Desde principios d siglo, la saga de los Vilá, una familia de artesanos autodidactas de la forja y el torno, ha construido más de ochenta pequeñas centrales hidráulicas en el Pirineo, que han extendido el privilegia de la electricidad de las grandes ciudades a la zonas montañosas. La obra de tres generaciones de esta familia cobra ahora su excepcional valor desde que las grandes compañías eléctricas y la Administración han iniciado un programa de aprovechamiento de los recursos hidráulicos para reducir al mínimo la dependencia energética del exterior. La total explotación de las reservas hidráulicas españolas técnicamente utilizables permitirían un ahorro en divisas de 30.000 millones de pesetas. del Cantó, Tort, Perles, Gabarra, Sellui, Valldarques, Sallent, Manyanet, Bellpui y de otros tantos pueblecitos del Pirineo pueden atestiguar el perfecto funcionamiento actual de sus instalaciones hidráulicas. Desde principios de siglo, en que el herrero Leandre Vilá iniciara la transformación de los molinos de cereales en pequeñas centrales con la única ayuda de una forja, la técnica de los Vilá ha experimentado una sucesiva evolución hasta incorporar las aplicaciones más avanzadas de la electrónica. Ello ha permitido modernizar algunas de las instalaciones más antiguas y construir otras nuevas, con una potencia de hasta ochenta kilowatios, dotadas de mecanismos reguladores totalmente automatizados. Centrales eléctricas “prêt-à-porter” Cualquier sitio es bueno Lluís Vilá, técnico autodidacta, ha llevado la luz a 80 pueblos del Pirineo con pequeñas instalaciones. ANDREU MISSE, Barcelona “ No tiene ningún sentido que un don que nos regala la naturaleza, como es la energía hidráulica, tengamos que comprarlo a elevados precios”. Esta frase no es el eslogan de un nuevo partido ecologista, sino la reflexión auténtica de Lluís Vilá Pla, nacido en Gerri de la Sal (Lérida), un autodidacta en la construcción de minicentrales hidráulicas cuyas reflexiones vienen avaladas por toda una vida de trabajo e investigación. Los Vilá, Lluís, su padre Leandre y su abuelo Josep, constituyen toda una tradición en los valles pirenaicos, donde más de ochenta pueblecitos y masías han podido disfrutar de las ventajas de la energía eléctrica gracias a la instalación de una pequeña central, por algún miembro de esta familia. Los vecinos de Escart, Arestuy, Santsebastià, Sarroca, Guils “En cualquier lugar donde haya un rió, un torrente o incluso una pequeña fuente se puede montar una máquina con la que podemos producir electricidad con pocos gastos”, explica Lluís Vilá, quien a sus 50 años mantiene vivo un entusiasmo inusitado cuando describe sus nuevos proyectos. “Los problemas más difíciles son los creador por los organismos que controlan la legalización de los aprovechamientos de las aguas y la autorización de las instalaciones. De estos asuntos prefiero no encargarme para ahorrarme disgustos, porque no comprendo que tengamos que in a la Confederación Hidrográfica del Ebro, en Zaragoza, y esperan que nos den un permiso. Lo cierto es que este hombre de mirada inquieta y manos curtidas por la forja y el torno no ha regateado noches de vela para desentrañar los mecanismos de las clásicas turbinas Pelton, Francis o Caplan, sin contar con otros recursos que sus libreo y una gran pizarra en la que previamente dibuja y perfila sus proyectos, sin embargo, de lo que se siente más orgulloso es de haber inventado un regulador hidráulico electrónico, para pequeñas instalaciones, que permite graduar automáticamente la producción de electricidad según la demanda de consumo. Este ingenio ha sido vital para el desarrollo de las minicentrales que, en cierta medida, habían quedado desacreditadas por las incomodidades que se derivaban de su regulación manual. El característico régimen comunal de los bosques municipales de muchos puebles del Pirineo ha facilitado que buena parte de la implantación de esta pequeñas centrales hidráulicas . En efecto, las disposiciones legales que regulan estas explotaciones establecen que los beneficios deben repartirse en mejoras para la localidad sin que puedan distribuirse beneficios. Ello ha posibilitado la construcción de muchas minicentrales sin que los vecinos hayan tenido que realizar ningún desembolso. Por otra parte, las instalaciones carecen de contadores y por lo tanto, los beneficiarios pueden utilizar energía eléctrica hasta el límite de potencia de la central sin pagar un céntimo en concepto de consumo. Otra ventaja significativa es el distinto coste de instalación entre la construcción de una minicentral y lo que supone el tendido de una línea por parte de una compañía c0onvenciaonal. Así para los vecinos de Escart no fue difícil decidir entre los 14 millones que les pedía la compañía concesionaria de la zona, para una potencia de diez kilowatios, y los 5 millones presupuestados por Lluís Vilá para construir una central de treinta Kw de potencia. Las ventajas de los ingenios de Vilá han sido reconocidos recientemente por la propia Generalitat, cuya Conselleria de Obras Públicas ha encargado la construcción de una pequeña central de 20 Kw con un coste de 4 millones, que supondrá el ahorro anual para sus usuarios de un millón de pesetas. Gratis para los vecinos El encarecimiento que en la última década han experimentado los productos derivados del petróleo ha empujado a las grandes compañías y a las autoridades a exprimir al máximo la riqueza hidráulica del país para reducir al mínimo nuestra dependencia energética del exterior. ....