OTTO DIX (Biografía) Otto Dix nació en Gera, una ciudad alemana en el sudeste del país próxima a la frontera checa, en 1891. Inició su carrera como pintor de interiores, hasta que en 1910 logró una beca con la que pudo completar su formación en la Real Escuela de Artes y Oficios de Dresde. Ahí afianzó su técnica de dibujo y durante esos años la Germaldegalerie (Museo de Pintura) de Dresde se convirtió en su lugar de estudio. Allí conoció de primera mano las obras de Durero, Cranach y de los artistas italianos del Renacimiento, de quienes aprendió e intentó imitar su técnica del óleo. Sus primeros pasos como pintor también estuvieron marcados por la variedad de corrientes que dominaban en centroeuropa y Francia en las primeras décadas del siglo: el simbolismo y el judgenstil, Munch, Kokoschka, el expresionismo, el orfismo y las formas cubofuturistas incidieron entonces en su lenguaje pictórico. También se atrevió con la escultura, aunque sólo realizó una obra; se trataba de un busto de Nietzsche. OTTO DIX Hugo Erfurth con perro, 1926 Temple y óleo sobre tabla. 80 x 100 cm Museo Thyssen-Bornemisza Al estallar la Primera Guerra Mundial, Otto Dix fue llamado a filas, pero en 1918 resultó herido en el cuello y tuvo que abandonar el campo de batalla. Los años que pasó en el frente fueron artísticamente muy productivos: pintó casi cien aguadas y unos quinientos dibujos. En estos trabajos expuso su particular visión de la guerra: cruel y sangrienta. A estos dibujos se les conoce con el nombre de Actas de la guerra. Una de las consecuencias de su participación en la contienda fue que en los temas que desarrolló a partir de ese momento primó la crítica, la sátira y la ironía para comentar la guerra, sus líderes y sus terribles efectos. Una vez acabada la guerra regresó a Dresde, para continuar sus estudios en la Academia Estatal de Artes Plásticas, de la que fue nombrado profesor en 1926. Fundó, junto con otros compañeros, el Grupo Secesión de Dresde en 1919 y también fue entonces cuando entró en contacto con el Dadaísmo. En sus cuadros se ocupaba de temas cotidianos analizados desde la sátira y con un realismo brutal que en muchas ocasiones alcanzaba lo grotesco: prostitutas, marineros, ricos empresarios, mutilados de guerra, etc. Por su estilo y los temas que abordó a comienzos de los años veinte, Dix fue acusado dos veces en 1923 de obscenidad y pornografía. Estos episodios tuvieron el efecto contrario al perseguido, pues significaron publicidad para su obra y el público empezó a conocerle. Su estilo cambió a mediados de los años veinte, cuando se aproximó a los principios pictóricos y estéticos defendidos por los pintores de la Nueva Objetividad, y en cuya exposición fundacional (1925) Dix participó. Los colores fríos llenaron su paleta, insistió en el verismo –por otra parte, era su particular pugna contra la fotografía– y en la manera antigua de hacer pintura, optando por la tabla como soporte. Dix encontró el apoyo teórico necesario en el libro que Max Doerner publicó en 1921: Los materiales de pintura y su empleo en el arte. Ahí halló las fórmulas y los métodos utilizados por los pintores del Renacimiento. El primer cuadro que pintó siguiendo esas indicaciones data de 1925. Sus compañeros lo apodaron Otto Hans Baldung Dix, un apelativo que remitía directamente al pintor alemán del siglo XVI Hans Baldung Grien. Incluso se inventó un anagrama para firmar sus cuadros, basado en una serpiente enlazada a un arco y una flecha; esto significaba un reconocimiento a los pintores del siglo XV y XVI, en especial a Lucas Cranach. Por esa vuelta a la manera de los pintores del Renacimiento, Dix fue abandonando las mordaces críticas que con su pintura lanzaba a la sociedad mediante la deformación física y una exagerada fealdad de sus personajes. En cuanto destacado retratista, Otto Dix realizaba numerosos dibujos preparatorios de los modelos con los que apresar su carácter pero nunca pintaba el retrato con el modelo real delante, sino que trabajaba a partir de los dibujos. En 1933 fue destituido de su puesto como profesor en la Academia de Dresde, como consecuencia del “saneamiento de las escuelas de Bellas Artes de Sajonia”; y en 1936, ante la progresiva expansión del nazismo en Alemania, decidió retirarse a Hemmenhofen, una modesta población del lago Constanza, donde ya se habían instalado otros artistas. El Gobierno alemán lo incluyó en la lista de artistas degenerados y le confiscaron unas doscientas sesenta obras. En 1945 fue movilizado y hecho prisionero; tras su liberación, y de vuelta al lago Constanza, se consagró a la pintura de paisaje y religiosa hasta su muerte, ocurrida en 1969. En sus últimos cuadros retomó el espíritu romántico alemán del siglo XIX y cambió las técnicas renacentistas por una pintura sin dibujo, aplicando los pigmentos directamente desde el tubo. La crítica, la historiografía y las instituciones alemanas se ocuparon de restaurar el nombre y la obra de Dix durante las últimas décadas de vida del pintor.