gutierrezresena - Universidad de Viña del Mar

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Ciencias Sociales Online, Julio 2007, Vol. IV, No. 2. Universidad de Viña del Mar – Chile
Recensión – Reseña
Sergio Boisier Etcheverry
Imágenes en el espejo: Aportes a la discusión
sobre crecimiento y desarrollo territorial.
Editorial Puerto de Palos.
Santiago de Chile, 2006.
Este libro parece surgir de la necesidad - que suele tener todo intelectual -, de reconsiderar
sus propias ideas luego de transcurrido un cierto período de tiempo. Sin embargo, el libro del
Professor Sergio Boisier, aparece sobre todo como “un aro1 en el camino” de su significativa
trayectoria, de más de treinta años, dedicada a conocer y pensar los procesos de cambio
social y desarrollo en el territorio.
El libro es una recopilación de seis artículos previamente publicados; todos ellos miran al
“territorio” desde diversas perspectivas de reflexión y niveles de abstracción. Se comprenden
mejor sus contenidos sucesivos, a partir de la lectura del capítulo primero, que es una
Aro: En Chile, se denomina como “aro” a una detención, parada o interrupción que hacen en el camino los
arrieros y jornaleros en su trabajo; para recuperar fuerzas, comentar los avances y luego continuar su faena. Por
extensión, se usa también para referirse al descanso en medio de un baile, especialmente del baile nacional: la
“cueca” y, de toda actividad prolongada y extenuante que, requiere de un momento de reimpulso.
Desafortunadamente, la expresión “hacer un aro” ha sido, cada vez más, sustituida en el lenguaje popular por el
anglicismo “hacer un break”.
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concisa introducción, sistemáticamente retrospectiva, de la panorámica intelectual que nos
ofrece el pensamiento de su autor. Se trata, por tanto, de un capítulo de “alta densidad”
conceptual. Favorecido por el acierto numerológico, expone Boisier en siete puntos los
momentos más representativos de su quehacer intelectual y profesional. Comienza en un
estadio inicial, deudor de su formación en la escuela de la Regional Science de la
Universidad de Pennsylvania, de suyo convencional y apegada a la ortodoxia económica
neoclásica hasta traerlo, a través de un recorrido vehemente, a su incursión actual tras una
decidida visión constructivista del mundo, e impulsada ahora por vientos posmodernos.
Desde aquel ya lejano primer momento, posicionado en la “Estrategia INDUPOL”, influida
fuertemente por el pensamiento de Francois Perroux y su “Teoría de los Polos de
Crecimiento” que, recordemos, promovía un modelo abiertamente industrialista, Boisier
avanza, con la experiencia que dan los años y los años que se manifiestan en nuevos
cambios, hasta llegar a su concepción de: “El desarrollo territorial como una propiedad
emergente de sistemas complejos”.
En un segundo momento, todavía siendo el Plan Económico el eje articulador de
pensamiento y acción, el autor incorpora activamente en su análisis las categorías de política,
poder y diversidad de actores, en el proceso de planificación territorial. Surge, entonces, la
conveniencia de otorgar un sitio preferente a la negociación entre el Estado y las unidades
sub Estatales. Y, considera el autor, que “La planificación regional debiera orientarse a tornar
viable y a maximizar la capacidad de intervenir en el entorno paramétrico de la región”.
Desde otra perspectiva, y complementariamente, por aquel entonces la naciente Economía
Institucional, ponía en evidencia que la empresa constituía otra forma de coordinación
además del mercado (Ronald H. Coase); abriendo con ello el camino a nuevas miradas a la
relación de economía y sociedad.
En el momento siguiente, y desde una severa crítica epistemológica al positivismo, y su
escisión entre sujeto y objeto, Boisier postula su decisiva interrogante referida a: “¿Qué se
requiere para transformar la región-objeto en una región sujeto?”. La respuesta será,
construir social y políticamente a la región. Donde: “Construir socialmente una región significa
potenciar su capacidad de autoorganización, transformando una comunidad inanimada,
segmentada por intereses sectoriales, poco perceptiva de su identificación territorial y en
definitiva pasiva, en otra que sea organizada, cohesionada, consciente de la identidad
sociedad/ región, capaz de movilizarse en pos de proyectos políticos colectivos, es decir
capaz de convertirse en sujeto de su propio desarrollo”.
Luego, será el momento cuando Boisier, dando cuenta de las transformaciones del territorio,
en el contexto de la nueva economía y una globalización altamente tecnologizada, introduce
las nociones de “Regiones Pivotales, Asociativas y Virtuales”. A la vez que el autor reclama la
necesidad de una “Teoría Económica de la Complejidad”, nos presenta una tipología de
múltiples posibilidades de cooperación y alianzas; para aprovechar las ventajas de la
dinámica de la economía global y, para expandir las potencialidades del territorio. Y, se
preguntará: “Cuál es en definitiva la racionalidad que opera detrás de esta tendencia a
ensayar nuevas formas de organización territorial?”.
En su quinto momento de aportaciones y, con la movilidad global de las posibilidades del
territorio a la vista, surge la necesidad de establecer unicidad en la acción y, de acuerdo a
Bosier, llega entonces la oportunidad de introducir la planificación estratégica del desarrollo
territorial y, visualizar a la región como una “cuasi empresa” y eventualmente como un “cuasi
estado”. Y es precisamente con una versión “más refinada de las regiones como cuasi –
Estados” que Boisier parece sentirse más cómodo y, ello desde una comprensión madura del
rol del poder; referido a las oportunidades de desarrollo. De modo que, para cada territorio, “
la cuestión principal que se coloca en su horizonte es la modificación de su inserción en la
estructura nacional de dominación/ dependencia, quebrando una dominación cuantitativa que
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permita abrir las puertas a un crecimiento más acelerado o modificando una dominación
cualitativa de manera de colocar a la región en el sendero del desarrollo.”
En un siguiente momento, el autor se suma al entusiasmo generalizado con la ola conceptual
referida a los “capitales intangibles”. Boisier nos aporta aquí el concepto de “Capital
Sinergético”, visto como una suerte de medio conectivo y, como una fuerza que debe ser
inducida exógenamente, el cual es, entonces, “definido como la capacidad de una sociedad
para actuar de consuno hacia objetivos democráticamente establecidos, una capacidad
derivada de un entendimiento compartido acerca de la estructura y dinámica de los procesos
de cambio social, crecimiento económico y desarrollo societal fundamentalmente. El capital
sinergético es una forma de energía introducida al sistema socio/ territorial.” Sin embargo,
hay que señalar que, en su referencia a los “capitales intangibles”, la mayoría de los autores
no suelen dar cuenta de las dificultades y posibilidades de su formación, acopio y evolución
dinámicas. Por ejemplo, hace unos años y con válidas razones, Francisco Herreros, se
preguntaba en el título de su libro: The Problem of Forming Social Capital. Why Trust?
(Nueva York: Palgrave, 2004). De igual modo, se suele vulnerar el atributo de todo capital, es
decir su carácter instrumental como medio de acceso a recursos así como su convertibilidad
y, adicionalmente también, se incurre en el olvido negligente de “el lado oscuro del capital”;
entre cuyas expresiones se encuentra el “capital social indeseable” que, solventa la
corrupción y el delito. Por otra parte, además, el problema de la “participación social”, sigue
siendo el hueso duro de roer de las políticas públicas democráticas. Por cierto, frente a ello,
las Ciencias Sociales nos deben todavía sus respuestas.
Es en el momento actual del pensamiento del Professor Boisier, recogido en el punto siete de
este primer capítulo, que instala su noción de “el desarrollo como una emergencia evolutiva
de sistemas territoriales complejos.” Brindándonos su afirmación de que: “el desarrollo –
territorial como es – no es sino una propiedad emergente de un sistema territorial dinámico
complejo adaptativo y altamente sinergizado.” Y para el cual, adicionalmente, “el aumento de
la complejidad se transformará en la pieza maestra de toda estrategia territorial de
desarrollo.”
Nos hemos centrado preferentemente en su primer capítulo, aprovechándonos de su ya
señalado carácter panorámico. El mismo, sirve de antesala a una mayor profundización y
especificidad en los siguientes. En el capitulo dos, se dedica Boisier, con vívida fuerza, a
argumentar a favor de la necesidad de “un nuevo marco epistemológico y axiológico” para
entender el desarrollo, sobre todo, cuando, nos enfrentaríamos a una constatación de que el
desarrollo de la humanidad mostraría un “fracaso relativo pero incuestionable, un fracaso
político, técnico y, sobre todo, ético.” (negrita del autor). A la luz de ésta afirmación
argumentará entonces el autor, respecto de los cambios en el entorno del desarrollo
territorial; el cual delimita nuevos escenarios (contextual, Estratégico, Político). Situará aquí
Boisier el problema del “nuevo interno” del crecimiento y desarrollo territorial; en tanto “que el
marco que provee la capacidad para entender la causalidad de estos procesos en la
contemporaneidad, lo que, como ya es obvio, requerirá de un marco cognitivo nuevo.” El
cual, debe coincidir con una ética humanista que fundamente el desarrollo. En el capítulo
tres, el autor profundiza en el concepto de globalización y, retoma sus esfuerzos por
esclarecer la tautología del desarrollo apellidado, con los que son sus atributos o condiciones
necesarias; tal como la noción de que “el desarrollo no puede ser sino local”. Ello para
desembocar en la comprensión de los efectos sobre los procesos locales de crecimiento y
desarrollo de los “espacios supra nacionales en la globalización latinoamericana”. Tema este
último, que se continuará en el capítulo cuatro, ya más centrado en la idea de “integración”, y
buscando deducir lecciones útiles para América Latina que puedan ser aprendidas desde la
experiencia de la Unión Europea. Vuelve aquí a reintroducir Boisier su requerimiento de “dar
paso al concepto de región fronteriza, las que deben ser entendidas como espacios
subnacionales limítrofes a países vecinos, en los cuales se manifiestan formas particulares
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de relación y superposición de dos (o más) sistemas (o estilos) económicos y de dos (o más)
modelos diferentes de política económica.” El capítulo cinco, lo destina Boisier a explayarse
sobre la técnica del mercadeo territorial, como instrumento en construcción y, a destacar su
importancia creciente. Distingue los elementos componentes de la identidad regional:
Creencias, Continuidad Histórica, Espacio Geográfico, Sentido de Pertenencia. Termina por
referirse particularmente a la experiencia de la regiones en Chile; para insistir en el hecho de
que: “ Las regiones chilenas no son descendientes de la historia, sino recién nacidas de la
voluntad política, de manera que, para comenzar, tienen serios problemas de identidad,
autorreferencia, de identidad y pertenencia.” El capítulo seis, el más breve de todos, se
concentra en el tema específico de la competitividad territorial y su medición. Comienza por
dilucidar el concepto mismo de competitividad y, comparar “competitividad sistémica” con
“competitividad auténtica” para finalmente señalar que “Una competitividad bien entendida es
aquella que se observa en casos en los cuales lo transable (producto manufacturado,
servicio, territorio, etc.) muestra en un periodo de tiempo una ganancia en su posición relativa
en el volumen en el comercio internacional siempre y cuando lo transable pertenezca a un
conjunto más amplio de elementos homogéneos que también muestra una creciente
participación relativa en el comercio.”
Siempre quedará pendiente una crítica sistemática de la obra teórica de Sergio Boisier; la
que quizá debería partir – a propia sugerencia de su autor, y concordancia nuestra –, de su
libro Política Económica, Organización Social y Desarrollo Regional (Cuadernos del
ILPES,1982). Ello sobre todo porque, es a partir de la tarea de los críticos (quizá los mejores
divulgadores) que, la sistematización de un pensamiento define su lugar en el cuerpo de la
ciencia y, desde el cual perdurará como verdadera contribución. La disposición panorámica ya mencionada de esta obra - y, que a la vez podría ser sinóptica del pensamiento porvenir
de su autor, invitaría a un comentario igualmente extendido, sin embargo no es tal el
propósito de una recensión (no obstante que, el espacio digital de una e-publicación podría
ampliarse en forma exponencial). Por otra parte, sería pretencioso, irresponsable y hasta
irrespetuoso, el pretender comentar tan vasta y nutricia obra en unas pocas carrillas. Sin
embargo, y como la tentación es grande, ante tan sabroso platillo, me atrevería osadamente
a decir, cediendo con ello a la imprudencia, por ejemplo que: llama la atención en la obra de
Boisier, la visión de los problemas del desarrollo económico, siempre desde la perspectiva de
la producción, disminuyéndose la importancia del consumo y por consecuencia del
consumidor. Más aún, habida cuenta de la preocupación, y valiosa aportación de Boisier en
materia de elaboración de una “taxonomía de los capitales intangibles”, y en particular de
aquel referido a una específica “cultura del desarrollo”, nunca éste autor busca establecer
una relación analítica o explicativa – entre esos “capitales intangibles” y, entre “estilos de
consumo” y “sistema de producción” en el proceso de desarrollo territorial. Todo lo cual, da la
impresión de que los territorios o, mejor entonces, sus propios habitantes, estuviesen
dedicados exclusivamente a la producción de bienes y servicios para su intercambio con el
mundo global. ¿No podría haber otra modalidad de desarrollo territorial; para aquellos
territorios marginados de la nueva economía del capitalismo global? ¿Los “territorios
perdedores” - quizá la mayoría - están condenados al olvido y a su extinción mediante
procesos de selección?
Hay un hilo conductor en la sinuosa búsqueda cognitiva de Boisier, es el reconocimiento,
desde sus comienzos, de la necesidad de buscar nuevas formas de aportación teórica y de
modalidades integradas de aplicación; para promover el desarrollo territorial y regional. En
éste sentido, hay en Boisier, una anticipación posmoderna del nuevo pensamiento sobre
territorio y desarrollo. Sin embargo, y no obstante la evidente búsqueda de una mixturación,
Boisier no es un autor del todo posmoderno. Si bien su teoría adopta una estética
posmoderna, Boisier insiste en fundar sobre una ética humanista (cristiana) su concepción
del desarrollo, que no se muestre ambigua al momento de la práctica cotidiana y, al asumir la
reflexión teórica. Por ello le parece “superior” la categoría de Persona Humana, y postulará la
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necesidad de establecer “el humanismo como matriz valórica central en una interpretación
contemporánea del desarrollo”. Adicionalmente, parece estar siempre presente un esfuerzo
honesto por exorcizar el demonio de la economía neoclásica, convencional y académica y,
además, el propósito de expulsar los resabios de “neoliberalismo”; solapadamente contenidos
en la matriz teórica de la Ciencia Regional. Otra observación general sobre el pensamiento
de Boisier, obliga a señalar que se trata de un autor que buscará siempre dar respuesta a las
interrogantes que se formula y que, adicionalmente, esas respuestas tengan capacidad
práctica, de intervención y de realización aplicada. Como suele decir Boisier, hemos de
apuntar a responder la interrogante de: “¿Cómo se logra esto?”, es decir, buscar la necesaria
conexión entre teoría y aplicación. Esto hace de Boisier – simultáneamente -, un teórico de la
ciencia territorial aplicada a la vez que, un pensador ético, un intelectual que se compromete
con la búsqueda de respuestas y su eficacia en la solución de los problemas. No podría ser
de otra forma ya que, según nos parece, la asunción ética, es la única posibilidad de
pervivencia de una Ciencia Social humanamente constructiva.
Boisier es un pensador latinoamericano. Para bien, está mirando el desarrollo territorial desde
América Latina, para mal, recurre y adhiere con frecuencia a Imágenes Artificiales; propias de
la Social Theory. La atrevida trayectoria de búsqueda cognitiva de Sergio Boisier da cuenta
con vehemencia de la eficacia encerrada en aquella sentencia de Jonathan F. Turner de que:
“el mundo externo se impone a la larga como corrector del conocimiento teórico.” Lo que el
pensamiento de Boisier ha perdido en bríos e impetuosidad, lo ha ganado en sabiduría y
templanza; para dar paso a un pensamiento que sedimenta lo mejor de sus cosechas.
Si las obras son el reflejo de sus autores,
no cabe duda que ésta hace honor a su
nombre y refleja, cual espejo, la imagen
intelectual de un hombre que ha sabido
fusionar capacidades, talento y
perseverancia ética. Pero, como su propio
autor señala al comenzar el libro: “En la
fase otoñal de la vida se tiene más libertad
y en consecuencia puede uno hacerse
concesiones a sí mismo que tal vez en la
juventud serían ridículas, como por
ejemplo, autoevaluar pretendidas
contribuciones personales a un campo
cognitivo, algo de todos modos lejos del
panegírico y más cerca de la exégesis del
discurso”.
“Somos individuos "pegados a la
tierra” y en un sentido más
simbólico, pegados al terruño.”
Sergio Boisier
Ramón-Antonio Gutiérrez P.
The RCARS Centre
rgutierr@rcars-centre.cl
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