DE HISTORIA NATURAL. IÚ;¡ vidad tenga una profundidad media de 400 metros, bastarían cuatro siglos para evaporar toda el agua que contiene, y muc h o antes de esta época lo que quedara de la ola salada, llegando al punto de saturación, quedaría bordado de charcas cristalinas. Es, pues, preciso que las ondas del golfo de Aden, arrastradas por los dos pasos de Bab-el-Mandeb, vengan á reparar las pérdidas anuales del Mar Rojo: un volumen de 10 millones de metros cúbicos, por lo menos, debe penetrar así en el estrecho; esta corriente es igual á la de un rio como el Ganges (1).» . ¡3 Es de creer que si el ejemplo de los lagos centro-americanos no satisfacía al Sr. Botella por sus insuficientes proporciones, no tendrá la misma observación que hacer al ahora mencionado.. ••. Demostrado, á mi j u i c i o , que la teoría de la desecación no. implica ningún, cataclismo, ni cambios en la orografía,. ni aumento de la temperatura postmiocena ni post-terciaria,:me parece incuestionable que es mucho más sencilla que la •propuesta por nuestro consocio. Séame permitido á mi vez hacer algunas observaciones á esta última para dejar ¿con .ellas .más • precisados los extremos apuntados hasta aquí. Para el Sr. Botella las grandes lagunas centrales, españolascontinuaban próximamente inalterables hasta que, alcanzando su relieve actual el Eje Ibérico, rompió el equilibrio que mante-; nía sus aguas, las cuáles refluyeron entonces hacia uno ú otro de los mares vecinos. Así se explica á su juicio, los efectos-de. las denudaciones colosales; la presencia de depósitos de cantos.y guijarros y la elevación del terciario marino de cerca de Minglanilla con todo el conjunto de circunstancias que en sus mar pas hypsométricos y de los lag-os y mares terciarios hemos, t e r •nido el placer de examinar en la sesión pasada. - Dudar de los hechos fuera eeg'uedad; pero la interpretación de ellos es la que ha de permitírseme dilucidar por un m o mento , por más que sea el primero en reconocer la escrupulosidad con que están Observados los reunidos por nuestro distinguido consocio. ¿Cómo negar que á levanté ha habido un movimiento de ascenso moderno que ha alzado las capas ter- <1) Xouvelle Geogr. nah. Z'Asic aatMeut-e, 1881; p á g . 861.