FILOSOFÍA MEDIEVAL Y RENACENTISTA (ANTONIA MUÑOZ DE PACO) Los árabes y los judíos estudiaron el pensamiento helenístico y, apoyándose en él, desarrollaron una cultura propia que culmina entre los S. X – XII (Avicena, Averroes y Avicebrón junto con Maimónides). El contacto del mundo occidental con estas culturas en el S. XIII supuso un fuerte impulso, que culminará en el Renacimiento. El S. XIII fue el momento culminante de la filosofía Escolástica, con Buenaventura, Alberto magno (dominico y profesor en París y Colonia) y su discípulo Tomás de Aquino, cuyo objetivo básico sería el de conciliar el saber racional con la revelación. Para éste último, la filosofía y la teología son dos ciencias distintas con objetos, métodos y criterios diferentes, siendo cada una, en su propio campo, autónoma y autosuficiente, aunque tratará de establecer entre ambas una relación de complementación, de ayuda mutua. En el S. XIV los conflictos entre el poder civil y el religioso se proyectan también en el desequilibrio entre razón y fe: el dogma sólo se puede fundamentar en la revelación, y tratar de justificarlo racionalmente lo destruye. Aquí encontramos a Duns Escoto y Guillermo de Ockham (franciscano), que fue acusado de herejía y perseguido. La gran influencia de la universidad de Oxford (con su valoración de lo individual y de la experiencia) contribuyó decisivamente a minar la confianza en la posible armonía entre filosofía y teología (ideal de laicidad). Ockham es considerado el último pensador medieval y el primero renacentista. Es entonces cuando surge el llamado “problema de los universales”: ¿las ideas universales existen sólo en la mente que las piensa o son realidades subsistentes por sí mismas?. Guillermo de Ockham defenderá el nominalismo, es decir, que los universales son meros nombres “que ocupan el lugar de” las cosas singulares cuando éstas son conocidas de modo confuso; la falta de precisión permite que esos términos posean una significación universal, aunque no nos den a conocer ninguna realidad concreta. Otra de sus aportaciones decisivas al pensamiento moderno es la conocida como “navaja de Ockham”, un principio metodológico que consiste en no multiplicar los entes ni los conceptos sin necesidad, principio de economía básico en la ciencia moderna y precedente de la filosofía analítica anglosajona del S. XX En el S. XV, en España, Luis Vives fue un humanista que defendió la necesidad de la investigación experimental, alejándose así de las grandes especulaciones de la filosofía clásica y medieval. El conocimiento abstracto sólo es capaz de establecer relaciones entre ideas sin ninguna garantía de que se den efectivamente en la realidad. Se empieza a valorar la observación como fuente de conocimiento, pero al mismo tiempo aparece también una concepción de la razón como facultad independiente con gran confianza en sus propias posibilidades (“crisis del criterio de autoridad”). CAMBIOS DE PARADIGMA “Paradigma”: Concepciones generales de la realidad que dominan en una época histórica y dentro de las cuales adquieren significado los conceptos y las teorías “científicas” vigentes. 1.- Durante la EM estuvo vigente el modelo biológico de Aristóteles (paradigma organicista), cuya idea central era la finalidad. El universo era concebido como: a) Un organismo en el que todas las partes están unas en función de otras y en el que cada ser natural aspiraba a realizar su propio fin (teleologismo). b) Algo que debía ser estudiado prestando más atención a sus aspectos cualitativos que a los cuantitativos. Este paradigma proporcionaba una concepción de la realidad cerrada sobre sí misma, poco apta para la investigación experimental. 2.- Los artesanos e ingenieros surgidos con el auge del comercio y el desarrollo de las ciudades necesitaban ideas ingeniosas para solucionar los nuevos problemas que irían surgiendo. La experiencia se convierte en la fuente principal de conocimiento, así Francis Bacon propuso una nueva lógica de carácter inductivo (de lo particular a lo general). Pero en la experiencia todos los datos se igualan de algún modo, es decir, todo puede ser igualmente posible, sea más habitual o menos, de manera que los hombres del mundo moderno concibieron la naturaleza de un modo dinámico, como un “gran ser animado”: paradigma mágico-animista, que dio lugar a un pensamiento a veces crédulo e ingenuo que se puede resumir: a) El universo es un todo, internamente gobernado por una inteligencia o “alma del mundo”. b) El hombre es un “microcosmos” dentro del macrocosmos. c) Los acontecimientos estarían producidos por unas fuerzas misteriosas, ocultas, que los magos, astrólogos y alquimistas pretendían descubrir y dominar. 3.- Los descubrimientos e invenciones en los campos de la ingeniería, la hidráulica y la navegación, la construcción de relojes, junto con la aplicación de la matemática a su estudio, sentaron las bases del paradigma mecanicista, sobre el que se apoya la ciencia moderna (Leonardo da Vinci, Copérnico, Kepler, Galileo y su formulación más completa con Descartes). Este paradigma supone, por tanto, que: a) El universo, y los cuerpos que lo forman, son puras máquinas. b) No existen fuerzas ocultas, ni fines que dirijan internamente los movimientos de los cuerpos. c) Todos los cambios pueden ser explicados por causas eficientes y todo se reduce, por tanto, a extensión y movimiento.