Dinosaurios a Volar - MCalviño

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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
Prof. Manuel Calviño
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
Prof. Manuel Calviño
Índice
Breve introducción (musical)…………………………………………………………………………………………….….. 3
DINOSAURIOS... A VOLAR ! Demandas de desarrollo para la psicología en el advenimiento y despliegue de los
2000.
…………………………………………………………………………………………………………………………………..4
MIRAR Y HACER PSICOLOGÍA EN Y DESDE CUBA o LA PSICOLOGÍA HA MUERTO.LARGA VIDA A LA
PSICOLOGÍA. Muy breve ensayo sobre el paso de un modo de vida a otro y la aprobación de los monumentos a
construir para contrarrestar el olvido…………….…………………………………………………………………..….. 15
REFLEXIONES EPISTÉMICAS en PSICOTERAPIA de GRUPO. COPY and PASTE. Un REMAKE aún necesario.
……………………………………………………………………………………………………………………………….. 36
ANTES DE LLEGAR AL FUTURO. Meditaciones probablemente antiguas sobre cosas modernas y posmodernas.
……………………………………………………………………………………………………………………………….. 61
Más allá de la psicología, de la medicina y de la enseñanza : LA FELICIDAD HUMANA.
……………………………………………………………………………………………………………………………..…73
ACCIÓN COMUNITARIA EN SALUD MENTAL: multiplicadores y multiplicandos.
………………………………………………………………………………………………………………………..……...88
LOS VALORES Y EL DESARROLLO ESPIRITUAL. Reflexiones desde la vida cotidiana.
……………………………………………………………………………………………………………………….….… 104
SER PSICOLOGA HOY (y mañana...)
……………………………………………………………………………………………………………………….….… 118
SILENCIOS QUE PIDEN VOZ. Sustentando la función crítica de la comunicación social.
…………………………………………………………………………………………………………………..…………..131
PSICOLOGÍA CON “P” o SICOLOGÍA SIN “P”. Algo más que una letra omitida. Confesiones pecaminosas
de un pecador confeso y voluntario. ………...………………………………………………………………………….153
LA COMUNICACIÓN DE BIEN PÚBLICO Y EL BIEN PÚBLICO DE LA COMUNICACIÓN.
……………………………………………………………………………………………………………………………….168
EL BAILADOR CRÍTICO. PENSANDO en la FORMACIÓN DESPUÉS de la
FORMACIÓN y en OTROS ESCENARIOS.
……………………………………………………………………………………………………………………………….189
MÁS ALLA DEL PRINCIPIO DEL PLACER:
EL PRINCIPIO DEL SABER. El derecho de saber y el deber de hacer saber……………………………..………206
EL BIENESTAR FAMILIAR ENTRE LA TRANSVERSALIDAD Y
LA DIÁSPORA MEDIÁTICA. El Mamut y otras historias…………………………………………………….….……..229
FREUD EN LA HABANA. Apuntes sobre la sexualidad del cubano……………………………………….….……..247
PSICOLOGÍA E INVISIBILIDAD. El no “extraño” caso de los públicos
y las audiencias invisibles……………………………………………………………………………………..….……….256
LAS PSICÓLOGAS y LOS PSICÓLOGOS CUBANOS DECIMOS NO A LA GUERRA
………………………………………………………………………………………………………..,………..……...…… 271
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Breve introducción (musical)
“Vivo en un país libre
cual solamente puede ser libre
en esta tierra, en este instante
y soy feliz porque soy gigante.
Amo a una mujer clara
que amo y me ama
sin pedir nada
—o casi nada,
que no es lo mismo
pero es igual—.
Y si esto fuera poco,
tengo mis cantos
que poco a poco
muelo y rehago
habitando el tiempo,
como le cuadra
a un hombre despierto.
Soy feliz,
soy un hombre feliz,
y quiero que me perdonen
por este día
los muertos de mi felicidad”
Vivo en el mismo país que Silvio. Y más allá de nuestros amores particulares, amamos a la
misma mujer clara, la que “merece amor” y que llamamos Cuba. Somos de una misma
generación de cubanos. Somos amigos. “Si esto fuera poco” él tiene sus cantos “que poco a
poco” muele y rehace habitando el tiempo. Si esto fuera poco, yo tengo mis escritos, que también
muelo y rehago habitando el tiempo.
Entonces cuando otro amigo, hermano, Nelson Zicavo, me dijo: “¿Tenés algo que podamos
publicar para apoyar tu estancia en la Universidad?”, pensé: puedo moler y rehacer escritos… es
también un modo de habitar el tiempo y sobre todo de compartir con ustedes. Son textos, eso si,
intertextuados, como si se citaran a sí mismos. Fueron leídos en diferentes escenarios, por eso se
intersectan, se repiten, como reafirmando (no del todo) aquella frase rusa: “la repetición es la
madre del aprendizajes”.
Agradezco a las autoridades universitarias este privilegio que me hace deudor-colaborador.
Agradezco a Nelson, amigo y compañero de muchas batallas. Agradezco a AMAPSI que se hace
cargo ahora de la versión digital. A Marcos Muruesta, siempre instigador. Les agradezco a
ustedes que me van a regalar un pedazo de su tiempo para leer cosas que apenas he juntado
desde la ansiedad, sin preocuparme mucho por repeticiones o ausencias.
Sobre todo gracias por ser, ahora mismo, los vivos de mi felicidad.
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DINOSAURIOS... A VOLAR !
Demandas de desarrollo para la psicología en el
advenimiento y despliegue de los 2000.
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En algún momento este escrito fue una carta para mis compañeros de profesión. Se acercaba el fin
del milenio y no quería desaprovechar la oportunidad sin “pedir un deseo”. La mayoría de los
psicólogos en Cuba hicimos nuestra formación básica entre los sesenta y los ochenta. Muy influidos
por la complacencia lógica de los procesos victoriosos. Pero, al mirarme a mí mismo, comencé a
sentir que me estaba sentando en las sillas, esas de las que Silvio dice: “El que siga un buen camino
tendrá sillas peligrosas que lo inviten a parar”. La diatriba no es contra nadie. Es contra todos. Es
contra mí mismo. Es como la crítica: nunca es buena si no es también autocrítica.
Las verdades más espinosas acaban por ser escuchadas y reconocidas
una vez que los intereses heridos y los afectos por ellos despertados
han desahogado su violencia.
Siempre han pasado así.
Sigmund Freud
Los que la amamos tenemos que tratar de pensar,
hoy más que nunca,
qué es esto que la está cambiando y
hacia dónde y para qué.
Fernando Calderón
Los primeros dinosaurios eran pequeños, de estructura liviana, bípedos. No tenían ni autoridad ni
poder, solo ansias: ansias de vivir, de hacer, de crecer - "éramos tan jóvenes". Durante los
periodos jurásico y cretácico, los dinosaurios evolucionaron hacia una gran variedad de tipos
adaptativos, muchos de los cuales alcanzaron un tamaño colosal. Entonces si fueron figuras
destacadas,
figuras
poderosas,
imponentes,
algunos
fueron
hasta
reconocidos
internacionalmente. De estos, algunos se encargaron de una interpretación bastante errada de lo
que significa la "dictadura del proletariado" y se constituyeron lamentablemente como una
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"dinosauriocracia oligárquica". Generaron un mal principio de funcionamiento: "nunca se sabe
quién tiene la razón, pero es fácil saber quién tiene el poder". Pero no se les adjudican malas
intenciones, sino comprensiones unipersonales, falta de interacción con la manada, "creérselo
demasiado". En realidad confundieron (confundimos, no estoy fuera del juego) la razón con el
poder. Soy de los convencidos de que la megalomanía no necesariamente es una enfermedad,
puede ser también un mecanismo de adaptación, puede que hasta sea un estadio del desarrollo.
Que aquellos lagartijos pequeños hayan desaparecido es algo que seguramente no extraña a
nadie. Lo que es difícil de comprender es cómo los otros, los grandes saurios, animales tan
majestuosos, fuertes y dominantes como el tiranosaurio, por ejemplo, corrieron la terrible suerte
de la extinción. Los especialistas han dado diversas explicaciones. Como siempre una buena
parte de ellas son verdaderos monumentos a la fantasía. La mayoría de las personas piensa que
los dinosaurios desaparecieron gradualmente a lo largo del periodo cretácico superior: "A todo el
mundo le llega su hora, nadie se salva del pie forzado". Algunos hablan de un gran asteroide que
impactó contra la tierra entre el periodo cretácico y la era terciaria, hace unos 65 millones de
años, creando una suerte de "periodo especial" que pudo haber producido ciertos cambios que
afectaron a todo lo que vivía. Sin embargo, parece ser que la gran mayoría de los dinosaurios ya
se habían extinguido por ese tiempo.
La representación más contundente, siguiendo el principio de la verdad más sencilla, es
simplemente que desaparecieron porque NO EVOLUCIONARON. Probablemente estaban tan
orgullosos y contentos de ser dinosaurios que se mantuvieron firmes hasta la desaparición. El
episodio bien pudiera catalogarse de "victoria pírrica" de la dinosauriocracia sobre el intento de la
naturaleza de doblegar su autoridad y poder absoluto. Mal aliento, es decir, poco estimulante lo
que nos deja esta historia para los dinosaurios de hoy.
Sin embargo, no pasó esto exactamente igual con todos los dinosaurios. Parece que algunos
eran un poco más inteligentes y fueron más revolucionarios: “...hay hombres que se resignan a
esa realidad, hay hombres que se adaptan a esa realidad, y hay hombres que no se pueden
resignar ni adaptar a esa realidad y tratan de cambiarla, por eso son revolucionarios” (Castro F.
"Palabras a los intelectuales).
Jack Horner, el inspirador del aventurero Alan Grant, el héroe del "Parque Jurásico", durante sus
largos años de trabajo dice haber desenterrado y obviamente examinado más de cincuenta mil
dinosaurios. Sus hipótesis convencen por su carácter novedoso, hasta intrépido, sin demeritar el
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arsenal factológico acumulado. En una de las tantas entrevistas que lo han hecho un personaje
popular dijo: "Muchos de los dinosaurios no fueron lagartos, estos más bien eran grandes
pájaros". Hoy es una teoría admitida por la mayoría de los paleontólogos que las aves actuales
evolucionaron a partir de los dinosaurios carnívoros y bípedos. Entonces unos dinosaurios
desaparecieron. Pero otros echaron a volar.
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Zoofílicamente, me consuela más la idea según la cual no todos los dinosaurios desaparecieron,
sino que algunos se fueron volando. No se fueron volando a otro país (lo cual tampoco puede ser
desconsiderado - la migración real y la ficticia: "no llores vida mía que pronto volveré" se ha
tragado a no pocos). Se fueron volando a otro estadio de desarrollo.
Este "volar" de los dinosaurios es todo un símbolo del crecimiento: Es el despliegue de las
capacidades hacia el futuro lo que definitivamente marca la diferencia entre la dialéctica y la
metafísica, y por ende entre el desarrollo y la extinción, la vida y la desaparición. A veces
equivocamos el concepto de trascendencia. Trascendente no es solo y no tanto lo que otros
enarbolan como sustento pretérito, anterior, pasado, de sus sueños, sino sobre todo lo que muta,
lo que se reinscribe en los nuevos contextos discursivos de la vida.
¿Quiénes son los actores en la metáfora que quiero compartir con ustedes?: los actores son los
dinosaurios. Somos los dinosaurios. Y concentrándome en el único espacio en el que me siento
apto para una reflexión seria, la psicología, entonces siempre hablo de los "psi"dinosaurios.
¿Quiénes somos los "psi"dinosaurios?. Somos figuras enmohecidas por el herrumbre
posmoderno. Para algunos nos hemos quedado atrás: Mientras todo lo sólido sigue
desvaneciéndose en el aire, los dinosaurios cantan "quién dijo que todo está perdido. Yo vengo a
ofrecer mi corazón". Mientras el sepulturero del capitalismo anunciado ya en el Manifiesto
Comunista, sigue abriendo la interminable fosa para un muerto con demasiada salud como para
declararlo inexistente, mientras el sepulturero sigue como asalariado de aquél que lo engendró y
lo alimenta, los dinosaurios no quieren esperar a que el desarrollo de las fuerzas productivas
desborde las relaciones de producción existentes. Los dinosaurios repiten con Silviosaurio "si no
creyera, qué cosa fuera". Y creemos en la posibilidad (en la necesidad y en la inevitabilidad) del
cambio social. Creemos en el marxismo como instrumento de trabajo. Muchos de los
psidinosaurios solo existen como imagen en los más jóvenes. Otros como fotos, monumentos,
hasta incluso como paradigmas teóricos.
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Una buena parte de los dinosaurios que más conozco son más o menos de la generación de los
sesenta. De esos años, que como ya he dicho en otras oportunidades, son siempre recordados
por los que hoy cargan con algo más de 45 años como la época dorada: La filosofía del “make
love, not war” (y ciertamente hicimos mucho el "love" y rechazamos mucho la "war", aunque
supimos hacerla cuando la alternativa no fue otra. Las tres “M” revolucionadoras (Marx el Dios,
Mao su espada, Marcuse su profeta). El Mayo rojo francés - siguen las "M". Los hippies. Los
Beatles. Los movimientos guerrilleros de liberación. La Revolución Cubana, con mayúscula. El
Che. Hablo de esa década que podríamos llamar el "Idealicrácico" , bastante posterior al Jurásico
y con no menos éxito de taquilla. Época que devino en un arrebato de humanismo crítico
trascendente, un grito de esperanza y confianza en el ser humano, un basta multiplicado por
millones de voces que con la negativa, la ruptura o la lucha destrozaron la imagen de perfección
edulcorada y falsa que siguiendo las enseñanzas de Dorian Grey la sociedad de clases había
construido para sí. La época de la defensa de las mayorías y de las minorías desde una estética
de las diferencias, una ética humanista fundamental y una ideología cuando menos
revolucionadora. Los dinosaurios que no clamaban posesión, que no querían sencillamente tener.
Reclamaban y exigían el derecho a ser. Mi voto y mi adscripción con los dinosaurios. Soy
marxista ¿y qué?. Sigo creyendo que vale la pena.
Pero no he utilizado la imagen del dinosaurio porque es la crítica más severa que, desde el punto
de vista de los posmodernos, he recibido en los últimos tiempos traída de la mano de los sectores
etarios a los que ya no pertenezco pero a los que miro con sana envidia y con corazón abierto.
Tampoco porque el genio de Spielberg y la astucia de los vendedores de juguetes hayan puesto
de moda a los "reptiles terribles" (traducción castellana de la voz dinosaurio). Ni tan siquiera se
trata, al menos solamente, de que Barney encanta al más pequeño de mis hijos con su voz de
"amiguitos vamos todos a cantar porque
tenemos el corazón feliz". Se me antoja que los
dinosaurios tienen todavía muchas cosas que decirnos. De ellas he logrado descifrar al menos
una y quiero compartirla con ustedes. Dejen volar su imaginación, prepárense para una
asociación libre. Cualquier semejanza no es casual coincidencia.
La psicología en mi país, en nuestro país, aceleró sus pasos ascendentes en épocas marcadas
por la voracidad de los sectores jóvenes que llegaron a ella, más bien que la instituyeron. Un
desarrollo impetuoso construido de una parte con el mimetismo, desde el que también es posible
el descubrimiento de la identidad, de lo propio. Hay quienes creen que la época de la rusificación
psicológica fue, como dicen del turismo algunos políticos, "un mal necesario". Para mí fue una
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suerte. Públicamente quiero agradecer a los que me dejaron crecer ante su imagen especular y
fueron, como los padres somos ante nuestros hijos, blanco de las críticas sobre las que se
construye la identidad. De otra parte, el desarrollo fue marcado con la frescura ecléctica y
pragmática del accionar imprescindible en los escenarios sociales concretos. Hoy una ausencia a
clase es un pecado, cuando muchos de nosotros estudiamos, la ausencia era el modo de asumir
la presencia de la vida. ¿Somos tan malos como para pensar que no se justifica la experiencia?.
En apenas treinta años (estoy considerando que podemos hablar de práctica evidente de la
psicología en Cuba a partir de
los finales de los sesenta) lo hicimos casi todo. Hicimos la
psicología imperfecta : la que no espera a los grandes paradigmas para dar cuenta de su
existencia y de su impacto sobre el cotidiano existencial de las personas y sobre todo en el
proyecto social de la revolución cubana. Hicimos la psicología casi perfecta : la que enarbola a la
teoría como rectora de la realidad vislumbrada en algún que otro espacio fáctico. Hicimos la
psicología pluscuamperfecta : la que "no está ni ahí", como dicen mis hijos. Se dice fácil, pero
haber mantenido abiertos tres centros especializados en la formación de psicólogos, cátedras de
psicología en decenas de otros centros docentes, una presencia reconocida en todos los niveles
del sistema de salud, espacios estables en empresas, fábricas. Haber logrado como gremio un
desempeño profesional exitoso con un déficit de condiciones importante. Haber sobrevivido al
periodo especial con muy pocas bajas: a pesar del dólar que escasea como efecto en las
prácticas "psi", a pesar del "bombo", a pesar de las reducciones económicas, a pesar de la
conversión de especialistas en maleteros, etc. Súmese a esto un elemento saúrico: los
dinosaurios que tenían los cerebros más grandes eran los carnívoros. No se ha podido determinar
si por ser inteligentes eran comedores de carne, o si por ser comedores de carne se tornaron más
inteligentes que los herbívoros. En cualquier caso el tipo de alimentación de la especie
correlacionaba de manera significativa con sus capacidades intelectuales. No es esto una oda a
los gordos (que no me vendría mal). Hablo de lo que es nuestra alimentación profesional básica:
la información, el saber actualizado de lo que se hace y hacen otros. Todo esto y más nos hace
merecedores cuando menos de "rabo y orejas" al decir de las fiestas taurinas. No es esta
lamentablemente la historia reciente de otras profesiones. Me siento orgulloso de mi gremio
"dinosáurico profesional" que ha estado siempre en su geografía simbólica y real: "te fuiste, por
eso perdiste. Yo no. Yo me quedé. Y ahora soy el rey". Toda regla tiene su excepción. Pero la
regla es la dominante instituyente. Los psicólogos nos quedamos.
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Pero del peligro de un proceso de estancamiento no está exento ni el más ferviente seguidor de
los demócritos y heráclitos. El estancamiento no es una decisión de voluntad, sino una marca de
los tiempos, de las vicisitudes, de los multifacéticos determinantes exógenos y endógenos de los
discursos científicos, profesionales y personales. ¿Si los dinosaurios se estancaron por qué no
nosotros?. Creo que en "El Capital" Marx nos recomendaba ser incluso pésimos arquitectos antes
que abejas. Se fundamentaba en la capacidad de anticipación. A Julio Iglesias le faltó
anticipación, por eso tropezó dos veces con la misma piedra.
Conste que no estoy para nada diciendo que estamos en franco proceso de extinción. Estoy
sencillamente afirmando que tenemos síntomas de estancamiento.
Desde mi punto de vista, la psicología que hacemos, la que hemos venido haciendo desde
nuestra vocación humanista, marxista y cubanista, está necesitada de alas. Por su forma, corre el
riesgo de verse convertida en una práctica en exceso dogmatizada, demasiado seria, y, desde un
lado más emocional, por momentos aburrida, cíclica, rutinaria. Y esto corre el tremendo peligro de
erosionar al deseo, al atractivo, a la ansiedad como movilizador esencial de toda práctica
humana, incluso las profesionales y científicas. No deberíamos ser nosotros los que olvidáramos
que desde 1920, año en el Freud terminó de escribir y publicó uno de sus trabajos más
controvertidos y a mi juicio innovador: “Más allá del principio del placer”, está escrita la verídica
suposición psicoanalítica según la cual “el curso de los procesos anímicos es regulado
automáticamente por el principio del placer”. (Freud S.). Se trata de un principio del
funcionamiento psíquico, que como el genial creador del psicoanálisis señala “corresponde a un
funcionamiento primario del aparato anímico". Hace unos años atrás reunido con un grupo de
estudiantes de la Facultad de Psicología les decía que la Psicología necesitaba un “new look” ,
necesita asociarse con lo agradable, defender el principio del placer, lo divertido. Y esto tiene que
ver mucho con la autenticidad, con la improvisación, con el cuestionamiento.
Es contradictorio con la misma idea de la historicidad del pensamiento y de la producción cultural
de la subjetividad pensar que con las mismas categorías, los mismos problemas, los mismos
métodos, etc. se puede año tras año avanzar en una psicología de profundo carácter social:
“...hasta las categorías más abstractas, a pesar de su validez...son, no obstante,...el producto de
condiciones históricas, y no poseen plena validez sino para estas condiciones y dentro del marco
de las mismas." (Marx C.). Recorriendo los pasillos y salones del Palacio de Convenciones,
Centro en el que realizamos nuestro HOMINIS'99 , he tenido por momentos la impresión de estar
en el Psicología 90, y más me he sentido en el "Cristino Naranjo" esperando a que alguien más
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me hable mal del tiburón del almuerzo . Alguien me decía en estos días: "algunas sesiones me
han servido de repaso de lo que estudié hace 15 años".
¿Duda alguien de que la realidad en la que vivimos es distinta a la de aquellos días?. ¿Es posible
pensar que con el mismo discurso se pueden decir distintas cosas?. Obviamente, están las
deudas. La Ciencia Psicológica siempre tendrá deudas. "El residual irresuelto", podríamos decir
con Watzlawick. El saber de nuestra disciplina nunca es completo. En su incompletitud está
también su capacidad de automovimiento. En su falta está el desarrollo indetenible de su objeto
de estudio. Pero las deudas con el pasado no deben ser las marcas instituyentes del discurso de
hoy. Que el genio de Vygotsky no haya sido reconocido en su época no es razón suficiente como
para repetir sus ideas en su versión original (¿alguien puede decir cuál es la versión original?). La
defensa del enfoque histórico cultural tiene sus razones en hoy. En el ayer, solo tiene parte de su
experiencia.
Las referencias históricas tienen sobre todo un carácter de “base orientadora”. Su sentido propio
es el de “dar una orientación para la búsqueda” y no podrán dar jamás el resultado de la
búsqueda misma. Es eso también parte del sentido del marxismo para la psicología. El sentido de
mi adscripción al marxismo significa, entre otras cosas, el encuentro de una base orientadora.
Considero que las bases orientadoras de la Psicología tienden a encontrarse en obras cuya
contemporaneidad no reside en su año de publicación sino en los problemas que plantean y las
alternativas de reflexión que encierran. Como dice Juan Carlos de Brasi en el prólogo al libro
“Clínica Grupal, Clínica Institucional”, “…los viejos autores, siempre podrán ser los nuevos actores
de un pensamiento inacabado”. Pero las bases orientadoras no son las prácticas concretas que
de ellas puedan desprenderse.
No hay dudas de que existen epistemologías relegadas en nuestra disciplina, voces poco o mal
escuchadas, y traerlas a escena es en ocasiones poder hacerse cargo al fin de su valor.
Definitivamente y por suerte, hay cosas de las ciencias que resultan menos movidas por los
embates de la contemporaneidad, la moda, lo último que se publica. En un excelente trabajo que
leí hace muy poco se hace una cita a Limentani A. que dice: “Mucho de lo que hoy se escribe no
está dirigido tanto a decir algo particularmente nuevo, como a averiguar por qué hacemos ciertas
cosas y si no hay maneras diferentes de hacerlas”. Pero no confundamos esto con la repetición
que resulta hasta destructiva del posible contenido contemporáneo de sus supuestas fuentes de
origen.
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Por momentos tengo la sensación de que una mala versión de "la honda retro" típicamente
posmoderna parece ganar espacio en nuestro ámbito profesional. La diversificación del escenario
profesional de la psicología me parece más que buena imprescindible. Pero de ahí a pensar que
retrotraer la historia, con adicciones a discursos textuales con más pasado que presente, es una
alternativa, es partir, cuando menos, de una ingenuidad poco comprometida. Más allá de mis
defensas más que explícitas a la diversidad y a la asimilación crítica del saber psicoanalítico,
considero que intentar edificar una institución psicoanalítica, por solo poner un ejemplo, a esta
altura del juego, siguiendo las tradiciones más arcaicas y ya pasadas de época de la
"gerontocracia psicoanalítica", es algo así como crear un partido bolchevique en la Antártida a la
usanza de los años veinte. Todo tiene su momento. Para quien pasa el momento, la supuesta
recuperación recuerda aquella idea de que las cosas ocurren una vez como drama, pero cuando
se repiten, entonces parecen caricaturas humorísticas. Hasta Luis Miguel sabe que "el beso que
negaste ya no lo puedes dar". Se imaginan a los dinosaurios del "Parque Jurásico" deleitándose
con un plato de picadillo de soya. La mirada al pasado es para construir lo nuevo, no para negar
el presente.
En nuestras prácticas, sobre todo investigativas, la impronta positivista, por ejemplo, sigue siendo
marcada. El dato se concibe como un hecho dentro de la inspiración positivista, los modelos
lógicos de sustentación de la certeza son esencialmente los que defendieron por mucho tiempo
Scott y Wertheimer. Pero no es esto lo peor: con frecuencia nada despreciable la contraposición
metodológica a esta suerte de positivismo bien intencionado es tan endeble que sin duda la
prominencia positiva sarcásticamente se vuelve a imponer. Tal es el caso del mal uso y abuso de
supuestas técnicas cualitativas. Una suerte de destrucción metodológica elemental, se ha visto
favorecida por la falta de seriedad , de profesionalismo y hasta un sentimiento de “inmunidad” e
“impunidad” de algunos que sin saberlo son cómplices de la desarticulación del saber y el hacer
científico y profesional. Basta con el sentido común, parecen decir algunos "maldefensores" de la
epistemología cualitativa, para hacer ciencia. Olvidan que el sentido común es el menos común
de todos los sentidos. Más aún, olvidan que la ciencia es sobre todo una exigencia que trasciende
al sentido común lo mismo para negarlo que para defenderlo.
Junto a esto considero que el “discurso científico más oficial” , edulcorado y encartonado, no ha
dejado florecer un discurso opinático, más libre de atavismos y de exigencias. Posiblemente
menos riguroso, pero no por esto menos importante en el panorama integral discursivo de una
disciplina de vocación humanista y de confirmación social como la psicología. En el fondo es la
misma visión torquemadiana que sancionaba la obra freudiana por su falta de cientificidad en los
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métodos de recolección de datos, la ausencia de cálculos de significación en sus hallazgos,etc.
No sé cómo no se les ocurrió hacer la misma crítica a Marx y Engels, si en definitiva, como me
dijo un alumno, nadie ha logrado poner a trabajar a un grupo de monos y al final constatar que se
convierten en hombres y empiezan a hablar. “Todo al fuego” sentenció Martí. Todo al fuego para
fundir una nueva disciplina más enraizada en su realidad.
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Nuestra disciplina tiene que hacerse cargo de su responsabilidad cultural. "Una revolución solo
puede ser hija de la cultura y de las ideas" (Castro F. Discurso pronunciado en el Aula Magna de
la Universidad Central de Venezuela). La Psicología es productora de cultura y de ideas, pero no
"per se", sino bajo la acción de profesionales que se comprometan en su pensar, en su decir y en
su hacer con dicha producción. La cultura no es la producción o el escenario conjuntivo y
entrecruzado de la creación estética y ética de un grupo relativamente exiguo de la sociedad. La
revolución es un proceso de cambio epistemológico. Es la sustitución, y no la renovación, de un
paradigma de vida por otro. La cultura no es tan solo la producción espiritual de todos los
sectores sociales: la cultura es la estructura subjetiva de la libertad, de la identidad, de la
psicología real y concreta de los seres humanos. Para ello necesitamos reforzar nuestras raíces y
robustecerlas con nuestras alas.
Pero quizás lo que considero más crítico es que el centro epistemológico y metodológico de
nuestras acciones sigue muy centrado en una relación de poder. Estoy hablando de aquél poder
que García Márquez representó con tanta claridad en “Del Amor y otros Demonios” cuando el
Marqués de Casalduero, convencido de la inminente desaparición física de su hija por la
mordedura de un perro rabioso, intenta recuperar el tiempo emocional perdido en su relación con
la pequeña Sierva María. Dice entonces: “Le consagró todo su tiempo. Trató de aprender a
peinarla y a tejerle la trenza. Trató de enseñarla a ser blanca de ley, de restaurar para ella sus
sueños fallidos de noble criollo, de quitarle el gusto del escabeche de iguana y el guiso de
armadillo. La intentó casi todo, menos preguntarse si aquél era el modo de hacerla feliz”. Un
preguntar-se cuya única respuesta está en reconocer que el asunto es otros: preguntar-le.
Estamos demasiado convencidos de que lo que hacemos es lo mejor, lo conveniente, lo
adecuado. Seguimos en una posición distante del objeto de nuestro conocimiento que, a
diferencia de otras ciencias, es un ser humano, lo que quiere decir que somos nosotros mismos.
“En lugar de aprender a observarnos y entendernos, tratamos de impedir que nos observen y
entiendan nuestros sujetos” (Devereux G). Quizás nos falta acceder con mesura y alternancia a
esa idea posracionalista según la cual “todas las teorías desarrolladas por el signo individuo, ya
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sean científicas o filosóficas, tienen su fundamento en la emocionalidad y no en la racionalidad, al
tiempo que sin emocionalidad no puede haber racionalidad” (Ruiz A).
Esto que digo no es una renuncia a nuestra reciente tradición marxista, muy por el contrario, es
su profundización. Una comprensión más cabal de la dialéctica de lo absoluto y lo relativo en lo
que a teoría de la verdad se refiere. Una democratización participativa en lo que a construcción
del conocimiento se refiere sin miramientos prejuiciosos de paradigmas de origen ni de posiciones
vinculares de poder. El marxismo es un modo de andar y no un punto de llegada, es un taller de
trabajo y no una exposición de obras maestras. El marxismo es ante todo ”un método de trabajo y
no un conjunto de dogmas...no es una dialéctica verbal, un malabarismo de palabras clave, sino
el descubrimiento activo de la dialéctica de las cosas” (Zazzo R). Dialéctica es su comprensión
dinámica, su centro epistemológico generador de su desarrollo, de su modificación, de su
negación y afirmación, de su unidad y su ruptura.
Se habló en estos días de la alternativa posmoderna. Ya me he pronunciado al respecto. Pero
desde todo lo dicho hasta ahora no sería descubrir un secreto si les digo que me atraen del
posmodernismo algunas cosas. Precisamente aquellas que considero necesita nuestra
comprensión y nuestro hacer en la Psicología. En primer término, ese toque de irreverencia, de
cuestionamiento y no aceptación de lo sacrosanto. La ruptura de los dogmas. No me identifico
con el “abolicionismo radical” típico del estar posmoderno, sino con una actitud más consecuente
con la idea marxista de la historicidad incluso de las categorías, como señalé antes, y de las
representaciones de la ciencia (Marx. C). Me fascina la idea de reencontrarnos con la esencia
crítica del marxismo, esa que siempre utilizamos como instrumento de análisis de lo foráneo, de
lo ajeno, de los distante, pero que poco aplicamos en nuestro propio análisis, en nuestro
autocuestionamiento. Junto a esto, me atrae la posibilidad explícita de dudar, de hacer de las
certezas lugares de cuestionamiento. Y por último me identifico también con ese lenguajear libre y
con capacidad de ser auténticamente espontáneo, sin temor al error, a las interpretaciones.
Es justo decir que en los últimos años algunas cosas se han modificado sensiblemente. El
distanciamiento político y económico con aquella caricatura en la que se ha convertido hoy la
extinta Unión Soviética nos facilitó acelerar el proceso de revisión crítica de nuestras adherencias
y comunidades. Este proceso se venía verificando desde la primera mitad de los ochenta, pero
sin duda alguna se acelera a en el inicio de los noventa. Influencia positiva para esta modificación
ha resultado también nuestra apertura y reencuentro con Latinoamérica, la multiplicación de los
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contactos con otros paradigmas latinoamericanizados. Pero aún estamos desarrollando una
versión de la psicología que no se ha dejado impactar por el mundo contemporáneo allí donde,
desde una visión cuando menos utilitaria, le resultaría conveniente.
Aunque parezca cosa de viejo, me cito a mí mismo: No recuerdo donde leí que “la esencia de la
grandeza radica en la capacidad de optar por la propia realización personal en circunstancias en
que otras personas optan por la locura”. No hay duda que más de una razón para la locura, la
encontramos en una mirada al mundo de hoy, en un palpar nuestra realidad cotidiana. Son
muchas las invitaciones a la locura. Pero tenemos muchas razones para optar por el crecimiento,
por el desarrollo, por un proyecto emancipatorio que robustezca nuestras esperanzas como
anticipo irrevocable de la felicidad. Solo necesitamos que nuestros compromisos no cieguen
nuestra creatividad, que nuestras certezas y convicciones no se conviertan en dogmas
incuestionables, que nuestras ansias de lo nuevo no sean cercenadas por los fantasmas de lo
viejo. Dialéctica es por esencia la apropiación y regeneración de lo nuevo, es contrario a todo lo
que signifique resistencia al cambio, paranoia frente a lo nuevo, confusión dogmatizante entre
contaminación ideológica y transposición intercultural crítica.
"No es necesario renunciar al pasado para entrar en el porvenir. Al cambiar las cosas no es
preciso perderlas". Lo que sí es preciso es saberse reconocer a sí mismo en el nuevo lugar. Ya
gateamos. Ya caminamos. Ya corrimos. Ya saltamos. Ahora necesitamos volar. ¿Será que
alguien prefiere la extinción?. Los dinosaurios lo hicieron. Nuestro instrumento de vuelo es el
pensamiento. Tenemos que volar libremente, pensar libremente. Y, como he dicho en múltiples
ocasiones, repetir con Bacon "creer que no se puede pensar ni se puede hacer es idiotez, hacer
sin querer pensar es fanatismo, pensar pero no hacer es deshonestidad, pero no tener la osadía
ni la decisión de pensar ni intentar hacer, es un acto de cobardía, un suicidio intelectual”.
Dinosaurios A VOLAR.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
Prof. Manuel Calviño
“MIRAR Y HACER PSICOLOGÍA EN Y DESDE CUBA” o
“LA PSICOLOGÍA HA MUERTO.LARGA VIDA A LA
PSICOLOGÍA”.
Muy breve ensayo sobre el paso de un modo de vida a otro
y la aprobación de los monumentos a construir
para contrarrestar el olvido.
Recientemente fui invitado a dictar una Conferencia Magistral en un Congreso Internacional
de Estudiantes de Psicología que se celebró en mi país, Cuba. En Cuba nací y vivo. Cuba
vive en mí en todo momento. Soy Cuba como Cuba es yo en lo que me corresponde. En
Cuba realizo toda mi actividad profesional y despliego mi existencia como individuo. Con
Cuba me hice quien soy y de Cuba soy un defensor comprometido y batallador. De modo
que siempre que hable de lo que hable es desde y en Cuba. Tomo entonces la conferencia de
allá y se las entrego hoy con todo el respeto que Ud. se merecen y que por ustedes siento.
Les pido sí un poco de tolerancia. Me reconozco provocador. Pero siempre desde el respeto y
la solidaridad hacia cualquier postura diferente a la que aquí expreso. Respetar es el mejor
modo de ser respetado.
“Solamente puede ser científico
lo que sea discutible”
Demo P.
Hace apenas unos meses, dado el actual retraso en las comunicaciones producido por
interrupciones telefónicas, ciclones, lluvias moderadas, passwords olvidados, máquinas
ocupadas, congestiones en la línea, “el número no está asignado a ningún abonado”, no hay
tiempo de máquina, etc....
(por cierto, que cosa esta de las comunicaciones: Las “no –line” son tildadas de viejas,
huelen a protohistoria. Las online, sin embargo, aunque sean viejas, como llegan en
“tiempo real” gozan del artificio alucinatorio de la inmediatez generalizada: una suerte
de trasposición categorial del reloj a la historia. El aquí-ahora como sinónimo del país
peterpaniano de “nuncajamas”. Lo online es por definición nuevo. Ya esto no es la
protohitoria. Peor aún: la “poto-historia”... al decir chileno)
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
Prof. Manuel Calviño
decía que hace unos días, con narcicística avidez me lancé a la lectura de una publicación
“online” que referenciaba a su vez otra lectura “online” (esta última en pdf = para disminuir
facilidades) del Review of General Psychology Vol. 6, No. 2, 2002.
Un sugerente título me
prometía encontrar a los “100 psicólogos más eminentes del siglo XX”. Con total premura sin leer
siquiera los nombres de los autores y muchos menos los criterios de selección, fui directamente a
la lista. Fui, como pueden suponer, a buscar mi nombre y el de mis “cuates”. Pero.... ¿ustedes no
lo podrán creer?, que terrible decepción: No estaba ni mi nombre ni el de ninguno de mis amigos.
Una lista inmensa de eminentes no había ningún amigo. Que falta de respeto.
El trabajo,
anglosajón al fin y al cabo, contiene, por mandato de lo mejor de las estadísticas tradicionales,
una lista de 99 escaños (puro artificio estadístico para ponderar las posiciones). “Ah! - pensé
inicialmente -, obviamente es un error de la Revista. Seguramente el nombre que falta es el mío.
El 100 soy yo” (estuve a punto de decirlo a todos mis amigos). Pero no. No había error. Nos
dejaron fuera.
(quizás los que confeccionaron la lista no saben que según www.vidaspasadas.com en mi anterior
encarnación terrenal yo era mujer. Nací en algún lugar cerca del territorio de Nueva Zelanda en el
año de 1350. Fui de profesión banquero, usurero, o juez - las tres cosas son más o menos lo
mismo...lo que no entiendo es como siendo mujer logré ser alguna de esas tres cosas -. Tenía
talento natural para la Psicologia y sabía cómo aprovechar las oportunidades. Era de sangre fría y
calmada en muchas situaciones. Además mi vida pasada me enseñó, para la presente, a amar y
comprender el universo. Ser natural para lo sentimental, lo espiritual, lo fantástico y lo oculto.....
¿para qué cambié de vida?)
Como quiera que según Deveraux el camino del científico comienza con la ansiedad para desde
allí construir el método, me lancé a una relectura de la lista.
(Ya sé que no están mis amigos. Ya sé que no estoy. Dejo las emociones aparte. Total ya
Silvio Rodríguez me lo había advertido: “Mi país es pobre, mi piel es mejunje, mi gobierno
proscrito, mis huestes utópicas. Soy candidato al inventario de la omisión, por no ser
globable” - Silvio Rodríguez. Canción “Fronteras”. CD “Expedición”).
Y sí, me disminuyó la incomodidad individual, pero me movilizó, multiplicó y exacerbó la prosocial,
tanto que al cabo de un rato me contenté con cantar la ironía de un salsero cubano Juan Formell 1:
“Que pena, que pena: yo no soy de la gran escena...” Es más, pensé: yo creo que no vale la
pena. Digo que vale la pena no estar en el listado. Aunque me lo imploren no dejaré que pongan
a ninguno de los míos. Mis queridos amigos, esa lista me resultó indignante y vergonzosa. ¿Por
1
Conocido músico cubano, salsero, director de la orquesta “Los Van van”.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
Prof. Manuel Calviño
qué?. Verán.... Recuerden que estamos hablando de los 100 psicólogos más eminentes del siglo
veinte.
(Eminente:alto,elevado...Fig.superior,sobresaliente.Nuevo pequeño
Larousse – En el sentido etimológico y usual, superior y distinguido por esta superioridad.
Eminentia per metaphoram est excellentia. Vocabulario técnico y crítico de la filosofía.
17
Sociedad Francesa de Filosofía).
Hace algunos años, cuando quizás muchos de ustedes no pensaba estudiar psicología (algunos
ni pensaban...estoy hablando de 1976, yo ya era psicólogo), uno de los más preclaros
pensadores de la psicología en nuestro continente, Alberto Merani en su “Historia Crítica de la
Psicología...” escribió: “Los historiadores de la Psicología representan el reinado de la
arbitrariedad. Hasta hoy el historiador de la psicología ha sido hombre de una sola doctrina, se ha
mostrado demasiado orgulloso de una tradición psicológica, la de su mundo cultural, y ha
considerado la psicología como ciencia típicamente anglosajona, como únicamente germana, o
exclusivamente gala” (Merani A. 1976.p. 11). Pues bien... no, en realidad “pues mal”: poco ha
cambiado, al menos para los que hacen, piensan y escriben desde la APA (hablo de la American
Psychological Association, no de la Asociación psicoanalítica Argentina... aunque ambas tienen
en común una vocación segregacionista).
(Adjunto la lista, aunque no voy a leerla ahora, para que los que no conocen el artículo en
cuestión o no tengan modo de acceder a el, valoren después y armen su propio juicio).
Claro que hay indiscutibles (al menos en mi opinión: Freud Sigmund, - no Ana, pero también está.
Quizás por aquello de que “de tal palo tal astilla”- Piaget, Kohler, Bruner, por solo mencionar
algunos). Pero es que un primer problema de la lista se relaciona justamente con “los que están”.
Que quieren que les diga... La lista la encabeza Skinner (Burrus...Frederick), a quien debemos
agradecer por haber llenado las facultades de Psicología de este continente de ratas y palomas y
otros animales mejores alimentados que una buena parte de la población de las ciudades donde
dichas facultades existen. Más aún, parece que tendríamos que agradecerle por habernos
comparado con ratas y hacernos sentir que somos unos animales domesticables por sistemas de
reforzamientos además de los políticos. Brilla en el primer cuarto de nombres listados el de Carl
Gustav Jung,
quien
hizo
lo
imposible
porque
entendiéramos
el
“verdadero
sentido
ariohumanoracista” de la peor enfermedad del siglo en cuestión: el nazismo. Honestamente, no
sé si alguno de los vivos allí listados se complace mucho con la inclusión lapidaria de su nombre
junto a defensores de lo más reaccionario y brutal de la humanidad. Estoy pensando, por ejemplo,
en Chomsky Noam, uno de los intelectuales que más ha aportado al descubrimiento de la esencia
terrorista de la política norteamericana bushiana, y también la prebushiana, política que por
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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demás en absoluta hipocresía malsana sustenta sus gritos guerrerísticos eufóricos en los terribles
sucesos del once de septiembre norteamericano, pero está comprometida con el silencio histórico
de la violencia dictatorial pinochetista de un también once de septiembre pero santiaguino.
(No importa, así como existe un Ig-Nobel o anti-Nobel para premiar los trabajos que se han
considerado como más ignominiosos y que no se deberían reproducir nunca, me contento
pensando que algún día haremos nuestro listado, no de ignominias, sino de reivindicaciones
objetivas).
Un segundo problema se relaciona con “los que están pero no están”. No, no es una
“contradicción de la contradicción”. Me refiero a los que están pero sacados de sus contextos
reales, y puestos “en copias y no en originales” (como dice Silvio, el que ya cité antes en su
“Resumen de noticias”. CD “Al final de este viaje”). Los rusos, por ejemplo, se podrían contentar
(perdieron su unidad de país, pero algunos fueron puestos en la lista): le permitieron entrar a
Pavolv Ivan Petrovich, solo que probablemente por su condición de “conductista ruso”, al decir de
Sahakian. Incluyeron a Luria Alexander Romanovich, en este caso gracias a Nebraska, por la
batería neuropsicológica, pero no por sus aportes a la comprensión de la determinación
sociohistórica de lo psíquico. Y, lógicamente, la lista contiene al mismísimo Lev Semionovich
Vygotsky, pero se encargan de decirnos que no está allí por su teorización acerca del desarrollo
cultural de las funciones psíquicas, ni por su fundamentación marxista de la psicología, sino por el
Test de Vygotsky. Saben que, ya nada de esto me maravilla, ni me toma de sorpresa. Eso sí,
todavía me indigna.
El tercer problema es “los que no están”. No esta Politzer George, ni Henri Wallon: europeos y
además marxistas... (ni aunque supieran cantar el “Aserejé” con las Ketchup.
(“Aserejé ja de jé de jebe tu de jebere seibiunouva majabi an de bugui an de buididipi”
......yo no puedo).
Quién sabe si por la misma razón dejaron afuera a Fromm y a Reich: marxistas a su manera,
críticos del capitalismo , y del socialismo también que conste.
(Que podemos esperar si Wundt Wilhelm está en un discretísimo lugar 93. Kurt Lewin si
está. Está porque se “americanizó”. No por su época de oro típicamente europea).
A nosotros “los indios”, no nos dieron ni la más mínima oportunidad. Imagínense en la lista no hay
Bleger José, ni Pichón Riviere Enrique. No hay Alberto Merani, no hay Anibal Ponce. No hay
Maturana. No hay un solo latino. Hay un Garcia, es cierto. Pero es John, no es Juan. Y su
inclusión se sustenta en ser muy conocido y citado por el “efecto García”....
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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(mi vocación de profesor hizo que en un auditorio de más de 400 estudiantes preguntara:
¿alguien me puede explicar qué es el efecto Garcia?... levanten por favor la mano los que
conocen el “efecto Garcia”. Nadie respondió. Ya ven...: o había muchos suspensos en
aquella sala o el efecto no aplica para eminente).... no se preocupen si alguno de ustedes
tampoco lo sabe. Luego vayan a indagar. Les doy una pista: the study of taste aversion
conditioning – ratas, estimulos condicionados, incondicionados, paladar, descarga eléctrica,
nauseas. Ya se pueden imaginar).
No esta Emilio Mira y López (nacido por cierto en Cuba, en la zona oriental, en Santiago de Cuba,
un 24 de Octubre de 1896). Es que “Los cuatro gigantes del Alma” nunca se tradujo al inglés.
Martín Baró hubiera preferido que lo sacaran de la lista, si por equivocación de los autores
hubiera figurado: su honestidad, su pensamiento social y político no tendrían cabida entre las
eminencias listadas. No hay un Ortega y Gasset, no hay un Bayes. Podrían haberse remontado a
los más recientes, pero tampoco está Salazar que al llamar la atención sobre lo que denominó el
Síndrome de IDUSA (Ideología dependiente de USA) firmo su sentencia de excomulgado. No
está ni Rubén Ardila que se ha pasado la vida coqueteando con los americanos y haciéndonos
creer que defiende una psicología latinoamericana (es cierto que lo hace, pero de una manera un
tanto rara). Eso sí, está en la lista, quien sabe si para recordar lo que pasa cuando se hacen
cosas partiendo de principios tan poco sustentables, C Kagan... perdón un lapsus: J Kagan. C o J
, igual Kagan.
(Según los eminentes trabajos el eminente Kagan, yo soy un tímido.... porque padezco de
ciertas alergias y tengo los ojos azules – bueno, más o menos azules... por eso seré más o
menos inhibido).
Perdónenme, si es que pueden y me lo merezco, los indiscutibles que allí están: los que abrieron
senderos con profunda vocación y compromiso profesional, los que nos enseñaron a ser
humanos profesionales y no solo profesionales humanistas, los que aún hoy forman parte de una
tradición sólida desde la que queremos alzarnos a construir un nuevo momento para la
psicología, una nueva psicología: la psicología que necesita el siglo veintiuno. Una psicología que
deje atrás todos esos sectorialismos prepotentes y endebles, discriminatorios y enajenantes. Una
psicología “con todos y para el bien de todos”.
Pero quiero llegar ya a un “cuarto problema”. Aquello no es un listado, es una lápida sepulcral.
“Ars longa, vita brevis” (el arte es largo, la vida breve). Así también “Psicología longa, psicólogos
brevis”. Y con el perdón de “los muertos de mi felicidad” (otra vez Silvio Rodríguez... se habrán
dado cuenta que somos amigos) quiero demostrar que no es envidia, ni resentimiento, lo que me
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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mueve a considerar como mejor no estar en esa “centena eminente” del siglo pasado”. De todo lo
que he dicho y diré, y que ustedes escucharán si la tolerancia y la benevolencia los asiste, sumo y
subrayo lo que algunos llaman el irrespeto, otros la discriminación, el desprecio, algunos el
imperialismo científico, el neoliberalismo, las politiquerías editoriales de los poderosos. Agréguese
también la pedantería, el norteamericanocentrismo. Pero sobre todo la incultura y esto sí que lo
digo con todas las letras “la incultura norteamericanocentrista”, esa que no permite ni saber que
“el sur también existe”. En ese Sur están ustedes. En ese Sur está Cuba.
El cuarto problema es que LA PSICOLOGIA HA MUERTO. No voy a pedir un minuto de silencio.
Permítanme tan solo ver un poco más de cerca esta idea.
No nos falta valor
para emprender ciertas cosas
porque son difíciles,
sino que son difíciles
porque nos falta valor
para emprenderlas.
Séneca
Creo que fue en el Manifiesto Comunista donde Karl Marx dejó bien claro que el capitalismo había
generado su propio sepulturero. Ya estaban entonces enterrando a un muerto: “todo lo sólido se
desvanece en el aire”. Pero el muerto aún sigue vivo, no hay dudas. Incluso en ocasiones ni se ve
muy agonizante, hasta el punto que hay quienes siguen creyendo que tiene bastante buena salud
y se lanzan a sus entrañas en aras del “sueño prometido”. Vade Retro Satanas! . No faltan los
que piensan que el ideólogo del proletariado no debió haber dicho (aunque si vaticinado) tal cosa,
porque desde entonces el de “la muerte anunciada” se dio cuenta y se puso a hacer artimañas y
manipulaciones para prolongar su vida: disfrazó a los obreros de cuello y corbata para disminuir
su percepción de explotados y desposeídos, extendió sus largos tentáculos fuera de sus
metrópolis instituyentes, robusteció su industria armamentista, creo alucinaciones paranoicas de
enemigos, descentró la mirada del problema a los problemáticos cuyo listado confecciona el
propio poder hegemónico. Nosotros los cubanos victimas por más de cuarenta años de la más
vandálica acción terrorista de Estados Unidos de Norteamérica, somos acusados de terroristas.
¿Se imaginan a la APA quejándose de que los psicólogos latinoamericanos no queremos hacer la
psicología que ellos preconizan? Es un insulto.
Pero Marx no se equivocó esencialmente en su pensar dialéctico: cada institución crea su
alborada, su despegue, su disolución, y esta última nace dentro de ella como negación
imprescindible que la pone en la espiral del desarrollo. La muerte de la institución viene de la
mano de su necesidad de desarrollo, cambio y superación.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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(El imperio romano no fue destruido por los bárbaros, sino por las barbaridades de los grandes
emperadores y la desintegración ética, moral y humana que se vivía. Los bárbaros apenas fueron el
instrumento.
“La muerte con su implacable función de artesana del sol que hace héroes, que hace historia..” –
Canta Sara González. Autor: Eduardo Ramos)
Los propios autores de la controvertida lista a la que he estado refiriéndome
(por cierto son casi más que un equipo de Basket Ball: 11 en total. A lo mejor cada uno puso a
sus nueve amigos)
lo hacen implícitamente evidente: "The discipline of psychology underwent a remarkable
transformation during the 20th century, a transformation that included a shift away from the
Eurpean-influenced philosophical psychology of the late 19th century to the empirical, researchbased, American-dominated psychology of today" (Steven J Haggbloom et al 2002. p.139) Les
doy mi traducción aproximada: “Durante el siglo XX, la Psicologia sufrió una transformación que
incluyó entre otras cosas, un alejamiento de la tendencia filosófica europea del siglo IXX hacia la
tendencia empírica norteamericana, basada en la investigación, que domina hasta el día de hoy a
la Psicologia”. Todo está claro. El listado es de la Psicología dominante, con todo el significado
que esta palabra tiene en nuestro idioma.
(de cualquier modo, no puedo dejar de hacer evidente una vez más el nivel de incultura
psicológica de los in-eminentes autores: ¿de qué tendencia filosófica europea hablan?, ¿del
laboratorio de psicología experimental de Leipzig a donde fueron a estudiar los anglosanojes?
¿de los trabajos de Weber, Fechner, Helmholtz? ¿de las investigaciones de Wurzburgo? ¿de
los estudios experimentales de Ash sobre las tendencias determinantes? ¿del fenómeno “phi”,
del efecto Zeigarnik, del efecto Ovsiankina? ¿de Sechenov, Pavlov y los materialistas rusos?.
Señores no solo el sur existe. Europa también, y no puede ser reducida a sus filósofos
ideoreflexivos)
El problema es otro: la consideración sine quanon de ser ellos el “epicentro neurovegatativo del
mundo” y su modo de hacer ciencia, el carácter de ser científico. Ellos y su modo de pensar y
hacer la ciencia psicológica. El listado, los que lo han hecho, son el resultado de ese modo de
pensar y hacer: “Por sus frutos conoceréis al árbol” (dice La Sagrada Biblia). Están ciegos, porque
como dice Barnet: “Qué oscuridad para el que sólo se alumbra de lo que ve” (Miguel Barnet. Con
pies de Gato). Entonces han creado su “propio sepulturero” y esa Psicología ha muerto, “sit tibi
terra levis!”, aún cuando tenga honrosos síntomas de vida y clarividentes designios de futuro.
¿Qué la ha matado... o la está matando? Mi reminiscencia infantil judeocristiana me evoca para el
análisis una asociación: Los Pecados.
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(No olviden que los pecados capitales son siete...: siete como las maravillas del mundo, siete
como las artes, siete como los sellos del cielo, siete como los días de la semana, siete como
la capacidad de retención mnémica en condiciones experimentales... ¿y esto dio pie a que
Miller entrara en la lista?. Porque, si es así, entonces Dios se equivocó al seleccionar doce
apóstoles, como los meses del año; se equivocó al inscribir diez mandamientos... O a lo
mejor tendremos que aceptar que es por eso que solo se cumplen el setenta por ciento, es
decir, “siete” - ¿cuáles no cumplen ustedes?... y solo se recuerdan “siete” de los apóstoles,
aunque a Judas y a Pedro (el más bueno y el más malo) no los olvida casi nadie. Con
respecto a los meses del año, los jefes, por ejemplo, olvidan el mes de vacaciones, el pago
del mes trece, el mes del cumpleaños del trabajador, el mes en que se comprometió a lograr
los resultados y el mes en que los trabajadores se sobreesforzaron
para superar una
limitación organizativa: doce menos cinco son siete: Miller tenía razón. Merece estar en la
lista de los eminentes).
No se preocupen, yo no voy a llegar a siete pecados de la psicología que se extingue, aunque el
número no está nada mal en comparación con otros.
(cada vez que me han hecho un “número ocho” he salido mal. El seis, a la cubana, con la
natural “letrofagia” aplicada a la “s” final se me revela como el CI – cociente de inteligencia
y de ese no me gusta ni hablar. El tres es un número de respeto “por eso llévatela, por el
bien de los tres”. Y el uno: “El uno” en mi país, el uno en Cuba y para todo el mundo es “EL
UNO”: mi total adhesión, mi compromiso militante y ordene!!!)
Veamos entonces “los cuatro pecadillos de la moribunda” y que conste que podríamos descubrir
algunos más pero aún muchos de los archivos confidenciales no han sido desclasificados. Ya
sabremos algunas cosas más.
La Psicología dominante ha pecado (ya saben porque lo digo de este modo) de
“conservadurismo”. Ha defendido su superioridad con un anquilosado apego a los métodos
experimentales derivados del “laboratorismo”, ha comulgado y entregado su alma al empirismo
más pedestre como vía de reclutar para si los méritos de la cientificidad. En psicología las dos
grandes tendencias de evidente humor conservador han sido: el apego al dato y las alucinaciones
teoréticas. Un científico verdaderamente serio y de escala superlativa, un “eminente”, es aquél
que ha logrado una construcción teórica medianamente coherente, preferiblemente novedosa, y
que es capaz de valerse de datos empíricos obtenidos experimentalmente para acompañar sus
elucubraciones conceptuales. En la psicología en extinción hoy como ayer se trata de una
“construcción” cuyos pilares fundamentales son la determinación de un objeto teórico (la
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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conciencia, la conducta, el inconsciente, los metaprogramas, etc.), y un conjunto (preferiblemente
sistema) de métodos que permiten un descubrimiento adecuado de las peculiaridades
estructurales y funcionales del objeto definido. No hay prácticamente posibilidad de error, las
diferencias empíricas que se pudieran encontrar no son más que formas variadas de expresarse
un mismo concepto.
23
Pero hasta el mismísimo Kuhn reconoce que el conservadurismo reinante en la llamada “ciencia
normal”, incluida la psicología, es, paradojalmente, la simiente de las revoluciones científicas.
Cuanto mayores sean la precisión y el alcance de un paradigma, más sensible será como
indicador de anomalías y consecuentemente una ocasión para el cambio de paradigma. El propio
hecho de que, frecuentemente, una novedad científica significativa emerge simultáneamente en
varios laboratorios es un índice de la naturaleza tradicional de la ciencia normal, así como de la
forma con la que esa actividad tradicional prepara el camino para su propio cambio. (Kuhn 1971).
(pésimo momento el del mundo actual para el conservadurismo. El conservadurismo hoy nos
puede llevar a la miseria: “La Comisión Europea estima que el capital intelectual se deprecia
un 7% por año” (Informe del 24 de Mayo de 1991. Citado en Tableau Noir – Gerard de Selys
y Nico Hirtt , EPO,
Bruselas 1998). En 10 años hemos perdido un 70% de nuestras
potencialidades instaladas. La experiencia hoy vale por siete años, después de este tiempo
pasa a ser “volumen innecesariamente ocupado en el disco duro”. EL CleanSweep Smart
Sweep de Norton se encargará de ella.
Nuestra situación en la mayor de las pequeñas islas antillanas fue otra. El Dr. Bernabé Ordaz,
Director del Hospital Psiquiátrico de la Habana, reconocido monumento vivo a la revolución social
psiquiátrica, dice que el modelo conceptual de su Hospital (más que justificada forma de hablar de
lo que es el centro de su vida hace más de cuarenta años) no es heredero de la psiquiatría sino
de la Revolución cubana. En este mismo sentido puedo afirmar que los psicólogos hemos sido
madres y padres semiadoptivos de nuestro modos científicos y profesionales de actuación. Eso
sí, semiadoptivos funcionales, adecuados e implicados. Construimos nuestro ejercicio profesional
tomando como referentes las demandas sociales, la imagen que teníamos de la psicología y las
tradiciones formativas más o menos establecidas en la época (hablo de la segunda mitad de los
sesenta – yo para suerte de la psicología todavía me dedicaba a la música...para desgracia de la
cultura). De estas “tres fuentes y tres partes integrantes”, la determinante fue inicialmente la que
explicitaba el carácter de ser socialmente requerida de la profesión. Es obvio. Tenía este
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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determinante a su favor el estar esencialmente imbricados en el proyecto social en el poder: la
estrategia social de la revolución.
Que me perdonen los historiadores, pero no tuvimos una fuerte psicología experimental de
laboratorio con ratas y laberintos incluidos por dos razones fundamentales: uno, porque no
teníamos ni laboratorios, ni dinero para comprarlos, ni laberintos adecuados, ni tan siquiera
muchas ratas (blancas) y las palomas hubieran “sospechosamente desaparecidos” en esos años
de serias dificultades alimentarias. Dos, porque constantemente éramos requeridos para afrontar
problemas que no “cabían” en los laboratorios ni eran reductibles a animales de menos desarrollo
que el hombre y la mujer. Solo algunos años después nos dimos cuenta que “hay males que por
bien vienen” (hago mi transformación fraseológica porque me parece excesiva la frase según la
cual no hay mal que por bien no venga). El esquema de acción profesional del psicólogo
respondía a un paradigma sociopolítico de época.
No estuvimos exentos de inconvenientes. Quizás el principal fue la relativa indiferenciación. En el
esquema no importaban las diferencias ni las especificidades conceptuales de las disciplinas
sociales humanísticas. Todo al fuego. Todos somos iguales en el empeño de resolver las
urgencias del proceso sociopolítico en construcción. Con esto los rigores mínimos de un saber
con capacidad de predicción, síntesis y adecuación transituacional no siempre eran los deseables
para las disciplinas científicas.
Por otra parte, se gestó, desde “el praxicismo” antes descrito, una demanda que hasta encontró
su fisonomía conceptual en una reconocida sentencia de Leontiev, un eminente ruso también
segregado por la APA: “Los intentos de comprender los problemas metodológicos de la ciencia
psicológica siempre son creados por una necesidad impostergable de orientaciones teóricas, sin
las que las investigaciones concretas inevitablemente resultan miopes”. La identidad profesional
del psicólogo se construye junto a su aparato conceptual. El centro epistemológico de la
construcción de la profesión salta entonces de su aterrizaje intencional social concreto, como
conjunto de actuaciones requeridas, aun cuando ciertamente indiferenciadas, a su esencia
conceptual abstracta: la profesión como discurso conceptual científico, partidista por su afiliación
cosmovisiva y científico por su adhesión a los cánones de la ciencia comprometida no con la
contemplación del mundo, sino con su transformación.
De este modo, el conservadurismo nos fue no solo ajeno, sino mejor aún imposible (No teníamos
ni que conservar). Quizás lo más importante fue el comprender que la necesidad que tiene la
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Psicología de sí misma, no es la necesidad de máxima prioridad en la construcción de un saber y
un accionar profesional. Así como el mundo del marketing un día descubrió que el asunto era “la
orientación al cliente”, nosotros intentamos una psicología probablemente “imperfecta” (analogía
que tomo del Director de Cine cubano Julio García Espinosa quien habla de “un cine imperfecto”)
pero orientada a su usuario, a su demandante esencial y generador de su real necesidad.
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El conservadurismo, por supuesto tiene su juego malsano: El es el modo por excelencia de
defender el statu quo.
Por eso, el segundo pecado clave de la Psicología que muere es “el hegemonismo”. Los que
saben y los que no, los científicos y los profesionistas, los profesores y los estudiantes, los
conocimientos y la experiencia, la psicología de verdad y las alternativas, los métodos
cuantitativos y los cualitativos. No hay diálogo posible. Al fin y al cabo parece convincente la
afirmación de Murphy: “Nunca se sabe quién tiene la razón, pero sí se sabe quién tiene el poder”.
El hegemonismo es fuente de discriminación, de levantamiento de muros infranqueables. Una
ciencia psicológica que nace tiene que considerar que “no lado formal... o discurso...deve ser
formalmente inteligível, lógico, bem sistematizado, competente em termos instrumentais; não
deve levar à confusão, à indeterminação, mas à explicação, que permita aumentar o nível de
compreensão da realidade; deve ser criativo e disciplinadamente voltado para a realidade.... No
lado político... não se colhem resultados definitivos, a não ser nas ilusões totalitárias; não cabe o
dogma; não param as ciências sociais no discurso, mas devem assomar o diálogo, ou seja,
comunicação de conteúdos; não há como separar teoria e prática, a não ser para escamotear
práticas escusas ou esconder interesses; o estudo dos problemas tem a ver com suas soluções;
caso contrário, tornam-se ciências anti-sociais"2 (Demo P. 1989. pp.26-27).
Ha sido el hegemonismo el paradigma de desintegración de la psicología. Los inicios de la
psicología han sido reconocidos como un campo de batalla en el que interactuaban diversas
corrientes y escuelas de pensamiento. Aunque Heidbreder nos haya dejado la sensación de que
las Escuelas clásicas (estructuralismo, conductismo, gestaltismo, psicoanálisis, etc.) se
Traducción libre del autor del trabajo: yo. “Del lado formal... el discurso...debe ser formalmente inteligible, lógico,
bien sistematizado, competente en términos instrumentales; no debe llevar a la confusión, la indeterminación, sino a
la explicación que permita aumentar el nivel de comprensión de la realidad; debe ser creativo y disciplinadamente
volcado para la realidad.... Del lado político... no se admiten resultados definitivos, a no ser en las ilusiones
totalitarias; no cabe el dogma; no para las ciencias sociales en su discurso, mas si debe estar el diálogo, o sea, la
comunicación de contenidos; no hay como separar teoría y práctica, a no ser para escamotear prácticas justificativas
o esconder intereses; el estudio de los problemas tiene que ver con sus soluciones; en caso contrario, se tornan
ciencias anta-sociales”.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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sucedieron una tras otra, esta no es la realidad. Ellas pugnaban en época similar, y en algunos
casos hasta en el mismo escenario geográfico, por una primacía: la primacía de la verdad
científica. Por eso en buena medida se estructuraban desde la diferenciación con sus
“colegionarios de ciencia”.
(es justo decir que las llamadas Escuelas tenían una supratarea en común, un suprasentido
existencial, una unidad intencional: probablemente la constitución de la ciencia psicológica
como ciencia independiente, el que la psicología fuera reconocida como ciencia en el
parnaso de las ciencias fuertes. Insisto que hoy podemos darnos el lujo (vaya malsano lujo)
de dicotomizarnos (tricotomizarnos,cuatri, penta, etc... cotomizarnos) en ciencias
psicológicas. Hoy no somos (salvando deshonrosas y absurdas excepciones) cuestionados
como ciencia. La “santa inquisición” nos ha dado el privilegio de ser una ciencia...
“blanda”. Que más queremos: dos psicólogos han ganado el Premio Nobel. Uno en 1978 y
el otro este año. Solo que los dos han ganado Premio Nobel de Economía).
Por efecto directo del hegemonismo (y obviamente algo más), la Psicología padece de
dicotomizaciones, tricotomizaciones, multicotomizaciones. Se confunde la diversidad con la
desintegración. Ellas se presentan como diferenciaciones científicas, como relevantes solo al
campo de la geografía conceptual de la ciencia. En la práctica ellas funcionan como estructuras
de poder: Hablo del poder que se revela en el hecho indiscutible de que la historia “escrita por los
cazadores y no por los leones”, al decir de Galeano, define la comprensión de los roles percibidos
de cada cual: los cazadores son los buenos,los leones son los malos (los cowboys y los indios,
los legionarios y los árabes, los americanos y los japoneses, etc.) Hablo del poder que Foucault
M. significó como estructura total de actos aplicada a posibles actos (Foucault M. 1980), ese que
“está en todas partes no porque englobe todo, sino porque proviene de todos los lugares”(idem.
1977. Cap II,2). Hablo del poder de los que pueden, que hace que los que no pueden, puedan
cada vez menos. Siendo dichas “x-cotomizaciones”, diferenciaciones y disgregaciones resultado
de luchas de poder, entonces otra vez: No vale la pena: “los bárbaros pasearán por Roma” o
“Roma seguirá siendo un imperio”. A Rey muerto Rey puesto.
(Los latinos hablamos distinto a los norteamericanos, materializamos lingüísticamente nuestro
pensamiento de manera diferente a la de los anglosajones, pensamos diferente, miramos de
otra forma a la realidad, somos portadores de una lengua rica en matices y adjetivaciones. No
importa, tenemos que escribir como las normas de la APA nos exige, infelizmente no solo
para las revistas apistas, sino incluso para las nuestras).
El hegemonismo es un mal arraigado con mucha fuerza en las instituciones occidentales. Con
desfachatez acostumbrada hace poco escuché a un político (más bien un “p-ale-olítico”)
estadounidense decir: “No tenemos la culpa de ser la potencia hegemónica mundial”. Pero aun
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así, el mundo está tratando de cambiar. La realidad (el realismo) más temprano que tarde se
impondrá. Pero no basta con leer la prensa para enterarnos cuando cambie. Esa es una noticia
que tenemos que escribir entre todos. ¿Está la Psicología en contacto con esos cambios? Pienso
que no. Para ser más justo, su vínculo con estos cambios es bastante superficial y poco
voluminoso.
Hágase una revisión de los trabajos más significativos de los “eminentes listados” y verán la
exactitud de lo que estoy diciendo. Para no pecar de extremista, me remito al siguiente hecho.
Uno de los acontecimientos que más estremeció al mundo en la segunda mitad del siglo de
“los eminentes” fue la segunda guerra mundial con todo lo que pueden suponer incluido.
¿Cuáles fueron las lecciones de la guerra para la psicología? ¿qué modificación esencial trajo
en los modelos de desarrollo de la ciencia?. Tomo dos de los eminentes: En la primera guerra
mundial Köhler se fue con los monos a Tenerife. En la segunda se fue con Lewin a los
Estados Unidos. Sin embargo, Viktor Emil Frankl, que no es listado como eminente, la pasó
en un campo de concentración y desde esa experiencia se aproximó a la psicología. Corriendo
el riesgo de ser excesivo, la reacción dominante de los psicólogos de la psicología dominante
fue: “Al fin acabó la guerra. Ya podemos seguir haciendo más de lo mismo”.
A nosotros nos ha tocado una lucha muy peculiar contra el hegemonismo. Hemos defendido la
independencia, la autonomía y la soberanía de nuestro país como ciudadanos, como militantes y
como psicólogos. De las primera no les hablaré. No es este el tema central de mi intervención.
Pero como psicólogos hemos estado en la barricada luchando contra el “hegemonismo exterior”:
por solo recordar un caso reciente, compañeros de profesión enarbolaron su saber profesional
esmerado en un caso de intento de rapto descarado y prepotente de un niño víctima de las
desacertadas y malsanas leyes migratorias especiales que el gobierno norteamericano aplica
para Cuba. Personalmente, en tribuna abierta y ante miles de cubanos declaré: Los psicólogos
cubanos sabemos con Martí que "...hay que dar al niño hombros para que sustente el peso
que la vida le eche encima, - no peso ajeno que oprima sus hombros", por eso no reclamamos
para Elián más que sus propios hombros en formación, sus modelos naturales de desarrollo:
su padre, sus abuelos, sus amigos, su cultura. Es así como se prepara a un hombre para la
vida. A un hombre verdaderamente libre. Como luchadores por el bienestar humano, por la
felicidad humana, los psicólogos defendemos y exigimos que Elián esté en su lugar, que se le
respete el derecho a ser hoy un niño feliz y siempre un ser humano con raíces propias. Por eso
nos unimos también con nuestros instrumentos al torrente popular: “Todos los pueblos tienen
algo inmenso de majestuoso y común… el espíritu humano" y lo defendemos porque es
además la defensa de nuestra propia vida, de todos y cada uno de nosotros, de nuestros hijos.
La defensa del alma cubana. Creo que vale la pena y creo más: vale la vida.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Esto es para nosotros una psicología que no tolera el hegemonismo.
Pero luchamos también contra un “hegemonismo ingenuo”, casi parsimónico, que se acepta con
la naturalidad de cierto acriticismo por efecto de cercanías y comunidades. Los psicólogos fuimos
a la Unión Soviética a superarnos, a crecer profesionalmente. Allí porque era el lugar de nuestras
comunidades ideológicas, allí porque nos abrieron las puertas cuando todos (o casi todos, para
ser más justo) nos las cerraban. Aprendimos ruso y con el ruso aprendimos a pensar la psicología
como los rusos, y sin darnos cuenta los fuimos convirtiendo en paradigma hegemónico,
dominante. La Psicologia Rusa, fue en gran medida la Psicología.
El hegemonismo era fuerte en la Psicología Soviética y se relacionaba esencialmente con su
modo de concebir su propio núcleo constructivo: el marxismo. Los psicólogos de los países
socialistas europeos y en particular los soviéticos, tuvieron una actitud total e indiscriminadamente
crítica destructiva con todas las formas o búsquedas de unidad del marxismo y la psicología que
se produjeran fuera del espacio físico y simbólico delimitado por el socialismo como sistema, la
adherencia partidista al pensamiento comunista y fuera de los marcos de la llamada psicología
soviética. Toda versión que no cumpliera con estos parámetros era tildada de revisionista, dañina
y en última instancia tergiversadora del espíritu y la letra de Marx, Engels y Lenin. Con esto, por
una parte, se producía una suerte de monopolización y oficialización del pensamiento marxista
básicamente en los autores soviéticos y los que se adherían a su modelo comprensivo del
marxismo, y por otra se cerraban las puertas a la diversidad, que como sabemos trae consigo sus
inevitables errores posibles, pero también todos sus probables aciertos creativos.
La disolución del país de los Soviets y los efectos de dicha disolución para el mundo (los positivos
y los negativos por cierto) aún está por “historiarse” como es debido. Pero mucho antes de que
esto ocurriera, los psicólogos en Cuba revitalizamos nuestras tradiciones de pensamiento,
buscamos alternativas propias adecuadas a nuestras necesidades, dialogamos con casi todos los
modelos de pensar y hacer la psicología y nos trazamos un camino propio que define a la
intencionalidad de la ciencia y la profesión de psicólogo como núcleo constructivo y aglutinador de
un modelo participativo, democrático y plural de psicología que no exige predominio sino libre
interacción e interpenetración.
Así como la verdad de Cuba ha sufrido y sufre constantes intentos de silenciamiento o peor
aún de tergiversación, la Psicología que hacemos no aplica para listados de la APA, no se
publica en Revistas Internacionales de los “hegemonistas”. No importa. Existen muchos que
como ustedes nos dejan decir. En definitiva los que intentan silenciarnos no saben que
“cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir a la voz humana no hay quien la
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los poros, o por
donde sea”.
La Psicología dominante ha pecado (ya me asocié a esta figura retórica y dudo que sea bueno
cambiarla) de “ensimismamiento”. Las instituciones científicas de la Psicología en extinción
viven con prominencia una suerte de “autarquía”: lo que producen constituye su principal
alimento. Los destinatarios de los conocimientos científicos parecen ser los propios científicos.
Mecanismo endógeno bien particular. El “grupo objetivo” o “target” de los conocimientos
científicos producidos por un investigador son sus propios compañeros, los otros investigadores.
Es común entonces entre los “científicos” separarse de la realidad para hacer más científica la
ciencia. Animas en pena que circulan por los viejos laberintos de las prescripciones positivistas.
Con esto la psicología dominante pierde de su camino la realidad para vivir una “realidad
construida” y no en el mejor sentido de las conceptualizaciones constructivistas, sino más cercano
a la idea del demiurgo platoniano. Entonces le sucede a esta psicología en extinción como al
socialismo soviético: “se volvió obsoleto porque la distancia entre su retórica y su realidad no
podía salvar ya su legitimidad, ni permitir su funcionamiento...” ( Blanco J.A 1998. p.128).
Interesante que los ausentes en el listado del Review of General Psychology han llamado la
atención durante años acerca de estos “sepultureros”, pero sus voces no fueron escuchadas. No
dejaré nunca de recordar aquella sentencia de Bleger: “La Psicología clásica nos ofrece, en lugar
de vida humana, procesos que no son nuestras acciones cotidianas” (Bleger J.1967.p.41).
Aparece la Psicología como víctima de una posesión medieval inexsorcizable: demostrar la
veracidad del dogma, para nada cuestionarlo. Se arriba así a la “escolástica de las
nominalizaciones” y se pone en juego el mismo carácter científico de la disciplina, porque se
enarbola una extraña “dialéctica nominalista” que olvida que “la adhesión inmediata a un objeto
concreto, captado como un bien, utilizado como un valor, ata demasiado fuertemente al ser
sensible..” considerando de aquí que lo que concede veracidad “es la satisfacción íntima; no la
evidencia racional” (Bachelard G. 1983.p.282). La adhesión a una categoría, a un concepto, a un
sistema teórico evaluado como autosuficiente y único, al declarar la falta de racionalidad del otro
se hace así mismo carente de racionalidad. Se olvida que la verdad es siempre una relación,
nunca un absoluto.
Por demás, el laboratorismo, el experimentalismo, no nos salvan de la vida real, ni porque
seamos psicólogos. Así como un oncólogo puede morir de cáncer y un cardiólogo de un infarto
masivo, así como un pacifista puede morir por un acto terrorista, un psicólogo separado de la
realidad muere en la realidad y por la realidad.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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ORINDA , October 16, 2002 -- A 70-year-old psychologist is dead and his wife was in
custody, apparently after a domestic dispute ended in violence inside their secluded home in
the exclusive Country Club area. The victim was a professor of Couple Therapy at the School
of Psychology faculty at Argosy University's Point Richmond campus.
Mi traducción: ORINDA, Octubre 16, 2002—Un psicólogo de 70 años está muerto y su
esposa está bajo custodia, aparentemente después de una disputa doméstica que terminó
violentamente dentro de su apartada casa en el área exclusiva del Country Club. La víctima
era Profesor de Terapia de Pareja en la Facultad de Psicología en el Campus Richmond de la
Universidad de Argosy.
Rogers (a quién también hubiera concedido mi voto para incluirlo en la lista de los que han dejado
huellas movilizadoras y de crecimiento) nos vaticinó algo con “La revolución que viene”. Se trata
de la muerte de una psicología y la vida de otra.
Los conceptos y nociones con los que esencialmente opera “la extinguiéndose” en su geometría
psíquica están claramente delimitados (dentro de lo que cabe para un conjunto de disciplinas que
se instituyen desde la noción de subjetividad). Pero, de alguna manera, su inscripción distancia su
discurso del discurso de su usuario y por ende del sentido cotidiano de las prácticas que deberían
derivarse. Se es demasiado clásico. Mientras, los usuarios, llamados con frecuencia en pertinente
metáfora “los pacientes”, pacientemente, esperan la traducción de los metalenguajes. Más aún,
esperan el arribo de sus representaciones cotidianas a la geografía conceptual de nuestros
mapas cognitivos. Necesitamos entonces la construcción de un
descentramiento del
pensamiento psicológico que anule la dicotomía esencialista entre lo real y lo imaginario y
desplace las fronteras de cada uno al interior de un universo único: el espacio de la realidad.
Entonces, para que quede bien claro, repito con Alfredo (amigo argentino y psicoanalista.... nadie
lo creería): “De lo que estoy seguro es que la supervivencia – de la psicología, estoy agregando
yo - está ligada al respeto insobornable por la realidad y el análisis científico y socio-político que
ésta exige” (Grande A. 1996. p.93).
Me atrae la idea de la pecaminosidad de la ciencia. Pero los aquí descritos no son los pecados
que me atraen. No es eso lo que esperamos, lo que queremos, lo que demandamos para una
ciencia psicológica. Esa Psicología ha muerto. Larga vida a la otra psicología. Ingenuos aquellos
que creen que los modelos de la difunta (o en vías de defunción) serán las alternativas para el
futuro con algunas correcciones. No será la síntesis experimental del comportamiento la
alternativa adecuada para la integración de la psicología. No será el psicoanálisis. Tampoco las
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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invenciones pseudocientíficas de sabor a literatura para semianalfabetos. Todo eso es
fantasmagórico, ya no es más que una mueca, en algunos casos de mal gusto y grotesca. Me
quedo con Silo: “...humanizar es salir de la objetivación para afirmar la intencionalidad de todo ser
humano y el primado del futuro sobre la situación actual. Es la imagen y representación de un
futuro posible y mejor lo que permite la modificación del presente y lo que posibilita toda
revolución y todo cambio...el cambio es posible y depende de la acción humana” (Silo 1994. p.81)
(Me acerco al final. Me gustaría tener un poco de música de fondo: Vangelius “Carretas de
Fuego”. Eso sería un final “supercool” y con este parecido que tiene Brad Pitt conmigo
pues hasta pudiéramos pensar en autógrafos. No se preocupen, si me invitan volveré y así
no me extrañarán.... demasiado).
El cuarto pecadillo, que no es lo mismo que “el pecadillo del cuarto”, se asocia al para qué. A la
intencionalidad de la ciencia.
La modificación esencial que a nuestro juicio el marxismo, como sustento ideocosmovisivo de la
psicología en y desde Cuba, supone como “teoría pecaminosa” (hermosamente pecaminosa) es
que el asume como parámetro constituyente la intencionalidad de las prácticas de el derivadas y
sus compromisos ineludibles con un modo de ser y estar en el mundo, con una ética de lo
humano, y sobre todo con la construcción de una vida más plena y justa de los seres humanos.
Cuando en su conocidas tesis de Fuerbach Marx hablaba de la necesidad no solo de comprender
al mundo sino sobre todo de transformarlo no se refería sencillamente a hacer que fuera distinto,
sino que fuera de algún otro modo específico ya no en su fenomenología sino en sus atributos
esenciales. La intencionalidad es la unidad de la teoría y la práctica, es en ella donde se expresa
la esencia no solo revolucionadora, sino sobre todo revolucionaria del marxismo. De este modo
una comprensión de la psicología como ciencia y profesión para el bienestar humano abarca
como fundamental la unidad intencional del referente paradigmático y de la práctica profesional
en cuestión.
Ellos, los eminentes quisieron hacer una ciencia psicológica absoluta, siempre vuelvo a la misma
imagen: “un líquido que lo disuelva todo”. Estaban de cara al laboratorio y de espalda a la
realidad. A la psicología de la personalidad malamente la consideraban psicología. La clínica era
una herencia psiquiátrica de importancia relativa. El núcleo de la psicología se construye en la
investigación fundamental básica y desde el emana el saber que en el mejor de los casos se
aplica en situaciones concretas y por ende reales. La realidad observada, considerada, tratada es
la que el “ojo de la ciencia” dictamina. La psicología de los eminentes se ha construido de lo
abstracto a lo concreto, paso mediado por el referente empírico de la investigación. La misión de
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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la Psicología es construir la Psicología. Esto es “suicidio intelectual” en el mundo de hoy. Esto es
extinción.
Hace poco, en una reunión algo similar a esta, pero con un promedio de edad menos favorable
para mi gusto, intentaba desentrañar en pocas palabras el destino que nos convoca en la
naciente psicología. Me tomo el atrevimiento, uno más que mas da, de citarme a mí mismo.
Hay un suprasentido que sustenta la unidad real, la misión aglutinante de la psicología como
ciencia y como conjunto alternativo de praxis profesionales. Podemos (y debemos) construir una
hipótesis, que al menos nos refuerce la energía positiva (tan necesaria en estos tiempos difíciles).
Entonces ¿cuál es la misión de nuestra ciencia? ¿cuál es la unidad de los que aquí nos
congregamos y que andamos esparcidos por el mundo sembrando bienestar: Nuestra misión
desde y para siempre es la felicidad. Sin saberlo incluso, nos unimos todos en un espacio en que
somos luchadores por la felicidad. Más allá de la o las psicologías, de sus modelos teóricos, de lo
que sabemos y de lo que no, todo lo que hagamos, todo lo que instrumentemos en nuestras
praxis profesionales se supedita a nuestra misión: la gestión de la felicidad humana. Hablo de la
felicidad como el ansia de vivir plenamente y obtener de la vida bienestar. No hablo de la felicidad
del tener, sino de la verdadera felicidad del ser.
No estoy para nada hablando de ser partícipes de la construcción de Campos Elíseos, paraísos
prehelénicos de paz y felicidad plenas en las representaciones mitológicas, residencia de los
bienaventurados, donde las almas viven en total felicidad, rodeadas de hierba, árboles y suaves
brisas, y envueltas en una luz rosada perpetua (en cualquier caso, me gusta la idea). Nuestra
unidad “psi” no nos hace psi-cóticos, sino psi-cólogos. Estoy hablando de la construcción de la
plenitud de la vida, de la felicidad como encrucijada de deseo y conocimiento: Sentir el deseo de
vivir y saber cómo llevarlo a su destino en las condiciones reales de la vida. Y precisamente entre
el sentir y el saber están nuestras prácticas, tendiendo puentes, develando resistencias,
legitimizando historias.
En su último Informe del siglo pasado sobre Desarrollo Humano y que el PNUD publicó en el mes
de julio de 1999, se demuestra la forma en que se ha polarizado el mundo: la quinta parte más
rica de la humanidad posee el 85% del PNB y la quinta parte más pobre sólo tiene el 1%. Es tan
apabullante la diferencia que hay tres personas que poseen juntos un capital de $156 billones,
mayor al total producido por los 43 países menos desarrollados del mundo, en donde viven 600
millones de personas. En los últimos cuatro años las doscientas personas más ricas del mundo
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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han más que duplicado su riqueza (más de un trillón : mil billones!), mientras que quienes viven
con menos de un dólar al día permaneció igual. La felicidad esta en seria depauperación.
Nosotros los latinoamericanos lo sabemos muy bien. Estamos llenos de pobreza, de desnutrición,
de analfabetismo. No hay mal social que no nos aqueje. No hay camino a la felicidad que no
intenten entorpecérnoslo. A muchos hablarles de felicidad puede parecerles una malsana ironía.
La realidad que vive la inmensa mayoría de las personas que habitan este continente es
sencillamente inmerecida. Nuestros pueblos no se merecen esa vida. Nos merecemos la
felicidad.
¿Se puede ser un luchador por la felicidad y dar la espalda a esta realidad? Los psicólogos de la
lista “eminencial” vivieron en el siglo que nos dejó estos apenas superficiales datos de la realidad
del mundo. Desde las ventanas de sus laboratorios este paisaje probablemente no se divisaba.
No los culpo, aunque como dicen los abogados “el desconocimiento de la ley no exime de su
cumplimiento”. Algunos abrieron sus ventanas e incluso se lanzaron a la calle. Pero lo cierto es
que en los textos de psicología “de eso no se habla”. Una nueva psicología está gravitando en el
escenario actual. La necesitamos. La queremos. La tenemos que hacer. No para engrosar la lista
de “los 100 del siglo XXI”
(a decir verdad, digo con Antonio Porchia: “aunque obtuviese el bien que no
merezco, no podría vivirlo; el bien que merezco, sin embargo, puedo vivirlo, aunque
no lo obtuviese”)
sino para llegado el momento, poder decir con la frente en alto: “he sido psicólogo, que es decir
aliado de la esperanza y constructor del bienestar humano”.
BIBLIOGRAFÍA
1. Bachelard G. (1983)La formación del espíritu científico. Undécima edición. México. Siglo XXI.
2. Blanco J.A (1998) Tercer Milenio. Una visión alternativa de la posmodernidad. Edición del Centro Felix
Varela. La Habana.
3. Bleger J. (1967) Psicoanálisis y dialéctica materialista. Buenos Aires. Paidos.
4. Demo P. (1989) Metodologia científica em ciências sociais. São Paulo: Ed. Atlas 2a edição revista e ampliada.
5. Foucault M. (1980) Power / Knowledge: Selected Interviews and Other Wrintings 1972-1977. Brighton,
Sussex: Ther Harvester Press.
6. Grande A. (1996) “El Edipo después del Edipo. Del psicoanálisis aplicado al psicoanálisis implicado”. Editorial
Topía. Colección Psicoanálisis y Cultura. Argentina.
7. Kuhn, T. S. (1971) La estructura de las revoluciones científicas.Fondo de Cultura Económica. México.
8. Merani A (1976) Historia crítica de la psicología. De la antigüedad griega a nuestros dias”. Grijalbo. México
DF.
9. Silo (1994) Cartas a mis amigos.Santiago de Chile. Virtual ediciones.
10. Steven J. Haggbloom, Renee Warnick, Jason E. Warnick, Vinessa K. Jones, Gary L. Yarbrough, Tenea M.
Russell, Chris M. Borecky, Reagan McGahhey, John L. Powell III, Jamie Beavers, and Emmanuelle Monte
(2002) The 100 Most Eminent Psychologists of the 20th Century. Review of General Psychology Vol. 6, No.
2. pp. 139-152.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
LISTA DE LOS “100 PSICOLOGOS MAS EMINENTES DEL SIGLO
1. Skinner, B. F.
2. Piaget, Jean
3. Freud, Sigmund
4. Bandura, Albert. (Teoría del aprendizaje social)
5. Festinger, Leon. (Teoría de la disonancia cognitiva)
6. Rogers, Carl R. (Terapia Rogeriana)
7. Schachter, Stanley.
8. Miller, Neal E.
9. Thorndike, Edward.
10. Maslow, A. H.
11. Allport, Gordon W. (Estudio de los tiempos de reacción)
12. Erikson, Erik H.
13. Eysenck, H. J. (Inventario de personalidad de Eysenck)
14. James, William . (Teoría de la emoción de James–Lange)
15. McClelland, David
16. Cattell, Raymond B.
17. Watson, John B. (Conductismo Watsoniano)
18. Lewin, Kurt .
19. Hebb, D. O.
20. Miller, George A.
21. Hull, Clark L.
22. Kagan, Jerome
23. Jung, C. G.
24. Pavlov, Ivan P.
25. Mischel, Walter
26. Harlow, Harry F.
27. Guilford, J. P. (Inventario de la personalidad de Guilford–Martin)
28. Bruner, Jerome S.
29. Hilgard, Ernest R.
30. Kohlberg, Lawrence . (Estadios del desarrollo moral de Kohlberg)
31. Seligman, Martin E. P.
32. Neisser, Ulric
33. Campbell, Donald T.
34. Brown, Roger
35. Zajonc, R. B.
36. Tulving, Endel
37. Simon, Herbert A.
38. Chomsky, Noam
39. Jones, Edward E.
40. Osgood, Charles E.
41. Asch, Solomon E.
42. Bower, Gordon H.
43. Kelley, Harold H. (Teoria de la atribución de Kelley)
44. Sperry, Roger W.
45. Tolman, Edward C.
46. Milgram, Stanley. (Estudios de obediencia de Milgram)
47. Jensen, Arthur R.
48. Cronbach, Lee J. (Coeficiente alpha de Cronbach)
49. Bowlby, John.
50. Kohler, Wolfgang. Kohler’s
51. Wechsler, David. (Escala de inteligencia de Wechsler)
52. Stevens, S. S.
53. Wolpe, Joseph
54. Broadbent, D. E.
55. Shepard, Roger N. (Escala Kruskel–Shepard)
56. Posner, Michael I.
57. Newcomb, Theodore M.
58. Loftus, Elizabeth F.
59. Ekman, Paul
60. Sternberg, Robert J.
61. Lashley, Karl S.
62. Spence, Kenneth
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63. Deutsch, Morton. (Ilusion Deutsch)
64. Rotter, Julian B. (Escala de Locus de control de Rotter)
65. Lorenz, Konrad
66. Underwood, Benton J.
67. Adler, Alfred.
68. Rutter, Michael
69. Luria, Alexander R. (Batería Neuropsicológica de Luria–Nebraska.)
70. Maccoby, Eleanor E.
71. Plomin, Robert
72.. Hall, G. Stanley.
72. Terman, Lewis M. (Test de habilidad mental de Terman–McNemar)
74. Gibson, Eleanor J.
74. Meehl, Paul E.
76. Berkowitz, Leonard
77. Estes, William K.
78. Aronson, Eliot.
79. Janis, Irving L.
80. Lazarus, Richard S.
81. Cannon, W. Gary. (Teoria de la emocion de Cannon–Bard)
82. Edwards, A. L. (Escala de preferencias personales de Edwards’s)
83. Vygotsky, Lev Semenovich. (Test de Vygotsky)
84. Rosenthal, Robert. (Efecto Rosenthal)
85. Rokeach, Milton.
88. Garcia, John. (Efecto Garcia)
88. Gibson, James J. (Teoría de la percepción espacial de Gibson)
88. Rumelhart, David.
88. Thurston, L. L. (Escala de actitud de Thurston)
88. Washburn, Margarete.
88. Woodworth, Robert.
93. Boring, Edwin G.
93. Dewey, John
93. Tversky, Amos
93. Wundt, Wilhelm.
96 Witkin, Herman A.
97 Ainsworth, Mary D.
98 Mowrer, O. Hobart
99 Freud A
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REFLEXIONES EPISTÉMICAS en
PSICOTERAPIA de GRUPO.
COPY and PASTE. Un REMAKE aún necesario.
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El dia que me invitaron a participar en este trabajo editorial me quedé con
una gran ambiguedad. De una parte, el modo en que me invitó hacía
sencillamente irreclinable la solicitud, que por demás sentía instigada desde
mi pasado profesional reciente. De otra, hace ya algún tiempo que me
distancié de las prácticas clínicas grupales para encargarme de algo más
cercano quien sabe si a la Clínica Institucional. En caso de aceptar, no estaba
en condiciones de escribir algo nuevo sobre lo que estuviera trabajando.
Tendría que ser algo de las cosas que ya tenía escritas, de esas que se fueron
quedando, y al final no se publicaron. Pero lo cierto es que lo que no
publiqué fue porque consideré no publicable. Entonces me fui a lo publicado,
y entre las cosas escritas, fácilmente recuperables gracias a las ventajas de las
PC, fui encontrando algunas que están en publicaciones dispersas o de difícil
acceso, bajo ejes temáticos tan diferentes como el marketing y las
psicoterapias breves, y que podían ser re-unidas con un sentido integrador
alrededor del tema de la psicoterapia de grupo. Entonces pensé: “Si existe en
el cine el remake, porque no puede existir en psicología”. Este artículo
probablemente ya ha sido leído por Ud. al menos parcialmente. Sentirá
quizás un “déja vu”. No es casualidad. Lo único que he hecho es
“intertextualizar”, para no dejar de estar a la moda.
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Prof. Manuel Calviño
EPISTEMOLOGÍA DE CONVERGENCIAS:
¿ ECLECTICISMO o INTEGRACIÓN?
Una escucha global de las opiniones más extendidas entre aquellos que trabajan en el
campo de la psicoterapia permite asegurar que existe una cierta certeza de la necesidad
de abordajes psicoterapéuticos más adecuados a las condiciones y exigencias de la
realidad (ese terrible fantasma sobre el que casi todo terapeuta o elude hablar o habla
demasiado). Esto se hace particularmente evidente en las actuaciones terapéuticas
grupales, probablemente porque la realidad interrrelacional está directamente presente y
trasciende con mucho a las posibilidades de cualquier terapeuta de negarla. La
artificialidad que puede crearse en una relación terapeuta-paciente, es difícilmente
alcanzable cuando hablamos de un grupo de personas. ¿Cómo encontrar las
articulaciones necesarias en ese campo?, ¿es posible hacer una derivación desde los
modos de intervención individual que tradicionalmente se vienen aplicando hacia las
formas grupales?. ¿Cómo proceder para lograr un sistema coherente de actuaciones y
que logre los efectos deseados?
Una de las posibles respuestas a las interrogantes antes señaladas se relaciona con la
tradición “sectorialista” de la Psicología. Esto significa que, a primera vista, el asunto se
resuelve primariamente volviendo la vista al modelo teórico de partida, es decir a los
paradigmas fundamentales de la teoría psicológica dentro o con arreglo a los cuales se
elaboraron los modelos y procedimientos de abordaje psicoterapéutico. De este modo, si
partimos de una visión conductista, entonces el asunto pudiera tener que ver con la
creación de sistemas de reforzamiento o de extinción a nivel de los grupos. En la misma
dirección pero en otro sentido actuaría aquel que partiendo de la teoría psicoanalítica
pretenda moverse hacia las intervenciones grupales. No faltan por cierto ejemplos
patéticos de ambas posiciones. También es justo decir que hay cosas peores.
Sin embargo en la realidad, la búsqueda de alternativas grupales “desde dentro” de los
esquemas teóricos, tomados como sistemas doctrinarios y esquemáticos, resulta ser una
tarea visiblemente plagada de contradicciones y de remiendos tales a los principios de
partida, que muchas veces estos se hacen irreconocibles o cuando menos evidentemente
forzados. Súmese a esto que la emergencia de la exigencia a los abordajes grupales es
un reclamo de doble carácter: se ha visto instigado desde la reformulación teorética, pero
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viene, y yo diría que básicamente, desde las necesidades y exigencias prácticas. Por
tanto las coordenadas dentro de las que se pueden encontrar soluciones no son
solamente teórico-conceptuales, sino también y sobre todo pragmáticas-praxológicas.
Otra cuestión a considerar, es el hecho de que el movimiento de la Ciencia Psicológica
dentro del cual aparecieron las grandes escuelas de Psicoterapia, y que tipifica quizás
todo el periodo que va de fines de siglo XIX a los inicios de la década de los setenta del
XX, se enmarca dentro de lo que denomino una “Epistemología Divergente” para la cual la
búsqueda de las distinciones con otros modos de pensar y hacer las cosas se vive con
tanta intensidad como una crisis de identidad. Sin embargo, las prácticas grupales han
tenido su esplendor en años marcados por la búsqueda de una “Epistemología de la
Convergencia”. El gran síntoma de esta tendencia puede quizás ser el énfasis en la
búsqueda de integraciones, cercanías, similitudes, relaciones de complementación, etc.
que se verifican sobre todo al nivel de las prácticas. Es este un periodo más pragmático
que para muchos supone una invitación al eclecticismo. Quizás por esto no es casual que
aparezca con fuerza la discusión en torno al eclecticismo en Psicoterapia (Norcross J.
1986.; Norcross J. 1992.; Eherenwald J.1968).
En la búsqueda de soluciones se trabaja en el establecimiento de los “factores comunes”
en la mayoría de los modos de actuación psicoterapéutica, una suerte de “eclecticismo
integrativo” o sintético, donde se piensa más en una unión simple o aditiva que en una
verdadera integración. Nociones tales como la “hipótesis de la desvalorización” apuntan
en este sentido. En otra dirección encontramos lo que algunos han denominado el
“eclecticismo analítico” o “separatista”, que pone el énfasis en la búsqueda de “los
mejores elementos” de cada modelo (Beitman B. 1987). Por solo nombrar evidencias
recuerdo lo común que resulta oír hablar de “psicoanálisis existencial”, “psicoterapia
conductual-guestáltica”, etc.
Quizás la propuesta más interesante viene en lo que muchos autores han denominado el
“eclecticismo sistemático”. Desde una visión crítica, dentro de esta vertiente se reconoce
que la denominación de “ecléctico” es algo así como una ventaja y a su vez una “patente
de corso” para muchos psicoterapeutas. Una ventaja en el sentido de que tal
denominación, esencialmente ambigua, da una supuesta licencia al terapeuta para actuar
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según su propia conveniencia o su visión personal, no especialmente científica, del
problema que se plantea. La supuesta asunción del eclecticismo anda entonces por el
camino de la pérdida de cientificidad, de la desprofesionalización y de la iatrogenia, la
manipulación y el control del llamado terapeuta sobre el paciente. Los “sistemáticos”
aseguran que el eclecticismo puede ser un método, puede ser una postura o actitud de
análisis en situación que suponga la actualización de los recursos disponibles por el
terapeuta “en situación” no importa cuál sea el origen paradigmático de dicho recurso.
Las deficiencias de los intentos de solucionar los retos a la psicoterapia por la vía del
eclecticismo son evidentes y desde mi punto de vista irresolubles. Presentemos, aunque
sea superficialmente, algunas de ellas.
Si el eclecticismo se está pensando en términos de integración simple o aditiva (ya sea
tomar lo común o tomar lo mejor de cada una), entonces aparecen serios problemas:
1. Para integrar hay que tener “que integrar”, lo que quiere decir que tendrían que
subsistir las escuelas o alguna variante de modelo parcial no integrativo, lo que
contradice el desarrollo de los últimos años. Junto a esto, evaluar que es “lo mejor” en
psicoterapia es algo de suma dificultad como atestigua, por ejemplo, la discusión
acerca de la efectividad diferencial de los modelos terapéuticos.
2. Hablar de integración supone hablar de un ”lugar” desde el que se integra, y en este
sentido estaríamos en la idea de Cousin de la preexistencia de ese lugar. Es decir
tendríamos que aceptar que hay un modelo (por tanto una escuela, una forma de
pensar, etc.) que es la correcta y a la que se puede llegar desgajándola de lo común
esencial de los otros modelos.3
3. Una integración seria, de profundo carácter científico, supondría un conocimiento y una
experiencia profesional sistemática de cada uno de los modelos existentes, lo cual es
desde ya imposible.
4. En el caso particular de su comprensión como reunión de tesis conciliables que se
toman de diferentes sistemas teóricos dejando fuera del modelo resultante todo lo que
no es
conciliable, entonces se corre el riesgo de dejar fuera justamente aquellas
especificidades de un modelo teórico que dan cuenta de lo que otros modelos no
pueden.
Era esta la idea Vygotskiana de Psicología Marxista (véase “El sentido histórico de la crisis de la
Psicología), un proyecto que no se realizó quien sabe si por imposible.
3
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Planteado en términos de “método sistemático”, también el eclecticismo carga con serias
dificultades. La más elemental: ¿Cómo se puede ser “sistemático en situación”?, en otras
palabras, ¿puede una selección contingente ser sistemática?.
Definitivamente el
eclecticismo no parece ser una vía muy prometedora.
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Como sustituto menos comprometido del término eclecticismo se observa en el discurso
psicológico la recurrencia en la utilización del término “integración”. Particularmente en
algunos medios linguísticos, como es el caso de nuestro país, la palabra eclecticismo va
acompañada de una connotación negativa, mientras que la palabra integración sugiere
una asociación emocional positiva. Sin embargo, el cambio de término per se no supone
la solución de los problemas a él asociados. Incluso porque eclecticismo e integración no
son términos excluyentes: la integración se puede lograr de un modo ecléctico, aunque
luego se diga que “no es una verdadera integración”.
Es difícil hacer una valoración de la llamada “opción integrativa”, al menos en nuestro
ámbito profesional, toda vez que es algo que sobre todo “se dice”, pero que no se clarifica
cómo “se hace”. Integración en ocasiones es aceptar el hecho elemental de que más de
cien años de Psicología, decenas de hombres de talento e inteligencia envidiable que
dedicaron y dedican todas sus energías al estudio de la mente humana, no pueden ser
reducidos a un “están equivocados”,”les falta un método verdaderamente científico”,”están
encerrados en la celda de ideologías burguesas que les cierran el camino a la verdad”.
Cosas de este tipo, además de inadmisibles científicamente, son obsoletas y componen
un pasado del que no hay que avergonzarse pero si hay que superar definitivamente.
Parece entonces que la integración es decir- “ellos tienen parte de razón y hay que
reconocer lo que descubrieron y buscarle un lugar en nuestro sistema teórico”.
En nuestro medio, dentro y fuera del campo de la psicoterapia, el intento de integración
trae aparejado un “pseudo descubrimiento autotitulado novedoso y original” que no es
otra cosa que cambiarle el nombre a lo que en otros contextos teóricos goza de un status
de conocimiento establecido. Se produce como una suerte de “plagio” sin malas
intenciones que cae dentro de la tendencia a “integrar” y que en su total paroxismo
produjo hasta teorías y métodos nacionales.
En otra vertiente menos narcisista, se forman verdaderos mosaicos inconexos en los que
conviven la transferencia sexualizada freudiana con el entrenamiento autógeno de Shultz,
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el inconsciente lingüístico de Lacán con la regulación consciente y volitiva de Rubinstein,
la teoría leonteviana de la actividad con los estilos de afrontamiento. Sin duda alguna,
estos son momentos, etapas que hay que pasar, pero no pueden ser superadas si no son
develadas y si no se construyen alternativas distintas.
41
No se trata de decir “no” a la integración, sino negarse a una forma de integración que
esconde la posibilidad de una elaboración productiva, eficiente y sobre todo realmente
distinta. Quizás valga la pena comenzar por la propia noción de integración. Integración
es la acción de integrar. Integrar es el dar integridad a una cosa, es también hacer entrar,
componer, formar. Si algo ha sido integrado entonces quiere decir que ha entrado en
alguna otra cosa, o que se ha conformado algo íntegro (entero, completo).
Integración es el proceso de coordinación y unificación de elementos aislados en una
totalidad. Esto en principio, como antes señalé, puede ser:
1. Que los elementos separados se unan o entren en un grupo ya unido, y por ende este
queda inmodificado aunque sí en alguna medida cambiado. Este cambio nunca afecta
lo esencial. Aquí hablamos de “integración por asimilación”.
2. Que los elementos separados se unan conformando una totalidad nueva, no existente
anteriormente. En este caso la integración supone una construcción, una “integración
constructiva”.
Pensémoslo ahora en el ámbito de interés de nuestra discusión. Un abordaje terapéutico
integrativo sería aquél que:
1. O bien logra que procedimientos, métodos, conceptos, hipótesis, etc. procedentes de
algún modelo más o menos conocido,o también elementos “nuevos”, formen parte de
otro modelo ya existente,
2. o bien logra una unificación tal de elementos procedentes de sistemas ya existentes o
elementos “nuevos” ,que el producto de esta unificación es de hecho otro modelo
distinto.
Lo que resulta indiscutible de todo esto es que la integración supone o la asimilación, o la
construcción.
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Esto quiere decir que integrar en psicoterapia no es como se piensa, o más bien como se
hace, en muchas ocasiones: experimentar una intervención terapéutica en un momento
dado a ver qué sucede, utilizar un instrumento propio de un cierto modelo teórico dentro
de un proceso de intervención tenga o no que ver, reinterpretar opináticamente el sentido
de un procedimiento y aplicarlo con modificaciones por conveniencia y no por criterios
científicos, hablar un discurso “babeliano” que ni el más docto políglota puede descifrar.
La integración como construcción de un modelo o como asimilación de contenidos es
analizable solamente partiendo de la consideración de los diferentes niveles, o si se
quiere de los diferentes espacios lógicos de la Psicología como ciencia y profesión. La
Psicoterapia no es una excepción.
¿Cuáles son estos espacios lógicos o niveles constructivos?. Sin pretender una respuesta
única, podemos diferenciar cuatro espacios lógicos1 fundamentales:
1. El espacio epistemológico. Aquí la integración supondría la unificación de los
principios, de las hipótesis generales sobre las que se sustentan los modelos
teóricos o la prescripción de nuevas hipótesis. En el caso de la Psicoterapia es en
este nivel donde se ubican aspectos tales como la cosmovisión del terapeuta, su
visión de lo humano, de la vida, sus hipótesis acerca de que es la mente y su
significado existencial, sus creencias ideológicas, incluso sus peculiaridades de
idiosincrasia, cultura, etc. El imperativo constructivo de este nivel es LO
ESENCIAL.
2. El espacio axiológico normativo. Abarca todo el campo constructivo de un
paradigma. Se trata de los presupuestos éticos, valorativos, que delimitan lo
aceptable y lo inaceptable, lo justo y lo injusto, lo admisible y lo inadmisible, y por
supuesto todas sus transiciones, como patrones comportamentales del científico,
del profesional, del psicoterapeuta como ser humano. Esta referido, como
constructo lógico particular, a un paradigma. Si el referente más generalizado y
común para la psicoterapia en los últimos años es
una ética humanista, que
supone patrones de conducta en la relación paciente-terapeuta, en el manejo de
las influencias del terapeuta sobre su paciente, en el respeto a la integridad física y
moral del paciente por encima de cualquier presuposición teórica o de cualquier
Unas palabras más sobre el tema pueden encontrarlas en mi “Psicolgía y Marketing” (1999) Ciudad
Habana. Cuba. Editora Política.
1
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otro tipo, en el respeto a la confidencia de la información recibida del paciente, el
derecho a la libre expresión,etc., no es menos ciertos que cada modelo teórico
construye sobre esta axiología general una axiología normativa particular, con un
sentido más heurístico. Aquí el imperativo constructivo es LO DEBIDO.
3. El espacio teórico-conceptual. La construcción de teorías y nociones teóricas que
son construcciones lógicas más circunstanciales y en este sentido más
susceptibles de cambio, interpenetración, más flexibles incluso al interno de
diferentes contextos epistemológicos. Se incluyen también los componentes
metodológicos que establecen pautas de garantía al carácter científico del
conocimiento. Aquí ubicaríamos el paradigma teórico especifico que resulta ser el
referente central del terapeuta, su adhesión a un cierto modelo teórico-conceptual
4. que lo hace pensar en términos de ciertos conceptos e hipótesis explicativas
particulares, su teoría de la cura, su concepto de bienestar,etc. En este nivel el
imperativo constructivo es LO ASUMIDO.
5. El espacio pragmático. Es este el nivel que concierne a la actuación, al éxito de la
intervención comportamental. En este espacio ubicamos las operaciones que se
realizan, los procedimientos, las habilidades o imperativos técnicos, así como “la
creencia pragmática” (Kant)4. El espacio pragmático no es entonces tan solo un
nivel empírico, sino también empírico-representacional. El imperativo evidente de
este nivel es LO ÚTIL.
¿Qué relación existe entre estos espacios?.
Esta es una cuestión fundamental para
poder definir cómo vamos a responder a las preguntas que nos hemos formulado en el
ámbito específico de la Psicoterapia.
El perfeccionismo lógico imperante en los modelos epistemológicos tradicionales, supone
que la relación entre estos niveles es de inclusión total, es decir, de los presupuestos
cosmovisivos se derivan teorías y conceptos que suponen pautas axiológicas de
comportamiento. Entonces se construyen los sistemas operativos o funcionales acordes a
dichas elaboraciones. Cualquier espacio de no congruencia es tomado como deficiencia
constructiva del modelo. La estructuración es desde los niveles teóricos a los empíricos.
El lugar de la verdad es la teoría, lugar desde el cual se construye el modus operandis.
4
Kant tomaba como ejemplo,para ilustrar lo que denominó la creencia pragmática, el caso del médico que
tiene que dar un diagnóstico de una enfermedad porque sin el no sabría como tratarla.
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Desde esta perspectiva queda claro que la integración constructiva resulta prácticamente
imposible. En el mejor de los casos se hace posible una asimilación, es decir un hacer
entrar al sistema de un modo reconceptualizado hallazgos y procedimientos de otros
modelos.
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Las grandes Escuelas en Psicología servirían de ejemplo concreto de este modo de
elaboración paradigmática. Por solo señalar uno, pensemos en el Psicoanálisis freudiano
que se conforma como sistema cerrado y de “derivación unidireccional” dentro del cual la
lógica más estricta supone una conformidad inequívoca (aunque a decir verdad, solo
interpretativa) desde los presupuestos teóricos hasta las operacionalizaciones. Nada de
la Psicología necesita el Psicoanálisis, nada del Psicoanálisis puede asumirse sin ser
psicoanalista.
Sin embargo, la relación no es tan lineal como se supone. Por una parte, de un mismo
espacio epistemológico se derivan propuestas teórico-conceptuales distintas, axiologías
normativas diferentes aunque cercanas, y del mismo modo aparecen propuestas
instrumentales, abordajes, elaboraciones empíricas distintas. Evidencias de esto se
encuentran copiosamente en todo el devenir de la Psicología.
Esto significa que todos los espacios tienen un cierto nivel de independencia entre si. Es
probablemente esta relativa independencia la que invita a un abordaje ecléctico,
especialmente al nivel de las operaciones, o lo que hemos denominado el espacio
pragmático. Pero esto es apenas lo que ocurre al interno de un Modelo Paradigmático.
Pensemos ahora que ese modelo paradigmático, llamémosle X, por una parte existe en
un contexto real que constantemente aporta nuevos hallazgos, prácticas intuitivas de valor
utilitario, etc. que cuestionan y ponen “en crisis” sus representaciones teóricas. Ese
contexto lo comparte además con otros paradigmas, Y, Z,... que también explicitan sus
teorías y sus prácticas que de ser cuando menos efectivas o de llamar la atención sobre
sucesos no representados en X suponen la necesidad de una apertura de alguno (o
algunos) de sus espacios lógicos para “dejar entrar aquel hallazgo”.
El espacio particularmente flexible a esta modificación es el espacio pragmático. Algunas
razones pueden hacernos entender el por qué.
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1.
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El pragmático, es el espacio más “distante” del núcleo epistemológico constructivo de
todo paradigma, por lo tanto es donde se supone una mayor variabilidad y en este
sentido
mayor capacidad
de asimilación
de
elementos de
otros contextos
paradigmáticos de su mismo tipo. La pragmática de X es más vulnerable a la mutua
influencia con la pragmática de Y, que las hipótesis epistemológicas diferenciales que
dan sustento a ambos paradigmas.
2.
La representación cosmovisiva, ideológica, es menos rígida (menos delineada, menos
comprometida) en el espacio pragmático. El pragmático es un espacio más
comprometido con “el hecho” que con su interpretación.5
3.
El espacio pragmático es el más cuestionado por la realidad entendida como contexto
concreto y variable en el que existen las prácticas científicas y profesionales, como
destinatario-consumidor de estas prácticas, y como demandante de respuestas no solo
a largo y mediano plazo, sino también a corto plazo.
El hecho resultante es que, en términos estrictamente comprensivos, el espacio
pragmático es más “voluminoso” que el resto de los espacios. Dicho de otro modo , no
todo lo que sucede en la pragmática tiene un lugar de conceptualización y de teorización
en los niveles correspondientes a lo esencial, o lo asumido, ni tampoco en el lugar de los
axiomas normativos. Lo epistemológico, lo teórico-conceptual dan cuenta de una buena
parte de los sucesos de la pragmática (tanto cuanto más adecuada sea), pero no dan ni
pueden dar cuenta de todos. Ellos se corresponden con la lógica interna de su nivel,
entiéndase con su propia lógica, pero no “hablan” el discurso de la pragmática, por lo que
no pueden expresar en su metalenguaje lo que allí sucede. Si servirnos una vez más del
psicoanálisis, pensemos en las relaciones que se verifican entre aquello que se reconoce
como “la dinámica” del psicoanálisis y su “dramática”: 6
Intentaré resumir las ideas presentadas aquí con respecto a la integración: El asunto de la
integración en Psicoterapia no puede reducirse a una nueva forma de “eclecticismo
disfrazado” tras palabras que no se clarifican en hechos distintos a los que otros modelos
eclécticos suponen. La alternativa de la integración es plausible, pero supone diferenciar
En su “Dialéctica de la Naturaleza” Engels insistía en que los hechos son siempre hechos no importa cuán
falsas sean las interpretaciones que de ellos se hagan.
6 Bleger tras estos conceptos reconoce, junto a la dependencia y la interdependencia, la independencia
relativa, al punto incluso de la contradicción necesaria, entre lo teórico-conceptual y lo práctico.
5
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con claridad las posibilidades asociadas a cada nivel o espacio lógico-constructivo. En los
niveles epistemológico esencial y teórico-conceptual la integración no es otra cosa que la
construcción de un nuevo modelo o paradigma que se construye también asimilando la
experiencia de otros modelos. En este sentido esta no puede ser una tarea contingencialsituacional. Su perspectiva temporal es a mediano o largo plazo. Sin embargo al nivel de
la prácticas, en el espacio de la pragmática existen posibilidades variadas que pueden ser
explotadas sin riesgo de modificaciones esenciales a los modelos teóricos. Supone si un
cambio de actitud del profesional: pasar de un estilo de predominio de lo teóricoconceptual a lo teórico-praxológico. Aunque por el momento no quiero perder de vista
que estoy hablando de exigencias y posibilidades en el ámbito de la Psicoterapia. Lo
dicho hasta aquí no necesariamente soportaría una extensión a todo el campo de la
Psicología.
ALTERNATIVAS CONSTRUCTIVAS DESDE UNA
“ESPISTEMOLOGÍA DE CONVERGENCIAS”
Me aventuro ahora a lo que siempre resulta más complicado: el establecimiento de
alternativas coherentes (en la medida en que la misma coherencia es probable) con una
visión epistemológica convergente. Obvio que tratándose de una alternativa para las
prácticas grupales de la psicoterapia la alternativa ha de contener los niveles teórico
conceptuales y epistemológicos, pero también los prácticos aplicados.
¿Dónde establecer los parámetros de posibilidad de dichas alternativas?. Considero que
en cinco ámbitos fundamentalmente:
1.
Los sustentos epistemológicos de los esquemas de trabajo.
2.
El carácter alternativo de dichos esquemas.
3.
La identidad del terapeuta.
4.
La definición de los encuadres.
5.
La elaboración de instrumentos (procedimientos, operaciones, técnicas, espacios, etc.)
que favorezcan los impactos terapéuticos.
Con respecto a lo primero, los sustentos epistemológicos de los esquemas de trabajo, la
Psicología, desde hace ya mucho tiempo, y en general la reflexión epistemológica
contemporánea, se mueve hacia una comprensión más flexible que rompa en lo
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fundamental con el modelo empirista positivista de ciencia dentro de los cuales las
prácticas profesionales se sentían muy restringidas. Las restricciones absurdas y
excesivas son también parte de las limitaciones que se cuestionan en las ciencias
modernas, por lo que la epistemología predominantemente moderna es también
severamente criticada. .
No es casual que en esta búsqueda de alternativas aparezca como posibilidad para
algunos el hipercriticismo metodológico que el posmodernismo trae consigo: no al
predominio de la razón, no a la existencia de la verdad, no a la existencia del sujeto.
Como dice Aronowitz el “rechazo de la razón como un fundamento para los asuntos
humanos” (Aronowitz S. 1988 p. 50).
Una propuesta de opción está en el llamado “anarquismo epistemológico” que supone un
intento de enfrentar el proceso de deterioro o erosión que vienen sufriendo las
reglamentaciones metodológicas tradicionales. Se postula que las reglas son inútiles y
castrantes. En su base está la “moderna” crítica a la razón y una defensa de la renuncia a
la razón sin la que, al decir de Feyerabend, no hay posibilidad de progreso. Se postula
entonces el anarquismo no solo posible, sino necesario. Pero “la sin razón” no puede ser
alternativa metodológica real para las dificultades asociadas a ciertos modos de entender
la razón y no a la razón misma.
Desde otra perspectiva se esboza una epistemología desde una “teoría pragmática
consensual de la verdad”, tal es el caso de Habermas. (Habermas J. 1982) . Se trata de la
búsqueda de unidades pragmáticas compartidas de modo comunicacional.
En el caso particular de la Psicología el modernismo en la ciencia dejó una encrucijada
metodológica, entre la verdad y la no verdad, entre el sujeto y su determinaciones, entre
la razón y el poder. El problema metodológico no tiene mayor clarificación en el
posmodernismo. A pesar de que las revueltas metodológicas de Freud primero y Lacan
después, antecesores de un cierto pensamiento posmoderno en la Psicología,
representaron una posibilidad de avance considerable desde el punto de vista crítico,
como modelo alternativo, paradigmático, se incrustan en la muralla de la anticiencia. Las
propuestas neoconfiguracionistas, constructivistas, etc. siguen tras las huellas de un
sujeto todopoderoso configurador de la realidad, allí donde para los otros la única verdad
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es la verdad del sujeto, y el propio sujeto es un “no es”. Pero todo esto requiere de un
análisis especial que escapa a las pretensiones de este trabajo.
Mi búsqueda de una respuesta, o para ser más exacto, la búsqueda de respuesta s al
cómo facilitar esa construcción de modelos de intervención breve, comienza, a mi juicio,
por superar las epistemologías divergentes típicas de la historia de la Psicología y pasar a
modelos epistemológicos convergentes de integración. Esta epistemología convergente
ha de encontrar también su por qué y su cómo. Más exactamente, en nuestra
comprensión del asunto la propuesta conceptual define la praxología, el nivel praxológico,
como el espacio más adecuado para dicha convergencia.
En cuanto al carácter alternativo de los modelos de trabajo, es algo que se desprende de
lo anterior. Una epistemología divergente es el sustento de una práctica que “disuelve” la
individualidad del paciente para convertirla en una categoría diagnóstica. La función de
selección que el terapeuta ejecuta sobre el paciente (es analizable - no es analizables; es
neurótico - no es neurótico; va para la breve - va para la profunda) es, usualmente,
perversa. Su perversidad reside no solo en la “taxonomización” (función de etiqueta), sino
sobre todo en que aun siendo aceptado el paciente es inevitablemente sometido al
“método del terapeuta”. La lógica casi aritmética de lo que digo es poco cuestionable. Si el
terapeuta evalúa según un criterio definido por su instituyente teórico, y este instituyente
es cuando menos unipolar y restringido (en el sentido que por ser único, es el modo único
de pensar el problema), entonces no hay espacio alternativo para la peculiaridad del
paciente. La unidad de la Psicoterapia reside en el método, su diversidad en el paciente, y
el método es impuesto al paciente por el terapeuta.
Es posible, en respuesta a esto, reconocer el derecho del paciente a “…ser informado de
que existen técnicas y metodologías de trabajo distintas de aquellas con las que trabaja el
orientador” (Peyru G., Brusca J. 1992. pg.7), y aparecería la sugestiva imagen de que el
paciente es libre de elegir que método quiere que se le aplique, lo cual no por sugestivo
deja de ser absurdo (me refiero a la idea que se desprende y no al derecho). Esto sería
“populismo psicoterapéutico” y no “democracia psicoterapéutica alternativa o participativa”
, como suele decirse ahora. La decisión no puede estar en las manos del paciente, ni del
terapeuta. La decisión es de la relación, de ambos. Ni el paciente impone, ni impone el
terapeuta. Siendo así, entonces no hay otra salida para el especialista que un planteo
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alternativo. Estoy hablando no de “ilusión de alternativas” (Watzlawick P, Weakland J.H.,
Fisch R. 1976.) sino de:
1.
Algo que se puede. No es alternativa aquello que no está en la zona actual o próxima
del sujeto.
2.
Algo que coexiste en relación a otras posibilidades, entiéndase en relación a otras
alternativas.
3.
Algo que no responde a la lógica binaria, sino a la lógica de la multiplicidad.
4.
Algo que no es inevitable, sino probable. La solución pretende ser la respuesta a la
pregunta del demandante, la alternativa puede incluso ser no hay que dar respuesta,
puede ni tener que ver directamente, a los ojos del demandante, con la respuesta. La
alternativa es siempre para hacer, para intentar, para probar. La respuesta es siempre
para concluir. (Calviño M. 2002).
5.
Algo que no es inmutable, algo que puede ser modificado en dependencia del propio
curso de los acontecimientos. Lo que es alternativo es porque tiene la capacidad de
alternancia.
Lo alternativo se asocia a lo probable y por lo tanto se sustenta en la creación constante,
en el proceso concreto y real de encuentro con las evidencias y las contradicciones.
La identidad del terapeuta juega en esto un papel central. No creo que sea este un asunto
lo suficientemente atendido en la literatura especializada y mucho menos que sea objeto
de preocupación del especialista inmerso día a día en la práctica psicoterapéutica.
El modo en que el terapeuta se percibe a sí mismo, se reconoce como parte de un gremio
o grupo profesional que se caracteriza, más allá de la tenencia de un título y haber
realizado ciertos estudios, por un conjunto de prácticas que tienen un sentido particular no
solo para el gremio en cuestión, sino sobre todo para el contexto en el que ese gremio
existe, es decir para los otros (los usuarios, los consumidores de esa praxis profesional, el
ámbito específico en que existen), cataliza cuando menos la posibilidad (actual y
potencial) de la realización de ciertos modos y no otros de dichas prácticas.
Una buena parte de la identidad profesional se define por la función específica o
diferencial, y esta una vez constituida como modelo de representación, como
representación profesional, define los límites de permisibilidad y potencia de las prácticas.
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Es claro que no estoy hablando de Códigos Profesionales, sino de algo de naturaleza
mucho más intrínseca.
¿Cuál es nuestra función específica, diferencial, como psicoterapeutas?, ¿Qué hago que
no pueden hacer otras personas (profesionales)?, ¿Qué se espera de nosotros?, y
entonces asociadas a estas preguntas inmediatamente surgen otras ¿Qué quiere decir
curar?, ¿Qué quiere decir ayudar?, por solo señalar algunas. El asunto es que en
dependencia de las respuestas que demos a estas preguntas, y lógicamente a otras muy
cercanas, estaremos en condiciones de definir los límites reales de nuestra función.
Las intervenciones grupales requirieron (y aún requieren) no solo de otro modelo
profesional de la psicoterapia, sino también y sobre todo de otra identidad de terapeuta.
Explicitando el vínculo con lo dicho anteriormente, se trata de que un modelo
epistemológico convergente, que asume un carácter de construcción alternativa no solo
ante la diversidad de las propuestas metodológicas, sino también de los recursos
instrumentales, supone un terapeuta centrado en una relación de ayuda y no en la cura, lo
que supone no el carácter definitivo (y definitorio) de la intervención profesional, sino
sobre todo su ajuste a las condiciones que lo determinan en aras de potenciar el mayor
efecto probable.
Una lectura comprensiva de lo que hemos enunciado nos lleva ineluctablemente a una
noción estructurante primaria: el encuadre. Epistemología, teoría, metodología e identidad
son los ejes centrales, aunque lógicamente no los únicos, sobre los que se conforma el
encuadre. Por razones obvias de enfoque nos adentremos con un poco más de detalle en
este aspecto.
En los últimos años hemos asistido a una enfermedad tecnocrática que nacida dentro de
las ciencias técnicas, las ciencias cibernéticas, los paradigmas computacionales, se ha
extendido a las ciencias sociales y humanas, incluida la Psicología. Le llamaría “la
metáfora del instrumento”. Su expresión posmoderna se expresa, como dice Jamerson,
en una cierta desconsideración de los problemas de la verdad, la certidumbre. La verdad
ya no existe, pero el error sí. (Machín H. 1991). Pero si la verdad no existe y el error si,
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hay que preguntarse ¿qué es lo que produce o no error?. La respuesta es clara: la
técnica. De modo que se produce una mistificación alucinante del valor de la técnica.
El fetiche de la técnica impide ver con claridad que la técnica es solo por el encuadre, y
que toda intervención profesional psicoterapéutica, y lógicamente las breves no son una
excepción, son solo en relación al encuadre. Hablo sobre todo del encuadre entendido
como una “representación sistémica” que de continente a los contenidos. En nuestro
modelo de trabajo (Calviño M.2002) la idea del encuadre está contenida y precisada en el
concepto de situación.
Pichón Riviére subrayaba la idea de que el individuo debía ser pensado siempre como
“hombre en situación”. Creo que es una de las ideas que descansa en la base de toda su
teoría del vínculo. La situación es sobre todo el contexto en que se realiza y adquiere un
sentido particular la relación entre profesional y sujeto-grupo. La relación entre terapeuta y
paciente-grupo se da en un espacio determinado: la situación que es un espacio físico,
temporal y simbólico (porque está sometido a los procesos que se dan en la
relación).Podemos definirla como la representación que se hacen terapeuta y paciente de
la relación. No es solo el setting, es también todo el sustento o soporte ideo-concreto de la
relación. En la situación entonces intervienen los elementos concretos presentes en la
relación y también las representaciones que los participantes tienen de su contexto real
de existencia, sus peculiaridades idiosincrásicas, en su vínculo con la relación.
Por último: el impacto terapéutico. Esto es algo que a veces resulta difícil de asumir desde
algunas visiones psicoterapéuticas ingenuas o posmodernas. Una y otra vez el tema del
impacto se confunde con el de la directividad o con el de la neutralidad ( dos caras de la
misma moneda).
Ser directivo sería, en sentido general, el asumir la relación psicoterapéutica como una
relación de poder, entendiendo por poder lo que Foucault M. significó como estructura
total de actos aplicada a posibles actos. De modo que tiene que ver no solo con lo que se
dice, sino con lo que no se dice, no solo con lo que se hace, sino también con lo que no
se hace. La directividad es sobre todo una filosofía de la relación que se acompaña con
una actitud que trae consigo el establecimiento de una ética del poder en las relaciones
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interpersonales en tanto supone la limitación de derechos, el irrespeto a la individualidad y
la diferencia, la sanción como instrumento de coerción.
Estas afirmaciones que hago pueden parecer extremas para el caso de la directividad
como técnica de intervención circunstancial asociada al enfrentamiento de un problema,
pero en realidad llama la atención sobre todo a no confundir el hecho de que un terapeuta
proponga ciertas recomendaciones a su cliente, que no se inmiscuyen en el campo de sus
decisiones personales, que están dentro de los acuerdos del contrato, y que no implican
la cesación bajo circunstancia de punición de ningún valor o patrón normativo del otro.
Rogers, figura paradigmática de la no directividad decía no tener duda de que era
selectivo al escuchar a sus paciente y, por lo tanto era directivo, y es claro que con esto
nos dice que esa no es la directividad de la cual sugería salir incluso por razones técnicas.
Hay que denunciar también lo que se esconde en ocasiones (consciente e
inconscientemente, entiéndase como filosofía perversa o como ansiedad y temor,- diría
Kesselman: “como escena temida”) detrás de la “falsa no directividad”. Se trata de la
ausencia de compromiso y responsabilidad del profesional.
Cuando
entramos
en
una
relación
psicoterapéutica
individual
o
grupal
nos
comprometemos: nos comprometemos con una persona, con su decisión e intento de
hacer algo por su bienestar, por su salud, por su felicidad. Y esto es algo que da no solo
sentido a nuestra existencia como profesionales, sino también a nuestra práctica. La
clarificación del término es quizás secundaria, lo más importante es la clarificación del
conjunto de realidades que el término denota.
Entonces la realidad es que nuestros compromisos y las condiciones en que ellos deben
realizarse nos convocan a la idea de la eficiencia máxima posible, de la productividad de
nuestra gestión psicoterapéutica, nos convocan al aumento del impacto terapéutico.
Como sabemos nuestro trabajo puede y debe restringirse al material puesto en la
situación. Pero esto no es una mordaza para ciertas acciones del terapeuta sobre la
situación que tiendan a favorecer, por solo señalar algunos de los más importantes :
1.
La concentración de los esfuerzos y capacidades del paciente.
2.
El significado dinámico funcional concreto de la sesión.
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3.
El aprovechamiento de los recursos medioambientales disponibles.
4.
La acción concentrada sobre el problema.
5.
La pluralidad instrumental asociada a la unidad del esquema referencial.
6.
La producción del insight.
53
Es esto en principio lo que busco en la noción de impacto terapéutico (Omer H. 1987). Sin
aumentar la capacidad de impacto terapéutico, las posibilidades y el significado práctico
real de las intervenciones breves es sencillamente impensable.
Los que he referido hasta aquí son parámetros generales. Queda ahora en manos de los
terapeutas la construcción de alternativas no solo operativas en la clínica grupal, sino
también trasmisibles, para que puedan ser enseñadas sin menoscabo de su eficiencia,
para que la formación de terapeutas grupales no sea solo desandar el mismo camino dellos pacientes.
PSICOTERAPIA DE GRUPO: MODELACIÓN , CREACIÓN
CONVERGENTE O INTUITIVISMO DESPROFESIONALIZADO.
Voy cerrando este “remake” y no quiero dejar sin mencionar un dilema al que se arriba
luego de una reflexión como la que hemos hecho hasta aquí. ¿Puede la psicoterapia de
grupo ser una actuación que no requiere de formación profesional específica? ¿puede
hacerse psicoterapia de grupo con un modelo generado en un contexto nacional, cultural
e idiosincrásico distinto a aquél en el que se ejercita? Para no abrumarlos más reduciré
esencial y voluminosamente mi respuesta. Solo diré NO y algo más.
Tomemos como rehén una de las orientaciones más o menos notoria en las prácticas
grupales de la psicoterapia en nuestro medio: El enfoque Dinámica de Grupo en una
derivación latinoamericanizada pasada por el psicoanálisis: los Grupos Operativos.
Como
sabemos,
al
decir
“dinámica
de
grupos”
podemos
estar
hablando,
fundamentalmente, de dos cosas distintas: de una parte se puede estar haciendo
referencia a las interacciones que tienen lugar al interno de los grupos y que son
causadas por un conjunto de fuerzas del campo o por pulsiones inscritas en el propio
aparato psíquico de las personas o en el entrecruzamiento de los vínculos actuales. De
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otra parte, pudiéramos estar hablando del estudio de los grupos con énfasis en la
dinámica, en los procesos intragrupales entendidos como fuerzas, distribución de poder,
liderazgo, formación de grupo, reacción de un grupo ante otros, cohesión, toma de
decisiones, etc.
54
Sin embargo, ocurre muy a menudo, incluso entre especialistas, que el término Dinámica
de Grupo se utilice con bastante superficialidad, imprecisión, e incluso desvinculado de
alguno de sus sentidos propio. ¿Es esto un síntoma en el sentido estricto de la palabra, o
tan solo un proceso de habituación a una rutina lingüística?. Infelizmente lo que con tanto
esmero y dedicación comenzara Kurt Lewin hace varias décadas y que fue fuente de
inspiración de prácticamente todos los movimientos grupalistas de los años posteriores,
especialmente de los cincuenta a los setenta, se ha convertido, en manos de muchos
incluso “bien intencionados”, en una caricatura populista y desprofesionalizada.
En los últimos diez o quince años el auge y aceptación que han tenido las prácticas
grupales en diferentes ámbitos de trabajo, especialmente los trabajos comunitarios, de
educación popular, de promoción y educación para la salud por solo señalar algunos, han
hecho surgir una representación un tanto distinta y específica de la Dinámica de Grupo,
incluso se habla de las dinámica”s” de grupo. El “nuevo concepto” de dinámicas de grupo
incluye sobre todo “a aquellos ejercicios y juegos que presentan intencionalmente una
forma de dinámica grupal y/o social, para ilustrar de una manera simple y evidente, una
realidad social o grupal que realmente es compleja y profunda…vamos a entender la
Dinámica de Grupo como el conjunto de técnicas educativas apoyadas en principios
sicológicos y pedagógicos, que tienen por objetivo enriquecer la reflexión, la
autosugestión, la toma de conciencia y la movilización… las D.G. tienen un doble objetivo:
a) Ilustrar u proporcionar, un mensaje, un contenido.; b) Recrear”. (Ruiz J. 1986. pp. 10 y
12). Se han hecho populares y han logrado bastante difusión una suerte de “Manuales”
sobre dinámicas de grupos repletos de ejercicios que supuestamente favorecen
determinadas manifestaciones, incluso adquisiciones, en la membresía de un grupo. Así
se habla, y se relacionan, dinámicas de grupos (ejercicios) para prácticamente cualquier
cosa (el líquido que lo disuelve todo, como he dicho tantas veces).
No pongo en duda que este movimiento, en los ámbitos educacionales e incluso en las
prácticas de atención primaria en salud, ha tenido muchos efectos positivos y ventajosos,
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como son, por ejemplo: el desarrollo de una concepción más democrática y participativa
de la resolución de conflictos, la toma de decisiones (esto es lo que muchos han llamado
el desarrollo de la comunicación horizontal), la creación de un amplio y creativo arsenal de
instrumentos de movilización grupal, la facilitación (accesibilidad) del uso de dichos
instrumentos a personas de diversa formación y niveles de desarrollo educativo y de
instrucción, etc., quizás su peor efecto ha sido una cierta desprofesionalización y
superficialidad en el trabajo de los grupos. Pero ¿cuál es su capacidad de extensión real a
las prácticas terapéuticas? ¿son acaso por efecto de la intuición prácticas terapéuticas
para actuar sobre grupos humanos que padecen de dolor y sufrimiento psíquico?
Hay mucha “ingenuidad preprofesional” y en ocasione, es justo también denunciarlo, no
poca “diletancia”. Hay quienes ingenuamente se creen que el sentido común es
equiparable al saber científico de una disciplina, particularmente de la psicología y más
aún de las prácticas clínicas, psicoterapéuticas. Error fatal. Pero incluso si así fuera, los
portadores de tal “mal” olvidan que el sentido común es el menos común de todos los
sentidos. Muchos de los dinamizadores de grupo funcionan con certezas de buena
intención del tipo: “Tu verás que esto los va a ayudar”, “Con este juego la van a pasar muy
bien y van a aprender mucho”, “Esta actividad promueve mejoras en la comunicación”. El
colmo de la ingenuidad es la fe ciega en lo que al final dicen los participantes: “Me
encantó”, “la pasé superbien”, “Me ha permitido comprender mejor las cosas”.
La diletancia es tremendamente nociva porque usualmente viene escondida en una
fraseología parecida sonoramente al lenguaje científico, se acompaña de una
impresionante cultura de solapa, y de una actitud que, a fuer de prepotente, llega a hacer
creer que se sabe mucho de lo que nada se sabe, quedando apenas a la luz de la crítica
el modo, el procedimiento, y no el contenido. El diletante desprofesionaliza las prácticas
grupales. Aparentando profesionalismo, desacredita la función real del conocimiento
científico con una alternativa en el mejor de los casos basada solo en la intuición
personal.
No creo necesario explicar aquí las iatrogenias, las perversidades, las insalubridades que
estas cosas traen consigo. Si asumimos la alta posibilidad de emergencia de fenómenos
dinámicos de alto valor conmocional en las personas que participan en un grupo,
entonces el trabajo desprofesionalizado pone a coordinadores y resto de la membresía de
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un grupo en una situación de alto riesgo. He visto grupos patologizarse, generar
verdaderas iatrogenias profundas, producir consecuencias negativas psicológicas y
también físicas para algunos de sus miembros, justo por la ausencia de ciertas exigencias
profesionales mínimas en las personas que supuestamente dirigían el trabajo. Es por
esto que se hace siempre justificada la insistencia en la necesidad de velar y controlar
rigurosamente la adecuada preparación científico-técnica y profesional de las personas
que trabajan en este campo. Mantener una vigilancia ética con las prácticas y los que las
realizan. Y, sin duda alguna, rechazar las vulgarizaciones y populismos superficiales que
en última instancia devalúan el verdadero valor del trabajo en grupo. La salud de la
prácticas grupales es salud para los que en ellas participan. Su maleficente insanidad es
ni más ni menos que enfermedad.
El impacto favorable y extendido del Psicoanálisis en las prácticas grupales es
sencillamente incuestionable. Bajo la influencia psicoanalítica vio la luz el Psicodrama
moreniano y más tarde el de vinculación propia. Los Grupos Operativos son herederos
directos. Pero incluso entre las prácticas grupales no incluibles dentro de las psicoanalíticas,
resulta nada despreciable, aunque por momentos negada, la presencia de la reflexión
analítica en los presupuestos teóricos y las prácticas. Pensemos en las acciones grupales
del tipo “Encounter Groups” o en los “Workshops Gestálticos”.
En nuestro medio, la marca más evidente del psicoanálisis y de la Dinámica de Grupos en
las prácticas clínicas grupales está en los Grupos Operativos, sustentados en los trabajos de
Pichón-Rivière. Su vínculo instituye el sentido mismo del trabajo grupal. Dice Pichón: “la
tarea consiste en el abordaje del objeto de conocimiento, que tiene un nivel explícito o
manifiesto de abordaje. Pero en este plano explícito de la ejecución de la tarea…surgen
ciertos tipos de dificultades, de lagunas, de cortes en la red de comunicación, montos de
exigencia que aparecen como signos emergentes de obstáculos epistemológicos. Este
obstáculo denuncia una actitud de resistencia al cambio… el obstáculo epistemológico
centra las resistencias al cambio y nuestra tarea es justamente promover un cambio (en
un sentido grupal) operativo (cambio de una situación a otra), en que lo explícito que
tomamos como manifiesto se interpreta hasta que aparezca algo nuevo…”( Zito V. 1976.
pp.8-9). El camino técnico está claramente trazado por su autor, el instrumento para
realizarlo, el único al parecer posible para una lectura psicoanalítica de los grupos: la
interpretación.
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Como se conoce, la “interpretación operativista” es ubicada en un espacio epistemológico
diferencial. Se trata de la interpretación “del” grupo", de donde se asume la noción de
grupalidad, concebir al grupo como una totalidad en la que cada uno de sus integrantes
está influenciado y actúa en función de los demás (Grinberg L., Langer M., Rodrigué E.
1957). En algunos de los defensores de la grupalidad es bastante clara la idea de una
algo “supraindividuos”, lo grupal. En la técnica de la interpretación del grupo como una
totalidad están los aportes pioneros Bion (1991) y Foulkes (1957) que, junto a los trabajos
del propio Pichón (1980), de Bauleo (1993) y de otros, sirven de antecedente a las
concepciones operativas más conocidas
y que se vienen desarrollando en algunos
grupos de trabajo en Cuba. Me restringiré ahora al análisis rápido de nuestro medio.
No tengo la más mínima duda de la contribución que puede hacer, y que de hecho está
haciendo, el estudio y entrenamiento de nuestros profesionales en el trabajo con el
esquema de los Grupos Operativos. Agradecimiento no nos falta. Pero seguro estoy que
el mismo Pichón nos hubiera aconsejado una mirada crítica, casi cuasiparanoide, al
menos cuestionadora. Apenas contando con su indulgencia y comprensión me aventuro a
“pensar en voz alta” en algunas cosas que veo.
En mi primera mirada, una de las cosas que me preocupa en la asimilación de los Grupos
Operativos es esa tendencia nacional a “no llegar” o a “pasarnos”, y esa predilección que
hemos desarrollado por “lo de afuera”. Ya hicimos grupo con fondo musical de balalaika, y
lo habíamos hecho antes con pianola eléctrica. ¿Será que ahora nos falta hacer grupos
con bandoneón?. Vuelvo sobre la carga. ¿Serán nuestros grupos o los grupos de otros?.
Este primer aspecto es de un valor primordial, sobre todo en estos momentos en que la
devaluación subjetiva de la identidad no es un hecho raro. Cuando Racker H. en su
bíblico texto “Estudios sobre técnica psicoanalítica” rastrea los determinantes de la
interpretación encuentra como uno de ellos el “factor genealógico” , o sea : ”cuanto
interpretaban sus analistas didáctico y de control” (1986.p.58). El asunto no es solo de
volumen, sino de contenido. La primera perversidad potencial que veo es el riesgo de una
cierta extranjerización (argentinización) de la identidad. De los coordinadores-asesores, a
los coordinadores y de aquí a los miembros.
Para mi segunda mirada, parto de considerar que para muchos “operativistas” la
interpretación se ha convertido en un cierto ejercicio de “malabarismo intelectual”. Más
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allá de las responsabilidades individuales, considero que el sustento de esta
manifestación está en el carácter marcadamente intelectual, reflexivo, racionalista de lo
que sucede en el grupo y del que la interpretación da cuenta. Prácticamente todo el
trabajo consiste en pensamientos, reflexiones, análisis de lo que se cree, se piensa, se
sabe o no se sabe, incluso sobre lo que se siente, pero el sentimiento se intelectualiza. La
propia tarea de “seguir tras la huella de la interpretación” del coordinador, supone un
ejercicio importante, pero limitado a las cogniciones. Al cognitivizar la mirada a las
relaciones humanas, sin ser tecnófobo, abrimos las puertas a los “Grupos E-mail”, o los
“Grupos Internet”, es decir los grupólogos discípulos de Bill Gates.
Una persona que había participado en varias experiencias grupales de diferente
modalidad, me dijo: “los grupos operativos son los más aburridos”, y con esto quería decir
que no se explotan los recursos de juego, participación, desempeño de roles, que tanto
favorecen no solo las interacciones, sino la propia emergencia de los contenidos. ¿Será
que estamos identificando reflexión y desarrollo con sobriedad extrema, con ausencia de
placer natural y auténtico?. Volvemos a la distorsión que puede ser la interpretación que
no puede entender que no entiende. Hablo de que el Encuadre operativo coarta
manifestaciones más cercanas al accionar cotidiano y con esto separa la situación grupal
no solo de la vida real, sino también de sus placeres y regocijos, hace prevalecer, para el
caso de las prácticas clínicas “los traumas” muy por encima de “la realización”, la
depresión por encima del júbilo, la desgracia sobre la gracia, lo negativo sobre lo positivo.
Todo está mal. Nada está bien.
Por último, y sigo pensando en voz alta, la distancia impuesta por cierta lectura de la
técnica al coordinador de Grupos Operativos, es realmente anxiógena, para el grupo y
para el coordinador mismo. “Un cero a la izquierda”: es esa la impresión que en ocasiones
da el coordinador distante, descomprometido, flotante. Si, como dice Bauleo “la noción de
participación señala un compromiso, un ser parte, un estar incluido, un ser integrado, una
pertenencia, una doble decisión de estar presente en un proceso colectivo en el cual es
imposible despegar un exterior de un interior, un mundo externo de un mundo interno"
(Bauleo A.1991.p.15), entonces ¿qué lograremos con ese “coordinador no participante”?.
Este ejercicio que acabo de hacer tiene el fin (más allá de su valor crítico o al menos de
promocionar intercambios de ideas) de reafirmar que la psicoterapia de grupo es una
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actuación profesional, hecha por profesionales. Que no se limita a tener un conjunto de
conocimiento y ciertas habilidades, sino que supone desde estos una “acción creativa in
situ” acentuada con los matices de sus sujetos participantes: su historia, su cultura, su
idiosincrasia. Es una práctica definitivamente historizada.
59
En épocas tan convulsas como las que vivimos en las que el libre mercado y la libre
competencia hacen creer que el capitalismo,con sus modus operandi, es un líquido que lo
disuelve todo y no un líquido en el que todo se ahoga (o para ser preciso, casi todo), la
invitación es a desvalorizar los sustentos cosmovisivos, ideopolíticos y económicos de las
prácticas. Y aquí se descubre la impostergable necesidad de un referente en extremo
importante: El sustento de las prácticas es un campo de determinaciones que las
preceden y una vez instituidas las condicionan. Es un encuadre que no está sujeto
primariamente a la construcción intencional del psicólogo, del terapeuta de grupo. Él es un
sujeto también sujetado. Solo que el carácter de esta sujeción no es del orden solo de lo
inevitable (como parece ser en ciertas representaciones dogmáticas del psicoanálisis y
también del marxismo), sino también del orden de lo transformable,de lo creativo. Las
prácticas están determinadas en lo actual por los contextos (históricos, económicos,
ideopolíticos) - subrayo esto, por los contextos, y no por las representaciones teóricas
particulares que de ellos se puedan hacer-, y en lo prospectivo por los contextos actuales
y los proyectos, que son la producción del sujeto deseante, comprometido, trascendente.
El centro operativo, el episteme constructivo, de las prácticas psicoterapéuticas grupales
está necesitado de una “epistemología operativa y convergente”. Convergente en tanto
supone una epistemología de la pluralidad, de la unidad en la diferencia, de la unidad y
ruptura. Y esta convergencia es solo posible al nivel de las prácticas por razones, como
ya apunté, estructurales y epistemológicas. Pero las prácticas son depósitos de ideología,
incluso depósitos más impactantes que las teorías7, y la convergencia tiene ciertas
precondiciones. El límite de las convergencias prácticas está en que se den entre los que
están en la misma trinchera. Las prácticas no son descontextualizables. Ellas son
anteriores a su representación paradigmática, pero simultáneas y posteriores a sus
condiciones de generación. Decursan como prácticas de uno con la ideología de “otro” a
Las prácticas profesionales “multiplican”, toda vez que a diferencia de las teorías no quedan en el ámbito
estrecho de los profesionales o los portadores de una cierta cultura profesional, ellas impacta sobre la gran
mayoría: los llamados “clientes” o “sujetos-metas” de dichas prácticas.
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prácticas de uno con ideología de todos. Lo ideológico es sobre todo un paradigma en la
acción y de la acción.
Hacer de las prácticas el fundamento, es abrir las puertas al encuentro y a la elaboración
conceptual operativa. La práctica es el único espacio para pasar de un “hetero ECRO” a
un “homoECRO convergente”. Solo puede converger lo que es distinto, y lo distinto solo
puede converger atisbando un fin común, que a su vez vuelve a ser distinción para
reiniciar un proceso inexorable e irremediable de desarrollo.
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Timerman Editores.
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ANTES DE LLEGAR AL FUTURO.
Meditaciones probablemente antiguas sobre cosas modernas y
posmodernas.
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“Como hubo en el pueblo profetas falsos,
así habrá falsos doctores,
que introducirán sectas perniciosas...
Muchos los seguirán en sus liviandades,
y por causa de ellos será blasfemado
el camino de la verdad”.
II de San Pedro. 2.
“La ciencia es tan dañosa
a los que no saben aprovecharse de ella,
como útil a los otros”.
Tales de Mileto.
Hace unos años atrás Al Gore, entonces vicepresidente de los Estados Unidos,
refiriéndose en una entrevista a las autopistas de la información dijo: ”Yo soy un gran
defensor de esta idea, que permitirá que los hospitales, archivos, centros meteorológicos
y las fuerzas de seguridad estén conectados entre sí, compartiendo información y
conocimientos para evitar catástrofes, delitos,etc. Estoy convencido de que con las
autopistas de la información el mundo será más armónico y humano... La información es
un tesoro y debe ser compartida como tal por todos los pueblos; además, su difusión es
una garantía de las libertades democráticas...si los pueblos basan su desarrollo en la
comunicación, estarán haciendo una apuesta por el futuro, lo que ayudará a que otras
naciones más desarrolladas puedan invertir más fácilmente en esos mismos países”.
(Gore A. 1994.pp 92-94).
Muchas preguntas me sugirieron las afirmaciones de Gore. No me imagino como se
pueden favorecer conexiones, intentando privar derechos. No logro ver con claridad los
efectos de la facilidad de las inversiones para las naciones más desarrolladas en las
subdesarrolladas
o
indesarrolladas,
permitiéndome
un
neologismo
que
espero
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comprensible. No me percato de cómo serán garantizadas las libertades democráticas
desde una red de redes, o lo que equivale a decir millones de computadores conectados
de los cuales la inmensa y abrumadora mayoría no están en las manos de los que tienen
supuestamente que facilitar la comunicación para el desarrollo.
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¿Fetichismo o mala intensión?. Para no moverme en discursos que no me pertenecen
profesionalmente, aunque sí ciudadanamente, me contento con recordar algo que leí hace
más de diez años atrás: “Puntas de lanza de la llamada revolución tecnológica, la
información y la comunicación se están convirtiendo hoy en los ejes alrededor de los
cuales se reestructuran las relaciones sociales entre los individuos, los grupos y las
clases, las naciones y los bloques de poder. No se equivocan aquellos que ya nos se
contentan hablando de “sociedad de la información” para designar la sociedad de
mañana, una sociedad en la que la información se instala como nuevo recurso de base,
nueva materia prima, nueva forma de energía. Sin embargo, perpetran una inmensa
estafa intelectual cuando, en un discurso mesiánico, infieren la novedad social partiendo
de la novedad técnica y metamorfosean esta mutación tecnológica en un “instrumento
salutifero”, remitiendo alegremente las segregaciones y las relaciones de fuerzas sociales
anteriores a esta nueva sociedad llamada informacional.” (Mattelart A, Stourdze
Y.1984.p.56).
Algo similar había dicho Passeron: “ninguna innovación tecnológica pudo jamás superar,
por virtud exclusiva del medio, las desigualdades culturales producidas y reproducidas por
el juego bien engrasado de las estructuras y de las jerarquías sociales: las características
técnicas de un medio de comunicación no predeterminan jamás sus efectos sociales al
punto de descartar los efectos que dependen de las relaciones sociales que se
encuentran en el origen de la utilización de esta técnica” (Passeron J.C.1982. pp 46-47).
Pero psicólogo que soy al fin y al cabo, doy un peso especial a una de las afirmaciones
hechas por quien ha sido denominado “el senador de la tierra”. Me refiero a aquella que
testifica el valor de las autopistas de la información y del desarrollo cibernético en general,
en la creación de “un mundo más armónico y humano”. Imagínense, reconsiderar las
utopías dentro de un esquema tecnológico. Pensar al menos alternativamente que el
Walden Dos de Skinner no era una total falacia. Que si bien la tecnología comportamental
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no lo había logrado, la informacional si lo puede lograr. UN MUNDO MÁS ARMÓNICO Y
HUMANO.
Intento no dejarme atrapar por las fascinaciones fetichistas, por la narcisización, al decir
de Bleichmar H. (1983) con sentido instrumental. “El peligro se produce cuando los
instrumentos técnicos se escinden del ego humano, o sea, cuando la técnica se torna
autosufciente o se adueña del hombre en lugar de dejarse adueñar por él” (Dorfles G.
1969.p.34). Pero también la fascinación del horror, hablando con Pichón, me acosa: una
fibra óptica puede transportar doscientas veces más información que un cable coaxial; los
repetidores de fibra óptica pueden estar separados entre sí a más 100 km, frente a
aproximadamente 1,5 km en los sistemas eléctricos tradicionales; un solo par de cables
de fibra óptica puede transmitir más de mil conversaciones simultáneas; las redes de fibra
óptica son capaces de albergar 500 canales de televisión, pueden receptar 34000 líneas
telefónicas de ida y vuelta. “A qué más”, diría Silvio Rodríguez.
Tampoco quiero acercarme a la tecnofobia resistente activa, esa suerte de
anquilosamiento del más elemental raciocinio y de las menos virulentas de las buenas
pasiones. Intento alejarme con más dificultad de la tecnofobia pasivo agresiva resistencial,
esa que nos hace utilizar nuestras PC como nuestras antiguas Remingtons. Máquinas de
escribir que en tiempos de crisis energética nos hacen consumir más combustible. Siendo
objetivo, es decir entre científico y cínico, estoy obligado al menos a concordar con que
“tal o cual encarnación concreta de las nuevas tecnologías de la información puede,
evidentemente, conocer el fracaso, pero no ciertamente el conjunto de este sistema
técnico” (Mercier P.A, Plassard F., Scardigli V. p.16.1985). Vuelvo con Silvio: ”Me acosa el
cara pálida”.
Trato de mirar des - interesadamente. ¿Pero por dónde empiezo a mirar?. Vuelvo a las
preguntas de siempre: ¿quiénes somos?, ¿de dónde venimos, dónde estamos, hacia
dónde vamos?. No intento responder a todas las preguntas. Me permito una abstracción
que me remite a mi definición epistémica esencial: “el ser de los hombres es su proceso
de vida real” (Marx, C., Engels, F., 1982, p.25).
Cuba. América Latina.El mundo. Para nuestro país, se impondría empezar al menos por
el 68 o por el 95 del siglo pasado. Pero no me da para tanto. Por suerte hay especialistas
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en este Encuentro que lo hacen excelentemente. Camino más de cerca. Soy más o
menos de la generación de los sesenta. De esos años que son siempre recordados por
los que hoy cargan con algo más de 45 años como la época dorada: La filosofía del “make
love, not war”, las tres “M” revolucionadoras (Marx el Dios, Mao su espada, Marcuse su
profeta), el Mayo rojo francés, los hippies, los Beatles, los movimientos guerrilleros de
liberación, la revolución cubana, el Che. Vengo de esa década que devino en un arrebato
de humanismo crítico trascendente, un grito de esperanza y confianza en el ser humano,
un basta multiplicado por millones de voces que con la negativa, la ruptura o la lucha
destrozaron la imagen de perfección edulcorada y falsa que siguiendo las enseñanzas de
Dorian Grey la sociedad de clases había construido para sí. La época de la defensa de las
mayorías y de las minorías desde una estética de las diferencias, una ética humanista
fundamental y una ideología cuando menos revolucionadora. Los desposeídos no
clamábamos posesión, no queríamos sencillamente tener. Reclamamos y exigimos
nuestro derecho a ser.
Para los cubanos, entonces, no existía el ciberespacio, no sabíamos ni que sería el
cibernético el espacio propuesto como alternativo para la emancipación, para la libertad.
Pero era sí- ver- que había -espacio. Un espacio que queríamos rellenar con nuestras
ansías, angustias y convicciones. Es también, no quiero ocultarlo, un espacio marcado
por la “filosofía de la asignación”, de la “decisión desde arriba”, de “lo que te toca”.
Aprendimos a ser en el discurso del otro. Fuimos más de una vez “archivados en copias y
no en originales”. Oscilamos siempre entre ser nombrados combativos o ser tildados de
conflictivos, entre ser divertidos y ser diversionistas. Se encargaron de nosotros los que
pensaban que la desinencia hace a los sinónimos, los que estaban convencidos de que la
contradic-ción es oposi-ción y contraven-ción y por lo tanto supone san-ción, elimina-ción.
Dicen, por cierto, que algunos de esos extremistas de ayer viven hoy en una sinonímia
existencial desinente que identifica social-ismo con capital-ismo. Pero al fin somos sobre
todo los que hicimos lo que creíamos que teníamos que hacer, los “convencidos hasta en
la duda”. Demostramos que la transgresión no siempre es hostilidad, que puede ser
mejoramiento, cambio, crecimiento. Que el marxismo es esencialmente pensamiento
crítico, desmistificador, unido a la acción transformadora, liberadora. Somos, además, los
que estamos aquí.
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El mundo no era, ni pretendía ser una aldea global. Los mimetismos no eran sino
mimetismos. Las imitaciones eran imitaciones. Malas, peligrosas, pero sin pretensión de
absorción. Transculturación sí. Subsumisión no. Transformación y refundamentación que
puede pasar por la asimilación analógica, pero que no se detiene en ella. Salvar las
diferencias, las individualidades, sumarlas en un proyecto emancipatorio y reivindicador
de la especificidad (nacional, racial, de género,etc.) frente a la amenaza de la
estandarización de la enajenación. Hacerlo desde una ética, una estética y una crítica de
la conciencia ilusoria y de la producción simbólica de las clases. Socialización para la
individualización. Individualización para la socialización en la expresión de Wallón H.
Leyendo con claridad que las condiciones económicas son las que en última y no en
primera instancia configuran los escenarios y las propuestas de cambio, identificamos en
los Manuscritos del 44, y después con Guevara, que el hombre tenía que crecer desde sí
mismo. “Los hombres van adquiriendo cada día más conciencia de la necesidad de su
incorporación a la sociedad y, al mismo tiempo, de su importancia como motores de la
misma” (Guevara E.1968.p.44). El asunto queda planteado como una revolución
epistemológica que devuelve, definitivamente, al hombre su protagonismo liberador. “No
se trata de un anarquismo de principio que sueña con la ausencia de todo gobierno... es
pensar en la forma en que el sujeto se dé sin sumirse a la norma ni a las convenciones”
(Díaz E., Sotolongo P.L.1997.p.36).
A ello también nos convocaron a su modo y desde sus polémicos discursos psicológicos
sobre la subjetividad, algunos de nuestros pilares referenciales. Por solo nombrar algunos
rememoro a Freud – lo que las frases del espíritu susurran en voz baja puede ser dicho
en voz alta: los deseos y las aspiraciones de los hombres tienen el derecho de afirmarse;
a Rogers – la naturaleza fundamental del ser humano, cuando funciona libremente, es
constructiva y digna de confianza; y también Foucault con las denominadas tecnologías
de sí mismo, “las técnicas de sí”, los instrumentos de la auto transformación del sujeto.
Soy de los convencidos de que después de los sesenta el mundo cambió esencialmente,
epistémicamente. Cambió porque después de los sesenta no se podía ser como antes de
los sesenta sin sentir cuando menos vergüenza, porque una buena parte de los que nos
dedicamos hoy a las ciencias sociales llevamos los pelos largos, amamos libremente, y
miramos a la vida con más suavidad y beneplácito. Cambió porque no faltó la traición al
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espíritu que tanto defendimos. Cambió por último, porque los eternos productores de
enajenación no nos perdonaron la década prodigiosa y desde entonces además de
intentar comprárnosla a cualquier precio y con mucha ganancia, nos intentan consolar con
el aislamiento esquizoparanoide de una red de redes que pretende triturarnos el sabor de
lo nacional, de lo diferente . Insisto, estoy alertando de peligros, no demoliendo opciones
probables.
Que cosas tiene la vida. El socialismo conjuntivamente era tildado de estandarizante, de
buscar un malsano sometimiento de las partes al todo, de diluir al individuo en el proyecto
de la masa. ¿Será que la globalización ciberespacial en una forma de pseudosocialismo
digital?.
La alternativa entonces a nuestras “ansias satánicas” de los sesenta es una suerte de
“ciberspace way of life” que casualmente tiene su centro en los Estados Unidos. Se nos
viene encima un nuevo mundo. “No ha muerto el Rey. Estamos aquí. ¿Que viva qué
Rey?”. ¿Un rey con un reino global, desdibujado en su virtualidad, interconectado en
todos sus extremos?. Un nuevo orden mundial. Un nuevo mundo.
Responder es mejor si nos afiliamos a nuestras tradiciones, a los “maestros de la
sospecha” : Marx y Freud. No trataré, por el momento de una psicoanálisis de la sociedad
contemporánea, como escribiera Horney. Apenas mirar rápidamente desde la
interrogante: ¿qué mundo está siendo ese?, ¿qué sujeto lo acompaña, lo vive, lo recrea?.
Dos usuarios, o quizás sea mejor decir, dos “usados” entran en el Barbie’s Virtual
Playhouse y encarnando a los personajes centrales de las aventuras de la melindrosa
rubia de juguetería, conectados por guantes, lentes y cascos, se aventuran en el arte de
amar de una manera análoga, aunque digitalizada, que hasta para la vaquita pijirigua,
aquella que fue inseminada artificialmente sin respetar su derecho de “seguir a la
antigua”, resultó una desgracia. Al menos para la vaca había un sentido suprasocial
elemental de su sacrificio (aun así se quejaba). Sin embargo, contento estaba el amante
virtual porque a él nunca le gustaron los preservativos, y en esta variante no los necesita.
Conectado a una línea pirateada de internet un vecino decía estar en un combate sideral
del “Descent II” en el que participaba un piloto belga, un australiano y uno canadiense. Se
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destrozaban unos a otros sin conocerse, sin tocarse. Todo esto ocurría mientras su
esposa intentaba fregar los platos con residuos de oca pastificada, y su hermano cargaba
cubos desde mi casa para poder darse un baño.
Claro que pudiéramos llamar la atención sobre otras variantes. Dudar de los beneficios
escotomiza, al decir de Pichón, cierra la posibilidad de pensar en los perjuicios. Mi hijo
José Manuel, escribe excelentes trabajos de la Segunda Guerra mundial, le adiciona
imágenes, observa materiales audiovisuales de archivo que traen al presente la
hecatombe que costó la vida a más millones de personas que las que tiene como
exigencia de vida fundamental conectarse alguna vez por internet o cualquier otra net.
Cada uno de nosotros tendría sobradas razones para la alabanza. Pero no venimos a
hacer una asamblea de balance.
El asunto es que hay un punto común, un común denominador discursivo subyacente:
“...no es el pueblo o el grupo familiar amplio, ni siquiera la familia nuclear o la pareja, lo
que constituye la célula básica de la sociedad, sino el individuo...la mayoría de los lugares
y tiempos de la vida colectiva han desaparecido...la vida social se reduce a una
circulación cotidiana entre dos polos: el trabajo y la casa... las nuevas tecnologías de la
información también se proponen invadir el domicilio, tanto para actividades de compra,
como de entretenimiento o incluso de trabajo...el domicilio se convertirá en una especie
de terminal global de información y comunicación” (Mercier P.A., Plassard F., Scardigli
V.pp.52-53). Como dice Alfredo Grande, psicoanalista implicado y amigo, “el sujeto no
percibe mediatización corporal ni cultural. El objeto aparece “mágicamente”, porque no
hay conciencia del proceso de producción histórica que lo generó. Se pasa de la
contingencia del objeto al objeto fetichizado...toda la subjetividad pasa de ser un block
maravilloso, a convertirse en una pizarrita siniestra, donde los verdaderos monitores a
color de los sistemas informáticos son las personas. Trasmutadas previamente en
terminales de computadoras”. (Grande A.1996.p.207).
¿Casualidad , causalidad o concomitancia?. Allí donde la causa y el efecto coinciden
espaciotemporalmente, donde la mirada histórica nos revela una mezcla en paralelo de
procesos, lo que casi siempre ocurre cuando de fenómenos sociopsicológicos se trata, los
eventos son ordenados como causales por una suerte de lógica discursiva. Es una
opción.
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Nos dicen que llegando a los finales del siglo XX el mundo se nos está volviendo más
interactivo. Lo que en este metalenguaje, que trae consigo implícitamente una
recodificación de las palabras, significa que los niños viven amarrados a los
videojuegos,los multimedia, la telemática, las decenas de canales de televisión, practican
como deporte casero el zapping, y sobre todas las cosas, como el nuevo espacio de la
existencia, tienen la realidad virtual.
En “El libro de los chicos enamorados” (Publicado en Página 12), Elsa Bornemann nos
enfrenta al dilema desde el sentimiento.
NOVIA ELECTRONICA
Todo de ti me enamora...
¡Menos la computadora!
Todo a ir a verte me invita...
¡Menos esa maquinita!
Pareces hipnotizado
Cuando te encuentras con ella,
La observas encandilado
Igual que a una niña bella.
Te advierto, va siendo hora:
O me prestas atención
O a esa procesadora
Regálale el corazón
¿Hace falta que te diga
que siento que me olvidaste?
¡ De tu electrónica amiga
es de quien te enamoraste!
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Un MUNDO INTERACTIVO. Qué manera de confundir el lenguaje. Llamar a esto
interactividad. La sociedad mediológica, como la denomina Debray R. (1995), la sociedad
informatológica, nos prepara, nos dibuja un sujeto coherente a sus antiproyectos. Algunos
lo llaman el sujeto sujetado de la posmodernidad. Yo digo que es el sujeto de la
desconexión. Desconectado esencialmente del otro, lo que quiere decir desconectado de
sí mismo. ¿Cuál es su identidad?. ¿Un password?. Interactividad humana sin vínculo es
una no interacción. Interactividad es reciprocidad en un vínculo, un continente de
“intercambio de miradas, de gestos, contacto corporal, mensajes verbales y no verbales.
Procesos comunicacionales y de aprendizaje que permiten inferir direccionalidad
recíproca de ese comportamiento” (Quiroga A.P.1994.p.47).
¿Pero quién es ese sujeto de la posmodernidad o para la posmodernidad?. Desde mi
representación básica se me antoja que una primera caracterización crítica pertenece a
Lennon & McCartney : “He’s a real nowhere man, sitting in his nowhere land, making all
his nowhere plans for nobody”. Pero para evidenciar mi apego al gremio profesional al que
pertenezco, mi identidad de psicólogo, me aprovecho de una excelente caracterización
hecha por Rojas M.C. y Sternbach S. (1995). Señalo apenas algunos rasgos importantes:
1. Ritmo hipomaníaco ligado a la abolición de todo conflicto, al éxito y la eficacia. La
velocidad es un síntoma de su modo de existir.
2. Poco sujetado a lazos y limitaciones de cualquier tipo. Es un tipo pragmático que anda
a la búsqueda de fama y poder. Cuando lo logra, aún en pequeña escala, hace
ostentación de él.
3. Su interés personal está siempre por encima de otros intereses. Pone toda su
agresividad en su competitividad. Por eso no participa de proyectos grupales,
institucionales, etc. En el mejor de los casos lo usa como instrumento de su ascenso
personal.
4. Su ética se rige por su pragmatismo y sus objetivos vitales antes expuestos. El tener
es el criterio de éxito, por eso además de ser transgresivo, no siente vergüenza por
esto.
5. Se percibe en su vida una profunda banalización. Pertenece a la cultura light. Su
insensibilidad logra niveles que limitan con la psicopatía. “El esfuerzo ya no está de
moda, todo
lo que supone sujeción o disciplina austera se ha desvalorizado...”
(Lipovetsky G. 1996.p.56).
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6. Predomina en él un hedonismo individualista. Desestima lo interior, el mundo de lo
íntimo. Lo importante es mostrarse bello y divertido. Hay en él una suerte de libido
catectizada en la belleza externa. “La Histeria. El deseo de hacerse simpático- señala
Debray R.- roza a todo aquél que quiera consentir y prevenir los deseos del otro, a
7. cualquier precio. La neurosis histérica es la forma límite del comportamiento indicial,
como búsqueda perpetua de la buena impresión.” (Debray R. 1995.p.154).
Los consultorios empiezan a embotarse de “formas de malestar que se arraigan y
fortalecen en un espíritu de época marcado por la pérdida de antiguas convicciones y por
nuevas discursividades que no se perfilan todavía con claridad como soportes de la
subjetividad” (Rojas M.C., Sternbach S.1995.p.136). El hombre posmoderno, sus
contornos subjetivos son la clara manifestación de las relaciones reales en las que viven,
“lo ideal no es...más que lo material traducido y traspuesto a la cabeza del hombre” (Marx
C.1980.p.XX). El mal-estar humano es, releyendo a Freud, un malestar de la cultura. La
cultura entendida no simplemente como la producción o el escenario conjuntivo y
entrecruzado de la creación estética y ética de grupos relativamente exiguos de la
sociedad. Ni tan siquiera la cultura entendida como la producción espiritual de todos los
sectores sociales. Estoy hablando de la cultura como la estructura real de la subjetividad
del individuo, el referente potencial de su libertad. Ser cultos para ser libres.
La imagen semiarquetípica de libertad catectizada en la figura del marino nos es devuelta
en otros ámbitos de navegación. Navegar por las autopistas de la información. ¿Nos hace
esta navegación marineros, nos hace libres?. Los psicólogos sabemos al menos de las
concomitantes adictivas, y no son las adicciones un indicador de libertad. Muy por el
contrario. “Simultaneamente a la revolución informática, las sociedades posmodernas
conocen una revolución interior...en el momento en que el crecimiento económico se
ahoga, el desarrollo psíquico toma el relevo, en el momento en que la información
substituye la producción, el consumo de conciencia se convierte en una nueva bulimia:
yoga, psicoanálisis, expresión corporal, zen, terapia primal, dinámica de grupo, meditación
trascendental; a la inflación económica responde la inflación psi y el formidable empuje
narcicista que engendra”. (Lipovetsky G.1996.pp.53-54). Un paciente me explicó la causa
de su búsqueda incansable de un psicólogo con una imagen de Byron L: “And now, I’m
alone. Upon the wide. The wide sea”. Otra vez el mar, la navegación, la libertad con el alto
costo de la soledad.
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Todo nos viene preparando una muerte para el sujeto. El derrumbe del ruso-cialismo.
Lacan y Foucault. Y ahora, la interconcectividad administrada y amaestrada desde la
misma filosofía, desde la misma ética de la segregación, del poder, del predominio. En
todo caso, ahora hay una multiplicación del efecto de seducción por las capacidades de
maniobras sustitutas del sujeto y supraeficientes. A pesar de su sensible modo de decir
con la escritura. Considerando incluso su apego a lo espiritual, no tengo muchas dudas de
que ante una Pentium 2 con conexiones de fibra óptica, Sor Juana Ines de la Cruz no
hubiera vacilado en repetir sus hermosos versos:
“Yo no puedo tenerte ni dejarte,
no sé por qué al dejarte o al tenerte
se encuentra un no sé qué para quererte
y muchos si sé qué para olvidarte…”
Pero más allá de preferencias, temores y rechazos, el asunto central es el del encuentro o
la perdida de sí mismo, de la mismidad y la otredad, en este proceso que requiere de una
geografía para su sujeto. Una geografía que permita la circunscripción al entorno
intrasubjetivo en un laberinto ilusorio de alternativas pragmáticas que se confunden con
alternativas existenciales. ¿Quién soy en el ciberespacio?, ¿dónde está mi cuerpo?. Los
cuerpos se pierden en las fibras ópticas, son convertidos en una imagen (visual, auditiva,
kinestésica) , y “toda imagen es una estrategia” (Debray R. 1995.p.131). La estrategia de
la globalización.
El crecimiento humano parece quedar atrapado e dos ejes fundamentales: información y
globalización. La identidad, esa parábola que unifica en la mismidad y armoniza en la
otredad, es puesta a andar por una autopista en la que no hay yo y otros. Solo cada uno
de todos los yo. El otro es el yo virtual. Yo mismo que me desdoblo ante lo mío. Círculo
potencialmente esquizodestructivo. En la interconectividad me hablo a mí mismo cual si
hablara al y con otro. Siendo que para ser yo-otro tengo que dejar de ser yo-yo. Mi otro es
quien está en el lugar de mi yo. Yo estoy en el lugar del otro.
Lo sabemos: no hay sociedad informacional sin globalización. La sociedad mediológica
informacional es condición pre y pos de la globalización. Todo bien. Pero... ¿dónde está el
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sujeto?, no el sujeto de la globalización, sino el sujeto de la relación, de la
interconectividad. Si donde digo no soy, y donde soy no digo, ¿dónde tendrá lugar el
contacto, el vínculo?. “Todos somos iguales” es la ley primera solamente donde la
segunda ley es “todos somos distintos”.
Nos llenamos de dudas. Simbiosis y ambigüedad. El tema entonces es el que nos
convoca en estos días: Dejar de ser para crecer o no crecer para ser. Nosotros, los aquí
presentes, posiblemente ensayamos otro cuestionamiento. Nuestra respuesta afirmativa.
No desde la metáfora robótica de la enajenación, sino desde la construcción del desarrollo
sostenible y sustentable. No desde la renuncia, sino desde el humanismo crítico que
sustenta las utopías y las prácticas emancipadoras: SER PARA CRECER.
BIBLIOGRAFIA
Bleicmar H. (1983) El narcisismo. Estudio sobre la enunciación y la gramática inconsciente. Buenas
Aires. Ediciones Nueva Visión.
Debray R. (1995) El Estado seductor. Las revoluciones mediológicas del poder. Argentina.
Manantial.
Díaz E., Sotolongo P.L. (1997). Ernesto Che Guevara. Ética y estética de una existencia. Argentina.
Laborde Ediciones.
Dorfles G. (1969) Nuevos ritos. Nuevos mitos. Barcelona. Editorial Lumen.
Gore A. (1994) Entrevista. Revista Muy interesante. N° 158. Julio.
Grande A (1996) El Edipo después del Edipo. Agentina. Editorial Topía.
Guevara E. (1968) El socialismo y el hombre en Cuba. En: El Caimán Barbudo.Materiales de
estudio. La Habana. Imprenta nacional de la UJC.
Lipovetsky G. (1996) La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporaneo. Barcelo.
Anagrama.
Marx C. (1980) El Capital. Crítica de la Economía Política. Tomo I. La Habana. Ciencias Sociales.
Mattelar A., Stourdze Y. (1984) Tecnología, Cultura y Comunicación. Barcelona. Editorial Mitre.
Mercier P.A., Plassard F., Scardigli V. (1985) La sociedad digital. Las nuevas tecnologías en el
futuro cotidiano. Barcelona. Editorial Ariel s.a.
Passeron J.C. (1982) Images en bibliothéque, images de bibliotheques. París. Document du Gides.
pp.46-47.
Rojas M.C., Sternbach S. (1995) Entre dos siglos. Una lectura psicoanalítica de la posmodernidad.
Barcelona. Anagrama.
Quiroga A. P, (1994) Matrices de Aprendizaje. Constitución del sujeto en el proceso de
conocimiento. Buenos Aires. Ediciones cinco.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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“Más allá de la psicología, de la medicina y de la
enseñanza : LA FELICIDAD HUMANA”
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Quiero traer quien sabe si un poco de poesía para cambiar el a veces rutinario tono de
nuestras descripciones y reflexiones científicas. Digo poesía no como el don literario del
escritor, sino como relación prominente a la fantasía, a la imaginación, a lo que no
necesita mucho más que ser sentido. La ciencia y el ejercicio científico de nuestras
profesiones nos hacen por lo general muy apegados al dato y menos proclives a la
elucubración, nos llevan más de la mano de lo que “es” que de lo que “será”. El pasado y
el presente son nuestras coordenadas prioritarias. La futurología se la dejamos a los
“gurus”. “La imaginación, lo imaginario, -dice Colombo - evoca en su acepción corriente la
producción de ilusiones, símbolos, quimeras... El mundo imaginario, así definido por la
tradición estética o científica, queda reservado al dominio de la literatura, de la poesía o
de las artes” (Colombo E. 1993. pp 7-8) . A lo imaginario se opone la realidad, y como la
ciencia y las profesiones de ellas derivadas se ocupan de la realidad, entonces nos
instituimos como "la cordura”.
Tomo a la psicología de rehén. En 1920 Sigmund Freud en “Más allá del principio del
placer”, uno de sus trabajos más controvertidos y a al mismo tiempo innovador, advertía:
“el curso de los procesos anímicos es regulado automáticamente por el principio del
placer... que corresponde a un funcionamiento primario del aparato anímico y que es
inútil, y hasta peligroso en alto grado, para la autoafirmación del organismo frente a las
dificultades del mundo exterior” (Freud S. 1981. Tomo III. pp. 2507 y 2509). Menos mal,
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parece decirnos el genial constructor del psicoanálisis, que en el desarrollo humano este
principio encuentra una contraposición: el principio de la realidad, nacido bajo el influjo del
instinto de conservación.
Garantía de la conservación en la realidad. ¿Será un eufemismo, una burla o un error de
apreciación?. Hace poco, intentando dibujar la identidad profesional del psicólogo en su
escenario concreto “real” de existencia y con el ánimo de reconocer el escenario en tanto
lo que y como es, recordaba a Joan Manuel Serrat: “Canta Joan Manuel Serrat el tango
de Enrique Santos Discépolo: “...El siglo XX es un despliegue de maldad insolente....todo
es igual, nada es mejor. Lo mismo un burro que un gran profesor. Da lo mismo que seas
cura, colchonero, Rey de bastos, cara dura o polizón... Se ha mezclado la vida... El que
no llora no mama y el que no roba es un gil... dale no más, dale que va...es lo mismo el
que labura noche y día como un buey, que el que vive de las minas, que el que roba que
el que mata o está fuera de la ley”. Y desde el impacto de la subjetividad mi referencia es
Lipovetsky: “Simultáneamente a la revolución informática, las sociedades posmodernas
conocen una revolución interior, un inmenso movimiento de consciencia, un entusiasmo
sin precedentes por el conocimiento y la realización personal, como lo atestigua la
proliferación
de
los
organismos
“psi”,
técnicas
de
expresión
y
de
comunicación,meditaciones y gimnasias orientales. La sensibilidad política de los años
sesenta ha dado paso a una sensibilidad terapéutica; incluso (los más duros sobre todo)
entre los exlideres contestatarios sucumben a los encantos de la self-estimation: mientras
que Rennie Davis abandona el combate radical para seguir al guru Maharaj Ji, Jerry
Rubin explica que, entre 1971 y 1975, practicó con delicia la gestatterapia, la bioenergía,
el rolfing,los masajes,el jogging, tai chi,Esalen, hipnotismo, danza moderna, meditación,
Silva Mind Control, Arica, acupuntura, terapia reichiana. En el momento en que el
crecimiento económico se ahoga, el desarrollo psíquico toma el relevo, en el momento en
que la información substituye la producción, el consumo de conciencia se convierte en
una nueva bulimia: yoga, psicoanálisis, expresión corporal, zen, terapia primal, dinámica
de grupo, meditación trascendental; a la inflación económica responde la inflación psi y el
formidable empuje narcicista que engendra” (Lipovetsky G.1996.pp.53-54)
“Lo real”, especialmente para un “psi-latinoamericano” (mayoría absoluta de los reunidos
en este Congreso), es instituyente de una noción contradictoria con lo que supuestamente
la ciencia (especialmente la de condimentación positivista) preconiza. Tenemos razones
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epistemológicas, científicas, políticas e ideosincráticas para revertir el concepto de lo real.
Somos de un mundo definido como “real maravilloso”, un mundo en el que la realidad
maravillosa es más maravillosa que lo que se le representa. Nosotros somos los
pobladores del mundo "maravilloso americano" (para las buenas y para las malas, que
conste). Nuestra América es maravillosamente real.
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De modo que es fácilmente comprensible (y se advierte, por cierto) que en el remanso de
nuestras prácticas hay una demanda subyacente: no hay ciencia ni profesión sin
imaginación. Dice Barnet: “Qué oscuridad para el que sólo se alumbra de lo que ve”
(Miguel Barnet. Con pies de Gato). Los conceptos y nociones con los que operamos en
nuestra geometría psíquica están claramente delimitados (dentro de lo que cabe para un
conjunto de disciplinas que se instituyen desde la noción de subjetividad). Buena parte de
la psicología que hacemos, la que hemos venido haciendo desde nuestra vocación
humanista, está necesitada de alas. Por su forma, corre el riesgo de verse convertida en
una práctica en exceso dogmatizada, demasiado seria, y, desde un lado más emocional,
por momentos aburrida, cíclica, rutinaria. Y esto corre el tremendo peligro de erosionar al
deseo, al atractivo, a la ansiedad como movilizador esencial de toda práctica humana,
incluso las profesionales y científicas. De alguna manera su inscripción distancia nuestro
discurso del discurso de nuestro usuario y por ende del sentido cotidiano de nuestras
prácticas. “La Psicología clásica , dice Bleger, nos ofrece, en lugar de vida humana,
procesos que no son nuestras acciones cotidianas” (Bleger J.1967.p.41). Nuestros
pacientes, pacientemente, esperan la traducción de nuestros metalenguajes. Más aún,
esperan el arribo de sus representaciones cotidianas a la geografía conceptual de
nuestros
mapas
cognitivos.
Necesitamos
entonces
la
construcción
de
un
descentramiento del pensamiento que anule la dicotomía esencialista entre lo real y lo
imaginario y desplace las fronteras de cada uno al interior de un universo único: el
espacio de la realidad. Con el riesgo de ser confundido con un delirio paranoide, dejo
abierta mi voz a ese intento.
"Hay mitos, hay dogmas de teología, hay metafísica
y muchas otras maneras de elaborar una cosmovisión…
una conveniente interacción entre la ciencia y esas
cosmovisiones “no científicas”… no es solo posible,
sino necesaria, tanto para el progreso de la ciencia
como para el desarrollo de nuestra cultura como un todo”
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Feyerabend P
Con toda intención introduje en mi agradecimiento la noción de “profesionales psi”. Lo
hice sin delimitar concepto y con la expectativa (seguramente cumplida) de que todos me
entenderían. ¿Quiénes somos los profesionales “psi”?. Obviamente los que quedamos
contenidos por nuestras definiciones operativas y damos continente por nuestras
revelaciones conceptuales a un objeto de estudio genérico que en su acepción general
pudiéramos denominar como lo “psí-quico”, lo “mental”. Psi es nuestro escudo de armas
() , la unidad en la diversidad.
Conformamos una primera unidad aditiva por la comunión de objeto: estudiamos la mente
(pido misericordia por el indeterminismo conceptual. Nosotros no somos culpables, la
culpa la tiene la jerarquía conceptual. Principio de Peter: “En una jerarquía, todo
empleado tiende a ascender hasta su nivel de incompetencia”. Extensión del Principio de
Peter a la Epistemología de las ciencias del comportamiento y de la subjetividad.
Corolario del hermano de Peter: “En una jerarquía conceptual los elementos que ocupan
los más altos niveles de abstracción tienden a ser incomprensibles e indeterminados”).
Le llamo unidad aditiva para significar que no necesariamente hay unificación. Sobre todo
hay concomitancia, coexistencia, acompañamiento. La unidad aditiva descansa solo sobre
el criterio que aúna. El campo de los “psi” desde la perspectiva de las representaciones
específicas del objeto parece sobre todo una Torre de Babel (en algún lugar le llamé la
“des-articulación epistemológica). Nuestro objeto es o ha sido la consciencia o la
inconsciencia, la conducta o la subjetividad, las emociones o los mapas cognitivos. La
lista es lo suficientemente grande como para no ponerla completa. De hecho muchos
hablan hoy de “las psicologías” remarcando la existencia de más de una ciencia
psicológica (extraña manera contradictoria de pensar: si hablo de las psicologías estoy
testimoniando la existencia de una unidad entre todos los elementos que constituyan este
todo).De cualquier modo nos une un “qué genérico” al margen de la existencia de
múltiples “qué particulares”. Siempre repito con Engels que los hechos siguen siendo
hechos no importa cuán falsas sean las interpretaciones que de ellos se hagan.
Nuestro segundo espacio de unidad es probablemente instrumental, si queremos hablar
más prosopopéyicamente, metodológico. Digo que, aunque les recuerde alguna lógica
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bungiana (aseguro que siempre fui un crítico con las representaciones cientistas del
epistemólogo argentino por su evocación demasiado positivista) o de algún trasnochado
lacayo de la prominencia y la preeminencia del dato empírico, a la unidad aditiva
alrededor del objeto podemos agregar la unidad sincrética de los métodos y
procedimientos. Digo unidad retomando los mismos criterios antes expuestos:
yuxtaposición. Sincrética, porque es probablemente a nivel de los “instrumentos de
labranza” donde se evidencia una cierta conciliación de las diferentes “doctrinas”. Los
recursos terapéuticos, por solo poner un ejemplo, junto a su variabilidad guardan una
“disponibilidad metodológica independiente”. No hay que ser moreniano para utilizar la
dramatización, ni psicoanalista para interpretar. Obvio que esto es “dentro de ciertos
límites”. Pero somos “psi” los que hacemos psicoterapia, psicodiagnóstico, psicodrama,
psicocorreción, etc. (no desconozco que hay intrusos o intrusistas profesionales, pero
dónde y en qué no los hay. Hasta los médicos la sufren: la automedicamentación es
también una forma de intrusismos profesional).
En las determinaciones primarias que la “santa inquisición científica” (los adeptos y
adictos del positivismo en cualquiera de sus variantes) establece, vamos por buen
camino. Desde Wundt y Titchener el “qué” (objeto) y el “cómo” (métodos, procedimientos)
son las dos terceras partes de la conformación de un conjunto de saberes en ciencia. Nos
quedaría, para salvar nuestra alma del fuego eterno, el “por qué”. Vade Reto, satanás!
Aquí va la encomienda.
El establecimiento de causalidades no ha estado ausente en las representaciones “psi” y,
créanlo o no, es también un espacio de concomitancias. Salvando el extremismo
externalista de los conductistas (sobre todo el metodológico watsoniano y el radical
skinneriano) “psi” es un principio causal. Nuestro indeterminismo es determinista. Somos
indeterminista toda vez que “psi” es principio y fin, causa y efecto. Pero en esta asunción,
a pesar de los pesares y aunque no es mi vocación cosmovisiva, “psi” es un determinante
causal.
Los pensadores marxistas lo hemos visto de otro modo: primariamente determinado
desde un sistema “extrapsi”. Engels F. señalaba: “...no se puede evitar que todo cuanto
mueve al hombre tenga que pasar necesariamente por su cabeza: hasta comer y beber,
procesos que comienzan por la sensación de hambre y sed, sentida con la cabeza, y
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terminan en la sensación de saciedad, sentida también con la cabeza...si el hecho de que
un hombre se deje llevar por estas “corrientes ideales”... lo convierte en idealista, todo
hombre de desarrollo relativamente normal será un idealista innato; y de dónde van a salir
entonces los materialistas?”,- y más adelante, refiriéndose al viejo materialismo, nos
descubre que el problema no está en “admitir los móviles ideales, sino en no remontarse,
partiendo de ellos, hasta sus causas determinantes” (Marx, C., Engels, F., 1973, Tomo III,
pp. 371, 386). Pero es obvio, que una vez instaurado desde sus determinantes históricos
y culturales lo psíquico es fuente de determinaciones.
Desde lo dicho hasta aquí, con el sesgo de superficialidad que una participación de
congreso supone, espero coincidan conmigo en que somos una “unidad”. No estoy muy
seguro si somos una unidad presupuestada, o una ONG (organización no gobernable),
pero somos una unidad. Unidad en la diversidad. Que infelizmente en nuestra historia las
disensiones hayan sido casi una norma, que muchos se hayan entretenido más en
separarse que en unirse, que las luchas por diferenciarnos hayan sido más que las
propuestas de unión, no quita que somos una unidad. Quién sabe si fuimos la inspiración
de la excelsa Sor Juana Inés cuanto escribió: “Yo no puedo tenerte ni dejarte, no sé por
qué al dejarte o al tenerte se encuentra un no sé qué para quererte y muchos si sé qué
para olvidarte…”, Somos como esos matrimonios en que marido y mujer no pueden vivir
juntos, pero tampoco separados.
Más, recuerdo una sentencia marxista de larga resonancia: la unidad del mundo no reside
en su ser sino en su materialidad. Creo que fue a Gregorio Baremblitt a quien le escuché
decir: “Yo no soy psicoanalista. Yo estoy psicoanalista”. Pues bien el asunto pasa por una
clara evidencia: la comunidad genérica de objeto y métodos nos pone en un mismo
espacio compartido. Pero ¿qué nos une? ¿qué nos hace profesionales, entiéndase
soldados de una misma trinchera?. Me acerco a Silo: “...humanizar es salir de la
objetivación para afirmar la intencionalidad de todo ser humano y el primado del futuro
sobre la situación actual. Es la imagen y representación de un futuro posible y mejor lo
que permite la modificación del presente y lo que posibilita toda revolución y todo
cambio...el cambio es posible y depende de la acción humana” (Silo 1994. p.81)
La unidad real de una profesión se realiza en su intencionalidad social. La intención es la
meta, es la utopía posible desde el accionar profesional insertado en una realidad social,
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económica, política. Una profesión es “profesión en sí”, acudiendo a una analogía de la
teorización marxista de las clases, mientras existe como conjunto más o menos articulado
o relacional de personas que realizan prácticas similares, tienen percepciones y
autopercepciones comunes en su perfil profesional y guardan relaciones análogas con su
entorno. Solo cuando el gremio toma consciencia de su misión profesional y la asume
deviene “profesión para sí”, que no significa que es profesión para ella misma, sino
profesión para realizar su rol social, aquello por lo que ella existe. La identidad de una
profesión, su consciencia real de existencia, se fragua en una misión que se constituye
como tal en una suerte de destino asumido con carácter inexorable. La suma de las
voluntades intencionalmente dirigidas a un propósito.
Miremos rápidamente a nuestra historia. Los inicios de la psicología han sido reconocidos
como un campo de batalla en el que interactuaban diversas corrientes y escuelas de
pensamiento. Aunque Heidbreder nos haya dejado la sensación de que las Escuelas
clásicas (estructuralismo, conductismo, gestaltismo, psicoanálisis, etc.) se sucedieron una
tras otra, esta no es la realidad. Ellas pugnaban en época similar y en algunos casos
hasta en el mismo escenario geográfico por una primacía: la primacía de la verdad
científica. Por eso en buena medida se estructuraban desde la diferenciación con sus
“colegionarios de ciencia”. Sin embargo, ellas tenían una supratarea en común, un
suprasentido existencial, una unidad intencional: probablemente la constitución de la
ciencia psicológica como ciencia independiente, el que la psicología fuera reconocida
como ciencia en el parnaso de las ciencias fuertes. Insisto que hoy podemos darnos el
lujo (vaya malsano lujo) de dicotomizarnos (tricotomizarnos,cuatri, penta, etc...
cotomizarnos) en ciencias psicológicas. Hoy no somos (salvando deshonrosas y absurdas
excepciones) cuestionados como ciencia. La “santa inquisición” nos ha dado el privilegio
de ser una ciencia... “blanda”.
Así, como existe (existió) un suprasentido en las praxis de los que hicieron emerger la
psicología como ciencia, así mismo, hay un suprasentido que sustenta la unidad real, la
misión aglutinante de la psicología como praxis profesionales, y más particularmente en
las praxis profesionales de la psicología en el campo de la clínica, la salud. Podemos (y
debemos) construir una hipótesis, que al menos nos refuerce la energía positiva (tan
necesaria en estos tiempos difíciles). Entonces ¿cuál es la misión de los profesionales
“psi”? Dinosaurios... a volar!!! Nuestra misión desde y para siempre es LA FELICIDAD.
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Un autobús vacío se precipita
en la noche cuajada de estrellas.
Tal vez cante su conductor
sintiéndose feliz.
“Felicidad” Günter Grass
La felicidad: ¿mito o realidad?. No me adentraré en reflexiones que me vuelvan al
aparatoso mundo de los conceptos. De lo que no cabe duda alguna es de que la felicidad
ha sido la utopía por excelencia de la humanidad. Revisemos algunas páginas.
La llamada Iluminación de Buda se sustentaba en “Cuatro Nobles Verdades”: Primero, la
vida es sufrimiento; Segundo, La causa de este sufrimiento está en que el hombre
desconoce la naturaleza de la realidad y esta es la base del temor, la angustia de su vida;
Tercero, Se puede poner fin al sufrimiento si el hombre logra superar su ignorancia; Por
último, cuarto, el camino para dar fin al sufrimiento es el Camino de las Ocho Etapas:
tener una adecuada visión de las cosas, buenas intenciones, un modo de expresión
correcto, realizar buenas acciones, tener un modo de vida adecuado, esforzarse de forma
positiva, tener buenos pensamientos y dedicarse a la contemplación del modo adecuado.
La metáfora de la felicidad eterna. No es casual que El Monarca de Bután, tierra del
dragón de fuego, ubicada al este del Himalaya y en corte limítrofe con regiones del Tibet y
la India, país donde predomina una de las variantes del budismo, el Mahayana, ha
declarado que el objetivo de su gobierno no es maximizar el Producto Nacional Bruto, sino
la Felicidad Nacional Bruta. Su reino será el “reino de la Felicidad Interior Bruta”. Lo de
bruto parece lo más probable: 57.8% de analfabetos. Entre las mujeres el analfabetismo
alcanza el 71,9%. La felicidad del ignorante. Parecen querer darle la razón a Giacomo
Leopardi cuando afirmaba: “La felicidad consiste en la ignorancia de la verdad”.
El 31 de octubre de 1517, Martín Lutero, en la época un monje de apenas 34 años, dicen
que en las mismas puertas de la Iglesia de todos los Santos del castillo de Wittenberg, en
la Alemania medieval, leyó en latín sus conocidas noventa y cinco tesis críticas a la iglesia
católica. El mensaje de Lutero era contundente: ni el Papa de Roma ni la Iglesia Romana
poseen las llaves del cielo, ni los mercaderes de indulgencias pueden venderlas. Las
llaves del cielo, decía, están dentro de cada uno de nosotros. El cielo era la aspiración
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metafórica cristiana de la felicidad eterna. Cabe entonces una traducción: “las llaves de la
felicidad están en nosotros mismos”.
Pero Lutero, victima pensante de la misma epistemología que dura y sagazmente
criticaba: Quien no cree como yo está destinado al infierno. Mi doctrina y la doctrina de
Dios son la misma cosa. Mi juicio es el juicio de Dios" ( Martin Lutero. Citado por Weimar,
X, 2, Abt., 107) es síntoma de una realidad incontenible y de una contradicción casi
irremediable: En la misma época en que Lutero reafirmaba la Biblia como la única verdad,
Copérnico (1473-1543) desarrollaba la teoría del heliocentrismo y desde allí reconformaba
un nuevo espacio para la ciencia y el conocimiento como liberadores del bienestar
humano. Por cierto, ideas similares a las del astrónomo polaco pero dibujadas en el
discurso filosófico de Giordano Bruno (1548-1600) le costaron a este último ser quemado
como hereje. “Las llaves de la felicidad están en nosotros mismos”, pero las guarda
alguien. Por lo que “tengamos fe” en la felicidad y en su carcelero, perdón, en su custodio.
La felicidad sustentada en la “fe” que administra el otro.
Podemos recordar también La Declaración de Independencia estadounidense, que
inicialmente fue aprobada por el voto unánime de los delegados de doce de las trece
colonias (los de Nueva York no estaban autorizados a votar aunque después concedieron
su apoyo). Allí se defiende el derecho a la insurrección de los pueblos sometidos a
gobiernos tiránicos en defensa de sus inherentes derechos a la vida, la libertad, la
igualdad política y la búsqueda de la felicidad. Que nos digan a nosotros, los cubanos, el
costo de la búsqueda de la felicidad a noventa millas de las unificadas colonias.
Parecería desde estas representaciones que la felicidad es solo un mito. Peor aún un mito
construido para entretener a la gente con el futuro mientras se le consume el presente. La
felicidad, dice Carlo Bini, consiste casi siempre en saber engañarse. Agregaríamos: y en
dejarnos engañar. pues bien que no hay mal que dure si no es porque cuenta con nuestra
complicidad. Pero nosotros no tenemos que ver, al menos directamente, ni con el cielo, ni
con las monarquías, ni tan siquiera con la Declaración de Independencia de los Estados
Unidos. Nosotros,eso sí, tenemos mucho que ver con lo que la gente quiere alcanzar en
su vida, con el reinado doméstico malsano de algún machista empedernido, o algún
celópata. Tenemos que ver con las declaraciones de independencia de los hijos e hijas
adolescentes. Es cierto también tenemos que ver con la antideclaración de independencia
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que resulta ser el bloqueo al que somos sometidos por la única razón de querer ser
felices.
La felicidad con la que nosotros nos relacionamos es una realidad de la vida cotidiana.
¿No creen ustedes que la felicidad existe? ¿No creen ustedes que se puede ser feliz? Es
felicidad lo que quieren las personas que me buscan para que les extienda mi mano
profesional. Es la falta de felicidad lo que los aqueja. Y no hablo de la felicidad solo como
el pasaje dotado de alegría más o menos efímero. No se trata de la conversión de la
penuria en sonrisa, de convertirse en “happy puppets” (muñecos felices) como sufrientes
aquejados por el Síndrome de Agelman. Hablo de la felicidad como el ansia de vivir
plenamente y obtener de la vida bienestar. No hablo de la felicidad del tener, sino de la
verdadera felicidad del ser.
Una larga lista de intenciones parece preceder a la misión de la felicidad en las prácticas
“psi”.
Sin saberlo, nos unimos así en un espacio en que somos luchadores por la
felicidad. Si quieren, en un lenguaje más actual (aunque más comercializado) somos
gestionadores de felicidad. Más allá de la psicología, de la medicina y de la enseñanza,
nuestra misión se inscribe en la gestión de la felicidad humana.
Probablemente, dentro de la diversidad ocupacional de los profesionales “psi”, me atrevo
a decir que el vínculo primario de la gestión de la felicidad, o probablemente al menos dos
de los de mayor significación, lo encontramos en la relación de las prácticas “psi” en el
ámbito de la salud humana y en el de la educación. Se es feliz en vida, viviendo.
Sintiéndose feliz. Teniendo las capacidades humanas necesarias para ser feliz. Salud y
felicidad van de la mano. No es casual el ensanchamiento epistémico conceptual y
praxológico que ha tenido en las últimas décadas el concepto mismo de salud. Pero al
mismo tiempo con Martí confirmo: “ser cultos es el único modo de ser libre”. La educación
y la cultura son los mediadores instituyente e instituidos de la felicidad. Tomaré uno de
estos rehenes por un momento nada más. Tomemos el primero a manera de ejemplo.
Una breve historia de la salud y de su casi inseparable “partner” histórico, la enfermedad,
podría ser perfilada (que no descrita ni fundamentada, esto requeriría de un ejercicio
especial que, en mi opinión, aún está por hacerse) en rasgos primarios del siguiente
modo: Resignación – Alivio – Cura – Prevención – Educación. Digo que si rastreamos
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nuestras prácticas asociadas a la salud humana encontramos que la primera táctica fue la
resignación. A la resignación le siguió el alivio. Al alivio le sumamos la posibilidad de la
cura y aquí nos quedamos por mucho tiempo (quien sabe si porque la cura es un anticipo
de felicidad para el sufriente). Pero como dice García Márquez, aprendimos que “No hay
medicina que cure lo que no cura la felicidad” (Del Amor y otros Demonios). Así a la cura
le antecedimos la prevención, y para ella nos percatamos de lo imprescindible de la
Educación. Y ahora.... ¿educación para qué?: Educación para la vida. No basta con no
estar enfermos, no basta con ser sanos. Queremos ser felices.
Dice con certeza la National Association for Mental Health (New York, Columbus Circle)
que Salud Mental es la capacidad de una persona para sentirse bien consigo misma,
respecto a los demás, y ser capaz de enfrentar por sí misma las exigencias de la vida. Y
si agregamos sus (nuestras) propias exigencias, bien que no hay que olvidar que el ser
humano es esencialmente intencional, entonces queda claro: Salud Mental es la
capacidad de una persona para ser feliz construyendo su felicidad.
No estoy para nada hablando de ser partícipes de la construcción de Campos Elíseos,
paraísos prehelénicos de paz y felicidad plenas en las representaciones mitológicas,
residencia de los bienaventurados, donde las almas viven en total felicidad, rodeadas de
hierba, árboles y suaves brisas, y envueltas en una luz rosada perpetua. Nuestra unidad
“psi” no nos hace psicóticos, sino psicólogos, psiquiatras. Estoy hablando de la
construcción de la plenitud de la vida. La felicidad es encrucijada de deseo y
conocimiento: Sentir el deseo de vivir y saber cómo llevarlo a su destino. Y precisamente
entre el sentir y el saber están nuestras prácticas, tendiendo puentes, develando
resistencias, legitimando historias.
Del deseo no hace falta hablar mucho, tiene la gran virtud de ser una de esas verdades
que se siente con el cuerpo, al decir de Camilo José Cela. No hay como no estar de
acuerdo en la asunción del deseo como estructurante básico de nuestra vida. Si algo me
queda claro de mis lecturas de Lacan y puedo hasta reconocerme en su intención es en la
consideración del sujeto como sujeto deseante (no sujetado al deseo, sino deseante).
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La importancia del conocimiento en el logro de la felicidad es definitiva. Algunos
“filosofiantes” han dicho que es más feliz el más ignorante (serían ellos mismos muy
felices). Absolutamente no. El ignorante ignora hasta que es infeliz. Por demás, ser feliz
no es no sentirse infeliz. Ser feliz es sobre todo sentirse realizado como ser humano en
las múltiples misiones de la vida, sentir profundamente el placer del servicio auténtico a la
existencia humana dentro de los ámbitos cercanos que la representan (la familia, los
amigos, etc.), en la cotidianeidad de los actos de la simplicidad trascendente, y en el
amplio universo de relaciones sociales que la pueblan (la nación, el país, por qué no: el
mundo). Ser feliz es tender una mano al otro y aceptar la suya sin menoscabo sabiendo lo
que se hace y sintiendo el placer de hacerlo. Saber sentir. Sentir lo que se sabe. Hacer
desde el saber y el sentir. Es encontrarse a uno mismo en el placer de ser quien se es, de
que los nuestros son los que son y se es quien se es para ellos. Es tropezar y volver a
andar. Enmudecer por un momento, pero querer hablar siempre. Ser feliz es algo tan
grande y tan pequeño como la alegría de sentirse vivo.
En nuestra historia, la inevitable e inequívoca relación felicidad-conocimiento, queda
monumentada en la célebre sentencia martiana antes referida: “Ser cultos es el único
modo de ser libres”. Desde su ‘Enciclopedia’, Diderot afirmaba que el conocimiento está
construido por el hombre, y en él debe basarse el ser humano para obtener la felicidad.
Eduard Von Hartmann, en su momento, asoció la evolución del intelecto con el
conocimiento de las ilusiones para conseguir la felicidad y concibió la salvación del
individuo en términos referidos al triunfo de la razón.
El gran reto de la felicidad es que no hay modo de arribar a ella si no encontrándola en
nosotros mismos. Por eso la gestión de la felicidad, nuestra misión profesional, está en la
intersección de: facilitar a las personas con quienes trabajamos el logro de un modo
autónomo e interdependiente de vivir, fomentar su capacidad para el afrontamiento
responsable y productivo de sus proyectos de vida y de las exigencias del entorno, y la
robustecer su participación comprometida y responsable en sus grupos reales de vida.
Desde allí nace la capacidad real de sentir, de disfrutar, de vivir con placer y bienestar.
Favorecer el arribo de las personas a la felicidad es desandar con ellos, en los diferentes
ámbitos de su vida, el camino que los lleva a encontrarse consigo mismo, su proyecto de
vida, el sentido real de su existencia.
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En cierta ocasión se reunieron todos los dioses y decidieron crear al hombre y
la mujer; planearon hacerlos a su imagen y semejanza, entonces uno de ellos
dijo:
- “Esperen. Si los vamos a hacer a nuestra imagen y semejanza, van a tener
un cuerpo igual al nuestro, fuerza e inteligencia igual a la nuestra. Debemos
pensar en algo que los diferencie de nosotros. De no ser así estaremos
creando nuevos dioses”.
- “Debemos quitarles algo, ¿Pero qué les quitamos?”
Después de mucho pensar uno de ellos dijo:
- “¡Ya sé! Vamos a quitarles la felicidad... Pero el problema va ser donde
esconderla para que no la encuentren jamás”.
Propuso el primero: - "Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del
mundo".
A lo que inmediatamente repuso otro:
- “No, recuerda que les dimos fuerza. Alguna vez alguien puede subir y
encontrarla,
y si la encuentra uno, ya todos sabrán dónde está”.
Luego propuso otro:
- “Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar”.
Y otro contestó:
- “No. Recuerda que les dimos curiosidad. Alguna vez alguien construirá una
esquina por la que pueda entrar y bajar y entonces la encontrará”.
Uno más dijo:
- “Escondámosla en un planeta lejano a la Tierra”.
Y le dijeron:
- “No. Recuerda que les dimos inteligencia, y un día alguien va a construir una
nave en la que pueda viajar a otros planetas y la va a descubrir. Entonces todos
tendrán felicidad y serán iguales a nosotros”.
El último de ellos era un Dios que había permanecido en silencio, escuchando
cada una de las propuestas de los demás dioses. Analizó en silencio cada una
de ellas y entonces rompió el silencio y dijo:
- “Creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren”.
Todos voltearon asombrados y preguntaron al Unísono:
- “¿Dónde?”
- “La esconderemos dentro de ellos mismos. Estarán tan ocupados buscándola
fuera, que nunca la encontrarán”.
Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces ha sido así.
Ya he abusado de su tiempo y de su tolerancia. Apenas he querido poner en su
consideración un reclamo (quien sabe si un “no olvidemos”): Las tácticas, son
imprescindibles incluso al costo de las fracturas que producen. Pero las estrategias nos
unifican y dan sentido a nuestra existencia como profesionales y como personas. No
basta entonces con empeñarnos en nuestras tácticas y su mejoramiento. Es
imprescindible reconocernos en nuestra estrategia.
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Y ya que Benedetti escribió un hermoso poema (Antología poética. Casa de las
Américas), uno más entre otros muchos, precisamente titulado “Táctica y estrategia”.
cumplo mi referencia inicial a la poética, más allá de declarar como “imaginación futuroinmediatista” las reflexiones que me han permitido hacer esta mañana y me atrevo a
cerrar con una paráfrasis, que sin el alcance y el vuelo del poeta les regalo a título de ser
un “psi” (con todos los “pro” y los “contra”).
Mi táctica es el diagnóstico.
Saber origen y dinámica del dolor que te envuelve,
reconocer en las causas los efectos sensibles
que te impiden la sonrisa.
Fisurar el obstáculo que no te permite reconocerte
en ti mismo.
Mi táctica es la psicoterapia.
Entenderte y que te entiendas.
Accionar para que logres reconocer en ti
por ti y para ti
que en medio de las turbulencias de la vida,
que junto al arsenal de imágenes de tu naufragio
hay luz.
Hay un lugar al que asir la esperanza
Mi táctica puede hasta ser el psicofármaco.
Un bastón efímero en forma de pastilla
Que actúa sobre el no tu
Para abrir un surco en la neblina obtusa que nos ciega.
Mi táctica es la ayuda.
Encontrarme contigo en un espacio
que recupera tu natural apego a la vida
y tu voluntad de hacerla
desde tus sentimientos.
Que tu cuerpo despliegue sus anhelos
con su habitual desenfado.
Que tus poros exhalen bienestar.
Mi táctica es la orientación.
Mi táctica es la educación.
Que te fundas al proyecto de los que hacen
con sus propias manos,
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de los que evitan lo malsano construyendo
su sanidad (que no su santidad).
Que desde tú vocación convencida
avances por tu propio camino,
con tus propios pies.
Que decidas a favor de tu propio bien.
Del bien de todos.
Pero mi estrategia más allá de la Psicología
y de la psiquiatría,
más allá de la enseñanza,
más allá incluso de la medicina y de la salud
Es que seas feliz.
BIBLIOGRAFIA
Bleger J. (1967) Psicoanálisis y dialéctica materialista. Buenos Aires. Paidos.
Colombo E. et.al. (1993) El imaginario social, Montevideo, Edit. Nordam Comunidad.
Freud S. (1981). Obras Completas.Tomo III. Madrid. Biblioteca Nueva.
Fromm E. (1983). El corazón del hombre. México. Fondo de Cultura Económica
Lipovetsky G. (1996) La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporaneo.
Ed.Anagrama.Barcelona.
Silo (1994) Cartas a mis amigos.Santiago de Chile. Virtual ediciones.
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ACCIÓN COMUNITARIA EN SALUD MENTAL:
multiplicadores y multiplicandos".
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El tema que desplegaré está compuesto por tres unidades básicas: ACCIÓN,
COMUNIDAD y SALUD MENTAL. En el escenario profesional de la psicología ellas se
potencian mutuamente de manera que se favorecen en su gestionar. Parecería, a primera
vista que hablamos de una obra (la salud mental), puesta en un teatro o escenario (la
comunidad) y con personas que la hacen (la acción de los protagonistas). Dejo claro de
partida, que no me sé todos los papeles. El que si me sé (bastante bien) es el mío. Por no
sé qué razón a los científicos nos pasa mucho que nos preguntan como entidades
sociales y no individuales. Nos piden la generalidad, raras veces la particularidad. Si algo
saqué en claro de mis lecturas estudiantiles del conocido libro de “Metodología de la
Investigación Psicológica” de Scott y Wetheimer (quizás los que peinan canas lo
recuerden) es que para generalizar hay que tener, entre otras, ciertas condiciones
muestrales de representación de los datos. Yo puede que sea una muestra, pero
definitivamente no representativa. En Cuba (probablemente como en la mayoría de los
países), el volumen y diversidad de la intersección de las tres nociones básicas apuntadas
anteriormente es lo suficientemente grande como para no resistir una homogenización por
demás anquilosante.
En Cuba la actividad comunitaria no es solo una vocación, es una demanda real de
trabajo. Somos demandados para que nuestra acción sea comunitaria. Los psicólogos
acostumbramos a decir que la Psicología en nuestro país, como práctica profesional,
nació en la comunidad. No sabíamos bien ni que era ser psicólogo, pero ya estábamos
haciendo trabajos comunitarios. Años después nos encontramos con las propuestas
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conceptuales y metodológicas de la llamada “Psicología Comunitaria” y no nos
convencieron mucho. ¿Por qué?
En sentido general, los enfoques comunitarios nacieron en este lado del mundo muy
influidos por prejuicios sociales y profesionales y especialmente asociados a los
paradigmas de control. Así como en su tiempo Skinner B.F. estaba convencido de poder
dominar al mundo con la tecnología comportamental, Rappaport nos indujo a hacerlo con
los procedimientos comunitarios. Muchos olvidaron que, al decir de Rogers, ”es un
empeño evidente en toda vida orgánica y humana…expandirse, extenderse, llegar a tener
autonomía, desarrollarse, madurar,… es la tendencia a expresar y activar todas las
capacidades del organismo hasta el grado en que dicha activación perfeccione al
organismo”. (Rogers C. 1961. pg. 35). El paradigma de control respondía a una
epistemología positivista y a una concepción sociopolítica hegemonista y discriminatoria.
La acción de entidades que debían ser transgresoras del orden establecido se ponía en
las manos manipuladoras de ingenuos o de inescrupulosos profesionales.
Esto condicionó que muchos profesionales con (des)intenciones sociales retrógradas y
algunos de intenciones sociales proactivas promovieran un desarrollo de prácticas
comunitarias marcadas por actuaciones “modelares” (Calviño M. 1995, 1996) en las que
se concibe ingenua o malsanamente que la condición de profesional supone una posición
de predominio sobre la determinación de las conductas a seguir en una cierta relación por
parte de los que serían el objeto (en realidad sujetos) de la acción profesional, en este
caso los miembros de la comunidad. Es el modelo representacional del profesional quien
ocupa el lugar de modelo a alcanzar. En este enfoque modelar subyacen relaciones de
poder-subordinación, desde las que se ejecuta una suerte de
“hegemonismo
paradigmático” para el especialista, lo que reduce considerablemente la posibilidad de
una acción verdaderamente comunitaria. No es la comunidad el verdadero agente de
acción, de cambio, de desarrollo.
Todavía cuando miramos a los que siguen de espalda a la realidad percibimos que lo
único que piden a las personas sobre quien recae su trabajo es que “se dejen llevar”. Son
ingenuamente pensados como cuerpos inertes que serán movidos por la acción
profesional. Uno de los personajes de la novela de Gabriel García Márquez “Del Amor y
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otros demonios”, Sierva Maria es mordida por un perro rabioso y su vida peligra. Entonces
es que su padre se acuerda que tiene hija y trata de hacer por ella “lo mejor”, y dice el
autor: “Le consagró todo su tiempo. Trato de aprender a peinarla y hacerle la trenza. Trató
de enseñarla a ser blanca de ley, de restaurar para ella sus sueños fallidos de noble
criollo...Lo intentó casi todo, menos preguntarle si aquél era el modo de hacerla feliz”.
Dejo a ustedes las analogías probables.
Otra característica que no satisfizo nuestras expectativas fue una cierta indiferenciación
de las prácticas profesionales, que parecen disociadas del contexto cultural, simbólico,
arquetípico, en el que se desarrollan. He visto que en ocasiones las ideas y
procedimientos de trabajo son los mismos para accionar en una comunidad indígena que
para un asentamiento de trabajadores inmigrantes de una gran capital. No es casual que
se señale entonces “el poco uso que se ha dado a esta considerable objetivación de los
estados - y procesos inclusive - de conocimientos, creencias, prácticas y comportamientos
de grupos poblacionales específicos en ámbitos asimismo muy determinados y concretos”
(Contreras E.1994 b. pg. 117).
El “burocomunitarismo” (neologismo con el que pretendo significar al burocratismo en las
prácticas comunitarias) ha ocupado un espacio en ocasiones nada despreciable en las
prácticas “comunitaristas” (otro neologismo para diferenciar los comunitarios adecuado de
lo malsano). Más de una vez he visto que los problemas pretenden resolverse en la mesa
de trabajo, o en el buró de los funcionarios de la región en la que se supone se realiza
una acción comunitaria. Las soluciones son documentos, resoluciones. Algo así como
“hagan las tareas y verán que todo saldrá bien”. Sin ofender ni restar valor a lo que lo
tiene y merece, pero en ocasiones he llegado a pensar que mejor sería entregar a la
comunidad el dinero que se invierte para pagar, subvencionar y patrocinar ciertos trabajos
comunitarios (incluido el salario de los “especialistas”).
Marcas como el “inmovilismo” la falta de “movilización social comunitaria”, la “valoración
inadecuada” (subvaloración o sobrevaloración) de las potencialidades y capacidades de
los grupos comunitarios con los que se trabaja, la “atención concentrada solo en grupos
extremos”, son comunes en los abordajes comunitarios. Al fin y al cabo, cuando de
prácticas comunitarias de salud se trata, aún se siente con fuerza la presencia del modelo
médico, del modelo de la jerarquía profesional. Un modelo asistencialista con poca
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capacidad de responder a las demandas explícitas e implícitas de las comunidades. Sin
profundizar demasiado, lo considero además de decadente, poco efectivo en nuestros
días.
Diferenciándome de los antes dicho mi pretensión es presentar algunos elementos
centrales que servirían de sustento en la realización de experiencias prácticas concretas
en el ámbito de salud mental comunitaria. En el punto de partida subrayo un conjunto de
consideraciones
fundamentales que a continuación intentaré al menos formular
declarativamente.
En primer lugar, la certeza de que son las comunidades los actores reales de la posible
solución de sus problemas, de la búsqueda de alternativas de mejoramiento. Coincidimos,
de manera total con la idea de que “...the community culture...is an important
consideration in the design and delivery of services. The challenge ...is to enhance
competence by learning about the communities...and incorporating this knowledge into
their framework...” (Stroul B., Friedman R.M., Hernández M., y otros. 1996.p.598). Son los
agentes comunitarios quienes tienen que construir sus propios cambios. Es desde las
necesidades de las comunidades, desde sus demandas reales que se construye un
espacio probable y factible de actuación. Los especialistas somos mediadores y
facilitadores de dichas actuaciones pero nunca sustituyendo, suplantando, la función que
corresponde a los actores.
En esta dirección formulamos seis principios estructurales y funcionales básicos del
posicionamiento del (los) profesional (es) en un abordaje comunitario.
POSICIONAMIENTO PROFESIONAL
1. La disposición a la concesión y a la relación transaccional.
2. El mantenimiento de una justicia de la equidad relacional.
3. La conformación de una relación de poder participativo y plural.
4. El encuentro y la priorización de intereses comunes.
5. El libre ejercicio de la contradicción y la diferencia.
6. La supeditación a los intereses reales de la comunidad.
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En segundo término aparece como un lugar de especial cuidado el que se inscribe desde
la propia noción de “salud mental”. Habría al menos tres miradas claras en las que dicho
concepto se presenta como nuclear:
1. La mirada clínica médica, en la que el concepto se asocia a la presencia ausencia
de disturbios emocionales más o menos severos. La salud mental está en la
diferenciación, la distancia relativa, de la enfermedad, siendo esta última el objeto
real de trabajo. La acción básica es, obviamente, asistencial. Sus procedimientos
de acción: las herramientas profesionales (diagnóstico, intervención, psicoterapia,
orientación, rehabilitación, etc.), por lo que la extensión de la acción depende del
volumen de profesionales.
2. La mirada laboral educativa o formativa, sustentada en la función intelectual
adaptativa. Aquí hacemos referencia sobre todo al desarrollo de capacidades con
énfasis en la adaptación a las condiciones reales de vida. La salud mental desde
esta perspectiva incluye la acción sobre la preparación de las personas y el
mejoramiento de las condiciones objetivas de su vida. El aumento de la
empleabilidad, las habilidades de gestión de recursos, el ingreso en el mercado de
intercambios, etc.
3. La mirada sociopersonal constructiva. Hoy se afirma por muchos especialistas y se
reconoce que aproximadamente el 50 % del mejoramiento de la salud poblacional
depende del estilo de vida, el 20 % de la genética, otro 20 % del estado del medio
ambiente y sólo el 10 % de la salud pública tradicional (atención médica). Se hace
evidente la necesidad de un cambio en lo que a estrategias de salud mental se
refiere. Se trata precisamente del paso decidido a una orientación socioprofiláctica
en la que se intensifica el proceso sociocomunitario. El discurso ha de ser
prioritariamente de atención primaria, de humanización de las prácticas médicas,
psicológicas, psiquiátricas.
Aun cuando cada una de estas nociones tiene mucho importante que decir, y
considerando incluso que no necesariamente ellas se excluyen entre sí, es sobre todo en
la última, en la mirada sociopersonal constructiva, donde me reconozco en lo que a
algunas de mis prácticas profesionales de los últimos años se refiere y donde reconozco
necesidades y posibilidades en los contextos reales en que trabajo.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Como es conocido, la estrategia de Salud de Cuba a largo alcance se ha centrado en un
amplio plan de jerarquización de niveles de atención que va desde la comunidad primaria,
de residencia, como eje organizativo primario de las acciones de salud, hasta los niveles
de atención especializada. En la definición general del modelo cubano de salud, un peso
fundamental está dado a los niveles primarios de atención. Es así que de suma
importancia resulta el trabajo de Promoción y Educación para la salud, encarnación
fundamental de los modelos de actuación profilácticos o preventivos.
En los últimos años, las definiciones de las Políticas de Salud han pasado a considerar
especialmente el
valor de las prácticas de EDUCACIÓN y PROMOCIÓN de Salud,
definidas sobre todo en términos de los necesarios cambios en los estilos de vida, noción
esta que apunta esencialmente al sujeto, a la persona. Junto a esto se llama la atención
sobre la “prevención de enfermedades”, definida sobre todo como la protección contra las
amenazas del ambiente, lo que significa, inevitablemente la acción mancomunada de las
Instituciones de Salud, las personas, las comunidades, etc. como actores, gestores,
responsables de su salud. En la Primera Conferencia Internacional de Promoción de
Salud, realizada en Ottawa en 1986 con el patrocinio de la OMS se señala que de lo que
se trata es de facilitar el proceso según el cual se puede movilizar “a la gente para
aumentar su control sobre la salud y mejorarla…para alcanzar un estado adecuado de
bienestar físico, mental y social… ser capaz de identificar y realizar sus aspiraciones, de
satisfacer sus necesidades y de cambiar o adaptarse al medio ambiente”. Para lograr
verdaderamente esto es imprescindible comprender que el desarrollo de la Salud no es
tarea exclusiva del llamado Sector Salud. La Educación y Promoción de la Salud no lo son
tampoco. La Salud es tarea de todos. La Educación y Promoción de salud son también
autoeducación y participación.
A diferencia de los enfoques asistenciales, se trata aquí de enfoque preventivos. Si los
primeros tratan de “grupos específicos” (los profesionales) brindando servicios a “grupos
generales” (la población), los preventivos hablan de grupos que se multiplican, de actores
de una acción común en la que se trata de ser “multiplicadores y multiplicandos”.
Partiendo de estas consideraciones no es difícil comprender porque “la Organización
Panamericana de la Salud ha definido la promoción de la salud como el resultado de
todas las acciones emprendidas por los diferentes sectores sociales para el desarrollo de
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mejores condiciones de salud personal y colectiva para toda la población en el contexto
de su vida cotidiana” (OPS. 1992. pg. 1). Esto está directamente relacionado con las
políticas de salud, las medidas ambientales, los servicios de salud, las organizaciones
comunitarias, y lógicamente con los individuos, con sus actitudes y aptitudes personales,
sus creencias, su subjetividad.
No es casual entonces que en la experiencia actual de una buena parte de los
profesionales, hablar de Salud Mental supone una mirada inevitable desde lo comunitario.
Las prácticas socializadoras se presentan como componentes ineludibles de las acciones
de salud mental. Así, el trabajo comunitario en salud mental es realizado en los niveles
primarios de organización de la sociedad, y obviamente es acompañado y apoyado por
todo el sistema de salud y lo que probablemente resulta de gran importancia es que
también es acompañado por otros componentes de la red nacional de instituciones
gubernamentales y no gubernamentales. La tesis de partida es que la garantía de la salud
mental es sobre todo la generación de aquellas condiciones de desarrollo personal, físico,
social, educativo y cultural que tiendan a facilitar el crecimiento de hombres y mujeres
creativos, con capacidad para la autogeneración del desarrollo, para la toma de
decisiones, para la realización de los proyectos personales y sociales.
En nuestra comprensión técnica, el camino pasa esencialmente por tres tipos de gestión:
la gestión de salud, la gestión de educación y la gestión de comunicación.
Pero esto, que tiene que ver con razones de orden institucional o estratégicas tiene una
razón también desde lo conceptual, desde el conjunto de presupuestos cosmovisivos que
fundamentan nuestro trabajo. Intentando resumirlos de manera esquemática preciso los
siguiente aspectos:
SUSTENTOS COSMOVISIVOS
1. “Los erizos nacen sin púas” – Sin desacreditar los factores orgánicos, las
problemáticas dominantes de salud mental son esencialmente el producto de la acción
de los factores ambientales, educativos, de las dinámicas de los grupos de inclusión
(familia, trabajo, comunidad, amigos, barrio, etc.). Por ende su abordaje correctivo y
preventivo ha de ubicarse en este mismo ámbito.
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2. “El que a buen árbol se arrima, buena sombra le cobija” – Es en la generación de las
condiciones favorables que está la máxima capacidad para tender a un desarrollo
sano y armónico de las personas. Todo ser humano es él y sus circunstancias. En
espacios de bienestar el crecimiento pleno y feliz no solo es más probable, sino más
estable y trasmisible.
95
3. “Amor con amor se paga” – El establecimiento de climas afectivos sociocomunitarios
favorables, de nexos afectivos positivos y fuertes, la cultura del diálogo, de la
tolerancia, de la comprensión mutua y de la solidaridad, son vías regias para el logro
de una mejor salud mental poblacional.
4. “Un problema mal planteado no tiene solución” – Es en la comprensión adecuada de la
salud mental como un fenómeno sociopsicológico, cultural y económico que podemos
encontrar los límites de nuestras prácticas y su real capacidad de cambio. Pero no
para limitarnos, sino para hacer partícipes de nuestra misión a otros sectores de la
vida del país.
5. “Ninguna medicina cura lo que no es capaz de curar la felicidad” – El asunto esta
sobre todo en los modos de vida, los estilos de vida. Es sobre ellos sobre los que hay
que actuar.
El trabajo comunitario en salud mental es entonces más que una política, más que una
estrategia, una necesidad demandante. No hacemos trabajo comunitario por un afán de
socialización, porque queremos ser “sociales”, sino porque la demanda real de
socialización es intrínseca al problema mismo y por ende a las búsquedas de soluciones
probables.
Me gustaría ahora compartir con ustedes lo que pudiera llamar algunas exigencias o
características metodológicas, de encuadre, en nuestro accionar comunitario.
EXIGENCIAS METODOLÓGICAS PARTICULARES.
1. LA ACCION SOBRE LO PROBABLE.
Cuando ubico la especificidad de las prácticas de salud mental en los ámbitos
comunitarios
me
parece
conveniente
demarcar
tres
zonas
epidemiológicas
fundamentales. No hablo de zonas geográficas, ni de zonas de distribución de la
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enfermedad. No me agrada la idea de ser un luchador contra la enfermedad, prefiero
siempre definirme como un buscador del bienestar. Por eso hablo de zonas temporales
que son la expresión de la vida real. Porque la vida, para cada ser humano, es el tiempo,
el tiempo de vida. Entonces abro mi mirada al pasado (zona de lo que fue, los
antecedentes, la frustración y el regocijo). Abro mi mirada al presente (zona de lo que es,
la realidad actual, la zona de la necesidad). Y abro sobre todo mi mirada al futuro (zona
de lo que será, la realidad prevista, esperada, la zona del deseo de la esperanza).
Cada una de estas zonas tiene sus especificidades técnicas. Los psicólogos sabemos que
las diferencias entre Freud y Lewin están en gran medida en el acento temporal. Freud
quiso mirar al pasado. Lewin al “aquí”, al “ahora”. Y aún más, Maslow, Rogers y tantos
otros, quisieron mirar al futuro, a lo que se podría. Y esto condujo por diferentes caminos
a diferentes lugares.
En nuestro caso la mirada al futuro se expresa en la acción profiláctica educativa, de
orientación. Pero por ser una acción preventiva, necesita hablar no solo de lo necesario,
de lo mejor, sino sobre todo de lo posible. La acción de profilaxis, de prevención, de
educación y promoción de salud de salud mental, puede ser representada, retomando a
Vygotsky, como una cierta zona de desarrollo próximo (fig.1). Se trata a nuestro juicio del
establecimiento de las “zonas de impacto probable” que realizamos o proyectamos
realizar. La expectativa de modificación ilusoria, casi alucinante, es usualmente frustrante
e inmovilizadora. Alguien dijo que “mientras perseguimos lo inalcanzable hacemos
imposible lo realizable”.
Figura 1.
Lo probable es siempre una “zona de desarrollo próximo” en la que se negocian las
necesidades con las posibilidades, lo que es posible ahora con lo que será posible
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después. La acción comunitaria consistente es escalonada, y los saltos estridentes son
usualmente saltos en el vacío que nos devuelven al punto de partida, quien sabe si
incluso nos dejan más atrás. La no observancia de este principio lleva a serios errores de
idealización (sobrevalorada) y deja secuelas negativas.
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1. LA CONJUGACION DE LOS FACTORES DE INFLUENCIA.
Como decía anteriormente, partimos de la consideración de que la acción de salud mental
comunitaria se define por un punto variable en el espacio conformado por las prácticas de
salud, las educativas y las de comunicación (fig 2.).
Figura 2.
El peso específico de cada uno de los componentes viene definido por la ubicación de las
necesidades reales de la comunidad, de la situación concreta con la que nos
enfrentamos. Sin embargo, ninguna acción comunitaria en salud mental debe excluir
alguno de estos elementos.
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Al mismo tiempo la conjugación de los factores de influencia se realiza sobre la base de la
conjugación de los gestores (promotores) de influencia. Un ejemplo quizás me permita
explicar mejor la idea. Tomemos como referencia la gestión de educación. Ella no puede
realizarse solo tomando como grupo de acción educativa a la familia, o a la escuela. Los
gestionadores de cada una de estas áreas son instituciones diferentes, con perfiles
diferentes, con dinámicas internas diferentes. Cada una de ellas tiene su propio discurso y
de no establecer un punto real de confluencias los esfuerzos pueden ser ineficientemente
gastados. Por eso, resulta de gran importancia el esclarecimiento de las alianzas
participativas, de los por qué y los cómo cada parte del todo se integra en la acción de
promoción estableciendo relaciones de costo / beneficio.
3. EL REFORZAMIENTO DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL.
Si bien como señalamos antes los pesos específicos de cada una de las gestiones se
definen con arreglo a las demandas y necesidades, en nuestros trabajos la comunicación
social se revela como factor que requiere de un tratamiento especial.
A finales del siglo pasado, un ingeniero y sociólogo italiano, Vilfredo Pareto, formuló y
defendió una idea de gran interés que para algunos es una “norma de la economía del
bienestar”. Pareto formuló en calidad de observación lo que se denomina la ley de Pareto:
“en una serie cualquiera de factores, que hay que someter a control, se puede distinguir
una pequeña porción, desde el punto de vista del número, a la que se puede atribuir una
gran influencia en lo que al efecto hace. Por el contrario, la gran mayoría de los factores,
siempre desde el punto de vista del número, tiene un significado relativamente menor en
cuestión de efecto”.
Acompañado a Pareto, incluso sin saberlo, una buena parte de nuestros empeños
profesionales se concentra en buscar no solo ciertos efectos, sino los mayores y mejores
efectos, con un mínimo de costo. Es este el reto de la eficiencia. Al mismo tiempo,
luchamos por lograr esa eficiencia favoreciendo o resguardando la producción de un
beneficio proporcional. Esto es justicia, o al menos una fórmula de justicia. La propuesta
de Pareto pretende favorecer un principio de decisión para la concentración y asignación
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de los recursos de manera que favorezca un mayor efecto sin detrimento de las
relaciones equitativas del todo. A esto se denomina una “mejora paretiana” o un “cambio
paretiano”.
El asunto del reforzamiento de las prácticas de comunicación social no es de caprichos o
gustos. Dice Debray R., apuntando a la realidad francesa, pero a mi juicio transferible en
gran medida a otras realidades, que ”los valores asimilados hoy por los alumnos pasan
por la televisión, la música, la radio, la moda, la publicidad, más que por la escuela y la
familia” (Debray R. 1995.p. 85). Incluso para un país como el nuestro donde las
alternativas comunicativas son aún pobres, tenemos que reconocer que las influencias de
las mismas son muy poderosas por su extensión y acción legitimada. A lo dicho hasta
aquí me gustaría agregarle el hecho indiscutible, y sin embargo poco reconocido, de que
la acción de comunicación social no es solamente, como piensan algunos, una acción que
se realiza desde y con la prensa, la radio y la televisión. La comunicación social supone
niveles de representación y de acción. Si el hospital comunitario de hoy, no está en
condiciones de salir a buscar a su cliente, a su usuario, está destinado a desaparecer. Ir a
buscar a la persona, grupo, etc. que habita en su entorno para accionar con él con el fin
de evitar que tenga que ir al hospital, es una gestión de comunicación social. La
prevención y la promoción de salud no son tareas, sino concepciones de trabajo. Por lo
tanto no pertenecen a un nivel específico de atención, sino que son una filosofía que
sustenta las prácticas de salud y sus proyecciones. Esa filosofía se construye cada vez
más desde la comunicacional incluso en los espacios comunitarios.
En este sentido son cada vez más los especialistas que consideran que el mejoramiento y
robustecimiento de la salud mental puede verse especialmente favorecido si tomamos
como instrumento de trabajo la comunicación social. A nivel comunitario
“la
comunicación, bien entendida, en su sentido amplio, viabiliza aspectos cruciales de
democratización, equidad y empowerment, además de cumplir un no menos central papel
de advocacy” (Contreras E. 1994 a. p. 95).
Particularmente, hemos trabajado en los últimos años el aumento de la eficiencia de las
prácticas de comunicación social en salud tomando como modelo de referencia el
Marketing Social. Lo digo más claramente: consideramos que una acción de
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comunicación social a favor de la salud comunitaria se ve favorecida dentro de un
encuadre de marketing con una finalidad social.
Es cierto que el marketing para muchos evoca como escenario, en el imaginario social e
incluso profesional, la representación de una empresa capitalista deshumanizada,
ultramoderna y cuyo único valor es el dinero. Él tiene en la imaginación de muchos los
colores de la bandera de los Estados Unidos de Norteamérica y con ellos la sordidez de la
filosofía de la ganancia con menos costo y a toda costa: cueste lo que cueste (en costo
humano). Pero las evocaciones no son la realidad.
Para que esta propuesta sea loable, es imprescindible acercarse al sentido praxológico y
pragmático del marketing, en el que sus prácticas son definidas como instrumentos de las
intenciones y no como intenciones en sí mismas, como medios al servicio de propósitos
que lo anteceden, y no ineluctables consecuencias conformadoras de efectos
deteriorantes de la justicia y el equilibrio social y económico. No fue el marketing quien
creó la injusticia social, ni el hambre, ni el desempleo. No fue el marketing quien creó la
competencia ni la competitividad. El marketing apenas intenta aceptar la existencia de un
mundo en el que la competencia y la competitividad están presentes, y esto hace
necesario que cualquier proyecto de vida, institucional o personal, individual o social,
comercial o de bien público, para salir adelante, realizarse y cumplir sus propósitos, tenga
que ser factible, competente, eficiente y atractivo.
4. LA VISION DE UN SER HUMANO SANO.
Si hablamos de salud mental, hablamos también de una meta, una conquista: el ser
humano sano. Sano no es el ser humano que no tiene enfermedad alguna. Sano es el ser
humano cuya tendencia de vida reafirma su condición humana. Lo que significa:
1. El desarrollo de la capacidad de cuestionamiento (en la ruptura y en la unidad) de
los patrones comportamentales prefijados. La asimilación crítica de la experiencia
reconociendo sus valores potenciales favorecedores y los entorpecedores.
2. La capacidad de elevación (separación proyectiva) del presente.
3. La existencia de metas prospectivas a mediano y largo plazo, de un proyecto de vida
conjugado con sus coterráneos.
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4. Aceptación del riesgo comportamental que supone el cambio.
5. Productividad y eficiencia comportamental elevada ( en función de las metas).
6. Compromiso personal e implicación comportamental.
7. Un modo de realización de las demandas que sea generador de bienestar y felicidad
para sí y para su entorno.
101
8. La observancia de una ética humana con todos y para el bien de todos, una ética de
la solidaridad, de la justicia, de la cooperación.
Digo que favorecer la salud mental es permitir el acceso de todo ser humano a una
construcción subjetiva personal marcada por:
INDEPENDENCIA PERSONAL
ADECUACION DE SU AUTOESTIMA
RESPONSABILIDAD
LA FLEXIBILIDAD
SENTIDO EXISTENCIAL
CAPACIDAD DE AUTOCUESTIONAMIENTO
ASERTIVIDAD
CONFIANZA EN SI MISMO
DESARROLLO VOLITIVO
APERTURA AL CAMBIO
AUTONOMIA
ASUNCiÓN DE COMPROMISOS
ETICA PROSOCIAL
Se trata sobre todo de fortalecer las tendencias positivas de su desarrollo. Decía Maslow
que “hay dos grupos de fuerzas que arrastran al individuo y no sólo una, además de las
presiones hacia adelante, hacia la salud, también hay presiones hacia atrás, regresivas y
de temor, las cuales llevan a la enfermedad y al debilitamiento” (Maslow A. 1968. pg.
164). Más que contrarrestar las fuerzas negativas, lo que tratamos es de robustecer las
positivas.
Acercándome al final, y si de sintetizar se trata, diría que lo que necesitamos es pensar,
desde nuestra profesión, comunitariamente. Hablo de un pensar comunitario que sobre
todo es:
1.
Reconocer la comunidad no solo como noción, concepto o como sustento de una
metodología o modelo de accionar práctico. Lo comunitario como un esencial
existencial en el ser humano. Quién sabe si sustituir el “Uno para todos y todos para
uno” con un “Uno es todos y todos somos uno”. Es también la certeza de que fue en
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comunidades que el hombre llegó a esta altura, y será en comunidades que seguirá
ascendiendo.
2.
Ubicarse como parte de un todo no importa cuál sea la función que se cumple en un
momento, no importa cuánto la realidad fenoménica, siempre detenida y por ende
metafísica, nos haga creer que somos un lugar aislado. Esto significa sustituir el ¿qué
puedo hacer? por el ¿qué podemos hacer?, instaurar el discurso del “nosotros” por
sobre el discurso del “yo y ellos”. No se trata de la perdida de lo individual, sino de otra
lectura que lo incluye. Solo la socialización hace a la individualización, así como aquella
es la resultante dialéctica de esta.
3.
No hacer de los enfoques comunitarios lo que no son. Reconocer sus límites actuales,
y en sus límites actuales reconocer sus retos futuros. Hacer de la democracia y la
4.
participación elementos no solo de la vida política, sino sobre todo de los modos de
interacción al interno de las comunidades “en” y “para” las que trabajamos.
Parafraseando a Eduardo Galeano en “El Libro de los Abrazos” cuando escribe que
“los derechos humanos tendrían que empezar por casa”, nos veríamos precisados a
aceptar que esa dinámica social de igualdad, democracia, respeto a las diferencias,
etc. a la que aspiramos tendría que empezar por nuestro propio gremio profesional. Si
a nivel sociopolítico hablamos de sociedad sin clase, entonces en el campo comunitario
se trata de un pensar ajeno al autoritarismo, a la omnipotencia del profesional o de
cualquiera de los miembros de la unidad indisoluble que ha de ser la comunidad.
Es probable que algunos encuentren diferencias esenciales. Que otros encuentren puntos
de contacto. En cualquier caso, abro las puertas al intercambio. Entre otras cosas porque
soy de los convencidos de que si ponemos el énfasis en nuestras ansias, tendremos
sobradas razones para encontrarnos. Todos sabemos que el camino es difícil. Rogers lo
dijo a su manera: “Yo cultivo el jardín. La mañana en que no me da tiempo…me siento
frustrado. Mi jardín hace surgir la misma pregunta inquietante que he tratado de contestar
en el transcurso de toda mi vida profesional: ¿cuáles son las condiciones efectivas para el
crecimiento?. Pero en mi jardín, aunque las frustraciones son tan inmediatas y los
resultados sean también éxitos o fracasos, éstas se hacen evidentes en forma mucho
más rápida”. (Rogers C. 1974. Pg. 122 - 23). Las flores que podamos cuidar hoy , serán
los árboles de mañana. Entonces no podemos dejar de intentarlo.
BIBILIOGRAFIA
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Prof. Manuel Calviño
Calviño M. Estudios Comunitarios: Una reflexión de alerta. DOXA. Revista Paulista de Psicología e
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Calviño M. Tolerancia: alertas y certezas. Revista Cubana de Psicología. Vol.13. Nº1. 1996.
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LOS VALORES Y EL DESARROLLO ESPIRITUAL.
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REFLEXIONES DESDE LA VIDA COTIDIANA.
104
Permítanme para comenzar expresar mi sentido agradecimiento a quien ha sido el gestor
de este encuentro, el padre y amigo Manuel Uña. El padre Manuel me regalo desde su
parroquia, aquí en el mismo barrio en el que vivo, una imagen de sencillez, bondad,
entrega que sustentan mi afecto y mi disposición a colaborar en lo que todos queremos.
Muchas gracias padre por el privilegio que me concede de asistir a este recinto que más
allá de haber sido tribuna abierta de nobles y excelsas personalidades, personas que ya
han entregado aquí su pensar verbalizado, constituye un más que merecido homenaje a
quien devotamente, mucho antes de que los pobladores de esta nuestra isla nos
sintiéramos cubanos, defendió para y con nuestros ancestros los derechos inalienables
que nos pertenecen desde y para siempre: el Padre Fray Bartolomé de las Casas. Admiré
desde pequeño al Padre de las Casas. Lo admiré en mis lecturas de historia en la Escuela
primaria “Pepito Mendoza” de la calle Príncipe y también en las clases de catecismo que
recibí como parte de mis estudios primarios en mi querida Escuela de los hermanos de la
Salle, muy cerca de aquí, en el vedado. Quiero hoy agradecer a aquellos maestros, a los
hermanos lasallistas, a mis maestros de primaria, que con infinito amor y entrega
contribuyeron decisivamente a la formación de mí cimiente ética, intelectual y espiritual.
Especialmente aprovecho la ocasión de estar en este recinto parroquial para agradecer al
hermano Tomás, mi maestro de primer grado allá en el año 1956 ó 1957. Fue
precisamente el padre Tomás quien me llevó del bautismo a la primera comunión, de allí a
la confirmación. Me hizo miembro de la Congregación del Niño Jesús. Me enseño a cantar
en latín en el coro de la parroquia. Una vez me dijo que debía descubrir muy adentro de
mí un llamado que él percibía al sacerdocio. Casi todo lo hice, menos percibir aquel
llamado. O quien sabe si lo hice todo, pero a mi manera. Con Martí conocí y formé un
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principio de vida: “Yo no mudo el alma, sino que la voy enriqueciendo con cuanto veo de
grande y hermoso, y cuanto obliga a mi gratitud”.
Quiero decir que soy laico. Algunas personas se me han acercado en diferentes espacios
que he compartido con la iglesia, con cristianos de diversas denominaciones, y me han
preguntado cuál es mi parroquia. Pero ser laico no quiere decir que no sea creyente. Soy
creyente, y por "creyente" entiendo mi adhesión de principio a ciertas verdades y
creencias para las que solo exijo un profundo sentimiento de certeza, una convicción
íntima, una claridad sensoriointelectual. Creo en el hombre, en la virtud, en los valores
esenciales que hacen a nuestra vida humana. Creo en la capacidad del ser humano para
el amor, la ternura, la solidaridad. Creo en la justicia, en la libertad, en lo que dignifica y
hace grande la vida. Creo también en el alma, en la espiritualidad, no como ente etéreo o
abstracción teosófica, sino en el alma como la realidad tangible del accionar humano,
como el sustrato ideativo espiritual del comportamiento de las personas. Creo en el alma
cubana como “garantía de nuestro porvenir” al decir de Don Fernando Ortiz.
Miro a la vida desde mis creencias y percibo que mis creencias me acercan a muchas
personas, personas diversas que desde una vocación común sienten la vida como la
misión creadora del hombre en el breve plazo de su existencia. Decía Martí: “Hombre es
algo más que ser torpemente vivo: es entender una misión, ennoblecerla y cumplirla”. Es
con estas personas con las que comulgo ideas, sentimientos, proyectos. Podemos ser
laicos o cristianos, católicos, protestantes. Podemos ser jóvenes o menos jóvenes,
intelectuales, obreros, artistas, científicos, amas de casa, jubilados, hombres, mujeres,
niños. No importa raza ni credo. La misión creativa de la vida es necesariamente "con
todos y para el bien de todos" (una vez más El Maestro). Los que separan, rechazan,
segregan, discriminan, los que hostilizan, agreden, destruyen, son "antivida". La historia
pasara por encima de ellos.
De modo que me siento entre hermanos, entre compañeros de batalla. Soldados del
bienestar humano. Más allá de mis convicciones científicas y profesionales, reconozco y
elogio la ética fundante de la religiosidad de los católicos. Una ética que reconocí y
aprendí como ética del amor, de la solidaridad, del compañerismo, de la entrega y la
devoción. Fiel defensora de los más esenciales valores humanos. Es también una ética
humanista, de vocación liberadora y esperanzadora la que funda y ha movido las mejores
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aspiraciones sociales de nuestro pueblo, de nosotros los cubanos. Por eso repito las
palabras que nacidas de San Pablo retomó en esta misma sala, hace unos tres años el
Dr. Eusebio Leal: “No me averguenzo del Evangelio, lo que él formó en nosotros, lo que él
nos dio, como elemento constitutivo de nuestra personalidad, de nuestra dedicación y de
nuestra confianza en que hay valores impalpables por los cuales el hombre merece la
salvación”.
La convocatoria en la noche de hoy es a que pensemos en los valores, en el desarrollo
espiritual, en la ética. Pensar en la ética, en los valores, es pensar en el sentido mismo de
la vida, en el sentido de la existencia. Pero además se trata de pensar en los valores hoy,
en nuestro mundo, en nuestro país, en nuestra vida cotidiana. Y esta no es una
convocatoria casual. Es una convocatoria desde la urgente necesidad de reforzar nuestra
espiritualidad, de robustecer nuestros valores, de crear “una cultura del corazón” como
dice la hermana Carmina Roselló.
A nivel global no son pocos los que hablan de que el mundo, la humanidad, vive una
contundente crisis. Dice Tocqueville, en lo que pudiera llamarse una descripción
naturalista de la gran enfermedad social de nuestro tiempo, que “cada persona, retirada
dentro de sí mismo, se comporta como si fuese un extraño al destino de todos los demás.
Sus hijos y sus buenos amigos constituyen para él la totalidad de la especie humana. En
cuanto a sus relaciones con sus conciudadanos, puede mezclarse con ellos, pero no los
ve; los toca, pero no los siente; él existe solamente en sí mismo y para él solo. Y si en
estos términos queda en su mente algún sentido de familia, ya no existe ningún sentido
de sociedad. Más allá del acuerdo o el desacuerdo con lo que considero una visión
excesivamente nihilista y desesperanzada, podemos recoger un llamado de alerta.
También la Iglesia católica ha hecho su sensible y hermoso llamado. En su Encíclica
Evangelium Vitae, en el capítulo IV...por una nueva cultura de la vida humana Juan Pablo
II nos dice:
“En virtud de la participación en la misión real de Cristo, el apoyo y la
promoción de la vida humana deben realizarse mediante el servicio de la caridad, que se
manifiesta en el testimonio personal, en las diversas formas de voluntariado, en la
animación social y en el compromiso político”. Y nos llama la atención sobre el escenario
real – “Esta es una exigencia particularmente apremiante en el momento actual, en que la
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«cultura de la muerte» se contrapone tan fuertemente a la «cultura de la vida» y con
frecuencia parece que la supera. Sin embargo, es ante todo una exigencia que nace de la
«fe que actúa por la caridad»(Gál 5, 6), como nos exhorta la Carta de Santiago:«¿De qué
sirve, hermanos míos, que alguien diga:" Tengo fe", si no tiene obras?¿Acaso podrá
salvarle la fe? Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento
diario, y algunos de vosotros les dice:" Idos en paz, calentaos y hartaos", pero no les dais
lo necesario para el cuerpo,¿de qué sirve? Así también la fe, si no tiene obras, está
realmente muerta»(2, 14-17).”
Para nosotros los cubanos los últimos años han sido especialmente impactantes en la
aparición de ciertas transfiguraciones en los valores de algunas personas. Cuando se está
sometido a una situación de vida marcada por la escasez, cuando se debuta en
escenarios imprevisibles que favorecen el establecimiento de modelos personales de
consumo, cuando la claridad de la luz se hace tenue, algunos optan por el “antivalor”.
Creo que la mayoría hemos estado todo el tiempo creciéndonos y verdaderamente hemos
crecido, hemos demostrado la grandeza de nuestra alma, de nuestro espíritu, de nuestros
ideales y convicciones. Porque la esencia de la grandeza radica en la capacidad de optar
por el crecimiento, por la honestidad, por el orgullo nacional y la soberanía en
circunstancias en que otros optarían por la entrega. Pero no han faltado los síntomas de
algún deterioro espiritual. Quién sabe si llevaba razón Berman cuando afirmaba que “El
crecimiento humano tiene sus costes humanos y todo el que lo desee deberá pagar el
precio, y el precio es alto”.
Quizás para algunos resulte extraño que un psicólogo científico, profesional, esgrima el
concepto de espiritualidad. Forma parte de algunos de nuestros recientes malentendidos.
Desde una vocación nacida en las entrañas de nuestra isla, germinada por la mezcla
cosmogónica de lo “real” y lo “maravilloso”, defendemos con nuestra acción aquella idea
de que el “método bueno filosófico es aquel que, al juzgar al hombre; lo toma en todas las
manifestaciones de su ser; y no deja en la observación por secundario y desdeñable lo
que, siendo tal vez por su confusa y difícil esencia primaria no le es dado fácilmente
observar. Debilidad científica, filosófico raquitismo, censurable anemia voluntaria de todos
esos, en la forma severos y marmóreos, y en el fondo incompletos y arenosos sistemas
de accidentes.”
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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¿Qué sería de un pueblo que no cultiva, cuida y fortalece su espíritu?. La espiritualidad
es la contextura real sobre la que se construye la cultura de un pueblo, su identidad y
también la identidad personal de cada uno de nosotros. Y obviamente no reduzco el
concepto de cultura al de cultura artística (reducción muy común en los procederes de los
llamados “gente de la cultura”). Hablo de la cultura en la acepción de lo mejor del
pensamiento cubano del siglo XIX: “ser cultos para ser libres”, cultura como la
configuración subjetiva de un individuo, de un grupo, de una sociedad, de una nación.
Cultura como la savia viva que circula por los campos y ciudades de nuestro país llevada
de la mano de cada uno de nosotros. Cultura como el perfil irrepetible del alma de un
pueblo. Vuelvo a Don Fernando Ortíz: “el alma cubana...Bienaventurados los cubanos que
sean cubanos, porque de ellos será el reino de los cielos”. Y esta espiritualidad demarca
sus límites en los valores, en los principios éticos. “Los valores – dice Marcel – expresan
el auténtico rostro de nuestro destino...lo más verdadero de nosotros mismos”.
Hoy se habla mucho de una “crisis de valores”. Se confirma la fisura en las normativas de
comportamiento de algunas personas. Algunos hablan incluso de “vacío espiritual”. Me
parece excesivo. Un pueblo que ha resistido los embates de la desidia, del chantaje, de
erráticas conductas discriminatorias, de prácticas cargadas de buenas intenciones pero
de efectos lacerantes, no puede ser un pueblo vacío. Para nada. Es cierto que en nuestro
accionar diario por la vida, en nuestro cotidiano existencial descubrimos que hay personas
que se comportan por fuera de los dictámenes elementales de la ética, que viven en un
vacío ético (los amorales). Descubrimos también los que conocen las normas éticas y
dicen comportarse en congruencia con ella aunque en realidad no lo hacen (los
hipócritas). Pero obviamente muchos son los que además de conocerla, y de comportarse
congruentemente la hacen suya. Estos no solo hablan de la norma y se comportan
coherentemente, sino que la viven, la recrean, la hacen crecer y la convierten en un
principio axiomático de su vida (los autónomos). En estos se descubre la ética auténtica,
genuina.
En justo reconocimiento a esta realidad me parece más adecuado optar por la idea de la
crisis. Incluso tomando como criterio de referencia la dualidad significativa de la palabra
crisis en chino: en este idioma la palabra crisis es compuesta de dos signos: uno quiere
decir “catástrofe”, el otro, “esperanza”. De modo que hoy, como antaño (probablemente
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como siempre) somos llamados al reforzamiento de la ética, de la formación ética. Y es
esta una acción necesaria de todos.
Pero cuál es el espacio necesario, el lugar donde hoy más que nunca necesitamos el
accionar de los valores como fundamentos de la conducta humana?. Es esta la tesis
central de mi intervención de hoy: Necesitamos reforzar, profundizar y robustecer la ética
en nuestra vida diaria. Y a mi juicio el modo constitutivo de una ética desde, en y para la
vida cotidiana es sobre todo una ética del sistema vincular de las personas, una ética de
las relaciones interpersonales.
¿Por qué una ética de las relaciones interpersonales?. Tres representaciones
fundamentales me parecen claras como justificación de la propuesta.
En primer lugar, la vida es el transcurrir de los vínculos humanos en aras de realizar el
sentido de la existencia. El lugar real de existencia de la vida son las relaciones humanas,
las RELACIONES INTERPERSONALES. De modo que hablar de una ética, pensar en
una conformación ética de las personas es, a mi juicio, improbable sin la consideración
de la cultura ética, de la ética existencial, que preside los vínculos entre las personas, los
seres humanos. Digo más, cuando hablo de vínculos entre las personas incluyo los
vínculos directos y los indirectos. Cuando alguien agrede el entorno físico de la vida,
agrede también a los seres humanos que allí realizan parte de su esencia humana. La
agresión al medio ambiente es también aniquilación de la vida humana.
En segundo lugar, una ética de las relaciones interpersonales como referente, ojalá que
como sustento axiológico de nuestras relaciones interpersonales, no define como espacio
limitado de su acción el encuentro casual entre dos o más personas. La vida humana
transcurre fundamentalmente en grupos- la familia, los grupos escolares, los laborales –
“el hombre es un grupo” dicen muchos especialistas. Directa o indirectamente todos
pertenecemos a un grupo, en realidad a varios grupos. Nacemos y damos nuestros
primeros pasos en un grupo, en nuestra familia. Y probablemente tendríamos que admitir
que es en nuestros grupos reales de existencia donde hoy encontramos buena parte de
las contradicciones éticas que nos animamos a solventar.
Por último, en tercer lugar, la ética de las relaciones interpersonales se presenta como un
punto alternativo de unicidad existencial, un centro de integración cosmovisiva. Es una
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alternativa
a
la
disociación
de
la
sociedad
en
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sus segmentos constitutivos.
Definitivamente, el centro está puesto en la persona, en el sujeto como integración, como
unidad holística. No como individuo aislado, sino como sujeto en relación. No creo casual
el impacto que siempre causo en mi aquella sentencia de Jesús: “Amaos los unos a os
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otros como yo os he amado”.
El amor es aquí el modo de existencia de una ética
interpersonal. San Marcos dice: “Amaras a tu prójimo como a ti mismo”.
Como quiera que la denominación “ética” es, como casi todas las palabras en nuestro
idioma, de un amplio marcaje significativo, plurisemántica, no resulta innecesario declarar
algunas precisiones, incluso personales, del término. Cuando hablo de la ética de las
relaciones interpersonales estoy pensando en:
1. La formación subjetiva de una estructura funcional instituida histórica y culturalmente e
instituyente a su vez de un patrón individual del buen comportamiento, del
comportamiento razonable. Dicha formación subjetiva o “identidad ética” actúa como
paradigma referativo del comportamiento vincular concreto y como estructura
autovalorativa para la ubicación personal en el universo simbólico de las relaciones
con las otras personas. La ética, dicho de otro modo, es un contenido mental que
regula el comportamiento de las personas en las diversas situaciones de su vida.
2. Pienso también en la ética como la puesta en acción de los juicios de apreciación
acerca de los actos intencionales o comportamientos con el fin de regularlos
consciente o inconscientemente. No me refiero solamente a los juicios de valor que se
hacen sobre la conducta sino sobre todo a los modos probables y reales de
comportarse en situación. Ética es el modo en que se coordinan los juicios y criterios
para la toma de decisiones comportamentales.
3. El espacio axiológico en el que se ubica la dimensión prospectiva del comportamiento.
El lugar del deber. No hablo de un deber “superyoico”, sino de un deber intencional,
movilizativo, que emana de la convicción, desde la certeza. No se trata solo de un
paradigma para la convivencia, sino sobre todo un instrumento para el desarrollo
humano.
Para nosotros las cosas han tenido también luces y sombras. Imbricados con un proyecto
social de envidiable esencia humanista, la realización concreta de algunos pasajes de
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nuestra reciente historia no ha sido condición favorecedora de tal actitud vital. Como todo
andar, el nuestro también ha tenido y seguramente tiene sus pasos erráticos.
Constituirnos como una nación libre, independiente y soberana, anhelado sueño de los
buenos cubanos de todas las épocas, ha sido un proceso de búsquedas en el que se ha
sufrido: se ha sufrido por la separación de la familia, por la obstaculización del ejercicio de
los credos, por la institucionalización de la educación, una educación en la que por varios
años el discurso político opacó algunas cimientes de la conformación cosmovisiva
axiológica.
Pero no me siento en el justo punto medio que aconsejan la cordura, la racionalidad y mis
propios fundamentos ideopolíticos, ni soy honesto conmigo mismo si al mirar al pasado
solo me detengo en el desvanecimiento. Asediados y agredidos desde afuera y desde
adentro, intentando tomar el cielo por asalto, rompiendo con los valores de referencia de
las clases minoritarias y elitistas, intentado avanzar en la búsqueda de un hombre nuevo,
nuestro camino puede ser reconocido como contradictorio y hasta inequilibrado, pero
nunca malsano ni malintencionado. La creación de una mejor persona nos ha
acompañado. De lo contrario como fue que llegamos hasta aquí. Solo que parece ser que
no hay verdadera ruptura posible si no es con demolición. Luego se construirá de nuevo
con y sin las cenizas. Más tarde, llega la articulación dialéctica, la espiral inexorable de la
producción humana. Lo digo con Leibnitz: “lo que pone el colmo a la belleza, y a la
perfección de las obras divinas es que el universo marcha sin cesar, y con movimiento el
más libre, hacia un orden de cosas más completo”.
El escenario de nuestra vida también ha cambiado. Los últimos quizás cinco o seis años
han sido especialmente traumáticos. Prostitución, proxenetismo, drogas, corrupción son
malsanidades que han venido a ocupar algún espacio en nuestro escenario de vida. La
agresión, la violencia siguen marcando adeptos en nuestras calles. Percibo un cierto
incremento del individualismo, una suerte de establecimiento de la solución individual
como la salvación. Todo esto y mucho más forma parte de nuestro cotidiano de vida. Lo
podemos encontrar con menor o mayor frecuencia pero está, existe. Es un fragmento de
la realidad con el que tenemos que contar, con el que tenemos que hacer algo.
Todo esto y mucho más nos impele a encontrar un camino probable, varios caminos
probables. No tengo la más mínima duda que cualquiera por el que optemos, si es un
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camino fundante, si es un camino de bien, pasa inexorablemente por el robustecimiento
de nuestra espiritualidad, por el fortalecimiento del sustrato ético de nuestras decisiones y
acciones.
Como les dije antes, creo y defiendo la necesidad de una ética de las
relaciones interpersonales, del contacto, del vínculo.
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¿Cuáles serían entonces los elementos constitutivos de esa ética de las relaciones
interpersonales?. Tratando de no ser particularmente extenso intentaré señalar los
elementos de contenido esenciales que considero presiden una ética humanista de las
relaciones interpersonales y que, además de encuadrar los patrones de comportamiento
de la vida cotidiana, dan cuerpo cosmovisivo, axiológico, a nuestras relaciones con
nuestros semejantes, con nuestro entorno?.
En primer lugar EL RESPETO. El respeto no simplemente como normativa de cultura
educativa, sino como definición existencial de las relaciones humanas. Hablo sobre todo
del respeto al derecho ajeno, el respeto a la individualidad, el respeto a las diferencias, a
la opinión, a las decisiones.No puede ser respetuoso de sí mismo quien no es una
persona respetuosa. Pero más aún, no se puede realizar una acción verdaderamente
ética, sino se es capaz de respetar a la otra persona que está junto a nosotros, incluso a
la que no está directamente ante nosotros pero recibe de alguna manera el impacto de
nuestro comportamiento.
La invasión sonora que se sufre cuando un vecino se cree que su música es la que todos
deben escuchar y no las impone con sofisticados sistemas de audio capaces de repetir la
hazaña de las trompetas de Jericó, es sobre todo un acto de irrespeto al otro, es una
desconsideración ética en nuestro cotidiano de vida. Y como esta podemos encontrar
muchas más.
Un aspecto esencial del respeto como instituyente esencial de una ética de las relaciones
interpersonales es el conflictivo asunto de las diferencias. La relación con lo diferente, lo
distinto. Es algo así como el lado oscuro de la alteridad. Lo diverso es inherente a la vida,
la vida es diversidad, sin embargo, la diversidad es y ha sido fuente de conflicto, es y ha
sido fuente de exclusión. A nivel incluso psicológico, la construcción de la identidad pasa
por la diferenciación, por el establecimiento de la unicidad: para ser un “yo” tengo que ser
distinto de un “otro”. Es desde una cierta “antonimia figurativa” que, como tendencia, se
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construye la percepción, la valoración de algo. Y es allí donde entra el peligroso ejercicio
del poder.
El respeto es peligrosamente dañado cuando lo que preside la relación de diferencia entre
las personas es el ejercicio del poder. Sobre ésta base, las prácticas del poder autocrático
- la exclusión, la marginación, la represión, y también el paternalismo, por sólo señalar
algunas -, han creado la ilusión de que ciertas diferencias marcan límites estrictos y reales
en todos los ámbitos entre algo que resulta “lo adecuado” y algo que resulta
“lo
inadecuado” porque alguien (el o los que ejercen el poder lo dicen o lo creen así),
poniendo así el énfasis precisamente en la comprensión de lo diferente como defecto,
como falta, como lo que hay que esconder o hacer desaparecer. Se crea así lo que
llamaría una “est-ética” de la diferencia, y consecuentemente, una práctica reconstitutiva
de la “antiética”. Testimonio de esto que digo pueden darlo los grupos marginados por
prácticas no solo culturales, sociales y políticas, sino también por razones de credo. En
nombre del poder más de una vez en la historia se ha promovido una falta de respeto a
los seres humanos, a los enfermos mentales, discapacitados, así como a las minorías
étnicas, las mujeres, grupos raciales, libre pensadores, conflictivos, creyentes y muchos
más que harían una lista interminable. No hay respeto donde no se es capaz de asumir la
contradicción. No hay respeto donde lo que preside la regulación comportamental es el
poder y no la ética.
Algunos pueden pensar que esto solo atañe a las macrorganizaciones sociales. Pero no
es así. El asunto del poder marca también las relaciones al interno de la familia. Hay
padres y madres que unas veces confundidos, otras encerrados en el desconocimiento o
en el temor a consecuencias peores, asumen posiciones de poder ilimitado y autocrático
con sus hijos. Y tenemos que ser cuidadosos. Allí puede estar también el germen del
rechazo a la familia, al respeto autónomo y amoroso a los padres. Porque el irrespeto del
padre convoca al irrespeto del hijo abriéndose así una cadena sin fin que termina en la
disolución de un vínculo parental, de un vínculo filial auténtico.
No quiero dejar de significar que en el contexto de nuestra vida cotidiana un lugar
fundamental lo ocupan nuestras prácticas laborales, profesionales, nuestra dedicación ya
sea a la producción de bienes para los demás o a la prestación de un servicio. El primer
acto de respeto, la primera expresión de respeto de un trabajador para con una persona
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que usufructúa de su trabajo, es la calidad de su trabajo,su profesionalismo, su entrega.
Permitirse malos tratos en la realización de un servicio, opiniones a la ligera en una
práctica profesional, decisiones fundadas en criterios unipersonales, conocimientos
superficiales o “recetas educativas doctrinarias”, diletancia, anquilosamiento intelectual,
no son sencillamente errores o deficiencias técnicas asociadas a la realización de una
tarea, de un trabajo, son, desde el mismo momento en que nuestro hacer recae sobre
otras personas, problemas éticos.
En segundo lugar, volviendo a los recursos constitutivos de una ética humanista de las
relaciones interpersonales y obviamente no hay en esto un orden jerárquico, significo a LA
HONESTIDAD , que quiere decir la transparencia comunicativa, informativa, la claridad de
las intenciones y motivos, la disponibilidad a facilitar el encuentro con la verdad. La
honestidad que es también ese acto íntimo de conciencia de nuestra perfectibilidad, la
honestidad que convoca y evoca la humildad, componente esencial de la ética humanista
de las relaciones interpersonales. Hablo de la humildad y no del pobrecitismo, no de la
sumisión, ni de la subvaloración. No es solo la comprensión y aceptación de lo que no
podemos, sino también de lo que podemos los unos y los otros. No es la humildad el
ejercicio testimonial de supuestas limitaciones personales, sino la fuerza vital que niega el
ejercicio ciego del placer egocéntrico y unipersonal. La humildad como la definición
autovalorativa de la igualdad esencial de todas las personas. Hablo de la humildad como
la capacidad de “situarnos en la posición honrada de no presumir que sabemos más que
los demás, de no presumir que hemos alcanzado todo lo que se puede aprender, de no
presumir que nuestros puntos de vista son infalibles y que todos los que no piensen
exactamente igual están equivocados”, esto último dicho en palabras de Fidel. “La libertad
– cito ahora al Santo Padre, en su Centessimus Annus – es valorada plenamente cuando
se acepta la verdad. En un mundo sin verdad la libertad pierde su consistencia y el
hombre queda expuesto a la violencia de las pasiones y a condicionamientos patentes o
encubiertos.”
LA SENSIBILIDAD sería un elemento fundamental en esta dimensión ética. En “El Gran
dictador” el genial Chaplin decía: “Pensamos demasiado y no sentimos lo suficiente.
Tenemos más necesidad de espíritu humanitario que de mecanización. Más que de
inteligencia, tenemos necesidad de amabilidad y gentileza”. No se trata como creen
algunos de padecer por y con el otro, esto no es posible, pero lo que sí es posible y
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necesario es sentirse partícipe en la ayuda, en el apoyo, en el vínculo. La
deshumanización de un vínculo humano no solo es un absurdo, sino algo que no nos
podemos permitir. Sensibilidad humana, capacidad de sentir en el lugar del otro,
comprensión empática, son exigencias e instrumentos de trabajo diario de los que
luchamos por el bienestar y la felicidad humana.
Por último, el asunto irrevocable del COMPROMISO y LA RESPONSABILIDAD.
Comprometerse es algo que puede hacerse desde la voluntad y la comprensión, desde la
decisión y el sentimiento, o que de cualquier modo se produce como efecto inevitable de
estar en algún lugar. Las posiciones asépticas, supuestamente liberadas de compromisos
son falsas, por no decir sencillamente que son también un modo de comprometerse con
aquello que contradice y niega el compromiso evitado. Hay incluso quienes evaden
compromisos y se refugian en el discurso supuestamente científico de la objetividad. Dice
Galeano: “Los que hacen de la objetividad una religión, mienten. Ellos no quieren ser
objetivos, mentira: quieren ser objetos, para salvarse del dolor humano”. Obviamente, no
hablo de pedestres compromisos con fracciones políticas de la sociedad, no hablo de
compromisos con cifras, ni de compromisos de complicidad. Hablo de compromisos
esenciales: los compromisos con el bienestar humano, con la potenciación de modos de
vida más plenos, con el crecimiento de las potencialidades creativas de las personas, con
la felicidad e inevitablemente con el derecho de todo ser humano a ellos. No hay
comportamiento ético al menos humanista dónde no hay clarificación de los resortes
cosmovisivos que sustentan nuestros compromisos, donde no hay acción de lucha y
exigencia por los derechos primarios de todo ser humano.
La defensa de la ética en este contorno está presidida por la defensa de la autonomía vital
del ser humano. Solo es verdaderamente sustentable la ética humana en las condiciones
de libertad humana. Es el hombre dueño de su destino, de sus decisiones, el único capaz
de acceder plenamente a una ética plenamente humana. Y allí llega el hombre cuando es
un espíritu libre, cuando el accionar de sus ideas, pensamientos y sentimientos no está
compulsionado por requerimientos externos, no está definido por el balance de costos y
beneficios, de consecuencias nocivas. Solo el hombre que opta se compromete, solo el
que decide por sí mismo asume las implicaciones de sus decisiones.
Por último vuelvo a llamar la atención sobre el hecho de que nuestras axiologías, nuestros
procederes éticos o la ética de nuestros procederes existe y se contextualiza en el lugar
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real del vivir de todos nosotros. Para los cubanos de hoy el asunto es de suma
importancia. Los que aquí estamos vivimos en una estructura real de la sociedad en la
que conviven modos económicos funcionales diferentes y por ende sistemas de
apropiación que en los mejores casos son equitativos, pero en otros están siendo
desproporcionadamente diferentes. Esto nos confronta diariamente con nuestra opción y
decisión personal y ética, nos distingue en los que hicimos una opción de vocación y los
que hicieron una opción de compulsión. Asistimos a un cotidiano de vida que discursea
desde la ética de la renuncia para la realización de los sueños y las esperanzas, desde la
permanencia y trascendencia de los valores más humanos, y nos pide afiliación a la
certeza de que “sí se puede”. Somos por vocación y decisión una trinchera de las utopías.
Pero estamos enfrascados en una lucha titánica por la supervivencia, síntoma ad usum y
condición sine qua non del pragmatismo. La realidad nos impone una suerte de
convivencia educada pero también utilitaria con muchas de las cosas de las que nos
creíamos invulnerables y que considerábamos hasta de mal gusto. A veces sentimos que
tenía razón Berman cuando sostenía que el hombre “solamente trabajando con el
diablo…podrá acabar del lado de Dios y crear el bien”. Lo cierto es que nuestra realidad
esta escindida y corremos el riesgo de una escisión interna.
Por si esto fuera poco aparecen “formas de malestar que se arraigan y fortalecen en un
espíritu de época marcado por la pérdida de antiguas convicciones y por nuevas
discursividades que no se perfilan todavía con claridad como soportes de la subjetividad”.
Muchas de las dificultades que nos encontramos hoy en nuestro cotidiano de vida son las
manifestaciones de las contradicciones reales en las que hoy se vive. Digo con Marx: “lo
ideal no es...más que lo material traducido y traspuesto a la cabeza del hombre”. El malestar humano es, releyendo a Freud, un malestar de la cultura. La cultura entendida no
simplemente como la producción o el escenario conjuntivo y entrecruzado de la creación
estética de grupos relativamente exiguos de la sociedad, sino también como la definición
de una alternativa, mejor dicho, una “antialternativa ética”.
¿Qué hacer?. Algunos ya decidieron a favor del reforzamiento del bolsillo con el peligroso
bisturí que corta en cualquier lugar a despecho de la ética, de la historia, de los títulos, de
los deberes sociales y hasta de las leyes. Otros flaquean en transacciones malsanas que
hieren hondo en el orgullo personal y la autoestima. La mayoría se aferra a la esperanza.
Pero la pregunta sigue en pie ¿qué hacer?.
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A mi juicio, el mejor antídoto, quien sabe si el único integrador, está en el reforzamiento
de los sustentos éticos de nuestra vida, de nuestras prácticas cotidianas y de nuestras
relaciones interpersonales. En la definición de los espacios de reforzamiento personal de
nuestra esencia humana, de aquello que sabiamente Marx identifico con “el conjunto de
nuestras relaciones sociales”, digo de nuestras relaciones interpersonales. Siguiendo a
Forcano se trata ni más ni menos que “obrar como personas...y la persona es un yo
indivisible con vocación innata para la verdad y la justicia, el amor y la convivencia, el
respeto y la igualdad”
Como se puede desprender de lo que he dicho, no intento más que abogar a favor de
ciertas normas comportamentales cuyo valor táctico y estratégico se asocia al hecho
indiscutible de que como decía Martí “andar es el único modo de llegar”. Con esto quiero
significar dos cosas. Por una parte, que el avance hacia niveles de desarrollo espiritual,
ético ha de ser, y de hecho es, un proceso escalonado y en espiral.
No se puede
pretender violentar leyes muy profundas y establecidas del funcionamiento humano. No
se pueden violentar límites reales que, aunque históricos y contextuales, demarcan
posibilidades e imposibilidades. Facilitar, favorecer, no son sinónimos de violentar. Por
otra parte, y son muchos los testimonios que lo ratificarían, el modo de andar llega a
convertirse en modo de ser. Repito con Machado que “el andar se hace camino”. La
observancia de una ética de las relaciones interpersonales, al sentar su base en los
principios antes señalados y otros que por no abusar de su paciencia no he significado
aquí, puede consolidarse como referente y desarticular las posibles causas que generan
hoy su resquebrajamiento y ruptura.
Dicen que una pregunta puede más que cien razones. Entonces preguntémonos: ¿es
posible encontrar esa unidad entre las utopías y las realidades en nuestra vida?,
¿podemos constituir nuestro discurso ético desde una ética humanista de las relaciones
interpersonales?. ¿Tendremos la firmeza necesaria para un robustecimiento ético en un
contexto en el que la ética comienza a ser visiblemente fisurada?.
Si estamos aquí es porque creemos no solo que es posible, sino también que vale la
pena. En cualquier caso lo que no podemos es dejar de intentarlo.
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SER PSICOLOGA HOY (y mañana...)
“Me opongo terminantemente, por considerarla errada,
a la posición que supone... que nuestra función
es exclusivamente profesional y científica”
J.Bleger
“Dedicated to the one I love”
The Mamas & the Papas.
No hay formalidad ninguna en comenzar esta suerte de asociación libre semicontrolada
con un agradecimiento a los organizadores de este hermoso encuentro por esta
insustituible posibilidad de dialogo (con ustedes y conmigo mismo). Desde un lugar
residente en mi memoria histórica reciente un sueño desplazado de mi primera juventud
estudiantil se me antoja actuado por ustedes. En este mismo edificio, maquillado hoy por
obra y gracia de la “cuota de inscripción” y de los ingentes esfuerzos que estudiantes
jóvenes y estudiantes menos jóvenes (así prefiero llamar al claustro de profesores)
hacemos para evitar que nos derrumbe la inmundicia de un insano y patológico bloqueo,
con sus cómplices “nativos” – conservadurismo, reglamentismo, inmovilismo y otros
“ismos” de los que aún no estamos libres – digo que en este mismo edificio, cuando la
mayoría de ustedes no había nacido, y solo existían como posibilidad en el amor de sus
padres, muchos soñamos en un encuentro como este. Un encuentro sin necesidad de
traductores (ni de inglés ni de ruso), sin necesidad de explicaciones “paradigmáticas” (ni
de la psicología marxista ni de la transpersonal, ni de cualquier otra que el afán de
trascendencia de algunos impele a construir). Un encuentro sencillamente de
“covivientes”. De personas que a pesar de los diferentes escenarios, tenemos empeños
comunes. De personas que aunque le llamemos “guagua” a cosas diferentes, y unos le
añadimos café al agua caliente y otros mate, tenemos angustias prospectivas similares.
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Gente que puede, quiere y, superyoicamente dicho, “debe” compartir sus destinos. Al fin y
al cabo asumamos con Pichón Riviere que los aquí presentes somos portadores de una
“enfermedad única”. Gracias a ustedes “reparadores de sueño” que hacen que “la gota de
rocío no deje de caer”.
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He optado por incluirme en un discurso profesional con género femenino. “Ser psicóloga
hoy”. En realidad el ser psicóloga hoy, no es lo mismo que ser psicólogo hoy. Pero no
entraré en esta disquisición que me llevaría por un camino un tanto distinto de aquel para
el que he sido convocado. Mi opción de “ser psicóloga” hoy va por otro sendero. Nada que
comprometa mi orientación sexual. Nada que comprometa mi conocimiento de las reglas
gramaticales del español. Nada que suponga un dictamen machista de “sepan las
mujeres lo que le decimos los hombres”. Se trata sencillamente de un acto, aunque sea
uno, de elemental justicia con una realidad de nuestra profesión: la inmensa mayoría, no
solo de las aquí presentes, sino de la población profesional de la psicología en nuestro
continente es genéricamente y por decisión de vida, femenina. Hoy acudimos a la “@”
para intentar dibujar un grafo que es al mismo tiempo “o” y “a”. Uso probable en la
escritura. Pero conceptualmente tampoco va por ahí mi idea. Quiero que las “a” sigan
siendo “a” y las “o”, “o”. Y que la diferencia entre ambas no sea solamente “un rabito” en
la cursiva y “dos palitos” en la de imprenta. El asunto no es eliminar las diferencias, sino
saber vivir con ellas, disfrutar de su existencia, enriquecerlas en aras de la pluralidad
existencial y cosmogónica del ser humano. Digo entonces, como en su momento Gabriela
Mistral, “...no se crea que estoy haciendo una profesión de feminista. Pienso que la mujer
aprende para ser más mujer”. Ojalá los hombres hiciéramos lo mismo.
Un punto de partida más. Denominé antes a mi intervención como “asociación libre
semicontrolada”. No crean que es un modo casual de decir. Quiero asociar lo que me
pasa con lo que quiero que pase; quiero que mi “lenguajear” (concepto maturánico) sea
libre, es decir autentico, honesto, “sentipensado” (ahora es galeánico o de los pescadores
de la costa colombiana). Quiero asumir el tiempo asignado, la paciencia y el cansancio de
ustedes tras varios días de labor, como “semicontroladores” del volumen de ideas, ojalá
que de palabras, que me propongo compartir (este último “quiero” es para mí el más
difícil). Lo que sí definitivamente no quiero, nunca lo he querido, es ser escuchado para
encontrar respuestas. Les pido que me escuchen para hacerse preguntas, para hacernos
preguntas. Mi instrumento será la teorización anárquica y comprometida, pragmática y
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utópica, operativa y alucinada. Ojalá que me acompañe un poco de humor para ser
consecuente al menos con la demanda de placer que guía en parte mi orientación
profesional. Debería ir en busca de “la parsimonia”, ese “touch of quality” o “discreto
encanto de la burguesía” que dotaría a mis palabras de sobriedad, moderación y
circunspección. Ahora canta Maná: “Como quisiera...pero no puedo”. Además no me
preocupa mucho. Creo con Devereux
que la parsimonia es un criterio “siempre
arbitrario...es una característica puramente descriptiva de una teoría. No nos permite
estimar la congruencia de la teoría con la realidad; solo nos permite apreciar “su
elegancia” (Devereux G. 1991.p.35). Comienzo, o más bien sigo adelante.
Encontrar un punto de partida es usualmente algo arbitrario. Cualquier punto puede ser el
de partida con tal de que no sea el de llegada. Asumirlo como tal es ya una opción y por lo
tanto una decisión. Pero todo tiene un antes y un después. Todo tiene un tiempo, una
historia. “Todo tiene su momento” sentenciaba Sinoé el egipcio. Y es este a mi juicio un
punto crítico en el dibujo actitudinal que supone ser psicóloga hoy. Lo de menos es que
por no conocer la historia estemos condenados a repetirla, como sentenciaba Santayana.
Lo de menos es que conociendo la historia no podamos trascenderla, escribirla con
nuestras propias letras. El asunto es que somos nuestra historia y más. No es que
seamos un producto de las influencias sociohistóricas, es que somos “sociohistoria”
demarcada por un tiempo y un espacio en el que se asimila y se crea, se afirma y se
contradice. Se “es” siempre en un tiempo (no importa lo que seas), pero ser profesional es
algo más, es asumir el tiempo en que se es en aras de una misión, de un destino, de un
mandato cuyo gestor es la vocación misma del ser humano y su devenir histórico. La
historia tiene tres ojos: el de hoy, el de ayer y el de mañana, pero siempre es presente. El
pasado y el futuro existen en el presente como huella y como ansia.
Esto nos pudiera parecer un obvio. Lo es. Solo que es un obvio obviado más de una vez
en nuestras tradiciones recientes (muy recientes, piensen que hablamos de algo más de
cien años, apenas el doble de mi edad). Por si alguien lo duda (no mi edad, para esto
tengo mi partida de nacimiento) me remito a algunos de los paladines emblemáticos que
refieren nuestros libros de historia (entendida usualmente como el conjunto de
acontecimientos que ocurrieron en un periodo de tiempo – vaya subvaloración de la
historia!).
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Cuando Edward Bradford Titchener, casi recién llegado de vivir una relación pasional con
la tradición wundtiana entró en la Cornell University de toga, birrete y con su acento de
lord inglés para presentar su centenaria clasificación de las sensaciones no cometía un
error teórico, ni publicitario, sino epistemológico, histórico. Estaba convencido de que la
Psicología no se movía al compás de los movimientos geográficos, culturales,
idiosincrásicos. Nunca escuchó a León Gieco cantar “cambia, todo cambia”. En Leipzig,
Londres o New York la ciencia psicológica era, en su representación, la misma. El
psicólogo el mismo. La psicóloga lo mismo.
En su momento la prominente obra de Freud estigmatizó a Reich entre los psicoanalistas
cuando este se lanzó a los barrios obreros en busca de nuevas aportaciones al
psicoanálisis. Sigi, como cariñosamente le decía al padre totémico del psicoanálisis su
esposa, decía que “el amor es hoy tan animal como lo ha sido siempre”. Con tal
formulación, además de entender la sombría cara con la que se nos muestra Martha
Bernays –la esposa de Freud- en las escasas fotos que de ella conocemos, podemos
comprender que aquél que “profanaba todo el pasado, envenenaba todo el presente,
mataba todo el futuro”, al decir de Marthe Robert, pensaba que hubiera sido el mismo
psicoanalista distante, ajeno, imparcial escuchando a Madona gemir “don’t cry for me
Argentina” o a Atahualpa Yupanqui deslizando sus campesinas manos por la viola para
acompañar el verso: “le tengo rabia al silencio por lo mucho que perdí. Que no se quede
callado quien quiera vivir feliz”.
La lista puede ser ensanchada casi ad infinitum. Lacan, cuando logramos entenderlo, no
nos deja mucha alternativa: “El deseo del hombre encuentra su sentido en el deseo del
otro” (Lacan J. 1985.p.257). Somos donde no somos. Skinner, luego de sentirse
“fracasado como escritor porque no tenía nada importante que decir” (Skinner B.F. 1967.
p.395), según el mismo nos narra en una suerte de autobiografía, propició la mayor
inundación de facultades de psicología en el mundo entero con mares de ratas, palomas y
laberintos. Todo para seguir sin algo importante que decir, pero hacernos sentir animales
que un juego malsano de reforzamientos puede convertir en esclavos o fanáticos, en
cobradores o deudores. La llamada Psicología Cognitva se alza con otra posibilidad de
entendernos:como sistemas que procesamos información, a la Stember o a la Deutch &
Deutch. Somos computadoras a las que infelizmente no se le puede aumentar la memoria
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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RAM, ni cambiar el bios, en todo caso optimizar el disco duro. Seymour y O’Connor nos
dan una PNL que desconoce el más elemental determinismo de la cultura étnica.
Luego, después de tantos años “descontruyendo” al sujeto, intentando entender con
Foucoult los vericuetos intrapsíquicos del poder para poder entenderlo como sujeto
sujetado, resulta que Moscovici nos pone en manos del empleador más trabajoso: “todo
es construido”. Maritza Montero, que en 1987 defendía una psicología política que “en
lugar de ser un testigo de los procesos sociopolíticos que afectan al individuo.... es un
medio para intervenir en las transformaciones sociales...para producir respuestas a los
problemas planteados por las relaciones sociales,económicas y políticas” (Montero M.
1987.p.46) en 1994 al hablarnos de la vida, dice que es sobre todo “la construcción del
conocimiento que la explica,interpreta y constituye” (Montero M. 1994.p. 7). Y todo esto,
porque al convencernos de la malsanidad de idusa (dice Salazar que es la ideología
dependiente de USA, tan arraigada en nuestra gente) no acercamos a “FACYEU”
(fascinación cognoscitiva yoica por la europa unificada). Al menos el constructivismo nos
da un cierto viso de obreros de la construcción y desde aquí la posibilidad de una
conciencia de clase.
En fin, la ahistoricidad como el caos incomprensible de la historia. Menos mal que entre
nuestros altares reciente pusimos a Munné para que nos diera una buena noticia: “desde
la complejidad, la ausencia de orden, dada por el caos, ya no resulta un fenómeno
patológico, sino un aspecto constitutivo de la realidad...un orden en el que la
incertidumbre...domina la exactitud y la certeza” (Munné F. 1994.p.17)
La ahistoricidad, hasta aquí delatada, es también metodológica y académica. Solo señalo
un soporte: con el mismo texto de Scott y Wertheimer, escrito en 1956 y con más
ediciones y plagios que “Rocky”, “Viernes 13” y “Academia de policías” juntas, en algunas
instituciones se forman investigadores para laboratorios sofisticados y en otras
trabajadores sociales comunitarios. Con los mismos planes de estudio con los que se
formaba una psicóloga en la postguerra rusa, allí en la imponente Moscovski
Gasudarstvieni Univesitiet (Universidad Estatal de Moscú), se formaba también a las
psicólogas en la llamada época del inmovilismo o del “rasvitoi socialism” (socialismo
desarrollado).
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Todo esto es negación de la sociohistoria, de la historicidad. A veces pienso que la
psicología fue posmoderna antes de la posmodernidad. Todo esto es negativa a la
esencia social de la psicología y más aún de las psicólogas. “Para mí, solo el ahora existe
–
nos
decía
Fritz
Perls,
-
Ahora
=
experiencia
=
conciencia
=
realidad.”
(Perls.F.1973.p.22). Excelente filosofía para el enfrentamiento de la finitud de la
existencia, pero no creo que como principio constructivo de una profesión, de las prácticas
derivadas de su identidad, ni como afrontamiento de una realidad que antes y después del
“here and now” es profundamente productora de displacer, infelicidad, enfermedad.
Conste que concuerdo con de Brasi (hablo del argentino-veneciano Juan Carlos, y no del
italiano Luca, amigo de Vito Corleone) en su prólogo al libro “Clínica Grupal, Clínica
Institucional” cuando sentencia que “…los viejos autores, siempre podrán ser los nuevos
actores de un pensamiento inacabado”. Pero si y solo si entendemos eso: el pensamiento
inacabado buscando, armando y desarmando, encontrando su realidad en la realidad. La
mirada a lo por hacer.
La historicidad supone, en la construcción de nuestra identidad profesional, en nuestro ser
psicóloga hoy la dialéctica de la unidad y la ruptura.
Con esta historia de ahistoricidad,
de desentendidos epistémicos, metodológicos y ontológicos no podemos seguir el
principio de “borrón y cuenta nueva”. La identidad es inclusión armónica de lo que sí y lo
que no. A la Fermina Daza de “El amor en los tiempos del cólera” cuando se encontró
ante la urgencia de reconstruir su vida sin la presencia de su Juvenal Urbino “la
estremeció un pensamiento vago: la gente que uno quiere debería morirse con todas sus
cosas” (García Márquez G.1986.p.77). Pero el orden viejo, la vieja psicología, el viejo
modo de ser psicólogo no puede morir con sus cosas. Parafraseando a un gran sabio
gestor de mi cubanía, Don Fernando Ortíz, digo que una psicología que niegue su historia
está en trance de suicidio. La reconstitución de la historicidad no puede ser al precio del
desconocimiento de la historia.
Ser psicóloga hoy es hacerse cargo de la historia. Pero no creo que sea camino el repetir
la disección metodológica, ni las rupturas paradigmáticas. Ser Psicóloga hoy, necesita
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una epistemología de la convergencia8, de la unidad de acción en la dramática del
ejercicio profesional y en la pragmática de la construcción teórica. Ser psicóloga hoy es
ser nosotras sobre lo que de nosotras han hecho. No podemos ser desde cero. Tenemos
que ser desde donde somos instituidas y de ser necesario, ahora en metáfora marxista,
“suicidarnos como clase”, es decir no ser el ser de nuestras determinaciones, sino el de
nuestras decisiones.
Apasionante el tema que se abre ahora a mi libre asociación.
Me impactó mucho el reencontrarme en este encuentro con los años sesenta. Lo digo
honestamente.
He
sentido
algo
del
alternativismo
hippie,
de
su
naturalismo
probablemente fundante de la vocación ecológica. Recordé como guitarra en mano
afirmábamos nuestro camino: “Todo al fuego”. Reviví la negativa a la edulcorada imagen
de perfección que nos imponían en la época. Me he imaginado a Marcuse sustentando
desde San Francisco las revueltas de las calles parisinas. A Fromm renegando del “tener”
a favor del “ser”. Al Che, convencido hasta la médula de que sí se puede. Hace poco volví
a cantar el “Chamamé a Cuba”, escrito por el imaginario anhelante de los presos políticos
del penal argentino de Rawson, con un Grupo Moncada que quería tomar el cielo por
asalto y no saltar de un lugar a otro por el cielo. Ayer no queríamos ajustarnos a los
convencionalismos decadentes. Hoy tampoco. Hasta se comenta que algunos aquí
preparan “un encuentro alternativo” a este, pero en el muro del malecón (cuidado posibles
participantes, si los sorprende una demostración de unidad a la cubana, un millón de
personas le pasarán por arriba). Ya lo hizo Lacán en París con los disidentes de la
anquilosada fracción del psicoanálisis, lo hizo el gordo Bauleo con Plataforma y
Documento en Buenos Aires. Lo hicimos los cubanos en Cuba cuando no nos dejaban
entrar en los Congresos Onerosos de los gobernantes norteamericanos de la psicología.
Pero algo esencial ha cambiado. Entonces sumábamos y restábamos. Nos quitábamos de
los espacios existentes para crear nuevos espacios. La gran tragedia hippie fue su
automarginación, su intentar un “make love not war”, un pelo largo como negativa a la
8
Sobre este tema me he pronunciado en varias ocasiones. Puedo referirle al interesado mi artículo
“Vygotsky desde la parcialidad de la conciencia individual. La epistemología Convergente” publicado en la
Revista cubana de Psicología. Vol.14. N°2. 1997.
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tijeras en un paraíso artificial con la música indirecta de Scott McKenzie: “Here I’am in San
Francisco”. Fue la epistemología diferenciadora de los sesenta.
Pero las políticas del aislamiento son obsoletas (del impuesto y del autoimpuesto). El
celibato de monje no es opción para eliminar el SIDA (VIH). No ver la televisión no es el
remedio para impedir el “imbecilismo mediático”. Un anarco-comunista a la usanza
bolchevique hipertrófico del medioevo me dijo: “Si el correo funcionara bien, no haría falta
el email”. No naveguemos por Internet, ni montemos en nuestros PC personales el
Windows M (Milenium) porque Bill Gates se hace más rico (¿será que se puede ser más
rico?). Paradojal se ha vuelto la historia dicen algunos. No la que se vivió como drama y
se revive como comedia (o como trauma). Hablo sencillamente de que el mundo es otro.
Cambalache – Toma 2. Canta Joan Manuel Serrat el tango de Enrique Santos Discépolo:
“...El siglo XX es un despliegue de maldad insolente....todo es igual, nada es mejor. Lo
mismo un burro que un gran profesor. Da lo mismo que seas cura, colchonero, Rey de
bastos, cara dura o polizón... Se ha mezclado la vida... El que no llora no mama y el que
no roba es un gil... dale no más, dale que va...es lo mismo el que labura noche y día como
un buey, que el que vive de las minas, que el que roba que el que mata o está fuera de la
ley” (tran tan!!!)
Y ahora vuelvo al punto. Juro que no me he separado de el: “ser psicóloga hoy, y peor
aún, también mañana. Parecería que lo mejor es separarnos de este mundo: lo aconsejan
las sabias orientaciones metodológicas del pensar positivista que busca la objetividad. Ser
psicóloga es, al menos desde alguna representación teórica, algo así como
“amaestradora de ratas”. El mundo se queda fuera. Y si alguien quisiera echarnos en cara
que las ratas son el resultado de la insalubridad, la insanidad y hasta el subdesarrollo,
entonces cambiemos de animal. Escudriñando el inconsciente puede que no veamos la
inconsciencia que domina al planeta, hasta lo gobierna. Si nos convencemos que la
realidad es construida, entonces basta con descontruirla y volverla a construir en la
cabeza de los que, irónicamente dicho “creen” que sufren por ella. Para que mirar lo que
nos desagrada. El asunto puede ser otro. Lo sabe hasta “la abuelita de Kundera”.
Hay posibilidades para las psicólogas: “Simultáneamente a la revolución informática, las
sociedades posmodernas conocen una revolución interior, un inmenso movimiento de
consciencia, un entusiasmo sin precedentes por el conocimiento y la realización personal,
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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como lo atestigua la proliferación de los organismos “psi”, técnicas de expresión y de
comunicación,meditaciones y gimnasias orientales. La sensibilidad política de los años
sesenta ha dado paso a una sensibilidad terapéutica; incluso (los más duros sobre todo)
entre los exlideres contestatarios sucumben a los encantos de la self-estimation: mientras
que Rennie Davis abandona el combate radical para seguir al guru Maharaj Ji, Jerry
Rubin explica que, entre 1971 y 1975, practicó con delicia la gestatterapia, la bioenergía,
el rolfing,los masajes,el jogging, tai chi,Esalen, hipnotismo, danza moderna, meditación,
Silva Mind Control, Arica, acupuntura, terapia reichiana. En el momento en que el
crecimiento económico se ahoga, el desarrollo psíquico toma el relevo, en el momento en
que la información substituye la producción, el consumo de conciencia se convierte en
una nueva bulimia: yoga, psicoanálisis, expresión corporal, zen, terapia primal, dinámica
de grupo, meditación trascendental; a la inflación económica responde la inflación psi y el
formidable empuje narcicista que engendra” (Lipovetsky G.1996.pp.53-54)
Pero, saben que les tengo una “mala noticia”. Otra vez la historicidad, ahora no como
vocación teórica, no como opción epistemológica, sino como inevitable existencial. Silvio
lo canta desde su experiencia personal y nos dice .”Nadie se salva del pie forzado: hay
que crecer bailando con sinsabores”. Y mismo allí, expresa una alternativa para ser
psicóloga hoy: “Me quieren enterrar donde adivino - siempre quisieron ocultarme lejos -.
Objeto de los fúnebres cortejos, ayer u hoy. Parece mi destino…Solavaya, aves de mal
agüero. Mundo feroz, lo digo en juramento: enterrarme le va a roncar el cuero”. Berman
nos lo dijo a su modo, remitiéndolo a la experiencia de Fausto: “solamente trabajando con
el diablo…podrá el hombre acabar del lado de Dios y crear el bien”. (Berman M. 1988.
p.39). Desde ya digo que estoy hablando de una táctica, no para realizar “el principio
central del gatopardismo – como dice en su “Chile Actual” Tomás Moulián – que todo
parezca cambiar para que todo siga igual” (1997.p.358), sino para andar tras “La
consagración de la primavera”
Ser psicóloga hoy (y mañana) necesita de un traspaso de la irreverencia marginalizante a
la convivencia transformadora. Reedificar la idea Pichoniana de la “adaptación activa”. Y
me tomo unos minutos más para explicar este girón esencial de mi “asociación” (a esta
altura ya en fase de delirio psicótico).
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Vivimos en un mundo que intenta erigirse sobre la convivencia educada. Pongamos a
manera de voluminoso ejemplo la actual “convivencia educada” entre la desnutrición y la
obesidad. Hemos encontrado que hay espacio para las figuras leptosómicas de Fidelio
Ponce y las pícnicas de Botero. Que pueden convivir la anorexia provocada por el
rechazo a la celulitis, el culto a la esbeltez esquelética de los que tienen qué y cómo
comer, con los vientres inflamados de los que no tienen que comer y son comidos por
enfermedades que para los primeros son raras y exóticas. Una aritmética elemental nos
dice que para el caso de los Estados Unidos, donde las XXL y las XXXL no son noticia, la
disminución de ingesta por hipercalorización de los envuelticos en carne daría para
alimentar al nivel del promedio calórico esperado por el Fondo de población de la
naciones unidas a los que probablemente se ofenden “desde su sociohistoria” al oír hablar
de la necesidad de dietas más eficaces. Pero lo cierto es que existen los sobrepesos y los
bajopesos. Y para poder actuar sobre unos y otros tenemos que posicionarnos
socialmente, comprometernos con ambos. El marketing contemporáneo nos ayuda a
segmentar, pero a segmentar no para marginar, sino para llegar a todos y cada uno como
individuos pertenecientes a una misma realidad distinta. Como dice Nadis Sadik: el reto
necesario, imprescindible es “Vivir juntos en mundos separados”.
La nueva sociedad intenta erigirse, solo puede hacerlo, sobre la vieja sociedad. El hombre
nuevo crecerá desde el hombre viejo, será por él educado. La noción de mercado fisura
hasta a la ciencia de las ciencias: hoy hablamos hasta de un mercado epistemológico. No
nos gustan los “mall(es)” (no los “guacamoles”) sino ese “conjunto de tiendas
segmentadas, con sus vitrinas cuidadosamente decoradas...formando parte de un
laberinto bullanguero...una atmósfera kitsch” (de nuevo Moulian. Idem.p.111). No somos
aficionados a los shopping center, ni a las películas de Arnold Schwazesnager (ese robot
del celuloide con cuerpo de mamut y cabeza de píldora anticonceptiva). Pero nuestro
mundo está plagado de las tres. (Ya ni Cuba es una excepción. Todavía somos los
menos, pero el panorama parece cercano. La táctica legada por Sor Juana Inés pudiera
ser una solución: “Queredlas cual las haceis. Hacedlas cual las buscáis”. No demos la
espalda a lo que tenemos. Y hagamos lo nuestro. Mucho de cuanto es posible hacer, ya
lo encontramos hecho aunque en precaria medida y ajeno a nuestro deseo de forma y
contenido. Y, aunque en un sentido profundamente metafísico, también lo que no hicimos
ya no lo podemos hacer al menos en el mismo tiempo y probablemente lugar. Hasta Luis
Miguel lo dice “el beso que negaste ya no lo puedes dar”.
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No contamos con muchas revoluciones victoriosas – ni políticas, ni epistemológicas, ni
socioculturales, mucho menos psicológicas. Algunas de las que se acercaron fueron
recicladas por la traición, el entreguismo, la incapacidad para entender y diferenciar lo
esencial de lo secundario, las subventajas escotomizantes del mercado moderno. Destino
que le hicieron correr hasta a la inexpugnable Unión Soviética en la que se aseveraba que
“ni chto nie zabuito. Ni kto nie zabuit” (Nada ni nadie quedará olvidado – trad.MC), pero al
final: “vsio zabuito. Vsie zabuitie” (Todos y todo olvidado). Hoy se imponen las
transacciones “educadas” y las de la “sobrevivencia”. Entonces, hoy, una vez más,
necesitamos de alianzas tácticas (y anoto con Ries y Troust que hoy las tácticas hacen a
las estrategias): La ortodoxia lírica arremete contra Pavaroti por cantar con Sting, contra
Andrea Boccelli por hacerlo con Eros Ramazoti. Cuba es criticada por la extrema
izquierda por tener Hoteles de cinco estrellas y un mercado paralelo que funciona en la
moneda del enemigo de siempre. ¿Quién iba a pensar que Caetano Veloso andará
cantando de cuello y corbata con un terno de factura parisina?. Pero gracias a Pavarotti y
a Boccelli (y a Carreras, y Domingo y otros) el “bel canto” ha transitado por personas que
lo consideraban aburrido (chato, fome, pesado). Caetano no ha dejado de ser una
contribución fundamental a la identidad de los brasileros. Y Cuba, esencialmente, como
dice “Van Van”: “Sigue ahí”.
Ser psicóloga hoy es ruptura y unidad en una secuencia de existencia concreta
demarcada por la cultura y la incultura, por la realidad y la alucinación, por los valores y
los antivalores. Nadie dio cuenta de este mundo en el que vivimos. Somos nosotros los
que aquí estamos hoy los que tenemos que hacerlo. No lo vio ni Freud ni Marx, no lo
vieron James ni Thorndike. No lo ven, incluso porque no pueden entenderlo, los “gurus”
europeos. Lo estamos viendo nosotros.
El reto es categorial, epistemológico pero también ético y partidista. No hay duda de que
el contener a la subjetividad como referencia de base para la construcción de nuestras
prácticas nos acerca al enunciado de Watzlawick de que el ser humano no sufre tanto por
el mundo, cuanto por la representación que del mundo se hace. Pero, cuidado: la
pobreza, el hambre, el analfabetismo, por solo decir algunos de apocalípticos
acompañantes de la geopolítica finisecular, no son el resultado de cómo nos
representamos al mundo, sino de cómo la injusticia histórica del poder nos lo ha
construido.
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Sumo a esto la idea de la Unidad, inseparable criterio que en mi tiene una amplia
extraterritorialidad. Es inconcebible hablar de la unidad de lo psicológico si no se admite la
unidad al menos previsible de sus diferentes representaciones teóricas. Concibo la unidad
no solo en la similitud, en la cercanía, en la comunidad, sino también en la diferencia, en
la ruptura. Para la actuación profesional de las psicólogas se hace cada vez más
necesaria la unidad táctica y la estratégica, pero sobre todo se hace imprescindible la
unidad real. Esto no es solo ontología trascendental, es sobre todo el convencimiento de
que la unidad del mundo reside en su ser y no en su estar.
Asumir la historicidad del hoy y del mañana es también la asunción de una misión
profesional ineludible, definitoria de nuestro “ser en el mundo”. Ser psicologa es definirse
esencialmente como luchadora por el bienestar humano. Puede que sigan las discusiones
entorno al objeto de nuestra disciplina, puede que los desacuerdos conceptuales sean
más que los acuerdo y las transacciones, puede que sigamos “jugando” a la diferencias
de marcos teóricos. Pero la definición meridiana es nuestra misión. Por eso nuestro modo
de pensar no debería omitir las ideas de felicidad, bienestar, plenitud, salud, calidad de
vida. Son los sueños de la humanidad nuestra quimera, nuestro insomnio profesional. Y
“un sueño que se sueña solo es solo un sueño que sueña solo. Mas sueño que se sueña
juntos es realidad” (cantando con Simone). Otra vez la unión como estrategia y como
sentido mismo de nuestro ser profesional.
Para esto es imprescindible que estemos claramente aliados con (ahora cantará Chico
Buarque) “...o que nao ten vergonha ne numca tera, o que nao ten governo ne numca
tera, o que nao ten juizo” (lo que no tiene vergüenza ni nunca tendrá, lo que no tiene
gobierno ni nunca tendrá, lo que no tiene juicio). Para esto es necesario que seamos
psicólogas en sangre, como inoculación primaria a la que no podemos resistirnos. Que no
vayamos en busca del tiempo perdido, sino del que no hay por que perder. Hace muy
poco alguien me enseñó y convenció de que “el tiempo no es un campo que se mida por
codos; no es un mar que se mida por millas; es el latido de un corazón” (Niko
Kazantzakis). Ser psicóloga hoy y mañana es sobre todo asumir “el latido de un corazón”.
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SILENCIOS QUE PIDEN VOZ.
Sustentando la función crítica de la
comunicación social.
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“Le tengo rabia al silencio por lo mucho que perdí.
Que no se quede callado quien quiera vivir feliz”
Atahualpa Yupanqui
“No nos equivoquemos otra vez”
P. Milanés
Los actos de comunicación, si es que pretenden algo más que ocupar un tiempo y un
espacio, necesitan del ejercicio de un saber profesional. Ellos pueden instituirse con
alguna suerte desde la intuición, es cierto. Pero sustentados en esta base, como
tendencia, ni alcanzan la realización de sus mejores potencialidades, ni su alto vuelo de
producción cultural, ni su eficiencia (económica, social, etc). La defensa que los
comunicadores hacemos del imprescindible profesionalismo, de la sustentación de
nuestro accionar en un pedestal científico, es testimonio de nuestra convicción de que,
con el perdón de Don Antonio, no es cualquier andar el que hace caminos, sino el andar
con conocimientos, el andar con saber, el andar que sabe cómo y en qué anda.
No es mi pretensión abogar aquí a favor de la formación profesional de nuestros
comunicadores (sobre esto hablo y obro con mucha frecuencia). Lo que me propongo es
llamar la atención sobre lo que puede suceder cuando incluso el profesionalismo se ve
entretejido por “causas y azares”. Hablo de premuras, de limitaciones circunstanciales no
profesionales, de prejuicios, probablemente también de temores y hasta de razones más
o menos comprensible aunque de dudoso significado. Llego hasta aquí movido por la
angustia más que por el método, lo que no deja de ser un camino para la ciencia: “Todo
sistema
de
pensamiento…
a
manera
de
defensa
contra
la
angustia
y
la
desorientación…se formula primero afectivamente, más que intelectualmente..” (Devereux
G. 1991. p.44). Angustia que puede también ser llamada preocupación si entendemos
sobre todo la sensación de disonancia, de contradicción, la percepción quizás no tan clara
de que algo necesita ser cuestionado, reflexionado y quién sabe si reinstituido. No me
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exijo datos estadísticos fehacientes. No se necesitan para algo que pretende ser sobre
todo un llamado de alerta: hay silencios que piden voz. Más aún, que la necesitan.
TODO SILENCIO TIENE UNA CAUSA
“Lo que quieres que otros no digan,
tú lo has de callar primero”
Vives
Gallo que no canta, algo tiene en la garganta
Refrán
Las prácticas de comunicación social de bien público (a las que me circunscribo en este
acertijo), pueden ser esencialmente ubicadas en dos áreas de significación básica:
educación – en el sentido de desarrollo humano, y salud – en el sentido de bienestar y
felicidad. Es lugar justificado y común en dichas prácticas partir de una identificación de
problemas en la estructura funcional de los subsistemas que componen la sociedad en su
conjunto y que la afectan, tanto a nivel global como a nivel particular. De una parte los
estudios sociológicos, psicológicos, socioculturales, epidemiológicos, etc. son una fuente
de identificación temática. De otra, en la puesta en práctica de las políticas trazadas por
las instituciones de la sociedad también se identifican necesidades de acción. En este
sentido, una práctica profesional de la comunicación de bien público supone un
diagnóstico (identificación de los problemas), una acción (montaje y realización del
dispositivo comunicacional) y, en un esquema ideal, una recopilación de testimonios de
impacto (corroboración de la aparición de los efectos previsibles y otros colaterales) lo
que a su vez favorece el mejoramiento del proceso en su conjunto. Para acciones de
comunicación en áreas como la propaganda, la publicidad y otras, este proceso antecede
en condiciones “experimentales” o de prueba piloto al montaje definitivo de la acción de
comunicación. En otras, por sus condiciones de producción, y su carácter “on-line”
(sustituto contemporáneo del concepto de inmediatez relativa), entonces se opera con
controles “post-acción” – sondeos de opinión, estudios de preferencia, encuestas, etc.- Tal
es el caso de las acciones de comunicación en programaciones de televisión y radio:
reportajes, programas habituales, dramatizados, etc.
En nuestro país, la identificación primaria de los problemas, así como la de sus
consecuencias evidentes o previsibles generalmente están mediadas por las instituciones
encargadas de las áreas del conocimiento o de la práctica social en la que dichos
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problemas se ubican (aquellas que componen lo que llamamos su objeto social o su
misión). Esta “identificación institucional” llega a ser mayoritaria en los casos de
“tendencias generales”, dígase con alta significación de distribución poblacional. Esto es
lógico si pensamos que estas instituciones, por exigencias propias de su trabajo, están
constantemente monitoreando las grandes cifras y dando seguimiento a los esquemas de
funcionamiento y desarrollo de sus objetos sociales. Evidentemente el Ministerio de Salud
Pública, por ejemplo, está en posición privilegiada para detectar un aumento de una
enfermedad determinada en el país o de la utilización de un procedimiento diagnóstico
que se relaciona con alguna sospecha de enfermedad.
Más aún, las instituciones colaboran, entre otros en los servicios informativos, lo que
permiten identificar relaciones de concomitancia o de causalidad probable entre
tendencias. A manera de ejemplo: El Ministerio de Salud Pública detecta un aumento de
la prevalencia del cáncer de pulmón y contrasta como dato, con la institución competente,
el aumento sustancial anual de las ventas de cigarrillos en el mercado. En la medida en
que esta información tenga más correlatos paralelos se podrá instituir como “área de
problema”. Entonces la comunicación social es convocada a realizar sus acciones
(informativas, preventivas, educativas, etc.) Las instituciones que colaboran pueden ser
muchas, toda vez que si efectivamente estamos ante un problema de tendencia
poblacional global todas, en una u otra medida, se ven afectadas. Siguiendo con el
ejemplo anterior vale decir que existen cálculos sorprendentes del impacto negativo sobre
la economía que trae consigo el hábito de fumar (se supone que en el año 2000, murieron
en el mundo cerca de cinco millones de personas a causa del hábito de fumar).
El asunto se hace, lógicamente, bastante más complicado, de una parte cuando se trata
de la identificación de problemas propios, internos a la institución, generados por ella
misma. Las instituciones han de aplicar una mirada crítica sobre sí mismas, han de ser
capaces de detectar sus propias insuficiencias o, para decirlo de un modo más productivo,
sus propios retos y oportunidades de mejora. Recordemos el llamado “proceso de
rectificación” de errores: una mirada instrospectiva autocrítica. Dificultad similar se
presenta, de otra parte, cuando la Institución es “blanco” de la acción valorativa de otras
instituciones y ha de aceptar como reales los déficits detectados por ellas. El binomio de
dificultad es claro: autocrítica y aceptación de la crítica. Quien se sienta libre de este
“pecado” puede lanzar la primera piedra. Más de una razón teórica y múltiples evidencias
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empíricas nos permiten confirmar la dificultad de tal proceso de doble vinculación.
Repasemos al menos rápidamente el por qué de esta dificultad.
La “autodetección” de problemas es para cualquier sistema humano – institucional,
comunitario, grupal e incluso individual – en extremo difícil. Parece ser que desde un
organismo vivo es más fácil o más primitivo mirar a otros que mirarse a sí mismo. He
llegado a pensar cuanto esto puede tener que ver con algún rudimento animal en el
comportamiento humano: para los animales todo lo que preserva y amenaza su vida está
“afuera”, por lo que la mirada o la “sensibilidad exteroceptiva” puede tener una prioridad
funcional para todo el sistema cuyo fin es acercarse-alejarse, rechazar-aceptar. He dicho
en más de una ocasión que me resulta “sospechoso” que las ciencias asociadas a la
instrospección (la psicología por ejemplo) aparecieron más tardíamente que las asociadas
a la observación externa. Esta idea se pone al límite del paroxismo cuando pensamos que
el hombre buscó respuestas y preguntas primero en las lejanas estrellas que en el
cercano sí mismo.
Algo similar, y probablemente también arraigado desde los niveles primarios de vida,
ocurre con las respuestas reactivas ante los estímulos externos. La aritmética de la vida
es clara: si un organismo “desconoce” que algo produce beneficio para él y lo incorpora
sin “recelos”, y ese algo produce realmente beneficio, el organismo se ve favorecido. Del
mismo modo, si ese algo desconocido es dañino para el organismo y se incorpora sin
más, produce daño. Entonces la lógica dictamina: es preferible recelar, dudar, partir de
una conducta “defensiva” hasta tanto se demuestre de qué se trata. Ante las acciones del
“exterior” casi automaticamente se desarrolla una tendencia cuando menos de alerta.
Así, acompañado desde la psicología por el nombre de Freud y extrapolado al parecer de
las ciencias físicas, se nos presenta el concepto de “resistencia”, que viene a nominalizar
ese suceso de significado funcional capital que se observa ante los procesos de
cuestionamiento exterior o interior de los sistemas humanos, ante los procesos de
cambio, ante cualquier cosa que signifique la puesta en duda de la eficiencia, adecuación
o pertinencia de dichos sistemas. No en balde Dunan en su “Essais de Philosophie
generale” presenta la resistencia como una cualidad primera de los cuerpos incluso
asociado a la construcción de identidad. No es poco cierto que lo que se resiste existe, la
resistencia, de algún modo, es índice de autonomía. En la obra de Pichón Riviere la
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resistencia se asocia al temor depresivo (o miedo a la perdida) y al temor paranoide (o
miedo al ataque). En cualquier caso su función es defensiva. El problema se nos presenta
porque este principio defensivo de la resistencia tiene como estructura impelente el
automantenimiento del sistema, entiéndase mantener el “statu quo”. Si bien previene del
sentimiento de malestar, produce inmovilización, entorpece el desarrollo. Resistir es
mantener lo que está, tal y como está.
La resistencia guarda una relación directamente proporcional con la cercanía relativa del
custionamiento (interno o externo) respecto al “núcleo generador” de la resistencia. De
modo que su intensidad es susceptible de ser comprendida (interpretada) como indicador
del significado funcional de lo delatado por dicho cuestionamiento. Quién sabe si desde
aquí podemos entender la levedad del principio comunicacional de lo difuso: “al que le
sirva el sayo que se lo ponga”: mientras más resistencia levante “el sayo”, menos lo verá
como suyo aquél a quien le sirve, y la estrategia comunicacional adoptada se revelará
como ineficiente. Acción y reacción.
La resistencia no es el único sustento de la dificultad que analizamos. No menos
significativa resulta en ocasiones “la familiaridad acrítica”: la permanencia de un objeto
(elemento) en el campo fenomenológico promueve con el tiempo la aparición de un
vínculo indiscriminante con dicho objeto resultando que este se incorpora simbióticamente
al campo perdiendo el sujeto la posibilidad de discriminarlo en su existencia diferenciada
y en sus efectos. “Es que eso siempre ha sido así” es una típica expresión de una
familiaridad acrítica con un suceso determinado. Ni está bien, ni está mal. Solo está.
La familiaridad acrítica se revela como una suerte de incapacidad del observador (sujeto,
grupo, institución) de detectar la disfuncionalidad del objeto o del sistema haciéndola
“imperceptible” (desvalorizándola, negando su importancia, no reconociéndola, no
identificándola). Es una suerte de “acostumbramiento” o adaptación pasiva que supone,
como la resistencia, la inmovilidad del sistema toda vez que no percibe la presencia de un
objeto que supone la necesidad de cambio, corrección, modificación.
Por último, sin decir con esto que se cierra la comprensión de los mecanismos de freno
(defensa, protección, etc.) me gustaría llamar la atención sobre la existencia del “propium
prejuicial”. Ubiquemos al menos brevemente lo que vislumbra esta noción.
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La psicología social ha recopilado evidencias que hacen pensar que el hombre tiene una
propensión al prejuicio: tiende a hacer generalizaciones basadas en estereotipos que le
permitan simplificar su mundo de experiencias. Siguiendo a Allport, la vida es tan rápida y
las exigencias de adaptación tan grandes que somos impelidos a ordenar y clasificar los
sucesos del mundo en categorías amplias generalizadas y poder así satisfacer nuestras
necesidades
cotidianas
de
adecuación.
Estas
generalizaciones,
al
perder
su
reversibilidad, se convierten en prejuicios. El prejuicio actúa como una forma de
pensamiento autístico, es decir, un proceso inconsciente y subjetivo que no necesita de
una racionalización para validarse. Es dado como un “por supuesto”.
Muchas de estas “elaboraciones generales” son compartidas por los grupos sociales de
afines en cualquier nivel de organización y expansión de los mismos (desde los niveles
familiares, grupos escolares, etc. hasta los niveles comunitarios, étnicos, sociales). Se
convierten en normas estereotipadas de percepción de los miembros de dichos grupos.
Así pasan a ser facilitadores o discriminadores de las relaciones intergrupales al tiempo
que sancionadores de la adecuación del comportamiento de las personas, y se trasmiten
de una generación a otra. No necesitan más racionalidad que la compulsión grupal a su
adopción bajo riesgo de desestructurar la pertenencia y la identidad de sus miembros.
Bien decía Diderot que la ignorancia está menos lejos de la verdad que el prejuicio.
Los seres humanos tenemos prejuicios. Ellos inciden en nuestro aceptar-rechazar, acudirevitar, promover-relegar. Incluso en el desempeño de nuestro rol social (incluyendo
obviamente nuestro rol profesional) la emergencia de prejuicios es una probabilidad a
tener bajo custodia. La psicología lo ha definido con total claridad en conceptos tales
como contratransferencia, identificación, acting-out y otros. “¿Quién tiró la tiza?” podría
ser, como relato particular más allá de su inadecuación como supuesta representación de
una tendencia social, la emergencia de un prejuicio.
Las instituciones son conglomerados de seres humanos, más aún, organizaciones
sistémicas de seres humanos, con canales de comunicación, estructuras de
subordinación, en las que nada le es ajeno a nadie (aunque no le interese, o no sienta la
significación más que circunstancialmente). Las instituciones “tienen” prejuicios, son
portadoras de prejuicios. Algunos compartidos por la mayoría. Otros existentes en
algunos de sus grupos formales e informales (incluidos los grupos de poder, los que
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gestionan decisiones), y estos prejuicios conforman un modo propio de dicha institución
de afrontar ciertas situaciones, siendo que de alguna manera terminan ejerciendo una
influencia sobre los modos de comportamiento intrainstitucionales y extrainstitucionales.
Este breve ejercicio conceptual nos lleva a sustentar lo esencial: la resistencia, la
familiaridad acrítica y el propium prejuicial generan, entre otras cosas, silencios (puntos
ciegos y enceguecidos): cosas de las que no se habla, de las que no se “pue-de-be”
hablar; cosas que no se ven, cosas que no se “pue-de-ben” ver. Hablo de un silencio
funcional, casi inherente al funcionamiento. No hay presumible malsanidad en este
silencio, no hay intencionalidad de callar. Es un pacto de autodefensa, una rutina oculta.
Obviamente no es este el único silencio: existe el silencio de la mentira, el de la
hipocresía, el del oportunismo y también el de la ignorancia, el de la incapacidad de
hablar, etc. Por suerte, el de las resistencias (ahora en plural asimilando los tres
conceptos delineados y otros del mismo tipo) es un silencio sintomático, que delata el
significado de lo oculto incluso en su callar.
TODO SILENCIO HABLA
“Cada novela interior determina una
“estrategia” simbólica hacia el exterior”
Regis Debray
Cum tacent, clamant.
(Al tiempo que callan, gritan)
Cicerón (Catilinarias)
No sé si Galeano reconoce el profundo significado psicológico de algunas de sus
sentencias. En este caso, quiero recordar una aparecida en el libro de los abrazos:
“Cuando es verdadera, cuando nace de la necesidad de decir a la voz humana no hay
quien la pare. Si le niegan la boca, ella habla por las manos, o por los ojos, o por los
poros, o por donde sea”. En más de una ocasión me he servido de ella para esclarecer un
principio funcional psicológico fundamental. No hay lugar para la duda. Más si se trata de
la subjetividad. Lo subjetivo no tiene otro modo de existencia que su expresión
(probablemente esta una de las causas del “malentendimiento epistemológico”
denominado conductismo). Lo que no quiere decir que en lo psíquico esencia y fenómeno
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coincidan. De aquí su carácter simbólico, que ha arrastrado tras de si más de ciento
veinticinco años de construcción de la Ciencia Psicológica.
Quizás el concepto representativo más claro (y primario) del carácter simbólico es el
concepto de síntoma (no es el único. A él se asocian otros como “emergente”,
“analizador”, etc). Inicialmente importado de las tradiciones médicas, el síntoma dentro de
las representaciones psicológicas llama la atención sobre la existencia de un lenguaje
intencional asociativo más allá de la palabra, más allá incluso del sonido. (Alguna vez
propuse que, para llamar la atención sobre la diferencia entre la representación médica y
la psicológica, usáramos la voz “psíntoma”) A pesar de que la cordura recomienda no
precisar el carácter de algo desde el “no” (lo que no se es), asumiendo el entendimiento
consensual que el concepto genera, me valgo de los “no” para llamar la atención sobre
todo a lo que no debe reducirse. El síntoma no es solo una producción corporal.
Recordemos las llamadas alteraciones psicosomáticas tan conocidas por todos. Cuando
somatizamos generamos síntomas que delatan la cara oculta del proceso por el que
atravesamos. El síntoma no es solo una producción personal. A nivel de los análisis
psicosociales, culturológicos, etc. casi nadie duda de que ciertas tendencias de
comportamiento, ciertas manifestaciones generales en la sociedad son manifestaciones
de un acontecer no develado del sistema social real. No es tampoco el síntoma una
producción consciente, sujeta al ejercicio de la voluntad, creada con la intención de, sino
esencialmente una producción inconsciente. Como tampoco es casual. El síntoma, en
alguna región de su existencia tiene una relación directa con lo que simboliza. Relación
que se mediatiza también por lo posible, lo aceptado, lo que no genera tensiones
adicionales, etc.
“Los síntomas hablan... en ellos es posible poner de relieve una verdad, singular y
fundante para cada sujeto, que el síntoma vela y revela al mismo tiempo…En su opacidad
el síntoma encarna una verdad. Pero como esa verdad es la de aquello que se excluye de
todo saber, el síntoma pasa a ser también lo que se opone a todo intento de totalización
del saber. Es un indicador de que "algo no anda", no encaja”. (“Las adicciones: el
fracaso del síntoma”. Augusto Roa Bastos)
“El síntoma tiene un valor en sí mismo, un valor de verdad. Algo desconocido para el
sujeto, algo que le concierne en lo más íntimo, pero a lo que no puede tener acceso debido
a la represión, se halla cautivo en el síntoma, bajo la forma de una verdad, de un mensaje
cifrado que el sujeto deberá descifrar…guiado por la escucha de un analista, quien lo
auxiliará en la labor de saber sobre la verdad de la que se encuentra separado… el
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síntoma es la manifestación de algo que no funciona, y que esa disfunción posee un
sentido, y expresa una verdad desconocida, ignorada o negada. Esta sencilla manera de
pensar el síntoma tiene la ventaja de que nos permite referirnos tanto al sujeto individual,
como al grupo social, a la colectividad humana en su conjunto”. (“El síntoma de
nuestro tiempo”Gustavo Dessals)
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De modo que en toda manifestación de un sujeto (individual, institucional, comunitario,
etc.) están delatados “sintomáticamente” sus fisuras. Queda ahora a la sagacidad y el
empeño del “observador” encontrar la clave interpretativa. Así es en toda actividad
humana, especialmente en el ejercicio de las ciencias y las profesiones: construir y
desconstruir desde los hallazgos. Encontrar luz y volver a la oscuridad. Interpretar y
sobreinterpretar la determinación y la sobredeterminación.
El silencio, para el caso que nos ocupa, puede aparecer, de hecho aparece muy
comúnmente, como síntoma. También se privilegia de la pluridad expresiva. Dice Guardini
que "harto difícil es hablar del silencio… Se lo considera, de primera intención, como una
forma de la nada…Pero, pensándolo bien, se advierte que el silencio es todo lo contrario
de la nada”. Pero el silencio sintomático es sobre todo “la falta” (lo que no está y tendría
que estar, aquello de lo que no se habla, lo que se omite como ocultamiento
inconsciente). En cualquier ámbito o escenario encontramos no la vacuidad interpretativa
del silencia, sino muy por el contrario, la inevitable referencia a su significado situacional o
extrasituacional.
La existencia del silencio condiciona, demanda, la existencia de un tipo (en realidad varios
tipos) de escucha. Esta denominación de escucha la caracterizaría desde ya como
“polisensorial”: no es solo audición, sino también sensorialidad cutánea, emocional, visión,
quien sabe si extrasensorialidad o extrapercepción como atributo o dominio profesional,
no de “parapsíquicos”, sino de profesionales que estudian el comportamiento. Escuchar
es abrir las puertas a la polisemia del lenguaje comportamental de las personas y las
instituciones, de los grupos y las comunidades, de la sociedad en su conjunto. Y para esto
la condición más favorable es la no implicación activa en el cuerpo emisor del lenguaje,
una suerte de distancia crítica que puede establecer las diferencias entre “yo y lo mío” y
no se vea en el siempre complejo y difícil atolladero de los compromisos involuntarios, del
“mejoramiento/empeoramiento” perceptivo sustentado en la pertenencia simbiótica o
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participativa. El cuerpo (institución) productor de su lenguaje percibe con claridad lo que
dice, puede hasta tener una mirada crítica a lo que dice, pero se “le escapa” lo que no
dice, lo que queda atrapado en el silencio. No hablo obviamente de “malas intenciones”,
hablo sencillamente de regularidades del funcionamiento psicológico.
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En la dinámica “demanda-acción de comunicación” que señale antes, el comunicador (en
el sentido más amplio y abarcador del término: comunicador institucional, colectivo o
personal) es solicitado para hacer su trabajo sobre un objeto de esa demanda – demanda
que como he dicho antes es “detectada” o “instaurada” por una institución. Pero él
“escucha” un silencio. ¿Qué hacer? No hay espacio para la duda: la comunicación social
tiene entre otras una función crítica. Una crítica que devela, que establece un puente
entre lo que hay que cambiar y la posibilidad de hacerlo, que favorece el encuentro y la
construcción de alternativas. La comunicación no solo es expresión, sino también
transgresión: develar un invisible, una zona de familiaridad acrítica, legitimar en el
discurso aquello de lo que
no se habla. La comunicación social, particularmente la
enfrascada en el acompañamiento de las acciones no comunicacionales de bien público,
razón misma de existencia de las instituciones, se presenta entonces en una función
imprescindible, impostergable, de doble inscripción y compromiso militante: la función
crítica. La comunicación de bien público se instala en el espacio mediático con el ejercicio
del cuestionamiento, de la crítica, el develar lo que dicen los silencios. No es un misión
desintegradora. Muy por el contrario. Es una función estructurante, que propende al
mejoramiento, al desarrollo.
UN SILENCIO Y UNA INTERPRETACIÓN (verbigracia)
“Y como no le dejaron sitio donde dibujar su dolor
se rayó su cuerpo con un tatuaje de amor”
Carlos Varela
El error ignora la crítica;
la mentira la teme;
la verdad nace de ella.
José Ingenieros
Que el SIDA no es una enfermedad homosexual es algo conocido. Sin embargo, fue un
homosexual, Gaetan Dugas, comisario de a bordo de origen franco-canadiense en el que
se focalizaba una red de relaciones homo y bisexuales, a quien se tomó e instituyó como
“el paciente cero”, responsable de que la dolencia cruzara el océano Atlántico. Con esto el
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camino del SIDA se vinculó muy fuertemente a la homosexualidad, creándose una
primera representación falsa acerca del vínculo unilateral y específico entre el síndrome
de inmunodeficiencia adquirida y la orientación sexual homopreferenciada y en algunos
casos compartida (el caso de la bisexualidad). Esta identificación SIDA – homosexualidad,
actualizó, al decir de muchos especialistas, una inconsciencia ética ciudadana: “les pasa
por hacer lo que no se debe”. Nada que no conozcamos: Toda maldad, toda malsanidad,
tiene su castigo. Se testimonia con el SIDA un arquetipo del imaginario social que se
escucha en “Caperucita Roja”, se lee en el pasaje bíblico de “Sodoma y Gomorra”, se
sanciona en la justicia de lo instituido, del poder, de los poderosos: se teme por la propia
vida. “Con la aparición del SIDA, se comenzó a hablar una vez más de distintas
categorías de seres humanos. Se empezó por señalar la orientación sexual, como el
motor central de la enfermedad. Apareció una categoría de “clase sexual”, y desde allí se
instituyó la homosexualidad masculina como receptora del “castigo divino” identificado
como “la Peste rosa” (Stolovitsky I. 1992. p. 27).
Siendo los homosexuales las víctimas de la enfermedad, el discurso instituido fue: SIDA =
mala vida = muerte: aléjate de la homosexualidad. Una razón más. Ante cada muerte un
comentario similar: “era homosexual”. Para subrayar la relación aparecieron los “muertos
famosos”, básicamente artistas: El emblemático Rock Hudson, el carismático Freddy
Mercury, cantante del grupo musical Queen, el bailarín ruso, Rudolf Nureyev, y otros. La
razón parecía estar del lado de los más puritanos y discriminatorios sectores de la opinión
pública y el poder político: “Dios, una vez más, no perdona la sodomia”: “No tendrás
relaciones con un hombre como se hace con una mujer: esto es una cosa abominable”
(Levítico 22; Gen.19.5).
Siendo ya la homosexualidad un “problema”, el reconocimiento de la conducta sexual de
buena parte de los homosexuales vino a multiplicar el “repudio”. El hecho conocido es que
el mundo se escandalizó cuando se “develaron” las prácticas sexuales de los
homosexuales, sobre todo de los norteamericanos, marcadas por los telúricos
movimientos sociales de emancipación, libertad y respeto a la individualidad de los años
sesenta: exacerbación del sexo - libre, indiscriminado, despersonalizado, grupal, - por el
sexo mismo. Andando tras las huellas del SIDA se encontró un mundo de relaciones
“promiscuas”.
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Buena parte del comportamiento sexual gay se reconoce como un comportamiento con alta
dosis de compulsión y con síntomas no poco comunes de “promiscuidad”9. Es este un
término que uso en un sentido específico, no peyorativo: f. Mezcla, confusión./ Dícese de
la costumbre de tener relaciones sexuales con muchas personas. Promiscuo,cua. –adj.
Mezclado confusamente. Esta idea de confusión: sin claridad, sin la asistencia de un
principio regulador: una relación con otra persona cuyo fin no es la relación, sino un
componente de ella. Dicho de una manera quizás más gráfica: sexo por sexo. Quién sabe si
por este camino andaba el pensamiento de Lacan cuando afirmó: "El goce fálico es el
obstáculo por el cual el hombre no llega, diría yo, a gozar del cuerpo de la mujer,
precisamente porque de lo que goza es del goce del órgano". (Lacan, Seminario 20,
"Aún").
Hasta hoy, en casi todo el mundo occidental los bares gays son lugares reconocidos de
encuentro para relaciones sexuales de una noche. En los años anteriores a la “aparición”
del SIDA, las saunas de San Francisco eran centros de orgias y prácticas de sexo repetido,
indiscriminado, favorecido además por el uso de estimulantes. Un estudio del Instituto
Kinsey sobre los gays en el área de la Bahía de San Francisco detectó que el 75 por ciento
de ellos, habían tenido más de un centenar de parejas y el 25 por ciento habían tenido más
de mil (Symons D. 1979). Como música de fondo podríamos ubicar aquella incitadora
canción de refinada hermosura y sensibilidad, compuesta por Lennon y McCartney: la
palabra “love”, en apenas 3 minutos y 48 segundos, se repite 73 veces y otras 16 se
enuncia la propuesta: “todo lo que necesitas es amor” (All you need is love) – como para
optar por un record. Incluso los activistas prodefensa de los derechos de los homosexuales
admiten que, antes de que llegara el SIDA, los homosexuales eran generalmente más
promiscuos que los heterosexuales.
Una de las interpretaciones básicas de la compulsividad del comportamiento sexual de
buena parte de los homosexuales algunos la sustentan en el encuentro de dos “estilos
masculinos de sexualidad”: "Los hombres homosexuales, como la mayoría de la gente,
desean generalmente tener relaciones sexuales, tales relaciones son difíciles de mantener
como únicas, en gran parte debido al deseo masculino por la variedad sexual; se realiza
entonces la oportunidad sin precedentes de satisfacer este deseo en un mundo de hombres
El término “promiscuidad” es sin duda más connotacional que denotativo. ¿Quién es promiscuo? El que
tiene “muchas” relaciones sexuales con personas diferentes. ¿Cuántas? ¿En qué periodo de tiempo? Esta
relatividad ha favorecido la disminución de su utilización. Se le sustituye usualmente por “rotación frecuente
de pareja”. Creo que este último no es mucho menos ambiguo - ¿qué es frecuente? -, solo que se ha
liberado de la connotación peyorativa.
9
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y la tendencia masculina hacia los celos por causas sexuales.... Estoy sugiriendo que el
heterosexual masculino se comportaría, probablemente, como el homosexual masculino y
practicaría más a menudo el sexo con desconocidas, participaría en orgías anónimas en
saunas, y a menudo se detendría en áreas con lavabos públicos para una fellatio de cinco
minutos de vuelta al hogar después del trabajo, si las mujeres estuvieran interesadas en
estas prácticas " (Symons D. 1979).
De otra parte, para muchos esta compulsividad es deducible en alguna medida del propio
rechazo a la homosexualidad. En este sentido se expresa Reyes R: “la prohibición y lo
clandestino son también dos constantes en la vida de los homosexuales: a partir de la
intolerancia que existe sobre esta práctica sexual, la gente se relaciona de forma
vergonzante, con un sexo rápido y anónimo en guetos (el ambiente, los cuartos oscuros,
las saunas), sin que haya espacios públicos de comunicación y de libertad para iniciar
una relación afectiva estable y sin agresiones” (Reyes R. Diccionario crítico de Ciencias
sociales). La homofobia social es considerada generadora de actitudes defensivas y de
ocultamiento de las relaciones homosexuales, cosas estas que afectan las relaciones
estables de la pareja homosexual y propician una rotación de pareja y una tendencia alta al
encuentro sexual fortuito, pasajero. “No hay que negar que existen muchos homosexuales
que eran y son menos promiscuos que muchos heterosexuales. Pero incluso los activistas
homosexuales admiten que, antes de que llegara el SIDA, los homosexuales eran
generalmente más promiscuos que los heterosexuales. No hay explicaciones convincentes
de esto. Los activistas dirían que la promiscuidad homosexual es causada en gran parte
por el rechazo de la sociedad. Las actividades "ilegítimas" o vergonzosas " tienden, al ser
consentidas, a ser practicadas en exceso. La dificultad legal y social de formar
matrimonios gays va en contra de las relaciones estables”(Riddley M. editor 1993).
Si pudiéramos disociar la homofobia, y cualquier tipo de discriminación por orientación
sexual, de sus consecuencias negativas sobre la vida de las personas, pudiéramos hasta
decir que tal vez el debut del SIDA asociado a la homosexualidad, favoreció, en una etapa
posterior de la expansión de la pandemia, el que los homosexuales tuvieran un
comportamiento relativamente más aplicado que los heterosexuales. Parecería como que
los heterosexuales se sentían inmunes al contagio, mientras los homosexuales intentaron
responsabilizarse con su comportamiento. Como confirma Aller Atucha, los homosexuales
intentaron defender su estilo de vida, su placer y sus costumbres. No renunciaron a su
sexualidad, se propusieron aprender a protegerla.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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La comunicación social de salud calló por mucho tiempo la relación SIDA
homosexualidad. No se emprendieron campañas que favorecieran una actitud más
adecuada ante el tema de la homosexualidad y desde aquí un abordaje no discriminatorio.
Mas en este silencio se denunciaba su complicidad con el prejuicio. La aparición
pudiéramos decir en paralelo del SIDA en personas hemofílicas, abrió un capítulo de
máxima importancia y a la vez un espacio relativamente “más digerible” para la
comunicación social que el de la homosexualidad. Se hacía obvio que el sistema
institucional de Salud pública con sus iatrogenizantes prácticas, su deterioro y desamparo,
su condición de “víctima del sistema social” se convertía en cómplice de la enfermedad.
El “Sur también existe”. Su existencia evitada en las miradas del norte no logra negar su
existencia. Muy pronto resultó evidente que en el SIDA otra realidad se imponía. El tercer
mundo aparecía como el más tocado por el castigo de Dios, solo que aquí este no quería
perdonar ni la heterosexualidad. Marx, una vez más, nos sirve de espada. La sexualidad,
el comportamiento sexual es también el resultado de un conjunto de determinaciones
históricas, sociales y culturales. No solo en la forma de vivir se diferencia los ricos y los
pobres, sino también en la forma de enfermarse y hasta en la de morir, en la forma de
amar y de sufrir. Según los datos de Diciembre del 2002 de ONUSIDA en América Latina,
Europa Occidental, América del Norte, Australia y Nueva Zelandia, la modalidad de
trasmisión que más aporta al cuadro epidemiológica VIH/SIDA es la trasmisión
homosexual, seguida por el vector de contaminación consumo de drogas. En el Caribe, la
más común es la heterosexual, seguida por la homosexual.
En cualquier caso, siguiendo con la lógica que nos lleva de la mano del prejuicio por
orientación sexual, el encuentro con estas realidades, con la llamada promiscuidad como
comportamiento sexual indiferenciado de homo y heterosexuales, abría las puertas a un
cambio de actitud: el problema no es la homosexualidad, sino el comportamiento sexual.
Esto queda claramente instituido con el incremento de los contagios VIH heterosexuales.
“En EEUU desde 1985 a 1993 la trasmisión del SIDA por vía heterosexual aumentó desde
el 1,9%, habiendo disminuido, en cambio, la transmisión homosexual, en este mismo
periodo, del 65% al 46.6%” (Aznar J. 1998 p.288).
Como resultado de un análisis de superficie y consecuentemente con los rechazos
sociales establecidos, se operaba con el concepto de “grupos de riesgo”. Por detrás del
144
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concepto estaba su realidad significativa: “La noción de "grupos de riesgo" ha sido
utilizada para reforzar el discurso sobre la desviación” (Reyes R. Diccionario crítico de
Ciencias sociales). Otro intento desesperado por tapar el sol con un dedo. Un no
domesticado “spot” de publicidad de bien público de la época señalaba: “Para contraer el
SIDA basta con ser hombre, mujer, gay, lesbiana, joven, viejo, casado, divorciado, soltero,
grande, pequeño, rubio, morocho, latino, europeo, americano, profesional, desocupado,
rico, pobre,…. (y así casi hasta el infinito) basta con ser humano. Como dice Alfredo
Grande, psicoanalista argentino, “lamentablemente, para los modernos Torquemadas, el
virus no respetó los grupos de riesgo originariamente previstos. ¡Quién hubiera dicho que
el VIH era liberal!” (Grande A. 1996)
En Cuba, el debut del SIDA no fue, como muchos creen homosexual. Sin embargo, ya
para 1990 se observan incrementos mayores en la trasmisión homosexual y bisexual. Un
importante brote se observó en homosexuales jóvenes en la Provincia de Sancti Spíritus.
En el acumulado de personas contagiadas entre 1986-1995, el 44.3% de los casos fueron
por trasmisión homosexual y bisexual. (Rodríguez L. 1997). A partir de estos años el
incremento se hace aún más evidente. Para el cierre de 1999, según refieren las Dras.
A.C. Duque González y M. Hernández Peterssen, del total de seropositivos en el país,
aproximadamente el 77% era del sexo masculino, “siendo más frecuentes aquellos con
conductas homo-bisexuales, puesto que representan el 60,1% de la población masculina.
Un dato más actualizado publicado en “Granma”, Órgano Oficial del Partido Comunista de
Cuba, confirma esta tendencia de la trasmisión del VIH/SIDA en Cuba: “El grupo de mayor
vulnerabilidad en la transmisión del VIH/SIDA en Cuba es el de los hombres que tienen
relaciones sexuales con otros hombres. En Cuba…4 672 personas se han infectado con
el VIH. El 79% de los seropositivos son del sexo masculino, y de estos el 85% son
hombres que tienen sexo con otros hombres”. (de la Osa. J. 2003) Es claro el incremento
sustancial en la trasmisión homosexual masculina – hombres que tienen relaciones
sexuales con otros hombres: 44.3% al cierre de 1995. Cuatro años después, al cierre de
1999 encontramos el 60.1%. Para el 2003, cuatro años más tarde, hablamos de 85%.
Esto quiere decir, en una aritmética elemental, que en nuestro país la acción de
comunicación social, la comunicación sanitaria, preventiva, educativa, etc. vinculada al
SIDA habría de tener como grupo objetivo (target) de especial atención a los hombres que
tienen relaciones con otros hombres. Esto, sin embargo, no ha sido así ni por asomo. “El
145
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emblema utilizado para acompañar cualquier mensaje sanitario era el de dos corazones y
una calavera, que pretendían señalar la amenaza del sida y la posibilidad de ponerle coto
mediante un esfuerzo mundial. Se concilió el concepto de muerte —la calavera— con el
de amor —los dos corazones—, que también significan sexo…la mayoría de los
materiales de divulgación sanitaria…utilizaron frases generales, inespecíficas o
terroríficas para tratar de prevenir la infección. Los mensajes concebidos como positivos
exhortaron a la abstención sexual sin considerar distinciones individuales o grupales. Los
mensajes negativos condenaron la promiscuidad, y la desfiguración física y la muerte
fueron presentadas como consecuencias directas e inmediatas de la enfermedad. La
intención de estimular la adopción de conductas responsables se tradujo en la utilización
de elementos irracionales y en moralizaciones sobre la vida sexual de las personas…Una
revisión de 122 noticias sobre VIH y sida aparecidas en los principales periódicos cubanos
durante 1988 mostró que las informaciones eran bloques generales …Las estadísticas
ocupaban el 40% de las noticias, sobre todo las referidas a enfermos y muertes acaecidas
en el mundo. El resto de las publicaciones se referían a la eficacia de la estrategia
nacional de lucha contra el VIH/sida, insistiendo en el pesquisaje masivo y el control
sanatorial” (Rodríguez L. Papers 52, 1997. pp 177-186. p180,184)
En las acciones de comunicación social extensivas (de amplio radio de acción e impacto)
dirigidas a la educación y prevención en la lucha contra el SIDA, no están los/las
homosexuales ni las/los bisexuales. Los hombres que tienen relaciones sexuales con
otros hombres, que representan mayoría absoluta y a distancia en el contagio del VIH, no
están presentes en la comunicación social sobre el SIDA. Ellos solo quedan delatados por
el silencio. Pero el silencio se hace incomprensible o incluso justificable si no se devela la
realidad del fenómeno. En las campañas de comunicación social para la prevención de
accidentes del tránsito tampoco están los hombres que tienen relaciones sexuales con
otros hombres, ni las mujeres que tienen relaciones sexuales con otras mujeres. No están
claramente, especialmente representados. Pero nada nos indica que sean un grupo
objetivo de importancia diferenciada. La homosexualidad queda en manos del silencio. La
comunicación social silencia la homosexualidad fenoménica, que ya sabemos que no es
estructural, del SIDA.
Un interesante trabajo “El precio de la diferencia” publicado en la Revista Alma Mater nos
entrega una percepción desde adentro. “Ni para mal, ni para bien, somos los invisibles, -
146
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comenta una joven profesora de la Universidad de La Habana que prefirió no hacer
público su nombre. Resulta que a las lesbianas y a los gay ya no se nos trata de forma
peyorativa en las leyes. Eso está bien. Aplausos. Pero ahora, sencillamente, hemos
desaparecido, y no existe una sola palabra que nos reconozca. O sea, no se nos ofende,
pero tampoco se nos tiene en cuenta como comunidad urgida de protección en sus
derechos, al igual que las mujeres. El no reconocimiento, la invisibilidad, no es menos
irrespetuosa”. Lo invisible e insonoro. El silencio que se anuncia como recurso del no
reconocimiento. Pero ¿el no reconocimiento de qué? ¿del SIDA? Obviamente que no. La
atención, el tratamiento, la política aplicada al problema SIDA es envidiable incluso para
países desarrollados. Es posible pensar que se trata del no reconocimiento de la
homosexualidad en lo que a comunicación pública se refiere. No es algo nuevo. Es
conocido.
“…el entonces Director del Consejo Nacional de Cultura… argumentó la necesidad de
suprimir una mención de Lezama contenida en mi trabajo, por su contigüidad con el
nombre de Martí. Me dio como razón que Lezama con Paradiso se había convertido en un
apóstol de la homosexualidad. (Entre paréntesis, de ninguna manera pienso que la
homosexualidad sea el tema central de Paradiso.) Le pregunté al funcionario: ¿Y qué
harás con la crónica de Martí sobre Oscar Wilde? Allí Martí considera al escritor "un
elegante apóstol, lleno de fe en su propaganda y de desdén por los que se la censuran".
¡Y Wilde sí fue públicamente un apóstol de la homosexualidad! ¿Y con el ditirambo de
Martí a Walt Whitman, cuyos libros Hijos de Adán y Calamus estaban prohibidos por
"inmorales"? ¿Y con el nombre del Teatro García Lorca? ¿Y con el propio Federico, figura
emblemática de la poesía republicana española? ¿Y qué harás con figuras
imprescindibles de la plástica, el ballet, el teatro? "Esas cosas nosotros las manejamos "
(“Cintio Vitier: La libertad de pensar”. Entrevista realizada por Julio César Guanche para el
Caimán Barbudo).
¿Por qué este silencio en la comunicación social sobre el SIDA? Me aventuro a exponer
apenas elementos hipotéticos, interpretativos (toda interpretación es una hipótesis) para
una reflexión ulterior más contundente.
En una primera representación, sin pretender orden de importancia relativa, el silencio se
sustentaría en un desconocimiento técnico elemental. Se señalaría como no necesaria la
referencia específica a las relaciones homosexuales, a las relaciones sexuales hombre
hombre, argumentando la esencia comprensible de los mensajes. Explico un poco más.
Los que se acercan a justificar el silencio desde esta perspectiva argumentarían que si un
147
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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mensaje es genérico y su texto se identifica como tal entonces sus destinatarios son
genéricos. Por ejemplo, si hablamos de la necesidad de mantener una pareja estable,
como prevención del contagio del virus, “la pareja” es el destinatario genérico. Incluye
tanto la pareja heterosexual, como la homosexual. Entonces el mensaje es inclusivo.
Vaya argumento.
148
Sin embargo, fácilmente nos percatamos que hay una omisión importante en el análisis
(una vez más la omisión, el silencio). El texto, que aceptemos puede invocar a un
protagonista genérico, tiene un apellido. Y un nombre y un apellido delinean una identidad
particular. Ese mensaje inclusivo, ese protagónico genérico, tiene un “apellido”. Un
apellido que lo especifica, lo direcciona. Ese apellido es la imagen: si ese texto inclusivo
va acompañado de una imagen de dos jóvenes, entonces la mayor probabilidad de
identificación estará en los jóvenes. Si acaso la imagen que acompaña al texto, es una
pareja heterosexual en el cuarto de su casa, entonces ni pensemos lo contrario: es un
mensaje para los heterosexuales. La “direccionalidad” de la comunicación no hay dudas
que es un elemento definitorio en que el grupo a quien se dirige el mensaje lo capte y
asimile.
“Existen evidencias claras que señalan a la publicidad del tabaco como responsable
de animar a los jóvenes a que empiecen a fumar”, según John Pierce, del Centro
del Cáncer de la Universidad de California, en San Diego (Estados Unidos), que
lleva varios años analizando la correlación entre las campañas publicitarias de la
industria tabaquera y el aumento del consumo de tabaco entre los adolescentes. "En
varios estudios hemos analizado períodos de rápido aumento del consumo per
capita, y en casi todos los casos se halla siempre una nueva e innovadora campaña
publicitaria". Pierce destacó que la industria tabaquera ha promovido a lo largo de
sus campañas publicitarias la percepción de atributos beneficiosos, como el control
del peso o la sensación de libertad, así como la idea de que las consecuencias para
el organismo son muy lejanas, haciendo creer a los adolescentes que no se harán
adictos
o
que
podrán
dejar
de
fumar
antes
de
aparezcan
las
consecuencias”.(DiarioMédico.com)
Investigadores estadounidenses han observado el incremento de las campañas
publicitarias sobre bebidas alcohólicas en las revistas para adolescentes de los
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Estados Unidos. La tendencia, denunciada por Paul J. Chung, de la Universidad de
California Los Angeles, pone de manifiesto el interés de la industria licorera
estadounidense por colocar a los adolescentes en su punto de mira comercial. El
análisis realizado en las 35 mayores revistas para adolescentes en Estados Unidos
muestra como el porcentaje dedicado a cerveza y licores aumentó un 60 por ciento
por cada millón adicional de lectores. Los resultados, publicados en Journal of the
American Medical Association, aprecian que los jóvenes que ven más anuncios
sobre bebidas espirituosas son los más propensos a probarlas…Los datos empiezan
a preocupar a los facultativos, ya que los norteamericanos empiezan a tomar
bebidas alcohólicas a los 12 años.(DiarioMédico.com)
Para los que aún no se sientan convencidos, una información de los “productores
directos” de comunicación para jóvenes con el ánimo de convertirlos en fumadores.
"Los fumadores adultos más jóvenes han sido el factor crítico en el crecimiento y la
caída de cada marca y compañía de importancia a lo largo de los últimos 50 años.
Continuarán siendo igualmente importantes para las marcas/compañías del futuro
por dos simples razones : La renovación del mercado radica casi por completo en
fumadores de 18 años. No más de 5% de los fumadores comienzan luego de los
24% años. La lealtad a la marca de los fumadores de 18 años sobrepasa en una gran
margen cualquier tendencia con la edad a cambiar de marca” (Fumadores Adultos
Jóvenes : Estrategias y Oportunidades, Compañía Tabacalera R.J. Reynolds, 29
Febrero 1984)
"El Proyecto 16: aprender todo lo que haya que aprender sobre cómo se comienza a
fumar, como los estudiantes de educación secundaria se sienten con respecto a ser
fumadores, y como ven su uso del tabaco en el futuro… la mayoría de los casos,
los esfuerzos reales para aprender a fumar ocurren entre las edades de 12 y 13
años…El adolescente busca demostrar su nueva urgencia de independencia por
medio de un símbolo, y los cigarrillos representan ese símbolo ya que se
encuentran asociados a la etapa adulta y a la vez los adultos buscan negárselos a los
jóvenes." ("Proyecto 16". Kwechansky Marketing Research Inc, Informe para
Imperial Tobacco Limited. 18 de octubre 1997)
149
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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En segundo término, llamo la atención sobre lo que pudiera llamar “el temor a la estigma”.
Probablemente esta es de las posibles hipótesis la más “favorable” (si es aplicable este
término a lo que analizamos). Las instituciones responsables de velar por la equidad
social, el respeto a los derechos ciudadanos, etc. pueden tener, no sin fundamento, la
preocupación de que se reinstituya la asociación “homosexualidad–SIDA”. Con esto
quedaría (re)estigmatizada la homosexualidad. Se correría además un segundo riesgo:
el/la heterosexual, si el énfasis en la comunicación se hiciera en el comportamiento
homosexual, pudiera no sentirse aludido y por lo tanto “libre de peligro”.
De ser cierta esta hipótesis, el silencio no es la opción, sino el balance comunicativo. El
desarrollo de una comunicación segmentada por grupos de recepción. Esto no es nada
nuevo para los hacedores de comunicación social de bien público (e incluso para los de
mal público). La pluralidad expresada en apelaciones que llaman la atención al universo
de posibilidades, unida a expresiones particulares, segmentadas. De hecho hay mensajes
dirigidos a hombres y mensajes dirigidos a mujeres. Esto es una segmentación. Un
universo de mensajes comunes pero diferenciados.
Una tercera hipótesis, cuyo contenido algunos psicólogos podrían interpretar como
defensivo -proyectivo, divalente y por ende resistencial - quedaría referida al malestar
(rechazo, evitación, hipercriticidad, negación) que amplios sectores de la población
producirían de encontrar en su universo audiovisual comunicativo una referencia, por
poco explícita que sea, al asunto de la relación sexual corporal, eróticolibidinal, de los
homosexuales.
Algunos especialistas tienen una apreciación un tanto diferente: “…la gente está un poco
más relajada, tanto en lo público como en la familia, ante la presencia homosexual, pero
sólo ligeramente relajada, no más tolerante… Yo no cuento con datos estadísticos ni otras
informaciones científicas para demostrar que hay mayor tolerancia, porque de ese tema
en específico no hay investigaciones en nuestro país. Sin embargo puedo acercarme a
ese fenómeno desde la percepción que como profesional y como individuo tengo. Creo
que, ciertamente, desde la década de los 90 hay una mayor aceptación de la presencia de
personas homosexuales por parte de la población y de las instituciones públicas... me
parece que estamos en un buen momento para que se implementen políticas más
explícitas con respecto a la defensa de los derechos de los y las homosexuales, de
150
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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manera que podamos enfrentar mejor cualquier manifestación de discriminación por
cuestiones de orientación sexual” (La sociedad cubana ante la homosexualidad.
Entrevista de Eduardo Jiménez García a Mariela Castro. “Alma Mater”)
Aun concordando con la opinión de la investigadora y Directora del Centro Nacional de
Educación Sexual, parece ser que los niveles de “relajación-tolerancia”, a la manifestación
homosexual
asociada
a
ademanes,
femenización-masculinización
de
los
comportamientos, ausencia de típicos comportamientos heterorientados sexualmente,
formas de vestir, lenguaje (verbal y corporal) son mayores que los relacionados con las
evidencias del comportamiento erótico (besar, acariciar, abrazar y obviamente las formas
de intercambio físico-emocional). Se supone entonces que una comunicación social que
insinúe, incluso distantemente, el asunto de la relación fisicoemocional, de la sexualidad
corporal, de los homosexuales, condición básica para hablar del SIDA, tendría amplios
volúmenes de rechazo hasta el punto de la indignación.
Otra vez, la hipótesis, aun suponiendo su validez concurrente, no valida la acción
silenciadora. En primer lugar, si efectivamente amplios sectores de la población no
estuvieren “preparados” para encontrar una comunicación social de bien público dirigida a
los hombres que tienen relaciones con otros hombres, es justamente el papel de la
comunicación social contribuir a la educación de esos grupos “retrasados” de la sociedad.
Educar es una función básica de la comunicación de bien público. En segundo lugar, el
cómo presentar de una manera eficiente, desde el punto de vista comunicativo, las
acciones dirigidas a la protección, cuidado y desarrollo más pleno y sano de la sexualidad
para personas con orientación sexual homopreferenciada es un asunto técnico de los
creativos, del desarrollo de los talentos y las capacidades creadoras de los
comunicadores. La negativa a hacerlo no debe presidir los análisis, sino la valoración
objetiva y “desprejuiciada” (ya introduzco el término) de las acciones y productos de
comunicación que se propongan. En tercer lugar, dicho de manera breve y sencilla: todo
comenzó un día y fue objeto de críticas, rechazos e incomprensiones. Pero poco a poco
fue ganando su lugar en la racionalidad social. Al fin y al cabo, tantas veces lo he dicho
con Serrat: “Nunca es triste la verdad. Lo que no tiene es remedio”.
De esta representación probable, aventuro como corolario una derivación sustentada en
un principio frecuentemente utilizado: “Este no es el momento ni el lugar adecuado”. Mi
151
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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respuesta de siempre: ¿cuándo es el momento? Salvando las diferencias obvias e
incuestionable, no para los que objetiva y sinceramente consideran que es mejor esperar
un “mejor escenario”, sino para los que se escudan y se parapetan en frases de este tipo
recomiendo un excelente spot de bien público elaborado en Brasil por el Grupo Gay de
Bahía presentado en la FIAP 2002:
“Después de siglos la Iglesia pidió perdón por la
Inquisición. Después de décadas la Iglesia pidió perdón a los judíos por haber callado
frente al nazismo. Cuanto tiempo va a pasar para que la Iglesia pida perdón por las
víctimas del SIDA. Pecado es no usarlo” (refiriéndose al preservativo).
Pudiéramos seguir avanzando en el encuentro de hipótesis “racionalizadoras” del silencio.
Pero no hace sentido: La resistencia, como las fuerzas de acción y reacción, aumenta y
se hace más virulenta ante las evidencias que la fisuran. El tema central es ese: El
silencio al que está sumida la homosexualidad en la comunicación social del SIDA es
resistencia y a su lado se sienta el prejuicio. Démosle palabra e imagen. Nos
corresponde. Es nuestra responsabilidad profesional y ética. “… el que pone de lado, por
voluntad u olvido, una parte de la verdad, cae a la larga por la verdad que le faltó, que crece en la
negligencia, y derriba lo que se levanta sin ella” (José Martí. Obras Completas. T. 6, p. 18).
POSDATA
No basta que la comunicación social de bien público sea expresión, educación, discurso
intencional de la esperanza y la necesidad. Para bien de la sociedad y del ser humano ha
de ser también transgresión: develar un invisible, una zona de familiaridad acrítica,
legitimar en el discurso aquello de lo que no se habla. Romper un silencio. Darle la voz
que pide.
BIBLIOGRAFÍA
Aznar J. (1998) SIDA: transmisión y aspectos éticos. En: Cuadernos de Bioética. Volumen IX.
Nº34,2. Abril-Junio. pp. 284-303.
Deveraux G. (1991) De la ansiedad al método en las ciencias del comportamiento. México. Siglo
XXI. 6ta.ed.
Grande A. (1996) El Edipo después del Edipo. Editorial Topia. Argentina.
Martí J. Obras completas.
Rodríguez L. (1997) Papers 52, 1997. pp 177-186.
Stolovitsky I. (1992) SIDA en las idelogías. En: Psicologías en Bs. As. Año 1. Número 10. Octubre
1992. p.27.
152
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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PSICOLOGÍA CON “P” o SICOLOGÍA SIN “P”.
Algo más que una letra omitida.
Confesiones pecaminosas de un pecador confeso y
voluntario.
Preliminar. Salutación inicial y emotiva de la “P”
Sainete primero
La acción transcurre en el consultorio de un psicólogo. La recepcionista está
sentada revisando unos documentos. Entra un hombre visiblemente angustiado.
El - Buenas tardes.
Ella – Muy buenas tardes. Bienvenido al consultorio del Dr. Bendito. En que
podemos ayudarle.
El – Yo quisiera hablar con el “p”sicólogo.
Ella – Disculpe Sr., pero la “p” no se articula, no se dice.
El – Ah! Mire Usted. Entonces dígale al sicólogo, que aquí está _edro _erez, el que
le contó _or teléfono que tiene _roblemas con el _ene.
Por no dejar de vivir en constantes controversias y batallas conceptuales, los psicólogos
nos hemos dividido, entre otros muchos, en dos bandos con respecto a nuestra “P”: Los
que “psi” y los que “nop”. Apenas el viernes en la tarde me hicieron saber que hay un
tercer grupo: los que “Spi” – que nada que ver tienen con el Spiderman, sino con el
comedor universitario en donde se les cataloga de “S”picólogos, habitantes de la Facultad
de “S”picología.
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Los defensores del “si P” han sido claros: siendo la Psicología la ciencia que estudia la
psique (psyché), la eliminación de la “P” significa la disolución del objeto de nuestra
disciplina (esto es excesivo), al menos la falta de denotación etimológica precisa en la
denominación que nos identifica. El nombre de nuestra disciplina, dicen algunos, no
comienza con “P”, sino con “psi” y esto hace una notable diferencia. Los des”p”izadores
(entiéndase los exorcistas de la satánica p) dicen que la letra “psi” no existe en ninguno
de los alfabetos vivientes, para ninguna de las lenguas vivas. Por lo que es apenas un
rudimento de un pasado milenario del que deshacerse no es ni más ni menos que un acto
de reajuste histórico imprescindible. La exclusión de la “P” no cambia nuestro objeto de
estudio. Total que casi nadie la pronuncia.
La Real Academia de la lengua española, siendo un poco más transactiva dice: “En
posición inicial de palabra, el grupo ps-, resultado de la trascripción de la letra griega psi, está
presente en numerosas palabras cultas formadas sobre raíces o palabras griegas que comienzan
por esta letra (psyché ‘alma’, pseudo- ‘falso’, psitakkós ‘papagayo’, etc.).- las asociaciones
referidas por la Academia, por cierto, no nos favorecen: alma-falsa-papagayos, es como
asociarnos a la idea de habladores de estupideces - En todos los casos se admite en la
escritura la simplificación del grupo ps- en s-, grafía que se corresponde con la pronunciación
normal de las palabras que contienen este grupo inicial, en las que la p- no suele articularse:
sicología, sicosis, sitacismo, sicrómetro, seudoprofeta, etc. No obstante, la norma culta sigue
prefiriendo la grafía con ps-: psicología, psicosis, psitacismo, psicrómetro, pseudoprofeta, etc.,
salvo en las palabras seudónimo y seudópodo, que se escriben normalmente sin p-“. ¿Ser o no
ser cultos?. Esa es la cuestión.
Navegando por el “ciberespacio”, en algún lugar encontré los “Textos y pretextos” de
Sábato (dicen que de finales de los setenta e inicios de los ochenta), quien molesto por la
acción de un editor (me lo puedo imaginar) escribió: “¿Qué argumentos se pueden oponer a la
grafía psi? No, por supuesto, la fonética, ya que la gente culta generalmente la pronuncia así. Y en
el caso de que no se la pronunciase, tampoco es un argumento, porque si fuéramos a caer en la
locura de escribir las palabras tal como se pronuncian tendríamos que poner payasadas… De
modo que si a un escritor – léase cualquier persona, incluso un/a psicólogo/a - se le da la real
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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gana de escribirlo sin… – léase con o sin p -, hay que respetarlo. Y si no se lo respeta, hay que
protestar” (“Textos y pretextos” E. Sábato10)
Podríamos concluir que son “Derecho” y “Cultura” los pilotes sobre los que se sustenta el
uso o no uso de la “P”. La cultura nos marca un modo. El derecho nos lo relativiza.
Decida cada quien.
A mí personalmente, me gusta la “P” de la Psicología. Es cierto que le da “prestancia”. La
sonoridad de la que convierte a la “n” en “m”, le da a nuestro continente algo así como
una marca de abolengo. No me imagino a nuestros ancestros omitiendo la “P”. Muchos
esfuerzos se cristalizan mnémicamente en la “P” (ahora mismo, lo mnémico sin la “m”
pierde carácter). Aquí en Cuba Bernal del Riesgo la defendió por escrito en el mismo año
en que yo nací (Revista Cubana de Psicología. 1951). No puedo menos que secundar su
defensa. La ensalzo con un soneto que acabo de escribir para la ocasión.
“Soneto a la P de la Psi”
Te prefiero “p” en todo momento
Como tronco silabario del saber.
Y asociado al pecado del placer
Te defiendo a pesar de rudimento.
Eres “p” con “s” como el viento
Que al sonar va cantando su sentido.
Quien te excluye adormece reprimido
Lo que yo exalto, defiendo y siento.
Cese ya la sectaria alevosía.
Quédate “p” labrando este destino.
No hay destierro posible en el camino.
10
Sábato E. “Textos y pretextos”. En: http://www.geocities.com/leerasabato/pretextos. htm.)
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Quien dudó súmese hoy a nuestro sino.
Vengan ya. “Hoy es siempre todavía”
para escribir con “p” Psicología.
Puede que sea cosa de viejo. Pero puede que no. Puede que sea una discusión más de
las tantas sin mucho sentido que existen entre nosotros. Sin embargo, desde esta, quizás
bizarra discusión, podríamos llegar a otra (a lo mejor no menos bizarra, pero al menos
potencialmente útil): ¿Qué distancia demarcaría para nuestra disciplina el uso o desuso
de la “P”? La “P” se los aseguro, es apenas el pretexto. Los invito a mi aventura
pecaminosa que no tiene otro fin que el de pensar en voz alta y ojala que en coro.
Tópico II. Con “P” y sin “P” el problema sigue en p-i-e.
Sainete segundo
El profesor de Historia de la Psicología se desempeña a fondo con Descartes en el
aula 1 de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana.
Profesor – Así Descartes reconoce “Yo puedo admitir que me engaño o soy
engañado. Puedo suponer que no existe Dios, ni el cielo, ni los cuerpos, y que yo
mismo no soy cuerpo. Pero para engañarme o ser engañado, para dudar o admitir
que todo es falso, es menester que piense que soy algo y no nada. Emerge entonces
la única proposición absolutamente verdadera porque la misma duda la confirma:
“Cogito ergo sum”.
Atrás una estudiante, oriunda del Oriente del país, santiaguera, que hasta ese
momento andaba en plan si me ves es falso y escuchando con una perfecta
atención equivocada dice:
Alumna – Profesor, un momentico. Me puede decir otra vez eso del “coito” porque
eso sí que me interesa.
Tengo a mano un viejo diccionario (bueno, es más joven que yo. Apenas tiene 19 años):
The Penguin “Dictionary of Psychology” de Arthur Reber11. Busco en sus páginas
“sychology” sin “P”. No está. Obvio es un diccionario culto y tiene el derecho de escribirla
como quiera. (por cierto, tampoco está sin “P” en el clásico de Warren, ni en el de
Székely, y no tengo ninguno más reciente. Ni tampoco más antiguo… no tengo ninguno
más). Entonces busco “psychology”. Me responde (mi traducción libre): “La Psicología
11
Reber A.S The Penguin Dictionary of Psychology. Penguin Books. England. 1985.
156
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Prof. Manuel Calviño
simplemente no puede ser definida; efectivamente no puede ser fácilmente caracterizada.
Incluso si alguien lo hiciera hoy, mañana el esfuerzo resultaría inadecuado”.
Ahora
escribamos la misma frase sin “P”: “La Sicología simplemente no puede ser definida;
efectivamente no puede ser fácilmente caracterizada. Incluso si alguien lo hiciera hoy,
mañana el esfuerzo resultaría inadecuado” No cambia nada. El mismo perro con diferente
“p”ollar. Desde su denominación nuestra disciplina parece condenada a la plurisemántica
de la repetición compulsiva denominada por Watzlawick “más de lo mismo”, en la que
esencialmente la diferencia no es un cambio, sino que “parece” un cambio.
El parto de la Psicología como “ciencia independiente” (al decir de los manuales clásicos),
se atribuye, más bien se distribuye, a un grupo imaginario en el que, según la
denominación del narrador, el titular puede ser Wundt, o Brentano, o James, o incluso
Weber y Fechner, Pavlov o Bejterev… sí, es cierto que algunos pondrían a Watson, y
otros a Freud… - Este parto, que no fue natural, sino por cesárea, tiene para cualquiera
de los cuentos que se tome por cierto o fundamental un común denominador: la
pretensión de construir una Ciencia. Palabra mayor.
El modelo de ciencia como propuesta finisecular “objeto-método”, encontró en la “P”psi (no
cola, sino cología) su eje estructurante. Lo definió, por decirlo de un modo aglutinador de
las comunidades y las diferencias, como “la experiencia subjetiva”. Las distancias entre
los defensores de la consciencia (o el inconsciente) y los defensores de la conducta es
más fenomenológica que de esencias. Declárenme loco de atar (no es nada nuevo): el
conductismo fue, en su albor, una psicología de la experiencia subjetiva, solo que de la
experiencia subjetiva alcanzable objetivamente (no en balde Vygotsky afirmaba que la
construcción de una psicología científica pasaba inexorablemente por el conductismo,
claro el que él conoció). Los tópicos de al menos las dos o tres primeras generaciones de
conductistas (léase Watson, Tolman, Guthrie) eran los mismos que los de la llamada
Psicología mentalista. Así como Marx sentenció en su momento “la unidad del mundo no
reside en su ser, sino en su materialidad”, en humilde paráfrasis diría que “la unidad de la
psicología no residía en sus modelos teóricos, sino en su intención de ser ciencia de la experiencia
subjetiva”.
La “P”psi es entonces la definición de un objeto, de su objeto (vuelvo al clasicismo del
mundo antiguo: “alma”- “psyché”. Estamos hablando de la definición de un “objeto” para
una “ciencia”. Insisto si el modelo es “objeto-método” la disquisición sobre el objeto
157
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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realiza el 50% del carácter científico de la Psicología: Slogan - “Tenga un objeto y hágase
ciencia”. Hacer ciencia en Psicología es desde entonces, y espero que no para siempre,
estudiar su objeto (digo en esta porción del porcentaje medio). La “P” nos remite al
carácter científico y lo hace desde el objeto.
158
¿Pero que estudiamos cuando estudiamos “el objeto de nuestra ciencia”? Avancemos un
poco en esta dirección.
En cualquiera de sus variantes conocidas, y que antes me tomé el atrevimiento de
aglutinar en el concepto de “experiencia subjetiva”, lo que la Psicología como Ciencia ha
propuesto estudiar es un “no es”. Para ser admitida en el Círculo de las Ciencias había
que renunciar a toda carga de subjetivismo (subjetividad) para en su lugar instaurar el
discurso de la objetividad. Historia bien conocida por todos los presentes. Sin embargo, la
objetividad de la Psicología, ya saben, se dejó en manos del método. Para la objetividad
del objeto basta con la objetividad del método – quiere decir que algún Babalao
“monetarizado” podría encontrar en los caracoles (naturaleza muerta, pero naturaleza) la
fundamentación científica de la veracidad de sus predicciones y por ende del costo de su
sesión. En realidad, volviendo a nuestro “bembé”12 (para los becados y estudiantes que
son del “interior”, entiéndase del campo, introduzco la palabra “guateque”13. Para los que
son del “exterior” digo “discurso” – este último suele ser el más aburrido), se le concede
status de objeto de una ciencia a un “objeto no ontológico” sino “gnoseológico”. Dicho de
otro modo un objeto no “ser”, sino abstracción del ser. Nada nuevo: un objeto teorético.
Pero no solo esto, sino un objeto teórico abstracto. Si quieren más evidencias los remito
al “padre inseminador” de la Psicología, Guillermo Wundt y su proceder científico
denominado como “introspección experimental adiestrada”. Tras su huella recordemos el
“error del estímulo” – Titchener: “la percepción de objeto real, de realidad, es un error”. Ustedes
me verán gordito, pero es un error. Yo soy Brad Pitt. La dimensión esencial y primaria del
objeto no se encuentra en el ámbito de la realidad sino de la subjetividad.
Recuerdo a finales de los ochenta, (mil novecientos, no mil ochocientos) miraba estupefacto
en la dirección de un “morro fabelado” en Río de Janeiro, cuando el psicoanalista que me
12
"Bembe" es término usado en Cuba para referir a un estilo específico de tocar un tipo de tambor, o a las ceremonias donde se tocan
estos tambores, ritmos y música relacionada. Los tambores, las canciones, y las danzas se derivan del Yoruba en Nigeria actual y son
influenciados por otras culturas en África.
13 Danza no ceremonial en la que se baila y se canta mientras otros circulan y dan de beber. Fiesta campesina en Cuba.
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acompañaba intervino: “Interesante no e… as pessoas estruturan a sua vida desde a cartografía
de o seu desejo mesmo” (me perdonan mi pésimo portuñol: “que interesante no… las personas
estructuran su vida desde la cartografía de su propio deseo” (que clase de estupidez = las
personas son fabelados porque desean serlo… vamos a desear que Bush no sea
presidente de los Estados Unidos). Pero el tema es claro: el objeto teórico sustituye a la
realidad y la realidad es apenas un escenario para interpretar la verdad subyacente en la
estructura subjetiva. En mis tiempos de estudiante (que no de estudioso, porque eso si
sigo siendo) eso se llamaba esquizofrenia. Entonces tras cierta defensa de la “P” (el
objeto de la Psicología) la cosa es “p”eo-r de lo que uno puede suponer.
¿Alguien conoce algún objeto de ciencia que sea verdaderamente un “no es”? ¿Un objeto
que se defina por sí mismo? ¿Alguien conoce, fuera de un museo – oficial o domestico –
un objeto que no se modifique cuando menos bajo la acción del tiempo? ¿un objeto que
por su inmovilidad no se “obsoletice”? ¿Qué objeto es ese que se “encarna en la P” y que
transita, o pretende transitar, a la Psicología, como diría Mazota “desde y para siempre”?.
Las cosas no han sido tampoco tan intransitables. Hoy ni el más furibundo discípulo de
Füerbach defendería el carácter “objetal material” del objeto de la ciencia psicológica a
despecho de su dimensión subjetiva. Tampoco la viva encarnación del Obispo irlandés
Berkeley, ni contando con una eufórica “hinchada” de constructivistas a ultranza, admitiría
hoy que no se puede chocar con un “objeto objetal material” que no sea un objeto pensado
(es como admitir que los accidentes de tránsito no existen, son pura imaginación). Ya
Weber lo había dicho a su manera: “La creencia en el valor de la verdad científica no procede
de la naturaleza, sino que es producto de determinadas culturas”. Sin embargo, aburre, indigna,
y aún inmoviliza la consideración del objeto de la Psicología al margen de su historicidad,
de su contextualización. Al fin y al cabo, si sabemos que el objeto de una ciencia es sobre
todo una convención, por qué entonces desde aquí no se entiende que su carácter es
ineluctablemente dinámico, quiere decir con capacidad, más aún con necesidad
(demanda), de incluirse no solo como objeto en sí, sino como objeto para sí y para los
demás. Es objeto de un sujeto: un sujeto colectivo, histórico. El sujeto no del objeto, sino
de la vida en la que el objeto tendría su sentido esencial.
159
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Quién lo diría: la “P” dando sentido a la Psicología como ciencia. “P”psi (adelante que
podremos hasta ser una “Ciencia Light”, baja en calorías, plástica). Entonces hemos, han,
venido hasta este lugar a hablar de la “psyché”, con el propósito de entender mejor que es
la “psyché”, para escribir artículos sobre la “psyché” y al final “p –si – y qué” ¿Y qué? Y
nada. Entonces, no sé ustedes, pero yo me he equivocado de Congreso. Ustedes
también no se me hagan los “plasticientíficos”, no tiene sentido. ¿Qué tendrá que ver esa
“P”psi todo lo que van a hacer, escuchar, debatir, aquí?
Me uno en esta disquisición al análisis de Marcos Murueta14 cuando aboga por una
reinstitución de la noción de praxis: “Los psicólogos – dice – estamos involucrados con el
fenómeno más complejo que existe: la praxis…estudiar a los seres humanos de carne y hueso”
(Murueta M. 2002. p.33, 57). Pero lo real dominante es que la construcción de la
identidad
científica
de
la
psicología
ha
estado
construyéndose
(en
realidad
destruyéndose) en una suerte de “autofagocitosis conceptual” típica de lo que Asebey,
también identifica con la tragedia de Narciso.
En simple plagio, espero que, autorizado por la autora diría: “la Psicología tradicional,
académica es narcisista, se identifica con lo que quiere ser y no con lo que es, se enamora de su
imagen idealizada, y funciona con este falso yo, su carácter de ciencia anclado a su objeto” (la
semicita es del texto aún inédito “El narcisismo ¿salud o enfermedad del neoliberalismo?”
y que, como les dije, podrán escuchar en este Encuentro).
Haciendo “eco activo” (entiéndase transformador, creativo, con luz propia) de Lakoff y
Johnson15, dice Clara Jasiner16 “nuestros conceptos, en términos de los cuales pensamos y
actuamos, son fundamentalmente de naturaleza metafórica… lo que caracteriza a las metáforas es
entender y experimentar una cosa en términos de otra; ellas estructuran lo que hacemos y cómo
entendemos lo que hacemos” de donde se entiende como imprescindible “revisar nuestras
metáforas referidas a la Psicología… pues las mismas, más que dar cuenta de una realidad, nos
delimitan cierto abanico posible de percepciones, nos abren algunas posibilidades de construir el
mundo y nos impiden otras; impedimento que, habitualmente, no percibimos”.
14
Murueta M. E. “Heidegger frente a la teoría de la praxis. Discusiones sobre psicología y ontología”. Ediciones AMAPSI. México.
2002.
15
Lakoff, George - Johnson, Mark: Metáforas de la vida cotidiana. Editorial Cátedra. Madrid. 1991
16 Jasiner C. “Objeto: ¿ciencia o ilusión de certidumbres?” Biblioteca Grupal. http://www.campogrupal.com/textos.html.
160
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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No es difícil imaginar por donde ando tomando como cómplice a Clara (ella no estará en
este Encuentro…en realidad ni la conozco, pero los cubanos somos así: confianzudos.
Además me “a”clara). El objeto de una ciencia, el objeto definido para la Psicología es
una metáfora consensuada (bueno, más o menos consensuada) un “modo consensuado
de metaforizar” la percepción de la Psicología, del aparato conceptual que
presumiblemente se desprende de dicha percepción. ¿Tienen alguna idea cuantas
metáforas consensuadas por adeptos y adictos de una misma percepción pueden
encontrarse definiendo el objeto de la Psicología y por tanto el 50% de su carácter de
Ciencia? ¿Cuál ha de ser nuestra metáfora? ¿A qué tipo de práctica científica y
profesional nos convoca?
Tópico III. Entre “P” y “S” hay quien se decide por la “Q” o la “R”
Sainete Tercero
Un grupito de alumnos se acerca al Profesor de Estadísticas aplicadas a la
Psicología, quien unos minutos antes acababa de publicar las notas del examen
final de la asignatura. Dentro del grupo uno de los muchachos resultó suspenso en
la prueba, obtuvo menos de setenta puntos. Le dice a sus amigos: “Tengo que
impresionar al profe para ver si me da los dos puntitos que me faltan para
aprobar”. Entonces, con sus otros tres compañeros se acerca al Profesor.
Alumno – Profesor, me permite un momento.
Profesor – Dígame Sebastián.
Alumno – Profe, mire: Miguel Antonio saco 98 puntos en la prueba.
Profesor – Correcto.
Alumno – María Felicia sacó 98 también.
Profesor – Cierto. Así es.
Alumno – Marcela sacó 96… y yo 68.
Profesor - ¿Y qué pasa?
Alumno – Estaba pensando en que podríamos aplicar la fórmula de la media:
sumamos 98 +98 +96 +68 lo dividimos entre cuatro y los cuatro tenemos 90.
El profesor se queda impresionado. Estaba convencido que la única media que
conocía Sebastián era su “media naranja”. Por lo que para ponerlo a prueba
definitiva le dice:
Profesor – Por mí no habría problemas, Sebastián, pero la “desviación estándar”
lo permitiría.
Sebastián con la ingenuidad del que no sabe ni que no sabe, le riposta:
Alumno – Déjeme hablar con ella y estoy seguro que la convenzo.
“Si alguno que me escucha se viera retratado” en lo que va de Conferencia (ahora tomo
prestado un fragmento de “Resumen de Noticias” de Silvio Rodríguez a quien citocanto con
mucha frecuencia) o alguno que me lea en caso de que me publiquen, (“sépase que se hace
161
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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con ese destino”) Me podría increpar porque la cientificidad del objeto es solo un aspecto
(ya lo dije, el 50%). Y me diría quizás que me falta el método.
Demasiada tela por donde cortar. ¿De qué me hablan cuando me dicen “el método”? Las
cosas han cambiado, eso espero, pero les cuento de mi “frustración primaria”, la
decepción que convocó a mi “disidencia pecaminosa” (que no es una disidencia cualquiera,
sino comprometida).
Sucedió hace apenas unos años. Recién se iniciaba la década del setenta.
Probablemente la mayoría de ustedes no había nacido (aunque sus progenitores ya
ensayaban para hacerlos). Yo era un “bastante bueno” estudiante de la Escuela de
Psicología de esta Universidad de La Habana, que por los avatares de un destino escrito
por seres humanos a su criterio y antojo, formaba parte de la Facultad de Ciencias.
Éramos “colegas de ciencia” con los matemáticos, físicos, químicos, biólogos, etc. Había
cursado ya una cantidad tal de materias de la carrera que me sentía “cuasipsicólogo” y
discutía de “tú a tú” con los matemáticos las especificidades numéricas de las ciencias
naturales.
El
profesor
Guillermo
Arías,
dirigía
entonces
el
departamento
de
“PsicoMatemáticas” – nada que estábamos en la Ciencia dura y pura. Pero a los ojos de los
“naturales”, nuestra imagen no era tan clara. Para ellos siempre hemos sido una ciencia
menor (Times New Roman punto 8).
Pues bien, un día, un “trasnochado” físico, hablando de la Psicología, me dijo: “¿Cómo se
le puede decir Ciencia a un conjunto de representaciones que no tiene leyes establecidas? Ustedes
no tienen ni denominación propia de fenómenos”. Por suerte en esos días transitaba yo por el
estudio de la Gestalt en la asignatura Historia de la Psicología y, a pesar de que mi
memoria se encontraba a un dieciseisavo de su funcionamiento a causa de las
emociones que me embargaban, reaccioné y le dije: “Acaso sabes lo que es el Efecto
Zeigarnik, o el Fenómeno Phi, o las leyes de la buena forma”. Lo cogí fuera de base. Y
con la victoria en la mano le di la espalda y me fui. La Ciencia Psicológica se había
anotado un triunfo y el que no sabe lo que es triunfar “no sabe lo que la vida”.
Pero, llegado a la biblioteca, y con el ánimo de que me dieran “A” en el seminario que
tenía al otro día, me fui a los textos de los discípulos fenomenólogos de Brentano. Fue
entonces que descubrí que el Efecto Zeigarnik, reconocido como inscripción científica de
162
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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nivel laboratorio experimental, se obtuvo de la aplicación de ciertos crucigramas y
construcciones de collarcitos a un grupito no mayor de 22 sujetos (sujetos a la
impertinencia e insistencia del investigador). Oh, Oh!. El “phenomeno phi”, arquetipo de
ley universal en la Ciencia Psicológica había sido “descubierto” y devino en hecho
científico por medio de un procedimiento pecaminoso ante los ojos de “La Santa
Inquisición metodologicista”: Kohler “aplicó” el test a Werthwimer y a Koffka. Koffka a
Kohler y a Werthwimer. Wertheimer a Kohler y a Koffka. Total: seis casos de estudio. Seis
sujetos investigados. Una muestra representativa que era en realidad la población de
“psicólogos” presentes en el tren que los llevaba a no recuerdo dónde y desde el que, a
través de la ventanilla, percibían que la hilera de árboles que se erigía a lo largo de la
línea del ferrocarril, árboles que obviamente estaban inmóviles, a la percepción de los
tres progenitores de la llamada Psicología de la Gestalt, parecían estar en movimiento.
Qué cosa. Resulta que “los grandes” fueron disidentes de lo mismo que defendían o
imputaban. Resulta que la “P” de la Psicología puede significar algo mucho más vivo y
real que la tendencia numérica de “la psyché”.
Entonces para no extenderme demasiado en este “primer tope” del Congreso les
recordaría que si juzgo por el aliado fundamental de la cientificidad sustentada en el
método me pondría de bruces en los brazos de la estadística o de algún que otro modelo
matemático. (Líbreme Dios! ya con mi profesora y amiga Martha Vázquez pacté hace
muchos años, para no conflictuar, que hasta en las ciencias hay “males necesarios”). En
este caso solo les digo una cosa (que no sé si alguien la dijo antes, va y a lo mejor es una
cita): “Cualquier estadística convenientemente torturada acaba por hacer la confesión que nos
conviene”. Como siempre, ahora con Engels F: “los hechos siguen siendo hechos, no importa
cuan falsas sean las representaciones que de ellos se hacen”. ¿Y quién dictamina el carácter de
hecho? ¿la ciencia o la vida? El Dr. Ernesto González Puig, profesor de profesores,
hombre lleno de amor a la vida, con el sagrado don de expresarla hasta por los poros me
aconsejo: “Si quieres morir de desengaño dedícate a la ciencia. La vida te pasará por al
lado sin darte cuenta (esto se parece a Lennon.. lo citaré más adelante). Pero si te
dedicas a la vida, algo harás de bueno para la ciencia”. Gracias Profe.
El libre ejercicio del pensamiento, acto desde el que escribo esta Conferencia para
ustedes, estudiantes de Psicología, tiene estas desventajas: de pronto ando en broncas
que colman nuestro día a día y que llamamos la construcción de nuestra disciplina, de
163
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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pronto ando como perdido en un laberinto. No hay tras mis palabras otro afán que el de
participar en esta misión que nos compete a todos los presentes: ser luchadores por el
bienestar de las personas. No soy anarquista (bueno, no mucho). No estoy tratando de
hacer un “piercing” posmoderno para la Psicología. Mucho menos estoy tratando de
decirles “cuál es la verdad”. Estoy, eso sí, haciendo una opción. Y cuando de opción se
habla, se habla de compromiso. Y cuando de compromiso se habla es imprescindible
saber con qué nos comprometemos y cuáles son los costos de ese compromiso.
Lo único que he intentado decir es que la “P” que defiende un objeto nombrado desde
“psi” habla de una insuficiencia histórica que como accidente lógico y eficaz del pasado
ha de conformar nuestra memoria pretérita. Pero en nuestro despliegue proactivo no
significa más que una alternativa incompleta e inepta para la constitución de la ciencia
psicológica y de su devenir profesional hoy, para hoy, para este tiempo. Como ya he
dicho esa Psicología que defendió (y defiende) esa “P”, con o sin “P” está muerta o en
trance de suicidio
Tópico IV. Para toda psicología hay más de una “P”. “P”ongámos la nuestra.
Sainete IV.
Inicio de curso en una típica Escuela de Psicología de una no menos típica
Universidad latinoamericana hecha típicamente a la imagen y semejanza de una
típica Escuela de Psicología de una no menos típica Universidad de los Estados
Unidos de Norteamérica. Es el típico primer día de clases para los típicos recién
ingresados en la carrera , y el Profesor dicta su típica conferencia sobre el
carácter de ciencia de la típica Psicología. Un típico alumno que hace apuntes (no,
si hace apuntes es un atípico), se queda dubitativo y pregunta al profesor.
Alumno – Disculpe profesor, Psicología se escribe con “P”… con “P” de
“p”olítica.
Profesor – Jovencito, Psicología sí se escribe con “P”, pero con “P” de psique y
no tiene nada que ver con la política.
Me acerco al final de mi enconada y espero que también lúdica (quien sabe si hasta
lúcida) diatriba probablemente con lo que es el inicio. Los que me conocen y me han
escuchado otras veces saben que es mi obsesión, es, no me avergüenza decirlo mi típico
final (qué más quisiera yo que pudiera ser otro, pero como Maná digo “no puedo”
Para que no me acusen de “proselitismo nacional chovinista” comienzo con Frei Betto
(cuando lo conocí, en 1986, organizábamos aquí en La Habana un Encuentro
164
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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latinoamericano de Psicoanalista y Psicólogos marxistas, me dijo: “Tenga mucho cuidado
con los psicoanalistas… lo quieren llevar todo al diván”
“Cuatro norteamericanos…poseen juntos una fortuna superior al PBI de 42
naciones con 600 millones de habitantes. En el Real Madrid, tres
jugadores…reciben, juntos, salarios anuales de 42 millones de dólares,
equivalente al presupuesto anual de la capital de El Salvador, con cerca de 1.8
millones de habitantes… Dos terceras partes de la población mundial -4 mil
millones de personas- …ni siquiera disponen de alimentación en cantidad y
calidad suficiente. En 1960 había en el mundo 1 rico por cada 30 pobres; hoy la
proporción es de 1 a 80.…-por cierto aquí somos cerca de 300 personas
¿dónde están los 3,75 ricos que nos corresponden?. Otra vez la falacia
“estadisticista”: el problema no es solo de cantidad, sino esencialmente de
“distribución” - la publicidad invade nuestro universo psíquico, que llega a
invertir la relación persona mercancía…El producto pasa a tener más valor que la
persona…Un pequeño grupo de privilegiados … controla el juego de poder en este
mundo en que la política es siempre dirigida por la economía” (Frei Betto
“Cuatro Economías”)
Ahora sigo con Galeano17
“El mundo está destinando 2.200 millones de dólares por día a la producción de
muerte… Nueve días de gastos militares alcanzarían para dar comida, escuela y
remedios a todos los niños que no tienen… Los cinco países que más armas
fabrican y venden son los que gozan del derecho de veto en el Consejo de
Seguridad de las Naciones Unidas”.
Perdónenme, pero les quiero decir algo más. Ahora son las Naciones Unidas 18 quienes
hablan. Doy sus cifras y valoraciones. “Saquen ustedes sus propias conclusiones”.
“Las funciones esenciales de las Naciones Unidas…tienen un presupuesto anual
de 1.250 millones de dólares. Esta cifra representa aproximadamente el 4% del
17
18
Eduardo Galeano “Elogio del sentido común”.La Insignia. 18 de mayo del 2004. http://www.lainsignia.org/2004/mayo/int_033.htm.
http://www.un.org/spanish/aboutun/facts/setting.htm
165
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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presupuesto anual del ayuntamiento de Nueva York, es casi 1.000 millones inferior
al costo anual del Servicio de Bomberos de Tokio y 3.700 millones inferior al de la
red de universidades pertenecientes al Estado de Nueva York… En todo el sistema
de las Naciones Unidas trabajan 52.280 personas, que se reparten por el mundo
entero… El número de personas que trabajan en McDonald's es tres veces
superior, mientras que Disney World y Disneyland tienen 50.000 empleados…. Las
Naciones Unidas …disponen de 4.600 millones de dólares al año para promover el
desarrollo económico y social; esta cantidad, que equivale a 81 centavos por ser
humano se emplea en asistir a los países en ámbitos como la salud, la sanidad, la
agricultura, la distribución de alimentos, etc…La participación de los Estados
Unidos en los gastos de mantenimiento de paz…representa menos del 0,2 % del
presupuesto anual militar estadounidense”.
¿A dónde hemos llegado? ¿A dónde aún nos vamos a dejar llevar? ¿Cuán cómplices
podemos ser de esa realidad? ¿Cuántos ante esta verdad solo dicen: “Psyché” = pSi-yqué? ¿Cómo se inscribe la Psicología en ese mundo, con “P” o sin “P”?. ¿Nos podemos
contentar con la imagen del “nowhere man” que nos dibujaron Lennon y McCarteney:
“He’s a real nowhere man, sitting in his nowhere land, making all his nowhere plans for nobody”?.
Al final tendremos que, reajustando a Lennon19 decir: “life's what happens to people when
we're busy making Psychology” (la vida es lo que le pasa a la gente mientras estamos
ocupados haciendo Psicología).
Mi casi absoluto distanciamiento del pensar y hacer skineriano no me impiden reconocer
que Burrus… Frederick alguna que otra vez dijo algo sensato. Incluso muy sensato20:
"Nos queda por resolver un problema de mayor importancia. Más que construir un mundo en el
que todos podamos vivir bien, debemos dejar de construir uno en el que será imposible vivir"
(Skinner B.F. 1989.p.84).
A finales del año pasado, junto a un grupo de estudiantes del primer año de la carrera,
enviamos una “Carta Abierta a los Psicólogos Norteamericanos”21 los típicos psicólogos de
APA. Queríamos que nos ayudarán en una batalla esencialmente humana que libramos
19
'life's what happens to you when you're busy making other plans" (Lennon J)
Citado por http://www.loshorcones.org.mx/psicologia /analisis-dc.php
21
http://www.antiterroristas.cu/index.php?tpl=noticia/anew&noticiaid=1305&noticiafecha=2003-11-26
20
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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los cubanos por el regreso de cinco compatriotas injustamente detenidos en cárceles
estadounidenses. Para entonces escribimos:
“Somos psicólogos, o aprendices de psicólogos, convencidos de que la
verdadera ciencia psicológica está ligada al respeto insobornable por la
realidad y el análisis científico y socio-político que ésta exige, que la verdadera
ciencia psicológica se funda en la profunda comprensión de que la pobreza, el
hambre, el analfabetismo, por solo señalar algunos de los apocalípticos
acompañantes de la geopolítica finisecular, no son el resultado de cómo nos
representamos al mundo, sino de cómo la injusticia histórica del poder nos lo ha
construido”.
El centro de gravedad (gravedad en toda la extensión de la palabra) de la psicología ha de
estar allí dónde se revele como una real ciencia humana: del ser humano real y concreto,
para el ser humano en su realidad concreta, con el ser humano en la realización de su
vida y su misión humana. Si es con “P” porque nos liga a la lucha contra la “P”obreza,
contra el malsano “P”oder, con una “P” que nos convoca a la “P”articipación con
“P”luralismo y “P”rofesionalismo, salutación a la “P”!. Si la “P” nos “P”sicologiza y nos
“P”arapeta “P”arásitamente “p”ara no ver los reales “P”roblemas que sufren los seres
humanos, sentido real de nuestra profesión, si la “P” nos convoca a una “P”rostitución de
nuestros deberes elementales, entonces con el “P”erdón de los “P”resentes y los
ausentes: iAl carajo la “P”!
167
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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168
LA COMUNICACIÓN DE BIEN PÚBLICO
Y EL BIEN PÚBLICO DE LA COMUNICACIÓN.
Preámbulo de principio.
Soy cubano en Cuba. Fue y sigue siendo mi opción personal. No logro ni pretendo la
universalidad de mi pensamiento. Hago desde y para Cuba. Tengo compromisos y
angustias. Certezas y dudas. Las comparto y supero con otros - cara a cara, escenario a
platea, computadora a libro, micrófono a receptor, cámara a pantalla. Quién sabe si por
eso me siento “comunicador”. Soy psicólogo y creo que Vale la Pena. “Amo esta isla”
(Pablo Milanés) y milito en las filas de los que la defendemos no solo como lugar de
nacimiento, sino también como causa. Soy parte activa de una lucha interminable “ser
cultos es el único modo de ser libres” (José Martí). Existo luego pienso. Siempre pienso.
Nunca entendí a Descartes ni las ecuaciones de segundo grado. Creo firmemente que sí
se puede. Soy, en su sentido primario y directo, una encrucijada de utopía y
pragmatismo. En los tiempos del SIDA, de la globalización y la unipolaridad del mundo,
en la era mediática, no hay cabida para purezas ni para neutralidades: “Nadie se salva
del pie forzado” (Silvio Rodríguez). Declaro mi incondicional agradecimiento a los
presos de mi felicidad. No puede ser ni será de otro modo. Se que volverán aquí, al lugar
donde nunca se les sentirá ausentes. Soy cubano en Cuba. No logro ni pretendo más que
hacer lo nuestro, lo que queremos, lo que nos corresponde desde y para Cuba. Soy un
trabajador emergente de una inmensa sala de urgencias. Es mi vocación. “Sí, la cultura
fue el principal instrumento de la opresión de clase; pero también es, y sólo ella puede
serlo, el instrumento de la emancipación socialista”(Trotsky). La comunicación de ideas
es mi herramienta de labor. “Las ideas son hoy el instrumento esencial en la lucha de
nuestra especie por su propia salvación” (Fidel Castro).Pienso como vivo. Vivo en Cuba.
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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PRIMER TELÓN
En estos tiempos pos posmodernos todo puede suceder. Ya casi nada nos sorprende,
aunque por suerte muchas cosas todavía nos espantan. Ya vimos guerras televisadas en
vivo y en directo. Asistimos a un "reality show" entre el Presidente de los Estados Unidos
169
y una becaria de la Casa Blanca especialista en transmisión oral de la experiencia. El
otro, el de ahora con notoria menos inteligencia dice más mentiras que la media estimada
por Felman: una vez cada diez minutos de conversación (Basic and Applied Social
Psychology). Intentado hacer una broma a un amigo que se mofaba de saberlo todo en
Internet, escribí una dirección en su computador: "www.fondillo.com" e inesperadamente
apareció una página pornográfica. Para salvar la situación creada que comprometía mi
imagen profesional escribí entonces otra dirección: "www.educacionsexual.com"
y
entonces la respuesta fue otra: " The requested URL could not be retrieved. Not found".
Sin comentarios. Las niñas hoy no juegan a las muñecas, sino a las "Barbies". Barbie no
es una muñeca es un modo de vida. Mi hijo no quiere un gorila. Tampoco quiere un robot.
Quiere un "transformer". Ni trabajando como en sus peores épocas la JUCEPLAN sería
capaz de gastar todo el dinero que tiene Bill Gates. "No están de moda los inteligentes" dice Amaury Pérez. El mundo se nos presenta caótico. Quién sabe si tenía razón Octavio
Paz cuando afirmó que la palabra futuro es una palabra en decadencia. Saber de dónde
se viene, quién se es o dónde se está, al menos sigue siendo un problema. A dónde se va
ya ha dejado de serlo. Pero no nos preocupemos. La cínica inteligencia de Murphy nos
aclara: "Nada es tan malo como para que no pueda empeorar". A su manera Groucho
Marx denotaba la dominante valorativa de la época: "Estos son mis principios. Si a usted
no le gustan no se preocupe, tengo otros".
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Prof. Manuel Calviño
Toffler dice que "el socialismo choca contra el futuro". Yo digo que vale la pena.
Probablemente ambos tenemos algo de razón. Solo que la razón de Toffler es metafísica:
él habla del socialismo que conoció. La mía es dialéctica: yo hablo del socialismo que
tratamos de construir. Fukuyama asevera que "del comunismo no quedará ni rastro".
Tendría que haber sido más exacto y haber dicho que no quedará ni rastro de nada. Lo
cual es perfectamente probable si no somos capaces de detener la destructiva acción que
se generaliza comandada por el neoliberalismo y la psicosis maniática de W Bush. Lo
cierto es que la entrada en el nuevo siglo nos ha encontrado "pagando deudas" del siglo
que terminó. Es probable que el séptimo sello se haya abierto. Es posible que los siete
ángeles estén a punto de tocar sus trompetas.
Que “en el principio era el verbo…y..todas las cosas fueron hechas por medio de él, y sin
él no fue hecho nada de lo que ha sido hecho ”(Nuevo Testamento) es algo que aún no
creo, aunque sea creíble para muchos. Pero “que el verbo se hizo” no carne, sino
mensaje y dio pie a la comunicación, que es hoy “principio y fin” (primitivo y metástasis)
de todo, es algo de lo que dudar no hace mucho sentido. Hoy las apariencias (que
engañan pero llegan a ser la verdad) nos hacen pensar que la palabra ocupa el lugar de
las cosas.
“Compatriotas. En esta hora, fuerzas estadounidenses y de la coalición se encuentran en
las primeras etapas de las operaciones militares para desarmar a Irak, para liberar a su
pueblo y para defender al mundo de un grave peligro…Nuestro país entra en este
conflicto de manera renuente. Sin embargo, nuestro propósito es seguro. El pueblo de
EU y sus amigos y aliados no vivirán a merced de un régimen proscrito que amenaza la
paz con armas de asesinato en masa.” (Discurso del Presidente GW Bush). “Informes de
inteligencia señalan la presencia de armas de exterminio masivo en Irak… El eje del mal
tiene un centro y tiene cabecillas. Es nuestro deber con el mundo librar un guerra
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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preventiva para evitar que el mal se expanda…los Estados Unidos perseguirán con toda
su potencia militar al mal donde este aparezca” (Colin Powell).
“Sin embargo, nada hasta hoy autoriza el ataque a los ojos de la legalidad internacional.
Los inspectores enviados por la ONU para descubrir eventuales armas de destrucción
masiva siguen con las manos vacías. Su informe entregado a la ONU el 27 de enero es
por así decirlo vacuo. Por otra parte, no se ha podido establecer ningún vínculo entre
Bagdad y las redes terroristas islámicas, especialmente Al-Qaeda, autora de los atroces
atentados del 11 de septiembre de 2001, y convertida desde entonces en el enemigo
público número uno de Washington. Por consiguiente, la opinión pública mundial sigue
reclamando las pruebas indiscutibles que justificarían la inminente agresión (Antes de la
guerra Ignacio Ramonet / Le Monde Diplomatique - 28/02/03).
Todavía no ha aparecido el primer arma de exterminio masivo. No hay una sola evidencia
concreta real de su existencia. ¿Acaso hace falta que existan las armas? La palabra es
“motivo” suficiente para desafiar al mundo.
En la estratósfera financiera ya el dinero no existe (y por cierto no como hecho que
anticipara el inexorable advenimiento del fantasma que todavía recorre el mundo: el
comunismo). Ha sido sustituido por palabras: son cifras vacías que sirven a la
comunicación del discurso de la dominación o de la pobreza, de la deuda o del derecho
según sea el caso. Los países cambian las monedas: cambios de nombres, de palabras,
porque todo sigue igual.
Dice Ramonet “cualquiera que sea la actividad sobre la que se piense hoy, la respuesta
masiva que se nos da es: hay que comunicar. Si en la familia las cosas no marchan es
porque los padres no hablan con sus hijos. Si en una clase las cosas no funcionan es
porque los profesores no discuten bastante con sus alumnos. Si en una fábrica, o en una
oficina, el asunto no va, es porque no se discute bastante”. Parece que hemos vuelto a la
“piedra filosofal”. La comunicación se nos presenta como el líquido que lo disuelve todo.
Recuerdo una vez más la historia de Bratus y Asmolov (de la que a fuerza de contarla
tanto y a mi manera me siento co-cuentero).
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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“Un hombre llega a la oficina de inventos y patentes. Se acerca a la mesa y le dice al
funcionario que allí estaba. “Buenas tardes señor. ¿Es aquí donde se inscriben los
descubrimientos?” “Efectivamente” - le responde el burócrata. “¿Qué se le antoja?”. A lo
que el otro responde: “Pues mire bien, he descubierto algo que revolucionará al mundo”.
El funcionario, con cara de quien ha oído eso mucho más que una vez le pregunta: “¿Si…
y de qué se trata?”. Lleno de orgullo y satisfacción el “incomprendido genio” dice: “He
descubierto el líquido que lo disuelve todo”. A lo que el hombrecito desde la mesa le
dice: “Tráigame una muestra para poder evaluar el invento” (un líquido que lo disuelve
todo no puede ni realizar su esencia, se disuelve a sí mismo, no es nada).
Pero el “líquido”, como si fuera Coca-Cola, parece tener un dueño mundial (que tiene
dominio o señorío sobre alguien o algo) y convertirse en un diferenciador más de los que
tienen y los que no tienen.
“Qué significa “la sociedad de la información” para el 75 por ciento de la población en el
mundo subdesarrollado? ¿Para qué sirven las nuevas tecnologías de la información y de
las comunicaciones a los 1 200 millones de personas que soportan la pobreza extrema, a
los 842 millones de hambrientos y a los 2 400 millones carentes de saneamiento básico?
¿Qué harían con una computadora los 854 millones de adultos que no saben leer ni
escribir y los 115 millones de niños sin acceso a la educación? ¿Cómo la usarían los 2 mil
millones que no disponen de energía eléctrica? Mucho ha logrado el hombre en las
ciencias y las tecnologías desde el comienzo de la historia. Impresionan los
descubrimientos del último siglo y su incesante dinámica. Pero lo realmente sorprendente
es el contraste entre el progreso material reservado sólo a algunos, y el atraso cada vez
más agudo en el desarrollo del humanismo y la solidaridad” (Ricardo Alarcón).
El dueño no solo “posee el medio”, sino que al tenerlo, es dueño también de la palabra y
esto es fundamental. Más aún: se pretende e instaura como dueño de la verdad en su
acepción psicosocial: la verdad como construcción del poder. La historia “escrita por los
cazadores y no por los leones”, diría Galeano. La “estructura total de actos aplicada a
posibles actos” (Foucault).
“La conducta de algunos funcionarios del gobierno de Estados Unidos produce lástima.
Se puede apreciar en las altas esferas del poder una plaga de mentirosos que rara vez
dicen algo serio o se acercan a la verdad. El subsecretario de Estado de Estados Unidos
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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para Asuntos Interamericanos, señor Roger Noriega, criticó a Cuba por apoyar a
elementos desestabilizadores de varios países democráticos en América…¿Qué es
desestabilizar? ¿Enviar miles de médicos a colaborar con los gobiernos en la atención de
las personas más pobres y necesitadas? ¿Acaso hemos desestabilizado a Guatemala,
Honduras, Haití, Belice, Paraguay y varios otros países del Caribe o América Central o
del Sur? ¿Acaso es desestabilizar el envío de 15 mil médicos de Cuba a 64 países del
mundo donde millones de personas son atendidas y decenas de miles de vidas son
salvadas? ¿Desde cuándo la promoción de campañas de alfabetización por métodos
nuevos, modernos y sumamente eficientes significa desestabilizar regímenes
democráticos en cualquier lugar de la Tierra? ¿Cómo puede calificarse de acción
subversiva conceder becas a más de 12 mil jóvenes del Tercer Mundo para estudiar en
nuestras universidades? ¿No es acaso estúpido calificar de subversiva la acción de miles
de instructores deportivos que promueven las más sanas actividades, que contribuyen a
reducir el delito, el consumo de drogas y llevar la salud a millones de jóvenes? ¿Desde
cuándo promover la educación y la cultura es desestabilizar naciones?” (Editorial
Periódico Granma. Enero 8 del 2004).
Se trata de una reproducción parafraseada de la sentencia según la cual “Comunicar no
significa convertir lo real en palabras sino hacer que la palabra sea real”... cueste lo que
cueste. Otra vez Murphy: “Nunca se sabe quién tiene la razón, pero sí quien tiene el
poder”. Corolario: “Quién tenga el poder, tiene la razón” (al menos en el imaginario
mediático). Ya no se trata solo de la mentira. Ahora se trata de “la verdadera mentira”: el
problema ya no es decir o no la verdad, sino hacer creer la mentira.
“Es un caso asombroso. Cuba se ofreció a cooperar con Estados Unidos en la lucha contra
el terrorismo y …lo que ocurrió después fue el arresto de los cubanos que habían
infiltrado los grupos terroristas en Estados Unidos. Es realmente repugnante ¿Y cree
usted que se informó de esto a la opinión pública? Nadie sabe nada al respecto. Estos
cubanos infiltraron organizaciones terroristas radicadas en Estados Unidos que violan la
ley estadounidense y lo que ocurre es que arrestan no a los terroristas, sino a los
infiltrados. Es algo asombroso”. (Noam Chomsky)
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Esta es la causa por la que desde Marcuse a Chomsky, de Mattelart a Ramonet, de
Debray, Humberto Eco al Papa Juan Pablo, (por solo mencionar algunos) hay un llamado
de alerta sobre el peligro que engendra el poder de los medios de comunicación.
174
Asumiendo la cuota de elemental cinismo que suponen se corresponde con el hecho de
vivir en este mundo esquizofrénico y esquizofrenizante, algunos cantan con Serrat,
desvirtuando el sentido real del texto: “Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es
remedio”. No tiene remedio, no hay nada que hacer. Mi complicidad con la psicología y mi
compromiso militante me dejan ver las cosas de otro modo: “la diferencia entre un jardín y
un desierto no es el agua. Es el hombre” (antiguo proverbio árabe). Somos los actores los
convocados. Muchos coinciden en que como nunca antes el rol protagónico estará en los
protagonistas (no es una repetición, sino una reiteración). "Los próximos cien años serán
un período de transición entre la actual tecnología del metal y el silicio y la tecnología del
mañana de enzimas y neuronas" asegura Freeman, un físico británico. Naisbitt está
convencido de que "los progresos más excitantes del siglo XXI no se producirán a causa
de la tecnología, sino de un concepto expansivo de lo que significa ser humano". “Sobre
la tierra no hay más que un poder definitivo: la inteligencia humana. El derecho mismo,
ejercitado por gentes incultas, se parece al crimen. Los hombres fuertes que se sienten
torpes, se abrazan a las rodillas de los hombres inteligentes… La inteligencia da bondad,
justicia y hermosura: como un ala, le levanta el espíritu… Del puñal hace espada, de la
exasperación, derecho; del gobierno, éxito; de lo lejano, cercanía” (José Martí). Entonces
prefiero cantar con Silvio: “Seamos un tilín mejores y mucho menos egoístas”. Decir que
los medios mienten es un mal modo de decir. Los medios no hacen nada sin una
complicidad básica con el comunicador y “las manos ejecutan lo que el corazón manda”
Dicho de otro modo: No hagamos de la comunicación un problema. El problema no son
los medios, sino en manos de quién están los medios. Pongamos el centro de gravedad
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en los comunicadores. Tenemos un camino delineado por la ética (el respeto, la honradez,
la solidaridad), los compromisos esenciales (los derechos universales del ser humano: la salud,
la educación, el trabajo) y una causa que abrazamos. Somos comunicadores de una
sociedad que lucha con todas sus fuerzas por ser definitiva y plenamente libre, “con todos
y para el bien de todos”. Seamos comunicadores “para el bien de todos”.
SEGUNDO TELÓN
Otras publicidades nos alertan sobre una enfermedad contagiosa, nos previenen sobre
los peligros del cigarrillo, o nos proponen reflexionar sobre nuestra actitud hacia los
ancianos. …No todas las publicidades tienen fines comerciales. También existen aquellas
preocupadas por problemas, valores, ideas, actitudes o pensamientos de la comunidad.
Son las que llamamos campañas de bien público. Las campañas de bien público son,
entonces, un tipo específico de anuncios publicitarios. Apelan a la función informativa y
educativa de la publicidad. Siempre con un claro sentido social.
Con bastante frecuencia en las anatomías conceptuales figurativas de las teorías,
especialmente en el imaginario literario de las llamadas ciencias sociales y humanas,
aparecen caprichosas dicotomías conceptuales que no favorecen del todo la comprensión
de quien desde la lógica del conocimiento se acerca a dichas disciplinas.
(Dicotomía: División lógica de un concepto en dos conceptos – generalmente
contrarios – y tales, en todo caso, que agoten la extensión del primero).
Desde mi saber profesional podría tomar como rehén sobresaliente a Freud quien
contrapuso, en calidad de ejes cardinales de la regulación del comportamiento humano, el
Principio del placer y el Principio de la realidad. Se forma así la imagen para el lector
profano que o bien el placer no es real, o la realidad no es placentera (Por mucho que
podamos encontrar acuerdos parciales con tal afirmación la función orgásmica (placer real) y
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Varadero (realidad placentera) serían contradicciones más que suficientes). Hay dicotomías
cantables: “You say yes, I say no… You say why, and I say I don´t know” (Lennon-McCartney). Las
hay también recitables: “Yo no puedo tenerte ni dejarte /no sé por qué al dejarte o al tenerte / se
encuentra un no sé qué para quererte / y muchos si sé qué para olvidarte…” (Sor Juana Inés). Las hay
sexuales: “La bisexualidad es una orientación sexual dicotómica: Los heterosexuales ven a los bisexuales
como heterosexuales con fallas, los homosexuales los consideran miedosos que se quedaron a mitad de
camino en su opción” (Sureda). Con frecuencia nada despreciable estas dicotomías marcan
una “ilusión de alternativas” y esconden un “más de lo mismo” (al decir de Watzlawick).
Otras veces hacen pagar a “justos por pecadores”. Probablemente es esta derivación
degenerada (de generación involutiva) la que asocia fuertemente a las dicotomías con la
satanización y el estigma. Por si fuera poco, no siempre es posible predecir las
preferencias de los sujetos de decisión a uno u otro polo.
Un hombre llega corriendo al registro civil de su ciudad natal: Roma. La puerta de la
oficina está cerrada. Son las cinco de la tarde. Golpea fuertemente la puerta y grita
pidiendo desesperadamente que le abran. Un funcionario que aún se encontraba dentro
del recinto recogiendo sus cosas, al escuchar las suplicas decide acercase a la puerta y le
dice al ciudadano: “Sr. Ya son las cinco de la tarde. Tendrá que volver mañana”. Aquél,
con lágrimas en los ojos, le dice: “Por favor, ayúdeme. Yo necesito urgentemente
cambiarme el nombre”. El funcionario le explica que el trámite puede ser hecho sin
grandes tropiezos pero que no entiende por qué no esperar al otro día. El hombre mira
muy seriamente al funcionario y le dice: “No puedo esperar un día más. ¿Sabe cómo me
llamo?” El otro responde negativamente con la cabeza. “Me llamo Marcelo Mariconni”.
Ante tal evidencia, el funcionario en una muestra de total comprensión y solidaridad
humana hace pasar al desesperado diciéndole. “Ahora lo comprendo. Haré una
excepción. Pasé y siéntese”. Calmado ante la evidencia de que su solicitud será atendida,
el solicitante se sienta junto al escritorio en el que el funcionario ya comienza a llenar
planillas. “Me dijo entonces que se llama Marcelo Mariconni” “Desgraciadamente” –
responde el otro. “¿Y cómo quiere llamarse ahora?” La respuesta no se hizo esperar:
“Angelo Mariconni”.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Confusiones de este tipo son las que en ocasiones genera la noción de “comunicación de
bien público”. Me gustaría haber sido más aplicado en las clases de gramática y poderles
explicar con rigurosidad y acierto que según la Gramática, “rama de la lingüística que tiene por
objeto el estudio de la forma y composición de las palabras (morfofonología), así como de su interrelación
dentro de la oración o de la frase (sintaxis)”… una oración gramatical es una “unidad lingüística mínima,
dotada de significación,…con sentido completo, autonomía sintáctica y figura tonal propia. Está constituida
por dos sintagmas: Sintagma nominal y sintagma verbal, que…corresponden a las funciones de sujeto y
predicado…Sujeto es la persona u objeto del que se dice algo, y predicado es un sintagma verbal que
expresa todo lo que se dice del sujeto gramatical” (discúlpenme por el mal rato). “Comunicación de
bien público” no es una oración, es una denominación, es un nombre. Siendo la función
de la denominación el establecimiento de una identidad (que diferencie y que una)
podemos pensar que estamos ante un acertijo de sumo interés: si existe la “Comunicación
de bien público” y como tal la denominamos es porque queremos diferenciarla de otra
que no lo es. ¿Existe también la “comunicación de no bien público” o “de mal público”?
¿Es esa la diferenciación que se pretende?
Es verdad que mirando ciertos productos comunicativos uno tiende a pensar que sí, que
es absolutamente cierto: existe la comunicación de mal público. Pero el asunto sabemos
que es otro. La contraposición viene por otro sendero. Probablemente los especialistas
sugieran como comprensión alternativa el hecho de que hay una comunicación de misión
comercial (ya sea de producto, de empresa, etc.), esa que se incluyen con favores
especiales en el marketing mix, y cuya misión esencial es participar activamente en la
gestión de rentabilidad y beneficios económicos (generando imagen, promoviendo
ventas,etc.), y esa otra comunicación que persigue “ayudar, orientar, educar, prevenir,
concienciar en lo que a valores esenciales, comportamientos sanos y cívicos, defensa de la cultura,
soberanía e independencia, asimilación de derechos y deberes ciudadanos se trata”. Entonces
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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hablamos de una comunicación de bien público y una comunicación comercial. Pero aquí
no hay antonimia (no son antónimos), sino diferencia. Puede o no haber contradicción.
Entonces cabe la pregunta: ¿el único camino destinado a la relación entre una y otra es la
contraposición o es factible la búsqueda de alguna unidad posible?
Hay caminos ya señalados y ampliamente fundamentado.
“La comunicación puesta a trabajar a favor de los demás, es una herramienta
incomparable… Crea una mayor conciencia social sobre lo que afecta a toda la
comunidad… la faceta más noble y altruista de la comunicación, el bien público, está
jalonada de mensajes dirigidos a encausar o resaltar hábitos, usos y pensamientos de la
comunidad…nucleados generosamente con un objetivo básico, crear ideas fuerza para que
los grupos sociales descubran sus males y busquen aliviar sus consecuencias”. (Consejo
Publicitario Argentino).
"Muchas veces me he pregunto en qué estoy ayudando al mundo, pienso qué tan
importante puede ser la publicidad, y creo que…se demuestra que la publicidad puede ser
muy importante porque estamos vendiendo esperanza, cualquier mujer pudo reflexionar
con un comercial y al hacerse su examen a tiempo, probablemente se están salvando
muchas vidas; en esta oportunidad me he sentido muy orgulloso de ser publicista” (Felix
Zilinskas)
“Una lección que podemos aprender de la comunicación de la ONCE es su enorme
consistencia. Durante casi 20 años ha repetido campaña tras campaña el mismo discurso
basado en un único elemento: la necesidad de comprar el cupón para ayudar a integrar
social y laboralmente a su colectivo… lo ha hecho empleando una gran variedad de
aspectos retóricos y de fórmulas publicitarias... Esta consistencia, junto con su larga e
intensa presencia en los medios de comunicación, son —según los estudios realizados— la
clave del éxito de la ONCE”. (Antón Álvarez).
La comunicación, unidad en la sugerida diferencia, es el común denominador y es
además un bien público. La comunicación puede aportar beneficios sustanciales al
progreso social, al mejoramiento del ser humano, al desarrollo de habilidades sociales. La
comunicación nos acerca al sueño de, al menos, acciones de salud más extensivas y
preventivas. La comunicación puede ser trinchera de la defensa de la cultura, de la
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soberanía. La comunicación puede ser un amplificador de las acciones de educación,
puede multiplicar “los panes y los peces” que alimentan el alma humana. La
comunicación puede ser instrumento de denuncia, de combate contra los que nos quieren
hacer esclavos, de defensa. La comunicación puede ser esperanza, firmeza, convicción:
“Volverán”.
Que quede entonces claro: el problema no es la comunicación, sino el uso que se hace
de ella; el problema no son los medios de comunicación, sino el uso que se hace de ellos.
Quizás sea más interesante decir que tenemos “comunicación para bien” y “comunicación
para mal” (incluso tenemos “no comunicación” y también “incomunicación”). Y, al menos por
el momento, tenemos que lograr que convivan en este “frankestein” de “relaciones
educadas” que es el mundo hoy. Ya lo dije alguna vez antes:
“Vivimos en un mundo que intenta erigirse sobre la convivencia educada. Pongamos a
manera de voluminoso ejemplo la actual “convivencia educada” entre la desnutrición y la
obesidad. Hemos encontrado que hay espacio para las figuras leptosómicas de Fidelio
Ponce y las picnicas de Botero. Que pueden convivir la anorexia provocada por el rechazo
a la celulitis, el culto a la esbeltez esquelética de los que tienen qué y cómo comer, con los
vientres inflamados de los que no tienen que comer y son comidos por enfermedades que
para los primeros son raras y exóticas. Una aritmética elemental nos dice que para el
caso de los Estados Unidos, donde las XXL y las XXXL no son noticia, la disminución de
ingesta por hipercalorización de los envuelticos en carne daría para alimentar, al nivel
del promedio calórico esperado por el Fondo de población de la naciones unidas, a los
que probablemente se ofenden “desde su sociohistoria” al oír hablar de la necesidad de
dietas más eficaces. Pero lo cierto es que existen los sobrepesos y los bajopesos. Y para
poder actuar sobre unos y otros tenemos que posicionarnos socialmente…como dice Nadis
Sadik: el reto necesario, imprescindible es “Vivir juntos en mundos separados”. (me cito
a mí mismo: Manuel Calviño)
¿Es posible esta convivencia al menos parcial? ¿No será pertinente una relativa unión
táctica? A nivel mundial se observa que la empresa moderna se empeña en lograr una
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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buena imagen social ante sus consumidores, para su entorno. Esto no es algo
especialmente novedoso, es la propuesta básica del llamado “marketing social”.
Entonces, en la búsqueda del “maquillaje mejor”, transa con conceptos que quizás devora
luego en su sistema o los convierta en instrumentos de una gestión de marketing, pero
que de algún modo la marca. La empresa también quiere “adornarse” con la imagen de
una “orientación social”: ser socialmente responsables.
"Cuando hablamos de acción social nos referimos a un cambio en el concepto de
empresa, un aspecto que tiene carácter estratégico. La conciencia social no es una moda y
va más allá de la mera filantropia. Es un valor en constante evolución, que cada vez
adquiere más importancia dentro de las compañías y cuyo desarrollo será muy
interesante…Las compañías se preocupan por estos aspectos y quieren transmitir el
mensaje de que ellas sí son socialmente responsables y no están al margen de la
sociedad." (Felipe Oriol).
Aquí hay una “oportunidad de mejora”. “No pretendemos despreciar el beneficio de tales
acciones de responsabilidad social, aunque existan empresas que la utilicen con fines de
manipulación” (Ileana Díaz).Hay un modo de hacer convivir, a estas empresas, con “la
otra geografía”, la que constantemente queda fuera de su mirada. A veces pienso que los
gobiernos responsables deberían implementar una suerte de impuesto a pagar en
productos y acciones comunicativas de bien público. Pensemos, como un dato de la
historia reciente que “13 agencias publicitarias estadounidenses ganaron en 1988, gracias a sus
actividades a escala internacional, más de 1.000 millones de dólares”. Con un pequeño
porciento de la suma de dinero que se mueve anualmente en el mundo por concepto de
publicidad se organizarían excelentes campañas de bien público, en formatos y soportes
asequibles a la población necesitada).
"Los gastos en publicidad online en Brasil crecerían 16% en el 2004 y el 2005, tasa
levemente superior a la que se registraría en 2003 cuando, a pesar del escaso
dinamismo de la economía, la inversión en los anuncios se habría incrementado en un
15,1%...Según un estudio de la consultora local E-Consulting, el mercado brasileño de
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publicidad online registraría una actividad de USD $60 millones. La consultora dijo
que los enlaces patrocinados son una de las principales tendencias para el segmento de
la publicidad online, por tratarse de una herramienta que atrae empresas interesadas
en colocar su marca en la red, pero que no tienen recursos para contratar una agencia
de publicidad”. (lanota.com).
“Un estudio reciente de… la consultora estadounidense Forrester Research, augura un
crecimiento exponencial de los gastos en publicidad en el próximo quinquenio en la
región, hasta llegar a los 1.647 millones de dólares en el 2004. Eso mostraría un
crecimiento mucho mayor al esperado para la publicidad electrónica mundial que,
según Forrester, pasará de 3.336 millones de dólares este año a 33.075 millones en el
2004. En términos porcentuales, eso significa que los gastos en publicidad en Internet
en América Latina pasarán a representar del actual 1,5% a un 5% del total mundial
dentro de cinco años” (David Haskel/REUTERS).
Pero una vez más: estoy pensando desde y para Cuba. Aquí tengo un programa de
televisión de “bien público” al que conceden un horario estelar, con un excelente arrastre y
consecuente (después de la telenovela y antes de la película). No soy el único. Aquí no
me interfieren
mis programas preferidos para persuadirme de consumir más que un
producto, una marca de producto. No es esta una sociedad perfecta. Es sí una sociedad
distinta: más justa, más centrada en la esencia humana que en las candilejas del
proscenio. “Un pueblo con menos desigualdades, menos ciudadanos sin amparo alguno,
menos niños sin escuelas, menos enfermos sin hospitales, más maestros y más médicos
por habitantes que cualquier otro país del mundo…un pueblo instruido … que posee
talento, elevada cultura política, convicciones profundas, absoluta confianza en sus ideas
y toda la conciencia y el respeto del mundo” (Fidel Castro).
En nuestra pequeña isla, conjunción de geografía y representación social, el asunto tiene
sus especificidades. “Aquí vengo a descansar mis sentidos de la invasión constante de la
publicidad” – me decía un amigo de otra latitud recientemente. Aquí no tenemos sino lo
que podemos y queremos. No hay inundaciones (incluso en algún sentido lo que hay es
déficit) de comunicaciones baldías, atropellantes y beneficiosas para los que lo que
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menos quieren es el bien público. Aquí tenemos nuestros propios problemas. Por
supuesto. Pero aquí existe una voluntad política de bien público que preside el carácter y
la intención de toda acción de comunicación. Entonces creo que podemos pedirnos a
nosotros mismos mucho más que relaciones educadas. Podemos “vaciar el símbolo”
(Abel Prieto). ¿Cómo?. Me aventuro a algunas propuestas.
En primer lugar, buscando una relación coherente y comprometida entre los intereses de
las comunicaciones con fines comerciales y el bien público como fin. ¿Acaso no puede la
comunicación comercial derivar colateralmente como subproducto un bien público o
contenerlo como valor agregado? ¿Quién dijo que fomentar el consumo no puede ser un
bien público? Para los que dudan o los que no peinan canas (visibles o teñidas) traigo un
recurso mnemotécnico: “Consuma productos cubanos que así también se hace patria” (mucho
mejor para mi gusto que el reciente “Lo mío primero”) Estoy convencido que haríamos un bien
público si incentivamos la compra de la proteína vegetal (soya texturizada) que sufre las
penurias de unas pancartas que se delatan como “incomibles”. La Feria del Libro es una
feria: “Mercado de mayor importancia que el común, en paraje público y días señalados. Paraje público en
que están expuestos los animales, géneros o cosas para su venta. Instalación donde se exponen los productos
de un solo ramo industrial o comercial, como libros, muebles, juguetes, etc., para su promoción y venta”.
Las tarjetas prepagadas de ETECSA ponen en las manos de los que se van a comunicar
una muestra sugestiva del arte pictórico cubano cumpliendo una finalidad educativa. Se
trata de un valor agregado que no solo puede influir sobre las ventas y la satisfacción con
el producto comprado, sino que además favorece un acercamiento del público a un
producto cultural comercial o no. “Hemos tenido el propósito, en términos de selección de imágenes
para nuestras tarjetas, de no sólo satisfacer al Cliente con su valor de uso, sino también por su valor
coleccionable, siendo este factor de cultura otro motivo adicional para adquirirlas” (ETECSA). En
Diciembre de no recuerdo que año, mes propicio para las ventas, publiqué en una revista
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comercial un escrito que decía: “Más que un suceso comercial, el regalo es sobre todo un hecho
esencialmente humano”. Y de aquí proponía que hiciéramos un intercambio de regalos y
nos regaláramos comprensión, tolerancia, olvido de los resentimientos, amor, mucho
amor. ¿Bien público o no?
Aquí, repito, tenemos condiciones favorables: no hay grandes concentraciones, mucho
menos monopolios de marcas, un mercado no regido por las leyes de la competencia, la
poca comunicación comercial que existe puede ser orientada en base a una
macroestrategia comunicativa única, los medios están en manos del estado, existen los
mecanismos de supervisión y ayuda, existen asociaciones profesionales. Cualquier
comunicación comercial, podría tener entonces una dirección cultural o educativa, una
comunicación que persuada con in”formación” y por tanto promueva “formación”, incluso
en aras de proteger, orientar y ayudar al consumidor, “abordar la verdadera realidad de la
protección al consumidor, a fin de que la ciudadanía adquiera conocimientos al respecto”
(Alma D. Hernández). Hablo por ahora de cosas que pueden incluso entrar de la
estrategia comunicativa comercial de una empresa (algo en cierto sentido similar a las
acciones de responsabilidad social con fines de marketing social, con objetivos de
captación y fidelización de clientes). Solo digo que los iconos de esas acciones de
comunicación podrían “transportar”, “mediatizar”, un bien público. El asunto es de suma
importancia y requiere de un análisis profundo, comprometido, un análisis profesional y
militante. Sobre todo de una acción.
En segundo lugar, en este “vaciar el símbolo”, hay un detalle que no debe escapar a
nadie. Lo razoné leyendo a Marx, y lo comprendí construyendo la nueva sociedad: El
problema no es la existencia de la plusvalía. El problema es su apropiación enajenada. El
bien público de la comunicación no está solo en su intencionalidad y en su efecto sobre
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las personas. Está también en la apropiación de sus impactos. Soy de los convencidos
que la buena comunicación de Jardines del Rey, de Cayo Largo, esa que refuerza que
apostamos por “..un turismo de paz, de salud y de seguridad, del que puedan disfrutar niños y familias,
jóvenes, adultos y personas de la tercera edad...un turismo de recreación sana, cultura y descanso” (Fidel
Castro) se revierte como bien público en las escuelas y los hospitales. Pero esto además
debe conocerse, asimilarse, no olvidarse, por eso también necesita ser comunicado con
claridad.
En tercer lugar, sin con esto pretender cerrado el análisis, debemos preguntarnos: ¿Los
excelentes talentos que tenemos y con dominio de buena técnica no pueden brindar sus
capacidades también para la generación de una comunicación específicamente
encaminada al bien público? Hace algunos años escribí:
“En los últimos años hemos visto como la acción compartida, marketear comercial y
socialmente, gana espacio entre los especialistas honestos, y vemos en esto, por razones
obvias, una fuerza de robustecimiento de la gestión social. La misma convivencia
interdependiente, transactiva, intercomunicada que aspiramos para la publicidad
comercial, la propaganda política y la publicidad de bien público, es y ha de ser una
opción posible también para el especialista, ese hombre concreto que tiene como primera
encomienda económica el sustento, como reclamo social la virtud, como divisa
profesional la excelencia y como opción política la defensa del alma cubana” (Marketing
Social)
Es este un elemento importante del trabajo de los comunicadores sociales. Lo que más
necesitamos es talento, creatividad, puestas al servicio del bien público.
Ya en el
“Diálogo 2001” juzgando el desbalance de recursos entre los disponibles para la
publicidad comercial y la de bien público se señaló que “la clave para resolver el dilema
material… quizás esté – volvemos también a ella – en la creatividad…un lenguaje capaz
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de conmover y comunicar sus ideas a los más diversos públicos” (Revista Espacio. 72002). Otra vez. Para no variar: el comunicador.
Digo más: tenemos un número considerable de agencias de comunicación. Muchas
veces los productos comunicativos orientados a la educación y la salud, por solo señalar
quizás los más notorios, son hechos o bien por bien intencionados sin mucho
conocimiento ni condiciones, o bien por bien intencionados sin la capacidad y el talento
creativo requeridos. Prima la buena intención. Pero ya sabemos: “de buenas intenciones
está empedrado el camino al infierno”. Tal vez pueda tenderse un camino fuerte y sabio
entre los necesitados de organizar campañas de bien público en sus escenarios
específicos (municipios, regiones, etc) y las agencias de comunicación. El principio podría
ser similar al que rige la imposición a los precios de venta a la población. Alguna solución
seguro que es posible si es que se piensa con ingenio y proactividad.
Léase en ahora en todo este contexto la afirmación de Passeron: “ninguna innovación
tecnológica pudo jamas superar, por virtud exclusiva del medio, las desigualdades culturales producidas y
reproducidas por el juego bien engrasado de las estrcuturas y de las jerarquías sociales: las características
técnicas de un medio de comunicación no predeterminan jamás sus efectos sociales al punto de descartar
los efectos que dependen de las relaciones sociales que se encuentran en el origen de la utilización de esta
técnica” Subrayo: “…las características técnicas de un medio de comunicación no
predeterminan jamás sus efectos sociales”. Los efectos sociales previsibles tienen que
ver con las intenciones, con los que se pretende que pase y para lo cual se utiliza el
medio, la técnica. Siempre se vuelve al mismo punto. Todos los caminos conducen al
sujeto (al de la apropiación y al de la producción). Lo digo una vez más: No hagamos de
la comunicación un problema. No son los medios el problema. Pongamos el centro de
gravedad en los comunicadores.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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A MANERA DE EPÍLOGO
“Hay que analizar bien y llegar a conocer la guerra cultural, encontrar sus puntos
débiles y aprender a utilizar ese conocimiento no solo para denunciarla, sino para
actuar contra ella a la vez que ir creando un campo cultural diferente y opuesto al del
sistema. Es necesario desarrollar medios y otros instrumentos alternativos…es
indispensable situarse siempre en la especificidad del medio y de los objetivos que
buscamos. Conseguir más temas procedentes, métodos convenientes, calidad, atractivo;
ser realmente opuestos y diferentes a la cultura de los opresores, y no solo opuestos a
ella…” (Fernando Martínez).
Porque “otro mundo es posible” y esa posibilidad pasa por un cambio en el modelo
comunicativo imperante en el mundo se alzan las alternativas: “la crítica del sistema
mediático se ha convertido en un frente de lucha prioritario para los movimientos sociales…
Frente al poder de los medios de comunicación, hay que instaurar un contra-poder del ciudadano,
un «quinto poder» para múltiples modalidades de acción” (Bernard Cassen). “no digo que sea lo
único que habría que hacer. Pero…se necesitaría un consejo superior del audiovisual, que vigile
que se cumplan algunas reglas de coexistencia pacífica y democrática” (Armand Mattelart). Hasta
un Observatorio internacional de los medios de comunicación (Media Watch Global), se
propuso en Porto Alegre, que apoyará otra “red de redes” de Observatorios nacionales de
los medios de comunicación como, el creado en Francia, en septiembre del 2003. Más
esencialmente: “Un nuevo orden mundial de la información y las comunicaciones, es necesidad
impostergable que requiere impulsar una revolución educativa internacional. Es posible eliminar el
analfabetismo y llevar la enseñanza hasta el sexto grado a quienes carecen de ella en todo el mundo. El
gasto total para realizarlo sería menos que el 0,004 por ciento del Producto Interno Bruto de los países
desarrollados de la OCDE, en un año” (Ricardo Alarcón).
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La voluntad política, la estrategia cultural y educativa, los principios sobre los que se
intenta construir nuestro ecro (esquema conceptual referencial y operativo) comunicativo,
nuestro epistema comunicacional, puede tendernos algunas trampas.
“El que siga buen camino tendrá sillas peligrosas que lo inviten a parar” (Silvio
Rodríguez). “La virtud tiene sus tentaciones, como todo: mucho más peligrosas porque no
desconfiamos de ella” (Marguerite Yourcenar).
Tenemos razones suficientes para afirmar que la comunicación de bien público goza hoy
de mayor salud que antes. Sin embargo, no nos conviene, ni nos queda bien, la
contemplación satisfecha, el autoelogio conformista. Sabernos solicitados puede
conspirar contra nuestra capacidad para generar nuestra demanda. Sabernos necesarios
para el mejor desempeño de los grandes programas de desarrollo social y cultural puede
obstaculizar la batalla por ganar espacios y contenidos. Podemos pasar de la seguridad
al conformismo, y por ende a la rutinización y al pasotismo. Podemos contentarnos con
ser preferenciados y no preocuparnos por ser preferidos, ser “lo que no que no queda
más remedio” en vez de ser lo que remedia. Podemos contentarnos con que “no lo
hacemos tan mal” y será este el principio del fin.
Es necesario tomar conciencia que una vez ganadas las condiciones hay que seguir
ascendiendo. No basta con tener las condiciones para hacerlo. Hay que hacerlo. No
basta con hacerlo. Hay que hacerlo bien. Calidad es la demanda, calidad es la estrategia,
calidad es la obligación y el compromiso. Es este un tema de primer orden. “En muchos
de nuestros mensajes de bien público priman largas dramatizaciones poco creíbles o de
las que uno pronto se aburre” (Mirta Muñiz). Tenemos excelente paradigmas de trabajo y
realización como para convencernos de que es posible.
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Elizabeth Palmeiro, la esposa de Ramón Labañino, al conocer la multimedia “Cinco
razones para no claudicar” la denominó “un arma de amor contra la injusticia para
romper el muro de silencio que se levanta en contra de nuestros familiares”.
Necesitamos eso “armas de amor” hechas con el mismo profesionalismo y calidad con
que “Cinco razones” fue hecha, con el mismo profesionalismo y calidad que se merece la
causa por la que trabajamos: el bien público.
Imaginemos un espacio comunicacional participativo, Imaginemos que ese espacio es
construido en aras del bienestar y el crecimiento humano, Imaginemos que es portador
de cultura, de saber, de progreso, Imaginemos que es un espacio atractivo, movilizador
del deseo y el placer, Imaginemos que es un espacio que refleja y recree la realidad, una
red de redes por la que transite lo mejor del ser humano, Imaginemos una comunicación
de bien público que cobije todo el bien público de la comunicación . “Puedes decir que soy un
soñador pero no soy el único” (You may say I'm a dreamer but I'm not the only one) (John Lennon).
Podemos y para ello hemos de “abrir una campaña de ternura y de ciencia” (José Martí). Así
como sabemos que “volverán”, sabemos que “es posible”, que vale la pena.
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EL BAILADOR CRÍTICO:
PENSANDO en la FORMACIÓN DESPUÉS de la
FORMACIÓN y en OTROS ESCENARIOS.
“Sábado al fin, terminé de estudiar,me propongo un hermoso plan
que no deje sin repasar las canciones, el baile,
comer algo en la calle y después, por supuesto, amar”
Pablo Milanés
“LA NOCHE: paradigma del ocio libre”
La noche. Cómplice por excelencia de las cosas que necesitan grados de libertad mayor
que aquellos de los que se disponen durante el día. Espacio para la fisura, para la
disensión, para la ilegalidad. El inconsciente freudiano es nocturno: cuando las defensas
bajan toma el mando y hace de las suyas. La noche es antónimo de transparencia, de
claridad. Lo malo ocurre de noche. Para hacer “cosas malas” es mejor la noche. Cuando
esta cuasiregla de la maldad se incumple escuchamos: “Pero por la mañana, así delante
de todo el mundo” (no sean mal pensados, estoy hablando de un robo). La noche es
también para lo bueno privado, para lo sacrílego deseado, para lo “bueno-malo”. Dice
Serrat: “...al darles el sol la espalda revolotean las faldas bajo un manto de guirnaldas
para que el cielo no vea...cae la noche y ya se van nuestras miserias a dormir”. La noche,
menos para los serenos, es el tiempo de romper la rutina, de hacer lo distinto. La noche
es mía, soy libre.
Para los adultos, la noche es el momento en que los pequeños duermen y entonces ellos
(nosotros) pueden ver y hacer cosas prohibidas para los otros. La noche es sexo,
violencia, lenguaje de adultos. En la noche se ven los programas que los adultos quieren
ver (se elige entre pelota, la novela y ... la en pelota). En la noche “vamos a tomarnos un
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roncito...para la circulación...”. Todo se puede, sobre todo porque la noche es “para
nosotros” y transcurre en el espacio de nosotros: “en la casa”. Una buena noche necesita
un buen lugar. La noche es el momento en que intentamos la primacía de lo privado por
sobre lo social.
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¿Pero y para los jóvenes? Para ellos también la noche es libertad. Se hacen rápido los
deberes (o no se hacen) para tener la noche libre. “No, esta noche no puedo. Estoy
embarca’o: tengo que estudiar”. La noche es la liberación de las obligaciones, de los
deberes. El ello venciendo las represiones del superyo. “La noche...presenta una ciudad
diferente, menos iluminada, acaso ofreciendo por ello mismo mayor privacidad, espacios
protegidos de las miradas...el tiempo opuesto...el tiempo en que los padres duermen, los
adultos duermen, duermen los patrones; los poderes que importan, los que controlan
desde adentro están físicamente alejados, y con la conciencia menos vigilante,
adormecida por el sueño” (Margulis M. 1994. p.15). En la noche se vive la ilusión de
escapar a los mecanismos de control, al menos de aquellos que no son muy agradables.
Es la libertad entendida como el hacer lo que me da la gana, un concepto de libertad
distante del concepto de responsabilidad, de compromiso. Cercano al concepto de yo y lo
mío.
La noche es una fiesta. Fiesta en aquél sentido en que Freud apuntaba: La fiesta es un
exceso permitido y hasta ordenado, una violación solemne de una prohibición. Pero el
exceso no depende del alegre estado de ánimo de los hombres, nacido de una
prescripción determinada, sino que reposa en la naturaleza misma de la fiesta, y la alegría
es producida por la libertad de realizar lo que en tiempos normales se halla rigurosamente
prohibido. El modelo de nocturnidad en el ocio es LA FIESTA. Probablemente en esto
descansa el conocido reclamo de los jóvenes de que no hay a dónde ir, no hay nada que
hacer. La representación es la fiesta en la que se liberan del control. Entonces no es la
fiesta en el sentido específico de reunión de amigos, por lo general en la casa de alguno
de ellos, para bailar, conversar y enamorar. Este modelo no satisface la demanda. Las
evidencias hablan por si solas. ¿Qué quieren?: Quieren ausencia de adultos: “En mi casa
no se puede, los viejos están este fin de semana”, “me llevas en el carro, pero me dejas
en la esquina y te vas”. Para que la noche sea libre a los adultos solo se les permite la
ausencia. Quieren su música. No hay frecuencias medias. Solo se pone lo que escucha el
segmento etario. No hay balance participativo. Quieren atardar la noche – ya no es a las
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siete o las ocho, ahora es a las diez o las once. Mientras más tarde, más certeza de que
“estamos solos”. La noche, el espacio del ocio, tiene entonces un modelo de nocturnidad,
un paradigma de preferencias relativas. Las condiciones de base, insisto, están claras: No
adultos. Permisividad (aumento de los grados de libertad. Normas específicas, distintas a
las del día). Unidad etnocronológica. Pertenencia o asociación grupal directa (amigos
directos o de amigos). Espacios de consensos valorativos (lugar notorio, de moda).
Unidad de preferencias musicales y bailables (lo que se escucha, lo que se baila). Sobre
esta base se aplica naturalmente, un modelo de pertenencia-exclusión. Se conforman los
macrogrupos de la noche. Cada uno con su geografía propia, excluyente no por la fuerza,
sino por el poder del discurso que instituye cada lugar geográfico.
Para los jóvenes, el modelo de nocturnidad es la fiesta. Y ese clima festivo, esa
representación imaginaria de fiesta como desdoblamiento, apertura hacia sí mismo,
ruptura de los rigores de la vigilia, necesita no solo de un tiempo propio, sino también de
un espacio propio: “....la fantasía, la irrealidad, el distanciamiento de lo cotidiano que se
incrementa con recursos y artificios en el interior de los locales: decoración, iluminación,
centelleo de luces, intensidad de la música”.
Seccionemos, cual cirujanos expertos, en el lugar donde el cumplimiento de la previsión
(el paradigma de nocturnidad) evidencia la necesidad de la operación (la acción
educativa). Así como la noche es el tiempo propio, un espacio propio que cumple las
exigencias de la noche es LA DISCOTECA.
"Nuestro tiempo... prefiere la imagen a la cosa, la copia al original,
la representación a la realidad, la apariencia al ser...
lo que es 'sagrado' para él no es sino la ilusión, pero lo que es profano es la verdad.
Mejor aún: lo sagrado aumenta a sus ojos a medida que disminuye la verdad y crece la ilusión,
hasta el punto de que el colmo de la ilusión es también para él el colmo de lo sagrado."
Ludwig Fuerbach
“LA DISCOTECA, paradigma de la noche”
“En la cultura de la noche no dejan de estar presentes...la dinámica de la distinción, de la
exclusión, de las jerarquías...” (Margulis M. 1994. p.17) Cada espacio geográfico va
conformando su exigencia de identidad. Cada lugar invita a su constructor especializado.
Lugar y sujeto van constituyendo una unidad indisoluble. Lo que escapa al sujeto es que
en ocasiones el deviene sujeto sujetado. Los espacios no son solamente distintos por su
escenografía y por su sonido prevaleciente. Los espacios definen sus formas de consumo
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y por tanto su consumidor. Y esto es válido, por cierto, para entender la cultura de la
noche, o para entender “la morriña” o “el gorrión” o el drama existencial del emigrante.
Siendo el constructor epistémico temporal la noche y la intención demandante la libertad
(ya sabemos en qué sentido), aparece entonces una diversidad de alternativas
espaciales, de unidades discretas y discontinuas. Algunas cumplen más y otras menos las
expectativas y exigencias de los jóvenes. Estas expectativas y exigencias no siempre son
conscientes en tanto demandas, pero entran en un “mercado figurativo” que se asocia
particularmente a lo aspiracional: el mercado de la moda, de la notoriedad, de “lo que está
en onda”. Entre estas alternativas un lugar de prominencia lo ocupa LA DISCOTECA,
expresión clara de esa dialéctica de tiempo, espacio y sujeto. Un psicoanalista amigo la
define como “un gran vientre materno en el que los comunes se encuentran, se conocen,
se juntan”.
No estoy seguro de que todos los presentes hayan estado en una discoteca (digo en su
horario funcional y no para un chequeo de emulación). Tengo también razones para dudar
que todos los que hayan estado se detuvieron a hacer un juicio argumental de la
experiencia. Me tomo entonces la atribución de empezar el viaje. Permítanme, en clara
adherencia a ciertos principios de la didáctica, hacer un poco de historia y brindar alguna
información de interés.
La manifestación notoria de las discotecas se produjo en los estados unidos de
Norteamérica, en la segunda mitad de los setenta. De unas 100 discotecas existentes
antes del 76, en un año se alcanzó la cifra de 18,000 discotecas. La imagen dominante
aparece en un film que hemos visto en Cuba “Saturday night fever” (Fiebre de sábado por
la noche). El modelo inicial de discoteca aún cercano al de “Night Club” concebía un lugar
de encuentro, donde bailar la música de moda y sentirse liberado de las exigencias de la
rutina diaria.
Pero muy pronto la propuesta tomó matices distintos. En el debut de la década de los
sesenta se había hecho bastante popular entre los jóvenes el consumo de LSD (droga
cuyos efectos habían sido descubiertos en 1943 por Albert Hofmann mientras andaba de
noche y en bicicleta por las calles de Basilea). La llamada “droga psicodélica” de Hofman,
se convirtió en poderoso instrumento mediante el cual muchos jóvenes congregados
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alrededor de la cosmovisión del “Flower Power” encontraban una nueva forma de ser, de
vivir, que los enajenaba de la malsana realidad, los convertía en autosegregados de
aquella sociedad que rechazaban. El LSD era “un instrumento de liberación del individuo
frente a la voracidad del sistema” decían los profesores de psicología Timothy Leary y
Richard Alpert. Era un elemento de contradicción y actitud contestataria.
Lennon y McCartney cantaron su homenaje: Lucy in the Sky with Diamonds, dónde
describen, poéticamente, la experiencia psicodélica:
“Picture yourself in a boat on a river with tangerine trees and marmalade skies
Somebody calls you: you answer quite slowly, a girl with kaleidoscope eyes.
Cellophane flowers of yellow and green, towering over your head.
Look for the girl with the sun in her eyes and she’s gone”.
Lucy en el cielo con diamantes
Imagínate en un bote que va por un río con árboles naranja y un cielo de mermelada. Alguien
te llama: tu respondes calmadamente, la muchacha con ojos de calidoscopio. Flores de celofán
amarillas y verdes, elevándose como torres sobre tu cabeza. Busca a la muchacha con el sol en
sus ojos y ella desaparece.
Probablemente allí nació “Imagine” producto de un reencauzamiento maduro de las
tendencias de la llamada “década de oro”. El LSD no lo perdamos de vista, produce un
estado de conciencia alterado. Psicodélico al parecer deriva del griego “psiké” y “deloun” y
significa “algo que permite la manifestación de la mente, del espíritu,del alma” o también
algo que produce “efectos profundos” sobre la naturaleza de la experiencia consciente.
A finales de los sesenta, se declara la ilegalidad del LSD. El flagelo de las drogas (obvio
que hablo de las drogas ilegales) ya había comenzado su necrófilo ascenso en las filas de
los jóvenes.
La experiencia psicodélica producida por el LSD, que hoy para muchos también tiene su
representante en ciertos usos de las sofisticadas tecnologías de la realidad virtual, entra al
mundo de las discotecas diseñando para estas la escenografía de la alucinante
experiencia semionírica. En el año 1965 Bill Graham,uno de los más brillantes y exitosos
promotores de Rock, compra un antiguo salón y monta un espectáculo con elementos
sensuales y alucinatorios que creaban la atmósfera de del “viaje” producido por los
efectos del LSD. Se proyectaban en el escenario y en las paredes todo tipo de “collages”
luminosos y filmes eróticos, así como también pinturas “protoplasmáticas”, fotos animadas
y luces negras. El “Fillmores East and West”, con capacidad para centenares de
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personas, conseguía un ambiente de interacción entre el público, la música y las bandas
de Rock que allí tocaban, de modo que se creaba una suerte de gran familia. Era el
número uno en San Francisco (la tierra de los hippies) . La psicodelia, un aglutinador
social de los sesenta, asociada a un estado de alteración de la consciencia, irrumpe en el
mundo del “mercado de consumo del ocio”. El sistema estaba dispuesto una vez más a
“engullir” a su opositor convirtiéndolo en una pieza del juego.
Para 1978 es una tanto distinta la situación. El periódico norteamericano “Dayly News”
caracteriza así lo que pasa en una discoteca: "Apartados unos de otros por una música
ensordecedora, expuestos a una luz deslumbrante, los bailadores hacen todo lo que se
les pasa por la cabeza, sin mirarse, y sin dirigirse la palabra en ningún momento, como si
cada uno se moviera delante de un espejo gritando sin parar YO, YO, YO." No hay duda:
LA DISCOTECA pretende ahora manipular una situación social del desarrollo, para no
dejar de hablar a la usanza soviética vygotskiana.
A la noche, el tiempo para la liberación, para la ruptura de lo cotidiano diurno normativo, el
tiempo para el encuentro con el otro propio, el otro uno mismo, con esa asociación a la
fisura, al levantamiento de las prohibiciones, se le factura un modelo de nocturnidad
construido para producir un sujeto sujetado, un sujeto de ese consumo, un sujeto con
ilusión de trasgresor que en realidad no es más que un esclavo de la producción
mediática comercial de los modos de consumo del ocio y en franca asociación con el
“negocio de los negocios”: la droga. “Estas formas...de diversión son...experiencias
psicodélicas...para inducir una situación en la que el individuo consiga replegarse sobre sí
mismo...es una forma de goce juvenil indisociable de su significado filosófico-político, de
la intención de llevar hasta las últimas consecuencias el ejercicio de la libertad individual y
lograr una distancia crítica frente al medio concreto en que le toca vivir al sujeto”
(Gutierrez I. 1994.p.115).
Para los noventa las cosas han cambiado aún más. La psicodelia era portadora de una
postura sociopolítica, una visión contestataria y crítica de la sociedad, mística sin duda,
hedonista es cierto, pero reivindicaba una contracultura juvenil frente a los modelos
anquilosados, hipócritas e injustos del sistema capitalista. El discurso psicodélico era un
camino fallido pero de una lucha con sentido liberador. La “drogodelia” (por permitirme un
neologismo) de las discotecas de los noventa despolitiza la socialización de los sesenta,
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recrudece el individualismo, testimonia y defiende al consumo por el consumo. La
Discoteca de los noventa es desarticulante, enajenante. Su modo de funcionamiento es la
generación de un estado mental de “fuera de control personal” por medio del cual el
discurso dominante se adueña del sujeto para convertirlo en consumidor y constructor de
su ideario. La discoteca crea una situación en la que los sujetos están como aturdidos,
poseídos “por un control externo”. De otro modo no serían capaces de soportar lo que allí
sucede (Baigorri A. 1995). De la mano de la música de alto volumen y las luces de las
discotecas – como ha observado Riccardo C. Gatti - aparece un aturdimiento y una
alteración del estado mental... que ayudados por la aparición del estrés y la fatiga
producidos por el ritmo y el baile continuo promueven un estado de agresividad placentero
en el que el joven se siente aceptado por todos, sin relacionarse con ninguno... la
alteración mental, es el acceso a un "rito" que no se realiza si no se inicia, pero que hecho
esto, no puede contenerse en la mayor parte de los casos, creándose así una situación
altamente incontenible.
Esta suerte de “vaciado conceptual” de las discotecas, que en realidad es una nueva
forma de llenar el símbolo, y que genera un “estado de descontrol semionírico” cuenta
para su consecución con cómplices situacionales, en la discoteca misma, perfectamente
interrelacionados y diseñados: cuatro jinetes del Apocalipsis: El local, la música, el ruido y
las luces. Referiré apenas un poco de cada uno.
El local es una suerte de “bunker” cerrado y oscuro que delimita radicalmente el “adentro”
y el “afuera”. No son locales pensados para la intimidad individual ni de la pareja. Algunos
creen que son espacios de socialización. No. El principio de construcción es otro:
construcción de una masa, de una multitud. “La multitud – señala Rabaud – depende de
una atracción exterior a los individuos...causada por un excitante externo” (citado por
Sociedad Francesa de Filosofía. 1953. p.8484). La multitud supone apenas concomitancia
y está sujeta a su “excitante externo”. La multitud no piensa. La multitud reacciona,
reproduce. Tiene un Dios y un profeta. La Música y el “DJ” (abreviatura de uso común
para denominar al Disc Jockey). De paso la sobrecarga de CO2 por el encerramiento de
la multitud, respirante y transpirante, ayuda sobremanera a ese estado de indiferenciación
sueño-vigilia, realidad-ilusión tan típico de los estados alterados de consciencia.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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La Música es la única parlante en la discoteca. Pero su parlamento es carente de
contenido. Si algún diálogo fuera posible, el DJ se encargará de desvirtuarlo con ruidos
electrónicos, mecánicos o vocales. La música tiene su protagonismo en una suerte de
invasión de gran intensidad a nivel del cerebro del mismo modo que si lo estuvieran
martillando. Casi inevitablemente aparece entonces un mecanismo de defensa para hacer
frente a esta agresión continua: "desconectar”, con lo que la persona va perdiendo en
situación sus capacidades intelectivas y por tanto disminuye sensiblemente el volumen y
tipo de tareas a realizar. Ya Schopenhauer nos lo había adelantado: “la cantidad de ruido
que uno puede soportar sin que le moleste, está en proporción inversa a su capacidad
mental”. Por si solo el volumen de la música es capaz de acallar al pensamiento. El sujeto
no puede no solo escuchar al otro, sino que no puede ni escucharse a sí mismo. Textos
incoherentes y repetitivos vienen a poner cierre a esta función de “turn off” (apagado) del
sujeto.
Sin Ruido no hay discoteca (de los noventa). Digo “ruido” no festinadamente: Los
especialistas ubican en los 65-70 decibelios el límite máximo de tolerancia que soporta el
oído humano. Solo por debajo este umbral se pueden escuchar sonidos integrados sin
comprometer la funcionalidad del organismo. El “sonido” ambiental en muchas ciudades
es hoy muy superior y es por esto que resulta molesto para el ser humano y se considera
ruido. En magnitudes físicas se ubica alrededor de los 80 decibelios, nivel incluso dañino
para el oído. Baste entonces decir que en las discotecas puede producirse hasta 120
decibelios. Se repite la fórmula: al no poder aguantar tanta sonoridad, el organismo
“desconecta” las neuronas produciéndose una suerte de enajenación transitoria. ¿Por
qué? y si no queremos dudar o cuestionar intenciones entonces preguntémonos: ¿ qué
sucede con esto? La respuesta es más o menos conocida. El ruido ensordece: ensordece
la audición, ensordece la consciencia, ensordece el alma.
Las luces son especialmente protagónicas. En una discoteca hay normalmente dos clases
de luces. De una parte las llamadas luces psicodélicas: intermitentes, de todo tipo de
colores (en Gran Bretaña han sido retiradas gran parte de ellas por provocar daños en la
retina de las personas). “Esta iluminación estimula la fantasía, la magia, la irrealidad”
(Chmiel S. 1994. p.178). Junto a estas, las luces estroboscópicas, que originan una
alternancia de luz y de sombras. Dependiendo de la velocidad en la alternancia así será
su efecto sobre las personas. Una alternancia de 5veces/segundo ocasiona una pérdida
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en el control sobre la visión a pocos centímetros de distancia. Aumentándola a
25/segundo ocasiona una pérdida total de concentración por parte de una persona. Si la
alternancia es superior a los 25/segundo ocasiona una falta de control sobre los actos de
las personas. El juego de las luces descomponen movimiento y figura humana, creando
una sensación real de caos. “Las luces ayudan a crear imágenes fragmentadas: nadie ve
a los danzarines con nitidez, sólo advierte sus ropas, sus gestos, sus figuras o sus
movimientos. Se trata de una secuencia de flashes que cada individuo debe conectar en
su mente con otros bloques de imágenes semejantes si quiere construir una realidad más
compleja que supere la parcialidad de estos recortes enceguecedores...las imágenes
“pegan”, son plenas y, en consecuencia, anulan el pensamiento” (idem) La discoteca tiene
que ser una situación en la que se nos precisa aturdidos, de otro modo no seríamos
capaces de soportar lo que allí sucede (Baigorri A. 1995)
“Un amante del baile no se preguntará por qué baila.
Simplemente bailará entregándose
al estímulo de la música.
Lo hace porque le gusta y el placer
es razón incuestionable para hacer las cosas”
Rubén Padrón Astorga
Un conocido musicólogo colombiano ha dicho: “Punto de encuentro entre lo privado y lo
público, entre el cuerpo y la sociedad, el baile tiene una historia rica y compleja, acaso la
historia sublimada de toda una comunidad” (Londoño C. 1995). Algo similar afirman
Jaramillo LG y Murcia N: “Baile, es aquella parte que hace de la danza una realidad, en la
cual una persona entra en su mundo. La danza al querer expresar un acto simbólico como
el amor, la pasión, las costumbres o el modo de ser de un individuo o de una comunidad,
lo hace por intermedio del baile o bailes”. (Jaramillo LG, Murcia N. 1998). El baile, y no se
preocupen que no voy a historiar, ha sido siempre un acto intencional con un fin
relacional-comunicativo. Es cierto que “no siempre se baila para comunicar algo en sí,
sino que se puede bailar por alegría, diversión y desfogue de energía, siendo una
práctica...en forma de juego (libre y espontáneamente)..., pero también se puede jugar
con gran significación y no sólo por divertirse siendo a su vez, más extenso y holístico...el
baile” (idem. 1998). Pero el baile en la noche alucinante de la discoteca ha roto con sus
antecesores y sus similares.
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Obvio que sin el baile la discoteca no existe. Tanto así que usualmente las capacidades
para personas sentadas no llega ni a la cuarta parte de la capacidad total del recinto. El
baile es el modo en que las personas entran en el juego de la discoteca, es imprescindible
bailar para decir que se está en la discoteca. Pero la imprescindibilidad del baile no es
promovida por una presión prosocial. Esta conduciría a un baile socializador. El secreto
está en la intersección de los elementos que hemos descrito antes con un protagonismo
especial de la música. En la Discoteca la música no se escucha, se siente. Ella presiona
físicamente al cuerpo. La experiencia es comparable a la inmersión en el fondo marino: el
agua no se ve, se siente. Y esto tiene un valor especial en la emergencia del baile.
Veamos más de cerca el asunto con un lupa propia, psicológica. Tomemos al
psicoanálisis de rehén, aunque bien podría ser toda la psicología de las emociones desde
Thomas, pasando por Fraisse hasta Lazarus.
Me gusta mucho, desde la primera vez que lo leí el “Más allá del principio del placer” de
Freud. Allí nos dice que “el curso de los procesos anímicos es regulado automáticamente
por el principio del placer”. (Freud S. 1981. Tomo III. p. 2507). Los procesos anímicos
tienen su origen en una tensión displacentera y su fin último, es la disminución de dicha
tensión y el ahorro de displacer en la producción de placer. Placer y displacer se
sustentan entonces en la cantidad de excitación presente en la vida anímica. El displacer
es la elevación de dicha excitación y el placer la disminución. Como sabemos es el
principio
físico
de
la
homeostasis.
La
e-moción,
entendida
como
descarga
desorganizadora organizada es un punto crítico (recordemos la noción de óptimum de
motivación) en la trayectoria del comportamiento desde su eficiencia (organización,
estabilidad, productividad) hasta su ineficiencia. Los excesos de tensión de no ser
liberados producen stress. El propio Fito Paez, que solo por ser argentino es de suponer
que ha sido psicoanalizado, hace su recomendación: “tira tu cable a tierra”. Las
propuestas psicoterápicas son diversas en nuestro medio: “no cojas lucha” “desmaya eso”
“no te sulfures” etc. Eliminación de los excesos de tensión. Este es el común
denominador. La regla.
¿Qué pasa en la discoteca? En condiciones en que los niveles superiores de regulación
son acallados por el ensordecedor componente alucinante que hemos descrito antes, el
dispositivo físico primario se dispara. De este modo la acumulación de displacer
encuentra su ruta de salida en una descarga física que por asociación asume el
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protagónico de placer. Un placer individual, narcisista, onanista. Esta descarga aumenta
su potencial convulsivo en la medida en que el displacer aumenta, entiéndase en la
medida en que la discoteca realiza su malsano juego, hasta hacer evidente explícita su
esencia agresiva. La ininterrumpida sujeción a las estimulaciones productoras del
displacer hace ininterrumpido el comportamiento consumatorio de la eliminación de dicha
tensión. Su modo de articulación con el contexto es, precisamente, el baile.
El baile entonces, como describiera en su momento el maestro de maestros Diego
González Martín, es un facilitador de estados de disociación producidos por la situación
misma siendo su derivado natural. El discotero (otro neologismo para no variar) es llevado
a un baile convulsivo para eliminar la tensión que lo lleva directamente a la estructura
definitiva de su disociación. El baile no tiene una misión de sujeto. El baile no es el medio
de (socializar, participar en un grupo, acercarse a otra persona, enmorar,etc), sino la
exigencia endógena producida por un regulador exógeno. Ahora entendemos mejor la
descripción del “Dayly News”: "Apartados unos de otros...los bailadores hacen todo lo que
se les pasa por la cabeza, sin mirarse, y sin dirigirse la palabra en ningún momento, como
si cada uno se moviera delante de un espejo gritando sin parar YO, YO, YO."
Si, contando con su tolerancia y paciencia, intentara establecer una unidad, un eje
primario estructurante de todos los fenómenos aquí descritos bajo el análisis de los
vínculos “ocio-nocturnidad-juventud-discoteca”, no dudaría un momento en decir
enajenación. Recuerdo que por enajenar se entiende: “Pasar o traspasar a otro el dominio
de una cosa o algún derecho sobre ella. Sacar a uno fuera de si; turbarle el uso de la
razón o de los sentidos” (Diccionario Enciclopédico Ilustrado COSMOS). El sujeto
expuesto a la sórdida imposición del discurso de la discoteca se torna individuo
enajenado.
Esta enajenación se convierte en un productor de adicción que hace que el fenómeno se
profundice y se prolongue. Es algo que no se puede controlar, no se puede detener. Por
solo citar un ejemplo, tomemos como referente la aparición de los “after hours”. Esta
nueva modalidad de prolongación de la noche se está imponiendo en nuestro hemisferio.
“Hoy los jóvenes...Después de una noche intensa, y con la intención de seguir saltando al
ritmo del tecno, están en los after hours (o después de hora), lugares en los que es
posible entrar pasada las cinco de la mañana y donde la música y la diversión no paran...
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Los lugares en que se puede seguir bailando más allá de la cuenta ...no se publicitan
como otras discoteques... Como en cualquier discoteque, es la pista de baile donde arde
la fiesta. Donde cada uno baila sin pensar en el resto... Existe una cercanía entre bailar
hasta el amanecer y el uso de algún tipo de “ayuda extra”. Los incansables movimientos
al bailar, las botellas de agua dan algunas pistas” (Muñoz L. 2002). Una vez más, la
enajenación, la conversión del sujeto en sujeto-sujetado que descentraliza al joven no
solo de la sociedad y del grupo, sino incluso de sí mismo. El no decide qué hacer, sino
que es compulsivamente arrojado a un hacer fuera de su control al que lo único que hace
es someterse. Incluso el supuesto “gozo” deja de ser “su gozo”. No en balde Cris
Novoselic músico del grupo “Nirvana”, cuyo cantante Kurt Cobain se suicidó, hizo una
definición de lo que es la noche en esto lugares; dijo textualmente: “La vida nocturna es
igual en todas partes: Cigarrillos, alcohol y mierda”.
Que tres elementos! Cigarrillos como para inundar la atmosfera de la asociación “humo–
estado onírico” y darle un toque especial de insanidad. Alcohol para facilitar, reforzar y
profundizar el estado alterado de consciencia. Por último “la mierda” en palabras del
afamado rockero. Podemos darle su nombre propio: DROGA. “El alcohol no es el único
exceso que se da en la noche y,desde luego, tampoco el que más debería preocupar.Las
drogas son una realidad que cambia de manos rápidamente. Un chico grita a la entrada:
«¡Cartones, farlopa, ácidos!», como una frutera en un mercado el lunes a la mañana. No
se sabe bien si compra o vende..., de todas formas,informa lo que es posible encontrar en
el corazón de la madrugada” (elcorreodigital.com). La droga es el discurso inmanente,
latente de la discoteca, su expresión natural de producción de enajenación. La Discoteca
es el santuario de la droga.
Es cierto que se consume droga fuera de las discotecas. Es cierto que el consumo de
drogas es anterior a la explosión del fenómeno discoteca. Es cierto que no hay razón
absoluta para decir que todos los que están en una discoteca consumen o están
consumiendo droga. Pero el vínculo discoteca-droga goza de una compenetración
sorprendente que no escapa a nadie. Si he sido lo suficientemente claro y convincente,
ustedes estarán de acuerdo conmigo en que la discoteca es un comunicador publicitario
de la droga, la convoca, la incita, la reproduce simbólicamente para promover su
consumo. No es subliminalidad, es discurso evidente, dominante y omnipotente. La
experiencia discoteca es similar en sus contornos a la experiencia consumo de droga.
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Justo su unidad es la producción de enajenación: la entrega del individuo a un modo de
vida decadente, irresponsable, anestésico, en el que solo el existe y no por mucho tiempo.
“Siempre llega el enanito, siempre oreja adentro...
apartando piedras de aquí basura de allá...
Siempre llega hasta el salón principal donde está el motor que mueve la luz
y siempre allí hace su tarea mejor El Reparador de Sueños”
Silvio Rodríguez
“EL BAILADOR CRITICO, una utopía realizable”
Nadie duda hoy de que el impacto mediático sobre la sociedad, la globalización, internet,
demandan la formación de un “sujeto crítico”, un consumidor con capacidad reforzada de
anticiparse a los efectos del discurso omnipotente sea este de la televisión, del cine, de la
radio o de la red de redes. Debray R., apuntando a la realidad francesa, pero a mi juicio
transferible en gran medida a otras realidades, señala que ”los valores asimilados hoy por
los alumnos pasan por la televisión, la música, la radio, la moda, la publicidad, más que
por la escuela y la familia” (Debray R. 1995.p. 85). Nosotros no estamos lejos de esta
realidad. Nuestros jóvenes consumen televisión, cine, literatura, que incluso escapa a la
programación nacional. Las telenovelas de moda en Miami, los inmundos “reality show”
de verdaderas momias con más cicatrices de cirugía plástica que la novia de Frankestein,
todo eso y mucho más llega a la sala de la casa de algunos de nuestros alumnos, se
socializa, en algunos incluso se instala como aspiracional.
Pero al menos, en lo que a los grandes medios (radio, televisión, cine) se refiere, con
presencia más discreta o más contundente, hemos avanzado en la formación de ese
individuo a quien no hay que ocultarle algo para que “no sea contaminado”.
Probablemente tenemos que agradecer al Cine, que no se conformó con un espectador
de taquilla, sino que en su afán de diferenciarse como un arte, se involucró en la
producción de un consumidor de ese arte. Es interesante, puesto solo sobre la base de
una mirada de superficie, que en nuestro país se hace crítica de cine, crítica de televisión,
crítica incluso a los espectáculos denominados como cultos y esto supone una acción de
formación del “consumidor crítico”. Sin embargo, no existe crítica a los espectáculos por
ejemplo de grandes concentraciones de bailadores (a no ser que suceda algo
escandaloso), a discotecas, al mundo del “ocio por ocio”. No se habla de los espectáculos
de mal gusto que inundan la madrugada habanera. Es como si el ser unidades aisladas y
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discretas les redujera importancia. Cuidado: el todo no es la suma de las partes, pero
partes que se suman hacen un todo.
El “espectador crítico” es una realidad en formación. Parte de la noche está parcialmente
“fuera de peligro”, sobre todo la parte que está “para no salir de casa”. ¿Pero y el ocio de
esa nocturnidad de la que hemos estado hablando?.
Ya he abusado bastante de su tolerancia, paciencia e insomnio. De modo que voy
cerrando entonces con la esperanza de que si me han seguido hasta aquí, arribarán
conmigo a las mismas conclusiones.
Defiendo la idea de un “bailador crítico”, una cultura crítica del ocio nocturno asociado a
los grandes centros de recepción, concentración y diversión de los jóvenes. Allí hoy se
juega buena parte de lo que tenemos que hacer en materia de formación y educación de
las generaciones más jóvenes. Hasta allí tiene que llegar nuestra influencia educativa. Y
obviamente no creo posible que sea abriendo aulas en las discotecas, ni limitando el
acceso a las mismas a los jóvenes que tienen méritos sobresalientes. Mucho menos la
solución está en satanizar dogmáticamente las discotecas y convertirlas en el “oscuro
objeto del deseo”. Tampoco las llamadas actividades extracurriculares han de ser el único
campo a dónde tenemos que apuntar intentando hacerlas más atractivas para “vencer a la
competencia” (ellas son en realidad “semicurriculares”- se realizan bajo nuestra
supervisión, en buena parte con nuestra presencia e imbricadas en el discurso
institucional). Si asumimos que educar es preparar hombres y mujeres para la vida,
entonces estamos responsabilizados con ayudar a nuestros jóvenes a vivir creativamente
su ocio. No dictaminarles un modo de consumir el ocio, sino educándoles para que el
modo en que decidan hacerlo sea potenciador, al menos no obstaculizador, de su
desarrollo como seres humanos. Nos corresponde a nosotros los educadores porque al
fin y al cabo nuestra misión es sin duda alguna esa: “preparar hombres para la vida”
Algunos piensan que el ocio, especialmente el ocio nocturno y qué decir del baile, es
como el placer: “pensarlo es echarlo a perder”. Es difícil concordar con esta idea en estos
tiempos. Tomemos como rehén al SIDA: nada es más placer que el amor, que el sexo
enamorado, y hoy necesitamos ser más que nunca “amantes críticos” pensar en la
necesidad del uso del preservativo, ser más cuidadosos en la selección mutua de una
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pareja sexual, tener una actitud crítica ante la demanda y la aceptación de la propuesta
sexual. El SIDA no tiene rostro pero si puede ser prevenido. La vida puede ser
cualitativamente mejorada, puede ser prolongada, se puede multiplicar el placer de vivir y
lo que se necesita para esto es una mirada preventiva. La prevención es la capacidad de
situarnos en una posición crítica ante el consumo, en sus sentido más general.
Un “bailador crítico” no es mucho más que alguien que piensa en los caminos por los que
conducir su consumo de nocturnidad, que pone en la distancia los modelos de consumo
del ocio y decide en pro de su placer, de su felicidad en consistencia con su saber y sus
argumentos de vida. Es un sujeto implicado con sus decisiones, que evalúa qué, dónde,
con quién, para qué, antes de ejecutar el primer pasillo, antes de llegar al salón. Se
resiste a ser una marioneta de las pretensiones de otros y a participar de un juego que le
arrebata su derecho a la opción. Sabe a dónde va y cómo regresará, sabe, al decir de
Jean-Claude Carriere “lo que no se ve, lo que no se oye, lo que no está”. Es crítico no
para censurar, sino para seleccionar mejor y para definir los límites de su acercamiento a
un modelo de consumo del ocio. Como todo acto humano el baile es intencional, no
porque contenga una intención abstracta sino porque es intención de un sujeto: el
bailador.
No es una utopía futurista lo que propongo. En alguna medida “bailadores críticos” fueron
nuestros ancestros, que separados de su tierra y de sus mujeres, hicieron del baile una
forma de salvaguardar su identidad, sus valores y hacerlo con el placer al que se asocia la
diversión y la comunicación interpersonal. “Bailadores críticos” fueron nuestros abuelos
que hicieron del baile un instrumento legal para el delito de amar. Ellos sabían por qué,
con quién y para qué bailaban, y disfrutaban el placentero ir y venir de los pasos
cadenciosos de una danza donde el contacto cercano era la sustitución de la palabra por
la poesía del cuerpo. No menos “bailadores críticos” fueron nuestros padres que se
opusieron a la “prostibularización” del bolero y lo convirtieron en genuina expresión de lo
que las palabras sin acompañamiento no lograban expresar, lo hicieron cómplice de la
lucha contra sus prejuicios ganando el permiso para llorar y sufrir sin sentir vulnerabilizada
su imagen. Digo más, “bailadores críticos” también fuimos nosotros que bailamos primero
rock and roll y luego twist sin dejar de ser cubanos, alfabetizando, cortando caña,
sembrando papas, desmistificando la paranoia del diversionismo ideológico, más allá de
su verdadera contribución a la lucha ideológica. Hoy que Lenon se sienta tranquilamente
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en un parque del vedado tenemos que hacer saber que solo la lectura crítica de los
modelos de ocio nos permiten una asimilación productiva, una internacionalización propia
sin renuncias, un participar del mundo sin diluirnos ni ser subsumidos, un ser capaces de
no tener que “cerrar” cuando arriba el sin remedio lo que puede estar “abierto” y ser otra
razón más para la alegría.
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Termino mi escrito llamando la atención sobre la necesidad de “una asimilación
productiva, una internacionalización propia sin renuncias, un participar del mundo sin
diluirnos ni ser subsumidos” y de “ser capaces de no tener que “cerrar” cuando arriba el
sin remedio lo que puede estar “abierto” y ser otra razón más para la alegría”. No
comparto en modo alguno el facilismo de las decisiones por el principio del “se acabó
porque aquí mando yo”. Tampoco las prácticas del “corte por lo sano” en ninguna de sus
múltiples extensiones infelices. No quisiera tampoco que algún descendiente trasnochado
del Papa Gregorio o del malsano administrador Torquemada tomara mis palabra como
justificaciones conceptuales de la eliminación física de las discotecas. El camino no es la
prohibición. La prohibición es un acto unilateral, no necesariamente comprensivo (ni
comprensible). La prohibición no es una acción educativa. La irracionalidad es el sustento
de tales estilos comportamentales. Yo, por el contrario, estoy abogando por la
racionalidad, por el principio del análisis crítico productivo, por la generación de un
consumidor racional y crítico, sin que renuncie al deseo, al gusto, al placer. La lucha
contra el placer es una batalla perdida. El asunto no es de quitar, sino de dar. Dar otra
alternativa.
La táctica del “bailador crítico” se inscribe en la estrategia general del “divertido
inteligente”. Es un llamado a la educación en el sentido más estricto del término. Pero,
paralelamente habría que montar una estrategia de consumo o para ser más exacto, en
una terminología que también forma parte de mi perfil profesional, una “estrategia de
producto”.
Es
aquí
entonces
donde
necesitamos
pensar
muy
creativa
y
desprejuiciadamente. La tesis ya está definida: otra Discoteca es posible. El modelo de
Discoteca que ha impuesto el sistema de consumo lidereado por “la drogodelia
norteamericana” no tiene por qué ser la única respuesta a necesidades y expectativas
reales y loables de los jóvenes. Parafraseando una expresión de Abel Prieto, siendo
estudiante universitario en los tempranos setenta, de lo que se trata es de “vaciar el
símbolo”. Construir nuestra alternativa.
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Entonces el asunto es también de Educación. Educación de los que tienen que ver con la
construcción de espacios para el ocio, para el divertimento, para el baile. Educación
desde los proyectistas, los diseñadores de productos, hasta los que hacen el servicio en
esos lugares. Un producto ofrecido, una discoteca por ejemplo, es un acto de
comunicación humana y como tal es un conformador de imagen, de consumo, de
recepción y por ende de receptor. Que aboguemos por un consumidor crítico no nos
exime de una construcción crítica de nuestros productos. Insisto: Otra Discoteca es
posible. Como no ha de serlo en este país en el que los sueños a fuer de soñarse entre
todos son realidades.
BIBLIOGRAFÍA
Baigorri A.(1992) “El ruido en la ciudad”. Federación Española de Municipios y Provincias. Cáceres.
Debray R. (1995). “El estado seductor. Las revoluciones mediológicas del poder”. Buenos Aires.
Manantial
Freud S. (1981) “Obras Completas”.Tomo III. Madrid. Biblioteca Nueva.
García Espinosa J (2000) “La telenovela o el chisme elevado a categoría de arte dramático” en: Un
largo camino hacia la luz. Ediciones Unión. La Habana. pp.131-141.
Gatti R “¿Che succede in discoteca ?” Droga net. http://space.tin.it/salute/vvgatti/main.htm
Jaramillo LG, Murcia N. 1998 “El Baile y la Danza” http://www.efdeportes.com/efd46/baile.htm
Londoño A. (1995) "Baila Colombia". Medellín. Universidad de Antioquía.
Muñoz L,. (2002) “Bailando hasta más allá del amanecer”. Revista MUJER. 28.09.2002
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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MÁS ALLA DEL PRINCIPIO DEL PLACER:
EL PRINCIPIO DEL SABER.
El derecho de saber y el deber de hacer saber.
La tinta aún está fresca en estos papeles que unas horas de
esta conferencia terminé de imprimir y unos minutos antes
terminé de casi redactar. El olor de los dos litros de café que
me tomé en toda la madrugada para no quedar dormido y
poder escribir estos apuntes por suerte no se percibe.
Agradezco a mi hijo más pequeño, Manuel Ernesto, por ser la
de ayer, la primera noche que duerme sin despertar en sus
primeros ocho meses de vida.
En 1920 Sigmund Freud terminó de escribir y publicó uno de sus trabajos más
controvertidos y a mi juicio innovador: “Más allá del principio del placer”. Allí quedó inscrita
la suposición psicoanalítica básica según la cual “el curso de los procesos anímicos es
regulado automáticamente por el principio del placer”. (Freud S. 1981. Tomo III. p. 2507).
Este principio del funcionamiento psíquico, que como el genial creador del psicoanálisis
señala “corresponde a un funcionamiento primario del aparato anímico y que es inútil, y
hasta peligroso en alto grado, para la autoafirmación del organismo frente a las
dificultades del mundo exterior” (op.cit.p.2509) encuentra en el desarrollo humano una
contraposición: el principio de la realidad, nacido bajo el influjo del instinto de
conservación.
La realidad es cordura, transacción, límite. El placer es fantasía, emoción, irracionalidad,
impulso natural, gusto, deseo. La realidad es racionalidad, intelecto, conocimiento. Placer
y realidad han quedado representados como posiciones contradictorias en el vínculo
humano con su mundo. El placer es un préstamo, un anticipo, que nos hace la felicidad.
La realidad es el cobrador de impuestos que nos recuerda que como la deuda externa, el
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placer es impagable. Lo decía de un modo más cubano un “filósofo” de mi natal cayo
hueso: “Todo lo que da gusto o es prohibido,o no se debe hacer, o hace daño. Lo
permitido nunca es tan bueno”. El placer aparece como un antónimo intermediario de la
realidad: no se trata del binomio antagónico placer-displacer, sino de la inconvergencia
genérica placer – no placer, “que no es lo mismo, pero es igual ”.
Es en medio de esta dicotomía existencial, al decir de Fromm E. (1983) que hemos
quedado posicionados en el mercado de la comunicación social los que de uno u otro
modo nos proponemos lenguajear a gran escala sobre la realidad, o más difícil aún, sobre
un fragmento de la realidad en principio inaccesible al mirar cotidiano, un fragmento de la
realidad que necesita para ser visto de un artefacto especial cada vez más complejo y
sofisticado: la ciencia. Desde ya quiero llamar la atención sobre la utilización no casual de
la expresión “lenguajear a gran escala”. Con esto quiero llamar la atención sobre la
gestión de comunicación social cuyo destinatario no es el bondadoso público que
comparte gustos, intereses y hasta en ocasiones formación especializada con nosotros.
Este público tiene todas los beneficios de la experticidad compartida y junto a ella el
interés, la preferencia, el hábito, cosas en general favorecedoras a una gestión de
comunicación eficaz. Aunque también, siendo justo, tendría que decir que no son pocas
las veces que van acompañadas de envidias, celos profesionales, pruritos cientificistas,
etc. Me quiero referir sobre todo al “horror fascinante” que supone hacer la comunicación
científica que pone en el punto rojo de su colimador al gran público.
Tendríamos razones para afirmar que la comunicación social de ciencia con el gran
público goza hoy de mayor salud que nunca antes. Podríamos señalar sin mucho temor a
equivocarnos que nuestro público ha crecido considerablemente, es más, para un sector
importante de la población nuestro trabajo responde a una real necesidad sentida. Hemos
ganado en notoriedad, volúmenes de productos comunicativos, aceptación. Hasta en el
mercado tumultuoso de esa gula consumista que produce una cantidad de canales que
solo un desocupado alcanza a ver tenemos dedicación especial. Aunque siendo honesto
no se si el Discovery responde a la intencionalidad que nos une en este Encuentro o a un
Plan de Marketing muy inteligentemente diseñado. Ojalá que a las dos. Por solo poner un
ejemplo que aumente nuestro acuerdo en torno a la certeza de nuestra salud actual
podríamos sugerir el caso de las acciones de comunicación social en salud: hoy muchos
consideran que “estos son tiempos gratificantes para los profesionales de la salud que
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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han estado comprometidos con el concepto de educación para la salud. Un brusco auge
del interés del público y de los profesionales por la educación para la salud esta siendo
impulsado a nivel nacional e internacional, convergiendo en temas de auto-ayuda,
prevención y promoción de la salud” (Green L., Kreuter M., Deeds S., Partridge K. 1980.
pg. 2).
Sería una torpeza considerar que esta mejoría es un efecto puntual de la casualidad. Sigo
siendo de los convencidos con y desde Marx que aunque ”la hacemos, en primer lugar,
con arreglo a premisas y condiciones muy concretas,...somos nosotros mismos quiénes
hacemos nuestra historia...” (Marx.C., Engels F. 1974.p.514). El suceso pertence quizás
no por entero a nuestra voluntad, pero si a nuestro trabajo, y lógicamente a un conjunto
de condiciones favorecedoras. Intentaré precisar algunas de dichas condiciones, las que
“gracias a” o “a pesar de” resultan favorecedoras de nuestro “estado actual de salud” :
1. El avance ascendente de los códigos de modernidad hacia una convergencia con el
espacio antes elitista de la ciencia. Hace apenas unos pocos años históricos la
modernidad tenía como códigos fundamentales los sustentos primitivos de la ciencia:
saber leer y escribir. Hoy los lenguajes “esotéricos” de la computación, el manejo de
una segunda lengua, la disposición de sofisticados instrumentos de cálculo, el saber
económico, incluso hasta una cultura espiritual acercan mucho al ciudadano común a
aquél "científico per natura" con el que representaba Kelly G. (1955) a todo ser
humano.
2. El desplazamiento de la ciencias de un círculo cerrado y concéntrico, de acceso solo
posible por “patente de corso”, a un sector más amplio de personas, y al mismo tiempo
a una mayor responsabilidad en los procesos productivos y de aumento de la
eficiencia. Con esto, saber la ciencia, aunque fragmentada y pragmática, es más que
un “toque de distinción”, una necesidad cotidiana.
3. La emergencia, desde los inicios de los años sesenta, de movimientos políticos
emancipadores, con proyectos sociopolíticos de profunda inspiración humanista y
moderna, cuyo centros instituyentes son la creación de una nueva sociedad más justa
y soberana, una sociedad más culta, más educada y por ende más sustentada en es
saber científico. “Ser cultos para ser libres” parece ser el gran redescubrimiento
renacentista de la época. La cultura es la estructura subjetiva de la nueva sociedad,
del nuevo hombre. Pero ser cultos ya no es más saber los clásicos de las bellas artes,
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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conocer alguna de las lenguas muertas y tener un cierto refinamiento expresivo
comportamental. Ser culto es sobre todo ser instruido en el pujante mundo intelectual
que somete a la naturaleza al dominio del hombre.
4. La revalidación, por influjo de los movimientos políticos y sociales, y la exigencia al
cumplimiento de los derechos elementales e inalienables del ser humano. Entre ellos
el derecho a saber, y como inevitable contraparte el deber de hacer saber.
5. El propio desarrollo de la sociotecnificación. La sociedad unidimensional tan criticada
cuanto venerada por Marcuse y los “frankfurences” dibuja la ilusión de que “la misma
función de las ideologías – como dice Adorno – se va haciendo cada vez más
abstracta” (Adorno T.W. 1962. p.23). Las nuevas utopías no son de sociedades
morales, solidarias. Si la incorvengencia en las ideologías puede ser sustituida por la
convergencia científica, si la ciencia es verdad, no ideología, entonces la utopía social
es cientista, tecnocrática. La sociedad mejor será la más científica, la más tecnificada.
Sociedades más tecnificadas reclaman hombres más instruidos. Hombres más
instruidos demandan más instrucción.
6. La sociedad mediológica que se sustenta en la ciencia, la consume, la importa, la hace
llegar a todos los lugares de conveniencia. La ciencia se constituye en un medio de
poder – la información es poder, el conocimiento es poder. Por si esto fuera poco,
hasta en las sociedades autocráticas el referente de la ciencia es fundamental : “El
poder es la ciencia”.
Todo esto para bien o para mal, desde lo comprensible y lo incompresible, desde lo que
puede provocar nuestro acuerdo y beneplácito, hasta lo que nos causa indignación y
rechazo, pone a la ciencia en un lugar un poco más privilegiado dentro de las prácticas de
comunicación. Científicos de alto calibre aparecen en las pantallas de televisión, escriben
en diarios y revistas, se someten a la siempre peligrosa acción de reporteros, periodistas
y publicistas, se disponen a decir lo que nadie comprende de un modo que todos lo
entiendan. Algunos hasta han logrado un cierto “boom”. “Cosmos” estuvo a punto de
convertirse en el Oscar del año, y su científico conductor, Carl E. Sagan, en el actor mejor
pagado de Hollywood. Stephen Cobey vendió más ejemplares de su “Highly Effective
People” que Freud de su bestseller, “La interpretación de los sueños”. A Hawkins se le
reconoce tanto o más en los “mass-media” que en las bibliótecas especializadas. Tengo la
esperanza de que nuestro excelente programa de comunicación sobre medio ambiente
,“Entorno”, un día llegue a verse más que el farandulero “Contacto”, que el espacio de
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comunicación de ciencia
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sabatino, el de Mara Roque, deje atrás los ranking de
teleaudiencia del pésimo humorismo de “Los hombres que la amaron”, y que mi “Vale la
Pena”, orientación y educación para la vida, sea más popular que “Mi Salsa”.
Sin embargo, no nos conviene, ni nos queda bien, la contemplación satisfecha, el
autoelogio conformista. Los éxitos siguen siendo puntuales, y no promedian muy alto al
unirse con los no éxitos. La facilidad con que logra alcance del gran público la
“mediocridad salseada”, el arrastre pasional que logran los más indecorosos y
chabacanos chistes, la asociación simbiótica que una trama absurda y una historia
primitiva establecen entre un personaje y una persona, distan mucho de los logros
promedios de las acciones de comunicación cuando el sonido es técnico, el chiste un
objeto de análisis, y la historia un devenir de la realidad (presente, pasada o previsible,
actual o virtual). Los avances no nos pueden cegar : somos en ocasiones aceptados, en
general reconocidos y respetados, pero con mucha frecuencia no somos preferidos.
¿Por qué es tan dificil lograr el atractivo?, ¿por qué es tan relativamente poco preferida la
acción de comunicación social científica con el gran público? (estoy hablando no del
sustrato científico de las prácticas de comunicación social, sino de la gestión de
comunicación cuyo producto, cuyo contenido instituyente es el conocimiento, la sabiduría,
la ciencia, el vivir consciente y responsable, el saber donde estamos tratando de ser). Es
esta la pregunta que quiero que nos respondamos.
Tomemos como ejemplo la televisión ya que como dice Debray R., apuntando a la
realidad francesa, pero a mi juicio transferible en gran medida a otras realidades, ”los
valores asimilados hoy por los alumnos pasan por la televisión, la música, la radio, la
moda, la publicidad, más que por la escuela y la familia” (Debray R. 1995.p. 85). Incluso
para un país como el nuestro donde la alternativa televisiva es solo trinaria (o ves un
canal, o ves el otro, o no ves la televisión), donde los “consumisaurios” no pueden
disfrutar del zapping, donde al menos en el discurso intencional declarativo la prioridad
está dada a la conformación de una comunicación social culta y educativa, incluso aquí, la
aceptación de una buena parte de los programas de comunicación de la ciencia, de la
innovación tecnológica y medio ambiente es baja. Siendo especialmente autocríticos, para
que el efecto rebote sea mayor, podríamos decir muy baja. Aún las honrosas
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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excepciones, algunas de las cuales están presente en el programa de este encuentro, son
pequeñas elevaciones discretas de la preferencia.
Tomo la relación aceptación-preferencia como criterio activo toda vez que solo desde la
preferencia se construye un verdadero vínculo afectivo-emocional entre un sistema de
mensajes y los comunicandos que lo construyen y lo descontruyen. La preferencia es lo
que decide en última instancia la estabilidad real y el sentido esencial de un matrimonio, la
adherencia a un partido político, la fidelidad a una causa, el apego incondicional a un
producto, y los productos comunicativos no son en este sentido una excepción. La
preferencia es la voz en la que habla el gusto, el placer, el deleite. Sin ella el vínculo es
formal, tiene un déficit fundamental. Recuerdo que en uno de mis viajes a Moscú, en la
época en que aquella ciudad que nos hacía creer “que nada ni nadie quedó olvidado”, le
llevé a mi tutor de tesis doctoral un mango. Era uno de esos exuberantes, deliciosos,
deleitosos mangos con los que uno llega a creer que el placer es divino. Mi eslavo tutor,
científico de pura sangre, autor de muchos de los pasajes más relevantes de la Ciencia
Psicológica Soviética, al probarlo me dijo: ”NHTEPERCHO” (interiesna), que traducido al
español quiere decir:”interesante”. Se imaginan, evaluar aquél fruto divino como
“interesante”. No se había consumado un vínculo de atracción, no había preferencia.
Antes de seguir adelante quiero prevenir sobre lo siguiente. Lógicamente en un discurso
de generalidades, corremos peligros importantes. La comunicación social de la ciencia no
es por suerte unimodal. Ella se realiza no solo utilizando medios diferentes, sino también
esquemas de participación diferentes, recursos comunicativos y dramáticos diversos.
Algunos son más o menos logrados, más o menos pertinentes, pero de lo que no hay
duda es que cada vez son más variados. Entonces algunas de mis sentencias podrán ser
pensadas y sentidas como injustas para algunos casos, e incluso quien sabe sí hasta
excesivamente acríticas y débiles para otros. A este respecto no tengo más alternativa
que seguir la “Ley del Sayo” – al que le sirva que se lo ponga - , sabiendo también que en
no pocas ocasiones al que le sirve o no se da cuenta o no quiere darse cuenta. También
quiero reconocer otro riesgo: la paranoía. Es este un rasgo bastante extendido entre los
que consideran la crítica, la polémica, la contradicción, un instrumento de destrucción y no
de trabajo y creación. Sucede entonces que a cada sentencia general le ponen
inmediatamente un nombre y un apellido – usualmente el suyo, y esto se llama
personalización paranoica, o el nombre de aquél o de aquello a lo que él quiere pero teme
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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criticar, y entonces se llama proyección paranoica perversa. El último riesgo, sin falsas
humildades, es el de la carencia de toda la calificación y la información necesaria, pero
quiero permitirme la aventura. Entonces tómense mis reflexiones como un taller para
pensar y nunca como una afirmación para asentir acríticamente.
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Vuelvo al nudo central: la despreferencia, la poca preferencia de las acciones en las que
estamos involucrados los científicos y profesionales que intentamos hacer de la gestión
de comunicación un instrumento para la multiplicación de nuestros esfuerzos a favor del
bienestar humano. La respuesta está en la descripción misma del acto de comunicación,
que al decir de Lasswell H.D. (1985.p.51) (demasiado funcionalista para migusto) está en
“la contestación a las siguientes preguntas :
¿Quién
dice qué
en qué canal
a quién
y con qué efecto?”
No voy a abrumarlos con posibles respuestas a todas las preguntas. Me propongo buscar
alternativas de respuesta en lo que considero son tres de los elementos fundamentales
más comprometidos con la situación antes descrita : En primer término, el gran público
(¿a quién ?); luego una breve referencia a los mensajes (qué); seguidamente con mucho
cuidado y mesura me detendré en el lugar de las políticas de comunicación (¿en qué
condiciones ?. Esta es una pregunta que le falta a Lasswell – ¿es que acaso el acto de
comunicación no tiene nada que ver con el contexto institucional en el que el se realiza?).
Y por último nosotros, los comunicadores (¿quién ?). Es mi intención que la autocrítica
sea superior a la crítica, que se lea la crítica como autocrítica, porque de algún modo
todos somos cómplices. Defiendo la crítica no solo por principio, sino sobre todo porque la
necesitamos mucho.
Empiezo conmigo mismo para hablar del gran público. Cuando un televidente se me
acerca y me quiere hacer sentir bien me dice: “A mí sí me gusta su programa. Yo no sé
porque nadie lo ve. Es tan interesante, tan instructivo... Bueno, la verdad es que la gente
es muy inculta”. La gente es la culpable, “que gente caballero, pero que gente”. Yo soy
bueno pero nadie se da cuenta. La depositación de la culpa hacia fuera. Eso mismo
hacen mis estudiantes en la Universidad: si la nota es excelente dicen “saqué 5”, pero si
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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la nota es 2, entonces dicen “me suspendieron”. Allí, en el aula, yo soy la gente, el
culpable. Esta sería la mirada que habla de la incapacidad del público para la gestión de
comunicación de ciencia, su incapacidad para recibir el mensaje explícito y el implícito.
Sin embargo, esta es una mirada, además de injusta y pueblerina, insustentable y
superficial. ¿Cómo explicar el éxito de unos y la falta de la más elemental notoriedad de
otros?, ¿Por qué otras manifestaciones no corren la misma suerte?, ¿Por qué hay
diferencias marcadas en los niveles de aceptación-preferencia de un medio a otro?.
Cuando la justificación viene de los especialistas entonces suenan otras razones. “Este es
un programa para la inmensa minoría”, “Un programa como este tiene un público muy
específico”. La supersegmentación. Pero si el público es un segmento elite, si el target de
audiencia (lectores, radioescuchas, etc.) es extremadamente bajo, si es para una minoría
entonces ¿por qué no buscar otro medio de contacto con el consumidor?. Las
valoraciones incluso de algunos profesionales desconocen realidades básicas que no solo
mediatizan, diría que son decisivas en la atracción-preferencia. El asunto es mucho más
complicado que un público que no sabe, que no le interesa, que no le gusta, y estos
prejuicios han de ser revertidos. Veamos lo siguiente simplemente como uno de los nudos
del la compleja red de relaciones que conforman el instituyente de la situación conflictual.
Cualquier intento de comunicación social vería la distribución de su público cercana a la
campana de Gauss, esa que tanto suena sin emitir sonido y que define dónde están los
normales y dónde los anormales. Pero hay particularidades esenciales. Tomemos, por
ejemplo, el caso de una telenovela. En un extremo de la campana están los fanáticos,
esos que lloran cuando los héroes de su realidad virtual televisada sufren, los que hablan
de los personajes como si vivieran en su mismo edificio. Estos siempre ven la telenovela
con gusto y placer. Son estos los que se rigen por el principio de que “contigo pan y
cebolla”. En el otro extremo de la distribución probabilística estarían los que consideran
indefectiblemente, por principio, a cualquier telenovela un desperdicio de tiempo y
recursos, los que consideran una aberración del gusto y una perversión subdesarrollada
sentarse ante la pantalla a las nueve de la noche. Estos, como dice el maestro Adalberto
Alvarez, sonero de vocación y de formación, son los que “se presignan a escondidas”. Los
podemos ver sentados frente a la pantalla haciéndose los molestos, los que no les queda
otro remedio. Su eslogan defensivo es “no me gusta pero me entretiene”. Hay también
aquí placer, un placer perverso y masoquista, pero al fin y al cabo placer. Por último esta
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la gran mayoría, justamente el gran público, el que eleva los “ranking” de teleaudiencia a
cifras insospechables. Para estos, la telenovela tiene un alto índice de satisfacción de la
necesidad básica que moviliza al consumo de la televisión: entretiene, desconecta, da
gusto. Esto quiere decir disminuye el displacer, es decir da placer. Placer en la mirada
acrítica, placer en la hipercrítica, placer en la mesocrítica. Con la telenovela sucede
entonces lo que el consumidor espera: “El principio del placer llega a dominar al principio
de la realidad” (Freud S. op.cit. 2509).
La telenovela juega a la realidad, pero apuesta al placer, no importa cuan cerca o no esté
de lo real. El hilo conductor, cuando se hace bien, es lo creíble, lo que puede estar al
doblar de la esquina, lo que nos puede acercar o alejar de la vivencia de felicidad. Pero lo
creíble no necesariamente es la verdad, lo que puede suceder no necesariamente
sucede, incluso la vivencia de felicidad no es la felicidad, muy por el contrario suele ser un
paliativo de la infelicidad. Que conste que no soy el enemigo público número uno de la
telenovela. Para nada es así. Al menos en eso pertenezco al grupo de los normales: hice
profundas reflexiones filosóficas con “Roque Santeiro”, aprendí a hacer jugo de Maracuyá
con “Doña Beija” , sentí la debilidad de la carne entre “Pasión y Prejuicio” y sigo de cerca
los avances del Rancho Media Luna ubicado en “Tierra Brava”.
El asunto es otro. Se trata de que la convocatoria al placer es un gestionador de eficacia
comunicativa muy poderoso. El espacio simbólico de la recepción de la telenovela es el
placer que como círculo refundante parte de sí para llegar a sí mismo. Sabemos muy bien
que la búsqueda condiciona el encuentro con apenas un poco de ayuda. Lo complicado
es encontrar placer donde se busca la realidad, a veces en extremo cruda y lastimosa, y
es este el gran dilema de los productos comunicativos científicos, no esencialmente por
sus mecanismos de producción, incluso ni tanto por los valores formales de los
recipientes o vehículos de los mensajes, tampoco lógicamente por la prejuicial
representación de la discapacidad históricamente depositada en el público, sino por la
expectativa primaria de vínculo emocional de los comunicandos y los contenidos de los
mensajes. El público incluso cuando busca comprensión, conocimiento, aprendizaje lo
hace con una expectativa de placer, lo hace movido por el principio del placer, que no es
una motivación para nada inferior, ni perversa, ni que merece ser proscrita. Sin el placer
de lo que hacemos, no estaríamos aquí – a no ser que fuéramos pacientes del Marqués
de Sade: masoquistas por vocación.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Pero el placer primario del público tiene un sinónimo educado, aprendido tras largos años
de paciente labor de adoctrinamiento. Ya decía Cervantes que “El principal intento que las
repúblicas bien ordenadas tienen permitiendo que se hagan públicas comedias, es para
entretener a la comunidad con alguna honesta recreación y divertirla a veces de los malos
humores que suele engendrar la ociosidad”. El placer que se logra de-con algo no es el
producto del funcionamiento orgánico de nuestras vísceras, órganos sensoriales, corazón,
cerebro, etc. El placer nos ha sido enseñado con el instrumento del disfrute, con la vara
de medir lo permitido, lo útil, lo adecuado. El placer asociado a los productos
comunicativos se llama “entretener”.
Interesante juego sonoro el de la voz entretener. Se me ocurre así: entre tener- tener que
hacer lo de todos los días, lo que me mandan, lo que no me gusta, lo que me enajena, y
tener que olvidarme de todo eso que es mi realidad, la realidad de mi vida, entre dos
“teneres” me entre-tengo, me tengo a mí mismo, me distraigo, me olvido de la realidad,
me distancio de ella. “La mayoría del displacer que experimentamos es, ciertamente,
displacer de percepción percepción del esfuerzo de instintos insatisfechos, o percepción
exterior,...por ser esta última penosa en sí...” (Freud S. p. 2509). Displacer en la realidad,
placer en el alejamiento de la realidad.
Desde esta perspectiva parece hacerse evidente que la posición simbólica primaria
asignada a la presencia de un científico en el controvertido espacio “apocalíptico e
integrado” de los medios de comunicación es definitivamente difícil, por momentos
utópica, quijotesca, en lo que a placer se refiere. Veamos algunos elementos.
La comunicación científica está comprometida con el saber, con la realidad. Del lado del
público la demanda básica de placer tiene sus prescriptores asimilados por la educación
(la formal y la informal), por las acciones de comunicación intencionales o no. “Fumar es
un placer” , entonces cuando le decimos al público que “Fumar es dañino” la lectura es:
“Me están convocando a que renuncie al placer”. Quizás por eso el placer con frecuencia
nada despreciable no quiere saber la verdad a no ser que sea convergente con la
producción misma de placer y por tanto no es la verdad sino la verdad del placer. ¿Qué
pasa entonces?. Ayudémonos con Aristóteles, que se conformaba con dar vueltas
alrededor de los patios hablando sin descansar : “Nadie ve a sus hijos feos”, “Yo tengo
cinco hijos” , entonces “Yo veo a mis hijos lindos”. Más aún cuando alguien dice de mi hijo
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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más pequeño “es igualito a su padre” es decir a mí, con todo derecho quedaría justificada
la estructura narcicística “yo me veo lindo”. Pero irrumpe en mi espacio lógico una
ventana que quiere develarme un secreto: “El que tu veas a tus hijos lindos no quiere
decir que lo sean, y mucho menos que lo seas tu, porque la ciencia psicológica ha
demostrado que la percepción esta dibujada por las necesidades. Entonces es tu orgullo,
tu narcicismo, tú egolatría la que te hace ver a tus hijos lindos”.Corolario: mis hijos son
feos y yo soy un histérico enamorado de mí mismo. Es ese el momento en que cambio de
canal, o de emisora, o de revista, o de artículo, y voy a ver la belleza de los hijos de un
personaje bello para cerrar mi dinámica trasposicional. Dice una conocida ley Psicológica:
“Lo que un sujeto considera real se hace real al menos en sus consecuencias” (Bleger J.
1973). La realidad puede modificarse o no, el placer la sobrepasa. Si alguna duda
quedara sería útil recurrir a la noción Pichoniana de “fascinación del horror” : lo que en el
discurso de la realidad es horror, en el discurso del placer produce fascinación. (PichónRiviere E. 1975).
Sumemos a esto los diferentes aspectos que se relacionan con la calidad formal y de
contenido de los mensajes. Hablo sobre todo de lo que llega como producto comunicativo
a nuestro gran público demandante de placer. Comparemos dos textos: “Al que a fumar
dice NO, la muerte le llega más tarde”. El otro dice “Belmont. Para los que buscan un
placer distinto”. Huelgan los comentarios.
Cambiemos de contexto. Nos vamos a la televisión.
Programa “La Ciencia al día”.
MUSICA. Tema de Presentación (Suppe. Light Cavalry Overture)
Los dos participantes están sentados detrás de un escritorio antiguo. El fondo es un estante
lleno de libros. Encima de la mesa del conductor hay un microscopio electrónico. En la del
invitado hay una Computadora.
Conductor- “Buenas noches estimados televidentes. Bienvenidos a su programa la
Ciencia al día. Hoy trataremos un tema que esperamos sea del interés de todos. La
posibilidad de transmisión y regeneración genética por vía de la sedimentación de
núcleos
portadores
de
información
básica,
partículas
integrales
de
Acido
Dexociribonucleico, depositados en mediadores animales vivos fosilizados en
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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condiciones naturales de conservación. Para lograr la explicación más autorizada
hemos invitado al Dr. Federico Sánchez. Especialista de Primer grado, Profesor Titular,
Doctor en Ciencias Biológicas y actual director del Programa Nacional de Ingenieria
Genética”. Doctor, ¿es posible la transmisión y regeneración genética por vía de la
sedimentación de núcleos portadores de información básica, partículas integrales de
Acido Desoxirribonucleico, depositados en mediadores animales vivos fosilizados en
condiciones naturales de conservación ?”.
Especialista invitado- “Bueno ante todo quiero agradecer la gentileza de los
compañeros del colectivo de este interesante y ameno programa que deberían ver todas
las personas en nuestro país porque nuestro futuro es de hombres de Ciencia, sin la
ciencia hoy el ser humano no puede seguir adelante. Quiero además decir que las ideas
que expondré hoy aquí no son solo mías, sino que son el fruto del trabajo abnegado y
consagrado de varios especialistas y técnicos del Instituto de Ingenieria Genética
Especializada, Centro de alto nivel científico con el que puede contar hoy nuestro pueblo
gracias a la Revolución. Cualquiera de mis compañeros podría estar aquí hoy ante las
cámaras. Creo incluso que otros se lo merecían más, pero bueno fui yo el designado”.
Conductor- “Gracias Dr. Sánchez. Podría, por favor, ahondar un poco más sobre si
existe o no la posibilidad de transmisión y regeneración genética por vía de la
sedimentación de núcleos portadores de información básica, partículas integrales de
Acido Dexociribonucleico, depositados en mediadores animales vivos fosilizados en
condiciones naturales de conservación. Porque en realidad yo creo que a nuestros
televidentes les gustaría saber que sí, que existen incluso algunas experiencias
alentadoras. En definitiva la transmisión genética es hoy un hecho bastante bien
conocido, y no creo que tengamos razones especialmente poderosas para rechazar tal
hipótesis”.
Especialista invitado- “Efectivamente. Como Ud. ha señalado existen incluso algunas
experiencias alentadoras que nos hacen creer en la posibilidad de transmisión y
regeneración genética por vía de la sedimentación de núcleos portadores de información
básica, es decir partículas integrales de Acido Desoxirribonucleico, depositados en
mediadores animales vivos fosilizados en condiciones naturales de conservación. Como
es conocido, actualmente se realizan biopsias de blastómeros, patogénesis, elementos
básicos para las prácticas in Vitro y los resultados han sido satisfactorios. De modo que
es posible pensar en analogías naturales de estos y otros procesos tecnológica y
científicamente complejos”.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Insoportable, displacentero. Se pone en tela de juicio hasta la sanidad mental del saber.
“Los científicos son aburridos porque la ciencia es aburrida”. La imagen corporativa del
gremio se ve seriamente dañada. Sin embargo la novela de Michael Crichton “Parque
Jurásico” llevada luego al cine por Steven Spielberg es capaz hasta de convencernos de
que si los “camellos” no resultan como medio de transporte, entonces tendremos
“dinosaurios”. Por lo menos hasta que se cumpla la hipótesis de Horner J. y se echen a
volar.
¿Dónde está el problema?, ¿alguien nos obliga a ser tediosos y aburridos?. Posiblemente
si. Entonces ¿quién?. La imagen que tenemos de lo que es científico, de lo que es serio,
de lo que es riguroso. Imagen asociada a los cánones de la ciencia positivista burguesa,
no a la ciencia revolucionaria del Marx de los “Manuscritos...”, ni del Marx de “El Capital”.
La imagen que tenemos, la que damos, es la del tedio, la del teque, la de la descarga
intransitable.
En los estudios de imagen, que cada día cobran mayor significado en las prácticas de
Comunicación social, se parte de un presupuesto de indiscutible validez : la imagen es (o
es portadora de) un mensaje. Ella no es sólo objeto-forma para la percepción, ella es
sobre todo contenido para el pensamiento, para la reflexión, ella es sugerencia para la
emoción. “Las imágenes en la comunicación de masas se trasmiten en forma de textos
culturales que contienen un mundo real o posible… son, ante todo, un juego de diversos
componentes formales y temáticos que obedecen a reglas y estrategias precisas durante
su elaboración” (Vilches L. 1983.p.9). Más aún, la ausencia de voluntariedad consciente
del decir con la imagen no la exime de ser un lenguaje. La intención no hace
directamente, ni por sí sola, al discurso. El discurso es lo que se quiere decir (intención),
lo que logra decirse (contenido), el como se dice (medio) lo que comprende el receptor
(recepción) y lo que este intercambia con otros receptores (interrelación). Los elementos
que componen y trascienden la imagen, estructurados de uno o otro modo, siempre dicen
algo. (Dorfles G.1969)
Según algunos el análisis semiológico de la imagen corre los riesgos de todo lo que
supone la interpretación personalizada de ella. Es cierto que la recepción del mensajeimagen puede ser diferente no solo en lo que a comprensión se refiere, sino también en lo
que de sedimento o huella deja en el receptor. Pero esto es algo que el lenguaje de la
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imagen comparte con todos los tipos de lenguaje que no sean los de las convenciones
heurísticas cerradas (entiéndase el lenguaje matemático, el computacional, etc.). Sin
embargo más allá de las interpretaciones, los elementos esenciales de la conformación de
la imagen son, dentro de un mismo espacio cultural, étnico, idiosincrásico, etc., percibidos
de forma similar. De lo contrario la comunicación convergente, la integración
comunicativa, la comprensión, el entendimiento, fueran totalmente imposible.
A veces se confunde la representación que alguien puede tener de cuál es su imagen con
la imagen misma. Sin embargo la imagen es sobre todo la interpretación total que hace el
público de la acción de comunicación. La aceptación o rechazo de la imagen no es lo
mismo que su lectura. “Me gusta” o “No me gusta” son criterios que expresan un tipo de
relación del receptor con la imagen, relación que matiza la existencia (percepción,
valoración etc.) de la imagen en el sujeto receptor, pero no es un indicador constitutivo de
su existencia independiente del receptor. Algo evaluado como hermoso puede ser nocivo,
así como algo saludable puede resultar desagradable. Aplicándolo a la situación sobre la
que estoy pensando entonces diría: un verdad científica de indiscutible valor puede hasta
ser nociva si la imagen del continente comunicacional que la contiene es desfavorable.
Esto se relaciona con el asunto de los estilos de comunicación, que bien podríamos dejar
para el análisis de nuestras prácticas como comunicadores, pero que son también el
espacio comportamental en que nuestra acción comunicativa se realiza y donde se
sustenta la producción imaginaria de los comunicandos.
Nuestros mensaje son en ocasiones “anticomunicacionales” si los evaluamos desde su
forma de existencia. Con esto quiero decir que con bastante frecuencia olvidamos que
existen ciertos estilos o modos de comunicación que constituyen un freno al despliegue
de vínculos de aceptación-preferencia. Si bien la sentencia de Nietzsche afirma que
cuando alguien tiene un por qué en la vida, puede soportar casi todos los cómos, cuando
se trata de comunicar sobre la realidad, de facilitar la emergencia de nuevos
conocimientos, cuando se trata de la comunicación de las ciencias las cosas son un tanto
distintas. El “cómo” de la comunicación (cómo se realiza, como se encuadra) define una
buena parte del “por qué” de la emergencia o no de la aceptación o el rechazo, de la
preferencia o la no preferencia.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Por solo hacer una referencia sobre el tema quiero recordar que existe una distinción
fundamental dentro de la diversidad modos o estilos de comunicación, tomando como
base
la
posibilidad
de
desarrollo
de
comportamientos
creativos,
proactivos,
comprometidos y en este sentido preferenciales. Podemos distinguir dos tipos de
Encuadres generales: Los Encuadres Reproductivos y los Encuadres Creativos.
Los encuadres reproductivos son aquellos en los que la tarea de comunicación tiene
como fin que el modelo comportamental del emisor, explicitado en el mensaje, sea
asumido por el receptor. Sus mecanismos típicos son la imitación, la coacción, la
imposición, pero también la persuasión. Ellos pueden ser más o menos discretos, pueden
ocultarse tras las cortinas del “for your own good” , pero en lo fundamental su intención
está en la reproducción de un modelo preestablecido, ajeno a la elaboración activa del
sujeto reconocido apenas como receptor.
Quiero llamar la atención en esto último por su significación esencial. Un comportamiento
adaptativo podría asociarse inevitablemente a un sentido reproductivo. Ciertamente puede
serlo. Pero él es reproductivo no porque el comportamiento exigido esté preestablecido
con respecto incluso a la decisión del sujeto de adoptarlo. El es reproductivo solo en la
medida en que el sujeto lo realiza sin un por qué personal. En el comportamiento
reproductivo el sujeto no es sujeto, en todo caso él es un “sujeto sujetado”. Frente a esto
estaría precisamente aquello que Pichón Riviére llamo “adaptación activa” (Riviére P.
1975).
¿Cuáles son algunas de las características más comunes que sustentan encuadres de
comunicación reproductivos y no creativos?: El discurso paternalista, egocentrico, el
explicitismo subvalorativo del receptor, el Formalismo, la descontextualización. Y todo
esto se acompaña de mensajes punitivos, sin credibilidad posibles por su distancia del
receptor, a veces mesiánicos, mensajes que no convocan a la reflexión, sino a la
aceptación acrítica. En síntesis mensajes aburridos, nada placenteros y de casí
imposibles elaboración. “Entran por una oreja y salen por la otra” dice el gran público.
Infelizmente no podemos detenernos en el análisis de cada uno de estos “estilos
anestésicos del placer, del gusto, de la predilección”. Pero sí al menos señalar que el
mero hecho de su evitación ya supone una tarea importante para el comunicador.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Lo que he dicho con respecto al mensaje (su elaboración, producción y puesta en
movimiento) está afectado también, incluso por los problemas estructurales y funcionales.
No me gustaría dejar de decir que una buena parte de las dificultades por las que
atravesamos están también asociadas a la imagen de la comunicación de ciencia en los
realizadores, creativos, en los gestionados de producto final de comunicación. Un
programa de Educación ambiental, de comunicación científica, es para la mayor parte de
los técnicos de los medios un programa menor, que no los deja desarrollar sus
potencialidades creativas. Así como “Los hombres las prefieren rubias”, los hacedores de
programa prefieren un musical, un variado, un teatro, hasta la programación deportiva les
resulta más atractiva. Por supuesto que no incluyo aquí honrosas excepciones. El hecho
es que, parafraseando a los clásicos, podemos recordar que lo que y cuanto le sea dado
hacer a un comunicador de ciencia “no depende solamente del estado real del mundo,
sino también de su bolsa y de la actuación que en la vida le asigne la división del trabajo,
situación que tal vez se le cierre demasiado, aunque tenga ojos y oídos muy
acaparadores” (Marx C., Engels F. 1982.p.326). “Si las ganas no se ponen de acuerdo
con las condiciones, - decía mi padrino Pancho - entonces no hay nada que hacer”.
Lo dicho aquí, que para nada significa un cierre terminal para el problema de los
mensajes, pero sí nos permite pasar al siempre álgido y difícil tema de las políticas de
comunicación. Quiero comenzar diciendo que mi andar por el mundo, mis contactos de
trabajo con personas vinculadas a la gestión de comunicación social educativa, cultural,
científica, me permite asegurar que los comunicadores de y desde la ciencia cubanos
somos bastante privilegiados. Tenemos espacios importantes en todos los medios de
comunicación del país, se reconoce la importancia de nuestro trabajo, nuestra labor esta
registrada dentro de las intenciones y políticas que dan perfil y sentido a las prácticas de
comunicación en el país. Si no fuera así sería dificil de entender la presencia de un
volumen horario nada despreciable dedicado a programas educativos, de orientación, de
desarrollo y consolidación de conocimientos. Tengo que reconocer que muchos colegas
sufren la sana envidia cuando les digo que mi programa de televisión, “Vale la Pena”, está
en un horario estelar – buen día de la semana (viernes), buena hora (9:45 PM), buen
arrastre (después de la telenovela extranjera), buena consecuencia (una película). Lo
mismo podría decir para mis programas preferidos como espectador “Entorno”, que ha
logrado captar la atención hasta de “las fieras de la casa”, “Escriba y Lea” que nos
muestra, además lo que embellece a una persona cultivar su espíritu, multiplicar sus
221
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conocimientos. Digo sin formalismos de ningún tipo que mucho de lo más importante lo
tenemos.
Podría detenerme aquí y decir que “lo demás es lo de menos”, pero como dice Marguerite
Yourcenar en su Alexis o el tratado del inútil combate, y yo coincido plenamente con esta
idea “la virtud tiene sus tentaciones, como todo: mucho más peligrosas porque no
desconfiamos de ella”. Se hace inevitable entonces una mirada crítica que ojalá se
constituya en reto de creación y dirección.
Sintiéndolo desde cerca observo que a las acciones de comunicación de carácter
científico, educativo, de orientación, le son asignados muy pocos recursos: para que la
vedette Rebeca haga lo mismo que hacía Rosita Fornés hace 40 años se dispone de los
costosos medios técnicos de la sala de postproducción; para que Carlos dinamice su
espacio dominical, hay cámaras que salen a la calle; para que la tropa de Rakelita
Mayedo, conductora de un programa farandulero, contacte con su teleaudiencia, hay
vestuario, hay gestión de patrocinio. Nada de esto está pensado para los programas de
los que somos hacedores totales (somos tramoyistas, musicalizadores, manipuladores del
generador de caracteres).
Lo cierto es que ya pasamos por momentos peores. Los horrorosos “XO IY BCË ZHATb”
(Jachu, vsio, znatz), - “Quiero saberlo todo”, informativos de ciencia y técnica, eran como
los comodines en el juego de cartas. “Mientras esperamos el interesante programa
dominical que todos prefieren – decía la locutora – mostraremos documentales de ciencia
y técnica”. Sálvese quien pueda.Es el momento de aprovechar para hacer otra cosa. Por
suerte tuvimos aquí la presencia de los excelentes materiales de Transtel (“El cuerpo
humano”, “El circo de la física”, etc.), pero la mayoría fueron borrados “a causa del
bloqueo” ...(hablo por supuesto del bloqueo mental que nos corroe con más frecuencia de
la que nuestra paciencia logra evaluar como comprensible).
¿Cuál es la dinámica malsana que produce tal situación?. Siguiendo por el camino que
me he trazado como referente conductor de este trabajo es imprescindible retornar al
placer, al principio del placer : la demanda básica de placer instituye no solo su búsqueda
por parte del consumidor (televidente,lector,etc.) sino también coompromete a las
funciones de su entrega, es decir la producción y la disponibilidad de productos
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comunicativos. La prioridad política es la novela, solo superada por los intereses políticos.
La propia prioridad de la telenovela es un interés político, solo que transita por un camino
que puede recordar al populismo, tendencia funesta para el desarrollo de nuestros
pueblos y sus gentes. “La comunicación es...un aparato político de producción de
consenso, de reproducción de las jerarquías culturales,y como tal es difícil desprenderla
del conjunto de los demás sistemas de socialización” (Mattelart A., Stourdze Y.
1984.p.56).
Me comprometo con todo lo que he dicho hasta aquí. Me comprometo también a no
atormentarlos más y terminar rápidamente. Pero he llegado, después de muchas vueltas,
al punto central: Nosotros, los comunicadores. Una lectura de lo expuesto hasta aquí, y
mejor aún una mirada aguda a nuestras prácticas cotidianas de comunicación nos podría
dejar un sabor análogo a de aquél personaje de Jack Nicholson que trata de romper con
todas las ataduras que pretenden limitarlo. Tratan de convencerlo con la razón,y no lo
logran. Tratan de hipnotizarlo con medicamentos, y tampoco les resulta. Lo lobotomizan y
quieren convertirlo al fin en un “Atrapado y sin salida” pero una mano retoma su
estandarte y sigue la lucha.
Nosotros no estamos ni por asomo “atrapados y sin salida”, estamos sueltos y con
alternativas. ¿Pero que pasa con nosotros?. Nosotros tenemos que reformularnos, revisar
nuestra identidad y nuestro perfil, encontrar no solo nuestro saber, sino también nuestro
placer. Hay muchas formas de cambiar las cosas, pero sin duda la mejor para empezar es
comenzar por cambiar uno mismo.
En primer lugar tenemos que avisorar una táctica – la asociación al placer. Sea ya ir al
espacio del placer que ya tiene público y deslizar desde allí nuestros mensajes, sea
pensar en nuestros espacios como lugares de placer posible, no del placer que nos
gustaría a nosotros, sino el placer real que funda la aceptación y la preferencia de
nuestros actuales y futuros comunicandos. Como Freud, en su inspiradora obra,
aprovechemos la sugerencia del poeta Rückert: “Si no se puede avanzar volando, bueno
es progresar cojeando, pues está escrito que no es pecado el cojear” (op.cit.p.2541).
Para esto tenemos que abandonar la forma MODELAR en que realizamos con mucha
frecuencia nuestras acciones de comunicación. La visión modelar es sobre todo un
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paradigma de funcionamiento muy arraigado en las prácticas comunicacionales de los
expertos, según el cual la condición de COMUNICADOR-EMISOR-EXPERTO, da una
posición de predominio sobre la determinación de las conductas a seguir, las valoraciones
a realizar, la distinción de lo bueno y lo malo, en una cierta relación por parte de los que
serían el objeto de la acción de comunicación. El lugar del comunicador se representa
como el lugar de la verdad, peor aún, de la única verdad. Expresiones bien comunes
están en el modo en que se concibe al comunicador como el que sabe (lo que hay que
hacer, lo que hay que pensar, lo que hay que saber) y el otro, “el gran público” como el
que no sabe. El primero oferta un modelo a seguir y el segundo lo asume.
Por detrás de este enfoque modelar se esconden relaciones de poder-subordinación,
dando una suerte de “hegemonismo paradigmático” al comunicador. Esto reduce
considerablemente la posibilidad de una acción verdaderamente mancomunada, la
participación equiparada y de colaboración. ¿Supone esta forma modelar la libertad del
RECEPTOR, su autonomía, y por ende su placer de la creación, de la participación activa,
del aprendizaje como hecho personal?. Muy por el contrario, él siente en el mejor de los
casos, y en la mayoría ni se da cuenta, que la tarea, la decisión de qué y cómo hay que
hacer algo, pensar algo, qué es lo que hay que saber, le viene impuesta desde afuera.
¿Favorece esto la productividad comunicativa?. Parece ser que hay que estar de acuerdo
con Mahler cuando decía que… “debemos dejar de adaptar… “ (Mahler H. 1985 pg.3).
Tenemos que alejarnos de la VISIÓN ESTATICA del sujeto receptor, del público. En el
caso que nos interesa queda muy claramente establecido en la propia denominación de
“el receptor”, aquél sobre quien recae la acción. La expresión de esta visión estaticista
sobre “el receptor” de las prácticas de comunicación es variada. Parece en ocasiones
que lo único que pedimos a las personas sobre quien recae nuestro trabajo es que “se
dejen llevar”. Son como cuerpos inertes que serán movidos por nuestra acción. Para
sentir el placer hay que participar en su producción.
Es necesario ser muy cuidadosos con la valoración implícita que con mucha frecuencia se
hace de las potencialidades y capacidades de los grupos a los que se dirige la acción de
comunicación. No puede ser esta una evaluación intuitiva, no sujeta a una disciplina
científica. Para algunos de los presentes, lo que digo tiene que ver con las acciones de
comunicación que se realizan con grupos (comunidades, poblaciones, etc.) marcados por
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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el bajo acceso a la Educación y a la instrucción, marcados por los bajos (en ocasiones
inhumanamente bajos) ingresos económicos, el desempleo, podemos decir hasta la
marginalidad. Sin duda esto es una tares especialmente difícil y aún poco reconocida.
Cientos de comunicadores han estado, y están, donde menos ventajas personales
pueden encontrar movidos por un fin digno de admiración, respeto y reconocimiento. En
esos espacios parecen encontrar sobradas razones para acciones que parecen pueriles,
elementales, infantiles. Algo similar ocurre cuando las acciones de promoción, educación
e instrucción científica tiene que ver con niños: “Nos tratan como si fueramos tarados”- me
decía un niño de una Escuela Primaria cuando le preguntaba porque no le gustaba la
programación televisiva infantil. Pero hay que tener muchos cuidados toda vez que esto
ha generado cosas, en mi opinión muy negativas.
Por una parte se ha favorecido la imagen de que estas, las acciones de comunicación
científicas populares, son acciones “para pobres, para populachos, para gente sin cultura
y sin distinción”. De parte de algunos comunicadores existe una certeza de que al trabajar
con estas poblaciones, hay que “ponerse a su nivel”, lo que quiere decire que “hay que
olvidarse de la capacidad de abstracción, de la complejidad intelectual. Hay que tratarlos
muy superficialmente, casi infantilmente”. Se produce así una hiperconcentración de los
esfuerzos en el elemento “mensaje” en detrimento de las acciones que signifiquen el
conocimiento real del “receptor” y la movilización de sus recursos. No nos equivoquemos
la inteligencia no es función directa ni exclusiva de la instrucción, la madurez tampoco.
Hay mentes poco cultivadas que dan mejores frutos que las cultivadas por antojo,
capricho o necedad. Subvaloraciones de este tipo invitan a la apatía, la indiferencia, a la
ausencia de deseo y gusto por hacer algo, sin olvidar que favorece o la reafirmación de
daños en la autoestima, o el rechazo a las prácticas desde una autoestima que, sin
quererlo en la inmensa mayoría de los casos, esta siendo dañada.
De fundamental importancia es nuestra superación profesional. Las buenas intenciones y
las buenas intuiciones no pueden ser los contextos que dan origen a nuestras prácticas.
Si somos comunicadores de la ciencia, tenemos también que ser científicos de la
comunicación. No es posible darle la espalda a todo el desarrollo alcanzado en la gestión
de marketing, de publicidad, incluso porque es con estos instrumentos que “nuestros
competidores” nos han tomado ventaja competitiva. Tenemos que desarrollar nuestras
habilidades para el Marketing research, para el Merchandising. Es más que un reto, una
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exigencia. De lo contrario nuestros productos no correran por el intercambio real y
simbólico de la vida cotidiana, no serán consumidos.
Otra razón importante hace que nuestra acción tenga que ser especialmente cuidadosa y
científica en estos días: hay una erupción, un brote gigantesco de pseudociencias que
amenazan con robarse la conciencia de muchas personas. En los últimos años, víctimas
del resquebrajamiento de los modelos económicos, sociales y políticos, muchas personas
han desarrollado una suerte de “escapismo trascendental” que favorece la adición a
modelos de respuesta, o dicho más exactamente, de búsqueda de respuestas, que están
siempre más allá de la razón, de la ciencia, de la historia, de la terrenalidad. Me atrevo
incluso a decir que mientras menos se parezca a lo razonable las propuestas de los
mercenarios de la situación humana más capacidad de adición tienen y devienen una
alternativa de solución a los problemas apremiantes de la vida moderna según una lógica
del siguiente tipo “las cosas no tienen solución (nihilismo, desesperanza aprendida,
decepción, etc.), - si me dedico a buscarles solución entonces lógicamente me neurotizo ¿qué hacer? : olvidarme de ellas, no pensar, dedicarme a algo que me enajene (algo
menos dañino que el alcohol o las drogas, o incluso quien sabe sí contando con estas dos
últimas). Como dice Feyerabend P (1978): "Hay mitos, hay dogmas de teología, hay
metafísica y muchas otras maneras de elaborar una cosmovisión…una conveniente
interacción entre la ciencia y esas cosmovisiones “no científicas”… no es solo posible,
sino necesaria, tanto para el progreso de la ciencia como para el desarrollo de nuestra
cultura como un todo”. (p.447), pero alerta porque una vez más, la convocatoria allí es al
placer irracional, ahora acompañado de fantasmas, resurrecciones y brujería.
La táctica de comunicación con el gran público, apoyándome en Benedetti, es “aprender
como sos, quererte como sos...hablarte y escucharte, construir con palabras un puente
indestructible..ser franco..para que entre los dos no haya telón ni abismos” (Benedetti M.
1995). Es ser capaces de entrar en su mundo de placer, por puerta propia o arrendada.
¿Para qué?. Para invitarlos entonces a sumarse a nuestra estrategia, “que un día
cualquiera, por fin nos necesite”.
La estrategia es la conformación de un nuevo principio de funcionamiento subjetivo, un
principio más allá del principio del placer irracional, y más allá del principio de la realidad
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fría y cruda. El principio del saber, saber del placer y de la realidad, saber la realidad del
placer y el placer de la realidad. Y esto es imposible sin el conocimiento:
1.
“conocimiento de lo que constituye el bien y el mal,
2.
qué acción en la situación concreta es un medio adecuado para el fin deseado,
3.
conocimiento de las fuerzas que están detrás del deseo manifiesto; lo cual significa el
descubrimiento de deseos inconscientes,
4.
conocimiento de las posibilidades reales entre las cuales puede escogerse;
5.
conocimiento de las consecuencias de una elección y no de la otra;
6.
conocimiento de que el conocimiento como tal no es eficaz si no va acompañado de la
voluntad de obrar, de la disposición a sufrir el dolor de la frustración que es resultado
inevitable de una acción contraria a las pasiones de uno.
Conocimiento significa que el individuo hace suyo lo que aprende, sintiéndolo,
experimentando consigo mismo, observando a los demás y, finalmente, llegando a una
convicción y no teniendo una “opinión” irresponsable” .(Fromm E. 1983. p.157).
Es esa nuestra estrategia de comunicación la estrategia de la liberación humana, la
estrategia del crecimiento y el desarrollo personal, de la reivindicación de los valores
universales, de la esperanza y el optimismo. Esto es, en el sentido humanista de la
palabra, Educar. La Educación de la que hablo es aquella que pone su empeño en
preparar hombres libres, independientes, comprometidos con todo lo humano, con los
ideales de justicia e igualdad. Ha sido esta la más querida aspiración de lo mejor de la
humanidad, y para ser su aliado la gestión de comunicación de la Ciencia, las
innovaciones tecnológicas y el medio ambiente ha de convertirse en una batalla por la
independencia humana de todas las ataduras y convencionalismos. Amar lo que se hace
y subvertir el orden impuesto que aniquila la emancipación y el desarrollo, afirmar las
bondades del presente y negar sus límites para entrar en el siempre nuevo camino del
futuro. Asumir los retos de la vocación humanista del comunicador requiere adscribiese,
de algún modo, a lo que Galeano llamó “el marxismo mágico: mitad razón, mitad pasión, y
una tercera mitad misterio”.
Hemos llegado hasta aquí con la “fórmula del amor triunfante : Con todos y para el bien
de todos”. (Martí J. 1975. Tomo IV. P.279). Por eso estamos aquí en este Encuentro.
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Hemos llegado por un camino que no queremos perder, sino perfeccionar, y lo lograremos
con el intercambio, con “la...participación que señala un compromiso, un ser parte, un
estar incluido, un ser integrado, una pertenencia, una doble decisión de estar presente en
un proceso colectivo en el cual es imposible despegar un exterior de un interior, un mundo
externo de un mundo interno" (Bauleo A.1991.p.15).
Junto a esto, una visión no menos objetiva de la realidad que vivimos me convence que la
meta mediano y largo plazo es todavía difícil de alcanzar. Habrá aún y siempre estorbos,
obstáculos, incomprensiones. Lo que Freud definió para la Educación es extensible a
nuestra función de comunicadores: la nuestra es otra de las profesiones imposibles.
Comunicamos en el presente
para vivir en el mañana. Somos seres ilimitados por
nuestras ansias pero marcados por nuestras angustias. Por eso no es todopoderosa
nuestra acción, ni tampoco homogénea su forma de existencia. Habrá todavía muchas
fallas, sentiremos todavía la despreferencia, encontraremos resistencias al cambio, pero
habrá también siempre una esperanza que nos acompañe y que nos susurre al oido.
“Vale la Pena”.
BIBLIOGRAFIA REFERIDA EN EL TEXTO
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EL BIENESTAR FAMILIAR ENTRE LA
TRANSVERSALIDAD Y LA DIÁSPORA MEDIÁTICA.
El Mamut y otras historias.
“Y cuando pienso en la gran tragedia de nuestra civilización material-mecánica
aplastando la vida humana natural entonces a veces me siento derrotado;
y entonces de nuevo sé que mi pobre y pequeña derrota
no me hará ningún bien ni a mí ni a nadie”.
D. H. Lawrence
- I. Sueño con Mamuts Algunos le llamarían “el analizador”. Otros, “el estimulo”. Podría decirse simplemente “el
detonante”. Baste decir que AR me contactó vía “email”.
----- Original Message ----From: A.R.
To: Prof. Manuel Calviño
Sent: Thursday, February 09, 2004 9:03 PM
Subject: SUEÑO CON MAMUTs
…Mucho se habla de lo difícil que resulta ser madre soltera. Nadie se imagina lo que es ser
padre soltero…he sido padre y madre de mi hijo. Con la desventaja de que la sociedad no
reconoce a la paternidad, a diferencia de la maternidad, como rol protagónico. No es
inmodestia, pero lo he hecho bastante bien. Pero o la adolescencia es mucho más difícil de lo
que supuse, o los recursos para ayudar a mi hijo se me están agotando, o quien sabe qué. Lo
cierto es que desde hace casi un año vengo sintiendo que de un momento a otro se abrirá una
grieta infranqueable entre mi hijo y yo.
He tenido la posibilidad de darle a mi hijo una computadora. Cuando le ayudé a dar los
primeros pasos la maquina tenía softwares enciclopédicos. Pasábamos buen tiempo revisando
el “Encarta”. Conseguí programas educativos y juegos de desarrollo intelectual… Pero, me
enteré que en casa de un amiguito se la pasaba jugando Nintendo y Play Station. Ya sabe que:
“Mortal Kombat”, “Delta Force”, “Hitman”, “GTA – Vice City”…aparecieron los tiros, los
muertos, la sangre y la violencia a inundar sus horas de vicio computacional, por supuesto
cuando yo no estaba en la casa… Encontré y conseguí lo que para mi debería haber sido un
antídoto: conexión a Internet. Un mundo para explorar, para aprender, para intercambiar. Que
decirle. El remedio fue peor que la enfermedad.
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El momento de viraje casi total empezó por una discusión sin mucho sentido. Él estaba
navegando por Internet, buscando un juego nuevo, y me dijo: “Papí mira esto que estoy
guardando. Lo de Spielberg no es cuento”. Me enseña una noticia de la que le envío un
fragmento: “UNA EXPEDICIÓN dirigida por el geofísico británico Davil Smale, el
veterinario Kazufumi Goto de la Universidad de Kagoshima y el ruso Pyotr Lazarev, gran
experto en mamutes, recorre Siberia en busca de uno de estos animales que se conservan
congelados entre los hielos. Nada nuevo hasta ahora, pues allí han sido hallados cientos de
ellos. La novedad radica en que lo que pretenden obtener es su semen, implantarlo en el
óvulo de una elefanta y recrear un animal que lleva extinguido 30.000 años…A priori es
factible. Si se parte de un material genético que incluya un genoma completo, puede clonarse
un individuo completo. Si hay compatibilidad entre el semen de mamut en el cigoto del
elefante y no se produce rechazo en la madre prestada, no tendrían que existir problemas”.
(Salvador Moreno Infografía de D.P.I/periodismo infográfico).
Primero me molesté mucho. Lo tomé como una más de las tantas agresiones al intelecto y al
saber que se promueven desde Internet…Sin que él lo supiera abrí el archivo y leí con más
detenimiento…no soy psicólogo…pero me pareció que aquello no era casual: Se puede lograr
la reproducción a partir solo del semen… Se me ocurrió que mi hijo me decía: “Yo no tengo ni
tuve mamá. Tu solito me tuviste a mí”. Le juro que siempre le he hablado de su madre. Las
escasas fotos que tenía de ella, se las dí todas a él. Nunca fui de los que cree que si no se les
habla es mejor. Al mismo tiempo me preguntaba por qué ahora, después de tantos años, esta
preocupación por ser huérfano.
Unos días después…llego a la casa y me lo encuentro viendo una película en la computadora:
la historia de un mamut que ayuda a un niño a reencontrarse con su padre. Creo que se llama
“La era del hielo”. Esta vez no me molesté, la verdad es que lo que sentí fue miedo. Tenía
lágrimas en los ojos ¿Qué estaba pasando con mi hijo?
Fui a ver a un amigo que dice que es psicoanalista… Lo que me explicó no lo entendí muy
bien: “No te preocupes es el sexo que se le viene arriba a una velocidad sorprendente”… Me
dijo que si la trompa, que si los pelos. Me preguntó si mi hijo se estaba masturbando con
mucha frecuencia…
Descubrí que tenía una nueva dirección electrónica: Soymamutdl90@Yahoo.com … otra vez
se me salió el mono. Le dije que no quería saber nada más de mamuts, ni de nada que tuviera
que ver con la prehistoria. Tuvimos un fuerte intercambio de palabras y se fue de la casa. No
vino a dormir. Pero el padre del amigo a cuya casa se fue me llamó diciéndome que no me
preocupara, que estaban allí jugando con la computadora. Esa noche tuve un sueño que le
cuento porque se que Ud. lo entenderá mejor que yo:
“Había una avenida supermoderna. Todos los edificios eran de cristal opaco. Unas ventanas
eran como “displays” de computadora, otras parecían pantallas de televisión. Los marcos de
las ventanas y las puertas parecían sacados del Internet explorer (estilo del Windows XP,
predeterminado azul). La puerta de un edifico decía no se que cosa para “domies”… había
un niño sentado con una “laptok” entre las piernas…era mi hijo pero cuando era más niño,
como de 8 años… Estaba sentado en la entrada del edificio donde vivíamos cuando estaba su
mamá…estaba con sus amigos… los podía identificar claramente. De pronto uno le decía
“no toques esa tecla!”, pero no pudo dejar de hacerlo, no se pudo contener, como si la mano
se le fuera sola. La escena que recuerdo parecía sacada de la película “Jumanji”: un
elefante inmenso intentaba destrozar las paredes y puertas, parecía embravecido y con muy
malas intenciones… tenía unos colmillos enormes, una trompa muy grande en posición de
ataque y sus ojos eran dos inmensas bolas negras con mirada de asesino… Todos los niños
corrían, pero el mío se quedaba como hipnotizado ante aquél animal muy peludo, con una
pelambre carmelitosa… era un Mamut!... No se de dónde aparecí yo en la escena. Cargué a
mi hijo, me lo puse en la espalda y me enfrenté al bicho. Ahora visto desde mi, parecía de
peluche… me recordó al Mamut de la película que vió mi hijo “La era del hielo”… Pero otra
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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vez se puso enfurecido. Escuché claramente una voz conocida, pero que no puedo identificar,
que me decía: “no hay modo de escapar”. Mi hijo estaba llorando y llamando a su mamá”. A
mi solo se me ocurría decirle. “Apaga eso. Apaga eso!!!”
Unos días después, cuando llegué al trabajo y me conecté, recibí un correo de mi hijo. Me
decía “cualquiera es un pequeño Mamut. Hasta el hijo del mejor papá del mundo”. Le
adjunto el archivo para que lo vea y lo oiga.
“Un mamut chiquitito quería volar. Probaba y probaba y no podía volar.
Una palomita su amiga lo quiso ayudar. Y de un quinto piso lo hizo saltar.
¿y qué pasó?.... Mierda. El mamut se hizo mierda.
Un mamut chiquitito quería fumar. Probaba y probaba y no podía fumar.
Un perro su amigo lo quiso ayudar. Y quinientos cigarrillos le hizo fumar.
¿y qué pasó?.... Cáncer. Al mamut le dio cáncer.
Un mamut chiquitito quería tomar. Probaba y probaba y no podía tomar.
Un oso su amigo lo quiso ayudar. Y diez litros de whisky lo hizo tomar.
¿y qué pasó?.... Cirrosis. Al mamut le dio cirrosis.
Un mamut chiquitito quería debutar. Probaba y probaba y no podía debutar.
Un burro su amigo lo quiso ayudar. Y con cien prostitutas lo hizo debutar
¿y qué pasó?.... SIDA. Al mamut le dio sida.
Un mamut chiquitito se quería drogar. Probaba y probaba y no se podía drogar.
Un gato su amigo lo quiso ayudar. Y diez lineas de coca le hizo probar.
¿y qué pasó?.... Sobredosis. El mamut con sobredosis.
¿Y ahora, qué le paso?.... Se murió. El mamut se murió”.
(LG Prodcutions)
Ahí fue cuando caí en crisis. ¿Qué hacer con mi hijo?...
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No se entusiasmen los clínicos. Ni se crean que voy a abrir la asamblea de las
interpretaciones. Dice Serrat: “Cada loco con su tema”. Y mi tema es otro. Mi tema se esta
convirtiendo en un monotema, o más bien esta configurando un mundo no solo
hegemónico con respecto al poder (digo con Murphy que hoy puede ser difícil saber quien
tiene la razón, pero todos saben quien tiene el poder), un mundo no solo bipolar con
respecto a las condiciones de vida (nos acercamos cada vez más a una dicotomía
existencial – no frommniana por cierto – los que viven, y los que a duras penas existen).
Mi monotema es el tema que configura un mundo “unicorde” (otro modo de decir global):
que transcurre en una sola cuerda, en un solo ámbito: el mediático.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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II. Otras historias –
INFORMATIVOS TELECINCO. COM
Se llaman 'warfare puppetry' (muñecos de guerra) y están de moda en los mercados
bajos de París. No son 'marines' ni 'guderian' franceses, sino Osama Bin Laden,
Sadam Husein o terroristas chechenos. .., Los seis modelos existentes compiten a ver
cuál es el más espeluznante: Osama Ben Laden haciendo la 'V' de victoria, un bebé
kamikaze con una ristra de bombas en torno a su cuerpo, un miliciano checheno,
barba prominente incluida, o Sadam Husein en pose de autoridad y levantando el
brazo izquierdo para saludar a las multitudes. La caja en la que se venden estos
muñecos tiene por fondo un mapa de Iraq, sobre la que avanzan tanques y
helicópteros. En ella aparece escrito: "No recomendado para menores de tres años".
Para atraer la atención de los pequeños, las efigies de estos poco recomendables
personajes pueden moverse y agitar sus revólveres, bombas o armas sobre un zócalo
iluminado. Los juguetes son vendidos a 6,95 euros en las calles de París. (Copyright
© Europortal Jumpy España, S. A. 2004)
-
Ya dije en una ocasión que el famoso tango “Cambalache” de Santos Discépolo se quedó
corto para poder ser cantado en el XXI. Las historias de Mamut son un pálido reflejo de
las que día a día nos “regala” nuestra existencia. La “realidad actual” parece ser un orden
subvertido de la que reconocemos como historia. Para que no me acusen de
“proselitismo nacional chovinista” hago alianza con Frei Betto:
“Cuatro norteamericanos…poseen juntos una fortuna superior al PBI de 42 naciones
con 600 millones de habitantes. En el Real Madrid, tres jugadores…reciben, juntos,
salarios anuales de 42 millones de dólares, equivalente al presupuesto anual de la
capital de El Salvador, con cerca de 1.8 millones de habitantes… Dos terceras partes
de la población mundial -4 mil millones de personas- …ni siquiera disponen de
alimentación en cantidad y calidad suficiente. En 1960 había en el mundo 1 rico por
cada 30 pobres; hoy la proporción es de 1 a 80.…-por cierto aquí somos cerca de 300
personas ¿dónde están los 3,75 ricos que nos corresponden?. Otra vez la falacia
“estadisticista”: el problema no es solo de cantidad, sino esencialmente de
“distribución” - la publicidad invade nuestro universo psíquico, que llega a invertir la
relación persona mercancía…El producto pasa a tener más valor que la persona…Un
pequeño grupo de privilegiados … controla el juego de poder en este mundo en que
la política es siempre dirigida por la economía” (Frei Betto “Cuatro Economías”)
Ahora sigo con Galeano
“El mundo está destinando 2.200 millones de dólares por día a la producción de
muerte… Nueve días de gastos militares alcanzarían para dar comida, escuela y
remedios a todos los niños que no tienen… Los cinco países que más armas fabrican
y venden son los que gozan del derecho de veto en el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas” (Elogio del sentido común. Palabras dichas el 12 de mayo, en la
apertura de los Diálogos del Fórum de Barcelona. Diario La Brecha. Montevideo,
Uruguay)
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Ahora son las Naciones Unidas quienes hablan. Doy sus cifras y valoraciones. “Saquen
ustedes sus propias conclusiones”.
“Las funciones esenciales de las Naciones Unidas…tienen un presupuesto anual de
1.250 millones de dólares. Esta cifra representa aproximadamente el 4% del
presupuesto anual del ayuntamiento de Nueva York, es casi 1.000 millones inferior al
costo anual del Servicio de Bomberos de Tokio y 3.700 millones inferior al de la red
de universidades pertenecientes al Estado de Nueva York… En todo el sistema de las
Naciones Unidas trabajan 52.280 personas, que se reparten por el mundo entero… El
número de personas que trabajan en McDonald's es tres veces superior, mientras que
Disney World y Disneyland tienen 50.000 empleados…. Las Naciones Unidas
…disponen de 4.600 millones de dólares al año para promover el desarrollo
económico y social; esta cantidad, que equivale a 81 centavos por ser humano se
emplea en asistir a los países en ámbitos como la salud, la sanidad, la agricultura, la
distribución de alimentos, etc…La participación de los Estados Unidos en los gastos
de mantenimiento de paz…representa menos del 0,2 % del presupuesto anual militar
estadounidense”.
Y en medio de todo esto: la familia y nuestro inveterado y sempiterno deseo del bienestar
familiar. Para algunos, ya desde el siglo antepasado, una utopía: claro destino, buena
intensión, meta inalcanzable. Los más, así quiero creerlo, seguimos convencidos de que
sí se puede. Más aún: es imprescindible lograrlo. Tenemos diversidad de caminos.
Necesitamos unidad de esfuerzos. Eludir la no-opción que es el desespero.
“BATMAN ASALTA EL PALACIO DE BUCKINGHAM”
AFP. Pedro Alonso, EFE.
16 de Septiembre de 2004.
LONDRES, Inglaterra - Un activista disfrazado de "Batman" burló el lunes la
seguridad y se coló en el Palacio de Buckingham, residencia oficial de la Reina Isabel
II, para reivindicar los derechos de los padres separados. Hatch, que es decorador y se
queja de no poder ver a sus dos hijos, pertenece a un grupo que defiende los derechos
de los padres separados y que se ha hecho famoso en este país por sus actos de
protesta extravagantes. El pasado mayo, un integrante de "Padres por la justicia"
lanzó un globo lleno de polvo púrpura al primer ministro británico, Tony Blair, en el
Parlamento, agresión que provocó la evacuación de la Cámara Baja por temor a que
se tratase de un ataque químico. Este fin de semana, otro miembro de la organización
permaneció 18 horas colgado de la enorme Noria del Milenio del Londres, a orillas
del Río Támesis, que tuvo que cerrarse a los turistas. Un portavoz de Blair afirmó el
lunes que las reivindicaciones de los padres separados responden a un asunto que
suscita "grandes emociones y sensibilidades", pero dejó muy claro que actos como el
Hatch "no ayudan a explicar cuál es la complejidad del problema".
EDITORIAL PRENSA ASTURIANA
09/10/2004 - Nº 693
UNA BRASILEÑA AHOGA A SUS DOS HIJOS PARA QUE EL PADRE NO LOS
GOLPEASE
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
Prof. Manuel Calviño
São Paulo
Una mujer brasileña ahogó en un tanque a sus dos hijos, de 2 y 3 años,
presumiblemente para que no siguieran siendo víctimas de las palizas del padre. El
doble parricidio ocurrió el lunes en una humilde barriada de la ciudad de Jacarei, en
el interior del estado de São Paulo, según informó la Comisaría municipal, en donde
la mujer se entregó poco después del crimen.
De acuerdo con las informaciones policiales, Cleusa Soares de Assis, de 26 años,
esperó a que su marido saliera de casa rumbo al trabajo para ahogar a los menores,
que aún estaban durmiendo. La mujer cargó a cada uno de sus hijos hasta un tanque
con 200 litros de agua y los metió de cabeza en el recipiente hasta ahogarlos.
Posteriormente dejó los cuerpos en sus camas y, tras bañarse y cambiarse de ropa, se
dirigió a la Comisaría, donde se entregó.
No hay nada tan malo como para que no pueda haber algo peor: a la realidad real se le
suma una realidad virtual que convoca execradamente en nombre, de la libertad y de los
derechos, a un destino ajeno al de la familia, reproduciendo y hasta justificando los viejos
paradigmas de la desigualdad de genero.
SPOT publicitario de televisión.
Una niña conversa en el comerdor de la casa con su madre:
Hija – “Mami ¿en dónde esta papá?”
Madre – “Papá. Papá…, papá esta en un lugar muy lejos. Pero vos no te preocupes porque
el igual esta bien”.
Hija – “Y si yo le hablo.. ¿él no puede responder?”
Madre – “No mi amor. No. Él no puede”.
Hija – “Pero yo lo extraño a papá”.
Madre – “Yo también lo extraño”.
La camara abre el lente y se ve el padre, en el mismo salón, sentado a la misma mesa,
leyendo el diario.
Hija – “Pero yo lo veo”.
Madre – “Yo también lo veo… pero no esta!”.
Aparece texto a toda pantalla:
VIVI EL MUNDIAL LAS 24 HORAS. LA NACIÓN: DIARIO DEL MUNDIAL.
SPOT publicitario de televisión.
Un joven ayuda a sus padres a hacer las maletas. Conversa con su madre:
- Madre: “¿Y vas a poder vivir solo?”
- Hijo: “Si ma… Ademas vamos a estar cerca ¿no?”
- Madre: “¿Es muy chiquito el departamento?”
- Hijo: “Si es chico”… pero no esta mal.
Abraza a la madre. Le da un beso. Llega el taxi. En ese momento el pone las maletas en
manos del padre y dice: “Bueno, cuidense.. la dirección esta en la llave. Asi que no se
pueden perder. Chao,nos vemos gente”.
Lanza a sus padres a la calle. Cierra la puerta tras de sí. Suspira. Pasa el pestillo.
Aparece texto:
NO HAY LUGAR COMO TU CASA.
SANYO. TECNOLOGÍA JAPONESA PARA SER VIVIDA.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
Prof. Manuel Calviño
Nos dicen que el mundo se nos está volviendo más interactivo. Lo que en este
metalenguaje, que trae consigo implicitamente una recodificación de las palabras,
significa que los niños viven amarrados a los videojuegos, los multimedia, la telemática,
las decenas de canales de televisión, practican como deporte casero el zapping. Es un
mundo que juega a borrar las diferencias subjetivas, las peculiaridades etáreas. La
violencia es violencia para los pequeños y para los mayores. Al final el mundo “mediatico”
es un discurso homogenizante que hace de la realidad mediática “el mundo virtual de
todos”.
Hace ya bastante tiempo nos vienen preparando una muerte para el sujeto. El derrumbe
del ruso-cialismo. Lacan y Foucault. La posmoderinidad. La interconcectividad
administrada y amaestrada desde la misma filosofía, desde la misma ética de la
segregación, del poder, del predominio. En todo caso, ahora hay una multiplicación del
efecto de seducción por las capacidades de maniobras sustitutas del sujeto y
supraeficientes. Pero más allá de preferencias, temores y rechazos, el asunto central es el
del encuentro o la perdida de sí mismo, de la mismidad y la otredad, en este proceso que
requiere de una geografía para su sujeto. Una geografía que permita la circunscripción al
entorno intrasubjetivo en un laberinto ilusorio de alternativas pragmáticas que se
confunden con alternativas existenciales. ¿Quién soy en el ciberespacio?, ¿dónde está mi
cuerpo?. Los cuerpos se pierden en las fibras ópticas, son convertidos en una imagen
(visual, auditiva, kinestésica) , y “toda imagen es una estratégia” (Debray R. 1995.p.131).
La estrategia de la globalización. El crecimiento humano parece quedar atrapado en dos
ejes fundamentales: información y globalización. La identidad, esa parábola que unifica en
la mismidad y armoniza en la otredad, es puesta a andar por una autopista en la que no
hay yo y otros. Solo cada uno de todos los yo. El otro es el yo virtual. Yo mismo que me
desdoblo ante lo mío. Círculo potencialmente esquizodestructivo. En la interconectividad
me hablo a mí mismo cual si hablara al y con otro. Siendo que para ser yo-otro tengo que
dejar de ser yo-yo. Mi otro es quien está en el lugar de mi yo. Yo estoy en el lugar del otro.
Desde aquí somos convocados a preguntarnos: ¿De que familia se hablaría en ese
mundo donde el otro es un desdoblamiento del yo? ¿Qué noción de familia cabría en la
interconectividad? Seguramente alguna. No la familia humana. No la que nos reúne en
este lugar.
- III. Transversalidad y diáspora mediáticas -
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Hoy todos los eventos de la vida humana tienen una existencia “mediática”, pasan por
una configuración “mediática”. Como nunca antes el mensaje es el medio. Somos
apéndices de la “mediatización” (que cosas tiene la vida: desde la escuela histórico
cultural nos apropiamos del concepto de mediatización para reservarlo a la fundamental
acción de los instrumentos y los adultos en la construcción de la subjetividad. Ni
Vygotsky, ni desde otro enfoque Piaget, ni Wallon, ni Bandura, previeron que la
mediatización desbordaría los límites del factor de desarrollo para devenir peligro de
involución).
Los medios intentan (¿acaso ya no lo son?) convertirse en el espacio de la verdad.
“…El efecto de realismo de la noticia televisiva (si recibo la noticia de que un avión
se ha precipitado en el mar, es indudablemente cierta, de la misma forma que es
verdad que veo las sandalias de los muertos flotar, y no importa si por casualidad
son las sandalias de una catástrofe precedente, usadas como material de repertorio),
hace que se sepa y se crea sólo aquello que dice la televisión”. (Eco H. 2004).
Esta tendencia viene reforzada por las acciones mediáticas “on line”, en tiempo real. Una
comunicación “sincrónica”. Lo “on line” ha pasado a ser sinónimo de “verdad”. Pero la
realidad esta escondida. Peor aún, esta siendo escondida. Esta siendo sustituida por la
realidad mediática: la prensa, la radio, a “reina absoluta”: la televisión y los millones de
computadores conectados en una “red de redes”. Los dueños del espacio audiovisual se
perfilan como los constructores de la realidad, no en el sentido constructivista, sino
maquiavélico.
“Los que controlan el mercado de producción y distribución de la información
determinan antes de la publicación qué productos se producirán en masa, y por
consiguiente, qué opiniones se introducirán oficialmente en el mercado de
opinión” (John Kane. 1991)
“Si la información…está concentrada en pocas manos, va a beneficiar
primordialmente, sino exclusivamente, a los dueños de esas fábricas de
información… Lamentablemente, lo que existe ahora en el mundo industrializado
es una concentración creciente de los medios de información…y eso es un peligro
muy grande…porque implica alimentar a la gente con información unilateral,
ocultándole la verdad, distrayéndola para mostrarle aspectos poco importantes
de lo que en verdad sucede en el mundo” (Mario Bunge. “La concentración
mediática, peligro para la democracia” – entrevista de Martha Paz. etcéter@.
Noviembre 2003).
Mientras millones de seres humanos viven por debajo del umbral de pobreza, mientras
extensos asentamientos humanos están desprovistos de las más elementales condiciones
higiénicas, mientras la polarización neoliberal del mundo amenaza con la desaparición de
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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la especie, la realidad mediática nos habla de otra realidad, nos convence de que “esa
otra”, es la realidad. La táctica es la de siempre: de lo que no se habla no existe. Solo
existe lo que las palabras dicen. Las palabras dicen lo que los medios dicen. Los medios
no hablan por sí mismos. Los medios dicen lo que sus dueños dicen. Los dueños dicen lo
que les conviene decir. Ilusiona es dominarás. Alucina y será feliz. Se ofertan
alucinaciones, alucinógenos y alucinantes de todo tipo. Quién domina la comunicación
domina la “verdad”.
Las contradicciones son evidentes. El mundo que miramos a través de la ventana no se
parece al que miramos en los medios. Mientras la Iglesia condena el uso del preservativo
aduciendo la defensa de la vida, la vida desaparece para decenas de miles de victimas
del SIDA.
SPOT de bien público de televisión.
Se suceden imágenes de la Inquisición, de la segunda guerra mundial:
Después de siglos, la iglesia pidió perdón por la inquisición.
Después de décadas, la iglesia pidió perdón a los judios por haberse callado frente
al facismo.
Cuanto va a tardar la iglesia en pedir perdón por las víctimas del SIDA.
PECADO ES NO USAR PRESERVATIVO.
LA INDUSTRIA DEL PORNO DE LOS ANGELES, MULTADA POR NO USAR
CONDONES
Sábado, 18 septiembre 2004
IBLNEWS, AGENCIAS
El consejo para la salud y seguridad estatal multó a Evasive Angles y TTB
Productions con 30.560 dólares cada una por rodar películas porno en las que dijo
que expusieron a tres actores a ser infectados por VIH.
Fue la primera vez que la División californiana de Sanidad y Seguridad Ocupacional
ha adoptado una acción reguladora contra la industria cinematográfica para adultos
de Los Angeles, que genera miles de millones de dólares, y emplea a unas 6.000
personas en 200 productoras que ruedan docenas de películas y vídeos a la semana.
Los productores de porno se han resistido a las normas de uso obligatorio del condón
alegando que los consumidores no querían ver sexo seguro. Pero la división para la
seguridad laboral dijo que los actores porno tenían el mismo derecho a un entorno
laboral seguro que empleados en negocios más convencionales, según informó
Reuters.
Internet por su parte nos regala una “realidad virtual”, más que virtual, “virtualizada” en la
que se mezclan con interés mercantil, el bien público y las estratagemas de mercado, el
beneficio social con los intereses personales. Más virtual aún toda vez que se trata de un
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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escenario al que acceden solo las minorías más o menos favorecidas, o al menos no
desfavorecidas, por el sistema que discrimina a las grandes mayorías.
“Los redactores del informe 2001 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo
(PNUD) afirman…que las redes tecnológicas están en vías de transformar el mapa del
desarrollo y de crear las condiciones que permitan realizar en un periodo de diez años
progresos que en el pasado habrían llevado varias generaciones…Pero…existe una línea
de teléfono por cada dos habitantes en los países ricos contra una cada 15 en los países en
vías de desarrollo y una cada 200 en los países menos desarrollados. La tercera parte de la
humanidad aún no cuenta con electricidad, y qué decir de los índices de analfabetismo... La
organización de la cumbre mundial de la sociedad de la información de Ginebra, en
diciembre de 2003, avivó los enfrentamientos entre diferentes proyectos de sociedad…la
lucha por el acceso universal al ciberespacio en el marco de una infoética y del respeto a la
diversidad cultural lingüística, para evitar que la globalización económica sea
culturalmente empobrecedora, desigual e injusta” (Armand Mattelart “Comunicación,
poderes, resistencias”. Cumbre mundial sobre la sociedad de la información. Etceter@
Noviembre 2003).
Todo queda impactado por los medios - que cosas tiene la vida. El socialismo
conjuntivamente era tildado de estandarizante, de buscar un malsano sometimiento de las
partes al todo, de diluir al individuo en el proyecto de la masa. ¿Será que la globalización
ciberespacial en una forma de pseudosocialismo digital? - La “comunicación” – quien sabe
si sería más adecuado hablar de la “incomunicación” – atraviesa todo el espectro de la
vida de la sociedad y de la de las personas en particular. De una u otra manera, pero
“nadie se salva del pie forzado” (Silvio Rodríguez). Una vez más recuerdo a Debray: “los
valores asimilados hoy por los alumnos pasan por la televisión, la música, la radio, la
moda, la publicidad, más que por la escuela y la familia” (Debray R. 1995. El estado
seductor. Las revoluciones mediológicas del poder. Buenos Aires. Manantial. p. 85). Más
que la familia!.
La realidad se mezcla con la ficción, la ciencia con la especulación, la razón con el
absurdo. Entre Spielberg e Internet llegamos a creer que todo es posible. Es igual si
hablamos de un dinosaurio o de un mamut. Conservamos la capacidad de maravillarnos,
pero ya casi nada nos sorprende. Y no vayamos a culpar a la ingenieria genética por el
show. Lo hacedores del show son los medios de comunicación, extendidos hoy hasta
“más allá del principio del placer” y de la realidad. La realidad se presenta como
“mediática”. Los medios “informan” sobre la realidad que ellos mismos generan. Una
suerte de “egocentrismo comunicativo mediático”. La información alucina al conocimiento,
pretende usurpar su lugar. La información juega a ser el conocimiento. El conocimiento
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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son los medios de información. La transculturación es apenas un proceso ingenuamente
inocuo. Ahora se trata de “hipnosis social mediática”. Como dice Alfredo Grande,
psicoanalista implicado y amigo, “el sujeto no percibe mediatización corporal ni cultural. El
objeto aparece “mágicamente”, porque no hay conciencia del proceso de producción
histórica que lo generó. Se pasa de la contingencia del objeto al objeto fetichizado...toda
la subjetividad pasa de ser un block maravilloso, a convertirse en una pizarrita siniestra,
donde los verdaderos monitores a color de los sistemas informáticos son las personas.
Trasmutadas previamente en terminales de computadoras”. (Grande A.1996.p.207).
- IV. El bienestar familiar “Mierda, cáncer, cirrosis, SIDA, sobredosis”. Una buena definición de los problemas que
enfrenta la familia hoy y que se relacionan con “droga”, “sexo irresponsable”,
“alcoholismo”, “tabaquismo”, “semianalfabetismo” y sobre todo: “no tener a dónde volar”,
no poder escaparse de un mundo que a fuer de ser globalizado y hegemónico disemina
“hasta el infinito y más allá” toda su violencia, su inequidad, sus enfermedades,
grotescamente disfrazadas de democracia, libertad y desarrollo. La comunicación es un
campo de batalla esencial en la lucha por el bienestar familiar. Auque no su causa.
“El hecho de que en el mundo virtual hay inequidades absolutas entre naciones
ricas y pobres difícilmente resulta sorpresivo; sería ingenuo esperar otra cosa en
vista de las disparidades sustanciales en cualquier otra dimensión de la vida
desde la atención a la salud y la nutrición hasta la educación y la longevidad. A
pesar de las muy exageradas esperanzas de algunos ciber-optimistas, la Internet
no va a erradicar súbitamente los fundamentales y desatendidos problemas de las
enfermedades, la deuda y la marginación que enfrentan los países en desarrollo”
(Norris P. 2001, p. 49)
Internet se convierte en una suerte de “diáspora mediática”, un territorio en el que todo
parece posible y todo el mundo es nadie (un “password”, un “login”, un “chickname”). La
“comunicación anticomunicativa.” En la red de redes “...no es el pueblo o el grupo familiar
amplio, ni siquiera la familia nuclear o la pareja, lo que constituye la célula básica de la
sociedad, sino el individuo...la mayoría de los lugares y tiempos de la vida colectiva van
desapareciendo...la vida social se reduce a una circulación cotidiana entre dos polos: el
trabajo y la casa... las nuevas tecnologías de la información también se proponen invadir
el domicilio, tanto para actividades de compra, como de entretenimiento o incluso de
trabajo...el domicilio se convertirá en una especie de terminal global de información y
comunicación” (Mercier P.A., Plassard F., Scardigli V. 1985. pp-52-53). “Internet se
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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introduce poco a poco en nuestra vida, y las previsiones es que su presencia sea cada
día mayor. Es por tanto necesario que nos anticipemos y aprendamos lo máximo posible
sobre como Internet puede tener un impacto negativo en nuestro bienestar psicológico,
no solo desde el punto de vista de la adicción, sino también de los cambios personales y
sociales que puede traernos la llegada del mundo virtual” (Nacho Madrid López. En:
ciberpsicologia@psicologia-online.com).
No es posible negar las evidencias: nuestras prácticas asociadas al bienestar familiar
están atravesadas por la comunicación. Esto no es una novedad. Ya lo sabíamos desde
hace muchos años. Pero ahora el concepto tiene varios apellidos: comunicación social,
comunicación global, comunicación mundializada, comunicación virtual, comunicación
alucinante. La noción de transversalidad sale de sus recintos particulares y dibuja “la
totalidad de procesos, situaciones y tensiones que conforman la realidad,…se presenta
como un instrumento conceptual y epistemológico que nos ayuda a explicar y entender la
compleja producción social del conocimiento y la dinámica social en los distintos
contextos históricos” (I Jornada sobre Transversalidad. 1995).
Las familias responsables se preocupan por la desenfrenada relación de sus hijos con el
“ciberespacio” por el “espacio mediático”: la realidad en pantallas. Por momentos parece
que el control escapa a sus posibilidades. El empeño de los profesionales es inapreciable.
Desde los medios y con los medios se busca una orientación a la familia.
La American Academy of Child & Adolescent Psychiatry dice: “Los padres deben de
asegurarse que sus hijos tengan experiencias positivas con la televisión. Los padres
pueden ayudar…Poniendo límites a la cantidad de tiempo que pasan ante la
televisión (a diario y por semana). Apagando la televisión durante las horas de las
comidas en familia y del tiempo de estudio. Apagando los programas que no les
parezcan apropiados para su niño. Además, los padres pueden ayudar haciendo lo
siguiente: no permita a los niños mirar televisión por horas de corrido, sino que
ayúdelos a seleccionar programas individuales…Establezcan ciertos períodos
cuando el televisor esté apagado. Las horas de estudio deben dedicarse al
aprendizaje, no son para sentarse frente a la televisión mientras tratan de hacer la
tarea. Las horas de las comidas son tiempo para conversar con otros miembros de la
familia y no para mirar la televisión” (American Academy of Child & Adolescent
Psychiatry “Los niños y la television” No. 54. Revisado 03/01)
Pero la familia como núcleo (como grupo) y sus miembros (como individuos) son “target”
no solo de acciones educativas, sino también antieducativas. El mundo comunicacional,
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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mediático, el universo audiovisual de nuestros niños y jóvenes, de las poblaciones a las
que debemos nuestra acción responsable existe y sus niveles de “impertinencia”
(agresividad, compulsividad y seducción de sus mensajes) es alto. Consume muchos de
nuestros esfuerzos, se convierte en un “enemigo” a vencer (no sin dificultades) que se
empeña en dominar a su antojo. Si alguien lo duda le recuerdo una experiencia funesta
de “comunicación publicitaria”:
“La renovación del mercado radica casi por completo en fumadores de 18 años. No
más de 5% de los fumadores comienzan luego de los 24% años. La lealtad a la marca
de los fumadores de 18 años sobrepasa en una gran margen cualquier tendencia con
la edad a cambiar de marca” (Fumadores Adultos Jóvenes : Estrategias y
Oportunidades, Compañía Tabacalera R.J. Reynolds, 29 Febrero 1984).
" …la mayoría de los casos, los esfuerzos reales para aprender a fumar ocurren entre
las edades de 12 y 13 años…El adolescente busca demostrar su nueva urgencia de
independencia por medio de un símbolo, y los cigarrillos representan ese símbolo ya
que se encuentran asociados a la etapa adulta y a la vez los adultos buscan negárselos
a los jóvenes" ("Proyecto 16". Kwechansky Marketing Research Inc, Informe para
Imperial Tobacco Limited. 18 de octubre 1997).
El resultado de estas “estrategias de comunicación” es conocido:
EL TABACO MATA aproximadamente a 3 MILLONES y MEDIO de personas
cada año aproximadamente a 10,000 PERSONAS cada día.
100,000 NIÑOS y JÓVENES por día se convierten en fumadores.
Al mismo tiempo, no se puede perder de vista algo esencial: el problema no es el medio,
sino el uso que ciertas personas hacen de el. El problema no es, lo he dicho en múltiples
oportunidades, la comunicación, sino los comunicadores. Es cierto que con Internet, por
solo poner un ejemplo, ha debutado una nueva adicción: la adicción a Internet. Pero las
adicciones existían antes de Internet y el problema esencial nunca ha sido “a qué se es
adicto” sino “estar adicto” (conozco perfectamente las reglas del español, pero me niego a
admitir que se “es” adicto. Adicto solo es está, con lo que queda claro que es un
transitorio de recuperación posible) . Claro que hay “páginas webs” producidas más que
por internautas, por “delirantes”. Es cierto que hay páginas nada profesionales, con más
sabor a “shopping center” que a cualquier otra cosa. Pero el centro estructurante es, como
en todo, el comunicador. De modo que toda la “degradación” y “perversidad” posibles
existirán sobre todo y mayoritariamente si el “espacio” queda en manos de los
“comerciantes de ilusiones”, de los inescrupulosos aprovechadores de la “esperanza
humana”.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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La realidad virtual no estaba ni pensada en los trabajos ni de Freud, ni de Lacán, ni de
Watson ni de Skinner. Ni por asomo se la imaginó Rogers. Lazarus, dicen, que ni veía la
televisión. Quién sabe cuanto más hubiesen escrito mucho de los pioneros de la
Psicología de haber tenido una “Pentium 4” y acceso a Internet por fibra óptica. Es un
mundo nuevo para nosotros. Un mundo que se nos presenta como propenso a la
“involución personal” precisamente por estar plagado de artificios comerciales, de
instrumentos de control y desafueros. Es cierto. Pero, como en casi todo: el hombre
“solamente trabajando con el diablo…podrá acabar del lado de Dios y crear el bien”
(Berman). Habrá que balancear los “pro” y los “contra”. No como tarea para mañana, sino
para hoy. Habrá cuestiones que resolver de suma importancia: ¿Cómo mediatizar el
mundo mediático que se impone a nuestras familias? ¿qué acciones profesionales son
posibles y en qué condiciones? En realidad por ahora Internet sobre todo lo que hace es
llevar al mundo mediático los problemas que ya tenemos como profesión, como prácticas
sociales, como gremios. Si la comunicación es el eje transversal de nuestras prácticas, la
diáspora de la red de redes no será una razón suficiente para que renunciemos a ser
“psicólogos” (psiquiatras, trabajadores psicosociales, en una palabra profesionales “psi”).
El escenario es nuevo para nosotros. Quizás muchos piensen que es mejor actuar con
cautela, que es prematuro. Puede ser. Solo que saber cuando es demasiado pronto no
significa saber cuando será demasiado tarde.
- VI. Otra comunicación es posible Otra comunicación es posible. Hablo de otra comunicación, una que persigue “ayudar,
orientar, educar, prevenir, concienciar en lo que a valores esenciales, comportamientos
sanos y cívicos, defensa de la cultura, soberanía e independencia, asimilación de
derechos y deberes ciudadanos se trata”, hablamos de una comunicación de bien público.
Hay caminos ya señalados y ampliamente fundamentado.
“La comunicación puesta a trabajar a favor de los demás, es una herramienta
incomparable… Crea una mayor conciencia social sobre lo que afecta a toda la
comunidad… la faceta más noble y altruista de la comunicación, el bien público,
está jalonada de mensajes dirigidos a encausar o resaltar hábitos, usos y
pensamientos de la comunidad…nucleados generosamente con un objetivo básico,
crear ideas fuerza para que los grupos sociales descubran sus males y busquen
aliviar sus consecuencias”. (Consejo Publicitario Argentino).
La comunicación puede ser (de hecho es) un bien público. La comunicación puede
aportar beneficios sustanciales al progreso social, al mejoramiento del ser humano, al
242
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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desarrollo de habilidades sociales. La comunicación nos acerca al sueño de al menos
acciones de educación más extensivas y preventivas. La comunicación puede ser
trinchera de la defensa de la cultura, de la soberanía. La comunicación puede ser un
multiplicador de “los panes y los peces” que alimentan el alma humana. La comunicación
puede ser instrumento de denuncia, de combate. La comunicación social, la buena
comunicación, puede y ha de ser un aliado del bienestar familiar. De la construcción y el
reforzamiento de los valores esenciales de lo humano, de los que se hace la familia.
Porque “otro mundo es posible” y esa posibilidad pasa por un cambio en el modelo
comunicativo imperante en el mundo se alzan las alternativas: “la crítica del sistema
mediático se ha convertido en un frente de lucha prioritario para los movimientos
sociales… Frente al poder de los medios de comunicación, hay que instaurar un contrapoder del ciudadano, un «quinto poder» para múltiples modalidades de acción” (Bernard
Cassen). “no digo que sea lo único que habría que hacer. Pero…se necesitaría un
consejo superior del audiovisual, que vigile que se cumplan algunas reglas de
coexistencia pacífica y democrática” (Armand Mattelart). Hasta un Observatorio
internacional de los medios de comunicación (Media Watch Global), se propuso en Porto
Alegre, que apoyará otra “red de redes” de Observatorios nacionales de los medios de
comunicación como, el creado en Francia, en septiembre del 2003. Más esencialmente:
“Un nuevo orden mundial de la información y las comunicaciones, es necesidad
impostergable que requiere impulsar una revolución educativa internacional. Es posible
eliminar el analfabetismo y llevar la enseñanza hasta el sexto grado a quienes carecen de
ella en todo el mundo. El gasto total para realizarlo sería menos que el 0,004 por ciento
del Producto Interno Bruto de los países desarrollados de la OCDE, en un año” (Ricardo
Alarcón). Algo similar había dicho Passeron: “ninguna innovación tecnológica pudo jamás
superar, por virtud exclusiva del medio, las desigualdades culturales producidas y
reproducidas por el juego bien engrasado de las estructuras y de las jerarquías sociales:
las características técnicas de un medio de comunicación no predeterminan jamás sus
efectos sociales al punto de descartar los efectos que dependen de las relaciones
sociales que se encuentran en el origen de la utilización de esta técnica” (Passeron
J.C.1982. pp 46-47).
- VII. En el camino de una “familia crítica” -
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Nadie duda hoy de que el impacto mediático sobre la sociedad, la globalización, internet,
demandan la formación de un “sujeto crítico”, un consumidor con capacidad reforzada de
anticiparse a los efectos del discurso omnipotente sea este de la televisión, del cine, de la
radio o de la red de redes. Defiendo la idea de una “familia crítica”, una cultura familiar
crítica del consumo mediático. Allí hoy se juega buena parte de lo que tenemos que hacer
en materia de orientación, formación y educación. Hasta allí tiene también que llegar
nuestra influencia educativa. No creo en la solución de satanizar dogmáticamente los
medios y convertirlos en el “oscuro objeto del deseo”. Si asumimos que educar es
preparar hombres y mujeres para la vida, entonces estamos responsabilizados con
ayudar a nuestras familias a vivir creativamente la realidad. No dictaminar modos de
consumir la mediatización, sino orientar para que el modo en que decidan hacerlo sea
potenciador, al menos no obstaculizador, de su desarrollo.
Una “familia crítica” no es mucho más que aquella que piensa en los caminos por los que
conducir su consumo mediático, que pone en la distancia los modelos “sugeridos” y
decide en pro de su placer, de su felicidad en consistencia con su saber y sus
argumentos de vida. Una familia implicada con sus decisiones, que evalúa qué, dónde,
con quién, para qué, antes de encender el primer equipo, antes de llegar al salón. Se
resiste a ser una marioneta de las pretensiones de otros y a participar de un juego que le
arrebata su derecho a la opción.
“Estimule discusiones con sus hijos sobre lo que están viendo mientras miran
programas juntos. Señáleles el comportamiento positivo como la cooperación,
la amistad y el interés por otros. Mientras están mirando, hágale conexiones
con la historia, libros, lugares de interés y eventos personales. Hábleles de sus
valores personales y familiares y cómo se relacionan con lo que están viendo
en el programa. Pídale a los niños que comparen lo que están viendo con
eventos reales. Déjeles saber las verdaderas consecuencias de la violencia.
Discuta con ellos el papel de la publicidad y su influencia en lo que se compra.
Estimule a su niño para que se envuelva en pasatiempos, deportes y con
amigos de su misma edad. Con la orientación apropiada, su hijo puede
aprender a usar la televisión de una manera saludable y positiva”. (American
Academy of Child & Adolescent Psychiatry “Los niños y la television” No. 54.
Revisado 03/01)
Una familia que sabe a dónde va y cómo regresará, sabe, al decir de Jean-Claude
Carriere “lo que no se ve, lo que no se oye, lo que no esta” a la vista de todos. Es crítica
no para censurar, sino para seleccionar mejor y para definir los límites de su
244
Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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acercamiento a un modelo de consumo mediático. Como todo acto humano el consumo
mediático ha de ser intencional, no porque contenga una intención abstracta sino porque
es intención de un sujeto: la familia.
No es una utopía futurista lo que propongo. Mucho menos una cruzada “contra los
demonios”. Nada es perfecto. Todo es perfectible. Los medios son probablemente más
que una posibilidad, una necesidad.
Nuevos hábitos tendrán que ser construidos y consolidados. Necesitamos “una
asimilación productiva, una internacionalización propia sin renuncias, un participar del
mundo sin diluirnos ni ser subsumidos”. Tenemos que aprender y enseñar a vivir en un
mundo “mass mediático” sin ser “mas-s absorbidos”. Ser capaces de no tener que
“censurar” cuando arriba el sin remedio lo que puede ser “de otro modo” y ser otra razón
más para la felicidad. No comparto en modo alguno el facilismo de las decisiones por el
principio del “se acabó porque aquí mando yo”. Tampoco las prácticas del “corte por lo
sano” en ninguna de sus múltiples extensiones infelices. No quisiera tampoco que algún
descendiente trasnochado del Papa Gregorio o del malsano administrador Torquemada
tomara mis palabra como justificaciones conceptuales de la eliminación física en las
casas de las computadoras, los televisores, etc.
El camino no es la prohibición. La
prohibición es un acto unilateral, no necesariamente comprensivo (ni comprensible). La
prohibición no es una acción educativa. La irracionalidad es el sustento de tales estilos
comportamentales. Yo, por el contrario, estoy abogando por la racionalidad, por el
principio del análisis crítico productivo, por la generación de un grupo familiar consumidor
racional y crítico, sin que renuncie al deseo, al gusto, al placer. La lucha contra el placer
es una batalla perdida. El asunto no es de quitar, sino de dar. Dar otra alternativa.
La táctica de la “familia crítica” se inscribe en la estrategia general del “consumo
inteligente”. Es un llamado a la educación en el sentido más estricto del término. Pero,
paralelamente, como señalé más arriba, habría que montar una estrategia de consumo.
Es aquí entonces donde necesitamos pensar muy creativa y desprejuiciadamente. La
tesis ya esta definida: otra comunicación es posible. El modelo de comunicación que ha
impuesto el sistema de consumo no tiene porque ser la única respuesta a necesidades y
expectativas reales y loables de las personas. Parafraseando una expresión cubana de
245
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los tempranos setenta, de lo que se trata es de “vaciar el símbolo”. Construir nuestra
alternativa.
Entonces el asunto es Educación. Educación de los que tienen que ver con la
construcción de espacios mediáticos. Que aboguemos por una “familia crítica” no nos
exime de una construcción crítica de nuestros productos mediáticos. Educación de
padres y madres para mediatizar efectivamente el consumo mediático de los miembros
más pequeños de la familia. Educación de nosotros los profesionales para poder trasladar
nuestro espacio de operaciones a un mundo del que habitualmente no somos más que
consumidores y críticos. Así como otra Educación es posible, así también otra
comunicación es posible. Como no ha de serlo en este continente en el que los sueños a
fuer de soñarse entre todos terminan siendo realidades.
Bibliografía
1. Debray R. (1995) El Estado seductor. Las revoluciones mediológicas del poder. Buenos Aires. Manantial.
2. Eco H. (2004) "A un régimen mediático no le hace falta meter en la cárcel a sus opositores, los reduce al silencio".
El País. 28 Enero/.
3. Grande A. (1996) El Edipo después del Edipo. Agentina. Editorial Topía.
4. John Kane (1991) “La democracia y los medios de comunicación”. Revista Internacional de Ciencias Sociales129.
UNESCO.
5. Mercier P.A., Plassard F., Scardigli V. (1985). La sociedad digital. Las nuevas tecnologías en el futuro cotidiano.
Barcelona. Editorial Ariel s.a.
6. Norris P. (2001) Digital Divide. Civic Engagement, Information Poverty, and the Internet Worldwide. Cambridge
University Press.
7. Passeron J.C.(1982) Images en bibliothéque, images de bibliotheques. París. Document du Gides. p.46-47.
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FREUD EN LA HABANA
Apuntes sobre la sexualidad del cubano
Si Freud hubiera vivido en Cuba por estos tiempos,
una gran dificultad teórica absorbería todo su
pensamiento hasta llevarlo quizás a la neurosis: su
hipótesis de la sexualidad como motivo basal de
todo comportamiento humano que cristaliza en el
Complejo de Edípo, sexualidad que resulta ser el instituyente fundamental de todo el
aparato psíquico, encontraría tantas razones de confirmación como de descrédito. Y es
que el genial creador del Psicoanálisis, pilar fundamental de una buena parte de la cultura
occidental de este siglo, identificó rasgos fundamentales de la sexualidad tomando como
base el comportamiento sexual del europeo (sobre todo del austríaco, germano, y
bastante menos del anglosajón) cargó con la experiencia sexológica de su educación
judáica,
supo imponerse al puritanismo hipócrita de la decadente aristocracia de su
época, él mismo fue hombre, cuerpo sexuado. Pero lo que nunca pudo hacer Sigmund
Freud fue precisamente andar por las calles de La Habana, conocer, mejor aún, vivir de
cerca la sexualidad del cubano.
Intentemos imaginar que aquél viaje que hizo Freud entre Agosto y Septiembre de 1909 a
los Estados Unidos de América, acompañado de dos colegas y discípulos, Sandor
Ferenczi y Carl Jung, a bordo del transatlántico alemán "George Washington", se hubiera
realizado con una escala de tránsito de apenas 24 horas en La Habana, y unos 85 años
después.
Agosto es un mes caluroso en Cuba, como casi todos los meses. Pero La Habana tiene
un "aire acondicionado" natural: El Malecón. Una joven de tez trigueña avanza de Oriente
a Occidente iluminada por un sol que ruborizado ante tanta belleza, multiplica sus rayos.
Su contoneo no necesita acompañamiento musical. Es un baile a cappella. Desde muy
niña fue enseñada a caminar así: "Camina con gracia mi'jita.. Muévelo todo que para eso
Dios te lo dio”. Su cuerpo ha sido moldeado por una cultura que valoriza las zonas
erógenas tanto o más que las pensantes, que concede a la geografía física un lenguaje
superior al de las palabras. "Mami,que cosa es eso!” - se le escucha decir a un hombre
que mira a la joven y llevándose la mano a la frente se queja - "Esto es un dolor”.
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El médico vienés, profundo conocedor y analista de la mente histérica, intenta una lectura
psicopatológica que encuentra una relativa aceptación en sus acompañantes. En realidad
su marco conceptual solo le permite una interpretación un tanto arcaica, prejuiciada, sobre
todo descontextualizada, que dista de representar la realidad subjetiva y comportamental
de la sexualidad de la mujer cubana. La de aquí no es la mujer europea y mucho menos
la histérica de sus interesantes estudios de finales del siglo pasado.
El ser sexuado de la mujer cubana tiene su especificidad nacional, es también un rasgo
distintivo de su identidad. Una sexualidad extrovertida, que no tiene reparos en mostrar,
en descubrirse auténticamente, en sentir activamente y no solo como reacción a la
solicitud del hombre. Ella quiere gustarle a un "El", pero también quiere gustarse a si
misma, sentirse hermosa, atractiva, sensual.
Nada de lo que lleva consigo es una
casualidad. Todo ha sido puesto con alguna intensión. No solo muestra su cuerpo. Hace
ostentación de el.
Quizás por esto cree demasiado en los "dones naturales" y en
ocasiones, "confunde los instrumentos con la música”.
La muchacha ha venido a sentarse justamente a muy poca distancia del lugar escogido
como observatorio por los científicos. Ella se sabe observada y esto le es como un reto
para pavonearse aún más. Con cada gesto, con cada movimiento de los brazos parece
estar diciendo "Yo soy la Mejor de todas”. La mujer cubana se reconoce como una mujer
de gran atractivo no solo físico, sino también comportamental. Si el Dr. Freud hubiera
intentado un experimento de asociación libre, se hubiera sonrojado de pies a cabeza:
"Mujer...Hombre”;
"Sexo...Inagotable”;
Cubana...Fogosa”;
"Amor...libre”
;
"Deseo...Insaciable”.
El cubano es depositario de una representación social (no solo nacional, sino de alcance
internacional) en la que aparece como gran artífice del amor, de una fogosidad lujuriosa,
especialista en contiendas sexuales - "Eso sí es una hembra”, "Eso sí es un macho”. Si lo
es o no, no es tan fundamental. El asunto es sobre todo cuánto se lo crea, y más aún,
cuánto logra hacérselo creer a todo el mundo. En un radio portátil se escucha el estribillo
de una canción - "Alardosa. Tú te vas por encima del nivel”... - en otro receptor un poco
más allá se escucha..."Tú eres más rollo que película”.
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Lo que tiene desconcertado al descubridor de la mente inconsciente, es la casi total
ausencia de represión en el comportamiento sexual del cubano. La libido se desborda en
cualquier ámbito sin la más mínima angustia. El cubano vive abiertamente su sexualidad,
su sexualidad es también su modo de vivir.
Quedaron atrás los tiempos de los
convencionalismos tributarios de profundas diferencias sociales y económicas. Quedaron
atrás los tiempos dominados por la discriminación sexual, racial, social. Los de hoy, son
tiempos de libre expresión de la sexualidad, no carentes de prejuicios sexistas ni del juego
del doble sentido, de la doble moral, pero marcados sobre todo por la libertad del cuerpo,
por el placer como opción y decisión personal.
Un hombre de unos 25 años avanza hasta el lugar donde está sentada la trigueña. Jung,
de vocación más experimental, le hace una seña a Freud - "Observe, maestro- le dice el
suizo al austríaco - la lucha por la conquista está por comenzar”. El joven moreno baja el
volumen de una inmensa y pesada radiograbadora que trae en su mano derecha y le dice
a la joven - "Oye mami, estás...más dura que la situación!”.
Ella con una sonrisa
socarrona le riposta: "Si mi papi te sorprende en ese chistecito conmigo, te va a dejar
como un restaurante en moneda nacional: No sirve para nada”.
Los científicos comienzan un arduo debate interpretativo.
Ferenczi no tiene la más
mínima duda. Para él, se trata de una agresión política que se aprovecha del lenguaje del
sexo para vencer las limitaciones del Super-Yo totémico. Jung, por su parte, apuesta a
una manifestación arquetípica como aquella del hijo amante de Cibeles, o el Dios - héroe
que domina, que castiga y salva. El Maestro, que se ha mantenido silencioso, sentencia
convencido: "No hay duda posible. Estamos ante El Drama Edípico”.
En la nomenclatura erótica cubana, "mi papi", "mamacita" y cualquier otro tipo de
referencia a las figuras parentales, goza de una frecuencia de aparición sencillamente
abrumadora. Simbología Edípica? Reminiscencia infantil regresiva en el comportamiento
sexual del cubano?
superficial.
La explicación parece en extremo azarosa y sin duda alguna
El sexo, la sexualidad, es uno de los hilos conductores de los vínculos
parentales en el modelo familiar del cubano, y por ende, de la extensión que de dicho
modelo se hace a todo el sistema de relaciones interpersonales. El padre es padre en
tanto hombre y su condición de hombre es la que da sentido a su paternidad. Lo mismo
ocurre, aunque quizás en menor medida, con la mujer. La familia cubana, anchada hoy
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por las múltiples reestructuraciones de pareja, por las distancias geográficas de sus
miembros, por las interconexiones de raza e incluso de nacionalidades, marca
profundamente la subjetividad de sus miembros por los roles de sexo. No importa cuánto
socialmente se hayan borrado ciertas diferencias o cuánto una más justa distribución de
las tareas se ha logrado al interno del funcionamiento familiar, Papi es hombre, y Mami es
mujer. El papi y el mami del discurso simbólico de la sexualidad es familiaridad, intimidad
cuasiparental con el sujeto de la relación de pareja, es fidelidad y respeto al ser amado,
es cariño tierno y candoroso, como el de los niños. Sentimentalmente, el cubano es un
niño en un cuerpo que le queda chico y a la vez lo supera.
De lo que no queda duda es de que en materia de relaciones sentimentales, el cubano
goza de una especial capacidad para la disociación: Afirma con Madonna que "el amor es
emoción, y el sexo, acción”, pero atestigua con Sharon Stone que "el sexo es perfecto
cuando el cuerpo está supeditado al espíritu”. Al fin y al cabo repite con Kim Bassinger,
que "el erotismo es menos perverso que la hipocresía”.
Las horas han pasado y se profundiza la polémica entre los tres exploradores del alma
humana. Jung está a punto de convencerse de que su maestro ha estudiado la sexualidad
humana sin conocer una de las claves importantes del Concierto Internacional de Eros. El
mismo Freud comienza a reconocer que "aquí hay algo distinto”, que por el momento,
como buen europeo, denomina de "exótico". Una pareja que está muy cerca de ellos, sin
el más mínimo recato, aumenta el volumen de su radio y se pone a bailar
semifrenéticamente al compás de lo que parece ser la legalización del infanticidio - "Qué
te pasa mami ? Qué me estas haciendo ? Tú me estas matando con tu movimiento”. Y
sí; el movimiento de la pareja es "asesino", promotor de ensoñaciones sexuales en vigilia.
Freud no puede creer lo que esta viendo, pero tampoco puede dejar de verlo. Jung
vuelve a la carga y descubre allí las danzas de la fertilidad, de la procreación.
En el pasado de Cuba hay quizás marcas que aún esperan por ser claramente
reconocidas. La nacionalidad cubana tiene una fuerte carga de negritud, ya no solo en la
pigmentación de la piel, sino en la sangre, en la sangre de la sociedad:
las
representaciones compartidas, las creencias, las costumbres. Cuba se erigió sobre la
esclavitud. El esclavo fue buscado por su fortaleza, por su resistencia. Así llegamos al
negro. Fueron traídos miles de hombres negros cuya única posibilidad de sobrevivencia
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era su fortaleza, y en esto descansó su noción de virilidad. Muchos hombres fueron
traídos, y muy pocas mujeres. Y los miles de hombres negros que llegaron, vinieron con
cientos de hombres blancos de España, también sin mujeres. Posiblemente entonces
nació una verdadera "obsesión sexual", producida por la falta de mujer, la separación de
los sexos. Así , en las escasas ocasiones en que se podía bailar, produciéndose el
encuentro físico con el cuerpo deseado, los movimientos del baile se sexualizaron,
sublimaron de hermosa manera el eros insatisfecho. - "a falta de pan, casabe”. Los bailes
se hicieron miméticamente eróticos.
En la sexualidad del cubano de hoy hay bastante de aquella obsesión, que no responde a
represiones actuales, sino a históricas, a represiones que dejaron sus marcas en ese
"sexualizarlo todo". Es como no perder ni una oportunidad - en el baile, en el chiste, en la
simple conversación entre amigos, hasta en el discurso político - simbólico (no olvidar que
durante los primeros años de la Revolución, al máximo líder del país le decían
popularmente "El Caballo", que además de ser el numero uno en la charada, juego de
azar que era tremendamente popular en Cuba, es la viva imagen de la virilidad, del
dominio y el apetito sexual, "El Machazo". El mismo Freud identificó con un caballo la
imagen pulsional instintiva de la fuerza y energía libidinal del Ello.
Mediodía en La Habana. Se siente mucho más en el desprotegido muro del malecón. Un
nativo, con la misma certeza y seguridad profesional con que lo hiciera el más sabio
meteorólogo especializado en predicciones climáticas, afirma: "Este año ha hecho más
calor que nunca. Si esto sigue así, no va'aber quien coño lo aguante”. Freud escucha y
asiente.
Su habitual traje de paño con chaleco se ha convertido en un horno que
amenaza con derretirlo. Instintivamente comienza a quitarse un poco de ropa, allí mismo,
delante de todo el mundo. Jung y Ferenczi lo miran perplejos - no es un comportamiento
para nada habitual en el hijo de Jakob y Amalia. Desvestirse, andar poco vestido, es un
claro índice de referente sexual, es una incitación al eros del otro. De pronto Freud, en un
claro insight contratransferencial grita "Eureka”, parafraseando al genial Arquímedes - "El
clima, el calor, afectan la sexualidad del cubano. El calor afecta la energía, es en realidad
una forma de energía que se suma. La energía libidinal se ve aumentada por la calórica”.
De lo que no hay duda es de que el calor es una invitación a tener la menor cantidad
posible de ropa sobre el cuerpo. "El calor - dijo un rumbero cubano - es un aliado de la
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propaganda sexual”. La sexualidad del cubano, el cubano mismo es muy perceptivo. "Si
no veo la mercancía, no hay negocio". La sensorialidad es fuerte en el comportamiento
sexual del cubano - el olor, el gusto, y por sobre todas las cosas- la visión. Descubiertos
los cuerpos para contrarrestar el castigo del calor, son una invitación perceptible al
erotismo cotidiano. "Un buen par de nalgas - sentenció aquél filosofo rumbero - son como
una tumbadora con el cuero tenso. Parece decirte: ven a tocar la rumba”.
Muy cerca de la joven trigueña pasa otro "pescador de orilla" y se le oye decir - "Que va,
yo no quiero ni miral e'to. Me va'dal un infalto. Asesina!”. Ahora Freud ha decidido tomar
notas.
Son demasiadas cosas las que hay que pensar, demasiadas cosas que no
articulan con su modelo teórico, aunque se contenta con la unidad de eros y tanátos, y la
argumentación energética libidinal.
Alguien, de repente, golpea el hombro del Maestro. Es su colega suizo que con gran
indignación y molestia le dice - "Mire esto Herr Freud. Esto si es algo inesperado”. Dos
hombres con evidentes modales femeninos caminan por la acera junto al muro. Se ven
contentos. Sin embargo, el genio observador de Freud descubre claramente que cada
vez que pasan por delante de alguno de los ocupantes del muro, alguna reacción se
produce. Unos miran y sonríen burlonamente. Otros manifiestan una profunda repulsión
que no esconden. Los peores pasan directamente a la agresión verbal: "Par de maricas!
No suelten tantas plumas que me da coriza”.
La sexualidad del cubano es homofóbica. No hace falta ver "Fresa y Chocolate" para
saberlo. Es sencillamente evidente. El modo de concebir y de vivir la sexualidad del
cubano supone casi directamente,
la relación que tiene con (más bien contra) la
homosexualidad. Para el cubano la sexualidad solo puede ser "hétero". La "homo" es, en
el plano ético una aberración corrupta e inadmisible, en el plano médico una enfermedad,
en el político una desviación del camino correcto, y en el "estrictamente sexológico", un
desperdicio.
"Los pobres - dijo alguien desde el muro, - no saben lo que se están perdiendo”. Uno de
los homosexuales viró la cara y dijo algo, pero el ruido de un Moskovich que pasaba no
permitió escuchar.
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La homofobia del cubano es casi tan famosa como su fogosidad y como su machismo.
“Lo estamos superando”, se escucha decir una y otra vez. Y es cierto. Pero aún esta ahí,
y con no poca salud. Para Freud no es fácil acertar en su análisis. Demasiados prejuicios
personales.
Estrechas también sus hipótesis teóricas sobre el tema.
Hay además
profundas raíces socioculturales que el modelo pulsional psicopatológico no logra
alcanzar.
La joven no se ha limitado a dejarse observar. Ella también ha observado. Ha notado un
modo raro de hablar, de vestirse, y está extrañada, casi molesta, porque aquellos
hombres no "se meten" con ella. Entonces hace su hipótesis: "Esta gente son de afuera”.
Lentamente se acerca al más viejo de los tres, y con ingenuidad infantil le pregunta "Ustedes son extranjeros?”. Freud siente la sangre subir y bajar aceleradamente por todo
su cuerpo. Qué le esta sucediendo? Qué le puede decir aquella mujer que él no pueda
interpretar, que él no pueda comprender. El sol sofoca (solo el sol?). Aquella joven es un
encanto.
Su piel es suave y fina, de un color que recuerda la miel.
Sus ojos son
redondos y brillantes. Su figura se le impone al vestido y quiere desbordarlo. "Será un
accidente contratransferencial?”, se pregunta el aludido.
En la mente del maestro
resuena una frase que parece ser la fractura de un proceso identificatorio que se inicia:
"Que va.. Esto es mucho para un solo corazón”. Las miradas de todas las personas
están sobre él. Escucha sus voces silenciosas que le demandan hacer algo, que lo
compulsan - "Dale chico. Eso es tuyo”, "Demuestra que tu eres el mejor!”. La situación
es tremendamente difícil, pero el que pretende, como Copérnico y Darwin, dar un duro
golpe al narcisismo del ser humano, aprovecha también el momento para entender la
sexualidad de la gente de esta isla.
El hombre está sujeto a una sobreexigencia sexual. El modelo de "eficiencia masculina"
es tremendamente exigente.
Exigente sobre todo de parte de las representaciones
sociales. Sus componentes son múltiples - tamaño del pene, calidad de la erección,
número de veces que realiza el "acto sexual" (coito, porque "lo demás es jugar al flojo"),
cantidad de mujeres que ha tenido, en fin, un listado realmente largo, en el que no
predominan los aspectos emocionales - "los machos no sienten. Los machos se hacen
sentir”. Las emociones, los sentimientos, nos hacen frágiles, y macho y fragilidad no
pueden convivir.
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Cuánto esas absurdas creencias, esos prejuicios, ese modelo de sobredesempeño
obstaculizan un goce más pleno de la sexualidad? Cuánto inhiben una relación más
auténtica y natural con el cuerpo sexuado (con el propio y con el de otro)? Cuánto todo
esto está en la base de muchas de las disfunciones sexuales? Una respuesta preliminar e
intuitiva es: “mucho con demasiado”. Demasiado sobre todo porque hablamos de alguien
para quien la sexualidad, liberada de toda sobreexigencia, es un valor, es un modo
asumido de su identidad.
El cubano es, íntimamente, puro sentimiento, fragilidad
candorosa, ingenuidad afectiva. Freud lo comprendió cuando la joven le habló con pasión
del bolero, le dijo que lloraba con las telenovelas (incluso con las películas rusas, aunque
no las entendía), y que lo que la enloquecía era un hombre que hablara bonito. La mujer
cubana exige ser conquistada, amada, convencida. Necesita una flor, una palabra
hermosa, en síntesis: sentirse enamorada y que se le enamora.
Desde un camión cargado de hombres alguien gritó: "Jinetera!!!...Consume productos
cubanos y déjate de darle tanta cuerda al gallego”.
Que las hay las hay. Que en el malecón las hay, también es verdad. Pero, ya no solo por
una razón de ética, de tradiciones y costumbres, sino hasta por un asunto de identidad
sexual, la mujer cubana no es jinetera. La sexualidad del cubano no tiene nada que ver
con el jineterismo, no es esencialmente una sexualidad prostituible, aunque existan
prostitutas y prostitutos. Mucho estima el cubano su sexualidad como para venderla o
arrendarla, mucho la disfruta como para desperdiciarla. La mujer cubana, y también el
hombre en su modo masculino, es coqueta, presumida, como dicen Los Van-Van
"Zandunguera". La mujer cubana va de argollas, labios pintados y perfumada a trabajar
en la agricultura, se mira en el espejo y se aprieta al cuerpo la ropa con la que se va a
meter en la tierra enfangada para recoger la cosecha, para ir a la esquina se pone que
parece de fiesta - "Siempre hay un ojo que te ve”.
Un hombre alto y negro como los zapatos del Dr. Freud se acerca al grupo. Con un poco
de desconfianza en el rostro y una mueca que está entre la de los celos y la de la
incertidumbre dice - "Buenas tardes”. La joven se voltea sonriente, le da un beso y una
pequeña mordida en los labios carnosos al recién llegado y virándose hacia los
extranjeros les dice - "Miren, les presento a mi papi”. Freud ya no se extraña de que sea
"el papi" de la misma edad que ella, ya sabe que su papi no es su padre. Tampoco se
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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extraña de que después de despedirse, el negro, públicamente y sin reprimir su deseo le
dice a ella - "Mami vamo'echando”, le pasa el brazo por la cintura, deja caer su mano
sobre la nalga, y camina lento, seguro, viril, orgulloso, como diciendo "esto es mío" mensaje que ella capta, acepta y reafirma.
255
Ha sido un día repleto de experiencias interesantes y movilizadoras.
Freud, Jung y
Ferenczi han decidido no hablar entre si nada de lo que ha pasado. Necesitan tiempo
individual para elaborar todo este material. Cada uno se fue a dormir a su camarote. Con
qué soñaría Freud esa noche?. Wallace, que no es una referencia de mucho confiar, dice
que durante su estancia en los Estados Unidos, Freud le comunicó a Jung que dormía
muy sobresaltado porque no lo abandonaban ciertos sueños eróticos.
Veinticinco días duró la visita del Dr. Freud a Norteamérica. Por lo que se conoce, en el
plano personal, no salió contento de allí. Quizás porque no le resultaron tan fantásticas
las Cataratas del Niágara, quizás porque le dijeron viejo, o simplemente porque su
mentalidad no estaba preparada para América. Lo cierto es que su encuentro no fue
bueno.
Quién sabe si, precisamente, a Freud lo que le faltó fue pasar realmente por Cuba,
sentarse realmente en el muro del malecón, y hacer algunos apuntes y observaciones
sobre la sexualidad del cubano. Si esto hubiera sucedido, probablemente muchas de sus
conjeturas hubieran tomado otro rumbo. Más aún, quién sabe si el 21 de Septiembre de
1909, al embarcar en el puerto de Nueva York para regresar a Europa, ya a bordo del
"Kaiser Wilhelm der Grosse", el genial intérprete de las zonas más oscuras del alma
humana le hubiese preguntado al Capitán de la nave - "No será posible hacer aunque sea
una pequeña escala en La Habana?”.
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PSICOLOGÍA E INVISIBILIDAD.
El no “extraño” caso de los públicos
y las audiencias invisibles
Desde que Ricardo Arjona encontró “pingüinos en la cama” y lo declaró musicalmente, me
siento menos avergonzado de reconocerme en ciertas situaciones como “pescado en
tarima”. Es auténticamente mi sentir en un escenario como este y con un público visible y
visibilizado como el que tengo delante de mi. Silvio cuenta (en realidad canta) que un
obrero lo vio y le llamó artista, y al hacerlo noblemente lo “sumó a su estatura” (Llover
sobre mojado). Si alguna vez alguien me llamó artista, por ser “el que sale por la
televisión” lo único que logró es “sumarme doblemente mi anchura” (“ay, pero que gordo
es…”). No me siento (no tengo identidad) de artista. Soy psicólogo en todos los
escenarios (obviamente públicos) en los que me encuentro. Entonces para “entarimarme”
un poco pido licencia y clemencia para ser ni más ni menos que psicólogo.
Vengo cargado de una representación que puede convocar alguna nota discordante
(hasta desafinada) en mi intervención. Nunca antes he estado en un “Caracol”. No tengo
predestinada la adecuación para orientar mi intervención en lo que me nominalizaron y
reconozco como un “evento teórico”. En estos tiempos de tanto pragmatismo necesario la
disquisición teórica es, además de un privilegio, una suerte de ejercicio que puede
ayudarnos mucho a ejercitar músculos semiatrofiados por los tiempos en que el espectro
de Santo Tomás de Aquino intentaba adueñarse de la colina de San Lazaro y L. “Todo
tiene su momento” creo que le escuché decir a Sinoé el egipcio. Con Kurt Lewin descubrí
que “no hay nada más práctico que una buena teoría”.
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Haciendo mío el rito del “malabarismo conceptual” (tan común en los círculos académicos
como extraño en los cotidianos – el primero se cuestiona si al pan pan y al vino vino, allí
dónde el otro emulsiona una síntesis imperativa: “el pan vino”) pregunté a Mayra, a quien
debo la gentil invitación que me tiene aquí, si la diferencia nominativa de “público” y
“audiencia”, en la convocatoria de esta mesa, se hacía depender de las peculiaridades
sensoriales comprometidas, o de la actualidad – potencialidad del “target”. Incluso pensé
que podría referirse al diferencial actitudinal en el continuo “activo-pasivo”. La respuesta
de mi querida amiga, con quien he compartido divertidos correos intertextuales, me
tranquilizó. Me regaló “la libertad de las mareas” (al decir de Amury): “el abordaje
piratesco -¡viva la libertad!- me parece genial”. Es más, interpelándome una frase de
Barthes me sugirió no solo “denotar”, sino también “connotar”. Esto me parece mucho
más inteligente, necesario y productivo que “detonar”, para lo cual no deberíamos esperar
por convocatorias especiales como esta.
No mucho menos dubitativo se me antojaba el término invisible. Hay una cierta gramática
al uso para la que “in” es “no” y “ble” la terminación que sanciona la trascendencia
valorativa definitiva del carácter del sujeto operativo de la palabra. Traduzco: “in-soportable”= no se puede soportar. “in-paga-ble” = que no hay quien lo pague (como el aguacate,
el tomate, ocasionalmente el mango en el mercado de 19 y A). Siendo así, reconozco que
las audiencias visibles llaman de “invisible” a, por ejemplo, un programa de televisión de
pésimas cualidades formales, funcionales y motivacionales. “in-visi-ble” = que no hay
quien “se lo dispare”. Quizás sería mejor decir “in-ver-sible” y así sobredenotaría mejor la
connotación básica: “inservible”.
Pero “invisible” parece ser sobre todo “lo que no se ve”. “Lo que no se ve”. Afirmación que
contiene dos experiencias instituyentes: la primera “hay algo”, algo existe. La segunda
“pero no se ve”, ese algo que existe no se ve. Si no hay algo, no hay condición de
invisible. Si se ve, no es invisible.
Recuerdo
hace
algunos
años
cuando
algunos
“comunicólogistas”
enfatizaban
proféticamente el vínculo de la Psicología y la comunicación en el matrimonio con la
noción de “percepción subliminal”, algunos llamamos la atención sobre lo que
considerábamos un “desafuero”: ¿cómo entender algo que se percibe fuera de los
umbrales de percepción? Si se percibe entonces está dentro de los umbrales de
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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percepción. Otra cosa es decir que, hay percepciones de diferente tipo, incluso que hay
percepciones no conscientes y que desde su “condición inconsciente” pueden hasta
polarizar el comportamiento de una persona. Contradicciones de la historia: la Psicología
experimental sirviendo de sustento a la psicología fenomenológica, al psicoanálisis
freudiano.
No estaría de más decir que existe un “no se ve” que está inscrito en las particularidades
mismas de los “aparatos de la visión” (si alguien duda de que la visión tiene más de un
aparato puede acceder gratuitamente a http://www.elprincipito.com – “He aquí mi secreto,
que no puede ser más simple: Sólo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es
invisible para los ojos”). El daltonismo existe. También la debilidad visual y la ceguera. Es
larga la lista de los determinantes anátomo funcionales, estructurales, del “no se ve”.
Pero, debo confesar, como simple anticipo de uno de los lugares a los que iré a parar, que
me adhiero a la conocida sentencia confirmativa de que “no hay peor ciego que quien no
quiere ver”.
Los que estudiamos las leyes de la percepción primero con la “Gestalt” (Köhler, Koffka),
más tarde con los experimentalistas comportamentales (Gibson, Morgan) y luego, como
era de esperar, con los psicólogos soviéticos de la “percepción como actividad”
(Guipenrraiter, Leontiev), sabemos que las razones del “no se ve” o “cuesta trabajo verlo”
son variadas: los psicólogos reconocemos la influencia del contexto en el que el
“estimulo” se presenta (efecto camuflaje), la dominancia relacional (figura y fondo), los
efectos de halo. Reconocemos las alucinaciones escotómicas (no es solo ver lo que no
es, sino también no ver lo que es), los efectos postraumáticos de ciertos sucesos, los
procesos de inhibición de huellas, los estados alterados. Más aún psicodinámicamente
identificamos la represión, los mecanismos defensivos en general, la apercepción, las
normopatías. En fin, tenemos una “biblioteca psicológica” para explicar porque algo no se
ve. Incluida la audiencia, el público.
Entonces, dicho lapidariamente, en la tradición “científica” de la Psicología (somos una
ciencia, no se si para bien o para mal) lo que es invisible “es”, solo que “no visibilizado” o
“no visible” circunstancialmente. Y, generalizando en síntesis esencial, lo que es que no
es visible lo es por dos órdenes de cosas: invisibilidad metodológica e invisibilidad
epistemológica.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Y, para que no se interprete mi afirmación precisamente como “alucinante”, hago una
aclaración. Hablo de todo aquello que pertenece al mundo de lo “real-objetivo”. Con
Lacan, y desde antes, con Kant, distinguimos “lo real” y “la realidad” en las dimensiones
de la experiencia humana. Nosotros percibimos “la realidad”, y la realidad es una
construcción subjetiva emergente de la confluencia de lo sensorial y lo experiencial
(histórico, cultural). Es subjetividad. “Lo real” trasciende la realidad, la incorpora como
“otro”, como intersubjetividad, es un espacio de penetración infinito con el que
interactuamos por medio de su “construcción hipotética”, la realidad, y que se corrobora
en la praxis (contextual e histórica – recordemos las Tesis sobre Fuerbach de Marx). “No
hay de que asustarse, - digo usualmente a mis alumnos – el universo es real e infinito.
Penetraremos cada vez más en su conocimiento, pero no dejará de ser ni real, ni infinito”.
Así la realidad subjetiva deviene real e infinita, como el espacio de la que emerge: lo real.
Entonces, cuando hablo de lo invisible como “lo que es” pero “no es visible” tengo un
recurso lógico argumental para entender tal situación. O bien el asunto es un déficit en
“los instrumentos” que permiten hacer visible lo invisible. Y entonces el asunto es del
orden de lo metodológico. O bien se trata de un déficit en la pertinencia misma de la
visibilidad. Entonces el asunto es del orden de lo epistemológico. Dicho de otro modo o
no lo veo porque no tengo cómo verlo. O no lo veo porque su visibilidad no está
presupuesta en mi paradigma de referencia.
¿Pero cómo puede el orden de lo metodológico hacer invisible un objeto (sea la
audiencia, o el público)?. En los mismos altares convencionales de las construcciones
metodológicas está la respuesta. La lógica, aún hoy dominantemente racionalista tiene
un canon perverso (en realidad más de uno): “lo que “es” para una praxis científica, es
solamente lo que sea traducible operativamente, instrumentalmente. El método
interpuesto construyendo lo que estudia. No responde al objeto del conocimiento, – “Nada
es tan malo como para que no pueda empeorar – Murphy”: lo construye. La metodología
“crea” el objeto de su conocimiento y lo sacraliza como real y testimonialmente único.
En este sentido se legitima las tesis de Ang (1991): Lo que es la "audiencia" se define
desde las necesidades de la industria y de la investigación. Es una construcción funcional
y no un objeto de estudio que pueda aprehenderse. “Es exactamente esta asunción la que
inadvertidamente se da por descontada y se reproduce en la mayor parte de las
259
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investigaciones académicas de audiencias" (Ang, 1991: 11). La audiencia deja de ser una
realidad ontológica para tramitarse como “objeto discursivo”. A la audiencia la hace el
discurso. No importa si desde Kant sabemos que una definición no implica la existencia
de algo ("Crítica de la Razón Pura"), a no ser la existencia de la propia definición. Para
salvar el “escollo” tenemos a la metodología. Metodológicamente a la audiencia la hace el
método, obviamente y esto es muy importante, desde la intención que lo selecciona (lo
construye, lo sustenta, lo legitima). La audiencia visibilizada es, al final, una ficción del
método y hace invisible a la audiencia probablemente real.
Estamos, contextualizando psicológicamente, ante la lógica de Thomas “si el hombre
define situaciones como reales, ellas son reales en sus consecuencias”. Es el sustento de
la “brujería”, de “la histeria” y quién sabe si de la Psicología pre y racionalista. En otros
textos he hablado del “Modelo autofagocitista” de ciencia. Lo extiendo al campo de la
metodología prefiriendo la denominación de Alsina: “el modelo autista”. La metodología
hace conversar a la representación que se tiene de la audiencia consigo misma. Un
diálogo en el que la audiencia potencialmente real, como el deseo inconsciente esta
“perdida desde y para siempre”.
Para “convencer(ce)” se acude, casi hasta el paroxismo, al esotérico mundo de los
números. Su aliado: la estadística. Porcentajes, medias, medianas, covarianzas, factores,
en fin “éramos poco y parió la gata”. Como si no supiéramos que cualquier estadística
bien torturada acaba por darnos la confesión que queremos. “La audiencia” invisible tras
una cortina de números. Un intermediario “oportunista” nos dice traducir la voz en dato, la
opinión en cifras, el deseo en “chek marks”: las encuestas. Por cierto la medición de
“audiencias” vía encuestas es hoy como el antecedente prehistórico del problema. Ahora
se sofistican los procedimientos. Ahora tenemos “Real Time” un “people meter” individual
que en muy pocas horas nos regala los más sofisticados “shares”. Sigue en pie y se
incrementa la dictadura del “share”.
Para nosotros, acá en nuestra isla, no se trata tanto del “share” cuanto de las “tesis” que
lo anteceden y respondiendo a Mocedades “lo toman o lo dejan”. La primacía
metodológica instrumental del “cómo” al final queda en manos del “quién”. Y no
precisamente “quien habla”, sino “quien decide”. Esto es también otro orden de lo
260
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metodológico. Si establecer un “síntoma” de lo dicho tomaría como rehén a “los índices de
audiencia”.
Insisto en que ando tras una aventura conceptual, lo que considero no “la ejecutoria de la
realidad”, sino la prospección de lo posible. A los que además de pensar hacemos
frecuentemente se nos intenta vulnerabilizar (digo como expectativa del atacante) con la
distancia entre lo que “decimos” y lo que “hacemos”. Si el pensamiento no se adelanta a
la acción estaremos condenados al mismo lugar. Nuestro hacer habla de nuestras
realidades y posibilidades. Nuestro pensar de nuestras ansias y sueños. Toda teorización
es onírica.
Los índices de audiencia realizan el intento de representar a la audiencia por sus
características más simples (usualmente el nivel escolar, la edad, la zona de residencia,
etc.). La audiencia se define por el subconjunto de los encuestados que, además de ser
encuestados y de responder, cumplen con la condición de “impacto” (vio, escuchó, leyó,
etc.) La propia noción de “impactado” llama la atención: impactado es el objeto del
impacto. El encuestado, por necesidades de la investigación (premura, cordura y mesura)
responde a lo que se le pregunta. Entonces se gestan los datos: cuantos ven y cuantos no
ven; que ven y que no ven. Las “mediciones” hablan acerca de lo que se les pide que
hablen. Al final se descubre el sentido del “interrogatorio”: provocar una reacción bajo
control.
Pero desde que el paradigma behaviorista se descubrió como inoperante sabemos que la
“reacción” bajo control habla más del estimulo que del respondiente. La audiencia existe
como su expresión en el método y esta expresión, en el mejor de los casos, solo contiene
la parte (mayor o menor, no se sabe) que en su “particularidad” coincide con la
“particularidad” del método. Efecto doblemente marcado por el hecho de asistir
dominantemente a los dominios de las metodologías cuantitativas. Como decía antes, el
valor del número en primacía por sobre el valor de la demanda.
Salvando las enormes diferencia, y con profundo respeto a lo que hacemos en el accionar
cotidiano, a veces todo esto me evoca un recuerdo “infantil”: Chorizo dice a Choricito que
su caballo sabe leer. Ante la expresión de incredulidad del “petit clown” Chorizo despliega
un periódico delante de los ojos del cuadrúpedo. Este, con expresión más inteligente que
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la de su amo mueve la cabeza, como siguiendo en disciplinada lectura lo escrito en la
prensa. Entonces el amo orgulloso exclama: “No te dije Choricito que el caballo sabe
leer”. Indignado por lo que a todas luces es un embuste Choricito decide ir en busca de
una “experiencia crucial”- “Oye, Chorizo, pero dile que me diga lo que está leyendo para
saber si es cierto” – a lo que el viejo payaso, que sabe más por payaso que por viejo,
dice: “Un momento, Choricito, yo te dije que mi caballo sabía leer. No que sabía hablar”.
El método parece dejarnos leer sobre la audiencia, pero no la deja hablar. La descubre a
su manera. Pero también, a su manera, la invisibiliza. Al final, si de televisión hablamos,
entonces nos encontramos que “se está perdiendo en el laberinto de los datos de
audiencia y no se puede afirmar con certeza que el público obtenga una televisión que
responda más a sus necesidades o a sus gustos” (Cortés J.A.)
Se recurre (recurrimos) para salvar obstáculos (y que bien que el empeño persista por
encima de la determinación) a “nuevas formas” metodológicas. Se habla de “metodologías
cualitativas” – un exceso a mi juicio. Adecuado sería hablar de métodos o procedimientos
cualitativos – Sin duda algunos sinsabores se salvan. Hay un mayor acercamiento al
sujeto real, sobre todo como individuo. Hay una prominencia del texto vivido del “objeto de
estudio”. Es un buen intento de promiscuar los sacramentos positivistas. Pero esto no
significa necesariamente una modificación del tutelaje de la realidad por el método. Sobre
todo porque las metodologías cualitativas siguen anteponiendo la explicación del dato (la
información, el relato, las verbalizaciones) a su real connotación por el sujeto.
La
explicación es matriz de selección de “qué” se estudia, “quién” se estudia y obvio “cómo”
se estudia. “A las explicaciones - señala Gómez – les antecede una forma de preguntar
sobre aquello que se pretende explicar. Y eso, reiterando: es una acto conceptual, teórico”
(Gómez G. 2006 p.465) Una forma de explicación.
Me he detenido en el Método como recurso de investigación, pero podría haberlo hecho
en el Método como recurso de producción. Sobre esto hice una denuncia en un texto que
titulé “Silencios que piden voz”. En el caso de la producción audiovisual sobre SIDA, en
los años en que escribí el texto referido, las investigaciones epidemiológicas revelaban el
predominio del contagio homosexual por encima de las tres cuartas partes del total de
diagnosticados. Sin embargo
“la comunicación social – escribí - silencia la
homosexualidad fenoménica del SIDA, que ya sabemos que no es estructural”. Allí mismo
resalté la voz intertextuada desde Alma Mater de una joven profesora universitaria que
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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decía: “somos los invisibles …a las lesbianas y a los gay ya no se nos trata de forma
peyorativa en las leyes… Pero ahora, sencillamente, hemos desaparecido, y no existe
una sola palabra que nos reconozca… no se nos ofende, pero tampoco se nos tiene en
cuenta como comunidad urgida de protección en sus derechos” (Calvino M. 2004).
263
Las
producciones
instrumentales,
operaciones
praxológicas
de
las
instancias
metodológicas, también callan y hacen callar. Obvian - que es un modo de invisibilizar.
Presuponen - que es un modo de invisibilizar. Redundan - que es también y con mucha
fuerza, un modo de invisibilizar. Por cierto, las “invisibilzaciones” del método responden
(tributan) al “método de los métodos” cuando de praxis de investigación o de producción
se trata: El método de tomar decisiones. Decisiones sobre lo que se ve o no, sobre lo que
se oye o no. Decisiones sobre el decir y el callar. Sobre el silencio. Malas buenas noticias:
el silencio es una voz.
No voy a detenerme más en esto. Solo recalco (recalque; recalcamento en portugués es
el término que se utiliza en el lenguajear psicoanalítico para hablar de represión – “solo
recalco”: “solo reprimo”… ¿qué?, ¿por qué?) que estoy intentando desarticular los/mis
mitos metodológicos para avanzarLOS, que quiere decir “desmistificarlos”. Pero no estoy
fuera de ese “potaje”. Soy afiliado, pero no adicto ni adepto, por exigencia laboral, por
tradición profesional y porque, sobre todo, muchas veces no se qué otra cosa se pudiera
hacer (como le pasa a casi todo el mundo). De modo que esto que hago es más un acto
de imprecación, que un acto de execración.
Pero no olvidemos nunca que el método no es sino una extensión legítima o bastarda de
su paradigma matriz. Ya sé que podemos aplicar “test” sin ser testólogos, o interpretar
sueños sin ser psicoanalistas. He defendiendo y defiendo la independencia relativa del
método respecto al paradigma de origen, del instrumento respecto a la intencionalidad del
ejecutante (Calviño M. 1999). Reconozco además que las exigencias de tarea tienen
prioridades e inevitabilidades de desempeño. Reafirmo la existencia de los límites
temporales del saber. Todo esto es no solo legítimamente comprensible, sino sobre todas
las cosas real. Pero todos los caminos nos conducen al “episteme”. Mientras toda la
posmodernidad anda matando al sujeto, el posracionalismo no casualmente lo focaliza y
alimenta. En la “generatriz metatranquista de las esencias” ambos tienen razón (como
casi siempre pasa en el mundo etéreo de las discursividades). En el devenir cotidiano, en
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el que por cierto visibles o invisibles existen las llamadas audiencias, no hay discusión: el
sujeto vive y, más aún, gobierna.
Las metodologías no nacen por obra y gracia del “espíritu santo”. Además de ser
creaciones humanas son
decisiones humanas. Esto nos vuelve al punto de “la
invisibilización” (ahora, con toda intención, no hablo de invisibilidad, sino de
invisibilización) epistemológica, la que es producida por la no presunción del objeto
(representación de lo audienciable) en el paradigma dominante (y esto de dominante no
hace referencia tanto al volumen, cuanto a la estructura de decisión).
Volviendo a mi “trabalenguas” original (que ya he asumido hasta con placer) sobre lo
“invisible” (no lo invisible producido por la acción del joven científico Jack Griffin del
clásico del cine de 1933, ni producido por la Capa de Harry Potter), intento llamar la
atención sobre una “condición epistemológica”. Vuelvo a la insistencia: Ontológicamente
“es”. Epistemológicamente “es no visible”. Y ahora agrego que esta condición epistémica
de no visible es atribuible al tipo de “epistemología” que subyace en el modelo funcional
del “perceptor”. De modo que estoy tomando partido por una idea a mi juicio instituyente
de la discusión psicológica del asunto que nos ocupa: una audiencia es invisible
porque esta oculta, escotomizada, epistémicamente de la realidad del “perceptor”.
Es la construcción subjetiva del perceptor quien la hace imperceptible (invisible).
Estoy dando un salto “epistemo-poético”: “El ojo que ves no es / ojo porque tú lo veas; / es
ojo porque te ve”(Antonio Machado “Proverbios y cantares”). Y ahora un pecado
semimperdonable: “La audiencia que ves no es audiencia porque tú la veas; es audiencia
porque te ve”. Si no la ves pero te ve es audiencia “desconocida”. Si no te ve pero tú la
ves, es audiencia “fictica” (aparente). Si te ve o no, pero igual tu no puedes verla es
“audiencia invisible”. ¿Por qué no puedes, y ella sí te puede ver?
El perceptor, el sujeto de la “posible visibilidad”, tiene una barrera “epistemológica” que
“invisibiliza” a la audiencia. No puede verla diría desde la tradición cognitivista de la
psicología. No quiere verla diría la tradición dinámica. Lo cierto es que no la ve. Y esa
“invisibilización”, que fanfarriosamente he denunciado como epistemológica, es, por
decirlo en términos de las nociones psicológicas extensas, actitudinal.
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He llegado a un punto de sumo interés (justo cuando estoy a punto de detenerme). La
invisibilidad no como cualidad del objeto (intrínseca o contextual), o como resultante del
sistema de procedimientos, sino como situación del que percibe. Y otra vez mi “ciencia
matriz” tiene comentarios interesantes que hacer que pueden ayudar a entender la
“perseguida” invisibilidad de la audiencia en su institución epistemológica, paradigmática.
Me permito una revisión de rutina, apresurada sin duda.
La primera responsabilidad en esta “ceguera paradigmática” es, ha sido, casi siempre
condicionada al conocimiento. Resuena sabia aquella sentencia según la cual “no
conocemos lo que vemos, sino vemos lo que conocemos”. Es cierto y, como todo lo
cierto, polémico. Pero la ceguera del conocimiento, si de conocimiento es, es transitoria.
Solo que esta “situacionalidad” será o no superada si, y vuelvo a la carga, el paradigma
de referencia la “pre-ve-e” como salvable. Lo que cambió Copérnico, lo que cambió
Galileo, no fue el conocimiento del Sol o de la tierra, sino el paradigma de su
comprensión. Invocaron la mirada paradigmática alternativa que suponía una posibilidad
de visión de lo que no se veía. Ingenieros llevaba razón cuando decía que hay situaciones
en las que no vale mucho cambiar las fichas, lo que hay que cambiar es el juego. El
avance es potestad de un paradigma. El desarrollo de su sustitución. La “invisibilidad
congnoscitiva” denuncia el carácter o la capacidad de avance dentro del paradigma. Lo
Invisible epistémicamente testimonia la incapacidad de avance más allá de los límites del
paradigma.
El asunto es que el propio funcionar del paradigma genera la invisibilización de ciertos
elementos. Dicho en la tradición marxista como paráfrasis del “Manifiesto”, “todo
paradigma crea su propio sepulturero”. Es precisamente la invisibilidad de sus agentes
potenciales de cambio lo que el propio paradigma “produce” como su contradicción
potencialmente generadora de cambio.
Desde la Psicología he “responsabilizado” conceptualmente a tres fenómenos que
instituyen, repito psicológicamente, la invisibilidad de la audiencia desde el “perceptor”,
entendido aquí como el continente sujeto individual, grupal o institucional del paradigma:
la resistencia, la familiaridad acrítica y el propium prejuicial.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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En el caso de la “resistencia”, muy montado en las tradiciones psicoanalíticas y
psicodinámicas, la referencia es a ese suceso de significado funcional capital que se
observa ante los procesos de cuestionamiento exterior o interior de los sistemas
humanos, ante los procesos de cambio, ante cualquier cosa que signifique la “puesta en
duda” de la eficiencia, adecuación o pertinencia de dichos sistemas. En su “Essais de
Philosophie generale” Dunan presenta la resistencia como una cualidad primera de los
cuerpos incluso asociado a la construcción de identidad (lo que se resiste existe:
resistencia es índice de autonomía). En la obra de Pichón Riviere la resistencia se asocia
al temor a la pérdida (temor depresivo) y al temor al ataque (miedo paranoide). En
cualquier caso la función de la resistencia es defensiva. El problema se nos presenta
porque este principio defensivo de la resistencia tiene como estructura impelente el
automantenimiento (protección) del paradigma. Resistir es mantener lo que está, tal y
como está, y en este sentido produce inmovilización paradigmática. No solo “no ve”, sino
que además clausura la posibilidad de verlo.
Ante la en ocasiones “impertinente” acción “destructiva” (cuestionadora, duditativa,
crítica), la resistencia llega a la exclusión. Tramitada luego como “autoexclusión”: el
paradigma brinda una opción de integración (siguiendo el principio de más de lo mismo:
“acepta y serás aceptado”). Si los “contendientes” no aceptan, se han “autoexcluido”. La
razón del poder, diría Foucault, convertida en incapacidad del “contrincante”. Lógica
perniciosa de la que es responsable la misma funcionalidad del paradigma.
La llamada “familiaridad acrítica” llama la atención sobre un suceso reconocible: la
permanencia de un objeto representado (llámese modelo de audiencia) en el campo
fenomenológico, la estructura interna del paradigma, promueve con el tiempo la aparición
de un vínculo indiscriminante con dicho objeto. De esto resulta que este (el objeto
representado) se incorpora simbióticamente al campo perdiendo el sujeto la posibilidad
de diferenciar en dicha situación la presencia de nuevos objetos, o nuevas características
del objeto representado que denuncia su modificación. La familiaridad acrítica se revela
entonces como una incapacidad del “perceptor” de detectar la disfuncionalidad de la
representación del objeto o del sistema. Es un “acostumbrarse” que supone, como la
resistencia, la inmovilidad del sistema toda vez que no percibe la presencia de cualquier
nuevo elemento que contenga la necesidad (demanda) de cambio, corrección,
modificación del paradigma.
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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Por último, sin decir con esto que se cierra la comprensión de otros mecanismos
funcionales de freno metodológico del paradigma del perceptor, se observa el “proprium
prejuicial”.
La psicología social ha recopilado evidencias que hacen pensar que el hombre tiene una
propensión al prejuicio: tiende a hacer generalizaciones basadas en estereotipos que le
permiten simplificar su mundo de experiencias. Siguiendo a Allport, la vida es tan rápida y
las exigencias de adaptación tan grandes que somos impelidos a ordenar y clasificar los
sucesos del mundo en categorías amplias generalizadas y poder así satisfacer nuestras
necesidades
cotidianas
de
adecuación.
Estas
generalizaciones,
al
perder
su
reversibilidad, se convierten en prejuicios. El prejuicio actúa como una forma de
pensamiento autista, es decir, un proceso inconsciente y subjetivo que no necesita de una
racionalidad para validarse. Es dado como un “por supuesto”. Muchas de estas
“elaboraciones generales” al compartidas por los sujetos se convierten en normas
estereotipadas de percepción. Las instituciones como organizaciones sistémicas de seres
humanos, con canales de comunicación, estructuras de subordinación, etc, en las que
nada le es ajeno a nadie, tienen prejuicios, son portadoras de prejuicios. Algunos
compartidos por la mayoría. Otros existentes en algunos de sus grupos formales e
informales (incluidos los grupos de poder, los que gestionan decisiones). Y estos
prejuicios conforman un modo propio de dicha institución de afrontar ciertas situaciones,
siendo que de alguna manera terminan ejerciendo una influencia sobre los modos de
comportamiento intrainstitucionales y extrainstitucionales. A esto le denominamos
“proprium prejuicial”. Y siendo un modo perceptivo de “tamizar” la información de entrada
se convierte en un “paraban” del paradigma dominante.
Abro y cierro una puerta, en cadencia de inmediatez educada, porque tras ella hay tanto
material que no podría abarcarlo sin la adjudicación de al menos un año “domingático”
(tanto he aspirado al sabático y no lo he conseguido que busco nuevas alternativas). En el
diálogo audiovisual que las producciones comunicativas suponen “perceptor” es todo
sujeto implicado en el proceso. La disfuncionalidad de todo paradigma de cara al
desarrollo no es “privilegio” de los paradigmas “dominantes”, es también de los “no
dominantes”. Digo más, en la medida en que un paradigma dominante es más “normativo”
suscita paradigmas alternativos con muchas comunidades incluso esenciales con el otro
paradigma. Esto es una realidad observable incluso en los “macro sistemas” sociales. El
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Comunicación y Psicología – Y los dinosaurios se echaron a volar!
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paradigma de “oposición” contiene parcialmente al paradigma “opuesto” (oposicionado,
creo que se entendería mejor). Toda ruptura lleva un germen de continuidad. Aprendimos
que es apenas en la segunda negación donde se produce la desinstauración de lo
inicialmente negado con una nueva institución.
268
Esto nos lleva a dos grandes vertientes de análisis. La invisibilidad del “no veo” (sobre la
que hemos hecho los apuntes anteriores en base a lo que reconocemos como el
paradigma dominante) y la invisibilidad del “no me veo” (el paradigma del excluído). El
público que no se percibe (no se reconoce, no se identifica, no se supone) en el producto
comunicativo y por ende no deviene audiencia (al menos estable). Esto es un fenómeno
muy interesante que atraviesa diferentes peculiaridades psicológicas. La famosa
sentencia según la cuál “al que le sirva el sayo que se lo ponga” se presenta con un
inconveniente esencial: muchas veces a quien le sirve el sayo, no ve que le sirve. No ve
que fue hecho (dicho) para él/ella/nosotros/nosotras/ellos/ellas. Y esto es algo que no
necesariamente se descubre (no voy a volver atrás, solo estoy reconfirmando) con las
clásicas mediciones de audiencia, especialmente las sustentadas en estadígrafos
descriptivos. Pero repito, intentar pensar este asunto en voz alta (o en blanco y negro) es
una tarea que trasciende con mucho los límites de lo que ahora me permito (y me
permiten).
¿Pero resulta ser un “trastorno” (esto es una categoría psicologizante) el que una
audiencia o público sea o no invisible? Si no encontramos un “sí” contundente todo lo que
pueda ser pensado, analizado, descubierto o sustentado en esta mesa resulta altamente
injustificado. El asunto es que una audiencia invisible (invisibilizada) convoca
sentimientos de injusticia, inequidad, exclusión. Un paradigma invisibilizador tiende al
egodirectivismo, al anquilosamiento, a la pérdida de sentido real de una práctica
comunicativa, cualquiera que esta sea. Públicos y audiencias invisibles son actores
sociales a quienes se les dificulta su inserción social, su socialización, su integración con
legitimidad y protagonismo. No son en el sentido pleno de la palabra actores. En todo
caso serán “detr”-“actores”. Y como públicos y audiencias serán puestos a merced de
quienes lleguen a ofrecerle por enmienda los vestigios finiseculares de la desidia, la
miseria espiritual, la “chatarra pseudocultural, la tontería. Y es aquí donde se justifica,
porque se necesita, producir acciones encaminadas a aumentar la visibilidad como acto
de incorporar, coparticipar, co-construir.
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Intensificando el paso de mi ya casi insoportablemente larga intervención me concentro
en señalar dos opciones a considerar en esta anchura del diapasón de visibilidades.
La primera tiene que ver con la necesidad de desestructurar, desmontar, desmistificar los
encuadres actitudinales (paradigmas epistémicos) de la invisibilidad del tipo “no veo”.
Entre ellos el paradigma “for your own good” o “yo se lo que te conviene (necesitas)”. El
paradigma “esto es una decisión política”. El pardigma “yo soy el jefe”. El paradigma “a la
gente lo que le gusta es eso”. Todos contenedores de una falsa noción de la
representatividad (mi pensamiento representa el pensamiento de todos). Y digo más,
siendo quien sabe si flexiblemente ortodoxo, desmontarlos no tanto por su condición de
“paradigma”, como por su condición de “incuestionables”, positivistamente verdaderos
(verdades únicas y absolutas), predeterminadamente adecuados.
El asunto no es representar a la “audiencia”, sino hacerla participar. Entre la
“representación” y la “sustitución” (ocupar el lugar de) solo hay un paso: “creerse cosas”
(como dicen mis hijos). Y entre la sustitución y la “exclusión” (quitar el lugar de) también
no falta mucho. Solo tener poder.
De donde arribo a mi segunda consideración: la invisibilidad no tendrá una recuperación
de contornos mientras el perceptor se quede en la condición de “imagen especular”. Me
veo o no me veo en el espejo. Se ven o no se ven en el espejo. ¿Qué tengo que hacerle
al espejo?. El asunto es mucho mayor. El asunto es de participación, de construcción.
Pasar de una epistemología de la unilateralidad a una de la multirateralidad, de un
“episteme” egocentrista (egosujeto, egogrupo, egoinstitución) a un episteme de
construcción colectiva.
Es posible que algunos piensen que alucino. Ni yo mismo lo dudo. Pero es poco aún.
Repito con otras voces que plantear el asunto “exclusivamente como una cuestión de
visibilidad y acceso a los circuitos de la comunicación masiva, por parte de los grupos y
sectores sociales que coexisten hoy en condiciones de desigualdad, es no solo reducir un
problema a sus "síntomas visibles", sino renunciar a la posibilidad de re-pensar la
comunicación no en sí misma, sino en relación con los deseos y con los proyectos que
son su motor… no es un problema de emisores y receptores, ni de simulacros de
representación de actores sociales en los distintos medios de comunicación… es la lucha
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por la legitimación de la palabra propia en el contexto de las múltiples voces” (Reguillo R.
1998)
Bibliografía
Ang I (1991) Desperately Seeking the Audience, London & New York, Routledge.
Cortés J.A “Cautivo en el juego de las audiencias de TV. El espectador «espectado»
http://www.nuevarevista.net/2004/febrero/nr_articulos91_4.html
Calviño M (1999) “Psicología y Marketing. Apuntes para el posicionamiento de la Piscología”. Editora Política. La
Habana, Cuba.
Calviño M (2004) “Actos de Comunicación. Entre el compromiso y la esperanza”. Editorial Logos. La Habana, Cuba.
Gómez G. (2006) “Algunas apreciaciones sobre lo cualitativo y lo cuantitativo en investigación psicosocial”. En: Hacer
y Pensar la Psicología. Asebey A; Calviño M. compiladores. Editorial Caminso. La Habana. pp.445-474.
Reguillo R (1998) “Derechos humanos y comunicación. Un malestar invisible: derechos humanos y comunicación”.
Chasqui. Nº 64.
Rodrigo Alsina Miguel (2001): “Teorías de la comunicación”. Barcelona. Aldea Global
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LAS PSICÓLOGAS y LOS PSICÓLOGOS
CUBANOS DECIMOS NO A LA GUERRA
“La guerra...no sólo es más sangrienta y devastadora que cualquiera de las guerras
anteriores, y ello a causa de las poderosas y perfeccionadas armas ofensivas y
defensivas, sino que es por lo menos tan cruel, tan encarnizada y tan inmisericorde como
ellas. Trasgrede todas las restricciones a que nos obligamos en tiempos de paz y que
habían recibido el nombre de derecho internacional; no reconoce las prerrogativas del
herido ni las del médico, ignora el distingo entre la población combatiente y la
pacífica.....Arrasa todo cuanto se interpone a su paso, con furia ciega, como si tras ella no
hubiera un porvenir ni paz alguna entre los hombres”.
Estas palabras no fueron escritas ayer. Se escribieron en 1915. Salieron del sentir y el
pensar de Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis. Su inmersión en las profundidades
del inconsciente y su total convicción de la existencia de tendencias tanáticas en la
estructura primitiva íntima de la mente humana, no fueron razones suficientes para
obstruir su compromiso de principio con la paz y la convicción de que ella debe ser
preservada, mantenida, reforzada. Su coherencia de principios fue algo más que una
decisión personal y la reafirmó unos años más tarde, en septiembre de 1932. En una
trascendental carta que se conoce como “El por qué de la Guerra”, escrita en respuesta a
una solicitud hecha por Albert Einstein, sentenció: “en nosotros, los pacifistas, se agita
una intolerancia constitucional, por así decirlo, una idiosincrasia magnificada al máximo.
Y parecería que el rebajamiento estético implícito en la guerra contribuye a nuestra
rebelión en grado no menor que sus crueldades”. Su postura fue de intransigencia, de
negativa total a la guerra. Pero tampoco le faltó visión de realidad: “mientras existan
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Estados y naciones que estén dispuestos a la destrucción inescrupulosa de otros, estos
otros deberán estar preparados para la guerra”.
Otra guerra se nos impuso sin el más mínimo recato. O quizás es la misma que padece
de una perversión itinerante y se traslada de un escenario a otro con clara intención y
maquiavélicos principios de selección territorial. ¿Dónde será la próxima? ¿Cuál será el
nuevo escenario de esta escalada neofascista? Es la misma guerra, la que como Freud
reconoció “destruye vidas humanas llenas de esperanzas; coloca al individuo en
situaciones denigrantes; lo obliga a matar a otro, cosa que no quiere hacer; destruye
costosos valores materiales, productos del trabajo humano, y mucho más”. Hoy su
perversidad se acrecienta. Su multiplicación destructiva es exponencial, incontrolable.
Imágenes recientes inundan el imaginario real de todas las personas del planeta. La
guerra es un mal conocido. Que nadie se engañe: La guerra es muerte. La guerra es
atraso. La guerra es incultura.
Noam Chomsky no tiene el mismo vínculo con la psicología que el médico vienés, pero
sus estudios sobre psicolingüística, su conocida polémica con Skinner, forman parte de lo
mejor de la creación científica de la ciencia psicológica contemporánea. No es casual su
ubicación entre los cien psicólogos más influyentes del siglo XX. Este miembro de una
vanguardia activa de la honestidad política hace unos días, refiriéndose a la inminencia
del atentado bélico a Irak, dijo: “Esto no puede llamarse guerra. Es un país del Tercer
Mundo contra EE.UU. y el Reino Unido, las dos potencias militares más grandes de la
historia. ¿Cómo llamar guerra a eso? Entonces la cuestión es: ¿qué clase de masacre va
a ser?”
Algunos dicen que son “locos” los instigadores, promotores pero nunca víctimas de la
guerra: el Sr. George W Bush y su camarilla de “bushadictos”: a-buch-eables bushianos.
Me niego rotundamente a que se profane de tal modo la insanidad mental: la locura es la
perdida de la acción voluntaria y consciente por razones que escapan totalmente al
control de la persona. Por esto la irresponsabilidad de sus actos y consecuencias es
difícilmente reprochable. El “bushismo”, por el contrario, es absolutamente consciente y
voluntario (amén de las presiones y chantajes conocidos). Es asumido sí con la frialdad
de la psicopatía y con la perdida de sentido de realidad de la esquizofrenia.
Superficialmente se asemeja a las euforias desmedidas de las demencias maníaco
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depresivas. Su obtuso decursar del pensamiento recuerda los trastornos profundos de la
inteligencia. Pero en su sentido directo el bushismo no es una enfermedad mental. Qué
más quisiéramos los psicólogos que tener en nuestras manos la posible cura de tal
arrebato. El bushismo, como su inherente guerrerismo facistoide, es una enfermedad
ética.
Su sintomatología es florida: desvergonzada prepotencia, egocentrismo narcisista,
aversión a las soluciones conjuntas, desfachatez incontrolada, desconsideración absoluta
del otro que no sea semejante idéntico. Se destaca también una autovaloración
traumáticamente inadecuada, suplantación de la realidad por la palabra. Y por sobre
todas las cosas un afán de hegemonismo, de totalitarismo a ultranza. Se suma a esto,
especialmente para el caso de los parásitos, un oportunismo inmoral, sin el más mínimo
sentido real de pueblo, nación, planeta. Todo esto convertido en política oficial de
gobierno y contando con los mayores y más destructivos artefactos que se han conocido.
¿Puede la humanidad permitir tal atentado a sí misma? ¿Hemos de quedarnos con los
brazos cruzados a ver desfilar rostros de niños marcados por la muerte, contingentes
humanos lanzados estrepitosamente a su desaparición? Definitivamente no. Por eso
millones de voces en el mundo entero se alzan hoy en contra de lo que parece una
inevitable afrenta al desarrollo humano. Hombres y mujeres honestos de todo el mundo
expresan su rechazo total a la inminente decisión del gobierno norteamericano de hacer la
guerra, de usarla como un instrumento de mezquinos intereses, gustos y antojos. Los
psicólogos nos sumamos a este movimiento de preservación de la paz, de la cordura, de
la esencia humana. Desde nuestro lugar en esta tierra, en nuestra isla gigante,
reafirmamos que nuestra opción no es la guerra. Nuestra opción es la paz, la cultura,
porque “todo lo que impulse la evolución cultural obra contra la guerra”.
Decía Martí: “Tiene el mundo dos razas: parecida a los insectos la una, la de los egoístas;
resplandeciente, como si en sí llevara luz la otra, la de los generosos. Los unos lo
sacrifican todo: patria, amistad, estimación, hasta estimación de sí mismos a su beneficio
y contentamiento; los otros, aunque en las horas de sosiego puedan pagar tributo a los
apetitos y flaquezas de la naturaleza humana, cuando el honor humano o el honor patrio
están en peligro … se arrojan apretadamente a la pelea, camino de la luz”. Con el
derecho que me da el haber participado por más de treinta años en la formación de
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Prof. Manuel Calviño
profesionales de la psicología, con la fuerza de sentirme inmerso en un mar de
profesionales comprometidos y dignos, humanistas y revolucionarios, desde la decisión y
la convicción de que nuestro lugar está entre los generosos, tomo la palabra en nombre
de mis compañeros y declaro que LOS PSICOLOGOS CUBANOS DECIMOS
LA GUERRA!
NO A
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Prof. Manuel Calviño
Manuel Calviño (La Habana, Cuba. 1951)
Licenciado en Psicología. Universidad de La Habana (1974)
Doctor en Ciencias Psicológicas. Universidad “MG Lomonosov”. Moscú. (1981)
Master en Marketing y Management. Escuela Superior de Estudios de Marketing
de Madrid . ESEM. (1997)
Master en Comunicación. Universidad de La Habana (1997).
Profesor titular de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana.
Con más de treinta y ocho años de experiencia profesional (docente, investigativa
y práctica aplicada) el Prof. Calviño ha mantenido una exitosa actividad en
diferentes áreas de la Psicología, desde las prácticas de Orientación y
psicoterapia (individual y grupal) hasta las intervenciones comunitarias e
institucionales. Ha participado en decenas de Eventos científicos en Cuba y en el
extranjero. Como profesor invitado ha impartido cursos, talleres y conferencias magistrales en
Universidades europeas – España, Suiza, Rusia, Bulgaria, Italia – y en Universidades americanas – Brasil,
Argentina, Perú, Bolivia, Chile, México, Estados Unidos, Panamá, Nicaragua. Ha publicado decenas de
artículos y escritos científicos y científico-populares en diversas publicaciones nacionales e internacionales,
tales como “Revista Cubana de Psicología”, “Revista del Hospital Psiquiátrico de La Habana”, “Journal of
Community Psychology”, “Revista de Alternativas en Psicología”. Algunos de sus trabajos se encuentran
disponibles en Revistas electrónicas en Internet. Entre sus publicaciones cuentan también los libros:
“Trabajar en y con Grupos. Apuntes de Experiencias y Reflexiones básicas” (1998); “Psicología y Marketing.
Contribuciones para el posicionamiento de la Psicología” (1999); “Orientación Psicológica. Esquema
referencial de alternativa múltiple”. (2000); “Temas de Psicología y Marxismo. Tramas y subtramas”. (2000).
“Actos de comunicación” (2004); “Comunicación y Psicología… y los Dinosaurios se echaron a volar” (2004);
“Orientación Psicosocial de la Familia. Reflexiones y alternativas” (2004), “Hacer y Pensar la Psicología”
(2006), “Psicología y Acción Comunitaria” (2010); “Vale la Pena. Escritos con Psicología” (2011). Se ha
desempeñado en diversos trabajos de Consultoría de Marketing Research, Investigaciones de mercado y
Comunicación en diversas empresas nacionales y extranjeras. Fue Asesor del Programa de Comunicación
Social en Salud de la ONU. Proyecto CUB 91 P-07. Es Asesor de Desarrollo del Potencial Humano de la
División Cuba del Grupo Hotelero Español “Sol Meliá”. Escribe y conduce un Programa de Orientación en la
Televisión cubana. Es Miembro de la Sociedad de Psicólogos de CUBA y de la Asociación Cubana de
Comunicadores Sociales. Entre otras distinciones y reconocimientos ha obtenido: Medalla “Forjadores del
Futuro”. Premio de Investigación en Ciencias Sociales. Distinción por La Educación Cubana. Medalla “A la
Excelencia por la Comunicación”. Distinción por la Cultura Nacional.
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© Todos los derechos del manuscrito reservados a
Manuel Calviño
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