el valle del colca

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EL VALLE DEL COLCA: UN PAISAJE CULTURAL
DINÁMICO EN EL SUR DEL PERÚ
ELÍAS MUJICA BARREDA 1
PABLO DE LA VERA CRUZ 2
EL VALLE DEL COLCA
El valle del río Colca se encuentra en la vertiente occidental de la Cordillera de los Andes,
en el departamento de Arequipa, en el sur del Perú. El río Colca nace a los 4400 msnm y recorre
unos 450 kilómetros, a lo largo de los cuales cambia de nombre convirtiéndose en río Majes y
luego en el río Camaná, poco antes de desaguar en el Océano Pacífico.
El Colca propiamente dicho, o valle alto, corresponde a la porción superior del valle y va
desde sus orígenes en las cercanías del poblado de Tisco y el río tributario de la Pulpera, en la
frontera de Arequipa con el departamento de Puno, hasta las cercanías de Huambo a 1800 msnm
donde se inicia el desierto costeño. Sin embargo, la sección más densamente poblada llega sólo
hasta Cabanaconde, a 3287 msnm. Con una extensión aproximada de 100 km de largo y unos 40
km de ancho, esta sección del valle del Colca incluye un amplio espacio cortado por el río, que
baja de los glaciares y nevados perpetuos que superan los 6000 msnm, atravesando las punas altas
por encima de los 4000 m donde sólo se puede criar camélidos sudamericanos. Luego recorre el
fondo del valle alto, donde la agricultura es la actividad fundamental, aunque para ello sea
necesario racionar estrictamente el riego, luchar contra el clima frío y vencer la pendiente con la
construcción de aterrazamientos agrícolas o "andenes".
El paisaje del Colca, visto del oriente al poniente, puede dividirse en cuatro componentes: la
montaña, la puna, el valle y el desierto. Veamos resumidamente las características de cada una de
ellas.
1
2
Coordinador Adjunto, Consorcio para el Desarrollo Sostenible de la Ecorregión Andina (CONDESAN), e
investigador del Instituto Andino de Estudios Arqueológicos (INDEA). Correo electrónico: e.mujica@cgiar.org.
Arqueólogo del Instituto Nacional de Cultura, Arequipa, y del Museo de Arqueología de la Universidad Nacional
San Agustín de Arequipa.
Elías Mujica y Pablo De La Vera Cruz / El valle del Colca en Arequipa
La Montaña
Desde cualquier ubicación en el valle se nota la presencia de las montañas nevadas, como si
vigilaran la vida cotidiana de la gente del Colca. Y es así como ellos las consideran y dicen que
son su origen pues de ellas nacieron y salieron (Ulloa Mogollón 1965 [1585]). Cada pueblo del
valle tiene su Apu o montaña tutelar propia y a la que veneran. Ella les provee el agua que es
traída por canales desde los deshielos de sus glaciares y cuando es tiempo de limpiarlos, se hacen
frente a ella rigurosos rituales para agradecerles o pedirles les bendiga con más agua (Valderrama
y Escalante 1986). Son también los Tata Mallku o "padre cerro" donde habitan los antepasados.
A ellos se les ofrecían durante la época Inca inclusive cuerpos humanos como el que fue
encontrado en el nevado Ampato.
La zona montañosa está presente a ambas márgenes del valle. Hacia la margen derecha está
la cordillera del Chila, donde destacan los nevados Bomboya, Sepregina, Mismi y Quehuisha. En
la margen izquierda están los nevados Ampato, Hualca Hualca, Sabancaya y Huancante. Todos
ellos bordean o superan los 6000 msnm. A un manantial del nevado Mismi se le atribuye ser el
origen del río Amazonas, el volcán Sabancaya se encuentra en actividad fumarólica mientras que
en el Ampato se excavó la momia congelada mejor conservada de los Andes.
La puna
Extensas colinas y llanuras bajan del pie de las montañas hasta el borde mismo del valle. Es
un paisaje seco en el invierno típico de la puna árida. Región caracterizada por la ausencia casi
total de bosques, la abundancia de gramíneas o pajonales. Su clima se caracteriza por ser frío, con
heladas casi continuas y una gran variación de la temperatura, que puede llegar a ser hasta de 40º
C entre el día y la noche. Las precipitaciones son muy variables, siendo menores en la parte
occidental y mayores en la oriental. Los vientos, fuertes y casi continuos, son uno de los factores
que determinan la sequedad y bajas temperaturas ambientales. La vegetación predominante está
constituida por pajonales, escasos bosques de queñoa, quishuar, colle y rodales de titanka o puya.
En la puna oriental la precipitación es mayor y por lo tanto más abundante la vegetación.
La actividad más importante de sus pobladores es la ganadería de camélidos, tanto de las
llamas como de las alpacas, que se crían en rebaños que se guardan en corrales redondos de
piedra vigilados desde humeantes casitas de piedra y paja donde viven los "llameros" o pastores
de llamas. Esta área es la que provee de agua a todo el valle.
Esta región posee una fauna muy característica y propia. Las aves abundan mayormente en
los ambientes acuáticos. En diciembre el canto estridente del onomatopéyico "Leque leque"
(vanellus resplendens) siempre anuncia la llegada de las lluvias, que reverdecen los pajonales y
tolares y llenan las lagunas de agua. Decenas de especies de aves llegan a compartir estos
escenarios con las guallatas (Chloephaga melanoptera), dueñas del lugar. Las más notables son las
Parihuanas (Phoenicoparrus andinus), cuyos rojos plumajes se reflejan en los espejos de agua.
Entre los mamíferos destacan el zorro andino o atoj, el zorrino o anas, dos especies de
gatos silvestres u osjos, la vicuña, la taruca, la vizcacha, el cuy silvestre, entre los principales.
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Paisajes Culturales en los Andes
Fig. 1. El valle del
Colca, visto
aproximadamente hacia
el Este, con las
montañas nevadas en las
alturas, la puna que lo
delimitan, y la quebrada
o valle cuyas laderas
fueron “labradas” en
andenes.
El valle o quebrada
Es la zona más densamente poblada y la que le da el carácter al valle del Colca. Destaca su
profundidad que, como una herida, ha cortado los Andes. Su superficie inclinada es la constante
de este paisaje, y la construcción masiva de andenes es lo que destaca y habla del coraje de sus
habitantes.
Tiene un clima seco y riguroso, lo que es el mayor obstáculo para lograr cosechas
predecibles y estables. Mientras que las granizadas y las heladas se presentan cada año y, por lo
tanto, son peligros previstos, el momento y la fuerza de las sequías son impredecibles. En gran
medida, las configuraciones agrícolas, los cultivos y las técnicas de manejo de los agricultores del
valle del Colca son adaptaciones a la aridez y a la imposibilidad de prever los cambios climáticos
(Treacy 1994: 53).
La parte central del valle, en la zona agrícola que va desde los 3000 hasta los 3800 msnm,
corresponde al tipo de estepa montana semiárida del sistema de Holdridge (ONERN 1973). Sin
embargo, debido a la variabilidad del régimen anual de lluvias, el clima del valle oscila entre las
condiciones de semiárido y subhúmedo. Por lo general las lluvias se dan entre enero y marzo,
siendo junio y julio los meses más secos.
Las temperaturas son más predecibles que las lluvias. El mes más cálido es noviembre, con
una media de 11,4 ºC, mientras que el más frío es julio con una media de 7,7 ºC.
En su parte inferior se encuentra el Cañón del Colca, cuyo personaje más notable es el
cóndor (vultur gryphus), amo de las alturas y el ave voladora de mayor tamaño en los Andes.
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Elías Mujica y Pablo De La Vera Cruz / El valle del Colca en Arequipa
El desierto
Se encuentra al final del valle del Colca, hacia la costa. La aridez se hace más hostil y
evidente. El pueblo de Huambo, a los 1800 msnm, es el inicio del desierto y cada vez que se baja
en altitud el suelo es más polvoriento. Sin embargo, exóticas especies se han adaptado a tales
condiciones. La reina de todas es la achucpalla o (puya de Raymondi), que con su inflorescencia
atrae a todo el cosmos de insectos. No se quedan atrás los venados de cola blanca (Odocoileus
virginianus) y especialmente los huanacos (Lama guanicoe), especie en peligro de desaparecer.
EL VALLE DEL COLCA PREHISPÁNICO
Los primeros pobladores recolectores y cazadores de guanacos
Unos 10000 años AC, en el valle del Colca había más o menos las mismas condiciones
geográficas que hoy, las mismas plantas y los mismos animales; y hasta el escenario era el mismo.
Tal vez la única diferencia es que en aquella época era ligeramente más húmedo. Este fue el
escenario al que llegaron los primeros pobladores.
Durante este periodo toda la cordillera y puna que rodean el valle del Colca, así como el
valle mismo, fueron ocupados por cazadores y recolectores que no conocían todavía la cerámica,
y que poseían como parte esencial de sus instrumentos las puntas de flecha fabricadas con piedras
diversas. En todo este espacio existen muchos sitios que fueron ocupados por estos cazadores, ya
sea como campamentos o como lugares de vivienda permanente. Algunos de ellos son Umajala,
Mollepunco y Pata Pata.
La cueva de Sumbay en la ruta actual al Colca desde la ciudad de Arequipa, es un buen
ejemplo para ilustrar la vida durante este periodo, ya que ha sido de las más estudiadas gracias al
arqueólogo Máximo Neira Avendaño (1966, 1990). Ubicada en plena puna, en las cercanías del
río Sumbay, la cueva fue habitada aproximadamente entre los años 5800 y 3000 AC (Neira 1990).
Los cazadores representaron en sus paredes casi todos los recursos de caza que
aprovechaban; existen dibujos de camélidos pintados en ocres blancos y amarillos en actitud de
huir; también se ven pumas y zorros. También están representados animales que ahora ya se han
extinguido en la zona, como el suri, una especie de ñandú que fue utilizado como alimento en
este periodo.
Los instrumentos utilizados para la caza se pueden ordenar en dos grupos básicos: el
primero esta formado por puntas de flecha fabricadas en piedra de retinita, una roca volcánica
negra en la que tallaban con facilidad estas puntas. La forma más común era la pentagonal, que
tenía un fuste bastante ancho para poder atarlo en el mango. Otra forma común era la foliácea,
tallada también en este material. Este primer grupo es el de mayor antigüedad, superior a los 5000
años, pudiendo llegar hasta los 8000.
El segundo gran grupo está representado por las puntas trabajadas en obsidiana, que es un
vidrio natural de origen volcánico. Las puntas talladas en este material tienen otras formas, que
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Paisajes Culturales en los Andes
principalmente son triangulares de base escotada, y cuyo tamaño en algunos casos llega a ser de
unos milímetros de ancho. Este segundo grupo fue excavado en los niveles superiores del
depósito de la cueva, y su antigüedad no va mas allá de los 3000 años.
Junto a las puntas se han encontrado una serie de otros instrumentos líticos que cumplían
diferentes funciones. Hay cuchillos en forma de disco para cortar la carne, raederas o raspadores
trabajados en huesos para limpiar las pieles y tejidos duros, también hay buriles para coser.
Con estas herramientas los cazadores precerámicos de la cueva de Sumbay y de todos los
demás sitios precerámicos del Colca se abastecieron de comida, lo que les aseguró la subsistencia
y desarrollo hasta los siguientes periodos en que llegaron a domesticar plantas y animales.
La formación ganadera y agrícola
A partir de los 3000 años AC, en los Andes Centro-Sur se inició un proceso que transformó
la vida del hombre y el paisaje: un proceso equivalente a los que en Europa y Asia se llama la
"revolución Neolítica".
Los antiguos recolectores y cazadores de guanacos desarrollaron sus técnicas extractivas y
mejoraron sus instrumentos, lo que les permitió cambiar de una economía extractiva a una
economía productiva. Los hombres se convirtieron así de cazadores en ganaderos y de
recolectores en agricultores. Pero mantuvieron paralelamente las antiguas prácticas.
En un valle como el Colca, donde la aridez es la característica climática, la agricultura con
riego se convirtió en el principal factor de transformación de la sociedad. Este proceso está muy
poco estudiado en esta parte de los Andes, pero se asume que tuvo los mismos efectos que en
otras áreas. En el valle del Colca la mayor parte de los sitios arqueológicos muestran evidencias
de su existencia, aunque han desaparecido porque la construcción de sitios arqueológicos más
tardíos, pero sobre todo de los andenes, los ha destruido.
Las sociedades del periodo Formativo
La domesticación de los animales y el inicio de la agricultura en los Andes generó grandes
transformaciones. Los cambios más importantes se dieron en el ámbito productivo y en el de la
estructura social.
La disponibilidad de mayores recursos y excedentes productivos de ganado y alimentos
ocasionó un gran desarrollo en la economía. Las pequeñas bandas familiares de cazadores fueron
creciendo hasta transformarse en tribus. Empezaron a aparecer aldeas y pueblos cada vez más
grandes, en la medida en que mejoraban los instrumentos de producción. Estas aldeas también
lograron transformaciones en su interior, especialmente porque la estructura productiva y social
iba cambiando progresivamente.
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Elías Mujica y Pablo De La Vera Cruz / El valle del Colca en Arequipa
Este periodo del valle del Colca es poco conocido. Las evidencias para analizarlo son
escasas. La mayor parte de las aldeas de este periodo han sido destruidas por el avance y el
mejoramiento de las áreas agrícolas del valle, con cuyas obras han desaparecido casi todas las
aldeas y restos del Formativo.
Muy poco podemos decir de este importante proceso, ya que las evidencias materiales son
muy escasas, por las razones ya aducidas. En el sitio del Ichircate, a un costado del pueblo
actual de Cabanaconde, hemos encontrado una cerámica incisa que corresponde a este periodo,
pero las construcciones posteriores del periodo Chuquibamba e Inca han cubierto el área,
dificultando la búsqueda de más restos.
La sociedad local y el imperio Wari
Los avances alcanzados por las sociedades formativas lograron que en gran parte del valle
del Colca se diera el paso hacia la actividad agrícola intensiva. Este proceso, al parecer, comenzó
por el año 200 DC y concluyó trágicamente con la llegada de los españoles en el siglo XVI.
Las primeras chacras agrícolas se construyeron en las laderas superiores del valle,
aprovechando las fuentes de agua naturales procedentes de los glaciares que lo rodean. Más
adelante se fueron ampliando a las partes inferiores y más cálidas de las laderas. Los andenes más
recientes son los que se construyeron durante la época Inca, en las cercanías del río en la parte
más baja.
Estas observaciones son el producto de las excavaciones y observaciones que se hicieron en
el año 1983 en Chijra y Yurac Ccacca, dos localidades en las cercanías del pueblo de Coporaque
(Denevan 1986, 1988; Malpass y De La Vera 1988: 204-233; 1990: 41-57; Treacy 1994). Allí se
efectuó la excavación y estudio en varios andenes a lo largo de un segmento de la ladera del valle.
Los resultados demostraron que los andenes más antiguos fueron los que se ubican a mayor
altura, a 3800 msnm, y los más recientes los que se ubican a la altura más baja, cerca del mismo
lecho del río, a 3350 msnm. Es decir, que mientras los andenes de mayor altitud tendrían una
antigüedad de 510 ± 80 DC (Malpass y De La Vera 1990: 54), los más recientes habrían sido
construidos alrededor del año 1340 ± 60 DC (Treacy 1994: 100).
Todo esto demuestra la importancia que tuvo, a lo largo de los 1000 años que duró este
proceso, la ampliación de la frontera agrícola en la generación de un desarrollo socio-cultural en
el valle del Colca, y viceversa, y que ha quedado plasmado en una infraestructura que ha
transformado un paisaje natural en uno cultural.
La exitosa agricultura de andenes provocó el fortalecimiento de una sociedad local exitosa,
y a su vez esta sociedad creciente favoreció el desarrollo agrícola que la sustentaba. Este largo
proceso, sin embargo, no fue continuo y parejo, pues así como hubo factores internos o locales
que lo favorecieron, también existió el dinamismo y exigencia impuestos desde fuera por
sociedades de corte imperial, como fueron los Wari en el siglo VI y los Incas en el siglo XIV.
154
Paisajes Culturales en los Andes
Fig. 2. Los andenes del Colca,
mosaico de escalinatas
gigantescas trazadas de acuerdo
a la topografía del lugar.
Las sociedades tardías
Como veremos más adelante, el valle del Colca cuenta con importante documentación
etnohistórica de los primeros años de la conquista europea, que nos ha permitido reconstruir en
gran medida a las sociedades tardías que se desarrollaron entre los años 1200 y la conquista Inka
de la región.
Desde la perspectiva de la arqueología, le debemos a Máximo Neira Avendaño (1960, 1961,
1964), los primeros estudios arqueológicos sobre las sociedades tardías prehispánicas. Manifiesta
que en la región Collagua se han ubicado numerosos centros habitacionales aborígenes,
correspondiendo la mayoría a poblaciones de carácter netamente rural. Los principales son los
sitios de Huacalida, Kumurani y Uscallacta en el distrito de Chivay; Kiparani, Koporaque y
Maucoporaque en el distrito de Coporaque; el grandioso centro prehispánico de Uyu-Uyu en
Yanque; las ruinas de Pillonipata y Achonani en Achoma; Peña Blanca y Malatá en Maca; Hatun,
Kallinka y Uchic Kallimarka, Tucuchasi y Chusquilla, Trincera o Hayna Kca-e Antisana y
Hmahuasi en Guambo y otras menos importantes.
Estas poblaciones corresponden a patrones de poblamiento rural. La población se
distribuyo de esta manera por razones agrícolas, y así lo demuestra las maravillosas andenerías
que aún constituyen el emporio de riqueza agrícola de la región. La arquitectura prehispánica que
se desarrolla en la región Collagua es compleja. Se encuentran numerosos vestigios de la
arquitectura Inca; sin embargo, los más representativos se ubican en Coporaque y,
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Elías Mujica y Pablo De La Vera Cruz / El valle del Colca en Arequipa
particularmente, en Yanque; ambos centros principales y cabezas de región. La estructura
arquitectónica es sólida, la mampostería a base de piedra con figuras de felinos en alto relieve.
Asimismo, destaca la arquitectura local, caracterizada por piedras alargadas y labradas, colocadas
sobre los ángulos de las habitaciones y constituyendo estructuras habitacionales sólidas. Las
puertas son muy alargadas, altas y angostas, como puede observarse en las ruinas de Uskallacta,
Uyu-Uyu, Malata y Coporaque.
En todo caso, es en este período cuando el valle del Colca llega a su máximo desarrollo, se
construye la mayor cantidad de infraestructura agrícola, y se organizan los primeros poblados
formales que luego, ya en el período colonial, servirán de base para la nueva administración de la
región.
LA AGRICULTURA PREHISPÁNICA Y LOS ANDENES
Sin duda alguna la manifestación cultural más sobresaliente de las poblaciones del Colca
prehispánico son los andenes o terrazas de cultivo, que transforman el paisaje natural de laderas
inclinadas en un mosaico de escalinatas gigantescas trazadas de acuerdo a la topografía del lugar.
Los antiguos pobladores se enfrentaron al reto que planteaba la naturaleza agreste y
transformaron las faldas y laderas de cerros tan agresivos en fértiles terrazas, gracias al sistema de
andenerías que fueron construidas con mucho ingenio y enorme esfuerzo a lo largo de cientos de
años. Fue un proceso intencional de convertir las limitaciones en oportunidades para el
desarrollo.
Otra dificultad para el desarrollo de la agricultura fue la imposibilidad de aprovechar el agua
del río Colca, que corre en lo profundo de la quebrada. El agua de este río no fue aprovechada
mayormente para las labores agrícolas. Sin embargo, supieron captar los deshielos de los nevados
por medio de un tratamiento especial, ya que aprovechaban el agua de los riachuelos que
descienden de los nevados utilizando canales. De manera que los andenes sirvieron para
aumentar la producción de los valles amplios y para hacer producir los valles estrechos y
quebradas, utilizando las laderas de los cerros para el cultivo.
El valle del Colca, desde Sibayo y Callalli hasta Guambo y Tapay se caracteriza por el
sinnúmero de andenes, edificados en su mayor parte por los Collaguas y Cabanas, conservados
por los Incas y abandonados en parte por los españoles en el período colonial, así como en la
república. Las andenerías son gigantescas y cubren las laderas desde la profundidad del valle hasta
coronar muchas veces los cerros. Consideramos que en la quebrada del Colca existe el mayor
número de andenerías de los valles del sur del Perú, y sus constructores demostraron la más
avanzada tecnología agrícola en esta región al cultivar variedad de plantas de acuerdo a los
diferentes pisos ecológicos (Málaga 1986, 1987).
En el valle del Colca en general se distinguen tres zonas homogéneas de producción en
función de la altitud y la pendiente. La zona homogénea de producción de la ribera del río Colca,
conformada por suelos franco-arenosos y donde el cultivo predominante es el maíz; la zona
homogénea de la planicie, situada entre la ribera y la ladera, conformada por suelos francoarcillosos y de moderado declive y donde el cultivo predominante en la actualidad es de habas; y
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Paisajes Culturales en los Andes
Fig. 3. La construcción de
andenes en el valle del
Colca posiblemente se
remonta a la época de la
cultura Collagua aunque
algunos se construyeron
antes y otros durante el
período inca.
la zona homogénea de producción de ladera, ubicada en las laderas o faldas de los cerros de gran
pendiente y con suelos franco-arcillosos superficiales, y donde el día de hoy el cultivo
predominante es la cebada. Los andenes se localizan en las zonas homogéneas de producción de
la ribera y laderas (Zvietcovich 1986).
La construcción de andenes en el valle del Colca posiblemente se remonta a la época de la
cultura collagua aunque algunos se construyeron antes y otros durante el período inca. Este
sistema de terrazas permitió al hombre andino controlar la erosión de los suelos, dominar mejor
las aguas y manejar adecuadamente los sistemas de cultivos. La capacidad y uso apropiado de los
andenes, de acuerdo a la rotación de cultivos, riego y drenaje, permitieron una maximización en el
uso de la tierra. Por otro lado, las terrazas agrícolas, hicieron posible modificar las condiciones del
suelo y del clima, creando las condiciones para una agricultura en laderas de gran declive.
Finalmente, podemos indicar que el primer objetivo de los andenes ha sido el control de la
erosión de los suelos. El hombre ha podido modificar y manejar la estructura, textura y
profundidad de los suelos a través de las terrazas, facilitando la penetración y retención del agua
en el suelo con efectos modificadores del clima (Zvietcovich 1986).
La técnica empleada en la construcción de andenes fue la de levantar muros de piedras
picadas unidas entre sí por una mezcla de barro. El declive era rellenado con piedras menudas,
cascajo y tierra de cultivo que muchas veces era trasladada de otras zonas. En las partes laterales
de los andenes (cabecera y culata) existen estructuras líticas muy bien definidas para cumplir la
función de canales, con los que se efectuaba la distribución adecuada de las aguas.
Se observa la existencia de diversos tipos de andenes. Hay andenes para canales, de
estructura sólida, en su mayor parte formada por lajas de piedra, con un ancho que fluctúa entre
1,5 y 2 metros; existen los andenes agrícolas, de superficies variables desde 2 a 3 metros hasta más
de 1000 metros cuadrados, soportados por muros de construcción de piedras y barro, con
sistemas de riego y drenaje; hay también andenes para vivienda, ubicados en las partes altas, en
suelos muy pedregosos, no aprovechables para la agricultura, con superficies que varían entre 80
y 150 metros cuadrados; y por último hay andenes mixtos, para vivienda y agricultura, con
157
Elías Mujica y Pablo De La Vera Cruz / El valle del Colca en Arequipa
Fig. 4. Andenes del
Colca actualmente en
uso, con una
combinación de maíz y
quinua.
superficies de 300 a 400 metros cuadrados, donde se ubica la vivienda, la misma que se
encontraba rodeada de pequeños campos de cultivo dando la impresión que allí se realizaba una
agricultura intensiva, a manera de pequeños huertos (Málaga 1986, Zvietcovich 1986).
En los andenes agrícolas aún se puede observar "cuevas" construidas con piedras,
denominadas puquyuta, que sirven para guarecerse de la lluvia, y "escalinatas" trapezoidales de
piedras salientes llamadas takilpo que unen unos andenes con otros.
La explotación de los recursos naturales en el valle del Colca, desde la época de esplendor
de las sociedades prehispánicas hasta nuestros días, no ha variado notablemente. Con excepción
de la incorporación de ciertos animales domésticos y plantas foráneas, así como de algunos
instrumentos de labranza agrícola, son pocos los cambios producidos. La tierra, el agua y los
pastos fueron los recursos naturales más importantes para los antiguos habitantes del Colca, ya
que constituyeron la base de su economía.
En el valle del Colca se pueden distinguir tierras de riego y de secano. En las tierras de
riego, próximas a los centros poblados, existen dos ámbitos diferenciables: la zona baja, de la
ribera del río, caracterizada por los terrenos planos y amplios; y la zona intermedia, ubicada en las
laderas de la quebrada, aprovechables por el sistema de andenería. Ambas constituyen la mayor
parte de tierras agrícolas del Colca y en ellas se cultivan el día de hoy papas, ollucos, ocas, maíz y
cebada. En la actualidad se observa que los campesinos tienen sus parcelas de cultivos en
diferentes sectores de riego y niveles ecológicos.
Muchos de los andenes se encuentran abandonados y se ha acentuado su destrucción por la
presencia de los pastos naturales que los campesinos no han sabido controlar; por otra parte,
estos andenes se han convertido en simples potreros donde ellos pastan sus animales; el continuo
trajín de estos ganados ha causado el derrumbe de los andenes. Uno de los problemas palpitantes
de la actualidad nacional es la lenta destrucción de las terrazas, que se inicia en el período colonial
158
Paisajes Culturales en los Andes
temprano con la violenta despoblación que sufrió el mundo andino por el sistema de la mita y
por el surgimiento de los grandes yacimientos mineros. Este despoblamiento de los pueblos
antiguos se hace cada día más preocupante, porque las nuevas generaciones de jóvenes se
trasladan masivamente a la ciudad de Arequipa en busca de trabajo, mientras que muchas de las
andenerías que eran utilizadas para sembrar plantas de pan llevar, actualmente han sido dedicadas
a la alfalfa cuyo cultivo es más fácil. Es indispensable cambiar la política económica para que
estas andenerías tan productivas en épocas pasadas no pierdan su utilidad.
Cuadro 1. : Inventario de andenes del valle del Colca (según ONERN 1988).
ESTADO DE CONSERVACIÓN
Conservados con uso permanente
Conservados con uso temporal
Medianamente conservados con uso permanente
Medianamente conservados con uso temporal
Abandonados con uso temporal
Abandonados sin uso
TOTALES
Ha.
%
400
3,9
4360
42,7
450
4,4
2700
26,4
170
1,6
2140
21,0
10220
100
EL VALLE DEL COLCA COLONIAL
Gracias a la información etnohistórica de los siglos XVI y XVII, sabemos que en el valle
del Colca existían dos etnias al momento de la llegada de los españoles: los Collaguas y los
Cabanas, cuyo origen político-social probablemente se remonta al período de los Estados
Regionales (circa. 1200), que a la vez marca la caída del imperio Wari. Ambas etnias se
diferenciaban por sus costumbres, vestimentas y, particularmente, por la lengua.
Ulloa y Mogollón, en su Relación de 1586, manifiesta que la etnia Collagua consideraba ser
originaria de la zona limítrofe entre Collagua y Vellilli, residencia de un adoratorio o huaca,
representada por el nevado Collaguata, de donde habían salido en tiempos primitivos. Al llegar a
la región de Collaguas se enfrentaron a los naturales y los sometieron, estableciéndose
definitivamente en esa zona, lo que demuestra claramente la procedencia de algunas tribus de la
región altiplánica y la importancia que jugaba el agua en sus actividades agrícolas y para su
supervivencia.
Los Collaguas solían deformarse las cabezas en forma alta y prolongada, por medio de
tablillas que colocaban a los recién nacidos; práctica que realizaban para diferenciarse de los
Cabanas que también se deformaban las cabezas de otra manera. Según el propio Ulloa y
Mogollón, los Collaguas hablaban la lengua aymara, a la que consideraban como propia.
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Elías Mujica y Pablo De La Vera Cruz / El valle del Colca en Arequipa
Fig. 5. Pueblito de Pinchollo,
enclavado en el Colca.
El territorio ocupado por la etnia Collagua comprendía la parte alta y central del río Colca y
tenía dos centros principales, sede del poder político y residencia de los curacas principales. El
más importante era Yanque, situado a la margen derecha del Colca, y que comprendía las
parcialidades de Hanansaya y Hurinsaya, gobernadas por sus respectivos "Yanques" o curacas. Le
seguía en importancia Lari-Collaguas o Recollaguas, ubicado también a la derecha del Colca, e
igualmente dividido en dos parcialidades y gobernado por los "Lares" o curacas.
La otra etnia era la de los Cabana, procedentes del nevado llamado Gualca-Gualca, ubicado
al frente del pueblo de Cabana. Los cabanas al salir del nevado tomaron dos direcciones: una
hacia Cabana-Colla y la otra Cabana-Conde. Los cabanas también practicaron la deformación
craneana, consistente en la forma tabular oblicua, es decir ancha y chata. A los pobladores de esta
etnia se le reconocía fácilmente por la deformación de la cabeza. Los cabanas hablaban la lengua
quechua o Runasimi con ciertas características regionales. La capital era el pueblo del mismo
nombre, Cabana, residencia de sus curacas principales y dividido, al igual que los otros pueblos,
en las parcialidades de Hanan y Hurinsaya.
Ramón Gutiérrez y colaboradores (1986), señalan que la formación de los asentamientos
hispanos en la región de Collaguas pasa por un proceso caracterizado por el inicio de la
dominación hispana y el contacto entre dos civilizaciones radicalmente diferentes, por la del
reparto de las encomiendas y por el establecimiento de reducciones.
Si bien la primera encomienda data de 1535, los pueblos del valle del Colca fueron
fundados por la administración colonial alrededor de 1574 y aún hoy mantienen el modelo de
distribución espacial de las reducciones coloniales, asentamientos donde los pobladores indígenas
fueron obligados a reubicarse y donde los españoles podían cobrar con facilidad los tributos y
catequizar a los indios (Gade y Escobar 1982).
160
Paisajes Culturales en los Andes
Fig. 6. Iglesia de Yanque.
Los pueblos principales del Colca, de este a oeste bajando por el valle, son Tisco, Sibayo,
Callalli, Tuti, Chivay (capital actual de la provincia de Caylloma), Yanque, Coporaque, Achoma,
Lari y Maca. Además de la trama urbana tradicional, así como la morfología de la arquitectura
cívica y doméstica, sobresalen las iglesias coloniales. Sin desmerecer la importancia de los pueblos
y sus características, es a través de las iglesias que podemos llamar la atención –dada la limitación
del espacio– de la magnitud e importancia del patrimonio cultural de este período de la historia
peruana existente en el valle del Colca. 3
Tisco es el poblado ubicado a mayor altura, por encima de los 4000 msnm, donde se
encuentra el templo de San Pedro Apóstol que es de singular interés en sus propuestas formales.
Según Tord (1983), es probablemente donde se puede apreciar el fenómeno de la fusión de
influencias cuzqueñas y collavinas con las arequipeñas dentro del conjunto de templos del Colca.
Construida durante el siglo XVIII, fue afectada por el terremoto de 1784.
Siguiendo con el pueblo de Sibayo, la iglesia de San Juan Bautista data de 1692 (Gutiérrez
et al. 1986: 118), si bien un documento localizado por los autores citados parece indicar que
buena parte del templo fue construido a mitad del siglo XVIII. Sobresale la articulación entre el
espacio abierto (la plaza) y la configuración del atrio de la iglesia con sus arcos y los canchones
adyacentes (cementerio), que indican un manejo de la escala muy peculiar. La majestuosidad
constructiva de la iglesia se complemente con la decoración interior, en donde sobresale el altar
mayor con retablos y fina imaginería que datan de los mediados del siglo XVIII. Al parecer de la
misma época es la portada principal de la iglesia.
3
Estudios extensivos de la arquitectura y urbanismo del valle del Colca durante la Colonia se los debemos a Luis
Enrique Tord (1983) y Ramón Gutiérrez y colaboradores (1986).
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Elías Mujica y Pablo De La Vera Cruz / El valle del Colca en Arequipa
Fig. 7 (arriba). Iglesia de Maca.
Fig. 8 (izquierda). Iglesia de Maca.
En el pueblo de Callalli, al otro lado del río frente a Cibayo, la iglesia de San Antonio de
Padua conserva una imagen del patrono muy venerada y de curiosa factura. Aparentemente la
imagen es quiteña y fue traída en 1676. La iglesia de Callalli es, a entender de Gutiérrez y
colaboradores (1986: 123), probablemente una de las que tiene hoy mayor unidad constructiva,
quizás por haber estado menos afectada por terremotos o probablemente por su realización
unitaria ya tardía a fines del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX.
Por ser el pueblo de Chivay la cabecera del curato, y en la actualidad capital de provincia, la
iglesia de la Asunción de Nuestra Señora es quizá la que ha soportado mayores modificaciones
en los últimos años (Gutiérrez et al. 1986: 100). Sin embargo, según los mismos autores, se trata
de una de las propuestas arquitectónicas más curiosas, con clara apertura lateral, aunque muy
modificada en su portada frontal. Buena parte de la iglesia fue rehecha en el siglo XVIII,
habiéndose reconstruido las torres en 1898 si bien las campanas datan de 1773, 1802 y 1818.
En el pueblo de Tuti, frente a Chivay, el templo de la Santa Cruz fue realizado
probablemente a mediados del siglo XVII. Un inventario de 1790 señala que la iglesia tenía 50
por 10 varas con paredes de piedra y barro, techo de madera y teja, con 6 tijeras quebradas a lo
largo de la iglesia y 7 vigas de madera con llave que están aseguradas en ambos costados. Tenía
dos portadas labradas de cal y canto con puerta principal que miraba al oriente con un arco de
piedra y cal. Esta iglesia desapareció en 1842 (Gutiérrez et al. 1986: 113), fecha cuando se inicia la
construcción del nuevo templo. Si bien esta nueva iglesia no tiene la fuerza volumétrica que las
otras del valle del Colca, por sus reducidas dimensiones y por tener mochada una torre, tiene una
portada sobresaliente si bien el elemento de mayor interés es el púlpito de excepcional factura.
162
Paisajes Culturales en los Andes
En el caso de Yanque, la iglesia de la Inmaculada Concepción es calificada como la obra
cumbre del conjunto de templos del valle del Colca (Gutiérrez et al. 1986: 75). Construida a partir
de 1692 sobre una iglesia más antigua que se desmoronó en 1690, fue concluida recién a fines del
siglo XVIII. Lamentablemente esta iglesia se incendió el 29 de mayo de 1802 (Gutiérrez et al.
1986: 77), reduciéndose a cenizas el altar mayor con todas sus imágenes, altares colaterales y
demás adornos interiores. La reconstrucción del templo comenzó de inmediato, culminándose
los detalles en 1822, aunque aún a mediados del siglo XIX se estaba completando el templo con
la construcción de un pequeño altar destinado al Señor de la Columna.
Coporaque fue el poblado más importante del valle del Colca en la primera fase de la
conquista de Collaguas y en él fijó su residencia el encomendero Gonzalo Pizarro. Sobre la iglesia
de Santiago Apóstol, Gutiérrez y colaboradores (1986: 93) afirman que: “...ciertos rasgos
específicos como la cabecera ochavada del templo, su impresionante portada y los restos del
retablo de pasta policromada son testimonios indubitables de que estamos ante una de las escasas
obras del siglo XVI que nos queda en la región andina del Perú”.
Si bien el valor más destacable del pueblo de Achoma es los importantes vestigios de la
arquitectura civil, el templo de los Santos Reyes Magos y Nuestra Señora de Belén constituye
una verdadera sorpresa para el visitante por el contraste entre su volumetría desordenada exterior
y su propuesta interna, con una excelente pintura mural y curiosos retablos de estuco o el púlpito
de madera (Gutiérrez et al. 1986: 108-109).
EL COLCA DE HOY: A MANERA DE COLOFÓN
Una mañana de los fríos días de agosto, en la puna de Umajala, los "llameros" se alistan en
arreglar sus avíos y cargas. Las llamas se inquietan en los corrales, mientras que cada una de ellas
es cargada de costales con charqui, chuño, tejidos y cerámica. El humo que escapa de la casita de
paja anuncia un fiambre caliente, y en otro lado el más anciano se esmera en preparar el "pago" o
ritual antiguo para bendecir y dar buena suerte a los caminantes.
En hileras de animales seguidos por sus fornidos pastores emprenderán un largo viaje de
varias semanas al valle del Colca y hasta el mar. Sólo los acompaña en la inmensidad de la puna y
las montañas el sonido de sus cascabeles y cencerros que corta el viento para dar paso a la
caravana.
El control vertical de diversos pisos ecológicos es el nombre que ha dado John Murra
(Murra [1972] 1975, 1975, 1976, 1985) a la estrategia económica que desarrollaron los antiguos
peruanos para utilizar racionalmente los recursos de los diversos pisos ecológicos que existen en
los Andes, logrando una economía complementaria a nivel regional. De este modo los pueblos
ubicados en la puna, donde sólo hay ganadería, papas y quinua, pueden intercambiar o cultivar
productos ubicados en los valles altos sembrando maíz, y también recoger los productos de los
valles calientes donde se cultiva ají, frijoles y camote, y se cosecha diverso tipo de frutas.
El valle del Colca es uno de los mejores lugares para apreciar esta costumbre milenaria,
pues toda la cuenca Camaná-Majes-Colca tiene varios de los ecosistemas existentes en el mundo,
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Elías Mujica y Pablo De La Vera Cruz / El valle del Colca en Arequipa
y no sólo en las diferentes altitudes de sus laderas, sino principalmente a lo largo del curso del río.
Cada uno de estos pisos o nichos ecológicos fueron ocupados en la antigüedad. En los más fríos
se recoge leña de los bosques de montaña. En la puna se pueden pastorear camélidos para
obtener carne y lana. Un poco más abajo, en los valles altos, se siembran plantas microtérmicas
como la papa, la oca, la quinua y la cañiwa. El valle medio es ideal para el cultivo de maíz. En el
valle el clima es caliente, y pueden cultivarse plantas como el ají, el fríjol, la yuca, el camote y la
achira. Hasta los recursos de las lomas en el litoral y del mar eran aprovechados, especialmente
para recoger mariscos y "cochayuyo".
Pero ninguna de estas estrategias puede ofrecer, de forma aislada, una lista completa de los
recursos necesarios para vivir. ¿Cómo podemos entender, entonces, que las sociedades antiguas
pudieran tener una economía satisfactoria?
Se sabe que hasta los años 1960, los pastores de Sibayo todavía bajaban en largos viajes
hasta el mar con sus caravanas de llamas. Estas salían de la puna del Colca cargadas de charqui
(carne seca), tejidos de lana y objetos de cerámica. Los primeros pueblos a los que llegaban eran
Tuti, Canocota y Coporaque, donde cambiaban sólo una parte de los productos por quinua,
papas y cebada. Cuando llegaban a Yanque, y especialmente a Cabanaconde, podían cambiar
parte de lo que les quedaba por maíz, el producto más apreciado en los Andes; por ello esos
pueblos son los más importantes. En Huambo encontraban frutas lacayotes y el más famoso y
picante rocoto. Además, en la antigüedad podía recogerse coca en sus huertas.
Cargando esta variedad de productos, las caravanas enrumbaban el camino de Sansin,
Montel y Sicera por el borde mismo del cañón del Colca en dirección al desierto. Cuando la fila
polvorienta de llamas ingresaba al valle de Majes, los vecinos corrían la voz: “¡Llegaron los
llameros!”, y se apresuraban a invitarles de sus comidas y bebidas para aplacar el hambre y la sed,
y para prepararlos para el intercambio de los productos de fuera con los que ellos producían: ají
seco, fríjol, algodón, camotes y especialmente frutas secas.
Por los calurosos callejones de sauces recorrían todo el valle intercambiando tejidos y ollas
de barro. Al final del valle, una brisa fresca traía el olor del mar; habían llegado a la Mama Cocha,
donde descansaban varias semanas pescado y recogiendo mariscos, y especialmente la muy
apreciada alga cochayuyo.
Al cumplirse el tiempo previsto, las caravanas regresaban por la misma ruta, cumpliendo la
misma tarea de intercambio de productos en cada pueblo y aldea con los nuevos recursos
conseguidos. De esa manera los mercaderes lograban que cada pueblo del Colca, sin importar la
altitud en la que de encontraba, pudiera disponer de toda la gama de productos de la cuenca.
Así funcionó desde la antigüedad el control vertical de los diversos pisos ecológicos del
Colca, y hasta hoy con profundas modificaciones se sigue practicando. Ya no con tropas de
llamas surcando el valle de arriba abajo y viceversa, sino la mayoría de veces en camión y a través
de la ciudad de Arequipa por la vía moderna. El sistema en gran parte a colapsado, como corre el
peligro de colapsar la infraestructura agrícola construida a lo largo de los años, o las iglesias
coloniales que se han convertido en parte del paisaje cultural.
164
Paisajes Culturales en los Andes
Fig. 9 y 10. Pobladores del valle del Colca (Arriba: foto DESCO;
abajo: foto Revista Bienvenida).
El valle del Colca es un caso de los Andes en el sur del Perú, donde la relación del hombre
y un medio ambiente árido y con profundos abismos ha permitido durante los últimos 10000
años el uso adecuado de los recursos, generando un basto conjunto de manifestaciones culturales
de gran valor, perfectamente adaptados a su entorno natural y que constituyen un valioso
patrimonio cultural – natural, que por la modernidad corre riesgo de desaparecer.
El valle del Colca representa uno de los casos más distintivos en los Andes peruanos en el
que la relación del hombre con su medio ambiente es el factor determinante para su existencia y
el generador de un conjunto grande de manifestaciones que constituyen un valioso patrimonio
cultural íntimamente ligado al entorno natural en el que se inserta y en le que interactúa.
Tal es la magnitud de este legado, y su valor en el contexto andino, que merece el
despliegue de todos los esfuerzos para su conservación protección y difusión, así como propiciar
las condiciones más saludables para su natural mantenimiento.
Pocos de quienes hoy día observan o visitan el valle del Colca, son consientes que se
encuentran frente a uno de los sistemas de riego y construcción de andenes más complejos y
mejor desarrollados de los Andes y del mundo. La aridez ha hecho que el riego sea una tarea de
suma organización y exactitud, para aprovechar la escasa agua o como se dijera “...para distribuir
entre todos la escasez”.
Esta es la razón fundamental de su existencia y de cómo se han construido las miles de
hectáreas de andenes que nos deslumbran, o los románticos pueblecitos acunados entre los
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Elías Mujica y Pablo De La Vera Cruz / El valle del Colca en Arequipa
cultivos del fondo del valle, de entre cuyos techos de paja surgen los formidables templos de
torres blancas.
Por cierto que todo esto tiene como telón de fondo la majestuosidad de los nevados
andinos, que como en la antigüedad siguen siendo los Apus o dioses de la montaña y, como el
agua de sus glaciares, son también el origen de la vida en el valle. Se les suma el producto de su
labor telúrica el "cañón", considerado el más profundo del mundo y que marca el destino de
todos sus habitantes, de los de antes y de los de mañana: tener que vencer sus abismos.
Pero a pesar de todas estas cosas el valor más preciado que tiene el valle del Colca es su
gente. Son esos rostros quemados por el sol y que en la profundidad guardan cada uno de los
secretos que les permite vivir con éxito en esa tierra, cada una de las costumbres heredadas, cada
mito o tradición contados; son esas manos campesinas las que pueden dispensar toda la sabiduría
y habilidad. Son en si mismos, adornados con sus trajes coloridos, los hijos que el Colca debe
cuidar.
Al final del segundo milenio, severas transformaciones convulsionan el valle, como signos
premonitorios del alumbramiento de una nueva forma de vida; enfatizando al mismo tiempo el
incierto destino de su paisaje natural y especialmente el de su gente.
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