UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2000 Conocimiento Científico e Interpretación. Una investigación sobre la estructura hermenéutica de la experiencia Bentolila, Héctor R. Instituto de Filosofía - Facultad de Humanidades - UNNE. Av. Las Heras 727 - (3500) Resistencia - Chaco - ArgentinaTel./Fax: +54 (03722) 446958 - E-mail: melhec@uol.com.ar ANTECEDENTES El triunfo de la ciencia sobre otras formas de saber consolida un modelo de conocimiento que se caracteriza por su sistematicidad, su poder de predicción y, sobre todo, por su utilidad práctica. Esta última se consuma en la aplicación de sus productos: la tecnología, que responde, a su vez, a la exigencia de productividad y eficacia. Frente a la concepción del conocimiento procedente de los saberes denominados humanos o sociales (filosofía, historia, psicología, etc.), la ciencia considera el conocimiento como resultado de una práctica racional objetiva que aprende de sus errores corrigiéndose a sí misma (falibilismo) y que, además, ofrece múltiples beneficios para la vida en cualquiera de sus órdenes. La racionalidad de la ciencia se apoya en el método de validación de sus teorías. Mientras en la filosofía, la historia o algunas interpretaciones de la sociología, la fundamentación (validación) del conocimiento sigue apelando todavía a presupuestos subjetivistas o de carácter metafísico, las ciencias parecen haber encontrado el antídoto contra toda subjetivización y dogmatización de sus postulados. La estrategia consiste en proponer (conjeturar) hipótesis con el fin de explicar aquellas irregularidades de la naturaleza (hechos) de las que las teorías vigentes no pueden dar cuenta. Ahora bien, las hipótesis científicas son enunciados universales en los cuales, lo que se afirma sobre algo vale para todos los ejemplos del mismo tipo. Pero como la experiencia nunca puede abarcar todos los casos incluidos en el enunciado, resulta que dichas hipótesis o teorías no tiene confirmación alguna. No obstante, aunque la verdad del enunciado no se pueda conocer, sí podemos aproximarnos o no a ella por el camino del error, es decir, probando cuales son falsos. La fuerza de esta estrategia se funda en la distinción de dos niveles: el nivel lógico, que asegura la consistencia y fundamentación de las hipótesis mediante la deducción de sus consecuencias observacionales, y el nivel empírico, que conecta dichas consecuencias con los hechos a través de la experiencia (experimentación). De ello resulta que la garantía de verdad del conocimiento científico es siempre provisoria -siempre puede aparecer un nuevo hecho que refute la teoría-, y esta provisoriedad garantiza al mismo tiempo el progreso del conocimiento. En el nivel empírico, no obstante, se presenta uno de los problemas insolubles de la filosofía de la ciencia: el problema de la conexión de las consecuencias observacionales con los hechos. Las consecuencias observacionales son enunciados singulares o existenciales que describen fenómenos observables o experimentables. Podríamos pensar entonces que, a diferencias de las hipótesis universales o las teorías de las cuales se derivan lógicamente, ellas entran en contacto directo con la realidad o se refieren a los hechos brutos, sin interpretación. Pero esto no es así. Cualquier científico sabe que nuestro acercamiento a las cosas está condicionado ya siempre por una hipótesis, por muy rudimentaria que sea, con la cual interpretamos el fenómeno de una manera y no de otra. Los hechos no se revelan por sí mismos, sino interpretándolos a partir de los supuestos conceptuales que permiten que se los comprenda como un hecho determinado. Por lo tanto, las consecuencias observacionales prueban la verdad o falsedad de una teoría científica no por su conexión exacta con los hechos, sino por la manera coherente con que interpretan los fenómenos observables en relación con los presupuestos compartidos por la comunidad científica. Estos presupuestos no siempre se explicitan en la investigación y no son ni verdaderos ni falsos. Inmersos en la red de significaciones de nuestro mundo de la vida que los provee y, en el caso de la ciencia, de su paradigma, ellos constituyen el horizonte de significaciones desde el cual interpretamos las cosas (Heler, M. 1996). Por otra parte, los presupuestos compartidos del mundo de la vida resultan de la experiencia del hombre con las cosas y con los demás hombres; experiencia que es constitutiva del mundo y, además, tiene historia, se realiza en el tiempo. Entonces resulta que la distinción entre niveles lógico y empírico que establece la ciencia se apoya sobre presupuestos hermenéuticos o comprensivos. Pero esto último señala precisamente que la UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2000 objetividad y racionalidad reclamada por las ciencias naturales parecen descansar más en la unidad de interpretación que en la correspondencia objetiva con los hechos postulados por la teoría. Sin embargo, para las epistemologías vigentes la interpretación aparece unas veces como un momento la base empírica relacionado con la prueba del conocimiento científico (Popper, K. 1958-1972), otras veces vinculada al problema del cambio teórico y, en tal sentido, con la comprensión de los cambios de paradigmas (Kuhn, T. 1962). En ambos casos, la interpretación es considerada como un momento de la experiencia científica generadora de conocimientos pero no como la condición de dicha experiencia, cuya estructura es esencialmente hermenéutica. Esto es precisamente lo que pretendo mostrar en este trabajo. Para ello intento pensar filosóficamente el conocimiento científico con la pretensión de ir más allá de las limitaciones metodológicas de la práctica científica. En mi opinión, este camino nos permite descubrir la estructura hermenéutica de la experiencia como condición del conocimiento en general, y del científico en particular. MATERIALES Y METODOS El método a emplear consta de dos momentos complementarios, cada una de los cuales contienen, además, dos fases diferenciadas. Primer Momento: Fase analítica: consiste en el examen y descripción de los temas incluidos en la problemática elegida. Fase comprensiva: brinda una comprensión adecuada del asunto, comparando las diferentes posiciones teóricas que ofrecen alguna respuesta relevante. Segundo momento: Fase reconstructiva: tematiza los contenidos conceptuales “olvidados” por las abstracciones metodológicas de la teoría. Fase crítica: integra los resultados de la fase reconstructiva en una propuesta (hipótesis) alternativa original y expone las consecuencias de su aplicación confrontándola con otras alternativas del mismo género. Las técnicas a utilizar se dividen en: 1) Selección del material bibliográfico, 2) lectura comprensiva y enumeración de los ejes problemáticos del tema elegido, 3) redacción de un fichero de las distintas áreas que comprende la investigación, consignando autores, obras y temas importantes, 4) diseño de esquemas aclaradores y cuadros sinópticos o comparativos de las diferentes posiciones filosóficas y científicas relevantes (destacar coincidencias y oposiciones entre las mismas), 5) corrección o reformulación de la hipótesis si fuera necesario, selección de las consecuencias de la hipótesis, 6) elaboración de la estructura del informe (esqueleto del trabajo), 7) apuntes sobre posibles ideas a desarrollar, redacción preliminar del informe sujeta a correcciones, corrección del informe final y, finalmente, redacción definitiva del informe. DISCUSION DE RESULTADOS En los decenios de 1970 y 1980 reaparece en las ciencias el viejo debate comprensión-explicación o ciencias humanas (histórico-sociales)-ciencias naturales. Pero en esta ocasión la polémica no procede de la reflexión filosófica como en el caso de la discusión abierta por Dilthey (1883). El debate viene sugerido por la naturaleza misma del conocimiento y por la cada vez más insostenible pretensión de objetividad y neutralidad del método científico. A ello contribuyen el cambio de paradigma que se produce en las ciencias fisico naturales a raíz de la crisis del modelo determinista. Frente este modelo, dominante en las ciencias desde la modernidad a partir de Newton; Eistein primero y I. Prigoyine (1977) después inauguran -con la teoría de la relatividad y los modelos disciptivos de la naturaleza- una nueva imagen del universo cuya metáfora es la flecha del tiempo. Entretanto, en el campo de la filosofía, el cambio de cosmovisión viene de la mano de la disolución de las pretensiones universalizadoras y fundamentalistas del conocimiento. En ello contribuye tanto el giro lingüístico-pragmático que se inicia a partir del segundo Wittgenstein (Investigaciones Filosóficas), como el giro hermenéutico desarrollado por Gadamer (Verdad y Método ) tras las huellas de la crítica de Heidegger a la metafísica de occidente. A partir de estos acontecimientos, el debate comprensión explicación es retomado nuevamente vajo la forma de la discusión acerca de las condiciones simbólicas-lingüísticas en que se genera el conocimiento y de la mediación histórico-social que intervienen en su producción. En tal sentido, la discusión plantea la cuestión UNIVERSIDAD NACIONAL DEL NORDESTE Comunicaciones Científicas y Tecnológicas 2000 de la influencia o no de las creencias y supuestos normativos que gobiernan las prácticas del científico y que forman parte de su mundo de la vida. En ello, la filosofía de la ciencia actual se ve obligada a aceptar las conclusiones y sugerencias de la hermenéutica filosófica, así como de la sociología del conocimiento y de una semiótica pragmática de las condiciones bajo las cuales opera el discurso científico. De ello se desprende que las distinciones metodológicas entre ciencias naturales y ciencias sociales responden más a los intereses ideológicos, respectivos de cada disciplina científica, que a la estructura del conocimiento en general y del conocimiento científico en particular. CONCLUSIONES Conocimiento científico e interpretación no resultan pues opuestos sino complementarios de la nueva imagen del conocimiento. Además la estructura hermenéutica de la experiencia que se manifiesta en la reflexión sobre las condiciones de posibilidad del conocer en general muestra, a su vez, la función mediadora de los simbólico en las diferentes prácticas de la vida del hombre. La descripción de dicha estructura abre el camino para una comprensión más honda de la complejidad del conocimiento y para generar nuevas alternativas para enfretar una respuesta sobre el mismo. BIBLIOGRAFIA APEL, Karl-Otto. Teoría de la verdad y ética del discurso, trad. Norberto Smilg, con introducción de Adela Cortina, Barcelona, Paidós, 1991, (Título original, “Fallibilismus, konsenstherie der wahrheit und letztbegründung”, en Fhilosophie und Begründung, 1987) APEL, Karl-Otto. La transformación de la filosofía, Tomo I Análisis del lenguaje, semiótica y hermenéutica, trads. Adela Cortina, Joaquín Chamorro y Jesus Conill, Madrid, Taurus, 1985, (Título original, Transformation der philosophie, 1972-73). APEL, Karl- Otto. 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