EL ABSOLUTISMO EN EUROPA

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EL ABSOLUTISMO EN EUROPA
Al iniciarse el siglo XVIII, el sistema político predominante en Europa era el absolutismo
monárquico, resultado del fortalecimiento del poder real iniciado desde finales de la Baja
Edad Media. Este sistema se sustentaba esencialmente en la nobleza, que continuaba
siendo el grupo dominante, propietario de la mayoría de las tierras y detentador de cargos y
privilegios. La burguesía, a pesar de su enriquecimiento, carecía de influencia política y
permanecía marginada de los círculos de poder. A finales del siglo XVII se produjeron en
Holanda y en Inglaterra una serie de transformaciones políticas que comenzaron a limitar el
poder
de
la
monarquía
y
a
abrir
camino
al
parlamentarismo.
El reinado de Luis XIV
Richelieu murió en 1642 y Luis XIII en 1643, dejando el
trono a su hijo de cinco años, Luis XIV.
Mazarino y La Fronda
El protegido y sucesor de Richelieu como primer ministro,
el cardenal Giulio Mazarino, continuó la política de su
predecesor, culminando de forma victoriosa la guerra con
los Habsburgo y derrotando, en el interior, el primer
esfuerzo coordinado de la aristocracia y la burguesía para
invertir la concentración de poder en el rey realizada por
Richelieu.
En 1648, el Parlamento de París, en alianza con los
burgueses de la ciudad, protestó contra los elevados
impuestos y, con el apoyo de los artesanos, hicieron estallar una rebelión contra la Corona,
denominada La Fronda. Poco después de que finalizara, los nobles amotinados del sur se
rebelaron y, antes de que la revolución fuera aplastada, una guerra civil arrasó de nuevo
diversas zonas de Francia. A pesar de esto, la Fronda fracasó en su intento de impedir la
centralización del poder y, hasta la década de 1780, los estamentos privilegiados no
desafiaron de nuevo a la autoridad de la Corona.
El absolutismo de Luis XIV A la muerte del cardenal Mazarino en 1661, Luis XIV anunció
que en lo sucesivo él sería su propio primer ministro. Durante los siguientes 54 años,
gobernó Francia personal y conscientemente, y se estableció a sí mismo como modelo del
monarca absolutista que gobernaba por derecho divino (véase Absolutismo).
A principios de su gobierno en solitario, Luis XIV estableció la estructura del estado
absolutista. Organizó un número determinado de consejos consultivos y, para ejecutar sus
instrucciones, los dotó de hombres capaces y completamente dependientes de su persona.
La demanda de los parlamentos provinciales de un veto sobre los decretos reales se silenció
totalmente. Los nobles potencialmente peligrosos, por ser descendientes de la antigua
nobleza feudal, quedaron unidos a la corte a través de cargos prestigiosos pero de carácter
ceremonial, que no les dejaban tiempo libre para su actividad política. La burguesía se
mantuvo políticamente satisfecha con la garantía de orden interno que le ofrecía el
gobierno, el fomento activo del comercio y la industria y las oportunidades de hacer fortuna
explotando los gastos del Estado.
Luis XIV y la Iglesia El rey, gracias al poder de nombrar a los obispos, consiguió un dominio
firme sobre la jerarquía eclesiástica. El monarca gobernaba como representante de Dios en
la tierra, y la obediencia del clero le proporcionó la justificación teológica de su derecho
divino. Un movimiento disidente, el jansenismo, que se desarrolló en el siglo XVII,
constituyó una amenaza política por el énfasis que daba a la supremacía de la conciencia
individual, por lo que Luis luchó contra él desde sus comienzos.
Mecenazgo de las artes. El gran palacio que construyó Luis XIV en Versalles fue —y sigue
siendo— incomparable en tamaño y en magnificencia, un monumento de la arquitectura,
pintura, escultura, diseño interior, jardinería y tecnología constructiva de Francia. Luis XIV
fue un destacado mecenas de las artes. Intentó elevar el nivel cultural mediante la
fundación de la Academia de Bellas Artes y la Academia Francesa en Roma; además, ayudó
a los autores con aportaciones económicas y fomentó sus trabajos, nombrando a un
surintendant (supervisor) de música para elevar la calidad de las composiciones y de los
conciertos. Creó también la Academia de las Ciencias.
Regulación de la economía El ministro de Finanzas, Jean-Baptiste Colbert, fue el gran
exponente de la era del mercantilismo. Subvencionó a la industria, estableció aranceles para
eliminar la competencia exterior y controles de calidad en la producción industrial,
desarrolló mercados coloniales que fueron monopolizados por los comerciantes franceses,
fundó compañías comerciales ultramarinas, reconstruyó la Armada y, en el interior,
construyó carreteras, puentes y canales.(ver Mercantilismo)
La persecución de los hugonotes Antes de finalizar su reinado, los gastos de las guerras
habían arruinado la mayor parte del trabajo de Colbert en el ámbito económico y, en 1685,
el rey asestó un golpe a la débil economía del Estado al revocar el Edicto de Nantes.
Convencido de que la mayoría de los hugonotes se habían convertido al catolicismo,
prohibió el culto público protestante, los predicadores fueron expulsados del país y se
destruyeron sus centros de reunión. A pesar de la amenaza de elevadas multas, entre
200.000 y 300.000 hugonotes abandonaron Francia; la mayoría eran artesanos
especializados, intelectuales y oficiales del ejército; en definitiva, valiosos súbditos que
Francia no podía permitirse el lujo de perder.
Las guerras de Luis XIV. Luis condujo a su país a cuatro guerras costosas. En todas ellas
continuó la política de contener y reducir el poder de los Habsburgo, extender las fronteras
francesas hasta posiciones defendibles y conseguir ventajas económicas. Su ministro de
Guerra, el marqués de Louvois, organizó un poderoso ejército de 300.000 hombres
entrenados, disciplinados y bien equipados. En 1667, el monarca empleó este ejército para
hacer valer su reclamación (basada en su matrimonio, en 1660, con María Teresa, hija del
rey Felipe IV de España) sobre los Países Bajos españoles. Una hostil alianza de poderes
marítimos le indujo a negociar un compromiso de paz en 1668. La recompensa francesa
fueron once fortalezas en la frontera nororiental.
En 1672, las consideraciones estratégicas y económicas llevaron a Luis a atacar las
Provincias Unidas (parte de los Países Bajos no sujeta a dominación española), donde
pronto se enfrentaría no sólo con los holandeses, sino también con una poderosa coalición.
Francia consiguió tras la Paz de Nimega (1678), que puso fin a la guerra, el Franco Condado
en la frontera oriental y una docena de ciudades fortificadas en el sur de los Países Bajos.
En 1689, una alianza de poderes europeos, la Liga de Augsburgo, entró en guerra con
Luis XIV para poner fin a su política de anexionar territorios adyacentes a ciudades
conseguidas en tratados anteriores. Los ocho años de guerra terminaron con la Paz de
Ryswick, acuerdo en el que ambas partes renunciaron a sus conquistas, aunque Francia
retuvo la ciudad de Estrasburgo en Alsacia.
Los combatientes habían resuelto solucionar sus diferencias debido a que una nueva crisis
internacional asomaba en el horizonte. Carlos II, rey de España, no tenía heredero directo.
Un mes antes de su muerte, nombró para sucederlo al nieto de Luis XIV, Felipe de Anjou.
Aunque Luis había defendido anteriormente la división de la herencia de la monarquía
española, decidió apoyar la candidatura de su nieto a todo el territorio. Los otros estados
europeos temieron las consecuencias de la gran extensión del poder de los Borbones que
esto generaría, y se unieron en una coalición para evitarlo. La guerra de Sucesión española
duró trece agotadores años. Al final, Luis consiguió su principal objetivo y su nieto se
convirtió en rey de España con el nombre de Felipe V.
El fin del reinado de Luis XIV. La guerra, junto al frío invierno de 1709 y a una escasa
cosecha, provocó en Francia numerosas revueltas por la falta de alimentos y en demanda
de reformas políticas y fiscales. Una epidemia de viruela que tuvo lugar entre 1711 y 1712
acabó con la vida de tres herederos al trono, dejando un único superviviente por línea
directa, el biznieto de Luis, que tenía 5 años de edad. Luis XIV murió en Versalles el 1 de
septiembre de 1715, tras 73 años de reinado.
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