Los Olímpicos y su historia

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Los Olímpicos y su historia
La evolución de las competencias y el respeto de cada atleta por dar lo mejor de
sí en cada versión de los Juegos Olímpicos, se ha evidenciado en la historia.
La competencia olímpica data del año 776 antes de Cristo, en la ciudad de Olímpia en
Grecia. estos juegos son conocidos actualmente como los olímpicos de la época clásica. Estos
terminaron con el fin del imperio Griego. Los juegos olímpicos modernos, que se retomaron
casi 2000 años después, se iniciaron en Atenas, 1896, por sugerencia y con la coordinación
visionaria del Barón Pierre de Coubertin. Desde ese entonces se realizan cada 4 años, con
contadas excepciones (I y II Segunda Guerra Mundial).
Las olimpiadas modernas han generado un movimiento mundial basado en el deporte y
en la sana competencia, enmarcado en innumerables hechos anecdóticos que hacen de la
historia del olimpismo mundial algo interesante y ameno para ser leído.
Origen
Se tiene conociendo que hace aproximadamente tres mil años, hacia el 776 antes de
Cristo en la ciudad de Olimpia, antigua Grecia, se reunían atletas de diferentes regiones para
competir en las diversas modalidades deportivas de la época.
De los atletas se esperaba el mejo desempeño para orgullo de su ciudad natal. A cambio
se les proclamaba como héroes, colocándoles una corona hecha de ramas de olivo, cortadas
con un cuchillo especial por un joven de 12 años, que como condición debería tener sus
padres vivos.
Los vencedores al llegar, atravesaban un hueco hecho en la muralla de su ciudad, con el
fin de ser cerrado después de su paso para evitar que el triunfo escapara de la ciudad, los
campeones ofrendaban su trofeo al dios Zeus.
A partir de ese momento la manutención del atleta corría a cargo del municipio por el
resto de sus días. La práctica deportiva era realizada sin ropa y con los píes descalzos. Se
excluían las mujeres y les era vedada su participación como espectadoras. Cualquier violación
a la norma se pagaba con la muerte. Sin embargo, una madre orgullosa de la participación de
su hijo y disfrazada con una túnica, entró en forma clandestina para observar su participación.
Al ser descubierta se le llevó a la corte donde fue perdonada por ser la madre de un campeón
olímpico.
En la temporada de los juegos se mantenía una tregua sagrada en todo el país
llamada EKECHEIRI dándosele al evento una connotación de paz y armonía que no podía
ser violada bajo ninguna circunstancia. Como evidencias gráficas sobre los juegos de la
antigüedad se encuentran algunas artesanías etruscas donde se plasmó al atleta compitiendo
en diferentes disciplinas deportivas.
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Casi 20 siglos después el barón de Coubertin, proveniente de una familia de la
aristocracia francesa, en un viaje realizado al estadio Olímpico de Grecia, tuvo la brillante
idea de reiniciar los juegos que se realizaban en la antigua ciudad de Olimpia.
El Barón, hombre que a pesar de la presión de su familia cambió la carrera militar por la
docencia, con estudios de derecho y su ideología siempre enmarcada dentro de la igualdad
social, entendió que la actividad deportiva de aquel entonces era solo privilegio de las clases
adineradas de la Gran Bretaña.
Consideró entonces la necesidad de masificarla dentro de toda la población,
reconociendo sus beneficios en el desarrollo de madurez, nobleza, capacidad trabajo y
bienestar físico que generaba el esfuerzo y la sana competencia.
Aliados a esa idea estaban los avances tecnológicos de la segunda mitad del siglo XIX,
con el invento de los buques a vapor y el telégrafo, situación afortunada que acortaba las
distancias entre los diferentes continentes.
Hacia el año 1894, el Barón de Coubertin dio origen al movimiento olímpico mundial,
al convocar a 14 países creándose el primer Comité Olímpico Internacional (COI), con
sede en la prestigiosa universidad parisina de la Sorbona. Dentro de ese contexto académico
se adjudicaron los primeros juegos olímpicos de la era moderna a la ciudad de Atenas en
reconocimiento histórico a los juegos de la antigüedad.
En el mismo congreso fue elegido el primer presidente del COI, cargo asumido por el
griego Demetrios Bikelas, mientras que el Barón del deporte como se le llamó a Coubertin,
ocupó el cargo de secretario general.
A pesar de las dificultades políticas y financieras que afrontó la organización y gracias a
diferentes aportes económicos, especialmente el de un acaudalado comerciante griego
llamado George Averof, residente en Alejandría, el quien aportó un millón de dracmas para la
construcción del estadio olímpico, se logró la inauguración de los juegos por e rey Jorge l
en el año 1896 en el monumental estadio olímpico de Grecia y ante 70.000 espectadores.
En ellos participaron 311 atletas de 11 países y a pesar de los reveses de la mayoría
de los atletas griegos, el humilde panadero Spiridon Louis consiguió el triunfo en la Maratón
de 42 kilómetros. La prueba, una de las más prestigiosas de la competencia olímpica, fue
diseñada recordando la gesta heroica del soldado ateniense que en la antigüedad y después de
la batalla, recorrió la misma distancia entre el valle de Maratón y Atenas para anunciar la gran
noticia del triunfo de los atenienses sobre los persas. Al terminar su recorrido, cayó muerto
por la fatiga y el cansancio.
De Atenas 1896 a Estocolmo 1912
Atenas 1896: Arranca la historia
Los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna se disputaron en 1896 en Atenas,
gracias a la aportación de Pierre de Fredi, barón de Coubertin, que impulsó la creación del
Comité Olímpico Internacional (COI) como órgano dirigente y organizativo.
Uno de los primeros problemas que surgieron, y que sigue aún vigente, fue la cuestión
del amateurismo, ya que Coubertin no quería ningún atisbo de profesionalismo en los Juegos.
De esta manera, se acordó no entregar medallas de oro, sino de plata y bronce para los dos
primeros. El oro no se introdujo en los Juegos hasta la edición de Londres en 1908.
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El 6 de abril de 1896, el Rey Jorge I inauguró los Juegos ante el entusiasmo de las
70.000 personas que abarrotaron el Estadio Olímpico de Atenas. Tomaron parte en las
competiciones 311 atletas de trece países, en las disciplinas de atletismo, gimnasia, ciclismo,
esgrima y tiro. No hubo participación española ni tampoco femenina.
Los estadounidenses dominaron las pruebas de atletismo, la gran atracción, ante el
desencanto del público asistente, aunque el griego Spiridón Louis, de 18 años, se proclamó
vencedor en la carrera de maratón sobre el mismo recorrido utilizado en el año 490 a.C. por el
mítico soldado Filípides para dar cuenta de la batalla de Maratón. En gimnasia, el equipo más
potente fue el de Alemania.
Los Juegos Olímpicos de Atenas resultaron un gran éxito, en el año en el que se
celebraba el 75 aniversario de la declaración de la independencia griega.
París 1900: primera participación española.
París fue el escenario de los segundos Juegos de la historia, rodeados de la aureola de
fracaso histórico al coincidir con la grandilocuencia de la Exposición Universal, que acogió
algunas pruebas como las atléticas. Participaron 1.330 deportistas procedentes de 22 países.
Las pruebas olímpicas se disputaron desde mayo a octubre y algunos vencedores
tardaron en recibir sus premios varios años, e incluso se enteraron de su participación por la
prensa. Por primera vez participó la mujer, siendo la primera campeona moderna la inglesa
miss Cooper, que venció en la final individual de tenis a la francesa Prevost.
El atleta más destacado de los Juegos fue Alvin Kraenzelin, estadounidense de
ascendencia germana, que a la edad de 17 años tenía ya en su poder los récords mundiales de
110 y 200 metros vallas. Poco después conseguiría además el de salto de longitud.
Con estos antecedentes Alvin tuvo una fulgurante actuación en París, en donde venció
en las pruebas de 60 metros, 110 metros vallas, 200 metros vallas y salto de longitud.
En París participaron por primera vez deportistas españoles, que asistían por sus propios
medios: cuatro remeros y el aristócrata Santiago Pidal y Bernaldo de Quirós, Marqués de
Villaviciosa, que se clasificó en segundo puesto en la especialidad de "Game Shooting",
equivalente al tiro al pichón, tras el australiano McKintosh. Pese a su éxito no recibió medalla
porque se trataba de una prueba no oficial en la modalidad de tiro con arco.
Saint Louis 1904: juegos racistas.
Los Juegos Olímpicos de Saint-Louis, en 1904, fueron otro fracaso y una demostración
racista de organización por parte de un estado sudista. En esta ocasión participaron 689
deportistas de doce países, aunque la mayoría eran estadounidenses (625).
Los "Anthropological Days" o fiestas antropológicas, reservadas a los deportistas no
blancos (negros, indios, etc.) que a los organizadores se les antojó, fueron una degradante
manifestación de la más burda estética competitiva.
En las competiciones tradicionales, los americanos coparon 22 de las 24 pruebas
disputadas. Por primera vez apareció el baloncesto, aunque fuera de programa. La doble y
equívoca experiencia de San Louis y París, indujeron a Coubertin a intentar crear un
organismo encargado de velar el sentido de la filosofía olímpica, lo que conduciría a la
constitución de la Academia Olímpica Internacional.
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El héroe indiscutible de los Juegos fue Ray Ewry, apodado "El hombre de goma", que
venció en salto de altura, longitud y triple salto. El verdadero mérito de Ewry radica en haber
sido paralítico durante su infancia, y en haber superado su adversidad hasta llegar a ser triple
campeón olímpico en dos ocasiones.
Londres 1908: primer desfile olímpico.
Roma iba a ser la sede de los IV Juegos, pero la erupción del Vesubio y graves
problemas sociales y económicos provocaron su renuncia en 1907. Con escaso margen de
tiempo y algo de improvisación, Londres se hizo cargo de la organización. En total,
participaron 2.304 deportistas de 22 países.
Por primera vez los competidores desfilaron precedidos por las banderas de sus
respectivos países (excepto los finlandeses, que se negaron a llevar la de Rusia, su soberana).
Se produjo el debut del fútbol como deporte olímpico, aunque lo más destacado fue la
dramática carrera del italiano Dorando Pietri en el maratón. Llegó primero al estadio
completamente extenuado y después de repetidas caídas, en estado de semiinconsciencia fue
ayudado en el último tramo previo a la meta. Al final fue descalificado, pero la Reina
Alejandra premiaría su tesón con una copa de oro.
Aquí nació la simbólica frase: "En los Juegos Olímpicos, lo importante no es vencer
sino participar", que hoy día, como uno de los lemas olímpicos, es equivocadamente atribuida
a Coubertin, siendo en realidad el creador de la misma el Arzobispo de Pensilvania, que la
pronunció durante una solemne ceremonia religiosa que dirigió a los atletas participantes.
Estocolmo 1912: representación de los cinco continentes.
Estocolmo sería la última edición olímpica previa a la Primera Guerra Mundial. La
implantación de cronómetro y la 'foto-finish' para mejorar la medición de puestos y marcas
sería un importante adelanto técnico.
La participación de atletas y países supuso todo un récord, 2.504 participantes en
representación de veintiocho Comités Olímpicos de los cinco continentes. La tragedia
acompañó al atleta portugués Francisco Lázaro, que falleció extenuado cuando participaba en
la carrera del maratón tras recorrer más de treinta kilómetros.
Pero los Juegos de Estocolmo estarán marcados en la historia por la leyenda y tragedia
de un poderoso atleta estadounidense, de raza india, de la tribu sioux. Jim Thorpe, bisnieto del
Gran Jefe Halcón Negro, ganó con facilidad en pentatlón y decatlón. Un año más tarde sería
descalificado por profesionalismo, pues había cobrado 25 dólares jugando al béisbol.
El atleta pasó el resto de su vida hasta su muerte, en 1953, reclamando sus premios
olímpicos que al fin, en 1982, le fueron entregadas por el COI a sus hijos con lo que se pudo
hacer justicia a sus méritos.
De Amberes 1920 a los Ángeles 1932
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Amberes 1920: plata del fútbol español.
Los Juegos de la VII Olimpiada suponen la reanudación de la marcha olímpica tras la I
Guerra Mundial, y resultaron muy austeros ya que Bélgica había sufrido de forma especial las
dramáticas consecuencias del conflicto bélico.
Faltando a los principios fundamentales de la filosofía olímpica y en contra de la
opinión de Coubertin, no fueron invitados Alemania, Austria, Turquía, Bulgaria ni Polonia.
También fue excluida la Unión Soviética.
La participación en Amberes marca un nuevo récord, al tomar parte 2.591 atletas
pertenecientes a 29 países. Una de las novedades fue la presentación de la bandera olímpica
con sus cinco anillos de colores entrelazados sobre fondo blanco, ideada personalmente por
Pierre de Coubertin, y el juramento olímpico.
España hizo su debut oficial enviando 67 deportistas de atletismo, tenis, natación, tiro,
polo y fútbol. El éxito coronó la expedición obteniendo dos segundos puestos en las dos
especialidades de deporte por equipos, y en la de fútbol surgió la leyenda de la "furia
española" con la frase de Belauste "Sabino, a mí el pelotón que los arrollo", pronunciada en el
accidentado encuentro contra Suecia, a la que se eliminó en las semifinales.
La estrella de los Juegos fue el atleta finlandés Paavo Nurmi, que ganó tres medallas de
oro en 10.000 metros, y en 'cross-country', individual y por equipos.
París 1924: Tarzán, la estrella.
Ámsterdam iba a ser la sede olímpica de 1924, hasta que Coubertin convenció al COI
para dar una nueva oportunidad a París, después del fiasco de 1900. Esta vez, los franceses se
propusieron organizar la VIII edición de los Juegos, en el trigésimo aniversario de su
restauración, con el máximo rigor y empeño.
Así, construyeron el estadio de Colombes, con un campo de fútbol y capacidad para
más de 60.000 personas. Además se levantó la primera villa olímpica (en la realidad, un
conjunto de cabañas), para alojar a los atletas. Puede decirse que los Juegos Olímpicos de
París fueron todo un éxito, ya que el pueblo francés se volcó con este gran acontecimiento
deportivo, alcanzándose una cifra récord de asistencia.
La estrella fue el nadador estadounidense Jhonny Weismüller, que en el futuro
encarnaría en el cine al conocido Tarzán. Su extrema rapidez en el agua le llevó a lograr, con
tan sólo veinte años, tres medallas de oro en París, convirtiendo la natación en creciente punto
de atención. En 1922, había conseguido romper, por primera vez, la barrera del minuto en los
100 metros.
Además, el finlandés Paavo Nurmi, ganador de tres oros en Amberes, logró cinco
medallas de oro en la edición parisina, y se ganó la admiración de un público fascinado al ver
cómo triunfaba en los 1.500 y los 5.000 metros con una diferencia de tan sólo una hora entre
una y otra prueba, para después imponerse en la prueba de los 10.000 metros campo a través
(individual y equipos) y los 3.000 metros por equipos.
En cuanto a la participación española, las esperanzas estaban puestas en la selección de
fútbol. Su participación olímpica fue corta, al marcar el defensa Vallana un gol en propia
puerta, dando la victoria a Italia en el primer partido de la competición.
No obstante, Lilí Álvarez, pionera del tenis femenino español, consiguió hacerse con la
cuarta posición en la categoría femenina de tenis. La edición olímpica de París fue la última
en incluir el tenis entre sus pruebas, que pasó a convertirse en deporte de exhibición. En la
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clausura de los Juegos, Coubertin anunció su retirada, tras treinta años como presidente del
Comité Olímpico Internacional, al considerar que había cumplido su misión de restauración
olímpica, si bien permaneció como miembro del Comité hasta su muerte en 1937.
Ámsterdam 1928: Primer Oro español.
Los Juegos de Ámsterdam vivieron la despedida oficial del barón de Coubertin y la
llegada del conde Henri de Baillet-Latour como nuevo presidente del COI. Gracias a éste
último, el deporte olímpico dio un giro de ciento ochenta grados, al admitir a las mujeres en
varias de las pruebas de atletismo. Los novenos Juegos de la era moderna gozaron del apoyo
del pueblo holandés, a pesar de su puritanismo.
Ámsterdam dio de nuevo la bienvenida a Alemania, vetada durante dieciséis años por el
desastre de la Primera Guerra Mundial. Para España también fueron unos Juegos especiales,
por ser los primeros en los que se consiguió una medalla de oro. Fue en hípica, uno de los
nueve deportes en los que participaba la armada española.
El equipo español de hípica, formado por los capitanes de caballería José Navarro
Moréns, Julio García Fernández y José Álvarez de las Asturias, Marqués de los Trujillos, fue
el artífice de la primera medalla de oro olímpica conseguida por España en el último día de
competición.
En estos Juegos, la llama olímpica hizo su aparición por primera vez. Fue encendida en
Olimpia y transportada a través de Grecia, Austria, Alemania y Holanda, como "símbolo de la
unión de la juventud del mundo". Desde entonces, se ha convertido en elemento
imprescindible de los Juegos Olímpicos.
En cuanto a los deportistas más destacados, el finlandés Paavo Nurmi se llevó a
Finlandia su novena y última medalla de oro al imponerse en los 10.000 metros. En gimnasia,
George Miez consiguió tres de las medallas de oro para el equipo suizo, al vencer en barra
fija, en el concurso individual y por equipos.
Los Ángeles 1932: más de un millón de espectadores.
Estados Unidos, al igual que Francia, recibió una nueva oportunidad para acoger, esta
vez de forma organizada, unos Juegos Olímpicos. Sin embargo, la tensión internacional por la
expansión del fascismo y el desastre mundial por el 'crack' de 1929, convertían el ambiente en
el menos propicio para celebrar un acontecimiento como éste.
Un mecenas llamado William F. Garland, puso ganas y mucho dinero para preparar los
Juegos de 1932. A él se debe, por ejemplo, la construcción del impresionante estadio olímpico
Memorial Coliseum, que en 1984 volvería a albergar unos Juegos. Su esfuerzo se vio
recompensado con el enorme éxito, no sólo deportivo sino también de público (con más de un
millón de espectadores) y, sobre todo, de dinero, recaudando la organización casi 1,5 millones
de dólares.
El mayor inconveniente fue su situación alejada de Europa, lo que redujo el número de
participantes, como ya ocurriera en la de San Luis. Con todo ello, se batieron cuarenta récords
olímpicos y dieciséis marcas mundiales.
Las mujeres se hicieron un hueco importante en el panorama olímpico de los años
treinta. Un total de 127 féminas participaron en los Juegos, demostrando su capacidad
deportiva en diversas pruebas.
Una de las estrellas fue la nadadora Eleanor Holm, que se alzó con la medalla de oro en
los 100 metros espalda, batiendo el récord del mundo.
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El atletismo siguió reinando entre todos los deportes olímpicos, pero empezó a competir
con la natación, cada vez más atractiva para el público, gracias a personajes como Johnny
Weissmüller, que repitió oro en los 100 metros. La norteamericana Helen Madison se impuso
en las pruebas de 100 y 400 metros libres femeninos.
España sólo tuvo seis representantes: cinco tiradores y el regatista Santiago Amat, que a
sus 45 años logró la medalla de bronce en la modalidad. El tirador José González Delgado fue
cuarto en pistola en blanco de 25 metros.
De Berlín 1936 a Roma 1960
Alemania 1936: las Olimpiadas del Reich.
En una Alemania en plena euforia nacionalsocialista, con Adolf Hitler en el poder, los
Juegos de 1936 pretendían ser el mejor espectáculo deportivo de todos los tiempos, a pesar
del primer intento de boicot protagonizado por Estados Unidos.
Después de varios incidentes, el 1 de agosto de 1936 se celebró la ceremonia inaugural,
fastuosa y espectacular, en un escenario propicio para la propaganda nazi. Por primera vez el
fuego olímpico es traído desde Olimpia por carreras de relevos en las que participan 3.075
atletas.
Pese a la firme postura de los miembros del COI, no pudo evitarse la instrumentación
política de los Juegos. La gran figura de Berlín sería el atleta de raza negra Jesse Owens,
medalla de oro y récord mundial en las pruebas de 100 y 200 metros, 4x100 relevos y salto de
longitud.
España no participó en estos Juegos, pues doce días antes de inaugurarse estalló la
Guerra Civil. Los deportistas españoles estaban preparados para acudir a la cita olímpica, e
incluso el equipo de hípica se encontraba en la ciudad alemana, pero se vio obligado a
regresar.
Londres 1948: Alemania y Japón excluidos.
Doce años después de la última celebración de unos Juegos, con la Segunda Guerra
Mundial de por medio, la olimpiada volvió a nacer en la ciudad que había simbolizado la
oposición al nazismo alemán: Londres.
Bajo un calor sofocante, casi cuarenta grados, el inglés John Francis pasó con la
antorcha por delante de los abanderados de todos los países participantes (incluido España).
La llama olímpica llegó a Londres desde Grecia sin pasar por Alemania, que no fue invitada,
al igual que Japón.
Israel, país recién nacido, participó por primera vez, pero no se le permitió que en la
bandera apareciera la estrella de David porque aún no poseían comité olímpico.
El estadounidense Robert Mathias se convirtió en el héroe de estos Juegos: ganó el
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decatlón, la prueba más dura, y estableció un nuevo récord mundial con tan sólo diecisiete
años. Con su espectacular triunfo, el californiano levantó la admiración, sobre todo femenina,
de los aficionados ingleses.
Asimismo, la atleta holandesa Francine Blankers-Koen, conocida como "la holandesa
voladora", igualó el récord de Jesse Owens consiguiendo cuatro medallas de oro (100 y 200
metros lisos, 80 metros vallas y el relevo 4 x 100 metros).
La expedición española que viajó a Londres posó ilusionada ante las cámaras en el
aeropuerto de Barajas antes de partir a Inglaterra. La actuación española, sin embargo, no fue
la esperada.
Lo único destacado fue la medalla de plata en hípica, en concurso de saltos por equipos,
de Jaime García Cruz, Marcelino Gavilán Ponce de León y José Navarro Morenés, conde de
la Casa de Loja.
Helsinki 1952: el Checo Zatopek, la estrella.
Doce años tuvo que esperar la ciudad finlandesa de Helsinki para organizar los Juegos
después de que, en 1940, la guerra 'soviético-finlandesa' le impidiera ser designada como
sede. Los Juegos Olímpicos de 1952, los decimoterceros de la era moderna, pasaron a la
historia como los de la consolidación del movimiento olímpico, donde reinó la cordialidad, la
amistad y la deportividad.
El mundo vivía inmerso en la 'guerra fría' y el ambiente estaba enrarecido, pero el
espíritu deportivo fue más fuerte que la rivalidad política. Desde el 19 de julio al 3 de agosto,
la rivalidad y los rencores entre los países se olvidaron, participando en la competición Japón,
la Unión Soviética y una representación de Alemania.
El atleta checo Emil Zatopek fue la gran estrella de esta edición, al realizar una hazaña
única e irrepetible en la historia de los Juegos Olímpicos: se alzó con tres medallas de oro en
las pruebas de 5.000 y 10.000 metros, y el maratón, en el que batió el récord del mundo, en su
primera participación.
En fútbol, la final entre Hungría y Yugoslavia, en la que se impuso el conjunto húngaro,
ya dejaba ver la calidad de ambos conjuntos, que tenían en sus filas a Puskas, quien se
convertiría poco después en jugador del Real Madrid, y a Boskov, respectivamente.
La representación española en estos Juegos destacó por pasar desapercibida en el
medallero, con la excepción del tirador Ángel León Gozalo en la modalidad de pistola libre,
que fue plata.
Melbourne 1956: boicot a Rusia.
El COI concedió los Juegos de la XVI Olimpiada a Melbourne, en un apretado concurso
con Buenos Aires, que perdió por un solo voto. Los rectores del máximo organismo se
sintieron atraídos por la idea de extender la sede olímpica a un continente que aún no había
organizado Juegos.
Pero la llegada de problemas no se hizo esperar, y a la larga distancia se añadió la
oposición del Gobierno australiano a permitir la entrada a caballos exentos de cumplir
cuarentena. Tras arduas discusiones, las pruebas de equitación se celebraron en Estocolmo.
Los Juegos debían iniciarse en Melbourne el 22 de noviembre de 1956, pero el 23 de
octubre estalla en Budapest una revolución antiestalinista y liberadora de la tutela impuesta
por Rusia. La respuesta soviética no se hizo esperar y el 4 de noviembre sus tanques
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atravesaban la frontera y aplastaban los aires de libertad.
El drama húngaro en la antesala de los Juegos provocó reacciones internacionales que
exigen del COI la expulsión de Rusia, pero su presidente se niega y varios países deciden no
enviar atletas a los Juegos, como Suiza, Holanda y España.
Las decisiones oficiales privarán a los atletas españoles de estar presentes en
Melbourne, cuando uno de ellos, el gimnasta Joaquín Blume, que había destacado en
Helsinki, se perfilaba como favorito para los primeros puestos de su especialidad. Su trágica
muerte ocurrida poco después no le permitió lograr una ansiada medalla olímpica.
El ruso Wladimir Kuts sorprendió con su doble victoria en 5.000 y 10.000 metros lisos,
y un americano, Alfred Oerter, inicia con su triunfo en lanzamiento de disco una prodigiosa
serie de victorias olímpicas.
Roma 1960: despertar de atletas africanos.
Roma se vistió de gala del 25 de agosto al 11 de septiembre para acoger la XVII edición
de los Juegos Olímpicos, de los que destacaron las impresionantes instalaciones que
acogieron las diversas modalidades deportivas, mezclando la antigüedad clásica con la
modernidad de la década de los sesenta.
Esta edición pasará a la historia por el gran nivel de las marcas conseguidas, la
aparición de figuras importantes en el mundo del atletismo y el despertar de los atletas
africanos. Estos Juegos fueron los primeros televisados en directo por las cadenas asociadas a
Eurovisión.
España consiguió una medalla en Roma, en hockey sobre hierba. Los jugadores de Ernst
Wilig y Luis Francine obtuvieron el bronce en un emocionante encuentro ante Inglaterra en el
que vencieron por 2-1.
En la final, Pakistán consiguió por primera vez en su historia la medalla de oro, al
derrotar en la final a India.
Por otra parte, el etíope Abebe Bikila protagonizó una auténtica hazaña en Roma al
conseguir la primera medalla de oro para África. Sorprendió a medio mundo al participar y
vencer en el maratón corriendo descalzo.
Destacó también la norteamericana Wilma Rudolph, quien había estado en una silla de
ruedas cuando tenía cuatro años por una grave enfermedad. Su fuerza de voluntad la llevó a
recuperarse y convertirse en Roma en la "gacela negra", al lograr un importante triunfo en los
100 y 200 metros, y formando parte del equipo ganador de los 4x100.
La Reina doña Sofía participó con el equipo griego en el desfile inaugural de Roma.
Doña Sofía estuvo presente durante las competiciones y disfrutó del triunfo de su hermano
Constantino en la prueba de vela.
De Tokio 1964 a Montreal 1976
Tokio 1964: Los juegos de la comunicación.
En 1940, los japoneses no pudieron organizar los Juegos por culpa de la guerra.
Veinticuatro años después se esforzaron por ofrecer al mundo los mejores Juegos de la
historia. La organización nipona y su infraestructura, construida expresamente para la
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ocasión, fueron modélicas.
En Tokio, la técnica se puso plenamente a disposición del deporte y los Juegos abrieron
una nueva página en la historia de la comunicación. Hubieran sido perfectos si no llega a ser
por la lluvia y el frío.
El joven nadador estadounidense Don Schollander, que era estudiante de bachillerato,
estableció el récord de sumar cuatro medallas de oro en unos mismos Juegos Olímpicos (100,
200, 4 x 100 y 4 x 200 metros libres).
El velocista norteamericano Bob Hayes fue el más rápido en la carrera del hectómetro,
prueba en la que batió el récord olímpico, dejándolo en diez segundos exactos. El que por
muchos es considerado como el mejor velocista de la historia se colgó también la medalla de
oro en el relevo 4 x 100 metros.
La expedición española, encabezada por Miguel Torres, desfiló durante la inauguración
con el ilusionante objetivo de superar la medalla de bronce que la selección de hockey sobre
hierba había obtenido cuatro años antes. El equipo de hockey llegó a los cuartos de final ante
Pakistán sin conocer la derrota, pero los pakistaníes, que se alzaron con la medalla de oro,
vencieron por 3-0. Después, España perdió contra Australia (3-2) y quedó clasificada en
cuarto lugar.
En ciclismo, el español José López Rodríguez rodó escapado junto a un ruso durante
gran parte de la prueba de fondo en carretera, pero al final López acabó quinto tras un sprint
irregular. En boxeo, Valentín Lorén pasó a la historia de los Juegos Olímpicos al ser
descalificado por agredir al árbitro.
México 1968: El "Black Power".
1968 pasará a la historia no sólo por la celebración de la XVIII edición de los Juegos
Olímpicos de la era moderna, sino por los acontecimientos históricos que rodearon ese año,
con los asesinatos de Martin Luther King y Robert Kennedy, así como el raro ambiente
mundial tras las revueltas de la "Primavera de Praga", el mayo francés y los incidentes del
movimiento estudiantil que estuvieron a punto de cancelar la aventura olímpica.
Al final, México acogió unos Juegos caracterizados por las impresionantes marcas
conseguidas (se llegaron a batir 257 plusmarcas olímpicas y 17 de ellas fueron mundiales),
destacando el impresionante salto y marca de Bob Beamon (8,90 metros), que dio la vuelta al
mundo.
Junto a los récords conseguidos en la ciudad azteca, México vivió los Juegos del "Black
Power" donde los atletas de color reivindicaron la igualdad racial en Estados Unidos,
encabezados por los atletas Tommie Smith y John Carlos (oro y bronce en los 200 metros),
acompañados por el resto de compatriotas estadounidenses. A los pocos días ambos
deportistas fueron expulsados de la Villa Olímpica por parte del COI por lo acontecido en el
podio del estadio Azteca.
La nadadora norteamericana Debbie Mayer, con 16 años, fue la gran estrella de los
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Juegos al dominar la prueba de natación. Debbie Mayer fue la única deportista que ganó tres
medallas de oro en México, imponiéndose pese a su juventud, en las pruebas de los 200, 400
y 800 metros estilos.
España tuvo el honor de acoger por primera vez en su historia el paso de la antorcha
olímpica por suelo español. De camino a tierras mexicanas, el fuego sagrado pasó de
Barcelona a Palos de Moguer, pasando por Madrid. Cristóbal Colón de Carvajal tuvo el honor
de realizar el último relevo en tierras españolas. Juan Antonio Samaranch, en ese momento
miembro del Comité Olímpico Español, fue uno de los privilegiados de portar entre sus
manos la antorcha olímpica.
La expedición española, con una participación no tan amplia como la de Roma, no tuvo
una brillante actuación en México, donde no consiguió ninguna medalla en las modalidades
oficiales, pero sí en los deportes de exhibición como el tenis o las pruebas de pelota. La
'armada española' de tenis consiguió tres medallas: Santana y Orantes, oro y plata,
respectivamente tras disputar la final de los individuales, mientras que en la final de dobles, el
oro fue para la pareja formada por Manolo Santana y José Luis Arilla.
Munich 1972: Tragedia Terrorista.
Treinta y seis años después de que Alemania fuese sede olímpica, la decisión del COI
otorgaba de nuevo a los anfitriones germanos la organización de los Juegos de la XX
Olimpiada, en esta ocasión en Múnich. Sin embargo, el escaparate olímpico iba ser asaltado
por facciones fanáticas deseosas de notoriedad, que dejaron un saldo de sangre y terror como
espantoso testimonio.
El 5 de septiembre, un comando del Movimiento para la Liberación de Palestina invadió
los aposentos del equipo israelí, matando a uno de sus miembros e hiriendo a otro y
secuestrando como rehenes al resto. Los terroristas pidieron como reivindicación la liberación
de 250 palestinos presos en Israel.
Gobierno, embajadas, policías y mandos deportivos actúan febrilmente para lograr una
solución. Al fin, de noche, haciendo creer al comando la aceptación de sus condiciones, son
llevados en helicóptero a un aeropuerto, donde les esperan expertos tiradores de precisión. El
tiroteo finalizó con un total de quince cuerpos sin vida, nueve rehenes, cinco terroristas y un
policía alemán. Un dramático balance para la historia olímpica.
El amargo signo del 72 también tuvo sus fases de gloria competitiva: el nadador
americano Mark Spitz, cumpliendo los pronósticos, se colgó del pecho siete medallas de oro,
y la gimnasta soviética Olga Korbut acaparó los primeros puestos y el afecto y la admiración
del público.
De la actuación española en Múnich, merecen destacarse el cuarto puesto de Mariano
Haro en 10.000 metros y la medalla de bronce en boxeo de Enrique Rodríguez de la Cal en la
categoría de minimosca. El ciclista Jaime Huélamo fue desposeído de la medalla de bronce
acusado de dopaje, y Don Juan Carlos de Borbón, entonces Príncipe de España, participó en
vela en la clase "Dragón"
Montreal 1976: Nadia Comaneci, la novia de los juegos.
Montreal ofreció al festival olímpico el mayor complejo deportivo conocido, con un
cómodo y majestuoso estadio con capacidad para 70.000 espectadores, un gigantesco parking
cubierto, el más grande del mundo y unos terrenos de competición protegidos de la nieve y el
hielo por un enorme techo, sostenido por una torre de 160 metros de altura.
De nuevo las circunstancias políticas tuvieron incidencia en los Juegos y algunas
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delegaciones africanas solicitaron la exclusión de Nueva Zelanda por haber jugado un equipo
de este país unos encuentros de rugby con conjuntos de Sudáfrica, país excluido del COI por
su política racista.
El Comité Internacional no aceptó la exclusión y veinticuatro países africanos se
retiraron de los Juegos Olímpicos, quedándose fuera destacados atletas de fama mundial
como Akii Bua o el plusmarquista mundial de los 1.500, Filbert Bayi.
No obstante, la figura será Nadia Comaneci, "la novia de Montreal", una niña rumana
de 14 años, de rostro triste y figura esbelta, que consiguió el insólito registro de siete dieces
en gimnasia.
España cuajó un excelente papel en vela y piragüismo. Gorostegui y Millet obtuvieron
la medalla de plata en el 470 y José María Esteban Celorrio, Ramos Misionés, Herminio
Menéndez y José Díaz Flor se clasificaron en segundo lugar en K-4.
De Moscú 1980 a Barcelona 1992
Moscú 1980: El boicot norteamericano.
Los Juegos se habían adjudicado a Moscú en la Sesión del COI celebrada en Viena en
1974. Pero dos años antes se había producido la invasión soviética de Afganistán, lo que
provocó airadas reacciones internacionales. Estados Unidos anunció la cancelación de todo
tipo de acuerdo con la URSS, hasta el impulso de una campaña occidental para boicotear los
Juegos, medida que fue apoyada por el Consejo de Ministros de Europa.
El 3 de enero de 1980, el presidente estadounidense Jimmy Carter anunciaba
oficialmente la decisión de boicotear los Juegos de Moscú, campaña que sería secundada de
inmediato por Alemania Federal, Japón, Canadá, Kenia y China.
Pese a ello, en Moscú'80 se contabilizaron 33 nuevos récords del mundo y sus actos
ceremoniales fueron espectaculares. El soviético Wladimir Salinkov consiguió tres medallas
de oro en natación, bajando por primera vez en 1.500 de los 15 minutos. Sus 14:58 fueron
toda una proeza como la conseguida por la alemana oriental Barbara Krause en 100 metros
libres, al bajar de 55 segundos (hizo 54.79).
En Moscú la delegación española compuesta por 221 representantes compitió en
dieciocho deportes y obtuvo seis medallas, el mejor resultado de la historia hasta ese
momento. Alejandro Abascal y Miguel Noguer fueron primeros en la clase "Flying
Dutchman" de vela. En natación, López Zubero conquistó la medalla de bronce en 100 metros
mariposa, y en atletismo Jordi Llopart la medalla de plata en 50 kilómetros marcha.
Sin embargo, el gran acontecimiento histórico-olímpico de Moscú'80 tuvo lugar el 16 de
julio, fecha en la que Juan Antonio Samaranch era elegido presidente del COI, la más alta
cota de dirección deportiva a nivel mundial.
Los Ángeles 1984: Devolución del boicot por la URSS.
Para los Juegos de 1984 la candidatura de Los Ángeles se presentó en solitario y la
adjudicación obviamente no ofreció dudas. El astronómico coste a que ascendió el gasto
originado por las dos anteriores ediciones olímpicas fue determinante elemento disuasorio
para cualquier tipo de competencias.
En Los Ángeles tendría lugar también la segunda y esperada secuencia del boicot
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olímpico iniciado de forma múltiple cuatro años atrás. El 9 de mayo de 1984, la URSS
comunicaba de forma oficial su decisión de no acudir a los Juegos bajo el pretexto de la
inseguridad que ofrecía a su delegación la "histeria antisoviética" que se respiraba en Estados
Unidos. Este pronunciamiento trajo consigo un cúmulo de adhesiones en cadena, y Bulgaria,
la RDA, Vietnam, Etiopía, Corea del Norte y Angola se unieron al boicot.
Carl Lewis igualó la hazaña de su hermano de raza Jesse Owens y sin esfuerzo aparente
consiguió la medalla de oro en 100, 200, 4x100 y longitud. Otro americano de color, Edwin
Moses, triunfó con autoridad en los 400 metros vallas, consiguiendo en la prueba su victoria
consecutiva número 105 y repitiendo el éxito que ocho años atrás obtuviera en Montreal.
El equipo de España cuajó una excelente actuación con la medalla de bronce obtenida
por José Manuel Abascal en los 1.500 metros, detrás solo de Sebastian Coe y Steve Cram. La
final de baloncesto mantuvo en vigilia a todo el país para presenciar el encuentro contra
Estados Unidos, que perdería por 96-65 y que daría opción a la histórica medalla de plata.
Luis Doreste y Roberto Molina consiguieron el oro en la regata de 470; Lasurtegui y
Climent fueron plata en remo; y Mínguez y Suárez, bronce en K-2 en la distancia de 500
metros.
El 17 de octubre de 1986 se adjudicaron en Sesión del COI los Juegos de la XXV Olimpiada
para el año 1992 a Barcelona que concursaba en aquella ocasión con las candidaturas de París,
Amsterdam, Brisbane, Belgrado y Birmingham.
Seul 1988: el escándalo del dopaje.
Seis países solidarios con Corea del Norte boicotearon los Juegos de Seúl. Sin embargo,
el primer récord batido en 1988 fue la participación masiva. Después de tres olimpiadas
precedentes devaluadas y deslucidas por los absurdos boicots, en Seúl se congregaron 160
Comités Olímpicos que enviarían a competir a 9.147 atletas, doble plusmarca participativa
que auguraba buenos presagios.
Un total de 19 récords mundiales y 47 olímpicos son el claro exponente del nivel
deportivo alcanzado en la competición. Sin embargo, los Juegos de Seúl quedarán
identificados con la plaga del dopaje, contra la que el COI tomó radical postura por considerar
tal hecho, no sólo un gravísimo peligro para la salud del atleta sino también una trampa.
El canadiense Ben Johnson fue descalificado por dopaje, después de conquistar la
medalla de oro y batir el récord del mundo en los 100 metros lisos, y el escándalo estalló a
nivel mundial.
Una pareja de atletas americanos de color fueron las grandes figuras del atletismo.
Florence Griffith, medalla de oro en 100, 200 y 4x100, y plata en 4x400, y Carl Lewis, oro en
100 metros y salto de longitud y plata en 200 metros. La alemana Kristin Otto consiguió seis
medallas de oro en natación, proeza nunca conseguida por una mujer.
La participación española obtuvo unos resultados discretos. José Luis Doreste consiguió
la medalla de oro en la clase Finn de vela, y Emilio Sánchez Vicario y Sergio Casal
obtuvieron la de plata en tenis, en dobles.
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Barcelona 1992: el éxito español.
Barcelona ostentaba el récord de vocación olímpica tras haber concursado sin éxito en
las designaciones para los Juegos de 1924, 1936, 1940 y 1972. Cuando Barcelona ganó la
puja para la organización de los Juegos Olímpicos para el año 1992, una ilusionada y
generalizada solidaridad sacudió las instituciones y al pueblo español ante el evento.
El Plan A.D.O (Asociación de Deportes Olímpicos) permitió por primera vez en la
historia una adecuada preparación deportiva, produciendo el insospechado resultado
competitivo de veintidós medallas olímpicas (trece de oro, siete de plata y dos de bronce).
La Familia Real en pleno asistió constantemente a todas las competiciones para animar
y estimular con su presencia a los atletas españoles, siendo apoteósica la final de fútbol, en la
que el equipo español obtuvo la medalla de oro frente a Polonia. El Príncipe Felipe fue el
abanderado del equipo español.
La hospitalaria acogida tradicional del pueblo español se hizo patente a nivel universal
con los Juegos de Barcelona'92, en los que participaron más de cien mil voluntarios.
En el palmarés olímpico escribieron sus nombres deportistas como Fermín Cacho y
Daniel Plaza, medalla de oro en las pruebas de 1.500 metros y 20 kilómetros de marcha,
respectivamente.
Fueron también campeones olímpicos las judokas Miriam Blasco (56 kilos) y Almudena
Muñoz (52 kilos), el nadador Martín López Zubero (200 metros espalda), el ciclista José
Manuel Moreno (kilómetro contra el reloj) y la selección de hockey femenino, entre muchas
otras medallas.
En baloncesto, destacó la presencia por vez primera de los jugadores profesionales de la
NBA. El llamado "Dream Team" asombró en el Palau Sant Jordi, al conjuntar a un equipo de
estrellas encabezado por Michael Jordan, Magic Johnson y Larry Bird.
De Atlanta 1996 a Atenas 2004
Atlanta 1996: Los juegos del centenario.
A los Juegos del Centenario del moderno olimpismo optaron como ciudades candidatas
Atenas, Atlanta, Belgrado, Manchester y Toronto. Atenas con su eslogan de los Juegos de
Oro, partía como favorita para el sector culturalista del olimpismo, que evaluaba en su justa
medida los poderosos condicionantes de tradición, arte y cultura.
Pero en la votación final celebrada el 18 de septiembre de 1990 en Tokio, la capital
americana del estado de Georgia, Atlanta, se alzó con el triunfo, otorgándose por cuarta vez al
patronazgo estadounidense la organización de unos Juegos de verano (San Louis 1904 y Los
Ángeles 1932 y 1988).
Por primera vez estuvieron presentes todos los Comités Olímpicos Nacionales (197). La
participación superó la barrera de los 10.000 deportistas (10.320). En el apartado negativo
destacó el estallido de un artefacto en un parque junto a la villa olímpica, que se saldó con dos
muertos y once heridos.
En el aspecto deportivo, el estadounidense Carl Lewis culminó su extraordinaria carrera
deportiva con su cuarto título olímpico en salto de longitud, y su compatriota Michael
Johnson logró el doblete en los 200 y 400 metros.
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El equipo español volvió a protagonizar una notable actuación gracias, en buena parte,
al programa ADO que realizó un meticuloso plan de preparación deportiva. Destacaron las
medallas de oro del equipo femenino de gimnasia artística (competición por equipos), del
equipo masculino de waterpolo, la de Miguel Indurain (contrarreloj individual) y las de
Fernando León y José Luis Ballester en la clase Tornado de vela.
Sydney 2000: la piscina, gran protagonista.
Los de Sydney 2000 fueron los últimos Juegos de Juan Antonio Samaranch, que durante
la celebración de los mismos además perdió a su mujer, como presidente del Comité
Olímpico Internacional (COI) y pasaron, como él mismo dijo, como "los mejores de la
historia".
Los del 2000 tuvieron en las aguas del Acuatic Center de Sydney a sus grandes
protagonistas, recogiéndose hasta 14 plusmarcas. El pulso entre el héroe local Ian Torpe y el
holandés Pieter van den Hoogenband marcaron las pruebas de natación. El 'Torpedo' sufrió
una dolora derrota en los 200 metros libres a manos de 'VDH', que de paso le arrebató el
récord mundial.
Ambos fueron dos de las grandes estrellas de la disciplina acuática, pues el australiano
sumaría tres oros (dos por relevos y los 400 metros libres) y una plata. El 'oranje' firmó un
'doblete' en los 100 y 200 metros libres, con sendas plusmarcas incluidas, siendo además el
primer hombre en nadar el hectómetro por debajo de los 48 segundos.
Otros de los nombres propios de Sydney fueron el mítico británico Steven Redgrave,
primer remero en subir a lo más alto del podio en cinco Juegos consecutivos, así como el ruso
Alexei Nemov, que sumó seis medallas en gimnasia -dos oros, una plata y tres bronces- y la
americana Marion Jones, reina de las pistas con cinco metales.
La actuación española tocó su fondo de los últimos tiempos al apenas poder sumar 11
medallas -cinco oros, tres platas y cinco bronces-, en una actuación bastante decepcionante.
Esta pobre actuación llevó a España a ocupar el vigesimo quinto lugar en el medallero.
Joan Llaneras en ciclismo, Gervasio Deferr en gimnasia e Isabel Fernández en judo
fueron quienes hicieron sonar el himno español en las antípodas. Además, dos mitos del
deporte español, Manel Estiarte -waterpolo- e Inaki Urdangarín -balonmano- dijeron adiós a
la alta competición.
Atenas 2004: evocando la historia
Los XXVIII Juegos Olímpicos de Verano se celebraron en A Atenas, Grecia, desde el 13 de
agosto al 29 del mismo mes de 2004. Durante 17 días se celebraron los eventos deportivos
más grandes y costosos de la historia, reuniendo a delegados de 202 países y más de 11 mil
atletas.
Sus mascotas oficiales fueron Atenea (#¸·½±) y Febo (¦¿¯²¿Â), llamados así en honor de
la diosa Atenea y de su hermano Apolo, antiguos protectores de la ciudad.
El símbolo del evento fue la corona de laurel, dado su significado en la antigua Grecia y
en sus primeros Juegos Olímpicos; por ello se impuso una corona semejante a los tres
medallistas de cada prueba.
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