El legado de Roma Contexto histórico Desde una fecha indeterminada, que podemos poner en el 753 a.C. siguiendo la tradición, hasta la época de Trajano en el siglo II, el Estado romano no dejó de crecer. Mediante sucesivas guerras se fue apoderando de territorios hasta llegar a su máxima expansión. Un momento clave en esa expansión fueron las guerra púnicas. En la primera los romanos traspasaron la península itálica al anexionarse, tras su victoria, Córcega, Cerdeña y Sicilia. Además se fueron extendiendo por el sur de lo que actualmente llamamos Francia, incorporando colonias griegas hasta llegar a la actual Cataluña. La segunda guerra púnica fue más decisiva. En ella Roma estuvo a punto de desaparecer pero, paradójicamente, salió de ella como la potencia hegemónica en el Mediterráneo occidental. Se anexionó o hizo dependiente de sí todos los territorios de los cartagineses, entre ellos una buena parte de Hispania. En un principio los pueblos ibéricos pensaron que Roma los había librado de los cartaginenses, pero pronto se dieron cuenta de que simplemente, habían cambiado de dueño. Comenzó así un proceso de siglos que se denomina romanización. Es un invento romano, aunque no un invento buscado. Los romanos lo hicieron, por así decir, sin querer. Posteriormente otros imperios tomarían la romanización como ejemplo de su propia manera de hacer, esta vez sí conscientemente. ¿Qué es esto de la romanización? Lo intentaremos resumir, aunque, evidentemente, es un proceso muy complejo. En primer lugar, hay varios factores que confluyen: 1. Los romanos se consideraban un pueblo elegido para gobernar a otros pueblos, evidentemente inferiores. Este hecho, para ellos, se demostraba en dos cuestiones: los dioses los apoyaban porque eran un pueblo con múltiples virtudes y, como consecuencia de ello, sucedía el otro factor, sus victorias eran continuas, no había pueblo que los pudiera vencer. Como pueblo superior que eran, era evidente que tenían más derechos que los demás y que su cultura y forma de hacer eran superiores. En este último aspecto solo se doblegaron, en parte, ante los griegos. Por tanto los demás pueblos estaban hechos para servirles y su cultura no pasaba de ser curiosidades llamativas. 2. Según el Estado romano iba creciendo se hacía más difícil mantener una estructura para el ejército basada en ciudadanos-­‐soldados. En un principio, las tropas romanas eran ciudadanos que, por un tiempo, dejaban sus labores para defender a la patria. El concepto de ciudadano fue evolucionando desde nacidos en Roma de padres romanos hasta itálicos en general en época de la tercera guerra púnica. Sin embargo un territorio tan grande exigía un ejército que no podía funcionar por temporadas y así se fue profesionalizando. La profesionalización del ejército trajo consigo la paga. Los soldados cobraban y no solo el botín. Sin embargo esta no era muy cuantiosa, pues la mayor parte del botín la llevaban los oficiales. Era así que después de veinte o treinta años de servicio, los soldados no tenían nada. Mario ideó para ello repartir tierras conquistadas entre los veteranos. La idea tuvo sus problemas, pero prosperó. Ahora combinemos estos dos factores y más que se podrían comentar en un territorio cualquiera del imperio romano y tendríamos lo siguiente: En un mismo territorio podían existir: 1 Pueblos que se habían aliado con Roma o no se habían opuesto a ella. Estos pueblos se autorregulaban internamente pero debían acatar la autoridad del gobernador romano. Pueblos nuevos, aparecidos a raíz de una repartición de tierras a veteranos. Colonias romanas en las que, al menos la clase dirigente, eran ciudadanos romanos que vivían en esos lugares por distintos motivos (ejército, negocios, etc.) No todos estos pueblos eran iguales puesto que los ciudadanos romanos eran superiores a los veteranos (gente de distinta procedencia de la que hablaremos a continuación), estos a los nativos y por último, estos a los esclavos. Los veteranos eran gente de distinta procedencia a los que había unido el ejército. Puesto que sus lenguas y costumbres eran distintas, adoptaron las romanas para su interrelación y, posteriormente, sus descendientes solo conservaron algunas características (o ninguna) de su origen. Puesto que es razón de todo el mundo progresar y el poder lo ejercían los romanos, la mayor parte de los pueblos se fueron amoldando y, generación tras generación, perdiendo sus particularidades. Así, de una manera inconsciente, puesto que no estaba premeditado, se fueron convirtiendo en romanos1. De hecho, según pasaban los siglos, los romanos fueron extendiendo la ciudadanía, primero a los italianos, después a los hispanos del sur, a los norteafricanos y, al final, a todos los pueblos, según iban considerando que estaban suficientemente romanizados. Este proceso por el cual pueblos diversos fueron absorbiendo la cultura romana hasta entenderla como suya se denomina romanización. La Romanización de Hispania. Tras la batalla de Zama, en el 202 a.C., Cartago está vencida. Los romanos reducen el imperio cartaginés más o menos a lo que hoy en día es Túnez y se quedan con el resto, bien directamente, o bien a través de Estados vasallos. Todo el territorio hispano cartaginés pasa a convertirse en provincias romanas2. Al principio los hispanos pensaban que los romanos los habían liberado, pero pronto se dieron cuenta de que habían cambiado de dueño. Los romanos no estaban dispuestos a renunciar a las riquezas de Hispania. Comienza en ese momento la romanización de la península. En el año 18 a.C. Octavio Augusto completa la conquista de la península tras doblegar a ástures y cántabros. Cuando esto sucede comienza la romanización en el norte pero, en ese momento, las zonas del Mediterráneo ya están romanizadas. Quiere esto decir que la romanización tuvo lugar en toda Hispania, pero no al mismo tiempo. Mientras el sur y el levante estaban romanizadas a finales del siglo I a.C., el norte peninsular no lo estuvo hasta por lo menos el II d.C. Fue 1 El proceso lo podríamos comparar, con las debidas distancias, a la formación de los EE.UU. A los primitivos colonos ingleses se fueron agregando en el siglo XIX europeos de todo origen. Los nietos de los emigrantes hablaban inglés y vivían al mismo estilo que los nativos y el hecho de llamarse entre sí irlandeses, italianos, griegos, noruegos, etc. no pasaba de ser una clasificación. Los muy distintos (negros, indios, etc.) fueron los que más tardaron pero no por ello quedaron excluidos de proceso. 2 El territorio en cuestión sería aproximadamente las actuales CC.AA. de Valencia, Murcia, Andalucía y Extremadura, además de gran parte de Castilla-­‐La Mancha y el tercio sur de Portugal. A esto habría que añadir las actuales provincias de Tarragona, Barcelona y Girona, que ya eran territorio dependiente de Roma antes de la segunda guerra púnica. 2 por lo tanto un proceso largo con distintos estadios y que, según la zona, sucedió en distintas épocas. Conocemos más la romanización del sur y el este por dos motivos: fue más duradera y sucedió en época de esplendor del Imperio. La zona norte, en cambio, fue romanizada en épocas menos documentadas y más turbulentas, por lo que tenemos menos datos. Sin embargo, no hay que entender esta menor documentación como que no hubo romanización (mito celtista3). Si la romanización hubiera sido débil en estas zonas, idiomas como el gallego o el asturiano no existirían, por ejemplo. Los romanos trajeron a la península una serie de novedades importantes. Su intención no era hacer avanzar económicamente estas zonas, sino explotarlas para su beneficio. Sin embargo esa explotación necesitaba de ciertas estructuras que marcaron el futuro de la península. La ciudad. La ciudad “urbs” era desconocida antes de los romanos. Los pueblos indígenas vivían en aldeas, algunas grandes, sin estructura arquitectónica clara. Los romanos importaron de Asia y extendieron al mundo el tipo de urbanismo hipodámico. Para una mejor gobernación del territorio, dividieron la península en provincias4, primero dos, luego tres, y ya en época tardía más. Al frente de cada provincia estaba un gobernador (procónsul, propretor) que vivía en la urbs capital5. En un principio los romanos no construyeron nuevas capitales, sino que adaptaron las que ya había: Cartago nova (Hispania citerior) e Hispalis (Hispania ulterior). Más tarde fueron readaptando o construyendo otras: Itálica (actual Santi Ponce), cerca de Hispalis (Sevilla) o Emerita Augusta (Mérida), construida a partir de un asentamiento de veteranos. En época clásica (siglo I a.C.) Hispania estaba dividida en tres provincias: Tarraconense (capital Tarraco), Bética (por el río Betis, actual Guadalquivir) capital Itálica y Lusitania, capital Emerita Augusta. En todas ellas usaron el sistema hipodámico, bien totalmente, si era de nueva construcción, o bien readaptando las ciudades. El sistema hipodámico ideal se basa en un cuadrado. Dos grandes avenidas cruzan el cuadrado de norte a sur (cardo) y de este a oeste (decumanus) y confluyen en una gran plaza central (foro). En el foro están los principales templos y edificios gubernamentales. Las cuatro cuadrículas se organizan en calles perpendiculares: 3 El celtismo es un movimiento cultural que reivindica las raíces celtas en distintas partes de Europa. En la península ibérica tiene cierta importancia en Galicia y Asturies. Si bien es cierto que en ambos territorios existe cierto substrato cultural de origen centroeuropeo que podríamos llamar celta (tipos de música e instrumentos, mitología y narrativa popular, algunos tipos de construcción, etc.) la base de ambas culturas (idioma, estructura social, reglas jurídicas, sistemas de construcción, etc.) es claramente romana. 4 Provincia procede de pro-­‐uinco, es decir, territorio conquistado. 5 Capital, urbe donde reside el gobierno, tiene dos posibles orígenes. Generalmente se acepta que es una metáfora del cuerpo humano y que la capital gobierna el territorio como la cabeza (caput) gobierna al cuerpo. Pero puede tener otro origen. En Roma, una de las siete colinas es la capitolina que es, según la leyenda, donde la loba amamantó a Rómulo y Remo. En esa colina estaban los principales edificios gubernamentales y de ahí que se tomaría el término para la ciudad con edificios de gobierno. 3 Esquema ideal Maqueta de Augusta Emerita (Mérida) Vista del ensanche de Pompaelum (Pamplona) Evidentemente, la estructura ideal tenía que adaptarse al terreno, como podemos observar en los planos y fotos anteriores. Los romanos no solo trajeron el sistema de trazar ciudades, también la forma de construir los edificios y los tipos de edificios. El hormigón (invento no romano pero mejorado mucho por ellos) y el arco de medio punto dio la posibilidad de construir grandes edificios y estructuras imposibles antes de ellos, como son los puentes en ríos anchos, edificios de varias plantas, templos de grandes dimensiones, teatros, etc. Cualquier ciudad hispana de ciertas dimensiones (y por supuesto las capitales) tenían edificios de este tipo. Así podemos señalar infraestructuras como: Teatros: Baelo Claudia (cerca de Tarifa), Gades (Cádiz), Carthago Nova (Cartagena), Itálica (Santi Ponce, cerca de Sevilla), Malaca (Málaga), Augusta Emerita (Mérida), Saguntum (Sagunto), Tarraco (Tarragona), Segobriga (Salices, Cuenca), Clunia (Coruña de los Condes, Burgos), Regina (Casas de Reina, Badajoz). Anfiteatros: Italica, Tarraco, Emerita, Segobriga, Malaca, Carthago Nova, Corduba (Córdoba) y alguno más. Destacan los de las capitales y el de Córdoba. Alguno de ellos fue usado para construir la plaza de toros encima (Cartagena). Templos religiosos: Diana (Mérida), Marte (Mérida), Hércules (Gades), Culto imperial (Augusto-­‐Barcino(Barcelona), Trajano(Itálica), Adriano(Carthago Nova)), sin atribución conocida (Corduba, Vicus Augusti (Vic-­‐Barcelona)). Por supuesto, en todos estos lugares y en más también hay restos romanos de otros tipos de edificaciones aunque son especialmente importantes Mérida e Itálica. Construcciones civiles como puentes, acueductos, y carreteras también nos han llegado. Algunos de ellos son: Puentes: Alcántara (Toletum), romano (Emerita, Corduba, Obila (Ávila)). Acueductos: Segovia, Aqua Nova y Fontis Aureae(Corduba), Onuba (Huelva). 4 En cuanto a carreteras, calzadas o vías, las principales eran: Vía Augusta: Desde los Pirineos hasta Gades, por el Mediterráneo y el centro de Andalucía (pasaba por Hispalis-­‐Itálica, la actual Sevilla). Se desviaba del Mediterráneo en Valencia. Vía de la Plata: Entre Astorga y Mérida, algunos dicen Hispalis. Vía Atlántica: Desde Lucus Augusti (Lugo) hasta Onuba (Huelva) por la costa portuguesa. Vía Norte: de Tarraco a Asturica Augusti (Astorga) por Aragón y Castilla. De todas estas (y más que había y hay) nos interesa especialmente la Vía o Ruta de la Plata porque se suele preguntar por ella en la PAU: Iba de Astorga a Zamora, de ahí a Cáceres y a Mérida. Actualmente la Ruta de la Plata es un atractivo turístico y se ha alargado por los dos extremos hasta Gijón-­‐Xixón por el norte y hasta Sevilla por el sur. El legado romano en Asturias. Como se ha mencionado arriba, existe en Asturias un movimiento celtista que tiende a infravalorar los aspectos romanos frente a los celtas o aborigen. Hasta no hace mucho tiempo (unos cincuenta años) se tendía a decir que la romanización de los ástures y los cántabros fue difícil, tardía y escasa. Hoy en día ningún historiador consideraría esto. En el último medio siglo han ido apareciendo restos romanos abundantes pero, aún así, el hecho de que tanto el idioma, como la regulación legal tradicional, el sistema de construcción de viviendas y las calzadas nos hablan de una romanización profunda, aunque, evidentemente, los pueblos anteriores dejaran su impronta6. Lo que sí parece es que la romanización fue desigual, más concentrada en la zona central que en las alas. Sin embargo, en el sudoeste de Asturias (Cangas del Narcea, Tineo) hubo una romanización importante debido a que era zona de minería de oro. En la zona central encontramos restos romanos en distintos sitios, pero especialmente en el municipio de Gijón-­‐Xixón. Fuera de este municipio los restos pertenecen casi siempre a uillae, es decir, a caserías de gente más o menos poderosa económicamente. La uilla mejor estudiada también está en este municipio, Veranes, que veremos brevemente después. Así y todo se pueden señalar como restos romanos importantes fuera de Gijón-­‐Xixón una fuente en Oviedo (no sabemos si pública o perteneciente a una uilla), un puente que cruza el río Nora y que comunicaba el poblado más importante de la zona, Lucus Asturum (Llugo de Llanera) con el este y el sur. En la zona al sur de Mieres, La Pola L.lena y Ayer, tenemos restos de varias uillae alrededor de El Camín Real de la Mesa, la antigua ruta hacia Castilla que sigue un trazado romano. En el occidente, en toda la zona entre Degaña y Taramundi, se pueden observar en los montes los canales que los romanos construían para su sistema minero, basado en agujerear y llenar de agua las montañas para después calentarlos y producir la ruina montium, es decir, la caída de la montaña. 6 Un claro ejemplo de la romanización asturiana, por ejemplo, son los topónimos terminados en –ana, todos ellos de origen latino. Por ejemplo Llaviana. A pesar de graciosos intentos de explicación de este topónimo, diciendo que por allí pasaba una vía que los nativos llamaban Ana, la realidad es que procede de Villa Flaviana, es decir, de una casería (uilla) que pertenecía a una familia con nomen Flauius. Lo mismo se puede decir de Santiyana, Curniana, y cualquier otro topónimo terminado en –ana. 5 Pero, como se decía antes, los principales restos están en Gijón-­‐Xixón. Restos romanos de Gijón-­‐Xixón. El geógrafo griego Estrabón (siglo I d.C.) en su monumental Geographia hace mención de que la ciudad más importante de los ástures era Noega y que esta se asentaba en una pequeña península. En los años 70 del siglo XX un grupo de arqueólogos comenzaron a excavar con cierto método La Campa Torres. Hicieron numerosos descubrimientos que llevaban a pensar que el asentamiento tenía cierta importancia, especialmente por sus murallas defensivas. Es por ello que decidieron que ese asentamiento era Noega. No encontraron ni una sola prueba de que lo fuera, pero de tanto repetirlo parece que se ha hecho verdad. Hoy en día cualquier manual o página web dice que es Noega. Sí encontraron, sin embargo, una inscripción que nos dice que los habitantes del lugar eran los Cilúrnigos y que estaban, al menos, algo romanizados, puesto que la inscripción está en latín. Al otro lado de la bahía se asentaron los romanos, en la actual Cimavilla. No sabemos qué nombre daban al lugar, pero era un poblado romano de cierta importancia a finales del siglo I d.C. El asentamiento romano tenía muralla (conocemos su trazado porque hubo excavaciones, aunque hoy en día solo un trozo pequeño se puede contemplar) unas termas (lo que da lugar a pensar precisamente que era un poblado de cierta importancia) y una fábrica de salazón de pescado. 1. Sala audiovisual 2. La Muralla Tardorromana 3. Las termas de la cultura romana 4. Las termas de Campo Valdés 5. Las pinturas murales 6. Técnicas constructivas 7. Vida cotidiana y entorno 8. La calefacción en las termas 9. Recuperación de pinturas murales 10. Sarcófago medieval Caldarium (C) Frigidarium (F) Habitación con zócalos Habitación rectangular Tepidarium (T1) Las termas romanas se consideran el monumento romano más importante del norte de España y, si bien son pequeñas, como corresponde al tamaño de la ciudad, tienen todos los elementos típicos de estas construcciones: hipocausto para baños calientes, frigidarium (piscina de baños fríos), pinturas decorativas, etc. No son las de una gran ciudad del sur o de Roma, pero reflejan bastante bien que la gente con posibles de la zona debía vivir aquí. El hecho de que la ciudad estuviera defendida por un muralla da a pensar que la situación no debía ser muy pacífica. En las excavaciones de los años 70 y 80 hechas tanto en La Campa Torres como en Cimavilla se encontraron numerosos restos de objetos de todo tipo. Algunos de ellos se 6 pueden contemplar en el museo de las propias termas, otros en el de La Campa Torres y el resto se supone7 que en el Arqueológico de Oviedo. En el año 2007 se abrió al público la Villa de Veranes. Veranes es una localidad situada a unos 15 kilómetros de la villa de Gijón-­‐Xixón en la antigua carretera a Oviedo. Consiste en una combinación de restos con reconstrucciones de tipo didáctico de lo que era una uilla, es decir, una unidad autosuficiente, lo que en Asturies tradicionalmente se llama casería o quintana. Una uilla tenía edificios varios, para los dueños, los esclavos, los animales, granero, etc. al igual que una casería actual (si exceptuamos lo de los esclavos) y era una unidad autosuficiente, es decir, producía lo que consumía y, a veces, algún excedente que se vendía. • • • • • • • Horreum (granero) Culina (cocina) Fornax (horno) Vestibulum (vestíbulo) Cella (almacén) Ambulacrum (pasillo) Ambulacrum (pasillo / galería porticada) • • • • • • Cubiculum (dormitorio) Exedra (sala) Balneum (baños de la villa) Triclinium / Oecus (comedor / sala) Diaeta (dormitorio principal) Oecus (espacio de representación) 7 Se supone porque a mediados del primer decenio del siglo XXI aparecieron objetos de esas excavaciones “escondidos” o “almacenados” (depende de quien lo cuente) en unos locales. 7