5 C ONCLUSIONES T ípicamente la contaminación atmosférica es más grave en las zonas urbanas congestionadas, sobre todo cuando las emisiones de los vehículos automotores están relativamente exentas de controles y las condiciones topográficas o atmosféricas son desfavorables para la dispersión de los contaminantes del aire. América Latina y el Caribe es la región más urbanizada del mundo en desarrollo y padece serios problemas de contaminación atmosférica en muchas de sus principales ciudades, varias de ellas ubicadas a altitudes elevadas o rodeadas por montañas que atrapan las emisiones de contaminantes. En muchos grandes conglomerados urbanos, la salud pública se ve seriamente afectada, y aunque se han hecho algunas mejoras, deben adoptarse medidas adicionales de control de la contaminación atmosférica a la brevedad para evitar el deterioro de la calidad del aire causada por un parque automotor cada vez más numeroso. En 1994 se estimaba que el 73,5% de los 472 millones de habitantes de la región vivían en centros urbanos, 43 de los cuales tenían poblaciones de más de 1 millón de habitantes. Cuatro de estas ciudades São Paulo, Ciudad de México, Buenos Aires y Rio de Janeiro ocupaban el segundo, cuarto, octavo y décimo lugar entre los centros urbanos más poblados del mundo. Además, 30 ciudades tenían entre 500.000 y 1 millón de habitantes. Para el año 2010, se espera que 52 áreas urbanas tengan una población que exceda el millión de habitantes. Las concentraciones del aire ambiente de muchos contaminantes en varios centros urbanos (Ciudad de México, Santiago, São Paulo, Belo Horizonte, Buenos Aires, Rio de Janeiro y Santafé de Bogotá) excedían las normas nacionales o de Estados Unidos y las directrices de la OMS (cuadro 5.1). Los contaminantes más críticos son el ozono, MP y CO. En la Ciudad de México, Santiago y São Paulo, las concentraciones máximas de ozono en 1 hora superan la directriz de la OMS de tres a cinco veces, y las concentraciones máximas de NO2 (precursor de la formación de ozono) en 1 hora son aproximadamente dos veces más elevadas que de lo que indica la directriz. En algunas de estas áreas urbanas, las concentraciones máximas promedio en 24 horas de MP10 son dos veces más altas que la norma de Estados Unidos y las concentraciones promedio máximas en 24 horas de TPS son de cuatro a cinco veces más altas de lo que prescribe la directriz de la OMS. Las concentraciones máximas en 1 hora y en 8 horas de CO en zonas del centro de las ciudades congestionadas por el tránsito son hasta 2,6 veces más elevadas que la directriz de la OMS. También es elevada la frecuencia de la contaminación atmosférica excesiva, lo que impone serios riesgos para la salud de la población. Por ejemplo, se excede la norma nacional en 1 hora para el ozono en alrededor de 300 días del año en la Ciudad de México y en 155 días (404 veces) en Santiago. En São Paulo, se superó la norma nacional en 1 hora para el ozono 30 veces al año y la norma nacional en 1 hora para el NO2 en el 58% de los días1. Las concentraciones en el ambiente de MP-10 exceden la norma nacional en 24 horas el 13% de los días en la Ciudad de México y del 17% al 20% de los días en São Paulo y Santiago. Las concentraciones en el ambiente de 24 horas de TPS superan las normas nacionales el 64% de los días en la Ciudad de México, el 50% de los días en Santiago y el 20% de los días en São Paulo2 La elevada frecuencia de episodios de contaminación de corta duración contribuye a elevar las concentraciones promedio anuales de contaminantes del aire por encima de las normas nacionales y de las directrices de la OMS. Por ejemplo, en la Ciudad de México, 1. La norma nacional en 1 hora para el ozono es de 220 µg/m 3 para México y de 160 µg/m 3 para Brasil y Chile. 291 292 Capítulo 5 Cuadro 5.1 Concentraciones máximas de contaminantes en el ambiente en algunos centros urbanos de América Latina Pollutant TPS (µg/m 3) En 24 horas Anual MP-10 (µg/m 3) En 24 horas Anual CO (mg/m 3) En 1 hora En 8 horas NO 2 (µg/m 3) En 1 hora Anual SO 2 (µg/m 3) En 24 horas Anual O 3 (µg/m 3) En 1 hora Ciudad de México Santiago São Paulo Belo Horizonte Buenos Aires 727 (1995) 375 (1995) 621 (1995) 266 (1995) 685 (1995) 131 (1995) 604 (1992) 107 (1992) 335 a (1994) 146 (1994) 252 (1995) 87 (1995) 302 (1995) 109 (1995) 184 (1995) 105 (1995) 276 (1996) 31 (1995) 19 (1995) 41 (1995) 26 (1995) 22 (1995) 835 (1995) 87 (1995) 724 (1995) 1,097 (1993) 98 (1995) 99 (1993) 224 (1995) 62 (1995) 161 (1995) 37 (1995) 179 (1995) 46 (1995) 698 (1995) 448 (1995) 763 (1995) Rio de Janeiro Santafé de Bogotá 634 (1994) 190 (1994) 205 (86/89) 70 (1991) 78 (1996) 15 (1995) 44 (88/89) 447 c (1994) 157 c (1994) 130 (1996) 31 (1994) 9 (1994) 27 (1991) Directriz de la OMS 150230 6090 150 b 50 b 30 10 190 (1991) 400 100 b 92 (1994) 139 (1990) 72 (1994) 100150 4060 397 (1988) 241 (1991) 150200 Nota: Los números entre paréntesis indican los años en que se midieron los contaminantes. a. Concentración en 1 hora. b. Norma de Estados Unidos. No se ha establecido la directriz de la OMS. c. Concentraciones de NOx . Fuente: CMPCCA 1994 y DDF 1996 para la Ciudad de México; SESMA 1996a y SESMA 1996b para Santiago; CETESB 1994 para São Paulo; FEAM 1992 y Fundação Christiano Ottini 1992 para Belo Horizonte; DVA 1995 y FAS21 1995 para Buenos Aires; FEEMA 1995 y FEEMA y GTZ 1995 para Rio de Janeiro; Gómez, Montejero y Saavedra 1994 y JICA 1992 para Santafé de Bogotá, y WHO/UNEP 1992 para las directrices de la OMS. Santiago y São Paulo las concentraciones promedio anuales de TPS son de dos a seis veces más elevadas de lo que indica la directriz de la OMS y las concentraciones promedio anuales de MP-10 son dos veces mayores que la directriz de la OMS (cuadro 5.1). En Santiago, la concentración promedio anual de MP-2,5, que son más nocivas para la salud humana que MP-10, excede las normas propuestas de la USEPA en casi cuatro veces3. En muchos centros urbanos el plomo de la gasolina es la fuente principal de contaminación por plomo suspendido en el aire. No obstante, este problema dejó de existir en Belo Horizonte, Buenos Aires, Rio de Janeiro, São Paulo y Santafé de Bogotá porque se ha eliminado el plomo de la gasolina en Argentina, Brasil y Colombia. En la Ciudad de México y Santiago las concentraciones de plomo en el ambiente han disminuido considerablemente como resultado de la 2. La norma nacional en 24 horas para TPS es 260 µg/m 3 para México y Chile y 240 µg/m 3 para Brasil. introducción de gasolina sin plomo y de la reducción del contenido de este metal en la gasolina con plomo. Por ejemplo, entre 1990 y 1994, las concentraciones de plomo en el ambiente se redujeron en un 80% en la Ciudad de México. Se han documentado los efectos nocivos sobre la salud de la contaminación atmosférica en centros urbanos de América Latina y el Caribe, pero no abundan los estudios epidemiológicos. Por ejemplo, en la Ciudad de México se ha identificado una correlación positiva entre el nivel, duración y frecuencia de los episodios de contaminación atmosférica y la incidencia de síntomas como irritación ocular, disnea, dolor de garganta, tos y ronquera. Santiago, con sus elevados niveles de contaminación atmosférica, también tiene mayores índices de tos y ronquera en los niños, asma y neumonía en la población general y mortalidad relacionada con la contaminación del aire que en otras partes de Chile. En 3. Las normas propuestas de la USEPA para MP-2,5 son 25 µg/m 3 como promedio en 24 horas y 15 µg/m 3 como promedio anual. Las MP-2,5 constituyen aproximadamente el 50% de las MP-10 en Santiago. Conclusiones la Ciudad de México y São Paulo se ha documentado una correlación positiva entre las concentraciones de plomo en el aire ambiente y en la sangre. Las condiciones meteorológicas y topográficas adversas desempeñan un papel importante en los altos niveles de contaminación que se observan en muchos centros urbanos de América Latina. Por ejemplo, las elevadas temperaturas del aire ambiente en Brasil y México causan emisiones por evaporación más altas de los vehículos automotores, y la variación solar favorece la formación de ozono como contaminante secundario. A altitudes más elevadas, donde el aire es menos denso, las emisiones de CO y HC aumentan significativamente en los vehículos más viejos que no están equipados con convertidores catalíticos. Los centros urbanos que se encuentran en altitudes más elevadas de la cordillera de los Andes como La Paz y Quito siguen siendo particularmente vulnerables a graves episodios de contaminación atmosférica pese a que no se dispone de datos sobre la calidad del aire que confirmen esta aseveración. Algunas ciudades, como la Ciudad de México, Santiago, São Paulo y Rio de Janeiro, padecen inversiones térmicas que atrapan contaminantes. Los cerros y montañas que rodean a algunos centros urbanos también evitan la dispersión de los contaminantes del aire. Por ejemplo, aunque las emisiones de MP-10 son mucho más bajas en Santiago que en São Paulo, la concentración promedio anual en el ambiente de MP10 es aproximadamente igual en ambos centros urbanos debido a las montañas que rodean a Santiago. El efecto de túnel causado por los edificios altos en zonas del centro de ciudades como Buenos Aires también provoca altas concentraciones de contaminantes (como CO). Los vehículos automotores terrestres constituyen la principal fuente de emisiones de contaminantes atmosféricos en muchos centros urbanos. Por ejemplo, en la Ciudad de México, São Paulo y Santiago, los vehículos automotores aportan más del 93% de las emisiones de CO, del 70% al 97% de las emisiones de NOx y del 54% al 90% de las emisiones de HC. Los vehículos livianos contribuyen la mayoría de las emisiones de CO y HC, pero los vehículos, tanto ligeros como pesados, son los principales responsables de las emisiones de NOx. Las emisiones de HC y NOx de los vehículos automotores son las causas principales del ozono que se forma en las áreas urbanas. No obstante, la participación de MP suspendidas en el aire y procedentes de los vehículos automotores es muy variable. Por ejemplo, en la Ciudad de México y Santiago, la mayoría de las MP-10 se deben a las polvaredas naturales en tanto que las emisiones de vehículos automotores representan menos del 12% del total de MP-10. En cambio, en São Paulo, los vehículos automotores aportan 293 el 40% de las MP-10 suspendidas en el aire, sin contar su contribución a la formación de partículas secundarias. Los vehículos pesados tienen la participación más elevada de emisiones de MP de fuentes vehiculares. Otras fuentes importantes de emisiones de MP pueden incluir la industria y el polvo de los caminos. Los vehículos pesados diesel y las fuentes industriales figuran entre los principales responsables de emisiones de SO2 en los centros urbanos de la región. No obstante, dado que los contaminantes emitidos de las chimeneas suelen dispersarse antes de llegar al nivel del suelo, su contribución a las concentraciones en el ambiente es reducida. Los contaminantes de los vehículos automotores, en cambio, se emiten a nivel del suelo y por consiguiente constituyen un riesgo mayor para la salud de la población. Sin embargo, se han registrado concentraciones en 24 horas de SO2 más altas que la directriz de la OMS en zonas industriales de la Ciudad de México, Santiago y São Paulo, aunque las concentraciones promedio anuales de SO2 se han mantenido en general dentro de las directrices. La enorme concentración de vehículos automotores en los centros urbanos es una importante causa del problema de la contaminación del aire urbano. Por ejemplo, la zona metropolitana de Santiago contiene el 58% del parque automotor de Chile, la zona metropolitana de Buenos Aires el 51% del parque automotor de Argentina, y la zona metropolitana de Santafé de Bogotá el 28% del parque automotor de Colombia. Las tres zonas metropolitanas más grandes de Brasil (São Paulo, Rio de Janeiro y Belo Horizonte) tienen, en conjunto, el 45% del parque automotor nacional (31%, 10% y 4% respectivamente)4. No sólo hay más vehículos en la zonas urbanas, sino que el número de vehículos per cápita es además mucho más elevado que los promedios nacionales correspondientes. Por ejemplo, en toda la zona metropolitana de São Paulo el nivel de motorización es de unas tres veces más elevado que el nivel nacional, en la zona metropolitana de Santafé de Bogotá aproximadamente dos veces más elevado y en las zonas metropolitanas de Belo Horizonte, Buenos Aires, Ciudad de México, Rio de Janeiro y Santiago es entre el 30% y el 70% más alto. Los niveles de motorización son incluso más elevados en el centro de las zonas metropolitanas. Por ejemplo, en Buenos Aires, el nivel de motorización de la capital federal es un 50% más elevado que en todo el conurbado. El parque automotor de la región ha aumentado ininterrumpidamente, pero es cada vez más antiguo porque no es significativo el número de vehículos que se retiran de la circulación. Por ejemplo, la edad promedio de los vehículos es de 13 años en Costa Rica, 20 años en Venezuela y 23 años en Paraguay. Los vehículos de más 294 Capítulo 5 de 10 años constituyen el 50% del parque automotor de Argentina, el 60% en Ecuador y el 64% en El Salvador. En Lima, un 75% de los vehículos tiene más de 10 años y en Santafé de Bogotá la mitad de los vehículos de transporte colectivo tiene más de 20 años. En la Ciudad de México, un 42% del parque automotor tiene más de 10 años y el 68% no está equipado con convertidores catalíticos. En São Paulo, los vehículos no equipados con convertidores catalíticos constituyen un 80% del parque automotor. Estos vehículos viejos y, en general, con poco mantenimiento, son responsables de la porción más alta de emisiones de vehículos automotores en centros urbanos. En algunos centros urbanos se han tomado medidas para controlar las emisiones de contaminantes de fuentes fijas y móviles (Ciudad de México, São Paulo y Santiago), donde los problemas de contaminación atmosférica se han convertido en una grave amenaza para la salud humana. Estas medidas han tenido cierto éxito en la reducción de las concentraciones en el ambiente de algunos contaminantes del aire (como el SO2 y el plomo) y en la estabilización de los niveles de otros contaminantes (como el ozono). No obstante, las concentraciones en el ambiente de muchos contaminantes atmosféricos en estas zonas urbanas siguen siendo elevadas y continúan presentando una amenaza para la salud humana. La extensión del problema de la contaminación del aire en muchos centros urbanos de América Latina no se ha cuantificado aún porque los datos de vigilancia de la calidad del aire son insuficientes o inexistentes. Desde 1992, el parque automotor de algunos centros urbanos de América Latina creció hasta en un 10% al año. Se han registrado anualmente alrededor de 100.000 vehículos en la zona metropolitana de Buenos Aires y 400.000 en la zona metropolitana de São Paulo. Como resultado del crecimiento económico y de las medidas de liberalización del comercio exterior, se espera que las ventas de vehículos en la región asciendan a 4,5 millones en al año 2000, tres veces más que en 1990. La mayoría de ellos, especialmente los automóviles, pasarán a formar parte del parque automotor urbano. Si bien los vehículos de reciente registro con controles de contaminación efectuarán una pequeña contribución a las emisiones totales, empeorarán la situación del congestionamiento y, por lo tanto, elevarán las emisiones aportadas por los vehículos más viejos y contaminantes. Los grandes centros urbanos actuales, y los que están creciendo rápidamente y sus condiciones topográficas o 4. Los vehículos livianos (sobre todo los automóviles particulares) representan en general más del 90% del parque automotor urbano terrestre en América Latina y el Caribe. climáticas son desfavorables, tienen más probabilidades de padecer efectos nocivos. A menos que se adopten pronto medidas adecuadas de control de la contaminación atmosférica, el deterioro de la calidad del aire en estos centros urbanos afectará probablemente no sólo a los grupos vulnerables de la población sino también a la población en general. Medidas de planeación para el control de la calidad del aire Para formular una estrategia de control de la calidad del aire urbano se requiere información sobre la calidad del aire ambiente y datos sobre emisiones de contaminantes, modelos que predigan la dispersión de estos contaminantes y estudios epidemiológicos que evalúen los efectos de las concentraciones de diferentes contaminantes sobre la salud. Vigilancia de la calidad del aire. El control adecuado de la calidad del aire exige, como requisito previo, normas sobre la calidad del aire ambiente. Las normas primarias especifican límites de concentración de contaminantes por encima de los cuales pueden presentarse efectos nocivos para la salud. Es necesario fiscalizar el cumplimiento de estas normas midiendo la distribución espacial y temporal de las concentraciones de contaminantes. Los datos obtenidos deberán utilizarse para informar al público acerca de la calidad del aire, activar medidas que reduzcan las emisiones y la exposición de la población, y ayudar a las autoridades a formular medidas de control de la contaminación atmosférica o bien a evaluar medidas que ya se han implementado. No existen normas sobre la calidad del aire ambiente en Guyana, Paraguay, Perú, Suriname, Uruguay ni en ninguno de los países de América Central y el Caribe5. Si bien se han establecido normas en todos los demás países de la región, en muchos casos son inadecuadas o no toman en cuenta los contaminantes que constituyen serios problemas de salud. Por ejemplo, sólo Bolivia, Brasil, Chile y México tienen normas para MP-10. Los países que únicamente tienen normas sobre TPS podrán adoptar en su lugar normas sobre MP-10, y todos los países deberán adoptar en breve normas sobre MP-2,5 para regular la porción más nociva de las MP suspendidas en el aire. En Argentina deberán establecerse normas sobre NO2 que sustituyan las normas actuales sobre NOx, y deberán revisarse las normas sobre SO2. Además, deberán establecerse índices de la calidad del aire que den lugar a la aplicación de medidas preventivas en los países cuyas concentraciones en el ambiente sean (o se sospeche que sean) superiores a las normas nacionales o a las directrices de la OMS. Argentina, Brasil, Chile y México Conclusiones ya tienen índices de ese tipo, aunque en Argentina es necesario revisarlos. Es necesario establecer redes de vigilancia de la calidad del aire en centros urbanos donde la contaminación atmosférica sea un problema real o potencial. Las redes deberán contar con cobertura espacial adecuada, ser totalmente automáticas y proporcionar datos sobre la calidad del aire en tiempo real al público. Podrán complementarse con estaciones semiautomáticas de vigilancia del aire. En América Latina y el Caribe se han establecido este tipo de sistemas únicamente en la Ciudad de México y en São Paulo. Santiago emplea estaciones de vigilancia del aire automáticas y semiautomáticas, pero su red tiene una cobertura espacial reducida y no divulga al público datos sobre la calidad del aire en tiempo real a través de carteleras. No obstante, esta red es la única de América Latina que tiene capacidad para monitorear MP2,5. Si bien las estaciones fijas pueden medir adecuadamente la exposición de la población general a los contaminantes atmosféricos, a menudo subestiman la exposición de subgrupos de la población que se encuentran más próximos a las emisiones de vehículos automotores (la policía de tránsito, los vendedores callejeros, los peatones y las personas que viven en calles congestionadas). Por ejemplo, en Buenos Aires, las concentraciones de CO en el ambiente registradas en ciertas intersecciones son más altas que las que se observan en estaciones fijas de vigilancia. Por su estilo de vida, la población de América Latina y el Caribe realiza más actividades urbanas en exteriores que en la mayoría de los países industriales, por lo que la vigilancia del aire de las estaciones fijas debe complementarse con estudios especiales a corto plazo para determinar las concentraciones de contaminantes en las zonas de mayor exposición. El compromiso de proporcionar el financiamiento adecuado y personal capacitado es esencial para el éxito de los programas de vigilancia de la calidad del aire. Las experiencias de algunos centros urbanos latinoamericanos son especialmente ilustrativas en este respecto. Por ejemplo, en Belo Horizonte, Rio de Janeiro y Santafé de Bogotá, las estaciones de vigilancia instaladas con asistencia extranjera dejaron de operar debido a la falta de partes de repuesto, experiencia técnica y recursos financieros. En Belo Horizonte, Rio de Janeiro y Buenos Aires los esfuerzos de vigilancia de la calidad del aire son limitados, y en Santafé de Bogotá inexistentes debido a la insuficiencia de recursos comprometidos. En muchos centros urbanos es necesario mejorar las estaciones existentes o instalar nuevas para vigilar contaminantes 5. Se están preparando normas en Guatemala, Paraguay, Perú y Uruguay. 295 adicionales o zonas en las que se sospecha que es deficiente la calidad del aire ambiente. Además, es necesario fortalecer la capacidad de control de la calidad del aire de muchas instituciones locales o regionales y, en algunos casos, adjudicar en concesión al sector privado las funciones de vigilancia. En las áreas urbanas contaminadas con ozono, los datos de vigilancia del aire pueden utilizarse para generar gráficas que vinculen las concentraciones de HC y NOx a las de ozono. Esto ayudaría a identificar los precursores que deben controlarse para poder reducir eficazmente la contaminación por ozono. Se han preparado este tipo de gráficas para la Ciudad de México y es necesario hacerlo también en otros centros urbanos de América Latina y el Caribe, como São Paulo y Santiago. Inventarios de emisiones y modelos de dispersión. Los inventarios de emisiones son útiles herramientas de planeación para estimar fuentes y cantidades de contaminantes emitidos a la atmósfera. Deberán incluir, como mínimo, las principales fuentes de emisiones de una zona urbana. Los inventarios deberán mantenerse actualizados para evaluar los efectos de las variaciones en las características de las fuentes de emisiones (como el aumento del parque automotor) y la eficacia de las estrategias de control de la contaminación atmosférica sobre la calidad del aire ambiente. Muchos centros urbanos agobiados por la contaminación atmosférica tendrán que desarrollar inventarios de emisiones o actualizar los que ya existan. La Ciudad de México cuenta con el inventario de emisiones más completo que se compila en la región de América Latina y el Caribe. El inventario de emisiones de São Paulo incluye información detallada sobre fuentes móviles, pero está desactualizado en lo que respecta a las fuentes industriales. En algunos otros centros urbanos como Belo Horizonte, Rio de Janeiro, Santafé de Bogotá y Santiago se elaboraron inventarios de emisiones como parte de proyectos ambientales específicos pero no se han actualizado para utilizarlos como un instrumento continuo de planeación. No se han hecho esfuerzos sistemáticos para preparar inventarios de emisiones en Buenos Aires. El MOBILE5a es un modelo que se utiliza comúnmente para estimar emisiones de fuentes móviles, pero como fue elaborado para vehículos de Estados Unidos es necesario adaptarlo a las condiciones locales, tales como las características del parque automotor, combustibles, perfiles de circulación y condiciones climáticas. Podrán utilizarse pruebas con dinamómetros en vehículos típicos para validar los factores de emisiones derivados de los modelos. Se requieren modelos de dispersión del aire para vincular los datos sobre emisiones con las concentracio- 296 Capítulo 5 nes de contaminantes en el ambiente. Esto se ha efectuado en algunos centros urbanos latinoamericanos, como la Ciudad de México, Santiago, São Paulo y Santafé de Bogotá y es necesario iniciarlo en muchos otros. Las zonas urbanas con problemas de ozono deberán utilizar un modelo que incorpore las fotorreactividad de las emisiones de NOx y HC al estimar el ozono en el ambiente, los niveles de NOx y de HC. Será también necesario validar y afinar dichos modelos con datos reales obtenidos por medio de la vigilancia. Estudios epidemiológicos. Muchos contaminantes atmosféricos emitidos por vehículos automotores afectan los sistemas respiratorio y cardiovascular de la población, en algunos casos provocando enfermedades y, posiblemente, la muerte prematura. Los efectos son particularmente graves en los niños, los ancianos y las personas con un historial de enfermedades respiratorias o cardíacas. Además, el plomo constituye un peligro significativo porque afecta el sistema neurológico de los niños, sobre todo los menores de tres años de edad. En algunos estudios se han documentado los efectos nocivos de la contaminación atmosférica en varios centros urbanos de la región. Sin embargo, la mayoría de los datos epidemiólogicos relativos a las funciones de dosis-reacción de los contaminantes del aire se han basado en la investigación realizada en países industriales, especialmente en Estados Unidos. Estas funciones, que se utilizan para estimar los beneficios de medidas alternativas de control de la contaminación atmosférica, aún no se han desarrollado para muchos centros urbanos de América Latina y el Caribe. Mientras tanto pueden efectuarse algunas estimaciones de funciones de dosis-reacción utilizando datos de países industriales, aunque cabe destacar que las diferencias entre las condiciones de referencia de las poblaciones originales y extrapoladas pueden tener un impacto significativo sobre las relaciones dosis-reacción. Es necesario tener cuidado al extrapolar los datos originales más allá del rango para los cuales fueron elaborados. Medidas de control de la contaminación atmosférica Las estrategias de control de la calidad del aire de los centros urbanos incluyen, típicamente, medidas de mando y control e incentivos de mercado dirigidos a los vehículos, combustibles y gestión del transporte. La selección de las medidas específicas deberá basarse en una evaluación cuidadosa de las emisiones y de los datos sobre la calidad del aire ambiente, modelos de dispersión del aire y costos y beneficios estimados de la adopción de diferentes medidas. Medidas relativas a los vehículos. Las medidas relativas a los vehículos más adecuadas para América Latina y el Caribe incluyen normas sobre emisiones de vehículos, restricciones de emisiones de vehículos importados, programas de inspecciones de vehículos y programas de conversión, sustitución o retiro de la circulación de vehículos. Estas medidas pueden complementarse con derechos de registro e impuestos diferenciales a los vehículos. Las normas sobre emisiones de vehículos nuevos y en uso son medidas de política utilizadas comúnmente. En América Latina y el Caribe, generalmente, las normas sobre emisiones de vehículos son fijadas por las entidades nacionales de transportes o del medio ambiente, aunque la fiscalización de su cumplimiento en el caso de los vehículos en uso es realizada o supervisada por instituciones regionales o locales. Normas sobre emisiones y medidas afines para vehículos nuevos. Es necesario establecer normas estrictas sobre emisiones para vehículos nuevos en América Latina y el Caribe a efectos de minimizar las repercusiones adversas del rápido incremento de las ventas de vehículos nuevos sobre la calidad del aire. Las normas sobre emisiones de vehículos nuevos deberán fijarse por clase de vehículo (liviano, mediano, pesado) y tipo de motor (motores de encendido por chispa que utilizan como combustible gasolina, gasohol, etanol, GNC, GLP y GNL; y motores diesel que utilizan diesel como combustible). Deberán regularse contaminantes de emisiones del escape tales como CO, NOx y HC. Además, deberán fijarse límites a las emisiones por evaporación de los vehículos que utilizan gasolina u otros combustibles, emisiones de MP de vehículos diesel, y emisiones de aldehídos de vehículos que utilizan etanol o mezclas de etanol. Al diseñar las normas sobre emisiones de vehículos, el gobierno debe seleccionar normas que puedan cumplirse para una fecha escogida como meta. En los países que fabrican vehículos, las normas afectan el diseño y la producción de los vehículos nuevos6. Por esta razón es necesario consultar a los fabricantes de vehículos para verificar que se disponga de tecnologías necesarias para el control de la contaminación y que éstas puedan incorporarse en los nuevos modelos antes de la fecha fijada. Además, los costos de estas tecnologías no deben constituir una carga elevada para los consumidores. Es esencial la coordinación con las instituciones gubernamentales responsables de la planeación de energía y del abastecimiento de combustible para que las especificaciones de combustibles de vehículos automotores sean compatibles con las normas propuestas sobre emisiones. Las autoridades gubernamentales deberán consultar a las refinerías de petróleo para determinar la fecha, la tecnología y el costo necesario para modificar las refinerías a fin de producir Conclusiones los combustibles deseados. Además, el gobierno deberá llevar a cabo programas de concientización del público y de educación. La mayoría de los países de América Latina que han desarrollado industrias automotrices (Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México) han establecido normas sobre emisiones para vehículos nuevos y fueron adoptando gradualmente normas cada vez más estrictas para hacerlas más compatibles con las que están en vigencia en Estados Unidos. Por ejemplo, para cumplir con las nuevas normas sobre emisiones, la industria automotriz mexicana fabricó vehículos modelo 1994 que emiten 93% menos de CO, 90% menos de HC y 73% menos de NO x que los vehículos modelo 1975. Los convertidores catalíticos de tres vías han desempeñado una función importante para satisfacer las normas sobre emisiones más estrictas para HC, CO y NOx de vehículos nuevos y facilitar la conversión al uso de gasolina sin plomo. Comenzando con los automóviles modelo 1994, México exige que los nuevos vehículos satisfagan las mismas normas sobre emisiones que los automóviles modelo 1981 de Estados Unidos. Brasil aplicó esas normas a partir de los modelos 1977. Las normas de Estados Unidos para los modelos 198793 se han aplicado a los nuevos automóviles en Chile a partir del modelo 1992 y en Argentina a partir del modelo 1997. Las normas sobre emisiones de vehículos nuevos deben estar acompañadas de requisitos de certificación, pruebas en la línea de ensamblado, programas de retiro del mercado y garantías. En América Latina y el Caribe, sólo en Brasil se efectúan pruebas de certificación de vehículos nuevos en lo que respecta a las emisiones, y en Chile comenzarán a realizarse en 1997. Es necesario construir instalaciones de pruebas de certificación también en otros países latinoamericanos, especialmente los que tengan industria automotriz. Además, esta medida deberá incluir el desarrollo de procedimientos de prueba y de capacitación de personal. Se prevé que los acuerdos comerciales internacionales contribuyan a la armonización regional de los procedimientos de pruebas de certificación así como de las normas sobre emisiones de vehículos nuevos. Restricciones sobre emisiones de vehículos importados. Deberán imponerse restricciones sobre emisiones a los vehículos importados como medida para limitar las emisiones de contaminantes atmosféricos. Ya se está imponiendo este tipo de restricciones en Bolivia, Costa Rica, Ecuador y El Salvador. La restricción puede vincularse con un modelo o con la antigüedad del vehículo, el uso de determinada tecnología de control de emisiones (como convertidores catalíticos de tres vías) o el cumplimiento de ciertas normas sobre emisiones de vehículos. Dado que en la mayoría de los países importadores no se cuenta con instalaciones para pruebas de certifica- 297 ción, deberán exigirse resultados oficiales de las pruebas de certificación del país de origen del vehículo. Normas sobre emisiones y programas de inspecciones de vehículos en uso. Las normas sobre emisiones limitan las descargas de contaminantes permisibles de los vehículos en uso y se hacen cumplir mediante programas de inspecciones. Estas medidas ofrecen un potencial considerable para reducir la contaminación atmosférica en América Latina y el Caribe porque el parque automotor es antiguo, no está sujeto a un buen mantenimiento y cuenta con una gran proporción de vehículos muy contaminantes. Se han fijado normas sobre emisiones de vehículos en uso en Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia y Costa Rica y es necesario establecerlas en otros países. Las normas deberán basarse en las reducciones que pueden lograrse a través de un mantenimiento adecuado de los vehículos teniendo en cuenta el tipo de unidades y la distribución de edades del parque automotor. Los requisitos de las pruebas deberán simular condiciones reales de circulación. Como mínimo, deberán incluirse entre los contaminantes regulados el CO y HC del escape de vehículos con motores de encendido por chispa (que utilizan combustibles como gasolina, gasohol y etanol) y el humo del escape de los vehículos diesel. El establecimiento de normas sobre emisiones de vehículos en uso no es suficiente para asegurar el cumplimiento y por lo tanto deberán complementarse con programas de inspección y mantenimiento periódicos e inspecciones en la vía pública. Estas inspecciones son especialmente útiles para presionar a los propietarios a que tomen medidas para que sus vehículos cumplan las normas y obligar a los más contaminantes que no pueden satisfacer las normas mediante mantenimiento y reparaciones a retirar sus vehículos de la circulación. Por ejemplo, se estima que el programa de inspección y mantenimiento de vehículos livianos en São Paulo reduce las emisiones de CO en 11%, MP-10 en 20% y HC en 19%. El programa para vehículos livianos de Santafé de Bogotá reduce las emisiones de CO en 55% y de HC en 45%. Las pruebas de emisiones de autobuses diesel con motores reconstruidos en Santiago indican que las emisiones de CO y MP pueden reducirse a la mitad si el autobús que no había recibido mantenimiento se sujeta al programa de mantenimiento indicado por el fabricante. Los programas de inspección y mantenimiento pueden además ayudar a identificar a los vehículos a los que se les efectuaron 6. En América Latina, México, Brasil, Argentina, Venezuela, Colombia, Chile y Uruguay tienen industria automotriz. En 1993, México, Brasil y Argentina representaban el 93% de los vehículos automotores fabricados en América Latina. 298 Capítulo 5 alteraciones, por ejemplo, a los que se les quitaron los convertidores catalíticos originales. La experiencia de Estados Unidos ha demostrado que los vehículos de este tipo pueden emitir hasta 20 veces más contaminantes que los vehículos sin alteraciones y con su debido mantenimiento, y un pequeño número de ellos puede tener un impacto significativamente negativo para el medio ambiente. En el diseño de los programas de inspección y mantenimiento periódicos deberán tenerse en cuenta factores tales como la comodidad para los propietarios de vehículos, la exactitud de los resultados de las inspecciones utilizando instrumentos automáticos manuales, el potencial de fraude y la capacidad del sector público para controlar la operación de los talleres privados de inspección, así como el costo. La experiencia de la Ciudad de México es útil para comparar los talleres de verificación centralizados con los descentralizados y la operación oficial con la privada de dichos talleres. Tras evaluar los resultados de varios mecanismos, en enero de 1996 las autoridades mexicanas decidieron establecer talleres de verificación centralizados totalmente automáticos operados por concesionarios. Este tipo de sistemas, que también fue seleccionado en São Paulo y en la ciudad y la provincia de Buenos Aires, deberá considerarse para otras áreas urbanas de América Latina y el Caribe. Por otra parte, las estaciones centrales de inspección totalmente automatizadas son las más idóneas para identificar la fuente exacta del problema en vehículos equipados con mecanismos de diagnóstico a bordo. Estos mecanismos, que ya se han instalado en automóviles nuevos fabricados en Estados Unidos, estarán pronto a disposición de los automovilistas de América Latina y el Caribe. El mecanismo de diagnóstico permite al automovilista reconocer los problemas que se producen entre una inspección y otra y tomar las medidas correctivas necesarias. En los calendarios de inspecciones periódicas deberá darse prioridad a los vehículos más viejos que carecen de tecnología de control de contaminación, sobre todo los vehículos de uso intensivo que son los más contaminantes. El programa de Santafé de Bogotá abarca la inspección de vehículos colectivos, de uso combinado y de carga, pero es necesario ampliarlo para que se incluyan los automóviles particulares porque constituyen la fuente más grande de emisiones de NOx, CO y HC procedentes de vehículos automotores y son una importante causa del problema de ozono en el ambiente de la ciudad. La inspección periódica de emisiones de vehículos deberá complementarse con pruebas aleatorias en la vía pública o en las terminales. Este enfoque es especialmente factible para vehículos pesados diesel porque los más contaminantes pueden identificarse a menudo en forma visual (debido a las emisiones excesivas de humo negro del escape) y pueden detenerse para la inspección. Se han efectuado inspecciones en la vía pública de vehículos diesel en Belo Horizonte, Buenos Aires, Ciudad de México, Rio de Janeiro, São Paulo y Santiago. Además, Rio de Janeiro y Santiago lanzaron campañas de concientización del público en las cuales se pide a la población que denuncien a los vehículos contaminantes. La tecnología de sensores remotos que miden concentraciones de CO y HC del escape de los vehículos es promisoria para identificar a los vehículos muy contaminantes sin necesidad de detenerlos, pero se notifica a sus propietarios que deberán llevar sus vehículos a la inspección. Programas de conversión, sustitución o retiro de la circulación de vehículos. Los programas de conversión tienen por objeto que los vehículos en uso fabricados sin controles de emisiones puedan cumplir con las normas sobre emisiones, en tanto que los programas de sustitución o retiro de la circulación tienen por objeto dar de baja a los vehículos viejos y muy contaminantes que no puedan ser fácilmente reconvertidos. Estos programas son más eficaces en centros urbanos donde un pequeño porcentaje de vehículos es responsable de un gran porcentaje de contaminación atmosférica y donde las instituciones cuentan con los recursos necesarios para adquirir los vehículos viejos o proporcionar incentivos financieros (como exenciones fiscales) a las personas que estén dispuestas a una reconversión o a cambiar sus vehículos viejos por nuevos. Se han llevado a cabo estos programas en la Ciudad de México, Quito y Santiago. Estos programas deberán dirigirse a los vehículos más viejos y contaminantes (como los autobuses) y deberán incluir medidas que prohiban la importación de este tipo de vehículos del exterior de la zona que abarca el programa. Mecanismos de cuotas de registro e impuestos diferenciales de vehículos. Los mecanismos de cuotas de registro e impuestos diferenciales de vehículos pueden diseñarse en favor de los vehículos menos contaminantes. Si bien no se han implementando medidas de este tipo en América Latina y el Caribe, se utilizan en otros países. Por ejemplo, en Singapur, los propietarios que reemplazan sus vehículos por automóviles nuevos en un plazo de 10 años están exentos de las cuotas de registro. Algunos países europeos han utilizado créditos fiscales para los vehículos equipados con convertidores catalíticos y han aplicado impuestos más elevados para los automóviles cuyas emisiones superan las normas especificadas. Medidas relativas a los combustibles. La implementación de normas para mejorar la calidad de la gasolina y el diesel, el fomento de combustibles alternativos y la aplicación de impuestos a los Conclusiones combustibles cuidadosamente diseñados figuran entre las medidas más eficaces para reducir la contaminación atmosférica por vehículos automotores. Normas sobre la calidad de la gasolina. Las normas sobre la gasolina deberán satisfacer los requisitos de calidad de combustible de los vehículos de modelos nuevos equipados con convertidores catalíticos y reducir las emisiones de contaminantes de los vehículos de modelos más viejos que carecen de los controles adecuados. Estas normas deberán incluir límites sobre la volatilidad y el contenido de plomo, benceno, otros hidrocarburos aromáticos, azufre y oxígeno (o compuestos oxigenados). El establecimiento de normas estrictas sobre gasolina tiene repercusiones importantes para las refinerías de petróleo y los fabricantes de vehículos. Para satisfacer las nuevas normas de combustible, las refinerías deben modificar las condiciones de operación de las unidades existentes o construir unidades nuevas. Por lo general, las inversiones de las refinerías llevan de dos a cinco años y son costosas, aunque en los sistemas de libre mercado estos costos se trasladarían a los consumidores. Los fabricantes de vehículos deben modificar sus diseños y líneas de ensamblado para producir vehículos que puedan utilizar estos combustibles. El plomo es el parámetro de calidad de la gasolina que debe recibir la mayor prioridad en los centros urbanos donde todavía se utiliza gasolina con plomo. La reducción o eliminación del plomo en la gasolina reduce los niveles en el ambiente de este metal y sus efectos conexos para la salud. Además, se requiere gasolina sin plomo para vehículos equipados con convertidores catalíticos, que están incorporándose en grandes números al parque automotor de la región. Se ha eliminado el plomo de la gasolina en Antigua y Barbuda, Argentina, Belice, Bermuda, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Venezuela utiliza únicamente gasolina con plomo aunque produce gasolina sin plomo para exportación. Todos los demás países utilizan ambos grados de gasolina, con y sin plomo. Se proyecta que para el año 2000, el porcentaje de gasolina sin plomo en América Latina y el Caribe se incrementará del actual 68% al 83%, y que la cantidad de plomo añadido disminuirá de las actuales 10.400 toneladas a 6.250 toneladas. Es importante que en estos países se asigne prioridad a los programas de reducción y eliminación del plomo, sobre todo en Venezuela y Perú, que entre los dos contribuyen el 38% de la contaminación por plomo de la gasolina en la región. Estos programas deberán asegurar que la gasolina reformulada no produzca emisiones de otros contaminantes (como productos químicos carcinógenos o que forman ozono) que tienen graves consecuencias sanitarias y ecológicas, sobre todo en zonas urbanas donde una parte 299 considerable del parque automotor está constituida por vehículos sin convertidores catalíticos. Además, los programas de producción de gasolina sin plomo deberán incluir medidas encaminadas a reducir el contenido de azufre. El azufre en la gasolina no sólo provoca emisiones de compuestos de azufre, sino que, lo que es más importante, reduce la eficiencia de los convertidores catalíticos, lo que da como resultado mayores emisiones de CO y precursores del ozono (HC y NOx). Los compuestos volátiles de la gasolina tienen propiedades tóxicas y contribuyen a la formación de ozono y smog. Deberán establecerse estrictos límites de presión de vapor para reducir la evaporación de la porción más volátil de la gasolina, sobre todo en zonas urbanas con climas cálidos y altas concentraciones de ozono en el ambiente, y donde los vehículos carecen de controles de evaporación. Pueden establecerse límites aún más estrictos de presión de vapor en zonas urbanas pobladas para el resto del país (como se hizo en México) y para los meses de verano en zonas con variaciones de temperatura según las estaciones (esto se ha hecho en Santiago). El contenido de benceno y aromáticos de la gasolina podrá restringirse debido a su toxicidad y su contribución a mayores emisiones del escape de CO y HC. Actualmente, sólo Argentina, Chile, Colombia, México y Trinidad y Tabago limitan el contenido de benceno en la gasolina, y sólo México limita el contenido de aromáticos. Los compuestos oxigenados de la gasolina reducen las emisiones del escape de CO y HC porque favorecen una combustión limpia, pero pueden incrementar las emisiones de NOx. Las normas de calidad de la gasolina de Argentina, Brasil y México especifican requisitos sobre el contenido de compuestos oxigenados. Otros países sin normas específicas también han utilizado compuestos oxigenados para elevar el octanaje de la gasolina. Los tipos predominantes de compuestos oxigenados utilizados son etanol en Brasil y MTBE en algunos otros países de la región. Deberá considerarse el uso de gasolina oxigenada para centros urbanos con congestionamiento de tránsito y altas concentraciones de CO en el ambiente. También deberá considerarse para zonas urbanas que se encuentran en altitudes elevadas y donde una fracción significativa de los vehículos están equipados con carburadores o sistemas de inyección continua de combustible (como Quito y La Paz). El desarrollo de un programa de gasolina oxigenada exige una evaluación cuidadosa de las repercursiones sobre las emisiones de vehículos y la calidad del aire ambiente. En el análisis deberán incluirse las emisiones de NOx y HC reactivos, sobre todo en centros urbanos con altas concentraciones de ozono en el ambiente. Normas sobre la calidad del diesel. Se han establecido 300 Capítulo 5 normas sobre el diesel en Argentina, Brasil, Chile, Colombia y México pero no en muchos otros países. Estas normas deberán incluir límites para el azufre, el número de cetano, el contenido de aromáticos y la densidad. La reducción de contenido de azufre del diesel es importante para los centros urbanos con altas concentraciones en el ambiente de SO2 y MP debido a emisiones de vehículos diesel. Puede exigirse un contenido más bajo de azufre para el diesel en estas zonas urbanas que en el resto del país aplicando incentivos fiscales. En la Zona Metropolitana de la Ciudad de México se produce el diesel con el menor contenido de azufre de América Latina y el Caribe (0,05%). El número de cetano, el contenido de aromáticos y la densidad del combustible son parámetros que están interrelacionados y deberán controlarse porque están asociados con mayores emisiones de CO, HC y MP del escape de vehículos diesel. El benceno y los hidrocarburos aromáticos policíclicos son tóxicos y carcinógenos. En Brasil, el añadido de fracciones más livianas y más pesadas de petróleo para satisfacer la alta demanda de diesel tiene repercusiones negativas sobre las emisiones. El añadido de la fracción más liviana eleva las emisiones de NOx, en tanto que el añadido de la fracción más pesada eleva las de MP. Si bien se espera que las ventas en rápido crecimiento de vehículos de gasohol corrijan de alguna manera el desequilibrio de la demanda de gasolina y diesel, deberán tomarse medidas específicas para mejorar la calidad del diesel a efectos de reducir las emisiones de MP-10 y NOx. Combustibles alternativos. Los combustibles alternativos como el GNC y el GLP pueden reducir las emisiones de CO y HCNM de los vehículos con motores de encendido por chispa, y las emisiones de MP y azufre de vehículos diesel. Los programas de combustibles alternativos deberán estar acompañados de una política de impuestos diferenciales que refleje los efectos sanitarios y el daño ecológico vinculado con los diferentes tipos de combustibles. Además, deberán tener en cuenta cambios en la infraestructura de distribución de combustibles para vehículos y en el proceso de aprobación de los equipos para conversión a otros combustibles. Cuando el precio de los combustibles alternativos se compare favorablemente con la gasolina y el diesel, deberá considerarse la conversión a combustibles alternativos especialmente en los vehículos de uso intensivo (transporte masivo o comercial) de las zonas urbanas contaminadas. En los países donde existen esos diferenciales de precios, los costos de conversión de vehículos se han recuperado en pocos años. Los principales productores de gas natural de la región son México, Venezuela, Argentina, Trinidad y Tabago, Brasil, Colombia y Bolivia, pero ha sido Argentina el país donde el sector transporte utiliza más el GNC. Entre un 80% y 90% de los taxis de gasolina y otros vehículos de uso intensivo con motores de encendido por chispa (algunos vehículos comerciales y automóviles particulares que recorren grandes distancias) de la zona metropolitana de Buenos Aires se han convertido al uso de GNC. En Venezuela se han incrementado rápidamente las conversiones de vehículos para el uso de GNC. En las regiones metropolitanas de São Paulo y Rio de Janeiro, el uso de GNC se limita a algunos taxis y autobuses. Deberá considerarse el uso generalizado de GNC en vehículos de uso intensivo (especialmente en autobuses urbanos) en Santiago, São Paulo y Rio de Janeiro tras la construcción de gasoductos entre Argentina y Chile y entre Bolivia y Brasil. Deberá considerarse también el uso generalizado de GNC en centros urbanos (como la Ciudad de México y La Paz) de otros países que producen gas natural. El GLP se utiliza considerablemente como combustible de vehículos automotores en Venezuela y Suriname. Deberá considerarse un mayor uso de este combustible en vehículos de gasolina de la Ciudad de México, Santafé de Bogotá, La Paz y otras áreas urbanas contaminadas en países que explotan y procesan gas natural o petróleo. Brasil tiene el programa de combustibles alternativos más extenso del mundo. Se basa en el uso de etanol (que contiene 4% de agua) y gasohol (que contiene 22% de etanol anhidro y 78% de gasolina) en vehículos automotores con motores de encendido por chispa. Este programa, iniciado en 1975 para responder ante las necesidades de energéticos del país y respaldar la industria azucarera, dio como resultado el desarrollo de una industria automotriz de vehículos de alcohol, la rápida eliminación del plomo de la gasolina y un desequilibrio en la proporción de gasolina y diesel producidos con la disminución consecuente de la calidad del diesel y un aumento de emisiones de MP y NOx de los vehículos diesel. El uso de etanol en lugar de gasolina redujo las emisiones de CO, MP, HC, plomo y SO2, pero elevó las de aldehídos (especialmente acetaldehído). En menor grado, el gasohol también reduce las emisiones de CO, MP, HC, azufre y plomo del escape cuando se utiliza en lugar de la gasolina, pero incrementa las emisiones por evaporación (HC) en vehículos sin controles de emisión. En São Paulo, el uso de estos combustibles alternativos redujo los niveles de SO2 y plomo en el ambiente, y en cierta medida estabilizó las concentraciones de MP-10, NO2 y ozono pese al rápido incremento del parque automotor. No obstante, el programa nacional para respaldar el uso generalizado de combustibles basados en el alcohol impuso también una carga financiera en la economía brasileña. No se recomienda un programa a Conclusiones gran escala de combustible basado en alcohol para otros países latinoamericanos. Cuando se desee utilizar un compuesto oxigenado para zonas urbanas específicas, se recomiendan los que están basados en éter (como el MTBE) en lugar de los que están basados en alcohol, debido a su menor presión de vapor, sobre todo en zonas con climas cálidos y donde las concentraciones de ozono en el ambiente son elevadas y el parque automotor carece de controles de evaporación. Un beneficio secundario del programa de combustibles basados en alcohol de Brasil fue el desarrollo de otro combustible alternativo, que se utilizó en los vehículos de encendido por chispa durante la crisis del alcohol de principios de esta década. Este combustible llamado MEG consiste en 33% de metanol, 60% de etanol y 7% de gasolina y tiene propiedades similares a las del etanol. Impuestos a los combustibles. Deberán aplicarse impuestos diferenciales a los distintos combustibles o grados de combustibles para fomentar el consumo de los más limpios. En los impuestos deberán incorporarse los costos vinculados con los efectos nocivos sobre la salud de la población y el medio ambiente. En particular, deberán aplicarse impuestos a los combustibles para asegurar que el precio minorista de la gasolina sin plomo no sea más elevado que el de la gasolina con plomo. Los impuestos a los combustibles han reducido considerablemente la diferencia de precios entre la gasolina con y sin plomo en algunos países como Ecuador y México y lo han eliminado en otros como en Barbados y Chile. Sin embargo, en Perú, Uruguay y en algunos otros países, la gasolina con plomo está sujeta a un impuesto y precio minorista más bajos que la gasolina sin plomo, lo que alienta un mayor consumo de combustibles contaminantes o el uso del combustible inadecuado en vehículos equipados con convertidores catalíticos, lo que quita toda eficacia a estos mecanismos. En algunos países, entre ellos Brasil, los impuestos diferenciales a los combustibles han eliminado la diferencia de precios entre los grados de combustible con bajo y alto contenido de azufre. Deberán aplicarse impuestos diferenciales entre combustibles convencionales y alternativos. Por ejemplo, en Argentina, donde el GNC está exento de impuestos, una gran cantidad de vehículos de gasolina de uso intensivo (taxis y vehículos comerciales) se han convertido al uso de GNC. Dado que la diferencia de precios entre el diesel y el GNC era ínfima hasta fines de 1996, no hubo conversiones de vehículos diesel a GNC. No obstante, la nueva política tributaria ha ampliado la diferencia de precios entre el diesel y el GNC y se espera que aumentará el número de conversiones. En México, la política tributaria reciente sobre combustibles generó un incentivo para conversión de vehículos de gasolina a 301 GNC, pero es aún insuficiente para fomentar la conversión de vehículos diesel a GNC. Los impuestos a los combustibles también pueden utilizarse para desalentar el consumo de combustible, reduciendo de esa forma las emisiones de contaminantes, mejorando la calidad del aire y aminorando los efectos nocivos para la salud. Esto sería particularmente eficaz en un país como Venezuela, que aplica precios sustancialmente más bajos de la gasolina que otros países de la región7. Si se aplica un impuesto a la gasolina de manera que el precio en Venezuela sea más semejante al resto de la región, se fomentará el uso de vehículos más eficientes en cuanto a consumo de combustible y se desalentará la circulación innecesaria, sobre todo de los vehículos ineficientes y más contaminantes. Medidas de gestión del transporte. Es esencial aplicar medidas adecuadas de gestión del transporte y del tránsito para los esfuerzos de reducción de la contaminación del aire urbano en América Latina y el Caribe, dado que el rápido crecimiento del parque automotor urbano, especialmente de los automóviles particulares, provoca congestionamientos que pueden contrarrestar completamente las mejoras potenciales de las medidas relativas a los vehículos o a los combustibles. Entre las medidas de transporte y tránsito se incluyen la prohibición de circular, las medidas de control del flujo del tránsito, el fomento del transporte colectivo y no motorizado y la planeación y control del uso del suelo. Prohibiciones de circular. Las disposiciones temporales que prohiben la circulación de una parte del parque automotor en determinados días en base a los números de las placas de circulación no han sido muy eficientes para reducir la contaminación del aire en los centros urbanos de América Latina. Las experiencias de la Ciudad de México y Santiago han demostrado que los automovilistas eludían la prohibición adquiriendo automóviles viejos y contaminantes fuera de la zona metropolitana para usarlos en los días en que sus vehículos principales no podían circular, posponiendo los viajes en automóviles a otros días de la semana en lugar de eliminarlos u obteniendo varias placas de circulación para el mismo vehículo. El enfoque más eficiente parece ser la imposición de una prohibición temporal pero casi total basada en la gravedad proyectada de la contaminación atmosférica en días específicos. En la Ciudad de México se aplica una prohibición de este tipo en los días con elevados niveles de contaminación, pero se exime de la misma a los vehículos poco contaminantes. En Santiago se impone una prohibición total en la zona del centro cuando la contaminación excede límites específicos y se amplía hasta cubrir toda la zona metropolitana cuando se producen episodios aún más 302 Capítulo 5 graves de contaminación. Deberá considerarse la prohibición de circular en distritos comerciales altamente congestionados de los centros urbanos y aplicarse a una parte o a la totalidad del parque automotor, a efectos de reducir el congestionamiento y la exposición de la población a los contaminantes emitidos por los vehículos automotores (como el CO), en la zona inmediata. Sin embargo, esta medida no es eficiente para mejorar la calidad del aire en toda una zona metropolitana. En Santiago, la prohibición de que los taxis sin pasajeros circulen en una zona de 40 manzanas del centro de la ciudad durante el día, aunada a restricciones de circulación, ha reducido el flujo de tránsito en la zona restringida en un 30% y también las emisiones de contaminantes. Estas medidas no deberán contrarrestarse mediante la expedición de permisos especiales para ciertos tipos de vehículos si éstos bloquean el flujo del tránsito. La prohibición de la circulación en base a la edad del vehículo es una medida eficaz para reducir la contaminación atmosférica en América Latina y el Caribe porque los vehículos viejos producen una cantidad desproporcionadamente elevada de emisiones de contaminantes. Se impusieron prohibiciones a la circulación en la Ciudad de México para las camionetas de más de ocho años y para los taxis de más de seis años. Estas medidas se aplicaron también para autobuses urbanos de más de 10 años en Buenos Aires, de más de 18 años en Santiago y de más de 20 años en Santafé de Bogotá. La prohibición de la circulación de camiones en horas diurnas en zonas congestionadas, especialmente en los distritos comerciales, también es una medida eficaz para reducir la exposición de la población a las emisiones. Medidas de control del flujo del tránsito. Los objetivos de estas medidas son regular el flujo del tránsito, mejorar la seguridad vial y reducir las emisiones de contaminantes. Algunas medidas de gestión del tránsito incluyen la instalación de semáforos en las intersecciones, la prohibición de girar a la izquierda o a la derecha en esquinas de mucho tránsito, la designación de calles de un solo sentido y la separación del tránsito motorizado y no motorizado. También puede mejorarse el flujo de tránsito en las calles muy congestionadas mediante restricciones de estacionamiento en la vía pública. Dependiendo del perfil del tránsito en lugares específicos, estas restricciones pueden aplicarse en horas punta, durante el día hábil o en todo momento. Para ello se requiere la instalación de semáforos y un firme esfuerzo de fiscalización. Además, las restricciones al estacionamiento en la vía pública pueden complementarse con el establecimiento de instalaciones de estacionamiento fuera de la calle. Deberán aplicarse fuertes impuestos al estacionamiento en zonas congestionadas para alentar el uso del transporte público en lugar de los automóviles particulares. Deberá procurarse mejorar la infraestructura vial en combinación con el estricto control del flujo del tránsito. De otra manera, al mejorar las condiciones de circulación se atrae un mayor número de vehículos, lo que vuelve a causar congestionamientos sin reducciones en las emisiones de contaminantes. Una manera de controlar el flujo de vehículos es cobrar a los automovilistas un cargo por el uso de un camino o el ingreso a una zona urbana en un intento por alentar el uso del transporte colectivo, el uso del vehículo por un mayor número de personas, rutas alternativas, o la circulación fuera de las horas punta. Si bien se encuentran ejemplos en diferentes partes del mundo, en América Latina y el Caribe se aplican peajes para controlar el congestionamiento urbano sólo en Buenos Aires, pero en ninguna zona urbana se expiden permisos para circular en determinada área. Deberán considerarse seriamente estas medidas, sobre todo en grandes zonas metropolitanas que ya están congestionadas. Otra manera de reducir el número de vehículos en la vía pública es permitir solamente la circulación de vehículos con un mayor número de ocupantes en ciertas vías o carriles exclusivos. Esta medida que alienta a la población a compartir sus vehículos pero exige una infraestructura especial y medidas de fiscalización puede no ser eficaz para sociedades que no están acostumbradas a transportarse directamente entre el hogar y la oficina todas las mañanas y todas las tardes. Fomento del transporte colectivo. Deberán tomarse medidas para fomentar el uso del transporte colectivo en lugar de los automóviles particulares. Para incrementar el número de usuarios del transporte colectivo deberá mejorarse la calidad de los servicios, reducir las tarifas y simplificar su estructura. Al adoptar un sistema de pasajes prepagados y plataformas elevadas para autobuses, puede acortarse la duración de los recorridos de los autobuses, además de adoptar medidas de prioridad del tránsito como carriles especiales para autobuses, rutas mejoradas o mecanismos para operar los semáforos. Buenos Aires, Curitiba, Lima, Porto Alegre, Santafé de Bogotá y Santiago aplican medidas de prioridad del tránsito para los autobuses. La simplificación de las estructuras tarifarias (por ejemplo, tarifas uniformes o por zonas) y tarifas integradas entre distintos medios de transporte pueden elevar el valor percibido del transporte colectivo y alentar su uso. La reducción de tarifas también eleva el número de usuarios del transporte colectivo, pero su valor no 7. En enero de 1996, el impuesto y el precio minorista de la gasolina eran US$0,016 el litro y US$0,106 el litro en Venezuela. En cambio, en Uruguay, el impuesto y el precio minorista de la gasolina eran US$0,431 el litro y US$0,790 el litro (Alconsult International Ltd. 1996). Conclusiones deberá ser tan bajo como para que impida la plena recuperación de los costos de inversión y operación, o atente contra el mantenimiento y mejoramiento de la infraestructura y servicios de transporte. La eficiencia de los sistemas de transporte colectivo puede mejorarse mucho prestando estos servicios a través del sector privado. No obstante, el sector público sigue desempeñando una importante función en la regulación de la operación del sistema de transporte por el sector privado, otorgamiento de licencias para rutas y vehículos del transporte colectivo, mejoramiento y extensión de la red vial, regulación y gestión del tránsito y establecimiento de normas relacionadas con el medio ambiente y la seguridad. Fomento del transporte no motorizado. Deberá fomentarse el transporte no motorizado (el uso de bicicletas o los viajes a pie) mediante la construcción de aceras, mejoras en la seguridad de las zonas peatonales, cierre de ciertas calles al tránsito de vehículos automotores, construcción de senderos para bicicletas, fomento a la industria nacional de bicicletas, reducción de impuestos a la importación de bicicletas y otras medidas. El éxito de Curitiba en el fomento del transporte no motorizado deberá utilizarse como un modelo para otros centros urbanos de América Latina y el Caribe. Planeación y controles del uso del suelo. El objetivo de la planeación del uso del suelo deberá ser crear un entorno propicio para el futuro en lugar de resolver únicamente los problemas del tránsito a corto plazo. Deberá estudiarse el programa de Curitiba para reducir la densidad del tránsito y la contaminación por vehículos automotores y considerar su posible aplicación a otros conglomerados urbanos de América Latina. En muchas áreas donde la distribución urbana y la baja densidad demográfica alienten el uso de automóviles particulares en lugar del transporte colectivo, deberán formularse medidas ecológicamente apropiadas para el uso del suelo y planes para crear zonas urbanas multinucleares de usos múltiples que favorezcan los desplazamientos a pie para distancias breves y el uso del transporte colectivo para recorridos largos. Formulación e implementación de una estrategia de control de la calidad del aire urbano La formulación y la implementación de una estrategia integral y eficaz de control de la calidad del aire urbano exige un esfuerzo coordinado de las instituciones nacionales, regionales y locales que representan las distintas jurisdicciones de las zonas urbanas. En la mayoría de los casos, son las instituciones nacionales las que intervienen en zonas urbanas que incluyen las ciudades capitales. Como mínimo, deberán participar 303 las instituciones responsables del medio ambiente, el transporte y el tránsito, la calidad y el abastecimiento del combustible, la industria y la salud pública. También es importante la participación de las comunidades científica y empresarial, los sindicatos y las ONG. Además, deberá establecerse un plan de participación específica para que se considere y se incorpore la opinión pública en el proceso de toma de decisiones. Muchas zonas urbanas, entre ellas Buenos Aires, Santafé de Bogotá, Rio de Janeiro y Belo Horizonte, tienen graves problemas de contaminación atmosférica pero carecen de estrategias integradas de control de la contaminación atmosférica. Estas zonas deberán beneficiarse de las experiencias de la Ciudad de México y Santiago. La estrategia adoptada en la Ciudad de México para el período 1995-2000 es particularmente útil como marco de referencia para otros centros urbanos en el diseño de sus propias estrategias (DDF 1996). En general, la formulacón e implementación de las medidas específicas de control de la contaminación se han visto obstaculizados por la falta de definición o superposición de las responsabilidades institucionales; equipos, experiencia técnica y recursos humanos y financieros inadecuados; falta de voluntad política, y respaldo o participación del público limitados. En lo que se refiere a los recursos humanos, los problemas se deben al número excesivo de empleados mal remunerados y desmotivados y a las rigideces presupuestarias que limitan el acceso a recursos de personal no contratado. El empleo vitalicio y las contracciones presupuestarias también restringen la contratación de nuevo personal. Estas instituciones deberán fortalecer sus recursos humanos y financieros y sus sistemas administrativos si han de implementar y hacer cumplir una estrategia eficaz de control de la calidad del aire. Si bien algunas medidas, como la eliminación del plomo de la gasolina, son ampliamente recomendadas, en definitiva es imposible prescribir un conjunto detallado de medidas que deba aplicarse en toda la región. Cada zona urbana, con sus problemas específicos de contaminación y su combinación singular de factores ambientales, físicos, sociales y económicos, deberá adoptar su propia combinación de estrategias de control de la contaminación. Las medidas encaminadas a mejorar la gestión del transporte pueden entrañar principios y dinámicas comunes, pero deben ser específicas para cada situación. Incluso las normas sobre combustibles que deberán estar en vigencia en todos los países pueden ser diferentes dependiendo de las condiciones locales. Lo importante es que se dispone de instrumentos y de conocimientos para obtener mejoras sustanciales a un costo razonable en la mayoría de las ciudades, y la preocupación por el medio ambiente, la salud humana y la calidad de vida es una razón fundamental para hacer del 304 Capítulo 5 control de la contaminación por vehículos automotores una alta prioridad. Referencias Alconsult International Ltd. 1996. Database for the Study Concerning the Elimination of Lead in Gasoline in Latin America and the Caribbean. Calgary, Alberta, Canadá. CETESB (Companhia de Tecnología de Saneamento Ambiental). 1994. Relatório de Qualidade do Ar no Estado de São Paulo - 1993. São Paulo, Brasil. 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