Sistema binominal: Un fraude electoral

El Clarí-n de Chile
Sistema binominal: Un fraude electoral
autor Rafael Enrique Cárdenas Ortega
2008-03-24 15:19:09
Resulta en verdad una tomadura de pelo y una falta de respeto a los espectadores que la cientista polÃ-tica Ena von
Baer, integrante del programa dominical de TVN, Estado Nacional, denomine al sistema binominal como "un sistema
electoral proporcional muy mayoritario" y que ninguno de sus colegas ni el invitado ministro Viera Gallo la ponga en su
lugar.
Todos los demócratas sabemos que el sistema binominal es intrÃ-nsecamente antidemocrático y, como tal, no encuadra
entre los sistemas electorales proporcionales y mayoritarios, propios de la democracia. De hecho, el único otro régimen
polÃ-tico que lo ha utilizado en el mundo, fue la dictadura del general Jaruzelski en Polonia.
Los sistemas electorales se agrupan, con sus diversas variantes, en proporcionales y mayoritarios, según reflejen
fielmente en la representación parlamentaria el porcentaje de apoyo electoral obtenido por las fuerzas polÃ-ticas que
participen en la elección o bien sobrerepresenten a la fuerza con la primera mayorÃ-a en dicha elección,
respectivamente. Ambas opciones plenamente democráticas, en la medida que otorgan el triunfo a la mayorÃ-a, lo que
constituye la materialización de la democracia, si entendemos ésta como, "el gobierno de la mayorÃ-a con respeto de la
minorÃ-a".
El sistema binominal, por su parte, ni siquiera merece ser considerado propiamente un sistema electoral, ya que está
diseñado para impedir que la mayorÃ-a electoral se vea reproducida como tal en el Congreso, mediante la
sobrerepresentación de la minorÃ-a, con un consecuente empate de fuerzas, lo que es una burla de la voluntad del
electorado. Por ello, más que un sistema electoral, constituye un fraude electoral. Y precisamente porque el binominal
no representa un sistema electoral, sino un fraude electoral, es que sus partidarios no logran ponerse de acuerdo al
caracterizarlo dentro de los auténticos sistemas electorales. AsÃ-, mientras algunos suelen tildarlo de "mayoritario", otros
lo motejan de "proporcional", hasta llegar al absurdo y ridÃ-culo concepto de la sra. von Baer. El constitucionalista
Francisco Cumplido, por su parte, le niega el carácter de mayoritario o proporcional, en lo que coincidimos,
denominándolo "arbitrario" (cf. Reforma Constitucional, ed. Lexis Nexis, 2005).
Ello ocurre porque el binominal no está entre los sistemas electorales democráticos (que son proporcionales o
mayoritarios, en sus distintas versiones, pero, todos ellos, con la caracterÃ-stica común no menor de que siempre
otorgan el triunfo a la mayorÃ-a y no lo impiden, como en nuestro caso), sino que representa una entelequia rara que
sólo podrÃ-a ser calificada de, "sistema electoral minoritario", lo que es en sÃ- un contrasentido, pero, sin duda, también
un éxito postrero de su autor, Jaime Guzmán, quien lo tramó en pro de la Dictadura y la perpetuación de su legado,
mediante el expediente de impedir el gobierno de la mayorÃ-a (nada menos que la materialización de la democracia) a
través de la sobrerepresentación de la minorÃ-a (33%=66%), lo que le otorga a esta última un poder de veto frente a la
mayorÃ-a, obligando al cogobierno -que es lo que hemos vivido hasta el presente- para evitar el inmovilismo.
Ante un sistema intrÃ-nsicamente antidemocrático como el binominal, no caben reformas ni perfeccionamientos, sino
sólo su eliminación y reemplazo. El sistema polÃ-tico ilegÃ-timo y escandaloso que nos rige, es una burla constante a
los ciudadanos, merced a la entrega de todo el poder a una élite, que se siente plenamente cómoda profitando de aquél
y eternizándose en los cargos, sin correr el menor riesgo -gracias al antidemocrático sistema binominal- de que el voto
ciudadano pueda poner término a este disfraz de democracia. Dicha autocomplaciente y extraviada clase polÃ-tica, ha
llegado a justificar este régimen espurio como una "Democracia de los Acuerdos" o "polÃ-tica de consensos" -acuerdos y
consensos totalmente ajenos al sentir ciudadano-, pero que, en virtud de lo que hemos conocido y sufrido, debiera
denominárselo más certeramente como, Democracia de los Conciliábulos, lo que sólo puede avergonzarnos.
El actual proyecto de reforma al sistema binominal, por su parte, no pasa de ser un maquillaje a dicho fraude electoral,
el que permanecerÃ-a intacto y reforzado por la complicidad comunista. En el caso de la Concertación, ésta hace rato
que se adaptó a dicho sistema electoral antidemocrático de carácter minoritario, asÃ- como al cogobierno con la
derecha que conlleva. De hecho, dejó transcurrir todo el gobierno anterior, hasta que recién replanteara el tema en la
última campaña presidencial, instancia en la que todos los candidatos prometieron cambio -lo que demuestra la
falsedad de la afirmación derechista de que este es 'un tema que no interesa a la gente'.
También hay que tener claro que nada se puede esperar de nuestros 'representantes', ávidamente aferrados a sus
respectivas cuotas de poder, por lo que la única solución viable está en la creación de un gran movimiento ciudadano,
como no se ha visto desde el plebiscito de 1988, pero del que pudimos vislumbrar un primer atisbo en el movimiento
estudiantil de los pingúinos.
Sin perjuicio de que el slogan inventado por Parra -"La izquierda y la derecha unidas, jamás seran vencidas"-, haya
resultado premonitorio del Cogobierno Alianza-Concertacion que se nos ha impuesto a partir de 1990 gracias al
antidemocratico sistema binominal, tengo la esperanza de que los ciudadanos terminemos haciendo propio aquel otro
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de nuestros hermanos de allende los Andes -"¡que se vayan todos!"-, dando lugar a una Asamblea Constituyente que
elabore una nueva Constitución, legÃ-tima en su origen y democrática en su contenido, como ya lo aprobó por
unanimidad el último Congreso Ideológico de la DC, con firme apoyo del ex Presidente Frei.
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