3b CINCO PAISAJES DE LA MONTAÑA centros vitales óptimos, se establece la lucha entre ambos, con ventaja creciente para el producido por la directa actividad humana. Incluso la interpretación inteligente y el sentimiento estético del paisaje se localiza en la ciudad. El científico es un ciudadano, no es un primigenio, aunque corra el peligro de caer en el salvajismo de su especialidad. Tenemos, pues, que uno de los elementos del paisaje natural, el hombre, nacido en el fondo del bosque primitivo, se ha ido elevando paulatinamente y ha ido modificando aquél en su beneficio, con creciente velocidad, que concluirá siendo vertiginosa. Contemplemos el paisaje circunmediterráneo, uno de los que han sentido con mayor intensidad la perseverante acción del hombre, y percibiremos cómo sus elementos más ostensibles, en especial su vegetación, han sido profundamente modificados, al extremo de que su reconstrucción resulta sumamente difícil. Pero esto, que ha supuesto muchos siglos de lenta actividad a los humanos anteriores a nuestro siglo, comienza en nuestros días a revestirse de una intensidad y de una. velocidad que lleva camino de acabar rápidamente con el conjunto de todos los paisajes naturales. Así como pasó la época de los viajes de exploración a los lejanos países misteriosos y desconocidos, así el paisaje natural quedará pronto sustituido por un paisaje producido directamente por el hombre. He citado el caso del bosque virgen, por ser el argumento que parecía más a cubierto de la destrucción; pero la triste realidad es que el hombre, llevado por su codicia de poner en pronta marcha las reservas de la riqueza natural, y amparado por su poderoso maqumismo, se está dando una prisa loca en llevarse las maderas preciosas de donde Dios y una actividad biológica incesante y multisecular las pusieron. Y el bosque virgen no se regenera (porque ello exigiría muchos siglos y recobrar un equilibrio muy difícil de conseguir), en contra de lo que han afirmado los más directamente interesados en su explotación y desaparición consiguiente. A su vez, la eliminación de la cobertura vegetal desencadena un segundo problema, que se refiere al arrastre de la tierra vegetal, a la erosión del suelo, efecto que lo torna estéril. Hoy la densidad demográfica tiene tanto impulso, que está llevando grupos mayores o menores de hombres blancos a los lugares más recónditos del planeta, armados de sus sierras y hachas y de sus tractores, dispuestos a talar y a roturar las tierras, sin que les guíe una conciencia clara de que es un grave peligro para el hombre poner la mano en las grandes reservas de la riqueza natural. Este grave problema universal tiene su reflejo en la provincia de Santander, y por ello me ha parecido del mayor interés denunciar aquí estos graves hechos, para que el santanderino reflexione sobre ellos, al mismo tiempo que mis consideraciones acerca de los cinco tipos de paisaje que paso a considerar a continuación servirán de guía y ordenación de la ulterior y futura actividad dentro de la provincia. El naturalista ha vivido de espaldas a las servidumbres humanas que nos