Arturo Prat 148 San Bernardo Departamento de Lenguas y Filosofía Subsector de Filosofía GUÍA N.º 2 DE ESTUDIO DE FILOSOFÍA Cuartos Medios 1° Unidad: ¿Cómo se origino el Universo? ¿De dónde provenimos los seres humanos? Es en realidad una de las preguntas más recurrentes a lo largo de la historia de la humanidad desde que como especie habita la Tierra. He aquí algunas respuestas que no sólo hablan de nuestro origen, sino de nuestra constitución material. Los filósofos y su concepción sobre la naturaleza humana: A) Sócrates, Platón y Aristóteles: Un rasgo muy humano es la satisfacción de las necesidades a través del trabajo; en el ejercicio de éste se desarrollan diversas técnicas y herramientas cuyo correcto uso conforma el conocimiento. De acuerdo con Sócrates (filosofo ateniense del Siglo V a. C.), lo que constituye nuestra naturaleza es la virtud, entendida como el saber actuar bien. También afirma que la persona, es una criatura en constante búsqueda de sí misma, que en todo momento de su existencia debe mantener bajo examen y escrutinio racional las condiciones de esta. El ser humano se distingue en Sócrates, por ser capaz de dar una respuesta racional a cualquier pregunta racional que se le haga sobre sí mismo. Según Platón (filosofo ateniense del Siglo V a. C.) lo real y verdaderamente humano se encontraba en el alma. Para él, el alma es la esencia humana y el cuerpo un instrumento a su servicio. Entonces para Platón el ser humano es un alma racional encadenada a un cuerpo material y sensible, que busca salir de él para retornar a un estado original de perfección a través de una continua lucha por el logro de mayores y más perfectos conocimientos y evitando caer en los apetitos de su ser sensible y material. De donde se concluye que la función prioritaria de todo ser humano ha de ser el cultivo de su inteligencia como un deber moral por el rescate de su alma de lo terrenal, DOXA (mundo sensible) y su retorno al mundo superior, de la perfección llamado EPISTEME (mundo inteligible). Muy contrario a Platón, para quién la relación entre alma cuerpo además de indeseable era simple accidente, Aristóteles (filosofo nacido en Estagira Siglo IV a. C.) consideró que la unión entre estos dos elementos era fundamental. Como Platón, Aristóteles encontró que el alma poseía varias facultades. Estas facultades según Aristóteles y en su orden de sucesión son la nutrición, el apetito, la sensibilidad, la locomoción y el pensamiento. La capacidad de sentir tiene una característica principal. Al percibir un objeto, el sujeto no debe salir en búsqueda de las características de este. Estas llegan al sujeto sin que tenga que efectuar ningún movimiento. La facultad del movimiento es exclusiva de los seres que poseen las facultades anteriores. La capacidad intelectiva es exclusiva del ser humano. Para Aristóteles, el ser humano es un compuesto natural, en donde la relación entre el alma y el cuerpo está representada por un lazo fortísimo e indisoluble de necesidad mutua, ya que es la coordinadora principal del cuerpo. B) Agustín y Tomás: En el ser humano existen dos sustancias distintas una espiritual y otra material. La realidad mas importante es el alma concibiendo el cuerpo como un mero instrumento del alma. El hombre es un alma racional que se sirve de un cuerpo racional y terrestre. El alma es una sustancia espiritual y, tal como nos la presenta Platón en el ‘Fedón’, simple e indivisible. En el alma a su vez, San Agustín distingue : La razón inferior que tiene como objeto la ciencia, es decir el conocimiento de las realidades mutables y sensibles. El conocimiento de nuestro entorno físico. La razón superior, tiene como objeto la sabiduría, el conocimiento de lo inteligible, de las ideas, con el fin de que sea posible elevarse hasta Dios, y es en ella en donde se da la iluminación. San Agustín niega la preexistencia y la reencarnación de las almas, siendo el alma de naturaleza simple no puede descomponerse, ya que no tiene partes; por lo que ha de ser indestructible, inmortal. Por lo que respecta a la explicación de su origen San Agustín utiliza el traducianismo, según la cual el alma de los hijos proviene de la de los padres, así se transmite el pecado original. En San Agustín la búsqueda del conocimiento de la verdad se encuentra impulsada por el amor, pero no por un amor desordenado, sino por el amor espiritual u ordenado (la caridad), que busca elevarse hasta la verdad única, inmutable y eterna. San Agustín esta contra del escepticismo ( teoría que niega la posibilidad del conocimiento) , es decir esta convencido de que hay una realidad, verdad, y que la podemos encontrar dentro de cada uno de nosotros, son verdades de conciencia, interior. La teoría agustiniana parte del conocimiento sensible, que por ser variable no garantiza ninguna certeza y nos lleva la escepticismo, mientras no lleguemos a una verdad indubitable., que solo puede encontrarse en la certeza interior que proporciona la autoconciencia: Si el sujeto se engaña al razonar, es evidente que piensa, y si piensa sin duda existe. Por lo tanto en el interior del hombre es donde habita la verdad. Seguidamente ha de emprenderse un camino de ascensión espiritual, que recorre dos grados: – el conocimiento discursivo o ciencia (razón inferior) – el conocimiento intuitivo o verdades eternas: belleza, bondad, etc ( razón superior) que el hombre no puede alcanzar por si solo sino apoyado en la iluminación intelectual, ya que la mente requiere de luz divina para conocer la verdad. Las ideas inmutables que están en nuestra mente,no son innatas ni provienen de la reminiscencia,sino que son efecto de la Verdad (Dios) que interviene en el alma. Llega al alma por medio de la reflexión sobre uno mismo. Las ideas reciben la luz de la verdad por la intervención de Dios. Dios,teniendo en sí la esencia de todas las cosas,posee las ideas y las participa a la mente humana mediante la iluminación. Así como el sol hace visibles los objetos ;Dios esclarece con la luz de la verdad la situación concreta que la realidad presenta. Por su parte, Santo Tomás concibe el hombre como una única sustancia compuesto de materia (cuerpo ) y forma (alma racional) . El punto siguiente es definir la esencia del ser humano, lo que define al ser humano es la racionalidad, esta racionalidad supone que el alma tiene distintas funciones pero hay algo que las unifica, esto es el intelecto que posibilita que seamos inmortales. Para sto. Tomás hay tres niveles del alma : intelectivo,sensitivo y vegetativo : * Nivel racional : Los cinco sentidos externos e internos ( sentido común,fantasía o imaginación,poder estimativo y memoria) * Nivel sensitivo : potencia locomotriz y apetito sensitivo. * Nivel vegetativo : nutrición,crecimiento y reproducción. El alma para Sto. Tomás es inmortal,es principio incorpóreo y subsistente,por tanto incorruptible por naturaleza. La inmortalidad del alma equivale a la inmortalidad personal de cada uno (individuo) Hay dos tipos de conocimiento intelectual , un conocimiento que es revelado y otro natural. El conocimiento revelado es la fe por la cual aceptamos la verdad de la que no hay prueba racionales, este es un conocimiento directo o intuitivo. El conocimiento natural es el que se basa en la sensación y después pasa al razonamiento, es el conocimiento directo, que perfecciona la razón humana. Y cada uno de ellos se conoce como teología y filosofía. Nuestro conocimiento intelectual es capaz de elaborar conceptos universales medianos la abstracción, es decir separando los rasgos universales de los particulares para elaborar conceptos. Según Santo Tomás hay una filosofía moral, esta se ocupa de las acciones humanas, y esta filosofía se divide en tres: que son la ética, la política y la economía. Las acciones humanas se caracterizan por la voluntad y la razón Lo que define cualquier acción es su finalidad y la finalidad ultima de todo lo que hacemos es la felicidad. Como Dios es un bien supremo una vida dedicada a la búsqueda y conocimiento de Dios será la más perfecta y feliz para el ser humano. Como la felicidad. Se halla en el conocimiento esto supone la primacía de la razón frente a la voluntad. Portarse bien es tener un determinado hábito o costumbre y este hábito es la virtud, en el caso del ser humano la virtud depende de la naturaleza, es decir de nuestra racionalidad, la virtud humana es el ejercicio de la razón o conocimiento. Hay unos principios que determinan como tenemos que comportarnos y estos principios constituyen a la ley natural que esta de acuerdo con la naturaleza del ser humano y ha ademas forma parte de la ley divina o de Dios, es decir lo que Dios ha dicho que tenemos que hacer. La ley natural es universal, esta en todos los seres humanos y es inmutable. C) Descartes, Locke y Kant: Este es el ego cogito cartesiano, la primera certeza: “…Caí en la cuenta de que mientras de esta manera intentaba pensar que todo era falso, era absolutamente necesario que yo, lo que pensaba, fuese algo; y advirtiendo que esta verdad: pienso, luego existo, era tan firme y tan segura que… pensé que podía aceptarla sin escrúpulo como el primer principio de la filosofía que andaba buscando.” ¿Que soy?: ¿Un animal racional? No ¿Un cuerpo? No¿Un alma? Si. Pensar implica: Dudar, Entender, Querer o No Querer, Imaginar, Sentir. Todo esto es independiente del mundo exterior y son capacidades que afirman que soy. Luego, continuando sus reflexiones el filósofo se dedica a pensar la idea de Dios de esta manera: La idea de la perfección no se puede derivar de uno mismo, porque no hay menos repugnancia a la razón de que lo más perfecto sea consecuencia y dependiente de lo imperfecto. Y tampoco es razonable que salga de la nada. Por lo tanto queda que fue puesta en uno por una naturaleza más perfecta, que reuniese en si todas las perfecciones, o sea del mismo Dios. Y si uno fuera independiente de Dios, se podría tener todas las características que a uno le faltan, por lo tanto ser perfecto, y por lo tanto ser Dios. Dios no esta compuesto por la naturaleza inteligente y corporal porque toda composición indica dependencia, y la dependencia es un defecto y dios es perfecto Por otro lado si en el mundo hay cuerpos o inteligencias u otras naturalezas no enteramente perfectas, su ser depende del poder de éste, de tal modo que no pueden subsistir sin él ni un solo momento. . Meditaciones Metafísicas y otros textos: “De la naturaleza de la mente humana, que es mas conocida que el cuerpo: “Yo podré esperar mucho si logro encontrar algo, por pequeño que sea, cierto e incuestionable” Certeza 1: Yo soy, yo existo. Verdad cierta e incuestionable, que es la mas firme y evidente de todas. No se puede saber qué soy pero si que soy. Ejemplo de la Res extensa (sustancia del mundo externo): ¿La cera sigue siendo cera cuando se cambian totalmente sus atributos por ejemplo al acercarla al fuego? ¿Por qué? La cera se percibe con la mente y con no con los sentidos. Decimos que vemos la cera cuando esta presente, no que a partir del color o de la figura juzgamos que lo está. Según atienda menos o más las cosas de las cuales consta, es que puedo inspeccionar más clara y distintamente con la mente ese concepto. Los cuerpos no son percibidos por los sentidos o por la facultad de imaginar sino por el entendimiento.” Por su parte, Locke mantenía que todos lo hombres nacen buenos, libres e iguales, y viven en un estado de completa libertad para dispones de sus actos y propiedades, pero a diferencia de Hobbes para el cual el hombre no es bueno, este estado de naturaleza no es de guerra porque el hombre no es un ser agresivo, sino de paz, buena voluntad, asistencia mutua y conservación. Este estado de naturaleza se encuentra regido por la ley natural. Recibe el concepto escolástico de ley natural con la referencia a Dios como origen y garante de la misma. El hombre es titular de unos derechos naturales que exigen respeto y protección por lo demás. Otro de los puntos de la teoría de Locke que se diferencia de Hobbes, es que para él la sociedad ya existe en el estado de naturaleza, la sociedad entendida como sociedad familiar, como conjunto de relaciones estables, si bien sin autoridad, es decir en la anarquía, pero guiados por la razón. El estado de naturaleza sería en Locke un estado “prepolítico” y no “presocial”. Pero el paso del estado de naturaleza al estado civil se da por la propiedad. El concepto de propiedad se encuentra en muchos autores de la época, es un concepto sobre todo burgués. Locke trata el estado de naturaleza como método histórico además de analítico, pues supone una evolución dentro de él. Cree que en el estado de la naturaleza todo el mundo tiene derecho a obtener lo que la naturaleza proporciona, y en un principio no existe la propiedad, todo era común. Entiende la propiedad mezclada con el trabajo del cuerpo. El trabajo produce una transformación del objeto. Si gasta energía convierte el producto en parte de sí mismo. La propiedad existe sin pacto expreso de los individuos. Y los hombres se constituyen en sociedad para garantizar esa propiedad, para salvaguardar sus bienes, pues en el estado de naturaleza esa salvaguardia es muy incompleta. Para él la vida, la libertad y las posesiones solo pueden ser limitadas para hacer efectivos los títulos igualmente validos de una persona a los mismos derechos. En cambio, Kant piensa que Todos los hombres tenemos voluntad (elemento principal) que es la capacidad de realizar acciones positivas o negativas. Existen tres tipos de voluntad: Buena voluntad. Lo mejor que puede tener un hombre es una buena voluntad. Es aquella que nos impulsa a actuar siguiendo siempre imperativos categóricos, aunque para realizar acciones según esos imperativos tenga que realizar un esfuerzo. Mala voluntad. Es aquella voluntad que no se rige por imperativos categóricos, es una voluntad que actúa siempre dependiendo de lo que vaya a conseguir. Voluntad santa. Es la que se rige por imperativos categóricos, pero que no le cuesta ningún esfuerzo, sino que lo hace de modo natural instintivo. Estas voluntades se rigen por imperativos (mandatos). Hay dos tipos de imperativos: + Imperativos hipotéticos. Son imperativos con un contenido, y buscan conseguir ciertos fines con la acción que recomiendan. Ej. : “Sé responsable si quieres ganar dinero”. Este imperativo no es un imperativo moral, porque no es universal, ni es a priori. Una voluntad que se guíe por imperativos hipotéticos no es una buena voluntad, es una voluntad interesada. +Imperativos categóricos. También se llaman formales, es decir, no tienen ningún contenido y son normas que obligan por sí mismas, no por lo que vayamos a recibir. Ejemplo: “Obra de tal manera que tu acción pueda tomarse como ley universal”. El hecho de que la buena voluntad se rija por los imperativos categóricos nos lleva a la autonomía. Según K. el hombre en tanto que tiene voluntad es potencialmente autónomo. Una persona autónoma es la que se impone sus propias normas. Algo heterónomo es aquello que para vivir necesita de normas impuestas por otro. Nosotros somos autónomos, y no necesitamos a nadie que dé las normas. Cada uno, desde su propia reflexión debe darse sus propias normas, siguiendo los imperativos categóricos. Para K. la cosa más importante a la hora de desarrollar la autonomía es la educación. Es el desarrollo a través de la cultura del espíritu crítico, con las supersticiones con los valores tradicionales y con el poder de nobles y monarcas absolutistas. La buena voluntad no nos asegura la felicidad, según K. los más buenos son los más infelices. Entonces tiene que postular la existencia de ciertas entidades que asegurarán la felicidad en el futuro. D) Heidegger, Ortega y Gasset y Marcel:En la obra de Heidegger se puede comprender como una ontología de la existencia. aunque propiamente no se consideraba a sí mismo como autor existencialista sus textos abordan diversos problemas antropológicos y metafísicos que están emparentados con esta corriente de posguerra. en su libro más reconocido ‘Ser y tiempo’, Heidegger elabora su propuesta teórica de indagación fundamental por el ser o la esencia de la realidad; la pregunta por el ser es anterior a toda indagación y su esclarecimiento es la base de comprensión de la existencia humana. El lenguaje de Heidegger es un tanto enigmático, lo cual dificulta su comprensión, no obstante podemos establecer algunas ideas filosóficas claves. Para Heidegger lo propio del hombre es estar arrojado en el mundo, lanzado como ser-ahí (dasein), entre los demás entes. pero a diferencia de las demás cosas, el hombre existe, es decir, toma conciencia de su situación en el mundo y de los demás entes u objetos que le rodean, por esta razón, dice Heidegger, el hombre es distinto porque está ahí, en la zona de iluminación del ser. En otras palabras, el hombre es el lugar donde el ser aparece y este carácter privilegiado hace que el mundo sea esencialmente relativo al ser humano. Analizando la vida humana Heidegger descubre que la finitud es una característica esencial de la existencia. no somos eternos, somos seres para la muerte. la muerte revela la inevitable finitud que nos constituye. esta finitud por su carácter óntico genera angustia pues aunque nos esforcemos por muchas cosas tenemos la conciencia de que, al final, nos reduciremos al no ser, a la nada de la muerte. La posibilidad de la muerte es angustiosa, pero a la vez permite que el hombre asuma responsablemente el sentido de su existencia. algunos viven en la banalidad tratando de disipar la angustia de la muerte mediante los placeres y las distracciones. Estos individuos, según Heidegger, llevan una existencia inauténtica, pero los que asumen la gravedad de la muerte comprenden que mientras viven deben dotar de sentido todo lo que hacen a diario. Esta vida con sentido, aunque difícil y en ocasiones dolorosa, es propiamente una existencia auténticamente humana. Por su parte, según Ortega, el hombre es el único ser que es responsable de sí mismo. Nadie puede elegir ni escoger por él. Él debe empeñarse personalmente en la construcción de sí mismo, este empeño convierte a cada vida en un proyecto personal e intransferible. Por lo tanto es el ente más inteligentes de la creación, mientras que la flora y la fauna que le rodea, avanza por instinto, el hombre deja de se animal porque nace y vive en un mundo concreto que limita y condiciona sus posibilidades intelectuales, morales, educativas etc. Todos conocemos las cosas desde nuestra personal situación y a través de un punto de vista, el nuestro, no-coincidente con el de los demás En efecto «La realidad no puede ser contemplada sino desde el punto de vista que cada uno ocupa, fatalmente, en el universo». Finalmente Gabriel Marcel piensa que Cada uno de nosotros puede y debe preguntarse, ¿De qué vivo yo? No sólo se trata del fin hacia el cual nuestra vida se ordena, sino más bien del combustible mental que nos permite continuar con vida. Es así, la reflexión primaria: tiende a disolver la unidad que se le presenta, y la reflexión segunda: Es esencialmente recuperadora, es decir, aquella que reconquista. La reflexión primaria tiende a desinteresarse radicalmente del hecho de que el cuerpo está investido de cierto privilegio, cualquiera que sea. No es suficiente decir que esto es objetivamente verdadero: además, es la condición de toda objetividad, el fundamento de todo conocimiento científico(la anatomía, la fisiología y todas las disciplinas que coinciden). Hablando objetivamente, por esencia, carece de privilegios. Desde luego, nada de esto será rechazado por la reflexión segunda. "Es fácil ver cómo el dualismo alma-cuerpo, tal como se presenta en Descartes, revela la reflexión primaria, aunque el mismo Descartes, en un pasaje particularmente oscuro, habla de la unión del alma y el cuerpo como una tercera sustancia" Todo se aclara en la perspectiva siguiente: si nos mantenemos dentro de los cuadros de una lógica tradicional, fiel a la distinción secular entre sujeto y predicado, tendremos que considerar que el alma y el cuerpo son dos cosas distintas entre las cuales debe existir una relación determinada, susceptible de expresarse abstractamente, o bien como si el cuerpo fuera una cosa y lo que llamamos impropiamente alma su predicado, o bien a la inversa. Tal vez este problema de dualismo podemos explicitar mucho mejor preguntándonos ¿Qué soy yo? respondiendo a la pregunta, tal vez, yo soy mi cuerpo en tanto que significa un tipo de realidad esencialmente misterioso que no se deja reducir a las determinaciones que presenta como objeto, por completar que sean. También el sentir, es uno de los elementos que nos puede clarificar de que es imposible insistir sobre lo que hay de específico en mi cuerpo en tanto mío sin poner el acento en el sentir como tal. Es decir, el sentir está ligado indisolublemente al hecho de que ese cuerpo sea mi cuerpo y no un cuerpo entre otros. Además, "sólo en ser activo (hombre) puede reconocerse, en cualquier nivel que sea, y en la medida de su actividad, aunque ésta se ejerza dentro de límites muy estrechos y exteriormente imperceptibles.” En realidad es difícil de definir la situación en el sentido que nos interesa, porque toda definición amenaza con transformarla en un conjunto de relaciones objetivas, separada del ser que soy o de cualquier otro ser con el cual pueda identificarme por la imaginación o sentimiento. Lo mejor es proceder, por aproximaciones concretas. ¿Quién soy yo? ¿Por qué me intereso por mi propio ser? La verdad que: "se trata de un problema humanamente insoluble, que no tiene ni puede tener respuesta cierta. Gabriel Marcel, afirma en última instancia: "no sé de qué ni para qué vivo", y como dijo uno de sus personajes: "Mi vida está infinitamente más allá de la conciencia que puedo tener de ella en un momento determinado, es fundamentalmente desigual a sí misma" Otro de sus discípulos: "Mi vida es el dominio del sí y del no, en el que hay que decir a la vez que soy y no soy.” Desde este punto de vista, creo que la tarea del pensamiento filosófico más profundo debe consistir en investigar en qué condiciones, casi siempre desconcertantes, puede producirse una aparición, por otra parcial y temporaria de la realidad que se disimula bajo esos rasgos engañosas. Ahora, después de estas, podemos plantearnos ¿Cuál será el sentido de "mi vida", mi identidad y profundidad? En este sentido, Gabriel Marcel quiere apoyarse en un Ser trascendente, para que el hombre tome conciencia, ya que le puede llevar a salvar al mundo en crisis y que le otorgue la esperanza de su dignidad de ser hombre, creado a imagen y semejanza de Dios. La existencia del hombre, por tal motivo es un misterio, algo indescriptible desde la razón y que debe ser objeto de fe. De esta manera, pasaremos a un segundo momento de nuestro trabajo, que nos presentará el valor del ser humano. En la segunda parte de la obra: "El misterio del Ser", Gabriel Marcel, comienza con una pregunta ¿Qué es el Ser?[16] Para responder, a esta pregunta comenzaremos definiendo: "El ser entendido desde la filosofía, es existencia, esencia, lo que no se identifica con la nada y es apto para existir, es decir, el Ser supremo, Dios". Es así que, el Ser es inmostrable, no puede ser indicado y no podemos llegar a conocer su esencia. Pero, sí es posible llegar a sus aproximaciones. Como hemos podido observar, la concepción de ser ha ido perdiendo su verdadero significado, porque se ha querido captar intelectualmente para poder poseerla y dominarla a nuestra manera. Pero ¿Cómo se puede al menos aproximarnos a lo que es el ser? Gabriel Marcel señala, que la única manera de aprehender el ser tiene que ser por un conocimiento intransmisible, es decir, a través de la realidad (vida real). Donde quiera que hay ser hay presencia y donde no hay presencia no hay el ser, el ser diferencia del objeto porque éste puede ser considerado como ausencia o como presencia. Por lo tanto: "Ens dicitur quasi esse habens" "El ser es lo que tiene el existir" Sin embargo, no se puede confundir el ser con el tener, pues se correría el riesgo de objetivar al ser y perder su significado y su esencia. Además como ya dijimos en el primer momento de nuestro trabajo, que el mundo objetivado (destrozado), es un mundo en el que el ser es relegado a segundo plano o simplemente se ha prescindido sencillamente de él. Es por eso, nuevamente si queremos dar una definición precisa del ser, tendremos que decir que es difícil y que se puede dar desde un valor intrínseco. Una manera de alcanzar el ser es por medio de la participación, que son tres según Gabriel Marcel: a).- El nivel de la encarnación: el hombre es espíritu encarnado, porque posee un cuerpo. b).- El nivel de la comunión con los demás seres, a la que Gabriel Marcel denomina la intersubjetividad. c).- El nivel de la experiencia de la trascendencia. Este nivel sería el más elevado, porque la participación con el ser trascendente otorga un ensamblaje con lo real en grado sumo y esta experiencia que se da por medio de una experiencia metafísica. Por lo tanto, su participación en ser trascendente se dará por medio de la fe, la esperanza y el amor. De esta manera, el hombre cuanto más capaz se de reconocer el ser individual, más se orientará y se dirigirá hacia la aprehensión del ser en cuanto ser. Gabriel Marcel, da un ejemplo claro: que hoy en día, todo contribuye a arrancar al hombre su sentido de ser de ese su contacto viviente con lo inagotable que existe dentro de él y que además es la única fuente de plenitud y de alegría. Ya concluyendo, nuestro trabajo, "el hombre es un misterio": "No soy nada y no puedo nada por mí mismo sino en tanto soy, no sólo asistido, sino promovido al ser por aquel que es todo y lo puede todo.” El ser trascendente es el modo de participación más elevado, por lo tanto el hombre es un ser relacionado con la trascendencia divina, con el tú absoluto. Tal vez, ahora se puede responder a la pregunta ¿Qué soy yo?: "Tú sólo, en verdad, me conoces y me juzgas; dudar de ti no es liberarme, es aniquilarme, pero sería dudar de Ti, aún más sería negarte considerar Tu realidad como problemática; ya que estos problemas no son más que para mí y para mí que los planteo y que aquí soy yo mismo quien estoy en tela de juicio en el acto sin retorno por el cual me borro y me someto.” Sin dudarlo, nuestra existencia se sostiene en la presencia de un ser trascendente, del cual sólo participamos de su existencia. Pues, nuestra esperanza sea de vivir en la fe, esperanza y amor, en la presencia de cierto absoluto que debemos reconocer, aunque sea muy fuerte la tentación de rechazarlo. ¿Qué es el mundo? Una vez salvada la pregunta por la propia naturaleza, instintivamente los seres humanos, miramos en derredor nuestro y deseamos darle sentido a todo tipo de fenómeno que nos rodea, surge el tema de la realidad o mundanidad si se quiere llamarle. A continuación el aporte de algunos filósofos y su concepción de mundo: A) Heráclito, Parménides y Pitagóras: Al mismo tiempo, que surgía con fuerza la teoría del Ser de Parménides, un joven Heráclito pensaba que precisamente los cambios constantes eran los rasgos más básicos de la naturaleza. Podríamos decir que Heráclito tenía más fe en lo que le decían sus sentidos que Parménides. «Todo fluye», dijo Heráclito. Todo está en movimiento y nada dura eternamente. Por eso no podemos «descender dos veces al mismo río», pues cuando desciendo al río por segunda vez, ni yo ni el río somos los mismos. Heráclito también señaló el hecho de que el mundo está caracterizado por constantes contradicciones. Si no estuviéramos nunca enfermos, no entenderíamos lo que significa estar sano. Si no tuviéramos nunca hambre, no sabríamos apreciar estar saciados. Si no hubiera nunca guerra, no sabríamos valorar la paz, y si no hubiera nunca invierno, no nos daríamos cuenta de la primavera. Tanto el bien como el mal tienen un lugar necesario en el Todo, decía Heráclito. Y si no hubiera un constante juego entre los contrastes, el mundo dejaría de existir. «Dios es día y noche, invierno y verano, guerra y paz, hambre y saciedad», decía. Emplea la palabra «Dios», pero es evidente que se refiere a algo muy distinto a los dioses de los que hablaban los mitos. Para Heráclito, Dios –o lo divino- es algo que abarca a todo el mundo. Dios se muestra precisamente en esa naturaleza llena de contradicciones y en constante cambio. En lugar de la palabra «Dios», emplea a menudo la palabra griega logos, que significa razón. Aunque las personas no hemos pensado siempre del mismo modo, ni hemos tenido la misma razón, Heráclito opinaba que tiene que haber una especie de «razón universal» que dirige todo lo que sucede en la naturaleza. Esta «razón universal» –o «ley natural»- es algo común para todos y por la cual todos tienen que guiarse. Y, sin embargo, la mayoría vive según su propia razón, decía Heráclito. No tenía, en general, muy buena opinión de su prójimo. «Las opiniones de la mayor parte de la gente pueden compararse con los juegos infantiles», decía. En medio de todos esos cambios y contradicciones en la naturaleza, Heráclito veía, pues, una unidad o un todo. Este «algo», que era la base de todo, él lo llamaba «Dios» o «logos». Parménides en cambio, nos otorga cierto grado de estabilidad, su pensamiento se aprecia en el ‘Poema del Ser’. Parménides inicia su obra refutando la teoría del continuo cambio de Heráclito; y sin quererlo descubre el principio de identidad. La realidad no puede ser una cosa y luego otra, porque esta afirmación está en contra de toda lógica. Parménides es un gigante de la filosofía que contribuye con un aporte colosal que todavía hoy en día perdura. La contradicción que vio en la filosofía de Heráclito era que todo lo que nos muestran nuestros sentidos no es lógico y no se puede comprender con la inteligencia. Este concepto ya era suficiente como para que el pensamiento de Parménides pasara a la inmortalidad, pero sus aspiraciones fueron mucho más allá y se atrevió a elaborar una doctrina propia inspirado por el descubrimiento de esta contradicción. De modo que a partir de la lógica irrefutable de que el ser no puede nunca no ser, propone como una consecuencia inapelable, que el ser es uno solo y que nunca comenzó ni terminará jamás, porque por lógica no pudo ni llegará alguna vez no ser. Por las mismas razones, el ser no tiene extensión alguna ni bordes y tampoco se mueve. Parménides se daba cuenta, a pesar de sus afirmaciones, que la realidad era muy diferente a la descripción lógica que él hacía; que el mundo se caracterizaba por la diversidad, los cambios y el movimiento; por lo tanto llegó a la conclusión heroica de que todo lo que captamos con nuestros sentidos es ilusorio. De esa manera extrae otra conclusión no menos original que propone la existencia de dos mundos, uno que se puede entender con el intelecto y otro que se puede sentir con los sentidos pero que no se puede comprender con la razón. Es decir, que lo único que tenemos para comprender lo que verdaderamente Es, es nuestro pensamiento racional y no necesitamos ninguna otra cosa. Para Parménides el Ser es exactamente idéntico al pensamiento lógico y crea con este criterio, el fundamento del pensamiento de Occidente que perdura aún en nuestros días. Marca un nuevo rumbo muy significativo en la filosofía, porque a partir de este filósofo el hombre se separa de la naturaleza y le costará aceptar que forma parte de ella. Desde Parménides, la única forma de llegar al conocimiento del ser es con la razón, o sea, con nuestra intuición intelectual. La concepción de Parménides de un ser quieto, que continúa predominando en Occidente, no alcanza en la actualidad para comprender la realidad, a la luz de los nuevos descubrimientos. Por esta razón la ciencia ha tenido que recurrir a la verificación estadística para poder avanzar en la investigación de los fenómenos vivientes. El predominio de la razón ha influenciado en el desarrollo de Occidente, generando el fenómeno de la deshumanización debido al predominio de la teoría sobre la práctica. La naturaleza no se puede ajustar a patrones fijos e inmutables, porque es cambiante y difícil de predecir. Los avances científicos han sido importantes pero el hombre ha perdido su integridad en el camino y su relación con la naturaleza. Finalmente es Pitagóras quien nos da otra visión Pitagóras combina los principios de Anaxímandro y Anaxímenes para los cuales la realidad primordial es el pneuma ilimitado, el cual constituye el ser y fuera del cual existe el no ser, el vacío o el espacio. El cosmos está formado por el pneuma ilimitado, es uno, sin partes, compacto pero limitado. Las cosas se formaron por el movimiento eterno que hay en el ser. Este cosmos limitado comenzó a respirar y en el aireque respira recibió el ser y el no ser, de este modo se rompió su unidad y comenzó a disgregarse dando origen a la multiplicidad a la pluralidad numérica, el mundo está lleno de contrarios, por lo que se necesita un elemento que coordine esas oposiciones. Ese elemento es la armonía. Dentro del pneuma ilimitado, agitado por el movimiento eterno, se formo un cosmos esférico, limitado lleno, compacto sin distinción de partes. Este cosmos es el uno, la mónada, lo impar y constituye el principio de la unidad. El cosmos es una esfera viviente dotada de respiración y al respirar inhalo el pneuma ilimitado y el vacío, los cuales penetraron en si interior disgregando su unidad. Con ello se origina la pluralidad numérica de las cosas, cada una de las cuales es igual a una unidad o a un número. El vacío o el espacio sirve para disgregar la unidad primitiva del cosmos esférico y compacto y para determinar la naturaleza de las cosas, limitándolas y situándolas en distintos lugares y haciendo posible el movimiento. El concepto del contrario surge como consecuencia de la respiración del pneuma ilimitado, como explicamos en el punto anterior. Habiendo el cosmos respirado el pneuma ilimitado, provocó una dualidad en los conceptos de todas las cosas, provocando así la antítesis de todos los elementos creados. Siendo distintos y opuestos los elementos que componen las cosas. Debido a esta dualidad de lo creado, es necesario un vínculo que los coordine. Este vinculo es la armonía, así, los números y la armonía son los principios de las cosas. Todo es número y armonía, entonces la armonía es la causa y fundamento del cosmos. Nota: los contrarios son el principio de las cosas, pues el ser es compuesto y formado de ellos, y que son inherentes a él. El infinito y la verdad son la esencia de las cosas. De esta manera Pitagóras hace al número y la armonía la esencia de las cosas. Los números:. Con los números, Pitagóras explica las realidades físicas y las cualidades morales. Esto se debe a que según sus investigaciones los números no son abstracciones si no cosas concretas. Aristóteles explica esto diciendo: "Los pitagóricos conciben las cosas como números porque conciben los números como cosas". Concebían las cosas particulares (unidades) como constituidas por fragmentos extensos, originados por la disgregación del ser por el no ser, del lleno por el vacío en virtud de la respiración cósmica. Así, los seres se componen de ser y de no- ser, como elementos reducidos a la unidad por medio de la armonía entre los contrarios. Las cosas son iguales a números extensos y materiales que a la ves dan origen a las distintas figuras geométricas con su distinta posición en el espacio ( es decir, que construyen todo el universo con números pero suponen que la unidad tiene extensión). B) Guillermo de Ockham: Desarrolla una forma particular de ver y entender las cosas. El nominalismo trata de una doctrina filosófica que niega la existencia real de los conceptos universales. Simplemente destaca la utilidad de los conceptos que son creados por nuestra propia mente, y quedan reducidos a sonidos o palabras. Los universales son nombres, no son reales. Si el primer nominalismo fue el de Roscelino, que hizo de los conceptos flatus vocis, la última forma de nominalismo será la de Guillermo de Ockham. Para Ockham, los universales también son nombres, no son realidades ni tienen fundamento en la realidad: “En el individuo no existe ninguna naturaleza universal realmente distinta de lo que es propio de un individuo”. Ockham suprimirá la realidad de los universales incluso en Dios. Precisamente porque no hay ideas en Dios, no hay universales en las cosas. Sólo los individuos tienen existencia real. Ockham comienza por establecer que toda la realidad extramental está integrada por seres individuales. Todo lo que existe fuera de la mente son sólo seres individuales o singulares. Por tanto, únicamente son universales los conceptos y las palabras, porque tienen una significación universal (se refieren a toda una clase de individuos). La significación universal de palabras y conceptos es algo propio del alma: el universal existe solamente en el alma. Por tanto, el universal tiene existencia: los universales no son sólo palabras vacías, como en el nominalismo de Roselino, sino que son signos inscritos en el alma. Por otra parte, no podemos explicar de dónde vienen estos signos, ni podemos explicar en qué grado y cómo se corresponden los universales con las cosas. Se trata de una intuición: La intuición es el tipo de conocimiento que nos permite averiguar si una cosa existe o no. La base de todo conocimiento es la intuición del singular. Ockham es un empirista epistemológico en cuanto que conocer es tener noticia inmediata de los que es presente, el singular. El conocimiento intuitivo perfecto es la experiencia sensible y el imperfecto es abstracto, es decir, que no se refiere a la realidad sino a las características comunes que tienen los objetos y nos permiten clasificarlos. Este conocimiento abstractivo no supone una nueva operación del entendimiento, se llama abstractivo porque abstrae (prescinde) de la existencia del individuo o singular. En este sentido Ockham inaugura el inmanentismo gnoseológico: el conocimiento queda encerrado en el sujeto, y no podemos demostrar que dicho conocimiento se corresponda con la realidad extramental. Este problema hace de Ockham un puente entre la Filosofía Medieval y la Modernidad de Descartes y Hume. Los universales son sólo representaciones mentales, no son sustancias. Es universal lo que puede ser predicado de muchos individuos semejantes. La predicación de un concepto o de una palabra respecto de muchos individuos se basa en la semejanza que éstos tienen entre sí. Pero, ¿qué realidad tiene el universal en el alma? Es evidente que no puede ser sustancia. ¿Será una cualidad accidental? A Ockham le parece todavía demasiada realidad. El universal en el alma no tiene más realidad que la de una representación mental. El concepto o universal es la representación mental de un objeto singular extramental. Es una imagen singular de un objeto singular, pero es aplicable a todos los singulares semejantes. Su única universalidad consiste en su capacidad de significación, en cuanto que es predicable de muchos individuos semejantes. Por eso hemos dicho que el universal en el alma es un signo, en cuanto que significa lo común a muchos individuos. Si el universal no es real ni tiene fundamento en la realidad, ¿es lícito seguir hablando de universal? Son simplemente formas verbales a través de las cuales la mente humana constituye una serie de relaciones con un alcance exclusivamente lógico. En definitiva, el concepto o universal es una realidad simbólica que nos permite alcanzar conocimientos sobre clases de individuos. El símbolo oral o escrito, fruto de un acuerdo, es la representación sensible del símbolo natural. El concepto o universal es un símbolo natural (remite al objeto, pudiendo representar una clase de individuos) captado por intuición, mientras que la palabra escrita u oral es un símbolo acordado por convenio entre los hombres (su referencia al individuo es su significado). La relación entre concepto o universal y realidad se explica empíricamente: la realidad por sí sola produce en la mente humana el signo o símbolo que representa. Por ello, Ockham afirma que sólo existe lo individual, lo general sólo se fundamenta en la creación humana. El lenguaje nos permite utilizar símbolos en lugar de su significado, estos términos o signos significan dentro de la proposición, según Ockham lo pueden hacer de tres maneras: • La suposición material: cuando el signo o término se refiere a sí mismo. El lenguaje y sus términos o signos se refieren a las funciones lingüísticas de las palabras no a los significados, ej. hombre, es nombre común, masculino, singular, hombre es bisílabo • La suposición personal: cuando un signo o término ocupa el lugar de un individuo o particular, ej. este hombre corre, mi amigo del alma. • La suposición simple: cuando el signo ocupa el lugar de muchos individuos, ej. el hombre es un animal, todos los hombres son hermanos. C) Thomas Hobbes: Concibe al mundo como un Estado, como un todo. La causa final de el Estado es el cuidado de su propia conservación y el logro de una vida más armónica, el deseo de abandonar esa miserable condición de guerra que, tal como hemos manifestado, es consecuencia necesaria de las pasiones naturales de los hombres, cuando no existe poder visible que los tenga a raya y los sujete. Por temor al castigo, a la realización de sus pactos y a la observancia de las leyes de naturaleza. Los pactos que no descansan en la espada no son más que palabras, sin fuerza para proteger al hombre en modo alguno. Si no se ha instituido un poder o no es suficientemente grande para nuestra seguridad, cada uno fiará tan sólo, y podrá hacerlo legalmente, sobre su propia fuerza y maña, para protegerse como los demás hombres. Elegir un hombre o una asamblea de hombres que represente su personalidad, y que cada uno considere como propio y se reconozca a sí mismo como autor de cualquier cosa que haga o promueva quien representa su persona, en aquellas cosas que conciernen a la paz y a la seguridad comunes, que sometan sus voluntades cada uno a la voluntad de aquel, y sus juicios a su juicio. Es una unidad real de todo ello en una y la misma persona. Por el terror que inspira es capaz de conformas las voluntades de todos ellos para la paz, en su propio país, y para la mutua ayuda contra sus enemigos. El soberano tiene un poder soberano, cada uno de los que le rodean es un súbdito suyo. Se alcanza este poder por la fuerza natural (por herencia) o por actos de guerra somete a sus enemigos a su voluntad, concediéndoles la vida a cambio de esa sumisión, este es el Estado por adquisición. El otro procedimiento es cuando los hombres se ponen de acuerdo entre sí, para someterse a algún hombre o asamblea de hombres voluntariamente, en la confianza de ser protegidos por ellos contra todos los demás, este es denominado Estado Político. Libertad significa la ausencia de oposición, puede aplicarse tanto a las criaturas irracionales e inanimadas como a las racionales. Un hombre libre es quien en aquellas cosas de que es capaz por su fuerza y su ingenio, no esta obstaculizado para hacer lo que desea. La libertad natural es la única que puede llamarse apropiadamente libertad. Para alcanzar la paz y la conservación de sí mismos, han creado un hombre artificial que podemos llamar Estado y creado cadenas artificiales llamadas leyes civiles que por mutuos pactos han fijado fuertemente. La libertad de un súbdito radica solamente en aquellas cosas que en la regulación de sus acciones ha predeterminado el soberano: por ejemplo, la libertad de comprar y vender y hacer, entre sí, contratos de otro género. En efecto, el acto de sumisión implica nuestra obligación y libertad. La soberanía por institución se establece por pacto de todos con todos, y la soberanía por adquisición por pactos del vencido con el vencedor. Si el soberano ordena a un hombre a que se abstenga de cualquier cosa sin la cual no puede vivir, este hombre tiene libertad para desobedecer. Cuando la defensa del Estad requiere la ayuda de quienes son capaces de manejar las armas, todos están obligados a batallar pues de otro modo la institución, que ellos no tienen el valor o propósito de defender, era en vano. La máxima libertad de los súbditos depende del silencio de la ley. En los casos en que el soberano no ha prescrito una norma, el súbdito tiene libertad de hacer o de omitir, de acuerdo con su discreción. La obligación de los súbditos al soberano se no durará ni más ni menos que lo que dure el poder mediante el cual tiene capacidad para protegerlos. Si un monarca renuncia a su soberanía o muere sin dejar herederos, sus súbitos vuelven a la libertad absoluta de la naturaleza. D) Jean Paul Sartre: En su obra ‘El Ser y la nada’, Sartre afirma que lo que existe es lo que aparece, lo que se manifiesta, por lo que la apariencia es la esencia misma, lo objetivo de cuanto existe. Tras esta identificación, la tarea de la filosofía es describir la apariencia, construir una ontología. A juicio de Sartre, este convencimiento de que “la apariencia, en cuanto fenómeno del ser, revela al ser tal como es”, constituye uno de los mayores progresos del pensamiento moderno. En desgloso de la ontología sartreana existen tres grandes aspectos: Ser, conciencia y hacer. De estos se nutre y se desarrolla la parte coyuntural de la filosofía sartreana: ‘el ser-en-sí’ y ‘el para-sí.’ El ‘ser-en sí’ es lo que es y nada más, algo opaco, incognoscible en sí mismo, sin sentido, puesto que carece de toda relación hombre-mundo. Pero este ‘ser-en sí’ no es todo el ser. Frente a él está el ‘ser-para-sí’, lo que no es nada, la nada, algo totalmente transparente, con sentido, puesto que es pura relación hombre-mundo. Este ‘ser-para-sí’ surge como resultado de la aniquilación de lo real producida por la conciencia. En este sentido Sartre lo llama lo que no es, la nada. La conciencia es el ser por el que la nada viene al mundo. Distanciándose del ‘ser-en sí’, el ‘ser-para-sí’ confiere a aquél una finalidad, convirtiéndolo en algo útil. Es decir, los objetos del mundo exteriores, seres-en sí, están ahí independientemente de que un sujeto los vea; en este sentido carecen de valor. Solamente cuando alguien, ser-para-sí, los ve y se los apropia, adquieren un valor. El hombre es el ‘para sí’ y, al estar radicalmente separado de lo en-sí, no tiene ser, esencia o naturaleza; es pura libertad, no tiene fin ni está determinado, se descubre existiendo, teniendo que decidir lo que ha de ser por sí mismo: realizarse como proyecto. La libertad humana, pues, es el fundamento de todos los valores y es radical, no hay nada fuera de ella que pueda guiarla. El hombre está “condenado a ser libre”, no puede tener otra norma de conducta que su voluntad. Cuando recurre a otro tipo de normas actúa de “mala fe”. De ahí la responsabilidad como “modo de ser”y la angustia ante la carencia de normas válidas para todos y la necesidad de crearse sus propias normas. De ahí también el compromiso, ya que en mis decisiones no solamente me veo afectado yo por ellas, sino que es todo el género humano el que se ve afectado una vez que decido desde la libertad de la especie humana. Esta aceptación de la libertad absoluta es lo que Sartre entiende por autenticidad. El hombre nunca puede dejar de ser para-sí, nunca puede convertirse en en-sí; por esto más que acción es reacción ante lo dado, inconformidad; es un absurdo, una pasión inútil, y su sentimiento más característico es la náusea. A este análisis de la conciencia humana “que opera con cosas”, Sartre añade la inclusión del otro en mí”, la intersubjetividad. Esta aparece como una interrelación entre diversos proyectos y pone de manifiesto las diversas objetivaciones que resultan de la pluralidad de formas que tienen los sujetos de relacionarse entre sí. No obstante, hay que advertir que la objetivación de un sujeto por otro no convierte al primero en objeto para-sí, sino sólo en objeto para-el-otro. El hombre, la humanidad entera, sólo se convertiría en un todo objetivado, en nos-objeto, si se supone la existencia de un Dios omnipotente que todo lo ve. Por esto Sartre no puede creer que Dios exista. La libertad del “para-sí” es algo absolutamente necesario, de hecho un Dios autoconsciente e infinito la anularía, el sujeto opta y decide lo que debe hacer en cada situación. La significación de los límites de la libertad son: la coexistencia en el mundo de múltiples libertades, implica límites para la libertad porque implica la trascendencia y con ella la alineación y nihilización de la libertad de cada hombre. El verdadero límite de mi libertad está pura y simplemente en el hecho de que otro me capte como otro objeto, y en el hecho, corolario del anterior, de que mi situación para el otro se convierta en forma objetiva. Si el hombre no puede dejar de reconocer el poder de jugar que lleva la libertad ajena, en cambio sí está en su poder elegir o rechazar algo irrealizable, lo que es para los otros. Pero estos límites extremos de la libertad, precisamente por ser extremos y no interiorizarse sino como irrealizables, no serán nunca un obstáculo real para ella ni un límite padecido. Resulta entonces, que la libertad, que es la verdad de la realidad humana, es desde el punto de vista ontológico, ilimitada e infinita. También en esta obra subyace la idea de otro límite de la libertad, un límite no meramente exterior, sino, interior, un límite que no proviene de las acciones o juicios ajenos, sino que está inscrito en la libertad misma, en su ilimitación ontológica, en la acción y por la acción. Es el límite moral de la libertad. En la revelación y por la revelación de mi ser objeto para otro, debo captar la presencia de un ser sujeto. Esta revelación del ser para otro y en él, del otro sujeto, surge en la dimensión que la conciencia refleja, en la comprensión que no tematizaba que el hombre tiene de las estructuras de su realidad. No depende de los encuentros empíricos, no se funda tampoco en la conciencia del otro como poder objetivados. Más aún, la conciencia de la propia capacidad de objetivar a los otros se funda en la conciencia de su ser sujeto. El ser visto por otro es la verdad de ver a otros. El Ser y la Nada, aparece reducido a una serie de brillantes aforismos sobre la condición humana. “La existencia precede a la esencia” y “el existencialismo es un humanismo”.