¿CÓMO DEFINIR LA ACTUAL SUPREMACÍA ESTADOUNIDENSE? José Abu-Tarbush Universidad de La Laguna El fin de la guerra fría y la desaparición de la Unión Soviética terminó con el orden mundial bipolar impuesto en las relaciones internacionales después de la Segunda Guerra Mundial. Este nuevo panorama mundial invitó a la especulación en torno al nuevo orden político internacional, si éste es unipolar, multipolar o, ambas cosas a la vez, unimultipolar. En cualquier caso, de lo que no cabe ninguna duda es de la actual supremacía estratégica de Estados Unidos en la política mundial. En este sentido, existe una significativa discusión en torno al carácter de la única superpotencia en el sistema internacional de la posguerra fría, que recibe diferentes denominaciones: imperio sin imperialismo o ligth, nuevo imperialismo, hegemonía benigna, global, etc. Aquí se defiende la tesis de la nueva hegemonía estadounidense. El hegemón es el Estado que tiende a imponer las reglas políticas y económicas en el sistema internacional. Para ello, Estados Unidos se vale tanto de su poder coercitivo (político, militar y económico) como persuasivo (ideológico y cultural). Ahora bien, cabe subrayar, la actual supremacía estratégica de Estados Unidos, sin precedentes en la historia, no significa que su hegemonía tenga un alcance global e ilimitado. PALABRAS CLAVES: orden mundial, hegemonía, sistema internacional, supremacía estratégica… ABSTRACT The end of the Cold War and the collapse of the Soviet Union ended with the bipolar world order which was imposed in the international relations after the Second World War. This new world panorama led to speculation about a new international political order, wether it is unipolar, multipolar or —both things at the same time— unimultipolar. In any way, there is not doubt about the current strategy supremacy of United States in world politics. In this sense, there is a significant discussion about the character of the only superpower in the postCold War international system, which receive different denominations: Empire without imperialism or light, new imperialism, benign o global hegemony, etc. Here is argued the thesis of the American new hegemony. The hegemon is the state which tend to impose the political and economic rules in the international system. To this purpose, United States uses so much its coercive power (political, military and economic) as its persuasive power (ideological and cultural). But, it is necessary to underline, that the current strategy supremacy of United States does not mean that its hegemony have a global and unlimited power. KEY WORDS: world order, hegemony, international system, strategy supremacy… TEMPORA, 7; diciembre 2004, pp. 15-30 02.pmd 15 24/02/2005, 9:54 ¿CÓMO DEFINIR LA ACTUAL SUPREMACÍA ESTADOUNIDENSE? 15 RESUMEN JOSÉ ABU-TARBUSH 16 02.pmd El poder alcanzado por Estados Unidos en la política mundial no tiene precedentes en la historia ni encuentra paralelismo alguno en la actualidad. Ninguna potencia mundial —tanto en el pasado como en el presente— ha logrado alcanzar semejante acumulación de poder. La combinación de todos sus elementos es única en la historia. Su singularidad reside, precisamente, en poseer todos sus recursos: militar, geopolítico, económico, tecnológico y cultural. Otras potencias mundiales ostentan una o algunas de estas capacidades, pero no todas. Sólo Estados Unidos disfruta de su totalidad. De ahí que sea la «primera y única superpotencia global»1. Por tanto, en la medida en que el poder en las relaciones internacionales se mide en relación a otros poderes estatales, se puede concluir que Estados Unidos goza de una supremacía estratégica sin igual en la política mundial. El alcance global del poder estadounidense se presta frecuentemente a equívocos por cuanto suele ser comparado con un imperio: sin imperialismo2 o light 3. Por lo que conviene aclarar el alcance y la naturaleza política de lo que se ha dado en llamar la nueva hegemonía estadounidense. Una de sus principales peculiaridades descansa en las maneras de su predominio. A diferencia de un imperio, su influencia no es fruto del dominio directo de colonias ni de la conquista territorial4. Por el contrario, es el resultado de combinar el poder duro (militar y económico) y el poder blando (cultural e ideológico)5. Su propia naturaleza política es notablemente diferente a la de cualquier imperio del pasado, pues se trata de una democracia populista, flexible e influenciable (mediante lobbies con conexiones e influencias externas). Las fuentes del poder estadounidense son tanto internas (notable desarrollo económico, innovación tecnológica-militar, además de un gran dinamismo social y cultural) como externas (ampliación gradual de sus círculos de influencia exterior, participación selectiva en las dos guerras mundiales al final de éstas como vencedor, y fin de los regímenes comunistas en Europa del Este con la disolución de 1 Aunque también puede terminar siendo la última, dado la creciente incompatibilidad entre las políticas globales y semejante concentración de poder hegemónico en manos de un solo Estado, tal como apunta Zbigniew Brzezinski: El gran tablero mundial. La supremacía estadounidense y sus imperativos geoestratégicos, Barcelona, Paidós, 1998, p. 212. [The Grand Chessboard. American Primacy and its Geostrategic Imperatives, New York, Basic Books, 1997]. 2 Un imperio sin imperialismo, tal como sostienen Toni NEGRI y Michael HART: Imperio. Barcelona, Paidós, 2002, pp. 155-174. [Empire. Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press, 2001]. Tesis que ha sido contestada críticamente por Atilio A. BORO: Imperio e imperialismo: una lectura crítica de Michael Hart y Antonio Negri, Barcelona, Viejo Topo, 2003. 3 Esto es, un imperio sin conciencia de serlo o, igualmente, una suerte de «imperialismo temporal» que pretende ordenar el sistema político y económico mundial en función de sus intereses, véase Michael IGNATIEFF: El nuevo imperio americano. La reconstrucción nacional en Bosnia, Kosovo y Afganistán, Barcelona, Paidós, 2003. [Empire Lite: Nation-Building in Bosnia, Kosovo, Afghanistan, London, Vintage, 2003]. 4 Véase Joseph S. NYE: «¿Es EEUU un imperio?», El País, 13 de febrero de 2004, p. 14. 5 Véase Joseph S. NYE Jr.: La paradoja del poder norteamericano, Madrid, Taurus, 2003, pp. 25-34. [The Paradox of American Power. Why the World’s Only Superpower Can’t Go it Alone, New York, Oxford University Press, 2002. 16 24/02/2005, 9:54 6 Que, además de haber sido denominada como potencia civil, ahora también es llamada como potencia tranquila, véase Tzvetan TODOROV: El nuevo desorden mundial, Barcelona, Península, 2003, pp. 97-108. [Le nouveau désordre mondial. Paris, Éditions Robert Laffont/Susana Lea Associates]. 7 A propósito de la guerra de Irak en 2003, se produjo un importante desencuentro entre Estados Unidos y algunos países de Europa occidental, en concreto, Francia y Alemania, que hizo correr las tintas sobre la posible ruptura de la alianza trasatlántica. Véanse al respecto los artículos de Javier SOLANA: «Las semillas de una posible ruptura entre EEUU y Europa», El País, 13 de enero de 2003, pp. 4 y 5; «Marte y Venus, reconciliados», El País, 14 de abril de 2003, pp. 10 y 11; y el ensayo de Robert KAGAN: Poder y debilidad. Europa y Estados Unidos en el nuevo orden mundial, Madrid, Taurus, 2003. [Of Paradise and Power. America and Europe in the New World Order, New York, Alfred A. Aknopf, Publisher, 2003]. 8 John G. IKENBERRY: «Liberal hegemony and the future of American postwar order», T. V. Paul y John A. Hall (eds.), International Order and the Future of World Politics, Cambridge, Cambridge University Press, 1999 (reimpresión de 2001), pp. 123-145. 9 Véase Kepa SODUPE: La estructura de poder del sistema internacional. Del final de la Segunda Guerra Mundial a la posguerra fría, Madrid, Fundamentos, 2002, pp. 196-200. 02.pmd 17 24/02/2005, 9:54 ¿CÓMO DEFINIR LA ACTUAL SUPREMACÍA ESTADOUNIDENSE? 17 la Unión Soviética). Ambas fuentes de poder se retroalimentan, no pueden ser contempladas la una sin la otra, ni viceversa. Ahora bien, el ejercicio del poder en la escena internacional requiere de tres ingredientes: recursos, voluntad política y legitimidad. Estados Unidos contó con estos elementos durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX, el periodo comprendido entre las cuatro décadas de la guerra fría (1945-1989/91). De ahí que ejerciera el liderazgo mundial, al menos en lo que respecta al bloque occidental y capitalista. Dentro de este hemisferio gozó de una clara hegemonía que, sin embargo, se vio parcialmente erosionada por la emergencia de Alemania y Japón como dos grandes potencias económicas, a la que se sumó el conjunto de Europa occidental. Es más, la creciente ampliación de la Unión Europea ha incrementado y diversificado su rol de potencia económica hacia una progresiva proyección exterior como potencia político-diplomática6. No siempre sus presupuestos políticos y métodos de aplicación coinciden con los estadounidenses7. Pese a esta erosión interna ejercida por sus propios aliados, la hegemonía estadounidense se ha construido sobre bases políticas, económicas y de seguridad, articuladas mediante una extensa red de instituciones de alcance regional e internacional8. En ellas participan tanto sus históricos Estados aliados y clientes como —en mayor o menor medida— otros actores estatales fuera de su tradicional órbita de influencia. La institucionalización del orden mundial de la posguerra fue el resultado de esa primacía, en conjunción con otras grandes potencias —la Unión Soviética, en particular— o al menos teniendo en cuenta la existencia de éstas. Pero el continuado declive y posterior caída de la Unión Soviética otorgó a Estados Unidos un poder mundial sin precedentes. A diferencia de otros poderes totalitarios —como la Alemania nazi—, la Unión Soviética no se desmoronó como resultado de una intervención externa, sino por el propio peso de su sistema. En contra de lo previsto por las teorías de la hegemonía y del equilibrio de poder, el cambio en la estructura de poder del sistema internacional no fue consecuencia de una guerra entre las grandes potencias9. Pero que no fuera una guerra en el sentido clásico del término no equivale a negar la fuerte ofensiva económica —centrada en la imparable carrera armamentista— a la que fue enfrentada la Unión Soviética y que, finalmente, logró su objetivo: hacer económicamente insostenible su proyección internacional frente a su potencia rival. En cualquier caso, el hundimiento del Estado desafiante, la Unión Soviética, arrastró consigo a todo el bloque pro-soviético de Europa del Este. Aunque la guerra fría estuvo exenta de choques directos entre las dos superpotencias, no puede decirse que careciera de violencia, al menos en la periferia del sistema internacional. Sin embargo, Estados Unidos venció a la Unión Soviética sin disparar un solo tiro. No hubo desfiles de la victoria en las calles de Washington o de Nueva York, pero sí algunas proclamas políticas —nuevo orden mundial— e ideológicas —fin de la historia— que evidenciaban el triunfo del bloque occidental y capitalista sobre el oriental y comunista10. Desde entonces, el paso del duopolio al monopolio de poder mundial ha suscitado una intensa controversia, de ámbito tanto político como académico. En aras de avanzar alguna conclusión en este dilatado debate, conviene organizarlo en torno a tres supuestos: primero, la nueva configuración del equilibrio de poder en el sistema internacional; segundo, relacionado con lo anterior, la definición de poder en las relaciones internacionales; y, tercero, su interacción entre los diferentes subsistemas internacionales. Para, finalmente, pasar a la definición de hegemonía o, más concretamente, de la nueva hegemonía estadounidense. JOSÉ ABU-TARBUSH 18 1. LA CONFIGURACIÓN DEL PODER EN EL SISTEMA INTERNACIONAL El sistema internacional de la posguerra fría ha sido objeto de tres denominaciones: unipolar, multipolar y unimultipolar. Primero, la visión unipolar mantiene que sólo existe un polo de poder mundial significativo o a bastante distancia de otros polos o centros de poder mundiales. La suma del poder de estos últimos no es superior a la del primero. La única superpotencia coexiste con otras potencias secundarias o menores, pero éstas no representan ningún desafío serio para aquélla. En definitiva, la supremacía del poder estadounidense no puede ser contrapesado. De ahí el carácter inequívocamente unipolar del sistema internacional11. Segundo, la visión multipolar defiende la existencia de varias potencias principales que coope- 10 El nuevo orden mundial, en el que la justicia reemplazaría a la fuerza, fue anunciado por el entonces presidente de Estados Unidos, George H. Bush, en vísperas de la guerra del Golfo de 1991. Mientras que la tesis acerca del triunfo definitivo del liberalismo sobre el socialismo se debió a un afamado artículo, luego ampliado en libro, de Francis FUKUYAMA: «The End of History?», National Interest, núm. 16, 1989, pp. 3-16; y The End of History and the Last Man, New York, Free Press, 1992. [Las versiones españolas de ambos textos aparecieron en «¿El fin de la historia?», Claves de razón práctica, núm. 1, 1990, pp. 85-96; y El fin de la historia y el último hombre, Barcelona, Planeta, 1992]. 11 Véase William C. WOHLFORTH: «The Stability of a Unipolar World», International Security, vol. 24, núm. 1, 1999, pp. 5-41. 02.pmd 18 24/02/2005, 9:54 ran y rivalizan entre ellas en los diferentes asuntos internacionales. Desde esta perspectiva se delimita más detalladamente el poder estadounidense y, en contrapartida, se resalta la influencia de otras grandes potencias en la escena mundial. Pero, sobre todo, se sostiene la idea de que el mundo será inexorablemente multipolar; y, en este sentido, que el momento actual, de primacía estadounidense, es sólo una fase de transición hacia su inevitable multipolaridad12. Tercero, la visión unimultipolar considera que la actual estructura de poder en el sistema internacional es un híbrido de los dos modelos anteriores o, dicho a la inversa, que el mundo no es exactamente unipolar ni multipolar, sino una extraña mezcolanza de ambos. En este sistema cohabitan la única superpotencia con las otras potencias principales. La interacción entre ellas es de cooperación, también de cierta rivalidad. Pero en los temas principales que conciernen directamente al interés estratégico de la superpotencia ésta suele imponerse sobre aquéllas, incluso vetando algunas acciones o actuando unilateralmente13. La definición del tipo de configuración del equilibrio de poder en el sistema internacional tiene que ver —en buena medida— en cómo se define el concepto de poder en la política mundial, en concreto, si éste es concebido de manera unidimensional o multidimensional. Tradicionalmente, el poder en las relaciones internacionales era conceptuado de manera unidimensional o como equivalente de su influencia político-militar. Por tanto, el poder de un Estado solía medirse en términos muy clásicos: entre otras variables, por el tamaño de su territorio, el número de su población y la potencia de sus fuerzas armadas. Pero esta concepción primigenia del poder en la política internacional ha perdido peso relativo al incorporar otros elementos, entre los que destaca el factor económico. Así pues, junto a su fuerza militar, a la medición del poder de un Estado se sumó sus recursos naturales, su capital humano y, en definitiva, su capacidad de rentabilizar ambos aspectos. Dicho de otro modo, el poder no es solamente una acumulación de recursos, sino también una disponibilidad y voluntad de ejercerlo, pero sobre todo de combinar eficazmente dichas capacidades dependiendo de las situaciones14. Más que cambiar de residencia, el poder ha ampliado o multiplicado ésta. El espacio internacional ha dejado de ser concebido como un mero terreno de confrontación entre los Estados y ha pasado a ser también un lugar para la cooperación. El incesante flujo de intercambios comerciales y la creciente economización de las relaciones interna- 12 Véase Christopher LAYNE: «The Unipolar Illusion: Why New Great Powers Will Rise», International Security, vol. 17, núm. 4, 1993, pp.5-51. 13 Véase Samuel P. HUNTINGTON: «La superpotencia solitaria», Política Exterior, núm. 71, 1999, pp. 39-53. [«The Lonely Superpower», Foreign Affairs, vol. 78, núm. 2, 1999, pp. 35-49]. 14 Véase Esther BARBÉ: Relaciones Internacionales, Madrid, Tecnos, 1995, pp. 143-145. 02.pmd 19 24/02/2005, 9:54 ¿CÓMO DEFINIR LA ACTUAL SUPREMACÍA ESTADOUNIDENSE? 19 2. EL PODER EN LAS RELACIONES INTERNACIONALES JOSÉ ABU-TARBUSH 20 cionales, sobre todo a partir de la segunda mitad siglo XX, es un claro ejemplo de ello. La acepción económica del poder en la arena internacional no está exenta de dominación, competición y conflicto, pero sus manifestaciones no siempre se articulan violentamente, sino a través de mecanismos más sutiles. La globalización neoliberal ilustra bastante bien esto15. Paralelamente, a medida que se ha ido complejizando la vida política internacional, otros nuevos actores se han sumado a los Estados en la detentación del poder. Las fuerzas transnacionales —desde empresas hasta grupos terroristas— han erosionado el protagonismo del Estado en las relaciones internacionales como único depositario del poder. En este sentido se habla de poder transnacional o difuso. Los movimientos sociales transnacionales constituyen auténticos grupos de presión sobre la sociedad internacional interestatal (en la que se ubican las organizaciones internacionales —OTAN, OMC, Unión Europea, etcétera— en la medida en que son intergubernamentales o interestatales), al mismo tiempo que expresan la revitalización de una sociedad civil transnacional. Ejemplo de ello es su creciente contestación a los foros económicos con foros sociales (Porto Alegre versus Davos). Igualmente, se han añadido nuevos ingredientes a la definición de poder: el tecnológico, el cultural y el ideológico. Sin olvidar sus aspectos intangibles como la cohesión nacional, el poseer una cultura universal, y participar con cierta proyección en las instituciones regionales e internacionales16. En consecuencia, dependiendo de qué perspectiva se tenga del poder en la política mundial se definirá el actual sistema internacional como unipolar, multipolar o, en su caso, unimultipolar. En términos clásicos, de la época de las cañoneras, el orden internacional sería estrictamente unipolar. Pero en términos más actuales, si se acepta como válida su naturaleza cambiante —esto es, si el poder presenta diferentes aspectos, desde el militar, el económico, el tecnológico y el cultural—, la definición del mundo será multipolar o unimultipolar. 3. POTENCIA HEGEMÓNICA Y SUBSISTEMAS INTERNACIONALES Ahora bien, cabe igualmente tener presente cierta jerarquía entre los diferentes componentes del poder en la política mundial. No siempre se presentan todos en su conjunto. En cualquier caso, cuando se produce semejante combinación no todos sus elementos tienen igual peso. Es más, puede ocurrir que en unas determinadas relaciones en el sistema internacional predomine un aspecto u otros 15 Véase John GRAY: Falso amanecer. Los engaños del capitalismo global, Barcelona, Paidós, 2000. [False Down. The delusions of Global Capitalism, London, Granta Publications, 1998]. 16 Véase Joseph S. NYE Jr.: La naturaleza cambiante del poder norteamericano, Buenos Aires, Grupo Editorial Latinoamericano, 1991, pp. 171-182. [Bound to Lead: The Changing Nature of American Power, New York, Basic Books, 1990]. 02.pmd 20 24/02/2005, 9:54 17 El término premoderno no siempre es compartido por otros autores que prefieren la denominación de postcolonial, véase Georg SORENSEN: Changes in Statehood: The Transformation of International Relations, London, Palgrave, 2001. 18 La definición de estas categorías estatales —premoderno, moderno y postmoderno— se debe a Robert COOPER: The Post-Modern State and the World Order, London, Demos, 1996. 19 Esta agrupación la realiza, entre otros, Kissinger en su última obra, véase Henry KISSINGER: Does America Need a Foreign Policy? Toward a Diplomacy for the Twenty-First Century, London, Free Press, 2002, pp. 25-26 (primera edición de 2001). 02.pmd 21 24/02/2005, 9:54 ¿CÓMO DEFINIR LA ACTUAL SUPREMACÍA ESTADOUNIDENSE? 21 por encima del resto. En sintonía con esta matización en torno a la jerarquización de los elementos del poder en la política mundial, merece igualmente tener en cuenta la coexistencia de diferentes subsistemas dentro del sistema internacional y la interacción que se producen entre éstos o, más precisamente, entre el centro o los centros de poder y su periferia. La definición de los Estados como premodernos o postcoloniales17 (que no garantizan sus propia soberanía nacional), modernos (que tienen un concepto rígido de la soberanía) y postmodernos (que —a semejanza de la Unión Europea— transfieren parte de su soberanía a entes supranacionales)18, puede hacerse igualmente extensiva a los subsistemas internacionales, en donde predominan un tipo u otro de Estado19. El uso del poder militar suele ser más frecuente en las agrupaciones de Estados premodernos o postcoloniales, ubicados en la periferia del sistema internacional; tiende a ser aceptado por los Estados modernos, situados en la semiperiferia; y, finalmente, es menos tolerado por los Estados postmodernos, emplazados en el centro de dicho sistema. En este contexto, conviene preguntarse por las interacciones de la potencia predominante con cada uno de los mencionados subsistemas que coexisten en el medio internacional. En primer lugar, con respecto a los Estados postmodernos, ubicados en el centro del sistema, hay que destacar que forman parte del entramado institucional del sistema internacional construido, en buena medida, por Estados Unidos durante la posguerra, junto a otras potencias vencedoras como Gran Bretaña y la Unión Soviética. Pese a esta cooperación, Estados Unidos se reservó cierto predominio en dichas instituciones. Los Estados miembros de la Unión Europea o, más ampliamente, de Europa occidental gozan de libertad en sus relaciones con Estados Unidos. Son relaciones cooperativas, de amistad y alianza, de las que no está exenta la rivalidad, sobre todo en materia económica o comercial (argumento igualmente extensivo a las relaciones con Japón). Estados Unidos ha contado con un considerable grado de legitimidad entre dichos países. De ahí que sus relaciones sean más persuasivas que coercitivas. Dicho en otros términos, en este ámbito la guerra parece inconcebible. En segundo lugar, respecto a los Estados modernos —China, Rusia e India—, que ocupan el espacio de la semiperiferia, Estados Unidos aplica una histórica combinación de poder duro (la contención militar, pero muy particularmente la presión económica) y blando (cultural e ideológico, basado en el atractivo de su modernización social y su aire de libertad). Dicho de otro modo, se utiliza una sutil JOSÉ ABU-TARBUSH 22 política del palo (amenazas o castigos no necesariamente mediante la fuerza, sino, como se ha dicho, la más frecuente imposición económica) y la zanahoria (incentivos y premios: incorporación de China a la OMC; adhesión de Rusia al G7+1 o, igualmente, al G8; y mediación entre India y Pakistán o presión estadounidense sobre este último para atraerse la cooperación de India en la región). En definitiva, en este ámbito Estados Unidos utiliza tanto la coerción como la cooptación. Su supremacía no es percibida como un liderazgo legítimo. Pero con el que hay que contar o tener muy en cuenta. Los países de la semiperiferia desean ingresar en el círculo central del sistema internacional. Son potencias regionales principales. Algunas —como China o Rusia— tienen vocación hegemónica de alcance regional (en sus respectivas áreas geopolíticas) y global (dentro de un directorio de grandes potencias). Estados Unidos debe tomarlas en consideración. Pese a su preponderancia, necesita de su cooperación en importantes asuntos internacionales que no puede abordar en solitario: la lucha antiterrorista, por ejemplo. Finalmente, en tercer lugar, respecto a los países de la periferia, integrados por los que forman el mundo árabe e islámico y —entre otros— Cuba y Corea del Norte, Estados Unidos mantiene unas relaciones basadas primordialmente sobre el poder duro, básicamente el militar (contención, bloqueo e incluso incursiones como las aplicadas a Irak durante la década de los noventa hasta terminar interviniendo en el 2003); y el económico (la ley Helms-Burton que sanciona a quienes comercien con Cuba, la ley Kennedy-D’Amato que penaba a las empresas extranjeras que invirtieran en Irán y Libia, el embargo a Cuba e Irak, etcétera). En este subsistema, en particular, el de Oriente Medio, Washington utiliza más la coerción —poder duro— que la persuasión —poder blando—. Estados Unidos es percibido como un poder intruso e interesado en sus ingentes recursos energéticos y en brindar protección al Estado israelí. En este último sentido, es visto como un árbitro parcial en lo que se refiere a su mediación e intervención en la zona. A diferencia de lo que sucede en Europa, aquí carece de toda legitimidad. Es más, el abuso del poder duro —intervención militar y sanciones económicas— en esta parte del mundo hace que sus recursos al poder blando —valores culturales e ideológicos como la defensa de los derechos humanos, la democracia y la modernización sociopolítica— sea visto como un doble rasero. 4. ¿QUÉ TIPO DE HEGEMONÍA? El concepto de hegemonía en las relaciones internacionales tiene una doble acepción: una, primera, de carácter político-militar y económico, hace referencia al dominio que ejerce un Estado sobre el resto de los actores estatales que forman la sociedad internacional interestatal; y otra, segunda, de corte ideológico y cultural, que tiene su fundamento en el pensamiento del filósofo político italiano Antonio Gramsci, se refiere al asentimiento legitimador que fomenta el poder dominante entre los dominados. En este sentido, la hegemonía tiene un doble carácter: restrictivo, reducido a su expresión imperialista, de dominación política, militar y económica; y amplio, extensivo a los aspectos culturales e ideológicos, que fomenta cierto 02.pmd 22 24/02/2005, 9:54 20 Véase el testimonio del presidente de la Comisión de Seguimiento, Verificación e Inspección de Naciones Unidas (UNMOVIC) Hans BLIX: ¿Desarmando a Iraq? En busca de las armas de destrucción masiva, Barcelona, Planeta, 2004. 02.pmd 23 24/02/2005, 9:54 ¿CÓMO DEFINIR LA ACTUAL SUPREMACÍA ESTADOUNIDENSE? 23 grado de consenso entre los dominados y, no menos, cierta legitimación de la dominación. En cualquier caso, la hegemonía es definida como el dominio que ejerce un Estado sobre el resto de los actores estatales de un sistema. En consonancia con su doble acepción, dicho dominio puede expresarse de forma dura (dictado e imposición) o suave (preponderancia o supremacía). A su vez, dependiendo de su alcance espacial, la hegemonía puede ser regional o global. Partiendo de estos supuestos, se puede definir más pertinentemente la hegemonía estadounidense. Ésta, en principio, no responde a un solo criterio o pauta de comportamiento. Sus relaciones con Europa occidental siguen unos vericuetos muy diferentes a los que emplea con los Estados de Oriente Medio o con Rusia y China, por ejemplo. Evidentemente, la diversidad de sus criterios y pautas de comportamiento no niega su supremacía estratégica respecto a los restantes actores del sistema internacional. Pero establece una clara delimitación que conviene tomar en cuenta a la hora de su definición. La potencia hegemónica es, por tanto, aquella que establece las reglas del juego político y económico de la sociedad interestatal. Sin embargo, como se ha visto, el comportamiento del hegemón no es igual en sus relaciones con una parte u otra del sistema internacional —centro, semiperiferia y periferia— o, igualmente, con unos Estados u otros —postcoloniales, modernos o postmodernos—. Estados Unidos tiene que tomar en consideración los criterios e intereses de otros Estados del sistema a la hora de establecer o renegociar dichas reglas de juego. Evidentemente, al tratarse de relaciones de poder, Estados Unidos prestará mayor atención a las demandas de los Estados más fuertes del sistema: los modernos y postmodernos de su centro y semiperiferia, respectivamente. De aquí se deriva, por tanto, que la hegemonía estadounidense podría no tener un alcance tan global como aparenta a primera vista, ni expresar su poder de manera tan uniforme u homogéneamente; esto es, ni siempre es tan benigna o suave ni tampoco despliega todas sus acciones de manera igualmente agresiva y autoritaria. La intervención y ocupación de Irak sin la aprobación de la sociedad interestatal —no fue sometida a la votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas— es un claro ejemplo de lo expuesto anteriormente. Sin olvidar, por otra parte, el desprecio a la opinión contraria expresada por buena parte de la sociedad civil global que, por primera vez en la historia de las relaciones transnacionales, registró una movilización colectiva de carácter internacional a un mismo tiempo, el 15 de febrero de 2003. Paralelamente a dicha intervención, Estados Unidos fue desafiado por Corea del Norte que anunció la reanudación de su programa nuclear. A diferencia de su reacción bélica frente a Irak, en donde los inspectores de Naciones Unidas estaban desplegados20, la respuesta estadounidense frente a Corea del Norte fue la de negociar. La existencia de dos Estados regionales principales —China y Japón— y la amenaza del frágil equilibrio geoestratégico en el Lejano Oriente explican, en buena JOSÉ ABU-TARBUSH 24 medida, la actitud más comedida de Estados Unidos. Dicho en otros términos, Estados Unidos aplicó su hegemonía unipolar en el caso de Oriente Medio (interviniendo militarmente), pero sólo su supremacía en el caso de Corea del Norte (invitando a las partes a sentarse en torno a la mesa de negociación). En síntesis, dependiendo de dónde se enfoque el objetivo analítico, la conclusión sobre la hegemonía estadounidense varía de un subsistema internacional a otro. En Oriente Medio es evidente que Estados Unidos es percibido como un hegemón global y fuerte. Se relaciona principalmente mediante su poder duro —intervención militar y presión política— en detrimento de su prácticamente inexistente ejercicio de poder blando en la zona. Además de dictar las reglas del juego regional tanto con el consentimiento como con el rechazo de la sociedad internacional. Sin embargo, en la región del Lejano Oriente su pauta de comportamiento no responde tanto a la que emplea en Oriente Medio. Lejos de mostrarse como un hegemón global y fuerte, Estados Unidos es percibido como una potencia hegemónica regional y suave. Su poder en esta parte del mundo es más limitado, responde más a su condición de supremacía estratégica que a la de un auténtico hegemón. Suele combinar tanto su poder duro como blando; esto es, la coerción y la cooperación o, igualmente, el palo y la zanahoria. No logra imponer siempre sus criterios a los actores locales. Por el contrario, tiene que negociar con éstos las reglas del juego regional. A diferencia del dictado que aplica en Oriente Medio, en esta otra parte del mundo Estados Unidos se sienta a escuchar. Por tanto, su imagen de hegemón global y fuerte se transforma en la de un hegemón regional y suave, con gran proyección en unos determinados subsistemas internacionales, pero no en todo el sistema global, donde no consigue aplicar siempre sus criterios y, además, debe negociar, pese a que —teóricamente— su hegemonía no se limita ya al mundo occidental, ni se enfrenta a un rival o contrapoder semejante. Nada de esto niega, sin embargo, la existencia de una agenda hegemónica, de carácter global. En este contexto, el 11-S ha sido políticamente instrumentalizado como un pretexto para legitimar dicha agenda. Con ser el terrorismo una amenaza seria y real, no deja de ser menos cierto su exageración para justificar la nueva doctrina de seguridad nacional, más orientada en asegurar la prolongación de la preeminencia estadounidense en el sistema internacional que en combatir el terrorismo. Así lo pone de manifiesto su acento en la idea del ataque preventivo y en impedir que cualquier otro Estado alcance la paridad estratégica con Estados Unidos Efectivamente, el proyecto hegemónico puede variar en función de quién esté en el poder en Estados Unidos; esto es, de quién gestione el hecho estructural de la unipolaridad21. Su supremacía puede escorarse hacia un lado u otro del poder duro o blando o, igualmente, presentar un mayor y mejor equilibrio —marketing político— entre ambos. Por tanto, es necesario matizar la estructura de poder mundial en torno al alcance y la naturaleza de la hegemonía estadounidense. Pero no se puede 21 Véase Cristina EGUIZÁBAL: «Unipolaridades», Foreign Affairs En Español, abril-junio, 2003. http://www.foreignaffairs-esp.org/20030401faenespessay1.../unipolaridades.html?mode=prin 02.pmd 24 24/02/2005, 9:54 negar su proyecto hegemónico, concretado, primero, en incrementar su supremacía estratégica y prolongarla al máximo en el tiempo; segundo, en legitimar su liderazgo en el sistema mundial de la posguerra fría; y, tercero, en recabar el apoyo doméstico a su política exterior una vez desaparecida la amenaza comunista y la representada por la Unión Soviética22. 5. ¿HEGEMONÍA UNIPOLAR O SUPREMACÍA EN UN MUNDO (UNI)MULTIPOLAR? 5.1. DIFICULTADES DEL BLOQUE ANTIHEGEMÓNICO Efectivamente, en el panorama político mundial no se percibe ningún rival —real o potencial— que pueda desafiar la actual hegemonía estadounidense. Por tanto, si ningún Estado por sí solo puede hacer de contrapeso, cabe esperar que sea una alianza de Estados la que finalmente limite al hegemón. Sin olvidar, por último, los desafíos domésticos que procederían desde el interior de la propia potencia hegemónica, sobre todo los referidos a su esfera económica. En concreto, los derivados de mantener el difícil equilibrio existente entre economía y tecnología, de un lado, y preeminencia militar mundial, de otro25. El poder y la riqueza siempre son 22 Robert J. LIEBER: «Foreign Policy and American Primacy», Robert J. Lieber (ed.): Eagle Rules? Foreign Policy and American Primacy in the Twenty-first Century, New Jersey, Prentice Hall, 2002, pp. 1-15. 23 Véase Christopher LAYNE: op. cit., y Samuel P. HUNTINGTON: op. cit. 24 Véase William C. WOHLFORTH: op. cit., y Stephen G. BROOKS y William C. WOHLFORTH: «American Primacy in Perspective», Foreign Affairs, vol. 81, núm. 4, 2002, pp. 20-33. 25 Paul KENNEDY: Auge y caída de las grandes potencias, Barcelona, Plaza & Janés, 1988, pp. 21-22. [The Rise and Fall of the Great Powers, London, Unwin Hyman, 1988]. 02.pmd 25 24/02/2005, 9:54 ¿CÓMO DEFINIR LA ACTUAL SUPREMACÍA ESTADOUNIDENSE? 25 La división de opiniones en torno a la durabilidad de la hegemonía estadounidense está fuera de dudas. Dos son los criterios que permiten agrupar los diferentes análisis realizados al respecto. De un lado, los que consideran que se trata de una supremacía efímera, de un momento en la historia o ilusión unipolar; y, de otro lado, los que piensan que puede prolongarse durante mucho más tiempo del previsto inicialmente. Los primeros suelen opinar que la actual configuración de poder mundial está en fase de transición desde la unipolaridad o, incluso, desde la unimultipolaridad hacia un nuevo sistema internacional multipolar 23. Por su parte, los segundos niegan que el actual sistema internacional esté en fase de transición; por el contrario, defienden la idea de que el mundo ha pasado de la bipolaridad a la unipolaridad, que se muestra bastante estable y longeva, sin atisbarse ningún desafío serio que indique lo contrario; esto es, que el mundo tenga fijado un rumbo multipolar 24. JOSÉ ABU-TARBUSH 26 relativos. Por tanto, en un terreno de naturaleza anárquica y competitiva como el mundial, la historia de las grandes potencias ha sido en buena medida una historia de guerra o de preparación para ésta. Dichas potencias no siempre lograron sostener un adecuado equilibrio entre economía (mantequilla) y estrategia (cañones), al mismo tiempo que tenían que hacer frente al desafío sistemático que representaba el constante aumento de riqueza y poder relativos de otros Estados. Si bien el final de cada guerra reflejaba la transformación del equilibrio de poder operado en el sistema internacional, no menos cierto fue que durante los periodos de paz nunca dejó de cesar la rivalidad entre las grandes potencias. Una de las lecciones más importantes de la historia es que el factor militar se ha mostrado insuficiente por sí solo para mantenerse en la cima de la jerarquía mundial. Si un Estado se extiende demasiado, geográfica y estratégicamente, tendrá que detraer de su «renta total» la cuantía que original o proporcionalmente destinaba a su «inversión productiva» para cubrir los crecientes e ingentes gastos en materia de defensa y protección de su sobre-expansión (overstretch). Por lo que es muy probable que a la larga vea disminuir su fortaleza económica en detrimento de la atención exigida, tanto por su demanda interna como por la derivada de su posición en la escena internacional26. En cuanto a la alianza antihegemónica de Estados, cabe afirmar que semejante coalición presenta tantos y tan serios problemas que difícilmente puede esperarse una respuesta de esta índole. Entre las dificultades que cabe destacar podrían señalarse las siguientes. Primero, la heterogeneidad de sus candidatos —Unión Europea, Japón, Rusia, China e India— y de sus intereses. Segundo, los problemas inherentes a toda acción colectiva, relativos al comportamiento defraudador del free rider —gorrón, parásito o polizón—, acentuados además por las características del espacio internacional. Tercero, sus respectivos problemas internos, sobre todo en los países en proceso de cambio intenso o modernización política y económica, con sus consecuentes disfunciones o potenciales turbulencias que pudiera restarles fuerza económica, militar y geopolítica. Cuarto, la ausencia de una ideología integradora que cohesione a los miembros de esa potencial coalición, pero que al mismo tiempo no vaya más allá de su oposición a la hegemonía unipolar. Quinto, la existencia de rivalidades y recelos entre las potencias desafiantes, derivadas de sus conflictos históricos, proximidad territorial, temores a verse dominados o amenazados por sus vecinos o que éstos terminen transformándose en potencias regionales dominantes, etcétera. Sexto, en una aproximación racional o cálculo de costes y beneficios, algunos potenciales desafiantes podrían sumarse al carro ganador para obtener los beneficios estadounidenses (protección en materia de seguridad e intercambio comercial y financiero) y reducir los costes o temores frente a sus vecinos (Japón frente a China, por ejemplo)27. 26 Ibid., pp. 654-656. Véase Zbigniew BRZEZINSKI: op. cit., pp. 198-210; y Joseph S. NYE Jr.: La paradoja del poder norteamericano, pp. 34-40. 27 02.pmd 26 24/02/2005, 9:54 Por último, merece una mención especial la Unión Europea, dado que una respuesta antihegemónica sólo puede proceder de sociedades tan desarrolladas como la estadounidense. La Unión Europea tiene un peso económico similar al de Estados Unidos y goza de un poder blando semejante. Sin embargo, carece del potencial militar del poder duro, que —en principio— no estaría orientado contra Estados Unidos, pues antes se rompería desde dentro la Unión Europea, pero sí para equiparse con este país en la escena mundial; esto es, para desarrollar una fuerza de intervención. Pese a la división de opiniones entre Washington y algunas capitales europeas respecto a la pasada guerra de Irak, ésta finalmente se produjo con el apoyo de algunos importantes países europeos —Gran Bretaña, principalmente, además de España— y la oposición de otros —Francia y Alemania, entre los más destacados—. ¿Puede derivarse de aquí lo que podría ser el germen de una potencial coalición antihegemónica? Es muy poco probable, aunque en un futuro las cosas podrían articularse de otra manera. Pero dependería de Gran Bretaña, que sigue firmemente la política exterior estadounidense; y, también, de la capacidad y voluntad de los gobiernos europeos para configurar una política exterior y de seguridad común. Aquí es donde reside el principal escollo de la Unión Europea, en su limitada capacidad para actuar como una sola unidad política. En la realidad, por lo general, suele presentarse como una asociación de Estados con sus diferentes intereses nacionales y políticas exteriores. No obstante, desde una visión más sistémica de las relaciones internacionales, cabe pensar que a mayor cohesión social, económica y política de la Unión Europea, ésta tendrá un papel cada vez más preponderante en las relaciones internacionales. En este sentido, podría limitar el protagonismo de Estados Unidos en una serie de temas, aunque no necesariamente formule este comportamiento como antihegemónico. De hecho, la Unión Europea se ha impuesto a Estados Unidos en algunos ámbitos —el económico, principalmente— ante situaciones o políticas muy puntuales (sanciones comerciales a Irán y Cuba, por ejemplo). Pero Europa se expresa como un homólogo y aliado de Estados Unidos, pese a ser al mismo tiempo un rival en muchos aspectos —sobre todo en materia económica y comercial—, pero no un competidor geopolítico28. Si bien desde su cercanía puede ejercer cierta influencia sobre Estados Unidos o limitar su hegemonía. Sin olvidar, por último, que Europa comparte con Estados Unidos toda una serie de valores políticos, ideológicos y culturales: democracia, liberalismo, libertad individual, etcétera. Difícilmente esta cercanía sea compatible con una alianza antihegemónica tan heterogénea, aunque sí un medio de presión que limite —en cierta medida— la hegemonía unipolar estadounidense. 28 02.pmd Joseph S. NYE Jr.: La paradoja del poder norteamericano, pp. 55-62. 27 24/02/2005, 9:54 ¿CÓMO DEFINIR LA ACTUAL SUPREMACÍA ESTADOUNIDENSE? 27 5.2. LA UNIÓN EUROPEA JOSÉ ABU-TARBUSH 28 CONCLUSIÓN: REFINANDO LOS CONCEPTOS EN LA POLÍTICA MUNDIAL No obstante, pese a las dificultades reseñadas para contrarrestar la supremacía estadounidense, se puede concluir que el mundo es demasiado grande, complejo y diverso para ser dominado por una única potencia29 por muy considerable que sea el grado de su supremacía. Igualmente, el mundo no puede ser definido en términos tan reduccionistas o simplificadores que no recoja toda la variedad de sus interacciones. En este sentido, es necesario un mayor refinamiento de los instrumentos conceptuales para aprehender la sociedad internacional tanto del presente como del futuro más inmediato. Los viejos conceptos del poder hegemónico sólo captan una parte de la realidad. Por consiguiente, se puede concluir que la actual hegemonía estadounidense es novedosa en la medida en que introduce algunas innovaciones respecto al pasado del sistema internacional, cuyo orden parece estar empeñada en desmantelar; y respecto al futuro, que todavía está por desvelar, aunque todos los indicios apuntan —al menos, de momento— en esta dirección. Probablemente lo más correcto o pertinente —también lo más cómodo, posiblemente— sea afirmar la naturaleza mixta o unimultipolar del sistema internacional actual. Sin duda alguna, las denominaciones polares —unipolar, bipolar, multipolar y unimultipolar— son tipos ideales que pretenden atrapar la realidad, pero no son una reproducción exacta de ésta. Se trata de un modelo ideado para ser más inteligible la realidad, pero no la sustituye. Es más, la realidad no aparece en el estado puro de las construcciones conceptuales o las definiciones académicas. Los tipos ideales simplemente se limitan a recoger las regularidades, las tendencias o rasgos más sobresalientes que se producen en el panorama social. Desde esta reflexión, los hechos empíricamente observables en las relaciones internacionales sugieren una definición más adecuada acerca de la configuración mundial del poder. Por lo que cabe definir el actual sistema internacional como unimultipolar, en el que destaca la primacía estadounidense. El poder global no equivale a hegemonía global30. En otras palabras, dicha hegemonía no puede ser definida como un tipo ideal fijo o, dicho de otro modo, con unas características únicas y exclusivas: global y fuerte o regional y suave. Pues combina ambos elementos, tanto en los diferentes aspectos de su poder como en su relación con los diversos subsistemas mundiales. Esto es, depende de qué aspectos o aspectos de poder se observen y de qué tipo de relación establezca para acogerse, en consecuencia, a una expresión u otra. En efecto, la realidad es variada y compleja. De la misma manera, no se puede esperar que el poder hegemónico actúe siempre homogéneamente. Su regularidad consiste en su firme propósito de mantener y prolongar su hegemonía, no en la manifestación 29 Véase Emmanuel TODD: Después del Imperio. Ensayo sobre la descomposición del sistema norteamericano, Madrid, Foca, 2003. [Après l’empire. Essai sur la décomposition du système américain, París, Gallimard, 2002]. 30 Michael IGNATIEFF: op. cit., p. 13. 02.pmd 28 24/02/2005, 9:54 ¿CÓMO DEFINIR LA ACTUAL SUPREMACÍA ESTADOUNIDENSE? 29 de ésta. De ahí que desde algunas partes del planeta se denuncie la hegemonía estadounidense en el sentido estricto del término, de control y dominio férreo. Pero desde otro ángulo del mismo sistema internacional se suavizan las críticas apuntando solamente su carácter predominante. La labor del investigador es la de dar cuenta de ambos aspectos. Por diversas que sean, las dualidades forman también parte de la misma realidad. 02.pmd 29 24/02/2005, 9:54