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El profesional de la Biología.
L. Montuenga
a) INTRODUCCION
Después de haber profundizado en el valor personal y social de cualquier tipo de trabajo y en los
aspectos propios del de un universitario, dedicaremos este capítulo a las características
específicas del trabajo del biólogo; plantearemos someramente sus perspectivas profesionales y
veremos cuáles son los vínculos de la relación entre la Biología y la sociedad actual.
En ámbitos muy extendidos de nuestra sociedad se desconoce la realidad de la profesión de
biólogo. Está muy extendida, por ejemplo, una visión de éste con los perfiles característicos del
naturalista del siglo pasado: explorador, aventurero, apasionado por el hallazgo y descripción de
nuevas especies de plantas o animales. Otros, influidos por la incomparable fuerza configuradora
de mentalidades que es la televisión, tienen una imagen del biólogo reducida a la del protagonista
de los documentales de divulgación de la naturaleza, al especialista en "biología recreativa". A
veces, incluso, se ha consolidado un estereotipo del científico absolutamente al margen de la
realidad del profesional de la Biología moderna: "los científicos siguen teniendo una imagen de
tebeo", titulaba no hace mucho un rotativo madrileño uno de sus reportajes (1); se analizaban en
ese artículo los datos obtenidos, por medio de encuestas llevadas a cabo en varios países, en
torno a la imagen que tiene la sociedad de la figura y de la actividad del hombre de ciencia.
Curiosamente, se comprobó en esos estudios que, "a nivel de la calle" el perfil del hombre de
ciencia está construido fundamentalmente a partir del patrón de científico que suelen presentar
los "comics" o los guiones televisivos. En efecto, de los resultados de esas encuestas se deducía
un retrato robot de los hombres de ciencia como personas solitarias y apasionadas, desordenadas,
sucias, que desempeñan trabajos peligrosos, que no se divierten nunca, que se ocupan poco de la
familia, extravagantes, un poco cascarrabias, etc.
Aunque la relación del hombre con la naturaleza se remonta hasta el mismo origen de la especie
humana, no surge hasta el siglo XVI la dedicación específica al estudio del mundo vivo como tal.
Es en ese momento cuando se verifica un gran progreso en los conocimientos de Historia Natural
como una manifestación más del espíritu renacentista. Sin embargo, hasta 1802 no se utilizará el
término de Biología, acuñado por Jean Baptiste de Monet, más conocido por todos por el
apelativo de su título nobiliario: Lamarck. Antes, en los siglos XVII y XVIII, nombres como
Harvey (1578-1657), Malpighi (1628-1694), Leeuwenhoek (1632-1723), Linneo (1707-1778) o
Wolf (1738-1794), fueron poniendo las bases, junto con otros muchos, de lo que constituiría el
cuerpo de doctrina de esta nueva disciplina científica. El verdadero desarrollo de las ciencias de
la vida no se ha producido, como es sabido, hasta estos últimos decenios del siglo XX. La
Biología es, pues, una ciencia muy joven. Es lógico que su corta edad le acarree algunas
dificultades de adaptación en el entramado social y aun "conflictos generacionales" con las ramas
del saber que pueden considerarse sus progenitores. Al valorar este problema de encuadre social
de la Biología hay que tener muy en cuenta que otras profesiones, a primera vista mejor
conceptuadas, o más reconocidas socialmente, vienen existiendo desde hace más tiempo como es
el caso, por ejemplo, de la Medicina, la Jurisprudencia, la Enseñanza, etc. Sin embargo, el
progreso en los descubrimientos de las ciencias de la vida, y en las aplicaciones de esos nuevos
descubrimientos, dan a la Biología una especial actualidad.
La Ciencia "sabiamente utilizada puede desvanecer horizontes sombríos y proporcionar la
respuesta adecuada a los más apremiantes requerimientos de nuestro sustrato biológico: el
hambre y la enfermedad. Evitar o paliar estos permanentes desafíos a la imaginación y el
conocimiento humanos es la gran tarea de la ciencia cara al futuro" (2). A las ciencias de la vida
le queda aún camino por recorrer para dar una respuesta total y satisfactoria a esas cuestiones.
Por ser la Biología una ciencia reciente tiene aún áreas cuyo conocimiento está en sus inicios. Y
este hecho debe tenerse en cuenta especialmente cuando, como ahora, es alta la incentivación de
la sociedad a la Ciencia aplicada; es necesario tener en cuenta que la Ciencia básica es motor y
sustento de la aplicada, y no debe descuidarse por quienes de verdad desean promover el
desarrollo científico y económico; como advirtió Bernard Houssay, "no existen ciencias
aplicadas sino aplicaciones de la Ciencia. Lo relevante es el conocimiento. La investigación
básica es la que aporta el conocimiento y la que permite disponer de un amplio caudal de
posibles aplicaciones" (3).
Ambito de trabajo del biólogo: presente y futuro
La investigación y la docencia constituyen los dos mayores ámbitos de trabajo para una muy
considerable proporción de los biólogos de todo el mundo. Sin embargo, se puede afirmar que lo
que podríamos llamar el "nicho ecológico" del biólogo no se reduce exclusivamente a ser
profesor o investigador. En los últimos años, se han concretado nuevas funciones dentro "del
ecosistema laboral" que llevan a cabo "especies distintas de biólogos", con características propias
y específicas, que se incluyen también dentro de la "población" de profesionales de la Biología,
enriqueciéndola y dándole "variabilidad".
A estas nuevas funciones del biólogo dedicaremos nuestra atención. La asociación europea
ECBA (European Communities Biologist Association), en su informe "Los biólogos en la
sociedad europea" (4) distingue entre labores propias de los biólogos, en sentido estricto, y
ocupaciones no puramente biológicas, en las que, en sentido lato, puede trabajar un biólogo
valiéndose fundamentalmente de las características propias de su formación universitaria.
Como decimos más arriba, la proyección de futuro de las ciencias de la vida es importante. Y en
el presente, el biólogo trabaja ya en campos muy variados.
Los organismos financiados por el gobierno, para atender diversas necesidades sociales,
necesitan numerosos biólogos. Algunos ejemplos de este sector pueden ser los trabajos
relacionados con la contaminación atmosférica, la conservación medioambiental, la depuración
de las aguas, la sanidad ambiental en el medio urbano o rural, la llamada "arquitectura del
paisaje", el control epidemiológico, el control alimentario, tratamiento de basuras, museos,
parques naturales o zoológicos, etc..
Por otro lado, algunos de los problemas con los que se enfrenta la sociedad moderna tienen
relación con la Biología de un modo más o menos cercano. Piénsese, por ejemplo, en el
problema de la producción y distribución de alimentos, la política medioambiental, la sanidad, o
algunas cuestiones de Etica biomédica, que requieren necesariamente conocimientos biológicos
para su resolución. Sin esa base científica es imposible tomar las decisiones con un mínimo de
garantía. Las instancias de organización de la sociedad necesitan, pues, cada día barajar un
mayor número y variedad de datos científicos, y por ello en los órganos de toma de decisión,
cada día con mayor frecuencia, se requiere la colaboración de científicos que aclaren al
legislador o al juez los datos que necesitan para su tarea y asesoren a las diversas instancias del
gobierno. "La creciente complejidad social creada por la Ciencia hace que las cuestiones
políticas exijan, en su formulación y toma de decisiones, cada vez mayor número de datos y
supuestos científico-técnicos. Como consecuencia, el área de posibilidades objetivas para la
decisión política se va estrechando. Aumenta constantemente el número de asesores y
tecnócratas en los órganos de Administración del Estado (4).
Los servicios de salud son ámbitos de trabajo de licenciados en Ciencias Biológicas de muy
diversa procedencia: Microbiología, Hematología, Genética, Dietética, Parasitología, Citología,
Bioquímica Clínica, Inmunología, etc. Otro punto de encuentro entre biología y salud se concreta
en el ámbito docente. En este sentido, la ECBA ha planteado la conveniencia de que la
Educación Sanitaria a nivel de la Enseñanza Primaria y Secundaria se lleve a cabo en el marco
de las asignaturas de Ciencias Naturales (5).
La Industria acoge a biólogos en áreas muy variadas. Dentro del sector de la alimentación, se
pueden destacar los productos lácteos o cárnicos, cervecería, tecnología de la fermentación,
conservas, microbiología alimentaria, etc. También están presentes en la empresa farmacéutica,
trabajando especialmente en campos como la Fisiología animal, Farmacología animal o clínica,
metabolismo, producción y toxicología de medicamentos, control de calidad, bioensayo, etc.
Otras industrias que trabajan con materiales biológicos son, por ejemplo, las de la lana, algodón,
cueros, papel y madera, derivados del petróleo, etc. Por último el sector que necesita también
contar con expertos en ciencias de la vida es el agroquímico y ganadero: mejora animal o
vegetal, patología animal, cultivos en invernaderos, biología de plantas tropicales, fisiología
vegetal y de cultivos, edafología, biodegradación, control de plagas, toxicología agroquímica,
investigaciones pesqueras, acuicultura, etc.
Hay, además, algunas tareas específicas de los biólogos que en la actualidad están despertando
un enorme interés. Campos como la Biología ambiental, la Acuicultura o la Biotecnología están
experimentando, desde hace poco tiempo, una expansión progresivamente acelerada, hasta tal
punto que se empieza a hablar de una "revolución" de la Biología (6). Quizás el caso más
espectacular sea el de la Biotecnología, es decir el aprovechamiento industrial de los recientes
avances en Biología molecular; no sólo se incluye actualmente la manipulación de DNA
recombinante con fines industriales, sino también otros procesos que utilizan organismos vivos
para conseguir productos comerciales (en sentido amplio, incluso la fabricación del pan o de la
cerveza sería también Biotecnología). La inversión privada en este tipo de empresas comienza a
alcanzar ya cifras muy elevadas sobre todo en países como Estados Unidos (7). La mayor parte
centran su atención en la producción de productos farmacéuticos. Los productos que les siguen
en orden de interés son sustancias relacionadas con la ganadería y la agricultura
b) APORTACIONES DEL BIOLOGO
A pesar de ser una Ciencia joven, la Biología se ha mostrado capaz de una notable influencia en
la configuración de la sociedad moderna. Su participación en la construcción de lo que se puede
llamar "mentalidad colectiva" actual es más que decisiva. Esto no sólo es cierto si lo
consideramos desde el punto de vista de una nueva profesión y disciplina científica que influye
en la civilización y en la cultura en la que nace y se desarrolla; también el trabajo de cada
biólogo en el entorno social -más concreto y reducido- en el que se mueve puede tener gran
repercusión e influencia.
Abordaremos ahora una cuestión que nos habíamos planteado al comienzo de este capítulo. ¿Qué
es lo propio del trabajo del biólogo en la construcción del entramado social? Se podría afirmar
que el profesional de la vida desarrolla y concreta su capacidad de configuración en dos
direcciones, la determinada por sus conocimientos especiales del mundo natural y la que se
manifiesta en su habilidad técnica para dominar los procesos biológicos.
Los conociminetos que esta Ciencia aporta al patrimonio cultural son tan amplios, complejos y
diversos como lo son su objeto, el mundo de los serers vivos, y los múltiples enfoques desde los
que el objeto se aborda. Los biólogos estudiamos los organismos vivos desde su nivel molecular,
celular o tisular, hasta el nivel de poblaciones, ecosistemas, y aun de toda la biosfera. Esto hace
que el profesional de la biología sea uno de los más "versátiles" de los científicos
experimentales.
Pero la Biología no sólo aporta conocimientos a la sociedad. El biólogo tiene, además, un papel
protagonista en la tarea de acercar a los hombres al mundo vivo, a lo que constituye su entorno
natural. Por otro lado, su contribución a la comprensión de la condición humana es, asimismo,
importante. La sociedad por último, debe recurrir al biólogo para garantizar que sus relaciones
con la naturaleza discurran por cauces adecuados, de modo que su dominio sobre los seres vivos
sea racional. A continuación desarrollaremos brevemente estas tres consecuencias peculiares del
trabajo del biólogo. Nos fijaremos con mayor detalle en el modo en que éstas se concretan en la
tarea docente, ya que es precisamente uno de los ámbitos donde la capacidad configuradora del
biólogo se manifiesta más evidentemente.
Conocimiento del mundo vivo: actitud contemplativa
El biólogo es, en primer lugar, profesional del asombro y de la contemplación del mundo natural.
Para él un ser vivo, además de material de trabajo y medio de subsistencia, constituye un
verdadero tesoro, una obra de arte única que admira y le deleita.
Muchos fenómenos naturales que no llaman en absoluto la atención al profano, que no ve en
ellos más que algo trivial, o, algo curioso, para el biólogo constituyen auténticas "exhibiciones"
llenas de significado, cargados de un mensaje profundo: se siente llamado a conocer, o al menos
a adentrarse en el misterio de la vida. Un proceso cualquiera de fermentación, la muda o la
metamorfosis de un insecto, la formación de un huevo, las diversas fases del ciclo vital de una
planta, la esmerada elaboración de una tela de araña, o el ballet acuático que se observa a través
del ocular al analizar microscópicamente una gota de agua de charca, son algunos de los
prodigios que, día a día, van desarrollando en el profesional de la Biología una peculiar
capacidad de admiración. Puede decirse que el biólogo se siente inclinado a la "contemplación"
del mundo vivo.
La Biología, facilita, además, a quienes la cultivan la frecuente experiencia de enfrentarse a
situaciones complejas, en las que múltiples variables interaccionan dentro de un todo. El biólogo
se acerca a la realidad consciente de que, con su propio método experimental, no será capaz de
abarcar y controlar todos los factores que concurren en el fenómeno que está estudiando. De este
modo, comprende más fácilmente la importancia de la unidad, del todo, que -en el mundo de lo
vivo- no es la mera suma de las partes. Antes y después de abordar mediante el protocolo
experimental un problema, un organismo, sabe situarse, "contemplar", la unidad de nivel
superior en la que se enmarca el objeto de su estudio, y procura relacionar e integrar sus datos,
buscando relaciones con otros problemas, organismos o procesos paralelos.
En este sentido se puede afirmar que el biólogo, de algún modo, está más pertrechado que otros
científicos frente al riesgo del cientifismo que -como se verá más adelante- aleja al científico del
mundo real por efecto de la entronización del propio método y la desconfianza ante el
conocimiento que cae fuera de sus fornteras.
Esa actitud, cercana al mundo de la vida, da a la enseñanza de la Biología una gran capacidad
formativa. En efecto, las realidades naturales ejercen un auténtico magisterio: "nada puede
sustituir al contacto con la realidad... Lo universal es muy valioso pero no debe servir para alejar
de lo local, para formar hombres que estén siempre en la generalización, "sino para formar
hombres que comprendan mejor lo que les rodea". Es sintomático que la palabra utopía
signifique lo que no está en ningún lugar, lo a-local" (8).
Las salidas al campo son un magnífico instrumento con el que cuenta el profesor de Ciencias
Naturales para comunicar y despertar el amor a lo inmediato y el deseo de conocerlo; la
naturaleza es el principal laboratorio del biólogo, su libro más completo e interesante, el
verdadero objeto de su trabajo. La actividad en el campo es auténtica tarea profesional.
Habitualmente, la salida ha sido preparada a conciencia. Se ha profundizado en los
conocimientos teóricos necesarios: las condiciones de la zona a estudiar, el tema que será objeto
del trabajo, el itinerario más indicado... El lugar elegido no será el más agradable, el más
placentero, o el mejor comunicado, sino el que más se ajusta a las necesidades del protocolo. En
algunos trabajos la "excursión" lleva, semana tras semana, durante meses, a los mismos 20
metros cuadrados de bosque o a la misma charca, que acabamos conociendo palmo a palmo. La
salida requiere con frecuencia buena dosis de reciedumbre, de resistencia y de buen humor,
puesto que las condiciones climáticas no son siempre las deseadas y la toma de muestras puede
necesitarse con periodicidad determinada. El rigor y la precisión en la recolección del material y
de todos los datos observados son exigencias inherentes a este trabajo. Un error, un descuido,
una concesión a la pereza pueden dar al traste con días de trabajo o pueden conducir a
interpretaciones inexactas de los datos.
Como en otras ciencias experimentales, el trabajo en el laboratorio es también ámbito del
biólogo y las prácticas de laboratorio -con su exigencia de orden, limpieza, cuidado de los
pequeños detalles, habilidad manual, constancia, etc.- es de gran potencial formativo.
Al mismo tiempo, los seres vivos con la unidad de funciones que les caracteriza, la capacidad de
homeostasis, adaptación, etc., y su manifiesta finalización hacia la conservación y transmisión de
la vida..., ofrece al profesor que trata de darlos a conocer una excelente base para fomentar en los
alumnos la mentalidad abierta hacia otros métodos de conocimiento distintos de los de la propia
Ciencia. El profesor de Biología debe enseñar a integrar los datos, nociones e ideas que expone
en su asignatura, con las que aprenden simultáneamente en materias muy distantes, procurando
evitar a toda costa planteamientos que puedan llevar a los jóvenes alumnos a pensar que la
realidad es distinta dependiendo de la ciencia que la estudie; o que la verdad está dividida en
distintos compartimentos estancos incompatibles entre sí. Al contrario, debe facilitar a los
estudiantes la incorporación de los datos que proporciona la Biología en la concepción armónica
de la cultura, el hombre y el mundo que ordinariamente reciben en las materias humanísticas del
plan de estudios. Los planteamientos reduccionistas, la pretensión de dar cuenta cabal de un ser
vivo desde una exclusiva y parcial perspectiva, fomentan en los alumnos posturas escépticas ante
la verdad, que a la larga, se demuestran muy nocivas -por erróneas- tanto a nivel personal como
social. Tener capacidad para contemplar la realidad -la naturaleza viva- es el mejor antídoto, en
una sociedad tecnificada y trepidante, frente al escepticismo.
Esa mirada atenta al mundo de lo vivo no deja fuera al mismo hombre. Es cierto que la Biología
no da -no puede dar- una imagen, ni una descripción global y plena de lo que es el hombre; pero
la biología humana, el estudio de un cuerpo como el cuerpo del hombre ofrece el testimonio de
que hay dimensiones humanas irreducibles a la mera materialidad. El hombre como tal se escapa
a su método propio, que sólo es capaz de proporcionar datos parciales. La biología del hombre
muestra asímismo el puesto preminente que por su propia naturaleza tiene el hombre entre el
resto de los seres vivos. Ciertamente, este testimonio no es una afirmación positiva acerca del
valor, ni del significado de lo propiamente humano, pero tiene en sí mismo capacidad de
desmitificar ese conjunto de ideologías -ecologísmos en sentido amplio- donde el "señorío"
propio del hombre se disuelve en una exaltación amorfa de la naturaleza que ha perdido la
capacidad de distinguir una gramínea de un leopardo.
Saber mostrar que la Biología no explica la "humanidad" del hombre, del mismo modo que la
descripción fisico-química de un animal omite la "animalidad" del animal, es una gran tarea; la
falta de capacidad de mirar al mundo y verlo en su totalidad, de darse cuenta de lo que encierra
cada cosa, causa la desorientación tan ampliamente observable en nuestra cultura.
Dominio y conservación de la naturaleza: actitud de respeto
Puede afirmarse que el biólogo está capacitado profesionalmente -al conocer la dinámica de la
naturaleza- para ser el "interlocutor" idóneo en las relaciones de los hombres con su entorno
natural; sabe tratar a la naturaleza, conoce su lenguaje, sus secretos, sus caprichos, sus
costumbres. Puede por ello, y debe, informar a sus conciudadanos sobre el modo más adecuado
de establecer vínculos -por ejemplo de explotación- con el mundo de lo vivo. Gracias a su
formación puede dar respuesta a los problemas que plantea mantener la utilización de un mundo
vivo amenazado (9). Está preparado, ordinariamente, para proponer soluciones que eviten abusos
o deterioros. Así le es propio, por ejemplo, la "evaluación del impacto ambiental", que es un
protocolo dirigido a terminar la previsible incidencia sobre el entorno de programas, proyectos o
iniciativas de diverso tipo: edificaciones, fábricas, experimentos de campo, procesos de
tratamiento de residuos urbanos, repoblaciones, etc. En algunos países, esta evaluación es
requisito administrativo imprescindible para autorizar esas iniciativas, y actualmente se está
estudiando su implantación a nivel de la CEE.
Por todo lo que hemos dicho, es lógico que el biólogo se haya constituido en el mayor divulgador
de la actitud de respeto y conservación de la naturaleza. El debe ser ejemplo y guía de la
responsabilidad por custodiar ese gran tesoro que cada hombre ha recibido que es el mundo vivo.
La mentalidad de admiración, cuidado y contemplación de la naturaleza viva y el medio
ambiente debe ser contagiada al resto de la sociedad, que comienza a descubrir en el biólogo el
baluarte y la garantía para que el entorno natural siga siendo auténticamente un ámbito para una
vida humana.
Hacemos de nuevo mención de la tarea docente; esto no se debe sólo al reconocimiento de que
un porcentaje muy alto de biólogos que se dedican a ella, sino al hecho de que como todo
profesor forma inteligencias, engendra formas de pensar. Su función no se limita a "dar una
clase", nadie le obliga -ni le autoriza su deber- a recortar el contenido de su trabajo, a trasmitir
esos contenidos. Al profesor de Biología, de las ciencias de la naturaleza viva, le compete
enseñar a comprender el mundo de la vida con la mirada de respeto del que sabe que lo ha
recibido como don, y del que conoce que, de su conservación y perfeccionamiento, depende en
una cierta medida que el mundo que habita y habitarán las generaciones que le sucedan pueda
seguir siendo un mundo para el hombre. Las realidades que trata de dar a conocer no son
artificios humanos, no son "máquinas" sin otro valor que el utilitario. En una sociedad de
consumo en la que hasta los más sofisticados artefactos están pensados para "usar y tirar" tiene
un especial valor formativo saber mostrar, y en su justo valor, una semilla o una hormiga... que el
hombre no es capaz de fabricar.
Copyright
Natalia López Moratalla
Catedrático de Bioquímica
Antonio Ruiz Retegui
Licenciado en Físicas. Profesor de Teología Moral
Alejandro Llano Cifuentes
Catedrático de Metafísica
Francisco Ponz Piedrafita
Catedrático de Fisiología Animal
Gonzalo Herranz Rodríguez
Catedrático de Anatomía Patológica
Esteban Santiago Calvo
Catedrático de Bioquímica
Alvaro del Amo Gili
Profesor de Genética
Manuel Ferrer Regales
Catedrático de Geografía humana
José María Desantes-Guanter
Catedrático de Derecho de la Información
Luis Montuenga Badía
Doctor en Ciencias Biológicas
Antonio Monge Vega
Profesor de Química Farmacéutica
José María Martínez Doral
Profesor de Filosofía del Derecho
Dirección: Natalia López Moratalla
(c) 1987. Natalia López Moratalla y otros.
Facultad de Ciencias. Universidad de Navarra
Pamplona (España)
ISBN 84-600-5259-1
Depósito Legal: NA. 1.526-1987
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