La sensibilidad lingüística de María Moliner: enunciación y subjetividad en el Diccionario de Uso del Español1 Esther Forgas Berdet, Universidad Rovira i Virgili Es lógico presuponer que el diccionario, como texto científico, ha sido redactado bajo una modalidad textual lo más objetiva e impersonal posible, dado que debe abarcar los significados comunes a la mayoría de los hablantes de una lengua. Por eso, no cabe esperar en sus descripciones la aparición de fenómenos ligados a la subjetividad lingüística, tales como los valorativos (que expresan juicios de valor) o las marcas de enunciación referidas a situaciones contextuales. A pesar de ello, la presencia de estos elementos es común en la mayoría de muestros diccionarios, tanto por el empleo de pronombres personales deícticos, de posesivos que implican referencias compartidas entre emisor y receptor, de anclajes textuales espacio-temporales que remiten a una realidad exterior determinada tópica o cronológicamente, como por la aparición de adverbios y adjetivos de carácter personal-evaluativo en el texto de las definiciones, que convierten el significado del lema en un juicio personal sobre la realidad externa a él. El diccionario debería huir en lo posible de la subjetividad, de la emotividad y de la tendenciosidad ideológica. Reconocemos, desde luego, que es prácticamente imposible que se pueda definir desde una óptica totalmente neutral, puesto que definir es, entre otras cosas, dar un particular punto de vista sobre el significado de las palabras y, por tanto, de sus referentes. Supone opinar sobre lo material y tangible (definir una mesa o un avestruz), pero muy especialmente también sobre lo abstracto e intangible, y no se pueden definir conceptos como 'libertad', 'concupiscencia', 'segregacionismo' o 'infierno' sin que aflore en gran o pequeña medida el punto de vista de la persona que define, su peculiar visión del mundo y de las relaciones sociales, así como su posición personal dentro del conglomerado social en el que vive. Pero, precisamente por ello, lo que nos da la medida de la finura lexicográfica y de la sensibilidad léxico-social de los autores o autoras de un diccionario es el cuidado y el rigor que se imponen a la hora de evitar en lo posible tanto la emergencia de su personal punto de vista como su implicación en el texto, así como el cuidado que muestran en soslayar los juicios valorativos que transforman la definición en algo subjetivo, emocional, tendencioso, en suma, y que tienen el peligro de convertir un pretendido diccionario general de la lengua española en un compendio de la filosofía y la doctrina social de un solo grupo de hablantes, grupo que generalmente coincide con el hegemónico en la época de publicación de cada diccionario. Muchas son las alabanzas que se han hecho al Diccionario de Uso del Español de María Moliner desde el momento de su publicación hasta ahora. María Moliner escribió las más de 3000 páginas de su diccionario pertrechada con "una lápiz y una goma, dos atriles y una máquina de escribir portátil"2 y sirviéndose únicamente del Diccionario de la Real Academia en su edición de 1956, del Diccionario Ideológico de J. Casares y del Breve Diccionario Etimológico de Corominas. Pero, sobre todo, apoyándose en infinitas dosis de sentido lingüístico y -tan importante como éste- de sentido común, armada, además, como pretendemos demostrar aquí, de un finísimo tacto social y de una notoria sensibilidad humana que quizá debamos a su condición femenina - así lo cree Umbral (1981) - o quizá a la formación humanística que le aportó su paso por la Institución Libre de Enseñanza, como creen la mayoría de sus biógrafos. En todo caso, se trata de esta "intuición" de la que nos hablan los críticos, que si bien en ocasiones ha servido para desvirtuar los logros del diccionario -se le ha acusado, 1 La investigación llevada a cabo para este estudio ha sido financiada, en parte, por el Proyecto de la DGICYT (BFF2000-1277) “Diccionario y subjetividad lingüística: análisis de los modelos actuales y propuestas de cambio”. 2 p. 16 precisamente, de excesivo intuicionismo de que "los criterios subjetivos priman más de lo conveniente sobre la información objetiva" (M. Seco, 1985) nosotros, en cambio, a nos sirve para demostar esta sensibilidad de la que hablamos aquí. Es también universalmente reconocido que uno de los más importantes méritos del diccionario de María Moliner fué la renovación de las definiciones académicas, vaciándolas de retórica y llenándolas de sentido y concisión, volviéndolas a "redactar en un español del siglo XX" y "dándoles, en muchos casos, una precisión que les faltaba", como acertadamente escribe M. Seco (1985) en su conocido artículo sobre la autora. Por todo ello el DUE representó, entre otras muchas cosas, un esfuerzo loable por introducir en la lexicografía española un cierto alejamiento de las fuentes primigenias (nos referimos al DRAE y a su dependencia todavía manifiesta del primer Diccionario de Autoridades) que permitiera a la persona que redactaba los artículos gozar de la suficiente independencia léxica y social a la hora de definir los términos, de una cierta neutralidad ideológica que le hiciera tomar partido exclusivamente por las palabras y no por las cosas, y, en general, de una amplitud de miras que no siempre se encontraba en la lexicografía oficial. Así, a pesar que, como ya hemos dicho, María Moliner se sirvió para la confección de su diccionario de la edición de 1956 del DRAE, de la que partió y a la que respetó en su mayor parte, algunos rasgos de sus definiciones, la incorporación de muchos lemas que no estaban en el diccionario corporativo, la supresión, por el contrario, de muchos otros que consideró que no deberían formar parte de un 'diccionario de uso' en 1966, y, sobre todo, la remodelación de las definiciones académicas, lo convierten en un diccionario diferente, innovador para su época y sumamente cuidadoso en algunos detalles que trataremos de evidenciar en estas páginas. En nuestra personal aportación a la celebración del centenario del nacimiento de la insigne lexicógrafa, nos detendremos en el texto de las definiciones de ciertos lemas especialmente significativos para descubrir en ellos los cambios, sutiles o evidentes, que introdujo en relación al diccionario modelo, el que fijaba y fija todavía la norma lexicográfica oficial. Dada la limitación de tiempo y espacio, hemos centrado nuestro estudio en dos campos muy diferenciados y a la vez suficientemente demostrativos: i) la emergencia de la subjetividad lingüística a través de los anclajes enunciativos (pronombres y posesivos) y de los elementos valorativos del léxico (adjetivos, adverbios y enlaces) ii) el tratamiento de las cuestiones de género en los lemas y en sus definiciones: el empleo de los hiperónimos ‘hombre’ y ‘persona’ y el tratamiento de la mujer en las definiciones. I. Los anclajes enunciativos: la implicación del emisor y del receptor en las definiciones. El pronombre personal en su forma de primera persona del plural en todas sus variantes ('nosotros', 'nos' y la terminación verbal 'mos') es juntamente con los posesivos 'nuestro,a,os,as', y el indefinido personal ‘uno’, un 'enunciatema', una de las formas más claras de emergencia de la enunciación en el enunciado, o, lo que es lo mismo, un 'lugar de anclaje' (Kerbrat-Orecchioni,1984) de la subjetividad del emisor en su texto. Curiosamente, el pronombre ‘nos’, que implica a enunciador y enunciatario en el mensaje, aparece muchas más veces en el Diccionario de María Moliner que en el DRAE, (368 lemas del DUE frente a 47 en el DRAE) pero la gran diferencia entre el texto académico y el de la lexicógrafa es que en el María Moliner solamente se emplea el pronombre ‘nos’ en la definición de cinco lemas, en el resto de las apariciones de esta forma se trata del texto de los ejemplos de uso, es decir, que nunca aparece dentro de la definición del lema. Además, esos cinco lemas contienen la forma ‘nos’ porque en ellos se hace una referencia metalingüística al pronombre. Por el contrario, en el DRAE las apariciones del pronombre se realizan en el texto de la definición, implicando a emisor y destinatarios en un mismo enunciado, en una especie de promiscuidad lexicográfica nada acorde con un texto de carácter científico como debería ser un diccionario. Así, encontramos muchas definiciones todavía en el DRAE de 1992 como la de [abandonismo.], definido como “Tendencia a abandonar sin lucha algo que poseemos o nos corresponde”, que se arrastran en sucesivas ediciones al menos desde la de 1956 que María Moliner arregló y limó, obviando, entre otras cosas, todos estos 'anclajes enunciativos' que en nada favorecían el texto corporativo: Definiciones en el DUE de 1966-67 Definiciones en el DRAE de 1956 acción. Derecho a pedir una cosa en 14. For. Modo legal de ejercitar el mismo derecho, pidiendo en justicia lo que es nuestro o juicio. Ejercicio de este derecho. se nos debe. (Igual en la edición de 1992) apetito. 1. Deseo: ‘Apetito racional’. 2. Impulso instintivo que nos lleva a satisfacer En lenguaje corriente tiene sentido deseos o necesidades. (Igual en la edición de 1992) peyorativo, llegando a significar malas pasiones o deseos ruines: ‘Apetito desordenado de bienes materiales. Sólo buscan satisfacer sus apetitos’. belleza. 1. Cualidad de bello: ‘La belleza de un rostro, de un paisaje, de una estatua’. 1. f. Propiedad de las cosas que nos hace amarlas, infundiendo en nosotros deleite espiritual. Esta propiedad existe en la naturaleza y en las obras literarias y artísticas. (Igual en la edición de 1992) curiosidad. Cualidad de curioso: ‘La 2. Vicio que nos lleva a inquirir lo que no debiera curiosidad es un vicio’. Deseo de importarnos. (Igual en la edición de 1992) enterarse de cierta cosa. derecho,a . 17. Esfera en que se determina lo que es debido y no debido en los actos y situaciones humanas que afectan a los intereses de otros, y se regulan los medios para garantizar que prevalezca lo debido. Hacer falta una cosa. Ser necesaria: ‘Me hace falta que vengáis enseguida. Para eso hace falta una cuerda’ Dar [las] gracias. Decir «gracias» o manifestar agradecimiento con cualquier otra expresión. honor. 1. Cualidad de la persona que, por su conducta, es merecedora de la consideración y respeto de la gente y que obedece a los estímulos de su propia estimación. lección. Enseñanza comunicada de cualquier manera: con una explicación, 3 14. [m.]Facultad de hacer o exigir todo aquello que la ley o la autoridad establece en nuestro favor, o que el dueño de una cosa nos permite en ella. (Igual en la edición de 1992) hacerle a uno falta una persona o cosa. 1. fr. No tener una u otra cuando nos sería necesaria o provechosa. (Igual en la edición de 1992) gracias!. 1. expr. elípt. con que significamos nuestro agradecimiento por cualquier beneficio, favor o atención que se nos dispensa. (Igual en la edición de 1992) 1. m. Cualidad moral que nos lleva al más severo cumplimiento de nuestros deberes respecto del prójimo y de nosotros mismos. (DRAE de 1992: Cualidad moral que nos lleva al cumplimiento de nuestros deberes respecto del prójimo y de nosotros mismos 3) 8. fig. Cualquier amonestación, acontecimiento, ejemplo o acción ajena que, de palabra o con el ejemplo, nos enseña el modo de conducirnos Nótese que la edición del DRAE de 1992 ha variado esta definición suprimiendo el grupo adjetival ‘más severo”, pero respetando los anclajes enunciativos que María Moliner había certeramente eliminado. un consejo, mostrando cómo se hace una cosa, etc luna. Astro, satélite de la Tierra, que se ve iluminado por el Sol desde las partes de la Tierra que ya no son heridas por sus rayos. religión. 1. Conjunto de las creencias sobre Dios y lo que espera al hombre después de la muerte, y de los cultos y prácticas relacionados con esas creencias. (Igual en la edición de 1992) 2. f. Luz nocturna que este satélite nos refleja de la que recibe del Sol. (Igual en la edición de 1992) 2. [f.]Virtud que nos mueve a dar a Dios el culto debido. (Igual en la edición de 1992) Hemos de señalar, sin embargo, que en cuanto a los posesivos 'nuestro' (72), 'nuestra' (67), 'nuestros' (36) y 'nuestras' (36), de igual implicación que los anteriores, María Moliner no estuvo tan acertada. Aunque se eliminaron algunos, tal como se comprueba en los ejemplos precedentes, el DUE mantuvo todavía un buen número de ellos, la mayoría, es verdad, dentro del texto de los ejemplos y no en las definiciones, pero lamentablemente en ellas hemos localizado también algunos casos en los que la palabra tiene un comportamiento parecido a los innumerables posesivos que poblaban – y pueblan todavía en la edición de 1992el diccionario corporativo, como por ejemplo en la definición del artículo 'cielo': cielo. Firmamento. Espacio que vemos Cielo. Bóveda [Esfera] celeste. Capa del cielo. sobre nuestras cabezas, azul de día y Éter». Espacio que se ve por encima de nuestras cabezas, en el que están los astros. poblado de estrellas por la noche. Queremos destacar especialmente que la inmensa mayoría de los lemas en los que aparecen en el DUE esas referencias posesivas son americanismos o lemas con referentes que propician la división - nada recomendable, por otra parte - entre el léxico peninsular y el foráneo. La sutileza y finura lingüística que tanto alabamos en María Moliner o bien no llegó a percibir el sesgo discriminatorio que supone dividir las palabras entre las 'nuestras', que hacen referencia a realidades europeas y 'las otras', cuyo referente es generalmente americano o, en todo caso, no europeo, o bien no se atrevió a cambiar las definiciones académicas de estos términos, pero la realidad es que mantuvo varias de las definiciones del diccionario académico que contenían este pronombre, entre ellas: otoño. Estación del año intermedia entre el verano y el invierno, que, en nuestro hemisferio, comprende aproximadamente los meses de septiembre, octubre y noviembre, y en el hemisferio austral corresponde a nuestra primavera. 2. [m.]Época templada del año, que en el hemisferio boreal corresponde a los meses de septiembre, octubre y noviembre, y en el austral a nuestra primavera. Es más, lo que resulta verdaderamente curioso es que son varios los lemas en los que la inclusión del posesivo ‘nuestro’ se debe exclusivamente a la pluma de María Moliner, puesto que no figuraba en el texto del DRAE que le sirvió de base: cacatúa. 1. Género de aves prensoras de Oceanía, de plumaje blanco con un moño eréctil, que viven domesticadas en nuestro clima y pueden aprender a pronunciar palabras. golondrina. 1. Pájaro de color negro azulado por encima y blanco por debajo, con las alas puntiagudas y la cola bifurcada. Llega a nuestro clima por marzo y emigra en septiembre. invierno. Una de las cuatro estaciones del año, la más fría, que, en nuestro hemisferio, comprende desde el 21-22 de diciembre hasta el 2 0- 21 de marzo. merluza. Pez malacopterigio de carne muy apreciada, y una de las más recomendadas para enfermos, frecuente en nuestros mares. verano. 1 «Estío». Estación 1. f. Ave de Oceanía, del orden de las trepadoras, con pico grueso, corto, ancho y dentado en los bordes; mandíbula superior sumamente arqueada, un moño de grandes plumas movibles a voluntad, cola corta y plumaje blanco brillante. Aprende a hablar con facilidad y, domesticada, vive en los climas templados de Europa. 1. f. Pájaro muy común en España desde principio de la primavera hasta fines de verano, que emigra en busca de países templados. Tiene unos quince centímetros desde la cabeza a la extremidad de la cola, pico negro, corto y alesnado, frente y barba rojizas, cuerpo negro azulado por encima y blanco por debajo, alas puntiagudas y cola larga y muy ahorquillada. 3. [m.]La época más fría del año, que en el hemisferio septentrional corresponde a los meses de diciembre, enero y febrero. En el hemisferio austral corresponde a los meses de junio, julio y agosto. 1. f. Pez teleósteo marino, del suborden de los anacantos, de cuerpo simétrico, con la primera aleta dorsal corta y la segunda larga, tanto como la anal. Alcanza hasta un metro de longitud y es muy apreciado por su carne. Abunda en las costas de España. En los países del Norte lo salan y seca, siendo conocido con el nombre de Bacalao de Escocia. más 3. [m.]Época la más calurosa del año, que en el calurosa del año, que, en el hemisferio norte, comprende desde el 21 de junio hasta el 21 de septiembre y en el hemisferio sur coincide con nuestro invierno helecho. 1. («Pterídium aquilínum»). Helecho muy corriente y el de más tamaño en nuestra latitud, con frondas muy recortadas. hemisferio septentrional comprende los meses de junio, julio y agosto. En el hemisferio austral corresponde a los meses de diciembre, enero y febrero. no aparece esta acepción en el DRAE En cuanto a los valorativos, el contenido léxico de las definiciones debería evitar en lo posible caer en el peligro de la subjetividad lingüística, expresada comunmente por medio de los elementos valorativos del léxico, los llamados subjetivemas, que implican una toma de posición muy concreta por parte del emisor y la asunción de juicios de valor sobre las palabras definidas y sus referentes. Son subjetivemas especialmente los calificativos, los adverbios, algunos conectores extra o intraoracionales y algunos verbos de modalidad valorativa. María Moliner obvió muchos de los valorativos que aparecían en el texto académico. No sabemos si su criba fue consciente en este aspecto concreto del quehacer lexicográfico o si su acierto y finura léxica al definir los vocablos le llevó a sustituir instintivamente muchas de estas prolijas definiciones por una nueva redacción mucho más sencilla, transparente y respetuosa, más acorde, en definitiva, con su época y con su sensibilidad: comunismo. Posesión o administración Sistema por el cual se quiere abolir el derecho a de bienes en común. Específicamente, la propiedad privada y establecer la comunidad de bienes. doctrina y organización social y política basadas en la posesión y administración de todas las fuentes de riqueza por el Estado. industrialismo. Atribución de Tendencia al predomino indebido de los importancia excesiva a los intereses intereses industriales. industriales en una organización política o económica. libertad. L. FUNDAMENTAL. Cada una de las No existen estas subentradas en el DRAE de consideradas como fundamentales, como 1956. de conciencia o la de imprenta. L. DE PENSAMIENTO. La que permite a cada uno sostener sus propias ideas y propagarlas, sin que se le pueda condenar por ello arroyo. Riachuelo». Río muy pequeño; Caudal corto de agua, casi continuo. por ejemplo, tal que puede cruzarse de un salto o que no puede navegar por él una barca. zaragüelles. 1. Pantalones de 1. m. pl. Especie de calzones anchos y afollados perneras anchas que forman pliegues, en pliegues, que se usaban antiguamente, y ahora llevan las gentes del campo en Valencia y que se usaban antiguamente y que, Murcia (atenció no es troba a l’exemplar que tinc como prenda del traje regional del 56. Buscar al Buscon) valenciano, usan todavía en algunos sitios de esa región los hombres del campo. infiel. 2. Se aplica a los que no profesan laQue no profesa la fe verdadera (Igual en el religión cristiana; particularmente, a los DRAE de 1992) pueblos no civilizados que no la conocen. II. El tratamiento de las cuestiones de género en los lemas y en sus definiciones El principal escollo con que se encontró María Moliner a la hora de decidir la definición de los términos con referente sexuado fue la actitud decididamente excluyente del diccionario académico. La mayoría de estos lemas (especialmente los de profesiones u oficios) se encontraban en el DRAE de 1956 únicamente bajo su forma masculina. No sabemos si la lexicógrafa aragonesa cayó en la cuenta de este problema y si entraba o no en sus cálculos una reorganización completa de los lemas con discriminación de género, pero el caso es que existen numerosos ejemplos de la sustitución del hiperónimo ‘hombre’ o la expresión ‘el que’ o ‘artesano que’, etc. por el término ‘persona’, mucho menos ambiguo en su extensión y adoptado casi ya unánimemente por los diccionarios actuales. ciudadano. 2. Se aplica a las personas de una ciudad antigua o de un estado moderno con los derechos y deberes que ello implica; a causa de esos deberes y derechos, la palabra lleva en sí o recibe mediante adjetivos una El habitante de las ciudades antiguas o de Estados modernos como sujeto de derechos políticos y que interviene, ejercitándolos, en el gobierno del país. valoración moral y un contenido afectivo La palabra 'hombre' aparece en 1462 ocasiones el el DUE, mientras que 'persona' aparece 7119 veces. Si comparamos estas cifras con las del DRAE actual veremos que incluso después de las innumerables revisiones que las cuestiones de género han sufrido en las últimas ediciones del diccionario académico (especialmente en la de 1992), todavía en la actual edición la palabra 'persona' aparece solamente en 5231 ocasiones, con lo que, teniendo en cuenta el similar número de entradas en los dos diccionario,4 en el DUE encontramos 1888 veces más la palabra 'persona' que en la vigésimoprimera edición del DRAE, editada casi treinta años después. Restan todavía, sin embargo, gran número de hiperónimos ‘hombre’ en el DUE. El especial cuidado que se le reconoce a María Moliner a la hora de mantener la coherencia lexicográfica es el responsable de estas apariciones, ya que la mayoría son sustituciones de la expresión ‘El que’en el DRAE, que la autora cambia por un sustantivo (en este caso ‘El hombre’), de acuerdo con su plantilla lexicográfica, especificada en el ‘cono léxico’ que aparece en su Presentación. De todos modos, ya hemos dicho que es este aspecto María Moliner no quiso o no se atrevió a dar el paso definitivo que hoy reclamamos en las cuestiones de género. En general, se constata en el DUE una cierta indeterminación y se echa en falta mayor decisión en este aspecto. Para obtener una visión exhaustiva, hemos de distinguir varias posibilidades en cuanto al tratamiento de las cuestiones de género en María Moliner i)Tal como hemos dicho, en varios lemas - muchos más de los que actualmente resultan aceptables- emplea el hiperónimo 'hombre', incluso en entradas que no estaban en el DRAE de su ápoca: acólito. Hombre que acompaña No aparece esta acepción en el DRAE de 1956 asiduamente a otro en actitud de 4 83000 entradas en el DRAE frente a 78185 en el DUE, por lo que en el DUE aparece en un 10,9 % y en el DRAE en un 6,3 %, o sea, que en el DUE aparece un 4, 6% más. adhesión o subordinación. conductor. Caudillo. Hombre conduce una colectividad que No aparece esta acepción en el DRAE de 1956 y especialmente en los lemas de oficios y profesiones: agrimensor. Hombre que se dedica a la agrimensura. espeleólogo. Hombre que se dedica a la espeleología. acequiero. Hombre que tiene cuidado de las acequias. cantinero. Hombre que tiene o cuida una cantina. filántropo. Hombre que se distingue por su amor a sus semejantes y por sus obras en bien de la humanidad. Perito en agrimensura. (Persona perita en agrimensura DRAE de 1992) El que se dedica a la espeleleogía. (Persona que se dedica a la espeleología. DRAE de 1992) El que rige el uso de las acequias o cuida de ellas. (igual en DRAE de 1992) 2. El que tiene cantina. ( igual DRAE de 1992) El que se distingue por su amor a sus semejantes. (Persona que se distingue por el amor a sus semejantes y por sus obras en bien de la comunidad. DRAE de 1992) enmendando incluso – en pos de su alabada coherencia lexicográfica – definiciones del texto académico de 1956 mucho más acordes, curiosamente, con el lenguaje no discriminatorio que hoy propugnan tanto las voces particulares como las institucionales: astrólogo, -a.. 2. n., en masc. Hombre que profesaba la astrología.5 guitarrista. Hombre que se dedica a tocar la guitarra. 2. m. y f. Persona que profesa la astrología. (igual en DRAE de 1992) 1. com. Persona que toca por oficio la guitarra. (igual en el DRAE de 1992) ranchero. 1. Hombre que guisa el 1. m. y f. Persona que guisa el rancho y cuida de rancho. 2. Jefe de un rancho (granja). él. 2. [m. y f.]Persona que gobierna un rancho. Hombre que trabaja en él. ii) En ciertos casos, el DUE emplea 'hombres', en plural, o bien 'el hombre', con artículo, claramente como genéricos, dando por hecho que incluyen a varones 5 María Moliner respeta la doble entrada para el adjetivo, pero restringe a únicamente al masculino la acepción segunda correspondiente al oficio. y hembras de la especie humana, tal como indica en la definición del mismo lema 'hombre' de su diccionario6: átropos. 2. (escrito con mayúscula). no existe esta entrada en el DRAE de 1956 Parca que corta el hilo de la vida de los hombres. col. (fem.; «Brássica olerácea»). no existe la referencia en la definición del DRAE Planta crucífera de huerta, de hojas de 1956 anchas que forman cogollo, que se emplean como alimento para el hombre y los animales Con ello pierde muchas oportunidades para sustituir ‘hombre’ por ‘ser humano’ o ‘persona’, incluso en lemas claramente propicios a ello: alma. 1. «Espíritu». Parte inmaterial del hombre con la que tiene conciencia de lo que le rodea y de sí mismo y establece relaciones afectivas o intelectuales con el mundo material o inmaterial. androide. Autómata de figura de hombre 1. f. Sustancia espiritual e inmortal, capaz de entender, querer y sentir, que informa al cuerpo humano y con él constituye la esencia del hombre. (Igual en la edición de 1992) 1. m. Autómata de figura de hombre. (Igual en la edición de 1992) iii) En muchos otros lemas se decide, por fin, abiertamente por sustituir el hiperónimo 'hombre' por el de 'persona', adelantándose en varias décadas a las opiniones de la mayoría de los diccionarios actuales: acordeonista. Persona que toca el Músico que toca el acordeón acordeón. boticario. Persona que tiene a su cargo una botica. Persona que ha cursado los estudios de la carrera de farmacia. bufón. 2. Persona que trata de divertir a otras por servilismo. cabalista. Persona que practicaba la 6 Profesor de farmacia que prepara y expende las medicinas. 2. Truhán que se ocupa de hacer reír El que practica la cábala hombre. 1. (n. colectivo genérico). Se aplica a nuestra especie, o sea la de los mamíferos racionales: ‘El aparato respiratorio en el hombre’. (íd.). A los individuos adultos de ella: ‘El niño se transforma en hombre’. (íd.). A los individuos del sexo masculino de ella: ‘La fisiología del hombre y de la mujer’. Individuo adulto de sexo masculino de la especie humana: ‘Había dos hombres en la puerta’. cábala. calígrafo. Persona que escribe muy bien a mano o se dedica a ello por profesión maestro,a. En sentido amplio, persona que enseña cualquier cosa, generalmente con respecto a quien recibe la enseñanza. trompeta 2. . (masc.). Persona que toca ese instrumento en las bandas militares El perito en caligrafía. 11. El que enseña una cosa, arte u ofico o tiene título para hacerlo. 3. m. El que toca la trompeta en las bandas militares. iii)Curiosamente, parece ser que en algunos casos para María Moliner no quedaba suficientemente claro que el término ‘persona’ englobara a los dos sexos, puesto que se vio impelida a clarificar la extensión del término, especialmente en singular, y especificar su ámbito de aplicación: árbitro 2. (n.). « Mediador». Persona 3. El que en algunas contiendas deportivas de (hombre o mujer) que decide quién tiene agilidad y destreza cuida de la aplicación del reglamento. razón en una disputa. Particularmente, hombre que aplica el reglamento en las competiciones deportivas. Incluso en algunos lemas, como en ‘gigante’ se evidencia la indeterminación entre el empleo restringido o genérico del término ‘hombre’: gigante-a :Hiperbólicamente, persona 2. El que excede mucho en estatura a la de gran estatura. × 3 . (n., en masc. y generalidad de los demás. fem.). Figura de hombre o mujer, de gran estatura, hecha generalmente de cartón, que, llevada por un hombre metido dentro de ella, interviene, lo mismo que los cabezudos, en los festejos populares. 4 . (fig.). «Coloso». Persona que sobresale excepcionalmente en un arte o ciencia o por sus hechos nobles o heroicos Es de lamentar que el fino olfato lexicográfico de la autora no cayera en cuenta de la ambigüedad que representa emplear el hiperónimo ‘hombre’ sin especificación ninguna, tanto para los casos en los que se refiere genéricamente a mujeres y varones como en aquellos en los cuales ‘hombre’ tiene como referente únicamente a seres humanos masculinos. Tal es el caso del término ‘burdel’, definido como “1. Casa de prostitución. Casa pública. Casa de citas. Lupanar. Mancebía. Casa donde se reúnen hombres y prostitutas.”, en el que se evidencia que, si las prostitutas no son hombres, la palabra ‘hombres’ aquí solamente se puede referir a varones. iv)Encontramos, finalmente, algunos casos destacables en los que María Moliner se atrevió a enmendarle la plana a la Academia e introducir un desdoblamiento de género en profesiones u oficios que el DRAE de 1956 consideraba como únicamente masculinos: estanquero, -a. Persona que tiene a su cargo un estanco. (masc.). Hombre que cuida los estanques. corredor, -a. 1. 1. (adj.). Se aplica al que tiene aptitud para correr. 2. 7 (n.). Persona que toma parte en una carrera. CORREDOR DE COMERCIO. Hombre autorizado legalmente para servir de mediador en asuntos mercantiles. CORREDOR DE FINCAS. Hombre que se dedica a servir de intermediario en la compraventa de fincas aunque añadiera cautelosamente estanquero. m. El que tiene por oficio cuidar de los estanques corredor, ra. 4.m. El que por oficio interviene en almonedas, ajustes, compras y ventas de cualquier género de cosas una o varias acepciones únicamente masculinas, seguramente pensando en la realidad social de su época. vi) Por último, una de las novedades introducidas por María Moliner en los lemas relacionados con las cuestiones de género es la supresión de muchas acepciones del diccionario corporativo que definían la forma femenina de ciertos lemas como ‘mujer de’: peluquero, -a. Persona que se dedica 1. m. y f. Persona que tiene por oficio peinar, a cortar el pelo, peinar, ondular, etc. cortar el pelo o hacer y vender pelucas, rizos, 7 Esta acepción no aparece en el DRAE de 1956 Los de hombres afeitan también. etc. 2. [m. y f.]Dueño de una peluquería. 3. f. Mujer del peluquero.(igual en la edición de 1992) con lo que se adelantó en varios lustros a las reiteradas peticiones que se hacen actualmente a la Academia, desde distintos estamentos, en este mismo sentido. Y del mismo modo cabe destacar la sensibilidad especial demostrada al eliminar de su diccionario algunos de los muchos términos vejatorios hacia la mujer que contenía – y todavía contiene – el DRAE, como por ejemplo las reiteradas remisiones a ‘ramera’ como sinónimo de ‘prostituta’, con 44 apariciones de la palabra ¡en su edición de 1992!, todo ello después de las peticiones elevadas a la institución en el sentido de que procure eliminar del diccionario las palabras que resulten innecesariamente ofensivas, como es este caso. Así, el término ‘ramera’ aparece solamente en el María Moliner en cuatro ocasiones (lujuria, prostituta, ramería, ramo), y en todas, excepto en ‘ramería’, no en el cuerpo de la definición sino en la lista de las familias de palabras, mientras que ha sido eliminada en el resto de las 40 entradas: meretriz. Prostituta. Mujer que comercia 1. f. Prostituta, ramera, mujer pública. con su cuerpo furcia. Prostituta, mujer de vida alegre, 1. f. despect. prostituta, ramera. o mujer despreciable por cualquier concepto. fulana. 3. Amante o concubina de 5. f. Ramera o mujer de vida airada. alguien, o prostituta En conclusión, a pesar de que, como señala su propia hija María Moliner no fue feminista en el sentido estricto del término “aunque sí un ejemplo para las feministas” 8, la lexicógrafa aragonesa fue sensible a los temas de la mujer, especialmente a la discriminación latente en muchas definiciones académicas. Permítasenos, para terminar, reproducir la definición que dio la autora del DUE del lema ‘Academia’, en un texto que es un claro ejemplo de su precisión 8 Habla Carmen Ramón Moliner, en Víctor Pardo, “El sillón vacío de la Academia”, dentro del número especial de Trébede dedicado a María Moliner, en su centenario, nº 36, marzo de 2000, 23-31. lexicográfica, así como un modelo, lamentablemente, de definición acorde con la sociedad de su época y premonitoria, a la vez, de su propia trayectoria vital: academia (en España, con la denominación «Real» antepuesta). Cada una de ciertas corporaciones oficiales formadas por un determinado número de hombres eminentes en los correspondientes campos de la ciencia y del arte, que realizan colectivamente determinadas actividades en relación con su respectiva especialidad. Como la «Real Academia de la Lengua». Reunión de los académicos: ‘Los jueves hay academia’. (…)3. [f.]Sociedad científica, literaria o artística establecida con autoridad pública. 4. [f.]Junta o reunión de los académicos. El Jueves Santo no hay ACADEMIA. 5. [f.]Casa donde los académicos tienen sus juntas. (...) BIBLIOGRAFÍA : Casas Gómez, M. y Penadés Martínez, I. (coords.), Estudios sobre el Diccionario de uso del español de María Moliner, Cádiz, Publicaciones de la Universidad de Cádiz, 1998. Lorenzo, E., “Una obra monumental”, Filología Moderna, 8, 33-34, 1969, 125-129. Pratt, C., “El diccionario de la Academia y el María Moliner”, Libros, 23,1984, 3-7. Seco, M., Estudios de lexicografía española, Madrid, Paraninfo, 1987, 207-211. VVAA, María Moliner en su centenario, nº 36 de Trébede, marzo 200. VV.AA, , María Moliner en su centenario, Centro Virtual Cervantes, 2000.