La erupción del Ilopango, ¿causante de la gran catástrofe del 535? Nuevas dataciones Víctor Fuentes C. En el año 535 d.C. ocurrió uno de los eventos volcánicos más grandes y violentos del Holoceno, en el primer milenio de la era cristiana. Varias investigaciones están arrojando datos acerca del fenómeno natural que lo pudo causar. Estudios en anillos de los árboles (dendrológicos), detectan gran descenso en las temperaturas del año 541 así como en esa década en Europa. Otras investigaciones en cilindros de hielo en Groelandia y en la Antártica indican al 535 como un año con una atmósfera con alto contenido de azufre. Diversos testimonios históricos apuntalan estos de modo que el intervalo del 535-555 comenzó con un significativo oscurecimiento y una repentina e importante disminución de la temperatura mundial que duró hasta el año 900, alcanzando el mínimo con el congelamiento del Mar Negro, entre el 800 y el 801, y del Nilo el año 829. Debido a que el depósito de nieve ácida entre el 535 y el 540 d.C. fue el doble en la Antártica que en Groenlandia, se tiene como evidencia de que la erupción que oscureció al Sol tuvo lugar en la zona intertropical del hemisferio sur y no en la del norte; sólo las erupciones volcánicas ocurrentes en el Ecuador Meteorológico, pueden dispersar ceniza sobre ambos hemisferios cuando estas son de gran magnitud y sobrepasan la estratósfera, alrededor de los 15-16 Km en el Ecuador Meteorológico. Por ello, para algunos especialistas, el gran volcán de Indonesia Krakatoa o el Pago de Nueva Guinea, resultan probables culpables de la erupción del 535, dado que tienen historia de súper-actividad volcánica, es decir, que son volcanes que pueden producir erupciones con VEI (Volcano Explosivity Index) de entre 6 y 8, siendo 8 el máximo posible. La erupción del Tierra Blanca Joven (TBJ) de la caldera de Ilopango, en la porción central de El Salvador (13.5°N, 89.0°O), fue uno de los eventos volcánicos más grandes del Holoceno en el primer milenio, una de las mayores erupciones volcánicas del Cuaternario tardío en América Central. El Salvador y zonas limítrofes de Guatemala y Honduras, es decir buena parte de la región Maya, debieron resentir el impacto ecológico y social de este evento. Una versión aceptada de las consecuencias de la erupción, fechada (por error) en el año 260 d.C. es la de Robert A. Dull, John R. Southon y Payson Sheets: Una revisión de los asentamientos arqueológicos, la cerámica y las fechas de radiocarbono de varios sitios en el área que sufrió la mayor devastación en el occidente de El Salvador y el sureste de Guatemala, evidencian un colapso demográfico a gran escala después del evento. La mayoría de las personas que habitaban en un área de 1000 Km2 al occidente de la caldera del Ilopango incluyendo el valle de San Salvador y partes del Valle de Zapotitán deben haber perecido instantáneamente a causa del impacto directo de materiales piroclásticos. Aquellos que vivían más al occidente, en la cuenca del Río Paz y en la costa suroeste de El Salvador, probablemente abandonaron sus pueblos a causa del colapso agrícola, el hambre y las enfermedades. Los desplazados por el desastre que migraron hacia el norte, posiblemente contribuyeron al crecimiento de la población del valle de Guatemala y del centro urbano de Copán, Honduras . Esta erupción se cree que fue un evento pliniano, es decir, una explosión volcánica con gran dispersión de sulfato y de partículas sólidas pequeñas (tephra) de mayor magnitud que la del Pinatubo de 1991 en Filipinas (15°14'N, 120°35'E), que fue de VEI5+ y que inyectó 18×106 ton de SO2 en la estratósfera. Nuevas investigaciones aplicando la técnica AMS (Accelerator Mass Spectrometry) para el C-14 (radiocarbón), con mayor resolución que las mediciones anteriores, indican que la erupción ocurrió entre el 408 y el 536 d.C., por lo que ahora sabemos que la fechación anterior era errónea. Con base en los fechamientos de radiocarbono con que se contaba previamente la erupción se dató hacia el 260 d.C. En esta fecha, sin embargo, no se registra información colateral que refuerce el impacto de tan magno evento, ni local ni globalmente. Una revaluación de esas fechas, además de otras recientemente procesadas, basadas en nuevas técnicas, muestran que la erupción del TBJ ocurrió cuando menos dos siglos y medio después de lo que se había calculado originalmente. De esta manera se fundamenta la adscripción temporal actual de la erupción dentro del período Maya Clásico: 1 sigma = 421 (429) 526 d.C.; 2 sigma = 408 (429) 536 d.C. Sin embargo, aún se requiere de fechación de otras evidencias colaterales para tener mayor confirmación como las de los depósitos de clastos y ceniza volcánica (tephra: materiales sólidos que van desde menos de 1 mm de diámetro a 1 metro) proveniente del volcán, en esas fechas. La confusión anterior nos lleva a dudar de la fechación de eventos que tienen como base el uso de técnicas de radiocarbón solamente y nos fuerza a utilizar la moderna y exacta del AMS radiocarbón junto con los análisis químicos de los sulfatos (CFA-IC, Jihong Cole-dai, Drew M. Budner, and Daveg Ferris). La fecha exacta de la erupción de la TBJ Ilopango se ha tornado de considerable interés para un amplio rango de estudiosos, pero exactamente. hasta el momento no ha sido determinada Como los depósitos atmosféricos provenientes de erupciones volcánicas explosivas se conservan en las láminas de hielo polar (1) existen varios proyectos en el mundo para estudiar cilindros de hielo extraídos en el Polo Sur que permitirían reconstruir historias volcánicas, caracterizar las erupciones pasadas y su impacto ambiental. Uno de los proyectos trabajará con cilindros de hielo de 300 metros de profundidad, con objeto de construir un registro continuo de alta calidad de eventos volcánicos durante los últimos 3500 años e investigar, con colaboración e interacción interdisciplinaria, varias erupciones particularmente importantes. La metodología incluye análisis químicos de alta resolución que permiten la construcción de una cronología por capas anuales de depositación y extracción de señales volcánicas a partir de series de tiempo de sulfatos. Los análisis químicos se basan en la tecnología recientemente desarrollada de fusión con cromatografía-ión de flujo continuo (CFA-IC) y la instrumentación para resolución sub-anual, a lo largo del cilindro entero. Este registro de resolución cronológico anual hará posible fechar exacta y precisamente, erupciones como la del Ilopango en Centro-América, en el siglo 6, y la del Taupo de Nueva Zelandia en el siglo 2, entre otras. Los análisis químicos de las partículas volcánicas sólidas encontradas en los cilindros de hielo, serán usados para confirmar con mayor certeza las identidades de las erupciones volcánicas representadas por eventos de sulfato específicos. La alta precisión de fechado de los cilindros disminuirán el rango de búsqueda a unos pocos, probablemente no más de tres, señales de sulfato, candidatas dentro del intervalo de tiempo del 408 al 536 d.C. Estas son las fechas entre las cuales ocurrió la erupción del Ilopango. Precisando estas fechas se podrá confirmar o no el fenómeno natural causante del gran desastre mundial que se sabe ocurrió en el 535. NOTAS Nota basada en el artículo La gigantesca explosión volcánica que oscureció al Sol, produciendo un cambio climatológico repentino, por Víctor Fuentes C., publicado en la Revista Ciencia Ahora, Nº 19, año10, marzo-abril 2007, Universidad de Concepción, Chile. (1)National Science Foundation, Glaciology www.nsf.gov/od/opp/antarct/treaty/opp07001/pdf/glaciology.pdf REFERENCIAS Robert A. Dull, John R. Southon, Payson Sheets. 2001. Volcanism, Ecology and Culture: A Reassessment of the Volcan Ilopango Tbj eruption in the Southern Maya Realm. Latin American Antiquity, Vol. 12, No. 1 (Mar., 2001), pp. 25-44 doi:10.2307/971755) Jihong Cole-dai, Drew M. Budner, and Daveg Ferris. 2006. ( Department of Chemistry and Biochemistry, South Dakota State University, Brookings, South Dakota 57007). High Speed, High Resolution, and Continuous Chemical Analysis of Ice Cores Using a Melter and Ion Chromatography. Environmental Science and Technology, 2006, 40, 6764-6769. ción, Chile.