtudes estimulantes. En Suecia hubo una época en que los tallos de sus flores se comban como si fueran espárragos. El agrifolio marítimo se usaba antes mucho en toda Europa, y era particularmente apreciado en Arabia. Según Loudon, «los mozos de cuadra ingleses mezclan frecuentemente la planta seca con el grano que dan a los sementales durante la época de la cubrición». El principio activo del agrifolio no ha sido identificado todavía. Al parecer, la raíz causa un efecto farmacológico determinado, porque tiene virtudes diaforéticas, diuréticas y expectorantes. Los dulces de agrifolio solían ser muy populares para tratar la tuberculosis. Por lo que se refiere a sus efectos diuréticos, es posible que sean debidos a la presencia de un aceite volátil que irrita las vías urinarias. Es bien sabido que ciertos aceites volátiles naturales, durante largas temporadas, originaron congestión de la pelvis, y éste puede ser quizás el motivo de que el agrifolio marítimo haya adquirido fama de rejuvenecedor sexual. Otra planta considerada como agente rejuvenecedor es el llamado jaramago, o Hesperis matronalis. Pertenece a la gran familia de las cruciferae, y muchas variedades de este orden vegetal, no venenoso, se comen en ensalada. No es válida la idea de que el factor antiescorbútico del jaramago pueda ser la razón de su popularidad como rejuvenecedor -y, en realidad, todo el que tenga una grave avitaminosis C puede salir beneficiado si lo come-, por que casi todos los vegetales que se comen en ensalada contienen esta vitamina. Lo más probable es que el jaramago contenga una sustancia, aún por identificar, dotada de intensos efectos farmacológicos. Una comida abundante a base de hojas de jaramago acaba con vómitos. Mientras siga sin identificar el principio activo que provoca los vómitos, resulta del todo imposible afirmar si esta planta tiene o no verdadero valor como agente rejuvenecedor. El hecho es que estas propiedades del jaramago fueron tomadas en serio por los romanos, han persistido hasta nuestros días y son recomendadas en un divertido libro de «Recetas rejuvenecedoras». Norman Douglas, el principal de sus autores, que vivió más de ochenta años, será recordado probablemente como fundador de la escuela de escritores de Capri y autor de la discutida novela Southwind (1). (1) Libro del Sur. El libro a que aquí se alude es una compilación de recetas culinarias afrodisíacas titulada «Venus in the Kitchen», o sea, «Venus en la cocina», con prólogo del novelista ingles c&lico Graham Cmene. - (N. del T.). 10 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Murió, según nos cuenta Graham Greene, «trás una vida abierta, tolerante y llena de aplomo. Muchos han dicho de su vida que fue “mal vivida”, pero esos jueces son precisamente aquellos cuyo juicio condenatorio constituye la más alta alabanza. En cierto modo, fue el quien creó Capri: ha habido suicidios, fraudes, violaciones, robos, funerales y procesiones que, de no haber existido Douglas, nunca se habrían producido de la forma que se produjeron». Greene piensa que es natural que Norman Douglas pasara sus últimos días compilando una colección de recetas de cocina rejuvenecedoras, porque «había disfrutado de diversas formas de amor, dejando acá y allá hasta una docena poco más o menos de recuerdos vivos... Se recuerda todavía a la vieja familia gitana del norte de Italia que viajó hasta la misma Capri sólo por pasar una tarde con Douglas y mostrarle su último nieto». Ésta es, sin duda, una notable y quizás única alabanza dirigida a un hombre que empezó su carrera literaria como tercer secretario de la Embajada de Su Majestad Británica en San Petersburgo y escribió un informe sobre la industria de la piedra pómez en las Islas Lípari. El plato cuya receta figura en Venus ín the Kitchens se compone de veinte hojas de jaramago, media lechuga y un diente de ajo picado, aliñado todo ello con salsa francesa para ensaladas. Es interesante recordar aquí otro jaramago de un tipo distinto: el jaramago marítimo, o Eruca marítima. Es posible que éste sea el ajaramago silvestre, que tanto entusiasmaba a Nicholas Culpepper, según se desprende de un herbario clásico, escrito en el siglo XVII y titulado The Physician’s Guide to Plants. Dice de el «que aumenta la cantidad de esperma», cura las mordeduras de serpientes, elimina «el mal olor de los sobacos» y, como si todo esto fuera poco, cura cicatrices feas, granos y las marcas que deja la viruela. Según parece, Nicholas Culpepper fue algo extraordinario, y se dice de el que tenia «la cabeza tan a pájaros como una nube de gorriones». Creía firmemente en la Botánica astrológica, es decir, en la influencia de los astros sobre el mundo vegetal, y, aunque era solo boticario, se atribuyó gratuitamente un falso doctorado en Medicina, y llegó a tener consultorio en la Casa del Leon Rojo, en Spitalfields. Esto fue causa de fricciones con el Colegio de Médicos, al cual solía llamar «grupo de doctores arrogantes, dominantes, cuyo ingenio había nacido unos quinientos años antes que ellos». Pero no debemos juzgar su opinión del jaramago silvestre con demasiada severidad basándonos en su aparente credulidad, porque en la historia del arte de rejuvenecer encontramos, acá y allá, pequeños tesoros de información científica que parecen exigir una profunda revisión de cuanto se refiere al rejuvenecimiento humano con ayuda vegetal. Un buen ejemplo de esto lo tenemos en la hierba llamada fenogreco o alholva. Esta hierba crece normalmente en las orillas orientales del Mediterráneo, pero también se cultiva mucho en la India, África, Egipto y Marruecos. También puede darse en las Islas Británicas. Su nombre deriva de Foenum graecum, que quiere decir heno griego. Fue usada durante muchos años como aditamento para el heno y gozó de gran fama entre los profesionales de la Medicina y la seudo medicina como agente rejuvenecedor, afrodisíaco y estimulante desde los tiempos del antiguo Egipto y la Era grecorromana. (1) Viento del sur. El libro a que aquí alude es una compilación de recetas culinarias afrodisíacas titulada «Venus in the Kitchen», o sea, «Venus en la cocina», con prólogo del novelista inglés católico Graham Greene. – (N. Del T.) 11 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Lo más probable es que los antiguos advirtieran ya la mejoría que experimentaba el ganado cuando comía esta hierba, de unos 70 cm de altura, de flores relucientes rojo cereza. Lo cierto es que la planta y sus semillas acabaron siendo incluidas en el arsenal terapéutico del médico. Seria erróneo desechar las supuestas virtudes del fenogreco diciendo que son una fantasía más de la Medicina primitiva, porque es un hecho que contiene un aceite muy complejo parecido, en su composición, al de ricino. Esto, probablemente, explica el bienestar que proporciona el fenogreco tanto a los animales como a los hombres en cuyo régimen dietético habitual faltan las vitaminas A y D. Por lo que se refiere a los agentes rejuvenecedores propiamente dichos, el fenogreco contiene otra sustancia: la trimetilamina. Esta sustancia actúa como hormona sexual en las ranas, a las que hace cambiar de piel y prepararse para la reproducción. Soluciones diluidas de esta sustancia incrementan la producción de flores en ciertas plantas y dan por resultado el desarrollo de algunos tumores vegetales. Pero aún no se sabe con certeza los efectos que pueda tener en el ser humano. Antes de abandonar el tema del rejuvenecimiento con ayuda vegetal, es preciso mencionar el papel que desempeñan los árboles en este problema. Es interesante recordar que hay pocas pruebas de ello en las «Grandes familias europeas de origen ario», que menciona Frazer en su Golden Bough. Por supuesto que estas personas adoraban los árboles antes de la llegada del cristianismo, y aún hay muchas reminiscencias de este tipo de adoración en múltiples costumbres populares. Lo más probable es que sean restos de primitivos ritos las tradiciones relacionadas con el «arbol de mayo» en Inglaterra; el abedul de Pascua de Pentecostés en Rusia; las ceremonias del abeto del solsticio de verano en Suecia y otros varios ritos arbóreos. Los descendientes más directos de los antiguos habitantes de la India, África, Arabia y algunos países sudamericanos adoptaron una actitud muy distinta por lo que se refiere a los árboles, muchas especies de los cuales llegaron a ser consideradas como fuentes de rejuvenecimiento y buena física. El Durio zibethinus o espino frutal, bella planta silvestre que crece hasta alcanzar más de 2 m de altura, constituye un interesante ejemplo de esta creencia. Se encuentra en zonas tan apartadas entre sí como Sumatra, Java, Islas Filipinas, Península Malaya y Golfo de Bengala, y da un fruto del tamaño de un coco grande, con una cáscara muy dura. Contiene cinco semillas ovaladas, del tamaño de castañas, y su sustancia, de color crema y gelatinosa, es descrita así por Wallace, explorador del archipiélago malayo: «Es como natillas espesas de mantequilla, muy sazonadas con almendra, y despide un aroma que recuerda vagamente el queso de crema, la salsa de cebolla, el jerez dulce y otras incongruencias por el estilo... No es ni ácida, ni dulce, ni jugosa, y se tiene la impresión de que no existe una palabra para expresar estas cualidades, porque es perfecta tal y como es». Farmacológicamente sigue siendo un misterio, pese a lo cual, hay quienes la comen aún para rejuvenecerse ». El fruto seco del palmito, el margallón, muy abundante a lo largo de la costa sur de los Estados Unidos, se considera también muy eficaz como agente rejuvenecedor de los tejidos, en especial del de los órganos genitales. En este caso, aunque tenemos grandes conocimientos sobre sus ingredientes, y sus semillas se usan en Medicina para el tratamiento de las enfermedades de las vías respiratorias y de los trastornos digestivos, y también como tónico y afrodisíaco, no se han identificado aún los aceites y alcaloides básicos que contribuyen a sus efectos terapéuticos. Evidentemente, hay muchos otros ejemplos de productos arbóreos con propiedades rejuvenecedoras. Las semillas del almizcle son veneradas en Egipto e India; la resina del lentisco, o almáciga, se usa mucho todavía en Oriente; el jugo del tronco de la 12 Rejuvenecimiento: La historia de una idea palmera, en África y Arabia. La razón exacta de que algunos productos de ciertos Árboles hayan ganado esta reputación, mientras muchos otros, indígenas de diversas regiones, siguieron sumidos en el anonimato, es un misterio que sigue sin resolver, a menos que se deba a que quienes los usan como estimulantes o tónicos rejuvenecedores comprobaran personalmente que les daba el resultado apetecido. Se cuenta que Gilgamés, el héroe de la epopeya babilónica, fue en busca de la hierba llamada «El viejo que rejuvenece». Habiendo oído decir que la planta crecía en el fondo del mar, Gilgamés se embarcó en un bote de remos, se lastró con piedras, se hundió en el mar en el Golfo Pérsico, cogió la planta y volvió a su tierra, con la hierba rejuvenecedora. Por desgracia, como Asiria es Asiria, un día Gilgamés, durante el camino de regreso, sintió ganas de bañarse y, mientras refrescaba en un lago su cansado cuerpo, una serpiente le comió la planta. De esta manera -dice la leyenda-, las serpientes se volvieron inmortales y el hombre perdió para siempre toda esperanza de rejuvenecimiento. Esta historia tiene interés en muchos aspectos, uno de los cuales -y no el menos importante- es la hipótesis de Alex Comfort -probablemente, el gerontólogo más experimentado de nuestra época, según la cual, ciempieces y reptiles envejecen en realidad tan despacio, que son virtualmente inmortales, y cuando mueren, lo más probable es que sea debido, no a modificaciones seniles, sino, simplemente, a desgaste natural. También en la India existe una leyenda sobre el rejuvenecimiento con ayuda vegetal. Se cita en ella la planta llamada soma, que el famoso médico cirujano Sushruta describe con gran detalle. Esta planta, según parece, crecía en toda la India, desde el Himalaya hasta el Indo, desde el Punjab hasta Cachemira. Su aspecto era tan bello como la Lunas y tenia quince hojas, una de las cuales crecía cada día de la «quincena iluminada» de la Luna, hasta llegar al número justo, y entonces la planta empezaba a decaer día a día, a medida que decrecía la Luna, hasta que, finalmente, el tallo quedaba despojado. El bulbo del soma tiene que ser pinchado con una aguja de oro para extraer de él su principal agente activo, y el líquido lechoso ha de ser recogido en una vasija, también de oro. Los ritos para beber el liquido del soma están prescritos con gran detalle. El médico recomendaba, ante todo, que se escogiese un día y una hora propicios. Luego el paciente tenía que purgarse y descansar en una estancia sombreada y cómoda. Después de bendecir la planta, se extraía el jugo como ya hemos dicho y se bebía de un solo trago. Finalmente, el enfermo recibía la orden de no dormirse, sino seguir despierto, meditando. Por si el lector cree que este tratamiento era puramente folclórico, o sea, que el principal agente terapéutico consistía en la sugestión, diremos que se desencadenaban fuertes reacciones fisiológicas. Muy a menudo, la consecuencia de beber el jugo del soma era una copiosa diarrea, seguida de vómitos. La costumbre, entonces, era la de prohibir todo alimento, por lo que, al cabo de unos días, el paciente había perdido buena parte de su peso. El séptimo día sólo se percibía ya en él vida latente, porque la chispa vital se conservaba en su cuerpo gracias a la fuerza del soma. Sin embargo, este tratamiento no era más que el principio. Al octavo día, ala piel se resquebraja; los dientes, las tias y el cabello empiezan a desprenderse, y el cuadro clínico era entonces bastante parecido al que ofrecen los pacientes tratados con sustancias citotóxicas. Una vez el enfermo había llegado a este extremo de debilidad, era bañado en un cocimiento de soma, y el decimoséptimo día aparecían en su boca ardientes nuevos, bien formados, simétricos, fuertes, duros y limpios como diamantes. A partir de entonces se añadían alimentos sencillos a su régimen lácteo, y, al fin, le crecían uñas relucientes, de color coral, semejantes, por su 13 Rejuvenecimiento: La historia de una idea brillo, al sol naciente, así como también pelo negro y brillante. La piel adquiría el tono de la flor de Ioto, y la musculatura mostraba un desarrollo nuevo y lleno de vigor. El proceso de rejuvenecimiento tardaba en total siete semanas, durante las cuales le estaba prohibido al paciente mirarse al espejo y tenía que concentrarse en aprender a renunciar a todas las pasiones y a la iras. El rejuvenecimiento por obra del soma parece bastante alarmante, pero los hindúes creían, sin duda, que valía la pena, porque permitía, a quien recurriese a el, vivir durante diez mil veranos en la tierra, disfrutando de todos los placeres de la juventud y conservando tal vigor y fuerza, que no era en modo alguno inferior a la fuerza junta de mil elefantes en celos. Aun teniendo en cuenta la exageración optimista de Sushruta, el fenómeno es, desde luego, impresionante. Uno de los cuatro libros sagrados de la India, el Rig-Veda, el libro de los mil himnos, se muestra menos optimista y dice sencillamente que, tras beber el soma, nos sentimos inmortales: hemos entrado en Ia luz y conocido a todos los dioses. La fecha del libro de Sushruta no ha podido ser deducida con toda precisión. Muchas de las hierbas medicinales que prescribe se usan todavía en la India como materia médica, pero no queda resto alguno de la planta soma en toda la exuberante flora del subcontinente indio. Ilza Veith cree que el soma, al igual de muchos otros antiguos extractos vegetales que han encontrado un lugar en la terapéutica moderna, como, por ejemplo, la Rauwolfia serpentina, la efedrina y la quinina, se redescubrirá tarde o temprano. Entonces la poción «divina de la juventud y la serenidad eternas» podría ser disfrutada de nuevo por la Humanidad. No es nada fácil resumir el papel desempeñado por las plantas en la historia del arte de rejuvenecer. Es evidente que en el pasado gozaron de gran consideración y que aquí no hemos podido hacer otra cosa sino mencionar algunos de los ejemplos más notables. Es algo imposible da saber hasta qué punto resultaron eficaces para quienes las usaron. Con frecuencia, lo único que se les pedía era rejuvenecimiento sexual, que, al parecer, dieron a menudo. Pero es posible que el dato más importante que se extraiga de este superficialísimo análisis del rejuvenecimiento con ayuda vegetal, sea la pobreza de nuestros conocimientos sobre muchos de los principios activos que se obtienen de las plantas. Con frecuencia, los aceites esenciales no tienen ni siquiera nombre, y los que lo tienen no han sido aún analizados científicamente. Lo mismo cabe decir de muchos de los alcaloides que se encuentran en las plantas, y no podemos por menos de admitir que tal estado de cosas resulta sorprendente en el tan cacareado mundo científico de nuestro siglo. 14 Rejuvenecimiento: La historia de una idea 3 LOS PRODUCTOS ANIMALES Y EL REJUVENECIMIENTO Aparte las actividades desarrolladas durante los siglos XIX y XX por profesionales como Metchnikow, Steinach y Niehans (véanse los capítulos 5, 6 y 7), hemos de convenir en que en la historia del rejuvenecimiento se ha hecho mucho menos uso de materia prima zoológica que de derivados vegetales. Desde luego, hay precedentes antiguos en esta cuestión, y el arte-ciencia de la farmacia se halla fuerte e indisolublemente unido a los atavismos de la Medicina primitiva, Por lo que se refiere a la Medicina europea, la situación durante la segunda mitad del siglo XVII, puede ser estudiada en las farmacopeas de la época. Nicholas Culpepper dedica menos de tres páginas a «Partes de seres vivos y excrementos, junto con los a que habitan en el mar», en un libro de 305 páginas titulado London Dispensatory. Otras obras semejantes de la bibliografía médica dan más o menos la misma importancia a los derivados zoológicos en la Medicina de la época. Muy pocos de los productos animales citados por Culpepper pasaban por tener propiedades rejuvenecedoras. El cerebro de la liebre, asado, era considerado bueno contra los «temblores», y también ayudaba a los niños a «echar los dientes con facilidad». Las cataratas, esa «piel» que crece sobre los ojos, se curaba con la «cabeza de un gato negro como el carbón, que se reducía a cenizas en un puchero nuevo y de las que se ponía un poco en el ojo». Contra la gota se recomendaba «la cabeza de un milano joven», tratada de la misma manera. Los ojos de cangrejo -que, dicho sea de paso, no tienen nada que ver con el animal así llamado, ya que se trata de ciertos cuajos que se encuentran en el estómago de los langostinos, los cuales, por aquellos días, abundaban bastante en ríos y arroyos- curaban el «mal de piedra», y la vejiga del macho cabrío o de la oveja, reducida a cenizas, ayudaba a curar «la diabetes y la estanguria». Los que creen ver pruebas de la existencia de la magia simpkica en la farmacopea del siglo XVII al leer que «los pulmones de zorro, bien desecados y no quemados» servían a modo de «reforzantes del pulmón», no sabrán probablemente explicarse el motivo de que la «yarda [pene] del ciervo» sea recomendada para drenar los mordiscos de las grandes bestias». La lectura de las curaciones con materias animales practicadas hace trescientos años, nos revela que nuestros antepasados padecían las mismas enfermedades y los mismos achaques que han heredado nuestros cuerpos. Además de las dolencias orgánicas, tratadas con tanta seguridad -por ejemplo, «ese pequeño hueso triangular que se halla en el cráneo del hombre y que se llama Os triquerum, cura tan por completo la epilepsia que nunca más vuelve-, abundaban también las enfermedades psicosomáticas. El alcoholismo se curaba poniendo una anguila viva en la bebida favorita del dipsómano y dejándola ahogarse en ella. El paciente apuraba el líquido, «y nunca más volvía a apetecerle el alcohol». El suero se usaba para curar enfermedades depresivas. La grasa de ganso se empleaba en ginecología para la «rigidez uterina», y a aquellos cuyos abusos amorosos habían degenerado en la llamada «caída de los riñones», se les aconsejaba comer pichones jóvenes. En el London Dispensatory encontramos una breve alusión al rejuvenecimiento sexual: «Los sesos de gorrión provocan, en el que los come, una lujuria exaltada». Pero si lo 15 Rejuvenecimiento: La historia de una idea que se deseaba eran curas de carácter más general, resultaba preferible una fórmula farmacológica más compleja y de tipo francamente botánico. Un ejemplo era el llamado polvo Laetificans: «Tómense flores de clavo, albahaca o sus semillas, azafrán, cedoaria, madera de áloe, favos, limón, galanga, macis, nuez moscada, estoraque, a razón de dos dracmas y media cada una; tagua, anís, tomillo, epftimo, a razón de una dracma cada una; hojas de oro y plata, a razón de medio escrúpulo cada una; hueso de corazón de ciervo, perlas, alcanfor, a razón de media dracma cada uno; redúzcase todo esto a polvo, de acuerdo con las reglas del arte». Este polvo se mezclaba, a la dosis de media dracma, con cualquier electuario, y causaba «alegría del corazón», facilitaba la digestión y «retrasaba la vejez». Por lo que se refiere al rejuvenecimiento en general, fue casi corriente, hasta bien entrado el siglo XVIII, el principio de administrar «tónicos nerviosos simples», aromáticos y dulces. El doctor John Quincey, famoso como lo xicógrafo médico y muy conocido en su tiempo, recomendaba mezclas de este tipo con tónicos nerviosos, porque «entran en los nervios y los empapan..., con lo que sus vibraciones resultan vigorizantes..., calman el corazón, refuerzan el cerebro... y a medida que nuestro cuerpo se va debilitando con la edad..., resultan cada vez más convenientes». Pero cuando de lo que se trataba era de rejuvenecer sexualmente y no en general, entonces el mundo animal resultaba más apropiado, y algunas de las recetas al respecto tienen gran antigüedad. Al parecer, los griegos tenían en mucha estima, como estimulantes sexuales, los cangrejos, las almejas, los caracoles y los huevos. Es interesante mencionar que los autores de «Venus in the Kitchens» -tal vez los únicos que han meditado amplia y seriamente sobre las propiedades rejuvenecedoras de diversos alimentos- citen varias recetas en las que se usan estos mismos ingredientes. Una curiosa receta es la enigmática Caracoles a la C.C.C.. Nº 111. Se hierven caracoles en agua salada, luego se fríen en aceite de oliva junto con cebolla, ajo, perejil y champiñones -todos estos ingredientes son elementos rejuvenecedores de vieja tradición popular- y, por fin, se añaden caldo y vino tinto fuerte. Los autores, entusiasmados, dicen que «un viejo amigo probó este plato en Bolgidinga, una vez que estuvo allí, y declaró que se sentía por lo menos diez años más joven». En la Antigüedad gozaron de cierta fama muchos métodos de rejuvenecimiento, fantásticos unos y prácticos otros. Quizás el más extraño sea el del hipómanes. La primera mención conocida del hipómanes se encuentra en la Eneida. Virgilio, como es sabido, nació en una granja cerca de la ciudad de Mantua, y lo más probable es que el gran poeta nacional romano estuviese versado en tradiciones y sabiduría natural. Es extraño que mencionase el hipómanes en relación con un veneno que la desdichada heroína de la Eneida prepara antes de suicidarse. Le traen hierbas, cortadas bajo la luz de la Luna con hoces de bronce, henchidas de jugo lácreo, de rara ponzoña, y el nudo carnoso arrancado a la frente de un potro recién nacido [hipómanes] para robar el amor materno. Algo más tarde, el poeta satirice Juvenal menciona el hipómanes en su sexta sátira, dirigida contra el bello sexo y que ha sido resumida con el epíteto: « ¿Para qué casarse cuando hay soga con que ahorcarse?». Cesarea prepara una poción amorosa, que contiene hipómanes, para dársela a Cais: Quien, arrancando de la frente de una potrilla el amor materno, lo derrama en el cuenco: 16 Rejuvenecimiento: La historia de una idea la sangre hirviente corre, silbando, por sus venas, hasta que el humo enloquecido le llena el cerebro. Unos dos siglos después, el famoso viajero y geógrafo Pausanias confirma las propiedades rejuvenecedoras del hipómanes al escribir sobre la estatua de un caballo que había en Olimpia, hecho por un mago, en cuya cabeza habían puesto hipómanes. Aunque la estatua no estaba de masiado bien hecha, pues no tenía ni siquiera cola, Pausanias nos dice que «los caballos desean estar cerca de esta estatua no sólo en primavera, sino en todos y cada uno de los días del año, y rompen las bridas o huyen de sus conductores y corren a Altis para atacar a este caballo con mucha más furia que si fuera la más bella de las yeguas... Sus cascos resbalan contra el costado de la estatua, pero a pesar de todo no cejan en su empeño y relinchan y saltan furiosamente contra la estatua, hasta que son echados de allí a latigazos o por otros medios violentos, porque hasta que no se usan tales medios, es imposible conseguir aparten del bronce» Sería cosa fácil desechar esta extraña historia calificándola de folklore imaginario, pero Pausanias tiene reputación de observador exacto. Frazer dice de el que era «un hombre de carne y hueso» y su exactitud en las descripciones es indudable, «porque, sin él, las ruinas de Grecia serían, en su mayor parte, un laberinto sin clave, un acertijo sin solución». Es curioso que el mundo científico haya mostrado tal indiferencia ante este problema del hipómanes. Tampoco los expertos en folclore parecen haberse interesado mucho -no se menciona el hipómanes en la admirable Bibliografía del saber popular, del doctor Wilfrid Bonser-, aunque la palabra se usa popularmente en inglés: el Shorter Oxford Dictionary nos dice que esta en uso desde el año 1601 y que solía tener gran fama como afrodisíaco. Poco a poco, esta voz fue adquiriendo una acepción secundaria, que acabó por sustituir a la otra, y el hipómanes pasó a significar popularmente acierto humor que segrega la yegua cuando está en celo. De vez en cuando se encuentra en la historia de la Medicina alguna opinión razonablemente concreta sobre productos animales de reconocidas propiedades rejuvenecedoras. Cuando son formuladas por una persona de notoria sensatez y no dada a digresiones imaginarias, vale la pena tenerlas en cuenta. Una persona de este tipo fue el eminente naturalista del siglo XIII Alberto Magno, cuyo verdadero nombre era Albert von Bollstädt. Fue monje dominico, enseñó en París y en Colonia y llegó a obispo de Ratisbona. Una característica de su estilo es la de sacar deducciones basadas estrictamente en la observación directa. En su libro X declara que «todo lo que escribo aquí es el resultado de nuestra propia experiencia o ha sido tomado de autores de quienes sabemos que han escrito lo que les confirmó su experiencia personal, porque en estas cuestiones sólo la experiencia puede darnos certeza». Alberto Magno se muestra partidario, como agente rejuvenecedor, del cerebro de perdiz calcinado y convertido en polvo, que toma con vino tinto. Esto tiene interés, porque la carne de la perdiz ha gozado durante muchos siglos de fama como estimulante. Platina, el historiador de los Papas políticos del siglo XV, recomienda «carne de perdiz, que es buena y de fácil digestión», porque no sólo «refuerza el cerebro y facilita la concepción», sino que, además, «reanima el deseo medio apagado de los placeres venéreos». 17 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Estos escritos subrayan una y otra vez la inevitable mezcla de rejuvenecimiento sexual y general que parece haber preocupado a las personas desde los tiempos más antiguos. El escritor chino Chin P’ing Mei, al tratar de cierta sustancia rejuvenecedora secreta, subraya claramente este aspecto del problema al referirse a sus rejuvenecedores favoritos: El primer ataque te dejará lleno de vigor; el segundo te dejará más fuerte aún que antes; aunque doce exquisitas bellezas, todas ellas atavia[das de escarlata, esperen tu embestida, las gozarás una a una según te agrade, y toda la noche, tu arma seguía enhiesta, En cien días, pelo y barba serán de nuevo negros; de mil maneras, tu cuerpo conoced su poder; tus dientes serán fuertes; tus ojos, más relucientes que nunca. Como es sabido, los chinos han sentido, con cierta frecuencia, preocupación por el rejuvenecimiento, y un remedio que goza aún de mucha fama en aquel país es la sopa de nidos de ave, la cual es muy cara. Estos nidos tienen elaciones animales y vegetales, pues están hechos por la golondrina con algas y huevas de pez, junto con ciertas secreciones digestivas de la propia ave. El autor- de un erudito libro que trata principalmente del rejuvenecimiento sexual, y que parece haber probado la famosa sopa, opina que sus propiedades se deben a que es muy rica en fósforo, y advierte a sus lectores que tomarla a dosis excesivas puede dar por resultado cierto grado de reacción tóxica. Los que dan consejos dietéticos a quienes desean aumentar su potencia sexual, caen con frecuencia en la trampa de recomendarles que coman pescado, porque se cree que es rico en fósforo. Esta creencia, naturalmente, es muy antigua, y John Davenport, en su obra Aphrodisiacs and Antiaphrodisiacs, cuenta dos divertidas anécdotas sobre la supuesta eficacia del fósforo en este sentido. En la primera, un sultán, « deseoso de comprobar hasta que punto llegaba la continencia de los derviches, llamó a dos de ellos a su palacio, y durante cierto tiempo los alimentó con los más suculentos manjares. Así las cosas, les mostró a dos odaliscas de gran belleza, pero todos sus atractivos y tentaciones resultaron inútiles, porque los dos santones salieron de la prueba tan puros como el diamante de Bejapur. El sultán los retuvo aún en su palacio sometiéndoles a un régimen igualmente escogido, pero exclusivamente a base de pescado. Pocos días después fueron sometidos de nuevo al ataque conjunto de la juventud y la belleza, pero esta vez, aquello resultó demasiado fuerte.» En otra parte de su libro, Davenport menciona un desdichado incidente en el que un pato, propiedad de un boticario, comió de una vasija que contenta fósforo y «no cesó de acosar a sus hembras», hasta que murió. Muchas autoridades, incluso médicos, han aceptado esta creencia. Sin embargo, los datos dietéticos de que disponemos no resultan convincentes. La harma de soja contiene más del triple de fósforo que el caviar; el chocolate en polvo, tres veces y media mAs que la langosta, y el queso de Parma, casi seis veces más que las ostras. Y si buscamos sólo entre los peces como fuente de fósforo animal, encontraremos escasas pruebas dietéticas de que ese elemento tenga mucho que ver con la reputación de que gozan ciertas especies de peces. El conocido estribillo 18 Rejuvenecimiento: La historia de una idea La ostra es lujuriosa, la langosta es rijosa, pero los camarones ... es menos interesante de lo que parece a primera vista si se considera que las sardinas contienen casi cuatro veces más fósforo que los camarones. Diríase es razonable suponer que si mucha materia animal se usa con éxito en experimentos de rejuvenecimiento general, ello se debe sólo a su gran contenido en proteínas; el fósforo, o cualquier otro producto animal que se aduzca, carece por completo de relación con el asunto. Las enfermedades debidas a deficiencia de ciertas materias básicas para la vida humana predominaron principalmente en los siglos anteriores, cuando se carecía de facilidades. Collen, general que combatió contra los turcos, lo bebía siempre antes de comenzar sus batallas, para aumentar su magnanimidad y valor, lo que consiguió admirablemente. Este espíritu estimula también maravillosamente a los que son lentos y reacios al amor. El ácido fórmico y sus sales se encuentran en las hormigas en gran cantidad y fueron muy explotados como sustancias rejuvenecedoras hasta bien entrado nuestro siglo. Quizá la Humanidad esperase, al beber estos remedios hechos con productos fórmicos, absorber parte del evidente vigor y energía de este insecto. Si tales eran sus esperanzas, lo cierto es que, a medida que estos productos fueron siendo estudiados farmacológicamente, se vio que carecían de base. Administrado oralmente, el ácido fórmico causa, más o menos, los mismos efectos que el vinagre (ácido acético), al que, por supuesto, se parece también muchísimo químicamente. El formiato, aunque su metabolismo es menos rápido que el del acetato, constituye una sustancia bastante inofensiva, que carece casi por completo de efectos farmacológicos perceptibles. En el cuerpo humano se producen normalmente grandes cantidades de formiato, y el hombre elimina cada día con la orina casi 120 mg. Sus efectos rejuvenecedores, si es que los tiene, deben de ser puramente psicológicos. Pero si las hormigas, al examinarlas mejor, parecen haber resultado ineficaces por completo, el mundo de los insectos puede dormirse tranquilamente en sus laureles si tenemos en cuenta a la cantárida. Para ser exactos, diremos que no hay una sola cantárida, sino varias. Por lo que se refiere a la Farmacopea europea, la mas corriente es la Cantharis vesicatoria, brillante, iridiscente, de un verde dorado o azulado, indígena del sur de Europa. Sin embargo, en América se han descubierto más de doscientas especies, todas las cuales ejercen una acción irritante, debido al ácido cantarídico que contienen. Esta sustancia, que se halla en las partes blandas del insecto, sobre todo en su sangre, la aisló por primera vez, en 1810, Roviquet, y durante muchos años se usó tanto para rejuvenecer como con fines vejigatorios. Aclaremos que la vejigación, hasta tiempos relativamente modernos, gozó de gran predicamento en terapéutica médica. Actuaba de la misma manera que el linimento y demás sustancias antiírritantes. Como tal, tenía distintas aplicaciones en Medicina, al menos potencialmente, por ejemplo, en pleuresía, lumbago, neuralgia y reumatismo. En la Medicina de los siglos XVII y XVIII abundan las técnicas vejigatorias. Algunas eran muy toxicas, como, por ejemplo, la «vejigación volante», serie de pequeñas vejigas que se levantaban sucesivamente a lo largo de un nervio. Se usaba, entre otras aplicaciones, en la ciática. Con frecuencia, 19 Rejuvenecimiento: La historia de una idea las vejigas se levantaban en zonas distantes de la dolorida. Muchas de las reglas de la vejigación son iguales a las de la sajadura o escarificaciones para poner ventosas. La cantárida se suele alimentar de hojas de fresno, lila, alhefía y jazmín. Cuando se reúnen muchas, despiden un olor intenso y desagradable. Los métodos empleados en España para cogerlas son bastante sencillos. Por la mañana y por la noche, cuando baja la temperatura, las cantáridas quedan como atontadas. Se pone una sábana bajo los arbustos en los que están los insectos, y se agitan las ramas, para que caigan en la tela. El líquido clásico para matarlas es el vinagre, o bien los vapores del mismo, después de lo cual se secan y se guardan en botellas bien cerradas. Una de estas botellas se conserva en la colección de medicamentos del siglo XVIII perteneciente a la «Pharmaceutical Society», con sede en el barrio londinense de Bloomsbury, donde forma parte de una antigua y valiosa colección de sustancias medicamentosas regalada a dicha sociedad por el Real Colegio Médico. No se sabe con certeza cuándo empezó a usarse la cantárida en Inglaterra como afrodisíaco. En la Europa Continental, a partir del siglo XVI se hizo muy popular entre la aristocracia francesa. Según Ilza Veith, en la segunda mitad del siglo XVIII estaba «más en boga que nunca, gracias al cardenal Richelieu». El marqués de Sade, como es sabido, dio chocolatinas reforzadas con cantárida y semilla de anís a cuatro prostitutas la famosa «mañana de Citeres», el 27 de junio de 1772 en Marsella, tan vívidamente descrita por Gilbert Lély. En el English dispensatory del mismo año, el doctor Quincey describe la cantárida en la sección dedicada a la diuresis. Menciona también su empleo como agente vejigatorio y cita el tratado del doctor Groanvelt sobre preparados de cantarida para uso interno. Este autor había sido llevado a los tribunales por haber usado cantárida de esta manera, y, al parecer, escribió este libro para defender su ideas. El doctor Quincey afirma que la cantárida «estimula, sin duda, la lujuria de una manera notable e inclina, a quien la toma, a la práctica venérea, aunque no dándole más fuerza y habilidad para ella, sino reanimando las partes sobre las que actúan dichos deseos». Según parece, ya en el siglo XVIII los médicos se hablan percatado de los peligros de la cantárida, y en el English dispensatory se cita el caso de un hombre que, por haber tomado una fuerte dosis por vía interna, se inflamó de tal manera, que casi mató a su esposa, la cual declaró a los médicos, que fueron llamados al día siguiente, que, «aquella noche, septies hortum fodivit; pese a lo cual continuó, aun doliéndole, cada vez más furiosamente hasta morir delirando». No hay nada particularmente misterioso en el mecanismo con que la cantárida actúa a modo de estimulante sexual. La cantaridina se absorbe fácilmente por todas las superficies del cuerpo, y también por el estómago, y se elimina, en su mayor parte, por los riñones. Causa estímulos reflejos en el conducto genitourinario, y en el varón una erección prolongada. Volviendo al famoso «caso de Marsellan» de 1772, ya mencionado, parece muy probable que tanto De Sade como su criado, Latour, probasen las chocolatinas con cantárida, porque si no, sus curiosas proezas sexuales parecerían imposibles, aunque sólo fuera desde el punto de vista fisiológico. Además, leemos que los dulces se guardaban «en un cofrecillo de bombones envueltos en oro», envase innecesariamente complicado y rico si no iba a usarse más que para ofrecérselo a prostitutas de la calle. Pero mientras los dos libertinos tomaron probablemente sólo ligeras dosis, De Sade animó a una de las chicas (Marianne) a tomar siete u ocho, y a otra (Marguerite), un número que no se menciona, pero también elevado. El médico, doctor André Javelier, que declaró como testigo en el proceso incoado contra De Sade en el tribunal del 20 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Senescal, en Marsella, describe con exactitud los síntomas del envenamiento por cantárida. «En el caso de Marguerite Caste, los efectos del veneno empezaron a notarse violentamente un cuarto de hora después de la ingestión, en forma de agudos dolores gástricos, con vómitos copiosos de materia oscura...». En el caso de Marianne, el ataque de vómitos apareció unas horas mas tarde. En ambos casos se observaron posteriormente signos de color lumbar y cistouretritis; las dos muchachas tardaron varios días en restablecerse gradualmente. Parece probable que en la Francia del siglo XVIII no se conocieran bien los efectos de fuertes dosis de cantárida, porque ninguna de las chicas, ni el magistrado que dirigió la investigación del caso, sospecharon dosificación excesiva de cantárida, y lo único que preocupaba al tribunal era que el «forastero» hubiese envenenado a las chicas con arsénico o sublimado corrosivo. Los preparados de cantárida se usan hoy muy poco como vejigatorios o como afrodisíacos, aunque hay preparados oficiales, como emplasto vejigatorio, líquido vejigatorio y cierta tintura, que, eventualmente, podrían ser recetados por cualquier médico. Antes de abandonar esta curiosa historia de material zoológico rejuvenecedor, conviene echar un breve vistazo al semen. Havelock Ellis da un informe sumario sobre este tema, y, al parecer, es muy antigua la reputación del semen como rejuvenecedor general sexual. Los aborígenes de Australia suelen administrar una poción de semen a los miembros de su sociedad débiles o moribundos. Hay también indicios de esta creencia en el folklore de las regiones agrícolas, donde es corriente la costumbre de comer testículos de corderos recién castrados. En el siglo XVII, el semen se usaba para filtros amorosos y como profiláctico en la brujería. John Hunter, cuya afición a la Biología experimental parece ser que lo indujo a probar semen, dice que es «cálido y picante», y quizás esto contribuyera a su reputación como rejuvenecedor. En el siglo XIX, un médico, en una erudita publicación científica, menciona un caso en que el deseo de semen como estimulante que experimentaba uno de sus pacientes era muy parecido al que sienten los dipsómanos por el alcohol. Aunque parezca extraño, el propio Ellis, nada crédulo, sugiere que el semen podría ser un afrodisíaco fisiológico. Recuerda también que la Ciencia ha demostrado que muchas sustancias son fácilmente absorbidas por el epitelio vaginal. De esta forma, el semen se relaciona con el desarrollo del apetito sexual y la madurez sexual femenina. Antes de desechar por completo las ideas de Havelock Ellis, apoyadas, en cierta medida, en la obra de Brown-Séquard (véase capítulo 8), deberíamos recordar que la sustancia llamada espermina, poco conocida, y estudiada por varios investigadores del siglo XIX -según los cuales aparece ser un catalizador o acelerador positivo de los procesos metabólicos, que ejerce una evidente influencia sobre el tono del corazón y otros músculos y mejora el metabolismo de los tejidos cuando se han agotado las influencias de la sugestión mental -, se parece mucho a las sustancias anabólicas esteroides, tan usadas en las técnicas modernas de rejuvenecimiento (véase capítulo 11). 21 Rejuvenecimiento: La historia de una idea 4 HIDROTERAPIA En la historia de la Humanidad cabe considerar tres funciones del agua: social, detergente y terapéutica. Pero los que han estudiado el tema detenidamente omiten con frecuencia el pronunciarse sobre el uso exacto que se hacía a veces del agua en los comienzos de la Historia. Wright Lawrence, experto en estas cuestiones, en su interesantísimo libro Clean and Decent, llama la atención sobre la enorme cantidad de agua usada por los romanos en el siglo IV de nuestra Era. Unos 1.350 litros diarios per cápita era la cantidad que, al parecer, gastaban. La londinense catedral de San Pablo cabría holgadamente en las termas de Caracalla, en Roma. Pero lo que los romanos esperaban de sus baños, tanto públicos como domésticos, es cosa que signe siendo un misterio. Se puede afirmar que la mera limpieza no era su función fundamental. Aunque el aspecto social del baño fuese importante, la rutina era demasiado estricta para que no hubiese otras razones. Había muchas variantes locales del «protocolo balneario», pero todas seguían, más o menos, esta rutina: primero se solía practicar algún juego que requiriese energía, sin duda, con objeto de prepararse para lo que venía después, y luego se entraba en un cuarto caliente, o tepidarium. En el los ciudadanos, que tal vez se sentían demasiado calientes, se desnudaban y eran ungidos. Entonces no se conocía el jabón, y la suciedad se quitaba frotándose bien con una mezcla de aceite y arena. Luego, los bañistas pasaban un rato en varios cuartos calientes, semejantes a los de los modernos baños turcos. Poco después se les echaba en la cabeza mucha agua, primero caliente y luego cada vez más fría, o sea, el mismo método que siguen usando los peluqueros de nuestro tiempo. Después de este complejo tratamiento acuático, los romanos solían rasparse con un cepillo ornamental, para tirarse, por fin, al agua fría del frigidarium. Hasta que punto los romanos esperaban que con tan complejos baños mejorase su salud es cosa que no sabemos. Mas parece indudable que cuanto más se subía en la escala social, tanto mayor era la afición al baño, hasta el punto de que ciertos emperadores se bañaban incluso ocho veces al día. Sin embargo, resulta difícil justificar esto alegando sólo un excesivo prurito de limpieza o sociabilidad. La costumbre de bañarse juntos ambos sexos en los baños romanos, con su matiz aparente de promiscuidad sexual que han analizado quienes han escrito sobre el tema, sugiere que los bañistas romanos acabaron por considerar sus baños como lugares en que las energías sexuales podían ser estimuladas, y aquí es donde el problema del rejuvenecimiento empieza a relacionarse con los baños públicos. Puede alegarse que, al creer en el rejuvenecimiento con ayuda del agua, los romanos se hacían eco de ideas expresadas aproximadamente mil años antes en el antiguo lenguaje literario de la India. Por desgracia, la historia de la literatura sánscrita carece casi totalmente de cronología fidedigna. Los expertos modernos piensan, sin embargo, que el libro sagrado Rig-Veda fue concebido hacia el año 1000 a. de. J. C. Según dicho libro, Cyavana el santo se rejuveneció con ayuda de dos dioses-médicos. La metodología fue sencilla a más no poder: lo arrojaron a un río milagroso. 22 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Los médicos védicos de los dioses, los nasatyas, conocían bien, al parecer, las propiedades rejuvenecedoras del agua, porque ellos mismos fueron elevados a la categoría de dioses gracias al rejuvenecimiento de un viejo que era esposo de Sukanya, una bella mujer. Al verla bañarse un día, le dijeron: -iOh, mujer de deliciosos miembros!, ¿por qué te dio tu padre a un hombre tan viejo, que está al borde mismo de la tumba? Tú eres tan radiante como el relámpago en el verano, no hemos visto a nadie como tú ni siquiera en el cielo. Aun sin adornos, eres un ornato para todo el bosque. iCuánto más bella serías con ricas vestiduras y espléndidos joyeles! iAbandona a tu anciano marido y escoge a uno de nosotros, porque la vejez no dura ! Ella replicó que no podía hacer aquello porque se lo vedaba la lealtad conyugal. Entonces, los médicos, sospechando tal vez que la joven esposa estuviese atada a un hombre viejo más por razones de responsabilidad que de amor, propusieron rejuvenecerle. Marido y mujer accedieron, y aquel fue bañado en el lago junto con los nasatyas, y «los tres emergieron del agua jóvenes y radiantes», hasta el punto de que Sukanya encontró dificultad en distinguir a su marido, tan parecidos eran los tres, por su aspecto juvenil; pero acabó acertando, y el marido, encantado de su juventud y de la fidelidad de su esposa, persuadió al dios Indra de que incluyera entre los dioses a los nasatyas gemelos. Otras leyendas hindúes subrayan la importancia del agua en el rejuvenecimiento. El Águila que cayó en una fuente y salió de ella rejuvenecida reaparece en la mitología mesopotámica, y puede que sea la misma ave a que se alude en el salmo 103: «Quien satisface mi boca con cosas buenas, de forma que tu juventud se renueva, como la del águila». Otras civilizaciones antiguas muestran preferencia por el agua como agente rejuvenecedor. Por ejemplo, los japoneses creían en las leyendas de la fuente de KlkuJido (el Muchacho de los Crisantemos) y en que los pétalos de sus flores, mojados en saki, atraían sobre uno bendiciones de larga vida y salud. En la Edad Media se percibe, con razonable certeza, por ciertos aspectos de la historia eclesiástica, la expansión por Europa de la idea de que el agua era una sustancia rejuvenecedora. Aunque su fundador, el teólogo cristiano Nestorio, había muerto condenado como hereje hacia la mitad del siglo V, para comienzos del VI se desarrollaba ya una Iglesia nestoriana bajo la protección de los monarcas persas. Al principio se compuso de cristianos del este de Siria y de Persia, y sobrevivió a las subsiguientes conquistas Lirabes, debido a la tolerancia de los conquistadores. Durante unos ochocientos años, la Iglesia nestoriana siguió floreciendo. Abrazó en su seno y atrajo a eruditos filósofos, teólogos y médicos, y su expansión misionera la indujo a entrelazarse con las culturas de India y la China. Además de introducir en esos dos países su versión del cristianismo, los nestorianos fueron probablemente influidos, a su vez, por el folklore y la mitología del Oriente. Por esa razón, probablemente inyectaron en la vida occidental parte del folklore y los mitos orientales, por ejemplo, ciertas ideas sobre el rejuvenecimiento con ayuda del agua. Un ejemplo de lo que estamos diciendo lo muestra la historia del Preste Juan, el reyfantasma de Oriente. Se corrió el rumor de que un verdadero rey y conquistador cristiano, de extraordinario poder e importancia, vivía escondido en algún lugar de Asia; este rumor tuvo vigencia entre fines del siglo XII y mediados del XIV. La primera alusión a tal personaje la encontramos en la crónica de Otón, obispo de Freising, en Baviera. En el año 1145, cuando el obispo estaba en la corte papal, oí decir al obispo de Gabala lo que entonces se sabia sobre Juan, rey y sacerdote, «que vivía en el 23 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Extremo Oriente, más allá de Persia y Armenia, y que tanto él como su pueblo eran cristianos, aunque nestorianos». Había luchado contra las hordas persas y avanzaba hacia Jerusalén para acudir en ayuda de la Iglesia, pero su avance quedó frenado en el Tigris, que no había podido cruzar. En apoyo de la crónica de Otón hay una carta, de cuyas copias fue inundada Europa unos veinte años más tarde. Se han conservado unas cien manuscritas, ocho de las cuales se guardan en el Museo Británico. El texto ofrece un panorama fantástico de la mentalidad medieval. El Presbítero Preste Juan era, sin la menor duda, un personaje estrafalario. Se describía a si mismo como «el monarca más grande que hay bajo la capa del cielos», decía tener bajo su dominio a setenta y dos reyes, cuyas tierras se extendían por «las tres Indias, incluyendo la India más lejana, donde yace el cuerpo de Santo Tomás», «las ruinas de Babilonia y la Torre de Babel». Al explicar su modesto título -porque Presbítero significa realmente «anciano», dice que era simplemente una prueba de su humildad. Sea como fuere, ¿qué título podría describir bien a un gobernante tan exaltado, servido a la mesa «por un primado y por un rey, cuyo mayordomo era arzobispo y rey; su chambelán, obispo y rey, y su caballerizo mayor, abad y rey»? En el reino de tal potentado había, por supuesto, cosas fuera de lo corriente: guijarros que daban la vista, o bien hacían invisible a su poseedor; un arroyo subterráneo cuyas arenas eran gemas; un animal llamado salamandra que, envuelto en una sustancia incombustible, vivía del fuego, y hormigas que excavaban oro. Se comprende que en sus dominios no hubiese pobres, ni tampoco delincuentes, sicofantes o disidentes, en parte quizá gracias a un maravilloso espejo erigido sobre una espléndida plataforma de varios niveles en el que el Preste podía ver todo cuanto ocurría en sus dommios y, en consecuencia, localizar a cualquier posible enemigo de la sociedad, antes aún de que tuviera tiempo de pasar a la acción. Pero uno de los máximos atractivos del reino del Preste Juan era la Fuente de la Juventud. Bastaba «beber aquella agua tres veces al día con el estómago vacío, durante tres años, tres meses y tres horas, para vivir y conservarse joven durante trescientos años, tres meses, tres semanas, tres días y tres horas». Por lo que se refiere a la situación exacta de esa fuente, el Presbítero se mostraba muy reticente y se limitaba a decir que estaba «a menos de tres días de viaje, partiendo del Río del Paraíso» (el Ganges). Otros la suponían en el subcontinente indio o en el Parque de Adán, en según, lugar del que se cree que Buda subió al cielo. Los historiadores han propuesto varias teorías para explicar la leyenda del Preste Juan y la existencia de aquella curiosa carta, que fue tomada tan en serio como para merecer respuesta oficial del Papa Alejandro III en 1177, respuesta que se conserva en la Biblioteca Nacional de París, y que iba a serle entregada al Preste Juan por el hijo del Papa, Felipe el Médico. Se ha sugerido la posibilidad de que el Preste Juan fuese el Gur Jan de la Catay negra, o quizás el príncipe georgiano Juan Orbelián, famoso caudillo bajo el cetro de varios reyes de Georgia. Otra teoría que se ha discutido es la de que se trataría del rey cristiano de Abisinia, y que sería a &te a quien Alejandro III dirigió su memorable carta. A partir del siglo XIV se supuso que el Preste Juan tenía su mítico reino en Abisinia. Mas para entonces la leyenda de la Fuente de la Juventud estaba ya firmemente establecida en Europa, y se alude a ella de muchas maneras en la literatura y el arte de la época. El poema del siglo XII Roman d’Alexandre nos ofrece un relato falsamente romántico de los abominables crímenes contra la humanidad que cometió Alejandro Magno, pero también leemos en él que este guerrero infatigable, cuya sed de sangre sólo era superada por la que le inspiraba el vino, descubrió una fuente rodeada de 24 Rejuvenecimiento: La historia de una idea siemprevivas en un paisaje refulgente: las aguas mágicas salían de la boca de un viejo león capado, para caer en una cuenca encerrada en un pabellón de cristal. Alejandro y cincuenta y seis de sus hombres bebieron hasta saciarse y quedaron rejuvenecidos; sus cuerpos volvieron a ser lo que habían sido a los «treinta años». Si recordamos que Alejandro de Macedonia solo tenía treinta y tres años de edad cuando murió tras una impresionante orgía alcohólica, llegaremos a la conclusión de que el rejuvenecimiento que experimentó en la Fuente de la Juventud tuvo que ser bien poca posa. Muchos artistas europeos consideraban la Fuente de la Juventud y los placeres del baño como temas dignos de sus pinceles. La vida de Lucas Cranach, uno de los pintores más representativos de Alemania durante la Reforma, es realmente curiosa incluso para un pintor de aquellos tiempos. Durante una época tuvo el monopolio de la venta de medicinas en Wittenberg y patente de impresor con privilegios exclusivos para la impresión de Biblias. Amigo o asesor intimo de Lutero -que, dicho sea de paso, se sirvió de su imprenta-, la mayor parte de los cuadros de Cranach tratan de temas convencionales, como escenas venatorias, vírgenes, motivos religiosos y mitológicos, que se repiten constantemente en su repertorio. Sin embargo, hay un cuadro que representa la Fuente de la Juventud en un estilo que tiene vagas reminiscencias de Pieter Brueghel el Viejo y que nos da un interesante atisbo de las ideas vigentes a la sazón sobre este interesante problema. El centro del cuadro muestra una «piscina» rectangular de poco más de 6 m de longitud por 3 m de anchura, con dos escalones para facilitar el descenso. En un extremo de la piscina vemos una fuente, de 60 cm de altura, que la abastece de agua. Hay unas veinte personas de ambos sexos bañándose desnudas. A la izquierda del cuadro, los viejos y los enfermos son traídos a caballo, en coche, en carretilla, en parihuelas o, simplemente, a hombros. Se desnudan en el borde y se meten en el agua. A la derecha de la piscina los vemos salir del agua, rejuvenecidos. Se meten en tiendas de campaña para vestirse y, al fin, salen, lujosamente vestidos, para sentarse en tomo a ricas viandas preparadas en el campo. A comienzos del siglo XVI se creía en España que en el Nuevo Mundo había una fuente milagrosa, en una isla llamada originariamente Bimimi. Según la leyenda, un ángel iba a beber todos los días a aquella fuente, y una de las veces se le cayeron las alas, lo cual dio a la fuente la virtud de rejuvenecer y embellecer. Juan Ponce de León, descendiente de una antigua familia española, consiguió del rey Fernando licencia para descubrir y explorar la deseada isla. A Fernando V, que tenla más de 60 años cuando autorizó a Ponce de León a emprender la aventura, le interesaba poco el rejuvenecimiento. Más aún, todo indica que le molestaban los exploradores, porque en cierta ocasión dijo ásperamente que a «todo lo que puede ser descubierto ahora, es bien fácil de descubrir». Sin embargo, el rey estaba siempre pensando en encontrar tesoros, y la licencia concedida a Ponce de León le permitía guardar para si solo una décima parte de cuantas riquezas le reportase su exploración durante doce años, sin mencionar para nada ninguna fuente de la juventud. Ponce de León y sus exploradores salieron, por fin, de España, y el 27 de mano de 1513, guiados por el piloto de Cristóbal Colón, Antón de Alaminos, vieron en lontananza lo que creyeron era la bella isla que buscaban. Como aquel día era Domingo de Ramos, la llamaron Florida, por Pascua Florida. Aunque, al parecer, Ponce de León tuvo que desechar la idea de dar con la fuente de la juventud, es más que probable que descubriera algunas de las famosas fuentes de Florida, sobre todo la 25 Rejuvenecimiento: La historia de una idea llamada WaKulla, la Fuente de los manatíes, y la Fuente de la Plata, que luego atrajeron a mucha gente. Muchas de estas fuentes de Florida fueron comercializadas en el siglo XX, por ejemplo, las de Ponce de León en San Agustín, muy cerca de donde el y su gente desembarcaron por primera vez en Florida. Un escritor del siglo XIX describe la Fuente de la Plata, y gracias a él podemos aún captar parcialmente el misterio que dio a la leyenda de las fuentes de la juventud buena parte del atractivo que han ejercido durante tanto tiempo: «En diciembre de 1856 tuve la oportunidad de examinarla [la Fuente de la Plata] con ayuda de instrumentos especiales. Para apreciarla en toda su belleza, lo mejor es acercarse a ella desde el Ocklewaha. Durante más de una semana había estado navegando tediosamente por este río en un lanchón de esos que se impelen con pértiga, fatigado por la monotonía de las oscuras y sombrías selvas que jalonan todo este riachuelo, negro como la tinta, cuando, de pronto, una mañana luminosa, al doblar un recodo, nos vimos ante las clarísimas aguas de la Fuente de la Plata. Con unos pocos golpes de pértiga dejamos a nuestra espalda los pantanos de cipreses y salimos a las sabanas amplias y llanas». Describe luego la vegetación tropical, las innumerables flores y la espléndida variedad de aves, que dan al lugar un ambiente en verdad idílico. Le impresionó, sobre todo, «el paisaje subacuático», en el que enormes truchas y barbos discurrían entre bellas plantas acuáticas. El lecho de la fuente, que es elíptico (diámetro, 137 m; conjugado, 91 m) tenía 12,5 m de profundidad. « Cuando los rayos del sol caen verticalmente sobre el agua, al espectador -victima de una ilusión óptica muy corriente parece... que el fondo y los lados de la cuenca están elevados, y sobre el conjunto, sobre los riscos hostiles, las conchas blancas como la nieve, los largos juncos y los móviles seres acuáticos, la luz, descompuesta, centellea con tonos de arco iris, y todas las cosas flotan en un mar multicolor, cuya impresionante magnificencia desafía toda descripción. No es de extrañar que los incultos hijos de la Naturaleza divulgaran la fama de esta maravillosa fuente por regiones distantes y que, bajo el poder estereoscópico del tiempo y la distancia, llegase a ser considerada como fuente capaz de dar la vida, cuyas aguas mágicas limpiaban las calamidades de los años y los dolores de la enfermedad, y en torno a cuyas afortunadas orillas los jóvenes y las doncellas se recreaban eternamente, eternamente jóvenes y eternamente felices.» D. G. Brinton -autor de estas líneas- no nos dice si la Fuente de la Plata la usaban en realidad los norteamericanos del siglo XIX, pero lo que sí sabemos es que la hidroterapia era muy practicada en distintas partes de Norteamérica por aquella época. Un libro ligero, titulado The Springs of Virginia, 1775-1900, contiene una interesante descripción de «Vida, Amor y Muerte tomando las Aguas», que merece ser incluida en la bibliografía del tema. Como ya hemos visto, las ideas sobre las propiedades rejuvenecedoras del agua que florecieron en el Nuevo Mundo tuvieron su origen en Europa. Pero lo que sigue siendo dudoso es hasta qué punto se esperaban u obtenían resultados terapéuticos del baño en alas aguas o de beberlas durante el período que va de la Edad Media al siglo XIX. Buena parte de esta confusión se debe, probablemente, a que han enturbiado nuestro campo visual otros factores relacionados con los sentimientos religiosos, las conveniencias sociales y el placer público o privado. 26 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Desde el principio, los Padres de la Iglesia se opusieron a los baños públicos, fueran terapéuticos o no. «Las mujeres apenas se atreven a desnudarse ante sus maridos, fingiendo plausiblemente modestia, pero cualesquiera otros pueden verlas cuando lo deseen en sus casas, encerradas en sus baños, porque no se avergüenzan de desnudarse ante los espectadores, como si ofreciesen sus personas a la venta. Los baños se abren promiscuamente a las mujeres, y allí se desnudan con licenciosa indiferencia -por que, de mirar, los hombres pasan a amar-, como si su pudor se lo hubiese llevado el agua », dice Clemente de Alejandría. Del sentimiento aquí expresado se hacen eco los eclesiásticos durante toda la Edad Media y hasta bien entrada nuestra época. Sin embargo, el Papa Adriano I mitigó estas estrictas censuras al recomendar a su clero parroquial que visitase los baños en solemne procesión todos los jueves. Naturalmente, desde un punto de vista social, la popularidad del baño público tuvo sus altibajos, y hay un punto de contacto en esto entre el desarrollo de los diversos balnearios y la existencia, en todo el mundo civilizado, de fuentes y pozos sagrados. Aquí, los hombres rezaban primero y eran curados después. Cómo eran curados es un misterio, pero la cura -se pensaba- era obra del santo, no del agua. Después de la Reforma, cuando ya los santos no podían permitirse tener misterios, los pozos santos se convirtieron en pozos de deseos, dice William Addison en su libro sobre los balnearios ingleses. Sin embargo, se produjo otro cambio a causa de esta actitud, porque parte de la fe que la Humanidad había tenido antes, en las curas santas o religiosas, fue incorporándose en forma gradual a las puramente medicas. Y de esta manera «las aguas», embotelladas o en estado natural, dieron, en cierto modo, una magia nueva a la Humanidad. No le quita atractivo el hecho de que esta magia tuviera raíces científicas más bien que religiosas. Es imposible, como ya hemos dicho, separar de manera clara y bien delimitada las propiedades sociales, detergentes y terapéuticas del agua. A pesar de todo, el gran auge alcanzado por la hidroterapia coincidió con el fin del primer cuarto del siglo XIX, es decir, con la época en que, por primera vez, empezó a ser posible analizar científicamente el agua, lo que planteó seriamente a los médicos el problema de si tenía en realidad algún valor como agente rejuvenecedor. Siempre ha habido médicos entusiastas de esto. El doctor Lodwick Rowzee, que ejerció la Medicina en Ashford (condado de Kent), recomendaba con toda seriedad el agua de Tunbridge para revitalizar «las partes más nobles del cuerpo y el espíritu», ya que da aun temperamento suave balsámico, espirituoso y sanguíneo, que incita de manera natural, a hombres y mujeres, a las emociones amorosas, poniéndolos de esta forma en estado apto para la procreación». El doctor Rowzee creía en el aforismo de que es imposible saciarse de las cosas buenas y aconsejaba a sus pacientes que bebieran 850 g de agua por la mañana. Por fortuna para ellos, les recomendaba también hacer ejercicio, «usar las piernas» y «moverlas para arriba y para abajo». Después de beber más de 9 litros de agua de Tunbridge, apenas habrían podido hacer otra cosa. Como era de esperar, otros médicos aconsejaban lo opuesto. Por ejemplo, no recomiendan el agua para estos menesteres el doctor Diederick Wessel Linden, cuyo Tratado sobre el Origin, Nature and Virtues of Chalybeat waters, and Natural Hot Baths, fue publicado en 1748 y que insertó como prefacio de su obra varios poemas sicofánticos, compuestos por amigos suyos que vivían en barrios elegantes de Londres. Las razones que aduce son interesantes, porque arrojan luz sobre la Medicina del siglo XVIII. Las aguas minerales eran perjudiciales para las personas de más de sesenta años porque, «a causa de su 27 Rejuvenecimiento: La historia de una idea astringencia natural y su sequedad, predisponen a la cohesión a las partículas elementales». Esto, según el doctor Linden, aceleraba el envejecimiento que ya se había iniciado en el paciente y tendía a disminuir el número, tamaño y elasticidad de los vasos sanguíneos. A pesar de todo, los balnearios y demás establecimientos hidroterapeuticos parecían capaces de ayudar a los viejos y a quienes trataban de encontrar la juventud perdida. Se escribieron muchos libros semihumorísticos en la primera mitad del siglo XIX sobre la vida de los balnearios. Casi siempre es el paciente viejo o el «invitado», quien hace el papel de protagonista. En uno leemos el caso de una «residente de Marienberg..., una dama que contaba ya casi ochenta años», sometida a un curso de hidroterapia. Era viuda de un señor que habla sido número uno en la ciencia medica, que la había ejercido y a la que había aportado obras del máximo valor científico y utilidad. El autor pensaba que, en general, la dama no respondía bien al tratamiento, comentando sagazmente que «los achaques de la edad son difíciles de vencer». Otro libro interesante nos da un atisbo único de un establecimiento hidroterápico en Malvern, dirigido por un tal doctor James Wilson. Su autor era un hombre inteligente, de agudo talento de observación y descripción. Era litógrafo de la reina Victoria y el príncipe Alberto, y durante tiempo había sufrido dolores cuya descripción seria difícil de diagnosticar mejor ni siquiera hoy. Hombre evidentemente de fortuna, con casa propia a orillas del Canal del Regente, en Londres, pasó por casi toda la gama de la terapéutica victoriana, no librándose ni siquiera del sistema de píldoras y dosis, la purga matinal, los calomelanos, la dosis diaria de taraxocum –preparado que se obtenía con las raíces secas y el rizoma del amargón-, etc. Sin desanimarse, pasaba a probar la galvanoterapia, y aunque con esta consiguió mejorar los síntomas, que por entonces eran dolores neurálgicos seguidos de la sensación de tener «piernas de corcho», no tardó en recaer y fue persuadido, por su intimo amigo Sir E. Bulwer Lytton, de que probara la cura de las aguas «como un deber». La falta de espacio nos impide seguir dando detalles de la cura, que fue precedida por un viaje en el nuevo ferrocarril de Birmingham y un encuentro casual con un cochero que frenó un poco el entusiasmo del paciente al decirle que si hubiera vivido de manera razonable y ordenada, podría «prescindir ahora del doctor Wilsonn». Lo cierto es que el doctor Wilson le curó, por fin, y su entusiasmo llegó a tal punto, que se sintió obligado a tratar de fundar en Londres un club hidroterápico a lo Malvern. Muchos de los pacientes de Malvern buscaban rejuvenecerse. Uno era «un elegante» que estaba hecho «una verdadera ruina física», cuando se hizo cargo de él, el doctor Wilson. Poniéndole a un régimen riguroso de hidroterapia, junto con restricciones dietéticas de «nueve onzas de alimento sólido al día y todo el agua que pudiera beber», consiguió que a el pobre hombres se restableciera. Finalmente, el restablecimiento fue completo, y aunque le sorprendió bastante saber que el «elegante gastado» no era un lord, sino «un respetable barbero, procedente de una ciudad industrial», le agradó, sin duda, verlo tan repuesto y rejuvenecido. En los libros del periodo victoriano no es tan fácil encontrar alusiones al rejuvenecimiento sexual, probablemente debido al puritanismo de la época, aunque se menciona un caso ocurrido en Malvern. «Una pareja respetable, pasado ya el meridiano de la vida, que llevaban dieciocho años casados, seguían sin hijos. Habían vivido una vida artificial de mucha alegría y considerado necesario tener médico particular durante diez o doce años». Finalmente, fueron persuadidos de que «tomaran» las aguas, y la esposa no tardó en concebir. 28 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Es imposible dejar el tema de la hidroterapia decimonónica y sus relaciones con el rejuvenecimiento sin rendir homenaje a un curioso especialista de este arte: Vincent Priessnitz. Era un campesino alsaciano semianalfabeta que tropezó con la hidroterapia, por decirlo así, de una manera muy curiosa. Cuando tenía trece años sufrió un esguince en la muñeca, que el mismo se curó vendándose el brazo. Tres años más tarde sufrió otro accidente al caer de un caballo, se fracturó unas costillas y perdió los dientes incisivos. Todavía no hay un método realmente eficaz de curar costillas fracturadas, aparte del sencillísimo de fajarlas para inmovilizar la parte afectada. Por tanto, no es sorprendente que, a mediados del siglo XIX, los médicos no pudieran dar a Priessnitz consejos específicos y que el paciente, en vista de ello, decidiese probar una cura de aguas. Un año después hablan desaparecido todos los síntomas, cosa que él atribuyó a la hidroterapia, no a su naturaleza, y así nació el hidroterapeuta mas famoso que ha visto el mundo. Al parecer, Priessnitz empezó a curar con agua a sus vecinos, sin cobrarles nada. Sin embargo, acabó por convertir esto en un gran negocio, y se dice que para 1843 tenía ya más de 1.500 pacientes y una cuenta corriente de 50.000 libras esterlinas (1). Priessnitz era un hombre de extraño aspecto, «de hombros anchos, sin propensión a acumular grasas, de 1,72 m de altura y de excelente desarrollo frenológico. Le faltaban los dientes incisivos y a distancia parecía más corpulento de lo que, visto de cerca, era realmente». Tenía cierta tendencia a hacer observaciones llevado de impulsos momenkíneos, que en ninguna circunstancia podían sentar bien a sus pacientes. Por ejemplo, una vez que un paciente se le murió en pleno tratamiento, Priessnitz opinó que «tenía el cuello demasiado corto para tan larga vida». Pese a todo, Priessnitz prosperó, y en el momento culminante de su carrera trabajó casi exclusivamente para alemanes ricos, que buscaban en él la clave de los placeres de su juventud perdida. Parece razonable excluir que fuesen inválidos en el sentido normal de la palabra, a juzgar por el régimen a que los sometía Priessnitz: «La comida en Graefenberg se sirve a la manera alemana, es decir, abundante y grasienta. Los pacientes son invitados e incluso estimulados a comer carne asada, pescado, verduras, queso y otros platos de leche y fruta... Los enfermos de Priessnitz, siguiendo los consejos de este, devoran más que comen, y gradualmente adquieren, a este respecto, una costumbre que es difícil de desarraigar. No se intenta en absoluto modificar su régimen, adaptándolo a las diversas edades, sexo y estado de salud». Más pruebas de que los pacientes de Graefenberg eran gente del todo sana, que iban en busca de estímulos físicos más que de tratamiento médico normal, nos las da el rigor de la vida a que los sometía Priessnitz. El agua de la fuente corría a una temperatura que oscilaba entre los 6 y los 11 ºC y los pacientes teman que ducharse con ella. Constitucionalmente tendrían que ser personas muy sanas; de lo contrario, no habrían podido resistir este «tratamiento». Los establecimientos hidroterapéuticos tipo Graefenberg fueron muy populares en toda Inglaterra en el siglo XIX. Un veterano médico hidroterapeuta de la época, cuyos métodos eran típicos de entonces, fue Edward Johnson, de Malvern, que escribió un libro sobre el tema con la colaboración de sus dos hijos, médicos también: Walter y Haward Johnson. El primero de estos fue, durante una época, profesor del hospital de Guy. Wilson empleo todas las técnicas popularizadas por Priessnitz, en la (1) Al cambio actual, unos 8,5 millones de pesetas, aunque su verdadero equivalente pasa de los 100 millones. - (N. del T.). 29 Rejuvenecimiento: La historia de una idea creencia de que la hidroterapia podía curar todas las enfermedades, y su entusiasmo no conocía limites. También trató de racionalizar y sistematizar la hidroterapia: «No se ocupa de meros síntomas, sino que va derecho a la raíz del problema y trata de principios y causas. No pierde el tiempo remendando el cuerpo humano, sino que considera de manera general y en su conjunto la enfermedad y sus causas... Se comporta de manera sensata, racional y de acuerdo con las leyes conocidas que regulan y rigen la vida, la salud y la enfermedad. . . He demostrado que los poros de la piel, si se juntasen unos con otros, formarían un tubo de veintiocho millas de longitud; por tanto, no puede haber la menor dificultad en creer que si este tubo fuese obstruido y la materia que, procedente de la sangre, sale por él, hubiera de seguir en ella, al tiempo que la materia que la sangre necesita se mantuviese fuera de ella, es indudable -repito- que se crearía una situación muy malsana y dañina para la sangre, de manera irremediable. Y también ha de resultar evidente que cualquier tratamiento que tenga poder para restablecer o incrementar la función de este increíble tubo secretor, ha de ejercer asimismo una benéfica influencia sobre la salud y curar, sólo por este medio, muchas enfermedades. iQue sensato y sencillo parece esto, qué racional, que inteligible!» Finalmente, al parecer se produjo algo semejante a un cisma en la profesión médica, que terminó por dividirse en «médicos de drogas» y «médicos de aguas», aunque, a juzgar por los ejercicios de examen de los estudiantes de Medicina que publicó el Lancet en 1840, seguía siendo necesario un conocimiento sólido de los principios de la hidroterapia para todos los médicos que quisiesen aprobar. La hidroterapia l egó a tener la importancia suficiente como para publicar sus propios libros de texto. Es muy representativo, en este sentido, uno publicado en 1896, que pasó por ser autoridad para el buen gobierno terapéutico de balnearios y termas. Claro es que, a fines del siglo pasado, era aún escasa la terapéutica específica, por lo que es comprensible que incluso médicos eminentes creyesen que la hidroterapia era capaz de curar toda clase de enfermedades. La cura de aguas floreció y amplió más aún sus horizontes terapéuticos. El libro citado anteriormente alcanzó su tercera edición para 1907, y su principal autor era ya Sir Hermann Weber. Las cualidades rejuvenecedoras de «las aguas», no fueron olvidadas, y los balnearios de Ems y Gastein eran recomendados a los viejos y a las personas afectadas de senilidad prematura. Cliente habitual de ellos fue el Kaiser Guillermo I, que llegó a la edad de 91 años. El de Cannes era el favorito de Lord Brougham, que murió a los 90. Por supuesto, que para entonces los balnearios estaban ya más relacionados con los principios generales de la fisioterapia y se oía hablar menos de beber las aguas y de la hidroterapia en general. La hidroterapia parece haber muerto de muerte natural en Gran Bretaña, y no cabe la menor duda de que su muerte fue acelerada por la introducción, en dicho país, del «National Health Service», en 1949. Una carta tirada en ciclostil de introducción a uno de los pocos centros de hidroterapia que quedan todavía en Inglaterra, informa a sus pacientes de que «se extenderán prescripciones por cuenta del Seguro Médico para su presentación en los Baños Reales». Siente uno un estremecimiento toxicológico sólo de pensarlo. Y, como en muchos países, las aguas pueden conseguirse embotelladas a precios ridículamente baratos, por lo que la gente, ya desee rejuvenecerse o cualquier otra cosa, tiende a pensar que lo que cuesta tan 30 Rejuvenecimiento: La historia de una idea barato no puede realmente ser bueno. Ahora ya sólo se pide agua, por ejemplo, de Vichy, para acompañar cócteles y no como medio curativo. Sin embargo, en la Alemania Occidental, si bien se ha de reconocer que ya no tienen vigencia los excéntricos principios de papá Graefenberg, la hidroterapia sigue siendo popularísima. En la mente alemana hay todavía un amplio sitio para las vacaciones rejuvenecedoras, en las que todo el mundo saborea un poco de su perdida juventud. Una reciente encuesta da una lista de hasta 144 balnearios, 30 balnearios hidroterápicos y 25 de terapéutica climatológica, en los que el agua participa de manera activa como agente curativo. Pero junto a la hidroterapia están el bello paisaje, las piscinas, el golf, el tenis y toda clase de estímulos culturales y deportivos para los enfermos. Suficientes, con toda probabilidad, para hacerles sentirse -y, ¡quién sabe si hasta creerse físicamente! -algo rejuvenecidos por obra y gracia de las virtudes del agua. 31 Rejuvenecimiento: La historia de una idea 5 MÉTODOS REJUVENECEDORES INUSITADOS El hecho de que una idea sea básicamente comercial y no altruista y ni siquiera científica, no quiere decir que por ello no sea digna de estudio. Mas aún, se han dado casos en que el deseo elemental de ganarse la vida sin gran esfuerzo a expensas de un público crédulo e ignorante, ha llevado a charlatanes a aportar valiosos datos a la historia de la Ciencia. Aunque la charlatanería -como expresión de la explotación del hombre poco informado por el “hombre avispado”- es tan antigua como la civilización misma, no puede ser examinada eficaz y detalladamente hasta que la ciencia médica empieza a descansar sobre cimientos más sólidos. Tal estado de cosas existía, sin duda, a fines del siglo XVI en Inglaterra, y Francis Anthony constituyó un ejemplo temprano del médico-charlatán que ofrecía rejuvenecimiento. Habiendo obtenido en Cambridge el título de bachiller, empezó a ejercer la Medicina en Londres, pero sin molestarse antes en conseguir licencia del Colegio Médico. Por tanto, no tardó en ser llevado ante el Presidente y los censores del Colegio Médico, que le hallaron aflojo e ignorantes en varios campos de la Física,. Anthony se enfrentó, sin duda, con sus interrogadores cuando éstos se hallaban de mal humor, porque le impusieron una multa de 20 libras esterlinas y le metieron en la cárcel, de donde no salió hasta dos años más tarde, en 1602. La razón de tan severo castigo -muchos colegas suyos, menos cualificados que él, salieron del paso con una advertencia y el cortés consejo de volver a presentarse ante los censores pudo haber sido la de que Anthony se hacia pasar por rejuvenecedor y no por mero medico ortodoxo. Lo mas probable es que su presencia molestase al pequeño número de médicos que ejercían entonces en Londres, debido al éxito de su prescripción: el Aurum potabile. La invulnerabilidad del oro a la corrosión tal vez fue la causa de que, en los siglos Xw y XVII, cundiera la idea de que los medicamentos que contienen oro actúan como agentes rejuvenecedores. Anthony explotó esta creencia, usándola en su elixir de larga vida, e incluso publicó un folleto en el que daba todos los detalles. Su elaboración consistía en hacer un menstruum de óxido de estaño, que era digerido, en vino tinto y vinagre. Este preparado se sometía luego a reacción en oro molido, puesto previamente a calentar con sal. Luego se preparaba una solución de estearato de oro, sustancia de relativa toxicidad. Por lo menos uno de los pacientes de Anthony, un reverendo teólogos, se quejó, en su lecho de muerte, de que su estado se debía al Aurum potabile. Y aunque las soluciones de sales de oro no pueden tener efecto rejuvenecedor alguno, estas «quintaesencias de oro», como solían ser llamadas, siguieron siendo populares durante muchos años entre los charlatanes y sus pacientes. De la misma manera, los charlatanes que vendían agentes rejuvenecedores traficaban con cuerno de unicornio falso, que en realidad era cuerno de rinoceronte. El cuerno de unicornio fue ingrediente favorito de las recetas de muchos médicos del siglo XVII. Otra idea que salió a la luz pública a mediados del siglo XVII fue el empleo del orvietano como agente rejuvenecedor. El orvietano, considerado originariamente como antídoto universal de todos los venenos, recibió este nombre de la ciudad de Orvieto, 32 Rejuvenecimiento: La historia de una idea en Italia, de donde, al parecer, procedía. Un simple paso mental más en la misma dirección nos conduce a la teoría de que, al combatir el veneno, el cuerpo queda rejuvenecido, pari passu. De cuantos propalaban este infundió, el mas típico fue Cornelius Tilburg, o Tilbourne, que se llamaba a sí mismo, a la mode, Gran Doctor y Físico Alemán, Oculista, Cirujano y Maestro en Hernias. Tilburg sería, al parecer, un fuera de serie, y probablemente Carlos II y luego el rey Guillermo y la reina María le consultaron, porque él aseguraba que estos monarcas le habían dado licencia para ejercer la Medicina y dispensar sus remedios excelentes e infalibles. Otro miembro de la familia Tilburg continuó con las curas de rejuvenecimiento al retirarse Cornelius. Dicho miembro, James Tilburg, además de asegurar que curaba el «mal francés» (sífilis), enfermedad que, según el, se debía a «anclar en un puerto extraño», anunciaba también que sabía rejuvenecer a la gente lo mismo que su predecesor. «Ayuda a los que han perdido su naturaleza y estimula los espíritus entristecidos del hombre casado, sea cual fuere la causa de su tristeza, reanimándolos como una rosa que recibe el roció del verano.» El principio de la polifarmacia, tan popular en el siglo XVII y del que constituyen buenos ejemplos el mitridato y la triaca (1), fue evocado también por aquellos cuya ambición prefería los beneficios económicos a las ideas científicas útiles. La triaca, incluida, con todos los honores, en la Pharmacopea del «Roya College of Physicians», de Londres aún en 1724, contenía sesenta y dos ingredientes. Un charlatán italiano llamado Salvator Winter, que ejercía en su casa particular, en el «Sign of St. Paul’s Head» (en New King Street, barrio del Covent Garden, Londres), anunciaba que su Elixir vitae contenía igual número de ingredientes. Winter, que aseguraba tener ochenta y nueve años, aunque, por la bendición de Dios, goza de tan buena salud y de tanto vigor como cualquiera de cincuenta, sostenía que llevaba siempre consigo una botella de su remedio soberano, y que tomaba una dosis del mismo cada vez que creía necesitarlo. Como muchos otros sacamuelas, Winter creía firmemente en el valor de los certificados y se jactaba en público de tener uno expedido por Sir Kenhelm Digby (2). Sin embargo, no todos los charlatanes confiaban en el ejercicio de la Medicina ortodoxa para vender sus remedios. Ben Willmore, contemporáneo de Salvator Winter, que ejerció casi siempre en Tower Hill -zona londinense donde todavía es posible esquilmar a los crédulos- confiaba sólo en sus dotes publicitarias para promover su mercancía. Embutido en un chaquetón escarlata con galones dorados y tocado con un sombrero provisto de escarapelas y plumas, incitaba a la gente y decía que los viejos se vuelven jóvenes. En un anuncio, impreso en 1680, aseguraba: «No sostendré aquí que he hecho que mi gran restaurador cure cualquier destemplanza, pero sí que cura una, y una tal que creo que nunca ha sido curada por más medicina que la mía, es decir, la del amor, tanto por lo que se refiere a los viejos, como a las viejas» (1) El mitrídato es un electuario compuesto por gran número de ingredientes, que se usó como remedio contra peste, las fiebres malignas y las mordeduras de los animales venenosos. Debe su nombre a que Mitrídato, rey del Ponto, se dedicó desde joven al estudio de loe venenos. La triaca es un compuesto farmacéutico muy antiguo en el que intervenían muchos ingredientes, el principal de Ior cuales era el opio y se usó mucho para las mordeduras de animales venenosos. - (N. del T.) (2) Sir KenheIm Digby (1603-1665). Escritor, almirante (en 1628 derrotó a lar flotas francesa y veneciana) y, diplomático poco prudente. Se interesó por Ia Medicina y Ia Física y publicó un libro titulado Sobre el cuerpo. - (N. del T.). 33 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Con su restaurador, según él, a las personas de sesenta u setenta años, se sentían tan jóvenes como las que no pasan de veinte o treinta. Un método que aún no ha sido mejorado por nadie para aumentar las ventas de un rejuvenecedor fue explotado con gran éxito por otro conocido sacamuelas del siglo XVII, Moses Stringer. Escribió lo siguiente en lo que, según el, eran cartas privadas al doctor Woodrofe, profesor del Colegio Universitario de Worcester, en Oxford: « Muy señor mío: Desde que tuve el honor de recibir sus enseñanzas de Física y Química en la Universidad, me he aplicado con particular interés en el estudio de estas ciencias. He estudiado la naturaleza del cuerpo humano y consultado la historia de los antiguos, aunque me interesa mucho lo que dice Paracelso sobre la fuerza de la Medicina para la cura de la vejez. Aquel sabio químico hizo su primer experimento con una gallina tan vieja, que ya nadie quería matarla, bien porque no iba a producir ningún beneficio su muerte, bien porque le daba lástima. Mezclo su medicina, que el llamaba quintaesencia renovadoras, con cierta cantidad de cebada, y se la dio a la gallina durante quince días seguidos. Los efectos fueron maravillosos, y la gallina recobró la juventud, crió plumas nuevas y, lo que es más sorprendente, puso huevos y crió pollitos, como si le hubieran quitado años. Pero este pequeño experimento con animales no satisfizo el ansia investigadora de tan curioso químico, que aplicó luego su talento en beneficio de la Humanidad. Una mujer muy anciana que le servia de ama de casa, con todos los achaques de la vejez, se hallaba al borde de la muerte. Le dio la medicina durante quince días seguidos, como había hecho con la gallina, y obtuvo el mismo éxito. La mujer recobró salud, pelo y dientes. Su complexión parecía joven y vigorosa, y la naturaleza funcionaba en ella como suele hacerlo en las mujeres jóvenes. Meditando sobre estas curas y en la probidad y franqueza del médico de que procedían, pensé que quizá fuese posible preparar un remedio capaz de renovar la juventud y aliviar los achaques de la vejez. Tras algún tiempo, con elevados gastos y grandes esfuerzos, tuve la buena suerte de inventar dos medicinas de uso general: el Elixir Febrifugum Martis y la Sal de limones; pero, habiendo comprobado -aunque las curas que conseguí con ambos fueron sorprendentes- que no llegaban todavía a devolver la juventud en la medida en que yo hubiera deseado, me esforcé de nuevo, y espero haber inventado una medicina que alivia muchísimo los achaques de la edad, devuelve el vigor perdido y alarga la vida humana todo lo que el cielo permita.» Resulta difícil hallar mucha relación entre lo que dice Stringer y los escritos de Paracelso, que, por otra parte, eran de lo mas vago. En todo caso, no es probable que los lectores de esta publicidad consultaran las fuentes médicas en las que habla bebido Stringer, y la técnica de venta que éste empleaba sirvió, sin duda, para vender litros y más litros del Elixir renovans, que el preparaba en una casa situada en el barrio londinense de Black friars, cerca de la sede de la «Worshipful Society of Apothecaries» de Londres. Otras técnicas de los rejuvenecimientos del siglo XVII, aprovechando la ventaja que les daba el aislamiento o incluso el desahucio médico en que se hallaba en la mayoría de los casos el desventurado paciente, se reflejan en las actividades de charlatanes posteriores. La rutina del «desahucio médico», explotada con tanto tino en los tiempos modernos en los Estados Unidos, encuentra una temprana imitación en un anuncio de Stringer en el que cuenta el caso de un desdichado paciente que había 34 Rejuvenecimiento: La historia de una idea sido esclavo en Argelia y estaba prematuramente envejecido y gastado a los cincuenta y cinco años, pero a quien él había rejuvenecido tan bien, que ahora se hallaba completamente restablecido, rechoncho y sano; y todo esto, gracias a un tratamiento con Elixir renovans y después de que los médicos del Hospital de Santo Tomás renunciaran a ponerle bien después de un año entero de tratamiento. Otro prenuncio de lo que sería la técnica rejuvenecedora del sacamuelas próspero de tiempos posteriores tiene también su origen en el siglo XVII. Conociendo como conocían casi todos los hombres inteligentes de entonces, los beneficios de «tomar las aguas» (Capítulo 4), John Coniers, boticario de Shoe Lane, fue probablemente el primero que, en el siglo XVII, tuvo la feliz idea de embotellar una esencia que, según él, convertiría el agua corriente en agua medicinal. «Cualquier agua Limpia de arroyo, mezclada con un poco de ésta, se convierte naturalmente en verdadera Agua de Tunbridge, de mucha utilidad para los que quieran evitarse la molestia de ir a esa localidad», proclamaba ufanamente una hoja publicitaria. En general, el siglo XVIII siguió la tendencia del anterior en lo referente a los fraudes del rejuvenecimiento. El único cambio realmente digno de mención fue el que se produjo en la categoría social de algunos charlatanes. La mayoría de los rejuvenecedores anteriores eran gente de la misma calaña que los vendedores ambulantes que proclamaban sus mercancías por las esquinas y los mercados, y que se aprovechaban de la muchedumbre o de la aglomeración de posibles compradores siempre que se presentaba la ocasión. Sin embargo, en el siglo XVIII los charlatanes especialistas en rejuvenecer se convirtieron en personas muy importantes. Con frecuencia eran tenidos en gran consideración por la nobleza y ejercían su oficio en locales distinguidos. Un ejemplo típico de estos, aunque tuvo más éxito que la mayoría de ellos, fue el famoso James Graham (1745-1794), cuyas actividades rejuvenecedoras alcanzaron su punto culminante en Londres en los años ochenta de ese siglo. Como muchos de sus colegas, Graham empezó a dedicarse a la práctica del rejuvenecimiento a modo de actividad secundaria. Aunque otros han narrado ya la vida y aventuras de James Graham, este sacamuelas Por antonomasia, no estaría de más explicar aquí algunos momentos importantes de su carrera como rejuvenecedor. Ya en 1777, Graham se especializaba en el tratamiento de ciertas enfermedades por medio de corrientes eléctricas. En su juventud viajo mucho por las Islas Británicas, Francia y América, y aseguraba haber conocido al gran Benjamin Franklin y conversado con él. En 1780 pareció cristalizar su gran experiencia de sacamuelas, ya que abrió su impresionante «Templo de la Salud» en una elegante casa de diez estancias en Adelphi Terrace, Londres. Para que no cupiera la menor duda de lo que era, así como para dar a sus clientes una idea clara de lo que podían conseguir allí, Graham puso una enorme estrella dorada en la fachada de la casa, con las palabras: Templum Aesculapia Sacrum. Fuentes contemporáneas confirman que la idea de Graham tuvo gran éxito al principio. Entre sus pacientes figuraba Henry Angelo, que había sido maestro de esgrima en la corte de Jorge IV y que escribió: «Recuerdo las carrozas que paraban a la puerta de esta moderna Pafos, con grandes grupos de pisaverdes a ambos lados, llenos de curiosidad por ver quiénes eran los visitantes; pero los rostros de las damas estaban velados, ya que todas iban de incógnito». Una vez dentro del Templo, los pacientes de Graham se encontraban en estancias lujosamente decoradas. La más grande se usaba como sala de conferencias. En ella, pronunciaba Graham sus famosas charlas, en las que explicaba a sus oyentes lo que podían esperar si tomaban sus medicinas y seguían sus instrucciones en general. 35 Rejuvenecimiento: La historia de una idea También les ofrecía alguna diversión, como pequeños experimentos eléctricos, y, finalmente, exhibía a muchachas semidesnudas, a las que llamaba «diosas de la salud». La posible clientela quedaba informada de que podía conseguir las mismas gracias y belleza con sólo seguir el método de Graham. En otras estancias de la casa preparaba Graham sus medicamentos. Al principio había doce: 1. La píldora imperial, «infalible para las enfermedades biliares, gotosas y reumáticas». 2. La esencia antiescorbútica, «purificadora de la sangre y los humores». 3. El bálsamo vegetal, upara refrescar y limpiar toda enfermedad externa». 4. La esencia de perla, apara curar todas las úlceras, llagas gangrenosas, cánceres y suciedades bucales . 5. El ámbar etéreo, que «cura el reumatismo senil, espasmos, calambres, perlesías y tofos de la gota senil ». 6. El bálsamo nervioso etéreo, «estimulante balsámico para los nervios débiles y las fibras cansadas». 7. El bálsamo pectoral, «para la tos, los fríos, el asma, tisis». 8. El solvente y expulsador, «para las piedras renales». 9. Las gotas britdnicas, «antídoto especifico seguro, rápido, radical e infalible para la enfermedad venérea en cualquiera de sus fases y grados». 10. El bálsamo estimulante, «para la cura de la gonorrea crónica, los trastornos de la mujer y la impotencia masculina». 11. El polvo cefálico, «medicamento rápido, seguro y, en general, infalible para las convulsiones». 12. La quintaesencia etérea de ambrosia de oro, miel y rosa Salis, que «nutre y rejuvenece el cuerpo». Como habrá notado el lector, hay cierta repetición de efectos terapéuticos en esta lista de medicinas, pero se diría que el bálsamo nervioso etéreo y la quintaesencia etérea de ambrosia eran presuntos medicamentos rejuvenecedores. El segundo era, sin duda, el favorito del doctor Graham -se había atribuido un título médico inexistente, como tantos otros charlatanes-. El descubrimiento, preparación acertada y perfeccionamiento de esta nobilísima e indudable medicina divinas era la máxima preocupación de Graham, como el mismo escribió en uno de sus anuncios: «Durante más de diez años..., y con el principal objeto de llevar a termino, con la máxima excelencia de perfección y utilidad, este proyecto favorito mío, no vacilé en gastar más de doce mil libras esterlinas de mi bolsillo para construir y embellecer un aparato AdeptiAlqufrico Médicoeléctrico y Filosófico, infinitamente superior a cualquier cosa que se haya visto ahora o en ninguna otra época en el mundo». De un folleto posterior se deduce, sin la menor duda, que Graham había decidido, por el momento, concentrar todas sus energías en el arte del rejuvenecimiento, porque ahora describe sólo tres medicamentos «preparados y distribuidos en el «Templo de la Salud»: éter eléctrico, bálsamo nervioso etéreo y píldoras imperiales, todos ellos, medicamentos rejuvenecedores. El primero se preparaba : 36 Rejuvenecimiento: La historia de una idea «..en los grandes globos metálicos de la cúpula de los Templos Eléctricos de la Salud y el Himen, en el Apolo y otros apartamentos..., para ser influido por el fuego celestial. La esencia se purifica con filtraciones basadas en un principio nuevo, que impide toda posibilidad de que se evaporen sus partes más finas y volátiles. Los globos están enteramente forrados de metal, tanto por dentro como por fuera. Son doce, cada uno de los cuales contiene treinta y seis galones del medicamento. Los envases de cristal también están forrados de metal, encerrados en raras cajas magnéticas, y sus tapones están atravesados por tubos de cristal y gruesas varas metálicas, que terminan en multitud de puntos, de los que el fuego eléctrico, etc., mana constantemente, sobre el éter y las sustancias aromáticas, en arroyos luminosos y del más bello aspecto». Los medicamentos corrientes de Graham, que se vendían precintados en las mejores botellas de pedernal, nunca fueron baratos, ya que costaban cinco chelines y cinco peniques, dos chelines y ocho peniques y «quince peniques» el frasco. Las quintaesencias y las medicinas rejuvenecedoras eran mucho más caras, a una guinea el frasco (1). Además de esto, los visitantes del Templo tenían que pagar la entrada a precios que oscilaban entre un chelín y cinco chelines. Por este dinero gozaban del privilegio de ofr las opiniones de Graham sobre el rejuvenecimiento, mezcladas con cierta cantidad de sentido común sobre la higiene en general. Desde el punto de vista de la salud pública, Graham se adelantó mucho a su tiempo. En una época en que la limpieza personal era tan rara que las mujeres llevaban «trampas de pulgas para damas», llenas de miel, bajo sus voluminosas faldas, Graham aconsejaba que tanto la ropa personal como la de la cama se aireasen con frecuencia. «Y todas las prendas que os ponéis, así como la ropa de cama, deberían ser colgadas de cuerdas para que se aireansen día y noche al viento y al sol.» Aconsejaba también «lavarse la cara, el cuello, los brazos, los pies, las piernas, las partes pudendas y el trasero con agua fresca y pura de lluvia o de río o con agua suave y clara de fuente». Recomendaba un régimen alimentario sencillo y mixto, el uso de ropa ligera, el ejercicio físico periódico y la costumbre de dormir en camas separadas, marido y mujer, en ciertas ocasiones. «No durmáis todas las noches con vuestras mujeres o maridos.. . , sino que haya dos camas en la alcoba, o, mejor, dormid en apartamentos contiguos y sed moderados en todo momento en vuestros sacrificios conyugales,, decía con frecuencia Graham a sus oyentes. Algo después, quizá durante 1781, Graham empezó a anunciar una atracción nueva en el Templo de la Salud,. Era la «gran cama celestial, o magneticoeléctrica», que, encargada por Graham, había hecho el conocido estañero Denton. Se exponía en una estancia especial, con discreta y cómoda entrada desde la calle, y, según Gra ham, era un aparato rejuvenecedor de eficacia insuperada. «El gran lecho celestial, cuyas influencias mágicas son celebradas ahora dec uno al otro polos y desde el sol naciente hasta el poniente, mide doce pies de longitud por nueve de anchura y descansa sobre cuarenta pilares de brillante cristal exquisitamente trabajado, en ricos y variados colores. El dosel supercelestial de este lecho, que contiene especias olorosas, balsámicas y etéreas, perfumes y esencias y que es el gran receptáculo de esas in fluencias vigorizadoras y revividoras que exhalan el aliento (1 ) La guinea es una unidad monetaria ficticia , es decir, de la que no existe moneda acuñada, y que consiste en una libra esterlina y un chelín. Se dice en Inglaterra que el ideal de todo inglés es cobrar en guineas y pagar en libras. - (N. Del T.) 37 Rejuvenecimiento: La historia de una idea de la música y la fuerza revitalizante del fuego eléctrico, está cubierto, por el otro lado, con brillantes espejos. En la parte superior del dosel hay dos exquisitas figuras; una, de Cupido, y la otEa, de Psique, así como otra, detrás, de Himen, que lleva en una mano la antorcha encendida con fuego eléctrico, y en la otra, una corona celestial, que reluce sobre un par de tórlolas que descansan en un lecho de el otro elegante grupo de figuras que adornan la parte superior del dosel llevan instrumentos musicales que, con ayuda del más caro mecanismo, emiten los sonidos correspondientes a cada uno de los instrumentos allí representados: flautas, guitarras, violines, clarinetes, trompetas, cuernos, oboes, timbales, etc. Los postes o pilares que sostienen el gran dosel son grupos de instrumentos musicales, gaitas dora das, etc., que, en suave concierto, emiten sonidos suavísimos e inducen visiones de goces celestiales. En la cabecera de la cama, realzado por la luz eléctrica, aparece el primer gran mandamiento: Sed fecundados, multiplicaos y llenad la Tierra. Debajo vemos un elegante órgano de suave sonido, delante del cual hay un bello paisaje de figuras móviles, el sacerdote y la procesión de la desposada, que entra en el templo del Himen. En la cama celestial no se usan plumas, sino, a veces, colchones llenos de suave y fresca paja de trigo o de avena, mezclados con bálsamo, pétalos de rosa, flores de lavándula y especias orientales. Las sábanas son de la más rica y suave seda, matizadas de varios colores, que hacen juego con el cutis: verde pálido, rosa, azul cielo, blanco y púrpura, y todos estos colores, suavemente perfumados a la manera oriental, con esencia de rosa o los más ricos bálsamos y aromas. El principio básico de mi cama celestial consiste en piedra-imán artificial, con unos quince quintales de imanes compuestos, que se ínter influyen sin cesarr y forman un círculo en flujo permanente. La cama tiene un marco doble, que se mueve sobre un eje y puede ser ladeado o inclinado. A veces, los colchones están rellenos del cabello mas fuerte Y suave, obtenido, con grandes dispendios, de las colas de sementales ingleses, cuyo pelo tiene la máxima elasticidad.» La cama celestial se apoyaba en seis pilares macizos de bronce y estaba cubierta de «telas de satén, azul sajón y púrpura, perfumadas con especias árabes al estilo de las que se usan en el serrallo del gran turco». Había música para quienes deseasen participar en «éxtasis supremos, como es normal en quienes usan la cama celestial». Graham cobraba cincuenta libras esterlinas por pasar una noche en la cama celestial. Más adelante, hacia fines de 1781, Graham se mudó a un nuevo «Templo de la Salud», en Shomberg House (Pall Mall), en el centro mismo de Londres, donde ejerció el arte del rejuvenecimiento con asiduidad durante dos años más. Es posible que fuera un truco publicitario suyo el dirigir sus anuncios y pasquines, por aquella època, «a Sus Excelencias los embajadores extranjeros, la nobleza, los caballeros y la gente de cultura y buen gusto y mencionar que durante las recientes veladas hubo un exceso de público de, por lo menos, novecientas damas y caballeros»; pero hay pruebas suficientes, por la publicidad espontánea que le dieron a Graham los Periódicos y revistas de la época, de que era muy popular como experto en rejuvenecimiento. Como muchos otros hombres famosos, Graham acabó por ser victima de la volubilidad del público y caer en desgracia. Llegó el día en que no le quedó más remedio que cerrar el «Templo de la Salud», y vender lo que contenía. Por increíble que parezca, no disponemos de ningún dato sobre lo que fue de las máquinas eléctricas y de la cama celestial. Durante algún tiempo, Graham se ganó la vida con un nuevo método rejuvenecedor, inventado por él y bautizado con el nombre de «baño de tierra». Alquiló 38 Rejuvenecimiento: La historia de una idea una casita en Panton Street -que entonces era una zona popular-, con talleres y baños públicos de dudosa reputación, donde Graham se hundía en un baño de tierra y daba conferencias sobre las ventajas de su descubrimiento. Según una hoja periódica de cotilleo llamada The Ramblers’ Magazine, consiguió también persuadir a chicas jóvenes a que tomaran baños de tierra completamente desnudas, para edificación de los transeúntes. Sin embargo, no tardó en ser notorio que James Graham, el más grande de los seudorrejuvenecedores del siglo XVIII, estaba volviéndose loco. Aunque siguió ejerciendo en muchas partes de las Islas Británicas hasta casi fines del siglo, su clientela fue disminuyendo, al mismo tiempo que su ingenio y sus ideas únicas sobre el arte de rejuvenecer. Desde el punto de vista de la ética, las ideas sobre el rejuvenecimiento vigentes a comienzos del siglo XIX ofrecían poco que valga la pena exponer aquí. A pesar de todo, los progresos de la Química y la Medicina influyeron en cierta medida en la mentalidad de los sacamuelas. A fines del siglo XIX y comienzos del XX había ya una base ambiental de muchas posibilidades para rejuvenecedores sin escrúpulos. En términos generales, el rejuvenecimiento se ofrecía ahora de dos maneras. En primer lugar había el sistema de la «juventud nueva», y el restablecimiento de las funciones físicas, conseguidos normalmente con tónicos nerviosos y diversos elixires de larga vida. La popularidad de estos potingues era debida, tal vez, a que la gente no acababa de entender bien la naturaleza de los descubrimientos farmacológicos y científicos de la época. Y, en segundo lugar, el sistema del rejuvenecimiento sexual. Dos ejemplos de sustancias a las que se atribuían propiedades generales de rejuvenecimiento eran la «Fosferina» y el «Sanatogen». La primera fue analizada por los científicos de la «British Medical Association», ya en 1912, cuando sus fabricantes la anunciaron como «potente remedio vigorizador». Sus ingredientes resultaron ser: una solución, al 8 %, de alcohol en agua con un poco de quinina y ácido sulfúrico, a lo que se había añadido una ligera solución de ácido fosfórico. Todo esto se calculó que costaba menos del 2 % de su precio de venta al público. El «Sanatogen» fue anunciado al principio, en el London Graphic, como el alimento de la vida y tónico nervioso, que rejuvenece y revitaliza», y fue alabado públicamente por diputados, obispos y otros respetables caballeros, así como buen numero de aristócratas titulados. Cuando se analizó el «Sanatogen», se comprobó que era sólo caseína en polvo. Sus fabricantes afirmaban, entre otras cosas, que el «Sanatogen» contenía más del 700 % de alimento para los tejidos y sustento vital que la harina de trigo, lo cual indujo a los especialistas en dietética a analizar numerosos alimentos y compararlos con el «Sanatogen». Sus conclusiones fueron expresadas de manera cruda, pero gráfica, en un documento que, entre otras cosas, decía: «Un dólar de harina de trigo contiene tanta energía como ciento noventa y siete dólares de Sanatogen.» Como es natural, la demostración de que los fabricantes de dichos tónicos ganaban fortunas con ellos, no significa nada en sí. Porque si hubiera resultado que el «Sanatogen» o la «Fosferina» eran capaces de rejuvenecer, no habría importado nada el margen de beneficio que les quedara a sus inventores. Pero no se ha publicado nunca la menor prueba de que esos productos rejuvenezcan en el sentido estrictamente médico del término, aun cuando la gente se sintiera mejor después de tomarlos. Los fabricantes actuales de estos y otros pro duetos han quedado absueltos, por supuesto, de la acusación de charlatanería, y los anuncian de la manera más honorable. Tampoco podemos criticar los productos que se venden actualmente y cuyos fabricantes afirman que dan sensación de bienestar. 39 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Otro producto de comienzos del siglo XX, que se vendía con el impresionante nombre de «Vitae Ore», constituye un nuevo ejemplo de que nuestras ideas sobre el rejuvenecimiento ahondan sus raíces en la Antigüedad. Este polvo -del que se decía que fue descubierto por un nebuloso profesor llamado Theo Noel, «geólogo muy conocido»- era anunciado como «un sedimento de cierta maravillosa fuente medicinal». Los anuncios afirmaban también que el «Vitae Ore» convertía a los que estaban agotados en personas rebosantes de vigor, hombres de personalidad dinámica y mujeres cuya sangre ardiente y gracia femenina cautiva todos los corazones»; pero, después de analizarlo, se comprobó que contenla dos compuestos inorgánicos de lo más corriente: oxisulfato férrico y sales minerales de Epson. Tampoco eran mucho más interesantes, farmacologicamente, otros productos, como el «Cocafos» (que «da nueva vida, vigoriza, cría sangre, fuerza nerviosa y energía»), el «Neurovril» («¿se ha descubierto, por fin, el elixir de larga vida...? Los viejos se vuelven jóvenes, las mejillas amarillentas recobran el color sonrosado de la juventud,) o el «Osoge» (que «contiene la increíble combinación elemental llamada Serufos»). Probablemente, el alimento rejuvenecedor más divertido de todos éstos fue el «Antineurastín», invento de un medico alemán, el doctor Hartmann, introducido en Inglaterra justamente antes de la Primera Guerra Mundial. El «Antineurastín» se fabricaba y vendía como remedio contra la enfermedad del siglo XX», definida como complicado síndrome que comenzaba con excesiva sensibilidad y podía terminar en suicidio. El descubrimiento del doctor Hartmann prevenía y curaba esa enfermedad y proporcionaba el equilibrio perfecto de energía física y mental, que es la única base verdadera de la salud y la felicidad. Sus fabricantes creían que era «de gran interés para los intelectuales de todos los niveles sociales». Cuando la «British Medical Association» decidió analizar aquella joya terapéutica de la Europa continental, se comprobó que no era más que huevo seco pulverizado, comprimido en forma de tableta, con un poco de agua de patata deshidratada y lactosa. Desde el punto de vista alimenticio, cada tableta equivalía a una cucharadita de huevo fresco. Pero si vender huevo seco con enormes beneficios fue una idea alemana de la máxima audacia, mucho más audaz fue la técnica de G. H. Brinkler, el «experto en alimentos» -como se llamaba a sí mismo- de Washington. En pocas palabras, la tesis de Brinkler era la de que casi todos los procesos de decadencia física, desde las enfermedades hasta la vejez misma, se deben a regímenes alimentarios incorrectos. Él, y sólo él entendía los secretos de la Naturaleza. Pero como era generoso, estaba dispuesto a comunicar sus conocimientos únicos, aunque por supuesto, cobrando (sus honorarios eran setenta y cinco dólares). Pero, ¿qué importaba esto si el rejuvenecimiento estaba ahora al alcance de todos? Brinkler contrató los servicios de un ingles, un tal William H. Morse, médico, para que le preparara impresionantes certificados y advirtiera a posibles pacientes «que recordaran su dirección cuando se vieran al borde de la muerte, porque, con toda probabilidad, podría sacarles del trance incluso tan tardíamente. Como es de suponer, Brinkler era un charlatán inculto de la peor ralea». -una de sus debilidades era la creencia (que expresa a menudo) de que la mantequilla debilita-, pese a lo cual, vale la pena recordarlo como precursor de la escuela del seudorrejuvenecimiento, cuyo lema es: «La comida rejuvenece». Brinkler hizo así una pequeña fortuna; pero un buen día el Departamento de Correos de Estados Unidos formuló contra él una acusación de fraude. Los propietarios de otra sustancia rejuvenecedora norteamericana, el «Sargol», esquilmaron al público norteamericano cosa de tres millones de dólares, hasta que también a ellos les llegó el turno, fueron procesados y tuvieron que pagar 30000 40 Rejuvenecimiento: La historia de una idea dólares de multa. El «Sargol» era producido y anunciado al principio como alimento vigorizador del cuerpo, y luego, como rejuvenecedor de la «agente delgada y agotada». De hecho contenía hipofosfitos terapéuticamente inactivos y una pequeña dosis de estricnina en forma de Nux vomica. Esencialmente similar -por lo que se refiere a su identidad farmacológica- era la antes famosa tableta llamada «Luz de la vida», producida por los laboratorios de la compañía «Life», en Columbus, Estado de Ohio. También esta vez el Departamento de Correos norteamericano, convencido de que la «Fuente de la Juventud» no manaba realmente en la ciudad de Columbus, formuló una acusación de fraude, y otra banda de sacamuelas del rejuvenecimiento siguió el mismo camino que las anteriores. Una idea que tiene bastantes probabilidades de éxito en cualquier plan de seudorrejuvenecimiento consiste en decir que el remedio secreto que contiene la medicina ofrecida, procede de lugares lejanos. De la misma manera que el «Antineurastín» del doctor Hartmann se hizo popular porque era de origen alemán, de un preparado norteamericano que llevaba el exótico nombre de «El-Zair» se dijo que estaba hecho a base de ingredientes «que sólo podían obtenerse en ciertas cordilleras casi inaccesibles de África». «Dorar la píldora» es la solución más socorrida en el mundo de los sacamuelas, y los fabricantes, que vivían en la prosaica Calle Dieciséis de Nueva York, afirmaban que «El-Zair» tenía, además, la ventaja de haber sido preparado por aun hombre de ciencia inglés de gran reputación, el cual, a su vez, había dado con la pista de este agente rejuvenecedor en un manuscrito árabe «que había caído en manos de un amigo suyo». Si el principio activo de «El-Zair» era recogido debidamente «durante ciertas fases de la luna» y mezclado de acuerdo con ciertos ritos místicos, los fabricantes afirmaban que se convertía en potente sustancia farmacológica. Hacía crecer el pelo en cráneos calvos, daba fertilidad a las mujeres estériles, curaba la tisis y, por si esto fuera poco, «eliminaba la materia residual de la profundidad», que era causa de la vejez. Sin embargo, los científicos de la «American Medical Association», grupo de incrédulos de la segunda década de nuestro siglo, comprobaron que para hacer una sustancia idéntica a «El-Zair» no era necesario ir a África, y ni siquiera salir de los laboratorios donde se elaboraba, en North Deaborn Street (Chicago), pues bastaban dos onzas y media de sales minerales de Epson y una pinta de vinagre destilado. A veces, las actividades de los sacamuelas que con tanto éxito explotaban esta cantera, combinaban dos o mas de las ideas básicas del arte de rejuvenecer. Por ejemplo, el promotor del remedio botánico «Extracto orquítico», llamado Fred A. Leach, de Chicago, empezó su negocio vendiendo simplemente estimulantes para agrandar el órgano masculino. Pero, en general, los sacamuelas tendían a no salirse de sus respectivas especialidades. Un buen ejemplo de ayudas mecánicas de rejuvenecimiento sexual lo tenemos en el caso de la compañía de Electricidad Sanden, de Broadway (Nueva York), fabricante de un «cinturón eléctrico» que devolvía la virilidad. La electricidad -explicaban los fabricantes- era más poderosa que las drogas en cuestiones de rejuvenecimiento. Los anuncios mostraban a un hombre viril, que usaba el famoso cinturón y que, por lo mismo, volvía locas a las mujeres más atractivas en reuniones sociales y cuya vida transcurría en medio de una eterna juventud. Según los datos de que disponemos, la «Compañía de Electricidad Sanden» hizo grandes negocios, hasta que se le prohibió el uso del correo norteamericano. Sus gastos de fabricación de cinturones baratos, de lo más corriente, unido a los de organización de ventas, serían poca cosa. Pero un sacamuelas rejuvenecedor 41 Rejuvenecimiento: La historia de una idea norteamericano discurrió un sistema para evitar incluso el desembolso de esos gastos mínimos, limitándose sencillamente a cobrar por sus consejos. En pocas palabras, su sistema era el siguiente: Para «recuperar y conservar el vigor juvenil sin drogas ni adminículos peligrosos», bastaba gastar un dólar, que era lo que costaba el «método patentado» enviado al cliente. Este método aumentaba el aflujo de sangre y energía nerviosa a los testículos..., poniendo una mano a cada lado del escroto, por encima de los testículos, estirándolos en sentido opuesto al cuerpo y moviendo la mano de un lado al otro de manera oscilante, sin dejar de tirar de ellos. Por sorprendente que parezca, este consejo confidencial ganó numerosos adeptos, hasta que también le fue vedado el uso del correo norteamericano. Otro profesional del consejo físico relacionado con el rejuvenecimiento fue Alois P. Swoboda, de Nueva York, uno de los iniciadores del tipo de ejercicio rejuvenecedor que más tarde explotaron al máximo Charles Atlas y otros. Swoboda daba una garantía de noventa días, con su sistema, destinado a «devolver la juventud, sin que tenga importancia lo viejo que se sea». «Garantizo que le eliminare la vejez de manera permanente y total, afirmaba el rejuvenecedor. El curso que ofrecía Swoboda se hizo popular en seguida, aun cuando costaba veinte dólares. Su sistema era la sencillez misma. Despojándole de la huera fraseología que con tanta frecuencia encontramos en la literatura de los sacamuelas, requería simplemente flexionar y relajar ciertos músculos, o sea, lo que hoy se ha adornado con el nombre, muy descriptivo, de isometría. El rejuvenecedor pensaba que, fuera como fuese, este sistema producía «la antagonización científica de las energías y las fuerzas que residen en las celdas positivas y negativas del cerebro, el sistema nervioso y los músculos... El antagonismo de los músculos constituye en realidad el 95 % del funcionamiento básico de mi sistema». El simple principio fisiológico de que es virtualmente imposible flexionar ningún músculo sin relajar su correspondiente antagónico, parecía haber sido completamente olvidado por los enfermos de Swoboda, y, pese a la evidente pureza de su sistematología, el «sistema» dio estupendos resultados económicos tanto a su inventor como a sus imitadores subsiguientes. Es imposible dejar este tema del rejuvenecimiento físico sin mencionar, aunque sea de pasada, a Hércules Sanche, que, antes de dedicarse a su verdadera vocación, el rejuvenecimiento, se llamaba a si mismo, modestamente «Descubridor de las leyes de la cura espontánea de las enfermedades». El tratamiento de Sanche para todas las enfermedades consistía en fijar con una correa al tobillo, la pierna, la muñeca o cualquier otra parte del cuerpo, una pieza plana de metal de la que salían varios alambres, los cuales, a su vez, estaban conectados a lo que, en resumidas cuentas, no era otra cosa sino un simple pedazo de tubería metálica de gas, generalmente rellena de carbón vegetal. El «instrumento» original de Sanche, llamado «Electropoise», ofrecía, modestamente, un remedio casero de oxigeno sin necesidad de medicina, remedio que da al sistema la cantidad de fuerza eléctrica que necesita y que, gracias a su acción térmica, pone al cuerpo en estado de absorber oxigeno por los pulmones y los porosa. Animado por el éxito de su extraño aparato, Sanche invento el «Oxydonor», que costaba treinta y cinco dólares y que era, por tanto, tres veces y media más caro que el «Electropoise». A pesar de todo, su acción -decía Sanche- era muchas veces más potente, Además de «forzar», al cuerpo a absorber más oxigeno, disponía de una fuerza nueva, que el llamaba la «diaducción». La fuerza de diaducción, otro de los «inventos», de Sanche, nunca fue explicada satisfactoriamente. El inventor mismo trato de explicarla en una frase de 468 palabras, aunque, por la razón que fuese, no lo consiguió. Sanche fue llevado, al fin, ante los tribunales, y el juez Shiras, del Tribunal Supremo, dijo: 42 Rejuvenecimiento: La historia de una idea -Puedo afirmar que no entiendo en absoluto el funcionamiento de esa supuesta fuerza, si es que existe, y personalmente dudo mucho de que el doctor Sanche tenga una idea muy clara de lo que es la fuerza o el principio que trata de propagar con el nombre de diaducción. Sigue siendo dudoso que la fuerza en cuestión llegase jamás a ser explicada o comprendida. Sanche tenía la certeza de que revitaliza al ser humano, a los animales y las plantas, hasta el grado requerido, con la misma rapidez como si se tratase de arte de magia, sin que el enfermo sienta nada, mientras duerme tranquila y naturalmente, para despertar sano, fuerte, vigoroso, hambriento y mas animado que de costumbre». Sanche acabó por convertir su fuerza diaductiva en una especie de religión, y sus con versos emitían el Voto de la Duxanimae, a la vez que hacían grandes donativos para cubrir los gastos personales del negocio rejuvenecedor de Sanche. Estos donativos, a instancias del «sumo sacerdote», eran en forma de «bienes convertibles» para el «fondo de la Causa de la Duxanirnae por Inducción». Como es natural, el «Oxydonor», tuvo imitadores, como el «Oxytonor», el «Oxypator» y el «Oxyton», por citar sólo unos cuantos. Incluso en los años treinta se vendía un aparato que era una reminiscencia de estos: el «Vitalizador», que consistía en un simple reflector intermitente, con una cuerda a la que estaba unida una pieza de metal del tamaño de un lápiz. Este «elemento» se insertaba en el recto, se daba la corriente, y la fuerza eléctrica -decía el fabricante- llenaba el cuerpo del enfermo. Aparte esto, pero en cierto modo relacionado con las técnicas del rejuvenecimiento general, tenemos el rejuvenecimiento sexual puro y simple. En la sociedad moderna es tan grande el deseo de conservar hasta la vejez la potencia sexual, que el fabricante de medicamentos a quien se le ocurra una idea feliz de rejuvenecimiento sexual y la explote en la forma debida, puede considerarse rico. Uno de los remedios rejuvenecedores más populares de Inglaterra durante más de cincuenta años fue un preparado que se vendía con el nombre de «Damaroids». Según los fabricantes, era «una cura infalible e inofensiva de la debilidad general, la decadencia física, la perdida de fuerza nerviosa, el varicocele, etc.». Farmacológicamente, el «Damaroids» era muy simple. Contenía hipofosfitos de hierro y quinina, sustancias que carecen de valor como rejuvenecedores o afrodisíacos. Su nombre parece deberse a que contenía un poco de extracto de damiana. Más descarado en sus promesas, pero no tan popular, ni mucho menos, durante tanto tiempo, fue el «Restaurador sexual Gordon», un elixir «viroeréctil» que, farmacológicamente, era igual de inocuo. Se han cometido muchos otros fraudes terapéuticos como tantos, tan parecidos entre si que, al estudiarlos, se aprende poco sobre las ideas básicas del rejuvenecimiento. Una excepción a esta regla la constituye una idea clásica de la historia del rejuvenecimiento sexual. La mejor manera de explicarla tal vez sea citar una expresión que se usa con gran éxito comercial durante más de un siglo: «La virilidad perdida». Se discute a quién se le ocurrió tan feliz eslogan, pero la idea en que se basa está ya en la obra de un sacamuelas inglés de fines del siglo XVIII: el doctor William Brodum. Brodum, como muchos otros charlatanes de su época, compró su doctorado en el Marischal College de Aberdeen (Escocia), por 5 guineas. Ejerció en la zona londinense de Blackfriars, donde vendía dos medicamentos: el «cordial nervioso», y la «esencia botánica». Ninguno de los dos ofrecía rejuvenecer a nadie, y de no haber sido por un libro que escribió Brodum en 1795, tal vez se hubiera perdido la esencia de su charlatanería. En pocas palabras, el credo de Brodum consistía en lo siguiente: Como resultado de la masturbación juvenil, el individuo se debilita y envejece prematuramente. A menos que se remedie esto de alguna manera, y sin pérdida de 43 Rejuvenecimiento: La historia de una idea tiempo, la decadencia física es inevitable, y la mente acaba por seguir el mismo triste destino que el cuerpo. El libro de Brodum, sobre todo el tomo II, incluye una repulsiva descripción de los productos residuales de la virilidad y la feminidad perdida, hasta el punto de que, aun en estos días de licencia literaria, raro seria el censor que permitiese su publicación. Pero en todos los casos terribles que menciona Brodum queda, naturalmente, un resto de esperanza. Una vez que el enfermo empieza a tomar el acordial nervioso, o la “esencia botarka” -casi da igual uno que otro-, es inevitable el rejuvenecimiento, tanto mental como físico y sexual. Teniendo en cuenta la época en que vivía, se ha de convenir en que la charlatanería de Brodum le dio buenos resultados. Los frascos grandes de su medicamento costaban 5 libras esterlinas y, en el auge de su fama, había en Londres ocho tiendas que lo vendían, y otras sesenta en el resto de Inglaterra. La idea iniciada por Brodum, o sea, el tratamiento de la virilidad perdida, fue explotada, al fin, a fondo en los Estados Unidos. El centro de esta actividad era principal mente una serie de establecimientos, llamados «institutos médicos». En Londres había unos cuantos a fines del siglo XIX, pero su influencia no era tan grande como la de sus equivalentes norteamericanos. En términos generales, puede decirse que tales institutos eran guaridas de sacamuelas, médicos sin escrúpulos o sin título, etc. En los Estados Unidos, durante las dos primeras décadas de nuestro siglo, la mayor parte de las grandes ciudades tenían su instituto medico. A veces, estos establecimientos tenían, a manera de pantalla, un seudo museo médico, en el que modelos de cera mostraban a los visitantes los horrores de la virilidad perdida, y la enfermedad venérea. En otros casos, el instituto actuaba desde algún despacho de aspecto respetable, con médicos de categoría inferior, entrenados en el arte de diagnosticar y curar esas enfermedades vergonzosas, aunque los pacientes tuvieran una cosa distinta por completo. Los miembros mas dinámicos de los institutos médicos fueron, sin duda alguna, el doctor Edward N. Flint y los doctores Reinhart, de Chicago. Estos últimos dirigían una gran red de institutos, donde trabajaban médicos cuyos títulos eran a menudo tan dudosos como los de sus mismos jefes. Por fortuna, hay artículos de periódicos de la época en los que se conservan informes de primera mano relativos a exgerentes de estos institutos y que revelan las técnicas que utilizaban. Uno de estos exgerentes declaró a un periodista: «Un día sonó el timbre abajo y esperamos bastante tiempo a que subiera el paciente. En vista de que no aparecía, mire por el vano de la escalera y vi a Compton, que subía casi en brazos a un viejo por las escaleras. Lo llevamos al teatro de operaciones. No tenia un pelo en la cabeza ni un diente en la boca, estaba sordo y casi sin vista. Compton le había convencido de que la única razón de que ya no fuese joven era que había perdido la virilidad y que nosotros érarnos los únicos capaces de devolvérsela. Firmó un contrato con nosotros para someterse al tratamiento que, creía él, iba a rejuvenecerle. Naturalmente, nosotros le cobramos el elevado anticipo de costumbre, lo cual garantizaba que volvería de nuevo. Tuvimos que llevarle casi en brazos escaleras abajo, pero volvió a casa convencido de que, a pesar de sus ochenta y cuatro años, seria de nuevo un muchacho al cabo de una semana.» El mismo gerente explicó también los métodos de rejuvenecimiento que se usaban. Había dos medicamentos, uno de los cuales no era, ni más ni menos, que agua 44 Rejuvenecimiento: La historia de una idea coloreada (Aqua Michiganus, solía rezar la prescripción facultativa), y. para los que necesitaban algo más fuerte, elixir simple. La preparación de este último era sumamente sencilla: cuatro libras de azúcar se disolvían en dos quintos de pinta de alcohol puro, a lo que se añadía agua suficiente para llenar un envase de dos galones. Con azúcar quemada y esencia de naranja se coloreaba el «medicamento», el cual se vendía entre dos y cinco dólares la botella de cuatro onzas. «Es casi whisky, y cualquiera puede emborracharse si lo bebe con regularidad», comentó con curiosa franqueza uno de los empleados al periódico Chicago Tribune. Para los que no eran aficionados a tomar medicinas o no reaccionaban con ninguna de los dos administradas normalmente por el Instituto, había «Píldoras de Hinckles», un purgante suave («Las teníamos de tres colores, de modo que los pacientes podían seguir tomándolas durante tres semanas»). Uno de los socios de la organización Flint-Reinhart, en Chicago, era un tal doctor B. M. Ross, quien -dicho sea de paso- afirmaba ser «médico con todas las de la ley», con veinticinco años de ejercicio ininterrumpido en Chicago. Solía anunciarse en los periódicos con regularidad en tres idiomas extranjeros, para que los ciudadanos que no supieran leer inglés pudiesen ser atendidos debidamente. Otros charlatanes, especialistas en curar a los «que se han destruido la salud», usaban grotescas máquinas eléctricas como parte de sus tratamientos. Una de las buenas ideas comerciales con que los inocentes eran embaucados por los institutos médicos fue usada también como parte de la seudo arte del rejuvenecimiento en época más reciente: la «consulta gratis» que se ofrecía a los pacientes a modo de gancho. «iNo cobro por la consulta, no vacile en consultarme! -les decía el director del Instituto Medico de Winsconsin a los viejos-, la juventud ha pasado ya», y, «al recordar el pasado, ahora se dan cuenta ustedes de los errores cometidos..., pero la naturaleza no se volverá atrás... El castigo serán los achaques, la muerte, la decadencia», advertía una hoja publicitaria a posibles pacientes. Pero no todo se había perdido, porque así vienen al Instituto Médico de Winconsin y piden ayuda -se decía a los viejos-, nuestro maravilloso tratamiento electromédico, que ha salvado a miles, los salvará también a ustedes». Poco a poco, gracias a la prensa inteligente, a la «American Medical Association» y a un aumento general de los conocimientos médicos del público, los institutos médicos fueron cayendo en desgracia, y el número de sus pacientes empezó a disminuir, y de esta forma acabo un periodo interesantísimo, aunque negro, de la historia del seudorrejuvenecimiento. Una de las premisas más importantes de la historia del charlatanismo de éxito consistía en ir al compás de los tiempos, por lo menos en el terreno de la Ciencia. En los dos treinta de nuestro siglo había cundido entre la gente la errónea teoría del rejuvenecimiento con ayuda de extractos e injertos de glándulas sexuales. Era evidente que los sacamuelas tratarían de aprovechar esta cantera magnífica, y el nombre que quedó más vinculado a este tipo de actividad fue el del «doctor» John R. Brinkley. Brinkley realizó grandes esfuerzos por hacerse pasar por medico, aunque sin tomarse la molestia, naturalmente, de cursar estudios normales de Medicina. Recibió su educación premédica -decía él- en la Academia Milton, en Baltimore, en donde se había doctorado en Humanidades. Por desgracia, la Academia Milton era conocida por la facilidad con que repartía diplomas y títulos, y su director había tenido el dudoso honor de pasar seis meses en la cárcel por desfalco. Luego Brinkley adquirió un doctorado en Leyes en otro centro docente de la misma categoría: la Universidad de Oskaloos, en el Estado de Iowa. Pensando quizás en que había una laguna en su 45 Rejuvenecimiento: La historia de una idea educación médica, el futuro rejuvenecedor trabajó durante una temporada en la Universidad Medica Ecléctica de Kansas City, antes de pasar a otra máquina de dar títulos universitarios: el Colegio Universitario de Medicina y Cirugía de Kansas City. Finalmente, Brinkley se convirtió en persona de gran importancia social en Milford hacia los años veinte, y obtuvo una licencia del todo legal para ejercer la Medicina en el Estado de Kansas. Sin embargo, se produjo un alto temporal en la carrera de este extraño médico cuando fue detenido por vender bebidas alcohólicas y alterar el orden público violando las leyes antialcohólicas del Estado de Kansas. Le impusieron una multa de trescientos dólares y una sentencia de ncl venta días de cárcel, pero el doctor Brinkley logró convencer al juez de que le dejara en libertad condicional previo pago -solamente- de las costas del juicio. Para entonces, el credo médico de Brinkley estaba ya completamente delineado y se predicaba en varias instituciones medicas. Por ejemplo, en los Laboratorios de Investigación Brinkley y en la Asociación de Hospitales BrinkleyJones, que formaba parte del Colegio Universitario de Médicos y Cirujanos, donde se trasplantaban glándulas de macho cabrio a hombres viejos; ésta era su llamada «operación compuesta». Otra especialidad suya era la inyección rectal de su «emulsión especial de glándulas». Brinkley, que decía contar entre sus pacientes senadores norteamericanos y otras personas importantes, justificaba con su nivel de vida la idea general de que el sacamuelas tiene que sacar muelas a peso de oro. La inyección especial de glándulas costaba 100 dólares, y la operación, de 750 a 1.000 dólares, según la edad del macho cabrio al que habían sido extraídas las glándulas. Pero Brinkley cometió, al fin, un error grave, al solicitar el ejercicio de su especialidad en California, justificando la solicitud con la reciprocidad de sus títulos, porque ahora alegaba ser, además de Doctor en Medicina, Doctor en Ciencias. Al parecer, había operado ya en California bastante tiempo, y -según decía- rejuvenecido al director de un periódico de Los Angeles. Por desgracia para él, a las autoridades californianas no les impresionaron ni poco ni mucho sus títulos, se negaron a darle la licencia para el territorio de su Estado y llegaron incluso, en su falta de comprensión, a pedir su extradición por tratar de violar las leyes médicas del Estado de California. Por fortuna para Brinkley, le salvaron la reputación y el poder de que gozaba en Kansas, y, apoyándose en esto, el Gobernador del Estado se negó a acceder a la petición. Pero gradualmente, fue decayendo tal reputación incluso en Kansas. Durante muchos años había sido dueño de una emisora de radio, con la que propagaba sus falsas hazañas rejuvenecedoras. Sin embargo, un día se le retiró la Licencia radiofónica. Esto no le preocupó demasiado, porque compró una emisora de radio en México, desde la cual continuó su propaganda, y para ello iba y venía Del Río a Little Rock (Estado de Arkansas) en su avión Particular. Las aspiraciones medicas de Brinkley recibieron otro duro golpe cuando una universidad italiana que -por la razón que fuese- le había conferido un título honorario, se lo retiró. Pero ya para entonces, el opulento dueño de cuatro automóviles, varios yates y un avión particular, había superado su fase de simple rejuvenecedor y decidido entrar de lleno en la vida política. En tres ocasiones se presentó candidato a Gobernador de Kansas, y en una de ellas fue derrotado por muy escaso margen. Antes de morir, en 1937, Brinkley fundó un hospital en Little Rock y una iglesia en Milford. En ésta hay una conmovedora inscripción por la cual se entera el visitante de que fue «erigida a Dios y a su hijo Jesús en memoria de las muchas gracias que me han conferido. J. R. Brinkley». Aunque las ideas y métodos de Brinkley no han sido mejoradas probablemente por nadie, al menos entre los modernos sacamuelas, otros farsantes, diligentes, pero 46 Rejuvenecimiento: La historia de una idea menos favorecidos por el éxito, han explotado también las teorías del rejuvenecimiento glandular, por ejemplo, el «Medica Aid Bureaur», que vendía un producto llamado «Golden Glans», o glándula dorada, del que se preparaban dos tipos: uno, para el hombre «al que le pasa por alto que no concede ya a su mujer la atención que solía prestarle», y otro, para mujeres. Este último «moldeaba suaves curvas, daba labios maduros, rojos, mejillas sonrosadas y los fascinantes atractivos propios del sexto femenino». De la misma forma, la «New Life Corporation» vendía cápsulas para curar de manera definitiva la impotencia y el vigor sexual decreciente. Al analizarlas se comprobó que contenían cierto extracto glandular, pero también cantaridas. Asimismo, la «Peptoro Medical Company» anunciaba un método para curar noventa y cinco de cada cien casos de virilidad perdida con ayuda de extracto glandular mezclado con «una sal de oro puro y yohimbina». De hecho, los preparados glandulares que producía esta compañía -creada no por un falso médico, sino por un leñador retirado- contenían cantáridas, Nux vomica y citrato de hierro y amonio. Las glándulas y sus extractos, como el oro y la yohimbina, sólo existían en el membrete. 47 Rejuvenecimiento: La historia de una idea 6 METCHNIKOW Y LA INTOXICACION INTESTINAL Es posible que la primera teoría de rejuvenecimiento que llamó la atención del mundo de la Ciencia sea una que ha quedado vinculada al nombre del biólogo y premio Novel ruso, Ilya Metchnikow. El auge y la decadencia de los principios básicos de las teorías de Metchnikow, así como la manera en que éstas influyeron en otros eminentes hombres de la época que siguieron su impetuosa estela, se han de examinar teniendo en cuenta la personalidad de Metchnikow y el clima científico de fines de siglo. Sólo así podremos comprender la génesis de la teoría de la intoxicación de la vejez y el método de rejuvenecimiento a que esta, con la más grande lógica, dio origen. Metchnikow nació el 16 de mayo de 1845, y creció en la región esteparia de Jarkov, llamada Pequeña Rusia, en un ambiente muy cercano al que podríamos llamar fondo de la escala aristocrática. Su padre era oficial del ejército, y su juventud transcurrió de la manera convencional de un joven oficial, casado, del ejercito imperial. No tardó en acabar con la fortuna de su joven esposa en los garitos de San Petersburgo, dejando a la familia en situación tan apurada, que se ofreció como la única solución posible la vida rural, con lo que se creó el estado de cosas que haría de Ilya un futuro hombre de ciencia y rejuvenecedor. Ilya, el más joven de la familia, creció y llegó a ser un muchacho rubio y delgado, de tez clara, sonrosada y blanca..., pequeños ojos grises, llenos de afabilidad y vida. Era muy nervioso, impresionable e irritable. Siempre quería verlo todo, saberlo todo y encontrar la salida de todos los laberintos, dice Olga Metchnikow, en su Vida de Ilya Metchnikow. Al referirse a su juventud, sus biógrafos dan significativos datos, dignos de examen si queremos comprender su vida adulta. Era un niño muy mimado y, sin duda alguna, el favorito de su madre. De muchacho tenía blefaritis crónica, y esto fue interpretado como «debilidad» por el medico de la familia, el cual -quizás algo dogmáticamente decía que era preciso, a costa de lo que fuese, no permitir que el joven Ilya llorase o tuviera berrinches, porque siempre acababan dándole «dolor de ojos». Es interesante esta situación especial en que vivía el muchacho en el seno de su familia, como consecuencia de su debilidad. Su hermana pensaba que era mal intencionado, y es fácil imaginarse que a sus hermanos mayores no les podía hacer mucha gracia la compañía de Ilya en la casa de campo. Sea como fuere, lo cierto es que Ilya se convirtió en el favorito de las criadas, además de serlo de su madre, a quienes el muchacho se sentía psicológicamente atraído de la manera más anormal y malsana. Lo más probable es que estos factores ambientales, doméstico y médico, contribuyeran a producir en el carácter de Metchnikow defectos que determinaron una carrera científica más bien desgraciada. Se observaban en él tendencias obsesivas que, a veces, adquirían proporciones casi paranoicas, junto con una falta de madurez asociada a la depresión. A los ocho años, el destino brindó al neurótico muchacho, ya completamente atado a las faldas de su madre, la oportunidad de ocupar su joven cerebro en una actividad útil. Su segundo hermano, Leo, había vuelto del colegio, en San Petersburgo, a causa de una enfermedad de la cadera, por lo que fue necesario contratar a un profesor particular, para que pudiera seguir estudiando en casa. Aunque Leo era un discípulo 48 Rejuvenecimiento: La historia de una idea muy inteligente, al profesor le impresionó mas el joven Ilya, que, pese a su juventud, mostraba una rara disposición por las Ciencias Naturales. Más adelante, cuando entró en el Instituto de Jarkov, Ilya empezó a consolidar sus primeras aspiraciones científicas. Abandonó la religión de su familia y se hizo ateo cuando aún era estudiante. Logró hacerse amigo del catedrático de Filosofía de la Universidad y terminó sus estudios con medalla de oro. La primera fase de la vida científica de Metchnikow consistió, al parecer, en una serie de episodios muy brillantes, aunque alternados con periodos de conducta extraña, neurótica e inexplicable. Por ejemplo, no tardó en definir un nuevo orden de animales de agua dulce, los Gastrotricos, evolutivamente a mitad de camino entre los Rotíferos y los gusanos Nematodos. También hizo valiosas aportaciones a la Embriología comparada. Pero un día, llevado de un súbito impulso, decidió abandonar sus estudios en Jarkov para ir a Alemania, a la universidad de Wurtzburgo. Por desgracia llegó allí en pleno período de vacaciones y se comportó de manera curiosamente inmadura. Volvió a Jarkov desanimado y alarmado por tan desdichada experiencia. Otro curioso episodio de su juventud es el relativo a su trabajo como ayudante de un eminente profesor en Gotinga, con el que deseaba estudiar Anatomía vertebral; pero no había pasado ni siquiera veinticuatro horas en el laboratorio, cuando sorprendió a todos al tirar violentamente al suelo una valiosa disección en un momento de cólera. Había dado ya sobradas pruebas de estos extraños períodos de insociabilidad, que parecían formar parte integrante de la vida y carácter del futuro rejuvenecedor. Con frecuencia lo incapacitaban para el trabajo violentos ataques de mareo. Sentíase deprimido con facilidad. Su antigua «debilidad óptica» seguía molestándole de vez en cuando. Las cartas que escribió a su madre en este período muestran la persistencia de un vinculo emocional entre ambos que no era natural. El examen psiquíátrico superficial del comportamiento de Metchnikow frente al sexo opuesto revela que era incapaz de relaciones sexuales normales. Su interés oscilaba entre las mujeres que se parecían a su madre y las chicas mucho más jóvenes que el. Se casó en primeras nupcias con una mujer madura, y en segundas, con una verdadera niña. Por suerte, su innata bondad despertó en esta jovencita el deseo de amarle de manera satisfactoria, y acabó por ayudarle en sus trabajos científicos y escribir su biografía. Ninguna de sus mujeres le dio jamás hijos. Se diría que la pobre vida sexual de Metchnikow formase parte de su personalidad neurótica. A medida que iba desarrollándose su importante carrera científica como naturalista y biólogo, cuando se planteaba una situación difícil o se producía una crisis emotiva, nuestro hombre reaccionaba retirándose a su torre de neurosis. En más de una ocasión intentó suicidarse. A veces se encerraba en un cuarto oscuro para «descansar la vista». Después de uno de estos períodos de depresión se prescribió a sí mismo un régimen especial, y así se le ocurrió la idea de que la enfermedad que sufría era el resultado de una intoxicación intestinal crónica causada por microbios. En este momento concibió una idea sobre el rejuvenecimiento que, además de ser notabilísima, tenía una base científica. Mas para comprender las extrañas ideas del eminente biólogo, hemos de examinar más detenidamente la carrera de Metchnikow. Sus primeros trabajos no merecen una especial consideración, si bien hemos de citar el hecho de que durante sus viajes de juventud había empezado a sentir gran intert% por la Biología marina. El año 1881 fue importante para él, para su esposa y para la historia del rejuvenecimiento. Poco antes había intentado suicidarse de una forma curiosa: inoculándose fiebre crónica. No mucho después de recuperar el equilibrio físico y mental, murió su suegro, que les dejó una pequeña finca. La vida que llevaban entonces en Pequeña Rusia no era muy tranquila, a causa de las fricciones entre el Gobierno, los terratenientes y los campesinos. Por eso, la joven pareja - tenía sólo 49 Rejuvenecimiento: La historia de una idea treinta y seis años y parecía a «una imagen de Cristo»- fue a vivir a orillas del Mediterráneo, donde Metchnikow no tardó en absorberse en sus estudios de Biología marítima. Con frecuencia resulta difícil seguir el hilo de los pensamientos de un hombre de ciencia que está absorto en una determinada teoría. Pero la idea inicial de Metchnikow, que sirvió para resolver uno de los misterios patológicos de nuestra época, ha sido conservada tal y como el la expuso. Observaba las células móviles mesodérmicas de la estrella de mar, cuando ... «Un día..., a solas con mi microscopio, estaba yo observando la vida de las células móviles de una larva transparente de estrella de mar, cuando un pensamiento nuevo cruzó de pronto por mi mente. Se me ocurrió que tal vez células semejantes sirvan para defender el organismo contra intrusos... Me dije a mi mismo que si mi suposición era cierta, una astilla hincada en el cuerpo de la larva de la estrella de mar, que carece de vasos sanguíneos y de sistema nervioso, quedaría rodeada en seguida de células móviles...». Metchnikow realizó el experimento, y al día siguiente, temprano, su preparado demostraba la existencia del fenómeno por él postulado. No faltaba más que un paso, intelectualmente corto, para hallar la semejanza entre los leucocitos mesodérmicos de los animales superiores durante la inflamación bacteriana, y las células móviles que él mismo habla visto actuar en la estrella de mar. En 1883, Metchnikow publico sus descubrimientos iniciales, y así se inició un nuevo capítulo de la historia de la patología. Es curioso que no fuese Metchnikow quien acuñara la palabra «fagocito». El concepto de un ejercito de células devoradoras que se lanzan contra el invasor fue «inventado» por un científico amigo suyo, a instigación suya, y no es mas que la traducción al griego de la expresión a «célula devoradora». Por medio de un hábil experimento se demostró que la teoría de la fagocitosis era estrictamente aplicable a cambios producidos en enfermedades espontáneas. Se hicieron experimentos con el crustáceo transparente de agua dulce, Dafnia, y se estudió su manera de reaccionar ante las infecciones con el hongo parásito Monospora bicuspidata. Como era de esperar, no fue apreciado universalmente un concepto tan revolucionario de la etiología de las enfermedades. Varios científicos de primera fila, entre ellos, el gran Robert Koch, lo criticaron duramente. Sin embargo, poco a poco, los discípulos de Metchnikow fueron multiplicándose. Metchnikow se instaló en Paris en 1888 y encontró poderosos aliados en Pasteur y sus colegas. Lister no tardo en darle también la razón y, finalmente, el mundo entero se inclinó ante sus ideas únicas, pero comprobadas, sobre los mecanismos defensivos contra las enfermedades bacterianas. La lucha de Metchnikow por conseguir la aprobación del mundo para su teoría pareció influir en su personalidad de dos formas importantes. En primer lugar, empezó a creer, cada vez más firmemente, que para comprender cualquier proceso científico es necesario estudiar las reacciones de los organismos primitivos y encontrar así pistas esenciales que abran el camino a nuevos atisbos. Entonces puede aplicarse la Anatomía comparada, para hallar analogías en organismos superiores. En segundo lugar, su suspicacia, inherente a toda crítica ya excesiva y anormal, se convirtió en un estado mental que lo inducía a seguir cualquier idea que se le ocurriera, con obsesivo dogmatismo. Poco después de una reunión del Congreso Intemacional, convocada en Moscú en 1897, que fue muy estimulante y favorable para él, Metchnikow dedico su atención, una vez más, a las funciones de los grandes macrófagos vagabundos, cuya presencia 50 Rejuvenecimiento: La historia de una idea había comprobado en numero variable en todos los tejidos. Los observó ingiriendo corpúsculos rojos, células somáticas y espermatozoos deteriorados de casi todos los tipos. A veces, las células que estudiaba hablan sido debilitadas a causa de procesos evolutivos, por ejemplo, la absorción de la cola de los renacuajos en el transcurso de su desarrollo, y a veces también a causa de toxinas, enfermedades e incluso vejez. De acuerdo con las ideas que había elaborado, Metchnikow creía que el envejecimiento era debido a debilidad. o anormalidad celular, y esto le parecía que encajaba bien con la nueva y ya universalmente aceptada teoría de la fagocitosis. En resumen, la presencia de ciertos organismos en los intestinos permitía a las toxinas pasar al torrente circulatorio, con lo cual resultaban deterioradas las células somáticas, células deterioradas que eran ingeridas por los macrófagos. El resultado de este proceso era la depreciación celular de los tejidos. La senilidad sellaba la conclusión de esta serie de sucesos. Metchnikow pasó luego a someter su teoría a la prueba de la Anatomía comparada. Como resultado, llegó a conclusiones que apoyaban su hipótesis. Muchos seres marinos primitivos, en especial los que carecen de sistema digestivo independiente -observa Metchnikow-, viven casi indefinidamente. Por ejemplo, se ha comprobado que la especie llamada Actina mesembryanthemum vive sesenta y seis años, sin perder nunca su capacidad reproductora. Muchos otros pólipos, que se comportan de manera semejante, parecían confirmar el principio de que un conducto digestivo poco diferenciado o inexistente es un factor que favorece la longevidad. A Metchnikow le intrigó también el hecho de que ciertos moluscos, sobre todo los gastrópodos, vivan indefinidamente y se distingan por la sencillez de sus aparatos digestivos. La diferencia entre la longevidad de las aves de presa y los animales voladores parecía asimismo encajar bien en la idea de que la complejidad intestinal, con su inevitable corolario de posible estancamiento e intoxicación por organismos, influye de manera relativa en la duración de la vida. Metchnikow arguyó, convincentemente, que los animales que son a la vez cazadores y presas, tienen una ventaja evolutiva si pueden almacenar productos residuales en intestinos complicados y relativamente estancados, hasta que les resulte mas fácil evacuarlos. «He ideado la teoría de que los mamíferos han sido dotados de intestinos grandes, para que puedan recorrer largas distancias sin tener que pararse a defecar... Los mamíferos tienen que moverse con agilidad para capturar sus presas o huir de sus enemigos.. . De acuerdo con tal supuesto, el gran desarrollo del intestino remediaría una necesidad evidente en la lucha por la supervivencia.,. Aunque la capacidad del intestino grueso preserve las energías de los mamíferos, implica ciertos inconvenientes, que pueden acortar la vida del animal». Sin embargo, las aves y los mamíferos voladores han evolucionado de tal manera, que la falta de peso es fundamental para su economía biológica. Por esta razón tienen intestinos muy simples, capaces de retener el alimento sólo durante poco tiempo. Incluso los pájaros más pequeños, como el canario y la alondra, viven hasta veinte años en cautividad, longevidad bien sorprendente si se considera su tamaño, y pájaros mucho más grandes, como el cisne y el ganso, llegan hasta los setenta u ochenta. Estos datos animaron a Metchnikow a elaborar un sistema de desintoxicación intestinal como método para aumentar la longevidad y estimular el rejuvenecimiento. Aunque Metchnikow dominaba el complejo mundo de la Anatomía comparada, no se sentía tan a gusto en el laberinto, menos científico, de la Patología médica. Tratando de 51 Rejuvenecimiento: La historia de una idea encontrar ejemplos de enfermedades humanas que pudieran ser atribuidas a intoxicación intestinal, cometió con frecuencia grandes errores. Citando a un tal doctor Du Pasquier describió así los síntomas del estreñimiento infantil: «El niño tiene color plomizo, los ojos hundidos, las pupilas dilatadas, y las ventanillas de la nariz estrechadas. Su temperatura puede llegar hasta casi los 104º F, el pulso es rápido y débil y con frecuencia, irregular. Tiene inquietud, insomnio y frecuentes convulsiones. La rigidez cervical y el estrabismo indican que el sistema nervioso del niño se va intoxicando», Aunque la «toxicidad» de un niño con tales síntomas no seria puesta en duda por nadie, no es menos cierto que el diagnostico, en un caso así, no seria el de estreñimiento. De la misma manera, Metchnikow da una detenida descripción de cierta extraña afección que se presenta después del parto: «La enferma tiene dolor de cabeza y está resfriada. Su aliento es fétido, y la lengua parece vellosa. La temperatura axilar es de 101 ºF. El abdomen está hinchado y dolorido en la región umbilical. Parece claro que se trata aquí de fiebre puerperal, que no tiene nada que ver con el estreñimiento que suelen dar todas las fiebres. Si Metchnikow hubiera tenido más experiencia de Patología médica, es indudable que habría oído hablar de los trabajos de Ignaz Semmelweis, de la Casa de Maternidad de Viena y del progreso lento, pero firme, de unas ideas que conducirían, al fin, a una mejor comprensión de los problemas de la infección y sepsis puerperales. Mas, para entonces, el carácter obsesivo de Metchnikow encauzaba toda su energía vital hacia la elaboración de teorías sobre el rejuvenecimiento basadas con frecuencia en observaciones insuficientes y además, obsesivas. La enfermedad nunca estuvo ausente de la vida diaria y personal de Metchnikow, y a los cincuenta y tres años de edad estaba convencido de que sus riñones habían envejecido. Como es natural, decidió experimentar en sí mismo sus propias teorías y adoptó un régimen cuyo objeto era «evitar que su cuerpo absorbiera microbios dañinos». Esto requería beber leche cortada y evitar todo alimento crudo. Metchnikow perseveró en esta línea, y su salud mejoró de una manera notable. Finalmente, se publicaron sus teorías y, como resultado, se puso de moda la leche cortada y, más adelante, el «yogur». Un industrial parisiense se puso en contacto con el ya eminente hombre de ciencia y le sugirió la elaboración comercial de sustancias rejuvenecedoras. Metchnikow, convencido por completo de que la leche cortada tenía cualidades rejuvenecedoras -había cumplido ya los sesenta y siete años, aceptó y encargó a unos jóvenes científicos, amigos suyos, que se ocuparan de aquel aspecto de la cuestión. La fábrica empezó a funcionar, y la leche cortada la puso a la venta una empresa que la expondría, con autorización, como proveedora exclusiva del profesor Metchnikowv. Aunque el asesor jurídico del Institut Pasteur –donde trabajaba entonces Metchnikowhabía permitido, en principio, el uso de la «garantía del nombre de Metchnikow», esta empresa comercial, aunque no le diera a su protagonista ni un céntimo de beneficio, desencadenó violentas criticas por parte de la Prensa. No cabe duda de que dio pábulo a ello el exuberante nacionalismo de Francia en una época en que los extranjeros llenaban el país y ocupaban muchos de los mejores empleos y los cargos más lucrativos, a la vez que se atravesaba por un momento de crisis social. Además, el hecho de que un profesor eminente se hubiese asociado con el mundo de la industria, era algo inimaginable a comienzos de siglo. Pero Metchnikow no se arredró y siguió creyendo apasionada y obsesivamente en su teoría. Al cumplir los setenta años escribió sobre su «ortobiosis reducida», conseguida gracias a no comer nada crudo durante dieciocho años y haber saturado 52 Rejuvenecimiento: La historia de una idea su intestino con el mayor numero posible de las bacterias del ácido láctico. Lo único que lamentaba era el haber tenido éxito sólo a medias, de lo cual s e quejaba así: «A pesar de todo, me van envenenando las bacterias de la fermentación butirica.» El gran biólogo murió valiente y lentamente en 1916, pero no a consecuencia de ninguna intoxicación, sino de insuficiencia cardiaca congestiva. No se sabe que la teoría del rejuvenecimiento por desintoxicación intestinal perdiera mucho terreno después de su muerte, porque había muchos e importantes defensores de la misma, dispuestos a hablar, actuar y escribir en su apoyo. Antes incluso de su muerte, se discutía ya mucho, en círculos médicos bien respetables, sobre las ventajas e inconvenientes de la intoxicación intestinal. Ya en 1913, la «Royal Society of Medicine», celebró un simposio de seis sesiones sobre esta cuestión, en el que hablaron hasta cincuenta personas. A juzgar por las cartas publicadas en revistas médicas de la época, los médicos ingleses estaban divididos sobre la verdadera importancia de la teoría. Es extraño que las enseñanzas de Metclmikow interesasen más a los cirujanos que a los médicos y que aquellos comprobaran que podían mejorar notablemente la salud y vitalidad de sus enfermos poniendo en práctica las teorías de Metchnikow. El resultado de esto fue que varios miles de enfermos perdieron, literalmente, centenares de metros de intestino grueso por consejo y obra de sus propios cirujanos. Mas no vaya a creerse que tales hazañas quirúrgicas fueran realizadas por personas profesionalmente inferiores. El más notable seguidor de estas teorías fue nada menos que Arbuthnot Lane, P. R. C. S. (1), cirujano del «Hospital Guy» y decano de los cirujanos del «Hospital de Great Ormond Street». Según Lane, la estasis intestinal era una forma crónica de intoxicación, y describía sus signos y síntomas, que, en muchos casos, eran idénticos a los de la vejez prematura. Entre ellos se observaba «una pérdida progresiva de grasa y crecientes manchas cutáneas que hacían la piel rígida, anormalmente oscura y de aspecto como sucio». Esto -pensaba Lane- se notaba, particularmente en las mujeres, «en el cuello, los párpados y las mejillas. Sus pechos experimentaban también cambios degenerativos¡. Se creía que la enfermedad de Lane -como se llamó más tarde este síndrome-, predisponía también al cáncer, tuberculosis, artritis reumática, gota y úlceras, así como al desmayo, mareo, neuralgias, dolor de cabeza y, en general, a la falta de joie de vivre. A veces, conocidos médicos aceptaban la teoría de la autointoxicación como causa de enfermedades y vejez prematura. Uno de los más importantes fue el cardiólogo Sir James Mackenzie, el cual creía que la llamada por el «enfermedad X» del corazón ahora tiene el nombre de neurosis cardíaca era causada por la autointoxicación intestinal. Hubo también especialistas de otras ramas de la Medicina según los cuales el envenenamiento intestinal minaba prematuramente la salud de los enfermos. Ernest Clark, por ejemplo -eminente oftalmólogo de comienzos de siglo-, estaba convencido de que la toxemia intestinal era causa del endurecimiento del cristalino, que dificultaba la visión de la misma manera que la vejez. Durante algún tiempo gozó de gran auge el tipo de rejuvenecimiento quirúrgico propugnado por Lane. Pero los años treinta vieron el fin de las operaciones de corto circuito, como cura de los terrores de la estasis y la autointoxicación intestinal. (1) Fellow of the Royal College of Surgeons (miembro del Real Colegio de Cirujanos). - (N. del T.). 53 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Para entonces, la verdadera razón de tales operaciones se había alejado de las ideas del rejuvenecimiento propiamente dicho. Quedaban, desde luego, núcleos de resistencia acá y allá, influidos quizás aún, subconscientemente, por las teorías de Metchnikow. Sir Henry M. W. Gray, de Montreal, se mostraba, todavía en 1936, muy satisfecho por los resultados de su operación Lane modificada, que él llamaba «limpieza primaveral del abdomen» (1). Sin embargo, el gran Sir Arbuthnot había abandonado ya el campo de la Cirugía activa para fundar la New Health Society (Sociedad de la Salud Nueva), que predicaba el evangelio de la salud positiva a base de remedios como el aire fresco, la comida adecuada y, lo que es significativo, la regularización de la actividad intestinal con ayuls de enormes cantidades de parafina líquida. Actualmente, los cirujanos británicos han abandonado las operaciones de estasis intestinal, siguiendo la opinión de Sir Adolphe Abrahams -publicada en la Enciclopedia de que tal condición no existió nunca en la realidad. Los libros sobre los efectos saludables y rejuvenecedres de las bacterias del ácido láctico -ya se tome este en forma de queso, leche cortada o yogur- no los lee ya nadie, y concretamente el yogur se ha convertido en un postre muy agradable, que se vende en las lecherías y es preferido especialmente por los niños. Metchnikow habría encontrado un gran estímulo en la moderna revolución farmacológica. Es probable que las drogas psicotrópicas que se usan ahora, con tan excelentes resultados en buen número de enfermedades de origen psíquico hubieran ayudado a su personalidad psicopática a adaptarse mejor a su ambiente. Hoy se emplean antibióticos, sobre todo por vía oral, capaces de esterilizar en pocas horas el contenido de todo el intestino. Nadie se sentirá más joven después de este tratamiento, que a menudo resulta contraproducente, pues hoy sabemos que la flora intestinal normal es necesaria para la salud. Es significativo que tomando yogur junto con antibióticos de amplio espectro o inmediatamente después de estos, se eliminen muchos de los síntomas de diarrea y de los trastornos intestinales que suelen ser consecuencia de un tratamiento masivo con antibióticos. Con toda probabilidad, esto se debe al gran número de bacterias de ácido láctico que contiene el yogur. (1) Alusión a la spring cleaning, limpieza primaveral que se ueva cabo en las casas inglesas todos los años. - (N. del T)-J.of Surgical Practice- 54 Rejuvenecimiento: La historia de una idea 7 TERAPÉUTICA CELULAR Incluso en manos del cirujano más competente toda operación tiene sus propios e inherentes riesgos y complicaciones. Cuando es necesario, por ejemplo, extraerla glándula tiroides -y a sea por causa del bocio simple o tóxico-, siempre cabe la posibilidad de extirpar accidentalmente tejido paratiroideo junto con la glándula enferma. Esto puede ser debido a varias causas. A veces las cuatro diminutas glándulas paratiroideas, que yacen generalmente en la cara profunda del tiroides, se hallan anormalmente colocadas. Pueden ser adherentes o estar encajadas en tejido tiroides o de forma que ni siquiera la disección quirúrgica más cuidadosa consiga revelar su posición durante la operación. Esto es lo que debió de ocurrir en la clínica de Berna, en 1931, cuando un cirujano desconocido practicó con excesivo entusiasmo una tiroidectomía, y durante el período postoperatorio el paciente empezó a mostrar, primero, irritación y temor y, luego, las sensaciones anormales y los calambres musculares que suelen ser los primeros síntomas de la tetania paratiroidea. Hoy día este estado de cosas habría sido dominado en seguida mediante un tratamiento a base de calcio intravenoso y hormonas paratiroideas; pero a comienzos de los años treinta, tal complicación era, a menudo, el primer paso hacia una muerte particularmente dolorosa. Al enfrentarse con tan seria crisis clínica, el cirujano recurrió a su director, profesor De Quervain, el cual confirmó el diagnostico y ordenó proceder a un tratamiento de urgencia, sin que con ello se observara una mejoría perceptible en el paciente, cuyos calambres tetánicos eran cada vez más intensos. Se temía un funesto desenlace. Pero en tan angustiosa situación, De Quervain recordó la obra de un joven cirujano que vivía cerca de allí, en Montreux, y que había publicado recientemente trabajos sobre un tema muy de vanguardia: el injerto de glándulas animales en tejidos humanos. Pensando, quizá, que las situaciones desesperadas requieren remedios desesperados, el director se puso en contacto con el cirujano en cuestión, Paul Niehans, que accedió a tratar de remediar el caso. Tras examinar al paciente, Niehans se mostró escéptico. «Como el enfermo llegó a mi moribundo, no me era posible pensar siquiera en la posibilidad de un trasplante quirúrgico, de modo que se me ocurrió cortar en pedazos diminutos la paratiroides de un buey, hacer una suspensión con una solución salina fisiológica e inyectarla en los músculos pectorales del paciente». Según parece, al profesor De Quervain le causó horror tal método, ya que, como todos los médicos aceptaron posteriormente, la inyección de grandes cantidades de proteína «ajena» al cuerpo tendrá que ir seguida, irremediablemente, por una violenta reacción en forma de schok anafiláctico. Pero no se produjo tal reacción. Niehans había dado por supuesto que tendría que poner más inyecciones de la suspensión o, si el estado del paciente mejoraba, practicar una operación clásica de implantación. Pero la mejoría del enfermo fue tan espectacular, que no tardó en hacerse patente la superación de la crisis. Niehans contó más tarde que se había sentido repentinamente iluminado tan pronto como el paciente mostró los primeros síntomas de mejoría. Dedujo, quizás erróneamente, que las células paratiroideas vivas inyectadas por él habían proliferado en el cuerpo y compensado la 55 Rejuvenecimiento: La historia de una idea deficiencia en secreciones internas. Sea como fuere, el año 1931 pasara a la Historia como la fecha en que nació la Terapéutica celular de Niehans o, como se llamó más adelante, la «implantación de órganos mediante inyección». Al mismo tiempo se desencadenó una controversia, que aún no se ha resuelto satisfactoriamente. Niehans tal vez sea hoy el más famoso de los rejuvenecedores profesionales. Dijo Goethe: «Vivimos el tiempo que Dios nos ha destinado, pero hay una gran diferencia entre vivir desdichadamente, como pobres perros, y sentirnos bien y vigorosos.» Niehans hizo cuanto estuvo en su mano por poner en práctica las ideas del poeta. El resultado directo de esto es que se ha rodeado de un circulo único de pacientes. Aunque no hay realmente pruebas que permitan creer este rumor, y Niehans, por su parte, no lo ha confirmado, se cree que fue llamado a consulta, junto con otros eminentes médicos y cirujanos, cuando se descubrió que el difunto rey Jorge VI de Inglaterra sufría enteritis. Sin embargo, no cabe duda de que Niehans ha tratado a personas muy importantes, entre otras, al más poderoso príncipe de la India, el rajá de Darbhanga. Su enfermedad fue diagnosticada por Niehans como distonía neurovegetativa. A juzgar por los síntomas, parece que se trata de una simple depresión, de tipo endógeno, asociada a insomnio e impotencia, más bien que de un mero «coctel de ennui», que fue el nombre que dio al síndrome el biógrafo de Niehans: Gilbert Lambert. Niehans inyectó células placentarias y testiculares y consiguió una reacción favorable en tres semanas. En épocas ulteriores de su carrera de éxitos, Niehans rejuveneció a notables personalidades, como Winston Churchill, el doctor Adenauer, Bernard Baruch -el conocido financiero-, Gloria Swanson y el famoso director de orquesta Furtwängler. Somerset Maugham dio permiso al News of the World (1) para describir sus visitas a Niehans en 1964, cuando el conocido escritor tema ya noventa años. Maugham no sólo pareció beneficiarse de aquel tratamiento, sino que su secretario, Alan Searle, que también se hizo tratar por Niehans, se sentía después tan joven, que desafiaba a quien quisiera, a encaramarse a cualquier árbol». Evidentemente, Niehans dijo que había llegado su gran momento cuando fue requerido para visitar a Pío XII, cosa que ocurrió en un momento particularmente difícil para el, como veremos más adelante. Para examinar el éxito que han tenido eminentes médicos con sus enfermos, es importante investigar también el tipo de personalidad de que se trata, además del método terapéutico, porque lo más probable es que la una se deje influir profundamente por el otro. Un rápido examen de la vida de Niehans nos permite ver que había nacido en circunstancias muy adecuadas, tanto social como temperalmente, para ser médico y confidente de personas importantes. Su padre, joven cirujano de veintiocho años y ya bien afincado en Berna. sintiose atraído por el encanto de una chica de diecisiete años llamada Arma Kaufmann, que vivía cerca, y que era protegida de una familia alemana de la ciudad. iCuál no sería su asombro cuando, al dirigirse a los tutores de la señorita Kaufmann, descubrió que por sus venas corría la sangre azul de los Hohenzollern! Porque Anna era -ni más ni menos uno de los numerosos vástagos ilegítimos del difunto rey Federico III de Prusia, cuyo hijo, Guillermo II (conocido más tarde por el nombre antonamásico de «El Kaiser»), ocupaba ya el trono imperial de Alemania. (1) Semanario sensacionalista inglés que tiene probablemente la tirada más alta del mundo: diez millones de ejemplares. - (N. del T-) 56 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Conviene hacer constar que, aunque esta historia es aceptada por todos los biógrafos de Niehans y confirmada por el propio Niehans, no la hallarnos en los libros de consulta actualmente en uso, ni en los documentos históricos que hemos consultado. A pesar de todo, la conducta ulterior de Paul Niehans parece confirmar su veracidad. El Kaiser Guillermo fue, al parecer, generoso con su hermanastra, ya que ordenó a su embajador que lo xw presentara en la boda, la cual se celebró en la catedral de Berna, y aprobó la unión con una pingüe renta vitalicia. (Dicho sea de paso, parece ser que Anna Niehans correspondió a la generosidad y bondad de su hermanastro haciendo varios viajes en secreto para visitarle, al amparo de su nacionalidad suiza, durante el desastre de 1917 a 1918.) La joven pareja tuvo solo un hijo: Paul. Todos los datos de que disponemos indican que fue un muchacho brillante. Se conserva una carta escrita por uno de sus profesores de Matemáticas, que dice: «No es corriente encontrar talentos de este tipo. Me tomo la libertad de llamarle a usted la atención sobre la necesidad de animar a su hijo todo lo posible al estudio de las Matemáticas.» Es significativo que la elogiosa carta terminara así: «La fuerza de su imaginación puede llevarle rápidamente al extremo mismo del conocimiento humano.» El joven Niehans no fue solo un brillante estudiante, sino, además, un gran tirador, tanto con escopeta como con arco. Era también excelente jinete. A los diecisiete años, su deseo era el de asistir a la escuela militar de Potsdam y entrar en un regimiento del Kaiser Guillermo II. Pero los prudentes consejos de sus padres le disuadieron y acabó por entrar en un seminario, en el que se doctoró en Teología a los veintiún años. Niehans era por aquel tiempo un joven muy alto y rubio, de ojos azules como el acero y muy popular en Berna por su encanto social, inteligencia y fervor. Sin embargo, el joven pastor comprobó que no le satisfacía su vida como doctor en Teología. Influido quizá por su padre, decidió renunciar a la Iglesia y dedicarse a la Medicina. Niehans, durante sus años de estudiante en la Facultad, sintió, al parecer, una verdadera obsesión por la vida social, pues asistía a todas las fiestas elegantes y bebía en tabernas hasta el amanecer, muy al gusto de comienzos del siglo XX. Sus primeros pasos como médico tienen poco interés para nosotros, al menos por lo que se refiere a su obra ulterior en el campo del rejuvenecimiento, y su carrera militar estuvo punteada de episodios que dan prueba de su gran aplomo y su intolerancia para aquellos a quienes consideraba sus inferiores intelectuales o sociales. En cierta ocasión, siendo segundo teniente, se presentó, sin haber sido llamado, ante el Kaiser -quien, según parece, se mostró sorprendido y encantado de la audacia del joven oficial, tanto, que insistió en que Niehans se incorporase a su séquito como aide durante un breve periodo de tiempo. Finalmente, tras varios años de práctica de la cirugía militar que, por cierto, le perjudicó más que otra cosa en los años siguientes, cuando varias autoridades extranjeras descubrieron su parentesco con el emperador alemán-, Niehans puso fin a su carrera militar para dedicarse al ejercicio privado de la Medicina. No tardó en verse muy solicitado por un sector muy especializado de la Cirugía: la implantación glandular. Gradualmente fue extendiendo el campo de sus actividades y, en 1931, con la importante inyección glandular de que ya hemos hablado, llegó el momento clave de la extraordinaria carrera de Niehans. En la decisión de Niehans de dedicarse al arte del rejuvenecimiento, arriesgado y difícil, además de poco corriente, intervinieron muchos factores secundarios. Su dinamismo innato y su arrogancia, naturales en un Hohenzollern, contribuyeron a ella. Otro de los factores fue la herencia de una pingüe renta al morir su madre. Es posible que la variadísima experiencia de su juventud fuese indicio de una repulsión casi obsesiva por la rutina. Pero, en todo caso, fue un objetivo más emocionante que 57 Rejuvenecimiento: La historia de una idea rutinario el que estimuló a Niehans, haciéndole persistir en sus planes, durante el período que siguió a su «despertar» de 1931. El hecho es que, unos cuantos años más tarde, se encontraba ya metido de lleno en la terapéutica celular. Poco a poco fue elaborando el método y los criterios necesarios para el éxito de dicha terapéutica. Ante todo, postuló que el cuerpo sólo acepta las células que él mismo ha activado. Cualesquiera otras células que se inyecten en el, se desintegran y son absorbidas. Las indicaciones contrarias a este postulado fueron surgiendo también gradualmente. Si existía en el cuerpo un foco séptico, por ejemplo, un absceso dental, las células eran normalmente rechazadas -argüía Niehans-, y no se producía rejuvenecimiento. Las termas radiactivas debían ser evitadas, y los baños de sol quedaban prohibidos después del tratamiento. Los baños calientes eran considerados poco oportunos, y sólo se permitía el mínimo imprescindible de productos medicamentosos. El que sufriera de debilidad cardíaca, por ejemplo, podría seguir tomando digital, pero no sustancias como la codeína y la aspirina. Finalmente, también se prohibían el alcohol y el tabaco. Antes de tratar a un paciente por medio de la terapéutica celular, Niehans insiste en la necesidad de establecer un historial médico completo y en efectuar exámenes. Luego se lleva a cabo una prueba especial: la «reacción del fermento defensivo», del profesor Emile Abderhalden He aquí los detalles de esta prueba de laboratorio: «Cuando es perturbado el funcionamiento de una glándula endocrina o de un órgano, aparecen en la sangre y la orina fermentos del tipo de la proteinasa. Estos fermentos son absolutamente específicos para cada glándula u órgano: pueden ser exteriorizados forzándolos a actuar en la albúmina tomada de los diversos órganos o glándulas. Por tanto, si la glándula tiroides funciona mal, aparecerá una proteinasa en la sangre y en la orina, que hidrolisa in vitro la albúmina de la glándula tiroides, pero no altera en modo alguno las albúminas de la hipófisis, hígado o cerebro. La reacción de Abderhalden es positiva si aparecen estos fermentos específicos, que son, ante todo, extraídos de la orina mediante un proceso de adsorción. Luego se incorporan a la albúmina de los diversos órganos o glándulas y se mantienen durante 16 horas a una temperatura de 37 ºC y a un pH de 7. Si se presentan proteinasas en la orina, la albúmina insoluble que hay en el agua cambiará y se transformará en combinaciones solubles, peptonas, polipéptidos y aminoácidos. A su vez, estos productos alterados (de la molécula de la albúmina) se hacen visibles con ayuda de los métodos más variados, como, por ejemplo, los que sirven para determinar el total de nitrógeno, amino nitrógeno, o bien por métodos calorimétricos, el más sensible de los cuales es la reacción de la ninhidrina, que tiñe de color violeta al producto de la desintegración de la molécula albuminosa del órgano en cuestión. Según la intensidad de la mancha y las indicaciones de una escala reguladora, es posible distinguir una reacción intensamente positiva (= 3), medianamente positiva (= 2) y ligeramente positiva (= l), 0, por el contrario, una reacción negativa (= 0). Por lo tanto, esto indica desintegración grave, mediana o ligera de la molécula albuminosa del órgano objeto de examen, el cual, a su vez, da una idea más o menos aproximada del trastorno funcional. De consiguiente, la falta de funcionalismo de un órgano se caracteriza por la ausencia del fermento defensivo. Su albúmina no experimenta cambio alguno.» 58 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Conviene subrayar que esta prueba es complicada y, posiblemente, oscura en su bioquímica. Al parecer, solo puede realizarse eficazmente en unos cuantos laboratorios europeos. Una vez decidido que puede tratar una deficiencia orgánica específica o llevar a cabo un rejuvenecimiento positivo, Niehans admite al paciente en su clínica. Por medio de la interpretación de la prueba de Abderhalden, selecciona, para su inyección, ciertas células, que proceden de diversos tejidos, generalmente embrionarios, y de distintos animales. Casi todos los tejidos del feto de la oveja se usan para diversos tratamientos. Se emplean también la placenta, el hipotálamo, la hipófisis y la paratiroides de la oveja, así como los testículos del becerro y los folículos ováricos, el cuerpo lúteo y las suprarrenales del cerdo. Niehans comprobó que los efectos rejuvenecedores más eficaces se consiguen en casos de descompensación cardíaca, arteriosclerosis, esclerosis cerebral, depresión, disminución de la libido, impotencia, hipertrofia de la próstata, enfermedades nerviosas e hipertensión. Las inyecciones celulares las pone el propio Niehans personalmente en su clínica de Montrosc, o bien ninguno de sus ayudantes. La vía usada es la intramuscular profunda, en el músculo glúteo mayor. Cuando se inyecta más de un tipo de célula, cada inyección debe ponerse en un lugar distinto del músculo y con una jeringa diferente. «La naturaleza ha dispuesto los órganos en nuestro cuerpo separados entre sí, por tanto, las suspensiones celulares de los diversos órganos no deberían mezclarse en la misma inyección», dice Niehans en su Introducción a la terapéutica celular. Siempre que es posible, Niehans prefiere usar células frescas, y la manera de prepararlas es muy importante. La selección de los animales a los que se extraerán las células, la lleva a cabo un cirujano veterinario experto. Antes de sacrificar los animales, se efectúan exámenes de sangre, para comprobar la ausencia de brucelosis, salmonelosis, listeriosis, leptospirosis, toxoplasmosis y «fiebre de Queensland». Es precisa también una reacción claramente negativa a la tuberculina. Niehans insiste en que el animal elegido se guarde en un matadero cercano, bajo la inspección directa y constante de un cirujano veterinario. Como es natural, todo esto resulta muy caro. Es imposible saber lo que cobra actualmente Niehans por sus servicios, pero en 1958, unos gastos mínimos por un tratamiento en su clínica ascendieron a 500 francos suizos (1). Si examinamos esta cuenta, veremos que casi 400 francos se dedicaron a la compra, transporte y manutención del animal destinado al tratamiento. Pero los gastos médicos, veterinarios y demás, constituyen sólo una parte del costo del rejuvenecimiento celular de Niehans. Los gastos de investigación clínica y hospitalización tan importante, según Niehans, si se quiere que el tratamiento dé buenos resultados excluyen de el a todos cuantos no disfruten de cuantiosos ingresos. Hace ocho años, la cuenta total podría Llegar muy bien a los 4.000 francos suizos, o sea, 75.000 pesetas. Actualmente, esta cifra podría ser muy bien tres veces mayor. La extracción de los órganos del cuerpo del animal, aturdido, pero no anestesiado en modo alguno, suele hacerla el propio Niehans en persona. Cuando se necesitan tejidos fetales, se extrae el útero grávido en su totalidad. (1) O sea, 8250 pesetas, ya que, al cambio, el franco suizo equivale a 16,50 pesetas. - (N. del T.) 59 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Los diversos tejidos se ponen luego en envases esterilizados y se envían inmediatamente al laboratorio de Niehans, donde espera un equipo de ayudantes, los cuales preparan cada uno de los tejidos, que, tras ser cortados en trozos diminutos son puestos en una solución de Ringers o salina fisiológica. Según Niehans, los tejidos corporales han de ser manejados con el mayor cuidado posible, para que no pierdan viabilidad. Por tanto, se prescinde cn abwlrlto de aparatos mecánicos. Tan pronto como las suspensiones celulares son lo bastante tenues como para pasar por la aguja de una jeringa de inyección, se envían a la clínica y se inyectan al paciente sin pérdida de tiempo. La reacción física inicial a la terapéutica celular es muy leve. A veces se produce una ligera urticaria, que no tarda en ser dominada con ayuda de antihistamina, cuyo uso, al parecer, considera Niehans perfectamente justificado, a pesar de que prohíbe todo medicamento en este tratamiento. No se llega a producir la tan temida reacción anafiláctica, debida a la inyección de proteína ajena al cuerpo del paciente, y que la mayoría de los médicos considerarían inevitable. Después de la inyección, los pacientes tienen que permanecer boca abajo durante un breve tiempo, y luego pasar tres días de reposo. No se permiten viajes largos durante doce días después del rejuvenecimiento, aunque sí cortos trayectos siete días después. Durante un mínimo de tres meses se prohiben los medicamentos, el alcohol y el tabaco. Aunque Niehans parece preferir inyecciones de células frescas para obtener sus maravillosos rejuvenecimientos, recientemente ha empezado a propugnar otros métodos más prácticos. En 1949 inició sus experimentos con células congeladas. Los tejidos se extraen de la misma forma que cuando se usan células frescas para el rejuvenecimiento, y luego se someten a una congelación rápida, a una temperatura de –80 ºC. Durante esta operación se extrae también todo el contenido líquido de las células, o sea, se deshidratan, y el tejido en polvo se deposita en ampollas esterilizadas. Antes de poner las inyecciones, se hidratan las células con solución de Ringers. Niehans afirma que estas células secas conservan sus propiedades durante un año, siempre que se protejan contra la luz solar. Desde un punto de vista puramente científico, esto resulta insostenible si lo que se afirma es que son realmente las células vivas las que producen el rejuvenecimiento que Niehans, al parecer, conqinlle. Aunque las esporas de ciertas bacterias y las semillas de determinadas plantas son capaces de resistir este trato, se diría que la preparación d e células secas es mortal de necesidad para la mayor parte del material animal . Aunque las células secas se preparan y expenden con entera libertad en Suiza, Japón y Alemania, en la mayor parte de los países europeos y americanos está prohibida su venta. Niehans cree que las células secas dan prácticamente resultados idénticos a los de las células frescas, aunque para casos importantes prefieren chl;ls ultimas. Digamos, de pasada, que dos de los pacientes más importantes de Niehans tuvieron que conformarse, según parece, con células secas. El canciller Adenauer, porque estaba en plena campaña electoral cuando se le inyectaron las células rejuvenecedoras y no tenía tiempo para el tratamiento clínico normal, y sir Winston Churchill, porque Niehans se negó a todo contacto personal con él, a causa -según se dice- «del papel que había desempeñado en la división de Alemania». Niehans ha hecho experimentos con cultivos de tejidos para obtener sus materiales rejuvenecedores, pero, en general, habido siempre a rechazar tal idea, basándose en que muchas de las células cultivadas desarrollan características indeseables cuando crecen artificialmente por curioso que parezca, Niehans no ha dicho jamás que 60 Rejuvenecimiento: La historia de una idea entienda bien y con detalle el funcionamiento exacto de su método único de rejuvenecimiento. Sin embargo, admite tres hipótesis generales. En primer lugar, cree posible que las células inyectadas en los músculos sigan vivas y emigren hacia los órganos que las necesiten. Opina también que es razonable aceptar este estado de cosas debido a la movilidad de otras células, que migran por todo el cuerpo. En segundo lugar, admite la posibilidad de que las células inyectadas puedan ser nutridas por la circulación del cuerpo al que se han integrado y compensen a distancia las deficiencias de los órganos degenerados. Niehans cree que esto no es menos razonable que aceptar que la inyección intramuscular de penicilina dada, por ejemplo, en el muslo, afecte a los tejidos pulmonares en casos de pulmonía. Finalmente, arguye que, aun cuando las células inyectadas sean atacadas por las reacciones defensivas normales del cuerpo, pueden llevar a cabo un proceso rejuvenecedor antes de ser destruidas. Las técnicas rejuvenecedoras de Niehans han sido muy criticadas siempre por los médicos que podríamos llamar «oficiales». En efecto, la mayoría de éstos opina que sus ideas se salen por completo de las teorías científicas vigentes. Sin embargo, con frecuencia parece como si este rechazo arbitrario de las ideas de Niehans sea debido más bien al perjuicio que a la objetividad. Un ejemplo de ello lo tenemos en este episodio, desarrollado tras una conferencia dada por Niehans en el Congreso Terapéutico de Karlsruhe, en el que explicó detalles de su técnica ante un auditorio medico. El profesor Hans Schmidt, de la Universidad de Marburgo, visitó después a Niehans en su casa, a orillas del Lago de Ginebra, para advertirle a cerca de los peligrosos resultados que puede dar la inyección celular en el cuerpo humano. Niehans propuso al profesor Schmidt que asistiese a su próxima operación de rejuvenecimiento. Schmidt aceptó con desgana, y, según parece, el momento resultó bastante tenso, porque cuando Nichans se disponía a inyectar las células al paciente, el profesor le cogió por el brazo y le dijo: -Ya tiene usted un pie en la cárcel; hágame caso y no ponga también el otro. Pese a todo, Niehans tenía la suficiente confianza en su técnica, ya que había puesto 3.000 inyecciones de este tipo sin accidente alguno, de modo que siguió adelante y terminó la operación. Los minutos transcurrieron lentos después de la operación, pero no se observó ninguna reacción desfavorable. Finalmente, el profesor Schmidt se despidió de Niehans, admitiendo, a regañadientes, a propósito de sus investigaciones sobre el shock anafiláctico: -Niehans, con un solo experimento ha echado usted a rodar veinte años de trabajo mío. Más adelante, el profesor Schlnidt prologó la obra de Niehans sobre terapéutica celular. Probablemente, la objeción más violenta opuesta a las técnicas rejuvenecedoras de Niehans fue la relativa a la viabilidad de las células que éste ínyecta. Aunque, como ya sabemos, Niehans ha dicho que la integridad biológica de las células inyectadas no es absolutamente vital para el rejuvenecimiento, éste sigue siendo el principal obstáculo opuesto a la aceptación general de las ideas de Niehans. Sin embargo, es curioso que una de las campañas que más daño han hecho a Niehans fuese iniciada, no partiendo de estas premisas, sino de la de que !as células inyectadas podrían multiplicarse dentro del organismo y causar una enfermedad maligna, por ejemplo, cáncer. Niehans trató de replicar a estas criticas cultivando vivas, juntas, células malignas y células frescas, recién extraídas de órganos de 61 Rejuvenecimiento: La historia de una idea animales. Aunque no se comprobaron efectos perceptibles y Niehans publicó el resultado obtenido, la duda había sido ya sembrada en la mente de los observadores, y durante algún tiempo ningún paciente fue a Niehans en busca de tratamiento. Niehans trató de recuperar la clientela perdida utilizando sólo especies animales que parecían notablemente inmunes al cáncer. Por ejemplo, descubrió en Australia un rebaño, de unas 40.000 ovejas, en el que, según los cirujanos veterinarios de la zona, nunca se había registrado un solo caso de cáncer. Pero la gente siguió recelosa, y la clínica del rejuvenecedor permaneció inactiva durante una temporada. Así, las cosas el 12 de febrero de 1954, Niehans recibió una llamada telefónica del Vaticano pidiéndole que se trasladase a Castelgandolfo, donde el Papa se hallaba enfermo. Su médico principal, el doctor Galeazzo-Lizzo, opinaba que el Pontífice se consumía a causa de una hematemesis debida a un carcinoma gástrico. Audazmente, Niehans partió del supuesto de que: los vómitos de sangre eran debidos, simplemente, a gastritis hemorrágica, y empezó un tratamiento sistemático. Más adelante, según parece -aunque, como es lógico, no hay pruebas concretas de ello, recurrió también a la terapéutica celular. Ocho semanas más tarde, Niehans volvía a su casa, y el Papa reanudaba sus actividades normales en el Vaticano. Tres meses más tarde, Niehans volvió al Vaticano a dar al Papa una serie de «inyecciones revitalizadoras». Los periódicos –siempre generosos cuando las cosas salen bien dijeron que Niehans era «el médico cuyas inyecciones celulares habían salvado al Papa de la muerte». Más tarde, cuando el Papa cayó enfermo con unas complicaciones de hernia diafragmática, Niehans volvió a ser llamado, y el Papa se restableció de nuevo, y se sometió a un tercer tratamiento de inyecciones en 1955. Huelga decir que el honor de haber tratado al Papa le fue utilísimo a Niehans en el ejercicio de su profesión como rejuvenecedor. Como es natural él hizo cuanto estuvo al alcance de su mano para dar a su método una sólida reputación. En 1963 envió a todos sus pacientes una circular con objeto de compilar pruebas estadísticas del éxito de sus ideas. Aproximadamente el 89 % de los que contestaron estaban completamente seguros de que el tratamiento les había sido beneficioso. Pero tal vez la mejor prueba en favor de una revisión positiva de las teorías de Niehans sea la formación, en 1960, de una Asociación Internacional para el Estudio de la Teraptéutica Celular. Con motivo de su octogésimo cumpleaños, Niehans recibió un ejemplar de un libro titulado Zellforschung und Zellulartherapie (Investigación y terapia celular), escrito por quince notables hombres de Ciencia. Desde su fundación, esta Sociedad ha promovido la publicación de 750 artículos, memorias y ensayos científicos. En la década de los sesenta se fundaron centros de terapéutica celular en muchos países europeos. Sin embargo, en Inglaterra, el único médico de quien se sabe que utiliza este método es Vincent Blumhart, octogenario, que cuenta con muchos famosos en su lista rejuvenecedora. Vive silencioso y apenas comunicativo médicamente, aunque se dice que aún recibe a pacientes en una casa de Harley Street (1) y ejerce en un sanatorio particular del Condado de Kent. Es imposible pronunciar aquí un veredicto definitivo sobre los métodos rejuvenecedores de Niehans, pero el que lea con atención lo que se ha publicado sobre este aspecto de la Medicina, tal vez llegue a la conclusión de que el terreno se ha desbrozado de manera positiva. Nuevas investigaciones podrán quizás hacer realidad el sueño de «dar vida a los años». (1) En la calle céntrica de Harley tienen su consultorio muchos de los médicos más famosos de Inglaterra. - (N. Del T.) 62 Rejuvenecimiento: La historia de una idea 8 REJUVENECIMIENTO POR MEDIO DE LA NOVOCAINA Aunque Rumania sea una República Popular Comunista, no se distingue precisamente por el alto nivel de su servicio medico socializado. Su población, predominantemente agraria e industrial no cualificada, figura entre las más pobres de Europa, si la consideramos desde el punto de vista de la alimentación, vivienda y salud pública. A pesar de todo, este país más bien atrasado, de poco más de 19 millones de habitantes, es famoso por haber abierto el camino al empleo de la novocaína como agente rejuvenecedor. En 1926, el profesor C. L. Parhon, de Bucarest, sugirió al mundo el uso de una voz nueva: Ilikibiología, para designar una rama especial de las ciencias biológicas que estudiaría los cambios morfológicos, físicos y fisiológicos que experimentan los organismos a medida que van envejeciendo. Parhon se dedicó también al estudio de los factores que alteran el ritmo del envejecimiento. Siempre había creído que la vejez es mas una condición patológica que el desgaste normal de un proceso natural, y que se podían observar diferencias en el ritmo de envejecimiento en diversas condiciones clínicas y experimentales. Como es natural, las diferencias existentes entre la edad biológica y la edad cronológica han sido captadas ya des de hace tiempo por los médicos. Es cierta la teoría de Parhon de que existe una «película de la vida», que puede ser proyectada hacia delante y hacia atrás a distintas velocidades, si la examinamos desde determinados puntos de vista. Evidentemente, las personas «envejecen, a ritmos distintos a lo largo de su vida. Ciertas mujeres «envejecen» rápidamente durante unos años, hacia la edad de la menopausia, mientras que sus contemporáneos del sexo masculino parecen «más jóvenes» durante cierto tiempo. A pesar de todo, no tarda en invertirse el proceso y en ser las mujeres quienes parecen ganar a los hombres en la lucha contra el tiempo, hasta conseguir, finalmente, la victoria en forma de una vida cronológicamente más larga. Otras variaciones del tiempo cronológico y el tiempo biológico son el identes en ciertas condiciones patológicas bien conocidas. Por ejemplo, un niño afecto de tumor suprarrenal puede parecer biológicamente cuatro años más viejo desde el punto de vista del desarrollo físico y de la «edad» radiológica de sus huesos. Después de extirparle el tumor, un paciente de este tipo vuelve rápidamente a acercarse más, desde el punto de vista biológico, a su edad cronológica. Al principio, la obra del profesor Parhon lo indujo a realizar una serie de experimentos, durante los cuales inyectó extractos de glándula pineal a ratones que mostraban los síntomas clásicos de senilidad en los roedores, entre otros, alopecia, hiperqueratinización, tumores, apatía, indiferencia y emaciación. No ha quedado claro el origen de este pequeño fragmento pineal, del centro del cerebro, que fue usado en los citados experimentos, pero lo más probable es que carezca de importancia. El resultado importante de estos experimentos, realizados con ayuda de tres de sus colegas, fue que los ratones así tratados engordaron, y su piel ganó en flexibilidad y contextura después del tratamiento, respecto a otros no tratados. Nuevos trabajos en este terreno condujeron a investigaciones durante las cuales se extrajeron a ratas, conejos, cobayas y perros la glándula tiroides, la mayor parte de la paratiroides y las glándulas reproductoras. Las deficiencias endocrinas que resultaron de estas mutilaciones originaron, entre otras cosas, un ritmo más rápido de 63 Rejuvenecimiento: La historia de una idea envejecimiento, una aceleración de la «película vital». Parhon estableció comparaciones entre estos experimentos con animales y la función, que decrece naturalmente, de la glándula tiroides en los seres humanos viejos (demostrada mediante estudios del metabolismo basal y cálculos del consumo de yodina) y de disminución de la función sexual (reflejada en los niveles de esteroides urinarios). Un aspecto secundario, pero interesante, de los experimentos realizados por Parhon, fueron los cambios observados en el tejido conjuntivo. Esto se notó, sobre todo, en la alteración física de las fibras del colágeno en las colas de las ratas afectas de insuficiencia poliglandular. Los cambios en las fibras del colágeno y en otras fibras de los tejidos conjuntivos constituyen probablemente una de las características fundamentales de todo envejecimiento. Por tanto, el profesor Parhon creyó justificado deducir de sus experimentos y observaciones que el envejecimiento biológico era, por lo menos en algunos casos, un proceso variable. Y, asimismo, que se podía alterar acelerando o enlenteciendo la velocidad de la «película de la vida». Pero no se llegó a una conclusión sobre la manera exacta de llevarlo a la práctica con seres humanos. Los estudios del profesor Parhon sobre la glándula pineal causaron poca impresión en el mundo científico hasta época muy reciente. Esta glándula, suspendida en la cavidad craneal, entre los dos hemisferios cerebrales, ha llamado desde hace mucho tiempo la atención de científicos y filósofos. Los antiguos la consideraban sede del alma, pero ya en 1892, Otto Heubner, neurólogo alemán, describió un tumor que destruyó la glándula pineal y causó varios trastornos endocrinos, entre otros, pubertad precoz. El enfermo era un muchacho joven. Más recientemente, inflamaciones de la glándula pineal han sido causa de un retraso en la maduración sexual. Gradualmente, la Ciencia biológica llegó a la conclusión de que la glándula pineal era una estructura visual de tipo atávico. Ciertos artrópodos primitivos poseen un tercer ojo medio, y se creía que la glándula pineal observada en animales más desarrollados era un residuo de esto. Sin embargo se comprobó que dicha glándula ejerce una función relacionada con la visual en cuanto a que está vinculada a cambios que se producen en animales mmo consecuencia de su contacto con la luz. Es muy interesante la forma en que se descubrió esto. Empezó con una observación, aparentemente no relacionada con el problema, en los años veinte: que el extracto de glándula pineal blanqueaba la piel de los renacuajos, aunque no ejercía efecto alguno en la piel humana. Finalmente, en 1959, el doctor A. B. Lerner, dermatólogo de la Universidad de Yale, tras larga y laboriosa investigación en la que empleó casi un cuarto de millón de glándulas pineales bovinas, consiguió separar el factor blanqueante y dio a esta sustancia el nombre de melatonina. Este descubrimiento permitió al doctor Julius Axelrod, del «Clínical Science Laboratory», perteneciente al «National Institute of Mental Health», de Estados Unidos, realizar nuevas investigaciones en 1960. Se demostró que la melatonina es elaborada en el cuerpo a partir de una neurohormona, la serotonina, por acción enzimática. Los primeros investigadores habían sido inducidos a engaño por el hecho de que la calcificación de la glándula pineal se produce en el ser humano hacia la pubertad. Esto llevo a la conclusión de que, sea cual fuere el efecto que la mencionada glándula pudiera ejercer al comienzo de la adolescencia, cesaba durante ésta, Finalmente, las minuciosas investigaciones del doctor Axelrod y sus colegas con cadáveres demostraron que la glándula pineal calcificada sigue siendo tan activa biológicamente como en años anteriores, y poco a poco se fueron sabiendo más cosas sobre esta curiosa estructura. Inesperadamente, se comprobó que estos datos guardaban 64 Rejuvenecimiento: La historia de una idea relación con ciertas investigaciones efectuadas unos cuarenta años antes por el endocrinólogo británico W. C. Rowan. En efecto, Rowan había demostrado que el período anual de crecimiento testicular en cierta variedad del pinzón podía estimularse aumentando el período de tiempo diario durante el cual el pájaro era puesto en contacto con la luz. Es decir, que la duración de los estímulos luminosos en el ojo de un animal podía inducir cambios, por medios endocrinos, en los órganos sexuales. En estos últimos años se han ido descubriendo nuevos misterios de la glándula pineal. Grupos de ratas fueron encerradas en la mayor oscuridad durante seis días, mientras que otras permanecían en contacto con luz durante el mismo número de horas. Luego fueron examinadas sus glándulas pineales. Las de los animales sometidos a la luz eran más pequeñas y tenían menores cantidades de la enzima que interviene en la producción de la melatonina, que las de los que hablan pasado el tiempo en la oscuridad. De esta forma se demostró que la luz influye en la glándula pineal a través del sistema nervioso simpático, Con ayuda del microscopio electrónico y de técnicas del marcado radiactivo se estableció también un ritmo concreto de la actividad pineal. El doctor Seymour S. Kety, Jefe del «Clínical Science Laboratory», perteneciente al «National Institute of Mental Health», afirmó «... que hay relación, por medio del sistema nervioso simpático, con un posible reloj interior. En la glándula pineal, esta relación puede ser considerada como una «estación de relevo». Aunque la serotonina desempeña en la glándula un papel semejante al de un reloj, se ha demostrado que, en las ratas, se de tiene todo el ritmo cuando se seccionan los nervios simpáticos que conducen a la glándula... Es muy interesante considerar que tenemos un reloj interior con una esfera de veinticuatro horas aproximadamente. Aun cuando no sabemos con seguridad si la glándula pineal es nuestro reloj biológico, nos interesa mucho averiguar su relación con un mecanismo regulador ya conocido.» Es evidente que los experimentos del profesor Parhon con la glándula pineal merecen ser citados con referencia a las ideas vigentes sobre el rejuvenecimiento a la luz de los descubrimientos de la investigación moderna, porque si llegase a ser posible cambiar el ritmo de un mecanismo relojero biológico interior, se produciría, con toda seguridad, un rejuvenecimiento, al menos por lo que se refiere a la edad cronológica. Sin embargo, las investigaciones realizadas en Bucarest, acabaron por apartarse de la glándula pineal; pese a ello, 1947 fue un año memorable para los rumanos. El rey Miguel se vio forzado a abdicar y se proclamo la República Popular Rumana. En seguida se empezó a preparar un programa científico estatal, en el que se incluía un plan de investigación sobre el envejecimiento, que fue asignado al «Centro Geriátrico» de Bucarest, llamado hoy «Instituto Geriátrico C. I. Parhons». En 1951 se estudiaron más ampliamente ciertos problemas de Gerontología, Geriatría e Ilikibiología. Ciento ochenta y nueve pacientes del Instituto fueron cuidadosamente examinados desde los puntos de vista clínico y bioquímico y sometidos luego a tratamiento con extractos de tejido (bazo, placenta, cápsulas suprarrenales, glándula pineal y tiroides), vitamina E y balaneoterapia. Para entonces ya había surgido un nombre nuevo en las memorias científicas publicadas por el Instituto Parhon. Era el de la profesora Aslan, la cual añadió un nuevo método terapéutico al arsenal de los utilizados por el Instituto. Se empleó en algunos de los pacientes más graves, sobre todo los afectos de hipertensión, enfermedades degenerativas de las articulaciones, reumatismo, cirrosis y otras varias lesiones degenerativas del sistema nervioso. La edad de estos pacientes oscilaba 65 Rejuvenecimiento: La historia de una idea entre los sesenta y noventa y dos años. Ante la sorpresa de todo el mundo, se lograron grandes rejuvenecimientos entre los tullidos geriátricos, y la doctora Anna Aslan se convirtió, casi de la noche a la mañana, en una nova del firmamento del arte del rejuvenecimiento. La doctora Aslan se había ocupado anteriormente en programas de investigación -junto con el profesor D. Danielopolu, así como en su propia clínica, en Timisoara- relativos al tratamiento con novocaína, del asma, la artritis y el embolismo de los miembros. Más adelante incluyó también el tratamiento de la acrocianosis y las úlceras tróficas. Una de las mayores dificultades para aquilatar estos trabajos es la imposibilidad de llegar a conclusiones científicas concretas, debido a la ausencia de algo que se parezca, ni siquiera remotamente, a una prueba clínica controlada en cualquiera de las fases de los mismos y de la que fuera posible deducir pruebas estadísticas suficientes. Sin embargo, en el caso de la artritis, la obra publicada por la investigadora nos da ciertos indicios que, por lo menos, se acercan a los principios aceptados de la Medicina experimental. Ciertos animales fueron infectados experimentalmente de artritis por medio de inyecciones de formaldehído, y posteriormente se les pusieron inyecciones intraarteriales de soluciones de novocaína. Aunque parezca sorprendente, se produjo una curación aceptable. Pero, además, los animales curados con novocaína mostraron más resistencia a los renovados intentos de provocación de artritis. Durante estos experimentos, la doctora Aslan observó «efectos especiales en el estado general de nutrición de los animales afectados, que engordaron y adquirieron un pelaje más tupido y reluciente... Ello nos indujo a suponer que esta sustancia ejercía efectos tróficos de tipo general...» Influida quizás por tan interesantes resultados, la doctora Aslan -al iniciarse la década de los cincuenta- empezó a administrar a 45 pacientes del hospital del Instituto y a 2.500 no residentes en él, inyecciones intramusculares de 5 c.c. en una solución al 2 % de novocaína (con un pH de 4,2 a 5), tres veces a la semana, durante un período indefinido y variable. Aunque no disponemos de estadísticas sobre el número de pacientes a quienes benefició este tratamiento, conocemos casos individuales realmente notables. V. V. era una mujer anciana, débil e inactiva en 1949, cosa, por otra parte, natural en una persona de noventa y un años de edad. Llevaba algunos años en observación y tenía muchos síntomas de senilidad, como incontinencia urinaria, hipotonía muscular, prurito, graves deficiencias auditivas y visuales e hipertensión. A juzgar por la descripción de su estado clínico, sufría también osteoporosis, demencia senil precoz y artritis. Después del primer tratamiento con novocaína, desaparecieron los dolores artríticos y osteoporóticos y, en general, mejoro su condición. Dos años después, un nuevo tratamiento alivió el prurito, recupero parte de la agudeza auditiva y mejoro el estado de la piel. En el mismo año, sus músculos se vigorizaron, empezó a andar bien e incluso pudo tocar el suelo con los dedos doblando la cintura. Durante el año siguiente, su pelo, blanco hasta entonces, empezó a crecer más oscuro en las sienes. También podía concentrarse mejor. En 1956, a la edad de noventa y siete años, el pelo había recobrado ya, en un 80 %, su anterior color oscuro, se mostraba más viva, subía sin ayuda las escaleras del Instituto, salía sola y era capaz de hablar de manera coherente sobre sus experiencias nuevas y anteriores. Llegó a pesar cuatro kilos y medio más que antes de iniciarse el tratamiento. He aquí ahora otro caso, esta vez de una enferma de setenta años, residente en la clínica, que sufría, al principio, glaucoma, cataratas, arteriosclerosis, artritis y depresión. Tenía la piel atrofiada y queratótica y el cabello blanco. En 1952 sufrió un 66 Rejuvenecimiento: La historia de una idea ataque de apoplejía y se decidió entonces curarla con novocaína intravenosa dos veces al día, y, posteriormente, por vía intramuscular. Como cabía esperar, la enferma fue restableciéndose gradualmente del ataque de apoplejía. Es interesante hacer constar que, si bien inmediatamente después del ataque permaneció en estado comatoso, recobró el conocimiento durante unos diez minutos después de cada inyección intravenosa de novocaína. Su restablecimiento gradual parecía verdaderamente notable. Un año después del ataque había engordado ya 2 kilos, había mejorado el aspecto de la piel y estaba animada y optimista, Había aumentado su fuerza muscular, medida con el dinamómetro, y el cabello había recuperado por completo su pigmentación anterior. A todo aquel que haya visitado las salas psicogeriátricas de un hospital de enfermos mentales le parecerá familiar la descripción de un tercer caso, hecha por la propia doctora Aslan, y, tal vez, encontrará muy dudoso que pueda ser rejuvenecido o rehabilitado físicamente. T. J. era un hombre de sesenta y seis años, al que se había diagnosticado afasia, amnesia y senilidad prematura. Era un ser completamente inútil, incapaz de recordar nombres, ni de coordinar ideas y ni siquiera de vestirse solo. Mostraba signos de Parkinson y tenía un aspecto «triste, asustadizo, había perdido mucho pelo, el que le quedaba era cada vez más gris y no sabía orientarse. Fue tratado con hormonas masculinas y vitamina B1, sin que se apreciara mejoría alguna; pero un largo tratamiento con novocaína (diez series de doce inyecciones) dio por resultado un impresionante cambio. Perdió su actitud depresiva, fue capaz de conversar y asimilar datos nuevos, engordó 4,5 kilos, su reacción al dinamómetro mejoro y, en general, se amplio su capacidad vital toráxica. Probablemente no añadiría mucho en favor de la novocaina como agente rejuvenecedor la aportación de unos cuantos casos más como éstos. Desde el punto de vista científico, se pueden encontrar grandes fallos en casi todos ellos, y tal vez la crítica más dura que pueda hacérsele es la de que todos los pacientes sometidos a estos experimentos cayeron bajo la influencia de la doctora Asfan y bajo la protección terapéutica de la Clínica, más o menos, al mismo tiempo que empezó a usarse en ella la novocaína como agente terapéutico. Pese a todo, hay ciertos aspectos de estos casos que no pueden explicarse satisfactoriamente sólo a base de la psicoterapia o la nutrición, como tampoco podemos explicar su éxito exclusivamente como el resultado de un largo tratamiento con novocaína. En primer lugar, el crecimiento y la pigmentación del pelo son notables. Es también bastante sorprendente la mejoría de la depresión sin ayuda de fármacos. Aunque un método terapéutico bien planeado podría ser sumamente beneficioso para los ancianos, ningún psicoterapeuta creería fácil poner a una anciana de noventa y un años, prácticamente inmovilizada por la artritis, en estado de andar y subir escaleras sin ayuda, a los noventa y ocho años de edad. Pero los estudios de la doctora Aslan no se limitaron a los aspectos generales del envejecimiento. Las enfermedades degenerativas de las articulaciones son también corrientes entre los ancianos y figuran entre las condiciones preseniles más difíciles de tratar eficazmente. A pesar de todo mejoró una serie de cien ancianos con achaques de este tipo, pero hubo que someterlos a un tratamiento constante. Es poco probable que los pacientes mejoren sin tratamiento, pero no puede descartarse la posibilidad de una reacción de placebo en esta serie de pacientes, veintiséis de los cuales se restablecieron notablemente, mientras que sólo catorce se mostraron inditcrentes por completo al tratamiento. 67 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Finalmente, la doctora Aslan empleó la novocaina como profiláctica y como parte de un régimen preventivo del envejecimiento. Se sugirió que tal régimen podría muy bien iniciarse a los cuarenta años de edad, sometiendo al paciente a una serie de doce inyecciones durante el primer mes, para repetir luego el tratamiento a meses alternos, o cada tres meses. En 1957 habían sido ya tratados mas de cinco mil pacientes. La doctora Aslan ha sido acusada repetidas veces de no querer publicar resultados estadísticos y en cierto modo, esta crítica es justa. Pese a todo, se han dado a conocer algunas cifras. Tomando un total de 1.370 pacientes admitidos en el Instituto entre 1953 y 1957, de los cuales, 875 fueron tratados con novocaína, y cl resto, con «otros medios biotróficos no especificados», los resultados conseguidos son significativos: el porcentaje de muertes en el grupo de los tratados con novocaína fue del 2,7 % y en el grupo testigo, del 10,3 %. Un grupo menos numeroso de enfermos no residentes arrojo resultados parecidos. En los tratados con novocaína, el porcentaje de muertes fue de casi el 8 % (por término medio, la edad de estos pacientes era de ochenta y tres años), mientras que en el grupo de los tratados sólo con fármacos específicos de su enfermedad fue del 42 %. El porcentaje de restablecimientos en el grupo de la novocaína fue también sorprendente: respecto a los sometidos a un «tratamiento sintomático normal» casi el doble de los tratados con novocaína pudo reincorporarse al trabajo. En general no se ha juzgado con interés o benevolencia la técnica rejuvenecedora de la doctora Aslan. Es típico de la reacción occidental un artículo de fondo del British Medical Journal. Por razones que explicaremos mas adelante, la doctora Aslan dio a su solución de novocaína el nombre de «H3», nombre cuya misteriosa clave impresionó a la Prensa. El artículo de Hugh McLeave en el diario londinense Daily Mail es típico de esta reacción. En el se trata de los seis centenarios sometidos en Bucarest al tratamiento de la doctora Aslan, todos los cuales recuperaron su actividad y agilidad, y uno de ellos llegó incluso a hacer flexiones con los brazos, tumbado boca abajo en el suelo e impulsando el cuerpo hacia arriba y abajo, cosa notable para su edad, sin mostrar signo alguno de agotamiento físico ni tensión. Este tipo de información, al ser publicado, pareció despertar el recelo de la Medicina oficial, sobre todo si tenemos en cuenta que algunos médicos, al creer que el «H3» era alguna sustancia terapéutica nueva y misteriosa, empezaron a clamar por su elaboración y distribución en Inglaterra. Cuando se aclaró que se trataba, simplemente, de una solución de procaína al 2 % y de un pH entre 4,2 y 5 % (procaína es el nombre dado en la Farmacopea británica a la novocaína), cosa que, por otra parte, no ocultaron nunca los investigadores del Instituto Parhon, la opinión médica británica sintióse bastante molesta. El artículo de fondo del British Medical Journal subrayaba también que la procaína queda desintegrada en pocos minutos por la procainesterasa del plasma y, en menor medida, por una enzima hepática, y asimilada a ácido aminobenzoico y dietilaminoetanol, lo cual, dicho sea de paso, había sido ya explicado por la doctora Aslan tres años antes. Se subrayaba asimismo que esta sustancia era eliminada por completo de la corriente sanguínea en unos veinte minutos y que resultaba «difícil» comprender el sistema de dosificación, sobre todo teniendo en cuenta que la profesora Aslan reconoce que no pueden obtenerse resultados semejantes con los distintos productos de la procaína por separador. Aproximadamente una semana antes de publicarse el artículo de fondo del British Medical Journal, la profesora Aslan había pronunciado una conferencia en el antiguo «Apothecaries’ Hall». de Londres sobre el tema «La procaína como agente 68 Rejuvenecimiento: La historia de una idea terapéutico en la vejez y otras dolencias tróficas», la cual tuvo muy poco éxito. La patrocino el Daily Mail, que, por desgracia, creyó necesario anunciar, inoportunamente, que la conferencia de la doctora Aslan sería considerada confidencial y no comunicada en modo alguno a la «National Press» (rival). El corresponsal del British Medical Journal, que informó sobre ella, sacó una impresión muy pobre del acto. Es posible que no tuviera intención de herir al público cuando dijo, en su reseña, que este se componía, principalmente, de «doctores en Medicina general». Además, en el último momento, el presidente no pudo asistir y hubo que nombrar a toda prisa un sustituto. Por desgracia también, la doctora Aslan hubo de luchar, en su conferencia, con dificultades lingüísticas, aunque se las arregló para empezar con un prólogo en ingles elogiando los éxitos geriátricos británicos, para pasar luego a informar sobre sus investigaciones en un excelente francés. Después entregó su manuscrito a un traductor, quien lo leyó en inglés. Pero cuando los asistentes lo hubieron oído entero, no encontraron ningún dato nuevo en él. Fueron invitados a hacer preguntas sobre el rciuvenecimiento con procaína, mas, por desgracia, en lo referente a este tema, la reseña del corresponsal de la revista médica fue decepcionante, ya que «ninguna de las preguntas, ni las respuestas de la doctora Aslam, añadieron gran cosa a lo que ya había dicho». La reseña del British Medical Journal criticaba los informes clínicos del Grupo Parhon, refiriéndose, sin duda, con estas palabras, a los ya publicados por el Instituto Parhon de Geriatría, porque resultaban «tristes de leer para el clínico habituado a los métodos científicos modernos, por verse en ellos una falta casi total de controles y no procederse a comprobar rigurosamente los datos obtenidos». Sin embargo, una detenida lectura de estas publicaciones demuestra que no es cierto que no se llevaran controles, aunque no se daban a conocer las valoraciones y juicios clínicos sistemáticos. Tales valoraciones, las cuales conducen a que ninguno de los participantes sepa que pacientes están siendo sometidos al método cuya eficacia se va a investigar (ni los propios pacientes, ni la enfermera, ni el médico, ni los demás ayudantes), no pueden aplicar, naturalmente, a todas las formas de investigación médica. Si, por ejemplo, se produce una curación, razonablemente comprobada, de un cáncer inoperable o incurable, gracias a la administración de un determinado fármaco o a un tratamiento nuevo, lo cual salva la vida de numerosos pacientes, es dudoso que ningún clínico, por muy habituado que esté al «método científico moderno», encuentre justificación para negar ese fármaco o tratamientos a sus propios pacientes. La profesora Aslan pudo muy bien haber hecho lo mismo con sus pacientes geriátricos, si estaba convencida de que negarles el tratamiento equivalía a condenar a muchos de ellos a una muerte prematura. Otro aserto que perjudicó la reputación de la profesora Aslan emanó también de Ia misma reseña del British Medical Journal. Aunque luego decía que «la profesora Aslan ha causado una impresión personal sumamente favorable, pues es mujer dotada de sentido del humor, encanto y entusiasmo, además de -y aquí es donde está el venenun infinito optimismo terapéutico..., carecemos de verdaderas pruebas de que esa sustancia (la procaína) valga para nada, y toda la publicidad que le ha dado la Prensa ejercerá el efecto negativo de despertar en muchos la esperanza de que, por fin, se ha descubierto el elixir de larga vida. La búsqueda de ese elixir, de la piedra filosofal, de la panacea, es un interesantísimo capítulo de la historia de la Medicina y el constante sueño de los químicos. Lo más probable es que la hostilidad que sintió el mundo de la Medicina hacia el rejuvenecimiento con procaína tuviera tres motivos principales: Primero, los artículos 69 Rejuvenecimiento: La historia de una idea sensacionalistas que dedica la Prensa al más ligero rumor que circule sobre el tema del rejuvenecimiento. Segundo, el hecho de que las investigaciones sobre el rejuvenecimiento a base de procaína llegaran a nosotros procedentes del otro lado del telón de acero, y es bien sabido el recelo que siente la opinión médica británica y norteamericana ante noticias sobre Medicina procedentes de ciertos países europeos. Aceptar noticias llegadas de Rumania en aquel momento histórico, había podido ser interpretado casi como nihilismo terapéutico. Hubo, sin duda, quienes creyeron que la doctora Aslan era una charlatana, hábil expositora de sus experimentos, cuidadosamente seleccionados para ganar cierta reputación mundial en el terreno del rejuvenecimiento. Para otros era, simplemente, un ejemplo encantador del autoengaño científico. Pero la principal razón de que se rechazara el método del rejuvenecimiento con novocaína, no tiene nada que ver con estos curiosos recelos psicológicos. Lo que más perpleja dejaba a la gente era que no hubiese ninguna explicación lógica de la forma en que actuaba la procaína en este sentido. El principal obstáculo era que la procaína se transforma con mucha rapidez en la sangre en dos sustancias relativamente inactivas desde el punto de vista químico. ¿Cómo podía, pues, estar dotada de propiedades rejuvenecedoras? Al publicarse el trabajo de la profesora Aslan, se comprobó que no era demasiado explícita en lo tocante a la bioquímica de la novocaína. La autora se mantiene fiel a su opinión explícita de que la vejez es una distrofia y de que la degeneración progresiva de los ancianos puede ser frenada por medio de la novocaína. Los experimentos que se han llevado a cabo en el laboratorio y los ritmos de crecimiento de ciertas colonias de bacterias e infusorios no han hecho sino reforzar su creencia de que la novocama y sus ingredientes tienen propiedades vitamínicas o biocataliticas. El misterioso producto «H3», que se ha infiltrado en la nomenclatura del rejuvenecimiento, no es más que una expresión taquigráfica inventada por Aslan para establecer la diferencia entre la novocaína y sus ingredientes. En general, la doctora cree que el fundamental efecto de la novocaína puede desarrollarse en los niveles de oxirreducción celular. La doctora Aslan no ha negado nunca el hecho de que la novocaína se transforma rápidamente, en el organismo, en sustancias que tienen poca o ninguna acción rejuvenecedora. Pero negar que la terapéutica a base de novocaína a lo Aslan ejerza efecto físico alguno, es negar muchos datos publicados o incluirlos en el aterrador cajón de sastre de los fraudes científicos, perpetrado, en este caso concreto, con el probable objeto de sembrar la confusión en el mundo occidental. Por ejemplo, experimentos realizados en la granja de Berkovitza (Bulgaria) muestran que corderos tratados con novocaína durante un periodo de treinta días aumentaban de peso casi en un 15 % respecto al grupo testigo. Comprobaciones oscilométricas llevadas a cabo en hombres de edad avanzada, junto con estudios realizados paralelamente sobre las presiones locales y generales del medio ambiente, revelan que existe una relación entre los datos oscilográficos y el tono, elasticidad y reactividad arteriales. Los resultados de estas investigaciones mostraron la existencia de una gradual degeneración de la función arterial a lo largo de los años en los pacientes no tratados, mientras que la novocaína frenó esta tendencia en los sometidos a tratamiento. En otros experimentos se tomó el ritmo circulatorio como índice más o menos exacto de la adaptabilidad vascular, ritmo que, en circunstancias normales, aumenta con la edad, pero que también baja los valores cronológicamente anteriores después del tratamiento con novocaína. 70 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Otro, y poco conocido, dato bioquímico, es que los cambios que se verifican en las proporciones de albúmina respecto a la globulina de la sangre, pueden ser profundamente modificados por la novocaína. También se han publicado otros efectos psicológicos inexplicables. Según un informe científico, en el que se estudiaban los efectos de una sola inyección intravenosa de novocaína, se comprobó que había aumentado significativamente en la sangre el número de leucocitos dos horas después de la inyección. Una de las pruebas definitivas que exige la mentalidad científica cuando se ve ante un posible progreso científico, es la de que puedan ser confirmados por otros científicos de la misma especialidad los resultados que se proclaman. Por lo que se refiere a la novocaína, cabe decir que apenas se tienen datos de que otros hayan repetido los notables experimentos de la doctora Aslam. Desde luego, se ha publicado algo muy parecido en Albánia! donde dos médicos administraron una serie de inyecciones de novocaína a los internados en un asilo de ancianos de la ciudad de Halle. Tras una o dos series de inyecciones, los resultados fueron alentadores por lo que se refiere a los achaques arterioescleróticos y artríticos. En experimentos ulteriores se incluyeron inyecciones simultaneas de preparados polivitamínicos y novocaína, por lo cual no puede sostenerse que los resultados sean realmente comparables. Sin embargo, los autores se mostraron reticentes respecto a si estaba justificada la aplicación de la palabra rejuvenecimiento a este caso concreto. Tal vez se dieron cuenta de que aquello sería dinamita verbal, y ello los indujo a ser prudentes. En Inglaterra nadie parece hallarse suficientemente interesado en demostrar o refutar la obra de la doctora Aslan. El doctor Abraham Marcus, redactor-médico del Obsever, menciona un pequeño experimento clínico realizado por un geriatra de Yorkshire con objeto de poner a prueba el método para ver si podía ser aceptado por la opinión médica inglesa. Los resultados, por lo que se refiere al rejuvenecimiento, fueron completamente negativos. Sin embargo, es significativo, en la historia de las ideas sobre esta cuestión, el hecho, aceptado, de que mejorasen la condición del pelo y la piel de los pacientes. En los Estados Unidos, en general, tampoco hay apenas interés, aparte un experimento clínico importante llevado a cabo en el «Patton State Hospital» de California. El experimento, aunque no de gran amplitud, fue bien organizado. Fueron seleccionados cuarenta y cinco pacientes con este objeto, ninguno de menos de setenta años. Todos ellos tenían un historial de arteriosclerosis y artritis degenerativa. También sufrían deterioro mental orgánico bastante desarrollado, con síntomas que incluían perdida de memoria y obnubilación general del sensorio. Solo seis de estos pacientes sabían la hora que era; sólo catorce sabían dónde estaban, y no más de trece se percataban de su propia identidad. Veintiocho recordaban el lugar de su nacimiento, y sólo diez sabían el nombre del presidente de los Estados Unidos. Todos ellos habían estado en el manicomio por lo menos noventa días, pero ninguno más de cinco años. Los cuarenta y cinco pacientes fueron divididos en tres grupos de quince. Cada grupo fue sometido a una serie de inyecciones tres veces por semana, hasta un total de diez dosis. Luego, tras un período de descanso de una semana, se procedió a una segunda tanda de diez inyecciones. Todas las inyecciones parecían iguales a primera vista, y alguno de los participantes sabía «quién», recibía «qué», inyección, pues la verdad era que una inyección contenla procaína; otra, una mezcla de ácido nicotínico y vitamina B, y la tercera, una solución salina normal. 71 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Pero no todos los pacientes pudieron ser sometidos al tratamiento completo. Uno murió, dos sufrieron fractura de la cadera y fueron trasladados a otros departamentos del hospital, uno tuvo que ser expulsado por violencia y otros dos desarrollaron crisis de enfermedad aguda. Esto redujo el número a treinta y nueve pacientes. Tras el experimento, los pacientes fueron examinados para ver si se había producido alguna mejoría en su condición física y psiquiátrica, para lo cual, se sometieron a una serie de pruebas de laboratorio semejantes a las practicadas antes del experimento. Los resultados fueron sumamente interesantes: «No se comprobó ninguna mejoría ni empeoramiento perceptibles que pudieran ser atribuidos a las inyecciones de procaína.» Esto habría podido ser el final del método de rejuvenecimiento con procaína, a no ser por ciertos detalles. En primer lugar, en toda comprobación clínica, incluso en aquellas en que ningún paciente conoce el objeto de la prueba o los datos básicos, hay que contar con un efecto de procedimiento, llamado reacción de placebo, que es previsible. En este caso faltó. Los organizadores creyeron que podría deberse «al método usado», porque se alegó que los pacientes no recibieron más atenciones por el hecho de haber participado en el experimento. Pero este argumento no parece válido si se tienen en cuenta el aparatoso proceso de selección de los pacientes, los exámenes previos a que fueron sometidos, las pruebas de laboratorio, las inyecciones mismas y, además, los exámenes médicos de posrejuvenecimiento, seguidos de nuevas comprobaciones. Otro detalle digno de tenerse en cuenta en este experimento clínico es que no fue continuado durante el tiempo necesario para poderlo comparar con las técnicas de la doctora Aslan. Pero esto pierde importancia ante lo que parece la crítica más seria del método usado: que los pacientes estaban demasiado deteriorados física y mentalmente para poder reaccionar de una manera positiva a un método cualquiera de rejuvenecimiento. Parece confirmar esta crítica básica el hecho de que seis de los cuarenta y cinco hubieran de ser abandonados por diversas razones médicas durante cl breve experimento. Lo más probable es que el experimento no produjese reacción alguna por la misma razón: que no hubo reacción de placebo, que los pacientes eran seres confusos y deteriorados en extremo, incapaces ya de responder a la Medicina. La profesora Aslan, como muchos otros rejuvenecedores, cree en su propia medicina. Los que la conocen se admiran de su aparente juventud y agilidad mental. Tal vez resulte curioso que la procaína, mezclada esta vez con cafeína, sea la base de otra idea en la historia del rejuvenecimiento. El doctor Hunecke, de Düsseldorf, la usa como base de técnicas propias, rejuvenecedoras y de otros tipos, dentro de un sistema médico que él llama terapéutica neural. Es interesante comparar las técnicas cautas, laboriosas, institucionales y de largo alcance que se elaboran en el Centro Geriátrico Parhon, con las colas de pacientes que esperan ser tratados por Hunecke en su consultorio. El doctor Richard MacKarness, que entrevistó al doctor Hunecke - lo cual sé gracias a una comunicación privada-, tuvo la oportunidad de observar de cerca la técnica de éste y llego a la conclusión de que su actitud era brusca, casi prusiana, y que imponía respeto a sus pacientes. Rara actitud, desde luego, en un rejuvenecedor profesional. Hunecke examina a sus pacientes en busca de alguna señal de inflamación o posibles focos de infección. En general los encuentra en la base de los dientes o en la zona amigdalar. En otros casos concentra su atención en antiguas cicatrices de cualquier parte del cuerpo, donde inyecta una solución de novocaína y cafeína. Según parece, en un 20 % de los casos, la inyección va seguida por una reacción instantánea de carácter muy favorable. La artritis más grave se vuelve de 72 Rejuvenecimiento: La historia de una idea pronto indolora, y el encorvado se endereza. El doctor Hunecke llama a esto el sectenden phenomenum (fenómeno instantáneo) que cura. Aunque la Medicina ortodoxa británica y norteamericana desdeña esta curiosa técnica, Hunecke contesta que da resultado, y que la gente que se apiña ante su puerta en solicitud de terapéutica neural es una prueba tangible de su éxito. Hunecke dice de su técnica que «el sistema nervioso, desde sus partes centrales, el cerebro y la medula espinal, envía ramificaciones a todas las partes del cuerpo, de modo que todos los órganos están intercomunicados con tramos nerviosos. Toda irritación que se produzca en cualquier punto del sistema nervioso, desequilibra el armonioso funcionamiento del organismo y provoca dolor e inflamación en todo el cuerpos». Pocas personas inteligentes dirían que esta idea, que forma parte de la historia del rejuvenecimiento, merece un estudio serio, pese a lo cual, el doctor Hunecke subraya, con orgullo, que es capaz de curar a la mitad de los enfermos crónicos del mundo por medio de su «cuchillo conservador», como un entusiasta profesor francés llamó a su jeringa de aguja larga, y centenares de médicos alemanes han asistido a demostraciones clínicas de Hunecke para observar su técnica. 73 Rejuvenecimiento: La historia de una idea 9 LAS GLANDULAS SEXUALES Y EL REJUVENECIMIENTO Las glándulas sexuales tal vez sean el más complicado pasaje de la historia de la Medicina, por su mezcla de datos auténticos y falsos; más decepcionante, por las grandes esperanzas que terminaron en completo desencanto, y más angustioso por el número de reputaciones que se derrumbaron acosadas por la más implacable crítica. Es también notable por la influencia que ha ejercido en la historia de las ideas sobre el problema del rejuvenecimiento. El comienzo de esta historia parte, lógicamente, de Charles Edouard BrownSéquard, que nació en 1817 en la entonces inglesa isla Mauricio. Hijo de un capitán de Marina norteamericano de origen irlandés y de una francesa de la cercana isla de Reunión, se licenció en Medicina en París a los veintitrés años de edad para volver a su tierra natal con intención de dedicarse en ella al ejercicio de la Medicina. Sin embargo, una faceta del carácter de Brown-Séquard era su ineluctable tendencia al errabundeo profesional, y el interés que sentía por la Medicina experimental no tardó en guiar sus pasos hacia Harvard. Unos años después abandonó Estados Unidos y aceptó la cátedra de Medicina comparada en París, pero en 1859 se trasladó a Londres, donde ejerció como médico en el «National Hospital for the Paralysed and Epileptic», como se llamaba entonces, sito en la Queen’s Square. Cinco años más tarde, nuestro medico está de nuevo en Harvard, como profesor de Fisiología y enfermedades nerviosas. Al parecer incapaz de pasar más de unos cuantos años en un lugar cualquiera, poco después volvía a París como profesor de la «École de Medicine». De nuevo volvió a Nueva York y de nuevo regresó a París, donde sucedió al gran neurólogo Claude Bernard, como profesor de Medicina experimental del «College de France» en 1878, cargo que ocupó hasta su muerte, acaecida el 2 de abril de 1894. Aunque la vida de Brown-Séquard parece muy poco tranquila académicamente, lo cierto es que consiguió un gran éxito, sobre todo en el campo de la investigación médica. Confirmó la obra de Claude Bernard sobre el sistema nervioso simpático; aportó valiosos datos sobre los efectos de la disposición de las fibras nerviosas en la medula espinal; dirigió importantes trabajos experimentales sobre el tema de la epilepsia; realizó estudios sobre el sistema nervioso en general y tuvo, además, el mérito de fundar y dirigir dos publicaciones periódicas médicas: el Journal de la physiologie de l’homme et des animaux, que se publicó desde 1858 a 1863, y los Archives de physiologie normale et pathologigue, publicación fundada en 1868 y que se mantuvo hasta la muerte de Brown-Séquard. Teniendo en cuenta las circunstancias de la vida de Brown-Séquard, se ha de reconocer que, si bien algo irregular en varios aspectos, desplegó una intensa actividad profesional. Se dice que publicó unos quinientos trabajos científicos y ensayos. Como es natural, parte de su obra experimental perdió vigencia posteriormente, sobre todo la que se refiere a la distribución de la anestesia en casos de hemiplejia. Brown-Séquard fue también criticado por varios experimentos, con los que afirmó haber demostrado que animales a los que había provocado artificialmente la epilepsia, la transmitían a su vez a sus descendientes. Otro evidente fallo de sus métodos experimentales parece haber sido demostrado por lo que sólo puede ser 74 Rejuvenecimiento: La historia de una idea descrito como una observación que, en otros casos, confirma la falacia de las impresiones maternales. Siempre en el camino de la investigación sobre la epilepsia experimental, Brown-Séquard seccionó el nervio ciático de algunos cobayas. Probablemente como consecuencia de la anestesia que produjo esta operación en las patas de estos animales, algunos de ellos intentaron morderse, e incluso arrancarse con los dientes, partes de sus patas y dedos entumecidos e insensibles. Aunque Brown-Séquard llevaba treinta años criando cobayas en sus laboratorios, nunca observó un solo caso de un cobaya sin dedos, pese a lo cual, la progenie de los animales cuyo nervio ciático habla sido seccionado, carecía de dedos en trece casos. Estos extraordinarios resultados experimentales no han sido nunca confirmados por otros investigadores, y lo mas probable es que haya otras explicaciones para tan curiosos efectos teratógenos. A pesar de todo, no restan mérito alguno al conjunto de la obra científicoexperimental del fisiólogo, que se mantuvo vigente por completo hasta 1889, cuando se produjo un hecho que acabó con la reputación profesional de Brown-Séquard. Anteriormente, durante varios años, había tenido la costumbre de realizar pruebas de dinamómetro en su propia persona, sin duda con objeto de ir comprobando los efectos del envejecimiento gradual. Al acercarse a los setenta años empezó a observar síntomas de decadencia muscular. Durante los dos o tres años siguientes, Brown-Séquard empezó también a sentir fibrositis, extrema fatiga e insomnio. En la primavera de 1889 estuvo haciendo experimentos con extractos obtenidos de varias glándulas endocrinas, y lo más probable es que se tratara de una derivación de trabajos anteriores, publicados entre 1856 y 1858, en los que demostraba la existencia de un «síndrome semejante a la enfermedad de Addison» en animales suprarrenal ectomizados. Esto acabó por inclinar a Brown-Séquard a hacer experimentos en su propia persona, y se inyectó extractos de testículos de cobayas. Al parecer, los resultados fueron sorprendentes, porque comprobó que se sentía muy rejuvenecido, no sólo sexualmente, sino también en lo tocante a energía muscular, confirmada por el dinamómetro. El 1 de junio de 1889 -recordado por algunos como el día en que nacieron la teoría de la secreción interna y la Endocrinología- el profesor BrownSéquard hizo unas trascendentales declaraciones durante una sesión celebrada por la «Societé de Biologie». Mostrando a los presentes un frasquito lleno de liquido, reveló que había obtenido un extracto de glándulas sexuales animales y que, aunque sólo se había puesto hasta entonces tres inyecciones del mismo, ya había rejuvenecido de una manera notable. Brown-Séquard se había casado por tercera vez hacia poco, y cometió la indiscreción de jactarse ante sus oyentes de haber sido capaz de rendre visite a la joven Madame Brown-Séquard después de las inyecciones. Esto añadió pimienta y sensacionalismo a la reunión de unos señores que, es de suponer, se habían congregado allí con objeto de oír un informe científico serio. Brown-Séquard aparentaba, sin duda, la juventud que del sentir, o sea, treinta años menos de los que tenla, porque los periódicos populares franceses se lanzaron sobre la noticia con verdadera fruición. Le Matin inició en seguida una suscripción para erigir un Instituto de Rejuvenecimiento en el que la méthode séquardienne se pondría al alcance de los franceses ancianos. Brown-Séquard y su ayudante, D’Arsonval, idearon una «máquina famatica», del tipo de la de Rube Goldberg, con una polea que se ajustaba a la cintura, tubos, alambiques, sistema de ventilación y cuadrantes de mando. Se ponían en ella testículos de toro, que eran molidos, filtrados a través de arena, esterilizados con ácido bórico y convertidos en un licor..., que se introducía en el glúteo mayor de miles de boulevardiers viejos, pero aún libidinosos. 75 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Sin embargo, Brown-Séquard no tardó en descubrir críticos acérrimos dispuestos a desacreditar sus ideas. Un periódico alemán observó en seguida: «Los oyentes del profesor Brown-Séquard parecen haber recibido de la capacidad intelectual del viejo científico una impresión muy distinta de la que este -dada la elevación de sus ideas- esperaba sin duda causar. La conferencia debería ser considerada como una prueba más de lo necesario que «retirar a los profesores que han llegado a los setenta años.» Otro periódico alegó que el profesor había hecho poca cosa en los años últimos por el progreso de la Ciencia y descartó sus experimentos, que calificó de «aberraciones seniles». Posteriormente, durante la lectura de un informe ante la Academia de Ciencias de París, Brown-Séquard subrayó que «nunca he afirmado que mi método me permita modificar cambios seniles irreparables... Espero, sin embargo, que toda persona reflexiva y carente de prejuicios reconocerá la solidez de mis conclusiones al convencerse de la exactitud de los datos y de la fuerza lógica de las demostraciones». Algo más adelante, Brown-Séquard aseguraba que en el hecho de provocar la excitación sexual, no seguida de eyaculación, había, sin duda, un estimulo para el trabajo mental. Tal vez sea aquí donde estén los primeros síntomas de su decepción con el rejuvenecimiento. Se ha sugerido que el método usado por Brown-Séquard para la extracción masiva de testículos fue la razón de su falta de eficacia. Puede que haya algo de verdad en esto, porque el interés de los parisienses no tardó en ir apagándose. Esto, por lo que se refiere al público en general, ya que los médicos no mostraron nunca entusiasmo por el nuevo método. Desde el punto de vista personal de BrownSéquard, el descrédito de su método de rejuvenecimiento constituyó una tragedia. Aparte una memoria, publicada en 1892 en la cual sostenía que el riñón produce una secreción interna, nada más suyo se volvió a publicar. Abandonado por su joven esposa, murió en la Riviera, en 1894, a causa de un derrame cerebral. Que la terapéutica de Brown-Séquard tuviese o no eficacia es cosa que no sabemos. Los extractos acuosos de testículos de mamíferos contienen testosterona y, posiblemente, también otras sustancias andrógenas. Al ser inyectada, es inactivada rápidamente en el hígado, y la opinión farmacológica actual acepta, de una manera explícita, que, en todo caso, la testosterona sintética ejerce poco o ningún efecto en la curación de la impotencia senil o psíquica. Tampoco es eficaz como afrodisíaco. Sin embargo, se observa después de un tratamiento con testosterona un efecto anabólico que determina cambios biológicamente bien conocidos, como retención de nitrógeno y aumento de peso corporal y orgánico, por lo cual puede pensarse que tal vez exista en este fenómeno un factor rejuvenecedor. En 1861, cuando Brown-Séquard estaba dedicado de lleno a sus investigaciones fisiológicas en los cuatro puntos cardinales, le nació un hijo a un medico que ejercía su profesión en la ciudad de Hohenems, en la provincia austriaca de Varalberg, y que estaba destinado a convertirse en uno de los personajes mas conocidos en la historia del rejuvenecimiento. La vida de Eugen Steinach tuvo unos comienzos muy poco halagüeños. Una vez terminados los estudios primarios y secundarios, estudió Medicina en Ginebra y luego en Viena, donde se doctoró. Sus intereses se circunscribían principalmente al campo de la Fisiología experimental y, después de trabajar tres años en el Instituto Fisiológico de la Universidad de Innsbruck, en 1890 obtuvo el codiciado puesto de primer ayudante de Ewald Hering, en Praga. El profesor Hering es recordado aún porque, en 1870, ideó una «teoría psicofísica» según la cual la memoria facultativa, el 76 Rejuvenecimiento: La historia de una idea poder automático que tiene el protoplasma de hacer de nuevo lo que ya ha hecho antes, constituye una propiedad distintiva de toda materia viva». No cabe duda de que el joven fisiólogo encontró muy estimulante el ambiente intelectual de los años noventa. Ya habían pasado los días de la Filosofía natural especulativa. Los fenómenos naturales se investigaban ahora a la luz de las leyes químicas y físicas nuevamente revalorizadas. Aún estaba fresco, en la mente de los hombres de Ciencia, el impacto causado por las verdades bacteriológicas básicas formuladas por Koch, Pasteur, Löffler y Edwin Kelbs en las dos décadas anteriores. Se buscaba una interpretación mecanicista y química de las fuerzas fundamentales de la vida: «La estructura orgánica del hombre obedecía las leyes de la Física: la concentración iónica era responsable de la actividad muscular, y la excitación nerviosa, el principio de la conservación de la energía, una explicación suficiente de los procesos metabólicos, e incluso la dinámica de la circulación, eran gobernados por leyes físicas, Hasta el oscuro secreto de la actividad sexual y los sexos se creía iniciado y regido por fenómenos físicos y mecánicos.» Steinach había dedicado toda su obra anterior a la fisiología de los músculos y los nervios, pero en 1892 leyó un informe del neurólogo I. R. Tarchanoff sobre la «fisiología del aparato sexual de la rana», en el que el instinto sexual -sobre todo el mecanismo que rige la atracción que la rana macho siente por la hembra- era examinado científicamente por primera vez. Tarchanoff sugería también que las vesículas seminales -órganos que, durante la época del celo, aumentan de volumen, desde el de una pepita de manzana hasta el de una fresa silvestre- eran los principios activadores del sistema nervioso central que desencadena la conducta sexual normal de la rana macho. Los primeros experimentos realizados por Steinach con ranas lo indujeron a pensar que Tarchanoff estaba equivocado, por lo que decidió reproducirlos utilizando una especie animal superior: la rata (Mus Decumanus). Los primeros trabajos de Steinach con ratas constituyeron un buen ejemplo de investigación basada en la observación directa y de experimento animal. Llevó a cabo pruebas de fuerza y reacciones de valor y acabó por deducir que la conducta sexual de la rata macho está muy influida por factores ambientales. Esto indujo a Steinach a postular que en sus animales de laboratorio existían factores sexuales psíquicos. La extracción de las vesículas seminales de varias ratas le permitió demostrar, en 1894, que eran sólo simples órganos en que se almacenaba el semen y no ejercían influencia alguna sobre la función productora o conservadora de la actividad sexual. Aunque John Hunter en 1762 y Von Berthold en 1849 habían llegado ya a la conclusión -por medio de experimentos de trasplante- de que las glándulas sexuales influían en la sangre, mantenían las características sexuales y reaccionaban en el sistema nervioso central a través del torrente hemático, sus trabajos no fueron aceptados de una manera general, y la siguiente serie de experimentos de Steinach tuvo por objeto tratar de descubrir de una vez para siempre la verdad o falsedad de esta teoría. Y es que muchos científicos creían que en estos primeros experimentos, efectuados con aves, no se hablan extirpado radicalmente los testículos durante la operación y, además, habían quedado muñones de nervios que establecían contacto entre los testículos y el sistema nervioso central, lo cual restaba eficacia a los experimentos. 77 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Entre 1900 y 1910, Steinach realizó una magnífica serie de experimentos, con los que demostró, de manera concluyente, que la castración impedía que el impulso sexual evolucionara hacia la madurez, y que el trasplante de testículos de otros animales podía inducir la madurez sexual en jóvenes animales castrados. Comprobó también que la castración de la rata sexualmente madura no la privaba de todo resto de masculinidad y que siempre quedaba más o menos impulso sexual. Steinach postuló la existencia de una fuerza sexual psiquica, que entra entonces en función para aumentar los factores glandulares, y planeó una serie de experimentos con objeto de investigar este cociente de sexualidad. Aisló las ratas jóvenes macho tras destetarlas, para criarlas por separado o en grupos de cuatro, lejos de toda influencia femenina. Luego, una vez habían alcanzado la madurez sexual, las puso junto a ratas hembra en celo, a intervalos cada vez más largos, en el transcurso de sus vidas. Cuando el intervalo era sólo de un mes de duración, la conducta sexual de los animales era normal; pero cuando tal intervalo era de seis meses, comprobaba que el impulso sexual «estaba más o menos apagado». Después de diez o dieciocho meses de aislamiento de todo contacto femenino, los machos se volvían del todo apáticos e impotentes, y sus caracteres sexuales secundarios mostraban síntomas de hipertrofia progresiva. Al hacerles la autopsia se comprobaba que los animales habían experimentado profundos cambios atróficos en las glándulas sexuales. Un nuevo experimento demostró que era reversible esta inhibición psíquica. En un compartimento grande de una jaula puso a varias ratas macho que se hablan vuelto impotentes a causa del largo aislamiento, y en otro más pequeño, a una hembra en celo. Gradualmente, al cabo de unos cuantos días, los machos, antes apáticos, empezaron a dar muestras de creciente actividad. Al fin se produjeron los primeros síntomas de conducta agresiva masculina normal, y dos semanas después, si se levantaba la barrera que separaba a los machos antes aislados de la hembra en celo, se producía inmediatamente la actividad sexual. En la autopsia se comprobaba que las glándulas genitales internas de estos animales habían recobrado su tamaño y forma normales. Steinach consiguió también demostrar que, en el caso de las ratas, este rejuvenecimiento psíquico tal vez se llevaba a cabo por intermedio del olfato, ya que los experimentos realizados con machos aislados, ciegos, dieron los mismos resultados, por lo que se refiere al rejuvenecimiento, que con los animales videntes. Estos experimentos, tan cuidadosamente preparados, indujeron a Steinach a creer, hacia fines de 1910, que el control causal primario de la vida sexual radica en las glándulas sexuales, pero que, en determinadas circunstancias, entra en juego un control nervioso central. Nuevos experimentos, en los cuales demostró que la inyección de extractos de glándulas genitales puede provocar cambios en los caracteres sexuales secundarios de las ranas, le permitieron negar la posibilidad de que el contacto nervioso entre las glándulas sexuales y el cerebro sea responsable de las características de la conducta sexual, como se creía en general hasta entonces. De esta forma se demostró que tal relación era establecida por sustancias hormonales o químicas. En estos últimos experimentos, Steinach extendió a animales inferiores algunas de las conclusiones a que había llegado Brown-Séquard veinte años antes. Por lo que se refiere a la madurez y caracteres sexuales, es posible que creyera también haber dado una vigencia total a las afirmaciones de Brown-Séquard. Para entonces, naturalmente, los resultados de experimentos con glándulas endocrinas -o sea, las glándulas de secreción interna- eran ya conocidos en el mundo científico de toda Europa. Los misterios del páncreas empezaban a descifrarse. Había 78 Rejuvenecimiento: La historia de una idea dado buen resultado el trasplante de un pequeño fragmento de l a glándula tiroides de una madre a su hija mixedematosa. El tétanos había sido tratado injertando paratiroides de buey, e incluso iban desvelándose los misterios de la pituitaria. Por tanto, es natural que Steinach, a la sazón profundamente ocupado en problemas fisiológicos, concentrara su atención en los efectos de este órgano, sobre todo teniendo en cuenta que las noticias de Europa y de los Estados Unidos parecían indicar que el agotamiento de la pituitaria ocasionaba atrofia sexual. Para entonces, Stcinach había explorado ya también el complejo campo de la feminización de los machos y la masculinización de las hembras, para lo cual empleó cobayas como animales de experimentación. Por medio de trasplantes de ovarios a cobayas castrados durante la lactancia, consiguió demostrar que eran posibles la feminización en lo tocante al desarrollo de pechos y pezones, secreción láctea, deseo de mamar, tipo hirsuto, forma del esqueleto y desarrollo de la psique femenina. A continuación demostró también que los cobayas hembra podían ser masculinizados por medio de injertos testiculares. Dos años más tarde demostró que el injerto de ovarios y testículos al macho castrado antes de su madurez sexual causaba hermafroditismo experimental. Cuando estalló la Primera Guerra Mundial, Steinach se hallaba ya probablemente a la cabeza de la investigación en fisiología sexual. Durante los años de la contienda perdieron dinamismo las investigaciones biológicas en el Instituto de Viena, que nunca dispuso de grandes fondos para ello. Pero el único informe publicado durante la guerra por Steinach, en 1916, tuvo gran importancia para las ideas sobre el rejuvenecimiento, porque en él se demostraba que si los ovarios de cobayas hembra sexualmente inmaduras eran irradiados de manera que se eliminaran de ellos, en la medida de lo posible, las células germinales reproductoras, las células intersticiales del ovario proliferaban y daban a los animales caracteres sexuales secundarios muy acentuados. Después de la guerra Steinach prosiguió sus experimentos e inició unos trabajos preliminares que iban a tenerlo ocupado durante el resto de su vida y a situarlo en el lugar único de que probablemente no ha sido aún removido, o sea, el del biólogo cuya investigación ha contribuido más hasta la fecha a la ciencia del rejuvenecimiento. Pero incluso en fase tan inicial, Steinach empezaba ya a sentir los contratiempos que parecen ser casi inevitables para quienes se ocupan en tales cuestiones. Como él mismo escribió: «Los detractores, al no poder refutar los evidentes hechos de reactivación -palabra con que Steinach designaba los resultados de sus investigaciones sobre la glándula de la pubertad o su extracto que han sido confirmados ya experimentalmente en el mundo entero, intentaron impedir la propagación de estos conocimientos y del trabajo cada vez más progresivo del iniciador, sus cooperadores y sus seguidores. A tal objeto, se escribieron libros, se dieron conferencias y se compilaron folletos llenos de interpretaciones falsas y malentendidos sobre mis trabajos, y, por tanto, tendentes a sembrar la confusión entre el público en general, tanto médico como profano.» Steinach trataba a la sazón de ponerse en contacto con algún instituto de la categoría suficiente para proseguir sus investigaciones. Pero no lo halló y tuvo que cerrar, por falta de fondos, el pequeño laboratorio en el que había realizado sus importantísimos trabajos. Corría el año 1920, y Steinach llego a la conclusión de que estaban condenadas al fracaso su obra científica y sus aspiraciones. 79 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Todo el que estudie la obra de Steinach, por muy superficialmente que lo haga, no podrá por menos de quedar impresionado por sus cuidadosos métodos, la humanidad con que llevo a cabo sus numerosas operaciones experimentales de laboratorio y el respeto que sentía por el bienestar de los animalitos con que trabajaba. Era un lector insaciable y estaba siempre al tanto del progreso científico. Como era de esperar, en vez de dejarse desanimar por los contratiempos de los años veinte, no tardó en disponerse a realizar nuevos trabajos experimentales, esta vez apoyado por la industria farmacéutica de Alemania, pues la casa «Schering Aktein-Gesellschaft» empresa bien conocida, entre otras cosas, por sus trabajos sobre los aspectos farmacológicos de la Endocrinología- empezó a producir comercialmente hormonas sexuales y encargó a Steinach la tarea de analizar biológicamente sus productos. De esta forma pudo disponer de nuevos fondos para la fase siguiente de su programa de investigación. Es imposible dar la fecha en que Steinach apuntó de manera más definida hacia las posibilidades que ofrecían los efectos rejuvenecedores de las hormonas. La idea se le había ocurrido ya, sin duda, en la segunda década del siglo xx, cuando observó cambios físicos y temperamentales en ratas castradas prematuramente envejecidas, en las que Steinach había provocado la pubertad por medio de trasplantes de gónadas. Sin embargo, la primera prueba auténtica de una nueva dirección en la labor de Steinach fue una memoria, publicada en 1920, en la cual demostraba que ratas macho seniles habían sido rejuvenecidas por el sencillo método de la ligadura de vasos. Steinach daba abundantes detalles de la técnica de esta operación. Los animales eran anestesiados metiéndolos en una campana de cristal con un poco de algodón en rama impregnado de éter. Cuando estaban sumidos en un «profundo estupor», se sacaban de la campana y se les desinfectaban cuidadosamente el vientre, las ingles y el escroto. Si los animales daban señales de volver en sí, se les administraba mas éter a través de una diminuta máscara y luego se les abría el escroto con una pequeña incisión. Entonces se les seccionaba el deferente -que va desde el testículo propiamente dicho hasta la vesícula seminal- con mucho cuidado, para no lesionar ninguno de los diminutos vasos sanguíneos que la acompañan e irrigan los testículos. Luego se ligaba el vaso deferente con suturas de seda y, por fin, se dividía. Al principio ligaba donde el vaso parte del testículo. Sin embargo, en operaciones posteriores ligó ya en el punto en que los diminutos conductos que llevan la esperma, parten del testículo para reunirse en el epidídimo. Esta segunda operación, perfeccionada, fue conocida subsiguientemente con el nombre de «Steinach II ». Después de la operación, suturaba la piel y rociaba la herida con una sustancia antiséptica. La rata era envuelta entonces en algodón en rama para que se restableciese de la operación. En esto solía tardar una hora, después de la cual, la rata senil volvía a su jaula, donde se movía a su talante y empezaba a comer. Al cabo de unos días se le quitaban las suturas y el animal parecía completamente restablecido de la prueba. A las tres o cuatro semanas se producta un sorprendente cambio en la conducta del animal. Ratas que antes habían mostrado síntomas de senilidad, se volvían rápidamente jóvenes en apariencia. El pelaje mejoraba, y gradualmente se las veía más activas. Mejoraba también su reacción a una prueba de fuerza de tipo normalizado y aumentaba el apetito. Los animales se hacían más pesados, por la presencia de tejido muscular y grasa subcutánea. Para emplear las palabras del propio Steinach, «su aspecto es juvenil y audaz, sus orejas se mantienen tiesas, y sus ojos, muy abiertos, claros y llenos de vida, como en 80 Rejuvenecimiento: La historia de una idea otros tiempos, expresando curiosidad por todo cuanto ocurre en torno a ellos». Más significativo, desde nuestro punto de vista, es que así se pone al animal en contacto con hembras, dará pruebas convincentes de su nueva virilidad. Al practicarles la autopsia, se comprobaba que en las vesículas seminales había una sensible proliferación de tejido. Steinach demostró que esta proliferación y el consiguiente rejuvenecimiento se producían de la misma manera si en la operación se dividía un solo vaso deferente. En este caso, las ratas rejuvenecidas no eran estériles, y su conducta sexual se ajustaba a la normalidad, lo mismo que su progenie. Aunque el número de animales usados en estos experimentos no era grande para un moderno experimento, Steinach logró rejuvenecer a una serie de más de cincuenta animales seniles. Steinach sostenía que su operación consistía simplemente en el estímulo artificial de un proceso biológico normal. Creía en lo que él llamaba la «lucha de las partes». Ligando el conducto normal de la secreción externa de los testículos, degeneraban las células que producían los espermatozoides, mientras que proliferaba el tejido intersticial de los testículos. Esto iba seguido de un aumento en la secreción de la hormona sexual que produce este tejido. Poco a poco, Steinach fue sistematizando sus investigaciones. Comprobó que podía llegarse a una fase en que las ratas eran demasiado viejas para poder ser rejuvenecidas. Comprobó asimismo que, tras la operación de Steinach II, parecía aumentar la irrigación cerebral. Nuevos estudios, realizados junto con el doctor E. Lost, de Viena, demostraron la posibilidad de rejuvenecimiento transitorio por medio de experimentos diatérmicos. Para estas pruebas se emplearon cobayas, e incluso los animales castrados respondieron en cierta medida. Según Steinach, esto se debía a un incremento del transporte de oxigeno y hormona debido a la hiperemia de los tejidos. Más estudios con ratas viejas, rejuvenecidas por medio de la ligadura de los vasos, mostraron que podía conseguirse por lo menos un rejuvenecimiento histológico parcial de los tejidos envejecidos, tanto en los músculos corporales como en la musculatura cardíaca, y también que podían ser aclarados el cristalino y las opacidades corneales. Ciertos experimentos con perros afectos de catarata senil madura y, al parecer, casi ciegos, permitieron a los animales volver a orientarse, ver objetos y evitar obstáculos a las pocas semanas de haber sido sometidos a la operación de Steinach II. En 1921, Steinach se relacionó mucho con los medios veterinarios de Europa, Rusia y America, tanto del Norte, como del Sur. En términos generales, la vasectomía ejercía, al parecer, en los perros seniles, un efecto semejante al que se había demostrado en las ratas, y para entonces, los hombres de Ciencia empezaban ya a considerar a Steinach, y muy en serio, como el padre de una nueva especialidad quirúrgica: el Rejuvenecimiento. Como es natural, Steinach no tenía experiencia en cirugía humana. Sin embargo, un joven cirujano urólogo vienés, Robert Lichtenstern, que trabajaba en su laboratorio desde 1918, mostró por la obra de Steinach con animales experimentales el suficiente entusiasmo como para realizar en un hombre la primera operación de Steinach I, con vistas al rejuvenecimiento del paciente. Como es sabido, la operación de vasectomía (división del vaso deferente) había sido ya realizada y era popular en Suecia, desde 1890, como tratamiento de la dilatación prostática. Pero el 1 de noviembre de 1918, el primer paciente de Lichtenstem fue sometido a la citada operación por razones completamente distintas. 81 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Por desgracia, las notas clínicas de Steinach sobre este paciente -Anton W., cochero de profesión, de cuarenta y tres años- no aclaran bien si sufría algo más que depresión endógena. Se quejaba de sentirse completamente exhausto y deprimido, respiraba con dificultad, tenía poco apetito y habla perdido peso. Al examinarle físicamente, se comprobó que su musculatura se mostraba inactiva; que tenia la piel seca y mate; que se le caía el cabello; que carecía casi de barba y tenía bronquitis, aunque el sistema cardiovascular era normal. Después de la operación, y durante dos o tres meses, no se produjo en él cambio perceptible alguno, pero desde entonces se notó una rápida mejoría. Aunque la vida era difícil en Viena por entonces a causa de la Primera Guerra Mundial y resultaba casi imposible encontrar carne, el paciente recobró fuerzas y apetito, mejoró su piel y se le robusteció el pelo. Un año después, pesaba unos 16 kilos más que antes de la operación. Seis meses más tarde, su rostro estaba «terso y sin arrugas, se hallaba de buen humor y daba la impresión de un joven lleno de vitalidad». No cabe duda de que la publicación de este y otros casos posteriores -todos esencialmente parecidos- despertó gran interés entre los cirujanos aficionados a los experimentos. Durante los años veinte, centenares de hombres fueron sometidos, con buenos resultados, a este tipo de operación, sobre todo por Lichtenstern y Peter Schmidt en Alemania, H. Benjamin en Norteamérica y Norman Haire y Kenneth Walker en Londres. El rejuvenecimiento quirúrgico floreció espléndidamente, y los casos se fueron publicando en la Prensa médica, paramédica y popular. Teniendo en cuenta la altura a que se hallaba la cirugía por aquel tiempo, muchos de los informes publicados sobre este tema son impresionantes incluso para el lector de hoy. El doctor Peter Schmidt, de Berlín, fue un hábil cirujano para su época y de gran sentido científico. En sus escritos más importantes sobre este tema, aconseja que los pacientes sean fotografiados antes de la operación, que se compruebe con cuidado su temperatura, que se pesen y que se examine el color de las orejas y las extremidades. Debe comprobarse asimismo la fuerza muscular por dinamómetro, tomarse la presión arterial y verificar el ritmo del pulso. Conviene también practicar un análisis de orina y realizar un examen físico general. Finalmente, aconseja un recuento hemático y la reacción de Wassermann, así como averiguar si el paciente ha tenido gonorrea. La cuestión de la potencia sexual es también importante en este examen clínico preoperatorio. Después de la operación, Schmidt recomienda examinar el posible aumento de la elasticidad y colorido de la piel, cambio en el crecimiento del pelo, aumento de peso y fuerza física, disminución de la tensión arterial, mejoría de la función vasomotora y de la vista, del apetito y de los síntomas arterioscleróticos, aumento o reaparición de la libido e indicios de rejuvenecimiento, así como los posibles cambios psíquicos, o sea una mayor facilidad mental, más energía y joie de vivre. Schmidt aseguraba que, en la mitad de los casos, sus operaciones determinaron un rejuvenecimiento total en el término de cuatro a seis meses, y que los efectos duraban varios años. En otros casos, el éxito fue sólo parcial. Otros autores dieron a conocer resultados parecidos. Norman Haire y Kenneth M. Walker obtuvieron resultados más o menos iguales. Haire resumió con estas palabras sus primeras cien «operaciones de Steinachs: «En algunos pacientes no se observa ninguna mejoría física, mental ni sexual, aunque tampoco he visto ninguno que resultara afectado de una manera adversa por la operación. La gran mayoría mejora mental y físicamente, y se comprueba en casi todos una mejoría sexual.» Haire escribió asimismo sobre varias técnicas rejuvenecedoras, y sus opiniones fueron resumidas en un libro titulado Rejuvenation, publicado en Londres en 1924. 82 Rejuvenecimiento: La historia de una idea En 1932, el doctor Harry Benjamin, de Nueva York, resumió su experiencia con la terapéutica de Steinach durante los diez años anteriores. Confesó que su actitud inicial habla sido bastante escéptica, y que en el transcurso de aquella década había experimentado altibajos su entusiasmo. A pesar de todo, llegó a la conclusión de que la operación de Steinach era de indudable valor. Analizando sus resultados, basados en operaciones practicadas en más de 500 pacientes, su éxito podía calcularse aproximadamente en un 75 %, Estos resultados tan positivos duraban, según la edad del paciente, de un año y medio a seis años. Un caso coronado por el éxito, según Benjamin, debía dar indicios subjetivos y objetivos de mejoría de la función endocrina como consecuencia de la operación. Las mejorías subjetivas más corrientes se referían a la fatiga, insomnio, incapacidad de concentración, irritabilidad general e inapetencia. Por lo que se refiere a la mejoría subjetiva, se requería una tensión arterial más baja, mayor crecimiento del pelo, más flexibilidad epidérmica y mayor agudeza visual y auditiva. En 1932, Benjamin expresó la opinión de que los «métodos de reactivación endocrina, si se aplican debidamente y se aquilatan con prudencia, pueden ser una auténtica bendición para mucha gente». Sin embargo, las criticas y la reacción contra Steinach se extendieron de una manera gradual, y empezaron a menudear los informes negativos sobre las operaciones de rejuvenecimiento, publicados en las revistas medicas. Con frecuencia, éstos eran refutados por cirujanos que habían obtenido buenos resultados, y alegaban que los fracasos se debían a técnicas quirúrgicas deficientes, que complicaban la situación. Steinach recomendaba sólo que los conductos seminales fuesen ligados, dejando intactos los tejidos vasculares y nerviosos, Por tanto, era evidente que los críticos no seguían este consejo en la debida forma. En un congreso de “notables cirujanos y fisiólogos” austriacos, el 21 de enero de 1928, el doctor Schoenbauer, de la Clínica de Eilenberg, afirmó que sólo había visto a un paciente resultar beneficiado de la ligadura de los vasos y luego manifestó que la autosugestión había influido parcialmente en todas las operaciones de rejuvenecimiento que habían tenido éxito. Sin embargo, los partidarios de Steinach no tardaron en salirle al paso con argumentos contrarios. Uno de tales partidarios, Clayton E. Whceler, de los Estados Unidos, preguntó «qué tipo de autosugestión se había usado en el caso de las ratas seniles que apenas se tenían en pie sobre sus cuartos traseros ni podían alcanzar con las patas delanteras la comida que colgaba del techo de su jaula, y que, tras ser sometidas a la vasectomía de Steinach, se volvían activas, se mantenían limpias, comían vorazmente, luchaban con machos más jóvenes por la posesión de la hembra, copulaban y engendraban camadas de ratas sanas, cuando, según el ciclo biológico de estos roedores, habrían debido estar muertas e incineradas desde hacía tiempo». El doctor Wheeler mencionó también a los «centenares de seres humanos» que habían sido sometidos a vasectomía en los Estados Unidos con objeto de esterilizarlos porque estaban «degenerados, o locos, o eran delincuentes», los cuales, aunque se les había dicho que tal vez perderían la capacidad procreadora, se veían de pronto sorprendentemente rejuvenecidos. Habían mejorado su digestión, su metabolismo, la calidad y cantidad del cabello, a la vez que había desaparecido «la impotencia, a menudo de años de duración, para ceder de nuevo su lugar a la virilidad perdida». Pero, en general, predomina la impresión de que los cirujanos acabaron sintiéndose completamente decepcionados por la operación de Steinach, aunque Kenneth Macfarlane Walker, el cirujano y escritor británico, desmiente esta impresión. Al exponer sus experiencias personales, admite que los resultados de las operaciones realizadas con miles de seres humanos durante los veinte años anteriores habían 83 Rejuvenecimiento: La historia de una idea resultado decepcionantes e inferiores a los conseguidos antes por Steinach con sus experimentos animales. Sin embargo, él pensaba que, a este respecto, no resultaría fácil aquilatar los resultados con seres humanos, porque, si bien muchos pacientes se sentían beneficiados por la operación, las pruebas objetivas disponibles no eran siempre tan convincentes. Examinando su propio historial, Walker opinaba que un tercio de sus pacientes «habían quedado satisfechos con lo que consideraban haber ganado... Otro tercio decía haber experimentado ligera mejoría. En los demás, los resultados habían sido completamente negativos». Otro motivo más razonable del decreciente interés que se sintió en general durante los años veinte por la obra de Steinach, fue la aparición de una nueva estrella en el firmamento del arte de rejuvenecer: Serge Voronoff. Elegante y dinámico, casado con una muchacha joven y sumamente atractiva en 1931, cuando él tenía ya sesenta y cinco años, era el tipo clásico del rejuvenecedor. Al parecer de origen ruso, su juventud esta sumida en la mayor oscuridad. Lo más probable es que emigrara a Francia en 1892, para ejercer allí la Cirugía y la Patología. Por lo que sabemos, sus actividades quirúrgicas en Francia fueron decepcionantes, porque la primera vez que oímos mencionar su nombre antes de 1914, actuaba como médico cirujano de Abbas II, Jedive de Egipto. Cuando trabajaba en Egipto, Voronoff tuvo la oportunidad de observar personalmente las características de los eunucos de los harenes, y se dice que tales observaciones -cosa curiosa- despertaron en el interés por la fisiología sexual, interés que no dejaría ya de sentir nunca más. Durante los años de la Primera Guerra Mundial, la vida del joven cirujano se orientó hacia facetas más prácticas, y Voronoff ganó bastante prestigio en los hospitales militares. Finalmente, fue nombrado director del Laboratorio de Cirugía Experimental del «College de France». Al comienzo de su trabajo aquí, Voronoff empezó a pensar en la posibilidad de trasplante testicular en casos en que, debido a edad o a «fatiga o deficiencia testicular debida a causas congénitas», se hubiera producido «algún cambio localizado, como orquitis o esclerosis». Por desgracia, no le fue fácil conseguir el tejido humano que necesitaba para su investigación, porque la ley francesa prohibe el uso de material de cadáver obtenido como resultado de accidente, y aunque Voronofff intentó obtener esos tejidos de cadáveres de delincuentes ajusticiados, tuvo, al fin, que abandonar la idea. Estos obstáculos básicos le indujeron, según parece, a tantear otro camino: usar monos antropoides como cantera de tejido testicular. El 13 de junio de 1920, Voronoff realizó el primer trasplante testicular de un mono a un ser humano, y durante los dos años siguientes llevó a cabo 162 operaciones más de este tipo. Las intervenciones de Voronoff no podían pasar inadvertidas en Paris por aquella época, y los periódicos reaccionaron como era de esperar, comentando, con exagerado entusiasmo, su aparente éxito. Tanto fue así, que los colegas del nuevo profesor Voronoff no le consideraron digno de leer una memoria en la «Academia Francesa de Medicina» con motivo del XXXI Congreso de cirujanos franceses. Unos tres meses después de publicarse el informe de su primera operación afortunada, Voronoff, que no se distinguía por su timidez y estaba irritado por no haber sido citado en el reciente Congreso, contra atacó con una conferencia de Prensa, en la que presentó tres pruebas de su éxito: un anciano, un macho cabrío y un carnero, todos aparentemente rejuvenecidos con trasplantes testiculares de monos. Como es natural, esto causó sensación, «se publicaron miles de artículos sobre él, recibió ataques, aunque por razones distintas, de sectas religiosas y antiviviseccionistas, los caricaturistas dibujaron bisabuelos colgando retozones de las lámparas del techo, y la fiebre de las glándulas de mono acabó por romper el termómetro. 84 Rejuvenecimiento: La historia de una idea La fama del rejuvenecimiento con glándulas de mono no tardó en rebotar, contra el propio Voronoff, y los hombres de Ciencia, aunque no deliberadamente, se apartaron de éste, y acabó por convertirse en blanco del ridículo general. No obstante, si se examinan desapasionadamente los escritos de Voronoff, se comprueba que, si bien como hombre de Ciencia no estaba a la altura de Steinach, su lógica y su técnica quirúrgica merecen una atención más seria de la que han recibido. Aunque Voronoff es recordado principalmente como rejuvenecedor, en sus primeros trabajos exploró muchos otros aspectos de la terapéutica del trasplante glandular. En sus indicaciones sobre el trasplante testicular se examina la pérdida congénita o accidental de los testículos, el infantilismo de los órganos sexuales, la pubertad tardía, la arteriosclerosis, la esquizofrenia, las enfermedades neuróticas y la senilidad, tanto fisiológica como prematura. La técnica quirúrgica de Voronoff se conoce con todo detalle. Una vez anestesiado el mono con cloroformo, se le afeitaba y esterilizaba la piel. El tipo de anestesia era, a la vez, local y general. Dos cirujanos intervenían en la operación: uno abría el escroto del mono y extraía el testículo, junto con su cubierta, la llamada túnica vaginal. El otro seccionaba entonces el escroto del receptor humano. Mientras el testículo se extraía de su túnica, para cortarlo después longitudinalmente en seis pedazos, el otro cirujano cosía con todo cuidado los injertos a la túnica vaginal del paciente o a su superficie exterior (tres en cada testículo), o bien, si el testículo estaba rodeado por un saco suficientemente grande, el trasplante se cosía en el interior de esta membrana. Entonces se cerraba la incisión hecha (en la túnica). Según Voronoff, cada injerto debía suturarse con seda por separado, si se querían conseguir óptimos resultados. En general, sus pacientes descansaban unos cuantos días después de la operación, aunque esto no se consideraba necesario. Voronoff tuvo buen cuidado de no afirmar que en to dos los casos obtenía buenos resultados o que se produjese siempre rejuvenecimiento sexual. Con bastante frecuencia confesaba también que los efectos de los injertos glandulares duraban relativamente poco: un período que oscilaba entre los dieciocho meses y los tres años. Para 1928, los médicos europeos, aunque todavía dudaban en aceptar el tratamiento de Voronoff como verdadero rejuvenecimiento, habían acabado por reconocer que, terapéuticamente, ejercían algún efecto. Un congreso de unos 1.000 cirujanos de renombre reunido en Austria en enero de 1928, aceptó que, si bien la palabra «rejuvenecimiento» no podía usarse con propiedad en este caso, «los trasplantes glandulares ideados por el doctor Serge Voronoff conseguían una regeneración transitoria». Uno de los mayores éxitos de rejuvenecimiento lo consiguió Voronoff no con un ser humano, sino con un viejo carnero, conservado vivo y sano mucho mas tiempo del que hubiera permitido su ciclo vital natural, gracias a injertos glandulares humanos: «A un carnero de doce a catorce años de edad -lo que, en términos humanos, equivaldría a ochenta años, y que apenas podía ya moverse se le injerto un fragmento testicular procedente de un hombre joven. Dos meses después, el injerto había prendido y el animal estaba completamente cambiado. Desaparecieron su incontinencia urinaria y el temblor de las patas, y ya no parecía asustarse de todo. Sus movimientos estaban nuevamente llenos de aplomo y se conducía de manera vivaz y agresiva. Tenía un notable aspecto de juventud y vigor. Fue encerrado en un pequeño establo con una oveja joven, lo cual permitió observar no sólo el restablecimiento de sus instintos sexuales, perdidos años 85 Rejuvenecimiento: La historia de una idea atrás, sino también las consecuencias tangibles de éstos. La oveja fue montada por el animal en septiembre, y en febrero tuvo un retoño vigoroso y sano.» Este testimonio lo publico la Medical Review of Reviews en febrero de 1928. Como es natural, los ganaderos y veterinarios mostraron gran interés por estos trabajos. Los experimentos de Voronoff no tardaron en recibir apoyo oficial, y el Gobierno francés aprobó una ley prohibiendo la caza de chimpancés, que, desde entonces, fueron protegidos y reservados para los experimentos de Voronoff. Según parece, esta medida no bastó para abastecer de todo el material necesario y, finalmente, los gobiernos británico y belga dieron permiso a los agentes de Voronoff para capturar animales en sus territorios africanos. Es curioso que el hecho que despertara serias dudas sobre Voronoff, no sólo como rejuvenecedor, sino incluso como hombre de Ciencia, procediese del mundo veterinario. El Ministerio británico de Agricultura envió a Argel una delegación, compuesta por un fisiólogo, un genetista, un perito en dietética y un cirujano veterinario, con el encargo de examinar el desarrollo de las técnicas de Voronoff para mejorar la cría de ganado. La investigación fue implacable, y sus conclusiones resultaron científicamente catastróficas, al menos por lo que se refiere a la opinión británica y norteamericana. Un toro, desechado a la edad de diecisiete años como semental, engendró -se decía- nueve terneras en dos años después de haber sido operado por Voronoff. La delegación objetó que había dudas sobre la paternidad de las terneras en cuestión e hizo preguntas muy concretas sobre por que -cuando lo normal en Argelia es matar a los toros a la edad de doce años- se había conservado vivo a aquél durante cinco años más, es decir, hasta mucho tiempo después de su vida reproductiva normal. Luego fueron inspeccionados rebaños de ovejas por la delegación, con objeto de comprobar la calidad y cantidad de lana producida después del rejuvenecimiento. Investigaron con detalle el numero de animales usados y sus pedigríes, pero no se les facilitó la información satisfactoria que necesitaban. Los animales usados en los experimentos no habían sido aislados en circunstancias experimentalmente satisfactorias ni se habían tenido en cuenta los factores relacionados con su nutrición. En general, la delegación británica no quedó positivamente impresionada. Resumiendo sus investigaciones, se mostraron cautos, pero sin entusiasmo. Arguyeron que era posible que los rejuvenecimientos de animales ancianos y decrépitos tuviesen base, pero las pruebas examinadas por ellos no se ajustaban a experimentaciones críticas y, por lo que se refiere a la mejora de la calidad del ganado y su cría, no encontraron ventajas económicas en los métodos de Voronoff. Los años veinte y treinta fueron, en muchos aspectos, una época de experimentación de ideas nuevas sobre el rejuvenecimiento sexual y general. Un examen de Las revistas médicas de esos años nos da suficientes pruebas en apoyo de esta afirmación, porque a intervalos de pocos meses vemos nuevos informes científicos publicados sobre la cuestión. En muchos casos eran meras extensiones o derivaciones de métodos ya puestos a prueba, que debían su origen intelectual a las mentes superiores de Steinach y Brown-Séquard. Un caso típico de esto fue el método de Dopplers, llamado así en memoria del doctor Doppler, de Viena. Inicialmente había sido aclamado por el New York Times con la afirmación de que «hace innecesaria la operación o el trasplante..., han sido tratados 200 casos, todos con éxito, en dos años». Los partidarios del método de Doppler debieron sentirse algo defraudados al comprobar que la operación, aunque de poca importancia, era necesaria. Había que hacer una incisión en la zona inguinal, y la 86 Rejuvenecimiento: La historia de una idea aportación arterial a los testículos era extraída y untada con una solución de fenol al 7%. Este procedimiento se realizaba con objeto de paralizar los nervios simpáticos que discurren en torno a la pared arterial y hacer que la arteria se dilatase, mejorando tebricamente de esta forma la aportación sanguínea a los testículos. El método Doppler parecía dar buenos resultados, a juzgar por los datos que se publicaron. Al parecer, no solo rejuvenecía, sino que también era muy perceptible la mejoría psicológica. La sordera senil desaparecía, y el pelo empezaba a hacerse más tupido o de color más oscuro. Los pacientes se volvían más dinámicos y juveniles. Como es natural, la técnica de Doppler tuvo su propia cohorte de seguidores y practicantes en el mundo entero durante varios años, y hasta 1939 se publicaron informes científicos sobre ella en revistas médicas. Como es natural, algunos métodos que parecían particularmente eficaces en los años veinte, no tardaron en perder popularidad cuando el conocimiento científico intrínseco, cada vez mayor, fue examinándolos y considerándolos potencialmente peligrosos e incluso letales. El propio Steinach había realizado experimentos en los que las glándulas sexuales eran sometidas a rayos X. Utilizando cobayas hembra no desarrollados aún sexualmente, y tras proteger cuidadosamente con plomo la parte superior del cuerpo del animal y la zona infrapdlvica, sometía el abdomen a la acción de los rayos X. Utilizando como testigos otros cobayas no sometidos a tratamiento, Steinach demostró, de una manera concluyente, que los caracteres sexuales secundarios de las hembras se desarrollaban con más rapidez en los animales tratados. Examinando los ovarios irradiados, se comprobaba que había una sorprendente carencia de folículos de De Graaf y, en cambio, una mayor proliferación del tejido intersticial productor de hormonas. Otros experimentos demostraron que se consiguen efectos parecidos en los machos y que la esterilización resultaba fácil con el prudente empleo de los rayos X. Los caracteres sexuales secundarios adquirían más frescor y se desarrollaban con cierta precocidad. Eventualmente, Krisen y Lenk, de Viena, sometieron a un tratamiento semejante a hombres de edad avanzada que eran prácticamente impotentes desde hacia años. Como cabía esperar, estos enfermos mostraban una creciente deficiencia seminal a medida que avanzaba el tratamiento. Mas, por otra parte, se producía un «efecto Steinach». El doctor H. Benjamin, de los Estados Unidos, fue, durante algún tiempo, un acérrimo defensor del método de rejuvenecimiento femenino mediante radioterapia, y publicó sin miedo tanto sus éxitos como sus fracasos. Los casos publicados por Norman Haire muestran que las mujeres reaccionaban muy bien al tratamiento, cuyos resultados las hacían parecerse y sentirse mucho más jóvenes que antes. Como es bien sabido, hoy, la aplicación de la radioterapia gonadal queda limitada estrictamente a ciertos aspectos de enfermedades malignas. El riesgo de provocar lesiones cancerosas con el empleo indiscriminado de los rayos X se considera demasiado grande como para justificar su empleo en casos no esenciales. El fértil cerebro de Steinach ide también otro sistema, que se puso de moda a fines de los años veinte: el rejuvenecimiento por medio de la diatermia. Como ya hemos dicho, Steinach comprobó que las personas castradas cuando ya habían alcanzado la madurez sexual, podían conservar virtualmente la normalidad sexual, siempre que fueran sometidas a tratamiento diatérmico abdominal diario. El doctor Peter Schmidt aplicó este principio a las mujeres, a las que sometió a tratamiento diatérmico ovárico cinco veces por semana durante un período que oscilaba entre las cuatro y las seis semanas. Los resultados de esta prolongada terapéutica parecen haber sido más bien decepcionantes. 87 Rejuvenecimiento: La historia de una idea A finales de los años veinte se introdujo una variante en el sistema de BrownSéquard. Algunos cirujanos norteamericanos, principalmente L. L. Stanley, de California, habían empezado a interesarse por este tema de una manera práctica empleando la técnica de Voronoff, pero con testículos humanos, extraídos de cadáveres de delincuentes recién ejecutados en la penitenciaría de San Quintin. Más adelante, Stanley empleó testículos de carnero y comprobó que eran igual de eficaces. Para sus injertos prefería la zona abdominal en vez de la escrotal, elegida por Voronoff, y llegó a la conclusión de que el material testicular usado de esta forma ejercía un efecto estimulante y vigorizante, tanto sexual, como mental y físico. Más tarde, Stanley extendió sus investigaciones a un campo que luego fue explotado más concienzudamente por Niehans (véase el capítulo 7). Empleó una suspensión de fragmentos de testículos de carnero y macho cabrio que inyectó por vía subcutánea a pacientes voluntarios de la prisión del Estado de California. Dichos pacientes sentían bajo la piel, durante meses, la presencia extraña de grumos de proteína como alubias. El principal interb de este procedimiento radica en el número relativamente elevado de pacientes que tomaron parte en el experimento (656 en total) y el alto porcentaje de los mismos que resultó mejorado. Aunque en tales resultados hay que contar con una buena parte de efectos psíquicos, la información publicada muestra que, por lo menos subjetivamente, los presos resultaron muy mejorados por el tratamiento. Posteriormente, el profesor Karenchevsky, del «Instituto Listers» de Londres, preparo extracto de testículos de toro para realizar una serie parecida de pruebas en el «Hospital de Saint Mary Abbots», en colaboración con el «National Institute of Industrial Psychology». Sin embargo, desde el punto de vista del rejuvenecimiento los resultados fueron completamente negativos. En cambio, en otras partes del mundo estaba en pleno auge el rejuvenecimiento a la manera de Stanley. El doctor Albert A. Schneider, en una interesante critica general del rejuvenecimiento, escrita en 1928, calculaba que para entonces se habían realizado ya en los Estados Unidos unas 50.000 operaciones de acuerdo con el método de Stanley y, con toda probabilidad, muchas más en Europa, «con resultados uniformemente buenos y sin secuelas desagradables». Gradualmente, con el paso de los años treinta fue disminuyendo el interés de la gente por el rejuvenecimiento con ayuda de glándulas sexuales o extractos de las mismas. Cada vez eran menos los informes que se publicaban sobre el tema, y se tiene la impresión de que las mentes experimentales que antes se habían dedicado a este campo de actividad, iluminaban ahora con su luz campos distintos. Sin embargo, acá y allá se oían ecos del pasado. En 1947, K. V. Matthew, del «Hospital Karura», de Madrás, publico los resultados de operaciones de vasectomía realizadas por él entre 1930 y 1946. La serie no era muy amplia (describe sólo 106 casos) pero Matthew dice que sólo en nueve no se consiguió resultado alguno. Dos tercios de los pacientes dijeron haber sido curados de impotencia, y -en el informe vemos los datos habituales, como la recuperación del color del pelo. Un informe personal divertido, aunque, al parecer, sincero, explicaba la cuestión de manera bastante pintoresca: «No tengo el menor inconveniente en decirle que la maravillosa operación a que me sometió usted en Alleppy dio magníficos resultados. Le diré, resumiendo, que me abrió las puertas del cielo». Apenas parece haber duda de que la Segunda Guerra Mundial -con el consiguiente reajuste de muchos intereses nacionales-, dio la puntilla para siempre a la investigación científica sistemática de las glándulas sexuales en su relación con el rejuvenecimiento. Se acercaba, además, la Era de los antibióticos y la revolución que 88 Rejuvenecimiento: La historia de una idea supuso para la Cirugía influyó forzosamente en la historia del rejuvenecimiento. Se han abierto muchos campos nuevos de práctica quirúrgica, y el entusiasmo del cirujano por la extensión de otros aspectos de su trabajo ha contribuido, sin duda, a encauzar en nuevas direcciones muchas energías. En algunos aspectos, se diría que la vela fue apagada prematuramente, aunque muchos médicos inteligentes creían seriamente que el tema del rejuvenecimiento en este sentido sobreviviría aun varias décadas. El ya citado Albert Schneider, médico y doctor en Ciencias y en Filosofía, declaro que nunca seria posible apreciar en su justo mérito las investigaciones de Steinach, Voronoff, Lydston, Thorek, Kammener, Stanley y Benjamin, ni el valor de que hicieron gala al persistir en sus esfuerzos en este campo nuevo del esfuerzo humano, pese a la oposición de sus colegas y teniendo que enfrentarse, alternativamente, con el ridículo y el apoyo entusiasta de la Prensa popular. Opinaba también que la destrucción de las antiguas bibliotecas de África, Arabia, China y Grecia habla privado a la Medicina de mucha información, valiosa en potencia, sobre el rejuvenecimiento, y rogaba a los eruditos que estudiasen las fuentes que aun nos quedan de los conocimientos médicos antiguos en los escritos indios, chinos y persas. Clayton E. Wheeler, de los Angeles, escribió también en este sentido en el Medical Journal and Record en 1928, comparando la actitud intolerante que se tiene en general para con el rejuvenecimiento científico y experimental, con el recelo de que fueron blanco en los años cuarenta del siglo pasado los anestesistas, así como Lister y Pasteur cuando su obra salió a la luz pública por primera vez: «Estamos burlándonos de algo que podría convertirnos en verdaderos seres humanos y darnos de dos a diez, e incluso quince años más de vida sana y feliz a este nivel experimental». Aunque en Londres, parte de los Estados Unidos y Europa, aún es posible encontrar médicos de reputación y entusiasmo que siguen practicando activamente el rejuvenecimiento con métodos análogos a los que hemos examinado en este capítulo, el entusiasmo profesional es actualmente mínimo. El estigma de las «glándulas de simios» es, al parecer, demasiado duro para el “médico honorable”. 89 Rejuvenecimiento: La historia de una idea 10 TONTERIAS DE ABEJAS Y OTRAS CURIOSIDADES Con frecuencia resulta difícil distinguir el charlatanismo, de la Medicina heterodoxa o semicientífica. Algunos escritores creen en la existencia de una guerra casi abierta entre los «profesionales» de cualquier campo, con sus intereses creados en el mantenimiento de la tradición y su monopolio del conocimiento adquirido, y los innovadores, que ponen en tela de juicio cualquier autoridad oracular. Brian Inglish lleva este argumento algo más allá al creer en lo que en la práctica es un boicot general por parte de la jerarquía médica contra los «médicos que se sienten atraídos por ideas heterodoxas», y afirma que esto inhibe a muchos de ellos de «enriquecerse mentalmente absorbiendo ideas nuevas de fuentes heterodoxas», por miedo a verse aislados y a caer en el ridículo. No cabe duda alguna, por supuesto, de que en la historia del rejuvenecimiento las ideas han sufrido por causa del miedo al ridículo profesional. Pero hay pocas pruebas convincentes de que tales críticas hayan influido mucho en los grupos médicos semimarginados que han practicado ese arte, y aún siguen teniendo vigencia muchas ideas curiosas. Una de las curiosidades más interesantes en este sentido, que gozo de una vida efímera, aunque de razonable éxito, fue la sustancia llamada «jalea real». Desde un punto de vista estrictamente científico, la jalea real no es ninguna cosa del otro jueves y está íntimamente relacionada con la vida social de las abejas. La abeja productora de miel (Apis mellifera) tiene una vida más compleja que las demás. Las diferencias entre las reinas, los zánganos y las obreras son muy notables. Parte de la actividad social de las obreras jóvenes consiste en segregar de ciertas gandulas situadas debajo del abdomen una cera que sirve para la construcción de la colmena. Con esta cera moldean las celdas de la colmena, cuya forma varia, según su uso: celdas para las futuras obreras, pequeñas, numerosas y regulares; compartimientos para los zánganos, más grandes y menos regulares, y apartamentos de la futura reina, en forma de sacos irregulares. La reina pone un huevo en cada celda, y cuando las jóvenes larvas salen, tienen tres posibles destinos: si los huevos no están fertilizados, se convierten en zánganos; si lo están, pueden convertirse en reinas o en obreras, y su régimen alimenticio es el factor que decide lo que ocurrirá en estos casos. Las larvas son alimentadas, ante todo, con un producto de !as glándulas salivales de las obreras, que es precisamente la «jalea real». Las larvas destinadas a ser reinas continúan con este régimen hasta que son adultas, mientras que las otras, obreras o zánganos, son alimentadas luego con una mezcla de polen y miel. La revista Family Doctor, publicada por la «British Medical Association», desempeñó un papel único en el mundo del periodismo médico. Su actitud se basaba en unos cuantos principios indiscutibles, el primero de los cuales era: ¿Es el asunto correcto desde el punto de vista médico?, Asimismo se enfrentaba con verdaderos problemas, evitando la jerga médica y el charlatanismo científico. Lo más importante de todo es que sostenía una guerra permanente contra los aventureros semimédicos, cuyos descubrimientos, una vez sometidos a cuidadoso examen, resultaban quizás interesantes, pero especiosos. En febrero de 1948, el doctor Harvey Flack, historiador medico y director fundacional de la revista Family Doctor, escogíó la jalea real y su comercialización con el nombre de «Apiserum» como tema de su «Carta del Director» 90 Rejuvenecimiento: La historia de una idea mensual. Muchos lectores habían escrito a la revista pidiendo un dictamen médico sobre el «Apiserum», considerado como la jalea real que retrasaba la vejez. Prudentemente, el doctor Flack explicó que la jalea real habla sido estudiada con todo cuidado y resultaba contener un alto porcentaje del complejo vitamínico B, sobre todo ácido pantoténico y biotina, pero aseguraba a sus lectores que no existía ningún régimen alimenticio normal en el que faltasen esas sustancias en cantidad suficiente. A pesar de todo, el doctor Hack aceptaba el hecho de que la jalea real podría contener también una sustancia no identificada aun, capaz de transformar la larva en reina, y que quizá convendría comer esta sustancia. Pasando de esto a indicar, prudente y científicamente, que los animales de distinto tamaño necesitan también cantidades distintas de sustancias como las vitaminas, hizo una agudísima observación: admitiendo, de momento, que el hombre normal pesase tanto como un millón de larvas de abeja -continuo-, «yo diría que necesitaríamos ingerir una cantidad de jalea real equivalente a la que consumen, por lo menos, cincuenta mil larvas diariamente para que nos causara algún efecto, y aun esto, dando por supuesto, naturalmente, que existe en la jalea real esa sustancia desconocida, no identificada, de no probada magia». Luego pasó a afirmar que esto supondría la existencia de miles de personas trabajando entre miles de colmenas..., dedicadas a extraer la jalea real de las glándulas de las abejas... «Yo diría que a toda esa gente le resultaría muy difícil hacer acopio de la suficiente jalea real para que surtiese efecto perceptible en una sola persona». Como quiera que otra característica de la revista Family Doctor es su manifiesta tendencia a consultar a los técnicos en cada materia siempre que se plantea la más pequeña duda sobre cualquier cuestión, en este caso se pidió la opinión a un famoso profesor de la Universidad de Londres, especializado en problemas de nutrición: «Sencillamente, no lo creo -dijo-. En primer lugar, no creo que la jalea real contenga una sustancia milagrosa capaz de hacer por mí lo que un buen plato de pescado con patatas fritas no pueda lograr. Y, en segundo lugar, si existiera tal sustancia, no creo que hubiese bastante en un frasco de «Apiserum» de cinco guineas para producir el menor efecto en mi organismo, aun cuando consumiera un frasco al día. El doctor Harvey Flack llegó a la conclusión de que la mejor respuesta a quien trate de vender jalea real a cinco guineas el frasco sería llamarlo tonterías de abejas. A pesar de todo, miles de personas se gastaban su dinero cada día, llenas de fe en las abejas. La miel como sustancia rejuvenecedora, ya apura o en forma de «honegar», (vinagre de sidra y miel pura a partes iguales), estuvo también muy de moda gracias a un libro escrito por un medico de Vermont (Estados Unidos), que había ejercido su profesión durante más de cincuenta años en el «Estado de la Montaña Verde». Impresionado por la longevidad de muchos habitantes de Vermont y de que este Estado sea el segundo por el número de habitantes de más de sesenta y cinco años en los Estados Unidos, decidió investigar la razón y la encontró, satisfactoriamente, a juicio suyo, en la medicina popular. Una de sus principales teorías era la de que la miel, por ser una mezcla de levulosa y dextrosa, ejercía una influencia «selectiva» sobre el azúcar sanguíneo, capaz de proteger y reforzar la salud. Aunque la racionalización de esta teoría sigue siendo científicamente oscura, sus lectores, sin duda, creyeron en los efectos terapéuticos de la miel, y miles de ciudadanos norteamericanos se dedicaron a beber « honegar» o a mezclarlo en su casa con sus propios medios («dos cucharadas de miel y dos de vinagre de sidra, tomado una o más veces al día en un vaso de agua. La mezcla sabe a sidra. El vinagre aporta el contenido mineral de la manzana, y la miel da los minerales contenidos en el néctar de las flores»). 91 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Más tarde, el doctor Jarvis encontró otras aplicaciones terapéuticas de la miel. Destruye los gérmenes del tifus y la disentería, es útil para la alimentación infantil, quita a los niños el vicio de orinarse en la cama y acaba con el insomnio. También desaparecen los «calambres musculares» y, además, cura la tos y alivia las quemaduras. Se recomendaba su consumo a los atletas, y masticando un trozo de panal de miel se eliminaban el catarro, la fiebre del heno y la sinusitis. Evidentemente, esto era demasiado beneficio terapéutico para ser creído por cualquiera que tuviese un mínimo de rigor científico. Muy lejos químicamente de la miel, pero cerca de ella por su carácter popular, se hallaba la idea rejuvenecedora que se le ocurrió a Margarita Maury. Ésta, poco conocida en Inglaterra o los Estados Unidos, lo es mucho en el continente europeo, aunque pocos estarían de acuerdo con una afirmación de sus propagandistas ingleses, según los cuales, «la lista de clientes agradecidos de la señora Maury cubre el mundo entero». Su método -descrito por ella misma consiste en el «rejuvenecimiento con ayuda de aceites esenciales, o sea, una alquimia moderna». Su técnica exacta resulta algo oscura, pero, más o menos, lo que ella cree es que «en la molécula odorífera ha encontrado la Biología moderna la forma de materia viva más sutil, el espíritu estimulante, dinámico y paliativo de la formidable energía de la Naturaleza». Sus ideas básicas sobre el rejuvenecimiento son bastante sensatas, pues confiesa que la victoria sobre la veja podrá conseguirse solo así contemplamos la Naturaleza y reflexionamos en su esencia desde todos los puntos de vista». Evidentemente, la señora Maury ha leído mucha literatura médica y paramédica sobre el rejuvenecimiento, aunque no siempre parece haber empleado sus conocimientos con el mejor rigor científico. Básicamente, su teoría es un concepto del ctlíquido lacunario,, el cual forma parte de la masa que circula por el cuerpo, lo mismo que la sangre, la linfa y... los humores». Este liquido lacunario no parece ser sino otra forma de designar el plasma, ya que circula por «el espacio extracelular, del cuerpo y ocupa un área que. según los cálculos de la señora Maury, equivale al 27,5 % del volumen del cuerpo. La señora Maury afirma que de la calidad del liquido lacunario dependería la vida de la célula, su ritmo y su pulsación» Cuando el fluido se vuelve deficiente o se desequilibra, se intensifica la vejez. No es ésta la única teoría fisiológica curiosa de la suma sacerdotisa de la aromaterapia. Encuentra también grandes dificultades en separar los cambios que se producen en el cuerpo por razones patológicas, de los que son considerados, desde un punto de vista convencional, como debidos a la senilidad. Por ejemplo, los niños que contraen artritis son, según ella, a jóvenes vicios». La debilidad sexual o la falta de libido que llevan a la impotencia serían también -siempre según la señora Maurysexualidad precoz, pues «de la misma manera que un fruto arrancado al árbol antes de que madure se pudre más rápidamente, un ser humano joven, puesto en contacto brutalmente y antes de tiempo con la realidad, decae de una manera rápida». La señora Maury afirma que la fuente de sus teorías son «los Ayurvedas, que tienen ya tres mil años de edad...de la Medicina tibetana». Según ella, las esencias que usa son hormonas vegetales que existen en el «plasma» de ciertas plantas. Estos perfumes como pueden ser -notablemente llamados- regulan la actividad de los capilares, cuando se aplican a la piel y «hacen la carne más suculenta». Pero otro efecto, y más importante aún, que producen, se debe, al parecer, a la fragancia de la esencia, que agudiza la capacidad de percepción y elimina las inquietudes emocionales. La mente consciente se aclara, y la fuerza y la juventud se conservan. 92 Rejuvenecimiento: La historia de una idea «La materia odorífera da a la sangre su elemento indispensable y soberano. Se infiltra en los líquidos biológicos, que la impelen y la distribuyen por todo el cuerpo. Entonces se llega a la verdadera regeneración. El renacimiento de los tejidos se observa mejor cuando se curan heridas con esta sustancia, porque entonces se borran todas las cicatrices, y las contra reacciones epidérmicas de las quemaduras desaparecen sin dejar la menor señal.» Como es natural, la autora tiene sus métodos propios, y aconseja aplicar en la piel diversas «sustancias odoríferas». Insiste mucho en formular prescripciones individuales para cada paciente, al objeto de mantener contacto personal con su clientela e impedir la comercialización masiva de sus túnicas. La señora Mauty, siguiendo las mejores tradiciones del arte del rejuvenecimiento, se apoya en los casos que ha resuelto positivamente. Por desgracia, los que cita son del todo insuficientes desde el punto de vista médico. Uno de los más importantes es el de una mujer de cincuenta y cinco años, edad muy poco avanzada, desde cualquier punto de vista, por lo que se refiere al rejuvenecimiento. Era pequeña, frágil, de piel mate y cabello gris y carácter taciturno. No disfrutaba con nada y siempre estaba triste, pese a que vivía bien materialmente. El tratamiento consistió en dosis de elemí y glilbano (1), hojas de violeta y hierba luisa. Los dos primeros ingredientes -dicho sea de paso- eran usados por los embalsamadores egipcios para impregnar los vendajes de las momias. Al cabo de dos meses de este tratamiento, la paciente quedó verdaderamente rejuvenecida: su piel era sonrosada; su manera de moverse y conducta general, juveniles, dormía mejor, se mostraba alegre y hasta llegó a enamorarse». Parecen tener poco en común las ideas que sobre el rejuvenecimiento tenía un inteligente especialista en cosmética, autor de un prólogo al libro de la señora Maury con unas palabras elogiosas de la marquesa de Reading- y las del Director honorario del Instituto de Biología y Patología Experimental de Kiev, encargado, en cierta ocasión, de rejuvenecer a Stalin. Sin embargo, ambos creen que el secreto del envejecimiento está en los fluidos del cuerpo. El primero creía fundamentalmente en la influencia positiva de los perfumes aplicados en la piel. El otro opinaba que, como las células del sistema reticuloendo telial parecen mantenerse siempre en estado completamente funcional, es decir, juvenil, un suero que las estimulase retrasaría en seguida la degeneración por medio de los fluidos corporales e impediría el envejecimiento. El doctor Alexander Bogomolets nació en 1881, y sus primeros años parecen un cuento de Dostoievski o Tolstoi. Su madre era una joven estudiante de Medicina, acusada, por el régimen zarista, de actividades revolucionarias, y que, tras haber estado presa en la cárcel Lubianovka de Kiev, fue desterrada a Siberia. El joven Bogomolets fue educado por su abuelo, oficial retirado del ejercito que había servido durante el reinado de Nicol& 1, y estudió Medicina en la Universidad de Odesa. Se licenció, con muy buenas notas, a los veinticinco años, y fue enviado al Departamento de Patología General de Odesa, en el que trabajó durante cinco años. Luego fue nombrado profesor de Patología en Saratov. Bogomolets sobrevivió a la Primera Guerra Mundial y a la revolución comunista como epidemiólogo asesor de las autoridades militares del frente del Sudeste, y cuando las cosas parecieron calmarse, se estableció en Moscú, donde fue nombrado profesor de Patología de la segunda ( 1) El elemi es una resina sólida, amarillenta, de olor a hinojo, que se extrae de un árbol tropical de la familia de las Terebinticeas y se usa en la composición de varios ungüentos y barnices. El gálbano es una gomorresina de color gris amanllento, obtenida de una planta umbellfera. Se ha usado en Medicina y entraba en la composición del perfume quemado por los judíos ante el altar del coro. - (N. &l T.). 93 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Universidad moscovita. Al principio se interesó por la Endocrinología y la transfusión de sangre, y hasta los cuarenta y nueve años no se dedicó al estudio del rejuvenecimiento, como fundador y director del famoso Instituto de Kiev. Allí, con ayuda de numeroso personal, Bogomolets estudió, ante todo, Biología celular, para concentrar luego su atención en el envejecimiento de los tejidos. Sus ideas generales sobre el rejuvenecimiento eran completamente ortodoxas. Seguía la teoría de que, en lo referente al mundo animal, la duración de la vida equivale, en general, a cinco o seis veces el tiempo que cada especie tarda en llegar a la madurez. Por tanto, y de ser esto cierto, la especie humana debería vivir de 125 a 150 años. Definía la vejez como «perdida de la capacidad de regeneración del organismos, y explicaba esto como una incapacidad básica de las c&rlas de lo que el llamaba «sistema fisiológico del tejido conjuntivo». Los traductores occidentales de sus obras sugieren que tales células pueden ser los histiocitos fijos que se encuentran en el tejido conjuntivo, bazo, glándulas linfáticas, medula ósea, las células de las estructuras endoteliales, hepatoespitinicas y las glándulas endocrinas, la micrografía del sistema nervioso y los histiocitos errantes en los espacios hísticos del cuerpo. En esta categoría general se incluyen las células en que se forma inmediatamente tejido fibroso del tejido conjuntivo. Aquí, sin duda, estamos luchando con la nomenclatura y la terminología, Y es una lástima, porque la principal aportación de Bogomolets a la historia del rejuvenecimiento consiste, parcialmente, en un suero que se obtiene de células del «sistema fisiológico del tejido conjuntivo», y que se inyecta a los ancianos, de modo que es particularmente importante definir con exactitud tales células. Es curioso que la teoría de Bogomolets sea una derivación de ciertas investigaciones realizadas por Metchnikow hacia el final de su vida (véase capítulo 6), bajo cuya influencia cayó Bogomolets cuando iniciaba su carrera médica. El principio formulado por Metchnikow es el de que la lucha contra la vejez ha de concentrarse en reforzar los elementos más vulnerables del cuerpo y en debilitaría la agresividad de los fagocitos. De aquí se pasó a idear el modo de reforzar los órganos más o menos de la misma manera que el organismo puede ser reforzado contra infecciones especificas, es decir, produciendo anticuerpos. Según parece, la teoría general es la siguiente: Si, por ejemplo, el hígado o los testículos han de ser «reforzados, las células de los citados órganos son inyectadas a un animal de una especie distinta. Esto, evidentemente, produce anticuerpos en el animal experimental, y si el procedimiento se repite varias veces, tarde o temprano en la sangre del animal aparecerán las células en cuestión. Se reinyectan entonces pequeñas dosis de este suero experimental a la persona cuyos órganos se quiere estimular, y su resultado -de acuerdo con esta teoría es una reacción especifica regenerativa. Bogomolets empezó a hacer experimentos de este tipo, mas no porque buscase una técnica de rejuvenecimiento, sino con objeto de intensificar la secreción de las glándulas suprarrenales. Ahora bien, creyendo que las «células del sistema fisiológico del tejido conjuntivo» no eran sólo el mecanismo básico con el que el organismo resiste la infección, sino también las potencialmente responsables de combatir los ataques de la vejez, era lógico llegar a la conclusión de que se había de obtener un suero citotóxico específico hecho con tales células. En las traducciones de la obra de Bogomolets no se da el método exacto para obtener este suero citotóxico específico, o ACS. A pesar de todo, en los años cuarenta se publicaron instrucciones precisas para su uso clínico. Como es lógico, las células de que se hacia tienen una amplia gama de funciones y se muestran particularmente activas en todos los procesos curativos, infecciones e incluso enfermedades perniciosas. Por tanto, el suero fue muy usado 94 Rejuvenecimiento: La historia de una idea para el tratamiento de fracturas, escarlatina, tifus, tularemia, brucelosis, infecciones del puerperio, reumatismo agudo, sífilis y paludismo También se pensó contener, si no curar, el cáncer con ACS y, por supuesto, retrasar considerablemente el envejecimiento. Sin embargo, Bogomolets se mantuvo razonablemente sensato, pese al entusiasmo despertado por el ACS, y subrayó siempre que también es importante junto con la adopción de medidas tendentes a alargar la vida- evitar los factores que notoriamente la acortan. Los hombres de Ciencia occidentales parecen haber sometido el ACS a un examen clínico objetivo. Confirman que estimula la curación de heridas y fracturas, pero no influye en la duración de la vida biológica. Más recientemente se ha intentado reavivar los aspectos auto inmunológicos de las ideas de Bogomolets en el tratamiento de las enfermedades infecciosas, pero todavía no se han obtenido resultados concluyentes en un sentido u otro. Las ideas básicas de Bogomolets sobre la conservación de la salud y la necesidad de evitar factores que contribuyen a acortar la vida, eran bastante sensatas y han influido en muchos escritos modernos sobre el tema. Sin embargo, este aspecto del rejuvenecimiento determinó cierto número de rarezas y curiosidades, la más notable de las cuales fue, sin duda, la representada por el doctor Arnold Lorand, quien escribió su tratado sobre el rejuvenecimiento en un viejo monasterio, en Viena, donde recibió cama y comida de los caritativos Padres capuchinos durante los dos últimos años de la Primera Guerra Mundial. El austero ambiente monacal influyo, al parecer, sobre la personalidad del doctor Lorand durante la redacción de su libro. En la lista de peligros que el doctor recomienda evitar a toda costa a quienes deseen vivir largos años, ocupa uno de los primeros puestos el alcohol, que, según él, envenena el hígado y la glándula tiroides. Debilita también los pulmones y el corazón, y la arteriosclerosis progresa rápidamente. Además, el alcohol es también causa de «nefritis, que acorta sensiblemente la vidan». Todo esto parecía ya de por si bastante siniestro, pero no era mas que el comienzo del dogma del doctor Lorand. «Lo que hace particularmente peligroso a este carnicero de la Humanidad –truena- es que no sólo destruye al bebedor, sino que, además, sume en la desgracia a sus inocentes hijos y, en muchos casos, los condena también a una muerte prematura.» La definición del doctor Lorand del «bebedor» era bastante peregrina si la juzgamos por el consumo actual de alcohol per capita, porque incluye a los que beben más de dos vasos de vino al día. El segundo gran enemigo de la longevidad siempre según el doctor Lorami- es el exceso de proteínas en la dieta. Según el, esto predisponía a la arteriosclerosis, diabetes, gota, nefropatías y, lo que era más aun, daba pie a otras enfermedades, porque conducía «a la tentación de beber y fumar después de las comidas, pues no hay nada que el estómago lleno desee tanto como el alcohol y el tabaco». El tabaco endurecía las arterias, y esto -cosa curiosa- exponía a los fumadores a contraer sífilis. Desearía decir aquí que hay gente que, cuando se les pregunta, confiesan que diez o veinte años antes tuvieron un pequeño arañazo...», que luego resulto ser sífilis. «Es un dato extraño y trágico el que suelen ser casos sin importancia los que a menudo resultan más temibles, sobre todo si se consume tabaco fuerte., El tabaco predisponla también a la apoplejía, estreñimiento, somnolencia, mareo, jaqueca y amnesia. Más aún, es particularmente venenoso -pensaba él- para las «estructuras mas frágiles y los tejidos más delicados» de las mujeres y las muchachas. El cuarto enemigo, por lo que a la longevidad se refiere, era !a «indiscreción sexual». Esto, en las mujeres, conducía «a varios y serios trastornos de los órganos sexuales, que 95 Rejuvenecimiento: La historia de una idea repercutían perjudicialmente en la fertilidad y longevidad». Por lo que concierne a los hombres, «la intoxicación sexual... la desmedida afición a Venus y a Baco..., los goces del éxtasis, pueden saber bien cuando se están disfrutando -admite el doctor Lorand-, pero muchos años más tarde, cuando los dolores del cuerpo y la mente comienzan a atormentar al sibarita, y sus hijos inocentes mueren en plena juventud..., tanto él como sus compañeros de goces claman al cielo y se arrepienten de haber amado y bebido». Pero si el exceso sexual es un gran peligro, otro mayor aún es «evitar la paternidad». La principal razón de esto -pensaba Lorand- era que la familia numerosa tenía ocupada a la gente, y el «trabajo es de origen divino y gran protector de la salud». Los medios anticoncepcionalesa implicaban serios trastornos de los órganos reproductores y del sistema nervioso, así como arteriosclerosis y cáncer. El doctor Lorand era muy amigo de la limpieza: «Las personas sucias deberían aprender de las abejas»; pero advertía a sus lectores que también la ambición acorta la vida, pues cientos y miles de hombres de negocios norteamericanos se hallan tan consumidos por ella, que nunca tienen tiempo ni siquiera para pasear y contemplar las maravillas de la Naturaleza. Decía así- mismo que la codicia y la avaricia acortan la vida,, Y en especial, la cólera, que puede ser causa de dolores torácicos, la tan temida angina de pechos. Es curioso también que deseo-), sin duda, de pasar revista a los siete pecados capitales, el doctor Lorand incluyese la vanidad en su lista de causas que acortan la vida, pues «los cinturones demasiado apretados» pueden oponer serios obstáculos a la circulación biliar y al funcionamiento del hígados. Las ideas del doctor Lorand sobre la prolongación de la vida sugieren inmediatamente la pregunta: ¿Vale la pena a ese precio?; mas, por lo que a él se refiere, personalmente, la respuesta es asín, porque, por raro que parezca, era entusiasta de los métodos de Steinach y Voronoff. Creta también en las virtudes rejuvenecedoras del extracto de tiroides, los yoduros y la luz ultravioleta, ya fuese en forma de luz solar o artificial, con lámparas de cuarzo. Finalmente, ensalzaba las propiedades rejuvenecedoras de los baños de lodo y de radio, sobre todo para las mujeres. Examinando la obra de Lorand a la distancia a más de cuarenta años, resulta increíble hasta que punto puede equivocarse una persona obsesionada por una idea fija. El alcohol -excepto si se toma en grandes cantidades a lo largo de un prolongado periodo de tiempo- parece influir muy poco en la longevidad. Un régimen alimenticio abundante en proteínas -contrariamente a lo que pensaba Lorand- es bueno para la salud. La « indiscreción sexual» apenas tiene nada que ver con este asunto, y los medios anticoncepcionales, en cuanto se refiere a las mujeres, les prolongan mas bien la vida. La ira, expresada y desahogada, tal vez sea menos perjudicial para la psique que la ira contenida, y es dudoso que la avaricia o la vanidad sean causas válidas de muerte prematura. Aun en los casos en que el doctor Lorand tenía razón, era a menudo por causas distintas a las que él creta. El tabaco mata principalmente como consecuencia del efecto que ejerce sobre el epitelio bronquial, aunque algunos arguyen que esto también está relacionado, en último término, con el desarrollo de la arteriosclerosis y la trombosis coronaria. Las operaciones de Voronoff y Steinach apenas se realizan ya. El extracto de tiroides cura, por supuesto, el mixedema, pero apenas algún otro achaque de la vejez. Los yoduros son probablemente inútiles y los rayos ultravioleta aceleran en realidad el envejecimiento prematuro de la piel. La radiactividad es siempre peligrosa, e incluso los baños de lodo han pasado de moda. Tal vez la principal aportación del doctor Lorand a la historia del rejuvenecimiento sea su advertencia contra los peligros de la glotonería. Esto fue 96 Rejuvenecimiento: La historia de una idea repetido de manera más espectacular -y ventajosa para su economía particular- por Gaylord Hauser unos años más tarde. Hauser fue, en muchos aspectos, el rejuvenecedor típico. De encanto personal y aspecto sano y viril, prometía una constitución como la suya a quienes siguieran sus prescripciones. Todos sus pacientes eran famosos por uno u otro concepto, y entre ellos figuraron Greta Garbo, la duquesa de Windsor, la reina Alejandra de Yugoslavia, Norma Shearer y Douglas Fairbanks, Lady Elsie Mendl, una de las estrellas del firmamento rejuvenecedor de Hauser, era capaz de hacer ejercicios gimnásticos en el suelo a los noventa y cuatro años de edad. El método de Gaylord Hauser consistía en regímenes alimenticios a base de «alimentos maravillosos», que a menudo elaboraba y comercializaba el mismo, por ejemplo, el «té de Hollywood para adelgazar», Healthwise, Sipp y Nuva-Sal (1). En general teman calorías, pero Hauser mostraba a veces entusiasmo por regímenes con un alto contenido en potasio, sodio y calcio. Llegó a acercarse mucho al credo de Lorand cuando, en 1932, aconsejó, a quienes quisieran prolongar su vida, que se retirasen a un lugar tranquilo de la casa, con un abrelatas y una buena provisión de sus alimentos patentados, a pasar un frugal gesundheitstag (2), lo que, en realidad, significaba un día de hambre a la semana. Como es sabido, las «curaciones» de rejuvenecimiento de este tipo son bastante corrientes entre los entusiastas de las «granjas de salud». (1) Respectivamente, «Saludable», o «Salud prudente», y «Sorbo», con una «p» de más; Nu-vegSal parece más bien un nombre comercial, aunque las dos primeras sílabas pueden significar «vegetal» o «verdura nueva». - (N. del T.) (2) Día de salud. – (N. del T.). 97 Rejuvenecimiento: La historia de una idea 11 REJUVENECIMIENTO PREVENTIVO Si bien hay pruebas suficientes de que muchos de los aspectos del rejuvenecimiento tratados en los capítulos anteriores siguen teniendo vigencia, aunque en pequeña escala, en no pocas partes del mundo, probablemente el más interesante de todos y el que más esperanzas ofrece es el que podríamos llamar «rejuvenecimiento preventivo», y que se aplica dentro del marco de la Medicina convencional relacionada con la salud pública. El «rejuvenecimiento preventivo» se basa en la idea de que si una máquina es examinada y cuidada de distintas formas y a intervalos regulares, lo más probable es que siga funcionando con la máxima eficacia. Naturalmente, hay ciertos aspectos de la vida sana que han de ser atendidos por cl paciente y su medico y que rebasan el marco del rejuvenecimiento, si por ello entendemos el restablecimiento de la actividad, la salud y el bienestar en la vejez. Todavía son muchas las personas que caen en mitad de la vida víctimas de enfermedades que hoy pueden prevenirse en parte y que mañana lo serán por completo. Los delegados del VI Congreso Internacional de Gerontología, reunidos en Estocolmo en 1963, oyeron como un famoso experto danés sugería que la vida normal media debería ser de 100 a 120 años. Según un norteamericano, cabe esperar de 90 a 115, e incluso, en opinión de un médico biólogo de ideas conservadoras -uno de los pocos científicos británicos que se dedican al estudio de la biología del envejecimiento, la muerte por vejez, es decir, sin que intervengan en ella influencias de otro tipo, podrá ser retrasada hasta un período que oscile entre los 75 y los 100 años. Para comprobar hasta qué punto vamos aún a remolque de estas opiniones serias y científicas, baste recordar que, en 1961, el año más reciente del que disponemos de cifras fidedignas, la vida media del hombre en Inglaterra era de 78 años (en Norteamérica, de 67), y la de la mujer, que, en general, es más longeva, de unos 75 años. Las diversas razones de la curiosa paradoja de que el hombre normal de cincuenta años pueda esperar actualmente, en la década de los setenta, dos años menos de vida que su padre esperaba en la de los treinta, pese al fanático progreso de la Medicina y la Cirugía -gracias, sobre todo, a la introducción de los antibióticos-, han sido estudiadas por el autor de esta obra en el libro Live Long, Stay Young. Aquí no podemos extendernos más sobre la importancia que tienen en esto las trombosis coronarias, los epiteliomas, las ulceras pépticas, los accidentes y la bronquitis crónica. La idea del rejuvenecimiento preventivo, al contrario de otras ideas sobre esta cuestión, se origino en círculos muy respetables del mundo de la Medicina, porque no se puede decir que haya algo retórico o remotamente exótico en la higiene y la salud públicas. Tampoco puede sorprender a nadie que el rejuvenecimiento preventivo siga íntimamente vinculado a los principios sociológicos y políticos del mundo de la Medicina, ni que haya de sufrir en algunos aspectos por causa de su origen mismo. Como la salud y la higiene pública, en Inglaterra, empezaron a cobrar auge presionados por la opinión pública cerca de las autoridades municipales y locales, por obra de hombres como Thomas Southwood Smith y Sir Edwin Chadwick, o Lemuel Shattuck en Estados Unidos, esta especialidad, dentro del marco de la Medicina 98 Rejuvenecimiento: La historia de una idea general, ha estado siempre muy vinculada al municipio o a las autoridades locales del Estado. De aquí que, con frecuencia, adquiera ciertos aspectos, que varían con los lugares y los países. Originariamente, a mediados del siglo XIX, los acM&tradores de un sistema embrionario de higiene pública y sus agentes se preocupaban, sobre todo, de que los muertos fuesen debidamente enterrados y hubiese agua limpia, alcantarillado y un sistema eficaz de recogida de basuras. «Compilaban listas de enfermos y muertos; solicitaban la eliminación de Ietrinas improvisadas, la construcción de sumideros reglamentarios y el empleo de cubos de basura portátiles, y, sobre todo, pedían que se construyeran casas nuevas. Condenaban asimismo las lecherías sucias, los mataderos malolientes y los malsanos criaderos de ostras. Penetraban en los talleres húmedos, inspeccionaban los retretes de las escuelas; denunciaban la adulteración de los productos alimenticios y medicamentos; protestaban contra la venta pública de venenos y drogas como el opio». Poco a poco, el Servicio de Salud Pública fue convirtiéndose en Inglaterra en una organización más o menos homogénea con su jerarquía y disciplina propias. Las Leyes de Salud Pública de 1875 impusieron la obligatoriedad de nombrar en todas las zonas de Inglaterra, tanto urbanas como rurales, un funcionario médico de Salud Pública, y poco a poco se fueron promulgando Ieyes de este tipo en todo el mundo civilizado. Durante las primeras décadas del siglo XX, los médicos a las órdenes de las autoridades locales se ocupaban principalmente de la salud de las gestantes, recién nacidos y párvulos. Por tanto, su función era muy útil, sobre todo si tenemos en cuenta que una gran mayoría de la población no se beneficiaba de los servicios médicos normalmente asequibles en aquella época. Gradualmente, sin embargo, por lo menos en la mayor parte de los países europeos, empezaron a organizarse sistemas de seguros médicos y servicios de salud pública a expensas del Estado, los cuales se hicieron cargo de gran parte de los servicios médicos que funcionaban por cuenta de las autoridades Iocales. De esta manera, las personas de mentalidad progresiva fueron concentrando cada vez más su atención en otro grupo hasta entonces poco atendido: los viejos, que, por fin, entraron en contacto con el discutido problema del rejuvenecimiento. Desde el principio, los médicos del Seguro tuvieron que luchar, con uñas y dientes, por que se les permitiera concentrar su atención en los problemas que les parecían más importantes. A mediados del siglo XIX tuvieron que enfrentarse a menudo con los intereses de los contribuyentes municipales y los propietarios. Hoy no es raro que hayan de desafiar a los comités de Salud Pública, cuyos miembros suelen tener ideas muy conservadoras sobre el empleo del dinero del contribuyente. Los médicos del Servicio de Salud Pública suelen ser enérgicos y resueltos. De vez en cuando, su personalidad los coloca en la vanguardia de la causa a la que han consagrado sus vidas, y sobresalen y llaman la atención por sus ideas poco corrientes. El problema que nos ocupa ahora, o sea, el rejuvenecimiento preventivo, se apoya en dos métodos importantes: un examen minucioso y completo del paciente y su historial clínico. Más adelante explicaremos con exactitud lo que esto significa. Sigue luego el eventual tratamiento, por otras ramas de la Medicina, de cualquier enfermedad que se descubra, la corrección de toda deficiencia que se observe en el organismo. Para que resulte eficaz el examen médico exhaustivo designado, con una palabra que se impone cada vez más, checkup, o «chequeo» -, tiene que ser, esencialmente, una operación colectiva y de alcance superior a los recursos normales 99 Rejuvenecimiento: La historia de una idea y a la capacidad profesional del médico normal. Es también esencial que el examen se efectúe en un solo lugar y de una sola vez, para que no asuste a los ancianos ni moleste a los fatigados. Por tanto, puede ser realizado en una clínica de la autoridad local, con la cooperación de algún laboratorio patológico cercano. El doctor John Maddison, de la «Clínica Experimental de la Vejez» de Teddington (Londres), nos da un ejemplo del tipo de examen médico exhaustivo a que nos referimos, y que no se limita a indicar las anomalías descubiertas en el paciente, sino que, además, da un punto de referencia a partir del cual se puede ir aquilatando la mejoría o degeneración, a medida que se vaya desarrollando con el tiempo. Cuajado escribimos estas líneas, el doctor Maddison y sus colegas, en un periodo de cinco años, han realizado ya más de 450 primeros exámenes y 7.500 segundos o subsiguientes reconocimientos. Los enfermos son enviados a la clínica por intermedio de los inspectores de Salud Pública o los médicos locales. No van allí a exponer síntomas específicos o enfermedades concretas, ni tampoco se les pregunta de qué creen padecer, sino que se les somete a un examen con objeto de establecer su estado general de salud y comprobar si es normal para su edad. El examen físico exhaustivo abarca los siguientes puntos: Preparación del historial clínico general del paciente; realización por un grupo especial de médicos, de una serie de pruebas y exámenes parciales: pesado, medida de fa altura (sentado y de pie), ritmo del pulso, temperatura, grosor de los pliegues de la piel, fuerza de los músculos de los muslos y potencia prensil de las manos. Se anotan las irregularidades musculares observadas y se ponen a prueba los reflejos, para tomar luego la presión arterial y analizar la orina. Se envía al laboratorio una muestra de sangre para su análisis, se toma un electrocardiograma y se mide el ritmo respiratorio. Luego se obtiene una diapositiva fotográfica en color, de tipo normal, para usarla más adelante, a efectos comparativos. Además, se practican varios exámenes especiales de los sentidos. Se inspeccionan los ojos para comprobar el estado de la córnea y la tensión intraocular; se examina el cristalino para ver si hay principios de catarata, y el humor vítreo, para calcular la posible opacidad. Se anotan las reacciones pupilares y luego se prepara un «mapa» general del sentido de la vista, con gafas y sin ellas, así como de los campos visuales, y se procede a un examen oftalmólogo de la retina para comprobar el estado de los vasos y otras estructuras básicas. Luego se examina el oído, se extrae eventualmente la cera, se observa el tímpano para comprobar posibles anomalías y se aquilata la agudeza auditiva por medio de la audiometría y pruebas de voz. Se presta luego una atención especial a todo síntoma de envejecimiento. Se anota si el estado físico general muestra indicios de obesidad, flaccidez o edema, o bien delgadez, encogimiento de la estatura, inclinación de la cabeza o de la espalda, caída de hombros o combaduras de rodillas. Se comprueba asimismo la forma de andar y se anota toda característica especial. Se examina después el estado del pelo, de la cabeza, axilas, brazos, cuerpo, órganos sexuales y piernas, y se comprueba si las cejas son tupidas, ralas e incluso inexistentes. Los párpados se inspeccionan para comprobar si hay patas de gallo, flaccidez o agotagamiento. Se registra cualquier anomalía, así como la cantidad de flujo lagrimal y características de la conjuntiva. Se examinan el tabique y los cornetes nasales, así como el meato, para ver si hay descargas, congestión u obstrucción. Sigue luego el reconocimiento de los dientes, lengua y estado de la voz. Por lo que se refiere a la movilidad de la cabeza, miembros y cuerpo, se realizan circunstanciados exámenes locales, mucho más detenidos, por ejemplo, que en un reconocimiento para un seguro de vida. Aunque es importante el estado general de la 100 Rejuvenecimiento: La historia de una idea musculatura cervical, brazos y piernas, también se examina con todo cuidado la del cuero cabelludo, frente, cara, hombros, brazos, pecho, abdomen, perineo, muslos, piernas y pies, y se registra todo indicio de sequedad, aspereza, tendencia a las arrugas y falta de elasticidad o de cabello, así como la calidad petequial o la pigmentación. Se examinan también detenidamente los huesos, articulaciones cervicales, hombros, muñecas, dedos de las manos, espina dorsal, cadera, rodillas, tobillos y dedos del pie, y se registran los puntos dolorosos, nódulos reumáticos, tofos, hinchazones, deformidades, limitaciones de movimiento y eventuales síntomas clásicos reumatoides u osteo artríticos. Se inspeccionan las piernas para comprobar si hay varicosis, y los pies, en busca de juanetes, callos, durezas, pies planos y deformidades inguinales. Se examinan también debidamente los reflejos de los miembros. El corazón y los pulmones se exploran con todo detenimiento a la manera clásica, así como el abdomen, en busca de posibles tumores y hernias. El examen del recto, en especial de las glándulas prostáticas, se efectúa sólo en los hombres. Las mujeres se someten a examen vaginal, y una cuidadosa inspección de los pechos completa la exploración. Como es natural, en todo esto se tarda varias horas, por lo que se han de intercalar pausas y tomar algo caliente. Este examen exhaustivo, tan necesario como paso previo a cualquier operación rejuvenecedora propiamente dicha, se realiza en la clínica de Teddington, en un edificio adaptado a este tipo de actividades, aunque no perfecto ni mucho menos. El sistema constituye un triunfo de esa habilidad que tienen los ingleses para arreglárselas, en Medicina, con los medios de que se dispone. El doctor Maddison ha expresado ya su opinión sobre el ambiente ideal para este tipo de trabajo. Aunque éste sería muy superior al actualmente disponible, no es nada extraordinario por su complejidad ni por su lujo si se compara con los niveles clínicos norteamericanos o del continente europeo, de que trataremos detenidamente más adelante. A pesar de todo, los resultados conseguidos en Teddington nos han proporcionado una copiosa información. En primer lugar ofrecen una valiosa base respecto a la salud y edad biológica de cada paciente, y, así, todo tratamiento posterior a que pueda ser sometido, se compara y relaciona con dicha base. En segundo lugar, los resultados dan una idea del número de achaques de cada paciente, que, en general -como partes integrantes del cuadro clínico de su edad biológica, son considerados en cada individuo por separado. Es decir, que la edad aparente y el conjunto de achaques se interrelacionan sustancialmente. Es dudoso que alguien que no haya estudiado el problema de antemano sea capaz de adivinar, ni siquiera con aproximación, la multiplicidad de achaques que se descubren como resultado de un examen exhaustivo en cualquier grupo de ancianos formado al azar. En los primeros 360 pacientes examinados en la clínica de Maddison (128 hombres y 232 mujeres), 158 de los cuales tenían menos de sesenta años, no se encontró achaque alguno. Sólo 8 tenían un achaque; 139 padecían de dos a diez; 119, de once a catorce, y 61 de quince a diecisiete enfermedades o achaques diagnosticables. Cinco tenían más de veinte achaques distintos. Tal vez objeten los críticos que muchos de estos achaques son cosas sin importancia. De acuerdo en que 288 de los 360 pacientes tenían defectos de la vista o usaban gafas inadecuadas, y 250, defectos auditivos, debido, en su mayoría, a exceso de cerumen. Sin embargo, estos defectos son fáciles de remediar y, si son debidamente tratados, pueden contribuir de un modo sensible al bienestar del paciente. Por otra parte, muchos de los achaques descubiertos son incurables, de acuerdo con el estado actual de la Medicina. En este grupo se descubrieron 105 casos 101 Rejuvenecimiento: La historia de una idea de cardiopatías coronarias y 262 de enfermedades arteriales. Pero incluso en estos casos, con un tratamiento adecuado, pueden conseguirse a menudo mejorías locales con la consiguiente elevación del estado general del enfermo. Sin embargo, muchos de los defectos descubiertos en un examen físico exhaustivo son hoy perfectamente curables, y precisamente en estos casos es en los que se produce una reducción concreta y razonable de la edad biológica, es decir, un rejuvenecimiento con ayuda de la Medicina moderna. Hay amplios sectores del campo terapéutico en los que puede conseguirse esto, ante todo, en el conocido con el nombre de nutrición. Maddison comprobó que más de un tercio de sus parientes tenían diversos déficit alimentarios. Ahora está de moda considerar los déficit alimentarios como resultados de errores dietéticos, por ejemplo, el escorbuto, que se debe a la avitaminosis C, o la pelagra, causada por falta de niacina. Pese a todo, es dudoso que la carencia de una sola sustancia en el régimen dietético origine enfermedades debidas a déficit alimentarios. Inicialmente. la ausencia de un elemento nutritivo esencial causa cierto trastorno en el complcio proceso de la digestión o asimilación del alimento. Esto a su vez. Determina una absorción inadecuada o utilización de otros alimentos a modo de sustitutos. Así, lo que puede haber comenzado biológicamente se convierte, desde el punto de vista clínico, en un síndrome de déficit múltiple. En muchos casos, el diagnóstico de mala nutrición definido por Maddison como alteración de la eficiencia funcional de los sistemas corporales, que puede corregirse con una mejor alimentación, ha de ser investigado tan científica y asiduamente corno cualquier otra enfermedad. Es importante recordar también que la historia de un régimen deficiente no suele ser bien descrita por aquellos cuya calidad intelectual y social ha sido perjudicada por el régimen en cuestión, y con frecuencia lo es de manera poco fidedigna. Entonces resulta esencial efectuar pruebas clínicas y de laboratorio. Las pruebas bioquímicas de nivel subnormal proteínico, vitamínico y mineral, pueden dar una valiosa información, lo mismo que la localización de metabolitos anormales. La desnutrición de los ancianos se debe, fundamentalmente, a un déficit proteínico, causado por regímenes alimentarios en los que falta por completo el desayuno, se toma una pequeña colnción al mediodía a base de carne y verdura, una merienda compuesta de té y mermelada y una cena líquida. A veces, si el régimen se caracteriza por la abundancia de hidratos de carbono, se llega a la obesidad, lo cual complica aún más la situación. En términos generales, Maddison ha comprobado que en los pacientes ancianos desnutridos se encuentran los siguientes datos clínicos: sensación subjetiva de cansancio y amodorramiento de día, e insomnio de noche. A menudo se observa irritabilidad diagnosticable, el apetito suele ser escaso, y resulta difícil concentrarse mentalmente o realizar esfuerzos físicos de larga duración. Hay ligeros trastornos de la sensación y el estado anímico, que, en ocasiones, llegan a la neurosis e incluso a la psicosis. Cuando se examina a estos pacientes, se descubre obesidad, debida al exceso de hidratos de carbono, o la delgadez frágil y flácida y los movimientos lentos y torpes de los ancianos. Los cambios epidémicos son muy característicos. En general, la piel es demasiado seca y como escamosa, con tendencia a la exfoliación o descamación, lo cual se debe a deficiencia de sustancias sebáceas y a la secreción de las glándulas sudoríparas. Son también corrientes los lunares hemorrágicos, y la fácil vulnerabilidad a las magulladuras. 102 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Se reduce sensiblemente la elasticidad de los tejidos, hay propensión a la estomatitis, sobre todo en las comisuras de la boca, eccema intertriginoso en los pliegues de la piel y engrosamiento crónico de las áreas epidérmicas más expuestas a la fricción, o sea, la llamada liquenificación. El cabello, a causa de la deficiencia proteínica, se vuelve gris, mate y ralo, mientras que las uñas se secan, crecen despacio, se cuartean y muestran con frecuencia estrías blancas de tono opaco, La musculatura es débil e ineficaz, mientras que los huesos se adelgazan y se hacen frágiles. Aparte estos síntomas generales, Maddison describe otras características específicas observadas en el examen médico general, así como cambios en el análisis de la orina y la composición química de la sangre, visibles también por medio de rayos X y exámenes electrocardiográficos. La desnutrición no es un estado estático. A menos que se le ponga enérgicamente remedio, acaba por asociarse con otras deficiencias físicas y agravarlas; por ejemplo, con pérdida general de tejido, osteoporosis, anemia y otros déficit más específicos de tipo vitamínico. Por tanto, el primer paso en el proceso rejuvenecedor de los viejos consiste en mejorar el consumo dietético de proteínas. Los ancianos con desnutrición proteínica deben esto, principalmente, a tres causas: pobreza, ignorancia de lo que les conviene comer y apatía. Con frecuencia, estos tres factores se unen para mermar la energía y bienestar del paciente. La falta de dinero puede asociarse con ideas anticuadas o utensilios de cocina insuficientes y difíciles de limpiar y usar de manera adecuada. De aquí que se tienda a simplificar excesivamente las comidas y a hacerlas poco apetitosas. Por otra parte, si las tiendas de comestibles están lejos, la dentadura se halla en malas condiciones y no hay nadie por quien esmerarse en la cocina, tiende a predominar la apatía. Maddison cree que los viejos necesitan una proporción más elevada de proteínas en su régimen alimentario, que las personas de edad media, y esto viene a representar, en la práctica, unos 120 gramos de carne magra diaria, o su equivalente en huevos, pescado, leche o queso. Corresponde a unas tres veces más de lo que solía considerarse como necesario para los viejos, y supone una importante cantidad de dinero si se compara con lo que perciben muchos jubilados de las clases pasivas. En 1963, y haciendo grandes economías, el porcentaje necesario de proteínas de un anciano se calculó para Inglaterra, en 21 chelines y 6 peniques semanales (1). Desde entonces, los precios han tendido a subir con más rapidez que las pensiones de retiro. Una vez estabilizados los requerimientos proteínicos de los pacientes, se ha de procurar corregir los eventuales déficit vitamínicos y minerales, déficit a los que se han de atribuir principalmente la osteoporosis y la anemia seniles. Si hubiéramos de decidirnos por la enfermedad que más contribuye a dar la impresión de senilidad en quien la padece, lo más probable es que apuntáramos hacia la osteoporosis. Es una de las principales afecciones de la vejez y en gran parte, responsable del aspecto encorvado y encogido de no pocos ancianos. Muy a menudo, sus síntomas son consecuencia de alguna enfermedad u operación, y en sus primeros estadios determina la aparición de una especie de giba en el cuello. Los cuerpos de las vértebras cervicales inferiores y torácicas superiores adquieren un aspecto cuneiforme de manera que la cabeza se proyecta hacia delante, mientras que el cuello se «inclina» hacia abajo. A veces, estos cambios son muy acusados, y toda la espina dorsal se deforma y retuerce. Como es natural, tales modificaciones vertebrales dan a menudo síntomas desagradables. (1) O sea, unas 183 pesetas. - (N. del T.). 103 Rejuvenecimiento: La historia de una idea En general hay dolor en la espalda y en los miembros, sobre todo en las espinillas. Son corrientes los cambios artríticos en las articulaciones cercanas a los huesos deformados, y en casos graves se producen fracturas espontáneas de los mismos. La osteoporosis, llamada a veces osteopenia, es una entidad nosológica que se suele diagnosticar clínicamente, ya que las modificaciones óseas en el transcurso de la misma no pueden detectarse, por lo general, con los rayos X, hasta que se ha producido una reducción de un 30 a un 50 % de la masa ósea. Con la biopsia ósea se puede establecer el diagnostico mucho antes, pero es un procedimiento traumático que los ancianos no aceptan de buen grado. Los expertos no están de acuerdo sobre la etiología exacta de la osteoporosis, si bien la opinión mas generalizada es la de que se debe a un desequilibrio del ambiente esteroide interno del paciente. Maddison opina que forma parte de un síndrome deficitario múltiple propio de la vejez y que puede tratarse eficazmente con una combinación de calcio, magnesio, fluorina, vitamina D, citrato y esteroide anabólico, siempre que el consumo proteínico siga normal. En ocasiones ha comprobado que para la eficacia del tratamiento hay que incorporar también al mismo tiroxina. Lo importante es que la mejoría, al cabo de unos meses de tratamiento, es en verdad sorprendentes. Sin embargo, no todos los médicos se muestran tan optimistas sobre los efectos del tratamiento de la osteoporosis. En el Simposio Internacional sobre el metabolismo pro.Rejuvenecimiento in técnico celebrado en Leyden en 1%2, la opinión general fue, al parecer, la de que sólo podía conseguirse una mejoría subjetiva, en casos bastante avanzados de la enfermedad, por medio de la terapéutica anabólica esteroidea, pero que no se habían podido comprobar modificaciones en el ritmo de enriquecimiento cálcico, lo cual permite dudar de la eficacia de los esteroides anabólicos en el tratamiento de la osteopenia. Sin embargo, conviene subrayar que Maddison se muestra partidario de la estabilización proteínica precoz y de un tratamiento enérgico a base de minerales y vitaminas como el descrito anteriormente, lo cual, junto con el tratamiento hormonal, puede prevenir en gran medida el establecimiento de un estado osteoporótico grave. Parte del tratamiento preventivo de la osteoporosis consiste en corregir toda eventual tendencia de tipo anémico. Por si sola, la anemia es ya muy corriente entre los ancianos, y casi una tercera parte de los pacientes tratados en la Clínica de Teddington eran anémicos cuando ingresaron en la misma. Lo más probable es que la anemia sea parte intrínseca del síndrome de mala nutrición senil. En algunos casos, la deficiente absorción del hierro puede ser causa de este estado de cosas. El mismo efecto puede tener también la pérdida crónica de sangre debida a hemorragia intestinal. La mayor parte de los casos de anemia diagnosticados fueron del tipo simple de carencia de hierro, aunque hay también anemias macrocíticas. Maddison cree que también en sus pacientes se produce deficiencia de vitamina B12 y ácido fólico mucho antes de que aparezcan los síntomas clásicos de la anemia macrocítica o perniciosa, y ha observado que la senile lentigo -manchas pigmentarias de 1 a 5 milímetros de diámetro, que se observan en las manos, antebrazo, sienes y frente de los ancianos desaparece unos tres o cuatro meses después de iniciar el tratamiento a base de ácido fólico. Otros déficit vitamínicos se corrigen también cuando sus síntomas pueden ser considerados tributarios de una terapéutica preventiva. Se administran vitaminas a dosis más elevadas de las prescritas a personas más jóvenes, teniendo en cuenta la posibilidad de que la naturaleza de los ancianos las asimilan sólo ligeramente. Un intento sistemático de diagnóstico y tratamiento de los déficit hormonales en los ancianos completa lo que podríamos llamar aspecto físico del rejuvenecimiento preventivo. En este sentido el déficit más corriente en los ancianos es el de la hormona 104 Rejuvenecimiento: La historia de una idea tiroidea. Incluso en su forma florida, en el cuadro clínico general del paciente afecto de déficit tiroideo o mixedema hay ciertos aspectos rememorativos de cambios corporales que normalmente calificamos de seniles. El enfermo mixedematoso es intelectualmente lento, y apático. Tiende a rehuir todo esfuerzo mental o físico. Muestra una actitud indiferente hacia todo, y no le importa para nada cómo puedan transcurrir las horas del día, punteadas siempre por períodos de amodorramiento. Los mixedematosos son muy friolentos, se arropan en exceso, y su piel seca, mate y entumecida, es fría al tacto. La lentitud con que trabaja el sistema nervioso de estos pacientes se refleja en sus movimientos característicos, pesados, tímidos y torpes. Además de estas características locomotrices, su expresión facial denota la más lamentable estupidez. El rostro suele estar abotagado, el cabello es ralo y mate, y con frecuencia se observa en ambos sexos calvicie temporal y pérdida de pelo en las cejas. En otras partes del cuerpo, el pelo es también ralo o se pierde por completo. Los pacientes mixedematosos tienen a menudo sordera, hablan de vez en cuando con voz sorda y baja y tienen poco apetito, lo cual contrasta con su habitual obesidad. Son sexualmente apáticos y, por lo general, impotentes. El examen físico del paciente mixedematoso revela cambios característicos, y el diagnóstico puede confirmarse con ayuda de una serie de pruebas bioquímicas y hematológicas. El electrocardiograma muestra también cambios específicos. Muchos ancianos contraen mixedematosis de manera tan gradual y poco perceptible, que ni ellos mismos ni sus parientes o amigos notan los cambios, que son considerados como achaques naturales de la vejez. Maddison cree que muchos de estos pacientes están afectos de déficit tiroideo mucho tiempo antes de que se desarrollen los síntomas clásicos del mixedema, y se diría que no hay realmente motivos para dudar de esta creencia, porque más de una tercera parte de su primera serie de pacientes mostró déficit tiroideo. Muchos de los síntomas y signos del mixedema establecido pueden hacerse reversibles tratándolos con hormona tiroidea, con lo que se evitan las complicaciones observadas en los casos no tratados, como ataques cardíacos e imbecilidad virtual. El último déficit importante que aparece enmascarado como simple mala salud piensa Maddison- se debe al fallo de otro grupo de secreciones internas, conocidas con el nombre de esteroides anabólicos. En cierta medida, este aspecto del rejuvenecimiento es una simple extensión de investigaciones anteriores realizadas por la escuela de Steinach (véase capítulo 9). Los esteroides son un complejo grupo de sustancias químicas orgánicas, relacionadas mas o menos íntimamente entre sí, que se encuentran en los tejidos de animales y plantas. Ciñéndonos a lo que nos interesa aquí, los esteroides anabólicos son sustancias químicas que produce naturalmente el organismo o se obtienen sintéticamente en el laboratorio y que ejercen un efecto anabólico o de revigorización del cuerpo. Ejemplos de esteroides anabólicos producidos por el organismo son la testosterona en el macho y el estrógeno en la hembra. En ambos sexos se producen, en la capa externa de las glándulas suprarrenales, sustancias que ejercen también profundos efectos anabólicos. Como ya hemos subrayado en el capitulo 9, los esteroides de la hormona sexual influyen de una manera importante en el aspecto, la edad biológica y la conducta, tanto del hombre como del animal de experimentación. Asimismo, junto con los esteroides suprarrenales, actúan incrementando el anabolismo proteínico, el crecimiento muscular, la relación músculo-grasa y su distribución por todo el cuerpo. Si es adecuado el nivel de esteroides anabólicos en todo el cuerpo, mejoran la fuerza muscular y el estado psíquico. Se cree que mantienen la libido y dan sensación de bienestar. Como ya hemos dicho, existe cierta relación entre su presencia, en 105 Rejuvenecimiento: La historia de una idea cantidades normales, en el torrente hemático, y la riqueza cálcica de los huesos. En las personas normales, los esteroides anabólicos suelen disminuir gradualmente con el paso de los años. Si tomamos como ejemplo los andrógenos, veremos que la mayoría de los hombres han perdido ya buena parte de sus reservas de andrógeno sanguíneo al llegar a los cincuenta años. Entre los sesenta y los setenta, han perdido aproximadamente dos terceras partes, y entre los setenta y los ochenta, tres cuartas partes de los que poseían a los veinticinco años. Maddison sostiene que el déficit esteroideo anabólico se caracteriza por la fácil fatigabilidad y la pérdida de fuerza muscular y de sustancia muscular, así como, en general, por una degeneración de los tejidos, que acaba por resolverse en pérdida de peso en la vejez. Es también notable el envejecimiento de la piel del rostro, junto con ojos hundidos, patas de gallo, mejillas muy arrugadas y cuello flaco y descarnado, prenuncio de senilidad. También son frecuentes la apatía sexual, la pérdida de pelo y vello en el cuerpo y la presentación de ciertos problemas emocionales y sexuales característicos. Para ver hasta qué punto estos signos aparentes de vejez eran, en realidad, sólo signos específicos de déficit esteroideo anabólico, se llevó a cabo una prueba clínica. No fue el tipo de experimento cuyos participantes -sean m&Iicos, enfermeras, pacientes o asesores- desconocen la identidad de los individuos a los que se administrará el medicamento objeto de la prueba -extremo muy fidedigno y valioso-, sino, simplemente, un experimento clínico para aquilatar la reacción provocada por el tratamiento. Ciento cuarenta y cuatro pacientes afectos, sin duda alguna, de déficit esteroideo, fueron cuidadosamente seleccionados de dos en dos, de modo que coincidiesen la edad y el sexo. La edad oscilaba entre los cuarenta y nueve y los ochenta y siete años. Como era de esperar, además de déficit esteroideo, muchos de ellos tenían también afecciones físicas, como enfermedades arteriales, hipertensión, trombosis coronaria, artritis, asma, bronquitis y úlcera péptica, y otros, síndromes deficitarios de otra índole, como desnutrición general, obesidad o anemia. En algunos se encontró deficiencia tiroidea y enfermedades cutáneas Seniles. Como de costumbre, en ambos grupos se originaron los síndromes glandulares o de desnutrición, y sólo en uno de los grupos se aplicó el tratamiento a base de esteroides anabólicos sintéticos. Maddison encontró la inconfundibles diferencia clínica entre ambos grupos. Los del grupo tratado con tiroides anabólicos, parecían más jóvenes que los del grupo testigo, o sea, los no tratados con dichos esteroides. Las arrugas faciales desaparecieron prácticamente. Ciertos ejercicios que antes les parecían demasiado para sus fuerzas, les resultaban ahora fáciles. Las pruebas de fuerza manual y de los músculos de las piernas dieron resultados más satisfactorios. También mejoraron las actitudes mentales, y en algunos casos se recuperó la virilidad perdida. En general, en los casos de extrema delgadez se observó un aumento de peso de mAs de 3 kilos a lo largo de los cuatro años que duró el experimento, mientras que los que tenían signos de obesidad perdieron peso, o bien lo conservaron, aunque remplazando la grasa por músculos. Mejoró la elasticidad de la piel, y las fotorhfyuvse$ das confirmaron la existencia de un aspecto . Uno de los aspectos únicos del rejuvenecimiento, sorprendente y constante, conseguido con el régimen preventivo de Maddison, era la dificultad de persuadir a los pacientes a que tomasen diariamente una gran variedad de tabletas. Esto se remedió con el sencillo expediente de incluirlas todas en un polvo, modificando la combinación en cada caso, para ajustarlo al déficit especifico de cada individuo. Por otra parte, la clasificación de los pacientes en grupos con déficit afines permite, en cierta medida, reducir el numero de combinaciones. Los pacientes han de tomar el medicamento por 106 Rejuvenecimiento: La historia de una idea la mañana, en forma de una bebida Iáctea o con aceite de maíz. De esta manera, la mayoría de ellos toman sus medicinas debidamente y no hay que cambiar el tratamiento por causa de repentinos y, a menudo, inexplicables ascos a ciertas píldoras o tabletas, lo cual es muy frecuente en Medicina clínica. Evidentemente, el doctor Maddison está convencido de que dan resultado sus métodos para «mantener jóvenes a los viejos». Y no cabe duda de que los que viven en la parte residencial de su clínica también lo están. La organización inicial, pequeña, relativamente desconocida y sólo con unos cuantos pacientes, se ha convertido, en unos años, en algo muy importante, y el personal, tanto medico como auxiliar, que trabaja en ella, ha aumentado también notablemente. Se ha de pedir turno con bastante antelación y se rechazan solicitudes de pacientes de localidades distantes, fuera de la jurisdicción médica de la clínica. Y aunque, en general, los facultativos hayan prestado poca ayuda al doctor Maddison, todo medico que se tome la molestia de visitar la clínica, no podrá por menos de quedar impresionado. Un geriatra resumió su veredicto sobre el rejuvenecimiento preventivo con las siguientes palabras: «Lo que usted [Maddison] está haciendo es seleccionar, tratar, reducir al mínimo y aliviar esos defectos y procesos degenerativos susceptibles de tratamiento, como las anemias, el hipotiroidismo, el déficit esteroideo anabólico, los defectos de la vista y los pies. Observa usted otros defectos y los localiza; pero, dado el estado actual de la Medicina, no es posible curarlos ni frenarlos. Aun así, recmre usted a diversos experimentos, pruebas y medidas terapéuticas, y prosigue sus investigaciones, sin perder la esperanza de encontrar mejores métodos. Todo esto no puede hacer mas que bien. Veo que esta clínica empieza justamente donde termina el médico normal, que aguarda al paciente para diagnosticar su dolencia con ayuda de su libro de texto. Y también va más allá del servicio hospitalario normal, con su tremendo peso de casos incurables y gente acabada por la que no se puede hacer nada al final de sus días.» Aunque algunas otras autoridades médicas locales han seguido el ejemplo de la clínica de Teddington con mayor o menor fidelidad, no parece haber excesivo entusiasmo por ampliar este método, al parecer eficaz, de rejuvenecimiento moderno. Basado, como hemos visto, en el examen de sujetos aparentemente ano enfermos,, suele clasificarse como «inspección» o «chequeo médico rutinario», sistema considerado por los médicos de todas partes con cierto recelo, y con más recelo aún por los médicos ingleses. A pesar de datos, cada vez más abundantes, que demuestran, al parecer, sin el menor asomo de duda, que muchas enfermedades -entre ellas algunas malignaspueden ver sensiblemente reducida su mortalidad gracias al diagnostico precoz, hay quienes siguen creyendo que tal procedimiento, por el contrario, provoca muchas dolencias de tipo fóbico y psicológico. Recientemente, en los Estados Unidos se han notado indicios de que este dilema tal vez pueda ser resuelto científicamente. En la costa occidental se ha organizado un programa de revisión médica que inspecciona a 4.000 personas al mes en veinte centros. El individuo es sometido a un análisis electrónico adecuado, en el que se tardan sólo dos horas y cuesta unos 30 dólares. Se está realizando también un estudio metódico de unos 10.000 pacientes. Asimismo, se efectúan comparaciones de morbididad, mortalidad y dinero total gastado en el concepto «salud» por dos grupos: el de los que se someten a chequeos sistemáticos colectivos y el de los que acuden al médico individualmente y solo cuando lo necesitan. 107 Rejuvenecimiento: La historia de una idea Como ya hemos dicho anteriormente, la clínica que realiza estos tratamientos preventivos de rejuvenecimiento, en Teddington, tiene que adaptarse a limitaciones de espacio y recursos. A través de los años, Maddison ha tenido tiempo de meditar sobre la clase de clínica ideal que debería estar a disposición de todos los ancianos de una zona equivalente a un barrio londinense medio. Opina que dicha clínica debería planearse en torno a cinco series de salas de consulta clínica, cada una con un departamento especial para exámenes físicos. Cerca, y, de preferencia, comunicando directamente con estas salas de consulta, debería haber un cuarto especialmente oscurecido, para exámenes de la vista, la nariz, garganta y oído, provisto de todos los adelantos modernos. Habría de contar asimismo con laboratorio para realizar pruebas físicas de carácter fisiológico y un departamento de Bioquímica para análisis de sangre y orina, con un cuarto adyacente para tomar muestras de la misma. Además, harían falta una clínica dental con personal preparado, dos quirófanos, una sala de fisioterapia y baño terapéutico, junto con un pequeño cuarto de rayos X, y otro, oscuro, para revelar los negativos. Idealmente, esta clínica tendría funciones muy por encima de las puramente diagnósticas. Educar a los ancianos en cuestiones de salud es tan importante como aleccionar a las parturientas, de modo que haría falta también una sala de reuniones para proyectar diapositivas y películas. Siguiendo el principio -tan esencial para este tipo de trabajos- de que «todo ha de estar en un sitio y ser hecho de una sola vez», se instalarían también una sala de espera, una cafetería, una tienda en la que se pudieran adquirir artículos alimenticios y una cantina para el personal. El abastecimiento de productos farmacéuticos requerirla también un pequeño dispensario clínico y, naturalmente, oficinas, almacenes y archivos. Tanto la experiencia como las ideas convencionales indican que ha de haber espacio para retretes, cuarto de aseo, taller, departamento de calderas y aparcamiento para un mínimo de veinte automóviles. Todo esto requeriría una gran inversión de dinero y quizá sea ésta la razón principal de que el método rejuvenecedor que más promete hasta ahora haya sido relegado casi indefinidamente a Teddington, tal vez a la espera de que acabe por descubrirse algún método más barato que nos dé la solución al problema de vivir más tiempo y más activamente en los años venideros. Siempre hay personas que miran con recelo todo paso hacia delante, y que ven desastres a la vuelta de la esquina cada vez que progresa la Ciencia. Por lo que se refiere al rejuvenecimiento, parece ser que estamos a punto de conseguir un avance tal, que cambiara todas nuestras vidas y dará un sesgo nuevo a nuestra sociedad. Un famoso gerontólogo dice que lo único necesario para ello es invertir dinero. Con dinero -dice- se podría reunir un equipo investigador dirigido por tres biólogos premios Novel, los cuales, si se deciden a estudiar con la debida diligencia los problemas relacionados con el envejecimiento, no tardaran en conseguir que la vida del ser humano medio se prolongue, con vigor y salud, cinco o diez arlos mas allá de la longevidad bíblica de los setenta. En los principios generales en que se basaría este avance estaría incluida la geriatría, que mejoraría, con un tratamiento adecuado, los achaques de la vejez, aliviando la pérdida de salud debida a la edad avanzada y acercándose mucho al campo de la terapéutica preventiva. Más emocionante quizá sea la posibilidad de un ataque concentrado a la biomecánica del «reloj» que regula la decadencia y el vigor del ser humano. Una vez que sea comprendida esa mecánica de manera adecuada y se puedan efectuar los reajustes necesarios, la Biología, ciencia esencial de la vida, estará en condiciones de dar un paso de gigante en sus conocimientos básicos, 108 Rejuvenecimiento: La historia de una idea comparable a los que hemos visto en nuestro siglo en el campo de la Física nuclear. «El tercer gran sueño de los alquimistas, el “elixir de la vida”, parece ya casi a punto de ser embotellados, dijo el Medical News , en su numero del 8 de abril de 1966. Esperemos que cuando se consiga esto estemos a tiempo de aprovechar aún su sabor. FIN 109